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La rueda de la fortuna Estudios sobre el teatro Calderón M. Carmen Pinillos y Juan Manuel Escudero (eds.) TEATRO D li L SIGLO DE ORO ESTUDIOS DE LITERATURA 54 EDITION REICHENBERGE

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La rueda de la fo r tuna

Estudios sobre el teatro Calderón

M. Carmen Pinillos y Juan Manuel Escudero (eds.)

T E A T R O D li L S I G L O D E O R O

E S T U D I O S D E L I T E R A T U R A

54

E D I T I O N R E I C H E N B E R G E

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M. Carmen Pinillos y Juan Manuel Escudero (eds.)

LA RUEDA DE LA FORTUNA ESTUDIOS SOBRE EL TEATRO

DE CALDERÓN

Kassel • Edition Reichenberger • 2000

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ISBN:3-931887-98-7

© 2000 by Kurt und Roswitha Reichenberger D-34121 Kassel, Pfannkuchstraße 4

Alle Rechte, auch die des auszugsweisen Nachdrucks oder der fotomechanischen Wiedergabe, vorbehalten.

Umschlaggestaltung: Carolin Schneider

Buchbinderische Verarbeitung: Kurt Schirmer, Erfurt

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SUMARIO

Prólogo de los editores Ignacio Arellano

Una clave de lectura para el auto historial y alegórico El socorro general de Calderón

Juan M. Escudero El uso de la historia en Calderón. Tragedia e historia en La cisma de Ingalaterra

M. Carmen Pinillos Contextos históricos y celebrativos en el auto sacramental El santo rey don Fernando de Calderón

Evangelina Rodríguez Deconstruyendo a Dios: el actor frente al auto calderoniano

Enrique Rull Psiquis y Cupido en Calderón

Eckhard Weber «Ahora voy a ocuparme de los clarines y timbales que exige'el Auto...». Pedro Calderón de la Barca: libretista del teatro musical en el siglo XX

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UNA CLAVE DE LECTURA PARA EL AUTO HISTORIAL Y ALEGÓRICO EL SOCORRO GENERAL DE C A L D E R Ó N

Ignacio Arellano Universidad de Navarra

E L ELEMENTO HISTORIAL DE LOS AUTOS SACRAMENTALES

La calificación de «sacramentales» no es la única que aparece asig­nada a los autos en los testimonios que nos los han transmitido. Hay dos términos más que son constantes, o al menos muy frecuentes: el consabido de «alegóricos» y el menos estudiado de «historiales»1.

Tenemos pruebas de que es concepto significativo para el propio Calderón. Pertenece al título de la única colección autorizada por el poeta y publicada en vida, la Primera Parte de los Autos sacramenta­les alegóricos y historiales (Madrid, Fernández Buendía, 1677); con­firma, además, su uso, el testimonio de varios autógrafos como el de A María el corazón2, en el que se precisa «Auto historial alegórico», o El diablo mudo?, calificado por el propio dramaturgo de «Auto his­torial alegórico».

De todos los matices de significado que el término puede conte­ner4, me interesa recuperar para el caso concreto de El socorro gene­ral, el más inmediato y directo, equivalente a 'histórico, relativo a la historia'. En efecto, este auto, si se acepta la clave de lectura que pro-

1 Uno de los pocos que repara en este calificativo es A. Regalado, 1995, pp. 30-31. Me he ocupado de esta cuestión desde una perspectiva general en «El marco historial de los autos de Calderón», conferencia impartida en la Real Academia de la Historia de Madrid en enero del 2000, en prensa. Aquí me ciño sobre todo al caso de El socorro general, que me parece un ejemplar notable en este sentido.

2 Cfr. en la ed. de I. Arellano, Adeva, Crosas y Zugasti, la reproducción fac-similar del autógrafo de la Biblioteca Municipal de Madrid.

3 Cfr. ed. García Valdés, reproducción facsimilar del autógrafo de la Bibliote­ca Municipal de Madrid.

4 Los estudio en el trabajo citado antes de «El marco historial».

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2 IGNACIO ARELLANO

pongo en este trabajo, construye su argumento sobre sucesos histó­ricos, factuales (elaborados poéticamente, según la conocida libertad con que la poesía se enfrenta a la historia). Sería un auto semejante a otros como El lirio y la azucena, La protestación de la fe o El nuevo palacio del Retiro, que extraen su sentido alegórico de un argumento compuesto de episodios que remiten a circunstancias, hechos y per­sonajes de la realidad histórica pasada o coetánea del poeta.

Pues hay que señalar, antes de abordar la cuestión concreta, que en los autos calderonianos no se produce, ni mucho menos, la abstracta desespacialización y atemporalización total que la crítica suele subra­yar, quizá con exceso, al insistir en su dimensión religiosa y espiritual, que todo lo considera sub specie aeternitatis.

Conviene, por el contrario, no perder de vista la importancia nuclear de la historia humana, que entra torrencialmente en los autos calderonianos, según han subrayado recientemente estudiosos como Greer, Paterson o Kurtz, entre otros. Lo cual parece indiscutible si recordamos, según acabo de apuntar, que numerosos autos se basan directamente en sucesos históricos (pasados o coetáneos), o integran elementos de otros ámbitos mezclados con referencias históricas y circunstanciales de entidad diversa.

Greer 5 advierte, por ejemplo, en un auto como El divino cazador un trasfondo de referencias que «responde a un contexto histórico particular que le confirió, además del significado religioso visible hoy en una primera lectura del texto, un valor político considerable que podemos recuperar si prestamos atención a las circunstancias históri­cas de su representación en 1642». En sustancia, cree Greer que el argumento de este auto apunta a la difícil coyuntura de la rebelión catalana y a las discusiones sobre la conveniencia de que el rey asis­tiera a la guerra: el príncipe que sale de caza (imagen de la guerra) pudiera apuntar a Felipe IV, que parte en abril de 1642 para dirigirse a Valencia y Huesca, camino del frente, sirviendo tal figuración «para escenificar ante los que se resistían al viaje del rey al frente de Aragón -incluso al Conde Duque- que su participación en la guerra era esen­cial».

Pues bien, precisamente este hecho histórico de la guerra de Cata­luña que Greer advierte como una posible clave de lectura para algu- ¡ nos aspectos de El divino cazador, es a mi juicio, la base argumental

5 Cfr. Greer, 1997b, pp. 219 y 230. Ver también Greer, 1997a y Paterson, 1991 y 1997; además Kurtz, 1991.

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UNA CLAVE DE LECTURA. 3

total, con una importancia y un ceñimiento muchísimo mayor, en El socorro general.

L A HISTORIA Y LO HISTORIAL EN EL SOCORRO GENERAL

La realidad coetánea trasmina constantemente los autos. En algu­nos casos de manera explícita, con menciones de nombres reales, con figuras y detalles expresados de modo directo, como en El nuevo palacio del Retiro o El año Santo de Roma. En otros casos de mane­ra implícita, sin mencionar directa y explícitamente unas claves de lectura que serían, sin embargo, evidentes al espectador aurisecular. En La inmunidad del sagrado (de 1664) el Hombre quiere refugiarse en el Paraíso aduciendo el derecho de asilo de un lugar sagrado. El Hombre apela a la Iglesia6 y se entabla una discusión jurídica que desemboca en el paradigma de un juicio con un fiscal (la Culpa) y un defensor (la Gracia) que desarrollan razonamientos ricos en lenguaje técnico forense y conceptos teológicos. Aparece el Mercader7, que defiende al Hombre y redime su culpa, de manera que el pecador puede gozar «nuevo paraíso en nuevo sagrado» (v. 1440). Toda la par­te historial de este auto (el juicio, el problema del sagrado, las disqui­siciones sumamente precisas sobre el derecho de asilo...) pudiera haberse inspirado en un caso muy sonado en Madrid algunos años antes, que constituyó uno de los conflictos más importantes que mantuvo Felipe IV con la Iglesia o la mayoría clerical, y fue uno de los incidentes más famosos de su reinado, como apunta Stradling8.

Una clave de lectura semejante, pero aún más clara me parece per­cibir en El socorro general, auto de 1644, que sin duda, aunque no se mencione explícitamente, se refiere a la guerra de Cataluña en la que, por cierto, Calderón participó como soldado9, y en la que murió su hermano José.

6 Cfr. La inmunidad del sagrado, ed. Ruano, Gavela y Martín, p. 97: «-¿ Cómo te llamas? / -Iglesia». «Iglesia me llamo» es frase tópica con que los delin­cuentes de la época se negaban a confesar sus delitos, y apeaban al refugio del sagrado, que alcanza doble sentido en el contexto sacramental.

7 Figura de Cristo: ver el auto La nave del mercader, ed. Arellano. 8 Ver Stradling, 1988, pp. 488-89 para los detalles del caso. La distancia pare­

ce ser bastante grande para mantener actualidad, pero fue un caso muy lla­mativo, cuyo proceso duró años; de todos modos el auto refleja evidente­mente un tipo de problema característico de la sociedad coetánea.

9 Incluso se atribuye a Calderón una «Conclusión defendida por un soldado

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4 IGNACIO ARELLANO

El socorro general fue escrito para ser representado en el Corpus Christi de 1644 en la ciudad de Toledo. Su redacción coincide con un momento importante en el desarrollo de la guerra de Cataluña, que duraría prácticamente hasta la rendición de Barcelona el 13 de octu­bre de 1652. Las victorias francesas de 1642 no se continuaron en 1643, campaña en la que el ejército de Felipe IV empieza su avance desde Tarragona y Aragón. Monzón se recupera en diciembre de 1643 y Lérida se toma en julio de 1644. Se trata, por tanto, de un tema de actualidad máxima 1 0.

Una guerra que da pie al argumento de un auto de 1644 y que enfrenta a la monarquía católica con un subdito rebelde apoyado por unos gentiles que además son «francos» (ver infra) no podría menos de evocar en cualquier caso a los espectadores la guerra catalana. Pero esta evccación se hace muy precisa en múltiples detalles que Calde­rón disemina sistemáticamente a lo largo del auto.

El argumento presenta la rebelión de la Sinagoga y Gentilidad contra el mayor monarca, el monarca católico, que debe acudir en socorro de sus derechos con su ejército, que es la Iglesia militante. En lo que se refiere al plano historial, el que ahora me incumbe sobre todo, se percibe de manera bastante evidente que la Sinagoga apunta a los catalanes, mientras que la Gentilidad (a la que la Sinagoga llama en su auxilio para vencer a la Iglesia) remite a los franceses. La guerra del auto es la guerra de Cataluña 1 1.

Será lo más práctico glosar el desarrollo del argumento poniendo de relieve los detalles más significativos12.

La acción se abre con la Sinagoga, «vestida a lo judío, con bastón de general» (p. 317), incitando a la lucha a la hebrea milicia, en defen­sa de sus «fueros antiguos», que el virrey tiene al parecer propósito de conculcar. Desde la lectura del plano bíblico-religioso la coheren­cia es muy clara. Cristo, segunda persona de la Trinidad, y enviado

del campo de Tarragona del ciego furor de Cataluña»; ver Zudaire, 1953 y Arredondo, 1998, pp. 126-27.

10 El año de 1644 fue un año de insistente ofensiva para echar a los franceses y el tema es de máxima actualidad. Ver Stradling, 1988, pp. 3 14- 15 .

1 1 Ver Elliott, 1977 para este episodio histórico de la rebelión de Cataluña. Es interesante también el relato de Meló, Historia de los movimientos... con el que pueden establecerse paralelos. Una aproximación reciente que tiene en cuenta importantes documentos es la de Arredondo, 1998.

12 Manejo El socorro general en la edición de Valbuena, Obras completas. Autos, indicando la página de los pasajes citados.

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U N A CLAVE DE LECTURA. 5

por Dios Padre, puede ser llamado virrey, o segunda persona del mayor monarca, y efectivamente viene a terminar con la antigua ley (la Ley Escrita, la ley de Moisés) para instaurar la nueva ley o Ley de la Gracia 1 3. Desde esta perspectiva se integra en la apertura del auto el relato de algunos episodios del Éxodo del pueblo judío (el paso del mar Rojo, el camino hacia la tierra de Promisión, o la caída del maná, el racimo de Caleb... de claro valor prefigurativo de la Eucaristía), que no tienen una lectura cifrada relativa al aspecto histórico español y preciso que estoy señalando. Pero simultáneamente a esta lectura propia de las «letras divinas», y alternando con los fragmentos espe­cíficamente relacionados con el pueblo judío, de inspiración bíblica, se nos aparece la lectura más ceñidamente historial y de actualidad: la primera llamada de atención es la presencia del término «fueros», que ilumina enseguida el sentido de ese virrey, muerto por los amotina­dos (Cristo, en el plano de la historia religiosa y el Conde de Santa Coloma, virrey de Cataluña, muerto el famoso Corpus de Sangre en junio de 1640, en el plano de la lectura histórica y terrenal). Los «fue­ros antiguos» que tanto defiende la Sinagoga es motivo que reapare­ce en el auto: en una sola página (p. 319) se reitera obsesivamente en el diálogo del Bautismo con la Sinagoga:

Los fueros establecidos de nuestros primeros padres rompernos habéis querido [...]

13 Las tres leyes que han regido a la humanidad son la Ley Natural, la Escrita y la de la Gracia. Calderón adopta esta división tripartita tradicional de la historia de la salvación. La etapa de la Ley Natural va de la caída a Moisés, y se caracteriza generalmente como un período de inocencia en el que el hombre se gobernaba por los principios puestos por Dios en el corazón humano, que representan la acción de la ley divina. Esta perfecciona la Ley Natural. La segunda época es la Ley Escrita, desde Moisés a Cristo, gober­nada por el código de leyes explícitas del Pentateuco. En Autoridades «Ley escrita. Los preceptos que Dios nuestro Señor dio a Moisés en el monte de Sinaí». La tercera, la Ley de Gracia, abarca desde Cristo hasta la consuma­ción final, presidida por los nuevos preceptos de amor dados por Cristo y transmitidos por la Iglesia. «Ley de Gracia o evangélica. La que Cristo Nuestro Señor estableció y nos dejó en su Evangelio» (Aut). Las tres leyes son omnipresentes en los autos y son en muchos casos personajes de los autos calderonianos (El gran teatro del mundo, A Dios por razón de estado, El arca de Dios cautiva, El día mayor de los días) y en las loas (El pintor de su deshonra, El santo rey don Femando).

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6 IGNACIO ARELLANO

cuáles han sido tus más principales fueros? [...] romper no trata tus grandes fueros antiguos

Sobre la importancia del término y concepto de «fueros» en el contexto de la guerra de Cataluña no hace falta acopiar testimonios. Baste recordar el opúsculo quevediano La rebelión de Barcelona no es por el huevo ni es por el fuero. El término aparece constantemente en el relato contemporáneo de Francisco Manuel de Meló Historia de los movimientos, separación y guerra de Cataluña, que explica las alteraciones primeras en Cataluña por la presencia del ejército en los pueblos «contra su natural y perturbación de sus fueros». Para evitar alojar a los soldados «defendíanse con sus fueros», mientras que las milicias, enojadas por este mal recibimiento «quebrantaban sus fue­ros, solo a fin de poner espanto en los ánimos» 1 4. En la carta de Oli­vares a Santa Coloma 1 5 , de 29 de febrero de 1640, el valido subraya precisamente esta insistencia de los catalanes en mantener sus fueros por encima de lo que el Conde Duque estima el bien común:

En efecto, señor mío, Cataluña es una provincia que no hay rey en el mundo que tenga otra igual [...] Han de tener reyes y seño­res, pero que a estos señores no les han de hacer ningún servicio ni aquel que le es necesario precisamente para la conservación de ella. Que este rey y este señor no ha de poder hacer ninguna cosa en ella de cuantas quisiere [...] Que se ha de mirar si la constitu­ción dijo esto o aquello

Esta ruptura de los fueros es la razón inmediata que Sinagoga aduce para la rebelión. Se piden los votos de rabinos y escribas «que en mi república son / los diputados ministros» (p. 318), y se lleva a cabo la muerte del virrey 1 6. La expresión «diputados» no puede tampoco resul-

14 Ed. Estruch, 1996, pp. 89, 143, 146.

15 Cit. por Elliott, 1977, p. 356. Stadling, 1988, p. 259 apunta que «Hasta su segundo fracaso en el intento de llegar a un acuerdo con las Corts catalanas y el concejo de Barcelona (1632) Olivares había procurado siempre operar conforme a los fueros que gobernaban la relación entre la corona y las pro­vincias aragonesas».

16 Para este famoso episodio ver Elliott, 1977, p. 397, donde se narra la muer­te del virrey en la playa, apuñalado por uno de los amotinados. Lo cuenta Meló en la p. 122 de la edición citada.

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UNA CLAVE DE LECTURA. 7

tar neutra ni inocente. En el posterior relato de la Apostasía (p. 325) se vuelve explícita esta identificación de Sinagoga y Diputación, que no tendría mucho sentido fuera de esta alusión histórica:

Aquesta nación traidora que con violencias tran graves conspiró contra su rey hasta llegar a matarle a su segunda persona, y soberbia y arrogante tocó cajas, armó gentes, y arboló sus estandartes, viéndose oprimida y que no tienen fuerzas bastantes para resistir la entrada que en ella tus armas hacen y viendo cuánto deshecha, postrada y rendida yace su Sinagoga, que fue la Diputación que tales levantamientos la indujo...

Semejante insistencia en términos claves como «fueros», «diputa­dos», «Diputación», -con otros que añadiré enseguida-, son detalles básicos y muy ilustrativos de una trama que describe con mucha precisión aspectos de la guerra de Cataluña. En la rebelión desem­peñó un papel central la Diputación y diputáis como Pau Claris; el enfrentamiento entre el virrey Santa Coloma y la Diputación catala­na fue crucial, y la Diputación asumió la dirección de las relaciones con el gobierno de Madrid. Elliott dedica un capítulo entero de su l ibro 1 7 a este resurgimiento de la Diputación que «convencía a una ciudad bastante vacilante a seguir su liderazgo», hasta el punto de distinguir dos revoluciones, la social y la política: «los caudillos de la primera revolución eran anónimos; los dirigentes de la segunda eran los diputáis».

Iniciada la guerra, antes de llevarla a sus extremas consecuencias, llega el embajador del rey Católico, el Bautismo («vestido de blanco a la española», p. 319), para proponer acuerdos pacíficos argumen­tando que no se pretende romper ningún fuero, pero la Sinagoga-

17 Elliott, 1977, cap. 12 «El resurgimiento de la Diputación», pp. 292-316, citas en pp. 315 y 414.

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8 IGNACIO ARELLANO

Diputación los rechaza, en otro episodio que recoge detalles de la situación histórica en la que se enfrentaban los partidarios de la represión violenta de los desórdenes y los partidarios de acuerdos más pacíficos. No hace al caso identificar esta embajada del Bautismo con ninguna precisa y concreta, pero refleja evidentemente una de las opciones políticas que se manejaron en su momento, y de la que es buen ejemplo la embajada de don Antonio Francés que narra Meló 1 8 :

Fue escuchado don Antonio en la Deputación, presente el Sabio Consejo, dio sus cartas, habló con templanza, introduciendo sus razones con que su reino de Aragón y en particular su ciudad de Zaragoza les pedían como a hermanos y amigos tuviesen por bien admitilles por medianeros entre su razón y la queja de Su Majestad Católica, que fiasen de su amor les haría descubrir un mdio acomodado a la quietud y satisfacción, que a los intereses y castigos que se podían pretender de ambas partes se daría un espediente tal que todos quedasen acomodados y pacíficos...

Fracasada la posibilidad de acuerdo, se recrudece la guerra. Un nuevo detalle debe ser interpretado a dos luces, reveladoras de toda su densidad y coherencia ingeniosa, buena muestra de la habilidad calderoniana para trazar la doble vertiente de las alegorías sacramen­tales. Merece examinarlo brevemente. El ejército de Felipe IV en la guerra de Cataluña era un ejército multinacional, que contenía, como escribe Meló, «de más de los tercios españoles, algunos regimientos de naciones extranjeras, venidos de Ñapóles, Módena e Iranda, los cuales no solo cumplidamente constan de hombres naturales, mas antes entre ellos se introducen siempre muchos de provincias y reli­giones diversas» 1 9. En el auto de Calderón:

Tu ejército que en valientes tropas marcha hecho escuadrones, compuesto está de naciones, porque es unión de las gentes, y así el número que adquiere de tantas consta y se hace que ven al sol cuando nace y ven al sol cuando muere. Toletot quiere decir

18 Historia de los movimientos..., p. 221 . 19 Meló, Historia de los movimientos..., pp. 100-101.

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U N A CLAVE DE LECTURA. . 9

en hebreo población, monarquía o fundación de muchos, y así argüir no sin justa causa oso viendo tan varias hileras que es tu frente de banderas un toletot numeroso (pp. 321-22)

La variedad de gentes responde, pues, a un hecho objetivo de la formación del ejército real en el plano historial, pero también en el plano alegórico en el que representa a la Iglesia 2 0, que significa preci­samente 'unión de fieles' («con mucha propiedad se llama Iglesia la congregación de los fieles», explica Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana). Esta semántica facilita ahora la mención directa en homenaje a la ciudad que había encargado el auto, Toledo, que en la interpretación calderoniana21 significa 'fundación de muchos', es decir, casi lo mismo.

Y todavía un factor más: habría que ver en esta insistencia de la «unión de gentes» un apoyo de la famosa «unión de armas» 2 2 que pretendía Olivares y a la que se oponía, por cierto, Cataluña.

La Sinagoga no puede resistir el avance del ejército católico y se ve obligada a introducir un factor nuevo en la guerra. Pide ayuda a la Gentilidad:

que porque la Iglesia aquí de ellos no triunfe jamás, a Roma obedeceré, y que a su Gentilidad favor pediré y piedad aunque sujección la dé.

20 Con una muy significativa identificación de la Iglesia con la monarquía espa­ñola, que es constante en los autos calderonianos. Ver Rull, 1983 [1994] y 1985.

21 Inserción de una etimología hebrea (de holid, 'engendrar', 'generaciones') para ensalzar la antigüedad de la ciudad castellana que fue la capital imperial de Carlos V. Desde esta perspectiva encomiástica dice Covarrubias: «Toledo. Según la opinión de muchos, fue población de Hebreos, y en su lengua la lla­maron toledoth, naciones»; ver Reyre, 1998.

22 Para la Unión de Armas de Olivares cfr. Elliott, 1990, pp. 251-53, 276-83, y para la Unión de Armas y Cataluña, pp. 254-56, 271-72. Otra valoración de esta condición multinacional del ejécito da Francisco Manuel de Meló, His­toria de los movimientos, ed. Estruch, pp. 100-101.

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10 IGNACIO ARELLANO

Porque sus sacros altares no triunfen cristianos viles, y así voy a los gentiles que sean mis auxiliares, a cuyo efecto pues ya la Sinagoga no soy, la esclava nación desde hoy mi nombre infeliz será (p. 324)

El tema de la esclavitud el pueblo de Israel, ofrece en la clave de lectura historial la imagen de la sumisión de Cataluña a los franceses, que de auxiliares se convierten en los amos:

llamó a la Gentilidad [la Diputación] que la defienda y la ampare, a quien ha entregado todas sus fuerzas más principales, concediéndola el gobierno de sus armas, con tan grandes rendimientos, que admitiendo cabezas y generales esclava vive, que esclava es la que en parcialidades por huir de un enemigo de otro enemigo se vale. La obediencia dio, en efecto, de suerte que a gobernarles los francos romanos (francos porque no conoce a nadie el Romano Imperio) vienen dueños ya, más que auxiliares. Tan vil es su obstinación, ciega, alevosa e infame, que quieren perder con ellos todas sus inmunidades más que obedecerte a ti, pues lo primero que hacen los gentiles es hacerles que contribuyan y paguen, de modo que a servidumbres reducen sus libertades (pp. 325-26)

Tras una efímera transición en que se constituye república indepen­diente, Cataluña promete obediencia a Luis XIII por acuerdo del 23 de

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UNA CLAVE DE LECTURA. I I

enero de 1641, a cambio de la protección militar de Francia. Las tropas francesas ocuparon las plazas fuertes más importantes del Principado; se nombró un virrey francés, se exigieron rehenes, y los franceses dominaron todos los resortes de la economía, la política y la guerra.

La visión que desde su perspectiva ofrece Calderón en cuanto a los resultados de esta subordinación a Francia parece ajustada a los hechos. Según comenta Elliott 2 3:

Las tropas francesas ocuparon las plazas fuertes más importan­tes del Principado [...] le siguió el nombramiento de un virrey francés y la concentración de la administración del país en manos de un grupo de catalanes que los franceses consideraban dignos de confianza [...] el concejo de Barcelona y la Diputación fueron copados sistemáticamente por los amigos de Francia [...] La Diputación y las ciudades se vieron sometidas a constantes demandas de dinero y provisiones [...] los virreyes franceses, con un ejército a su disposición, menospreciaban las constitu­ciones con una confianza de la que no habían podido hacer gala los virreyes castellanos [...] El ejército francés era, en todos los aspectos, un ejército de ocupación

Otros detalles confirman esta interpretación de la clave histórica del auto El socorrro general. La mutiplicidad de los enemigos que cer­can por todas partes a la Iglesia (p. 326: «por todas partes / los ene­migos la embisten, / los contrarios la combaten») refleja con bastan­te fidelidad la situación en la que se encuentra buena parte del reinado de Felipe IV, con mútiples frentes de guerra, y la flota de la Apostasía enemiga que impulsa el cierzo (p. 334) se interpreta fácil­mente como la flota holandesa, o en general, las armadas de los paí­ses protestantes. Los vientos enemigos de la Apostasía son los vien­tos del sur, es decir, los vientos australes «porque mayor enemigo / que cuando es austrial no tengo» (p. 334), en transparente referencia a la casa de Austria, que en otro lugar (p- 333) se menciona explícita­mente como la fuente de los socorros que apoyan a la Iglesia.

En 1644 las fuerzas del rey están empezando a dominar la situa­ción, que todavía está lejos de llegar a su final: cuando Calderón escribe el auto están pendientes los sucesos de esta guerra que da base

23 Elliott, 1977, pp. 472-73. Para otros aspectos de la situación aquí descrita se puede ver: sobre importancia de la Diputación catalana en este conflicto, Elliott, 1977, pp. 292-316; Unión de armas rechazada por las Cortes catala­nas, Elliott, 1977 p. 321 ; pacto con Francia, Elliott, 1977, pp. 415 y ss, espec. 460, 472-73.

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12 IGNACIO ARELLANO

a la alegoría. El ultílogo explica al público las razones por las que el argumento quede igualmente sin final definido: está claro que en la visión del mundo calderoniana expuesta en todos los autos sacra­mentales, la Iglesia triunfante dominará el final de la historia, pero en cuanto al trazado de los episodios historiales de El socorro general, esta precisión última responde perfectamente al estado de la guerra a la altura de 1644:

Y dejando aquí pendientes todos aquestos sucesos de quien esta alegoría la novedad ha compuesto, a la Iglesia, Inquisición, ciudad, damas, caballeros, nobleza y plebe, pidamos el perdón de nuestros yerros...(p. 335)

FINAL

El auto sacramental es, sin duda, un género que puede ser leído sub specie aeternitatis, pero esa lectura no debe ignorar la vertiente propiamente historial que constituye una de sus dimensiones, y que es fundamental en algunos ejemplares del corpus calderoniano, como este de El socorro general. Los sucesos, personajes y problemas de la realidad coetánea; las estructuras sociales y políticas; los conflictos religiosos y culturales; las prácticas religiosas y civiles celebrativas y reforzadoras de los lazos de la comunidad... todo el complejo mun­do humano del XVII forma parte esencial de los autos de Calderón, unido indisolublemente a un mundo espiritual al que se accede a tra­vés de la interpretación alegórica.

Un conflicto de la importancia de la guerra de Cataluña, que tan­to impacto emocional causó en la España del Siglo de Oro, se asoma, levemente enmascarado en numerosos detalles arguméntales del auto que estoy comentando. Mientras que en otros casos como El nuevo palacio del Retiro, La protestación de la fe o El lirio y la azucena, la estructura histórica se ofrece de manera explícita, en este otro el teji­do de referencias (muy denso, por otra parte y seguramente muy cla­ro para el público de la época) se da de manera implícita, lo que qui­zá haya contribuido a disimular para sus lectores posteriores esta clave de lectura que he intentado descifrar.

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