dios de la periferia

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PLIEGO Siguiendo la invitación del papa Francisco a salir hacia “las periferias existenciales”, Jesús de Nazaret nos llama a reconocerlo y acompañarlo en cuantos crucificados nos encontramos por el camino. Las reflexiones que aquí se recogen fueron compartidas por la autora, el pasado 25 de octubre en Getafe (Madrid), en el marco del Foro de las Periferias organizado por los Hijos de la Caridad para celebrar el cincuentenario de su presencia en España. EL DIOS DE LA PERIFERIA TERESA RUIZ CEBERIO Religiosa de las Hermanas Auxiliadoras. Licenciada en Teología Pastoral 2.916. 8-14 de noviembre de 2014

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Pliego de la revista Vida Nueva

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  • PLIEGO

    Siguiendo la invitacin del papa Francisco a salir hacia las periferias existenciales, Jess de Nazaret nos llama a reconocerlo y acompaarlo en cuantos crucificados nos encontramos por el camino. Las reflexiones que aqu se recogen fueron compartidas por la autora,

    el pasado 25 de octubre en Getafe (Madrid), en el marco del Foro de las Periferias organizado por los Hijos de la Caridad

    para celebrar el cincuentenario de su presencia en Espaa.

    EL DIOS DE LA PERIFERIA

    Teresa ruiz Ceberioreligiosa de las Hermanas auxiliadoras.

    Licenciada en Teologa Pastoral

    2.916. 8-14 de noviembre de 2014

  • Las bienaventuranzascomo misinEL HIJO NOS LO HA ENSEADO (Jn 1, 18)

    Hoy da, despus de Jesucristo, no se puede decir nada verdadero, autntico y concreto acerca de Dios sin reconocerlo como el emmanuel, el Dios con nosotros, el Dios de nuestra carne, el Dios de nuestra naturaleza humana, el Dios que ha nacido de Mara Virgen y que, como hombre en nosotros, es hombre y Dios en una sola persona. Dios que se da a s mismo en la creacin, se ha ido autocomunicando progresivamente al mundo, y en Jesucristo ha aceptado para siempre jams la carne de la humanidad y del mundo1. en Jess, Dios sale de s mismo como amor que desciende, segn la bella expresin de F. J. Vitoria Cormenzana en su obra Una teologa arrodillada e indignada (sal Terrae).

    Los discpulos de Jess creemos que Dios se ha ido autocomunicando de modo progresivo a travs de la historia de la salvacin recogida en la biblia. Voy a evocar algunos de los momentos ms sealados de ese progresivo darse, donarse hasta revelarse de modo supremo en Jesucristo, como un Dios con nosotros, por su encarnacin.

    EL DIOS DE LA PERIFERIA, EN LA FE JUDA DE CUYA FUENTE BEBI JESS

    Como judo, Jess profesaba la fe juda, cuyo credo es el xodo, acontecimiento que, permanentemente recordado a lo largo de la historia del pueblo de israel, dio sentido a su existencia. La experiencia del xodo ayud a levantarse al pueblo en situaciones de tanta inclemencia y dolor como en el destierro de babilonia. incluso hoy la experiencia de que Dios sac a israel de egipto ser para el

    pueblo judo en el que naci Jess el punto de referencia para reconocer a Dios presente hasta en la ms trgica de las periferias, como fue la ejecucin de tanto inocente en los campos de exterminio nazis. Elie Wiesel es uno de sus testigos. escritor judo formado en las tradiciones religiosas judas del Talmud y el hasidismo, obligado con otros a presenciar en el campo de concentracin de auschwitz la ejecucin de un nio que no terminaba de morir ahorcado, ante el grito de uno de los presentes (Dnde est Dios?), dice l: o una voz dentro de m: en el que est muriendo.

    EN LA PERIFERIA DE EGIPTO, YAHV SAC A ISRAEL DE EGIPTO

    en la periferia del imperio egipcio, Dios escucha los gritos del pueblo de israel, pueblo extranjero, oprimido, explotado y esclavizado en la construccin y en la imposicin de los trabajos ms duros y penosos, orientados a destruirlo porque amenazaba a la gran potencia. Pero los gritos de auxilio de los esclavos llegaron a Dios. Dios escuch sus quejas y, viendo a los israelitas, Dios se interes por ellos (ex 2, 23-25).

    Dios escucha los gritos de los esclavos. Dios est atento a cuanto le ocurre a su pueblo, al que acompaa desde la llamada a Abraham con la discrecin de quien est atento a cuanto le sucede a la persona amada, respetando su libertad. interviene solamente cuando el pueblo ya no es capaz de afrontar por s mismo las adversas circunstancias de la vida. el Dios creador de todos acta en su pueblo a travs de las parteras egipcias, a quienes el rey de egipto orden matar a los primognitos hebreos, pero las comadronas respetaban a Dios; en vez

    DIOS EST DE MODO INEQUVOCO EN LOS POBRES

    esta afirmacin se la escuch por primera vez, en el contexto de un trabajo sobre las bienaventuranzas, a Antonio Palenzuela, entonces obispo de segovia, excelente telogo y, sobre todo, hombre evanglico; para m, un gran maestro. Hoy, el papa Francisco nos invita a salir hacia las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia, las que prescinden de la religin, las del pensamiento, las de toda miseria. Y se me pide decir algo sobre ello en este Pliego. Y me digo: quin soy yo para hablar del resucitado, que nos sale al encuentro en las actuales Galileas que son las periferias existenciales? Con este gran interrogante, y mientras me dispona a iniciar la tarea de emborronar estas pginas, espontneamente, cruc mi mirada con la del Cristo de Javier, cuya imagen reposa ante m. su sonrisa, en medio de su ejecucin, me conmovi y me dijo: estoy crucificado en y con los crucificados hoy, pero tambin estoy en ellos resucitado y resucitando. Y, puesta en l mi confianza, abordo la tarea de darlo a conocer. Y lo hago con alegra, porque se me ha dado creer que Jess vive, que su espritu est en m, est en cada uno de nosotros, mujeres y hombres, cristianos o no, creyentes o no. Desde esa confianza, me fo del espritu, que me ir dictando lo que convenga que diga e ir susurrando en cada uno de cuantos me lean si me lee alguien lo que ms le convenga.

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  • de hacer lo que les mandaba el rey de egipto, dejaban con vida a los recin nacidos (ex 1, 17). actan como mediadoras en la salvacin de Moiss. Hasta la misma hija del Faran salva la vida del nio, con la colaboracin de Miriam, la hermana de Moiss. Las mujeres generadoras de vida, israelitas o no, colaboran con el nico Dios en el proceso de la liberacin de un pueblo que sufre en la periferia del potente egipto.

    Todava joven, Moiss mata a un egipcio que maltrataba a uno de los suyos y, amenazado de muerte, huye lejos al desierto. Y en aquella periferia Dios se le revela en medio de una zarza que arde sin consumirse (ex 3, 2). La zarza, un arbusto espinoso, puede simbolizar como le hace tiempo en un autor annimo el sufrimiento de los pobres; sufrimiento permanente que no se consume, en cuyo centro, tambin de modo permanente, est Dios. Por eso, cuntas veces nos sorprende que los pobres, a pesar del sufrimiento, no se quemen! Y all, como una llamarada entre las zarzas, se revela Dios a Moiss: He visto la opresin de mi pueblo en egipto, he odo sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra para llevarlos a una tierra frtil La queja de los israelitas ha llegado hasta m, y he visto cmo los tiranizan los egipcios; y ahora anda, que te envo al Faran para que saques de egipto a mi pueblo, a los israelitas (ex 3, 7ss.).

    Dios, que est con los ltimos, busca mediadores que en su nombre y con l vayan a la periferia. a la rplica de Moiss, llamado a liberar al pueblo, Dios responde: Yo estoy contigo (ex 3, 7-12). Y cuando me pregunten quin eres t, qu les digo? Les dirs: soy el que soy (ex 3, 14). el que soy, el que estoy con vosotros tanto ayer como ahora y en el futuro, como amor que desciende, ofreciendo y restaurando la vida all donde la muerte intenta arrebatarla.

    Moiss el mediador sac a israel de egipto. Miriam la profetisa, hermana de Aarn, tom su pandero en las manos y todas las mujeres salieron detrs de ella con panderos a danzar. Mara entonaba: Cantad al seor, sublime es su victoria. Caballos y carros ha arrojado en el mar (ex 15, 20). a lo largo de la historia de Moiss, se percibe la sensibilidad y mediacin de las mujeres, sean o no del pueblo de israel, para proteger la vida de los inocentes perseguidos. evoco al respecto el testimonio de Etty Hillesum, mujer juda de 27 aos que, tras haberse ofrecido como voluntaria para acompaar a los judos en un campo de trabajo transitorio, muri en auschwitz. el 11 de julio de 1942 escribe en su diario. Quiero ayudarte Dios mo Y si estimas que an puedo hacer mucho, lo har tras haber atravesado las mismas pruebas que mi gente. una cosa tengo clara: no eres t el que puede ayudarnos, somos nosotros los que podemos ayudarte y, al hacerlo, nos ayudamos a nosotros mismos2.

    EN LA PERIFERIA DEL DESTIERRO EN BABILONIA, DIOS LIBER AL PUEBLO POR LA MEDIACIN DE UN SIERVO

    Cuando israel es desterrado a babilonia, lejos de la tierra que le vio nacer como pueblo de Dios, se pregunta: dnde est Dios? Las seguridades que garantizaban su existencia han cado: el Templo destruido, el rey destronado y sus dirigentes desterrados a miles de kilmetros. Dnde estn las promesas de antao? Y concluye: Dios nos ha abandonado. en la tentacin, un gran creyente como el profeta Isaas (is 40-55) consuela al pueblo levantando su confianza en Yahv: el que salv, salvar al pueblo que sufre en la periferia. Habr un nuevo xodo, una nueva liberacin y un nuevo mediador, un siervo. Los pobres de corazn que confan en Dios ms que en s mismos le escuchan, y Yahv les va revelando ms y ms su amor con expresiones tomadas de la realidad humana del amor interpersonal. evoco algunas de las bellsimas y sorprendentes expresiones del profeta referidas a Dios en su permanente salida de s por amor, en su autocomunicacin al pueblo que sufre en la periferia del destierro.

    La palabra que resuena permanentemente en estos captulo del 40 al 55 es: No temas(is 44, 2.8). No temas gusanito de Jacob, oruga de israel (is 41, 14). Dios creador est con nosotros, nos ama con la ternura de la madre: Cuando cruces las aguas, yo

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    cuantos estn en la periferia del ncleo central del Abb del reino.

    un breve recorrido por la vida de Jess a partir de lo que nos cuentan los evangelios nos ira mostrando esa encarnacin de Dios en la periferia.

    NACE, MUERE Y SE MUEVE EN LAS PERIFERIAS

    Jess segn Lucas naci en la periferia de beln, sin casa que acogiera a su madre en el parto; y muere en la periferia de Jerusaln, donde son ejecutados los delincuentes. en el relato del nacimiento, el evangelista asocia a Jess desde la infancia a los actuales sin techo. Los primeros destinatarios de su mensaje son, igualmente, los sin techo, los pastorcillos que velaban sus rebaos a la intemperie. Por tres veces, en el relato se ofrece como seal para reconocer al enviado de Dios un nio envuelto en paales y acostado en un pesebre (Lc 2, 7.12.16).

    Jess vivi en Nazaret, un pequeo pueblo en la regin de Galilea. De Nazaret puede salir algo bueno? (Jn 1, 46), es la respuesta de Natanael a quienes le anuncian haber conocido a Jess como el liberador de israel.

    en Nazaret Jess vivi como uno ms del montn, hasta el punto de que sus vecinos se asombran de lo que dicen de l y de sus acciones sanadoras: De dnde saca este todo eso? No es este el carpintero, el hijo de Mara, el hermano de Santiago y Jos? No viven aqu entre nosotros sus hermanas? Y esto lo sentan como un obstculo (Mc 6, 3).

    continuar su misin (1 re 19, 12). en el silencio de Dios, percibir Jess el siervo crucificado al amor del Padre resucitndolo a la Vida para siempre.

    JESS EL SIERVO DE YAHV

    Qu aporta Jess el siervo a la experiencia de Dios que est en la periferia? Jess trabaj por liberar al pueblo no solo de las estructuras que en su tiempo generaban marginacin como la ley y el Templo, centro de la vida de israel y en el que se concentraban los poderes polticos, econmicos y religiosos, sino que atendi personalmente a todos cuantos sufran marginacin, desprecio, desamor. Para l, los ltimos de la sociedad de su tiempo son los primeros (Mt 20, 16). Los que estn ms alejados del ncleo central de nuestros parmetros (poder econmico, prestigio social o religioso, etc.) son los que estn ms cerca del corazn del Abb del reino, que espera su vuelta con los brazos abiertos, y reclaman mayor atencin y cercana por nuestra parte.

    Nosotros, discpulos de Jess, confesamos en nuestro Credo que, en la vida, en la muerte y en la resurreccin de Jess, Dios se nos ha revelado como el Dios de todos, con un amor preferencial por los ltimos, los que estn en la periferia, los que juzgamos como pecadores, los que menospreciamos porque profesan una religin popular, los que no siguen nuestras normas ticas (prostitutas, homosexuales, etc.). en una palabra,

    estar contigo, porque te aprecio eres valioso y yo te quiero (is 43, 2). sin deca: el seor me ha abandonado. Puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus entraas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidar. Mralo, en mis palmas te llevo tatuada (is 49, 14-16). Dios sigue a su pueblo que se aleja de l en las periferias existenciales, y lo hace con el cario de la madre o del esposo: No temas Pues el que te hizo te toma por esposa (is. 54, 5). aunque t me olvides, yo no te olvidar (is 49, 15). su amor paciente espera que el pueblo ya cansado, no encontrando en s la posibilidad de salir de la situacin de dolor, se abra y escuche a Dios que le salva con un nuevo xodo. Dios consuela a su pueblo y lo salva enviando a un siervo suyo que lo libere de la esclavitud. Ciro, el mismo pueblo o una persona particular; su identidad no est clara, pero s su actitud. el siervo est a la escucha: Cada maana me espabila el odo para que escuche como los iniciados y pueda decir una palabra de aliento a los abatidos (is 50, 4-5). un siervo que no tiene figura humana (is 53, 2) que est dispuesto a dar la vida por su pueblo. Por los trabajos soportados, ver la luz, se saciar de saber. Mi siervo inocente rehabilitar a todos porque carg con sus crmenes (is 53, 11). un siervo siempre y permanentemente mantenido por Dios.

    Dios, que est en la periferia con quienes sufren las injusticias causadas por quienes abusan del poder econmico, social, poltico y religioso, enva para liberarlos a mediadores, que se saben acompaados en su misin por el espritu de Dios. Tal es la figura del siervo a la vuelta del destierro descrito en isaas (is 61, 1). el espritu del seor est sobre m, me ha enviado para anunciar la buena noticia a los pobres. Jess asume la realidad del siervo, la encarna y la lleva a plenitud (Mt 3, 17; Lc 4, 16-21).

    al Dios que se ha ido revelando a israel a lo largo del antiguo Testamento en las periferias existenciales, se le percibe en la brisa suave, en lo pequeo, lo sencillo, nos dice Elas. el profeta, perseguido y forzado a alejarse de la urbe, cruza el desierto, sube a la soledad para salvar su vida y all escucha la voz de Dios que de nuevo le enva a

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    a lo largo de su vida pblica, Jess se dedica a visitar las aldeas de Galilea, las recorre invitando a su gente a entrar en el reino de Dios. en estas aldeas de Galilea est el pueblo ms pobre y desheredado; aqu encuentra como en ninguna otra parte el israel ms enfermo y maltratado por los poderosos; aqu es donde israel sufre con ms rigor los efectos de la opresin. en las ciudades, en cambio, viven los que detentan el poder, junto con sus diferentes colaboradores, grandes terratenientes, recaudadores de impuestos. Jess lo tiene muy claro: el reino de Dios solo puede ser anunciado desde el contacto directo y estrecho con las gentes ms necesitadas de respiro y liberacin. Cuando se acerca a Tiro, sidn o la Decpolis, tampoco entra en los ncleos urbanos, se detiene en las aldeas del entorno o en las afueras de las ciudades donde se encuentran los excluidos, gentes de paso y vagabundos errantes que duermen fuera de las murallas3.

    Jess sale y camina. su vida es sencilla, no parece tener proyectos misioneros previamente preparados, busca acercarse a la gente o se deja encontrar y escucha atentamente a cuantos se encuentra en el camino. Desprende tal amor que, sobre todo, los que sufren, los olvidados y no tenidos en cuenta, los necesitados de atencin y cario se le acercan sin temor. Jess entra en relacin profunda con las personas hasta alcanzar la oquedad del corazn donde est el Abb tan querido, el que hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos (Mt 5, 45). Y Jess se asombra cuando los pequeos, los ltimos, los no tenidos en cuenta, los menospreciados por la sociedad de su tiempo, movidos

    aunque lo ignoren por el amor del Abb que habita su corazn, acuden a l buscando consuelo, dicha, felicidad.

    evoco algunos de estos encuentros: Con los nios, seres necesitados

    que crecen aprendiendo y recibiendo de los otros, y son menospreciados al no aportar beneficio alguno a la sociedad de su poca. No obstante, l percibe en el corazn de los mismos lo que tambin se da en la gente sencilla: la conciencia de la propia fragilidad y la confianza puesta en alguien mayor que puede ayudar a crecer, a ser. Por eso exclama: Te doy gracias, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y a los inteligentes y se las has revelado a la gente sencilla (Mt 11, 25). Y lo hace contrastando esta actitud con la de quienes se cierran a la novedad de su mensaje porque se tienen por sabios. Llama la atencin su alusin a los que se creen sabios porque conocen la ley y los profetas. en otra ocasin, denunciar su ceguera para percibir la novedad del reino, y su cerrazn a aplicar en la vida el mandamiento del amor a Dios y al prjimo, que son la misma cosa.

    Con la hemorrosa, la mujer que para curarse de las hemorragias que segn la ley juda la mantenan marginada, se empea en tocar la orla del manto de Jess. Tocar a los santos, una expresin tan presente en la religiosidad popular y menospreciada a veces como supersticiosa. sin embargo, Jess percibe en el gesto de la mujer la expresin de una gran fe: oh mujer, grande es tu fe. Cada vez que leo el relato, me llama la atencin y me asombro ante la sensibilidad de Jess para percibir entre la muchedumbre que le oprima el toque de la mujer que deseaba ser curada por l.

    Me habla de su actitud mientras camina entre la gente, atento a lo que ocurra a su alrededor, sobre todo a quienes estaban necesitados de atencin, cario, sanacin fsica o psquica (Mc 5, 21-34).

    Con la cananea, mujer extranjera, de la periferia de Palestina. Jess, tras resistirse a la demanda de curar al hijo, lee en el grito de la mujer la invitacin del Padre a abrir el anuncio del reino a otras culturas y religiones. Cmo no abrirse hoy en nuestras ciudades a tanto inmigrante que encontramos en el camino y cuya fe no necesariamente cristiana admiramos cuando nos confiesan abiertamente que, en el cruce de la frontera con Ceuta o Melilla o en el peligro de las aguas que amenazan con hundir sus pateras, claman a Dios que les salva y lo confiesan ante pblicos que no se atreven a confesar ante los dems su creencia o su fe cristiana (Mc 7, 24-30).

    Con la samaritana, doblemente marginada como mujer y como integrante de un pueblo menospreciado por los judos como hertico y legalmente impuro, Jess inicia el dilogo confesndose ante ella cansado y necesitado de su ayuda: Dame de beber. ella, al sentirse valorada, se abre a otra dimensin ms profunda, la religiosa, y escucha de Jess: Los verdaderos adoradores que el Padre busca le adorarn en espritu y en verdad (Jn 4, 1-45). La alegra de Jess ante la mujer convertida al evangelio es tal, que no tiene ganas de comer cuando los discpulos vuelven con el alimento que haban ido a comprar para mitigar su cansancio inicial.

    Con los publicanos, los pecadores de los que segn el evangelio Jess era amigo y coma con ellos (Mt 11, 19). La expresin Jess era amigo de pecadores y publicanos, que utiliza Mateo, hace pensar. era amigo porque l se acercaba a ellos, actuando contra corriente de la costumbre de la poca, que se alejaba de los pecadores por su incumplimiento de la ley o de los recaudadores por su colaboracin con los romanos en el cobro de los impuestos. Y Jess come con ellos. Comer con alguien simboliza su comunin con l, gesto que escandaliza a los fariseos, y Jess les dice: No son los sanos los que necesitan del mdico,

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    (uno cree en l y el otro no). Misterio de la libertad humana. Y, en esa terrible periferia de Jerusaln, Jess grita: Por qu me has abandonado?. Grita, s, con y como tantos otras y otros, pero no se desespera, se fa del Abb Padre, abandona su suerte en sus manos. en un terrible silencio de Dios, Jess mantiene en su corazn el hilo de la esperanza. Totalmente vaciado de s, Jess confa y el Padre le resucita. al resucitar a Jess, el Padre se pone de parte de las vctimas de la historia y denuncia a cuantos en tantas periferias ejecutan y matan a sus hijos e hijas queridos. en la muerte violenta e injusta del Hijo, se revela Dios como un Dios crucificado por amor. un Dios solidarizado, encarnado en cuantos padecen todo tipo de injusticias en nuestras periferias.

    en la muerte de Jess, Dios desciende a lo ms hondo de la miseria humana, al corazn de las vctimas inocentes, a causa de la injusticia; y, al resucitarlo, su amor abraza al Hijo y, en l, a todas las victimas de la historia. Y su Vida se despliega con fuerza, alcanzando a toda la creacin y a toda la humanidad. al resucitar al Hijo, Dios ofrece su vida a cuantos se dejan amar por l como el buen ladrn del que nos habla Lucas. Misterio del amor de Dios que topa con nuestra libertad.

    al resucitar al Hijo, en el interior del mundo arde ya el fuego de Dios (K. Rahner). en el interior del mundo est Jesucristo dndose, dndonos permanentemente su amor, invitndonos a vivir de l. Y no solo a nosotros, que le confesamos como el Cristo, sino a todas y todos los hombres y mujeres del mundo, sea cual fuere su raza o condicin. Despus vi una multitud enorme, que nadie podra contar, de toda nacin, raza, pueblo y lengua, y gritaban con voz potente: La victoria es de nuestro Dios, sentado en el trono, y del Cordero (ap 7, 9-10). Le conozcan o no, todos sus criaturas somos hijos suyos. en todas, el Padre Madre ha derramado en nuestros corazones el espritu de Jess resucitado (rm 5, 5) y, en todas y todos, nos invita a amar con su mismo amor. el Concilio Vaticano ii afirm que todas y todos hombres y mujeres, incluso los ms alejados de la experiencia y la creencia religiosa, se

    observaba cmo la gente echaba monedillas en el arca del Tesoro Muchos ricos echaban mucho. Lleg una viuda pobre y ech dos cuartos (Lc 21, 1-4). Y Jess, admirado, llama a sus discpulos para que vean y aprendan: esta pobre viuda ha echado ms que todo Todos han echado de lo que les sobra; esta, en su indigencia, ha echado cuanto tena para vivir. una pobre, una de la periferia, vive sin saberlo la enseanza de Jess: Quien quiera seguirme niguese a s mismo Quien se empee en salvar la vida, la perder; quien la pierda por m y la buena noticia, la salvar (Mc 8, 35).

    EL DIOS DE LA PERIFERIA EST CON JESS EN SU MUERTE Y SU RESURRECCIN

    en la periferia de Jerusaln, en el huerto de Getseman, Jess en la noche que precede a su ejecucin, sufre una terrible agona, apura hasta el fondo el cliz de la impotencia, de la miseria y la cobarda humana. se angustia, hasta romprsele las terminaciones venosas y sudar sangre, nos dice el mdico Lucas (Lc 22, 39-46). Jess de Nazaret, arrojado en el huerto, en el pavoroso abandono, se deja hacer Padre, no sea como yo quiero, sino como quieres t (Mc 26, 39), y acepta este abandonarse, no ya como el acto de su fuerza, sino como el milagro incomprensible de su gracia que, de Dios solo, opera en l con su potencia. Como fruto de la contemplacin de la agona del huerto, debemos adquirir conciencia creyente de esto: solo as, en Dios que desciende a lo ms bajo de nuestra agona, solo as podemos soportar nuestra vida y corredimir por ella a nosotros y a los dems4.

    Jess muri en la periferia, fuera de la ciudad, en medio de dos ladrones

    sino los enfermos. No he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores para que se arrepientan (Lc 5, 29-32). algunos como Zaqueo en el encuentro con Jess, que se haba invitado a comer en su casa encuentran en l la felicidad que antes ponan en la acumulacin del dinero (Lc 19, 1-10)

    Con las mujeres excluidas por la ley juda por razones de sexo, como la ya citada hemorrosa o la prostituta que lav con sus lgrimas los pies de Jess y los sec con sus cabellos. Simn, que le invit a comer, juzga que la mujer con su gesto quiere seducir a Jess, pues es una pecadora pblica. simn se ha fijado en lo exterior, y la juzga en su interior, ampliando su juicio negativo al mismo Jess. Pero Jess va ms all de los gestos, de lo que se ve, alcanza el corazn y lo ve lleno de amor, de un amor tan grande que le admira y le hace exclamar: Tu fe te ha salvado. Vete en paz (Lc 7, 50). Tambin Jess quiere salvar a simn, para que no se deje llevar por las apariencias, y recurre a la pedagoga de hacerle ver desde fuera de s mismo su propio error, al condenar a la mujer.

    Con el centurin romano. extranjero pero bueno con el pueblo, pide a Jess que cure a su criado. amigo de los judos ancianos, los enva como mediadores, quienes suplican con insistencia a Jess para que cure al esclavo del oficial romano. este hombre no est en la periferia geogrfica, ni tampoco econmica o social; como romano, est en la periferia de la fe juda, y es bueno porque busca que su criado se cure. Jess admira su actitud: una fe tan grande no la he encontrado ni en israel. Y atiende al centurin (Lc 7, 9; Mt 8, 5-10).

    Con el ciego Bartimeo sentado a la vera del camino, sin ms pertenencias que su capa de mendigo, pero sediento por ver a Jess. Llamadle. Qu quieres que haga por ti?. seor, que vea. Y le hizo ver. Vete, tu fe te ha salvado. Y Bartimeo, dejando sus pertenencias simbolizadas en el manto, sigui a Jess por el camino hacia Jerusaln, la periferia donde entrega su vida (Mc 10, 46-52).

    Con la viuda pobre que da cuanto tena para vivir. a Jess le gusta mirar atentamente la realidad que le rodea: sentado frente al cepillo del Templo,

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    asocian al misterio de Cristo, pasan con l de la muerte a la vida: Debemos creer que el espritu santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de solo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual (Gs, 22).

    ahora, con el espritu del resucitado en nosotros, nos preguntamos:

    CMO ES EL DIOS DE LA PERIFERIA ENCARNADO EN JESS?

    solo logra hallar a Dios en todas las cosas, experimentar la transparencia divina de las cosas, quien encuentra a Dios all donde l ha bajado a lo ms espeso, lo ms cerrado a lo divino, lo ms tenebroso e inaccesible de este mundo: la cruz de Cristo. solo as se vuelve limpio el ojo del pecador, se le hace posible la actitud de indiferencia y puede hallar a Dios, que le sale al encuentro en la cruz, y no solo donde l quiere tenerlo5. Por eso, le encuentran fcilmente los pobres de corazn, los hambrientos, los que sufren, los misericordiosos, los identificados con l en su vida y en su muerte.

    entre los muchos rasgos de Dios que Jess nos ha mostrado selecciono los siguientes:

    Dios compasivo: Vulnerable al dolor del otro. Splagchnizomai: el trmino significa abrazar visceralmente, con las propias entraas, los sentimientos o la situacin del diferente. Jess es vulnerable al dolor del otro: leproso (Mc 1, 41), enfermos (Mt 14, 14) hambrientos (Mc 6, 34). La muchedumbre fatigada y abatida (Mt 9, 36). La viuda de Nan, que llora la muerte de su nico hijo (Lc 7, 13)6. Jess hace suyo el dolor de los otros, nos invita a colaborar dadles vosotros de comer (Lc 9, 13) y a cambiar

    las estructuras que generan pobreza, marginacin, como l mismo lo intent, destruyendo los centros de poder, en su poca el Templo de Jerusaln (Jn 2, 13-23).

    Dios Padre-Madre sale a nuestro encuentro con los brazos abiertos como lo describe Jess en la parbola del hijo prdigo. el Padre otea en el horizonte, espera con los brazos abiertos la vuelta del que libremente ha querido alejarse de l. Cunto amor! en el Padre-Madre, cunto respeto de nuestra libertad! ante la vuelta del hijo, sin detenerse en la confesin del pecador, organiza la fiesta porque este hijo mo estaba muerto y ha revivido, se haba perdido y ha sido encontrado Cunta alegra la del Padre y cunto respeto, siempre esperando con los brazos abiertos, entonces y ahora (Lc 15, 11-32). as vea Jess a cada uno, as nos ve hoy, as nos invita a mirar a cada uno de los que encontramos en el camino y a orar en el Padre Nuestro con todos los que gritan y buscan amor, sean creyentes o no, discpulos suyos o no. experiencia que Jess vive al comer con los recaudadores y pecadores.

    Dios amor hasta el extremo. Nos ama sin esperar respuesta, respeta en todo nuestra libertad, lo que no le impide amar hasta el extremo, hasta ms all del don que es el perdn; ama respetando siempre la libertad de quien quiere acoger o rechazar su amor, como en el caso de Judas (Jn 13, 21-30). impresiona ver en el relato la delicadeza de Jess para salvar a su discpulo: le ofrece el primer bocado y, precisamente cuando lo toma, lo que hasta entonces haba sido tentacin se afirma como opcin. Detrs del bocado, entr en l satans (Jn, 13, 27). Cuando sale, es noche oscura, pero, en la negrura de

    la traicin, Jess exclama: ahora ha sido glorificado el Hijo (Jn 13, 31-38). ahora, en el amor supremo, en el amor sin respuesta, en el amor que da la vida para que otros la tengan, ha sido glorificado el Padre, se ha manifestado su inmenso amor.

    Dios identificado con los que sufren. en la muerte del Hijo, Dios y los pobres, las vctimas inocentes causadas por la injusticia humana, son la misma cosa. o decir esta frase a Jon Sobrino aludiendo a la experiencia del obispo scar Romero. en la cruz, Jess desciende a lo ms bajo de nuestra agona, como un Dios que paulatinamente se debilita y se hace vulnerable por amor a los hombres. en la cruz de Jess, Dios acepta ser ignorado, rechazado, negado y blasfemado. segn Bonhoeffer, Dios clavado en la cruz permite que le echen del mundo. Dios es impotente y dbil en el mundo y, precisamente, solo as est Dios con nosotros y nos ayuda. Mt 8,17 indica claramente que Cristo no nos ayuda por su omnipotencia, sino por su debilidad y sus sufrimientos solo el Dios sufriente puede ayudarnos7.

    Los resucita, verdad o ficcin? Los testimonios de la gente nos dicen que esto es verdad. Que Dios est con nosotros en la muerte, ofrecindonos la vida. Hace aos, en 1997, sal a ruanda movida por el deseo de encontrarme con el Dios de la periferia crucificado en las vctimas del genocidio y de las consiguientes represalias. Y en mis trece aos en frica, entre ruanda y Camern, me ha salido al encuentro el resucitado, encarnado en la solidaridad, la acogida y el deseo de vivir de los africanos, a costa incluso de arriesgar la vida en el paso de las fronteras y en la denuncia de las injusticias que con ellos cometemos en el Norte. Dios est con los crucificados, dndoles vida. Cuesta creerlo, lo vemos en el relato de emas (Lc 24, 13-35). Los discpulos, frustrados ante la muerte de Jess, huyen de la comunidad, salen de Jerusaln y, en la periferia, se les acerca el peregrino como compaero de camino; al final, le reconocen al partir el pan. all donde hay vida partida y repartida por amor, como la de Jess, all est Dios, el Dios de la Vida que resucit a Jess dando vida a todo y a todos.

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    le permite verle en todo y seguir sus orientaciones, incluso en la ms trgica de sus noches, la reflejada en la oracin del Huerto. Pese a ello, Jess, con una libertad impresionante, sale de aquella periferia para darnos su vida en otra: en el Calvario. Y, al entregar su vida, la recupera para l y para todos nosotros. La Vida de Dios, su amor, irrumpe de lleno en Jess. Y, ya resucitado, vive para siempre, y su espritu en nosotros nos hace vivir con l y como l.

    SALID A SU ENCUENTRO, ID A GALILEA, ALL LE VERIS (Mt 28, 5-10)

    Como antao a las mujeres que fueron con perfumes al sepulcro para embalsamar el cuerpo muerto de Jess (Mt 28, 5-10), hoy el resucitado, presente entre nosotros, nos dice: salid a las actuales Galileas, a las actuales periferias existenciales venciendo el miedo. salir es la llamada permanente del papa Francisco en su exhortacin La alegra del Evangelio. Como el mismo Jess, el Papa nos exhorta a salir sin miedo con la confianza puesta en el espritu: Yo estar con vosotros siempre, hasta el fin del mundo (Mt 28, 20). el mismo que nos acompaa, nos espera en aquellos a los que hemos sido enviados, est en ellos y en nosotros ayudndonos mutuamente a pasar con l y como l de las profundidades del dolor al encuentro gozoso con el amor, frase que expresa mi propia vocacin de auxiliadora. Y, con l y como l, buscando hacer dichosos a los pobres, a los que tienen hambre, a los que lloran, siendo misericordiosos y trabajando por la paz con un corazn puro, vaco de uno mismo, transparente como el de los nios: si nos os hacis como nios, no entraris en el reino (Mt 18, 3). solo as encontraremos la felicidad que tanto aoramos y para la cual estamos hechos, y la hallaremos incluso cuando seamos perseguidos y difamados, como lo fue el mismo Jess. Las bienaventuranzas, sntesis de la buena Noticia, condensan la misin y vida de Jess y la nuestra, la de sus discpulas y discpulos. Las bienaventuranzas nos ofrecen la clave para hacer felices a quienes sufren hoy en nuestras periferias existenciales.

    infinito de las madres me ensea el amor infinito de Dios.

    Lo difcil es ver a Jess vivo en los signos de muerte. Fue la gran dificultad de los de emas, y es tambin la nuestra. Pablo nos dice que el resucitado se le apareci tambin a l (1 Cor 15, 8). Verle es un regalo que se acoge. La fe cristiana es un don, que se nos da, lo que supone una disposicin del corazn, una toma de conciencia de nuestra ceguera y un vivo deseo de ver a Jess. Para reconocerle, es necesario caminar como Jess, con los ojos abiertos a la realidad y el corazn puesto en el Abb, que con sus brazos abiertos desea abrazarnos a todos, para que seamos felices. Mstica de los ojos abiertos, para mantenerlos abiertos. Jess sube al monte a orar, a discernir con su Padre qu hacer. su vinculacin con el Padre en las noches de oracin

    DNDE Y CMO RECONOCERLE HOY ENTRE NOSOTROS?

    Mat 25, 31ss. nos da la clave para reconocer hoy entre nosotros a Jess, el Cristo muerto y resucitado, el Viviente: Venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre Pero, cundo si no te conocamos. Todas las personas a las que Jess llama benditos estn en la periferia de la fe cristiana, pero tienen gestos humanos, viven el amor al prjimo. el evangelio es la plenitud de lo humano, afirm el beato Pablo VI en su discurso ante la oNu.

    Donde hay caridad y amor, donde hay amor hasta el perdn, all est Dios; donde se busca la justicia en la verdad, all est Dios, aunque quienes as aman lo ignoren. evoco a este propsito el terrible dolor de la madre de un muchacho drogadicto, que acababa de suicidarse a pesar de todo el amor que su madre haba ido desplegando a lo largo de tantos aos con la intencin de sacarle del infierno de la droga. a medida que ella me describa su dolor, me iba sorprendiendo ms y ms su cario hacia su hijo, y no pude menos de exclamar: Cunto amas a tu hijo!. ella, mujer que se confiesa no creyente, me respondi: el cario de una madre es infinito. Y, espontneamente, evoqu sabore y vi encarnados en mi amiga el amor y la ternura de Dios, expresados en Oseas como el de la madre cuyas entraas se conmueven (os 11, 8). en el original hebreo, el verbo que se traduce por entraas puede tambin referirse al tero8. Para m, el amor

    PL

    IEG

    O

    n o t a s

    1. Karl Rahner, Mara, madre del Seor, Herder, Barcelona, 2012, pp. 26-28.

    2. Etty Hillesum, Une vie bouleverse, Editions du Seuil, Pars, 1995, pp. 169-175.

    3. Jos Antonio Pagola, Jess. Aproximacin histrica, PPC, Madrid, 2013, pp. 95-97.

    4. Karl Rahner, Meditaciones sobre los Ejercicios, Herder, Barcelona, 1971, pp. 212-217.

    5. Ibd., p. 260.

    6. F. J. Vitoria Cormenzana, Una teologa arrodillada e indignada, Sal Terrae, Santander, 2013, p. 90.

    7. Ibd., p. 133.

    8. De la raz RHM, que en hebreo significa compasin, afecto o tambin misericordia, se deriva el adjetivo rahm, que significa misericordioso, y el sustantivo rehamim, que significa tero y que algunos exegetas lo leen en Oseas 11, 8.

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