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7/27/2019 Dictacturas y generaciones en Chile y Uruguay. Un anlisis de las preferencias polticas de los ciudadanos nacidos

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DICTACTURAS Y GENERACIONES EN CHILE Y URUGUAY.UN ANLISIS DE LAS PREFERENCIAS POLTICAS DE LOSCIUDADANOS NACIDOS ENTRE 1930 Y 1991

por Manuel Flores*y Luca Selios**

La evolucin de las opiniones y actitudes de los individuos encierrauna tensin entre la continuidad y el cambio que ha sido analizada desdemuy distintos ngulos en las ciencias sociales. Cada persona tiende a modi-ficar su visin en el correr de la vida, respondiendo tanto a un proceso indi-vidual de envejecimiento, como a los acontecimientos sociales de la pocaque le toca vivir. Ciertas experiencias compartidas pueden producir cambios

en las opiniones y actitudes en toda la poblacin, en especial entre aquellosque las atraviesan durante su juventud.

As, cuando se observa la evolucin temporal de opiniones y actitudesen un determinado pas, pueden diferenciarse los cambios que alcanzan alconjunto de la poblacin (alterando en cada perodo la distribucinpoblacional de opiniones para todas las edades), de aquellos que resultan delproceso de envejecimiento de cada individuo (asociados a la edad de la per-sona), y de un tercer componente que surge de la combinacin de los ante-

riores: la edad en la que cada persona ha atravesado los distintos perodos delacontecer social, coincidente para todos aquellos que han nacido en un mis-mo perodo o lo que es lo mismo pertenecen a una misma cohorte. As,la cohorte se define como el conjunto de individuos que ingresan al sistemaen un mismo momento, y que se supone que tendrn similaridades debido

* Departamento de Economa, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de laRepblica. E-mail: [email protected].

** Instituto de Ciencia Poltica, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la Repbli-ca. E-mail: [email protected].

POSTData18, N2, Octubre/2013,ISSN 1515-209X,(pgs. 365-402)


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a experiencias compartidas que los diferencian de otras cohortes (Mason yWolfinger 2001a)1.

Desde distintas disciplinas, como sociologa, demografa, economa,

ciencia poltica, bioestadstica o epidemiologa, se ha recurrido crecientementea modelos y mtodos especficos para identificar los efectos de cada uno delos componentes sealados, en lo que se conoce como modelos Edad-Pero-do-Cohorte (APC, por su sigla en ingls). En el anlisis de las actitudespolticas de los ciudadanos, la identificacin de los componentes APC per-mite una comprensin ms profunda de los procesos de cambio, aportandonuevos elementos para la interpretacin de su evolucin.

Toda la literatura sobre el fenmeno generacional parte de la consta-

tacin de que en algunos fenmenos existen diferencias significativas en laforma en que cada cohorte o grupo de cohortes atraviesa cada una de lasetapas del ciclo vital. En lo que respecta a las actitudes polticas de los ciuda-danos, es aceptado que stas se construyen a lo largo de la vida (Rose yMcAllister 1990). Siguiendo a Oskamp (1991), se puede asumir que lasopiniones polticas de cada ciudadano se sustentan en un conjunto de valo-res y creencias adquiridos en las primeras etapas de la vida y primeros aosde la vida adulta (Converse 1969, Alwin y Krosnick 1987, Alwin y

McCammon 2007). En esta ltima etapa, tambin llamada socializacintarda, se materializa una matriz afectiva y cognitiva muy persistente, quesustenta los componentes evaluativos de cada individuo respecto al sistemapoltico en cada coyuntura. Las caractersticas de dicha matriz pueden darcuenta de marcas generacionales, donde dejan su rastro los eventos histricosde la etapa en que se conforma la identidad poltica (Mannheim 1990).

Este trabajo busca indagar si existen diferencias en las actitudes ycomportamientos polticos de distintas generaciones en Chile y Uruguay, e

interpretar estas posibles diferencias a la luz de los principales acontecimien-tos histricos. En ambos pases, las tendencias ms recientes de cambio po-

1 Es frecuente la confusin entre los conceptos de edad y cohorte, ya que ambos identi-fican a un mismo grupo de personas cuando son observados en un ao determinado.Por ejemplo, en 2010 se pueden observar las opiniones de los nacidos en 1990 a susveinte aos, pero si en 2015 se reitera la observacin, se tendr la opinin de esa mismacohorte a los veinticinco aos de edad, y del mismo modo la opinin a los veinte aosde aquellos nacidos en 1995. Cuando se observa un nmero mayor de perodos se

pueden apreciar las caractersticas especficas de cada cohorte (observada a diferentesedades) y de cada edad (atravesada por diferentes cohortes).

Manuel Flores y Luca Selios


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ltico son frecuentemente interpretadas en clave generacional. Sin embargo,mientras que los trabajos existentes analizan el comportamiento de genera-ciones predefinidas, aqu se recorre el camino inverso, identificando las gene-

raciones en base a diferencias en sus comportamientos. Una hiptesis deespecial inters es si las dictaduras, como circunstancia histrica, han dejadosu huella en las generaciones que se socializaron polticamente en aquellosaos.

En las secciones II y III se repasan las principales contribuciones a lacuestin generacional en los procesos de cambio y en la formacin de actitu-des y comportamientos polticos. En la cuarta seccin se presentan breve-mente los casos de estudio, para pasar en la seccin V a la presentacin de la

estrategia emprica. Los principales resultados se presentan en la seccin VI,donde se estiman efectos de edad, perodo y cohorte en la evolucin recientede la autoidentificacin ideolgica en ambos pases, el voto al Frente Amplioen Uruguay y el no voto por partidos polticos en Chile. La seccin VIIconcluye planteando algunas interpretaciones de los resultados obtenidos ysugiriendo nuevas interrogantes.

I. Generaciones, actitudes y cambio poltico

El concepto de generacin es utilizado con significados diferentes, ycomo sostiene Pilcher (1994: 481), la nocin de generacin se utiliza am-pliamente en el mundo cotidiano para dar sentido a las diferencias entre losgrupos de edad y para localizar seres individuales y otras personas dentro deun tiempo histrico. La confusin terminolgica lleva a varios autores adescartar el uso del trmino para referir a grupos de cohortes, cediendo su

uso para la literatura que lo asocia a grupos de edad (ciclo de vida, conflictogeneracional, etc.). En esta rama, el centro de atencin radica en la variacinen las actitudes debido al envejecimiento y a los distintos roles sociales asu-midos a lo largo de la vida.

En este trabajo se considera que una generacin es un grupo de cohortesque en algn sentido presentan rasgos similares, lo que podra explicarse porel hecho que han atravesado cada etapa histrica a edades similares(Mannheim 1990, Pilcher 1994, Alwin y McCammon 2007).

La identidad generacional puede apreciarse en general simultnea-mente en diversas dimensiones, asociadas a gustos particulares en el plano

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cultural (desde la literatura, las artes plsticas, o la msica, hasta el lenguajeo la forma de vestir), al protagonismo en eventos particulares del acontecersocial (polticos o demogrficos, tanto globales como locales), o a la adop-

cin de nuevas tecnologas de informacin y comunicacin, entre otras.En este sentido, una generacin no resulta simplemente de una con-

juncin arbitraria de cohortes de nacimiento, sino que su existencia requiereque los miembros presenten caractersticas comunes que los distingan deotros grupos de cohortes. En particular, cuando una cohorte de edad presen-ta caractersticas diferenciables en sus actitudes respecto a los partidos y elsistema poltico se podr hablar de una generacin poltica, y dichas caracte-rsticas pueden ser interpretadas a la luz de las circunstancias polticas e

histricas atravesadas, sobre todo en los primeros aos de la vida adulta.Un aspecto relevante de descubrir y describir variaciones de las actitu-

des y preferencias polticas de las diversas generaciones, es que permite de-tectar cambios que se han producido o que podran producirse en el futuro.En la ciencia poltica, dos grandes vertientes analticas han trabajado conesta idea. El estudio de Ronald Inglehart (1991) lo hace de una maneradirecta, por medio de diferencias escalonadas en las actitudes de los diferen-tes tramos etarios. En su trabajo, sostiene que los valores son dependientes

de los perodos de socializacin y las crisis econmicas, y que en este marcolos valores posmaterialistas sustituyen a los materialistas e incorporan nuevasdemandas al sistema poltico (Abramson e Inglehart 1992, Inglehart y Baker2000, Inglehart y Norris 2003, Inglehart y Welzel 2005). La teora de losclivajes sociales puede ser tomada como una aproximacin indirecta, y sos-tiene que el voto a los partidos de clase se fundamentaba en el aumento de laclase obrera europea. Recientemente, en Europa, la aparicin de ciertos valo-res entre los jvenes de las generaciones ms recientes genera clivajes basados

ya no en el inters de clase sino nuevos intereses, como los ambientales(Kriesi 1998). Ahora bien, estos clivajes no son operativos sin una activa-cin de los mismos, esto es, cuando los partidos los incorporan a las arenasde disputa electoral (Paramio 1998, Lijphart 2000).

Dicho de otra manera, si una generacin presenta actitudes definidasy diferenciadas puede, a travs del reemplazo generacional, permitir un cam-bio en el sistema de partidos, en las correlaciones de fuerzas, o en las bases dela legitimidad del sistema poltico. Siguiendo a Ryder (1965: 843), afirmar

que la causa del cambio social es el reemplazo demogrfico sera equivalentea explicar una variable por una constante, sin embargo, cada nueva cohorte



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es un intermediario posible del proceso de transformacin, un vehculo parala introduccin de nuevas posturas. Las nuevas cohortes ofrecen la oportuni-dad para que el cambio social se produzca.

En este trabajo se muestra que existen variaciones significativas en laspreferencias polticas de los uruguayos y los chilenos segn las generacionesa las que pertenecen. Adems de describir las caractersticas ms salientes decada grupo de cohortes, resulta natural ensayar algunas hiptesis que po-dran explicarlas y discutir sus implicaciones.

II. Opiniones y formacin de las preferencias polticas

En el estudio de actitudes polticas, que nace con el desarrollo de lasencuestas modernas, stas son concebidas como orientaciones individualeshacia objetos polticos (Allport 1935, Almond y Verba 1992). Las actitudesu opiniones individuales pueden ser manifiestas (declaradas) o latentes cuandopor diversos motivos no se expresan directamente en una encuesta. Su com-plejidad ha impulsado la constante mejora de las tcnicas de recoleccin yanlisis de la informacin, perfeccionando las preguntas y la construccin de

ndices y escalas a efectos de incrementar la capacidad de explicar y predecirlos comportamientos polticos de los ciudadanos (Dalton 2000).

En cuanto a los marcos interpretativos de las variaciones en las prefe-rencias polticas se pueden distinguir varios enfoques. Una vertiente recurrea los elementos variables de la coyuntura (oferta partidaria, evolucin de laeconoma, impacto de las campaas, por ejemplo), en lo que es la interpre-tacin racionalista del comportamiento electoral (Downs 1957, Fiorina 1981,Popkin 1994). Otras corrientes recurren a elementos explicativos de carcter

ms estructural o de largo plazo, vinculados a caractersticas de los indivi-duos como el nivel educativo, el nivel socio-econmico, el lugar de residen-cia, la pertenencia a un partido poltico, o la edad en determinado momento(Rosema y de Vries 2011). En esta ltima lnea destacan los enfoquesestructuralistas y funcionalistas de las escuelas de Michigan y Columbia(Lazarsfeld et al. 1948, Campbell et al. 1960).

Dando un paso adicional, es relevante comprender los mecanismospor los cuales los grupos de edad, el lugar de residencia, o determinada

coyuntura producen variaciones en las preferencias polticas, haciendo nece-sario profundizar en la teora de formacin de actitudes. Segn Oskamp



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(1991), stas se basan en valores y creencias de los individuos, que se formana lo largo de la vida y se refuerzan ante coyunturas polticas, econmicas osociales especficas. As, la pertenencia a determinados grupos, las tradicio-

nes familiares, la asuncin de roles sociales, la reciente prdida/ganancia depoder adquisitivo, sustentan los aspectos cognitivos y evaluativos de los indi-viduos hacia las instituciones y actores polticos. En otras palabras, las dis-tintas vivencias a lo largo de la vida forman, refuerzan o erosionan esas creen-cias y valores que sustentan sus opiniones y preferencias polticas, hacindo-las ms o menos estables en el tiempo. Vistas de esta manera, las vivenciasque el individuo procesa a lo largo de la vida tendrn efectos permanentes ensus actitudes polticas (Rose y McAllister 1990).

Aquellas creencias y valores que se adquieren tempranamente son msdifciles de revertir, por lo que las etapas de socializacin resultan cruciales enel anlisis. La socializacin primaria abarca la etapa de la niez y parte de laadolescencia, donde intervienen la familia y el sistema educativo como acto-res destacados en la formacin de los valores y creencias individuales. En lasocializacin tarda intervienen mayormente los grupos de pares y la propiaexperiencia como ciudadano, que se procesa durante los primeros aos de lavida adulta. Ms all de la importancia de la primera socializacin, sus efec-

tos pueden ser revertidos con rapidez si en la socializacin tarda el individuono encuentra herramientas para desenvolverse el mundo real (Hojman 1999).

Por otra parte, a medida que las personas se vuelven mayores asumennuevos roles en la sociedad, cambian fsica y psicolgicamente, lo que provo-ca la tendencia a adoptar valores y creencias ms conservadores (Alwin yMcCammon 2007). Finalmente, tambin es cierto que existen coyunturascrticas en la vida de las personas, que derriban o erosionan sus creencias yvalores previos, provocando lo que se ha denominado una disonancia

cognoscitiva.Los elementos mencionados fundamentan la necesidad de indagar tresaspectos por separado: descubrir si alguna cohorte comparte caractersticas quepuedan interpretarse por su etapa de socializacin poltica, si interviene elefecto de envejecimiento en las actitudes polticas, y cul es el impacto de lascoyunturas (econmicas, sociales y polticas) en las preferencias polticas.

Durante los aos 80 y 90 algunos investigadores identificaron el ejeizquierda-derecha como un concepto multidimensional que tiene, como re-

ferencia orientadora, las posiciones ms igualitaristas para la izquierda y msliberales para la derecha (Bobbio 1996). Ms especficamente, puede invo-



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lucrar una postura respecto al rol que se entiende que debe asumir el Estadocomo generador de esa igualdad/libertad social y econmica (Aberbach yPutnam 1981).

Las investigaciones actuales muestran que la dicotoma distingue ac-titudes y comportamientos polticos en las preferencias polticas, los discur-sos y las estrategias de los ciudadanos, la ciudadana y los partidos. Sostie-nen, asimismo, que la dimensin ideolgica no ha desaparecido como inter-pretacin de las arenas de conflicto, aunque sus contenidos cambian y seadaptan a cada realidad (Williams 1994, Lijphart 2000, Altman 2002,

Warwick 2002, Alcntara y Luna 2004, Zoco 2006). Sin embargo, las pro-pias crticas muestran una gran virtud de la distincin ideolgica en el eje

izquierda-derecha: ha sido capaz de adaptarse y re-interpretar las dicotomaspolticas en cada poca y cada pas. Resulta as una herramienta relevante a lahora de observar a los partidos y a los votantes en un espacio de competenciapoltica (Sani y Sartori 1983).

III. Generaciones y preferencias polticas en Uruguay y Chile

Los casos de Uruguay y Chile tienen especial inters tanto por suscaractersticas comunes como por sus diferencias. Si bien son sistemasinstitucionalizados, con larga trayectoria democrtica, una dictadura militaren la dcada del 70, y caractersticas econmicas y poblacionales similares,tambin se diferencian en varios aspectos.

La literatura ha sealado las diferencias en sus transiciones a la demo-cracia, desde la forma en que se pact la transicin, hasta la capacidad demovilizacin que tuvieron los partidos (Fernndez 1998, Ruiz 2005, Ro-

mero 2009). A grandes rasgos, la transicin a la democracia en Chile fuecapitalizada en mayor medida por el rgimen autoritario, que ocho aosantes del plebiscito de 1988 haba impuesto una nueva constitucin consignos excluyentes para la representacin, entre ellos los de un sistema deeleccin binominal, mtodo DHondt, y listas abiertas (Siavelis 2005) ascomo la inexistencia de elecciones partidarias primarias competitivas2. Mien-tras tanto, en Uruguay la transicin negociada fortaleci a los partidos pol-ticos (Alcntara y Luna 2004).

2 Agradecemos esta observacin a Pierre Ostiguy.



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Algunos de los aspectos ms problematizados por la literatura hansido el sistema de partidos, la estructuracin ideolgica y la polarizacin enun caso y otro (Alcntara y Luna 2004). Antes del quiebre institucional, el

sistema poltico chileno era polarizado, mientras que en el uruguayo la pola-rizacin era moderada. Luego de la dictadura, el sistema de partidos resurgesin cambios mayores en el caso uruguayo; mientras en Chile resurge connuevos actores, que sustituyen a algunos de los viejos partidos polticos encuanto a los espacios polticos que ocuparon.

En Chile surgen dos partidos posicionados en la derecha del espectropoltico, que se estructuran en torno a la defensa del rgimen en el plebiscitode 1988, la Unin Democrtica Independiente (UDI) y Renovacin Nacio-

nal (RN)3. En la izquierda se mantienen los integrantes de la Unin Popu-lar (Partido Socialista, Partido Comunista Chileno y Unin Radical) y apa-recen el Partido por la Democracia y el Partido Humanista o Verde. En elcentro, permanece la Democracia Cristiana.

Puesto que existe un sistema de distritos binominal, la lgica de com-petencia en el Chile post-dictatorial se articula en torno a dos coaliciones queno slo son de gobierno, sino tambin electorales. A partir de la eleccin de1989 la Concertacin aglutina los partidos de centro izquierda4 y Alianza

por Chile los de derecha, dividindose por mitades el apoyo electoral. LaConcertacin obtiene la presidencia en todas las elecciones hasta el ao 2010.

Entre partidos el eje de competencia sigue estando estructurado ideo-lgicamente en torno a la dicotoma izquierda y derecha. Los soportes deesta divisin luego de la dictadura pasaron a incluir, adems de los viejosconflictos de clase y religiosos, una divisin en torno al apoyo o repudio alrgimen militar. En todo el perodo la competencia entre ellos escrecientemente moderada, convergiendo en el centro del espectro ideolgico

(Mainwaring y Torcal 2003, Ruiz 2005). Si bien los partidos se estructuranen esta dimensin, en la opinin pblica la identificacin de izquierda yderecha ha perdido relevancia, cobrando fuerza la dicotoma liberal-conser-vador, especialmente entre los jvenes5.

Un rasgo caracterstico del sistema chileno en estos aos ha sido elimportante aumento del nmero de personas que no votan y estn alejadas

3 Ocupan el lugar del viejo Partido Nacional, que en 1969 agrupaba los partidosdecimonnicos Liberal y Conservador.

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Excepto el Partido Comunista Chileno y el Partido Humanista o Verde.5 Agradecemos el comentario de Pierre Ostiguy y Juan Pablo Luna sobre este punto.



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de la poltica (Altman y Luna 2007). La literatura ha apuntado que estadesafeccin se ha debido, en parte, a que en Chile la inscripcin al registrocvico no era obligatoria, mientras que el voto s (una vez inscripto en el

registro se estaba sujeto a multas por no ejercer el voto)6. De esta manera segeneraba un desincentivo a la inscripcin y, por ende, a la participacinelectoral (Valenzuela 2004, Navia 2004). Este fenmeno, no se da en Uru-guay, donde la inscripcin es obligatoria y la participacin electoral se ubicaen torno al 90 por ciento.

En Uruguay, desde la reapertura democrtica y la eleccin de 1984 elFrente Amplio (FA) ha ganado un caudal electoral creciente, desplazando alos partidos tradicionales del pas: el Partido Nacional (PN) y el Partido

Colorado (PC). Este proceso ha transformado el sistema de partidos urugua-yo, que pas de un pluralismo moderado a un bipartidismo conformado pordos bloques o familias polticas: desafiante y tradicional (De Armas 2009).Esa transformacin fue acompaada por un cambio en las reglas electoralesplebiscitado en 1996, que entre otras cosas incluy el mecanismo de balotaje.Todos estos cambios desembocaron en el triunfo del FA en 2004 y en supermanencia en el gobierno en la eleccin de 2009. Este fenmeno se haexplicado al menos mediante tres grandes postulados: el factor demogrfico,

los posicionamientos ideolgicos de los partidos y el electorado, y los aspec-tos coyunturales y de liderazgos (Queirolo 2006).

En cuanto las actitudes polticas y los problemas generacionales laliteratura muestra preocupaciones bien diferentes para cada pas. Las actitu-des polticas de los uruguayos se han estudiado desde los trabajos sobrecomportamiento electoral e intencin de voto por partidos, analizando enespecial el crecimiento del FA. En Chile, por su parte, se ha indagado espe-cialmente la ola creciente de desafeccin poltica de los jvenes (Altman y

Luna 2007, Toro 2008).En Uruguay la hiptesis del efecto demogrfico plantea que el FAcrece electoralmente por una suerte de inercia: los nuevos votantes sonmayoritariamente frenteamplistas y sustituyen a los votantes de mayor edad,que muestran una propensin ms alta al voto a los partidos tradicionales(Aguiar 2000, Gonzlez y Queirolo 2000, Canzani 2005). Ello sucede por-que el FA habra sido capaz de producir una identificacin joven, acompaa-

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A partir de enero de 2012 rige la Ley N 20568 que elimina el registro de electores y elcarcter voluntario el sufragio.



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da de una fuerte trasmisin familiar de la pertenencia partidaria (Mieres1997, Queirolo 1999 y 2006, Monestier 2001, Zuasnabar 2004). Vincu-lada a estos procesos familiares y de socializacin poltica aparece una lectura

que asume la existencia de un reemplazo generacional en el crecimientoelectoral del FA. Siguiendo a Gonzlez y Queirolo (2000: 303) esecarcter generacional le confiere una vigorosa inercia al proceso de cambiodel sistema de partidos, porque estos aprendizajes generacionales cristaliza-dos en los aos formativos pueden luego modificarse, pero normalmente lasmodificaciones son lentas y difciles.

Sin embargo, la interpretacin demogrfica del crecimiento electoralde la izquierda fue relativizada al observarse que este efecto no es suficiente para

explicar todo el crecimiento del FA en los perodos inter-electorales, existiendoun crecimiento de su capital poltico (Buquet y De Armas 2004, Canzani2005, De Armas 2009). Este aumento del capital poltico se produce por lasacciones y omisiones de los partidos polticos uruguayos, y la no consideracindel mismo es la principal crtica que se le ha formulado al planteo del efectodemogrfico, que deja escaso margen a la coyuntura poltica, la competenciaelectoral e incluso, a variables extra-polticas (De Armas 2009: 47).

En el caso de Chile existen numerosos estudios sobre la juventud y la

poltica, as como otros enfocados cualitativamente al estudio de las genera-ciones (Grimaldi 2009). En especial el artculo de Toro (2008) es clave parael enfoque que se adopta en este trabajo. El autor repasa la discusin sobreopinin pblica en Chile, centra el anlisis en los cambios generacionales ypropone una nueva perspectiva. Seala que en trminos de participacinelectoral existieron tres momentos, el primero de ellos de auge o momentopico, en torno al plebiscito de 1988, en el que se registr un 96,6 porciento de los chilenos en edad de votar y un 89,1 por ciento efectivamente lo

hizo. La etapa siguiente se representa como un momento de normaliza-cin, cuando la inscripcin y la participacin electoral retornaron a los nive-les previos al golpe militar. A partir del ao 2000 se produce un marcadoaumento de la no inscripcin, y an despus de la eleccin municipal deoctubre de 2012 (primera con voto voluntario y sin inscripcin previa), laparticipacin electoral no super el 40 por ciento.

A pesar de las caractersticas juveniles de este comportamiento, Toro(2008: 144) sugiere que Hoy, es cierto que los niveles de participacin de

los jvenes son marcadamente decrecientes, pero tambin es cierto que estefenmeno est traspasando las barreras etarias y transformndose en un pro-



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blema de carcter transversal. De esta manera, plantea un estudio de gene-raciones diferenciadas en torno a que hayan participado o no del plebiscitode 1989. De este modo, plantea que ms all de la caracterstica juvenil de la

no participacin, hay adultos que no llegaron a votar en el plebiscito y tie-nen un perfil generacional similar al de los jvenes chilenos.

En su trabajo, a partir de diferencias escalonadas para las generacio-nes, encuentra que a 20 aos del plebiscito, es posible ver cmo se entrela-zan estos momentos, y cmo, a su vez, estos momentos van conformandouna divisin de generaciones polticas que es muy consistente con cualquieranlisis de la poltica chilena, y que va ms all de las divisiones etarias tradi-cionales. A saber: los jvenes, los adultos post-plebiscito y los adultos pre-

plebiscito (Toro 2008: 147-148). Finalmente, descubre que esta definicingeneracional es consistente para el voto y la confianza institucional, aunqueno para la identificacin ideolgica.

El presente trabajo ahonda en la problemtica de las generacionespolticas en Uruguay y Chile, las que se han mencionado para interpretar elefecto demogrfico pero no se han detectado aislando el efecto de edad operodo. Para ello, se utiliza el modelo APC sobre dos variables que reflejanlas preferencias polticas: la autoidentificacin ideolgica y la intencin de

voto. En el anlisis de la intencin de voto, se centra la atencin en losfenmenos que han sido objeto de estudio en cada pas: el no-voto en Chiley el voto al Frente Amplio en Uruguay.

IV. Metodologa y datos

La separacin de los efectos de edad, perodo y cohorte en la evolucin

de una variable ha representado un desafo metodolgico para diversos camposacadmicos. Para lograr esta discriminacin es necesario obtener coeficientesque capturen el impacto sobre la variable de inters producido por cada una deesas tres dimensiones, una vez que se han eliminado los efectos de las dosrestantes. Se trata, por ejemplo, de obtener coeficientes que reflejen el efecto delas sucesivas cohortes una vez que se ha controlado por edad y perodo. Cuan-do se dispone de informacin para varios perodos, cada cohorte es observadaao tras ao, y en tal sentido controlar por perodo y edad implica que en la

estimacin de los efectos de cohorte se aslan los efectos asociados a las particu-laridades de cada ao (cuyos efectos sobre la variable de inters se recogen en



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la variable perodo) y los efectos asociados a que los miembros de cadacohorte van incrementando su edad en los sucesivos perodos (recogidos enla variable edad). Esto significa que los coeficientes por cohorte pueden ser

interpretados como si los miembros de esa cohorte tuvieran una edad cons-tante y fueran observados en una coyuntura neutra.

Sin embargo, la relacin lineal existente entre las variables APC gene-ra un problema de multicolinealidad exacta que hace imposible la estima-cin por los mtodos habituales, ya que implica que para cada individuo encada momento se verifica la relacin siguiente:

cohortejt= perodo

jt- edad

jt

Esta dificultad, que se conoce como problema de identificacin, esel punto de partida de toda la discusin moderna sobre las tcnicas para elanlisis de cohortes (Mason y Wolfinger 2001b).

Las soluciones al problema de identificacin han sido diversas. Unaprimera respuesta consiste en rigor en eludirlo, y pasa por la utilizacin demodelos de dos factores (edad y perodo, edad y cohorte, o perodo y cohorte).Si bien puede tratarse de un ejercicio til para iniciar cualquier anlisis APC,

slo podra ser satisfactorio si la teora y los datos indicaran que uno de losfactores es superfluo (Mason y Wolfinger 2001b). La incorporacin de res-tricciones al sistema ha sido otra forma tradicional de enfrentar el problemade identificacin, propuesta por Mason et al. (1973). En la tradicin deFienberg y Mason (1978, 1985) y de Mason y Smith (1985), esta estrategiase ha basado en la estimacin de modelos lineales generalizados restringidos(CGLIM, por su sigla en ingls) incorporando una restriccin adicional ar-bitraria. Sin embargo, los resultados alcanzados muestran variaciones signi-

ficativas al utilizar distintas restricciones (Glenn 1976).Un enfoque novedoso para resolver el problema de identificacin es elmtodo del Estimador Intrnseco (IE, por su sigla en ingls), presentado porFu (2000a, 2000b)7. En rigor, el IE introduce una restriccin para hacer

7 Complementado en Knight y Fu (2000) y Fu y Hall (2006). El mtodo consiste en ladescomposicin del espacio de parmetros a partir de los valores propios de la matriz dediseo. Cada uno de los estimadores del modelo puede ser descompuesto como b=B+tB

0, donde B es el complemento ortogonal al espacio nulo (ncleo) de la matriz de

diseo, y B0es un vector del espacio nulo, el vector propio normalizado correspondien-te al nico valor propio cero. En este caso B ser el estimador intrnseco, y se obtiene a



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viable la estimacin, pero se trata de una restriccin no impuesta por elinvestigador sino derivada de las dimensiones de la matriz de regresores.Smith (2004) seala que el IE puede ser pensado como un promedio sobre

mltiples estimaciones realizadas con diferentes restricciones en el enfoqueconvencional. Diferentes trabajos han mostrado que el IE posee propiedadesdeseables en comparacin con los estimadores CGLIM, puesto que esasintticamente eficiente y consistente, e insesgado en muestras finitas, pre-sentando un mejor ajuste a los valores predichos (Fu et al. 2004; Yang et al.2004, Fu 2008).

Si bien la estimacin por medio del IE puede realizarse utilizandodatos a nivel individual, en este trabajo se realiza la estimacin en base a una

matriz datos en forma de tablas de porcentajes de ocurrencia por edad yperodo (modelo accounting tables o multiple classification).

Dado que los regresores son binarios, el modelo puede expresarsecomo:

Uit=+ a

i+b

t+ g

t-i+ e

it

donde es un trmino constante y ejtes un trmino de error con E(e

jt) = 0

y matriz de covarianzas diagonal escalar. Los coeficientes aide cada edad i

aportan una medida del efecto sobre la variable Yespecfico las observacionesque poseen la edad i, controlando por perodo y cohorte. Anlogamente, loscoeficientesb

tde cada perodo ty g

kde cada cohorte krecogen los efectos de

las respectivas variables, controlando en cada caso por las otras que confor-man la trada APC.

Completando la definicin del modelo estadstico, lo habitual en elmarco de enfoques APC es la utilizacin de los modelos lineales generaliza-dos (GLIM, por su sigla en ingls), presentados por Nelder y Wedderburn

(1972) y McCullagh y Nelder (1989). En este trabajo se sigue ese camino,suponiendo una distribucin de Poisson y una funcin de vinculacinlogartmica (vnculo cannico para distribuciones de Poisson).

En cuanto a los mtodos de estimacin, sta se realiza por mximaverosimilitud8. El procesamiento estadstico se ha efectuado utilizando el

travs de una regresin sobre los componentes principales (vectores propios asociados alos valores propios no nulos) (Yang et al. 2008).

8 Si bien es frecuente trabajar con el mtodo de Newton-Raphson, aqu se han obtenido

mejores resultados por medio del algoritmo iterativo de mnimos cuadrados reponderados(IRLS, por su sigla en ingls).



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paquete Stata 12, y en particular el comando apc_ie presentado porSchulhofer-Wohl y Yang (2006).

Para el trabajo emprico se han utilizado las bases de encuestas anua-

les de Latinobarmetro para el perodo 1995-2010 (exceptuando 1999,ao en que no se realiz la encuesta). La encuesta ha sido implementada porla consultora Equipos MORIen Uruguay yMORI Chileen Chile, en amboscasos con un tamao de muestra de 1.200 casos (con muy leves variacionespara algunos aos). Se trata de muestras probabilsticas de hogares, en dosetapas y por cuotas de edad y sexo en la etapa final, que poseen un errormuestral constante en todos los perodos de 2,8% para un nivel de confianzadel 95%, y cuya representatividad ha ido incrementndose en el tiempo

hasta alcanzar el 100% de la poblacin para los ltimos aos. De este modo,la informacin utilizada proviene de encuestas de seccin cruzada repetidas,donde a diferencia del caso de datos de panel se observan individuos diferen-tes en cada perodo.

Como puede observarse en el Grfico 1, el nmero de casos en cadaedad desciende marcadamente a partir de los 75 aos respondiendo a ladistribucin etaria de la poblacin. Con la informacin disponible es posibleobtener estimaciones para todas las edades desde los 18 aos, para todos los

perodos entre 1995 y 2010 (exceptuando 1999) y para las cohortes que vandesde los nacidos en los aos 30 hasta 1992. En el caso de contar con muypocos individuos el anlisis se ve afectado, ya sea por una mayor variabilidadde los resultados o directamente impidiendo la estimacin, por lo que alestimar se ha optado por descartar los casos para las edades mayores, a partirde una edad especfica en cada modelo (entre 68 y 73 aos).

La mayora de las cohortes es observada en 16 perodos, pero ello nosucede con las cohortes de ambos extremos de la muestra. Tanto las cohortes

de los nacidos en los primeros y ltimos aos se observan en menos oportu-nidades, y en los casos extremos de la primer y ltima cohorte se cuenta conuna sola observacin. Esto hace que en los casos de las cohortes extremas laposibilidad de discriminar entre efectos de edad y de cohorte sea muy limi-tada, y que por ende las estimaciones obtenidas para los efectos de cohortesean menos confiables al acercarse a los extremos del rango considerado.

Asimismo, en los casos en que s se cuenta con 16 observaciones, debe sea-larse que tambin se presenta alguna limitacin, puesto que se est muy lejos

de observar a algunas cohortes atravesar todo el rango de edades, lo que haramucho ms precisas las estimaciones.



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POSTData18, N 2,

Esta metodologa permite una aproximacin al impacto de fenmenossucedidos en un pasado remoto, a partir de datos de un perodo corto haciaatrs. As, lo que se puede apreciar son los rastros de esos episodios del pasado

en las opiniones actuales de los individuos (1995-2008). Es decir, no se recogela opinin en el pasado lejano ni tampoco una opinin retrospectiva (recogidaen el presente pero referida a lo que se opinaba en el pasado).

En cuanto a las variables analizadas, stas sern detalladas en la sec-cin siguiente. Debe sealarse que si bien la formulacin de las preguntasutilizadas y las opciones propuestas se mantienen ao a ao en la encuesta, elformulario en su conjunto cambia, as como la posicin de cada preguntadentro del mismo.

En la seccin siguiente se presentan los resultados obtenidos. Debeadvertirse que stos podran verse afectados por cambios en la poblacin quealteran la composicin de las cohortes y que no se originan en nacimientos ydecesos, sino por ejemplo en movimientos migratorios. En el caso de Uru-guay este hecho puede ser especialmente importante en el perodo conside-rado.

V. Resultados: perfiles generacionalesde autoidentificacin y voto

A continuacin se presentan resultados del anlisis APC de laautoidentificacin ideolgica en Uruguay y Chile, con el objetivo principalde identificar y describir a las generaciones que conviven actualmente encada pas. El inters de esta descripcin es doble. Se trata por un lado deaportar elementos para interpretar el modo en que el acontecer poltico,

econmico y social de cada poca imprime trazos permanentes sobre lascohortes que estn en etapas de conformacin su identidad poltica. Losgolpes militares casi simultneos en Uruguay y Chile crean condiciones quepermiten analizar el impacto de este trauma sobre las definiciones ideolgi-cas de los ciudadanos en dos sistemas polticos diferentes. Por otro lado, lainformacin sobre los perfiles de las cohortes en cada etapa permite afinar lanocin sobre lo que podra verse como el lado de la demanda, que contrasta-do con los aspectos de oferta dados por las caractersticas del sistema de

partidos, alimenta la interpretacin de los principales acontecimientos pol-ticos recientes en Uruguay y Chile. Esta seccin se inicia con el anlisis APC



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de la autoidentificacin ideolgica en ambos pases, para luego centrar laatencin en las tendencias recientes ms sobresalientes, como el proceso decrecimiento sostenido del Frente Amplio en Uruguay y la creciente tenden-

cia a la no participacin electoral en Chile.

Autoidentificacin ideolgica en Uruguay y Chile

El Grfico 2 muestra la evolucin de las respuestas a la pregunta deautoidentificacin ideolgica en Uruguay y Chile, tomando 5 tramos de laescala original de 11 valores9. Se aprecian dos historias diferentes en la evolu-

cin de la autoidentificacin. Una primera diferencia importante se observaen la no respuesta, que mientras en Chile es siempre alta y en particular muyalta desde 2002, en Uruguay es casi siempre el resultado menos frecuente.

Por otra parte, se observa que la respuesta de centro es la ms impor-tante en los dos pases, pero mientras en Uruguay es seguida por la ramaizquierda de la distribucin (izquierda y centro-izquierda) desde 2003, enChile es seguida por la centro-izquierda y la centro-derecha. En consecuen-cia, las respuestas menos frecuentes son los extremos de la escala en Chile y la

rama derecha en Uruguay.La evolucin descrita es el resultado de la conjuncin de los diversos

factores explicativos revistados en secciones anteriores, pero la composicinetaria de las respuestas puede permitir discriminar los factores puramenteasociables a cada perodo de los que tienen que ver con la edad de los votan-tes y las generaciones a las que pertenecen. De esa forma el anlisis arroja unperfil de autoidentificacin ideolgica por edades y otro por cohortes, brin-dando elementos relevantes para la comprensin de los fenmenos de base

que explican los cambios observados.Con el objetivo de identificar rasgos generacionales en laautoidentificacin ideolgica se conduce un anlisis APC sobre las tablas deocurrencia de casos en cada uno de los tramos en que se divide la escala deautoidentificacin. En el caso de Uruguay se toman tres tramos en la variabledebido a que, como se vio, la rama izquierda de la distribucin (ii+ic) evolu-ciona de un modo similar, mientras que en el caso de Chile se toman cinco

9

Las respuestas 0, 1 y 2 son la categora izquierda (ii), 3 y 4 son centroizquierda (ci), 5 escentro (cc), 6 y 7 son centro-derecha (cd) y 8, 9 y 10 son derecha (dd).



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POSTData18, N 2,

tramos para poder distinguir los movimientos de los extremos (ii y dd) de loscorrespondientes a los distintos tipos de centro (ic y cd).

Los resultados para Uruguay se muestran en el Grfico 3. El panel

superior izquierdo presenta los coeficientes para las variables de edad, dandocuenta de un tramo inicial muy favorable a la autoidentificacin con la izquier-da, que desde los 30 aos da lugar a una progresiva identificacin con el cen-tro. En las etapas de la vejez, especialmente a partir de los 60 aos de edad,existe una prevalencia muy clara de la autoidentificacin con la derecha. Puedenotarse tambin, como aspecto interesante, que la no respuesta a la preguntade autoidentificacin muestra picos espaciados en distintas edades, y stascoinciden llamativamente con los momentos de cambio en el perfil predomi-

nante (alrededor de los 30, de los 50 y de los 70 aos de edad).El panel superior derecho recoge los coeficientes asociados a las varia-

bles de perodo. El grfico muestra un cambio que se procesa en los primerosaos 2000, ya que antes de esa fecha las respuestas se ordenaban favorecien-do a la derecha, luego al centro y por ltimo a la izquierda, y ese patrn serevierte para llevar, al final de la dcada, a un orden inverso, con predominanciade la izquierda y con la derecha como ltima opcin. Debe consignarseasimismo el crecimiento que tuvo la no respuesta, que en aos recientes

parece haber adquirido un nivel alto y estable.El panel inferior lleva al centro del inters de este trabajo, la identifi-

cacin de generaciones con rasgos distintivos y significativamente diferentesa las dems generaciones contemporneas.

Si bien las primeras cohortes analizadas (hasta 1928) podran estarmostrando un perfil ms propenso a posturas de centro y con dificultadespara ubicarse en el eje izquierda derecha, se observa con claridad una prime-ra generacin, que incluye desde los nacidos en los ltimos aos 20 hasta los

nacidos en la dcada del 40 y que se caracteriza por una autoidentificacinde derecha. Una segunda generacin es muy claramente de izquierda (naci-dos en los aos 50, 60 y primeros 70) y una tercera generacin donde ambosextremos tienen baja presencia y son sustituidos por respuestas de centro yespecialmente por la opcin de no respuesta (nacidos a partir de 1980).

El anlisis de la pregunta de autoidentificacin para el caso de Chilees ms revelador si se segmenta en 5 tramos la escala original, ya que, comose vio, los patrones evolutivos no son comunes para toda la rama izquierda y

para toda la rama derecha, sino que pueden apreciarse movimientos intere-santes entre los distintos centros y los extremos de la escala.



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Los resultados se pueden observar en el Grfico 4. En el panel decoeficientes de edad se reitera lo apreciado en el caso uruguayo, con preva-lencia de la izquierda en las edades ms tempranas, y luego varios picos,

primero de centro-izquierda (centrado en los 40 aos), luego de la centro-derecha (centrado en los 50 aos) y finalmente de la derecha (a partir de los60). Puede apreciarse sin embargo un pico de la izquierda para edades muyaltas, as como un comportamiento en forma de U invertida para la no res-puesta (alcanzando los puntos ms altos para las edades entre 33 y 43 aos).

Los coeficientes de perodo, por su parte, no revelan un panoramaclaro, con alternancias muy frecuentes entre los distintos tipos deautoidentificacin. S es de notar el crecimiento de la no respuesta, que se

mantiene muy alta en todos los perodos posteriores a 2002. Este aumentopodra ser explicado por un gran escndalo de corrupcin ocurrido duranteel mandato del presidente Lagos, y que implicaba a varios jerarcas de esa y dela pasada administracin.

Por ltimo, analizando los coeficientes por cohorte, tambin aqu pue-den identificarse tres generaciones, de las cuales la primera y la ltima se pare-cen a las generaciones uruguayas. La primera incluye a los nacidos en los aos30 y se trata de un grupo con altos porcentajes de no respuesta y opciones de

centro-izquierda y centro-derecha, con muy bajo peso del centro y de losextremos. La segunda generacin podra incluir a los nacidos en los aos 40,50, 60 y primeros 70, y se caracteriza por una alta tendencia a posicionesextremas y de centro, con baja incidencia de centro-derecha y centro-izquierday una notoriamente baja frecuencia de no respuesta. En una primera mitad deesta generacin tiene predominancia la derecha, mientras que en la segunda laizquierda es el extremo preponderante10. En definitiva, este conjunto de cohortespuede ser visto como una generacin de posturas extremas, protagonista de la

movilizacin de cara al plebiscito de 1988. Finalmente la tercera generacinque surge de este anlisis abarca a los nacidos con posterioridad a 1975, ynuevamente al igual que en el caso uruguayo pero aqu con ms nfasis, desta-ca la importancia de la no respuesta, as como tambin en alguna medida y enforma creciente la autoidentificacin con la centro derecha.

Si se observa detenidamente, se podra afirmar que existe un pequeorepunte de la izquierda para las cohortes ms recientes, que podra estar

10

Esto es as para los nacidos en los 60, que eran los electores ms jvenes en el plebiscitode 1988 y la eleccin del ao siguiente.



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POSTData18, N 2,

capturando el movimiento de las juventudes chilenas ms de izquierda, queha logrado instalar un conflicto desde un movimiento social protagonizadopor estudiantes nacidos en aos posteriores a los que la muestra temporal

permite capturar. En atencin a lo que se aborda en secciones siguientes,conviene apuntar que este movimiento se dio en forma independiente delsistema de partidos dando cuenta incluso de cierta falta de inters por elsistema de partidos (ms all de una identificacin de varios de sus lderescon el Partido Comunista).

Voto por partido en Uruguay

En cuanto al voto por partido en Uruguay se retoma el anlisis deFlores y Selios (2011) en este caso con datos actualizados, incluyendo losaos 2009 y 2010. Los resultados se presentan en el Grfico 5 y muestranque las conclusiones centrales se mantienen y adquieren mayor nitidez, con-firmando que en los distintos componentes el voto al FA muestra comporta-mientos similares a los de la autoidentificacin de izquierda, y el voto a lospartidos tradicionales se asemeja a la autoidentificacin de derecha.

En los coeficientes de perodo se puede apreciar la ya mencionadatendencia temporal al crecimiento de la izquierda y la cada de la derecha enla primera dcada de este siglo una vez que se controla por la edad y lacohorte a la que pertenecen los votantes. El voto al FA, en particular, pareceseguir un ciclo poltico que le es favorable, incrementndose notoriamenteesa intencin de voto en los aos electorales (la no respuesta y el no voto, porsu parte, muestran un ciclo poltico inverso tambin muy marcado11).

Los coeficientes de edad muestran perfiles que acentan los detecta-

dos para la autoidentificacin ideolgica, con un decrecimiento sostenidodel FA y un crecimiento gradual de los partidos tradicionales a medida quese envejece. Debe sealarse que en las edades ms tempranas existe un debi-litamiento del patrn detectado en la variable autoidentificacin, ya que enlas primeras edades de la muestra se observan coeficientes ms bajos de votoal FA y ms altos para el voto a los partidos tradicionales. Esto podra obede-

11 Debe tenerse presente que en Uruguay la incidencia de las distintas opciones que

implican no voto a los partidos sealados (no respuesta, no sabe, no vota, vota a otrospartidos) tiene un peso muy menor.



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cer a la dificultad de los mtodos de estimacin para identificar un fenme-no generacional en las primeras y ltimas cohortes.

Finalmente, el perfil de cohortes del voto por partido muestra en

Uruguay una historia tambin muy ntida de tres generaciones. La primerade ellas puede ubicarse abarcando a los nacidos desde los aos 20 hasta1945, y es la generacin votante de los partidos tradicionales, cuyos inte-grantes tenan ms de 26 aos cuando se funda el FA en 1971.

La segunda generacin es la de los nacidos entre 1950 y 1984, conrasgos ms marcados para los nacidos hasta 1965 y ms dbiles para losnacidos entre el 65 y el 84. La primera parte de esta generacin es la dequienes fueron jvenes a fines de los aos 60 y principios de los aos 70, y

fue la generacin ms activa a la hora de la fundacin del FA. Su socializacintranscurri en una poca marcada por la crisis econmica y la alta conflictividadsocial. Mientras tanto, la segunda mitad de esta generacin atraves su socia-lizacin tarda durante la ltima dictadura militar e incluye por ejemplo atodos aquellos que iniciaron la escuela bajo el rgimen dictatorial.

La tercera generacin identificada integra a las cohortes de los nacidosa partir de 1985, socializados en los aos 90, y se caracteriza por una cadasimultnea del voto al FA y a los partidos tradicionales (ms acentuada en el

segundo caso) y una tendencia a opciones de no voto a ninguna de las fami-lias ideolgicas uruguayas. Este resultado cuestiona severamente lasostenibilidad del llamado efecto demogrfico del crecimiento del Frente

Amplio en Uruguay, que sigue siendo votado por los jvenes (aunque conrasgos no tan marcados para los ms jvenes) pero no integra el perfil deautoidentificacin de las nuevas generaciones. Por este motivo, puede espe-rarse que a medida que envejezca esta generacin presente una cada de laidentificacin frenteamplista ms marcada que lo que ha sido habitual en lasgeneraciones previas.

Participacin electoral en Chile

La informacin sobre participacin electoral en Chile, como en Uru-guay, se obtiene de la pregunta Si este domingo hubiera elecciones, porqu partido votara?12. Las categoras utilizadas para recoger la no adhesin

12

La pregunta tuvo leves variaciones en algunos aos, en que se pregunt la intencin devoto si las elecciones fueran maana.



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a un partido fueron cambiando en el perodo analizado, y slo desde 2001se cuenta con la categora de no inscriptos, particularmente relevante en elcaso chileno. En el Grfico 6 se presenta la composicin de esta variable en

2010, desglosando los diferentes tipos de no adhesin partidaria, que comose aprecia representa el 51% de las respuestas y entre ellas las categoras quereflejan indecisin o no declaracin en la encuesta tienen un peso menor(17% del total).

En el Grfico 7 se muestra la evolucin desde 2001 de estas mismascategoras, observndose un crecimiento sostenido de los indecisos y los noinscriptos, que pasan de ser poco ms del 5% en 2001 al 14% y 10%respectivamente al final de la dcada. Las categoras No responde y Blan-

co/Nulo se mantienen en torno a un 5% a lo largo del perodo, mientrasque No vota/Ninguno podra registrar un muy gradual descenso.

El anlisis desde el enfoque APC ha debido realizarse con una mayoragregacin de categoras a los efectos de poder utilizar la informacin para elperodo 1995-2000. En el conjunto del perodo muestral pueden analizarselas categoras No sabe, No responde, y un agregado de los no inscriptosy de quienes no votan y de aquellos que votan pero no lo hacen por un partido.

A este agregado se le denomina No vota partidos (nvp) en adelante.

Para el anlisis APC se obtuvieron en primera instancia las tablas deocurrencia por edad y perodo para las tres respuestas mencionadas. El resu-men de los coeficientes obtenidos en los tres modelos se presenta en el Gr-fico 8. Los coeficientes de perodo muestran que no ha existido un cambiosustancial en la composicin de las respuestas de no adhesin una vez depu-rados los efectos explicados por la edad y las cohortes a las que pertenecen losvotantes de cada perodo. Los coeficientes de edad, por otra parte, describenun comportamiento con diferencias marcadas. La no respuesta y la indeci-

sin se presentan como un fenmeno propio de las edades ms avanzadas(con un leve pico para edades muy tempranas), mientras que el no voto apartidos tiene especial incidencia en los jvenes y decrece gradualmente conel envejecimiento.

Los coeficientes de cohortes tambin revelan un panorama muy nti-do, en el que ns y nr describen una U invertida, con alto peso en lascohortes 1943-1975 y muy escasa influencia en las cohortes de los aos 80.El no voto y no voto a partidos tiene un comportamiento inverso, en forma

de U, con alta presencia en las cohortes ms antiguas (nacidos en los aos20) y sobre todo un crecimiento muy marcado y gradual para todas las



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generaciones de la segunda mitad del siglo, siendo especialmente alto en laspersonas nacidas a partir de los aos 70.

Se definen as tambin tres generaciones. La primera corresponde a

los nacidos en los aos 20 y 30, con cierta tendencia al no voto a partidos yuna aparentemente baja incidencia de no respuesta. La segunda coincidecon la generacin de extremos ideolgicos de los nacidos entre la mitad de ladcada del 40 y la mitad de los 70, que se caracterizan por ser votantes departidos, pero entre ellos es especialmente importante la no respuesta. Estageneracin vivi, como en el caso uruguayo, el perodo dictatorial durante susocializacin y su socializacin tarda. Especficamente gran parte de estageneracin se inscribi y vivi la movilizacin en torno al plebiscito de 1988.

Finalmente, aparece tambin aqu la tercera generacin, que no particip enel plebiscito y se ha socializado en democracia, stos suelen expresar su op-cin pero es significativamente mayor el no voto a partidos.

VII. Recapitulacin y conclusiones

El trabajo ha repasado las principales variables que tanto para Uru-

guay como para Chile han sido analizadas como parte del problemageneracional. Para ello, con el modelo APC se han podido aislar efectos deedad, perodo y cohorte. Si se considera el perodo, se mostr cmo ciertosacontecimientos afectan momentneamente las opiniones y predisposicio-nes de la poblacin. Especficamente se registraron importantes fluctuacio-nes en los pases estudiados debido al ciclo poltico o las crisis econmicas.

Segn la edad, se ha podido ver que el efecto de envejecimiento operaen los dos pases. Los jvenes son de izquierda por ser jvenes, y los mayores

de derecha, mientras que en torno de los 40 aos se sita el punto de quiebre(en Chile se da en edades ms avanzadas). Es notable observar que en el casochileno, los mayores son ms de izquierda que lo que lo son en Uruguay.Esto podra ser producto del viejo sistema de partidos chilenos (1964-1973),polarizado y tendiente a crear identidades partidarias fuertes.

La identificacin de efectos de cohorte es la contribucin principal deeste trabajo, y lleva a que en ambos pases pueda constatarse la existencia deperfiles generacionales en las preferencias polticas de los ciudadanos. Un

abordaje explicativo excede lo que la metodologa aqu empleada permiteobtener, siendo necesario el recurso a tcnicas que permitan considerar la



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POSTData18, N 2,

complejidad de los fenmenos aqu descritos. No obstante, la sincrona en-tre los quiebres generacionales y los eventos polticos ms traumticos de lahistoria reciente en Chile y Uruguay hace ineludible una hiptesis causal.

En particular, en la dcada del 70 y primeros aos 80 se verifica un cambiomarcado en las preferencias polticas, y junto con diversos elementoscontextuales del perodo, las dictaduras militares en ambos pases son unelemento de primera relevancia para explicar el sentido en que se dierondichos cambios.

En ambos pases aparecen tres generaciones claramente distinguibles:la primera es la de aquellos que eran adultos cuando comenzaron las dicta-duras militares, la segunda rene las cohortes de adultos jvenes, jvenes y

nios durante la dictadura, y por ltimo se aprecia una tercera generacincorrespondiente a los ciudadanos que se han socializado en democracia, losadultos jvenes y jvenes de hoy da. Esto indica que las dictaduras tuvieronefectos sobre aquellas personas que se socializaron en ese perodo y participa-ron de los movimientos de la reapertura democrtica. Lo que Toro llama lageneracin Pre-Plebiscito surge no slo en el caso chileno, sino tambin enel uruguayo.

A pesar de las similitudes, las generaciones son algo diferentes en

Chile y Uruguay, sobre todo en la generacin intermedia. Mientras que enUruguay es el sustento electoral del Frente Amplio, y est identificada con lacentro-izquierda, en Chile se presenta como la de mayor participacin envoto a los partidos, pero es a su vez la ms extremista en sus posicionamientospolticos. Esto podra corresponder a que fueron ciudadanos que se inscri-bieron en el perodo de auge cuando el plebiscito de 1988 (Toro 2008).

En la primera generacin tambin hay diferencias, ya que en Chilesuelen responder a la pregunta sobre intencin de voto y se muestran con un

perfil de centro izquierda, mientras que en Uruguay estn fuertemente iden-tificados con los partidos tradicionales. En ambos casos se puede interpretaruna incidencia de las identidades polticas creadas en el pasado, ya que en elcaso chileno estos partidos fueron desapareciendo mientras que en Uruguayan permanecen.

Por ltimo, la tercera generacin muestra dos realidades similares entreambos pases, pero diferenciadas en su magnitud. Las nuevas generaciones,tanto en Chile como en Uruguay, son ms centristas y votan menos a parti-

dos establecidos que sus antecesoras, pero en el caso chileno es realmentellamativa la presencia del no voto a partidos. O sea, las generaciones ms



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jvenes parecen ms refractarias a la oferta establecida, sin embargo no sonnecesariamente ms apticas. En este sentido Soto (2013: 37) encuentraque en Chile las nuevas generaciones, nacidas a partir del ao 1985 y socia-

lizadas en los escenarios de protagonismo juvenil de los ltimos aos, pre-sentan coeficientes de apoyo al sistema democrtico positivos, ms que lasrestantes generaciones.

Es relevante interpretar los resultados anteriores en cuanto a las razo-nes que pueden explicar estas diferencias sobre la tercera generacin entreUruguay y Chile. Una primera explicacin se centra en el diseo electoralchileno, las circunscripciones binominales, el voto preferencial13, y el viejomecanismo del registro voluntario de electores combinado con la obligato-

riedad del sufragio. La combinacin de los ltimos dos factores menciona-dos provocaba que las nuevas generaciones no participaran electoralmente,pues una vez inscripto se tena que votar siempre, lo que haca alto el costo deinscripcin. Otra tesis es que a partir del formato binominal y el voto prefe-rencial se generaba una importante desproporcionalidad en el sistema chile-no, fortaleciendo lgica de bloques polticos y lgica de cpula, que noslo no contemplaran el amplio espectro de las preferencias ideolgicas delos ciudadanos de las nuevas generaciones, sino que los alejara de la poltica.

Tal vez este fenmeno de apata se transforme con las modificaciones delsistema de registro y voto.

Cuando se intenta analizar la izquierda y derecha como bloques, seencuentra que la evolucin observada en Uruguay admite la agregacin detoda la rama izquierda y toda la rama derecha, mientras que en Chile esrelevante distinguir los distintos centros respecto a los distintos extremos.Esto implica que a nivel de opinin pblica no existe una lgica de blo-ques tan marcada como entre los partidos polticos, sino que existe ms

diversidad.En Uruguay, sin embargo, existen primarias abiertas que generanmovilizacin y fortalecen las identidades partidarias, y adems el sistema secaracteriza por su proporcionalidad, lo que podra mejorar los vnculos derepresentacin. El triunfo del Frente Amplio, alcanzado con crecimientoseleccin tras eleccin, contribuy a que los partidos polticos consiguieran

13 El voto preferencial hace que el elector deba elegir uno de dos candidatos por coalicin,

lo que sustituye otras formas de dirimir internas y movilizar electorado como pueden serlas primarias abiertas.



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encantar a varias generaciones. Sin embargo, sta parece haber dejado de serla situacin en lo que respecta a la nueva generacin, que se presenta un pocoms alejada de la poltica.

Una clave para entender la forma en que las generaciones conformansu identidad poltica y a la vez inciden en el sistema, est en contemplar lascaractersticas del sistema de partidos y las instituciones. Traumas sociales ypolticos como las dictaduras dejan marcas diferentes en cada cohorte, yconsiderar estas diferencias es relevante para interpretar dinmicamente elmodo en que cada generacin se constituye como un vehculo de cambio.Las caractersticas del sistema poltico y electoral pueden ser determinantespara que el cambio se produzca con mayor o menor facilidad, dentro del

sistema o contra l.Estos indicios sugieren una ambiciosa agenda de investigacin, que

profundice el anlisis sobre la forma en que los sucesos histricos, mediadospor diseos institucionales determinados, imprimen rasgos generacionalespermanentes en la ciudadana. Si bien las generaciones polticas son un veh-culo por el cual los eventos del pasado se materializan en el presente, tam-bin son el mecanismo por el cual cada sociedad se adapta a su poca em-prendiendo procesos de cambio poltico y social. En este sentido, seguir de

cerca los cambios que caracterizan a las sucesivas generaciones, y analizar laforma en que cada una da cuenta del pasado y se posiciona hacia el futuro,son tareas necesarias para lograr una mejor comprensin de las dinmicas decambio social.



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GRFICO 1Nmero de observaciones por edad y perodo, Uruguay y Chile,

1995-2010

Fuente: Elaboracin propia en base a datos de Latinobarmetro.


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POSTData18, N 2,

GRFICO 2Evolucin de la autoidentificacin ideolgica, Uruguay y Chile, aos

1995 a 2000, cinco tramos.




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392

GRFICO 3Coeficientes del modelo APC para autoidentificacin en Uruguay,

1995-2010, tres tramos




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POSTData18, N 2,

GRFICO 4Coeficientes del modelo APC para autoidentificacin en Chile,

1995-2010, 5 tramos




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GRFICO 5Coeficientes del modelo APC para voto por familia de partidos en

Uruguay, 1995-2010, Frente Amplio, Partidos Tradicionales y No voto

Fuente:Elaboracin propia en base a datos de Latinobarmetro.



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POSTData18, N 2,

GRFICO 6Intencin de voto en Chile, 2010


GRFICO 7

Evolucin de la intencin de voto en Chile, 2001-2010,% del total de respuestas

Fuente: Elaboracin propia en base a datos de Latinobarmetro



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GRFICO 8Coeficientes del modelo APC para no identificacin partidaria en Chile,

1995-2010, No Responde, No Sabe, No vota partidos




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Resumen

Las preferencias y actitudes polticas delos ciudadanos se modifican en el correr

de la vida, tanto por el envejecimiento

como por las circunstancias sociales que

se atraviesan. Pero cada generacin puede

tener rasgos distintivos en esa evolucin,

probablemente marcados por los aconte-

cimientos transcurridos en el perodo de

socializacin. Este trabajo analiza la exis-tencia de efectos generacionales

distinguibles en las preferencias polticasde los ciudadanos en Uruguay y Chile,

dos pases que atravesaron dictaduras mi-

litares en el perodo reciente. Utilizando

datos de encuestas de opinin pblica de

Latinobarmetro (1995-2010) se aplica

el enfoque APC para analizar los perfiles

en la autoidentificacin ideolgica y la

intencin de voto de los chilenos y losuruguayos. Se concluye que existen va-



38/38

riaciones significativas en las preferencias

polticas en conjuntos de cohortes o ge-

neraciones marcadas por el perodo auto-

ritario en los dos pases estudiados.

Palabras clave

generaciones dictaduras voto - opinin pblica - metodologa APC

Abstract

Citizens political attitudes and preferences

evolve in the life course, because of ageing

as well as situations that each society

experiences. Nonetheless, each generation

can have distinctive characteristics in such

evolution, probably as a result of events that

happened when their socialization was

being processed. This paper analyzes theexistence of distinguishable generational

effects in the political preferences in

Uruguay and Chile, two countries that went

through military dictatorships in the

recent past. Using public opinion polls

from Latinobarmetro(1995-2010), weapply the APC approach to analyze

ideological auto identification and vote

intention profiles of Chileans and

Uruguayans. We conclude that in both

countries significant variations in political

preferences exist for different groups of

cohorts (or generations) that were marked

by the authoritarian regime.


Key words

generations dictatorships vote - public opinion - APC approach

dictacturas y generaciones en chile y uruguay. un análisis de las preferencias políticas de los...

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