cosmologÍas del capitalismo marshall sahlins

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COSMOLOGIAS DEL CAPITALISMO: EL SECTOR TRANS-PACIFICO DEL «S ST A DA» (") MARSHALL SAHLINS (*"') El 20 de Noviembre de 1839, el Reverendo Jolm Williams, de la London Missionary Society, fue muerto poco después de fondear en la bahia Dillon, en Eromanga, una de las islas del archipiélago de las Nuevas Hebridas. Famoso en aquel entonces como el «Apóstol de Polinesia», Williams fue abruptamente martirizado por ciertos melanesios, supuestamente en una ciega venganza por los ultrajes que les habían in- igido negociantes de sandalo blancos. Así reza la des- cripción piadosa _del acontecimiento, la cual, calicandolo como «asesinato» y a los melanesios como «salvajes», inscribe, caraeterísticamente, las acciones de los isleños en las nociones de los occidentales. La tradición historiográca de tales incidentes se ha perfeccionado desde entonces, pero no al punto de deshacerse de la virtud cristiana de entender a los me- lanesios a partir de la premisa de que no fueron ellos quienes tiraron la primera piedra. Como si ellos no pu- diesen tener sus propias razones o actuar con violen- cia por iniciativa propia. Poco importa que el sentido indígena de la muerte de Williams -que, en sus deta- lles eeremoniales, recuerda extrañamente a la caída del Capitán Cook en Hawai- parezca haber sido nada me- nos que el de un deicidio. En casi todos los relatos eu- ropeos de estos eventos, los isleños no tiene nada que hacer, excepto reaccionar a la presencia determinante del extranjero. El principio explicativo es, como ha dicho Dorothy Shineberg, que «debe haber un hom- bre blanco por detrás de todo hombre negro». Claro está que invoco el destino del misionero de un modo metafórico, para unirme al coro antropoló- gico de protestas contra la idea de que la expansión global del capitalismo occidental (o el llamado Sistema Mundial) hizo de los pueblos colonizados y «perifé- ricos» objetos pasivos y no autores de su propia his- toria, y de que dicha expansión transfomió, análo- gamente, la cultura de esos pueblos en bienes adulte- rados a través de relaciones económicas tributarias. En Europe and the people without history Eric Wolf se ve forzado a argumentar que es necesario prestar ima atención mayor a estos pueblos, y que ellos son, de hecho, seres históricos, algo mas que las «víctimas y testigos silenciosos» de su propia sumisión. Wolf fue compelido a hacer tal armación porque, en el auge de la teoría del Sistema Mundial. parecía que solo que- daba para la antropología la tarea de hacer una etno- grafia global del capitalismo. En dicha teoría se presume que las otras socie- dades ya no actuarían confonne a sus propias «leyes de movimiento», y que no habría «estructura» o sis- tema algunos, excepto los dados por la dominación ca- pitalista occidental. Mas, no serán tales ideas la misma dominación bajo una forma académica . Es como si el Occidente, habiendo invadido materialmente las vi- das de los otros, ICS negase ahora intelectualmente cual- quier integridad cultural. La teoría del Sistema mundial se toma, así, la expresión superestnrctural del mismo imperialismo que desprecia el mismo imperialismo que desprecia: la auto-consciencia del propio Sistema Mun- dial. Entre tanto; por sucede lo mismo en el li- bro doctoral de Wolf?. Por es que apenas se men- ciona el modo en que los pueblos nativos trataron de organizar aquello que los afectaba en los ténninos de su propia cultura?. Wolf nos invita a ver a los Mun- durucu y los Meo como agentes históricos, pero lo que en verdad muestra es como esos pueblos «fueron atraí- dos al sistema más amplio, para sufrir su impacto y tomarse sus agentes». Un problema evidente a uí es la nostalgia de Wolf por el utilitarismo marxista pri- vilegiado por muchos teóricos del Sistema Mundial. Me refiero a la idea instrumental de la cultura con- cebida como un reflejo del «modo de producción», como un conjunto de apariencias asumidas por fuer- zas materiales que, de algún modo, poseen su propia racionalidad y necesidad. De a uí surge la contradic- ción que netitraliza todas las buenas intenciones antro- pológicas. Por un lado, Wolf deende el papel lmstórieo activo de una sociedad, lo que debe signicar el modo como tal sociedad moldea, a través de sus propias con- cepciones, las circunstancias materiales que le son im- puestas. Por otro lado, Wolf aboga por una teoría cultural que supone que las concepciones de una so- ciedad son función de sus circunstancias materiales. Necesitamos considerar más seriamente la concepción de Marx de la produccción como la apropiación de la "' Conferencia presentada a la XVl Reunión Brasileña de Antropología. Campiñas, 27 al 30 de marzo de 1988. Universidad de Chicago 95

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  • COSMOLOGIAS DEL CAPITALISMO:

    EL SECTOR TRANS-PACIFICO DEL SISTEMA MUNDIAL (")

    MARSHALL SAHLINS (*"')

    El 20 de Noviembre de 1839, el Reverendo Jolm

    Williams, de la London Missionary Society, fue

    muerto poco despus de fondear en la bahia Dillon,en Eromanga, una de las islas del archipilago de lasNuevas Hebridas. Famoso en aquel entonces como el

    Apstol de Polinesia, Williams fue abruptamentemartirizado por ciertos melanesios, supuestamente en

    una ciega venganza por los ultrajes que les haban in-igido negociantes de sandalo blancos. As reza la des-cripcin piadosa _del acontecimiento, la cual,calicandolo como asesinato y a los melanesios comosalvajes, inscribe, caraetersticamente, las accionesde los isleos en las nociones de los occidentales.

    La tradicin historiogrca de tales incidentes seha perfeccionado desde entonces, pero no al punto de

    deshacerse de la virtud cristiana de entender a los me-

    lanesios a partir de la premisa de que no fueron ellos

    quienes tiraron la primera piedra. Como si ellos no pu-diesen tener sus propias razones o actuar con violen-

    cia por iniciativa propia. Poco importa que el sentido

    indgena de la muerte de Williams -que, en sus deta-lles eeremoniales, recuerda extraamente a la cada delCapitn Cook en Hawai- parezca haber sido nada me-nos que el de un deicidio. En casi todos los relatos eu-

    ropeos de estos eventos, los isleos no tiene nada quehacer, excepto reaccionar a la presencia determinante

    del extranjero. El principio explicativo es, como ha

    dicho Dorothy Shineberg, que debe haber un hom-bre blanco por detrs de todo hombre negro.

    Claro est que invoco el destino del misionero deun modo metafrico, para unirme al coro antropol-gico de protestas contra la idea de que la expansinglobal del capitalismo occidental (o el llamado Sistema

    Mundial) hizo de los pueblos colonizados y perif-ricos objetos pasivos y no autores de su propia his-toria, y de que dicha expansin transfomi, anlo-gamente, la cultura de esos pueblos en bienes adulte-

    rados a travs de relaciones econmicas tributarias. EnEurope and the people without history Eric Wolf se

    ve forzado a argumentar que es necesario prestar ima

    atencin mayor a estos pueblos, y que ellos son, dehecho, seres histricos, algo mas que las vctimas ytestigos silenciosos de su propia sumisin. Wolf fue

    compelido a hacer tal armacin porque, en el augede la teora del Sistema Mundial. pareca que solo que-daba para la antropologa la tarea de hacer una etno-grafia global del capitalismo.

    En dicha teora se presume que las otras socie-dades ya no actuaran confonne a sus propias leyesde movimiento, y que no habra estructura o sis-tema algunos, excepto los dados por la dominacin ca-pitalista occidental. Mas, no sern tales ideas la mismadominacin bajo una forma acadmica?. Es como siel Occidente, habiendo invadido materialmente las vi-

    das de los otros, ICS negase ahora intelectualmente cual-

    quier integridad cultural. La teora del Sistema mundialse toma, as, la expresin superestnrctural del mismoimperialismo que desprecia el mismo imperialismo que

    desprecia: la auto-consciencia del propio Sistema Mun-

    dial.

    Entre tanto; por qu sucede lo mismo en el li-bro doctoral de Wolf?. Por qu es que apenas se men-ciona el modo en que los pueblos nativos trataron de

    organizar aquello que los afectaba en los tnninos desu propia cultura?. Wolf nos invita a ver a los Mun-

    durucu y los Meo como agentes histricos, pero lo queen verdad muestra es como esos pueblos fueron atra-dos al sistema ms amplio, para sufrir su impacto ytomarse sus agentes. Un problema evidente aqu esla nostalgia de Wolf por el utilitarismo marxista pri-

    vilegiado por muchos tericos del Sistema Mundial.Me refiero a la idea instrumental de la cultura con-

    cebida como un reflejo del modo de produccin,como un conjunto de apariencias asumidas por fuer-

    zas materiales que, de algn modo, poseen su propiaracionalidad y necesidad. De aqu surge la contradic-cin que netitraliza todas las buenas intenciones antro-polgicas. Por un lado, Wolf deende el papel lmstrieoactivo de una sociedad, lo que debe signicar el modocomo tal sociedad moldea, a travs de sus propias con-cepciones, las circunstancias materiales que le son im-

    puestas. Por otro lado, Wolf aboga por una teoracultural que supone que las concepciones de una so-

    ciedad son funcin de sus circunstancias materiales.Necesitamos considerar ms seriamente la concepcinde Marx de la producccin como la apropiacin de la

    "' Conferencia presentada a la XVl Reunin Brasilea de Antropologa. Campias, 27 al 30 de marzo de 1988."' Universidad de Chicago

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  • naturaleza dentro y a travs de una determinada fonnade sociedad. Se sigue, por lo tanto, que un modo de

    produccin, en si mismo. no especica a ningn or-den cultural -a no ser quc su propio orden, en cuanto

    produccin. sea culturalmente especicado. Y, en loque se reere al encuentro intercultural, habremos deexaminar como los pueblos indgenas intentan integrarla experiencia del sistema mundial en algo que es l-gica y ontolgicamente mas inclusivo: su propio sis-tema del mundo.

    El problema es como evitar la reduccin del en-cuentro intercultural a una sica, por un lado, y a unateleologa, por el otro. Es preciso escapar de la per-cepcin vulgar de la economa global, que la ve -simpley mecnicamente- como lll] conjimto de fuerzas ma-teriales. asi como de su corolario, las descripcionesde historias locales presentadas invariablemente como

    crnicas de corrupcin cultural. Es verdad que, un si-glo despus del descubrimiento de las Islas Sandwichpor el Capitn Cook, empresarios norteamericanosocupaban la regin y trasformaban a los hawaianos enun proletariado rural. Pero no es verdad que el curso

    de la historia hawaiana, desde 1778, haya sido gober-nado por esta nalidad, o que haya consistido en lamera substitucin de relaciones polinesias por relacio-nes burguesas. Las Islas, al contrario, asistieron a un

    perodo signicativo de desarrollo indigena, cuandolos jefes se apropiaron de las mercaderas occidenta-les en favor de sus propios proyectos liegemnicos -loque signica-, en favor de concepciones tradicionalesde su propia divinidad. Si, mas tarde. el Hawai su-

    cumbi rpidamente a las presiones del imperialismo,fue precisamente porque los efectos delcomercio ex-tranjero fueron ampliados por su incorporacin en unacompetencia polinesia por poderes celestiales. Esto

    acontece repetidamente en la moderna historia del

    mundo: las fuerzas capitalistas se realizan en otras for-

    mas y nalidades, en lgicas culturales exticas, muydistantes del fetichismo de la mercanca nativo de Eu-ropa. En nuestros objetos {occidentales} -dice un re-lato de las tierras altas de Nueva Guinea- ellosperciben mltiples posibilidades de satisfacer necesi- .-dades con las que los fabricantes jams soaron(Lederman). De esta manera, el sistema mundial no

    es una fisica de relaciones equilibradas entre el

    impacto econmico y las relaciones culturales. Losefectos especcos de las fuerzas materiales globalesdependen de los diversos modos en que son mediados

    por esquemas culturales locales.

    Ms que de una fisica planetaria, se trata de unahistoria del capitalismo mundial, historia que dar undoble testimonio de la autenticidad de otras formas de

    existencia. En primer lugar, por cl hecho de que cl pre-sente orden global fue moldeado decisivamente por los

    llamados pueblos perifricos, a traves de los diversos

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    modos en que ellos articularon culturalmente lo que

    les estaba aconteciendo. En segundo lugar, porque la

    diversidad, a pesar de las terribles prdidas que vienesufriendo, no est muerta, sino que persiste en la es-tela de la dominacin occidental. (Tal vez deberamosagregar un post-occidentalismo- a la corriente post-modema de post-ismos, que constituye la moda actual).En efecto, respetables investigadores sostienen que la

    historia mundial, desde cerca de 1860, ha sido mar-

    cada por el desarrollo simultneo de la integracin glo-bal y la diferenciacin local.

    De este proceso, deseo enfocar aqu el sector delPacco y, en especial, el perodo que va de media-dos del -siglo XVIII a mediados del siglo XIX, con el

    n de mostrar como los pueblos de las islas y de loscontinentes asitico y americano adyacentes organi-zaron el impacto del capitalismo y, consecuentemente,hicieron el curso de la historia mundial. En parte, el

    ttulo Cosmologas del Capitalismo proviene de laobservacin de que, en las Islas, los bienes -y hastalas personas- occidentales son frecuentemente incor-

    porados como fuerzas indgenas, en una especie de ho-menaje neoltico a la Revolucin Industrial.Mercaderas europeas aparecen como seales de be-necios divinos y concesiones mticas obtenidas atra-vs de intercambios y ostentaciones ceremoniales queconstituyen, tambin, sacricios dictados por la cos-tumbre. As, desde el punto de vista nativo, la ex-plotacin por el sistema mundial puede representar unenriquecimiento del sistema local. A pesar de haber

    una transferencia lucrativa de fuerza de trabajo parala metrpoli, a travs de valores de cambio desigua-les, los pueblos de las tierras remotas adquieren msbienes, de extraordinario valor social, con menos es-

    fuerzo de lo que jams hubieran podido en los tiem-pos de sus ancestros, Se suceden entonces las mayores

    estas, intercambios y sesiones de canto que jams ha-yan acontecido. Y como esto signica una actunula-cin mxima de benecios divinos a travs de poderessociales humanos, el proceso es, en su totalidad, un

    desarrollo en los trminos de la cultura en cuestin.No se trata de atraso, excepto desde una pers-

    pectiva burguesa occidental. Ni se trata tampoco de

    conservadurismo: hay, ciertamente, una continui-dad cultural, pero la mayor continuidad puede con-

    sistir en la lgica del cambio cultural. De cualquiermanera, continuidad no es lo mismo que lnmovllidad.

    Desarrollo neo-tradicional podria ser el tmiino apro-piado para este caso, dadas las evidentes paradojas que

    implica articular la costumbre al comercio. Sin em-

    bargo, preero una expresin neomelanesia improvi-sada que escuche casualmente en la Universidad del

    Pacico Sur, donde la palabra inglesa developmentdesarrollo. sonaba en una frase en pidgin como

    develop-man, desarrollo-gente. Desde la perspectiva

  • de aquello que los melanesios consideran digno de los

    seres humanos. se trata. en efecto, de develop-man.Es una auto-realizacin cultural en la escala material-y en formas materiales ntmca antes conocidas-, pero

    no por eso es la simple instalacin de relaciones demercada capitalistas. Es claro que la dependencia de

    la economa mundial, que posee sus propias razonesy su propio progreso, puede, con el tiempo, tornar vul-

    nerable al developman local. Ms, por otro lado. des-tino no es historia. Es posible, tambin, que ni siquierasea tragedia. Los antroplogos registran algunas for-mas espectaculares de cambio cultural indgena con-vertidas, en nombre de la persistencua cultural, en

    modos de resistencia poltica. As, por todo el Paci-co, mercaderes occidentales que buscaban valor decambio, se vieron forzados a satisfacer las demandas

    locales por valor de pretigio. Pero esto se di, en l-timo anlisis, por causa de ciertos valores de prestigiochinos, de los que estaba prisionero todo el comercio

    del mundo. Desde la apertura del comercio directo con

    el Occidente, a comienzos del s. XVI, los chinos no

    haban sido irnpresionados en modo alguno por las rna-nufacturas europeas (ni siquiera por las ltimas rna-ravillas de la Revolucin industrial). y haban preferidoquedarse con poca, pero preciosa plata a cambio de

    sus propios bienes. Adems, durante el s. XVIII. esaalergia china a las mercaderas europeas se asoci ala creciente mana del t en Gran Bretaa y en suscolonias de habla inglesa, lo que result en un ujode plata en direccin al Oriente -u_io cuyos efectosrepercutan en las minas de Potos y, consecuente-mente, en el trfico de esclavc: africanos. Como essabido, Gran Bretaa fue capsde superar esa balanzacomercial desfavorable que provena de su hbito porel t, tan slo inigiendo a los chinos un hbito anms pesado, en la forma del opio importado de la In-dia -un trco ilegal. apoyado en i839 por una guerraimfame.

    Teniendo pocos recursos de ese tipo y poca plata

    para ofrecer, norteamericanos y australianos recorrie-

    ron el Pacco en busca de productos que fueran acep-tables en China: en ese contexto ocurre el comercio

    martimo de pieles del Noroeste americano y el de sn-dalo y holottiria de las islas de los Mares del Sur. Shi-

    neberg advierte que, a pesar de que los australianos

    gustaban mucho de criticar la naturaleza supersticiosade los chinos, dispuestos a comprar sndalo a precioselevados para quemarlo ante sus altares. si se con-sideran sus propias condiciones de comercio, el h-bito colonial de beber t no era menos singular.Sumense a ello el tabaco y los bicncs de lujo con que,

    por su parte, los isleos se conformaban en cualquiertransaccin. y el comercio del Pacfico probar, comodice Shineberg, que la fragilidad humana no conocede razas.

    Dicho de fonna ms positiva y antropolgica, estaes tambin la tesis ms general de esta conferencia.La idea general es que el sistema mundial es la ex-

    presin racional de lgicas culturales relativas: rela-tivas, esto es, en los tmiinos del valor de cambio. Unsistema de diferencias culturales organizadas como una

    divisin del trabajo es un mercado global de fragili-dades humanas, donde estas ltimas pueden ser lucra-tivamente negociadas a travs de un medio pecuniariocomn. As como Galileo pensaba que los nmeroseran el lenguaje del mundo fsico. la burguesa se de-leit en la creencia que el universo cultural es reduc-tible a un discurso de precios -a despecho de que otros

    pueblos resistieran a una y otra idea, poblando su exis-

    tencia con otras consideraciones. El fetichismo, por

    tanto, es una costumbre de la economa capitalistamundial, en la medida en que traduce, precisamente,esas cosmologas y ontologias reales e histricas, esasrelaciones variadas de personas y diferentes sistemas

    de objetos, en un simple pidgin crematistico. Es claro

    que la capacidad de reducir propiedades sociales a va-

    lores de mercado es exactamente lo que permite al ca-

    pitalismo dominar el orden cultural. Entretanto, porlo menos a veces, esa misma capacidad toma al ca-

    pitalismo mundial esclavo de conceptos de status, me-

    dios de control del trabajo y preferencias por ciertos

    bienes, que son locales y que l no tiene la voluntadde eliminar puesto que no sera lucrativo. Una histo-ria del sistema mundial debe, por lo tanto, descubrir

    la cultura misticada en el capitalismo. Como famosoescenario histrico de la explotacin occidental, el Pa-cfico parece ser un lugar para comenzar.

    NEGOCIOS DE LA CHINA

    En septiembre de 1793, Lord George Visconde

    Macartney, emisario del soberano brbaro del OcanoOccidental, Jorge Ill, que haba venido a entregar tri-butos al Emperador Celestial y ser guiado hacia la ci-vilizacin por la virtud imperial -o, desde su puntode vista, el Embajador Extraordinario y Plenipoten-ciario de Su Majestad Britnica, encargado de esta-blecer relaciones diplomticas con la China con vistasa la liberacin del comercio de Cantn, abriendo nue-vos mercados para las mantifacttiras britnicas, de lasque traa bellos ejemplares como presentes para el Em-perador Clfien-lting, en ocasin de su 3er aniversario-en septiembre de i793, pues, Macartney recibi la res-puesta ticial al mensaje de su Rey. Dirigido a un so-berano vasallo, este famoso edicto dice:

    Nosotros, por Gracia del Cielo, Empera-

    dor,

    IISIRIIIIOS al Rey de Inglaterra para que senotifique de nuestro recibo.

    Leemos cuidadosamente el texto de su

    mensaje ocial... En el, su sincera humil-

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  • dad y obediencia pueden ser percibidas cla-

    tamente...

    El Imperio Celestial. regente de todo lo

    que existe entre los cuatro mares, se con-

    centra tan solo en conducir los asuntos de

    gobierno adecuadamente, y no da valor a

    cosas raras y preciosas... En verdad, la

    virtud y el poder del Imperio Celestial han

    penetrado largamente, hasta los inmime-

    rables reinos. que vinieron a prestarle ho-

    menaje. y as todos los tipos de cosaspreciosas de mas all de las montaas ylos mares fueron reunidas aqu.

    Con todo. jams dimos valor a artcu-los ingeniosos. y tampoco tenemos la me-

    nor necesidad de las manufacturas de su

    pas (Cranmer-Byng).

    Sobre el Edicto de Chien-lung ha sido dicho (nadamenos que por Bertrand Russell), que la China no po-

    dr ser comprendida hasta tanto este documento no dejede parecer abstudo. No es mi intencin disipar la ex-traem: al contrario, comenzar por generalizarla.

    El desinters de los chinos por los bienes euro-peos ya vena manifestndose desde la dinasta ante-rior. la Ming. desde ms de 300 aos atrs; y. en loque se reere a los britnicos. desde que la Honora-ble Compaa de las lndias Orientales haba abierto elcomercio directo, en 1699. Aunque directo, este co-

    mercio era, cada vez ms. controlado y restringido porla reglamentacin china. Para mediados del s. XVIII.haba adquirido el clsico perl de un puerto nico-aislado. La navegacin btltnica estaba connada t!Canton. donde los capitanes de la Compaa slo po-dan negociar con los mercaderes chinos autorizados,quienes les transferan los innumerables impuestos ylas extorsiones de los agentes imperiales de todos los

    escalones, bajo la forma de pesadas recargas sobre los

    valores del negocio. Los europeos eran, socialmente

    puestos en cuarentena y ctilttiralmente dcspreciados.A pesar de todo, los ingleses se haban confor-

    mado con la situacin para conseguir seda, nanqumy porcelanay, cada vez ms, por causa del t. En laGran bretaade mediados del s. XVIII. beber t eraun hbito que se extenda a todas las clases sociales,y se habla tomado -en las palabras de Lord Macartney-,no solamente un lujo indispensable. al lado de otraschinoiseries. sino ma indispensable necesidad vi-tal-. La importacin de t a traves del monopolio dcla Ca. de las lndias Orientales creci. en el s. Xvlll,de un promedio de 75.02] libras anuales en la pri-mera dcada, hasta ms de 20 millones de libras anua-les hacia el ao i800. As, si el desprecio delEmperador Chino por las manufacturas de los brba-ros extranjeros estaba vinculado a su status de Hijo del

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    Cielo. por el otro lado, en el esquema csmico de losbritnicos -como ha dicho un historiador- el t era...el dios al que todo lo dems era sacricado.

    La lana britnica, por ejemplo, era sacricada conprdidas signicativas en el mercado cantones. a fmde obtener los crditos comerciales necesarios para lacompra de t. (Este debe ser el origen de aquel chistesobre la industria de ropa [neoyorquina] donde se de-

    ca que simepre compensaban sus prdidas en volu-men). Con todo, haba algo que los Manchues -queestaban en el auge de su poder dinstico y tenan pro-blemas polticos a la altura de ese poder -siempre acep-taban: plata. El problema era que esa sangra continadel tesoro no agradaba en lo ms mnimo a los gustosmercantilistas de los occidentales. Durante :asi tres si-

    glos, la China fue una sepultura de plata europea, de

    la cual jams regres nada: ISO millones de doblonesespaoles tan slo en el s. XVIII; y en algunos de losaos posteriores del mismo siglo, la cantidad de metaltransportada por la Ca. de las Indias Orientales haciaChina fue casi equivalente al tributo anual de Mxicoa la Corona Espaola. Y, a pesar de que el comercioeuropeo con China era claramente complementario de

    su comercio con Amrica -de donde vena la plata quecompraba el t que beban los ingleses-, Wallersteinconsidera todo esto verdaderamente extrao. te-niendo en cuenta la pasin por la acumulacin de me-tal existente en Europa, y propone que se lo excluyadel sistema capitalista mundial, porque aparentementeera organizado en tmiinos asiticos.

    Esos trminos eran evidentes, no solo en la res-puesta deLEmperadorChien-lung a Jorge III, sinotambin eri casi todos los incidentes de la misin Ma-cartney, y es por esta razn que me concentro en ella.Enviado a negociar un tratado que. en su opinin,haba de realizarse entre iguales, entre soberanos deestados independientes. Lord Macartney se vi caraa cara -e incluso esto fue gracias a ima concesin es-pecial, ya que debera haber pennanecido con el ros-tro contra el suelo- con el Unico Hombre. cuyobenvolo gobierno constltua el sustento del orden enel mundo humano. Milord, que quera impresionar ala corte china con los poderes de su civilizacin-representada como una extensin de las virtudes desu Rey- fue recibido por el Seor Supremo, cuya pro-pia virtud (t) era la condicin de posibilidad de today cualquier civilizacin. Con un poder tan tmiversalno poda haber tratado o negociacin sino. apenas, su-misin o visita para ser transformado-n Esto es, guiadohacia la cultura, sacado del estado catico de barbarieque los ingleses. en reinos tan apartados como Europa.

    compartan con las ms salvajes monstniosidades dela naturaleza. A travs de la celebracin de sacricios.del ejemplo de su propio comportamiento y de la vir-

    tud de su persona. difundida por el comportamiento

  • de sus representantes, el Hijo del Cielo mediaba de

    forma singular entre la humanidad y la fuente celes-

    tial trascendente del bienestar terreno. Suyos eran los

    poderes clsicos de la jerarqua, polticamente inclu-sivos y culturalmente totalcs al mismo tiempo.

    En esa tradicin clsica. el fundador de la dinas-ta. en cuanto portador de un renovado Mandato delCielo, promulga un nuevo calendario, nuevos pesos

    y medidas y una nueva escala musical. Instituye, as,el tiempo y el espacio humano, la economa y la ar-mona. todo como extensin de la persona imperial.Un texto antiguo sobre el legendario fundador de la

    dinasta Hsia, dice:Su voz era el modelo de los sonidos; su cuerpo, elpatrn de las medidas de longitud. El poda, as, de-terminar los nmeros que sirven para regular el Tiempoy el Espacio -comenta Granet-. as como la msicaque crea la Armona universal. El primer emperadormanchu no dud en utilizar a un misionero jesuita parafonnular el sistema de calendario de la dinasta. Y elEmperador y sus sucesores mmca dejaron de armo-

    nizar las ocupaciones de los hombres con el pasaje ce-

    lestial de las estaciones -a travs de los sacricioscorrectos, claro esta, pero tambin por la distribucinexclusiva del calendario anual en el Da de Ao Nuevo.Tales dones de tiempo estaban entre los benecios quepodan recibir los brbaros a cambio del pago de tri-butos, adems de ttulos de nobleza del sistema chino,valiosos regalos del emperador y, frecuentemente, de-

    rechos de comercio.

    El comercio se insertaba nomialmente en el sis-

    tema de tributacin como el segui! .r, ya que el sis-tema de tributos. en su sentido ms amplio. referaal modo material de integracin en la civilizacin. Lostributos de los brbaros eran seales del poder de atrac-cin de la virtud imperial, objetivaciones de los po-deres civilizatorios del soberano Celestial. Eran,

    obligatoriamente, productos especiales del pas de losbrbaros; y, en ciertos aspectos simblicos, cuanto msextraos fuesen, mejor, puesto que rcpresentaran lacapacidad del Emperador de abarcar una diversidad

    universal y su habilidad de ordenar las uctuacionesdel mundo ms all de los confines de la China. a tra-vs del control de sus monstruos y de sus prodigios.De ah el elogio ofrecido al Emperador Ming reinantepor un literato confuciano en ocasin de la llegada deuna jirafa enviada como tributo: cuando la virtud delSoberano penetra las aguas sombas del caos, y su in-uencia transformadora alcanza a todos los seres vi-vos, entonces [una jirafa] aparece. Los tributos de losbrbaros especialmente los entregados en el solsticiode invierno y en el aniversario del Emperador- eran,

    as, asimilados a renacimientos del mundo y, de estafomia, les aseguraban los beneficios de la intercesindel soberano ante el Cielo. El comercio tena el mismo

    sentido: ocialmente, era considerado como im favorconcedido a los brbaros, explica Fairbanks, el nicomedio para que ellos participaran de la abundancia de

    la China.Esas estructuras -como yo las llamo- aparecen

    como eventos en las crnicas de la misin Macartney.Apenas aludir, a manera de ejemplo. a la negativapor parte del Lord a inclinarse ante el emperador (la

    cual, tal vez. ya fue demasiado explorada en una vena

    orientalista). insistiendo en la necesidad de distinguir

    entre el homenaje de prncipes vasallos y el respetode un soberano grande e independiente como el suyo,Macartney propuso postemarse ante el Emperador a

    condicin de que un ocial chino de igual graduacinque l hiciera lo mismo frente a un retrato de JorgeIll. Esa propuesta, de acuerdo con los documentos de

    la Corte Imperial, demostraba ignorancia.Entre tanto, Lord Macartney estaba consciente de

    que en las banderitas que ondeaban en la flota china

    de juncos uviales que lo llevaba a Pekn, estaba es-crito: El embajador ingls que trae tributos para elEmperador de la China. Saba -pero opt diplom-ticamente por ignorarlo como una tctica en la reite-rada contra -argumentacin- que los ingleses tambinestaban tratando en el lenguaje de las mercaderas. Talcomo ellos lo entendan, los as llamados tributos eranespecialmente de la mejor manufactura britnica, es-cogidos con cuidado para atender al doble propsitode graticar a aquellos a quienes seran presentadose incitar una mayor demanda por la compra de art-culos similares. As, en los diversos incidentes en queemergi la distincin entre presentes (como los lla-maban los britnicos). y tributos (como los llama-ban los chinos). nunca se poda adivinar lo que losastutos occidentales estaban pensando realmente. Sus

    presentes eran. en verdad, muestras de sus merca-deras y, ms que eso, eran ejemplos del ingenio in-dustrial, destinados a simbolizar la superioridad dela civilizacin britnica y la majestad de Jorge III. In-cluyendo objetos para experimentos cientcos. unglobo terrqueo con el recorrido de los descubrimien-tos de Cook, bellos carruajes. hojas de espada capa-ces de cortar hierro y globos de aire caliente, estos

    presentes -segn dijo el Secretario de la Embajada, SirGeorge Staunton-, haban sido especialmente escogi-dos para denotar el progreso de la ciencia occiden-tal y proporcionar informacin al emperador. Paralos britnicos, eran signos autoevidentes de una lgicaindustrial de lo concreto: signos de nuestra preemi-nencia. Su intencin era que comunicasen toda unacultura intelectual y moral. Pero, si es que alguna vez

    alguien quizo ensearle el Padre Nuestro al vicario,ese alguien fueron los ingleses llevando seales de ci-vilizacin a los chinos.

    En su diario, Macartney se muestra indignado por

    99

  • la negativa de los viandarines a humillarsc. Pero, si

    desde el punto de vista (le stos, los presentes eranen realidad tributos que expresaban el sincero deseode los brbaros de acceder a la civilizacin, obvia-mente no podan ser superiores a las cosas chinas.Eran, como mximo, lo que deban ser: cosas exti-cas . raras y extraas de un mundo lejano donde lascategoras eran cruzadas, enredadas. invertidas y con-fusas. Staunton supo que, en las calles de Pekin, los

    presentes britnicos eran interpretados de esta forma:Entre las historias que cautivaban, en aquel

    momento, la imaginacin popular, se de-ca que lo traido por la embajada ocupabaun lugar considerable. Se deca, seria-mente, que entre los animales trados ha-bla un elefante del tamano de un mono y

    feroz como un len. y un gallo que comacarbn. Todo era, por denicin. diferentede cualquier cosa jams vista en Pekin...

    En un maravilloso pasaje orientalista escrito me-

    dio siglo ms tarde. el sinlogo ingls Thomas Mea-dows explicar que el pueblo chino, frente a lamaravilla de la tcnica que era un navo ingls, no per-ciba en lo absoluto el mensaje de que el pas en quehabla sido producido deba estar habitado por unapoblacin activa y rica. libre para gozar de los frutosde su propio trabajo. que deba- tener un gobiernofuerte y buenas leyes, y encontrarse en un alto esta-dio de civilizacin. Los chinos podan admitir que losingleses podan hacer cosas extraordinarias, pero loselefantes y otros animales salvajes tambin pueden ha-cerlo. Esto ayuda a explicar el fracaso de Macartneyen su tentativa de introducir una demanda general de

    bienes britnicos y por qu no consigui, por ejem-plo, hacer que los chinos se deshicieran de sus pali-

    llos, cosa que l estaba seguro de que haran apenasles demostrara la conveniencia de los cuchillos. tc-nedores y cucharas Sheffield.

    De modo que cuando el Emperador dijo a Lord

    Macartney que no necesitaba los objetos ingeniosos de

    los britnicos, no estaba mintiendo. Ya los tena to-dos. y en mucho mayor cantidad y mejor calidad de

    lo que Macarmey jams podra ofrecerle, an cuandolos guardase en sus parques de caza y palacios de ve-

    rano: Jehol, detrs de la Gran Muralla, donde recibial embajador britnico. y el Jardn del Perfecto Bri-llo, Yuan Ming Yuan, tambin fuera de Pekin. Si allel Emperador exhiba su universalidad. su inclusinde los brbaros. ello suceda lejos de las armonas chi-nas que distingulan a la capital del Imperio Medio como

    un todo. Ese contraste simblico es. como pretendomostrar. una clave para la comprensin de la polticaimperial de comercio -y, por lo tanto, para entender

    el destino de las Islas de los Mares del Sur.

    100

    En Jehol, donde cl Emperador cazaba, se guar-daban tesoros inimaginales de las tierras de los br-baros, que eran, igualmente, cazados y coleccionados.

    En varios pabellones decorados con escenas de las ha-

    zaas imperiales en la caza, Lord Macartney pudo vercon sus propios ojos:

    todos los tipos de juguetes europeos y de

    cajas de msica, junto a esferas. planeta-rios, relojes y autmatas musicales. de tanrenada manufactura y en tanta profusinque nuestros presentes haban de encojercon la comparacin y esconder sus cabe-zas disminuidas.

    Entre tanto. los ingleses nunca llegaron a ver el

    impresionante conjunto de palacios en estilo barroco

    italiano de Yuan Ming Yuan. proyectados para el em-

    perador por misioneros jesuitas, y repletos de todos

    los tipos de riquezas europeas. Y esos tesoros extran-

    jeros eran apenas una parte de la coleccin. cuya in-tencin era hacer completos a los locales de retiroimperiales, dotndolos con todas las creaciones ima-ginables de la naturaleza y de la humanidad. Era, como

    dice Granet. una coleccin universal de singularida-des evocativas.

    Los locales imperiales de retiro eran mit rocos-

    mos. Representaban al mundo entero como una obra

    del Emperador sometida a su poder. Todos los an-males del aire. el agua y la tierra. se amontonabanen

    sus lagos y parques. Ninguna especie faltaba en sus

    jardines botnicos; era posible ver las olas de sus la-gos rompiendo en tierras distantes. en las que se re-

    conoca a las misteriosas Islas de los inmortales. Esadescripcin, que se reere al Emperador Wu de Han,resume igualmente bien las anotaciones estupefactasdel diario de Macartney referidas al Jardn Este, enJehol, Podra tambin servir para Yuan Ming Yuan,con sus propias Islas de los Inmortales, situadas enun Mar de la Fortuna (Malone: Siren; Danby). EnYuan Ming Yuan haba. aparte de esto. una cuidad enminiatura completa. con murallas ypuentes, calles ycomercios, plazas. templos, mercados y edicios p-blicos. Si en Versailles Mara Antonieta jugaba a serpastora en idilios campestres, en Yuan Ming Yuan, la

    Emperatriz, las damas de la corte y el Emperador se

    vestan de citadinos y se mezclaban con una multitudde etmucos que personicaban a comerciantes, arte-sanos, vendedores ambulantes. cargadores, soldados

    y hasta carteristas, en escenas que reproduclan todala confusin, el ir y venir, y hasta las trampas de lasgrandes ciudades.

    Attiret, el pintor jesuita a quien debemos esta des-

    cripcin del s. XVIII, prosigue contrastando la aparenteconfusin de los jardines de verano con la organizacinequilibrada del palacio imperial en Pekin. el bello

  • orden- -que el equipara a nuestra nocin occidental desimetra y imifonnidad- donde nada carece de paralelo.donde no hay nada fuera de lugar y todo correspondeexactamente a lo que est enfrentado y contrapuestoa s. En Yuan Ning Yuan, por el contrario, reina elbello desorden. que hasta podra denominarse anti-simetran. Fuentes chinas conrman que ese desordenaparente pretende imitar a la naturaleza. Esto toma anmas signicativa la observacin de Attiret de que laheterogeneidad natural se extiende a la representa-cin de lo extranjero. Pues ninguno de los pabellonesse parece a otro; al contrario, escribe. se dira quecada uno de ellos esta hecho de acuerdo con las ideas

    y el modelo de algn pas extranjero. En efecto. se-gri la tradicin clsica referida a esos jardines, el Em-perador podra contemplar en ellos sus conquistas delexterior. Es notable -comenta Granet- que an cuandolos chinos acogieron leyendas o tcnicas, onglerleso ideas con un toquede exotismo, nunca las admitie-ron dentro de la casa. Desde los tiempos antiguos,reina en esas casas un elegante sistema de clasica-cin, un orden equilibrado de cosas chinas, mientrasque en los parques reservados para sus caceras, susestas. sus juegos. los soberanos reciben todo lo queles es presentado: ideas o dioses, lo extico y lo nuevo.astrlogos. poetas y palacios. Y, se podra agregar,tambin lords ingleses y sus curiosos tributos.

    Lo que estoy tratando de mostrar es que esos jar-dines y pabellones imperiales representaban una po-ltica cultural, abarcando una economa que era porigual inclusiva y exclusiva y que poda, por tanto, adap-tarse adecuadamente a la situacin prctica. Esa opo-sicin entre el campo del- emperador y la ciudadimperial recapitulaba toda una cosmograa de la ci-vilizacin a veces llamada la separacin interno-externo, que los chinos tambin representaban deotros modos. (Por ejemplo, Sir Joseph Needham re-

    produce un antiguo mapa-mundi chino representadocomo unaserie de cuadrados concntricos dispuestosen torno a un reino central. Del cuadro real, epitomedel orden estructurado. hacia afuera, estn las zonasbrbaras, de civilizacin y pacicac" '-n decrecientes.terminando en los lmites extremos de un salvajismoinculto). Al colocar a la China aparte, al mismotiempo que hacia de ella la fuente central del orden del

    mundo. esta teora de la civilizacin se presta por iguala proyectos de expansin del imperio y de retraccincultural, a inclusiones hegemnicas y a exclusiones xe-nfobas, dependiendo de las contingencias de la situa-cin.

    Este bien puede ser un ciclo dinstico nomial. in-cluyendo la oscilacin entre una poltica econmica ex-pansionista y un perodo de retraccin xenofoba, encoincidencia con ima expansin territorial que acabapor revelar los lmites y las aquezas del imperio

    chino. Sinlogos ms capaces que yo han dicho estoen relacin a la dinasta Ming. y tambin ala Ch ing,aqu en cuestin. Son bien conocidos los viajes del al-mirante ming Cheng-ho, en el s. XV: enonnes ar-

    madas con tripulaciones del orden de las decenas de

    miles. que navegaron hasta lugares tan lejanos como

    el Golfo Prsico y la costa oriental del Africa. colec-cionando vasallos como souvenirs. Mientras que. alnal de la dinasta. hubo un declinar radical de las em-bajadas tributarias acompaado por un desinters im-perial respecto del comercio exterior -exactamente

    cuando llegaron los europeos. Una retraccin seme-jante haba marcado el nal de la dinasta Tang (s.IX), cuando fueron impuestas serias restricciones al

    comercio en nombre de la integridad tica del lme-prio Medio. Y, entre tanto. un siglo antes, los nobles

    chinos, vestidos a la moda turca, acampaban en en tien-

    das de eltro en las calles de Pekin. En la plenitudde los Tang, una pasin por exotismos de todos ti-pos y formas -desde bailarinas de ojos verdes del Asia

    interior, hasta el sndalo de la India y las especias delas Molucas- se haba apoderado de todas las clasesde la sociedad china. Vemos, as. cuan inadecuada erala idea de la autosuciencia china, que durante de-masiado tiempo. ha sido invocada taulgicamente porlos estudiosos occidentales para explicar la indiferen-

    cia ming y manchu frente a las mercaderas europeas.Por otro lado. podemos valorar la amtacin de Jo-seph Fletcher de que la retirada ming del mundo no

    acarreaba la abdicacin de la supremaca universal delemperador. Parece que el imperio chino siempre supo

    responder a los cambios en la coyuntura prctica conuna misma teora de la jerarqua. Porque. an en lospeores tiempos. el Hijo del Cielo siempre poda comoCndido-, cultivar tan solo su propio jardn. y de loque all contemplaba, poda extraer la certeza de supropio poder de constituir el mundo.

    LAS ISLAS SANDWICH

    Si el Emperador Celestial no precisaba de las ma-

    nufacturas brinicas, los soberanos de las Islas Sand-wich, por el contrario, a causa de su status divino.

    mmca tenan suciente. Y su avidez no se limitaba alos bienes materiales europeos, que consideraban -en

    general- superiores a los suyos; queran tambin laidentidad de los grandes europeos, cuyos nombres yhbitos adoptaron como smbolos de su propia digni-dad. En 1793, el mismo aos en que el EmperadorChien-lung alababa al rey ingls, su tributario, pormostrarle el debido respeto, los tres jefes hawaianos

    ms poderosos se delcitaban en dar a sus hijos y he-rederos el nombre de Rey Jorge (Bell). Un agentede la compania American Fur describe el ambiente de-

    portivo de Honolulu de 1812:

    l0l

  • En la carrera de caballos, vi a Billy Pitt,

    George Washington y Billy Cobbet cami-

    nando juntos como amigos ntimos. apa-rentemente entretenidos en una conver-

    sacin condencial: en el centro de otrognrpo, era posible ver a Charley Fos, Tho-

    mas Jefferson, James Madison, Bonaparte

    y Tom Paine en actitudes igualmente aruis-

    tosas unos con otros (Cos).

    En aquella dcada, el Billy Pitt hawaiano. co-nocido tambin como Kalanimoktr. haba de ser real-mente el Primer Ministro de un reino unicado delas Islas Sandwich. con sus hemianos clasicatoriosCox Keeaumoku y Jonh Adams Kuakini como go-bernadores de Maui y de la isla de Hawaii, respec-tivamente.

    Evidentemente, esos extranjeros de quienes los

    hawaianos tomaran la conciencia de s mismos, no eranbrbaros sin ley de los connes de la tierra. En lugarde eso, venan del cielo ms all del horizonte, de lamtica Kahiki. la tierra natal celeste y de ultramar delos dioses, los jefes sagrados y las buenas cosas cul-

    turales. Como los antepasados sagrados, que trajeron

    de, all comidas, ritos y tabes -los medios de la vidahumana y las distinciones del orden social-. loss hom-

    bres blancos o Haole eran vistos inicialmente como

    portadores de poderes civilizatorios y divinos.

    Desde el tiempo de Cook, que buscaba un pasaje

    por el noroeste hacia Catai, los occidentales haban ve-nido a las Islas por causa del comercio con China. Pero

    casi todo en este encuentro intercultural era lo opuesto

    de su experiencia en China. Si los jefes hawaianos com-

    petan para distinguirse adoptando identidades euro-peas era porque. a diferencia del Emperador Celestial,

    Unico Hombre. ellos compctan entre s como rivalesperpetuos cuyos grados de divinidad eran virtualmente

    idnticos. Tradicionalmente, haban competido por elrbol genealgico y por el status de tabu a travs decasamientos estratgicos con mujeres nobles y de vio-lentos sacricios de adversarios reales. Tales hazaaspodan representar. en la prctica social. la teora dela soberana codicada en el mito hawaiano y puestaen escena en el rito anual: la teora de la usurpacindel poder por parte de un audaz guerrero qtre es, ar-

    quetpicamente. extranjero, y cuya victoria sobre eldios o el rey del antiguo linaje implica tambin la tomade la esposa sagrada de su predecesor. La esfera po-ltica aparece. as, como una forma prctica de la es-fera cosmolgica: una transposicin del esquemapolinesio de la apropiacin de la tierra-madre (la es-posa sagrada) del dios (el rey en ejercicio). por y parala humanidad (el guerrero trsurpador).

    Pero as transpuesta a la prctica, la conrpetencia por honores divinos se torna permanente y sin de-

    U2

    nicin. Debido a una larga historia de casamientosestratgicos, todos los jefes rivales pueden trazar suslinajes de un modo o de otro -i.e., bilateralmente-,

    hasta el nrismo origen divino. La genealoga se vuelveuna discusin ms que un ttulo. Y, en el sistema dejerarqua, surge una especie de entropa, una tenden-cia en direccin a un estado indiferenciado, ya que -poruna u otra lnea de descendencia-, un jefe ambiciosopuede pretender la preeminencia sobre sus rivales po-lticos que, en los mismos trminos, se consideran su-periores a l. En los tiempos tradicionales. un jefe ricoen tierras y seguidores poda esperar convertir esostriunfos en ima pretencin legtima a la distincin. Deall el papel asumido por los visitantes de Kahiki enel nal del s. XVIII: de modo anlogo, los jefes pro-curaban distinguirse en las relaciones comerciales yen la posesin de bienes europeos.

    Con todo, la existencia de ciertas personalidadesnorteamericanas al lado de inglesas y francesas en la

    alta sociedad de Honolulu en 1812, reeja cambios sig-nicativos en la organizacin del comercio trans-Pacco. A comienzos del s. XIX, comerciantes nor-teamericanos dominaban el comercio de pieles entre

    la costa noroeste de los E.E.U.U. y Canton, posibi-litado originalmente por el tercer viaje de Cook y ex-

    plotado inicialmente por navos britnicos. Losmercaderes de los recin creados Estados Unidos. altener cortadas sus comunicaciones con las Indias Oc-

    cidentales Britnicas desde la independencia. se vol-caron hacia los mercados del Extremo Oriente. De ahi

    su inters inicial por la Costa Noroeste. Pero, comoel comercio de pieles de nutria marina decreci en elinicio del s. XIX, los norteamericanos comenmron a

    interesarse tambin por aquellos productos de las is-las del Pacco capaces de adaptarse a las categorastradicionales de los consumidores chinos. Fueron a

    buscar sndalo a las Islas.Los chinos, por su parte, venan adquiriendo sn-

    dalo de la India y de las Islas desde la dinasta Tang(618-906 d.C). En aquella poca, el humo aromticode esta madera ayudaba a diseminar el soplo de un bu-

    dismo cada vez ms inuyente: El poder divinamentedulce del sndalo trasmitla a los sentidos las propie-dades anti-demonacas contenidas en su cuerpo dei-fomre. Adems de ser utilizado como incienso ritualy en la confeccin de imagenes religiosas, el sndaloera enrpleado por los chinos en la medicina. en obras

    arquitectnicas suntuarias y en objetos de arte elabo-radamcnte esculpidos. Mil aos ms tarde. debido apoderes con los que esa losofa ni sonaba, las pro-piedades de la madera de sndalo de las Nuevas He-bridas -usada para apartar demonios chinos-, podanser trasfomradas en tres que. a su vez, proporciona-ban ganancias a los comerciantes norteamericanos. sin

    que importara el costo que ello implicaba para los in-

  • teresados.

    En Hawai, el comercio de sndalo super al an-terior de refrigerios, que ya haba transformado alas Islas en una gran posta en la ruta del comerciode pieles entre la Costa Noroeste y Canton. Los jefesse mostraron capaces de imponer sus propias exigen-cias a ese comercio. La mayor parte de su demanda

    era de amiamento, el cual di un decisivo giro hege-mnico a la larga prehistoria de guerras inter-insulares.Alrededor de l8l0, el soberano de la lsla de Hawai'i,

    Kamehameha, merced a un mayor acceso al comercio

    con los europeos -basado en una relacin privilegiadacon los huesos y poderes del Capitn Cook-. haba imi-cado el archipilago en un reino construdo mediantela conquista. Sin embargo, el comercio de sndalo quese desarrollaba en esa misma poca increment, lite-ralmente, los conictos tradicionales entre el Rey ylos grandes jefes. Tales conictos aparecan, cada vezms, como demostraciones de mana indgena bajo laforma -ms apropiada- de lujos extranjeros. Europeosde paso por las Islas prevean una divisin del reinoentre los jefes ms poderosos despus de la muerte deKamehameha . una especie de descentralizacin, comoya ocurriera antes. Pero, cuando el Rey muri, en1818, lo que sucedi fue que ese habitual ciclo poli-nesio entr en conjuncin con un igualmente clsicociclo econmico capitalista: y el efecto combinado deambos lanz a los grandes jefes de hawai a sus bri-llantes carreras de consumo conspicuo. En 1818-19,

    los Estados Unidos estaban atravesando una crisis -nanciera. Entre los comerciantes de Nueva Inglaterra,la falta de capital llev a que se valorara al sndalohawaiano como medio de mantener el comercio con

    la China. As, los norteamericanos:auyeron a las islas como un enjambre,trayendo consigo todo. desde alleres. co-fres ropas y utensillos de cocina, hasta ca-

    rruajes, mesas de billas, estructuras de

    casas y barcos haciendo todo lo que po-

    dan para mantener el espritu especulativode los jefes en un estado febril. Y los je-fes no se hacan rogar pn ra comprar;cuando no tenan sndalo disponible parapagar, daban pagares (Kuykendall).

    No se hacan rogar para compran... solo lo ha-can para pagar. Documentos de la poca dan la im-presin de una opera bufa puesta en escena en undecorado tropical primitivista, ricamente montada a

    partir de una divisin internacional del trabajo: gran-des notables polinesios vestidos con coloridas ropas de

    seda china y casimir ingls. transportados por las ca-lles polvorientasde Honolulu en carruajes por sus cria-

    dos vestidos con taparrabos. o representando escenas

    de banquetes europeos en casas con techo de paja, en

    torno a mesas de teca servidas con platera y cristalesingleses -irnportados, como todas las buenas cosas, pormedio del crdito. Las personas del pueblo apenas apa-recen como personajes secundarios: un trabajo arduo,

    dada la gran cantidad de jefes. Parte de la aristocracia

    ya profesaba el cristianismo, pero jamas habra deaprender a morticar su propia came. La familia quegobernaba de facto las Islas desde la muerte de Ka-

    mehameha, los Kaahumanu, inclua cinco hermanosy hermanas que, segn estimaciones de la poca, pe-saban entre 100 y 150 kilos. Al representar el control

    de la tierra, del alimento, de las personas y de los me-

    dios de su productividad -todos poderes divinos-, la

    gordura era belleza en el sistema hawaiano.

    La sed de consumo de la lite era incitada pordos sistemas de rivalidades cruzados: por un lado, los

    comerciantes norteamericanos compitiendo entre s porel mercado; por el otro, los jefes hawaianos con su cos-

    tumbre de competir entre s. Se cuenta que, a fines de1821, el Rey y los jefes eran poseedores de diez gran-des y elegantes bergantines y un gran nmero de cha-lupas y goletas, todos comprados a los

    norteamericanos. Entre esas embarcaciones estaba laBarca de Cleopatra, lujosa an cuando hiciese agua,enviada por una rma de Boston para deslumbra-miento de la nobleza local, y que el Rey Liholiho

    (Kamehamelia II), acordar comprar por 90.000 d-lares en sndalo que el representante local de la com-pana, Bullard, no consigui cobrar. A pesar de ello,Bullard escribi a Boston en tono optimista: Si quie-ren ustedes saber como va la religin en las Islas, yoles digo: todas las sectas son toleradas, y el Rey rinde

    culto a la Barca.En esa poca, de hecho, el Rey haba abolido for-

    malmente la antigua religin, aunque l y los otros je-fes continuasen dando testimonio, en sus propias

    personas, de una divinidad de antigua memoria. De

    ah su apropiacin de la distincin occidental entre ar-tculos comunes y de lujo, y de ah tambin el he-cho de que apreciaran especialmente a aquellos cuyo

    brillo, reejo del resplandor celestial, coincida consus ideas tradicionales de fulgor aristocrtico. Man-den artculos vistosos, escribi Jones a Boston(Marshall Letters: 9 de Marzo de 1823); todo lo quesea nuevo y elegante ser vendido con lucro; los ar-tculos comunes no sirven (lbid.: 3l de Mayo de1823). Los artculos obtenidos en el comercio eran glo-riosas extensiones articiales de los sagrados cuerposde los jefes, hinchados ya hasta el lmite siolgico(ser este el origen de las camisas Aloha-). Apartede eso, dadas la indeterminacin tradicional de los ho-nores correspondientes a la jefatura y la entropa delsistema de jerarqua, cada jefe pareca decidido a pro-bar. a travs del novedoso medio de la proeza comer-

    103

  • cial. que era igual o mejor que los otros, lo mismo ydiferente de ellos. La economa de la lite era una arenade diferenciacin, donde las ofensivas distinciones eranexhibidas exhaustivamente entre los poderes estable-

    cidos y los aspirantes al poder.De all surgen otras caractersticas del mercado

    polincsio: la interminable bsqueda de novedades, lademanda por la ltima moda de Boston, y la acumu-lacin de artculos extranjeros considerados como se-ales y formas de exteriorizacin de la personacivilizada. Sus mejores sedas no son deseadas. es-cribi el comerciante Htmewell a sus proveedores, por-que ese tipo de tejido ya exista en el mercado, y loshawaianos queran diseos que nunca hayan visto.Y. precisamente porque esos bienes contribuan a ladistincin personal. no eran destinados a la distribu-cin generalizada. Eran ostensiblemente acumuladosen un atesoramiento exhibicionista, amontonados al

    punto de arruinarse. como si cualquier disminucin enla cantidad de bienes extranjeros acumulados fuese se-

    al de un rebajamiento personal. Los jefes evitaban in-cursionar en sus depsitos an cuando surga algunanecesidad ceremonial. Preferan, en tales casos, com-prar ms de aquello que ya posean en abundancia:

    Estas personas tienen una incurable aver-

    sin a deshacerse de cualquier cosa quetengan almacenada. Existe actualmente

    una enomie cantidad de bienes que se es-

    tn pudriendo guardados en cajones y ca-sas sucias, pero los jefes no sacan de los

    depsitos ni siquiera para su uso personal.Tiempo atrs, el Rey [Liholiho] precisobrin y, aunque tena docicntas o trecientaspiezas almacenadas pudriendose, compro

    algunas a un precio muy alto debido a la

    escasez (l-lammat Journal, 18 de agosto

    de 1823).

    Los nobles hawaianos, ligados a la produccinpor tales intereses de constuuo, se mostraron luego in-

    capaces de competir con los progresivos modos ca-

    pitalistas de explotacin de los recursos de las Islas.La capacidad de los jefes de acumular bienes era ma-

    yor que su capacidad de hacer que los dems pagaranpor ellos. An cuando se inclinaran a hacer inversio-nes productivas, todo lo que tenan era deudas comer-ciales. y los plebeyos haban perdido el inters enpagarlas con su trabajo forzado. Y esta prdida de in-ters por pagar las deudas de los jefes fue, tal vez. anms rpida que la disminucin de la poblacin dispo-nible para hacerlo. Los jefes tambin estaban desapa-reciendo. y esa mortalidad es considerada generalmente

    la razn de que hayan transferido la autoridad a losblancos. Pero esa explicacin invierte las cosas. Losjefes estaban obsoletos como clase gobernante y. sim-

    O4

    plemcnte, no supieron utilizar los recursoso sociales

    disponibles para reproducirse como tal. En una situa-

    cin semejante de prdida de poblacin, los indiosKwakiutl reclutaron mujeres y plebeyos para la no-

    bleza. manteniendo as el famoso sistema del potlatchdurante casi dos siglos. Si no tena ninguna hija cuyocasamiento le pemiitiera transmitir sus nombres y pri-

    vilegios ancestrales. un jefe kwakiutl poda casar ellado izquierdo de su hijo o hacer de su propio pie iz-

    quierdo una esposa.

    LOS KWAKIUTL

    las primeras historias del contacto en la Colum-

    bia Britnica y en las Islas Sandwich estan ligadas porlos mismos nombres europeos -Cook y Vancouver,

    Portlock, Dixon y otros-, pero la relacin que los Kwa-kiutl moldearon con esos occidentales en esa poca yposterionnente, fue diferente de la experiencia hawa-

    iana. Los Kwaldutl adquiran poderes csmicos. no porla acumulacin de las riquezas de la economa de mer-cado -como si quisieran inar sus propias personas-,sino generosamente. deshacindose de los bienes deun modo que signicaba la incorporacin de otras per-sonas.

    El comercio con las europeos haba posibilitadoun espectacular proceso de develop-man en la Costa

    Noroeste: la elaboracin del famoso sistema de po-tlatch. Tan ceremonial y esttico como poltico. fueun desarrollo cultural total que resisti durante ISOaos un asedio igualmente amplio del imperialismo oc-cidental, ya fuera en la forma de misioneros cristia-

    nos. de sanciones legales del gobierno canadiense o

    de las relaciones de produccin capitalista en las in-dustrias maderera. pesquera. de enlatados y de la pros-

    titucin. Nadie poda quejarse de los Kwakiutl en tantotrabajadores asalariados, pero los blancos acosturnbra-

    ban desesperarse con lo que los indios hacan de sussalarios: apilaban mantas Hudson Bay y otras cosasextraas para hacer distribuciones colosales. En 1881,el primer Agente Indgena envi un relato sobre elestado aptico de los Kwakiutl, del cual debemosesforzamos para sacarlos: una apata que consista enpermanecer rodeados de cajas llenas de mercaderaslistas para el potlatch.

    Los potlatchs se dispararon despus del estable-cimiento del puesto de Fort Rupert. en 1849, alcan-

    zando su auge con 33 mil mantas en un caso de 1933,

    e incluyendo tambin la bagatela- de 200 brazaletesde plata, 700 de bronce y 240 vacijas entregados en

    una ceremonia de l895. Ms recientemente ocurriralo mismo con mquinas de coser, gramfonos, mesasy relojes. Quiero llamar especialmente la atencin ha-cia el contraste entre la estandarizacin del bien demayor prestigio comercial en la Costa Noroeste (la

  • manta Hudson Bay). y la demanda comercial de laslites hawaianas, interesadas en la diferencia, o endiseos que ntmca hayan visto. Adems, los jefes delas lslas no tenan la menor intencin de distribuir susriquezas, mientras que los Kwakiutl, al distribuir man-

    tas obtenidas en el comercio, manifestaban diferentes

    poderes sagrados.Cazadores en la tierra y en el mar, los indios vi-

    vlan de inigir la muerte. Reproducan la vida hu-mana matando seres sensibles a los que consideraban

    -por debajo de la piel o disfraz animal- personas como

    ellos. Los animales y los hombres tienen un origen co-

    mn, forman pane de la misma sociedad tiniversal. Lasvidas de hombres, animales y peces son interdepen-dientes: si los animales se entregan a los indios es por-

    . que stos saben como garantizar el renacimiento de supresa a travs del respeto ritual concedido a los des-pojos: es este un ciclo de inmortalidad que, en forma

    notable, pasa por una fase humana cuando el animal

    es consumido como alimento. Se trata de creencias mis-

    teriosas. tal vez, pero que son centrales en el comer-

    cio de pieles y en el potltch. El potlatch, en tanto quedistribucin de pieles de animales trabajadas por losreceptores en fomia de tnicas, constituye exactamenteel mismo tipo de reencarnacin ritual escenicadacomo un evento social. Recordemos que los animales

    son humanos por debajo de sus pieles: por lo tanto,la distribucin de pieles en la forma de mantas recreaa las vctimas animales en forma humana viva; y lohace. adems, en grandes cantidades y de un modo res-petuoso. como bienes culturales y trabajados. Es claro

    que, en el comercio, las pieles de los animales tenanque ser cedidas. Pero ms allde sus propios modostotales de produccin y reproduccin, que poda ha-cer que los indios considerar ,n a unas mantas de lana

    rayadas como equivalentes cconmieosr-Z.Sin embargo, las mantas Hudson Bay tenan po-

    deres ocultos tras su apariencia modesta. En los po-

    tlatchs. eran distribuidas por los jefes para validar sus

    privilegios y engrandecer sus nombres. Las mantas re-

    presentaban el grado del jefe en nawalak, un podercreador genrico que, segn los mitos. permite matarenemigos sin esfuerzo, resucitar muertos y realizar mi-

    lagros en la caza y en la bsqueda de riquezas (ef. Du-llabaun; Goldman). As, se dice que los presentesengullen a los receptores, que son jefes de otros li-najes (numaym) y tribus. Aqu estn en juego "ciertospoderes de inclusin social, o una tentativa de jerar-quizacin. que es tambin el trascender lmites sociales.

    Esto ocurre porque, justamente por ser traduci-

    dos al lenguaje comn de las mantas. los poderes an-cestrales de los diferentes linajes Kwakiutl (numaym).

    que de otro modo seran nicos, podan ser compa-rados. Cada linaje comienza con un conjunto especi-co e inalienable de privilegios; En la narrativa tipica.

    un animal especico desciende del cielo en un deter-minado lugar de la playa. tira su mscara animal y setransforma en el ancestro humano. la propia mscaraera uno de los privilegios pennanentes del linaje. juntocon algunos totems. postes de casas, platos de ban-

    quetes y nombres del orden general del potlatch kwa-

    kiutl. Medios y signos de la existencia del linaje, esas

    preciosidades- -como percibi Marcel Mauss-c po-seen en s una virtud productiva. De hecho, el jefeque las posee se recrea a sl mismo como ancestro y.

    cruzando asl el espacio entre el presente y el pasado,entre hombre y espritu, es capaz de atravesar el ll-mite paradigmtico entre la vida y la muerte. Esa vic-toria heroica sobre la muerte es el modo kwakiutl de

    produccin cultural. Describe. evidentemente, a lacaza, que no slo produce la vida a partir de la muertesino que. como los animales son escencialmente hu-

    manos, conlleva los riesgos de un canibalismo gene-

    rallzado. Pero, del mismo modo, el ehamanismo, la

    guerra, el comercio, el casamiento, o las famosas ce-

    remonias del solsticio de invierno de los Kwaldutl, son

    otros tantos proyectos anlogos e interrelacionados detemeridad, involucrando la captura de poderosas fuer-

    zas de ms all de la sociedad y su transfonnacin enfuentes bencas de la existencia humana. Lo mismoocurre con la poltica kwakiutl: los jefes aumentan elpeso de sus nombres lieredados, apropindose de pri-vilegios de otros linajes y tribus; poderes externos que

    podan validar a travs de las distribuciones del po-tlatch, que. nuevamente, engullan los nombres y rei-vindicaciones de los rivales.

    Esas transacciones de poder abarcaban un se-

    gundo fondo de privilegios, bsicamente semejantesa los bienes originales de los linajes a no ser por el

    hecho de que eran alienables por haber sido obtenidos

    en heroicos encuentros de los ancestros con espritusdel mar o de la oresta. Las negociaciones de privi-legios adquiridos eran los lances decisivos de la po-ltica tribal, y eran eventos memorables de las historiasde familia. Las victorias en cl casamiento y en la gue-

    rra eran especialmente memorables: los tesoros obte-

    nidos como dotes de suegros ricos, o los derechos del

    matador en la guerra sobre los honores adquiridos porsu vctima. Asl como la poltica liawaiana es una es-pccie de Cosmologa-Real, estas hazaas matrimonia-les y marciales de los jefes kwakiutl, al involucrar la

    apropiacin de poderes de ms all de una frontera so-cial. aparecen como versiones liumanizadas de las ha-

    zaas mlticas de antao. Respecto de la politica decasamientos, los Kwakiutl dicen que los jefes le ha-cen la guerra a las princesas de las tribus. El pro-yecto de los jefes ambiciosos era casarse con las hijasde todos los otros jefes. As, sus descendientes podranvanagloriarse: Tengo muchos nombres y privilegios...muchos jefes y antepasados en todo el mundo. No-

    105

  • tcse la formulacin incorporativa: el casamiento apro-pia nuevos ancestros. incluye los poderes de otros li-

    najes dentro del propio. Resta, solamente. demostrar

    la herencia en el potlatch. trasnformando, as, la in-corporacin de ancestros en asimilacin de contem-porneos.

    Y. ser necesario demostrar aqu que las man-tas que trascienden los lmites entre los grupos y loscombinan en un orden ms elevado encarnan. en supropia produccin, esas mismas cualidades sociales?.0, mejor dicho, las mismas cualidades bajo una forma

    ms poderosa, ya que las mantas Hudson Bay sonel producto de las negociaciones sucesivas entre la vida

    y la muerte en la caza y entre el indio y el extranjeroen el comercio. Las mantas -al representar as pode-res genricos (nawalak)-. contadas y distribuidas, po-sibilitaban la comparacin en una escala de grandezaentre nombres de jefes y privilegios de linaje (tlogwe)de otro modo inconmensurables. Notese nuevamente

    que cada linaje posee sus propios poderes. cuyo ori-

    gen no est relacionado a los poderes de los otros. Encuanto a esto. la cosmologa de la poltica kwakiutl eslo opuesto de la hawaiana. En el Hawai, los poderes

    sagrados de los ancestros son, en ltimo anlisis. unslo, unidos por la descendencia en una genealoga uni-versal. De fomia consistente, el problema poltico alcual los jefes hawaianos dedicaban hercleos esfuer-zos de consumo durante el comercio de sndalo. erael de cmo diferenciar sus reivindicaciones sagradas.Si se mostraban obsesionados con las diferencias de

    moda en los bienes occidentales era para operar dis-

    tinciones cualitativas a partir de sus graduaciones cuan-

    titativas de posicin social. Entre tanto,-los Kwaldutlrequeran cada vez ms de un mismo bien. tm signoestandarizado de poderes universales que, al ser dis-

    tribuido pblicamente, permita realizar comparacio-nes cuantitativas de sus diferencias cualitativas. La

    expansin del comercio capitalista abri nuevos ho-rizontes de engrandecimiento social para los jefes kwa-

    kiutl y, con ello, un proceso espectacular de

    developman-local.

    CONCLUSION: TE Y OTROS BIENES PARA

    PENSAR

    Cosas as ocurriendo en todo el Pacco por causadel dios Te, por el cual los britnicos estaban dispues-tos a sacricar todo lo dems. especialmente todolo que perteneca a otros pueblos. Los historiadorespodrian haber dicho la diosa Te, en la medida en que.en el s. XVIII, sus rituales eran apreciados como cal-

    mantes y sus virtudes como desintoxicantes, propie-dades que contrastaban con rivales mas masculinos en

    el consumo popular como la cerveza y el gin. Se per-cibe facilmente la funcin del te: entregar una clase

    106

    trabajadora dcil y sobria a las garras del capitalismoen desarrollo. Ms, si la difusin del hbito de tomarte fuese estudiada seriamente, se podra suponer queen este caso -como en otros- su ftmcin prctica es unmodo situacional de un esquema nativo de proporcio-nes csmicas. Ella involucra, por cierto. algunas ideas,propias de Occidente, sobre la persona como una cria-

    tura imperfecta. con necesidades y deseos, cuya exis-

    tencia terrestre como un todo puede ser reducida a la

    bsqueda del placer fsico y la evitacin del dolor. Esadescripcin de la condicin humana -una tragedia teo-lgica de larga data- se tom un credo losco enel s. XVII y un dato cotidiano en el s. XVIII: pruebade ello es la rpida difusin de lo que Sidney Mintzllam alimentos-droga entre las clases populares eu-ropeas. El desarrollo de la moderna civilizacin oc-cidental se bas en una enorme cultura de drogas leves(por lo menos como condicin de tolerancia) marcadapor el consumo diario generalizado de substancias ta-

    les como te. caf, chocolate, tabaco y azcar -una listasin mucho valor nutritivo que la redima.

    Si esos narcticos se convirtieron en rituales delpueblo -ya que. de hecho, como la religin, tomabansoportable la existencia terrena del hombre decado-,no sera porque las personas estaban condenadas a unacontnua miseria por sus insaciables necesidades si-cas?. Esta ha sido, en Occidente, la visin trgica dela naturaleza humana. por lo menos desde San Agus-tn. El hombre est condenado a una vida de sufri-miento. no slo porque es mortal, sino tambin porqueest slo en un mundo natural que no cumple lo quepromete; es mentiroso y engaa. Ese engao consisteen la imposibilidad de satisfacer los deseos humanos.

    especialmente los de acumulacin de bienes tempora-les. Por eso. en este mundo. el hombre nunca deja de

    desear y nunca consigue lo que desea. Siempre en

    busca de algo, descubre que nada permanece... susnecesidades se han multiplicado tanto que no consi-

    gue encontrar la nica cosa necesaria. Apenas el Es-tado, la ley y la moral -reejos terrenos e imperfectosde la ciudad celestial-. mantuvieron esta sociedad de

    hombres auto-centrados a salvo de la disolucin en unaguerra de todos contra todos. descrita por San Agus-

    tn en los mismos trminos con que Hobbes. casi milaos ms tarde, caracterizara al estado de naturaleza.Ms. en el s. XVII. los valores agustinianos estabana punto de ser derribados. El lado terreno del hom-

    bre. con su squito de miserias. estaba a ptmto de tor-narse una virtud moral. O, por lo menos, en la lectura

    conservadora que Locke hizo de los castigos por el Pe-

    cado Original, el sufrimiento humano era un don be-

    nco de la Providencia en tanto que constitua un granincentivo para la industria humana. Asi. para la pocade Adam Smith. la miseria permanente de cada uno

    i.e.. la escasez y la necesidad- se habla convertido en

  • la premisa de la sabidura econmica y la fuente delbienestar nacional. Lo que para San Agustn era es-clavitud. la servidumbre humana a los deseos del

    cuerpo. en la visin burguesa era la libertad humanaescencia]. Y el corolario de esta moderna antropolo-

    gla de la miseria fue una psicologa igulamente em-pobrecida. La motivacin humana era reducible asensacin corporal. El hombre se transform en la m-quina de placer y dolor inventada por Hobbes y apre-ciada por los lsofos iluministas: una criatura que sevuelca hacia aquello que le hace bien y se aparta de

    lo que le hace mal -movimientos de atraccin y rc-pulsin que daran cuenta de todo el universo del com-portamiemo humano. La nueva racionalidad se basaba

    "en una veloz sensibilidad al placer y al dolor -en es-

    pecial a ste. que es. al mismo tiempo, ms duraderoque el placer y su condicin de posibilidad. (Alguienque dene a la vida como la bsqueda de la felicidadslo puede ser un infeliz crnico). Pero la economacapitalista habla transformado las necesidades hurna-

    nas en el fetiche supremo. en el sentido de que las ne-

    cesidades. que siempre tienen un carcter social y

    objetivo, haban de ser encaradas como experienciassubjetivas de aiccin fisica.

    Por tanto, beba una taza de t y todo se resol-ver. Es interesante advertir que, como el caf y elchocolate. el t no era endulzado en su pas de origen,mientras que en Occidente esas bebidas fueron toma-

    das con azcar desde su introduccin. Es como si elamargor endulzado de la bebida representara al pala-dar el tipo de transfomiacin que ella podia operar enla existencia moral de la persona: tornar dulce una vida

    amarga. Y tal vez nada demuestre mejor la gnesis so-cial de esos efectos mgicos que el hecho de que. enGran Bretaa. el t haya asumido desde temprano va-lores psicolgicos muy distantes de sus propiedadesqumicas. A n de cuentas, contiene cafena, y al co-mienzo era anunciado como estimulante. Ahora los in-

    gleses toman t regulannente para calmar los nervios.Ms sera necesaria otra conferencia para enumerar to-dos los poderes atribuidos a esta infusin por sus de-votos. Es. no queda duda, una diosa digna de los

    sacricios que el mundo hizo por ella.

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