david viñas literatura argentina y realidad política

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    Literatura argentinay

    realidad poltica

    David Vias

    JORGE ALVAREZ EDITOR

    Este material se utiliza con finesexclusivamente didcticos

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    NDICE

    I. CONSTANTES CON VARIACIONES

    La mirada a Europa: Del viaje colonial al viaje esttico............................................................. 3Rosas, romanticismo y literatura nacional, 3; El viaje colonial, 10;. El viaje

    utilitario, 17; El viaje balzaciano, 30; El viaje consumidor, 40; El viajeceremonial, 46; El viaje esttico, 52; Torre de marfil y descendencia esttica,59; Decepcin, regreso y transtelurismo, 63; El viaje de la izquierda, 69.

    Nios y criados favoritos: de Amalia a Beatriz Guido a travs de

    La Gran Aldea.......................................................................................................................... 81Infancia, rincones y mirada, 81; 1880: intelligentzia roquista, patriarcalismomitrista, 85; El circuito de un lugar comn, 86; Relaciones patriarcales ypanten, 89; Esclavatura y piedad: salario, tiempo y silencio, 92; Naturalismo,herencia y purificacin, 96; Crisis y concesiones, 98; Desplazamiento yreivindicacin, 100; Lugones, diagnstico y programa, 106; Extincin y mito,110; Interiorizacin y silencio, 114; Dos mujeres: acatamiento y sobrevivencia,

    116; La inversin interna: de la sacralidad a la defensa, 118.

    II. EL LIBERALISMO: NEGATIVIDAD Y PROGRAMA

    Mrmol: Los dos ojos del romanticismo ..................................................................................... 125Planteos, realidad o idealismo, 125; La casa de Rosas y el dormitorio deAmalia, 129; Intencionalidad y fracaso, 133; Monlogos y flujo de conciencia,135; De lo estructural a la tesis: liberalismo y maniquesmo, 136.

    Mitre y el burgus fanfarrn ........................................................................................................ 141Jefes, ancianos y mitologa, 141; Juventud, sangre, economicismo y programa,144; 1880: Revolucin industrial y mano de obra. Amrica Latina y las

    oligarquas liberales, 151; Hombres blancos, puertos y ferrocarriles, 153;Relevo de jefes y continuidad terica, 156; Mitristas y roquistas: rechazos ydefensas, 158; Del enfrentamiento al acuerdo, 161.

    III. EL APOGEO DE LA OLIGARQUAMansilla: Clase social, pblico y clientela .................................................................................. 167

    Claves, dedicatorias y prlogos, 167; Retrica, recursos y lite, 173; Parntesis,intelectuales y perennidad de la lite, 175; Homogeneidad oficial ycontradicciones reales, 181; Distancia, medios tonos y petite histoire, 182; Uncauseur: estilo, recinto y auditorio. a) Hedonismo. b) Folletn. c) Loconversacional. d) Ritmo y bocetos, 185; El club como recinto, 192; Causeur yauditorio, 195; Otros aspectos de la causerie: diplomacia, confidencias yaburrimiento, 198; Cientificismo, coquetera y gula, 199; Escenarios, ropa yespejos, 201, Causerie, teatralidad y farsa, 203; Una ratificacin lateral, 204;Lugares de encuentro y autocomplacencia, 206; Motivaciones: Rosas como.constante y variable, 207; Apelaciones, excursin y platonismo, 213.

    Can: Miedo y estilo .................................................................................................................... 217.Los interiores del ocio diplomtico: metrpoli e idealizacin, 217; La visinexterior: ocio e ideologa, 223; De afuera hacia adentro: la invasin, 228.

    Martel y los culpables del 90 ....................................................................................................... 231La Sodoma del Plata, 231; Ormuz y Ariman, 240: Los demonios de la ciudad, 248.

    IV. LA CRISIS DE LA CIUDAD LIBERAL

    De los gentlemen escritores a la profesionalizacin de la literatura ..................................... 259

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    Sobrevivencia y final de la genteel tradition, 260; Hombres nuevos ynecrologa, 261, Sobrevivencia y liberalismo, 264; Acadmicos y revisionismoliberal, 267; Modernismo derecha literaria, 270; Escritores, seores y diarios,276; La dimensin latinoamericana, 278; Roldn y Laferrre. El nuevoperiodismo, 280; Fraude y rastacuera, 282; Cientificismo castrense ycristianismo social, 283; Sportmen y guardias blancas, 285; Precocidad,ministros y benjamines, 287; Lugones: hidalgo rimbaldiano, 289; Rojas,

    rebelda y respetabilidad, 291; Glvez: antinormalismo y espiritualismo, 293;Chiappori: burocracia, marginalidad y bohemia, 297; Emilio Becher y losorgenes de la soledad del escritor argentino, 300; Payr: periodismo yabdicacin, 301; Izquierda, insularidad y equvocos, 302; Bohemia ycompaeras, 307.

    Florencio Snchez y la revolucin de los intelectuales ................................................................ 309Oligarqua y nacionalismo cultural, 309; Aspiraciones y ambigedad, 313;Actor, personaje y autor, 315; Espontaneidad y mirada, 317; Testimonio ymitologa, 319; Literatura y vida cotidiana, 321; Una teora teatral, 325;Moreirismo y cultura, 328; Julio y Olegario: civilizacin y barbarie, 330, DeAparicio Saravia al liberalismo, 332; Dependencia e ideologa, 333.

    Gerchunoff: Gauchos judos y xenofobia .................................................................................... 336Centenario, euforia y literatura, 336; Formas y procedimientos:contraposiciones y pacificacin, 342; Integracin y espiritualismo, 352;Oficialismo cultural y realidad poltica, 358.

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    LA MIRADA A EUROPA: DEL VIAJE COLONIAL AL VIAJE ESTTICO

    Como en la poca de 1789 me hallaba en Espaa y la revolucin de la Francia hiciesetambin la variacin de ideas y particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, seapoderaron de m las ideas de libertad, igualdad, propiedad . . .

    MANUEL BELGRANO,Autobiografa.

    En las impresiones de viaje en Italia que sucesivamente dar a luz por el folletn de ElMercurio, se notar que sobresale, como asunto, dominante, la jurisprudencia. Tal ha sido, en efecto,el asunto que con especialidad me propuse examinar al visitar aquel pas.

    J. B. ALBERDI, Veinte das en Gnova, 1845.

    Lo que no impide que Pablo se creyera transportado a un cuento de hadas.EUGENIO CAMBACERES,Msica sentimental, 1884.

    Conoca que estaba en el centro del mundo.EDUARDO MALLEA,Nocturno europeo, 1935.

    La lite intelectual pretende superar este subdesarrollo del pas que se cuela en la intimidad,

    superando la imagen que la cultura desarrollada nos devuelve de nosotros mismos, por medio de unacceso al universo universitario o artstico o ingresando al orbe de las ciencias, como si slo con ellodesapareciera esa maldicin que sufrimos de ser un resultado del subdesarrollo en el plano personal.Pero, querrmoslo o no, estamos amasados por el subdesarrollo, la dependencia y las modalidadesimpuestas por l.

    LEN ROZITCHNER, Persona, cultura y subdesarrollo, 1961.

    Rosas, romanticismo y literatura nacional

    La literatura argentina es la historia de la voluntad nacional; es decir, es el proceso que puederastrearse a lo largo de un circuito pero que slo se verifica en los momentos culminantes caracterizados porla densificacin de un dato fundamental. Pero cmo se reconocen esas emergencias? Por varios datos

    indudables: por el pasaje de la cultura entendida como eternidad a la conviccin de que es historia, por eltrnsito de los escritores que interpretan a la literatura como tautologa y la realizan como conducta mgica alos que se sienten sujetos a la historia, por la diferencia entre los que se prefieren erigiendo su opacidadcomo una garanta y los que eligen, por las coyunturas en que se acenta lo dado al inscribirse en unanomenclatura a las que se lanzan a acrecentar lo puesto arriesgando las palabras. En forma similar, losmayores logros se definen por el desplazamiento del miedo hacia la responsabilidad cuando los escritoresdejan de ser literatos para convertirse en autores. A partir de ah puede agregarse que la literatura argentinacomenta a travs de sus voceros la historia de los sucesivos intentos de una comunidad por convertirse ennacin, entiendo ese peculiarnacionalismo como realismo en tanto significacin totalizadora, como elecciny continuidad en un lan inicial y como estilo en tanto autonoma y autenticidad de los diversos grupossociales de acuerdo a las coyunturas a las que se ven abocados.

    Dentro de esta perspectiva la literatura argentina empieza con Rosas. De ah que las respuestas, que

    se nuclean en torno a lo puramente testimonial (frente a las invasiones inglesas en 1810), alrededor de unatradicin libresca .impregnada de elementos retricos (como en la poesa de la guerra contra Espaa y en elperiodo rivadaviano), al llegar a 1837, 38, 45 caracterizadas ya por una ntida voluntad de estilo, marquen unsalto cualitativo e impliquen una revolucin cultural. Bien visto, toda revolucin es un salto cualitativo. Loque separa la poesa de Rivarola, Lpez y Planes o Juan Cruz Varela de la de Echeverra reside en eso; es elespacio que se abre entre las memorias de Martin Rodrguez o Saavedra y las de Paz. Anlogamente puededecirse que Gorriti y Sarmiento se ocuparon de lo mismo: tanto las Reflexiones sobre las causas morales delas convulsiones interiores en los nuevos estados americanos y examen de los medios eficaces para

    reprimirlos como Facundo presuponen una descripcin analtica y un programa, pero mientras el segundo seinscribe en la literatura al lograr el nivel de especificidad de lo literario, el primero no traspone ese umbral ysu autor se queda en la melanclica categora de precursor. El Den Funes y Vicente Fidel Lpez en doscoyunturas diversas enfrentan la misma temtica con la diferencia que va de lo que se resigna a crnica en lazona de lo preliterario a lo que se articula en la trascendencia de lo histrico. El salto, de hecho, en todosestos casos, es brusco, pero los ingredientes que lo condicionan armando el entramado cultural subyacente sehan ido desplegando con un ritmo lento y contradictorio.

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    Son varias las coordenadas que se entrecruzan y superponen en el perodo rosista y que inciden en laaparicin de una literatura con perfiles propios. Son conocidos: en primer lugar la presencia, unidad ydesarrollo de una constelacin de figuras de cronologa, nivel social y aprendizaje homogneos; con unaimplicancia decisiva: se trata de la primera generacin argentina que se forma luego del proceso de 1810. Ensegundo lugar, su insercin en las tensiones que provoca el momento rosista que los crispa, motiva ymoviliza alejndolos del pas y otorgndoles distancia para verlo en perspectiva y desearlo, interpretarlo,magnificndolo y descubrindolo como condicin sine qua non hasta poetizarlo en una permanente

    oscilacin entre carencia y regreso. El destierro los prestigia como excentricidad y los enfervoriza comoaventura e infinitud pero desgarrndolos como separacin; el pas se les aparece virgen y contaminado a lavez; es que la Argentina para los romnticos de 1837 se identifica con La Cautiva. Son los trminosespaciales y significativos con los que operan: el desierto rstico, amenazador y desnudo que acecha,provoca la evasin como cabalgata y lirismo y llama para poseerlo, parcelarlo y transformarlo; es vaco queprovoca vrtigo a la vez que urgencia por llenarlo condicionando una debilidad regresiva entremezclada conavideces e imperativos de accin. El otro trmino es el matadero con sus dos connotaciones clave, lopintoresco y lo pringoso; es decir, el matadero es la estancia impura. Como tercer elemento se juega laabundancia de tiempo para escribir en el exilio y la necesidad de hacerlo a los efectos de sobrevivir a la vezque paralelamente se crean y difunden numerosos canales periodsticos, voceros de intereses mercantiles enalgunos casos como El Comercio del Plata. En cuarta instancia estrechamente correlacionada con laanterior el sistema voraz y cotidiano del folletn que exige una continuidad obligando a cierta adecuacin encortes, sntesis, suspenso y extensin, pero que compensa con la apoyatura inmediata y concreta de ladifusin. En quinto lugar, la conviccin de contar con un pblico reducido pero fervoroso y en crecimiento,esparcido en los distintos centros de la emigracin en Chile, Montevideo, Ro de Janeiro, Lima y La Paz.Ms aun, la posibilidad de un pblico europeo y el esfuerzo por lograrlo de acuerdo a la pauta sealada porFenimore Cooper que se convierte en precedente, paradigma y estmulo. En este aspecto sobre todo enpoesa se presiente y verifica la presencia de un pblico femenino, muy al da, liberalizado y hasta rebelde,al que se apela mediante ttulos ms o menos ambiguos como La Moda. Sexto concomitante causal es elimpacto de la figura de Rosas, fenmeno totalitario, mucho ms intenso, prximo y prolongado que el de lasinvasiones inglesas o el del proceso de 1810, que rechaza y fascina a los hombres de la generacin de 1837,enfrentndolos al dilema de la marginalidad o la integracin, la huida o la penetracin en y por la realidad, laabdicacin, la crtica o la abstraccin, al proponerles una figura cargada de referencias romnticas por su

    origen popular, desmesura, connotaciones irracionalistas y hasta por sus violentos contrastes. Rosas es untitn pero filisteo, a la vez enemigo que enardece, pero gran propietario al que se desdea. En sptimo lugar,el impacto, difusin y predominio del romanticismo de escuela con su nfasis sobre el color local y susexplcitas postulaciones a favor de una literatura nacional. La referencia europea est ;all, dramtica yanloga: en 1830, en el 48, en los pases sometidos como Polonia, Hungra, Italia y Grecia, el romanticismoes sinnimo de nacionalismo y las figuras que lo encarnan un Mazzini o un Byron son homologados atravs de la literatura con hroes de la liberacin frente a los centros de autoritarismo poltico como elimperio Hausburgo o el otomano. A partir de ah nada tienen de extrao los paralelismos que seconfeccionan entre carretas y camellos, caudillos y bajes; y en esta perspectiva Rosas adquiere ademanes desultn (v. Ricardo Orta Nadal, Presencia de Oriente en el Facundo , en An. Inst. Inv. Hist., Rosario, 1961).El exotismo aqu no se exalta sino que se identifica con la regresin. El aspecto siguiente, octavo, estriba enla proclamada necesidad de lograr una independencia cultural asimilada al corolario y complementacin del

    proceso inaugurado a nivel poltico en 1810. Por cierto, a partir de aqu surge otra contradiccin en la que sebalancean y no resuelven los hombres del 37, pero que carga de tensiones internas a sus obras: suamericanismo literario y su antiamericanismo poltico, su fervor ante el desierto o su enternecimiento ylucidez frente al payador en conflicto con su denuncia y rechazo de Rosas y de las connotaciones que leadjudican. En el dilema progresismo-tradicionalismo optarn por el primer trmino; las contradicciones slose les aparecern con los resultados de esa eleccin. Es decir, las resultantes de su progresismo a los quesobrevivan para verlas los tornar reaccionarios. Un noveno aspecto: el paulatino pasaje desde lo tpicoprimero y luego lo regional hasta alcanzarlo patritico y finalmente lo nacional;. es el circuito que va desdela Oda al Paran, se recorta en nuevos valores ticos e idiomticos despus de 1810 como en los caballosgiles y sudados o en las cargas incoativas de Juan Ramn Rojas y se sublima y sistematiza en Fisonoma delsaber espaol: cual deba ser entre nosotros de 1837 (v. Tulio Halperin Donghi, Tradicin poltica espaolae ideologa revolucionaria de mayo). Este componente se interrelaciona con las manifestaciones de

    hispanofobia, la acentuacin de escenografas propias y el manejo del idioma con libertad, comodidad,desenfado y hasta arbitrariedad: en una proporcin cuantitativamente significante recin con los hombres del37 las palabras coaguladas en la inmovilidad de la colonia empiezan a vibrar, crujen, giran sobre s mismas

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    impregnndose de un humus renovado y adquiriendo otra trasparencia, peso y densidad, o se resquebrajan yparecen licuarse desplazndose giles, con nuevas aristas, en inslitas alianzas o a travs de prolongadas ymaduras cariocinesis. Dice Gutirrez: Nula, pues, la ciencia y la literatura espaolas, debemos nosotrosdivorciarnos completamente con ellas, y emanciparnos a este respecto de las tradiciones peninsulares, comosupimos hacerlo en poltica, cuando nos proclamamos libres. Alberdi es ms categrico: Otro carcter delespaol neto est en el uso de las voces no usadas y anticuadas: porque ya se sabe, el espaolismo es loanticuado, lo desusado, lo exhumado, lo que est muerto para todo el mundo. As, no se ha de decirEsto metoca, sino esto me tae; me gusta, sino me peta; una vez que otra sino de vez encuando; fijar la atencin,sinoparar mientes. Y Sarmiento subraya y cierra ... escribid con amor, con corazn, lo que os alcance, loque se os antoje. Que eso ser bueno en el fondo, aunque la forma sea incorrecta; ser apasionado, aunque aveces sea inexacto; agradar al lector, aunque rabie Garcilaso; no se parecer a lo de nadie; pero, bueno omalo, ser vuestro, nadie os lo disputar; entonces habr prosa, habr poesa, habr defectos, habr belleza.Son los planteos fundamentales del romanticismo: impugnacin y programa que se corresponden con laetapa ms genuina y potente del liberalismo cargada de negatividad; el momento en que se meten sinconsulta ni titubeo rodeo, manguera, toldo, bagual, baqueano o se inventan despotizar, federalizado,vandalaje, montonerizado; o se echa mano hacia atrs y se recrean ganapanes,patn, vocingleras (v. EmilioCarilla,Lengua y estilo en el Facundo). Todas estas coordenadas se yuxtaponen hasta alcanzar la fuerza yel espesor de un ncleo causal. El dcimo concomitante tambin: se trata del progresivo abandono de laspautas escolsticas identificadas como apego a lo tradicional y genrico dentro del aprendizaje realizado enel neoclasicismo rioplatense que no posee la densidad cultural de otras regiones coloniales. La retricapresupone en este orden de cosas reiteracin de frmulas, circularidad, debilitamiento, enfermedad dira,fijada en un lenguaje hiertico que se mecaniza y apoya en amaneramiento a travs de una relacin dedependencia. De eso haba que prescindir. El proyecto consista en una separacin, diferenciacin y asuncinde lo propio con los desgarramientos, vacilaciones, fracasos y deslumbramientos que eso presupone. Es loque se comprueba en el ltimo Juan Cruz Varela que empieza a nacionalizarse al final de su vida como enlos comienzos de Echeverra penetrados de un neoclacisismo que le urge mutilar.

    El viaje colonial

    Intimamente vinculado con este proceso que implica una doble decisin impugnadora y

    programtica, va recortndose la imagen de Europa que se forjan los intelectuales de ese momento a travsde su experiencia de viajeros: quienes mejor tipifican la etapa Rosas del viaje europeo son Alberdi ySarmiento. Es previsible: en forma paralela a los componentes neoclsicos que sobreviven en la coyunturainicial del romanticismo potico, se advierten ciertas pautas racionalistas que han surcado los fines del sigloXVIII incidiendo sobre 1810 hasta impregnar y desbordar. el periodo rivadaviano. El signo ms evidente estdado por las preocupaciones utilitarias con reminiscencias iluministas y premoniciones cientificistas: Paraun americano escribe en 1845 Juan Mara Gutirrez, y particularmente para aquel que ama y busca laciencia, no hay mayor felicidad que la de poder verificar un viajecito a la fuente de toda luz y de toda verdaden este siglo-Europa. Se aludi a los componentes que se fueron desplegando con un ritmo lento ycontradictorio hasta culminar en el romanticismo: el sentido utilitario es uno de ellos y a travs de Alberdi ySarmiento nos reenva al viaje colonial verificable ntidamente en Belgrano que les sirve de precedente eintroduccin.

    Qu se infiere de suAutobiografa? Belgrano viaja a Europa y se sita ante lo europeo y en especial frente alo espaol en una relacin de sbdito a corte: desde el uso, seleccin y movimiento de las palabras que adquieren unaire de salvoconducto, hasta la cautelosa entonacin con que las ordena manifiestan que las emplea con propiedad. Allreside la clave de su viaje europeo; es el hijo de un propietario colonial que asiste al espectculo cortesano: Laocupacin de mi padre fue la de comerciante, y como le toc el tiempo del monopolio, adquiri riquezas para vivircmodamente y dar a sus hijos la educacin mejor de aquella poca. Varias cosas: la continuidad familiar y losorgenes del viaje se dan de privilegio a privilegio. Ir a Europa es un privilegio originado en otro privilegio. Y si sus

    posteriores proyecciones polticas suponen un enfrentamiento con sus causas remotas, en ningn momento cuestionansus resultados locales ni el estatus propio; a lo sumo, en los casos ms agudos, enturbia la dialctica de las generaciones.En lo esencial, Belgrano y los hijos de la colonia en su momento de mayor decisin son burgueses defraudados oirritados por la ineficaz administracin de los bienes burgueses que detentan otros hombres de su clase. Un segundoaspecto: Belgrano a fines del siglo XVIII se muestra como sujeto pasivo del viaje: mi padre me mand, seapoderaron de m las ideas, me colocaron en la secretaria del Consulado, se apoder de m el deseo. Destino es

    sinnimo depuesto y de carrera, y como resultado del viaje colonial abarca lo resuelto de arriba hacia abajo a la vezque subraya la correlacin corte-sbdito y la pasividad de Belgrano en esa coyuntura. Europa-corte es un concepto quese sita en lo alto, omnipotente y ubicuo y que se limita rgidamente a sancionar o premiar; la conducta del viajero debelimitarse a que los Seores miren con buenos ojos la causa y a evitar ser muy mal mirado por los que piensan bien.

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    Por eso Belgrano se siente autorizado a realizar el viaje, se inicia en Europa y adopta un descolorido tono deaprendizaje prefiriendo ser espectador e invitado mientras la relacin con los hombres de letras reproduce elmovimiento de arriba hacia abajo de la entidad corte-sbdito en la proximidad cotidiana de maestro-discpulo. Bastaconfrontar sus mesuradas aspiraciones de adquirir renombre con la avidez balzaciana con que Sarmiento cincuentaaos despus se lanza sobre Pars a la bsqueda de gloria en una cabalgata categrica, glotona y despiadada. ABelgrano lo han dejado trasponer el umbral en un reconocimiento a medias, l acepta lo que le autorizan aunquesolapadamente trate de acumular algo ms. El ahorro es su preocupacin fundamental: a qu gastar el tiempo ensutilezas de los Romanos que nada hacen al caso, y perder el precioso tiempo que se deba emplear en estudios mstiles. Lo ms valioso que tiene ese movimiento acumulativo es su implcita proyeccin sobre el futuro: allusufructuar de todo eso, en esa comarca del tiempo lograr su totalidad, y habr alcanzado el momento de latrascendencia. Est claro, el utilitarismo es lo que tornar a Belgrano en un revolucionario cuando para poderusufructuar su ahorro apele al liberalismo identificado como un mutuo consentimiento sin intermediarios, rbitros niCorte. Pero l todava se justifica: Confieso que mi aplicacin no la contraje tanto a la carrera que haba ido aemprender, como al estudio de los idiomas vivos, de la economa poltica y al derecho pblico. Hasta su legitimoutilitarismo le parece una infraccin y como ha llegado, ha logrado algo, se muestra agradecido, agradece y se vareconocindose un hombre de segunda categora frente a esa superposicin que se aglutina en la corte: lejana, prestigio,centralismo y superioridad, aunque empiece a sospechar e insine que no tiene por qu identificarse con las cosaseternas. Su utilitarismo liberal se impregna de historicismo; la relativizacin es el paso siguiente; despus viene laconfrontacin, la crtica y al final est la rebelin. Por eso el reconocimiento de su situacin de inferioridad no lohumilla; como sabe resignarse a ser un precursor cultiva la virtud clave de esa eleccin, la paciencia. Y toda su

    conducta se colorea con el tempo inherente a esa virtud a lo Franklin: su manso empecinamiento, cierta pausa y esaprolijidad que se empasta con las mdicas ideas que maneja como si les rindiera homenaje en repetidos, atildadosademanes de ceremonial. Su ritmo es el que le impone la burocracia que se visualiza como un largo y pesado mostrador:giros, libranzas, solicitudes, agentes intermediarios, trmites, diligencias son las figuras que protagonizan y entorpecenese itinerario. Hay slo dos componentes de aceleracin: la providencia y el dinero; el primero es un eufemismo dondese depositan la resignacin y un fidesmo bastante deteriorado, el segundo es brjula, llave y exorcismo: Mi queridoPadre, la plata puede mucho bien dirigida teniendo algn conocimiento en las cosas de la corte y sabiendo los conductosse llega a conseguir lo que se quiere con ella, aqu ms vale aparentar riquezas que pobreza, pues a todos abre los ojos elmetal le escribe desde Madrid en 1790. Y a su madre el mismo ao: Quisiera viese Vm. la pereza de estos Agentes, siuno no atiende por s, nada se consigue, no piensan sino en chupar, lo dems se llena de polvo en las Mesas de lasOficinas, de los Agentes fiscales, si el interesado no anda con pasos largos, bolsa abierta y silencio. Escomplementario: ese ritmo de contratiempo se engrana con una imagen del espacio en el que el desvanecimiento de laverdad es directamente proporcional a la distancia (luengas tierras, luengas mentiras). De ah que a partir de ese clima

    coagulado y extenso no se encuentren altibajos en el viaje ni en su estilo: revolucin se homologa con variacin ylas quejas y disgustos de los americanos con un rumor sordo; el mayor elogio es ilustrado, los grandes proyectosiniciativas y adelantamientos y las tremendas contradicciones que vislumbra en el rgimen colonial disposicionesliberales e iliberales a un tiempo. Se seal que no hay mayores peripecias en ese universo donde el patetismo loaporta un pleito o la noticia Nuestra soberana est embarazada, es. lo nico que ocurre. Es decir, no hayculminaciones en ese estilo de piel de nio; pero mirando ms de cerca el secreto de esa textura se aclara: prcticamenteBelgrano no usa agudas ni esdrjulas; el predominio de las graves es lo que otorga esa especial andadura, esa gravedad.Desde la corte se le propona que fuera grave, l internalizaba esa pauta y era visto como tal por sus contemporneos.Y en qu consiste esa entonacin? Como su nombre lo indica: en esa zona de contacto entre, el seoro y la virilidad,llevar el acento en el medio, permanecer equidistante de los extremos, oponer la razn al libertinaje pugnando porsemejarse a un ideal con prestigio clsico, cultivar el equilibrio y, en ciertas coyunturas histricas que proponensituaciones lmite, homologarse con lo eclctico que por definicin es a ms be sobre dos y que en los ltimos aos dela colonia caracteriza el pensamiento de la burguesa mercantil rioplatense. Hacia 1790, cerca del 1800 el velo del

    templo se est desgarrando, pero todava lo encubre, y la sacralidad de Europa y la corte no puede ser violada por unlenguaje que acarrea un movimiento de pgina y un frasco que recuerdan antesalas, ujieres, tems y pendolistas. Al finde cuentas, el viaje colonial de Belgrano se recorta sobre las figuras de Len Pinelo y Solrzano y Pereira. Esa es latradicin, en ese clima cultural se ha formado; si enuncia alguna decisin resulta solapada y fundamentalmente consisteen la direccin que pretende imprimirle a lo que logra con esa entonacin reverencial: para su patria desvada alcomienzo, para esa Buenos Aires que ha dejado atrs y le sirve de apoyatura, motor y justificacin en el logro de unavacante. Pero ese circuito de ventajas slo ser lcito si pasa por la corte, a condicin de exigir la aprobacin de laCorte. A cada momento, pues, los actos ms significativos del viaje colonial muestran el nibil obstatque ha solicitado,que lo legitima, autoriza y encalma y hasta lo dispensa de la desgracia de haber nacido en Amrica. Buenos Airesse beneficiar siempre y cuando la corte reciba ventajas; lo til para lo colonia slo se validar con la participacineuropea. Por eso si Belgrano se asume e integra con lo europeo y la imagen de su pas por interpsita persona, BuenosAires se mediatiza en tanto causas y finalidades legtimas residen en Europa. Pero como el viajero colonial no formulacomparaciones ni sobre estas pautas articula denuncias sino que slo se limita a enunciar reparos o a acumular,

    cualquier cosa que logre la considerar ventaja. Ese predominio de la cautela lo inscribe en el circuito que va de Maziela mediados del siglo XVIII, pasa por Labardn, entra al siglo XIX con Vieytes. y los intelectuales de la ltima colonia(v. Jos Carlos Chiaramonte,Ensayos sobre la ilustracin argentina y Problemas del europesmo en Argentina). Esun aspecto lateral del proceso que se comprueba con la representacin de 1793, la de 1794, la del 98, la de 1803 y

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    culmina con la de 1809. Desde este punto de vista, por consiguiente, la cautela del viaje colonial se insertaentre las manifestaciones de la burguesa criolla entendida como grupo de presin. Es el mismo acento comosigno distintivo de las propuestas literarias del ltimo de los hombres del siglo XVIII: Por Dios, no secontagie usted le escribe Florencio Varela a Juan Mara Gutirrez Virgilio, Horacio, Racine, Petrarca,Tasso, Herrera, Len, Melndez., Moratn; y no salga usted de estas huellas: esto es lo slido y lo perdurable,lo dems es esencialmente pasajero. Es en fin, el contexto del viaje colonial: la misma cautela que terminaprevaleciendo en el proceso de 1810, en los colores que la caracterizan y hasta en el pasaje de un himno,

    legtimo cuando entona su libertad ganada pero que rpidamente deja de ser una cancin de euforia paraconvertirse en conjuro inmovilizador.

    El viaje utilitario

    Las preocupaciones utilitarias de Belgrano se prolongan e intensifican en el viaje de Alberdi; es eltrnsito de los realizadores de la guerra contra Espaa a sus herederos que pretenden movilizar lo acumuladopor sus padres. Pero est Rosas y eso demora el momento de la consumicin; el nico que se adelanta en esteaspecto es Mansilla, su sobrino: es el consumidor puro que acenta los elementos contemplativos y ldicos einaugura el viaje esttico.. El resto se ve condicionado a seguir acumulando o a ser cauteloso y, a veces,como Sarmiento a lamentarse: Pero, soy sage, y me contento con mirar, en lugar depilquinear, como hacen

    otros. Es decir, constreido a sersage y a hacer de la necesidad virtud; pero esa misma demora comprime,marca los lmites entre las apetencias y lo idealizado y encarna las tensiones romnticas, los libros argentinosse cargan de dramaticidad y penetran en la literatura. Hay violencia en ese pasaje, se omiten o se abrevianpasos intermedios, pero se reemplaza la larga duracin de las literaturas tradicionales. Es la coyuntura en laque se articula el viaje europeo de Alberdi: la relacin sbdito-corte ha quedado atrs, l pasa a ser unespectador americano, un hijo del desierto que erige su juventud en privilegio romntico y al que Europaen tanto gran aprendizaje se le convierte en la universidad, la academia y el pensamiento sistemtico. Poreso, tres cosas: la escenografa de pasillos, aulas principescas y deterioradas, bufetes y tribunales; el tono decuchicheo de algn comentario, manos enrojecidas que se frotan o la voz lejana y solemne del magisteren elanfiteatro; y el empecinado esfuerzo por lograr un mtodo: ...es lo que me propuse conocer visitandoalgunas naciones de Europa. Otras alternativas estn ah, lo acechan y lo tientan; Alberdi las presiente yrechaza: Si yo hubiera venido en busca de placeres... Pero, no; l ha ido a Europa a aprender y a

    comprobar cosas tiles, de ah que se empee en atenerse a los hechos; as es como su inicial preocupacinpor lo til se conjuga empricamente proyectndose en un minucioso y explcito verismo: Voy a copiarliteralmente las expresiones que en presencia de los objetos se promete e incluso, se lamenta no ser losuficientemente exacto como para divulgar lo que ve sin deformaciones que perturben su posteriorutilizacin: Solo el daguerrotipo puede decir con facilidad todo lo que a l le cuesta reproducir conprecisin. Desechadas las tentaciones, bien delineados el marco y la direccin, Alberdi no evidenciavacilaciones en su sistemtico aprendizaje europeo; la andadura fundamental de su estilo se desplaza haciaadelante; no hay miradas hacia atrs o hacia los costados, ni demasiados recuerdos ni digresiones. Debo asus frecuentes y sabias conversaciones [alude a un jurisconsulto ginebrino] la mayor parte del material deque me he servido para formar el croquis que dar a continuacin del sistema administrativo de los Estadesdel rey de Cerdea. Y Alberdi empieza a exhibir su aprendizaje: Gobierno... Composicin de las leyes...Consejo de conferencia... Consejo de Estado... Cada punto es tratado con minuciosidad, nada se saltea, nada

    se omite, las sntesis ponen el acento en lo fundamental y ese empecinado recuento se proyecta sobre el pasque se ha dejado atrs pero como futuro sin Rosas: utilidad, necesidad de cambio, analogas en las queEuropa es metro universal y punto de partida. Argentina ya empieza a serpara Europa y a significarse en sushombres desde Europa. Progresismo, poner un pas al da, estructurar un proyecto nacional, alcanzar el nivelde lo europeo. El futuro es la nica trascendencia de Alberdi. Ya se coment: l es un continuador deBelgrano, un opositor a Rosas, el lector de Byron, Dumas, Hugo y Sand, pero por sobre todo su marcoreferencial es la clase que desde los pases centrales se ha lanzado al dominio del mundo (v. Ch. Moraz,Les

    Bourgeois conquranis). Y prosigue: Inscripcin o protocolizacin de las leyes ... Administracin delEstado... Diplomacia... Alberdi no se arredra aunque por momentos alce la vista y compruebe la fatiga desus lectores; que nada quede sin repasar, todo, lo mejor debe aprenderse y acumularse, para s, para laArgentina, y si descubre identificndose con su pas, mejor porque los dos planos se superponen y seeconomizan esfuerzos. Agentes comerciales.. . Hacienda de las finanzas... Del orden judiciario... Realcmara de cuentas... Nada se le pasa, ni Justiniano ni Savigny; y su movimiento atesorador no se detiene;Europa es una mina, hay que escarbar en ella y usufructuarla, y Alberdi desciende la escalera de los archivosy abre los Cdigos. La antigua relacin colonial se ha invertido aunque a otro nivel: Vamos, pues, a la

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    resea prometida del cmo han sido confeccionados los cdigos de legislacin interior de los Estados sardos,y cul es all el estado presente de esa importante tarea. Proyecto, sistematizacin, voluntad cartesianaaunque a veces se tolere una risita frente al espritu geomtrico lo til alcanza su culminacin cuando seconcentra en forma econmica a travs de las estadsticas: El nmero de estudiantes que por lo regularfrecuenta la Universidad de Gnova es el de 483. He aqu la estadstica y distribucin de su personal en1837: estudiantes de teologa 6; de derecho 159; de medicina 101; de ciruga 35; de filosofa y bellas artes122; de matemticas 24; de farmacia 36; total 483. Alberdi se entusiasma con las estadsticas, es una forma

    de visualizar rpidamente su aprendizaje y de sentir su dominio sobre Europa: de esa manera Europa seempequeece y domestica; es decir, la siente ms til an. Y eso se prolonga porque Alberdi siente placer enla garganta y en los dedos al verbalizar o al palpar esas columnas de datos; se la est engullendo a Europa, lapuede acariciar y las pautas estticas que posteriormente han de prevalecer en el viaje europeo sepreanuncian. No necesita mayor demostracin: el goce de ese viaje se lograr por mediacin de loeconmico. Alberdi viaja en 1843, en el 45.De Adn a Suez de Mansilla se publica en 1855 y all se verificaya el predominio de esas pautas. Por ahora lo hednico se conjuga a travs de ciertas sublimaciones: aEuropa se la posee pero mediante estadsticas. En cuanto a la enseanza primaria, ella no est menos sujetaque la otra a trabas y restricciones dolorosas. A pesar de esto, el nmero de nios que frecuentan las escuelaselementales de los seis cuarteles de la ciudad de Gnova es el de 1490; el de las escuelas privadasautorizadas por la Universidad, de 1876. La universidad tiene acordada su autorizacin a 116 maestros deescuela y a 70 maestras para instruccin de nias, cuyo nmero, segn se me ha afirmado, no baja de 1000.Y ese estilo de boletn oficial contina implacablemente: Se cuenta, no obstante, en la capital de los Estadossardos, el siguiente nmero de publicaciones peridicas: una Gaceta poltica, consagrada a la defensa delGobierno (a quien nadie ataca), con anuncios judiciarios y particulares: aparece todos los das, menos eldomingo. Tres revistas mensuales de jurisprudencia, ciencias medicales y agricultura. Cuatropublicaciones.. Si nada se deja de consignar, en el orden temtico no hay mayor seleccin y en el terrenoconceptual nos enfrentamos a un balance donde se van encolumnando los datos del mundo: es elrelevamiento de Europa. A partir de lo esencial del viaje utilitario de los argentinos que van a Europa amediados del siglo XIX en el momento de mayor potencia creadora del liberalismo se da la rplica a losviajeros ingleses que en esos mismos aos consignan en largas enumeraciones los datos de nuestro pas confines utilitarios y precisos; en 1843 el viaje europeo de Alberdi es la contraparte del de Mackinnon en 1848 oel de Mac Cann en el 53. Los procedimientos se repiten lo suficiente como para dar el tono general del viaje

    de Alberdi: dentro de la constante utilitaria resulta el viaje estadstico: Ocho aos es la duracin del cursode estudios de Derecho que un estudiante debe hacer para ser recibido de abogado. El primero es consagradoal estudio de las Instituciones de Derecho romano, en los cuatro siguientes... Y ese flujo sistemtico varecorriendo el texto e impregnando con su densidad abetunada, casi slida, el ritmo y la estructura del estilo:He aqu el modo de liberar un escrito dirigido al Senado: Ilustrsimos y excelentsimos seores: Expone elmarqus Juan Bautista Serra, domiciliado en Gnova: Que por contrato autorizado en Gnova por el notariotal (la historia del hecho): Expone igualmente que el 14 de octubre de 1839 (contina la narracin delhecho): Que el reo Juan Bautista Oderico no hizo oposicin... Para que las copias de la realidad til deEuropa puedan ser propuestas como modelo para el propio pas y captadas en todos sus detalles, Alberdillega a resultar encarnizado: La justicia se administra hoy en Gnova por jueces de tres especies, a saber: Ijueces llamados di mandamento; 2 tribunales de prefectura, uno para cada provincia, cuyo nmero devocales es proporcional a... Incluso, por momentos, se lo presiente ansioso, con un jadeo que se reproduce

    en su estilo, como si sbitamente descubriera las dimensiones de la cultura europea y la tarea infinita queimplica poner al da a su propio pas; se advierten las vacilaciones y su voracidad se desinfla, pero la nicamanera de conjurarlas es repetirse sus propias consignas como una jaculatoria: Utilitarismo aydame,progresismo no me abandones. Menos mal que en ningn momento se olvida que se ha propuesto sersistemtico y se lo recuerda y le dice: Hasta aqu he detenido al lector con detalles relativos al foro deGnova exclusivamente. Debo drselos, segn el plan que arriba me propuse, sobre el estado de lajurisprudencia en Turn, capital de los Estados sardos y centro no menos importante... De esta manera noslo la voluntad utilitaria del antiguo viaje colonial se sistematiza, sino el estilo de memorndum: He aquel fruto de la conversacin. Los Cdigos civil y comercial que rigen aqu son franceses, con una que otraexcepcin que establecen diferentes leyes sueltas. El cdigo de procederes, aunque tornado en gran parte delfrancs... Estilo no ya de comerciante ni de notario, sino de espa, de espa no beligerante: Alberdi es unaavanzada sobre Europa y su estilo se limita a consignar datos tiles. Eso, en el movimiento de las manos o en

    el rasgueo de la pluma; ms arriba, en los ojos, implica una mirada sin parpadeos que barre en lentas,descarnadas y prolijas panormicas todos los detalles. He visitado las Cmaras de prefectura. Las Cortesreales, las Cortes de Assises, las declaraciones, los tribunales de polica correccional... Pero, qu pasa?

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    qu hay por detrs de ese estilo de declaracin jurada, sin adjetivos, pausas ni vacilaciones y que da laimpresin de un recitado de memoria por un estudiante ansioso por demostrar su contraccin de alumno?Muy simple: Alberdi est rindiendo cuentas. La vertiente acentuada por lo utilitario en su versin de Europaest destinada a quienes le han pagado el viaje: l tiene que demostrar que ha cumplido con lo pactado aquienes dirigenEl Mercurio y a los intereses de los que el diario es vocero.

    Y esa rendicin de cuentas le preocupa: si se desva de su prometido sistema, presiente que debejustificar sus digresiones (porque me pueden costar un poco de mi crdito de hombre fro, ante los ojos de

    las gentes de juicio y de mundo). Es decir, bajo la mirada de los que lo han contratado como corresponsal yle pagan el viaje. De ah que no deje de apelar a cada paso a los espritus serios que lo han enviado, lo leeny lo juzgan de acuerdo a los planes establecidos. Fundamentalmente a esa mirada llena de seriedad apunta lazona inspida de su estilo; bajo ella acumula su material utilitario y para aplacarla es que insiste en suprolijidad y reitera de diversas maneras el sentido principal oficial, dira de su viaje: Cuando el deseosincero de adquirir slida instruccin haya reemplazado a la vanidad, en el mvil de nuestros viajes aEuropa, ciertamente que no sern Pars y Londres los pueblos que ms frecuente nuestra juventud. Alintelectual argentino protagonista del viaje utilitario le cuesta escindir la parte oficial de la personal ycotidiana. Tngase en cuenta: esa pauta se vincula estrechamente con su imagen del escritor estilista ymilitante cuya visin del mundo no reconoce la jurisdiccin ni los fueros de la vida exclusivamente esttica.Establecidas estas premisas de nuestra profesin de fe como escritores escribe Mitre en 1852 profesin defe que no es sino un reflejo de nuestra vida como soldados y publicistas... La escisin se marcar sutilmenteen el viaje de Sarmiento: un libro oficial dedicado a la pedagoga y otro cotidiano y divertido en forma decartas para un grupo de amigos. Lgicamente, a Alberdi no le cabe la menor duda de que el viaje europeopuede entonarse de otra manera, pero en este aspecto su austeridad ejemplar tambin se inscribe en loutilitario; e, incluso, siguiendo esa trayectoria, va a ir mostrando elementos que lo definen como unpositivista avant la lettre: Mucho podran hacer los gobiernos de los nuevos estados a este respecto, consolo verificar un cambio en el plan de la alta enseanza, seguido hasta en casi todos ellos, a ejemplo del muydesacertado que en Buenos Aires puso en planta en los aos que siguieron al de 1821. Demasiadosabogados, exceso de literatos, retrica abrumadora, cuando lo que se necesita son caminos, los puentes y losmedios de transporte como mejores instrumentos de civilizacin y libertad y no las ctedras de filosofay los papeles literarios y tantos otros estudios estriles. A sus espaldas, en El Mercurio, contina esamirada seria y Alberdi sigue rindiendo cuentas an con la correlativa crtica al mismo Rivadavia que no

    conoca la verdadera exigencia de nuestros pases, llamados a una vida industrial y positiva. Y ese empeose prolonga hasta el final: Voy a entrar ahora en detalles y particularidades que atraen la vista del extranjerodesde luego que estudia el carcter externo de la jurisprudencia formada bajo el influjo de aquellas causas. Siel lector recuerda el plan que impuse en el trozo primero de estas narraciones, advertir que no dejo de serconsecuente con l, entrando en todos los pormenores y prolijidades a que voy a descender. La tradicinutilitaria haba impuesto una norma y su versin de Europa tena que restringirse a sus lmites: la insistenciaen detalles, pormenores y particularidades a la vez que se articula con su espritu analtico ofrecegarantas de eficacia. De ah que al Alberdi protagonista del viaje utilitario le sintamos en este aspecto unpasante atildado y honesto.

    Empero, pese a sus esfuerzos por no dejarse tentar por lo que no sea estrictamente til y sistemticoy a su andadura estilstica lineal, Europa lo penetra y por momentos lo gana: ya no es solo la Europaidentificada con la universidad y la academia; es el gran espectculo romntico que fascina a un romntico

    americano y lo hace vacilar en sus proyectos sistemticos tiendo su viaje y sus informes de preocupacionesestticas. Lo que en Alberdi se da como un inmenso rbol atrapado por una enredadera, en Sarmiento seorganizar al escindirse en dos libros diversos, uno que especficamente apunte a lo til y otro donde se dejeganar por la Europa que caracterizar el perodo siguiente del viaje: Europa como museo, prostbulo ybulevar. Eso ya ser Mansilla, en quien lo utilitario ir diluyndose en beneficio de lo esttico. Alberdi hapresentido que esos dos aspectos se le pueden entremezclar, sobre todo las pautas que provienen decomponentes extraos a la materia de m estudio, cuya novedad no poda menos de impresionar vivamentemi espritu. De ah es que, a mis impresiones forenses, si as puedo denominarlas, se juntan otras de distintosgneros, que, al paso que de ordinario interrumpen el curso de mi estudio favorito, esparcen en l ciertaamenidad. Por cierto, cuando lo esttico lo penetre Alberdi ver la forma de justificarse canalizndolo aldarle alguna trascendencia utilitaria. Se reitera as la justificacin de Belgrano: lo puramente placenterofascina e inquieta; en esa direccin del viaje europeo est la cada, Europa homologada con el mal, Pars o

    Londres identificados con lo pecaminoso. De acuerdo a eso, lo til, hasta mediados del siglo XIX seconvertir en conjuro. Y que tambin lo bello sirva; es la nica manera de saborearlo sin provocar escndalo:Sera eterno detenerse en la descripcin de los hermosos salones que sirven a los trabajadores de las

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    distintas facultades y en los ricos detalles de arte arquitectnico que hacen notable a este majestuosoedificio. Que los elementos ms bellos de la universidad favorezcan los estudios; y si se trata de los detallesestticos del bufete de algn abogado genovs, sern descriptos y detallados porque colaboran en el trabajoprofesional. Incluso las mismas digresiones desembocan en algo til; es la mejor forma de detenerse en lacontemplacin y el paladeo sintindose justificado: Estas reflexiones me encaminan a una breve digresinsobre el estado de la instruccin universitaria y el movimiento de las ideas en esta porcin de la alta Italiaseptentrional. Los tironeos entre lo utilitario planeado y lo esttico que tienta son permanentes: Si yo me

    contrajese exclusivamente a lo que concierne al derecho, se me dira que desnaturalizaba el Folletn; si solome preocupase de sensaciones y objetos exteriores de inters nfimo, no faltara razn para decirme queabusaba de la indulgencia del lector juicioso. El tufo tribunalicio se le impregna con el olor de losbulevares; Alberdi se declara tironeado, pero esa misma tensin lo va arrancando de ese estilo notarial y leotorga nivel literario: Recuerdo aqu que promet al lector partir con l mis estudios serios y misentretenimientos agradables. Sin embargo los parntesis entre materias graves se canalizan hacia lautilidad o se justifican con la mirada hacia el pas lejano. Otro tanto, pues, habr de sucedernos a nosotros elda que querramos entrar en el camino por donde ha marchado la moderna codificacin europea. A susespaldas prosiguen las exigentes miradas deEl Mercurio.

    Su plan y sus compromisos utilitarios prevalecen, pero en cada silencio de esa letana estallan lossignos de otra pauta. Ay! Y cundo no est engaado el proscripto! Los que rondamos fuera de la patriacaemos a menudo en el presuntuoso error de creer que el pas nos llora ausentes, como nosotros vivimossuspirando por sus perdidos goces.. Proyecto, tentacin, penetracin, contaminacin: sa es la secuenciaentre lo utilitario y lo esttico. La dominante del viaje est puesta bajo el signo de un Cujacio, un Domat, unPothier, pero se entreabre para dar salida a la imagen que de s mismo se forja Alberdi en alta mar, bajo lanoche, en la cubierta del barco, acodado sobre la borda y recomponiendo lo aprendido en Chateaubriand oByron al dejarse golpear por el viento. Son las enumeraciones las que prevalecen ( ... por las mismas leyespromulgadas desde 1839 hasta 1843, componiendo los siguientes cdigos: Cdigo civil, Cdigo penal,Cdigo penal-militar, Cdigo de comercio), pero transidas por la imagen nutica y nocturnal que se inscribeen el comn denominador del 37 que identifica viajero trgico-romntico argentino-liberal-proscripto.(Gutirrez, an tenemos / un voto hecho ante Dios; / tenemos que ser siempre para la tirana / proscriptos ypoetas, / tal es nuestra misin, recita Mrmol en 1852). Es decir, del exilio se hace naturaleza y laproyeccin del viaje utilitario hacia el futuro se esencializa a travs de lo romntico entendido como destino

    y como nica alternativa de autenticidad.Esa duplicidad en ciertas zonas del viaje se torna ms evidente; especialmente se verifica en lossueos que Alberdi transcribe y con los que inaugura lo onrico dentro de la literatura argentina: Al dasiguiente so que Gutirrez haba sido fusilado por un centinela a quien no quiso contestar anota el 22 denoviembre de 1843. El 5 de diciembre de ese mismo ao consigna otro especialmente significativo para suversin del viajero europeo: Quiero escribir aqu un sueo alegre que he tenido con Egua en situacintriste: al salir de Europa en una noche tempestuosa enfrente del golfo de Gascua. Era una confitera orestaurant de Pars. En vez de una dama haba un viejo en el comptoir. Este viejo era bajito, grueso; estabasentado, apoyando los brazos cruzados en la mesa, la barba entre las manos y pareca dormir. Era una especiede Nelson. Egua, yo y otros estbamos ah, no s cmo ni para qu. Yo le hice seas a Egua para que vieseaquel viejo tan extrao. Egua entonces se acerc a l muy serio. Se lo sent a su lado y le dijo en alta voz:Monsieur! El viejo dio vuelta cabeza sin quitar los brazos de la mesa, y le contest: Ah! Egua pronunci

    una serie de sonidos y slabas disparatadas que nada significaban, como por ejemplo: Gipe, ensib, tos nip,erold. El viejo contest: Comment? Egua reprodujo su frase ms extravagante an que la primera. El viejocontest: Je ne comprend pas, muy serio. Insisti Egua con la misma seriedad, poniendo en el gesto algoque quera decir: Cmo es esto que usted no comprende una cosa tan clara? Y el viejo contest otra vez Jene comprendpas. Nosotros perecamos de risa, y para que el viejo no se alarmase, le dijimos: Es espaol ellenguaje en que este seor habla a usted. Entonces l, sin poner la menor duda en lo que decamos, ri conmucho candor y dijo: Cest drle ce langage espagnol. Ms all de los desplazamientos inherentes al sueola significacin fundamental se puede recomponer al referirla al contexto histrico que se sabe de Alberdi, ensu viaje europeo: en 1843, en el 45 Europa es para el autor de El gigante Amapolas el lugar donde no sehabla espaol, es decir, donde el viajero intelectual se siente marginado y dbil aunque da a da ejercite suvoluntarismo utilitario. Nuevamente, pues, el ejercicio de lo volitivo y la excentricidad subrayan laambivalencia del viaje alberdiano.

    Dentro de esta peculiar oscilacin entre el predominio de lo utilitario y la interferencia de loselementos estticos y las referencias romnticas la imagen de Europa se desplaza de la academia hacia elforo y el espectculo. En Alberdi el paso que se conjuga con la marginalidad es la contemplacin. De donde

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    se sigue que el ltimo desplazamiento se verifica cuando considera a Europa la residencia de los grandesescritores romnticos y a Pars como el Olimpo romntico: en Ginebra transcribe conmovido la inscripcinlei est n Jean Jacques Rousseau; ms adelante se enternece frente al pueblo donde han estado Byron yHugo; en el parlamento reconoce con satisfaccin a Thiers, Odillon Barrer, Arago y Laffite y en el teatroconsigna escrupulosamente cuando la ve a Rachel. Pero se estremece cuando lo descubre a Dumas por lacalle. Vaya, me dice Guerrero, ah tiene usted al tan deseado Dumas. Entonces lo sigue tratando de noperderlo en medio de la multitud; se mantiene algunos pasos detrs, lo mira, le sonre y, por fin, siente que es

    reconocido: el hijo del desierto puede ser parisiense como otros, es un hombre como otros, Europa lo havisto como tal a travs de los ojos de Dumas. Claro que no como escritor, sino como mirn, asimilado a unespectador ms de Pars. Con Alberdi, pues, el argentino en Europa alcanza el nivel del pblico europeo ypasa a integrarse en la masa de maniobra del intelectual metropolitano. Es decir, con Alberdi el escritorargentino en Europa adopta las perspectivas del burgus europeo; incluso empieza a mirar de arriba haciaabajo: en Italia: La barra o sitio destinado para el pblico en estos tribunales casi siempre est lleno degente. Pero qu gente! Rara vez se ve una persona distinguida. Las ms veces son pillos, jornaleros, chusmadel pueblo, entre los que hay infinidad de delincuentes ocultos... O en Pars: Sin duda que el de la Puertade San Martn es sucio, concurrido por chusma, sin tono o elegancia. Buena diferencia con el teatro Francs(el clsico)! Qu concurrencia! Qu clase de gente! Qu tono!

    En 1845 Miguel Piero escriba que los argentinos empezaban a ir a Europa para gozar de lapresencia de Dios. En realidad, para acercarse a Dios o para revolotear como pequeos dioses. Despus deCaseros y hasta la primera guerra mundial eso ser cada vez ms cierto.

    El viaje balzaciano

    En Sarmiento el programa utilitario y las tentaciones estticas coexisten pero con un componenteindito: el mpetu del ritmo acelerador de su viaje europeo le permite controlar las dos vertientesorganizndolas en obras separadas: El fruto de mis investigaciones [sobre el estado de la enseanzaprimaria, en las naciones que han hecho de ella un ramo de la administracin pblica] ver bien pronto laluz anuncia por un lado. Es Educacin popular que aparece en 1849. Pero dejaba esta tarea, rida pordems prosigue, vacos en mi existencia ambulante. Para llenarlos organiza sus Viajes y a partir de laestructura que les acuerda aparece la connotacin que va definiendo su enfrentamiento con lo europeo: el

    estilo epistolar conjuga dos elementos: su pblico real, en primer trmino, formado por sus corresponsales(Ofrezco a mis amigos: Demetrio Pea, Vicente Fidel Lpez, Carlos Tejedor, Antonio Aberastain, enquienes se superponen pblico y crticos entendiendo por tales los mejores niveles de lectores a que puedeaspirar) y, en segundo trmino, su tono intimista donde su egotismo alegre, duro e impdico rebasa unademn que apenas se mide por la confesin y la proximidad.

    Sobre este segundo aspecto conviene detenerse: permanentemente en sus Viajes Sarmientocuchichea, rezonga, murmura proyectos o nos codea; as es como dentro de esta variante nos encontramoscon un matiz que podra llamarse utilitarismo egotista (A m hombre terico! A m que no pido comoArqumedes, sino un punto de apoyo para poner a mi patria, o a la de otros, patas arriba...) que reenva a lapolmica generacional contra la supuesta falta de realismo de los unitarios, a la vez que a un progresismoidentificado con el fervor por el cambio y a una conviccin titnica de omnipotencia. Y esto se acrecienta alo largo del itinerario europeo: se trata de un entusiasmo que llega a ser desmesura y violencia; de una

    peculiar avidez que se amasa con reminiscencias infantiles y ademanes romnticos: ver, tocar, comer,adquirir, ser el preferido, llegar primero, imponerse, ganar, Es una impaciencia que muestra a un Sarmientoapenas oscilante entre el hombre fustico y Johov y que llega a sentirse invulnerable. Menos mal queparalelamente se advierte la infraccin creciente del pudor: sentimos el aliento del narrador desde elcomienzo, pero poco a poco empezamos a notar los detalles de su piel cuarteada en la nuca, el escozor queall lo provoca el fro o nos descubre su ropa gastada en los bordes y ms adelante su olor a fatiga o sutranspiracin ansiosa o triunfal. En eso estamos: por fin en un libro argentino se siente la proximidadconstante del autor, es decir, que un estilo se personaliza a travs de un cuerpo y la literatura se encarna enuna dimensin concreta y se pone a prueba en un aliento cido, en un dedo grueso que se apoya sobre laventanilla del tren y seala o mediante un tono que se sostiene y acrecienta con su propio vaivn. De ah quela visin europea de Sarmiento nos permita intimar con l: ni estilo de fachada, ni movimiento de pginaescrupulosamente lineal, ni tomar las palabras con la punta de los dedos; ms bien lo contrario: sus palabrasse abren paso, avanzan sobre nosotros desgarrando la zona de lo vedado y su viaje inaugura una realcomunicacin en tanto supone un cuerpo a cuerpo y un esfuerzo por reconquistarse a travs de una versin

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    de Europa que no se corresponda con las visiones elaboradas. Por eso si nos atenemos a esa tensin y a sucreciente impudor Sarmiento es el primer escritor moderno de nuestra literatura.

    Balzaciano: es la unidad fundamental de su actitud frente a Europa. Habr que comprobarlo endetalle. La serie de momentos que va marcando el itinerario europeo de Sarmiento arranca de un punto quepresupone la continuidad de la tradicional relacin de menos hacia ms: Las costas de Francia se disearonal fin en el lejano horizonte. Saludbanlas todos con alborozo, las saludaba tambin yo, sintindome apocadoy medroso con la idea de presentarme luego en el seno de la sociedad europea, falto de trato y de maneras,

    cuidadoso de no dejar traslucir la gaucherie del provinciano, que tantas bromas alimenta en Pars. Saltbameel corazn al acercarnos a tierra, y mis manos recorran sin meditacin los botones del vestido, estirando elfrac, palpando el nudo de la corbata, enderezando los cuellos de la camisa, como cuando el enamorado novelva a presentarse ante las damas. Como se ve, el fervor supeditado a las carencias, Amrica identificada conlo provinciano, el movimiento de conquista retaceado por la cortedad. La cortedad, ah est el cogulo queentorpece y caracteriza el momento inicial del viaje de Sarmiento; la ropa corta, especialmente el fracincmodo e imprescindible, como si a cada paso temiese quedar al desnudo en esa ciudad total, esecontinente-urbe. Por eso cortedade impudorson los trminos entre los que oscila al desembarcar; su camisadesairada o sus dedos cortos suenan a rezago y apuntan hacia lo colonial, pero el vigoroso descaro, lainsolencia incluso o la arbitrariedad reemplazarn a esa entonacin lanzndolo hacia adelante. Entramos enel segundo momento en cuya extensin la necesidad de dominio no tarda en surgir: todo, rpido y en grandesfrescos; el Sarmiento de 1846 no levanta el velo ni se resigna sino que procede por arrancones ydesgarramientos, vidamente: ...para el americano poco conocedor al principio, conviene que se lepresenten en grandes masas los objetos que hieren hondamente su imaginacin. El correlato entre suexplcito titanismo, su americanismo a veces grandilocuente y esa voracidad llega a resultar previsible,hasta mecnico; es la zona desproporcionada y hasta irritante de su andadura balzaciana cuando cree que eldilogo entre l y Europa es un coloquio monumental y didctico que va de los Andes al Sena en el precisoinstante en que ese gesto nos remite a la imagen del pedante dmine con que sola impugnarlo Gutirrez.Empero., a medida que el itinerario se prolonga, su mpetu autntico de acercamiento, penetracin y posesinse recupera al identificarse con el ferrocarril: Quiero despedirme de Run, tengo tomado asiento en elferrocarril y me estoy comiendo por verme lanzado en aquel torbellino de fuego, de humo y de ruedas que setraga las leguas en un santiamn. Y al final, agrega y cierra Ahora a Pars, mi amigo Ese ser cada vezms su ritmo de avance en Europa en estrecha correspondencia con su movimiento narrativo. Tambin puede

    ratificarse en detalle: Aqu est la plaza en que fue quemada viva por la inquisicin la Doncella de Orlans,aquella extraordinaria pastora que se sinti un da invenciblemente arrastrada a acercarse al rey que noconoca, pedirle el ejrcito, mandarlo, derrotar a los ingleses, coronar al rey y retirarse en seguida a pastorearsus vacas. Se trata de un ejemplo entre muchos; las rupturas de ese tono son numerosas, pero lo queprevalece es esto. Vemoslo: la urgencia del viaje se proyecta en la inmediatez escueta de la aplicacin(aqu) corroborada por un movimiento verbal categrico (est y no se extiende o nos encontramoscon) y por la economa descriptiva (la plaza). Desde la apertura, pues, la descripcin se funda en unatopografa y en una escenografa fundamentales y esquemticas que reenvan al boceto romntico esencial,veloz y prestigiado por la espontaneidad. De inmediato, sin transicin, se dibuja la referencia histrica y elinters por lo medieval con el cuestionamiento de la tradicin iluminista que se resuelve con un breveademn hacia atrs: fue - quemada - inquisicin - Orlans. No es necesario ms. Estamos en la edadmedia, somos testigos de la guerra de los cien aos y Sarmiento nos ha hecho tomar partido a travs de la

    tipografa con que define la estructura represiva medieval: la inquisicin va con minscula y ya estamos departe de Juana de Arco aunque el frasco se hinche y apesante con extraordinaria e invenciblemente. Esdecir, dos palabras que resultan comentarios prescindibles porque el estilo del viaje europeo de Sarmientoaunque parezca aludir lo que realmente hace es consignar; cada adjetivo es un signo que enriquece, unasuerte de oblea que con una presin del pulgar contribuye de inmediato en un ya brusco a iluminar. Poreso sobran esas dos palabras: son antieconmicas, fofas y opacas. Lo que lo arranca de ese bache hacindolerecuperar su ritmo narrativo es el predominio de lo verbal que enhebra una serie de acciones enrgicas yconcentradas a travs de los infinitivos (derrotar, coronar, pastorear) cuya sustantivacin al volcarsede inmediato intensifica lo complementario (los ingleses, al rey, sus vacas). Incluso, la dimensintemporal interna del pasado se construye con una velocidad anloga mediante una triple articulacin elptica(fue, un da, enseguida). Llamndolos por sus nombres; el encuadre histrico, la peripecia significativay el cierre. El avance se ha retomado y prosigue y en el momento siguiente se empea en justificarlo tratando

    de descubrir las claves y el misterio (como no hace mucho en el Facundo, como en esos mismos aos SuenLos misterios de Pars). Sarmiento empieza a sentirse demiurgo y adjudica a su mirada el privilegio deinstalarse brusca y cmodamente en el universo de las esencias porque a l no hay nada que se le escape. No

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    hace mucho era el dilogo montaoso entre Amrica y Europa, ahora es la fe en su capacidad totalizadora deentonacin mstica a travs de las analogas entre Amrica y Europa: Ver de cerca esta grande obra [elproceso de la restauracin] es lo que me arrastra a Pars; ah est la piedra angular, el modelo de todos losbastardos edificios que se estn levantando en Amrica. Pero las carencias inmediatas, la avidez y el mpetulo arrancan de esas divagaciones: Ah! si tuviera cuarenta mil pesos nada ms, qu ao me daba en Pars!.El intelectual americano en viaje ya no se conforma con servir de soporte como pblico al escritor europeosino que pretende conquistar la ciudad: En Pars no hay otro ttulo para el mundo inteligente que ser autor o

    rey una vez; y otra que vincula su confianza con los orgenes concretos de su viaje: La llave de dos puertasllevo para penetrar en Pars, la recomendacin oficial del gobierno de Chile y el Facundo; tengo fe en estelibro. Llego, pues, a Pars y pruebo la segunda llave. Lo que sigue es el fervor de la posesin cotidiana: Porprimera vez en mi vida he gozado de aquella dicha inefable, de que solo se ven muestras en la radiante yfranca fisonoma de los nios. Je flne, yo ando como un espritu, como un elemento, como un cuerpo sinalma en esta soledad de Pars. El movimiento del viaje empezar a partir de ahora a darse como dilemaentre las viejas carencias y la gratificacin, entre la avidez y la dispersin, en la alternativa totalidad-superficialidad, comunicacin-soledad. Pero su mpetu condicionado por viejas y lejanas carencias prevalecey de la toma de posesin se ingresa al reconocimiento. Solo en Pars tambin, el extranjero es el dueo, eltirano de la ciudad. Museos, galeras, palacios, monumentos, todo est abierto para l. Y de esa gulacuantitativa y gil se desplaza al sobrevuelo de la ciudad torbellino: Pars es un pandemnium, uncamalen, un prisma. Y para verificar ese hormigueo en todas sus facetas, elige la altura: Aqu principiaaquella eterna historia de los autores que comienzan en Pars y que lanzan su vuelo desde una guardilla delquinto piso. Los sucesivos momentos del travelling de acercamiento a la ciudad han pasado, pues, del ritmonutico de perspectiva horizontal a la aceleracin fotogrfica del ferrocarril y de ah a las perspectivas avuelo de pjaro que se compaginan coherentemente con las ansias totalizadoras y gigantescas de sumuralismo viajero. Nada de extrao tiene, por consiguiente, que el realismo de Sarmiento a esta altura delviaje se impregne fundamentalmente de ansias de dominacin. Y desde esta ptica pasa revista a todos loslugares de la ciudad europea pero no como si se situar frente a templos sino a posibilidades. Esta es laoportunidad de definirlo: Sarmiento nunca es el contemplador pasivo porque ni an en sus comentariosestticos se sita en una actitud neutral o apela a lo transhistrico; su mirada se corresponde con la de uncontemplador que acecha; impaciente y mltiple en un movimiento circular, sin cautela., aproximndose ydesmenuzando detalles pero con la decisin de recomponer los conjuntos. Y lo fundamental: con Sarmiento

    la mirada sobre Europa ya no es ms de reverencia, sino de ganas; no de contemplacin platnica, sino deposesin. Por eso Pars es una ciudad a la medida de un balzaciano como l: ... tal es la conviccin delparisiense de que en Pars est reunido todo lo que Dios y el hombre han creado, que pidiendo Balzac en unrestaurant comme il faut un ala de salamandra, el mozo le contest sin turbarse, Vla M'sieu, volviendoinmediatamente de la repostera a anunciarle que en aquel momento acababa de acabarse.

    Pero cul es el resultado ms evidente de su avance sobre Europa? Previsible: la seguridad, y comollega al convencimiento de que no entienden a la Argentina se dispone a explicarla: Quiero yo establecer losverdaderos principios de la cuestin sintetiza. Hay dos partidos, los hombres civilizados y las masassemibrbaras. Pese a su esquema de superestructura tambin en esto Sarmiento resulta inaugural; como lasversiones anteriores no han sido veraces, la tradicional relacin discpulo-maestro se invierte. Se ha resueltoa ensear y lo hace con energa, hasta imperativa, compulsivamente; y esta tensin didctica se completa conel desgarrn de la sacralidad europea y la compenetracin de sus misterios. Su movimiento de avance por lo

    tanto llega a convertirse en algo permanente: con su calidez y su aliento hacia el lector, con su mirada y sucuerpo volcados sobre la intimidad europea. Recbeme Mackau con la amabilidad del hombre que se sienteestpido y le han persuadido que su interlocutor es ms inteligente; porque el barn Mackau tiene unareputacin colosal en Pars de ser un animal en dos pies. El inicial patn balzaciano se ha convertido no soloen el maestro de los europeos, sino tambin en su crtico despiadado: El almirante contina siemprehacindome reverentes signos de aprobacin; pero son tan metdicos, son tan mecnicos, que parecen unapalanca; mrole fijamente los ojos, y veo en ellos aquella fijeza sin mirada del hombre que no escucha,absorbido por algn pensamiento interno. Y cada vez se intimida menos al entusiasmarse con esedespanzurramiento y comprobar que si l no es Dios tampoco hay dioses en Europa. De ah a concluir en elviolador, en el americano que gana para s y para la perspectiva de los que son como l al desbaratar a loeuropeo del recinto del misterio y la sacralidad, no hay ms que un paso. Sarmiento lo da. Por eso una de lasconnotaciones del viaje balzaciano termina por ser el laicismo: ... el gabinete de las Tulleras, jarrn dorado

    que contiene agua sucia; ...he podido entrar bien adentro la mano en las llagas actuales de la Francia. Apartir de ah ya no se rescata a Europa como Olimpo de los magnos intelectuales (Tan fastidiado estoy delos grandes hombres que he visto, que apenas siento entusiasmo a este diarista, historiador, estadista,

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    financista, orador Thiers), sino que pasa a instaurarse la reciprocidad en el reconocimiento (Yo queradecir a cada escritor que encontraba io anco!; No he querido ser presentado a Michelet, Quinet, LuisBlanc, Lamartine porque no quiero verlos como se ven los pjaros raros; quiero tener ttulos parapresentarme ante ellos, sin que crean que satisfago una curiosidad de viajero). En ese contexto Thiers solose valida a travs de la validacin que hace de Sarmiento (El cuarto de hora pas y quise levantarme. No,todava no, me interesa, siga Ud. Y al fin de tantos sufrimientos tuve la dicha, tan cara para los hombres quecomienzan y no tienen prestigio, de verse animados, aprobados, aplaudidos por una de las primeras

    inteligencias de la tierra). Y de manera anloga a su sobrevuelo de Amrica siguiendo ese impulso finalllega a revolotear sobre la ciudad europea arquetpica (Deca todo mi pensamiento, y vi un momento laAmrica toda y su porvenir desarrollarse ante mis ojos, claras todas las cuestiones, rodando sobre un puntocntrico, nico, la falta de intereses industriales; Yo que estoy a la altura de Pars, cosa que experimentanotros antes de llegar, no presto atencin a todas estas habladuras; estoy iniciado en el secreto; s lo quepocos saben). El balzaciano ha conquistado Pars (Yo me retir, como Ud. puede imaginarlo, satisfecho dem mismo, radioso, inflado y tiendo de rosa mi porvenir de Pars). El viaje se ha cumplido y por primera ynica vez para los escritores vinculados a la lite que dirigir el pas luego de 1852 no habr dioses enEuropa; el burgus vido y potente que es Sarmiento a mediados del siglo XIX encabalgado en la vertienteprogresiva de su clase ha sido reconocido en Europa por una burguesa triunfante (v. Jean Lhomme, Lagrande bourgeoise au pouvoir1830-1880).

    El viaje consumidor

    El trnsito desde el viaje caracterizado por las preocupaciones utilitarias a travs del equilibriologrado por Sarmiento hacia la definitiva preponderancia de la actitud contemplativa connotada por loesttico se verifica en Mansilla: con l llega la hora de la consumicin pura, si bien en la dcada del 50resulta un precursor de lo que se generalizar a partir del 80 hasta convertirse en ancho lugar comn. Estaactitud precursora respecto de Lucio Lpez o Can condiciona la atenuacin de esa pauta que luego serdefinitoria: lo contemplativo en Mansilla tiene un registro ms amplio; a partir de los gentlemen del 80 esalatitud se concentrar en lo especficamente esttico. Quiero decir, Mansilla contempla mujeres, calles,yeguas, oportos y ruinas acentuando lo inmediato; Can, Santiago de Estrada y los que los siguen irndesplazando el nfasis hacia los museos, la historia, los matices y los detalles exquisitos e inciertos hasta que

    el pasado en lugar de protegerlos los penetre y defina; ser el viaje de la consumicin espiritualizada: enlugar de gastar en el restorn, el teatro o el prostbulo preferirn el museo. Pero Mansilla es el nico caso deviajero rosista o, si se prefiere, en primer trmino y como condicin necesaria el beneficiario de laacumulacin saladeril (Ahora, s mi buen padre, tan generoso y desprendido, que no me puso tasa en losgastos; Al decirme Adis, hijito, buen viaje, lo vi llorar. Yo estaba como alelado. Llevaba en el fondo deun bal mil patacones mejicanos; Yo no pensaba entonces sino en gastarle a mi padre su dinero lo mejorposible), y en segundo lugar, como elemento desencadenante, producto de las contradicciones familiares enel seno de la oligarqua federal portea (Mi amigo Mansilla recuerda las palabras de su padre, cuandouno es sobrino de don Juan Manuel de Rosas, no lee el Contrato Social, si se ha de quedar en este pas, o seva de l, si quiere leerlo con provecho). Ahora bien, si es precursor en 1852 y gran seor del rgimen roqui-juarista en la dcada del 80, con el circuito interno marcado por sus viajes sucesivos y perfeccionados,Mansilla tipifica lo que podra llamarse del viaje del nio al viaje del gentleman. Comprendamos ese

    circuito: alrededor de Caseros revolotea la imagen del padre, las alusiones a su ayuda econmica y a sucorrelativa dependencia (Cuando mi padre resolvi que me fuera a leer a otra parte el Contrato Social;todo el mundo dijo en Buenos Aires que a m me mandaban a viajar, porque yo era un muchacho con muymalas inclinaciones, refirindose a ciertas aventuras. La verdad es que, si mi padre me embarc en un buquede vela...). Me, a m, mi-me, la pasividad aunque pretende resultar risuea y hasta irnica no rebasa eselmite sino que reenva a la autoridad, la sancin y el privilegio. La inauguracin de 1880, en cambio,acenta la primera persona desplazndola de lo complementario a la ejecucin, de la consecuencia alantecedente; Mansilla se diferencia cada vez ms, da un paso adelante y se convierte en el protagonista de supropia biografa y el viaje del gentleman se justifica artsticamente al conectarse con el predominio de unalite (Santiago era el padre de Santiaguito Arcos, el eximio pintor, que todos los argentinos de algn fuste,que van a Pars, no dejan de conocer). 1858-1880: del viaje del nio al viaje del caballero. De acuerdo. Peroel pasaje, esa peculiar maduracin incoativa del adolescente al adulto se ha dado a travs del aprendizajeeuropeo. Mi padre se qued en Lisboa y me mand a Pars donde yo era buzo y ducho, a prepararle unapartamento. Como ese ejemplo hay muchos. Por eso, para Mansilla, Europa es vista como escuela

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    mundana, como aprendizaje y paulatino reemplazo en la iniciativa paternal; pero sin olvidar, claro est, queaprendizaje y consumicin se superponen.

    Los matices que enriquecen su versin de Europa se van insertando en torno a este pivote: Europacomo culminacin y privilegio (Pars, Pars de Francia, como suelen decir algunos para que no quede duda,es para m la ciudad ideal. As es que cuando alguien me dice que no le gusta Pars, yo me digointeriormente: ser porque no te alcanza tu renta para vivir all), como trasposicin de la gourmandise(Pars que es la gran golosina de los viajeros jvenes y viejos), el escenario favorable a la espectacularidad

    grandiosa y equvoca (En Italia, en Roma, no una, sino varias, yendo en carruaje descubierto, me hicieronovaciones, confundindome con el general Cialdini; La marquesa de La Grande, que era charmante y queindudablemente me hall apetitoso, pues yo era a los dieciocho aos mucho ms bonito que mi noble amigoMiguel Cuyas ahora, invitome a comer y organiz una fiesta para exhibirme, ni ms ni menos que si yohubiera sido un indio o el hijo de algn nabab) y como recinto del lujo y el ocio y de la creciente urgenciapor vivir la page (Sea lo que fuere de estas reflexiones, han de saber ustedes que las calles de Pars, lascalles ricas, no se parecen a las calles de ninguna parte; en ellas la poblacin ambulante se renuevaconstantemente y ofrece, por consiguiente, una novedad diaria de todos los momentos; digan lo que quieran,no hay como Pars). Pero qu es lo que unifica en un solo haz a esos datos aparentemente aislados? Elademn concreto de la consumicin: pagar, hacer el gasto. Mansilla en Europa fundamentalmente gasta:ropa, en primer trmino, uniformes, galeras, fracs, ropa para el desayuno, para recibir a los amigos, paracelebrar sus entradas alfoyerde la Opera o para instalarse en elpaddockde Longchamps. Cada momento delhorario europeo se corresponde con un uniforme, una prenda o un pao distinto; incluso con una variante dela ropa cotidiana que son los disfraces (deliberados o asumidos en ciertas confusiones que ratifican,distinguen o distancian). Qu ms gasta Mansilla en el escaparate europeo? Comida: es interminable la listade platos que a cada momento recuerda en una oblicua exhibicin que paladea a la vez que lo confirma y lepermite decorar las peripecias del viaje y poseer idealmente el itinerario del gran turismo. Qu otra cosa? -Palabras, multitud de palabras en el toqueteo copioso y evidente del rastacuero (al que se parece, del que estmuy prximo, pero del que se distancia y se burla al convertirlo en uno de sus chivos emisarios preferidos),palabras superpuestas, palabras invertidas, en francs, en alemn. palabras vascas, guaranes, italianas,portuguesas; l hunde las manos en Europa, le palpa las palabras, se lleva alguna a la boca o se deja acariciarpor las ms suaves desparramndolas con una euforia irresponsable y abundante. Y con idntico ademnadquiere y gasta conceptos: de la psicologa, Wundt, Hegel o pasa, al Renacimiento y se adorna el cuello con

    los neoplatnicos o se inventa un aro con Voltaire y otro con Dante, se los prueba, se mira y se quedasatisfecho. De la acumulacin al ocio, al privilegio, al gasto, la espectacularidad y el narcisismo. Europa porlo tanto se le va apareciendo a Mansilla como una tienda monumental en el perodo enmarcado por lainauguracin de las grandes estructuras de fierro de Printemps (1882) y Samaritaine (1902). A partir de esencleo Europa se convierte en el continente-ciudad o, mejor, en el universo-comedia y la ciudad-carrousel(Con el permiso de ustedes, dir entonces: que con las calles de Pars sucede lo que con sus teatros, que eslo contrario de lo que sucede aqu: en ellos se ven todas las noches caras nuevas), o se identifica con elbulevar como terreno de aventuras o a toda la ciudad con una mujer disponible (Bueno: deca que por unade esas calles de Pars, por la delBac, iba yo, pensando en lo que ustedes quieran, cuando acert a pasar porel lado mo una mujer, cuyo perfilpispal vuelo...) y a la complicidad con la cultura (Que no mira, que nove he dicho; y toda la civilizacin y toda la cultura y todo el secreto de cierto decoro y bienestar consiste eneso, en que aqullas sociedades conservadoras han aprendido ya a or, ver y callar). Es decir, Europa llega a

    ser vista en un momento dado del circuito del viaje como una veterana y complaciente alcahueta.Hasta ahora, Mansilla frente a Europa; pero Mansilla desde Europa? Lo fundamental: las ventajas

    prosiguen sin mayores tensiones ni responsabilidad. A su lado, en Europa, participamos del viaje entretenidoy las ventajas que acuerda su conocimiento y frecuentacin consisten en especial en la iluminacin y laconsagracin frente a los otros, a los que se quedan, a los que no se han ido: Vamos nada ms que aconversar de un viaje de pocas horas en ferrocarril, y de lengua rusa, en la que, supongo, son ustedes tanversados como yo, y eso que yo he estado en Rusia y ustedes no. Yo en Europa, desde Europa y ustedesall; es decir, la distancia como privilegio y distincin. ... novelistas como Ebers, Roquette, Eckstein, yperiodistas como Goldbaum, Laaevenstein, Trojan lo mismo habra sido que no se los hubiera nombrado austedes. Cul es el contenido de esta enumeracin aparentemente informativa y de ese cierre con airedesapasionado?

    Muy simple: el conocimiento como diferenciacin y desnivel; distintos y yo por encima de ustedes.

    Mansilla no quiere realmente informar sino impresionar con esa posesin que en los otros se verifica comocarencia. Es as como Europa a partir de Caseros y en especial luego de 1880 a travs del grupo social quedetenta la literatura, se convierte enproyeccin y ratificacin de las distancias sociales; es decir, Europa

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    exalta y sacraliza las distancias sociales instauradas en Amrica (era un prjimo de ac de Buenos Aires,que Dios sabe qu viento lo haba llevado al otro hemisferio; que yo conoca desde que l comenz a deciraj; que en su vida me haba saludado; que jams haba tenido conmigo la ms mnima cortesa, y que nadams que porque estbamos en el extranjero, ya se imaginaba que debamos de tratarnos de t y vos).

    El viaje europeo en tren ya no interesa tanto como velocidad y su consecuente acumulacin, sinocomo verificacin de compartimentos y clases, proceso a lo largo del cual el uso de los idiomas deja desubrayar las faltas o de contribuir a la comunicacin para exaltar diferencias y distancias insinuando lainterioridadcaracterstica y creciente del viaje a partir del 900 (Con Mara Luisa hablbamos siempre enfrancs, el espaol, y, segn creo los casos el ingls, era el recurso para que no nos entendieran). Realmentees una constante con variaciones: sucesivos papeles que van desempeando los intelectuales argentinos delsiglo XIX romntico en sus culminaciones y en su disolucin caracterizan al expatriado de 1840, alexcntrico de 1880 hasta llegar al raro del 1900.

    El viaje ceremonial

    Con la solidificacin del grupo social que dirige al pas luego de 1880, el viaje europeo seinstitucionaliza: ni pioneros, ni precursores, ni aventureros, quienes lo celebran adoptan cada vez ms el airede oficiantes y el itinerario se convierte en rito. Se viaja a Europa para santificarse all y regresar

    consagrado; las preocupaciones empricas por el propio pas se van diluyendo para ser reemplazadas por unmovimiento de entonacin mstica: el gentleman viajero se libera de su pas, la Argentina o Buenos Airesson la materia desdeable, el cuerpo pecaminoso o el mal, y de eso hay que purgarse a travs de lailuminacin que desciende desde el empreo europeo. La estada all, la permanencia ms prolongada en elseno de lo absoluto, facilitan la impregnacin y la unidad del espiritual viajero argentino con el espritueuropeo. En realidad, se inaugura la etapa del viaje bumerang: no interesa tanto ir porque se va para volver.El cielo reside all, pero la verificacin de la sacralidad se da aqu. Son varios los ingredientes de ese rito: elregreso del primer viaje de Mansilla lo inaugura significativamente por su momento terminal: la llegada y elrecibimiento del argentino que porta los carismas europeos. Cuando lo desembarcan nos cuenta los pocoscuriosos que estaban en la playa me miraron y me siguieron, como si hubieran desembarcado un animalraro. Los curiosos me escoltaron hasta mi casa. Las seales especiales del consagrado distinguen yfascinan y como se trata del hijo de los amos, los esclavos se someten y lo exaltan procesionalmente. Yo no

    traa, sin embargo, nada de extraordinario, a no ser que lo fuera el venir vestido a la francesa, a la ltimamoda, a la parisiense, con un airecito muy chic. El recin consagrado se asombra frente a la exaltacin, enverdad finge asombrarse porque l ha ido para eso y sabe cules son los signos indudables de lo sacro.Criados de ambos sexos salieron en todas las direcciones para comunicarles a los parientes y a los ntimosque el nio Lucio haba llegado. Es la entrada a Jerusaln y como toda consagracin implica privilegios,lgico es que se articule sobre desniveles: el consagrado y los adorantes que, en este caso, corroboran susometimiento y la relacin amo-esclavos. Se mand decir una misa en la iglesia de San Juan, que era la quequedaba cerca de la casa solariega . Es decir, el regreso del consagrado en Europa se corrobora oficialmentetrascendiendo el mbito domstico y el nivel de lo espontneo; como toda consagracin requiere una liturgia,la proyeccin sobre lo social con la presencia de lo comunitario y la escenografa del templo resultanimprescindibles y correlativas. An ms, con cierta entonacin festiva e intercambio de presentes. As es queresulta coherente como recuerda Mansilla que hubiera un gran regocijo, siendo yo objeto de las ms finas

    demostraciones, no tardando en llegar las fuentes de dulces, cremas y pasteles.Pero todo ese ceremonial adems de los componentes tpicos del universo de las relaciones

    patriarcales empieza a articularse en una serie de momentos caractersticos que van desde el llamado y lavocacin europea (T eras la voz que sin cesar nos llama... versifica Martn Garca Mrou en 1885 Yome deca: Un rayo de tu lumbre / Pars! fecundar mi pensamiento! / Confundido en tu inmensamuchedumbre / escuchar tu poderoso acento. / T sers la nodriza de mi mente, / T me abrirs tu coraznfecundo... / Me llama el mundo a la batalla ardiente / Y en ti se halla la sntesis del mundo), pasando poruna suerte de diezmos o donaciones (El barco que sala para Calcuta, estaba pronto recuerda el patriciosolo me esperaba a m. Hubo que empezar a pagarle estadas.), la iniciacin (el 16 de junio de 1883 RoqueSenz Pea sale en el Tamar rumbo a Europa; Santiago Bengolea y Lucio Lpez lo apadrinanacompandolo hasta Montevideo), elbao lustral (Un da del ao 1889 escribe Adolfo Bioy en Antes delnovecientos se embarcaron para Europa mis padres con mi hermana Marcelina de diecisiete aos yAugusto, el benjamn de la familia, mi queridsimo Augusto, de tres. Los llevaban distintos motivos: desdeluego, visitar la exposicin universal de Pars, que atrajo a medio Buenos Aires, traer a mis hermanos JuanBautista y Pedro Antonio, que estudiaban en un Liceo de Francia, desde 1885, y hacer una cura en Eaux

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    Bonnes, conveniente para los bronquios de mi padre.), hasta incurrir en la adoracin de las reliquias y lossantos lugares (ya se trate de los cuantiosos museos de Londres o Pars o de las imprescindibles ruinas deRoma, Npoles o Jerusaln) y en el xtasis (cuando Emma de la Barra se extiende sobre el pursimo placerde guiar a su hija, a esa esencia de su propio espritu, por el mundo creado para los elegidos. Ante loscuadros, las esculturas, ante lo verdaderamente artstico se extasiaba) Pero el circuito no concluye ah: estacreciente espiritualizacin del viaje presupone adems una especie de renacimiento (Acababa de regresar deun viaje a Europa, con su familia sigue Adolfo Bioy y, al encontrarnos, le d un abrazo dicindole: Cmo

    te va, Antonio? Charles, me contest. En Inglaterra haba optado por este segundo nombre suyo) y alcanzauna unin mstica con el cielo europeo (Lo que no impide que Pablo se creyera transportado a un cuento dehadas, dice Cambaceres de su arquetpico protagonista en Msica sentimental. Y Martn Aldao en Escenas

    yperfiles: Luis evoc con su palabra lenta y reflexiva, impregnada de encanto, sus cinco aos de vidaeuropea, la ascensin definitiva de su alma a las regiones serenas de la belleza).

    En algunos casos culminantes el regreso de Europa no slo implica la consagracin en tantoargentino de primera clase, sino tambin la identificacin con el europeo. El gentleman que ha viajado aEuropa contempla a su propio pas con mirada europea: Todo me pareca primitivo y distante como cosa delLejano Oriente confiesa Daniel Garca Mansilla en sus memorias Sin embargo, poco a poco me fuiaclimatando al ritmo de la vida y a las costumbres, as como a las gentes; todos se mostraban en generalabiertos, bonachones y comprensivos, aunque a veces bastante burlones, cual s fueran nios traviesos. Enesta coyuntura el viaje sacramentado se superpone con el viaje imperial: el argentino santificado en Europaha internalizado la perspectiva central y mira a su pas y a sus compatriotas como el funcionario colonial seenfrenta con los naturales. El Buenos Aires de aquellos das, mirado desde Europa, era algo as como el findel mundo prosigue Garca Mansilla. Quedaba tan lejos, tan lejos del centro cerebral del universocivilizado; de Pars, de Londres, de Roma o de Viena! Nada extrao tiene que la clase de la cual el viajerosacramental es miembro y portavoz se haya situado frente a su. propio pas como ante la factora de unimperio (v. M. Baumont,L'essor industriel et l'imprialisme colonial. 1878-1904).

    -A lo largo de ese perodo se va catalizando una perspectiva del mundo que presupone, digamos, unser para Europa, un vivir pendiente de all, alienado a aquello e