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Jvenes, Formacin y Empleo
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Polticas de Juventud en Chile y su expresin en lo local.*
Oscar Dvila Len**J. Claudio Silva Acevedo***
NDICE
I. Introduccin
II. Hacia una poltica pblica de juventud
a. Poltica de juventud
b. La institucionalidad en materia de juventud
c. Por una poltica de juventud local: el espacio de las omj
d. Algunas tensiones entre polticas de juventud y rol de las omj
III. El rol estratgico de las oficinas municipales de juventuda. Democracia y municipio
b. Las Oficinas Municipales de Juventud
c. mbitos estratgicos de intervencin de la omj
Polticas de Juventud en Chile y su expresin en lo local
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IV. Plan comunal de desarrollo juvenil a) Optimizar las intervenciones
b) Potenciar las capacidades
c) Lo juvenil es colectivo
d) Participacin y dilogo con los jvenes
e) Preocupacin preferente por los ms marginados
f) Revalorizacin del diagnstico
g) Habilitacin de ciertos servicios
V. A modo de eplogo. Algunas reflexiones de carcter prospectivo
a) Apoyo municipal sistemtico al trabajo con jvenes
b) La profesionalizacin del personal de las omj
c) Polticas locales de juventud
d) La institucionalidad juvenil y el rol del injuv
e) La perspectiva de gnero
VI. Bibliografa
* Trabajo preparado por encargo del Proyecto INTERJOVEN (INJUV, FOSIS yGTZ).
Polticas de Juventud en Chile y su expresin en lo local
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** Asistente Social, CIDPA Via del Mar.*** Bachiller en Ciencias Religiosas, CIDPA Via del Mar.
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Jvenes, Formacin y Empleo
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POLITICAS DEJUVENTUD EN
CHILE
Y SU EXPRESIONEN LO LOCAL
I. Introduccin
II. Hacia unapoltica pblica dejuventud
III. El rolestratgico de lasoficinasmunicipales dejuventud
IV. Plan comunalde desarrollojuvenil
V. A modo de
I. Introduccin
Una de las mayores dificultades en la tarea de implementar ciertosdiseos de polticas pblicas se relacionan con una eficiente y eficaz
llegada a los sujetos sociales hacia quien van destinadas dichaspolticas. Y no es nueva la idea de que para ello se requiere una
cercana, credibilidad y legitimidad de quienes son sus destinatariosy/o copartcipes, que en ltima instancia son los que gozarn o
sufrirn esas iniciativas.
Desde all que en el siguiente texto nos ocupemos de examinar ladimensin, quizs ms pequea con lo grande que en ciertos
casos es del sector pblico, lo comunal, y ms especfico,relacionado con los roles y quehaceres de las Oficinas Municipales
de Juventud (omj, en adelante). Pero no puede abordarse estasinstancias como entes aislados y desvinculados de otros agentes
pblicos y privados que tienen algn grado de responsabilidad enmaterias de juventud, ni tampoco sin hacer una relacin con el temamayor donde puede insertarse la omj, es decir, en el mbito de las
polticas pblicas de juventud, y su pariente cercano, como lainstitucionalidad pblica de juventud vigente o en construccin. Poresos motivos, el rodeo es ms largo que el adentrarse nicamente enlas omj como unidad de anlisis (siendo esa opcin vlida tambin),pues creemos que la suerte que puedan correr estas expresiones dequehacer juvenil en buena medida est relacionada con las dos
dimensiones sealadas.
Tenemos la conviccin que para avanzar en la instalacin y/oconsolidacin de las omj como instancias encargadas del diseo,ejecucin y coordinacin de polticas locales de juventud en el
espacio comunal, deben estar insertas en una perspectiva o marcoglobal de polticas pblicas de juventud, debiendo para ello el dar
pasos encaminados a crear una institucionalidad (en todos losniveles) en materias de juventud. Es un avance de instancias
Introduccin
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eplogo. Algunasreflexiones decarcterprospectivo
VI.Bibliografa
colectivas y voluntades colectivas (polticas, de actores sociales,econmicas, administrativas, jurdicas), que deben ponerse en
perspectiva de mediano y largo plazo dentro del concierto de lainstitucional pblica, como una materia ms dentro de lasprioritarias e imprescindibles de cualquier Estado y sus
representantes gubernamentales del momento. Lo cual no sloimplica en el avanzar en el diseo de acciones programticas decorte social dirigidas a los jvenes ms carenciados o en mayor
desventaja social, o en una perspectiva de corte nicamente sectoriala travs de los canales tradicionales que la accin pblica posee.
Tambin sera de nuestro inters como pretensin transversalcon este trabajo, poder abrir un pequeo espacio y llamado al
dilogo, a todos los actores involucrados en estas temticas, con elobjetivo de reposicionar (si es que alguna vez lo estuvo) la discusin
sobre polticas de juventud, en especial, sobre polticas locales dejuventud, donde parte esencial de la discusin son las propias omj,decididores en materia de juventud, actores sociales juveniles, entre
otros.
El texto contempla tres momentos principales, comenzando con eltema de polticas pblicas de juventud, seguido del rol estratgicode la Oficinas Municipales de Juventud y culmina con una seccin
dedicada a unas ideas de carcter ms prospectivas. Se incluyetambin una bibliografa general de referencia sobre materias
relacionadas con juventud, polticas sociales y polticas pblicas dejuventud. En cuanto al pago de las deudas, agradecemos los
comentarios y sugerencias de Astrid Oyarzn y Ral Irrazbal decidpa al borrador del texto, por lo cual les agradecemos y los
exculpamos de los posibles errores del texto, que como siempre, vanpor cuenta de los autores.
(Introduccin) (Hacia una poltica pblica de juventud) (El rolestratgico de las oficinas municipales de juventud) (Plan comunalde desarrollo juvenil ) (A modo de eplogo. Algunas reflexiones de
carcter prospectivo ) (Bibliografa)
Introduccin
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POLITICAS DEJUVENTUD EN CHILE
Y SU EXPRESION ENLO LOCAL
I. Introduccin
II. Hacia una polticapblica de juventud
III. El rol estratgicode las oficinasmunicipales dejuventud
IV. Plan comunal dedesarrollo juvenil
V. A modo de eplogo.Algunas reflexionesde carcterprospectivo
II Hacia una poltica pblica de juventud1. Poltica de juventud
Al hacer un recuento grueso sobre lo que ha sido en Chile el diseo eimplementacin de una poltica pblica de juventud, necesariamente
debe tenerse en cuenta con los tipos de sujetos a quienes pretendeatender y/o favorecer dicha poltica. Y la nocin de poltica de juventudes de construccin muy reciente y moderna en cuanto tal, la que logradiferenciarse de otras polticas genricas de parte del gobierno hacia
determinados sectores sociales. Es el entender al sector juvenil ms allde un grupo etreo de importancia estadstica en el conjunto de la
sociedad.
El diseo de polticas desde el Estado ha tenido una directa relacin conlos grados de visibilidad de los sectores y/o actores sociales en la escena
pblica. Por ello no es novedad el concebir a lo juvenil desde unamirada sectorial como formando parte del sistema educacional, o ensu nica calidad de estudiantes, por lo que una poltica hacia ese sectorpasaba por la ejecucin de polticas en lo educacional. Eso se verificadesde principios de siglo con el aumento en la cobertura y ampliacinde la matrcula escolar; y con ms fuerza a partir de las dcadas de los50 y 60 con la ampliacin de la educacin universitaria y el acceso a
ella de nuevos sectores sociales provenientes de la pujante clase mediachilena (cf. Corts, 1994:159ss).
De all que no resulte extrao el conceptualizar en trminos modernos alsector juvenil como sinnimo de estudiantes universitarios, pues a partir
de ese segmento social adquiere visibilidad pblica la juventud,entendida a nuestros das en una concepcin restrictiva. La entrada en
escena pblica de los sectores juveniles populares es un proceso muchoms reciente, que podemos signarlo slo a partir de las dcadas del 70 y
80. Ms aun, incluso en tiempos actuales no logran visibilidad otros
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VI.Bibliografa
sectores sociales correspondientes a jvenes, particularmente dos: losjvenes rurales y las mujeres jvenes, que dicho sea de paso, son los
dos grandes ausentes de una poltica de juventud a travs de la historiade las polticas sociales para juventud.
Junto a lo anterior, al hablar de una poltica de juventud desde elEstado, no ha sido tampoco concebida en su esencia como una polticasocial particular hacia un determinado sector social, lo que llev por unbuen tiempo a ser slo implementaciones de ciertos programas dirigidos
a un pblico juvenil ms o menos genrico, y principalmente por elhecho de estar asociados al mbito de la educacin. Ejemplo de esto
podemos encontrarlo en que slo en la dcada de los noventa, el sistemaeducacional chileno reconoce que su educacin media o secundaria es laeducacin de la juventud chilena, ya la juventud como una nocin ms
particularizada, adquiriendo una significacin ms especfica que lacategora de estudiante, la que inclua desde el pre-escolar hasta el
estudiante universitario. sta es una reflexin muy reciente (cf.Lemaitre, 1994).
El otro factor asociado a una poltica de juventud, es el concebirla conpropiedad como una poltica social juvenil, cuestin que incluso hastanuestros das no logra adquirir un perfil claro y preciso, que sobrepase
una concepcin agregativa de programas sectoriales, cuyo mejor efectode demostracin lo constituy el Programa de Oportunidades para losJvenes (projoven), donde se consideraron siete reas de preocupacincon una sumatoria de 44 programas dirigidos a los jvenes (inj, 1993).En dos palabras, el desafo de una poltica de juventud, es pasar de una
concepcin agregativa programtica, a una visin constructiva depoltica social de juventud. Y en eso se ha avanzado poco, sin
desconocer que son varios los factores que se encuentran en juego a lahora de enfrentar estos desafos (inj, 1996:3-4).
Es slo a partir de la dcada de los noventa, con el Gobierno de laConcertacin, donde se comienza a elaborar e implementar algunas
iniciativas encaminadas a articular una poltica integral de juventud. Elfundamento mayor de esta iniciativa estuvo en el intento de dar
respuesta a la denominada deuda social pendiente con los jvenes, enuna clara alusin a los jvenes de la dcada pasada en un contexto dedictadura, donde los jvenes fueron uno de los sectores sociales ms
castigados y marginados en materia de poltica social. A partir de estavisin sobre la juventud de la dcada pasada, el Gobierno de la
Concertacin centr las bases de una poltica juvenil gubernamental enbase a tres focos principales: i) integracin social, como una forma de
atenuar los efectos de la desintegracin social; ii) participacin, a partirdel diagnstico de la falta de espacios y oportunidades para ejercer la
sociabilidad juvenil; y iii) identidad juvenil, como tarea a asumir por lospropios jvenes y donde el rol del Estado es el de generar los espacios y
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herramientas que hagan posible aquello (inj, 1996:2).
Este diseo de poltica de juventud, iniciado al comienzo de la dcadade los noventa y bajo el primer gobierno de la Concertacin, es quizs
donde ms se logr avanzar en el plano por lo menos de lareflexin y estudio de la temtica, lo que segn el discurso
gubernamental permiti el avanzar en el desarrollo de polticas haciajvenes, principalmente a travs de dos hechos: la creacin del InstitutoNacional de la Juventud y la implementacin del projoven. E incluso se
planteaba el desafo pendiente en materia de poltica de juventud enorden a superar la mirada sectorial y por tanto fragmentaria de la
realidad juvenil y de la accin estatal (inj, 1996:3). Esta coyunturasociopoltica en el inicio del primer gobierno de la Concertacin, podra
catalogarse como un intento serio y relativamente coordinado porprecisar y arribar a un diseo e implementacin de una poltica integralde juventud, a lo menos en el plano de las definiciones y desafos que se
vean como pendientes y necesarios de abordar.
Pero este esfuerzo programtico no tuvo una continuidad en el tiempo,en particular con el segundo y actual gobierno de la Concertacin,
donde ms bien se continu con la implementacin de los programassectoriales dirigidos a jvenes, teniendo como grandes ejes deintervencin la dada educacin y trabajo, con sus respectivos
megaprogramas en cada uno de ellos: continuacin del Chile Joven delMinisterio del Trabajo y una pequea parte asumido por Fondo de
Solidaridad e Inversin Social (fosis); y el Programa mece-media delMinisterio de Educacin. Estos dos mbitos como un nfasis en las
acciones gubernamentales dirigidas a jvenes, sumado a otros de menorimpacto y envergadura, como los programas de jvenes del fosis, del
Servicio Nacional de Menores (sename), Servicio Nacional de la Mujer(sernam), entre otros.
Es necesario decirlo: la segunda mitad de la dcada de los noventarepresent prcticamente un estancamiento y de a momentos un
retroceso en lo poco andado en materia de poltica pblica de juventud,en comparacin a la primer mitad de la dcada. Y no es que haya sidomucho el avance en aqulla, sino que ms bien estuvo marcada por losintentos de construir e implementar una poltica de juventud, esfuerzosque estuvieron ms en el plano de posicionar lo juvenil en la agendapblica a travs de algunos principios e instrumentos preferentemente
programticos y con una meridiana claridad en los nfasis necesarios dearticular y las falencias a superar.
Cules pueden ser los factores que frenaron estos esfuerzos. A modo deenunciacin, no podemos dejar de lado dos factores, de diferente
naturaleza, pero con consecuencias ms o menos similares: la escasapreocupacin del tema juvenil como poltica pblica de parte del actual
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gobierno de la Concertacin; y la crisis sufrida por el Instituto Nacionalde la Juventud (inj) durante 1997, lo que fuera de poner en abierto
cuestionamiento a este servicio pblico, rest credibilidad pblica tantoal servicio en cuestin, como a un quehacer centrado en el sector
juvenil. Incluso se estuvo cercano a eliminar dicho servicio por parte delgobierno, no habiendo defensas a su quehacer, ni polticas ni tcnicas.
Estos dos factores a nuestro entender hicieron retrotraer el tema depolticas de juventud al estado en que se estaba al comienzo de la
dcada, fundamentalmente por la premisa de que no es dable pensar enavanzar en poltica de juventud, si no se avanza en la instalacin de una
institucionalidad en materia de juventud. Volveremos sobre ello msadelante.
Ya en el documento referenciado (inj, 1996), se planteaba laconstruccin de una nueva poltica pblica para jvenes, la cual deba
hacerse cargo de dos grandes desafos centrales en torno a la fasejuvenil. Por una parte se deca, se trata de ofrecer oportunidades y
brindar recursos para que los jvenes puedan prepararse para enfrentarla vida adulta, y tambin debe orientarse hacia la satisfaccin de
necesidades de conformacin e integracin, propias de la etapa juvenil.Continuaba sealando que ambas dimensiones se encuentran
indisolublemente unidas y no puede subvalorarse ninguna de ellas. Yreafirmaba lo anterior al sealar que el recoger esta doble dimensin es
lo que denominamos un enfoque integral: preparacin para el futuro eintegracin sociocultural actual. Enfoque que no puede ser abordado por
un slo sector en particular, sino que atendido en forma sistmica, loque se denomina intersectorial (inj, 1996:5).
Este plano de definiciones y precisiones en torno al diseo de unapoltica integral de juventud, iban bien encaminadas y de haber seguidosu proceso planificado, quizs nos encontraramos ms adelantados en
estas definiciones y acciones tendientes a ese fin. Estas iniciativassolamente quedaron plasmadas en algunos documentos relativos adiagnstico de la realidad juvenil de los noventa; y un proyecto de
construccin de una poltica integral de juventud, a cargo del grupo detrabajo interministerial coordinador de polticas de juventud, del cual no
se ha vuelto a saber.
A partir de esto, es preciso preguntarse por dnde puede avanzar unadefinicin de poltica pblica de juventud y cules son las condicionespropicias para que ello sea posible, partiendo desde una caracterizacin
de la juventud hacia quien se desea enfocar una poltica social (cf.Tru, 1988). Por lo menos, durante los ltimos aos han habido
variados intentos de caracterizacin de la juventud de los noventa,donde podemos encontrar diversas perspectivas de anlisis y algunospuntos de encuentros (cf. entre otros, Reinoso, 1994; Duarte, 1994;Martnez, 1994; Medina, 1997; Silva, 1999; Seissus, 1994; Dvila,
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1997; injuv, 1999. Y ms en el tema de polticas de juventud, Balardini,1999a; Bango, 1996; Touraine, 1996; Corts, 1994 y Del Pic, 1994).
Pero una de las deficiencias en este respecto, es la ausencia de unadiscusin y debate pblico en torno a lo que podemos estar entendiendo
como la juventud de la dcada que termina, no existiendo agentessociales llamados a asumir el liderazgo y empuje necesario en estasdefiniciones, con la capacidad de convocar e interpelar a los agentes
pblicos y privados con alguna preocupacin por materias juveniles. Deigual modo, durante la dcada de los noventa no se ha avanzado en lasistematizacin de un conocimiento acumulado en temas de juventud,donde los esfuerzos de investigadores e instituciones no han pasado a
englosar por lo menos una masa documental y sobre todo analtica;con lo que no estamos haciendo referencia a la construccin de bases de
datos o registros bibliogrficos en la materia, sino del estado de lasartes en materia de juventud.
Sumado a esto, ciertas discusiones tericas, conceptuales y/oprogramticas no tienen como contrapartida la incorporacin a un
estado de discusin de las mismas, quedando solamente comoantecedentes y experiencias aisladas, que no logran traspasar ese estado.
Podemos graficar este aspecto con la edicin del Primer informenacional de juventud (inj, 1994), compilacin que ofreci la puesta encomn de algunas reflexiones diversas sobre los jvenes y la juventud
de la primera mitad de la dcada de los noventa, esfuerzo interesanteque no fue retomado como insumo valioso que posibilitara lgicas ms
comprensivas de la juventud chilena.
En ese mismo contexto, releyendo el trabajo dedicado a poltica socialjuvenil en Chile (Corts, 1994:155ss), y en especfico a las
caractersticas y rasgos que sta debiera tener, dichos aspectos siguensiendo pertinentes como base del diseo de una poltica social juvenil,incluso a tiempos actuales. En sntesis, Corts planteaba algunos temasa tener en cuenta: i) la presencia de una lectura terico-conceptual de la
etapa juvenil; ii) el establecimiento de instrumentos sistemticos deindagacin en materia de juventud; iii) seguir con la clsica discusin
sobre poltica social en cuanto a su universalidad o selectividad (Corts,1994:162-4).
Y a modo de aproximacin a una definicin operativa sobre poltica dejuventud, Balardini plantea que poltica de juventud es toda accin que
se oriente tanto al logro y realizacin de valores y objetivos socialesreferidos al perodo vital juvenil, como as tambin, aquellas acciones
orientadas a influir en los procesos de socializacin involucrados.Trtese tanto de polticas reparatorias o compensatorias, como de
promocin y orientadas al desarrollo y/o construccin de ciudadana(Balardini, 1999a:25-6). Agregando otra definicin en clave
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participativa, la que expresa que la poltica de juventud trata de irgenerando las condiciones en las cuales los jvenes puedan realizarse en
cuanto tales y, al mismo tiempo, participar en la configuracin de lasociedad en la que viven (Balardini, 1999a:26).
Para Touraine, en cuanto a la finalidad de una poltica de juventud,expresa que el principal objetivo de una poltica de la juventud es
incrementar en los jvenes la capacidad de comportarse como actoressociales, o sea de modificar su entorno social para realizar proyectos
personales (Touraine, 1998:78-9); centrando su anlisis a partir de lanocin de actor social en este caso el o la joven, el cual sera el
hombre o la mujer que intenta realizar objetivos personales en unentorno constituido por otros actores, entorno que constituye una
colectividad a la que l siente que pertenece y cuya cultura y reglas defuncionamiento institucional hace suyas, aunque slo sea en parte
(Touraine, 1998:79); reafirmando que el objetivo principal de la polticade la juventud, ha de ser el fortalecimiento del espritu de ciudadana,que comprende a la vez la confianza en las instituciones y la conciencia
de poder hacer escuchar su voz en ellas (Touraine, 1998:87).
Por otra parte, en el nivel de poltica de juventud para la dcada de losnoventa, en la perspectiva de Bango, sta debe considerarse como la
poltica de juventud en sentido estricto, esto es, en su dimensinprogramtica; la poltica de juventud como poltica de legitimacin; lapoltica de juventud como promotora de construccin de ciudadana(Bango, 1999:60). En otras palabras, la perspectiva implcita de estasconsideraciones sobre poltica juvenil, es la revalorizacin de otras
dimensiones de poltica juvenil, ms all del slo diseo de accionesdesde un punto de vista programtico, a nivel del diseo y ejecucin deprogramas juveniles o para jvenes, donde se ha tendido a pensar que
una poltica de juventud es la sumatoria de la mayor oferta posible deaqullos hacia ciertos sujetos jvenes con determinadas caractersticas;
dejando muchas de veces de lado el componente de lo poltico quesubyace a las definiciones programticas y la dimensin de la
participacin de los mismos jvenes en la perspectiva de construccinde ciudadana.
Estos temas entre otros debieran atravesar la discusin a la hora deplantearse las orientaciones y acciones por las cuales pueda transitar el
diseo de una poltica social de juventud, debiendo adems reposicionarla discusin sobre a nuestro entender dos ejes centrales e
imprescindibles de abordar para una poltica de juventud: el tema de lainstitucionalidad en materias de juventud; y el rol del espacio local en laconcrecin de una poltica local de juventud, considerando en ello tanto
a los agentes locales de juventud como el nivel de institucionalidadpblica de juventud en el contexto local. De estas dos cuestiones nos
ocuparemos a continuacin.
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2. La institucionalidad en materia de juventud
Pareciera haber una suerte de acuerdo en orden a convenir que laexistencia de una poltica pblica de juventud sin una necesaria
institucionalidad pblica en materia de juventud, no es algo sustentableen el tiempo (Contreras, 1999:137). La institucionalidad es quien puede
aportar las bases de permanencia y continuidad de determinadaspolticas pblicas. Pero esto se vuelve un proceso estrechamente
relacionado entre ambas dimensiones o metas a alcanzar, pues de allperfectamente surge la interrogante de cmo y a partir de dnde seconstruye institucionalidad pblica de juventud. Sin duda que la
respuesta puede resultar un lugar comn: desde el Estado, quien tienepor naturaleza el preocuparse de lo pblico, entendido en un sentidorestrictivo y dejando de lado lo atingente a la sociedad civil organizaday dems sectores con responsabilidad pblica en materias de juventud,como pueden ser las instituciones privadas con fines pblicos y demssectores sociales que cuenten y se articulen como interlocutores ante el
Estado.
Pero de igual modo, el proceso de avanzar en la definicin de unapoltica pblica de juventud, necesariamente debe hacerse desde alguna
instancia institucional con responsabilidad para ello, en un sentidoabarcativo e integral, capaz de superar las visiones parciales y
sectorializadas (como suele llamarse al interior del Estado), parapropender a una visin global, integral e intersectorial de la dimensin
juvenil; lo que hace la diferencia de pasar de lo programticoexclusivamente al nivel de las polticas.
Hace unos aos que este tema de la institucionalidad pblica enjuventud viene siendo revisado y discutido, no slo en Chile, sino quepor lo menos en el contexto latinoamericano y en especial en el ConoSur, a partir de los procesos de redemocratizacin poltica luego de losregmenes militares, con diferentes grados de concrecin y precisin,
donde en variadas ocasiones han existido ms bien visionespropiciadoras de instancias gubernamentales dedicadas al tema juvenil.No es casualidad que en el caso argentino hallan existido cuatro o cincoreestructuraciones organizacionales a la instancia nacional de juventuden los ltimos quince aos y an no exista una claridad administrativani poltica sobre los objetivos y finalidades que se buscan con la actualSubsecretara de la Juventud, creada en 1998 y que slo tiene existencia
en el decreto que la cre (cf. Balardini, 1999a:40-50).
En el contexto catalogado como el de tender hacia una nuevainstitucionalidad en la poltica social juvenil chilena, se planteaba que
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el fortalecimiento y la expansin de la poltica social juvenil dependeen gran medida del mejoramiento de la institucionalidad estatal y
pblica existente en el mbito de la poltica social (Corts, 1994:166);sealando para ello algunos puntos necesarios de tener en cuenta, quepueden sintetizarse en: i) la necesidad de generar una autoridad social
que pueda ordenar el gasto social y oriente las acciones de lasinstituciones y servicios en materia de juventud; ii) que la mismaautoridad social, para que tenga efectividad, pueda disponer de un
presupuesto global destinado a la poltica social juvenil; iii) laconstitucin de una red de entidades diseadoras, ejecutoras y
evaluadoras de polticas sociales de juventud; y iv) como requisito de loanterior, debe hacerse un ajuste organizacional del Instituto Nacional de
la Juventud, el que pase por diferentes planos: una mayor densidadprofesional y tcnica, contar con recursos financieros para establecer
fondos de contraparte principalmente en lo local, fortalecer la capacidadde comunicacin efectiva sobre el tema juvenil y la de interlocucin con
actores sociales y juveniles (Corts, 1994:166-8).
Al hacer una mirada retrospectiva a estas premisas, puede apreciarseque es escaso el avance en la concrecin de muchas de ellas, las cualesen un sentido genrico siguen cobrando vigencia. Incluso tomando el
tema desde una perspectiva que vaya ms all del servicio especializadoen materias de juventud (inj hasta 1997, injuv despus), el nivel de
avance es modesto. Habida cuenta que an no est del todo claro lasrepercusiones y consecuencias que tuvo la crisis del inj (hace ya dos
aos) en cuanto a su impacto (sin duda negativo) sobre la construccinde una poltica de juventud y el sentar las bases de una institucionalidadms solvente en materia de juventud. Los efectos se han percibido sloa nivel de la organizacin misma del Instituto, expresada grficamenteen un fuerte recorte presupuestario (de cercanos tres mil millones de
pesos en 1996-97, a mil trescientos millones de pesos como propuestapresupuestaria para el ao dos mil), una reduccin en su personal y
concentracin en Santiago, unas direcciones regionales reducidas a sumnima expresin, que quedaron slo con recursos de personal para sus
directores/as, entre otras dimensiones internas del Instituto.
De los efectos que trascienden la esfera de la orgnica y funcionamientointerno del Instituto, est el retroceso a nivel de la legitimidad del
discurso pblico sobre materias de polticas sociales de juventud porparte del servicio gubernamental orientado a ello, donde incluso se ha
puesto en cuestionamiento la misma existencia de l, sin generar algunaforma de respuesta pblica sobre la pertinencia y necesidad de que elEstado cuente con un organismo especializado en temas de juventud.
Esto nos habla de algn modo de la importancia que reviste para elgobierno el tema de juventud, que a la primera crisis o irregularidades
administrativas, jurdicas y/o financieras, se vea tentado a eliminar
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dicho servicio. Puede ser mala memoria, pero no recordamos quealguien propusiese eliminar la Junta Nacional de Auxilio Escolar yBecas (junaeb) luego del fraude de hace unos aos. Pareciera que lo
juvenil ha tenido un trato poco privilegiado entre las esferas delgobierno y ha tenido pocos propiciadores de una mirada de mediano y
largo plazo, por sobre las coyunturas polticas ms contingentes.
Entre los otros aspectos planteados como necesarios para tender a unanueva institucionalidad en la poltica social en juventud, no son mucho
los logros, pues la existencia de una autoridad social no se ha hechorealidad, incluso ms all de lo juvenil, sino como expresin de lo
social en comparacin a lo econmico, lo que llev hasta la salidade algn ministro que abogaba por ello. Menos todava se ha hecho en
poder articular globalmente ciertos presupuestos y acciones coordinadasde los diferentes servicios que tienen injerencia en la poltica social
orientada a los jvenes. Es la constatacin de la ausencia de algn tipode planificacin gubernamental en torno a sus acciones que se dirigen aun sector social particular. Una caracterstica en la institucionalidad, esque no hay plan, no hay plan maestro. Creo que es necesario cierto plan,donde nos digan por qu es coherente las Actividades de Libre Eleccin
(acle) de los liceos, con un fondo de iniciativas juveniles; o en qumodo son coherente con un club juvenil de sename, o con los estudiosque el inj est haciendo (Contreras, 1999:137-8). Y en lo relativo a la
constitucin de una red de organismos (y quizs tambin deinvestigadores y expertos) especializados en juventud, ms bien se ha
retrocedido, pues cada vez son menos las entidades dispuestas a asumiresta ubicacin y perfil, slo se ha englosado aqullas que se ubican en ellocus consultorial y regidas por los requerimientos del mercado, habidacuenta de la mercantilizacin de la poltica social. Pero a su vez, en esta
misma lgica, los incentivos para la especializacin en materias dejuventud no han sido sostenidos, debido en buena medida a lo inestabley discontinuo de la poltica de juventud, lo que no permite considerarlo
como un mbito de reflexin y accin con perspectiva de mediano ylargo plazo. Paradojalmente podramos decir: se requiere de reglas
estables, favorables, confiables y claras, de parte del gobierno hacia estesector dedicado a temas de juventud, para involucrarse en este mbito;tal como permanentemente le exigen los empresarios al gobierno en el
manejo de sus reglas del juego en materia econmica.
Si fuese a nivel de enunciacin, las preguntas sobre el cmo y pordnde avanzar en la construccin de una institucionalidad pblica enjuventud, al igual que cules son los requisitos necesarios para poder
hablar en propiedad de la existencia de dicha institucionalidad, alparecer estas dimensiones no han cambiado y siguen siendo ms omenos las mismas de un tiempo atrs, lo que queda es comenzar a
cumplir ciertas etapas, pero siempre con el requisito de contar con una
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visin estratgica de lo juvenil en el mediano y largo plazo en susdiferentes expresiones, sean de polticas de juventud y los soportes
institucionales, programticos y tcnicos; como a su vez, el generar lacapacidad de interlocucin y dilogo con actores sociales preocupados
de los temas de juventud.
Una dimensin fundamental en torno a la construccin de poltica dejuventud e institucionalidad de juventud, est o debiera estar en elmbito local, con su expresin concreta representada por el territorio
comunal y la institucin municipio. A nuestro entender, esta dimensines particularmente importante en cuanto al poder avanzar en la
instalacin discursiva y fctica de polticas juveniles en lo local.Debido a ello, lo trataremos por separado.
3. Por una poltica de juventud local: el espacio de las omj
Con el inicio de la dcada de los noventa, y en el contexto del procesode redemocratizacin del pas, y su expresin en el espacio comunal con
la eleccin de los representantes comunales, surgi durante 1993 departe del entonces Instituto Nacional de la Juventud, el ProgramaDemocratizacin Local, a partir del cual se comienzan a crear las
Oficinas Municipales de Juventud, teniendo como misin y objetivo eldiseo, implementacin y coordinacin de lo que podra denominarseciertas polticas locales de juventud en espacio comunal, y teniendocomo ubicacin institucional el municipio de la comuna (cf. Valls,
1999:4-7).
Ese proceso puede concebirse como la gnesis de las omj, impulsadas eincentivadas por el inj, pero debiendo asumir los municipios comocontrapartes de ste y el compromiso del apoyo y fomento para la
instalacin y consolidacin de estas expresiones orgnicasinstitucionales de nivel comunal.
La evolucin de las omj, a travs de la dcada en curso, ha sido demarchas y contramarchas, de avances y retrocesos, no habiendo un
comn denominador en el concierto general de las omj del pas. Pero ses un hecho el aumento cuantitativo y cualitativo en algunas, teniendo
en cuenta que a principio de los noventa slo se constataba la existenciade quince Oficinas, a las cerca de cien comunas que se pueden
contabilizar en la actualidad que poseen una instancia municipaldedicada al tema de juventud. Una descripcin detallada de una muestra
de omj del pas, puede encontrarse en el documento referenciadoanteriormente (Valls, 1999), tema en especfico que escapa a las
pretensiones de este texto.
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Pero s deseamos sealar algunas ideas fuerza sobre omj, en especial, ensu relacin con el tema de polticas de juventud, pues sobre stas y su
rol sern materia a ser tratada ms abajo.
Lo primero, vemos difcil que pueda consolidarse un diseo, modelo yestrategias de impulsar en torno a polticas pblicas de juventud, sino seconsideran como instancias fundamentales a las omj, pues es a travs de
ellas por donde puede concretizarse y visibilizarse de maneracotidiana y cercana algn tipo de poltica de juventud ms de carcter
integral (no sectorial), ya que el espacio local/municipal (dentro detodo) es el ms cercano entre sujetos juveniles e instancias pblicas. Yde contraparte, desde el punto de vista del sujeto juvenil, es el espaciodonde puede concretizar su calidad de ciudadano, pudiendo entenderse
como la expresin de la ciudadana a escala humana.
Lo segundo, similar suerte a la anterior puede darse en el proceso deinstaurar una institucionalidad pblica en juventud; es ms, podra darse
el caso de no existir una poltica global de juventud, y tampoco algnorganismo central y nacional dedicado a ello, pero aquello no sera
necesariamente el fin de ciertas iniciativas de carcter local comunal,donde podran darse ciertas polticas locales de juventud con su
expresin institucional. En cierto modo, es la experiencia en tiemposactuales de lo que ocurre en materia de juventud en Argentina:
inexistencia de polticas nacionales e instancia nacional de juventud, ypresencia de stas a nivel provincial y municipal. No obstante, no es
nuestro inters el propiciar una construccin y consolidacin depolticas locales de juventud a nivel municipal y de manera desligada deotras instancia involucradas en materias de juventud; sino que muy porel contrario, se pretende relevar este mbito para que realmente sea unespacio que requiere de polticas especficas y el fomento de lneas deaccin particulares que se encaminen al tema de polticas locales de
juventud, en general, y en particular, hacia las Oficinas Municipales deJuventud del pas.
Pareciera que hay un cierto diagnstico y evaluacin convenida sobrelas potencias y deficiencias que presentan las omj del pas, siendo entrelas segundas las ms o menos histricas y que las han acompaado entodo su proceso de instalacin. Podemos enunciar los temas de falta de
reconocimiento por parte del municipio, reducidos presupuestos ypersonal, poca continuidad de sus acciones en el tiempo, inestabilidades
producto de los cambios en la gestin alcaldicia, deficiencias en lacalificacin profesional de sus integrantes, ausencia de planes de
juventud ms permanentes, baja interlocucin con actores juvenileslocales, entre variadas otras situaciones deficitarias. Y a nivel de la
potencias, ciertas omj han logrado consolidar un trabajo en el tiempo,destacndose aqullas que lograron ciertos niveles de instalacin al
interior del municipio, y que no es necesariamente en las comunas ms
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grandes e importantes del pas.
4. Algunas tensiones entre polticas de juventud y rol de lasomj
Desde la mirada global a las omj, pueden percibirse algunas tensionespresentes a la hora de implementar una poltica local de juventud en elespacio comunal. Es as que hemos identificado cinco situaciones, que
las denominamos tensiones, que guardan estrecha relacin con ladefinicin misma de las omj y sus quehaceres, las que pasan por el tema
de la participacin, la organizacin juvenil local, los actores socialesinvolucrados en materias de juventud, y el tipo y calidad de la
interlocucin de las omj. Hay ciertas tensiones que adquieren uncarcter genrico para todos quienes desarrollan algn quehacer en elmundo social, y otras ms particulares del quehacer del trabajo con
jvenes y las lgicas que esto conlleva.
a) Primera tensin: Beneficiarios v/s actores o participante oprotagonista
Nuestra poltica social chilena, entendi por mucho tiempo, que quienesse beneficiaban de algunos de los servicios, prestaciones o asistencia dela red de apoyo social, se constitua en un beneficiario, en alguien quepor carencia o dficit social adquiere el privilegio de unos derechos.Pero no es sta slo una denominacin conceptual, sino que tambinuna construccin relacional, generalmente centrado en el atender,
asistir, en el entregar para quien tiene el poder de decidir quinesson los que se benefician. Y de recepcionar, de recibir para quien
tiene la necesidad del beneficio. Es sta una relacin quegeneralmente ha sido bloqueadora del dilogo, de la conversacin,sobre otros aspectos que no sean la entrega y recepcin del beneficio.
Hoy en da, a propsito de las definiciones que subyacen a la polticasocial, se busca cambiar este eje de asistencia por uno que se direccioneen la lgica de lo que suele llamarse protagonista o participante, para elcaso de los jvenes. Pero obviamente, los cambios son procesos que no
devienen por definiciones ms, o definiciones menos, sino porconstrucciones y por generacin de sistemas que propicien mayoresniveles de participacin para poder adquirir el rol de protagonista.
Es irrebatible que en este plano el gobierno y el Estado han tenido una
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actitud ofensiva, poseen la iniciativa y juegan el papel principal, lo quese observa es que la sociedad civil y sus actores estn por detrs de esaspropuestas, no a la altura de lo que se est reflexionando. Estamos msbien frente a beneficiarios pasivos y receptivos de una poltica que nolos visualiza como actores sociales con capacidad para jugar un rol demayor participacin o generar proposiciones. Ah parece que las omj
podran cumplir un rol ms trascendental.
Para salir y sacar adelante este aspecto deficitario, hayresponsabilidades compartidas, por una parte el Estado y los municipiosdeben hacer la invitacin y estimular a la participacin, dando sealesclaras de cmo se puede intervenir. Tambin est la responsabilidad de
la sociedad civil en exigir y construir los espacios de discusin, enanimar y animarse a participar. La primera condicin es que se haganesfuerzos ms claros por deselitizar la discusin, la idea no es sacar a
algn sector, sino integrar a los que no estn y que debieran estar. Ellose considera un importante ejercicio de ciudadana que puede colaborarsignificativamente en la educacin de la participacin y en una mayor
conciencia respecto a los propios derechos. Este proceso es fcil ydifcil a la vez. Fcil, porque muchas de las iniciativas que pueden
realizarse en este plano no necesitan mayores recursos. Difcil, porqueestamos hablando de cambiar una cultura y comportamientos por
mucho tiempo instalados en la subjetividad y el sentido comn de laspersonas.
b) Segunda tensin: lo individual v/s lo colectivo
Esta dualidad individual/colectivo, ha pasado a constituir una fuen-teimportante del trajajo social con jvenes, pues significa en el contextode la intervencin, dos aspectos diversos de la misma unidad que son
las personas. En dos palabras: lo colectivo significa dotar deherramientas, elementos de juicio, de experiencias de vida colec-tiva
que permitan enfrentar a cada persona su realidad, su vida, conelementos sacados de las experiencias de otros y tambin de las propias.
De esta manera, la aparente dicotoma individual/colectivo es slo entrminos de explicita-cin didctica, porque a las personas difcilmente
podramos separarlos segn esta nomenclatura, ms bien ellosresponden, se sitan, ms all de esta refe-rencias para vivir
experiencias, realidades, situaciones que responden a un todo, a laintegralidad con que abordan sus acciones, con la pasin que los
impulsa normalmente a querer ir ms all de los lmites, seannormativos o incluso a costa del riesgo de sus propias segurida-des. Es
aqu, en este espacio donde lo individual y lo colectivo se vuelve difuso,
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inasible, para convertirse en un solo modo de vida, fusin de realidades,de espacios propios o colectivos.
c) Tercera tensin: Un modelo de gestin v/s un modelo deintervencin
La gestin en su sentido ms amplio y general, implica administrar unosrecursos que no son propios y cumplir con los requerimientos mnimos
que exige quien proporciona los recursos. Y la intervencin, dicerelacin con hacerse parte de un proceso en la cual se tiene y dispone dela capacidad de hacer que las cosas sucedan como deben ser. Desdeeste punto de vista, implica cumplir con las funciones de criticar, deobservar, de cautelar, de acompaar, de propiciar y proponer formas
distintas de hacer las cosas. No slo implica ser eficaz en laadministracin, sino eficiente en trminos de los efectos que una
prctica determinada debe producir en un contexto tambindeterminado.
La tensin que se manifiesta, es que los programas de intervencin sonentendidos como modelos de gestin. Donde permanentemente se
homologa las funciones asignadas en la dimensin de gestionador, consus funciones asociadas a la intervencin social.
Esto ha llevado a que escasamente se manifieste la necesidad de unmodelo de intervencin social, pues se tiende a refugiar en un rol deagenciador o gestionador de recursos. Esto implica suponer que la
demanda social est expresada cualesquiera sea su cantidad, calidad ydireccionalidad, es decir, que no se requiere intencionar el flujo de lademanda, porque su oferta aunque siempre precaria est definida
con anterioridad.
d) Cuarta tensin: Necesidades v/s recursos
Es compartida la percepcin de que una tensin permanente ha sido y esel compatibilizar los recursos (de todo tipo) con el plano de las
necesidades presentes en la realidad de los jvenes. La escasez derecursos aparece como una realidad de alta sensibilidad, que expresa lacondicin determinante en el devenir de los programas sociales y sus
acciones.
Esta situacin de precariedad de los recursos es real y objetiva, la cualimpide la satisfaccin de las necesidades presentes y redunda en una
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oferta de baja calidad y cantidad. Sin embargo, producto de aquello, seha construido un discurso tendiente a legitimar (a partir de la carencia)
el quehacer y la participacin. Este discurso se ha convertido enlegitimante de las deficiencias, limitantes y condicionantes demuchsimos programas sociales. Por esto, no es extrao hallar
expresiones referidas a que slo pueden atender necesidades ligadas,por ejemplo, a lo relacionado con actividades de tiempo libre entre las
iniciativas juveniles.
e)Quinta tensin: Participacin v/s organizacin juvenil
Consideramos importante que se estimule la asociatividad, laorganizacin y la representacin de los jvenes, en tanto potencie suinterlocucin ante la comunidad y otros agentes. Lo valoramos pues,
creemos que los jvenes, en tanto sociedad civil, pueden jugar un papelimportante en la trans-formacin de su realidad.
Si nos ubicamos en la lgica de los tiempos que corren actualmente, esdecir, la lgica de los proyectos sociales juveniles y la oferta que de all
se desprende, nos daremos cuenta de dos situaciones generales. Enprimer lugar: no existe una sola forma de participar en el sistema social.Y segundo, el tema de la participacin en general o de la participacinciudadana, no debera comprender slo a los jvenes organizados en elsentido tradicional de su concepto y experiencia, sino que tambin a los
jvenes de manera individual y a las iniciativas que se plantean concarcter transitorio. De all, que identificamos a lo menos cuatro
modalidades de entender la participacin juvenil, necesarias de tener encuenta y de fomentar desde distintos mbitos del quehacer social.
* Accin colectiva. Est asociado al hacer y es una modalidadque est presente principalmente en el mundo juvenil. No tienen
estructuras de funcionamiento formal, slo la necesaria para llevar aefecto las actividades o tareas que el colectivo se propone. Son espacios
que no buscan permanecer en el tiempo y sus objetivos pueden ircambiando sin afectar al colectivo. No tiene como misin el representar
a otros o reivindicar derechos o necesidades en nombre de otros.
* Organizacin social juvenil. Corresponde a un conjunto depersonas que por motivaciones, intereses y necesidades similares, se
unen para obtener objetivos, metas y fines en un perodo determinado.Generalmente, ha estado asociado a un espacio de participacin
permanente y con estructuras formales de funcionamiento. Su nfasis
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est puesto en representar no slo a las persona que participan en laorganizacin, sino que tambin, a un conjunto de personas que puede
tener intereses similares.
* Participacin en canales de integracin social. Corresponde alo que comnmente se ha asociado al trmino de oportunidad social. Esdecir, va unido a una concepcin que se relaciona con la poltica socialque establecen los organismos gubernamentales, en funcin de aquellaspersonas (a nivel individual o colectiva) que se encuentran con menos
ventajas de integracin social, puedan participar de los beneficios que elEstado ofrece. Ejemplo de esto es el programa de capacitacin laboral
juvenil y otros similares.
* Asociacionismo juvenil. Est asociado al establecimiento deuna cierta legalidad que establece normas que estimulan la creacin ydesarrollo de organizaciones juveniles, respaldando su pro-mocin a
travs de la entrega de un financiamiento que permita el fortalecimientoy concrecin de los fines de ella. Su nfasis est orientado a
salvaguardar la representacin del segmento juvenil en el sistemapoltico y social.
(Introduccin) (Hacia una poltica pblica de juventud) (El rolestratgico de las oficinas municipales de juventud) (Plan comunal de
desarrollo juvenil ) (A modo de eplogo. Algunas reflexiones decarcter prospectivo ) (Bibliografa)
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POLITICAS DEJUVENTUD EN
CHILE
Y SU EXPRESION ENLO LOCAL
I. Introduccin
II. Hacia unapoltica pblica dejuventud
III. El rolestratgico de lasoficinas municipalesde juventud
IV. Plan comunal dedesarrollo juvenil
V.A modo deeplogo. Algunasreflexiones de
III. El rol estratgico de las oficinas municipales de juventud
Las diferentes Oficinas Municipales de Juventud poseen puntos encomn y puntos que las distinguen, algunas de ellas se acercan ms auna Oficina con autonoma y propuestas y otras an no tienen roles
claramente diferenciados, respecto de otras oficinas que funcionan alinterior de los diferentes municipios. Tratar de acercarnos a las
preguntas que puedan ayudar en esta bsqueda de un rol estratgicosobre el ser de la Oficina, es lo que no proponemos abordar en estaslneas. Para ello se seguir un planeamiento que va de lo general a loespecfico, es decir, desde las grandes definiciones sobre municipio,
hasta llegar a la Oficina Municipal de Juventud.
1. Democracia y municipio
Histricamente el Estado chileno ha sido una institucin central yautoritaria, los municipios han sido permanentemente negados en sus
funciones (Salazar, 1998). De acuerdo a la nueva ley demunicipalidades, stas son la unidad territorial base del nuevo modelode administracin del Estado, que ve en ellos, los principales artfices
de la descentralizacin del Estado.
Segn el mandato de la ley (18.695) Orgnica Constitucional deMunicipalidades, fija en su artculo 1 que la administracin local decada comuna o agrupacin de comunas que determine la ley reside en
una municipalidad; las que son corporaciones autnomas de derechopblico, con personalidad jurdica y patrimonio propio, cuya finalidad
es satisfacer las necesidades de la comunidad local y asegurar suparticipacin en el progreso econmico, social y cultural de las
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carcterprospectivo
VI.Bibliografa
respectivas comunas. Para que todo ello sea posible, la autoridad quedirige la comuna, es el alcalde, quien segn el artculo 50 ser elegidopor sufragio universal y su mandato durar cuatro aos, pudiendo ser
reelegido.
Desde esta perspectiva, la vinculacin entre democracia y comuna,entre participacin electoral y eleccin de autoridad comunal, es en el
caso de la comuna, una vinculacin directa. Con ello, se pone al alcancede los vecinos, de los habitantes de la localidad, comunidad, comuna
al menos en teora la posibilidad de eleccin y control de susrepresentantes ms directos. Puesto que a las autoridades comunales se
les supone una mayor y estrecha relacin con las habitantes de sucomuna. Ello es principalmente vlido para aquellas comunas ms
pequeas, y en cierta medida, tambin lo es a travs de la participacinque vecinos puedan tener a travs de organizaciones funcionales o
territoriales, que suponen por su propia naturaleza, una ciertavinculacin con el municipio y sus autoridades.
Por su parte el municipio, a travs de sus diversos departamentos,oficinas, secretaras, debe cumplir una misin fundamental, cual es la de
satisfacer las necesidades de la comunidad local y asegurar suparticipacin en el progreso econmico, social y cultural de lasrespectivas comunas, contando entre otras, con la Unidad de
Desarrollo Comunitario, la que tiene como funciones especficas: i)asesorar al alcalde y, tambin, al concejo en la promocin del desarrollo
comunitario; ii) prestar asesora tcnica a las organizacionescomunitarias; y iii) proponer, y ejecutar cuando corresponda, medidastendientes a materializar acciones relacionadas con asistencia social,salud pblica; proteccin del medio ambiente, educacin y cultura,
capacitacin, deporte y recreacin, promocin del empleo y turismo.mbitos de las cuales, en general, los y las jvenes de las comunas, se
encuentran en gran medida insertos y en los que es posible reconocerloscomo gestores de iniciativas y acciones.
Adems pensamos que en el mbito comunal, es posible fortalecer estasdos dimensiones de la vida ciudadana y juvenil: la democracia y la
participacin.
La democracia es, entre otras cosas, un conjunto de prcticas cotidianasde participacin en la gestin y administracin de las condiciones de
vida de las personas... Mientras que a su vez, la participacin seconvierte as en un fortalecimiento de una democracia que adems delos mecanismos formales de representacin poltica y social, incluyenformas de concebir y hacer la poltica vinculadas ms estrechamente
con la comuna, las que su vez se constituyen en espacios privilegiados
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para dar respuesta a los desequilibrios econmicos y sociales. Talesrespuestas y acciones son, a la vez, parte de un reforzamiento de la
civilidad y de la democratizacin, garantizando, o al menos facilitando,un acceso directo y cercano de la poblacin a la solucin de sus
problemas (San Martn, 1990:1-2).
Es desde esta lgica de cercana con los problemas y potencialidades delas comunidades, que las municipalidades a travs de sus diversos
departamentos y oficinas, buscan dar orientacin a un doblemovimiento: i) focalizar las polticas sociales pblicas: es decir, que a
las polticas sociales dirigidas hacia las y los sujetos pobres emanadasprincipalmente desde el Estado a travs de sus diversos ministerios,
las municipalidades le ponen rostros concretos de personas que viven encondiciones de pobreza y hacia quienes van dirigidas una serie debeneficios estatales, cuyos destinatarios deben ser exclusivamente
aquellos que poseen esa condicin de pobres, en una clara identificacinde la dimensin econmica de la pobreza, relegando otros indicadoresmenos cuantificables al olvido (ndice de Desarrollo Humano, pnud); y
ii) desarrollar y fortalecer las capacidades de las personas, para undesarrollo autnomo: sobre todo en funcin de aliviar la carga social y
econmica que conlleva para las autoridades, la pobreza de sushabitantes, toda vez que se supone que sujetos autnomos, capacitados
y emprendedores, podrn resolver por s mismos sus carenciasmateriales, las que se perciben como l indicador de pobreza.
2. Las Oficinas Municipales de Juventud
La institucionalidad en juventud en nuestro pas es una situacinrelativamente nueva. Ya como lo plantebamos ms arriba, en trminosms estrictos, no es hasta la llegada al gobierno de Patricio Aylwin que
se crea el Instituto Nacional de la Juventud, que se convierte en elprimer intento de dotar al pas de una institucionalidad en juventud, quepueda generar a su vez una propuesta de poltica en juventud posible de
ser implementada desde el Estado.
Durante ms de cinco aos el inj, realiz variadas intervencionespblicas en juventud, gener programas de trabajo los que implementa travs de sus oficinas regionales, de casas de la juventud, de centros
de informacin. Tambin gener instrumentos como la tarjeta joven, losalbergues juveniles, que buscaban promover el consumo juvenil endiversos mbitos. Adems desarroll una importante produccin deestudios relativos a juventud. Sin embargo, luego de la crisis del inj,
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vivida a fines del 97, el injuv se autoasigna una nueva identidad y seprovee de otros roles, los que ya estaban enunciados en su declaracinde fundacin. El principal quizs sea el de reconocerse como un
organismo tcnico, que busca promover y coordinar la poltica desde elEstado dirigida a jvenes, renunciando a sus capacidades operativas yde implementacin y financiamiento de programas y proyectos haciajvenes; adems de producir insumos (conocimiento y estudios), que
sustenten las polticas de otras reparticiones que intervienen conjvenes; por ejemplo: Ministerio de Justicia (mineduc), Ministerio de
Justicia, entre varios otros. Se reserva tambin, un pequeo rol deinformacin a juventud, en una modalidad de Sistema de Informacin
Juvenil y sus Centros de Informacin Juvenil, que debieran instalarse enalgunas regiones.
De acuerdo a esta nueva realidad, en materia de institucionalidadjuvenil, surge con fuerza la necesidad de un intervencin sistemtica ypermanente en el tiempo, desde el mbito pblico en jvenes. En razn
de ello, es que actualmente se reconoce que esa intervencin enpolticas pblicas de juventud, puede y debe sustentarse desde el mbito
local, es decir, desde la propia institucionalidad comunal: lamunicipalidad.
Algunas de las razones esbozadas para este lectura, proviene entre otrosaspectos de la conviccin que una poltica social de juventud debe:
Hacerse cargo de dos desafos centrales que atraviesan la fase juvenil.Por una parte se trata de ofrecer oportunidades y brindar recursos paraque los jvenes puedan prepararse para enfrentar la vida adulta en elaprendizaje de roles que luego les tocar asumir. Como tambin debe
orientarse hacia la satisfaccin de necesidades de conformacin eintegracin de la personalidad, alcanzando el joven con ello, una clara y
reconocible identidad social. Ambas dimensiones de una poltica dejuventud se encuentran indisolublemente unidas y no puede
subvalorarse ninguna de ellas.
Dicindolo ms claramente, una poltica de juventud no puedeorientarse slo a que los jvenes adquieran las capacidades y
desarrollen las habilidades necesarias para un exitoso desempeo deroles adultos, como tampoco puede restringirse nicamente a la
provisin de espacios para el uso del tiempo libre o a la conformacinarmnica de la personalidad adolescente. Una poltica social juvenil
centrada en el primer polo, en trminos efectivos, hace desaparecer delhorizonte de sus preocupaciones al joven en su momento actual de vida,
concibindolo como un mero proyecto por hacer. Una poltica queacenta exclusivamente en la dimensin del tiempo libre, tiene escasa
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gravitacin en las oportunidades de vida y, particularmente, en laredistribucin de esas oportunidades de una situacin social de mayor
equidad (Corts, 1994:161).
Esto es particularmente sensible, si pensamos en la poltica de juventudque debe emanar de las instancias locales de juventud. Haciendo una
mirada general sobre stas, podemos percibir que hay una amplia ofertade alternativas que se enmarcan en la segunda lnea, es decir, en la
provisin de tiempo libre y alternativas recreativas. Sin embargo, nopodemos descuidar que tambin existe una fuerte presencia de
intervenciones vinculadas a la perspectiva de lo que Corts denominaconformacin armnica de la personalidad. En directa alusin a
aquellos programas que buscan e intervienen desde la ptica de jvenesdaados, aquellos cuyo relacionamiento social se da desde la anomia,vale decir, consumidores de drogas y/o alcohol; y tambin en ciertosprogramas enfocados al comportamiento sexual de los y las jvenes,
que desde la ptica de las intervenciones se percibe problemtico.
Por otra parte, al momento de reflexionar sobre la perspectiva de unaintervencin comunal en polticas de juventud, tampoco podemos pasarpor alto esos otros elementos que normalmente aparecen en el discurso,
tanto de las autoridades comunales (alcalde, concejales, didecos yotros), como a veces, tambin en los interventores directos en juventud
comunal (directores o encargados de Oficinas, monitores) y que sevincula con el primer componente expresado por Corts: la integracin
sistmica futura o la idea de moratoria social (cf. Dvila, 1998b).
Se ha instalado fuertemente en el discurso oficial de estas diversasautoridades, la idea de que toda perspectiva de trabajo con jvenes debe
arrojar resultados en relacin a la integracin, principalmente, bajo lalgica de la incorporacin al trabajo. Es ms, si analizamos la
perspectiva en que en los ltimos aos se ha comenzado a mover eldiscurso, sobre todo a nivel de la enseanza media municipalizada, nosencontramos con la perspectiva de que los y las jvenes egresados de
esta modalidad educativa tienen casi como nico camino laincorporacin al mundo laboral (cf. Lemaitre, 19949. Y ello tiene vital
importancia, pues aunque no se perciba como tal, este discursolaborista, es una expresin consciente o inconsciente, de poltica de
juventud comunal.
Otra perspectiva que tambin podemos percibir, es que la polticacomunal con jvenes en general concibe a los jvenes como un
gasto y no como inversin. Desde la lgica de la autoridades, losjvenes considerados como segmento de la poblacin, no son vistos
como ciudadanos y hacia los que las autoridades tienen
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responsabilidades pblicas tal y como se concibe con otros mbitos dela intervencin comunal, como son las mujeres, adultos mayores,
deportes y otros. Ello es perfectamente identificable al momento derealizar las priorizaciones y presupuestos que se destinan hacia estos
mbitos de poblacin. Los presupuestos de las unidades que trabajan enjvenes a nivel comunal son escasos e inferiores a los de las otras
reparticiones; sus Oficinas y encargados son los menosprofesionalizados; normalmente son los programas ms cuestionados y
sobre los que hay que estar permanentemente dando muestras de buenaconducta, son en general cargos que dependen de la buena voluntad
del alcalde y de l tambin la estabilidad. Hay una alta rotacin depersonal en estas unidades, por tanto el trabajo juvenil, difcilmente
pasa de la etapa de despegue.
En el contexto esbozado, surge entonces la interrogante por el tipo dejoven que los programas y proyectos de las oficinas de juventud
promueven. Lo que visto desde otra perspectiva, es preguntarse por eltipo y condicin de ciudadana juvenil que a partir de las intervenciones
particulares de los municipios se est proponiendo e impulsando. Loque nos obliga a preguntarnos por el tipo de democracia que estamos
construyendo y el tipo de invitacin habilitante o de sometimiento a lacual convocamos a los y las jvenes de la comuna. Lo mismo puedeaplicarse a los contenidos, discursos y apuestas que las autoridades
comunales expresan y ofrecen a los y las jvenes.
3. mbitos estratgicos de intervencin de la omj
Partiendo de la idea central, expresada en otras pginas de este trabajo,por el tipo de democracia y de invitacin habilitante o de
sometimiento que hacemos a los jvenes, es necesario ahoradetenernos en algunos aspectos que en su conjunto forman una
definicin estratgica y de mediano plazo, sobre el rol e intervencin delas Oficinas Municipales de Juventud.
a) Institucionalidad pblica y omj
En general podemos afirmar que el Estado siempre tiene una polticade juventud. Polticas, algunas activas, de promocin, de cooptacin, deestigmatizacin y hasta de negacin, de la ciudadana juvenil; son todas
desde su particular concepcin y repercusin en la vida de sujetosjuveniles, polticas sociales de juventud (cf. Durston, 1999:11-15).
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Algunas de ellas buscan potenciar sujetos sociales autnomos; otrasacentan los aspectos econmicos, como las que promueven a jvenes
emprendedores o capaces de autoempleo; otras tienen un sentidoutilitario como aquellas que buscan potenciar a jvenes solidarios, o
ahora ltimo, algunas iniciativas que promueven el servicio militar concursos, becas y otros beneficios; otras sostienen una actitud desospecha y estigmatizacin, como sucede con las propuestas del
Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (conace), quesupone el consumo de drogas slo en jvenes pobres. Sin embargo,
ellas responden a un diseo y ejecucin que se ubica desde el Estado, esdecir, desde la institucionalidad pblica, tenga sta o no relacin con
juventud.
En este contexto de institucionalidad pblica que disea y, a veces,tambin ejecuta polticas de juventud, es que las omj tienen funcionesy tareas que cumplir. Para que sea posible, las omj deben jugar un papel
importante no slo a nivel de implementacin local y focalizada depolticas generales emanadas de esta institucionalidad pblica, sino quetambin el proyecto de constituirse en interlocutores expertos, y por
tanto vlidos, frente a esta institucionalidad pblica, a nivel comunal enpolticas de juventud, lo que en el contexto de juventud significa al
menos un par de situaciones.
La primera es que, en general, los organismos estatales diseanpolticas, pero su ejecucin la realizan otros organismos, sean pblicoso privados. Por lo que su cercana a la realidad juvenil cotidiana y hasta
particular de regiones o comunas es casi nula, que les resta unaimportante cuota de realismo a sus diseos. La omj puede ser o
convertirse en un buen interlocutor ante esos organismos, los que enalgn momento de su diseo e implementacin requieren de unacontraparte, que no siempre es o debiera ser, otro ente pblico.
La segunda, que lo anterior ser factible, tambin porque la Oficina esun ente autnomo de derecho pblico, segn se estipula en la ley de
municipalidades, ya que pertenece a la estructura de municipio y desdeah, ella implementa su accionar, por lo que cuenta con reconocimiento
legal y respaldo institucional. Esta autonoma implica tambin entreotras cosas, que una omj no est obligada a ejecutar o aceptar directricesde un organismo estatal, sea ste regional o nacional. Siempre es buenomantener relaciones con los organismos pblicos (dimensin polticadel trabajo con jvenes), pero ello no implica aceptar siempre y comovienen, sus propuestas. La Oficina Municipal de Juventud, en atencin
de su rol, puede ir construyendo paulatinamente un discurso y unaprctica, que le valga finalmente el reconocimiento como experto enjuventud local, lo que tambin implica un cambio en los modos de
relacionamiento con los organismos pblicos. No se trata de trancar lapelota porque s, sino ms bien de cautelar y reivindicar la autonoma
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de las omj frente al Estado y sobre todo frente a situaciones de cortecentralista. Ello incluso significa, que las omj pueden a travs del
municipio rechazar aquellos proyectos destinados a juventud, que no lesparezcan oportunos o porque los eventuales ejecutores no cuentan con
las condiciones de seriedad y responsabilidad que el trabajo requiera. Estambin necesario mencionar que existe institucionalidad pblica, que
puede ejecutar y realizar acciones con juventud, paralela o an condesconocimiento de las omj, pues son entes diseadores y a su vez
implementadores de polticas, como por ejemplo el Ministerio de Salud(minsal), sename, entre otros. Por ello, es importante que la autonoma e
independencia de las omj, se articule en funcin de un trabajoplanificado, en la ejecucin de polticas y programas pblicos o de su
propia autora, y de un alto nivel de discusin, cuestionamiento,propuesta y evaluacin de las polticas sociales de juventud, tanto las
propias como las de otros organismos.
Y la tercera, directamente relacionado con el punto anterior, la omj debetambin ser conocida y reconocida por los entes pblicos dejuventud, sobre todo a nivel regional, vale decir, por aquellos
organismos que tienen preocupacin institucional por el tema juvenil(injuv, sename, secreduc, fosis), como por aquellas otras que forman
parte de los llamados ministerios sociales y que son parte en laactualidad del Grupo de Trabajo Interministerial, en cuyo seno, aloja
una coordinacin de polticas de juventud, entre ellos, el ServicioNacional de Capacitacin y Empleo (sence), sernam y tros. Este serconocida y reconocida, implica tambin una posicin activa de partede la omj por darse a conocer, esto supone, que los encargados de las
omj tienen una poltica comunicacional en relacin a dar a conocer susacciones ms all de sus fronteras comunales; tambin implicacomunicarse y relacionarse con estos entes pblicos, a fin de
posicionarse en dichas esferas, como interlocutor, como organismo enjuventud, que hace cosas, que tiene discurso; todo esto con el claro
objetivo estratgico de posicionarse al interior de los diversosorganismos pblicos, como una entidad seria y con la cual es posible
relacionarse en varios niveles (de ejecucin, de discusin, deevaluacin, de polticas).
b) Municipio y omj
El municipio tiene, como lo dice la ley orgnica que lo sustenta, lafinalidad de satisfacer las necesidades de la comunidad local y
asegurar su participacin en el progreso econmico, social y culturalde las respectivas comunas. Este principio es y debe ser extensible a
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todos los miembros de la comunidad local, entre los que tambin y,como es obvio, se encuentran los y las jvenes. En este contexto, la omjtiene el ineludible deber de generar, promover y sustentar polticas dejuventud de mediano y largo plazo. Sobre todo, porque mediante la
propuesta de este tipo de polticas, es posible pensar en que ellaspermitirn sustentar en el tiempo una intervencin hacia los y las
jvenes de la comuna. Especialmente sensible es este punto, ya queexiste una fuerte tendencia a la rotacin de personal en las omj. No es
raro encontrar que en cada encuentro de omj, siempre hay caras nuevas,lo que da una muestra de la volatilidad y espreo de este trabajo con
jvenes al interior de los municipios. Quizs un elemento central en estaargumentacin, lo constituye el convencimiento de crear la necesidad yla urgencia de contar con un Plan Comunal de Desarrollo Juvenil. Planque podra asegurar, hasta cierto punto, la continuidad de acciones, que
en su mayora requieren de sustentabilidad en el tiempo, para poderapreciar la existencia de frutos que vayan ms all de los encuentros
recreativos masivos.
Quienes trabajan en juventud saben como muy bien lo advierteCorts que una poltica de juventud que se sustente, no puede slodotar de espacios para el uso del tiempo libre, de por s necesarios yurgentemente reclamados por los jvenes, sino que al mismo tiempo
debe intervenir en esas otras variables duras, que permiten acercar a losy las jvenes a las fluctuantes posibilidades y oportunidades de acceso a
mejores condiciones de vida presente y, tambin, futura.
Tampoco debemos olvidar que cada municipio es el encargado a nivellocal de recrear y poner en juego las polticas sociales que desde el nivel
central se disean, para lo cual debe adecuar y ejecutar esasorientaciones y directrices en sus respectivos planos de intervencin;
estableciendo para ello planes y programas, financiamientos yejecuciones que deben alcanzar a la poblacin objetivo que ha sido
definida. Existen algunas excepciones que corresponden a organismoscentrales (salud y educacin), quienes intervienen en distintos niveles:nacionales, regionales, provinciales y comunales. Por tanto, cualquierintervencin que se ejecute desde los municipios en funcin de sujetos
juveniles, corresponde a una poltica social dirigida a jvenes y quesalvo raras excepciones, corresponde a consideraciones que si bien en
su expresin especfica puede variar de un punto a otro, responde a unaorientacin global de polticas dirigidas a sujetos particulares. Ello
redunda en general que las polticas sociales que se aplican en losmunicipios, corresponde a una opcin definida centralmente, al menosen sus aspectos tericos y de fundamentacin. Mas no a veces, en lorelativo a su financiamiento, siendo el gobierno central bueno para
traspasar atribuciones a los municipios, pero no su financiamiento. Portanto, las intervenciones que se hacen a nivel de las omj, no es producto
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slo de la buena voluntad de alcaldes o concejales, sino tambinresponden a una situacin de suyo macro.
Otro aspecto de la relacin omj-municipio, es que stas tienen por sunaturaleza un doble movimiento que las tensiona: i) son las encargadas
de proponer y llevar el tema juvenil al interior de la estructuramunicipal; y ii) son quienes llevan las propuestas desde el municipiodel que la omj forma parte a los jvenes de la comuna. En lo que
concierne al primer elemento, algunas consideraciones.
* La Oficina Municipal de Juventud, debe tener presencia en laadministracin municipal, de modo que las diferentes ofertas o
estrategias que el municipio pueda contemplar en materia de jvenes,cuente con la voz y opinin del director de la omj. Esto es contar con elreconocimiento de su labor, de modo que sea consultado y sea una vozautorizada en materia de jvenes en el municipio, en el Consejo y otrasreparticiones. Es el sentido de experto en juventud, que expresramos
anteriormente.
* Debe contribuir a una coordinacin entre las diversas acciones einiciativas que desde el municipio se dirigen a jvenes y que parten de
diversos departamentos, oficinas, reparticiones. Como puede ser las queemanan de la Oficina de Juventud, la Casa o Departamento de Cultura,
y de la Direccin de Educacin, las que en conjunto pueden estarconvocando en algn momento a acciones similares con otros rtulos;por ejemplo: un concurso de cmic, de afiches o murales. De aqu se
desprende que es imprescindible la coordinacin e informacin entre losdistintos niveles de la administracin.
* La de exigir hasta donde sea posible que los departamentoso reparticiones, introduzcan en sus planificaciones una cierta ptica quetenga en cuenta a los jvenes. Recordar cada vez que sea necesario quehay un tipo de sujetos que pertenecen a un grupo etreo especfico, pero
que ello no significa que sean menos ciudadanos que el resto, tienenigual valor y que hay temas en los que la edad no es importante.
c) Jvenes y omj
Es de primer orden, en el contexto de los jvenes y la omj, tenerclaridad sobre las diversas posibilidades que existen de enfrentar el
trabajo juvenil. Balardini (1999a:27-8), nos seala una tipologacompuesta al menos de cuatro modelos de polticas de juventud.
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Polticas para la juventud: que se resume en paternalismo,proteccionismo, perspectiva de los y las jvenes como sujetos faltos de
experiencia y quienes no saben lo que hacen. Hay una confianzailimitada en los procesos educativos guiados por los adultos.
Polticas por la juventud: o sea, por medio de los jvenes. Se caracterizapor un llamado a la movilizacin, adoctrinamiento, dinamizacin delpotencial juvenil. Son llamados desde arriba y los jvenes se suman a
acciones organizadas y planeadas por otros.
Polticas con la juventud: su principio es la solidaridad, y esesencialmente participativa, aun en aquellos aspectos referidos a la tomade decisiones. La crtica y las responsabilidades son de todos quienes se
involucran.
Polticas desde la juventud: aquellas acciones y actividades planeadas eimaginadas desde los jvenes, en condiciones de autogestin y
autoorganizacin. Aunque no por ello se nieguen a recibirfinanciamientos desde los aparatos pblicos. Por ejemplo: los diversos
fondos concursables en que participan organizaciones locales dejvenes.
Cada una de ellas corresponde a un tipo particular de relacionamiento ycomprensin del sujeto juvenil. Adems, agrega el autor, ellas no
siempre se dan en estado puro, sino que a veces se mezclan y tambinse superponen unas a otras en un mismo espacio y tiempo.
En atencin a ello, y pensando en lineamientos de mediano y largoalcance en polticas e insercin en juventud, la omj no debe pasar por
alto un elemento que con el tiempo se convierte en un elemento derelevancia. La Oficina Municipal de Juventud con su accionar, sus
objetivos, sus modos de relacionamiento y de trabajo con los sujetosjvenes, sus estilos de hacer las cosas, de las responsabilidades
institucionales y personales que en ella se activan, representa en muchoscasos la primera aproximacin de los y las jvenes a la institucionalidad
municipal y en menor grado, una identificacin con lo estatal. Por loque las acciones de la Oficina y sus miembros, representan en estos
casos, un lugar de prctica y tambin de observacin por parte de losusuarios/socios, del modo de ser y hacer de lo pblico. Es por ello
una responsabilidad mayscula, la impresin y la opinin que los y lasjvenes se formen, no slo de la Casa u Oficina, sino que por extensin,
del funcionamiento de la municipalidad y de las autoridades de lacomuna.
Si los y las jvenes usuarios/socios se convencen, a travs de la imagenque les entregan monitores, animadores, encargados, que el trabajojuvenil es poco transparente, poco serio, su opinin y juicio, se har
extensible al conjunto del sistema. No debemos perder nunca de vista
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que las acciones de quienes laboran en estas Oficinas, es un prisma atravs del cual se juzga tambin el comportamiento y accionar
institucional. De ah la importancia y relevancia que tiene en estecontexto de definiciones estratgicas, la necesidad de que cualquiera sea
el trabajo con jvenes que se emprenda, ste debe ser serio en susresponsabilidades, aunque jubiloso y recreativo en sus expresiones. Nose puede pretender ser ms joven que los propios jvenes. Pues ello le
resta credibilidad al trabajo municipal en juventud y hace comprender alos y las jvenes que el trabajo que se impulsa no los toma de verdad
como interlocutores y sujetos de atencin, con problemticas ynecesidades ms all de las puramente ldicas y recreativas.
Normalmente los y las jvenes, pasado el perodo de conocimiento yprueba del trabajo de la omj, comienzan a exigir o esperar respuestas asus problemticas ms profundas, que el puro uso creativo del tiempo
libre. No son pocos los encargados de juventud, que con casi unadcada de trabajo institucional en el cuerpo, an no comprenden este
punto, y no logran percibir algunas de las falencias de su intervencin.As pues los modos concretos de ser y hacer el trabajo, no van
separados de las formalidades y responsabilidades que el mbito laboralimplica, incluso tratndose de trabajo con jvenes. Pues no debemos
perder de vista que el trabajo que emprenden las Oficinas, constituyeninstrumentos idneos para facilitar el aprendizaje social y la
autoorganizacin de los y las jvenes. Es evidente que un joven que hahecho un aprendizaje en este sentido en cualquiera de estos modosconcretos despus ser capaz de hacerlo tambin en otros mbitos,
como el poltico, comunitario, laboral.
Por tanto, las repercusiones de las actuaciones de encargados yfuncionarios de unidades de juventud, se extienden ms all de sus
relaciones directas con los y las jvenes.
Otro punto a abordar en este enfoque sobre las omj, lo constituye lanecesidad de asumir integralmente una poltica de juventud. Ello
implica hacer esfuerzos por superar las parcialidades que con frecuenciase perciben a los sujetos de atencin desde los organismos pblicos,sobre todo en el mbito juvenil. As, es importante que la poltica de
juventud que siga la omj, tenga como horizonte posible a sujetosintegrales y que desde ese accionar se atiendan necesidades y
dimensiones de sus vidas, personales y colectivas.
Integralidad que en este contexto implica, atender a las variadasinterrogantes y necesidades que los y las jvenes expresan: necesidadesmateriales, simblicas, culturales, de pertenencia, de proyectos de vida
azarosos, de trabajo, de afecto, de relacionamientos. A estas y otrasnecesidades, la omj no puede responder con una separacin en mltiples
programas y proyectos, sino con instancias que a partir dejustificaciones de carcter parcial como necesidades culturales se
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pueda dar inicio a una relacin de acompaamiento que posea variasexpresiones, segn sean los requerimientos. O en otro mbito, que
aquellos jvenes que se acercan a las Oficinas Municipales deInformacin Laboral (omil), de ellas, se les enve a las omj, para
incorporarlos quizs a otros proyectos vinculados al tema del empleo,como pueden ser cursos de capacitacin o bolsas de trabajo.
Atencin centrada en los elementos positivos de los jvenes de lacomuna, asumiendo la diversidad de situaciones y realidades que ellos
enfrentan y sobre todo siendo conscientes del tipo de discurso que sobrelos y las jvenes difunde el personal de la omj. Es preciso que desde laomj se sostenga un discurso coherente entre s, y sobre todo, evitando
utilizar recursos discursivos descalificatorios de las conductas ynecesidades juveniles. Resulta frecuente encontrarnos con muy buenas
intenciones y hasta trabajos interesante, que se sostienen sobre discursosantagnicos y de subvaloracin de las energas y potencialidadesjuveniles. Ejemplos sobre esto hay de varios tipos: sobre drogas o
sexualidad. Ello no significa que debiramos eliminar estapreocupacin, sino que preguntarnos cmo y cul es el mbito
discursivo sobre el que actuamos. Jvenes drogadictos, es decir,problemas, sujetos anmicos o como parte de una expresin culturaljuvenil, entre otras varias, y que por cuestiones particulares se vuelve
problemtica? Bajo este prisma se encuentra la dicotoma de entender aljoven como problema o como solucin (cf. Gmez, 1999).
Los derechos juveniles es un rea de intervencin que normalmente nose aborda desde las omj. Sera interesante y necesario que las Oficinas
asuman esta dimensin de la vida juvenil, frecuentemente olvidada.sta es