cultural-comunidad valenciana dos ciudades en julio cortázar de miguel herráez

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tado milimétrico de lo que van a ver y que si no cubren la expectativa com- pleta se frustran. Hay que caminar, simplemente, y girar acá o allá según te dicte el instinto a cada momento. ¿Vivía Cortázar su vida con la mis- ma concepción fantástica de la existencia con que lo hacían sus personajes? En efecto, la huella de lo fantástico afloraba en ocasiones en su vida; en especial en lo relativo a la cuestión del azar. Sostenía que nuestro transcurrir cotidiano estaba mediatizado por un orden en el que las situaciones de im- previsto respondían a pulsiones que no tenían que ver con la casualidad sino con mecánicas transversales. Ahí reside uno de los atractivos de la anéc- dota de Rayuela, el que los personajes se encuentran por París sin darse cita previa. ¿Por qué escogió a Cortázar y no a otro autor para dedicarle cinco libros y tantos años de estudio? En mi tesis doctoral trabajé la obra de Eduardo Mendoza, también he inves- tigado sobre determinados epistola- rios de Vicente Blasco Ibáñez, acerca de otros autores del llamado «boom», como García Márquez, Vargas Llosa o MARTA MOREIRA D OS años después de publi- car su biografía revisada de Julio Cortázar (Bruse- las, 1914-París, 1984), el ca- tedrático y novelista Mi- guel Herráez ha retomado el estudio del autor de Rayuela con un libro de difícil definición. Tras el título Dos ciu- dades en Julio Cortázar encontramos una propuesta ecléctica, que él mismo describe como una hibridación de «die- tarismo, libro viajero, biografía y es- peculación sociológica y literaria». Se trata de una exploración de cam- po por los espacios míticos donde se movieron los personajes de las obras de Cortázar, pero también por los pun- tos geográficos que marcaron la per- sonalidad y la trayectoria del escritor bonaerense durante su vida, reparti- daprincipalmente entre Buenos Aires y París. Herráez transita por esos mis- mos lugares cruzando sus reflexiones subjetivas con la información ensayís- tica. «Igual hablo de una calle por la que pasaba Cortázar cada mañana, que de la Argentina de Videla o de su relato El perseguidor -resume el autor- . Pero siempre estando yo ahí». ¿Cuáles son los rincones «cortaza- rianos» de París y Buenos Aires que mejor representan el espíritu de su obra literaria? Por citar uno que conecte ambas ciu- dades con el espíritu cortazariano nom- braría los pasajes. La Galerie Vivien- ne de París y el Pasaje Güemes de Bue- nos Aires, que constituyen la horquilla en la que transcurre su cuento El otro cielo, puede ser un ejemplo. El Buenos Aires de entonces, obviamente, no es el de hoy, pero la zona de Florida, el puerto a medianoche, Corrientes, Mayo esquina con Bernardo Yrigoyen son referencias de su imaginario. Como en París lo son el canal Saint-Martin; el inevitable Pont des Arts, donde la Maga se encuentra con Oliveira; los llama- dos no-lugares, como la línea 12 del metro que tantas veces tomó él mis- mo, o el restaurante Polidor en la rue Monsieur le Prince, en la rive gauche, que es donde arranca su novela 62.Mo- delo para armar. ¿Qué efecto transformador surtió en Cortázar cada una de las dos ciuda- des, tan literarias las dos, pero tan diferentes al mismo tiempo? En el caso de Buenos Aires, fue la ciu- dad que le marcó en su primera juven- tud y es escenario existencial hasta su viaje a Europa e instalación en París en 1951, por lo que representa su aper- tura al mundo, el acceso al mismo y la configuración de una idea de lo que es la vida. Respecto a París, ésta su- puso la constatación de su ciudad mítica, el descubrimiento de una cartografía repleta de voces y gui- ños que no acaba nunca. Cami- nar por París significaba cami- nar hacia adentro, con lo que en- sanchaba su vivencia interior. Es bien conocida su afición a ca- minar durante horas, descubrien- do (o redescubriendo) la ciudad en solitario. ¿Se siente próximo a la teo- rías situacionistas de la deriva, de andar sin rumbo fijo, dejándose sor- prender? ¿No era esa también la ma- nera de Cortázar de vivir las ciuda- des? No me cabe duda alguna de que, como dice David Le Breton, caminar es a ve- ces un rodeo para reencontrarse con uno mismo. No se trata de ejercer una suerte de actividad predatoria de las calles que uno atraviesa, sino de sen- tirte a ti mismo en esa acción indivi- dual. No descubro nada con estas pa- labras. Hay un placer, y me atrevo a de- cir que mientras camino en realidad lo que hago es escribir, percibo que en- tro en comunicación conmigo mismo. Artes& Letras CV Libros Libros Artes& Letras CV Miguel Herraez «Julio Cortázar era excepcional por su ausencia de egolatría» Victor Hugo El gigante TERESA GALLEGO A raíz del estreno reciente de una película musical basada en la trama argu- mental de la novela Los mi- serables ha vuelto a pro- nunciarse con cierta frecuencia el nombre de Victor Hugo. Aunque sea un escritor harto conocido, de esos que se incluyen en la categoría de los clásicos, entra dentro de lo posible que, en los tiempos actuales, sea su nombre más conocido que su obra, o más bien, que la fama de su nombre no se corresponda con la lectura de su obra. Y no porque no se haya tra- ducido. El Repertorio bibliográfico de traducciones de Victor Hugo de Fran- cisco Lafarga (PPU, Barcelona, 2002) recoge no menos de 200 títulos edita- dos en España desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, entre nove- la, teatro, poesía, fragmentos y extrac- tos, antologías, adaptaciones, seis to- mos de Obras Completas (traducción de Jacinto Labaila, Terraza, Aliena y Compañía, Editores, Valencia, 1886- 1888) y varios tomos de obras selec- tas. Como algunos de esos títulos se han traducido repetidas veces, el nú- mero de libros que llevan o llevaron el nombre de Victor Hugo en portada pasan de 650 y la lista de traductores, adaptadores y prologuistas suma 241. Producción ingente Es bien sabido que la obra de Victor Hugo es ingente. Y abarca, como aca- bamos de decir, todos los géneros: poe- sía, novela, teatro, escritos políticos… El lugar que ocupa en todos los ámbi- tos, literario, artístico (no olvidemos que también era pintor y dibujante), político, ético, es avasallador. Impul- sor e intérprete de todos los movi- mientos avanzados de su época, tan- to literarios cuanto sociales, defensor ardiente de los valores de la Revolu- ción y la República tras una juventud legitimista, motor de la explosión del Romanticismo, luchador desde muy joven en contra de la pena de muerte, precursor en alguno de sus libros de versos del simbolismo pero también ternísimo poeta lírico y grandioso poe- ta épico, resuelto enemigo de Napo- león II (lo que le valió largos años de exilio), revitalizador de la herencia de la Edad Media, en sus nove- las, avasalladoras por las dimensiones y la fuer- za, no hay tema que no toque. Erudito y omnipresente, diserta sobre la lengua, la His- toria, la arqui- tectura, la reli- gión, las injusti- cias sociales, la educación de los niños, la condición femenina, el presidio, la pena de muerte, sin de- jar por ello de regalarnos una trama apasionante que rebosa de per- sonajes, muchos de los cuales se han convertido en arquetipos… Y hallamos también en ellas sus dos grandes obsesiones: Francia y Pa- rís. Baudelaire dijo de él que lo exce- sivo y lo inmenso eran el terreno de Victor Hugo. Excesiva e inmensa era su capacidad de trabajo, su capaci- dad para abarcarlo todo. Excesiva su personalidad, que también lo abar- caba todo, incluidas las contradiccio- nes: generoso, pero ególatra; raciona- lista y descendiente de la Enciclope- dia pero, en algunas temporadas de su edad madura, entusiasta del espi- ritismo; marido y padre amantísimo, pero mujeriego hasta su muerte; mo- Nuevos horizontes «Cortázar me enseñó a ver la vida de un modo distinto a cómo nos la contaban en esa nebulosa del tardofranquismo» Azar «Él sostenía que nuestro transcurrir cotidiano estaba mediatizado por imprevistos que no tenían que ver con la casualidad sino con mecánicas transversales» Dos ciudades «Buenos Aires representó para Cortázar la apertura al mundo y la configuración de una idea de lo que es la vida. Caminar por París significó para él caminar hacia adentro, ensanchar su vivencia interior» ABC Un instante del musical «Los Miserables», que se representará en Valencia en noviembre Cortázar a finales de los cincuenta Dos ciudades en Julio Cortázar Miguel Herráez Editorial Alrevés (Barcelona, 2013) 205 páginas Si, además, uno camina por París, que es lo que tuve que hacer para armar este libro, o por Buenos Aires, el gozo es extremo. Las temporadas que paso en París por razones de investigación, en ocasiones hago recorridos diarios de doce o quince kilómetros. No se tra- ta de lograr conocimientos mientras cruzas París, sino de obtener viven- cias. No comprendo a los turistas que antes de salir del hotel se hacen un lis- ABC «Dos ciudades en Julio Cortázar» es el quinto libro que Herráez publica sobre el escritor porteño Mario Benedetti. Igualmente me ha in- teresado la literatura fantasmática, sobre la que publiqué una antología años atrás. Sobre todo, los narradores ingleses en la línea de M. R. James. ¿Por qué Cortázar? Es un autor que descu- brí en la adolescencia, alguien que me enseñó a ver la vida de un modo dis- tinto a cómo nos la contaban en aque- lla nebulosa que fue el tardofranquis- mo. Siempre me acompañó. Recuerdo que el primer cuento suyo que leí fue Los venenos. A través del testimonio de personas como su viuda Aurora y su amigo Julio Silva confirmé que Cor- tázar fue una persona excepcional, por su ausencia de egolatría. ¿Qué es lo primero que le pregunta- ría si tuviera la oportunidad de en- trevistarlo ahora? Le preguntaría por sus años de docen- te en San Carlos de Bolívar y en Chi- vilcoy, pues, aunque hay bastante do- cumentación epistolar suya de esos años, es una época que me resulta in- teresante, dado que es un tiempo en el que él todavía ignora lo que le espe- ra de cambio brusco cuando se tras- lade a París a principios de los años cincuenta. Es el período del primer Cortázar, el del autor aún inédito. nárquico y legitimista ferviente a los veinte años y socialista a los setenta y propulsor de unos Estados Unidos de Europa. Influyó poderosamente en su época y, al tiempo, evolucionó con ella. Su siglo y él se fueron cons- truyendo mutuamente. Traducciones y censura Por esa misma inmensidad es por lo que decíamos al principio que quizá en la actualidad sea mucho mayor la repercusión del nombre del escritor que la lectura de sus obras, sobre todo si tenemos en cuenta que buena par- te de ellas han dejado de editarse y cuesta encontrarlas. Adolecen ade- más algunas de esas traducciones (y no por falta de dedicación de los tra- ductores) de fallos e incorrecciones, e incluso de cortes, debidos algunos a la censura que, en el caso de Los Miserables alteran la intención del autor múl- tiples veces en la tra- ducción más edita- da hasta ahora y debida a Nemesio Fernández Cues- ta en el XIX. La nueva tra- ducción que Alian- za Editorial publi- cará en este año, y a la he dedicado más de dos años de trabajo, re- media, entre otras cosas, esos cortes e inexactitudes que, insis- to, no pueden reprocharse a los tra- ductores, que contaron con menos fa- cilidades de investigación y vivieron en una sociedad con más coerciones. En este año en que Victor Hugo y una de sus novelas fundamentales están teniendo esa presencia cine- matográfica, querría animar a los lec- tores, y en especial a los más jóvenes, a sumergirse en la lectura detenida de Hugo. Puedo asegurarles que no quedarán decepcionados. Hugo cum- plió años, y muchos, sin envejecer y su entusiasmo, su confianza en el progreso y en un futuro mejor y su entrega a la batalla contra la injusti- cia no ha perdido vigencia en modo alguno. Teresa Gallego, Premio Nacional de Traducción y experta en Victor Hugo, contextualiza la figura del autor francés con vistas al estreno de «Los Miserables» en Valencia

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Nuevos horizontes«Cortázar me enseñó a verla vida de un mododistinto a cómo nos lacontaban en esa nebulosadel tardofranquismo»Azar«Él sostenía que nuestrotranscurrir cotidianoestaba mediatizado porimprevistos que no teníanque ver con la casualidadsino con mecánicastransversales»Dos ciudades«Buenos Aires representópara Cortázar la aperturaal mundo y laconfiguración de una ideade lo que es la vida.Caminar por Paríssignificó para él caminarhacia adentro, ensancharsu vivencia interior»

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Page 1: Cultural-Comunidad Valenciana Dos Ciudades en Julio Cortázar de Miguel Herráez

tado milimétrico de lo que van a ver y que si no cubren la expectativa com-pleta se frustran. Hay que caminar,

simplemente, y girar acá o allá según te dicte el instinto a cada momento. ¿Vivía Cortázar su vida con la mis-ma concepción fantástica de la existencia con que lo hacían sus personajes?

En efecto, la huella de lo fantástico afloraba en ocasiones en su vida; en

especial en lo relativo a la cuestión del azar. Sostenía que nuestro transcurrir cotidiano estaba mediatizado por un orden en el que las situaciones de im-previsto respondían a pulsiones que no tenían que ver con la casualidad sino con mecánicas transversales. Ahí reside uno de los atractivos de la anéc-dota de Rayuela, el que los personajes se encuentran por París sin darse cita previa. ¿Por qué escogió a Cortázar y no a otro autor para dedicarle cinco libros y tantos años de estudio? En mi tesis doctoral trabajé la obra de Eduardo Mendoza, también he inves-tigado sobre determinados epistola-rios de Vicente Blasco Ibáñez, acerca de otros autores del llamado «boom», como García Márquez, Vargas Llosa o

MARTA MOREIRA

DOS años después de publi-car su biografía revisada de Julio Cortázar (Bruse-las, 1914-París, 1984), el ca-tedrático y novelista Mi-

guel Herráez ha retomado el estudio del autor de Rayuela con un libro de difícil definición. Tras el título Dos ciu-dades en Julio Cortázar encontramos una propuesta ecléctica, que él mismo describe como una hibridación de «die-tarismo, libro viajero, biografía y es-peculación sociológica y literaria».

Se trata de una exploración de cam-po por los espacios míticos donde se movieron los personajes de las obras de Cortázar, pero también por los pun-tos geográficos que marcaron la per-sonalidad y la trayectoria del escritor bonaerense durante su vida, reparti-daprincipalmente entre Buenos Aires y París. Herráez transita por esos mis-mos lugares cruzando sus reflexiones subjetivas con la información ensayís-tica. «Igual hablo de una calle por la que pasaba Cortázar cada mañana, que de la Argentina de Videla o de su relato El perseguidor -resume el autor-. Pero siempre estando yo ahí». ¿Cuáles son los rincones «cortaza-rianos» de París y Buenos Aires que mejor representan el espíritu de su obra literaria? Por citar uno que conecte ambas ciu-dades con el espíritu cortazariano nom-braría los pasajes. La Galerie Vivien-ne de París y el Pasaje Güemes de Bue-nos Aires, que constituyen la horquilla en la que transcurre su cuento El otro cielo, puede ser un ejemplo. El Buenos Aires de entonces, obviamente, no es el de hoy, pero la zona de Florida, el puerto a medianoche, Corrientes, Mayo esquina con Bernardo Yrigoyen son referencias de su imaginario. Como en París lo son el canal Saint-Martin; el inevitable Pont des Arts, donde la Maga se encuentra con Oliveira; los llama-dos no-lugares, como la línea 12 del metro que tantas veces tomó él mis-mo, o el restaurante Polidor en la rue Monsieur le Prince, en la rive gauche, que es donde arranca su novela 62.Mo-delo para armar. ¿Qué efecto transformador surtió en Cortázar cada una de las dos ciuda-des, tan literarias las dos, pero tan diferentes al mismo tiempo? En el caso de Buenos Aires, fue la ciu-dad que le marcó en su primera juven-tud y es escenario existencial hasta su viaje a Europa e instalación en París en 1951, por lo que representa su aper-

tura al mundo, el acceso al mismo y la configuración de una idea de lo que es la vida. Respecto a París, ésta su-puso la constatación de su ciudad mítica, el descubrimiento de una cartografía repleta de voces y gui-ños que no acaba nunca. Cami-nar por París significaba cami-nar hacia adentro, con lo que en-sanchaba su vivencia interior. Es bien conocida su afición a ca-minar durante horas, descubrien-do (o redescubriendo) la ciudad en solitario. ¿Se siente próximo a la teo-rías situacionistas de la deriva, de andar sin rumbo fijo, dejándose sor-prender? ¿No era esa también la ma-nera de Cortázar de vivir las ciuda-des? No me cabe duda alguna de que, como dice David Le Breton, caminar es a ve-ces un rodeo para reencontrarse con uno mismo. No se trata de ejercer una suerte de actividad predatoria de las calles que uno atraviesa, sino de sen-tirte a ti mismo en esa acción indivi-dual. No descubro nada con estas pa-labras. Hay un placer, y me atrevo a de-cir que mientras camino en realidad lo que hago es escribir, percibo que en-tro en comunicación conmigo mismo.

Artes& Letras CV Libros Libros Artes& Letras CV

Miguel Herraez «Julio Cortázar era excepcional por su ausencia de egolatría»

Victor Hugo El giganteTERESA GALLEGO

Araíz del estreno reciente de una película musical basada en la trama argu-mental de la novela Los mi-serables ha vuelto a pro-

nunciarse con cierta frecuencia el nombre de Victor Hugo. Aunque sea un escritor harto conocido, de esos que se incluyen en la categoría de los clásicos, entra dentro de lo posible que, en los tiempos actuales, sea su nombre más conocido que su obra, o más bien, que la fama de su nombre no se corresponda con la lectura de su obra. Y no porque no se haya tra-ducido. El Repertorio bibliográfico de traducciones de Victor Hugo de Fran-cisco Lafarga (PPU, Barcelona, 2002) recoge no menos de 200 títulos edita-dos en España desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, entre nove-la, teatro, poesía, fragmentos y extrac-tos, antologías, adaptaciones, seis to-mos de Obras Completas (traducción de Jacinto Labaila, Terraza, Aliena y Compañía, Editores, Valencia, 1886-1888) y varios tomos de obras selec-tas. Como algunos de esos títulos se han traducido repetidas veces, el nú-mero de libros que llevan o llevaron el nombre de Victor Hugo en portada pasan de 650 y la lista de traductores, adaptadores y prologuistas suma 241.

Producción ingente Es bien sabido que la obra de Victor Hugo es ingente. Y abarca, como aca-bamos de decir, todos los géneros: poe-sía, novela, teatro, escritos políticos… El lugar que ocupa en todos los ámbi-tos, literario, artístico (no olvidemos que también era pintor y dibujante), político, ético, es avasallador. Impul-sor e intérprete de todos los movi-mientos avanzados de su época, tan-

to literarios cuanto sociales, defensor ardiente de los valores de la Revolu-ción y la República tras una juventud legitimista, motor de la explosión del Romanticismo, luchador desde muy joven en contra de la pena de muerte, precursor en alguno de sus libros de versos del simbolismo pero también ternísimo poeta lírico y grandioso poe-ta épico, resuelto enemigo de Napo-león II (lo que le valió largos años de exilio), revitalizador de la herencia de la Edad Media, en sus nove-las, avasalladoras por las dimensiones y la fuer-za, no hay tema que no toque. Erudito y omnipresente, diserta sobre la lengua, la His-toria, la arqui-tectura, la reli-gión, las injusti-cias sociales, la educación de los niños, la condición femenina, el presidio, la pena de muerte, sin de-jar por ello de regalarnos una trama apasionante que rebosa de per-sonajes, muchos de los cuales se han convertido en arquetipos…

Y hallamos también en ellas sus dos grandes obsesiones: Francia y Pa-rís. Baudelaire dijo de él que lo exce-sivo y lo inmenso eran el terreno de Victor Hugo. Excesiva e inmensa era su capacidad de trabajo, su capaci-dad para abarcarlo todo. Excesiva su personalidad, que también lo abar-caba todo, incluidas las contradiccio-nes: generoso, pero ególatra; raciona-lista y descendiente de la Enciclope-dia pero, en algunas temporadas de su edad madura, entusiasta del espi-ritismo; marido y padre amantísimo, pero mujeriego hasta su muerte; mo-

√ Nuevos horizontes «Cortázar me enseñó a ver la vida de un modo distinto a cómo nos la contaban en esa nebulosa del tardofranquismo»

Azar «Él sostenía que nuestro transcurrir cotidiano estaba mediatizado por imprevistos que no tenían que ver con la casualidad sino con mecánicas transversales»

Dos ciudades «Buenos Aires representó para Cortázar la apertura al mundo y la configuración de una idea de lo que es la vida. Caminar por París significó para él caminar hacia adentro, ensanchar su vivencia interior»

ABC Un instante del musical «Los Miserables», que se representará en Valencia en noviembre

Cortázar a finales de los cincuenta

Dos ciudades en Julio Cortázar

Miguel Herráez Editorial Alrevés (Barcelona, 2013) 205 páginas

Si, además, uno camina por París, que es lo que tuve que hacer para armar este libro, o por Buenos Aires, el gozo es extremo. Las temporadas que paso en París por razones de investigación, en ocasiones hago recorridos diarios de doce o quince kilómetros. No se tra-ta de lograr conocimientos mientras cruzas París, sino de obtener viven-cias. No comprendo a los turistas que antes de salir del hotel se hacen un lis-

ABC «Dos ciudades en Julio Cortázar» es el quinto libro que Herráez publica sobre el escritor porteño

Mario Benedetti. Igualmente me ha in-teresado la literatura fantasmática, sobre la que publiqué una antología años atrás. Sobre todo, los narradores ingleses en la línea de M. R. James. ¿Por qué Cortázar? Es un autor que descu-brí en la adolescencia, alguien que me enseñó a ver la vida de un modo dis-tinto a cómo nos la contaban en aque-lla nebulosa que fue el tardofranquis-mo. Siempre me acompañó. Recuerdo que el primer cuento suyo que leí fue Los venenos. A través del testimonio de personas como su viuda Aurora y su amigo Julio Silva confirmé que Cor-tázar fue una persona excepcional, por su ausencia de egolatría. ¿Qué es lo primero que le pregunta-ría si tuviera la oportunidad de en-trevistarlo ahora? Le preguntaría por sus años de docen-te en San Carlos de Bolívar y en Chi-vilcoy, pues, aunque hay bastante do-cumentación epistolar suya de esos años, es una época que me resulta in-teresante, dado que es un tiempo en el que él todavía ignora lo que le espe-ra de cambio brusco cuando se tras-lade a París a principios de los años cincuenta. Es el período del primer Cortázar, el del autor aún inédito.

nárquico y legitimista ferviente a los veinte años y socialista a los setenta y propulsor de unos Estados Unidos de Europa. Influyó poderosamente en su época y, al tiempo, evolucionó con ella. Su siglo y él se fueron cons-truyendo mutuamente.

Traducciones y censura Por esa misma inmensidad es por lo que decíamos al principio que quizá en la actualidad sea mucho mayor la repercusión del nombre del escritor que la lectura de sus obras, sobre todo si tenemos en cuenta que buena par-te de ellas han dejado de editarse y cuesta encontrarlas. Adolecen ade-más algunas de esas traducciones (y no por falta de dedicación de los tra-ductores) de fallos e incorrecciones, e incluso de cortes, debidos algunos

a la censura que, en el caso de Los Miserables alteran la

intención del autor múl-tiples veces en la tra-

ducción más edita-da hasta ahora y debida a Nemesio Fernández Cues-ta en el XIX.

La nueva tra-ducción que Alian-

za Editorial publi-cará en este año, y a

la he dedicado más de dos años de trabajo, re-

media, entre otras cosas, esos cortes e inexactitudes que, insis-

to, no pueden reprocharse a los tra-ductores, que contaron con menos fa-cilidades de investigación y vivieron en una sociedad con más coerciones.

En este año en que Victor Hugo y una de sus novelas fundamentales están teniendo esa presencia cine-matográfica, querría animar a los lec-tores, y en especial a los más jóvenes, a sumergirse en la lectura detenida de Hugo. Puedo asegurarles que no quedarán decepcionados. Hugo cum-plió años, y muchos, sin envejecer y su entusiasmo, su confianza en el progreso y en un futuro mejor y su entrega a la batalla contra la injusti-cia no ha perdido vigencia en modo alguno.

Teresa Gallego,

Premio Nacional de Traducción y

experta en Victor Hugo, contextualiza la

figura del autor francés con vistas al

estreno de «Los Miserables» en

Valencia