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PROGRAMA No. 0972
DANIEL
Capítulo 9:20 - 27
Volvemos hoy, amigo oyente, a nuestro estudio en este libro de Daniel, y estamos en el
capítulo 9. Y vamos a comenzar leyendo el versículo 20; y dice Daniel:
20Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo
Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios;
(Dan. 9:20)
Quisiéramos que usted note, amigo oyente, lo que aquí está diciendo Daniel. Él dice: Mi
pecado. Daniel confiesa que él ha pecado. Ahora, no estábamos seguros si debíamos o no
decir esto de manera muy directa. Uno no puede encontrar en ninguna parte de la Palabra de
Dios alguno de los grandes pecados que pudo haber cometido Daniel. Nosotros siempre hemos
enfatizado que nunca nadie ha sido salvo guardando los diez mandamientos. Eso lo hemos
repetido muchas veces en este programa, y también hemos hecho la sugerencia que si alguien
sabe de alguna persona en el Antiguo Testamento que pudo ser salva al cumplir con los diez
mandamientos, pues, que nos lo deje saber porque nosotros no la hemos encontrado.
En cierta ocasión, un joven estudiante universitario se acercó a su Pastor y le dijo: “Usted
siempre está diciendo que no hay nadie en el Antiguo Testamento que haya sido salvo
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cumpliendo los diez mandamientos, y que nunca pecó. Bueno, yo puedo mencionarle uno, esa
persona es Daniel”. Bien, le dijo el Pastor, hablando honradamente debemos decir que no se
puede encontrar en ninguna parte donde Daniel haya pecado. ¿Qué fue lo que él hizo? No
tenemos ninguna clase de información en cuanto a esto, pero, le dijo el Pastor a este joven,
Daniel desafortunadamente, mencionó eso en una oración, y que en esa oración, él nos dice que
estaba confesando mi pecado. Nosotros no sabemos cuál fue ese pecado, pero Daniel lo sabía, y
Dios también lo sabía. Así es que, si Daniel no pecó, y él dijo que había cometido pecado
cuando no lo había hecho, entonces cometió un pecado cuando dijo que él lo había cometido.
Así es que Daniel cometió pecado, de cualquier forma que uno lo analice.
Aquí tenemos pues, que Daniel es un pecador, nadie fue salvo por cumplir con los 10
mandamientos. Daniel está confiando, junto con su pueblo, en la misericordia de Dios, y él dice
aquí: Y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de
Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios. Y eso sería Jerusalén. Ahora, continuando aquí
con el versículo 21, dice:
21aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la
visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la
tarde. (Dan. 9:21)
Antes de seguir adelante, quisiéramos volver a este asunto de lo que dijo Daniel, quizá haya
algunos que se estén preguntando aún: “Bueno, y ¿qué pecado cometió Daniel?” Amigo oyente,
no creemos que sea asunto suyo o asunto mío, porque no se menciona. Él es un pecador, y él lo
dice y eso basta.
Ahora, él está orando en cuanto a ese monte santo, el cual es Jerusalén, y el reino de Dios va
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a estar allí. Uno puede ver esto allá en Isaías, capítulo 2, versículos 1 y 2. Ese varón Gabriel es
un ángel, y él evidentemente apareció en forma humana. Se menciona que él apareció a la hora
de efectuarse el sacrificio de la tarde, el sacrificio en Jerusalén. Esa es la hora estándar en
Jerusalén, pudiéramos decir, lo cual es aproximadamente las 3 de la tarde. Ahora, él le da a
Daniel esta profecía. Comencemos leyendo los versículos 22 y 23, de este capítulo 9 de Daniel:
22Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte
sabiduría y entendimiento. 23
Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he
venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y
entiende la visión. (Dan. 9:22-23)
Daniel recibe una respuesta inmediata a su oración. Y uno puede darse cuenta aquí cuánto
tiempo se demora Dios en contestar una oración. En cierta ocasión, el Dr. Gaebelein dijo que él
se demoraba unos tres minutos para leer esta oración en el idioma hebreo, y que para cuando
Daniel terminó diciendo esta oración, el ángel Gabriel ya estaba allí. Ahora, eso nos indica que
él se demoró unos 3 minutos para viajar desde el cielo hasta la tierra. Hay algo interesante de
notar aquí. Daniel tenía sus ojos cerrados, y él no los abrió hasta que terminó su oración. No
los abrió hasta que dijo amén. Y quizá el ángel Gabriel habría estado ya parado allí, primero
sobre un pie y luego sobre el otro por dos minutos, esperándole a que él concluyera esta oración.
Así es que puede ser nada más que un minuto que se demoró en su viaje. Pero, nosotros no
sabemos nada en cuanto a esto en realidad.
Ahora, aquí se nos dice que Daniel era muy amado en el cielo. ¡Esto es algo maravilloso!
Y pensamos, amigo oyente, que usted y yo hoy nos encontramos en Cristo; somos aceptados en
el Amado. Nosotros también somos muy amados en el Cielo, gracias a Cristo. Ahora,
prosiguiendo con el versículo 24 en este capítulo 9 de Daniel, leemos:
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24Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para
terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la
justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
(Dan. 9:24)
Ahora, aquí se mencionan 70 semanas. Esto no indica semanas de 7 días ni tampoco indica
semanas de 7 años, o cualquier otro período de tiempo. La palabra hebrea para 70 es Heptads.
Y eso indica una unidad de medida. Por ejemplo, es como la palabra “docena” que utilizamos
hoy. Un hombre puede decir: “Bueno, yo me comí media docena en el desayuno esta mañana”.
Bueno, ¿media docena de qué? Pueden ser huevos, pueden ser bananos, o cualquier otra cosa.
Puede ser casi cualquier cosa. Pero esto es porque aquí tenemos simplemente una unidad de
medida. Las semanas aquí pueden ser unidad de días o de años. Creemos que el contexto
determinará cómo debe usarse. Las cosas que se mencionan aquí no pueden haberse realizado
en 7 semanas o 70 semanas, y sabemos que no fueron logradas en ese período de tiempo. Pero
los 70 años de cautividad fueron un castigo específico por haber violado 70 años sabáticos, por
un total de 490 años. Y creemos que lo que Dios le está diciendo a Daniel es esto: “Daniel ya se
han cumplido los 70 años y ha concluido la cautividad. Ellos regresarán. Pero antes de que
todo llegue a ser consumado y venga el reino, habrá 490 años más que tienen que ver con tu
gente”. Esa es la manera en que Dios lo dijo a Jeremías. Ellos debían ir a la cautividad por 70
años a causa de los 490 años que habían perdido, y eso lo encontramos allá en el Segundo Libro
de Crónicas, capítulo 36, versículo 21; allí dice: Para que se cumpliese la Palabra de Jehová,
por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su
asolamiento reposó, hasta que los 70 años fueron cumplidos.
Ahora, Daniel estaba intrigado en cuanto a cómo el fin de los 70 años de cautividad entrarían
o encajarían dentro de ese largo período de dominación mundial por parte de los gentiles, como
se le había indicado claramente a él en la visión de los capítulos 7 y 8. Él, obviamente pensaba
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que, al final de los 70 años, su pueblo podría regresar a su tierra. Que el Mesías prometido
vendría, y que el reino que le había prometido a David sería establecido. ¿Cómo podrían ser
ciertas estas dos cosas? Estamos seguros que a él le parecía que esto podría ser reconciliado y
que también creaba lo que parecía ser una profecía contradictoria. Las 70 semanas responden a
dos preguntas. El reino de Israel no vendrá inmediatamente, y las 70 semanas deben cumplir su
curso. Estas 70 semanas encajan en los tiempos de los gentiles, y ambas se desarrollan al
mismo tiempo. Están divididas para que entren en los tiempos de los gentiles. Cuando se dice
que se ha determinado 70 semanas, usted realmente indica una separación; 70 semanas tienen
que ser contadas o separadas en ese período de tiempo de los gentiles. Eso es exactamente lo
que se indica aquí. Vemos aquí que dice: setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y
sobre tu santa ciudad. Hay ciertas cosas que deben suceder en ese período de 70 semanas o de
490 años. Hay 6 cosas que deben ser cumplidas. No podrían haber sido cumplidas en 490 días
y esa es la razón por la cual aceptamos este período de años, porque eso sí entra, sí encaja bien
en la profecía. La mayor parte de esto ya ha sido cumplido; 489 de esas semanas ya han pasado,
y aún falta una semana por cumplirse, y esto entra muy bien en la profecía.
Ahora, hay 6 cosas dijimos, que deben ser cumplidas. La primera de ellas es que debe
terminar la prevaricación. Se refiere a la prevaricación de Israel. La cruz proveyó la
redención por el pecado de la nación pero no todos ellos lo aceptaron. En el día de hoy, la
Palabra ha sido esparcida hasta los confines de la tierra. Hay redención para la humanidad.
Pero en esa última semana se nos dice que Dios dice en Zacarías, capítulo 2, versículo 10: Y
derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de
oración. Y luego dice en el capítulo 13, de Zacarías, versículo 1: En aquel tiempo habrá un
manantial abierto para la casa de David, y para los habitantes de Jerusalén, para la
purificación del pecado y de la inmundicia. Eso aún no ha sido abierto. Y ellos no se han
vuelto a eso aún. Todo lo que uno tiene que hacer es mirar a esa tierra y darse cuenta de eso.
Ahora, la segunda cosa que se menciona es poner fin al pecado, y eso significa que sus pecados
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nacionales llegarán a un fin en la segunda venida de Cristo, ellos son igual a cualquier otro
pueblo y nación, y ellos van a ser pecadores, tanto individualmente como en forma de nación.
Y ellos han cometido muchas equivocaciones como nación, lo mismo hemos hecho todos
nosotros por supuesto. Uno no puede echarles a ellos la culpa por eso. Bueno, Dios pondrá fin
a eso.
Ahora, la tercera cosa que se menciona es Expiar la iniquidad. Es decir, que Dios proveerá
en ese período de 70 semanas una redención, y esa es la muerte y resurrección de Cristo.
La cuarta cosa es para traer la justicia perdurable, y eso indica el regreso de Cristo al final
de los 490 años para establecer Su reino; y en quinto lugar, tenemos sellar la visión y la profecía,
y eso nos indica que todo se ha cumplido, y eso vindicará esta profecía como también todas las
demás. Finalmente dice: Y ungir al Santo de los Santos. Eso tiene referencia al Lugar
Santísimo en el templo milenario del cual habló Ezequiel en el capítulo 41, así como también en
el capítulo 46 de su libro. Bien, eso nos presenta el comienzo. Sigamos adelante, leamos ahora
los versículos 25 hasta el 27 de este capítulo 9 de Daniel:
25Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a
Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se
volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 26
Y después de las sesenta
y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe
que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y
hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. 27
Y por otra semana confirmará el
pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que
venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
(Dan. 9:25-27)
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Bien, amigo oyente, ya estamos listos para sus cuentas. Aquí vamos a comenzar ahora los
490 años. En el año vigésimo de Artajerjes, salió un decreto para Nehemías para que él
reedificara la ciudad. Eso fue en el año 445 A.C. Ahora ese tiempo está dividido en tres
períodos: las primeras siete semanas de 49 años. Eso nos lleva al fin del Antiguo Testamento, al
año 397 A.C. La ciudad fue reedificada entonces. De allí en adelante, tenemos 434 años, o 62
semanas. Y eso nos lleva al momento en que la vida se le quitará al Mesías, y luego la ciudad
será destruida, y todo eso parecerá como si llegara a un fin. Las 62 semanas de 434 años nos
lleva hasta el Mesías. Lo interesante de todo esto es que después de la semana 69, se le quitaría
la vida al Mesías, y así sucedió. Fue crucificado y rechazado. Luego tuvo lugar la destrucción
de Jerusalén, lo cual ocurrió en el año 70 D.C.
Y luego tenemos la semana final, la última semana, la semana número 70. Y esa semana
aún no ha tenido lugar. Debía haber un período después de la semana 69, y es durante ese
período que Dios ha estado llamando a un pueblo para Su nombre. Este es el tiempo de los
gentiles, la edad de la gracia. La edad de la gracia era algo desconocido para Daniel. Él no lo
mencionó. ¿Por qué debería hacerlo?
Luego, él dice que un príncipe vendrá. Este será un príncipe romano, porque sería aquel que
le quitaría la vida al Mesías, y él es ese pequeño cuerno que vio Daniel; es la bestia que tenemos
allá en el capítulo 13 de Apocalipsis. Es decir, que después de que la iglesia es quitada de la
tierra, entonces comenzará la semana número 70 de Daniel. Y eso está dividido, como ya
hemos visto en Daniel y en Apocalipsis, en dos períodos. En el primer período, este Anticristo
llega al poder, y en el último período, debemos decir, es el período de la Gran Tribulación; y eso
llega a su fin con el Señor Jesucristo cuando Él viene a la tierra a establecer Su reino sobre ella.
Esto hace de ésta una de las profecías más descollantes. Así es que, amigo oyente, usted
en el cuadro que ha hecho, tiene que en 7 semanas se edifica a Jerusalén; esto es un resumen que
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estamos haciendo. Luego, tenemos 62 semanas; eso lo lleva a usted al tiempo cuando el Señor
Jesucristo fue a Jerusalén en esa entrada triunfal. Luego, a Él se le quitó la vida y fue
crucificado, fue rechazado. Jerusalén fue destruida; luego, pasa un período de tiempo, ya han
pasado unos 2000 años y la septuagésima semana de Daniel, o sea, la semana número 70, esa
Gran Tribulación como la llamó el Señor Jesucristo, aún no ha tenido lugar. Y al final de eso,
Cristo entonces viene a establecer Su reino.
Y así, amigo oyente, concluimos nuestro estudio de este capítulo 9 de Daniel, y esperamos
que usted piense y medite en lo que hemos dicho y estudiado en esta porción. Una buena
recomendación sería que usted vuelva a leer esta parte que hemos estudiado hoy y si ya ha
recibido las notas y bosquejos de estos estudios bíblicos, pues, compare lo que hay en este
material y lo que hemos estudiado hoy, para que esto quede bien grabado en su mente, de manera
que pueda estar mejor preparado así, para avanzar al siguiente capítulo. Dios mediante, en
nuestro siguiente programa, entraremos a estudiar el capítulo 10 de Daniel, y esperamos que
usted haya de acompañarnos. Hasta entonces, pues, amigo oyente, que Dios le bendiga en gran
manera, es nuestra ferviente oración!