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  • 7/21/2019 Debate Sahlins

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    Encuentros (polmicos) en el Pacfico

    entre viajeros ilustrados y nativos

    F E R N A N D O M O N G E

    Instituto de Historia. CSIC. Madrid

    RESUMEN

    Este artculo aborda la peculiar naturaleza de los encuentros entre pueblos nativos

    del Pacfico y exploradores ilustrados, as como el modo en que esos exploradores y los

    antroplogos contemporneos los han interpretado. No obstante y a pesar de la impor

    tancia que esos encuentros han tenido, el objetivo fundamental de este artculo es abor

    dar cmo los antroplogos se han encontrado con el tiempo y cmo ste ha hecho

    evidente el modo en el que los antroplogos hacemos nuestras interpretaciones. Una

    parte importante del artculo se centra en la muerte del Capitn Cook y en la controver

    sia que dicho acontecimiento provoc entre Sahlins y Obeyesekere.

    Palabras clave: Mtodos antropolgicos. Historia de la antropologa. Exploraciones

    ilustradas, Pueblos del Pacfico.

    SUMMARY

    This paper deals with explorers' encounters with natives in eighteenth century Pacific

    and how these encounters where interpreted by the formers and current anthropologists'

    as well. Though important as that e ncounters might ha ve bee n, this pa per is primarily

    concerned with anthropologist encounters with time and how such encounters have laid

    bare some of the way we do our interpretations. A big deal of the paper focuses on the

    death of Captain Cook and the Sahlins / Obeyesekere controversy prompted by the

    interpretation of this event.

    K e y w o r d s : Anthropological Methods, History of Anthropology, Enlightenment

    Explorations, Pacific Peoples.

    LA

    METODOLOGA

    NO ES MS QUE LA

    HISTORIA

    DE UNA

    SUPERVIVENCIA

    La metodologa ha s ido para la antropologa como ios decorados que

    construyen el escenario en el teatro. Se ven, pero no se t ienen en cuenta

    RDTP, LVIII, 1 (2003): 263-290

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    RDTP,

    LVIII, 1, 2003 FERNANDO MONGE

    porque, s implemente, son el contexto en el que las acciones de los acto

    res, personas que queremos reales , materializan una serie de comporta

    mientos mediante conflictos o tramas, his torias en las que podemos ver

    nos reflejados. Esta imagen de la que me valgo, que se puede encontrar

    en el origen de ciertas escuelas o tendencias antropolgicas , como es el

    caso de la antropologa simblica de Vctor Turner o de la sociologa de

    Erving Goffman, est profundamente relacionada con el desarrollo de la

    antropologa en general. En la tremenda variedad a travs de la cual he

    mos navegado, tras aproximarnos o abordar brevemente dis tintas perspec

    tivas metodolgicas que tienden a corresponderse con escuelas y teoras

    a menudo tan diversas como sus mtodos, permanecen, en mi opinin,

    algunas constantes que no voy a desglosar ahora ya que son visibles a

    lo largo de las dis tintas contribuciones que componen este l ibro.

    Sin embargo, hay un aspecto que s creo necesario destacar: la uni

    dad de la antropologa en su diversidad se manifiesta no slo en la cons

    tante tendencia a probiematizar aquello que estudiamos s ino, tambin, por

    tratar de ir ms all de lo que otras humanidades y ciencias sociales tien

    den a considerar en sus investigaciones. Los antroplogos somos como

    esos nios que no slo se conforman con jugar con sus juguetes , s ino

    que,

    adems, quieren mirar en su interior sin destruirlo.

    A diferencia de ciertas vis iones esencialis tas o fundamentalis tas de

    nuestra disciplina, aficionadas a dejar fuera de la misma todo lo que no

    se encuadra dentro del patrn clsico de la antropologa ( la que imagina

    mos con el intrpido antroplogo vestido con su uniforme oficial, haciendo

    trabajo de campo en exticos y lejanos terr i torios descolgados del mundo

    moderno o de la his toria y, una vez retornado a nuestro mundo, redac

    tando una brillante monografa que nos convierte en la voz de los nati

    vos X), presentamos en estos textos un panorama complejo, controverti

    do ,

    sin frmulas magistrales, es decir, una perspectiva de una disciplina

    que, como dira Clifford Geertz, es poco disciplinada^ Tanto es as que

    hoy reconocemos a nuestro objeto de estudio como sujeto e interlocutor,

    no importa su procedencia o legitimidad social. Hemos mostrado cmo

    nosotros , los propios antroplogos, entramos ahora en el retrato que ela

    boramos y tambin cmo esa elaboracin explcita es parte de nuestro

    trabajo. De algn modo la antropologa ha pasado de ser de uno de esos

    museos tradicionales, con las obras en su interior, a una suerte de Cen

    tro Pompidou, un espacio de exhibicin de las artes visuales en el que

    las obras de arte se encuentran tanto dentro como fuera de un edificio

    dado la vuelta, es decir, que muestra en sus fachadas lo que antes se

    ^ Vase el captu lo de dicad o a las "disciplinas" y, en pa rticular, G eertz (1995: 96-99).

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    ENCUENTROS (POLMICOS) EN EL PACFICO.. . RDTP, LVIII , 1 , 200 3 265

    ocultaba: sus "tripas", las conducciones del agua o el aire acondicionado,

    la electricidad y todos los servicios que lo convierten en "habitable".

    Los nuevos campos de la an tropologa , g racias a l desar ro l lo de

    metodologas , como las que nos permiten analizar trabajos con textos o

    abordar tericamente el cambio y el paso del t iempo en las sociedades y

    culturas; o valemos de fuentes de informacin ms variadas o imaginati

    vas a veces que el informante o el archivo, me llevan a centrar mi texto

    en torno a un elemento clave de la prctica antropolgica: el problema

    de la interpretacin.

    La antropologa es una disciplina que, tal como indica una de las

    definiciones ms convincentes que he ledo en los ltimos aos, se ocu

    pa de "las relaciones [existentes] entre la sociedad y la cultura", es el

    "estudio comparativo del sentido comn, tanto es sus formas culturales

    com o en sus efectos sociales" (Herzfeld 2001: x). Desd e una perspe ctiva

    antropolgica e l "sent ido comn" es un trmino, como d ice Michael

    Herzfeld, particularmente mal denominado, ya que ni el "sentido comn"

    es comn para todas las culturas, ni tiene sentido ms all de la cultura

    particular en el que se desarrolla (Herzfeld 2001: 1-6). Aplicamos a lo largo

    de nuestra vida cotidiana el sentido comn para comprender cmo fun

    ciona, qu s ignif ica el mundo en el que vivimos, qu esperamos de l y

    cmo nos s i tuamos en e l mismo, s in embargo , tan pronto como nos

    embarcamos en una actividad antropolgica descubrimos que el mundo,

    o mejor dicho, cmo lo percibimos y vivimos, es tan variado como arbi

    trario. De hecho, su diversidad puede trazarse dentro incluso de unida

    des sociales o culturales especficas.

    A lo largo de los aos, la antropologa se ha ido haciendo consciente

    de s misma, de su actividad y de su posicin en un mundo cada vez

    ms interconectado. Los "otros" que conformaban nuestro objeto de estu

    dio ya no son criaturas descolgadas de un espacio que vis itbamos los

    antroplogos durante periodos bien definidos. Tampoco habitan un tiem

    po sin tiempo que construimos como una ficcin etnogrfica para descri

    bir los y, luego, analizarlos para ponerlos en conexin con otros pueblos

    sin historia dentro de una suerte de tabla peridica de los elementos o

    pueblos de inters antropolgico. El giro reflexivo en la antropologa, ha

    recolocado a los antroplogos dentro de su obra, nos ha hecho reflexio

    nar y reflejarnos en nuestro trabajo. La antropologa de la escritura nos

    haca ver cmo nuestra actividad requera de la escritura y cmo la na

    rracin era un elemento clave de nuestras estrategias diseadas para dar

    verosimilitud a nuestro "yo estuve all". Nuevos medios de registro de los

    "otros", como el vdeo, han desarrollado de modo explosivo subespeciali-

    dades como la an tropologa v isual y han hecho ms ev idente que la

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    antropologa t iene una faceta de experimentacin que tambin conviene

    explorar . Los compromisos de los antroplogos con las comunidades so

    bre las que investigan nos recuerdan la dimensin crtica de nuestro ejer

    cicio y ponen en comunicacin a la etnografa con las nuevas escuelas

    de pensamiento cultural crt ico, los estudios de gnero, postcoloniales ,

    subalternos y los postmodernismos.

    La historia de la antropologa se ha convertido, durante los ltimos

    aos,

    en una suerte de maremagnum, do nd e a vece s, es difcil percibir

    la materia esencial de la que se compone la disciplina. Su actividad tra

    dicional, tal como la entendemos hoy no ha perdido valor o utilidad social,

    sin embargo, su actitud crtica, poco disciplinada y poco apegada a las

    formas de legitimacin cientfica que la encumbran en la academia y la

    permiten ofrecerse como una actividad socialmente valiosa y reconocida,

    han provocado ms que una cris is de la actividad antropolgica, una

    devaluacin de su d imens in pragmt ica . Resul ta en mi opin in muy

    paradjica esta s ituacin en unos momentos en que ciertos conceptos

    claves de la antropologa, como son la cultura, la etnicidad y los grupos

    tnicos, o principios como el relativismo cultural, colonizan o se han

    extendido a otras disciplinas e, incluso, en el uso popular. No quiero entrar

    aqu en estas complejas y controvertidas cuestiones, lo que me preocupa,

    antes de introducirnos en los terr i torios que me he propuesto explorar ,

    no es ms que hacer bien vis ible el peculiar modo en que la antropolo

    ga percibe sus dimensiones tericas y prcticas , ya que de hecho, y tal

    como defienden muchos especialis tas^, la antropologa es una teora de

    la prctica, las "respuestas" que podemos dar sobre la naturaleza del

    hombre son limitadas y se cien a los temas que tratamos.

    La etnografa no es ms que una prctica antropolgica que nos per

    mite abordar un tema de estudio, relacionarnos con seres humanos y dar

    un sentido a las formas culturales y reglas o prcticas sociales en las que

    viven. Con la etnografa presentamos otras comunidades, que pueden ser

    la nuestra, a otras personas; mostramos el "sentido comn" que habita

    sus vidas y aprendemos sobre nosotros mismos. Todas las transformacio

    nes a las que me he referido hasta ahora se traducen en una etnografa

    que no representa a las comunidades en un espacio s in t iempo, la cultu

    ra est viva y es dinmica, es rechazada y modificada, tanto por aquellos

    ^ Si bien un o de los antroplogos qu e defiende con m s vigor esta idea es M ichael

    Herzfeld, no es difcil encontrar otros que, de modo implcito e explcito, coinciden

    en este punto. De hecho, la insistencia en el trabajo de campo como elemento clave

    no slo de nuestra disciplina sino, tambin, como estadio fundamental de la forma

    cin del antroplogo.

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    ENCUENTROS (POLMICOS) EN EL PACFICO...

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    que la viven, como por otros que no pertenecen a la misma. Es obvio

    que se abren ante nosotros mltiples alternativas de trabajo, tantas , al

    menos, como modos de exponer los resultados de nuestra actividad. Ahora

    bien , en los pasos que nos l levan de la an tropologa a la prct ica

    etnogrfica, en el mismo centro de nuestro modus operandi se encuentra,

    como ya haba mencionado, la interpretacin de aquello con lo que nos

    relacionamos, del problema que enfrentamos.

    Durante los ltimos aos la etnografa, la antropologa en suma, ha

    ampliado mucho, no slo los mbitos en los que trabaja, s ino, tambin,

    las fuentes de las que extrae su informacin y trata de establecer su rela

    cin con ese "otro" ya no tan dis tante. Hoy numerosos antroplogos tra

    bajamos no slo con personas vivas s ino con archivos, monumentos o, in

    cluso, con comunidades ciberespaciales. Los archivos no son slo el espacio

    de los etnohistoriadores^ en el sentido clsico del trmino, son tambin uno

    de los lugares gracias a los cuales podemos desarrollar una antropologa

    histrica o, incluso, antropologa social o cultural en general

    A mediados de los aos ochenta numerosos antroplogos, hasta en

    tonces anclados en una prctica que tena como base el trabajo de cam

    po clsico, es decir, que se caracterizaba por una estancia ms o menos

    prolongada en un lugar extico, comenzaron a interesarse por y percibir

    una serie de dimensiones nuevas en su actividad. Las sociedades, las

    culturas que estudiaban no eran mundos prs tinos, separados de otros

    grupos y anclados en un tiempo mtico: muchos de ellos se haban cons

    ti tuido en naciones y reclamaban una vis in propia y nueva de s mis

    mos. Dentro de nuestros pases los grupos exticos, es decir marginados

    y minoritarios , reciban una atencin renovada; surgan, de hecho, nuevas

    reas etnogrficas como la mediterrnea y nuevos campos de estudio. No

    voy a entrar en las razones de estos cambios que ya he esbozado en los

    prrafos anteriores, ni a centrar en estos aos unas transformaciones que

    han tenido lugar a lo largo de, al menos, cuarenta aos. En la dcada de

    1980 la antropologa no slo descubra, sino que reivindicaba, tambin,

    el archivo y los textos escritos como uno de nuestros nuevos lugares de

    trabajo de campo. Tras esta reivindicacin "jurisdiccional" subyaca una

    necesidad analt ica y terica elemental: integrar en nuestro mbito de

    anlisis el tiempo. Los nativos, es decir, aquellos que

    es tudibamos , que

    no slo eran indios o pueblos del mediterrneo, eran tambin habitantes

    de las ciudades, inmigrantes, gente, en suma, con historia. En 1982, apa-

    ^ Vase a es t e respe c to un i n t e resan t e nm ero es pec i a l ded i cad o a la e tnohi s tor i a

    de la revista Desaca tos. Re vista de Antropologa Social, 7 : "E tnohi s tor i a" (Otoo 2001) .

    Mxico D. F . : C i esas .

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    recia uno de los grandes manifiestos de la antropologa histrica: Europa

    y los pueblos sin historia, escrito por Eric

    Wolf.

    En esta sntesis de la his

    toria de la expansin occidental durante los ltimos quinientos aos, se

    analizaba cmo los pueblos que encontraron los europeos desde media

    dos del siglo XV no slo tenan una larga e interesante historia propia,

    s ino cmo fueron transformados tras su inclusin en lo que voy a deno

    minar, s in demasiada precis in, ese nuevo s is tema mundo. Ms all de la

    particular perspectiva terica y analtica del autor, Eric

    Wolf,

    nos ofreca

    una s ntesis general y abra nuevas dimensiones a un debate en el que la

    voz propia de los otros iba adquiriendo un cada vez mayor peso espec

    fico.

    Pero, cmo se produca el contacto?, cmo se integraban las histo

    rias de unos y otros bajo el dominio colonial occidental?, todos los "na

    tivos" tienen historia?, existe un tipo de historia nico? o, por el contra

    rio,

    cada pueblo t iene un modo de perc ib i r su h is tor ia . No es tamos

    confundiendo historia con la simple memoria oral del pasado, o con la

    pura y dura mitologa? Cuntas historias distintas puede tener un solo

    pueblo? Los problemas que generaban a los antroplogos esas miradas al

    pasado eran mltiples y no surgan slo como consecuencia de las modi

    ficaciones que imponan los textos escritos a nuestra tarea etnogrfica sino,

    sobre todo , por la ex is tencia de una ser ie de problemas ter icos y

    metodolgicos de mucho mayor calado, ya que describir a los otros no

    se limitaba a reivindicar el consabido "yo estuve all" y esto es lo que vi.

    EL PACFICO

    Por paradjico que pueda parecer, el Pacfico, uno de los lugares ms

    prominentes para la antropologa, cuna del trabajo de campo clsico, de

    las monografas de socieda

    des y cu l turas descolgadas

    del espacio y del tiempo fue

    tambin una de las primeras

    reas del mundo en las que

    se comenz a reconocer la

    d imens in h is tr ica de los

    pueblos s in his toria. Quiero

    presentar dos casos de estu

    dio de un Pacfico y una an-

    FIGURA l.-C oo k Strait. Entrada d e ^ r l o t t e 7 tropologa renovada gracias a

    Nueva Zelanda. un a de las po lm ica s m s

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    sonadas e importantes de los aos ochenta y noventa, y que se centr

    en una verdadera batalla entre su "instigador", Marshall Sahlins y su mxi

    m o, aunque no nico, contrincante, Gananath Obeyesekere^.

    Marshall Sahlins^ es, sin lugar a dudas, uno de los antroplogos ms

    inquietos del panorama internacional^. Experto en las culturas aborgenes

    del Pacf ico, revolucion las perspectivas que tenamos sobre la econo

    ma de las sociedades de, como l las denomina, la "edad de la piedra".

    En su libro Economa de la edad de piedra defiende no slo la afluencia

    econmica de sociedades cazadoras y recolectoras s ino, sobre todo y lo

    que es ms importante desde una perspectiva general, que la economa

    "es una categora de la cultura ms que del comportamiento, de la mis

    ma clase que la poltica y la religin ms que la racionalidad o la pru

    dencia: no son las actividades de servicios necesarios que requieren los

    individuos, sino los procesos de la vida material de las sociedades" (Sahlins

    1974:

    xii) . Desde posiciones tericas que le convierten en uno de los l

    deres de la escuela de pensamiento terico del evolucionismo culturaF,

    Sahlins avanzar a lo largo de su carrera tesis que, progresivamente, van

    incluyendo dentro del dominio de la cultura otras facetas de la actividad

    humana. As, entrar durante la dcada de los setenta del siglo XX en

    dos polmicas de notable impacto con Marvin Harris , primero, en la que

    ^ La polmica, que se ha centrado fundamentalmente entre Sahlins y Obeyesekere,

    ha tenido otros muchos participantes y comentaristas. Este trabajo se centra funda

    mentalmente en la "segunda fase", la que protagonizaron Sahlins y Obeyesekere y,

    dentro de la misma, en aquellos aspectos de una dimensin ms general y orientada

    al problema de la interpretacin. Los hitos bsicos en torno a los que se centra la

    polmica son: Sahlins (1985, 1988, 1989, 1995, 1997) y Obeyesekere (1992, 1997). Para

    tener una perspectiva general, en las que se incluyen textos de Sahlins, Kane y

    Obeyesekere, vase el artculo de Robert Borofsky (1997).

    ^ Otra perspectiva de la evolucin del pensam iento d e Sahlins con respec to a la

    cultura es la de Adam Kuper (1999: 159-200). Tal como sintetiza este autor, Sahlins

    convierte a la historia en cultura y le preocupa, a diferencia de otros comentaristas

    sobre la polmica, la dimensin terica de la cultura en su concepcin del anlisis de

    los procesos histricos, por ello, centra su inters en un texto de Sahlins con ms

    desarrollo terico sobre los aspectos que le preocupan: Historical Metaphors and

    Mythical Realities: Structure in the Early History of the Sandwich Island Kingdom,

    (Sahlins 1981). Aborda tambin de modo explcito la polmica de Sahlins con

    Obeyesekere (Kuper 1999: 190-200).

    ^ Adam Kuper (1999) traza en u n captulo el mod o e n el qu e M arshall Sahlins se

    ha relacionado y concebido la cultura. Contiene, por supuesto, una seccin importan

    te en el mismo, dedicada a la polmica entre este antroplogo y Obeyesekere.

    ^ Alum nos de Leslie White y Julin S teward, son "com pae ros" del crcu lo figuras

    como Marvin Harris, Sidney Mintz, Roy Rappaport, Elman Service y Eric Wolf (vase

    Kuper 1999: 159 y ss.).

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    ataca su explicacin exclusivamente materialis ta y econmica de cualquier

    fenmeno cultural, y, con Edward O. Wilson^, despus, ante la defensa

    que hace ste de la raz e importancia de la dimensin biolgica en el

    desarrollo y caractersticas de la cultura humana. En ambas subyaca un

    mismo tema: la importancia de la cultura y de su poder s imblico como

    eje ordenador que confiere sentido al mundo que habitamos y al orden

    social en el que nos reproducimos.

    En su opinin, y este es el prembulo de su "retorno" al Pacfico como

    rea de estudio: "El gran desafo para [el desarrollo] de una antropologa

    his trica no es s implemente cmo la cultura ordena los acontecimientos,

    sino cmo, en ese proceso, la cultura se reordena a s misma. Cmo es

    posible que la reproduccin de la estructura se convierta en su transfor

    macin?" (Sahlins 1981: 8) . O dicho d e un m od o m s cercano a la prc

    tica y las investigaciones de caso, cmo combinar la descripcin y an

    lisis histricos con los de la antropologa? De qu modo podemos mezclar

    diacrona con s incrona, la memoria escrita con la oral, los dibujos

    neoclsicos de los aborgenes que se realizaron en el siglo XVIII con sus

    manifestaciones artsticas, el poder colonizador con la marginalizacin y

    transformacin de los colonizados?

    Para un experto en el Pacfico, la entrada de los occidentales en la

    historia y vidas de las sociedades insulares, los primeros encuentros entre

    los expedicionarios i lustrados, vanguardia no slo de la modernidad y la

    dominacin colonial sino, tambin de la descripcin etnogrfica bajo unos

    postulados muy cercanos a los clsicos de la antropologa ofrecan, sin

    lugar a dudas un mbito extraordinario de estudio. Y entre todos esos

    encuentros , pocos exploradores , por no decir ninguno, destacaban ms

    que el Capitn Cook. Hijo de granjeros de tierra adentro, en la frontera

    con Escocia, James Cook es uno de esos escasos ejemplos de ascenso

    social, gracias a sus dotes marineras y como explorador dentro de las

    escalas de la Armada britnica. Cook, tal como dice un breve resumen

    de sus contribuciones a los descubrimientos del Pacfico:

    des cub ri Hawai^, la Isla de N avidad, N ueva Caled onia, las islas

    Cook, Gilbert, parte de las Tuamotus, Fiji, y las islas Tonga.

    ^ La obra qu e genera la enrgica reaccin de Sahlins no es otra que:Sociobiology:

    The New Synthesis de Edward O. Wilson (1975).

    ^ Algunos autores espa oles sostienen que estas islas ya haban sido descubiertas,

    o avistadas, y nombradas por varios exploradores espaoles desde el ao 1529 (Landn

    1984:

    75). Segn esta misma aente, se las llam islas de los Amigos (no confundirlas

    con las de Tonga) o de los Jardines, e individualmente como La Mesa, Los Majos

    (quizs Monjes) y La Desgraciada.

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    ENCUENTROS (POLMICOS) EN EL PACFICO...

    RDTP,

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    rede scub ri las M arquesas, las Solomn, y la isla de Pascua^.

    pro b la inexistencia del gran contin ente austral [Terra Australis

    Incgnita].

    prob qu e N ueva G uinea y Australia no eran pa rte de la misma

    masa terrestre.

    demostr que Nueva Zelanda no era parte del gran continente austral

    y que se compona de dos is las principales .

    descubri la dieta q ue prevena el escorbuto^^

    desc ubri el Antartico (Craig 1978: 33).

    Sin duda alguna, las tres

    expediciones de Cook alre

    dedor del mundo y su s is te

    mtica exploracin del Pac

    fico,

    sus mtodos de relacin

    con los nativos, la actividad

    cientfica de algunos de los

    que le acompaaron, los ar

    tis tas que por primera vez

    retrataron la naturaleza, los

    paisajes y las culturas del

    Pacfico estn en el origen,

    no slo de la segunda era

    de expansiones coloniales occidentales y britnicas en esas aguas, que hasta

    entonces nicamente haban s ido surcadas por naves espaolas desde el

    siglo XVI^^ y holandesas durante el siglo XVII, sino tambin de la imagen

    FIGURA 2.Camino a Milford Sound.

    Ro hacia Te Anan. Nueva Zelanda.

    Uno de los problemas q ue se encon traron los exploradores ocenicos a ntes de

    que se desarrollara el reloj nutico y un mtodo de medicin preciso de la longitud

    en alta mar, era la "prdida" de las islas descubiertas. Un pequeo error en la longi

    tud la deslocalizaba o poda confundirla con otras. El caso de la isla de Pascua es

    uno de los ms destacados, ya que, supuestamente descubierta por el piloto Juan

    Fernndez en la segunda mitad del siglo XVI, fue redescubierta por el holands Jacobo

    Roggeween (en 1722, durante la fiesta de la Pascua o Resurreccin) y finalmente si

    tuada con precisin en un plano por James Cook (a pesar del reconocimiento, unos

    pocos aos antes, de Felipe Gonzlez). Para la localizacin de las islas del Pacfico,

    sus nombres y expediciones espaolas vase Landn (1984).

    " Tras el retorno a Inglaterra de la segunda expedicin (1772-1775) sin haber

    perdido ni un solo marinero por escorbuto recibi la mayor distincin britnica a los

    logros intelectuales, la Copley Gold Medal, y fue nombrado miembro de la Royal

    Society, Post Captain de la Armada y recibido por el rey (vase Beaglehole 1974).

    ^ Tanto es as que el Pacfico se d eno mi n M ar Espaol.

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    10/28

    27 2

    RDTP,

    LVIII, 1, 200 3 FERNANDO MONGE

    que todava hoy tenemos de un ocano que ocupa 166 millones de km^,

    cubre una tercera parte de la t ierra y contiene aproximadamente la mitad

    del agua del mundo.

    El Pacf ico que conocemos, sobre todo aquellos que no proceden de

    l o lo han visitado, es, ms que un lugar en s mismo, un paisaje cons

    truido a lo largo de ms de dos siglos por sus visitantes y colonizadores,

    elaborado por la ciencia y el arte, por la literatura y la msica. Si parti

    mos de las primeras expediciones que divulgan sus exploraciones, gra

    cias a una literatura de narraciones de viajes algunas de ellas ilustra

    das de gran tirada y evidente valor estratgico, el Pacfico que podemos

    conocer es el producto de una li teratura con un toque pico o moral muy

    caracterstico de la novela del siglo XIX. Pero, a diferencia de sta, ms

    soterrado e inconsciente, teniendo en cuenta ms bien la tendencia tan

    caracterstica de la primera antropologa profesional y universitaria, del

    moralismo y relativismo cultural comprometido con las culturas ajenas. Y

    ser ste un campo donde se manifestar cierta dosis de etnocentrismo

    combinado con posturas ticas personales y obsesiones intelectuales .

    "En el lado netamente artstico de la literatura encontramos un ante

    cedente aparentemente claro de la etnografa polinesia, cuya buscada ve

    ros imil i tud e tnogrf ica enmascara e l p redominante in ters de Hermn

    Melville como explorador de los reinos de la oscuridad, dentro de la mente

    humana, ms que de las doradas is las donde discurri el crucial t iempo

    de su juventud", tal como indica en su introduccin, George Woodcok

    (1983:

    7) , a la novela de Hermn Melv i l le (1983) Typee. A Peep at

    Polynesian Life, En la vertiente ms decididamente cientf ica y tcnica,

    cuando menos en lo r e f e r en te a s u fo rma , podemos ub ica r a lo s

    antroplogos cognitivos, mientras que en distancias intermedias entre ambos

    extremos, exis te un gran volumen de obras que pueden ser consideradas

    el negativo de la novela, en tanto en cuanto la pretendida verosimilitud

    de lo narrado por el novelis ta es un efecto que permite acentuar lo

    emotivo y la cercana del lector con respecto a los problemas morales y

    de los seres humanos (bsicamente occidentales) , frente al tono positivis

    ta y emprico basado en la meticulosa y prolongada visin de la realidad

    del antroplogo, en la que el autor introduce ocasionalmente notas per

    sonales de mayor nivel de l ir ismo, cuyo efecto es empatizar con el mun

    do descrito y analizado, con los problemas del trabajo de campo o am

    bos .

    Dentro de esta lt ima alternativa podemos considerar el conocido y

    ms clsico de los estudios sobre Tikopia de Raymond Fir th,

    We, the

    Tikopia (Firth 1983, primera ed. 1936)" (Monge 1992: 101-102)^^

    He introducido en la cita algunas modificaciones de estilo.

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    11/28

    ENCUENTROS (POLMICOS) EN EL PACFICO.. .

    RDTP,

    LVII I, 1 , 20 03 273

    El Pacfico es tambin uno de esos lugares de nuestra niez, de islas

    desiertas y "Robinsones Crusoes", de aventuras y libertad, de culturas no

    menos seductoras que sus habitantes . Ese escenario de nuestra infancia,

    forjado a partir de novelas y pelculas, terreno de luchas morales entre el

    bien y el mal, no est, sin embargo, tan lejos de la literatura cientfica

    ilustrada. Los mismos nombres de las is las reflejan nuestras percepcio

    nes: las positivas, como las islas de los Amigos (Tonga), las de la Socie

    dad, la nueva Citerea (Tahiti), Solomon o de la sabidura; las negativas

    como las de los Ladrones; las religiosas. Pascua o Navidad, o las de ho

    menaje, Cook, Marquesas, Sandwich (Hawai). En el Pacfico no slo se

    desarroll la ciencia: la medicin de la longitud, la prueba de dietas

    antiescorbticas, la investigacin naturalista o el descubrimento de la teo

    ra de la evolucin, s ino que se buscaron continentes nacidos de la cien

    cia o imaginacin clsica, como la Terra Australis Inc gnita y pasos

    geoestratgicos vitales , como el del noroeste, que habran de reducir las

    dis tancias de la navegacin entre este ocano y Europa. De hecho, dos

    de las expediciones de Cook y de las polmicas ms agrias del explora

    dor estn fundamentalmente motivadas por estos sueos. Por ello, cuan

    do nos aproximamos a estos textos hay que tener en cuenta el contexto

    en el que nacieron, ya que el Pacfico de los polinesios del siglo XVIII

    que tratamos de recuperar puede estar profundamente modificado por la

    percepcin de nues t ros ances t ros . Slo podemos saber de ese mundo

    interpretando, y es esa interpretacin la que nos lleva al primer caso que

    quiero tratar aqu: cmo entender la muerte del capitn Cook en su ter

    cera expedicin a manos de los nativos en Hawai, y qu podemos apren

    der de ella.

    L A M U E R T E D E C O O K

    Cuando Cook y sus hombres descubrieron el archipilago de Hawai

    en su tercera expedicin (llld-llSOy (18 de enero de 1778) no se po -

    " Exploraro n las islas y recalaron en W aimea, isla d e Kauai, hasta el 2 de febrero

    de 1778. Tras su vuelta de la Costa Noroeste de Amrica y de las islas Aleutianas,

    retornaron a las islas Hawai para invernar. Llegaron al archipilago el 26 de noviem

    bre de 1778 y navegaron entre las islas durante dos meses, hasta que los barcos

    recalaron en la baha de Kealakekua el 17 de enero de 1779, permaneciendo all hasta

    el 4 de febrero. Pese a recibir una excelente despedida, su permanencia ya era exce

    sivamente prolongada. Desgraciadamente, menos de seis das despus, ante la ruptura

    de uno de los mstiles del "Resolution" por culpa de una tormenta, Cook decidi

    retomar a la misma baha para repararlo. El escenario que iba a llevar a la muerte de

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    12/28

    27 4

    RDTP,

    LVIII,

    1,

    2003 FERNANDO MONGE

    dan esperar mejores augurios: la privilegiada posicin de stas islas en

    el Pacfico las convertan en la mejor base desde la que partir en busca

    de un paso martimo por el norte que uniera por una ruta ms breve a

    la metrpoli britnica con el Pacfico. Los nativos no podan ser ms

    hospitalarios ya que, como el propio Sahlins relata a partir de distintos

    diarios de la expedicin:

    Fue

    la

    bienvenida

    ms

    generosa

    que se

    haya brindado nunca

    a

    ningn viaje

    eu

    ropeo de descubrimiento en este ocano. "Anclados en 17brazas de arenane

    gra", dice el diario de navegacinde un guardamarina, enmediode una canti

    dad innumerable

    de

    canoas, ocupadas

    por

    personas

    que

    cantaban

    y se

    regocija

    ban todo

    el

    tiempo" (Riou, Diario

    de

    navegacin:

    17 de

    enero

    de

    1779). Cantaban

    Nuncaentodasuvida haba vistoelcapitn Cook tantos polinesios reunidos como

    haba all,en la baha de Kealakekua. Ademsde las incontables canoas, haba

    polinesios subindose

    al

    Resolution

    y al

    Discovery,bordeando

    las

    playas

    y na

    dando en el agua "como cardmenes de peces". Tal vez haba 10.000, o el

    quntuple depersonas que normalmente vivan all.Y no sevea una sola arma

    con ellos, observ Cook.

    En

    cambio,

    las

    canoas estaban cargadas

    de

    cerdos,

    ba

    tatas, frutos delrboldel pan,caade azcar: todolo queproduca la isla. Tam

    bin las mujeres "parecan notablemente ansiosas por relacionarse con nuestra

    gente" (Ellis, 1782,

    1:

    86).

    Un

    sacerdote subi

    a

    bordo

    y

    envolvi

    al

    capitn Cook

    en eldecorado de tela de tapa roja perteneciente a la imagende un templo, lue

    go hizolaofertade un cerdo sacrificatorio. Entierra,el sacerdote condujo alGran

    Navegante

    de la

    mano hasta

    el

    templo

    de

    Hikiau. Cuando

    oa el

    grito

    del

    heraldo

    "Oh Lono",

    a su

    paso

    la

    gente hua

    a sus

    casas

    y se

    prosternaba

    con la

    cara con

    tra el suelo. Lonoes el dios asociadocon el crecimiento natural y la reproduc

    cin humana

    que

    regresa tod os

    los

    aos

    a las

    islas

    con las

    fecundantes lluvias

    del

    invierno;es adems un antiguorey queviene en buscade su novia sagrada.En

    enero de 1779, en el templo se honr a Cookcon losritos de bienvenida habi-

    tualmente celebrados para Lono (Sahlins 1988: 105-06).

    Cook, al integrarse y seguir el juego de la ceremonia del Makahiki,

    se haba convertido en la imagen de Lono y, una vez ms, el explora

    dor, en su afn por conocer ms a fondo y directamente las culturas que

    visitaba, no dudaba en participar y ser testigo de cuanta ceremonia o ac

    tividad tuviera lugar en tierra. En Hawai, la experiencia de los viajeros,

    pese a los conflictos ocasionales con los nativos (surgidos de los cons

    tantes robos a los que estaban expuestos los expedicionarios por parte

    de stos), no pudo ser ms placentera. Como en cualquier otra escala,

    llevaron a cabo sus actividades habituales: tareas de aprovisionamiento,

    aguada y reparaciones que deban emprender en tierra, localizacin

    su comandante ya estaba listo, pues ni los nativos estaban dispuestos a recibir con

    los brazos abiertos

    a los

    expedicionarios,

    ni

    Cook pareca tener

    el

    talante dialogante

    y diplomtico habitual.

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    13/28

    ENCUENTROS (POLMICOS) EN ELPA CFICO...

    RDTP,

    LVIII, 1, 2 0 0 3 275

    astronmica de las islas y elaboracin de cartas nuticas y mapas, inves

    tigacin de las caractersticas naturales de la isla as como de los habitan

    tes que residen en ella, entablar una buena relacin con los mismos. Cook,

    no slo era un experto explorador, un consumado cartgrafo y un buen

    lder, segn se observa en sus diarios y mapas y en los de sus compae

    ros,

    sino que adems mostr una capacidad de descripcin de las cultu

    ras y una perspicacia extraordinaria. Sin duda, su firmeza y dotes diplo

    mticas le ayudaron en el empeo.

    Tras su estancia en la baha continuaron navegando hacia el norte,

    pero la fatalidad quiso que el mstil de una sus naves, el Resolution, se

    rompiera^^ y Cook decidi retornar al mismo lugar en el que tan buen

    trato haban recibido. Qu haba pasado durante la ausencia de los ex

    pedicionarios para que fueran recibidos primero con sorpresa, y luego de

    tan malos modos? Cules son los acontecimientos y las razones que lle

    varon a un enfrentamiento con los nativos que acab con las vidas de

    Cook, varios nativos y expedicionarios?

    Segn Marshall Sahlins:

    La muerte deCooka manosde los hawaianos slo unas semanas despus[de su

    llegada] podra describirse como

    una

    secuela ritual:

    la

    metfora histrica

    de una

    realidad mtica. Los mitosno eran slo hawaianos.[...] Undomingo tempranopor

    la maana, el 14 de febrero de 1779,el capitn Cook baj a tierracon unaparti

    da de marineros para tomaral rey hawaiano Kalaniopu'u como rehn hastaque

    le devolviesen

    el

    bote

    del

    Discovety,

    robado

    la

    noche anterior

    en una

    audaz

    maniobra;

    de lo

    cual,

    sin

    embargo,

    el

    viejo

    y

    amistoso gobernante

    era

    inocente.

    Enelmomento decisivo, CookyKalaniopu'u,elDiosy elRey,se enfrentarn como

    adversarios csmicos. Permtaseme una lectura antropolgica de los textos hist

    ricos.

    Pues

    en

    todas

    las

    confusas narraciones tolstoianas

    de la

    refriega

    [...] la

    ni

    ca certidumbre recurrente es

    una

    estructura dram tica con las propiedades

    de una

    transformacin ritual.En el trayecto hacia el interiorde la isla para encontraral

    rey y deall haciael mar con su rehn real, Cook sufre unam etamorfosis:de ser

    objeto de veneracin a objetivo de la hostilidad. Cuando baj a tierra, la gente

    comn

    se

    dispers como

    de

    costumbre ante

    su

    presencia

    y se

    prostern

    con la

    cara contra el suelo; pero alfinal, lmismofue precipitadocon la cara contrael

    aguapor el armade un jefe, unpual de hierro comercial, siendo arrolladopor

    una multitud triunfante, que pareca querer aumentar suspropios honores por la

    parte

    que

    pudiera reclamar

    de su

    muerte: "arrebatndose

    los

    puales unos

    a

    otros",

    dice

    el

    informe

    del

    seor Burney

    en la

    ansiedad

    por

    participar

    en su

    matanza"

    (Diario: 14 de febrero de 1779).En la inversin ritual final, el cuerpo de Cook

    sera ofrecido en sacrificio por el rey hawaiano (Sahlins 1988: 106).

    ^ Losproblemas que tuvieron con los barcos antes de partir y el mal estado de

    los mismos es una de las caractersticas ms llamativas de la organizacin de esta

    tercera expedicin

    de

    Cook. Vase, Beaglehole

    (1967 y

    1974).

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    14/28

    27 6 RDW, LVIII, 1, 200 3 FERNANDO MONGE

    Para aquellos de nosotros , tanto his toriadores como antroplogos, que

    nos hemos dedicado a investigar y conocer ms a fondo el Pacfico, la

    muerte de Cook es un acontecimiento particularmente amargo. Para un

    lector de los diarios de Cook, su muerte es un final que no slo genera

    tristeza, sino tambin perplejidad. A pesar de los malos presagios y di

    mensiones coloniales de la actividad de Cook, sus textos ofrecen a los

    lectores una mina de informacin, unos acontecimientos y una perspecti

    va del Pacfico en esa etapa del siglo XVIII absolutamente inigualable.

    Pese a los muchos aspectos negativos que se desprenden de sus explo

    raciones no es difcil entusiasmarse con sus logros, agradecer sus descrip

    ciones que le muestran como un vis itante amable y emptico con el mundo

    que se encuentra. Sin embargo, no debera sorprendemos tanto su muer

    te ;

    de hecho, no es ms que un accidente fortuito, al menos, eso nos

    dice nuestro "sentido comn". No obstante, nos preguntamos cmo fue

    posible que le pasara esto a Cook? Del mismo modo que en los Estados

    Unidos la repeticin incansable de las imgenes del asesinato de John F.

    Kennedy es acompaada por la pregunta de Quin asesin al presiden

    te?,

    nosotros nos preguntamos releyendo el f inal de Cook por qu? qu

    pas realmente?

    Nadie, hasta la publicacin de las interpretaciones de Sahlins, se ha

    ba atrevido a sugerir siquiera una explicacin que combinara a visitantes

    y visitados, que tratara de integrar los universos culturales y, esto es ms

    sorprendente todava, la interseccin de las his torias de ambos pueblos

    en el momento del contacto^^. Es interesante destacar que el libro

    Islas

    de Historia, que gener el es tall ido de la gran polmica que habra de

    durar ms de diez aos (de 1985 a 1997, aproximadamente) , contena

    mucho ms que la descripcin e interpretacin de la muerte del capitn

    Cook. De hecho, el texto no es ms que la recopilacin de una serie de

    artculos y conferencias que desarrollan sus ideas sobre la interrelacin

    entre la historia y la antropologa, a los que aade una introduccin donde

    expone su perspectiva:

    La historia [volvemos a las propias palabras de Sahlins] es ordenada por la cultu

    ra, de diferentes maneras en diferentes sociedades, de acuerdo con esquemas

    ^ Sahlins, desde hace varios aos vena aproxim ndose a una interpretacin tan

    sorprendente como integradora. La primera versin de la muerte de Cook aparece en

    1978 con el ttulo "The apotheosis of Captain Cook" en la revista Kroeber Anthropolo-

    gical Society Papers

    53-54: 1-31. Un ao ms tarde, con el mismo ttulo en francs, se

    publica en Lafonction symboliqie, Michel Izard y Fierre Smith (eds.). Pars: Gallimard:

    306-43. Segn manifiesta el propio Sahlins, el texto donde aborda con mayor detalle

    la estancia de Cook en Hawai y su asociacin con Lono es: "Captain Cook at Hawaii",

    Journal of the Polynesian Society 98 (1989): 371-425.

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    15/28

    ENCUENTROS (POLMICOS)

    EN EL

    PACFICO... RDTP, LVIII,

    1,

    2 0 0 3

    277

    significativosde lascosas.Locontrario tam bin es cierto:los esquemas culturales

    son ordenadospor la historia, puestoque enmayoro menor grado los significa

    do s

    se

    revalorizan

    a

    medida

    que van

    realizndose

    en la

    prctica.

    La

    sntesis

    de

    estos contrariosse desarrollaen la actividad creativade los sujetos histricos,los

    individuosen cuestin. Pues,por unaparte,lagente organiza susproyectosy da

    significacin

    a sus

    objetos

    a

    partir

    de los

    conocimientos existentes sobre

    el

    orden

    cultural.En esamedida, la cultura se reproduce histricamenteen la accin. [...].

    Por otra parte, entonces, como las circunstancias contingentes de la accin no

    tienen

    por qu

    coincidir

    con la

    significacin

    que

    algn grupo podra asignarles,

    los individuos reexaminan creativamente sus sistemas convencionales. Y en esa

    medida, la cultura se ve histricamente alterada en la accin. Podemos hablar

    incluso

    de

    "transformacin estructural", puesto

    que la

    alteracin

    de

    algunos signi

    ficados modifica

    las

    relaciones posicionales entre

    las

    categoras culturales, produ

    ciendo porconsiguiente un "cambio del sistema" (Sahlins 1988:9).

    A Sahlins lo que ms le preocupaba, como indica ms adelante en el

    texto, es la cuestin de la existencia dual y la interaccin del orden

    cultural instituido en la sociedad y el vivido por los individuos: la estmc-

    tura segn la convencin y segn la accin, como potencia y como acto.

    Las personas, en sus proyectos prcticos y dentro de su organizacin social,

    estructurados por los significados admitidos de las personas y las cosas,

    someten esas categoras culturales a riesgos empricos. En la medida en

    que lo simblico es, de este modo, lo pragmtico, el sistema es una sn

    tesis en el tiempo de la reproduccin y la variacin (Sahlins 1988: 10).

    Nuestra vida diaria, la historia, pone en peligro el mundo cultural y so

    cial en el que vivimos. El tiempo vuelve frgil las estructuras en las que

    nos reproducimos e intentamos reproducir. Desde esta perspectiva, el paso

    de Cook de ser un dios a una vctima de sacrificios es muy pequeo y

    puede interpretarse desde una suerte de lgica coyuntural: El rey de Hawai,

    sin saber con claridad si era un rehn, acompaaba a Cook.

    Hasta ese momento nada haba despertado lassospechas del rey y tambinre

    cin ahora, relata Phillips, "empezamos asospecharque noestaban tanbien dis

    puestos hacia nosotros".

    La

    transicin llega repentinamente,

    en el

    momento

    en

    que se haceque el reyperciba a Cook comosu enemigo mortal. Estaes la crisis

    estructural, cuando todas

    las

    relaciones comienzan

    a

    cambiar

    sus

    signos.

    En

    con

    secuencia,

    los

    intercambios materiales transmiten ahora cierta ambigedad, como

    esos sacrificios maores que contaminan a losdiosesen el acto de apaciguarlos.

    Un anciano ofrece un coco, cantando con tanta persistencia que el exasperado

    Cook

    no

    puede hacerlo callar una splica pidiendo

    que

    libere

    al

    rey?

    El

    teniente

    Phillips pen sque un ingeniosos sacerdote bribn"lohaca para distraerlaaten

    cin del hechode que sus compatriotas, reunidos en un nmerode dos o tres

    mil,

    se

    estaban armando para defender

    a su rey. Ms o

    menos

    por

    esta poca

    llega

    la

    noticia

    de que un

    importante jefe

    ha

    sido muerto

    por los

    britnicos

    que

    se hallaban bloqueando el extremosur de la baha. El rey sigue sentado en el

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    16/28

    27 8

    RDTP,

    LVIII, 1, 200 3 FERNANDO MONGE

    suelo "con las ms fuertes seales de terror en su expresin" (Cook y King, 1784,

    3:

    44), pero pronto desaparece de la escena. Los acontecimientos se han desbor

    dado escapando al poder de control de todos. "Los nativos" estn manifestando

    esa disposicin que los ingleses llaman "insolencia". El homenaje final a Cook es

    presentado en proyectiles que incluyen piedras y palos entre los trozos de frutos

    del rbol del pan y cocos. Al responder cada bando violentamente a las amena

    zas que perciben del otro, pronto llega el "impacto fatal" (Sahlins 1988: 107).

    Para entender la muerte de Cook tenemos que entender la muerte de

    Lono. La excepcionalidad de este acontecimiento, la muerte de Cook a

    manos de los nativos, se inscribe en un acontecimiento recurrente, una

    ceremonia anual, que se representa colectivamente. Ese acto individual y

    contingente se convierte en algo his trico cuando adquiere un valor es

    pecf ico dentro de un proyecto cultural. Desde esta perspectiva Cook es

    ms que un individuo, ya que tiene una lgica y su accin un significa

    do dado dentro de una dimensin cultural especf ica. En los casos de en

    cuentro que me ocupan, que son los mismos que generaron la polmica

    entre Cook y Obeyesekere, hablamos de dos s is temas culturales en con

    tacto, de las acciones de los individuos y de una comunicacin con s ig

    nif icados divergentes para cada una de las partes que se encuentran.

    El paso de Cook de la vida a la muerte es slo un ejemplo que nos

    muestra un modo de entender la his toria del contacto entre los occiden

    tales y los nativos, entre la expansin colonial occidental y las "islas sin

    tiempo". Sin duda, el debate que suscit la interpretacin sobre la muer

    te de Cook ha sido objeto de inters preferente para aquellos antroplogos

    e historiadores dedicados al Pacfico o a la historia de la expansin colo

    nial, s in embargo, la atencin y el nmero de personas que han partici

    pado en l excede en gran medida a los especialis tas del rea. De he

    cho, el propio Obeyesekere, el otro polo de la polmica, no es un experto

    en la zona.

    Antes de entrar de l leno en las rplicas que sufri Sahlins quiero

    destacar dos aspectos profundamente interrelacionados y que, en mi opi

    nin, son claves dentro del debate: las dimensiones tericas y metodol

    gicas que los l levan a chocar frontalmente pese a que, como pretendo

    mostrar al f inal, no estn tan alejados el uno del otro como pueda pare

    cer a primera vista. La controversia^^ surge inicialmente en torno a dos

    cuestiones. Por una parte, algunos expertos dudan de lo vinculantes que

    pueden ser las estructuras culturales hawaianas a la hora de determinar

    ^ La mejor sntesis que , en mi opinin, se ha publicado sobre este deb ate es la

    de otro antroplogo especialista en el rea; se trata de la ya mencionada de Robert

    Borofsky (1997).

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    ENCUENTROS (POLMICOS) EN EL PACFICO.. . RDTP, LVIII , 1 , 200 3 279

    el comportamiento de los nativos (Dening 1982); por otro, las divergen

    cias se centran en el anlisis que se ha hecho de los datos histricos

    (Friedman 1985; Bergendorff, Hasager y Henriques 1988). Estas primeras

    rplicas, que son contestadas por Sahlins en su libro Islas de Historia y

    en artculos de revis tas dedicadas al rea, mantienen el debate dentro de

    un nivel local o de rea, pese al calado de las crticas.

    En 1992, un antroplogo de Sri Lanka y profesor en la Universidad

    de Princeton publica un libro:

    La apoteosis del Capitn Cook. Construc

    cin de mitos europeos en el Pacfico. La polmica entra en una nueva

    fase, desde haca aos no se lea en el mundo acadmico un ataque ms

    devastador y s is temtico a los planteamientos de un antroplogo de re

    conocido prestigio. Este libro, que fue objeto de al menos 29 reseas en

    el mundo acadmico anglosajona^, en general muy positivas, y dos pre-

    mios^^,

    traslad la polmica a una escala distinta. Se converta ahora en

    un choque entre dos personalidades de la disciplina, una confrontacin

    personal muy dura y con argumentos de mayor profundidad que los que

    hasta el momento se haban manifestado. Obeyesekere se senta enorme

    mente irr i tado por el modo en que Sahlins interpretaba el comportamien

    to de los hawaianos, le pareca tan imperialis ta como el propio Cook.

    Senta una profunda ira por el modo en que Sahlins haba proyectado un

    mito europeo sobre unos "salvajes" atrapados por la lgica de los mitos

    y no, como Obeyesekere defiende, por un sentido prctico y una vis in

    objetiva del mundo como los que los textos hacen exhibir a los explora

    dores .

    Para Obeyesekere eran los europeos los que haban creado el mito de

    Cook, un Cook que fue confundido, segn los visitantes y no los nativos,

    con el dios Lono, cuyos r i tuales supuestamente se l levaban a cabo en esa

    poca del ao. Son los occidentales los que han creado esa imagen de

    ellos mismos y contina afirmando al considerar que son los nativos

    los que nos perciben como dioses , no slo les enajenamos su voz, s ino

    que los reducimos a criaturas s in sentido pragmtico. Los hawaianos son,

    al igual que cualquier otro pueblo de la tierra, capaces de aplicar lo que

    Obeyesekere l lama "raciocinio prctico" (practical racionality)^^. El autor

    se senta furioso, no slo por razones intelectuales , como nativo de Sri

    ^ Recojo esta informacin del a rtculo de Borofsky (1997: 256).

    ^ Uno d e ellos el prem io Louis Gottschalk de la American Society for Eigh teenth-

    Century Studies (Borofsky 1997: 256).

    ^^ l mismo lo define com o: "[...] el proceso por el cual los seres h uma nos eva

    lan de modo reflexivo las implicaciones de un problema con criterios prcticos"

    (Obeyesekere 1992: 19).

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    28 0

    RDTP,

    LVIII, 1, 2003 FERNANDO MONGE

    Lanka saba que sus compatriotas nunca haban considerado a los coloni

    zadores como dioses o semidioses , que no eran esclavos de los mitos , que

    la antropologa no tena que hacerle el juego al colonialismo. Ya estaba

    bien de considerar a los nativos, a los no occidentales, como criaturas de

    otro mundo. Obeyesekere en su l ibro les defenda como iguales a los oc

    cidentales, movidos por los mismos hilos, pragmatismo y racionalidad. Su

    reaccin, tal como muestran las reseas y premios que recibi, no poda

    haber s ido mejor acogida por la academia.

    El gigante Sahlins y su modelo de integrar his toria y antropologa,

    pareca, s i nos l imitamos al texto de Obeyesekere, muerto. La progresin

    terica de Sahlins a la que aludamos antes, su obsesin por subordinar

    a la cultura cualquier otra dimensin de la actividad humana, en el caso

    de la historia, le llevaba a defender una posicin tan absurda como im

    perialis ta y etnocntrica. Vivimos una nueva era y debemos desembara

    zarnos de esos viejos resabios interpretativos. Sin embargo, la polmica

    no iba a morir as, unos aos despus, en 1995, Sahlins publica la con

    testacin a la apoteosis: C mo piensan los nativos, por ejem plo, sobre el

    capitn Cook. Estaban en juego cuestiones centrales en antropologa te

    nemos los antroplogos derecho a hablar de los otros? qu ocurre cuan

    do las interpretaciones de unos y otros son divergentes?

    Las cargas de profundidad que Obeyesekere lanzaba a los planteamien

    tos tericos de Sahlins ponan en cuestin todo un modo de hacer antro

    pologa e historia. Los nativos, las clases subalternas, los oprimidos, no

    podan ser interpretados desde una prctica antropolgica como la que

    propone Sahlins:

    Una de mis suposiciones bsicas [dice Obeyesekere] es que hacer mitos, mitologizar,

    eso que los expertos asumen como una actividad fundamentalmente existente en

    sociedades no occidentales, es una realidad muy comn en el pensamiento euro

    peo.

    Un mito, en el sentido poco preciso y convencional del trmino, es general

    mente una historia sagrada sobre dioses y ancestros fundadores, o historias sobre

    hroes ancestrales (leyendas). De acuerdo con la primera definicin no hay mu

    chos mitos en el pensamiento europeo. Existen, sin embargo, muchos mitos so

    bre hroes ancestrales, entre los cuales Cook puede encajar con facilidad. Pero

    yo creo que ambas nociones tienen que extenderse para comprender la construc

    cin de mitos en la cultura occidental.

    Los mitos en su sentido clsico de historias

    sagradas pueden estar pasados de moda , pero los modelos mticos no. Aplico el

    concepto de modelo mtico de dos modos: primero, u n mito importante o para

    digmtico puede servir como un modelo para otros tipos de construccin mtica.

    Segundo, y ms importante, un modelo mtico se refiere a una serie de ideas

    subyacentes (una estructura mtica o grupo de mitemas) emplead os en distintas

    fofmas narrativas mayores. Estos [bloques de] series de ideas son "estructuras de

    larga duracin" que se adjuntan a formas narrativas mayores tales como la fic

    cin, historia o biografas. Las condiciones histricas juegan, obviamente, un pa-

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    ENCUENTROS (POLMICOS) EN EL PACFICO... RDTP, LVIII , 1 , 200 3 281

    pe a la hora de resucitar un modelo mtico enterrado en una tradicin; y las

    condiciones polticas y sociales pueden promover un modelo mtico particular,

    convirtindolo en dominante, o ayudar a inventar un nuevo modelo mtico, basa

    do en los antiguos que ya no son adecuados a los tiempos que corren. As pue

    den surgir modelos mticos en distintos contextos, suplementando mitos reales de

    hroes ancestrales que tambin han sido creados. stos ltimos mitos no son

    historias sagradas en el sentido literal del trmino, sino que tienen un poder simi

    lar y son exactamente isomrficos con historias (leyendas) sobre los ancestros.

    As los varios mitos sobre Cook -por ejemplo, el "humanista" expresa la idea

    del explorador apropiado a la propia percepcin que la civilizacin tiene de s

    misma y contrasta con mitos anteriores, tales como los de un Corts, un Pizarro,

    o un Drake, que ya no son relevantes para una edad ms liberal e "iluminada".

    La persona viva se subsume totalmente en el mito y, de hecho, es irrelevante si

    exceptuamos las notas a pie de pgina (Obeyesekere 1992: 10-11)^^

    Toda la humanidad, insis te Obeyesekere, acta de un modo racional y

    prctico, por ello ataca al relativismo culturaP^ que extraa a los nativos, que

    les convierte en "otros", que los somete, en ltima instancia, a postulados

    analticos que los esclavizan a la costumbre y lo que es peor, a los mitos.

    A la etnografa de Obeyesekere no le preocupa mantener un cierto

    tipo de esencialismo, el que procede de reconocer la comn humanidad

    de todos los seres humanos, por ello le importa ms el modo de pensar

    que los modos de pensamiento:

    No soy partidario de eliminar las diferencias; sino de difuminarlas, viendo las si

    militudes estructurales y de otros tipos bajo las diferencias substantivas, y, cuan

    do esas diferencias existen, intentar entenderlas tericamente aunque no en los

    trminos de una teora que aisla las culturas como especies. Para mudar a la an

    tropologa a los inciertos territorios liminares del futuro uno debe descongelar el

    mundo de los nativos y abrirlo a los mltiples universos que contiene. Al mismo

    tiempo uno debe abrir el mundo encajonado de los tericos de la etnografa que

    dibujarn crculos de tiza en torno a las islas de historia y, de modo no pretendi

    do , haciendo exticas sus culturas, ignorando el sufrimiento humano y el dolor,

    as como obviando la lucha poltica, la colonizacin, o la conquista sobre la que

    los activistas miran hacia el pasado con furia (Obeyesekere en Borofsky 1997: 272).

    ^^ El subrayado es mo.

    ^ "La doctrina del relativismo cultural aisla al otro com o una espe cie y a cent a

    nuestra predileccin por hacer extica la otra cultura. Esto no significa que los

    etngrafos, no deban documentar las prcticas que son diferentes de las suyas, sa es

    precisamente su tarea; sino que deben hacerlas inteligibles mediante mecanismos que

    son comunes a todos los seres humanos. El principio hermenutico de convertir a lo

    familiar en extrao y lo extrao en familiar podra ser otro modo de abordar esta

    cuestin. No es una paradoja, creo, reclamar que las diferencias culturales pueden

    coexistir con semejanzas familiares y similitudes estructurales. Es el relativismo cultu

    ral lo que inhibe su reconocimiento" (Obeyesekere en Borofsky 1997: 272).

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    282

    RDTP,

    LVIII, 1, 200 3 FERNANDO MONGE

    Obeyesekere s iente ira por el modo en el que Sahlins interpreta el

    comportamiento de los nativos a partir de los diarios de Cook y otras

    informaciones exis tentes , fundamentalmente escritas por occidentales . Su

    cuidado metodolgico no se preocupa tanto, a diferencia de su contrin

    cante, por establecer el contexto concreto en el que se producen y escri

    ben los textos , que generalmente no se redactaban a bordo o en las horas

    inmediatas posteriores a los sucesos que tan vividamente describen, s ino

    por ciertos postulados ideolgicos que anulan la comn humanidad de

    los nativos. Ni s iquiera la sorprendente homogeneidad en cuanto a la

    organizacin de los contenidos, a los estilos descriptivos^^, son objeto de

    anlisis por parte de los antroplogos^^. Obeyesekere tiende a limitar su

    anlisis a las evidencias del texto ya que da por supuesta la trama narra

    tiva en la que se engarza. Acontecimiento o evidencia tras evidencia, su

    preocupacin es mostrar que exis ten interpretaciones y explicaciones al

    ternativas a las que da Sahlins, sin embargo, y sta es en mi opinin la

    mxima debilidad de su libro, es incapaz de constmir una visin alterna

    tiva coherente e integrada.

    No obstante, tras la exhibicin analt ica, las elogiosas reseas que

    aplauden una antropologa polt icamente correcta, surgida de la ira que

    sienten los que han sufrido la colonizacin occidental no hay un argu

    mento alternativo. Su heroica resistencia a los planteamientos de Sahlins

    no nos ofrece, para aquellos que trabajamos con ese tipo de fuentes en

    el Pacfico, una verdadera objecin de conjunto. De hecho, tras las dife

    rencias que muestran ambos autores , a pesar del durs imo lenguaje que

    emplean uno contra el otro, sus posiciones no son tan incompatibles . Sin

    duda la imagen his trica que se ha construido de Cook tiene mucho de

    modelo mtico, pero elimina ese hecho que los hawaianos, s in perder

    de vis ta su perspectiva prctica que reclama Obeyesekere, consideraran a

    Cook una encarnacin del dios de la fertilidad Lono? no es posible que

    una parte de esa sociedad lo considerara un dios , otra un potencial alia

    do contra otros grupos rivales de esa u otras islas del archipilago y otros,

    s implemente, una amenaza? qu tipo de juego de intereses y funciones

    locales reforzaba Cook con su aventurado comportamiento?

    ^ Por ejemplo, en esta p oca los diarios son una descripcin e n la que predomi

    na de un modo decisivo lo visual y desaparecen los olores, las sensaciones, los te

    mores o las euforias, los acontecimientos humanos de la rutina de la vida cotidiana.

    ^^

    He abordado este tema de un modo ms exhaustivo en mi libro: En la Costa de

    la Niebla: El paisaje y el discurso etnogrfico ilustrado de la expedicin Malaspina en

    el Pacfico (Monge 2002).

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    ENCUENTROS (POLMICOS) EN EL PACFICO... RDTP, LVIII , 1 , 200 3 283

    BEBIENDO KAVA EN VAVA'U, TONGA^^

    Cambiemos ahora de escenario, abandonemos el teatro de un drama

    para trasladarnos a uno de esos enclaves del Pacfico que han alimenta

    do nuestra visin de un paraso en la tierra. Cook las llam islas de los

    Amigos, pues sus habitantes pronto destacaron por exhibir esa cualidad^*^.

    Hoy esas is las se conocen con el nombre de Tonga y es una de las pocas

    unidades polt icas precoloniales que han sabido y podido trazar su pro

    p io curso y permanecido independientes . De hecho, Tonga es una mo

    narqua constitucional polinesia con un perfil fuertemente cristiano en el

    que los estamentos y el parentesco s iguen estructurando la sociedad, donde

    la tierra no se puede comprar, ya que la asigna en parcelas el rey a sus

    subditos y no es posible que los extranjeros la posean.

    En las islas de los Amigos^' ' , Cook se comport de un modo semejan

    te a como lo hizo en sus otras escalas ocenicas (incluidas entre ellas, la

    infausta Hawai). Aunque se ha querido justificar la muerte de Cook en

    Hawai como una consecuencia de su cambio de carcter , se mantiene

    que ,

    a lo largo de tercer viaje pas de ser un personaje tolerante, diplo

    mtico e interesado por las culturas ajenas, a un capitn colrico e impa

    ciente. Lo cierto es que Cook, a pesar de sus contadas explosiones tem

    peramentales (que no son otras , insis to, que las que generalmente podemos

    ver a travs de sus propios diarios) , no encaja muy bien en un caso de

    doble personalidad, a pesar de lo que defiende Obeyesekere, en una suerte

    de Dr. Jekill y Mr. Hide, de un Prspero y un Kurtz.

    ^ Este epgrafe se basa e n un te xto pro pio i ndito a nterior: "D rinking Kava with

    'Vavao' Islanders: The Malaspina Expedition in the Tongan Islands (1793)", presenta

    do en el XVIIIth International Congress of History of Science, Hamburgo y Munich, 1-

    9 agosto de 1989.

    ^ Las islas de los A migos, junto con T ahiti y las islas de la Socie dad, son los

    enclaves que han sustentado la imagen occidental del paraso polinesio, un lugar de

    vida fcil, sensual, de clima ideal y paisajes deslumbrantes. De todas esas islas, es

    Tahiti, la que sirve de inspiracin a los paisajes que mejor reflejan esa imagen idflica.

    Aquellos que quieran tener una perspectiva ms actual, menos idealizada, pueden leer

    el libro de viajes The Happy Isles of Oceania: Paddling the Pacific (Theroux 1992).

    ^' ' Las naves de las distintas expediciones de Cook permanecieron en las islas,

    durante el segundo viaje en dos ocasiones, entre el 2 y el 8 de octubre de 1773

    visit 'Eua (Middelburg) y Tongatapu (Amsterdam), y el 26 y el 29 de junio de 1774,

    Nomuka (Rotterdam); durante la tercera expedicin naveg y explor distintas islas

    de Tonga de un modo sorprendente en l, pues apenas recal en las mismas entre el

    28 de abril y el 17 de julio de 1777; la expedicin Malaspina, que recal en Vavao

    (Vava') en el archipilago ms septentrional de Tonga, permaneci en la isla desde

    el 20 de mayo al 1 de junio de 1793-

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    RDTP,

    LVIII, 1, 2003 FERNANDO MONGE

    En Tonga los expedicionarios sufran robos por parte de los nativos como

    en cualquier otra isla, y del mismo modo trataban de contrarrestarlos con

    las ayudas de los jefes , quienes de modo paradjico no slo imponan el

    orden y castigaban, sino que eran, adems, los que en ltima instancia iban

    a recibir esos objetos robados por sus subditos. Si la autoridad del jefe no

    se impona, los visitantes secuestraban a los jefes y forzaban la devolucin

    de lo robado a cambio de la liberacin de su lder.

    Del mismo modo que en Hawai, en Tonga llevaron a cabo sus rutinas

    de mantenimiento: aguada, repostar con alimentos frescos mediante el co

    mercio con los naturales, reparar los desperfectos de los buques, lavar la

    ropa y descansar; en cuanto a la actividad cientfica, se ocupaban de esta

    blecer la latitud y longitud de las islas fijndolas con mediciones astronmicas

    (para lo que tenan que levantar un observatorio en tierra); trazar cartas

    nuticas y levantar planos; herborizar, capturar especies vivas y llevar a cabo

    descripciones geolgicas; examinar las cualidades y costumbres de los na

    turales y establecer buenas relaciones con ellos. Su guin de actividades se

    repite en cada una de sus recaladas y, del mismo modo, as se refleja en

    sus diarios. De hecho, las propias monografas sobre los lugares visitados,

    sus descripciones de las sociedades y culturas sobre las que investigan se

    asemejan en su estructura y obedecen a un patrn explicativo idntico.

    Al igual que en Hawai, aunque con diferentes resultados, Cook trat

    de establecer buenas relaciones con los nativos y participar en cuanta

    ceremonia le fue posible. Tanto es as que es el primer explorador que

    nos describe el HnasP. A pesar de no comprender la mayor parte de su

    significado, su meticulosa descripcin es sorprendentemente r ica en deta

    lles. Sin duda ste es uno de los fragmentos de sus diarios que le han

    proporcionado mayor reputacin como gran explorador y "etngrafo". No

    obstante sus mritos, hoy sabemos gracias a otras fuentes de viajeros y a

    la propia memoria oral bien recogida en la actualidad en los archivos del

    Palacio Real de Nuku'alofa (la capital de Tonga), que Cook arriesg su

    vida varias veces al violentar insistentemente los tabes o prohibiciones

    que deban seguir durante la celebracin de los r i tuales . Cmo debemos

    interpretar su comportamiento? bajo qu esquema explicativo ubicaramos

    su muerte si se hubiera producido en la isla de los Amigos? con qu

    trama de anlisis terico, la de Sahlins o la de Obeyesekere, nos sentira

    mos ms cmodos? o lo que es ms importante cmo podramos cons

    truir argumentos consis tentes ms que aspirar a verdades inmutables?

    ^ nasi es una ceremonia en la que los primeros frutos del ao se ofrecen al rey

    sagrado o Tii'i Tonga como parte de un ritual poltico-religioso que involucra a toda

    la nacin (Bott y Tavi 1982: 173).

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    ENCUENTROS (POLMICOS) EN EL PACFICO... RDTP, LVIII , 1 , 200 3 285

    Sin duda a los jefes de Tonga no les import mostrar aspectos prohi

    bidos de su ritual a un extrao "que pasaba por all" y con el que ha

    ban entablado una fructfera relacin comercial y de amistad. Con reti

    cencia, y cierta tolerancia, le permitan asistir a sus ceremonias siempre y

    cuando se quitara la camisa y soltara el pelo. De hecho la ruptura de la

    etiqueta por parte de Cook en el r i tual que presenci se uni a la ano

    mala que supona que los nativos celebraran este Hnasino para con me

    morar la llegada de la estacin de la cosecha sino para conceder al hijo

    del rey sagrado o Tu'i Tonga (ante la insistente presin de la mujer de

    ste) algunos de los rasgos y privilegios del propio rey (algo absoluta

    mente sin precedentes en su historia)^^.

    No voy a entrar ahora en un anlis is detallado de esos encuentros

    his tricos en Tonga entre Cook y, ms tarde, otros "exploradores-obser

    vadores" como Malaspina. Gracias a esos documentos, los de otros ex

    ploradores y, sobre todo, la memoria oral, hoy recogida en el archivo

    real ar r iba mencionado, podemos recomponer la compleja d inmica y

    posibles interpretaciones que los comportamientos y acontecimientos de

    los encuentros tuvieron en su da. Tal y como hemos vis to en la polmi

    ca explicacin de la muerte de Cook, esta relacin entre exploradores y

    tonganos es un caso de estudio particularmente r ico para poner a prueba

    los procedimientos interpretativos que ha desarrollado la prctica terica

    de la antropologa.

    Cook, como muestra su diario, no era un antroplogo avant la letre,

    sus indudables dotes descriptivas, su perspicacia y las circunstancias que

    vivi le convierten en uno de los mayores exploradores del siglo XVIII.

    Puso "en orden" y dio una primera imagen^ del conjunto del Pacfico sur,

    acabando con la fantasa del continente austral (que en modo alguno poda

    ser Australia). Desde la perspectiva actual, uno de los mritos ms sobre-

    ^ En realidad Cook asiste, como ya he ind icado, a un ritual anm alo q ue tiene

    consecuencias en el desarrollo y estabilidad poltica de la isla. En este caso es testi

    go , sin saberlo, de un cambio histrico sin precedentes dentro de Tonga. Vase Bott

    y Tavi (1982).

    ^ Aunque al referirme a la imagen haca alusin a mucho ms que a su represen

    tacin grfica. Son textos absolutamente claves para aquellos interesados por estas

    cuestiones los trabajos de Smith (1985 y 1992). La obra grfica completa de las expe

    diciones de Cook fue publicada por Smith y Joppien (1985-88) en tres volmenes.

    Para aquellos interesados por la misma en la expedicin Malaspina, vase Sotos Se

    rrano (1982). Del Diario General de la expedicin hay dos ediciones: Palau, Saiz y

    Zabala (1984), y la edicin crtica, en varios tomos, cuya editora general es Mara

    Dolores Higueras. El tomo de mayor inters para los antroplogos, junto con los dia

    rios, es el que edit Pimentel (1993).

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    RDTP,

    LVIII, 1, 200 3 FERNANDO MONGE

    salientes de sus escritos radica en su capacidad de describir y transmitir

    informacin sobre lo que no saba. Su esti lo ayudaba considerablemente

    en su narracin, pues no era hombre aficionado a las largas elucubraciones

    filosficas que caracterizan la prosa culta de los hombres de la Ilustracin.

    En Tonga, por ejemplo, una de las "piedras de toque" para la inclu

    sin o la obtencin de informacin ms delicada sobre la organizacin

    social y sus valores pasa por la participacin en la ceremonia de la be

    bida del kava en un crculo ritual, que manifiesta el rango de sus parti

    cipantes , los incluye en la comunidad y permite poner al da el entrama

    do de r e l ac iones s oc ia l e s que s u s t en ta l a comun idad , a s como ,

    simplemente, participar socialmente en la misma. Ese conocimiento ms

    profundo de la sociedad visitada pasaba por la ingestin del kava, una

    bebida de efectos hipnticos, que se produca masticando la raz del Piper

    Mesthicum y mezclndola lu ego con agua . Los explo radore s , al ver su

    preparacin, evitaron su ingestin, excepto algunos como Cook, que, en

    contadas ocasiones, cuando no tenan ms remedio y s in l legar a partici

    par plenamente en l , l legaban a probarlo.

    Un anlis is pormenorizado de este acontecimiento, enmarcado en su

    visita, nos permitira, como en el caso de la muerte de Cook, profundizar

    y elaborar una antropologa his trica de los encuentros en los que ha

    bramos de tratar de integrar y abarcar ambos universos culturales , ahora

    en contacto, y la naturaleza de sus relaciones en la gnesis de nuevos

    universos de significado cultural.

    Los encuentros, su anlisis e interpretacin son, sin duda alguna, y

    como he pre tendido mos trar en la encendida polmica en tre Cook y

    Obeyesekere, un campo de investigacin particularmente fructfero que nos

    exige un gran cuidado metodolgico. De hecho, teora y metodologa viajan

    juntas en la prctica antropolgica. No es acaso el Pacfico, tal como he

    intentado mostrar a lo largo de estas pginas, un espacio tan "real" como

    inventado?

    A VUELTAS CON LA INTERPRETACIN

    Tal como afirma Borofsky, "la incertidumbre a la hora de analizar el

    pasado no impide nuestros anlis is , solamente encuadra cmo lo hace

    mos" (1997: 277). Podemos valorar las evidencias que uno y otro, Sahlins

    y Obeyesekere, aportan en su sonada polmica, extraer conclusiones al

    ternativas o conceder mayor acierto a uno y otro. Como ya he mostrado,

    una lectura cuidadosa de los postulados bsicos de uno y otro hace dif

    cil entender las razones tericas y ticas que les enfrentaron de un modo

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    EN EL

    PACFICO... RDTP, LVIII ,

    1,

    2 0 0 3 2 8 7

    tan enconado. Tras este pe-

    riplo por el Pacfico, llegan

    las grandes preguntas: Pode

    mos los antroplogos hablar

    sobre el otro ? En realidad,

    ambos creen en esa posibi

    lidad. El problema, una vez

    ms,

    radica en la interpreta

    cin, del mismo modo que

    Cook pudo ser interpretado

    por los hawaianos como un

    dios, Obeyesekere adjudica a

    Sahlins el papel de opresor

    e imperialista.

    Para el primero es posible hablar sobre los otros si somos capaces

    de constmir un argumento bien razonado, que se apoye bien en buenos

    razonamientos y las evidencias (Obeyesekere en Borofsky 1997: 69); mien

    tras que para Sahlins:

    FIGURA 3.Milford Sound. Pico

    y

    comienzo

    del fiordo. Nueva Zelanda.

    una comprensin intercultural

    no

    descansa simplemente sobre

    una

    biologa

    co

    mn, una fisiologa de la percepcin que no permita a los antroplogos y sus

    interlocutores estar de acuerdo sobre los referentes empricos de su charlaque,

    de otra manera sera distinta. Algunas veces

    es al

    contrario:

    la

    posibilidad

    de

    la antropologa consiste

    en

    operaciones simblicas mutuas

    y

    comunicables,

    del

    tipo

    que

    puede hace lgica

    e

    intelectualmente incomunicable

    lo que es

    emp

    ricamente increble. 'Este pan es el cuerpo de Cristo.' 'La patata dulce es el

    cuerpo de Lono,' [...]. La cuestin no es simplemente percepcin sino juicio:

    qu

    es lo que hay, y

    cmo esta relacionado

    con qu

    otras cosas? (Sahlins

    en

    Borofsky

    1997: 274).

    Le preocupan las relaciones significativas, las afirmaciones con senti

    do y no simplemente las sensaciones perceptivas.

    En suma, para Obeyesekere las nuevas fronteras de la antropologa

    descansan en el conocimiento de las otras epistemologas, en el desarro

    llo de una epistemologa transcultural; para Sahlins, sin embargo, son:

    las relaciones fundamentales de la sociedad [las que] estn presentes en el

    microcosmos

    del

    intercambio simblico.

    Si la

    afirmacin

    de un yo es una

    rei

    vindicacin depoder, la reversibilidad del"yo"y tu esalternativamente compe

    ticin o reciprocidad cuando el reconocimiento mutuo de la persona es el ger

    m en

    de la

    sociabilidad.

    Los

    principios elementales

    de la

    sociedad humana

    son

    intrnsecos

    a las

    estructuras

    del

    discurso simblico.

    La

    antropologa

    es un

    intento

    de superar los lmites parroquiales tradicionalesdedichos discursos.Por lotanto,

    critica a los antroplogos y susconceptos de cultura tanto como desees por su

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    etnocentrismo e imperialismo, siempre existirn relaciones humanas contradicto

    riasen su proyecto (Sahlins enBorofsky

    1997: 276).

    Por

    eso,

    la interpretacin, que es un mecanismo donde los procesos

    simblicos se explotan s is temticamente, no slo es un e lemento necesa

    rio para

    la

    antropologa, s ino, tambin,

    y

    sobre todo, central

    en

    nuestra

    actividad como seres humanos y antroplogos.

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