desde una perspectiva libertaria 1

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  • 8/9/2019 Desde una perspectiva libertaria 1

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    Quin gobierna?Los polticos que triunfan en las elecciones no gobiernan, slo son hombres de pajaque viven de dorarnos la pldora de las decisiones tomadas por los autnticos gober-nantes del mundo: los financieros y las multinacionales.

    A aquellos que toman las grandes decisiones que afectan a nuestro futuro y al futurode la propia humanidad no los elegimos nosotros democrticamente, sino que se impo-nen ellos mismos con el poder de su dinero.

    As, hemos visto como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial han

    impuesto su ley a Grecia, al gobierno Zapatero y a la cimera de Toronto. Cundo vo-taste al FMI? Cundo participaste en un referndum sobre las decisiones a tomarpara solucionar la crisis? El capital impone su dictadura y la poltica es una farsa.

    Hay crisis, porque el proceso econmico no tiene control democrtico. La salida ala crisis la pagamos los trabajadores, porque los polticos no son ms que unos charla-tanes a sueldo de los capitalistas. Y los trabajadores esperamos la solucin de manosde los mismos que han creado el problema, porque nos da miedo enfrentarnos a la ver-dad y preferimos dejarnos engaar por los medios de comunicacin.

    La verdad es que los capitalistas se enriquecen haciendo pagar a los trabajadores

    una crisis que dura ya 100 aos. La verdad es que el capitalismo no es ms que una es-tafa a los trabajadores y a los pueblos. La verdad es que el capitalismo es la crisis de lahumanidad.

    Slo cuando los pueblos se gobiernen a s mismos suprimiendo el estado, dando delado a toda clase de polticos y convirtiendo los medios de produccin y el producto deltrabajo en propiedad colectiva, la economa podr ser regida democrticamente y la or-ganizacin de la sociedad se corresponder con los intereses de la comunidad de ciuda-danos y no con los de los estafadores y especuladores.

    Mientras el capital te desangra, no esperes que te salven lospolticos. Slo la autoorganizacin de la sociedad ofreceun camino de salida.

    Desde unaDesde una

    perspectivaperspectivalibertarialibertaria

    1Julio 2010

    Peridico de frecuencia imprevisibleEdita: Sociedad CulturalApoyo MutuoCorreo: [email protected] Legal: B-32993-2010

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    Las colectivizacionesLa rebelin militar de julio de 1936 provoc una sublevacin del proletariado y

    del pueblo que fue mucho ms all de la simple defensa del sistema republicano.

    Tan pronto como el golpe militar fue aplastado, se inici un proceso espontneoque no slo no responda a los deseos de la Repblica, sino que incluso contrade-ca las consignas de los sindicatos de transformacin de la sociedad y de la vida ensu conjunto. Este estallido de libertad y de alegra en el despuntar de una nueva so-ciedad tuvo una base material inmediatamente perceptible: las colectivizaciones. Secolectivizaron fbricas, campos, bares, cines e incluso peluqueras. La fiebre colecti-

    vista era la fiebre de la revolucin, la fiebre de un pueblo esclavo presuroso por al-canzar su sueo de organizar y gobernar su propia vida.

    La colectivizacin signific expropiar a los empresarios y empezar a producir bajolas directrices y el control de los propios trabajadores. La colectividadindustrial es-taba estructurada del siguiente modo: una asamblea general, en la que participa-

    ban todos los trabajadores de la empresa, tomaba las decisiones importantes: qu,cmo, cuanto y para qu se produca, un consejo de empresa, encargado de llevar acabo las decisiones de la asamblea general y de estudiar las cuestiones tcnicas liga-das a la produccin, y un comit sindicalque velaba por los intereses del trabajadoren tanto que productor. Estas colectividades se unieron entre s formando las agru-

    paciones, que tenan la misma estructura orgnica. Estas agrupaciones se formabano con empresas del mismo ramo (unificando las empresas) o con empresas, cuyosproductos estaban interrelacionados.

    La produccin colectivizada no slo mostr el camino hacia la nueva sociedad(que los fascistas dinamitaron), sino que demostr 1) que una produccin racionalno precisa de empresarios y que los trabajadores solos son perfectamente capacesde organizar la produccin, 2) que, con la colectivizacin de la industria, se lograbanmejoras de la produccin tanto en el aspecto tcnico, como en el de gestin, que su-peraban con creces la organizacin empresarial anterior, 3) que las condiciones detrabajo y de vida de los trabajadores pueden mejorar sustancialmente, sin perjudi-car la produccin de los bienes socialmente necesarios, 4) que, cuando el trabajoest dirigido y controlado por los propios trabajadores y orientado a la satisfaccinde las necesidades humanas, no es una esclavitud.

    Sin embargo, la Repblica y los partidos polticos se encargaron de frenar esta ex-periencia nica en la historia (tan alejada del capitalismo como del estatismo sovi-tico) a la espera de que los franquistas acabasen por destruirla completamente.

    Os proponemos una pequea bibliografa introductoria:

    CASTELLS DURAN, Antoni: Las colectivizaciones en Catalunya (1936-1939),So-lidaridad Obrera, nmero especial Centenario de la CNT (2010) 18-19

    LEVAL, Gastn: Colectividades libertarias en Espaa. Madrid: Aguilera 1977

    MINTZ, Frank: Autogestin y anarcosindicalismo en la Espaa revolucionaria.

    Madrid: Traficantes de sueos 2006SEMPRN-MAURA, Carlos: Las colectivizaciones en Catalua en Revolucin ycontrarrevolucin en Catalua (1936-1937). Barcelona: Tusquets 1977

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    Dictadura militarParece que ya no es suficiente con el ftbol, los culebrones y los programas llama-dos del corazn para mantener a la ciudadana en un mundo de ilusin, fantasa y

    color. Por eso, ahora se recurre a una de las herramientas ms viejas, de contrastadaeficacia, eso s, de las que dispone el sistema: el nacionalismo, el patrioterismo.Todo por la patria (catalana en este caso). Se vuelve a tocar la fibra sensible paraocultar la situacin real (y futura) de los trabajadores. Y lo peor es que se volver acaer en la misma trampa y, temporalmente, los graves problemas de nuestra socie-dad quedarn ocultos por el brillo de un Estatuto que reclama venganza.

    Qu hacer en estos momentos? Evidentemente, no hay que perder ni un solo se-gundo en analizar la sentencia, ni la actitud del Tribunal Constitucional (valdra lapena acaso estudiar la legalidad de las sentencias franquistas? No est claro que

    este sistema no es el nuestro?) Lo nico que podemos hacer es denunciar una y otravez que la crisis actual viene provocada por la misma estructura interna del capita-lismo y que mientras sigamos en l, no podemos esperar otra cosa. Y, tambin, re-calcar que iremos a peor, no se trata slo de retrasar la edad de jubilacin, sino queestamos empeorando nuestro nivel de vida al tiempo que estamos matando a nues-tro planeta. Y no hablemos ya de los habitantes del tercer mundo. Qu nos preocu-pa? Que no podremos tener la tele de 30 pulgadas para ver el mundial? Habrque recordar que cada da mueren de hambre decenas de miles de personas?

    Y, finalmente, hay que gritar con voz bien alta que los polticos slo sirven paramantener este sistema esclavista y que nuestra opinin les importa bien poco: ellos

    saben a quin tienen que obedecer. Ah quedan las manifestaciones de Jose DuraoBarroso, ni ms ni menos que el presidente de la Comisin Europea, que, ni corto niperezoso, dijo en un encuentro con la Confederacin de Sindicatos de Europa(ETUC), el pasado mes de junio que: si no se implantan los paquetes de me-didas de austeridad, en esos pases podra desaparecer la democraciacomo la conocemos actualmente. No hay otra alternativa, refirindose aEspaa, Portugal y Grecia. Ms claro el agua: que no se nos ocurra oponernos a es-tas medidas, porque impondrn una dictadura militar.

    Ante esto, tienen que perder un slo segundo los anarcosindicalistas en analizar lasentencia del estatuto? No, hay otras cosas infinitamente ms importantes en las

    que trabajar.

    Por ejemplo, en que estos tres fantasmas(Georgios Papadopoulos, Antonio de Olivei-ra Salazar y Francisco Franco) no se reencar-nen en nuestro tiempo.

    Y en asegurarnos de no volver a caer en latrampa de defender su democracia, sino ins-taurar la nuestra: la democracia directa, sin

    polticos ni gobiernos.

    Ellos mandan an... Porque t obedeces

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    Colectivizarla economa

    Este mes conmemoramos de nuevo el aniversario de la revolucin social de 1936.Entonces, como hoy, haba dos grandes posturas ante la crisis existente: la de losque se preocupaban por la unidad de la patria, la liberacin nacional, la repblica, lamonarqua y otras politiqueras y los que luchaban por mejorar la calidad de vida dela poblacin.

    Nuestros abuelos nos dieron una leccin histrica: colectivizar la economa era lapiedra de toque del cambio y no esperaron a que los polticos pensaran en ella. Pri-mero la colectivizacin, luego la repblica y, si la repblica se opona a la colectivi-zacin, slo colectivizacin.

    Los avances tecnolgicos, los logros del conocimiento y los recursos naturales nodeben servir para aumentar los beneficios de los explotadores del trabajo ajeno,sino para mejorar la vida del conjunto de la poblacin.

    Los economistas y los polticos se han puesto de acuerdo: ya no es posible seguirconjugando el aumento de los beneficios de los capitalistas y la mejora de la calidadde vida del pueblo. Ellos dicen hay que apretarse el cinturn, nosotros responde-mos hay que colectivizar.

    Debemos seguir el ejemplo de nuestros abuelos: es la colectividad quien debe de-cidir qu y cmo se produce. No podemos seguir destruyendo nuestras vidas y la de

    nuestros descendientes junto con la delplaneta en una desaforada carrera deproductivismo y consumismo para quese enriquecezcan aun ms los cuatroamos del mundo.

    Por ello, ahora ms que nunca, nues-tros objetivos deben ser la mejora de lacalidad de vida (trabajar menos y vivirmejor), la supresin del estado (los po-

    lticos a la fbrica) y la colectivizacinde la economa.

    Ante la crisis actual de laeconoma, ante la crisis sis-tmica del capitalismo,ante la crisis de civilizacinde nuestra era, slo se abreun camino que sea digno de

    ser seguido: el de la demo-cracia directa y la colectivi-zacin de la economa.