diego zúñiga - la nueva novela

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juan luis martínez 62 LETRAS LIBRES FEBRERO 2015 DIEGO ZÚÑIGA PERFIL

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Diego Zúñiga - La nueva novela

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  • juan luismartnez

    62

    LETRAS LIBRES FEBRERO 2015

    DIEGO ZIGA

    PERFIL

  • infinitala bromajuan luismartnez

  • LETRAS LIBRES FEBRERO 2015

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    DIEGO ZIGA

    A fines de los setenta, Juan Luis

    Martnez public dos libros que lo

    situaron como uno de los nombres

    ms deslumbrantes de la poesa

    chilena. Luego, se encerr en su casa

    y guard silencio hasta su muerte. Lo

    que no sabamos es que veinte aos

    antes de morir empez a tramar una

    broma que acaba de ser revelada.

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    A veces un acento puede cambiarlo todo: un nombre pro-pio, o si vamos un poco ms lejos, la autora de una obra. Pero no me adelanto. Debo presentar primero a los prota-gonistas: Juan Luis Martnez, poeta chileno que public dos libros inclasificables a fines de los setenta La nueva novela y La poesa chilena y luego guard un silencio casi absolu-to hasta su muerte en 1993. Juan Luis Martinez (sin tilde), poeta cataln-suizo que public un par de libros de poesa entre los setenta y los ochenta, y que en 1993 decidi guar-dar silencio un silencio casi absoluto para dedicarse a trabajar en la Cruz Roja y recorrer el mundo.

    Juan Luis Martnez y Juan Luis Martinez.Esta es la historia de cmo estos dos hombres, separa-

    dos por una vida y una tilde, se terminaron encontrando, a pesar de que nunca se conocieron. Aunque en realidad, esta es la historia de Juan Luis Martnez, con tilde, ese al que le bastaron dos libros para volverse un imprescindible de la poesa chilena.

    Finales de los aos cincuenta, principios de los sesenta. Es la ciudad costera de Via del Mar, a poco ms de una hora de Santiago. Un lugar tranquilo, en donde todos se conocen, o en donde al menos todos conocen a Juan Luis Martnez Holger, que naci el 7 de julio de 1942 en la ciudad veci-na de Valparaso, pero que pasa su juventud recorriendo las calles de Via del Mar en una motoneta bmw. El Loco Martnez, le dicen. Ese que despus de abandonar el cole-gio y formarse en la calle anda buscando peleas. Una suer-te de Rusty James: as pasea Martnez con su chaqueta de cuero y el largo pelo rubio casi hasta la cintura, delgado, alto, ms de un metro ochenta, como un vikingo encima de su moto provocando a los policas, que desean cortarle el pelo, que lo persiguen, que lo vigilan. No toleran que ande con tanto desparpajo, pero tampoco lo detienen: saben que es

    hijo de un hombre con dinero, Luis Martnez Villablanca, gerente general de la Compaa Sudamericana de Vapores, la ms grande y antigua de Latinoamrica.

    En mi primera juventud fui un sujeto bastante rebel-de, y llev mi vida hasta los mrgenes sociales. Buscaba algo que ni siquiera saba bien qu era dijo Martnez en una de las pocas entrevistas que dio.

    As fue hasta que tuvo un accidente en la motocicleta.La rodilla se le hizo polvo cuenta Eliana Rodrguez,

    su viuda. Cerca de donde sucedi el accidente haba una gasolinera a la que Juan Luis iba siempre. Como lo cono-can, lo llevaron inmediatamente a la clnica.

    Martnez tiene diecisiete aos y la larga convalecencia de aquel incidente le cambia la vida. Gracias a su madre des-cubre la lectura, lee Altazor de Vicente Huidobro y, enton-ces, empieza todo.

    Decide bajar los decibeles justo en esa poca, cuando su familia se arruina. Las cosas cambian. Son los prime-ros aos de la dcada del sesenta. Martnez pasa el tiempo leyendo. Escribe en secreto. Deambula por los cafs y bares de Valparaso y Via del Mar. Conoce a otros poetas, entre ellos a un jovencsimo Ral Zurita.

    Yo tena 19 aos cuando nos present un profesor de literatura y nos hicimos amigos explica Zurita, quien se casa al poco tiempo con Miriam Martnez, hermana de Juan Luis, y se van a vivir todos juntos a una casa que tiene el padre de Juan Luis y Miriam en Concn, un pueblo

    costero que queda a unos kilmetros de Via del Mar. Era una casa infinita que empezaba en el bosque y ter-minaba en el mar, escribi alguna vez la artista y poeta Cecilia Vicua, quien en esos aos vive a pocas cuadras de ah, junto al artista y poeta Claudio Bertoni. Unos metros ms all, tambin est la joven poeta Soledad Faria. Ninguno se conoce, todos trabajan en sus primeros libros. Ral Zurita escribe los poemas que conformarn ese libro impresionante que ser Purgatorio (1979) y Juan Luis Martnez trabaja en un proyecto nada sencillo de explicar.

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    Un libro de poesa, pero en el que casi no hay poemas tra-dicionales. Un libro inclasificable.

    Es difcil asegurar en qu momento Juan Luis Martnez empez a escribir La nueva novela. Utilizar el verbo escri-bir, adems, tambin resulta complejo pues La nueva novela no es un libro de poesa en el sentido convencional, es un libro hecho de escombros: poemas memorables en verso, problemas matemticos y fsicos, acertijos lingsticos, collages, recortes de enciclopedias, textos muchos de ellos citas encubiertas en prosa y en verso y en ms de cinco idiomas, una bandera de papel de arroz, dos anzuelos, un impreso chino original... Pero me quedo corto al momen-to de describir todo lo que hay en La nueva novela. Por eso resulta difcil pensar cundo realmente empez a escribirla, montarla/armarla. Martnez la fech en 1968, es decir, poco antes de conocer a Eliana, casarse con ella e irse vivir a Concn, donde trabaja su libro en aquella mquina de escribir elctrica que comparte con Zurita.

    Aunque es una poca de precariedades econmi-cas, Martnez no deja de escribir: intercambia textos con Zurita, se leen, se influyen y l va entendiendo lentamen-te que su libro ya est listo, que es hora de publicarlo. En ese momento tiene el ttulo mallarmeano de Pequea cos-mogona prctica.

    Junto a Eliana viaja a Santiago en 1971 y deja el manus-crito en la Editorial Universitaria, una de las ms importan-tes de aquellos aos. Lo lee Pedro Lastra poeta, acadmico y editor y dice que s, que hay que publicarlo. Martnez se entusiasma. Sin embargo, la editorial le pide que cambie algunas cosas. l no est dispuesto.

    No tienes por qu dejar que mutilen tu trabajo le dice su mujer.

    Un ao despus, junto con Zurita se inscribe en el taller literario de Enrique Lihn, quien para ese entonces es ya uno de los poetas chilenos ms respetados. En realidad ellos casi no asisten, pero se apuntan porque hay una beca en dine-ro por participar.

    Viajbamos a Santiago solo a cobrar la plata. Nosotros considerbamos que nuestra poesa marcaba un quiebre con las antiguas generaciones de poetas dijo Martnez una vez.

    Y aquello, aunque suene grandilocuente, iba a ser cierto.Juan Luis estaba consciente de su talento. Entenda la

    poesa como un corpus de citas, por eso La nueva novela es tan sorprendente: l ordenaba las citas y los textos de forma increble. Era un lector impresionante afirma Zurita.

    Si bien su poesa marca un quiebre, tambin pueden rastrearse en ella influencias de la tradicin chilena: desde la poesa de Huidobro hasta los Quebrantahuesos de Parra, Lihn y Alejandro Jodorowsky, pasando por ese libro des-lumbrante y secreto que es Las ferreteras del cielo (1955), de Arturo Alcayaga Vicua. Y los Artefactos de Parra, claro, que se publicara aos antes que La nueva novela, que apare-cer finalmente en 1977, pero no por Editorial Universitaria Martnez se resisti a hacer los cambios. Pero me estoy adelantando de nuevo.

    El 11 de septiembre de 1973, ocurri el golpe de Estado y todo se vino abajo. La dictadura cambi todo: el paisaje, la vida cotidiana, el futuro. Se instal la violencia y aquello no dej indiferente a Martnez, cuya vida discurre en esos aos entre Santiago, Via del Mar, Concn y Villa Alemana, mientras sigue trabajando en La nueva novela, que para este momento ya tiene ese ttulo. Eso lo sabe. Tambin sabe que har una autoedicin, pues nadie se atrever a publicar el libro. Ha decidido, adems, poner dos anzuelos en la pgi-na 75 y ha elegido la imagen de portada: unas casas blan-cas que parecen haber sobrevivido a una catstrofe. Pero falta algo: Martnez quiere conseguir una bandera de Chile hecha con papel de arroz, el tipo de papel con que se hacan en ese entonces los volantines las cometas, quiere que cada ejemplar de La nueva novela lleve una de esas banderas.

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    En ninguna parte haba cuenta Eliana Rodrguez, hasta que nos dieron el dato de un viejo que haca volanti-nes antiguos de papel en Santiago.

    Es ese hombre el que les vende una cantidad incalcu-lable de banderas, las que Martnez no solo utiliza en La nueva novela, sino tambin en La poesa chilena, libro-objeto que publicar ms tarde. Recin ah, cuando consigue esas banderas, Martnez da por terminada La nueva novela. Es 1977. Ese ao, Martnez publicar el libro en Ediciones Archivo, su editorial. Un libro como si fuera una obra de arte1 y en cuya portada Martnez puso, tarjados, dos nombres de autor: (Juan Luis Martnez) y (Juan de Dios Martnez).

    En una primera lectura La nueva novela poda parecer un juego surrealista, pero en el fondo era una respuesta brillan-te a la violencia poltica impuesta por Augusto Pinochet y la Junta Militar. Basta leer el poema La desaparicin de una familia para entender esto:

    1. Antes que su hija de 5 aosse extraviara entre el comedor y la cocina,l le haba advertido: Esta casa no es grande ni pequea,pero al menor descuido se borrarn las seales de rutay de esta vida al fin, habrs perdido toda esperanza.2. Antes que su hijo de 10 aos se extraviaraentre la sala de bao y el cuarto de los juguetes,l le haba advertido: Esta, la casa en que vives,no es ancha ni delgada: solo delgada como un cabelloy ancha tal vez como la aurora,pero al menor descuido olvidars las seales de rutay de esta vida al fin, habrs perdido toda esperanza.

    Y un par de estrofas despus termina:

    5. Ese ltimo da, antes que l mismo se extraviaraentre el desayuno y la hora del t,advirti para sus adentros:Ahora que el tiempo se ha muertoy el espacio agoniza en la cama de mi mujer,deseara decir a los prximos que vienen,que en esta casa miserablenunca hubo ruta ni seal algunay de esta vida al fin, he perdido toda esperanza.

    El poeta chileno Armando Uribe dijo alguna vez de este texto que era el ms grande poema de desaparecidos del que haya memoria.

    Es un libro lleno de acertijos, de poemas que abogan por el silencio y la desaparicin del autor, de poemas en los que los gatos desaparecen por culpa de la porcelana o en los que se intenta descifrar el lenguaje de los pja-ros, o en los que abundan las citas encubiertas y los fan-tasmas de Carroll, Auden, Blanchot, Cortzar,2 Rimbaud, Mallarm, Beckett, T. S. Eliot, Nicanor Parra y Borges

    1 Mucho tiempo despus los ejemplares de las dos ediciones (1977 y 1985) que hubo de La nueva novela llegarn a costar no menos de doscientos dlares. En una ltima bsque-da en internet alguien intenta venderlo en no menos de mil dlares.2 Martnez conoci a Cortzar en los setenta y le regal un manuscrito de La nueva novela. Cortzar le dijo que lo leera detenidamente y se despidieron. Aos ms tarde, el argen-tino donara ese manuscrito a la Biblioteca Nacional de Francia, donde an permanece.

    aunque a estos dos ltimos no se los cite de forma expl-cita y, sobre todo, del poeta francs Jean Tardieu, uno de los protagonistas de este libro. En esta obra en la que la literatura se desborda, Martnez nunca deja de hablar con inteligencia y lucidez del presente.

    Lo que me interesa [de La nueva novela] es lo que cre comprender que hay ah, una reinvencin del surrealis-mo en el contexto actual, dijo el filsofo y psicoanalista Flix Guattari.

    Un pequeo desvo: poco tiempo antes de que publique La nueva novela, Juan Luis Martnez recibe un libro de poe-sa en francs firmado por un tal Juan Luis Martinez. Se lo trajo el director del Instituto Chileno-Francs de Valparaso cuenta Eliana Rodrguez y le dice: No saba que habas editado en Francia. Juan Luis mira el ejemplar que lleva el ttulo Le silence et sa brisure, y le responde: Yo tampoco saba, y se re. Despus le pide prestado el ejemplar y se queda con l por un buen tiempo.

    Luego publica La nueva novela y nadie, o casi nadie, recuerda esa ancdota.

    Volvamos a 1978. Mientras aparecen las primeras lecturas de La nueva novela, Martnez publica La poesa chilena, libro-obje-to con el que se despide de la literatura: una caja de 20 por 30 centmetros con forma de atad, en la que encontramos un sobre transparente que contiene tierra del Valle Central de Chile y un pequeo libro, firmado con los mismos nombres tarjados (Juan Luis Martnez) y (Juan de Dios Martnez) de La nueva novela, y en cuyas pginas encon-tramos fichas de lectura vacas y los certificados de defun-cin de Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Pablo de Rokha, Vicente Huidobro y Luis Guillermo Martnez Villablanca, el padre de Juan Luis, quien haba muerto el ao anterior dejando brutalmente afectado a su hijo.

    La poesa chilena es un homenaje a ese padre muerto y tambin una declaracin absoluta: la poesa chilena est muerta. Los cuatro poetas ms importantes estn muertos y Martnez los pone juntos en una caja-atad, como si estu-viera sellando su destino.

    No son los mejores tiempos. Martnez tiene diabetes y eso deriva en un problema renal que se agravar con los aos. Pero l est ah: ha salido del anonimato. Ha publica-do dos libros incmodos que la literatura chilena no sabe cmo leer. Aparecen algunas crticas tibias. Ignacio Valente, el crtico ms influyente del diario El Mercurio, escribe: No siempre sus malabarismos me convencen como poesa. Otros escritores lo leen con entusiasmo. Martnez no sabe qu pensar.

    Entonces, guarda silencio.

    Otro desvo. Mientras en el sur de Amrica Juan Luis Martnez publica dos libros inesperados y rupturistas,

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    al norte del continente, unos aos antes, Ulises Carrin, escritor y artista mexicano nacido en 1941, publica El arte nuevo de hacer libros que se convierte en su ltima declara-cin acerca de la literatura: dejar atrs la idea de escribir libros, y pensar que tambin hay que hacerlos, como si fueran una obra visual. Escribir en contra de las conven-ciones, de eso se trata. Escribir libros como La nueva nove-la. Aunque no hay registro de si Martnez ley a Carrin, o si Carrin lleg a leer a Martnez. Da igual. La sincro-na entre sus trabajos es sorprendente. Anota Carrin: El libro ms hermoso y perfecto del mundo es un libro con las pginas en blanco, como el lenguaje ms completo es el que queda ms all de lo que las palabras del hombre pueden decir. Todo libro del arte nuevo es una bsqueda de esa absoluta blancura, del mismo modo que todo hablar es una bsqueda del silencio.

    Martnez tarjando su nombre. Martnez buscando desaparecer.

    A media hora de Via del Mar queda Villa Alemana. Es un pueblo famoso no porque ah pasara sus ltimos aos Martnez, sino porque en los ochenta un joven margina-do, que afirmaba tener contacto con la virgen Mara, lleg a convocar a ms de cien mil peregrinos que se fueron decepcionados.

    Aqu se instala Martnez, poco despus de que le detec-tan insuficiencia renal en 1982. Son aos difciles. l no puede trabajar, as que Eliana carga con la responsabilidad. Abren una librera en Via del Mar, importan libros, sobre-viven. Y venden, por cierto, La nueva novela. Martnez lo hace de forma personal, quiere conocer a todos sus lectores, que a estas alturas son muchos. l, a su manera, tambin tiene a sus propios peregrinos, que son sobre todo jvenes a los que recibe con generosidad. Adems, las crticas positivas sobre el libro se multiplican: Nunca s qu lectura he hecho real-mente de La nueva novela. Siempre voy a salir algo descon-certado de ese laberinto o Torre de Babel, anota Enrique

    Lihn en esos aos, quien junto a Pedro Lastra escribe un ensayo muy lcido titulado Seales de ruta, que le hace plan-tear a un crtico de El Mercurio que Martnez en realidad no existe y que es una invencin de estos poetas.

    El argentino Fabin Casas recuerda: Lo fui a buscar a Villa Alemana a principio de los noventa y di con l. Nos pasamos una tarde hablando de poetas: Nicanor Parra, Beckett. El tipo era alto, flaco, y muy agradable, genero-so, genial. Usaba guantes porque, me dijo, la enfermedad renal le produca hinchazn en las manos si se las golpeaba. Siempre pens que Juan Luis es una continuacin y expan-sin del trabajo de Nicanor Parra con los antipoemas. l me dijo, sentado en una plaza bajo la sombra de un rbol, que Poemas y antipoemas no lo haba dejado dormir.

    El chileno Alejandro Zambra no lo conoci, pero s ley La nueva novela en la universidad, en una edicin fotocopia-da que arm junto a unos compaeros. Martnez provoc un ensanchamiento del horizonte dice Zambra. Hizo que la poesa invadiera territorios de las artes visuales, y as todo se volvi ms difcil de catalogar. Como gesto de provoca-cin, me parece insuperable. Adems, me gusta la idea de que La nueva novela sea un libro que hay que descifrar, pero que posee las dosis necesarias de apelacin, un libro que se reve-la por capas y que en ese sentido es inagotable. La idea de la obra total, pero desde la fragmentariedad absoluta.

    El mexicano Julin Herbert lo descubri en el ao 2000, despus de leerlo en la antologa Prstina y ltima piedra, publicada en Mxico: Lo que me estremeci de ese primer encuentro fue el reconocimiento: yo vena de leer a poe-tas estadounidenses y a poetas experimentales del norte de Mxico. Pero lo de Martnez estaba ms cerca de mi propia tradicin y me result ms familiar que la poesa mexicana que por entonces gozaba de prestigio. Al mismo tiempo, me di cuenta enseguida de que aquello era otra cosa, algo ms arriesgado y complejo, algo que, sobre todo, me dio much-sima libertad para escribir, muchsima gasolina.

    Poco tiempo despus de dejar de ser un secreto, Martnez viaja, por nica vez, fuera de Chile junto a un

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    grupo de escritores entre ellos Nicanor Parra, Diamela Eltit y Jos Donoso para visitar Pars. All conoce final-mente en un encuentro privado a Jean Tardieu: le regala un ejemplar de La nueva novela, y el francs, emocionado, le da un fuerte abrazo.

    Martnez vuelve de ese viaje feliz, pero sin fuerzas. No durar mucho ms. l lo sabe. Le pide a su mujer que queme todos sus papeles. Ella le promete que lo har. El 29 de marzo de 1993 sufre un infarto y muere.

    Eliana, sin embargo, sabe que no es capaz de cumplir su promesa.

    Van a ser nmeros redondos: diez aos despus de la muerte de Juan Luis Martnez, su viuda contacta al poeta Cristbal Joannon, quien recopilaba en ese momento algu-nos poemas sueltos para publicar un libro, y le dice que ha descubierto un libro completo: Poemas del otro, se llama: die-cisiete poemas de corte lrico, en los que es difcil reconocer la voz del autor de La nueva novela, pero donde s se consi-gue rastrear algunos temas martinianos: el silencio, la bs-queda de identidad, el ser otro.

    As se gesta la publicacin de Poemas del otro, el pri-mer libro pstumo de Martnez, aparecido en 2003, por Ediciones Universidad Diego Portales, y que incluye estos diecisiete poemas, ms algunos otros publicados en revistas y diarios, adems de las pocas entrevistas que dio. Luego vendr el rescate de su obra visual, aquella en la que trabaj de forma paralela, o cruzada, a sus libros: muchos collages que haca en Villa Alemana y que fue acu-mulando hasta tener, sin darse cuenta, una obra contun-dente y ldica.3

    Pero continuando con los nmeros redondos, a vein-te aos de su muerte aparece el ltimo libro de Martnez y descubrimos una broma que empez a idear desde media-dos de los aos setenta.

    Esto es as: la viuda descubre un libro en uno de esos bales llenos de papeles que guarda en la casa de Villa Alemana, junto a toda la biblioteca de Martnez. Un archi-vo de casi trescientas pginas, todas fotocopiadas. El libro se llama El poeta annimo (o el eterno presente de Juan Luis Martnez) y es la obra en la que trabaj Martnez durante sus ltimos aos de vida. El hallazgo se publica como un libro en la edi-torial brasilea Cosac & Naify, a fines de 2012, gracias a la gestin de Pedro Montes y del curador Luis Prez-Oramas, quien exhibe el trabajo visual de Martnez en la trigsima bienal de So Paulo de ese ao.

    En una entrevista que le hacen a fines de los ochen-ta Martnez dice: El ideal mo es escribir un libro donde yo no haya escrito nada, pero que el libro sea mo. Y ese libro es, sin duda, El poeta annimo..., que llega a Chile en 2013. Un nuevo viaje martiniano, en el que las palabras se cruzan con las imgenes, los rostros de Marx y Rimbaud, poemas chinos, textos en ingls, francs, alemn, italiano, latn, recortes de revistas, diarios y enciclopedias, recortes

    3 Parte de esta obra se public en el libro Aproximacin del principio de incertidumbre a un pro-yecto potico (2010), tras una exhibicin del material en la Galera d21, gracias al trabajo de su dueo Pedro Montes y del poeta y artista Ronald Kay.

    sobre la dictadura es un libro explcitamente poltico, recortes sobre guerras y soldados, sobre desaparecidos, imgenes de las tumbas de Hlderlin, Rilke, Baudelaire, la bandera chilena de papel volantn. Un libro alucinan-te, que pareciera decirnos algo nuevo en cada lectura. Y es la obra misma en donde encontramos el rastro de la broma de Martnez: en la mitad del libro, en un apartado que se titula La ausencia de autor, se lee la contraporta-da de Le silence et sa brisure (El silencio y su trizadura), el libro que escribi Juan Luis Martinez (sin acento). Es una copia de ese mismo libro que le prestaron una vez a Martnez y que jams devolvi. El libro del otro Martinez. El otro. Los poemas del otro.

    No solo ser otro / sino escribir la obra de otro.En la Feria Internacional del Libro de Santiago de Chile

    del ao pasado, Scott Weintraub, un hombre joven, calvo y norteamericano, present su libro: La ltima broma de Juan Luis Martnez (Ediciones Cuarto Propio). Weintraub cuen-ta que cuando est terminando de escribir un largo estudio sobre la poesa del chileno, lee El poeta annimo (o el eterno presente de Juan Luis Martnez) y le queda dando vueltas en la cabeza el otro, el otro Martinez, as que se consigue un ejemplar de Le silence et sa brisure, lee los poemas y descubre todo: los poemas en francs son los mismos poemas que se publicaron bajo el ttulo Poemas del otro. S, Martnez los tra-dujo casi literalmente y los hizo pasar como si fueran de l, aunque nunca dej de decir que eran del otro, los poemas del otro. Solo su viuda saba la verdad.

    Las cerca de cuarenta personas que escuchan el des-cubrimiento de Weintraub estn fascinadas quiz no tanto por la historia sino porque en el escenario no solo estn l y los presentadores, sino que tambin est Juan Luis Martinez, el otro, que vino a Santiago a hablar de este libro y de cmo se enter de toda esta broma infini-ta y martiniana.

    Cuando llega su turno al micrfono, con un espaol fr-gil pero entusiasta dice:

    Cuando me preguntan si lo siento como un plagio, digo que no, porque despus de haberlo pensado y entender lo que hizo Martnez, me di cuenta de que la manera en que se apropi de estos poemas nunca fue con la intencin de decir que l los haba escrito.

    En uno de los textos ms bellos que se ha escrito sobre Martnez, el cronista chileno Roberto Merino anota: Alguna vez pens que [su obra] clausuraba un camino y que por tanto estaba condenada a iluminarnos desde la sole-dad. Hoy vemos en este mismo instante lo constatamos cmo esta soledad ha retrocedido un poco, cmo se diluye cada vez que la obra se prodiga al entendimiento de la poe-sa, cada vez que en cualquier parte del mundo se produce una relectura feliz.

    Merino escribe estas palabras en 1998, pero suenan perturbadoramente actuales. Quin sabe, pensando en los nmeros redondos, si en 2023 nos llega otra obra de Martnez, otros de esos libros sorprendentes, que parecen nunca terminar. ~