de lunes todo el año olos dones de la palabra neutra · bitantes de trenes de humo al...
TRANSCRIPT
M s e e.... / á n e a
Eloy Urroz
De lunes todo el año o los donesde la palabra neutra
la lectura del último libro de poemas deLFabio Morábito depara lo que para migusto era especialmente importante quesucediera: un reencuentro con la cotidianidad más intensa a la vez que una aproximación de parte de múltiples lectores hacia laúnica poesía, la que está siempre más alláde etiquetas, y hace que la polis, sus habitantes, se perciba reflejada en ella como enun origen debía haber sido. Estas son másque palabras, lo mismo que los hechos nimios que cuenta Morábito en De lunes todoel año, son más que vanos intentos pseudooriginales -que hoy por hoy abundan. Lospoemas del libro "desocultan" la verdad noajena de una ciudad como ésta y que, ofuscados por el trajln, casi nunca sabemosdescifrar. Hacia allá y hacia esa veta queredefine a la poesía como un lugar dondetodos -nosotros: comunidad- acudimoscon gusto, se dirige la gran mayoría de lospoemas citadinos que componen el libro deMorábito.
Amigos y amigas míos, sorpresivamenteninguno de ellos criticas de poesía ni muchomenos, han acudido -sin deberla ni temerla- al libro de Fabio. ¿Quién se los recomendó, si cuando apenas yo lo iba hacer (encontados casos, pues en la mayoría no habia asomo de que les gustara la poesía),ellos conocían el libro? Definitivamente esmuy raro que suceda esto en un país comoel nuestro, donde uno entre cada cien poemarias llegan a agotarse. Mi apuesta vahacia allá: Morábito ha sabido adentrarse enlo que ahora vaya denominar el "temperamento vox populi" que a la vez conoce profundamente y sabe siempre sublimar ensus textos. También se adueña de una vozpoética más o menos neutra, limpia de adjetivos o metáforas originales, a veces coloquial, que quizá sea la única por la quepodamos "vivir" esa correspondenciade las cosas hacia donde apuntan poemascomo "Ruido", "Los columpios", "Dueñode una amplitud", "No tener casa", "Losbalcones", etc.
Ya de entrada -en sus títulos de poemas- nos topamos con un autor obstinadoen empañar cualquier forma de deslumbramiento poético que pueda dañar la "intimidad" del mismo, su oculto y verdaderosignificado. A veces esto resulta perjudicial
cuando encontramos uno con un titulo tandes~fortunado como "Para sentirse vivo".La discreción se vuelve en su contra.
De cualquier manera, De lunes todo el añomerecerla no sólo una lectura primero y unarelectura atenta después, sino también unarevisión que abarcara uno a uno los poemasque lo integran. Aqul no lo podemos hacerpor lo que comentaré los que, para migusto, dejan un regusto más duradero allector.
Si existe "neutralidad" como así hequerido llamar a esta voz modulada a la frecuencia de una mayoría citadina, es ciertoque también existen a veces atrevimientostales (para mi gusto: verdaderós hallazgos)como cuando en "Mi regular aparición" escribe que:
Cuando se han ido todos [del parque],vienen los perros y revientanlas bolsas de basura,que riegan por el pasto.La hierba tiene salsa catsup.
El que la poesía de Morábito rompa fronteras a veces artificialmente impuestas por
61
algunos poetas, a saber, una oscuridad innecesaria a veces, cierto elitismo empeñado en regodearse con citas y otras nomenos fraudulentas, no impide descubrir innumerables voces que conviven siemprehumildemente en sus poemas. Hace un mo
mento señalé"Ruido", tal vez uno de losque más llamó mi atención por su intertextualidad que, insisto: no necesariamentedebe estar allf por razones deliberadas de suautor. Yo simplemente quise verlas. Escribe: "así es como me lIegas/ a la médula,ciudad..... que en mucho me recuerda eltexto de Jaime Gil de Biedma que dice:"Más, cada vez más honda/ conmigo vas,ciudad....., en ambos casos el vocativo esla ciudad y el reclamo del poeta va haciaella. Inmediatamente después, en el mismopoema, leemos la que quizá sea una alusiónproustiana: "iVivir rodeado de aire/ que selleve los ruidos, forrar de dobles vidrios/ lasventanas, no abrirle a nadie''', para un pocoantes de terminar, señalar su noción excéntrica (Paz, Los hijos.del limo y también JorgeGuillén cuyo "centro es cualquiera"): "Yono he nacido/ para un centro/ sino para quejarme de su falta/ (los centros me dan náusea)". Esta noción próxima a la del outsiderse repite constantemente en la poética morabitiana asimismo que en la técnica empleada en la mayoría de sus poemas: si por unlado habla un "yo lírico", éste nos resultasiempre ajeno, más o menos distanciado, ala escena descrita. Es este sentimiento queexperimentamos el que hace de Morábitoun observador -un escudriñador de realidades que aunque estén a la mano resultanlejanas. Ejemplo de esto que digo puedenser los albañiles que él mira en "Sin oficio"y los burócratas del "Espacio escultórico".
Continuando la busca de algunas analogías, está el extraordinario "Pelambre" y lanostalgia repentina, sincera, del poeta, porno tenerlo; el paralelo vallejiano es curiosoaquí pues no apuntan hacia allá normalmente las señas del autor: "Qué hermosodebe ser/ tener una pelambre,/ ser homogéneos contra el frío,/ sentir/ como unacualidad intrínseca,/ y no como tarea, lavida". Oel hermosísimo "La luna llena", sinduda uno de los mejores poemas del libro,que termina:
Y si la veoque sigue recorriendo el cieloidéntica, invariable,como diciendo soy la mismay ustedes son los mismos,todo es lo mismo para siemprey el tiempo no dio un paso desde
entonces,
....
lVI I s e e /. á n e a
ya no le creo, y si le creo,ya no me turba como antes.
Sólo comparemos este pequel\o fragmentocon el que Leopardi experimenta al mirar laluna en su famoso "Canto noctumo de unpastor errante de Asia":
Ignacio Padillay la infinita tristeza del dragón
Jorge Volpi Escalante
I
1,
¿Qué haces, luna, en el cielo? Dime, ¿qué
haces silenciosa luna?Surges de noche y vascontemplando los desiertos, y luego
desapareces.
¿Aún no estás cansadade recorrer los caminos del cielo?¿Es que aún no te cansas ni te hastlasde mirar estos valles?(La traducción es de Antonio Colinas)
Me atrevo a decir que es en esta clase depoemas cuando Morábito alcanza su máshonda experiencia como poeta al tiempoque sabe la forma de expresarla ("Ooel\o deuna amplitud" y "Un viaje aPátzcuaro" a sulado). No es ésta una descripción cualquiera, se trata de una duda inaplazable, unacuestión que al hombre y al poeta importanfundamentalmente. A Morábito -parece decimos- le angustiaba esta especie de finitudcfclica, estancada; ahora ya no le turba. Encambio, Leopardi alza su pregunta directamente a la luna: ¿hacia dónde va, cuál es sufin, es que se da cuenta de las penurias humanas o las ignora, etc.? Lo que quiseremarcar es, otrá vez, aparte de la posiblecontribución leopardiana (que el mismoMorábito se ha encargado en confirmarme),el lirismo que alcanzan varios de los poemasde De lunes todo el año.
Para terminar este maltrecho repaso dellibro, vale la pena comentar su "Ars poética" y "A tientas", dos de los últimostextos, donde redefine su noción más esencial de poesla y que puede ser -como élsel\ala- la falta de "anhelos/ de motorización", su "sentido del cansancio" que ensus poemas transita y los hace, no aburridos, sino tranquilos, en paz en su relaciónsiempre diffcil con el poeta y sus lectores.Por último, corno él mismo dice: "Escriboen contra/ de mis pensamientos", y estoaparte de ser una disciplina que debiéramo~
loar, es un atributo que, como ya dije, neutraliza y hace a su vez más duradero el placer de la lectura. En otras palabras, impideabrumamos y/o escribir mala poesla que eslo mismo que no haberla escrito jamás. O
Fabio MorlIbito, De lunas todo el afio. Ed. Joaquin Mortiz, 1992, 102, pp.
Existen mundos que, evidentemente, nopueden haber sido creados por un dios
buena¡ En ellos no existen leyes universales,~principios lógicos, causas y efectos quepermitan determinar con precisión los sucesos que los definen. Las criaturas que loshabitan, extraviadas en sr mismas, confusasy temerosas, no son capaces más que deseguir las rutas de su perverso hacedor.Son personajes derruidos, angustiados lasmás de las veces, que se pasan la vida buscando una justificación a sus destinos.Intentan escapar de sus ataduras, reconocerse como individuos dotados de voluntad, asumir sus historias como si lespertenecieran y fuesen libres: en vano. Lacondición de estos planetas diabólicos losdevora, minimiza sus esfuerzos, conviertesu transgresión en accidentes reinventandocadenas con sus mismas armas. No hay salida para ellos, miserables seres imaginarios, desprovistos de toda esperanza.
A estas tierras vacfas se integran los habitantes de Trenes de humo al bajoalfombra,segundo libro de cuentos de Ignacio Padilla(México, 1968). Antes, en Subterráneos(Ediciones Castillo, 1990), Padilla se habra
aventurado a modelar, con el barro de losestablos y los sótanos, ciudades grises e inmóviles, a salvo del tiempo y de la vida:resignados pobladores fantasmas. Mundos,esos, construidos a base de un estilo maravilloso, pero que se volvía justamente sumayor enemigo. Estilo como bestia apocalíptica, soberbia e impresionante, aunquetambién como una gigantesca aspiradoraque chupaba todo a su paso: emociones,sueños, tragedias. Monstruo que reaparecerá, embravecido, en su primera novela:La catedral sumergida.
En Bajoalfombra, en cambio, el estilo esun demonio peor: inteligente, ubicuo e invisible. Su mayor virtud -y su mayor maldades que parece no existir. Una jaula perfecta:las tramas se desarrollan en su interior sindarse cuenta de que son prisioneras. No pornada la claridad proviene, seguramente, deLuzbel.
8ajoa/fombra está formada por treceepisodios independientes entre sr que, siguiendo a Manganelli, Padilla prefiere vercomo "breves novelas-rlo". Pese a que estosea otra mentira más de Padilla, hay que reconocer que cada texto funciona como
no·62 .