diana, entre el ser madre y el buen obrar

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Diana, entre el ser madre y el buen obrar Por: Aldo Ardines. Portobelo es un pueblo caribeño, con arenas doradas y aguas cristalinas en sus playas, y en dondesus palmeras danzan al son de la brisa tropical. Las casas de madera hacen alusión al periodo colonial y sus calles adoquinadas y adornadas proyectan el progreso. El olor a marisco es lo típico de la región.Comprar un pescado frito, un guisado de langosta o un ceviche de calamar es lo normal. A la gente de este pueblo le encanta disfrutar de los recursos naturales. Diana era una mujer soltera que trabajaba como enfermera en el centro de salud de Portobelo. Ella vivía en la única casa de dos plantas del sector este del pueblo, con su hijo Cristian, quien tenía 17 años. En su familia, a pesar de la ausencia de la figura paterna, nunca le faltó el cariño. Para ellos, el desayuno era el momento propicio para charlar y, la noche, para estar juntos frente a la televisión. Para Diana, su hijo era el propósito de su vida. Una mañana, el pueblo amaneció alarmado por la terrible noticia del cruel y brutal asesinato del hijo único del Sr. Mcmanan, quien era el hombre más rico de la región y el propietario de los botes pesqueros. Era percibido por la gente como una persona honesta y muy solidariacon las obras sociales, construyó el centro de salud. Por las calles,junto a la gente,caminaban la incertidumbre y la tristeza, pero corría la duda sobre el móvil del crimen, si era un simple robo o una pasada de cuenta. Al día siguiente, la Policía no había arrestado a los responsables del crimen, sin embargo, tenía algunas pruebas de que los asesinos descuartizaron el cadáver,para ocultarlo en pequeñas bolsas negrasy no dejar rastros. En la noche, Diana percibió que Cristian estaba molesto por algo, y dedujo que podía ser por sus llegadas tarde a casa en los últimos días debido al sobre- tiempo en el trabajo. Durante la cena, Cristian mantuvo una actitud callada y

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Diana, entre el ser madre y el buen obrar

Por: Aldo Ardines.

Portobelo es un pueblo caribeño, con arenas doradas y aguas cristalinas en sus

playas, y en dondesus palmeras danzan al son de la brisa tropical. Las casas de

madera hacen alusión al periodo colonial y sus calles adoquinadas y adornadas

proyectan el progreso. El olor a marisco es lo típico de la región.Comprar un

pescado frito, un guisado de langosta o un ceviche de calamar es lo normal. A la

gente de este pueblo le encanta disfrutar de los recursos naturales.

Diana era una mujer soltera que trabajaba como enfermera en el centro de salud de

Portobelo. Ella vivía en la única casa de dos plantas del sector este del pueblo, con

su hijo Cristian, quien tenía 17 años. En su familia, a pesar de la ausencia de la

figura paterna, nunca le faltó el cariño. Para ellos, el desayuno era el momento

propicio para charlar y, la noche, para estar juntos frente a la televisión. Para

Diana, su hijo era el propósito de su vida.

Una mañana, el pueblo amaneció alarmado por la terrible noticia del cruel y brutal

asesinato del hijo único del Sr. Mcmanan, quien era el hombre más rico de la

región y el propietario de los botes pesqueros. Era percibido por la gente como una

persona honesta y muy solidariacon las obras sociales, construyó el centro de salud.

Por las calles,junto a la gente,caminaban la incertidumbre y la tristeza, pero corría

la duda sobre el móvil del crimen, si era un simple robo o una pasada de cuenta.

Al día siguiente, la Policía no había arrestado a los responsables del crimen, sin

embargo, tenía algunas pruebas de que los asesinos descuartizaron el cadáver,para

ocultarlo en pequeñas bolsas negrasy no dejar rastros.

En la noche, Diana percibió que Cristian estaba molesto por algo, y dedujo que

podía ser por sus llegadas tarde a casa en los últimos días debido al sobre- tiempo

en el trabajo. Durante la cena, Cristian mantuvo una actitud callada y

misteriosa;después, subió y se encerró en su habitación. Diana no le insistió y lo

dejó descansar.

El día siguiente era libre para Diana,pero prefirió levantarse temprano, como de

costumbre, para prepararle el desayuno a su hijo y así aprovechar para hablar con

él. Pasaron los minutos, cuando le pareció extraño a ella que Cristian no bajara a

comer; entonces, subió a su cuarto, le tocó la puerta y lo llamó, como no respondió,

abrió la puerta y descubrió que había salido.

La alcoba estaba desordenada por completo, lo que a ella le pareció extraño, pero

sin titubear empezó a ordenar la cama, la cómoda y por último el armario. A Diana

le llamó la atención un bulto negro escondido allí, medio cubierto por una toalla

que lo hacía verse más misterioso. Se detuvo, porque no quería faltar a la

privacidad de su hijo; sin embargo, la curiosidad la impulsó a investigar y puso la

mano en el paquete, lo abrió y… Temblando se volvió a sentar en la cama, y

comenzó a llorar desconsolada, no podía creer lo que había visto. De pronto, corrió

al teléfono para llamar a su hermana y contarle lo sucedido, pero en el preciso

momento que marcó, reaccionó y cerró la llamada, y se dijo: - ¿Qué estoy

haciendo? Es mi hijo.

Sentada en el sillón de la sala por horas esperó a Cristian, quien llegó temeroso y

empapado de sudor. Ella, sin dudar, lo encaró para que le explicara y le dijera la

verdad. Él, bajó la cabeza, y rompiendo en llantos se arrodilló para pedir perdón

diciéndole:

— Estábamos jugando los tres con la escopeta, cuando inesperadamente en mi

mano,se disparó el arma; el proyectil fue a parar en el pecho de Michael. Fue tan

rápido todo, que no pudimos hacer nada para salvarlo. Por miedo a ir a la cárcel,

Luis y yo decidimos descuartizar el cuerpo para desaparecerlo.

Diana, desconcertada por lo que escuchó, lo abrazó fuerte.

A la hora, llegó a la casa la patrulla de la Policía a buscar a Cristian, quien había

sido acusado de cómplice por su compañero Luis, quien fue arrestado cuando

trataba de salir del pueblo la noche anterior. Aparentemente, serena, Diana entregó

a su hijo a las autoridades, y él lloroso la miró y le dijo:

— madre, recuerda que esa noche estuve contigo.

Ella sin contestar dejó llorar su interior.

A los dos días, Diana recibió una carta del juez, quien la citó para que fuera a

declarar a los tribunales de justicia. Esta mujer se encontró con la difícil situación

de elegir entre ir y mentir ante la ley para salvar a su hijo; o, simplemente, declarar

la verdad y enfrentar la posibilidad de que él fuera condenado a muerte.