cultura y subjetividad

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INDICE 1. INTRODUCCIÓN 2. CULTURA Y COGNICIÓN 3. CULTURA Y EMOCIÓN Etimología del término emoción Introducción Dimensiones de las emociones Clasificaciones de las emociones Perspectiva socioconstructivista de las emociones Factores socioculturales que predicen la experiencia subjetiva de las emociones Diferencias culturales en la expresión verbal y no verbal de las emociones El amor y la cultura Emoción y enfermedad (la neuropsicoinmunología) 4. CULTURA E IDENTIDAD PERSONAL Teorías sobre la identidad personal La identidad narrativa El proceso de individuación y la gestión relacional del sí Las esferas de la identidad personal Las tensiones existenciales 5. CONCLUSIONES 6. BIBLIOGRAFÍA

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el dialogo entre lo de dentro y lo de fuera

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Page 1: Cultura y Subjetividad

INDICE

1. INTRODUCCIÓN

2. CULTURA Y COGNICIÓN

3. CULTURA Y EMOCIÓNEtimología del término emociónIntroducciónDimensiones de las emocionesClasificaciones de las emocionesPerspectiva socioconstructivista de las emocionesFactores socioculturales que predicen la experiencia subjetiva de las

emocionesDiferencias culturales en la expresión verbal y no verbal de las

emocionesEl amor y la culturaEmoción y enfermedad (la neuropsicoinmunología)

4. CULTURA E IDENTIDAD PERSONALTeorías sobre la identidad personalLa identidad narrativaEl proceso de individuación y la gestión relacional del síLas esferas de la identidad personalLas tensiones existenciales

5. CONCLUSIONES

6. BIBLIOGRAFÍA

Page 2: Cultura y Subjetividad

INTRODUCCIÓN

Cada cultura y cada sociedad poseen su propia racionalidad y coherencia, desde las

que interpretar sus costumbres y creencias.

F. Boas

Tanto la cultura como la cognición son dependientes e influyentes entre ellas. Así, lo

que pretendemos con este trabajo es plasmar como las mentes y las vidas humanas son

un reflejo de la cultura en la que se desarrollan y cómo la condición humana queda

reflejada en el mundo simbólico y narrativo de la cultura. Nos gustaría demostrar la

importancia de que, tanto la acción como la experiencia psicológica necesitan ser

contextualizadas, aunque también debemos ser conscientes de que no todo está sujeto a

un contexto. Pero aún así, esto les dota de sentido y realidad, no solo para la sociedad o

civilización donde se viven y experimentan, sino para aquellos que lo observan desde

fuera. Observación que, por otra parte, no debe de dejar nunca de ser respetuosa con lo

que no puede entender. Ya que es aquí donde radica el talento humano para la

convivencia en paz, tanto dentro de nuestra propia cultura como fuera de ella y respecto

a otras que difieren a la propia.

Así, hemos abordado este trabajo teniendo en cuenta aspectos cognitivos, emocionales y

personales que se retroalimentan en la cultura, y que adquieren sentido en ella.

Intentaremos comprender una de las trinidades humanas de las E. Morin(2001) nos

habla: cerebro, cultura y mente.

Page 3: Cultura y Subjetividad

CULTURA Y COGNICIÓN

En relación a ambos conceptos se han propuesto diferentes preguntas, que al menos

pueden servir de reflexión: “¿difieren los procesos cognoscitivos de la gente qué se ha

criado en ambientes culturales distintos?”, “¿hay diferencias culturales en los procesos

cognoscitivos?”.

Los psicólogos han puesto toda su intención en investigar las relaciones entre cultura y

cognición y, a su vez, las diferencias que entre las diferentes culturas se pueden dar si

tenemos en cuenta los procesos cognoscitivos.

En cuanto al término cognición, se ha llegado con más facilidad a cierto acuerdo entre

investigadores. Pudiéndose definir como “el conjunto de procesos a través de los cuáles

el hombre adquiere, transforma y utiliza información acerca del mundo que le rodea”.

Pero, en lo referente al término cultura existen grandes variaciones definitorias y no se

ha logrado llegar a un acuerdo consensuado o lo que es lo mismo, a una definición

universalmente aceptada. Con lo que se ha preferido enfocar la atención a fenómenos

sociales de la cultura, que se puedan seleccionar como importantes etiológicamente, es

decir, como relevantes en el estudio sobre las causas de la enculturación.

Psicólogos como Lewis Morgan, consideraron como variables o fenómenos sociales

importantes en la cultura, algunos indicadores: medios de subsistencia, instituciones

gubernamentales, la familia o la propiedad. Pero esto solo definía el cambio cultural,

pero no lo que es en si la cultura. Otros investigadores, han resaltado factores

socioculturales, como “posibles mecanismos causales de ciertos fenómenos”, como por

ejemplo son: la lengua, la urbanización, las instituciones de educación formal y la

alfabetización.

En lo referente a la lengua, consideramos que el lenguaje es un símbolo en sí mismo y

que la comunicación puede ser interpretada de manera diferente dependiendo de la

cultura a la que se pertenezca, pues “el significante se crea y el significado se aprende”.

Por lo tanto, aparecería la cuestión del relativismo cultural, referida por Malgesini y

Giménez, donde explican que debemos tener la capacidad de considerar las creencias y

costumbres de los otros pueblos desde el contexto de su cultura, más que desde la propia

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y que, cada cultura y cada sociedad poseen su propia racionalidad y coherencia desde

las que interpretar sus costumbres y creencias.

La lengua es, de alguna forma, lo que determina el marco de pensamiento y el marco de

percepción del mundo.

Pondremos un ejemplo dicho en clase de manera breve, que trata de cómo los

Tahitianos, al no poseer en su vocabulario la palabra pena ni nostalgia, ante un conflicto

que implicase dichos sentimientos no podían elaborarlos. Por ello, muchos tahitianos

recurrían al suicidio, al no ser capaces de elaborar este sentimiento. La hipótesis de este

estudio fue: que si los tahitianos hubiesen tenido esta palabra, se podría haber trabajado

el problema, porque existiría un concepto para definirlo.

Debemos hacer un pequeño apunte para no caer en el error de que, compartir la misma

lengua, suponga concebir de igual manera el mundo. Pues no hablamos de lingüística,

sino de psicología, mientras que el uso que se hace de la lengua, si es más lingüístico y

cultural.

Esto, por otra parte, creemos que nos lleva de manera irreductible a pensar que cada

individuo interpreta en base a su experiencia y que esta experiencia a su vez está

mediada o influenciada y es dependiente de la enculturación de las personas. Por lo

tanto debemos tener presente que la lengua, determina el pensamiento y la percepción

del mundo.

Queremos ilustrar esta idea con un ejemplo encontrado en la introducción del libro

“Cultura y Pensamiento” de los autores Michael Cole y Sylvia Scribner (Pág.3). “Los

indios Kamakura no hacen distinción alguna entre el azul y el verde; las manchas de

uno u otro color se designan con la misma palabra, la cual significa literalmente “color

de periquillo” (Werner, 1961, pág. 284). Esto se considera prueba de que esta gente se

caracteriza por una “construcción conceptual difusa” en lo que a conceptos de color se

refiere.” Por ello los autores del libro se han hecho la lícita pregunta de: “¿Hasta qué

punto es correcto hacer deducciones por un acto sobre las actitudes propias de esa

cultura?...si nuestro interés real radica en el proceso cognoscitivo en que se basa la

acción.”

Page 5: Cultura y Subjetividad

También debemos mencionar que incluso dentro de la misma cultura, al comparar

africanos alfabetizados y africanos analfabetos del medio rural, se encuentran

diferencias en la realización de ciertas tareas cognoscitivas. Lo que nos ha hecho pensar

que la educación, si podría ser una variable importante que influye de manera decisiva

en la diada cultura y cognición. Así, la cognición debe estar unida, por fuerza, a la

sociedad y a la cultura. En un niño, por ejemplo, cualidades como son la memoria, la

percepción y la reflexión son desarrolladas formando parte de su socialización y están

unidas a la actividad, comunicación y sociedad de la que forma parte. De esta forma, el

ambiente, hace que su experiencia se modele o se vaya formando por la cultura en la

que se desarrolla, cuyos significados y emociones están socialmente definidos. Y

volvemos una vez más a poner la lengua como ejemplo de fuerza social y herramienta

de cada persona para comunicarse y reflexionar. Y esto incluye la relación de los dos

grandes términos con los que estamos intentando trabajar, cultura y cognición.

Extraemos también del libro “Cultura y pensamiento” (Pág. 180), citado anteriormente,

unas líneas de Piaget e Inhelder (1969) que utilizan para describir el juego entre adultos

y que nosotras pretendemos utilizar como comparación con la cultura y la cognición:

“…hay una atención en común a las reglas, todas conocidas por los participantes;

todos están alerta para que las reglas se observen; y sobre todo hay un espíritu

colectivo de competencia honrada, de modo que mientras unos ganan otros pierden, de

conformidad con las reglas aceptadas.” La comparación aquí nos resulta adecuada

desde el punto de vista de que la cultura tiene unas normas o reglas comunes y

conocidas por su sociedad y esto es parte de la cultura de un pueblo. Esta sociedad que

está de acuerdo con estas reglas, se preocupa porque se cumplan. De aquí se va

formando, a través de la experiencia dentro de la sociedad, las cogniciones o

pensamientos que comparten y conforman una cultura.

Por su parte, Bruner, para intentar dar sentido al Yo como narrador, intenta aportar las

dimensiones temporal y evolutiva de la existencia humana. Ya que según Plot “la

narración es un proceso cognitivo que ofrece un sentido a los sucesos temporales,

identificándolos como partes de una trama”. Es decir, “las narraciones se expresan a

través de marcos cognitivos de interpretación de la realidad, proporcionando una

“escena” y una trama a un tema particular”. Bruner, ha tratado de ilustrar lo que ha

Page 6: Cultura y Subjetividad

llamado «Psicología Cultural», mediante el concepto del Yo y haciendo un recorrido a

través de la historia de esta Psicología Cultural.

En la época de William James (1842-1910), este ya proponía la existencia de un Yo

“extenso”, compuesto por la familia , los amigos, las posesiones…Mientras que autores

como Hazel Markus y Paula Nurius, presentaban al Yo como una colonia de yoes

posibles: “…algunos temidos y otros deseados,…aglomerados para tomar posesión de

un Yo actual.” Suponemos entonces que el Yo podría ser un compuesto de varios yoes

(como han supuesto estos autores), surgidos en diferentes situaciones. Compendio

cognitivo de experiencias, que sirven para entender y así poder organizar mejor tanto el

concepto que cada uno tiene de si mismo, como el concepto que de él tiene la sociedad.

En “La autobiografía y el yo”, Bruner (1990), nos propone en la lectura otras preguntas

importantes para la reflexión: ¿No es el Yo una relación transaccional entre un hablante

y un otro?, ¿no es una manera de enmarcar la propia conciencia, la postura, la identidad,

el compromiso de uno mismo con respecto al otro?

Justo en este punto, podemos entender entonces y tal como dice el texto que el Yo

“depende del diálogo”. Aunque desgraciadamente esto no se pudiera seguir estudiando

debido al afán de separación de ciencia y filosofía. Con lo que el yo se intentó estudiar a

través de pruebas de autoconcepto. Pero ¿no es esto un error reduccionista, sesgado y un

equivocado intento de fraccionar al Yo, siendo este un conjunto de experiencias

personales, sociales, históricas y culturales? En nuestra opinión solo se trata, como más

tarde también se explica en el texto, de intentar confirmar o dar validez a las hipótesis

que suponemos y que por tanto buscamos y queremos encontrar, pero trataremos este

tema más adelante,

Por otra parte, siguiendo los acontecimientos históricos nos encontramos con dos

movimientos diferentes: La Revolución Cognitiva, que se interesó por el tipo de ideas

personales que la gente utilizaba para dotar de sentido a si mismo y a aquello que le

rodeaba, a su mundo. Y un movimiento histórico, que en nuestra opinión resulta más

completo y razonable, pero también más difícil de abarcar, al no ser tan reduccionista.

En este movimiento, se intenta hacer entender que la acción humana no se puede

explicar por completo, ni mucho menos empíricamente, ni refiriéndose únicamente a

Page 7: Cultura y Subjetividad

factores intrapsíquicos, sino que esta acción necesitaba ser contextualizada y entendida

como una continuidad de hechos y vivencias a través de la historia y en esto ha de

existir tanto un bagaje cultural, como un acuerdo con os demás. Con lo que la

conclusión extraída es que la mente y el Yo, están dentro y forman parte de una

sociedad. Idea que creemos acopla perfectamente con la que se comenta de David

Perkins en el texto (Pág.107): “la persona propiamente dicha deba concebirse…no

como el núcleo puro y permanente, sino [como] la suma y enjambre de

participaciones”. Decantándose por un “Yo distribuido”, idea que intentaremos enlazar

a continuación con la noción del “Yo como narrador”. Surgida a finales de la década de

los setenta y principios de los ochenta y donde el Yo, forma parte de la historia narrada.

En “El género literario: una aproximación estructuralista al concepto de narración en el

construccionismo social”, cuyo autor es Luis Felipe Gutiérrez nos pareció muy

relevante la importancia que se le da en la lectura al Yo narrativo, que es consonante

con el distribuido (artículo que incluimos en los anexos). La reflexión que destacamos

del artículo es la siguiente, reflexión por otra parte en la que participan Bruner y

Gergen, como en el texto que hemos trabajado “La autobiografía del yo”.

Gergen, apuesta por la idea de que la saturación social es el detonante de la

fragmentación del yo. Afirmando que las comunidades pequeñas y con valores estables

se están sustituyendo por un entramado de relaciones humanas mucho más amplio. Con

lo que debemos ir más allá de un yo unificado, dando paso a un yo relacional. Y

enlazándolo con nuestro texto, en el que se expone que el Yo de Gergen es un “yo de

afuera a adentro”, frente al histérico “Yo desde el pasado hasta el presente”, este Yo de

afuera a adentro nos parece una idea más amplia y global para definir al Yo, pero sin la

exclusión de los yoes sociales y culturales, del yo personal, sino coexistiendo la

interrelación de todos.

Como conclusión y sin caer en la pretensión de tenerlo todo por leído, creemos que

tanto la cultura como la cognición son dependientes e influyentes entre ellas. Que a

nuestro entender evolucionan principalmente en un contexto abierto de diálogo, ya que

este ayuda al cambio, al progreso, al aprendizaje y a la transmisión de conocimientos.

Son preguntas y respuestas que permiten comprender la complicada evolución y

transmisión de la cultura y el pensamiento humano, de manera que cada vez se pueda

Page 8: Cultura y Subjetividad

hacer más amplio. Con lo cual no se puede fragmentar la experiencia del Yo como

cualidades, estados y procesos.

La cultura de una sociedad y la manera que tenemos de pensar y entender las cosas,

dejan de tener sentido si no se entienden globalmente y en contextos determinados,

dependiendo de la sociedad que se pretenda comprender.

Por otra parte, nos parece oportuno incluir algunos apuntes tomados en clase acerca del

tema de cultura y cognición. La conclusión del relativismo es que cada grupo cultural

determina la manera de pensar y esto solo lo podemos valorar desde dentro de una

cultura, ya que desde fuera solo adquirimos una posición etnocéntrica. Junto con la

crítica que estos hacen a los universalistas por su idea uniformadora. El relativismo

moral, plantea la posibilidad de “valores transculturales comunes”, que sirvan a todas

las culturas y que por ellos podamos comunicarnos, como por ejemplo puede ser la

autenticidad. La gran cuestión es quién define estos valores, ya que los actuales son

predominantes de la cultura occidental. Con lo cual la idea defiende los valores

transculturales, pero éstos los impuestos en su día por una cultura dominante (lo que

creemos, no deja de ser etnocéntrico hasta cierto punto…). Por ello creemos que se

debería tener en cuenta construcción en la cual participasen todos, llegando a un

consenso, sin imposición y donde todo el mundo tenga algo que decir.

El multiculturalismo, es una expresión del relativismo, un ejemplo es EE.UU, cultura

anglosajona frente a los Afros y Latinos. En este caso, frente a una cultura anglosajona,

las otras deben tener la misma dignidad y el mismo valor. Esto puede tener una

contrapartida y es que dentro del multiculturalismo, se van haciendo grupos étnicos,

convirtiéndose en grupos uniformes y fuertes, con lo cuál surge la uniformidad, dentro

de lo relativo. Esto significa que no avanzaremos sino encontramos valores comunes en

estas culturas, en las que se ha formado el grupo multicultural inicial. Teniendo muy en

cuenta que la interacción genera conflictos y el gran desafío es gestionar esta situación,

porque a priori multiculturalmente se prioriza la diferencia y la distancia, con lo cual se

necesita que haya una tolerancia cultural. Esta tolerancia cultural no es suficiente para

los Interculturalistas, porque para ellos no basta con ser tolerante, ya que detrás de la

tolerancia puede esconderse la indiferencia y la impotencia. Por tanto y más allá de la

tolerancia estaría el “respeto activo”.

Page 9: Cultura y Subjetividad

Los hechos y conductas, son entendidos desde cada paradigma de una manera diferente,

¿pero quiere decir esto qué el conocimiento no puede ser comparable? Quizá podríamos

establecer un conocimiento que fuera un poco más allá y que tuviera cosas en común.

Esto en definitiva es lo que permite el avance de la ciencia. La sofisticación del diálogo,

que permite el entendimiento de los diferentes paradigmas y por ende es lo que debería

ocurrir con la comunicación entre las diferentes culturas.

Finalmente el Relativismo, ha jugado un papel muy importante, aunque no suficiente. Y

el multiculturalismo, no se puede presentar como una solución, sino como una

aspiración, que permite construir valores transculturales, pero con la participación de las

diferentes comunidades. Donde participen todos aquellos que forman parte de la

construcción. ¿Estamos determinados entonces por la cultura? La respuesta es si, pero

solo de manera relativa. Ya que somos capaces hasta de distanciarnos de nuestra propia

cultura.

CULTURA Y EMOCIONES

En estas últimas décadas ha habido escasos intentos de clasificar las culturas partiendo

del tratamiento y socialización que dan las emociones. Muy pocos trabajos

antropológicos se han interesado en construir una Teoría Cultural de las Emociones y es

en este sentido que la actual Psicología Cultural-Evolutiva está labrando el terreno para

entrever como se influencian en el proceso de enculturación las emociones con la

cultura.

Etimología del término “emoción”

Alguna idea inicial acertada sobre la naturaleza de las emociones humanas puede

extraerse de la propia etimología del término. Nuestra palabra "emoción" proviene del

latín emotional, que significaba "acto de remover"; y del verbo emotio, que venía a

significar "alejarse" y "moverse". De ahí los juegos de palabra ingleses actuales que

parten de la raíz motion, moverse y emoción a la vez. Para nuestros ancestros latinos,

pues, la emoción tenía algo que ver con el movimiento, con la acción.

Page 10: Cultura y Subjetividad

Introducción

La antropología define del modo siguiente las emociones: “Las emociones son la matriz

sobre la que se mueve la vida social, son tipos básicos de conductas relacionales sobre

las que se da la comunicación necesaria para crear los diversos mundos culturales.”

Con las emociones el problema es que, sabiendo que se trata de señales que alimentan y

son alimentadas a su vez por la vida en sociedad ¿qué estuvo antes, la expresión

emocional como señal o la vivencia subjetiva de cada emoción, tal vez aun inexpresada?

De ahí la importancia que debe dar la antropología y la psicología al proceso de

enculturación de las emociones básicas. Así pues, la forma de expresar las emociones

depende en muy buena parte del proceso de socialización recibido pero ¿y la vivencia

subjetiva emocional? ¿Cuánto de ello adquirimos con los valores sociales y cuánto es

connatural en el hecho de ser humano? De nuevo nos hallamos en el límite sistémico de

la vida humana, donde la biología y la cultura se entrelazan de forma (casi) inseparable.

Las culturas modelan y educan las emociones por medio de los ritos y de los mitos. En

especial de los ritos. La existencia de la vida ritual constituye la columna vertebral de

las sociedades no occidentales y, si seguimos las propuestas el algunos teóricos, los ritos

también son el centro de las actividades cotidianas más repetidas en la vida occidental.

El verdadero rito en acción sirve de marco para realizar pactos sociales y, a la vez, como

estructura para vivir profundamente las emociones y educarlas. El proceso que cada

colectivo usa para educar las emociones básicas de los recién llegados y, a la vez,

enseñarles a sentir y a expresar sentimientos culturalmente codificados, es un punto

nuclear para comprender los factores esenciales del orden sistémico que es cada

sociedad. Las emociones constituyen la red sobre la que se conforma la vida social.

Entrando en campos propiamente antropológicos, también sabemos de la incuestionable

relación que existe entre la tradición oral de transmisión de conocimientos, ciertos

patrones culturales específicos y la forma de vivir las emociones. La memoria está muy

ligada a las emociones y las personas socializadas en una tradición oral reviven las

emociones como guión mnemotécnico de los aconteceres que sucedieron en su vida. Es

decir, no recuerdan los hechos del pasado en abstracto, como haría un occidental, sino

que sus asociaciones son de carácter eminentemente emocional. Para recordar con

detalle algún evento pasado, evocan su mundo interior y reviven las emociones

Page 11: Cultura y Subjetividad

asociadas a ello. A través de los cambios emocionales es como los pueblos de tradición

oral pueden reconstruir los hechos en su mente.

Dimensiones de las emociones

Sabemos que las emociones son procesos mentales y físicos abiertos, muy complejos y

básicos en nuestras vidas. Sabemos que tienen: una dimensión fisiológica (ciertas

emociones suben o bajan la presión arterial, estimulan las glándulas sudoríferas y los

lagrimales, actúan sobre el sistema hormonal, etc.), que tienen una dimensión

psicológica (la vivencia que cada uno tiene de sus emociones), sabemos también que

tienen formas de expresión individual consecuencia de la estructura de personalidad, y

también sabemos que tienen una dimensión cultural resultado y causa a la vez del

proceso de enculturación recibido. Los biólogos admiten que las emociones tienen un

papel decisivo en la organización de las conductas y que están regidas por un sistema

químico autónomo dentro de nuestro cuerpo, sistema tan complejo como el nervioso y

que se comunica por medio de las macromoléculas denominadas péptidos. Parece que

cada péptido se encarga de transmitir un tipo específico de emoción en combinación con

el entrenamiento facilitado por la cultura que estimula o inhibe ciertas vivencias y

formas expresivas. Es decir: las emociones nos afectan completamente tanto a través de

la biología como de la cultura; mejor dicho, es en ellas que la cultura y la biología se

entrelazan de forma de forma inseparable.

Clasificación de las Culturas según sus emociones características

Algunos de los pocos casos mencionables como precursores de una antropología de las

emociones son la antropóloga anglosajona Ruth Benedict quien, en su obra El

crisantemo y el sable, propuso dividir los pueblos en Culturas de vergüenza y Culturas

de culpabilidad.

Cultura de vergüenza : Los griegos clásicos y la mayoría de los pueblos indígenas

americanos son ejemplos de Culturas de vergüenza. En ellas, todo lo que expone a un

hombre al desprecio o a la burla de los demás es vivido como algo insoportable,

Page 12: Cultura y Subjetividad

llegando incluso a propiciar el suicidio. Justo lo contrario de lo que sucede hoy, por

ejemplo, con la mayoría de nuestros políticos quienes sobreviven impermeables al

desprecio y a las burlas de sus ciudadanos. No sienten vergüenza de sus actos a pesar de

que puedan ser objeto de la repulsa de muchos de sus conciudadanos. Esto sería la

causa, siguiendo la propuesta de E.R. Dodds, de que estas sociedades de la vergüenza

acabaran proyectando en la intervención divina tanto los casos de fracaso moral - tal

podría ser la pérdida de dominio sobre uno mismo, por ejemplo- como también todos

aquellos eventos externos que incitaban a la burla ajena - cual sería un mal negocio o

una batalla perdida. Los dioses habrían sido los causantes de tales actos vergonzosos y

el ser humano solo era un juguete en sus manos.

Cultura de la culpa: En otras sociedades, en cambio y según R. Benedict, el tono

dominante es el sentimiento de culpa, son las Culturas de la culpa. El cristianismo es el

ejemplo más cercano que tenemos ya que este propone como emoción ideal el amor, la

fraternidad y la plenitud del gozo de vivir, pero el sentimiento real en el que encultura a

las sociedades crecidas bajo sus nubes es el de la profunda culpa creada por los judíos y

transmitida a través del proceso primario de socialización. El miedo a la culpa y al

castigo subsiguiente dominan el cielo cristiano.

R. Benedict redefinió, por otro lado, la propuesta de Nietzsche que acotaba una

dicotomía entre los dionisíacos y apolíneos, de la siguiente forma:

En su opinión, los pueblos dionisíacos consumían psicotropos y eran buscadores de

experiencias emocionales límite, descontroladas. En cambio, las sociedades apolíneas

apostaban por la norma fría, seguían el dictado de sus patrones altamente formalizados

relegando a unos pocos especialistas, a chamanes y locos, la experiencia extática.

Otro antropólogo que en 1992 diferenció tipos de sociedades según las emociones que

las caracterizaban fue Boas. Este afirmó que una diferencia importante entre las

sociedades orales y las industrializadas era que las primeras parecían organizar su

mundo a partir de asociaciones emocionales, en tanto que los modernos pueblos con

escritura parecen crear su mundo a partir de asociaciones lógico-racionales.

Perspectiva socioconstructivista de las emociones

Desde la Psicología Social y Cultural se definen las emociones como constructos

sociales y probablemente sea esta definición la perspectiva más prometedora de cara a

Page 13: Cultura y Subjetividad

entender adecuadamente que son las emociones y qué papel juegan en nuestras vidas e

incluso en nuestra propia constitución como sujetos ( Ovejero, 2000 ).

En cualquier caso, los estudios interculturales de las emociones, siendo muy

interesantes en muchos aspectos, presentan varias y serias dificultades debido a otras

razones añadidas:

Primera razón: los diferentes componentes de las emociones no son independientes. Las

diferencias encontradas en que se produzca un componente tienden a llevar consigo

diferencias en otros componentes y en todo caso quizá, esperar consecuencias en otros

más.

Segunda: las diferencias culturales en el curso de las emociones pueden ser debidas a las

diferencias en las valoraciones secundarias o posteriores. Existen evidencias que

sugieren que las culturas varían en sus creencias sobre cuales emociones son más

significantes o reveladoras, sobre qué emociones son buenas o malas, y qué emociones

son apropiadas a unos roles sociales particulares o a un determinado entorno social

( Ellsworth, 1994).

Tercera: Las emociones en realidad representan las transaciones/operaciones con el

medio. Una evaluación de la situación como algo que ha sido modificado puede anular

o cambiar la valoración inicial.

Aunque la información disponible no es suficiente y aún cuando hay algunos datos

relativamente incoherentes, se tienen algunas conclusiones claras:

Por ejemplo, en las culturas más colectivas, las personas sienten y expresan emociones

hacia los demás ( simpatía y empatía ), más que los de culturas individualistas , quienes

por el contrario, sienten y expresan emociones hacia ellos mismos (enfado y orgullo).

En primer lugar el comportamiento depende de la situación y en un segundo lugar, estas

variadas situaciones dependen de factores culturales en gran medida. Lo que es más, la

psicología cultural reconoce que los procesos psicológicos ( personalidad, emociones,

motivaciones, inteligencias, etc..) no estan influenciados por la cultura, pero que estos

estan construidos por la cultura, y al mismo tiempo que es la personalidad y el

comportamiento que crean la cultura. Esto explica la imposibilidad de estudiar ambas

cosas separadas: personalidad y cultura, o emoción y cultura deberían estudiarse juntas

como una dinámica de mutua constitución ( Kitayama & cols., 1997).

Page 14: Cultura y Subjetividad

Factores socioculturales que predicen la experiencia subjetiva

emocional

Desde el departamento de Psicología Social de la Universidad del País Vasco se ha

llevado a cabo una síntesis de seis estudios en los que se relaciona autoinformes

emocionales ( balanza de afectos o placer-displacer e intensidad emocional) con las

características socio-económicas, ecológicas y culturales de naciones ( dimensiones de

Hofstede: Individualismo-Colectivismo, Masculinidad-Feminidad, Evitación

Incertidumbre y Distancia de Poder).

El meta-análisis muestra que la distancia de poder y la evitación de la incertidumbre

tienen un efecto significativo y homogéneo y un tamaño de efecto medio con la

experiencia emocional displacentera. El individualismo muestra una asociación positiva

no homogénea con las emociones placenteras. Los análisis mutlivariados señalan que la

distancia de poder se relacionan con la menor deseabilidad social e intensidad de las

emociones positivas y negativas. Los resultados apoyan la asunción de que las culturas

con alta distancia de poder desenfatizan la experiencia emocional por medios

normativos. La evitación de la incertidumbre tiene una asociación positiva con la

intensidad emocional. La asunción de Hume que plantea que los efectos del clima sobre

la experiencia emocional desaparecen cuando se controlan los efectos de los factores

sociales y culturales es apoyada por los resultados de dicha investigación.

Diferencias culturales en la expresión verbal y no verbal de las

emociones

Cuando se analiza la relación entre las dimensiones culturales y la expresión verbal y no

verbal de las emociones: alegría, cólera/enfado y tristeza se confirma que las culturas

asiáticas presentan un sistema de regulación emocional más fuerte o marcado que los

otros grupos culturales estudiados. Además, estas sociedades asiáticas presentan menos

diferencias de género.

La dimensión cultural que mejor predice la baja expresividad verbal y la no expresión

verbal emocional es la masculinidad cultural. La expresión emocional en las culturas

Page 15: Cultura y Subjetividad

con alta distancia de poder se caracteriza por el respeto y la diferencia. Asimismo, esta

dimensión predice la baja expresión verbal de las emociones negativas. Por otra parte, la

evitación de la incertidumbre no está asociada generalmente a la alta expresividad

emocional.

Finalmente se ha corroborado que comunicar buenos sentimientos/emociones a otras

personas es más típico de países colectivistas y con alta distancia de poder.

Cultura y problemática del género en la adolescencia: resultados de

estudios en emociones

Las diferencias de género en el proceso emocional de compartir o comunión social y de

rumiación mental se investigaron en dos estudios interculturales con adolescentes

(N=555 y 251), orientados a examinar como las diferencias de género actuaban en

diferentes culturas.

Este estudio fue llevado a cabo por la Universidad de Paris X, que investigó a

adolescentes pertenecientes a tres culturas: India, immigrantes India e Inglesa. Se

encontró que las mujeres iniciaban más el proceso de comunión social o de compartir

sobre las emociones, compartían más sobre sentimientos y manifestaban más los efectos

beneficiosos relacionales de compartir más sus emociones.

Las mujeres también declararon un mayor impacto y mayores niveles de pensamiento

repetitivo o rumiación emocional que los hombres. El estereotipo femenino de mayor

emocionalidad, sorprendentemente, concordó con los datos en la cultura individualista

más que la cultura colectivista, resultado que refuerza junto a otros la hipótesis que las

diferencias de género y las diferencias culturales no pueden ser explicadas por las

mimas dimensiones psicológicas ( Singh-Manoux, 2000).

El amor y la cultura

La gran relación existente entre el amor y la cultura. Cada sociedad genera una

determinada ideación sobre la importancia y naturaleza del amor y, desde luego, no se

trata ni de una emoción universal ni de una noción intelectual. El amor - sea lo que sea

que se entienda con este término- puede concebirse como algo de valor, puede ser

Page 16: Cultura y Subjetividad

entendido como una emoción religiosa, como una atracción profana, como objeto de

consumo y de intereses asociados, como... En algunas sociedades se entiende el amor

con lo que podríamos denominar con un genérico "emoción espiritual", en tanto que en

otras es entendido como algo más carnal; e incluso el enamoramiento es interpretado

como enfermedad en diversas otras culturas (FERICGLA, 1997 y 2000). Los orientales,

en especial la cultura japonesa, afirman que los occidentales damos demasiada

importancia al amor romántico, que no ocupa un lugar tan central como el que le damos

en nuestras culturas. En cambio, en el mundo tradicional persa se daba tal importancia a

este sentimiento que se decía que las personas tenemos un camino fijado desde que

nacemos y que tan solo el amor o la muerte nos desvían de tal camino.

Todavía hay un largo etcétera más que podría incluir el amor y el desamor como

justificación, en ciertas sociedades, de actos violentos, suicidios, desajustes en sus

prácticas cotidianas, locuras pasajeras o sacrificios espléndidos y altruistas. O en otras

sociedades se observa simplemente la inexistencia de algún comportamiento,

culturalmente consensuado, asociado a lo que en castellano entendemos por amor. Todo

ello ilustra un campo de investigación antropológica de primera magnitud que aun está

por explorar.

Emoción y enfermedad ( La psiconeuroinmunorología)

emociones + cultura/religiones....... → bienestar

→ malestar

Si las emociones pueden curar o enfermar, y resulta que la cultura se conforma y

se construye con patrones concretos de emociones, ¿podríamos afirmar que

existe también una relación más o menos directa entre CULTURA y CUERPO?

La Psiconeuroendocrinoinmunología es considerada por muchos el paradigma de la

medicina del futuro. Estudia la relación entre la psiquis, el sistema nervioso, el sistema

inmune y el sistema endocrino, y ofrece nuevos abordajes para cambiar la forma en que

las personas percibimos el mundo.

Page 17: Cultura y Subjetividad

El modelo biopsicosocial propone que factores psicológicos y sociales, entre ellos la

cultura, pueden tanto proteger a una persona de la enfermedad como aumentar la

susceptibilidad a ella.

Examinar ideas, creencias y sentimientos resulta una experiencia de cambio de vida. Las

neurociencias han dado origen al concepto de neuroplasticidad, que no es otra cosa que

la habilidad natural del cerebro para formar nuevas conexiones.

Cada día aparecen más datos que permiten afirmar, sin lugar a dudas, la existencia de

profundas relaciones entre el cáncer y el sistema endocrino (donde residen

principalmente las emociones); entre el estrés, las depresiones emocionales y el sistema

inmunitario (a mayor estrés, menor eficacia inmunológica); entre las alergias físicas,

hasta ahora atribuidas de forma genérica al polen primaveral, y las fobias o miedos

psicológicos, y un largo etcétera más que hoy constituye el interesante objeto de estudio

de la psicoinmunología.

Muchos científicos han llegado a observar que son las emociones las que unen la mente

y el cuerpo. Esta visión más holística complementa la visión reduccionista,

expandiéndola en lugar de reemplazarla, y ofrece una nueva manera de pensar acerca de

la salud y la enfermedad.

CULTURA E IDENTIDAD PERSONAL

No son pocas las definiciones que han aportado diversos autores respecto al concepto de

la identidad personal. No obstante, la mayoría coinciden en que dicho concepto es lo

más íntimo y propio de cada uno de nosotros y que la formación de ésta es un proceso

de naturaleza social.

No obstante, no es tarea fácil analizar y localizar cada una de las variables que entran en

este proceso debido a su gran complejidad, a pesar de ello, y teniendo en cuenta su

naturaleza social, podemos afirmar que la cultura es una éstas variables determinantes

en la formación de la identidad personal de cada individuo.

Para Berger & Luckmann (1998), la identidad es un elemento clave de la realidad

subjetiva y, como toda realidad subjetiva está en relación dialéctica con la sociedad. La

Page 18: Cultura y Subjetividad

identidad pues, se forma a partir de unos procesos sociales y son, éstos mismos, los que

ha su vez la preservan, la modifican o la transforman.

Víctor Frankl (1962), propone que la búsqueda del sentido de la vida constituye una

fuerza primaria, no una “racionalización secundaria” de sus impulsos instintivos, de este

modo, para él, la identidad es el motor que impulsa al hombre a actuar, a sentir, y que le

dota de un concepto unificado del mundo y de sí mismo.

Si fusionamos estas dos aportaciones podemos llegar a la conclusión de que, si bien la

formación de la identidad es una construcción social, lo que impulsa este proceso forma

parte de la esencia natural humana, de la necesidad que sentimos por los otros, que nos

empuja a entrar en esta dialéctica.

Los procesos sociales que intervienen en la formación de la identidad, y en su

preservación, vienen determinados por la estructura social y viceversa, las identidades

creadas por la interrelación entre organismo, consciencia individual y estructura social,

repercuten en la estructura social, preservándola, modificándola, transformándola a su

vez.

Así, si tenemos en cuenta esta dialéctica, podemos conseguir no caer en la noción

engañosa de las “identidades colectivas”, ni en la singularidad y unicidad absolutas de

cada existencia individual. (Berger & Luckmann, 1998).

Teorías sobre la identidad

Si hablamos de las teorías de la identidad como fenómeno social, podemos hablar de

“psicologías” que incluirían cualquier teoría con pretensiones de explicar el fenómeno

empírico de la identidad de manera global. Bruner (1990) denomina a estas

“psicologías” como “psicología popular”.

Las teorías sobre la identidad son una parte de las interpretaciones más globales de la

realidad. Por ello, lo primero que tenemos que hacer es ver cuál es la lógica subyacente

de tales interpretaciones. De esta forma, la aparición de las “psicologías” introduce una

nueva relación dialéctica entre la identidad y la sociedad: la relación existente entre la

Page 19: Cultura y Subjetividad

teoría psicológica y aquellos elementos de la realidad subjetiva que se propone definir y

explicar.

Esto implica que las diferentes “psicologías populares” más que adecuadas o no en un

contexto empírico, lo son en tanto esquemas interpretativos explicables. Es en este

punto donde la cultura y la socialización que se desarrolla en ella obtienen una gran

importancia en la formación de la identidad personal de cada individuo. De esta forma

podemos entender que la dialéctica de la que venimos se da en la capacidad que tienen

estas psicologías de crear realidad.

Cuando una determinada psicología se implanta socialmente y es aceptada como una

interpretación adecuada de la realidad objetiva (o común), el proceso de interiorización

es más rápido, pues está relacionado con la realidad interna, y al mismo tiempo su

interiorización tiene muchas probabilidades de ir acompañada de una identificación y

contribuir automáticamente a la formación de la identidad. Es decir, nuestra manera de

ver el mundo es inseparable de nuestra forma de ser y conocer.

Así, Bruner (1990) comenta que las vidas y los Yoes que construimos, son el resultado

de este proceso de construcción de significados y por lo tanto de narración. Además,

hay que tener en cuenta que estos Yoes, no son núcleos aislados de conciencia

encerrados en nuestras cabezas, sino que se encuentran distribuidos de forma

interpersonal.

Tanto E. Morin (2001) como Bruner (1990) afirman que la Psicología Cultural pretende

mostrar cómo las mentes y las vidas humanas son reflejo de la cultura y de la historia

tanto como de la biología y los recursos físicos. No existe una sola “explicación del

hombre”, ni biológica ni de otro tipo. Ni siquiera las explicaciones causales más

poderosas de la condición humana pueden tener sentido y plausibilidad sin ser

interpretadas a la luz del mundo simbólico que constituye la cultura humana.

De este modo, deberíamos tener en cuenta, sobre todo en nuestro ámbito, que la

integridad psíquica de una persona dependerá de las definiciones sociales que se hagan

de la realidad y de la propia integridad psíquica. Dependerá por lo tanto de las diferentes

“psicologías culturales”.

Page 20: Cultura y Subjetividad

La identidad narrativa

Los seres humanos somos contadores de historias.

De hecho, J. Gomá (2011) afirma que, la identidad del hombre, dependería de la

habilidad para crearse una narración creíble sobre el mundo que ilumine el sentido de la

existencia y otorgue a su vida un papel digno y significativo dentro del conjunto. Este

autor defiende el mito en la narración de nuestra propia identidad como un relato que

hace justicia a lo inaprensible de la condición humana. Pues según él, la mitología de

nuestra identidad personal satisface en nosotros la demanda de narraciones y colabora

con la obligada construcción narrativa de la realidad.

Además, en relación con las teorías que veníamos comentando antes, éstas pueden ser

consideradas más un ejercicio de narración -contar historias-, que de proposiciones

lógicas, apoyándose así en una poderosa estructura de cultura narrativa: historias, mitos,

géneros de literatura, etc.

En esta autobiografía, Bruner (1990), en su investigación sobre la narración como texto

y como modo de pensamiento constató algo curioso, pues esta autonarración es un

relato efectuado por una narrador en el aquí y ahora sobre un protagonista que lleva su

nombre y que existía en el allí y entonces, y la historia termina en el presente, cuando el

protagonista se funde con el narrador. Así, el yo cuando narra, no se limita a contar, sino

que también justifica.

Lo que realmente queremos constatar con esto es, que el proceso de la individuación se

forma dentro de un proceso narrativo y que nos permite ir cambiando el discurso a

medida que nuestra vida se desarrolla.

El proceso de individuación: La gestión relacional del sí

Una vez explicada, esta dialéctica entre identidad y cultura, nos parece importante

también estudiar un poco más a fondo la formación de esta identidad personal.

Page 21: Cultura y Subjetividad

En el proceso de individuación el ser humano se construye y se reconstruye sin cesar,

obteniendo como resultado la identidad del individuo, resultado que es provisorio y

evolutivo y que resulta de un trabajo reflexivo sobre sí mismo (Bajoit, 2003).

Dicha reflexividad y, por lo tanto, las raíces de dicho trabajo, se encuentran en lo que E.

Morin (2001) consideró la emergencia más notable de la mente humana: la consciencia.

Esta consciencia es producto y productora de una actividad reflexiva de la mente sobre

sí misma que dota al individuo de una capacidad que le permite considerarse como

objeto sin dejar de seguir siendo sujeto.

Bajoit, atiende a esta reflexividad, como un trabajo relacional con uno mismo que

cumple con unas funciones determinadas.

Así, el trabajo identitario consistiría en la búsqueda incesante de la satisfacción de las

“necesidades existenciales sociales” del ser humano: seguridad física, bienestar

material, la serenidad moral y la plenitud personal. Para él, La constancia de este trabajo

“existencial”, reside en que, la vida en común impide la plena satisfacción de una o

varias de estas necesidades, o por que las pone en contradicción las unas con las otras.

La frustración que deriva de este problema provoca tensiones en el individuo que debe

gestionar. (Bajoit, 2003)

Las esferas de la identidad personal

De esta forma, es importante resaltar cómo afecta la dialéctica entre el individuo y la

sociedad en la creación de la identidad personal y en función de las diferentes esferas

que, según Bajoit (2003) se pueden encontrar en la identidad personal, que de no estar

correctamente articuladas, provocan en el individuo tensión, sufrimiento, insatisfacción.

Éstas son:

La identidad deseada, es decir, lo que el individuo siente que quisiera ser o hacer de su

vida. Cuya formación tiene una gran base cultural, y es entendida desde la

interiorización de las “psicologías locales”, de las culturas, que le dan forma y sentido a

este deseo de ser.

Page 22: Cultura y Subjetividad

La identidad asignada, que viene conformada por la interpretación del individuo de

aquello que los individuos de su alrededor, especialmente los significativos, esperan de

él.

La identidad comprometida, donde las tensiones experimentadas entre las dos

estructuras anteriores, y la gestión del individuo de las mismas, dan como resultado la

idea que el individuo se hace de lo que es y ha sido, así como de los compromisos que

tomó en relación consigo mismo. En pocas palabras, dicha identidad comprometida es

aquello que pensamos que somos y que hacemos con nuestra vida.

Las tensiones existenciales

De esta forma, como veníamos comentando antes, la incorrecta articulación de estas

formas de la identidad pueden ocasionar tensiones existenciales, en las que el individuo

frustrado por éstas, debe potenciar más que nunca su relación consigo mismo.

Una de ellas, es la tensión que se da entre identidad Deseada e identidad Asignada, en

la cual el individuo interioriza expectativas culturales de realización de sus necesidades

existenciales sociales que sabe o cree incompatibles con las expectativas de los otros y

los límites materiales, es decir, con las coacciones sociales.

Por otra parte, se puede generar una tensión entre Identidad Comprometida e Identidad

Asignada, en la cual el individuo sufre una denegación por parte de los otros, donde la

identidad que le ha sido asignada no le conviene, y no se siente reconocido, pudiendo

perder así la confianza en sí mismo, el respeto por sí mismo e incluso la estima de sí

mismo. Esta tensión refleja la importancia de la necesidad del individuo a ser

reconocido por otros.

Además, puede existir también una tensión existente entre Identidad Comprometida e

Identidad Deseada comporta sobretodo, la importancia, no solamente de ser reconocido,

sino de reconocerse a uno mismo. En esta tensión podríamos hablar de la denegación de

uno mismo, de la realización de sí. El individuo no se reconoce el derecho a la

autorrealización personal.

Page 23: Cultura y Subjetividad

Estas tensiones, son creadas a partir del diálogo que el individuo tiene consigo mismo,

en función de las interpretaciones subjetivas que hace de la realidad e intentando crearse

un sitio en ella.

Lo que ante todo pretendemos remarcar con estas tensiones internas que vive el

individuo a la hora de definirse como él mismo, hace referencia a lo que antes

llamábamos “psicologías locales”. La cultura es producto y creadora de éstas

psicologías, y es esta la que crea la base social sobre la que descansará la identidad del

individuo. Por ello, en el continuo proceso de socialización, que pretende transformar la

animalidad del ser humano, la sociedad y la cultura son las que marcan la dirección,

pero la singularidad de cada individuo será la que realmente marque el camino hacia su

propia definición en función de su esencia natural, su animalidad y su experiencia. Así,

para caminar por este sendero son necesarios dos diálogos. El primero entre el individuo

y la sociedad, como veíamos al principio, y un segundo del individuo consigo mismo. A

su vez, ambos se retroalimentan manteniendo en el individuo una constante gestión de sí

mismo, siendo así sujeto.

Ser “sujeto” (Bajoit, 2003) es ser capaz de gestionarse a sí mismo en la relación con los

otros, de gestionar las tres tensiones antes indicadas para conciliar las tres esferas

constitutivas de la identidad.

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CONCLUSIÓN

Elaborando este trabajo, nos hemos dado cuenta que la cognición humana es realmente

el procesador y unificador de la experiencia psicológica subjetiva. Pues integra y

elabora los conceptos de emoción, identidad, leguaje, cultura, etc..

Entendemos, que estamos determinados por la cultura, y que ésta influencia nuestra

percepción y nuestra interpretación del entorno y de nosotros mismos. Pero esta

determinación es relativa, pues a su vez el ser humano es capaz de distanciarse y ser

crítico y creativo. De esta forma cada individuo tiene su propio modo de vivir en su

cultura.

Aunque este trabajo realmente este dividido en estos apartados (cognición, emoción e

identidad personal) consideramos que el ser humano es algo que se debe estudiar de

forma holística y multidisciplinar, para no perder la perspectiva cósmica de la condición

humana. Nos inclinamos hacia la idea de que muchos de los resultados que resultan del

hecho de pensar no dejan de ser cognición y son a su vez expresados en ideas que

aluden a la propia cultura y están influenciados por esta. Lo que supone un pilar

interactivo dotado de una gran cantidad de emociones y pensamientos. Este eje de

interacción es el que dirige, diseña y orienta el comportamiento.

Por otra parte, también nos parece que hay tantas realidades como narraciones se hagan

partiendo de cada experiencia personal. Estas narraciones son entendidas y se expresan

a través del marco cognitivo de interpretación de cada uno. Proporcionando una realidad

y un contexto a un tema particular.

Finalmente y partiendo de la base de que existen diferentes paradigmas culturales,

creemos que todas las culturas podemos llegar a hablar un mismo “idioma” que, en

realidad, es el que conforma la esencia humana y que nos permite entendernos sin

nociones gramaticales, ni lingüísticas. Pues está fundamentados en los valores que nos

hacen ser realmente personas, como decía Morin, en la humanidad de la humanidad.

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BIBLIOGRAFÍA

www.usta.edu.co/otras_pag/revistas/hallazgos/...5/.../11.pdf

Cole, M. & Scribner, S. (1977). Cultura y Pensamiento: Relación de los procesos

cognoscitivos con la cultura. México. Ed. Limusa.

Bruner,J. (1990/1991): Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva.

Madrid: Alianza Editorial.

Morin,E. (2001/2003): El Método V. La humanidad de la humanidad. La identidad

humana. Madrid: Cátedra.