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CULTURA Y COMUNIDAD IBEROAMERICANA DE NACIONES: MARCO CONCEPTUAL Y NORMATIVO 1 Cástor Miguel Díaz Barrado Catedrático de Derecho Internacional Público Universidad Rey Juan Carlos de Madrid Consideraciones introductorias Las reuniones entre los iberoamericanos responden a la existencia de una Comunidad que quizá cuente, todavía, con una escasa articulación interna y con poca proyección jurídica en la escena internacional pero que, desde luego, está fundamentada en la existencia de lazos y vínculos que permiten, favorecen y propician la concertación y la cooperación. En particular, se podría diferenciar entre la existencia, por un lado, de una comunidad histórica que tendría sus fundamentos en los aspectos de índole histórica y cultural y, por otro lado, la presencia de una comunidad político-jurídica articulada en torno a la realización de las Cumbres iberoamericanas y los valores y principios que en ellas se han ido formulando. Para el antiguo Ministro español de Asuntos Exteriores esta compleja realidad podría ser entendida y definida. El Sr. Moratinos indicó que “desde un punto de vista más sustantivo, nuestro sistema de Cumbres podrá definirse como la expresión político- diplomática multilateral de base cultural e histórica que liga unitaria y solidariamente a la América de lenguas española y portuguesa y a la península Ibérica” 2 . Esta posición, con unas u otras palabras, ha sido expresada en diferentes ocasiones, poniendo el énfasis en la existencia de esta realidad compleja pero efectiva. La Comunidad en cualquiera de sus facetas es una realidad social y cultural que tiene expresiones en la dimensión política porque, a pesar de quienes sostienen lo contrario, Iberoamérica es un espacio geopolítico y geocultural de primer orden en el plano internacional. Más allá, entonces, de las fórmulas que se utilicen para dar vida a esa realidad de facto, la voluntad de 1 La presente ponencia fue presentada en el Seminario Internacional, celebrado en Santo Domingo en noviembre del 2014 en el marco del proyecto financiado por el CEXECI, titulado “El futuro de Iberoamérica: la educación y la cultura como factores de cohesión social”. Y se fundamenta en los trabajos del autor. Se basa en los diversos trabajos del autor sobre este tema. 2 M. A MORATINOS, Nueva proyección de Iberoamérica, Iberoamérica: El mañana es hoy, Madrid 2005, p. 53.

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CULTURA Y COMUNIDAD IBEROAMERICANA DE NACIONES: MARCO

CONCEPTUAL Y NORMATIVO1

Cástor Miguel Díaz Barrado

Catedrático de Derecho Internacional Público

Universidad Rey Juan Carlos de Madrid

Consideraciones introductorias

Las reuniones entre los iberoamericanos responden a la existencia de una

Comunidad que quizá cuente, todavía, con una escasa articulación interna y con poca

proyección jurídica en la escena internacional pero que, desde luego, está fundamentada

en la existencia de lazos y vínculos que permiten, favorecen y propician la concertación

y la cooperación. En particular, se podría diferenciar entre la existencia, por un lado, de

una comunidad histórica que tendría sus fundamentos en los aspectos de índole

histórica y cultural y, por otro lado, la presencia de una comunidad político-jurídica

articulada en torno a la realización de las Cumbres iberoamericanas y los valores y

principios que en ellas se han ido formulando.

Para el antiguo Ministro español de Asuntos Exteriores esta compleja realidad

podría ser entendida y definida. El Sr. Moratinos indicó que “desde un punto de vista

más sustantivo, nuestro sistema de Cumbres podrá definirse como la expresión político-

diplomática multilateral de base cultural e histórica que liga unitaria y solidariamente a

la América de lenguas española y portuguesa y a la península Ibérica”2. Esta posición,

con unas u otras palabras, ha sido expresada en diferentes ocasiones, poniendo el énfasis

en la existencia de esta realidad compleja pero efectiva. La Comunidad en cualquiera

de sus facetas es una realidad social y cultural que tiene expresiones en la dimensión

política porque, a pesar de quienes sostienen lo contrario, Iberoamérica es un espacio

geopolítico y geocultural de primer orden en el plano internacional. Más allá, entonces,

de las fórmulas que se utilicen para dar vida a esa realidad de facto, la voluntad de

1 La presente ponencia fue presentada en el Seminario Internacional, celebrado en Santo Domingo en

noviembre del 2014 en el marco del proyecto financiado por el CEXECI, titulado “El futuro de

Iberoamérica: la educación y la cultura como factores de cohesión social”. Y se fundamenta en los

trabajos del autor. Se basa en los diversos trabajos del autor sobre este tema. 2 M. A MORATINOS, Nueva proyección de Iberoamérica, Iberoamérica: El mañana es hoy, Madrid

2005, p. 53.

cooperación será una constante entre los Estados iberoamericanos y lo único que

corresponde es determinar, de manera lo más certera posible, los mecanismos para

hacerla efectiva.

I. Cultura y Cooperación en Iberoamérica

El tiempo transcurrido desde que se celebró la Primera Cumbre de Jefes de

Estado y de Gobierno de Iberoamérica, así como las actuaciones que, desde entonces, se

han llevado a cabo en todos los ámbitos, han permitido la construcción de una

Comunidad iberoamericana que, en su conjunto y simultáneamente, expresa una

realidad histórico-cultural así como político-jurídica y que, cada día, hace más

inseparables estas dos dimensiones. Lo expresaba, con extraordinaria nitidez, J. P. de

Laiglesia al decir que “ya desde sus inicios se abre el capítulo de la cooperación

iberoamericana que comparte con el sistema de Cumbres en el que se enmarca una serie

de rasgos que la definen y que conviene destacar”. De ahí que se pudieran resaltar el

mecanismo de las Cumbres que “no sólo abarca a todos los países iberoamericanos sino

que por ello mismo también refuerza la identidad iberoamericana de ámbito

transatlántico y pone de manifiesto la existencia de una Comunidad, que se fija como

objetivo reforzar los lazos de solidaridad entre los países que la componen”.

Para este diplomático español estas Cumbres se configuran, además, como “un

foro de cooperación que no sustituye ni interfiere con otros niveles de cooperación

posibles (bilateral, regional, multilateral), que, al contrario, complementa e incluso hasta

la fecha se ha demostrado como un excelente medio en el que suavizar eventuales

tensiones Bilaterales”3. Un proyecto, por lo tanto, beneficioso para el conjunto de los

Estados iberoamericanos.

Disponemos a partir de entonces de la fórmula política, expresada muy

particularmente mediante esfuerzos de concertación y cooperación, que podría traer

consigo eventuales traducciones jurídicas que, en el fondo, resultan especialmente

necesarias para impulsar y fortalecer la innata cooperación entre lo Estados

3J. P. DE LAIGLESIA, La cooperación Iberoamericana, Revista de reflexión política Tribuna americana,

número 5. Las Cumbres iberoamericanas, pp. 14-15.

iberoamericanos y, sobre todo, para diseñar con eficacia los marcos político-normativos

que fijen los límites dentro de los cuales se ha de expresar. De esta manera, podremos,

incluso, identificar mejor aquellos ámbitos que han de ser preferentes en la cooperación

entre los iberoamericanos.

La cooperación en el ámbito de la cultura ha contribuido decisivamente a que

esto suceda, de tal manera que, por una parte, la cooperación cultural ha favorecido el

surgimiento de la comunidad político-jurídica; y, por otra parte, esta comunidad se

fortalece mediante el incremento de la cooperación en los sectores de la cultura. En

esencia, se puede seguir sosteniendo que “el punto de partida -no me cansaré de

repetirlo- es el conjunto de afinidades históricas, culturales, lingüísticas, jurídicas,

religiosas y migratorias, que hacen de las naciones iberoamericanas una comunidad más

definida que otros grupos de países“4. Y, por lo tanto, la cultura se concibe como un

sector preferente de la cooperación entre los iberoamericanos5.

La cultura es un aspecto indisociable de la identidad iberoamericana de tal

manera que esta identidad queda definida, también, en función de la presencia de

componentes de índole cultural. Desde otra perspectiva se podría sostener que “el

reconocimiento de una identidad iberoamericana, la identificación de intereses y el

desarrollo de acciones conjuntas han hecho que sectores tales como la cultura, la

política, la economía, la cooperación y el desarrollo, entre otros, cuenten hoy con un

marcado perfil iberoamericano”6.

4 Y. PICO DE COAÑA, La identidad iberoamericana, reflejada en las Cumbres, Revista de reflexión

política Tribuna americana, número 5. Las Cumbres iberoamericanas, pp. 32-33. 5Así lo indicaba A. WAGNER TIZÓN al decir que “la cultura constituye, en el espacio iberoamericano,

tal vez el principal referente para fortalecer su propia identidad. La existencia de lenguas con raíces

comunes, el valor histórico que representa el intenso mestizaje y el creciente papel de las migraciones

entre los países, ahora con mayor énfasis en la dirección sur – norte, crean condiciones favorables a la

comunicación y a los acercamientos de múltiple dimensión en medio de una rica diversidad de

expresiones geográficas, económicas y sociales.”. En particular, ello se traduce en que “la construcción de

una agenda común para el apoyo y la promoción de las industrias culturales, así como el intercambio en

torno al inmenso potencial creativo de guionistas, directores, pintores, escultores, músicos y escritores,

puede ser una de las más importantes formas de fortalecer la identidad y cohesión de nuestros países en el

espacio iberoamericano”, Integración, democracia y cohesión social: apuntes para una alianza estratégica

en el espacio iberoamericano, Iberoamérica: El mañana es hoy cit, p. 72. 6J. A. LOZOYA, La Secretaría General Iberoamericana: una nueva etapa en el desarrollo de la

institucionalidad regional, Tribuna Americana. Revista de Reflexión Política, año 2005, nº. 5, pp. 18-19

(cursiva añadida).

Con visión de futuro, cabría recordar la Agenda de cooperación cultural

iberoamericana Proyecto de Marco de acción Iniciativas de cooperación, adoptada en

la VI Conferencia Iberoamericana de Cultura, celebrada en República Dominicana, en

2002, en la que se sostuvo que “la presencia de la cultura dentro del conjunto de las

políticas públicas de los países iberoamericanos, va adquiriendo cada día mayor

importancia, reconociendo tanto su amplitud y creatividad, así como, su contribución al

desarrollo de los pueblos”. Desde ahí no era difícil sostener que “la cooperación

iberoamericana acompaña este proceso, procurando mejorar la capacidad de gestión de

las instituciones que las llevan adelante, así como promoviendo la generación de nuevas

visiones y mejores comprensiones de los fenómenos culturales iberoamericanos”.

Iberoamérica es, en consecuencia, un espacio político singular en la escena

internacional y cuenta, al mismo tiempo, con un espacio cultural común7.

Con todo, la cultura es uno de los aspectos más sobresalientes de la realidad

iberoamericana de cooperación y uno de los componentes más decisivos para la

eventual “integración” en el espacio iberoamericano. Sería difícil concebir una

comunidad de Estados en Iberoamérica en la que la cultura estuviera ausente o tuviera

un papel poco relevante. La conformación política y la consolidación de la CIN se

deben, en buena parte, a la existencia de lazos de índole cultural entre los Estados de la

región.

No le faltó razón pues a M. A Moratinos cuando afirmó que “la Comunidad

Iberoamericana de Naciones (CIN), integrada por los Estados soberanos de lenguas

española y portuguesa de América Latina y la Península Ibérica, constituye una

comunidad natural, una auténtica familia de pueblos hermanados por una serie de

afinidades lingüísticas, culturales e históricas de gran profundidad. Por ello tanto la

doctrina como los mandatarios iberoamericanos siempre han señalado que se trata de

una comunidad «preexistente» a los esquemas de concertación y de cooperación que

sobre ella, a partir de ella y entre todos hemos ido construyendo”8.

7Vid., las reflexiones de Y. PICO DE COAÑA, La identidad iberoamericana reflejada en las Cumbres,

Tribuna Americana. Revista de Reflexión Política, año: 2005 n. 5. 8 M. A. MORATINOS, Iberoamérica, el mañana es hoy cit., p. 53.

.

Muchas de las realizaciones de la CIN tienen que ver con las cuestiones de

carácter cultural y con los derechos culturales. Las políticas en materia de cultura están

presentes en buena parte de los ámbitos de actuación de la Comunidad iberoamericana

y, asimismo, la cultura se define como un ámbito preferente y prioritario de la acción

de los Estados iberoamericanos en el seno de la Comunidad a la que pertenecen. La

cultura es, por lo tanto, un componente esencial de esta Comunidad y se integra, como

hemos dicho, en los perfiles que definen la identidad iberoamericana.

No se puede decir que sea el único de los componentes de esta identidad pero sí

uno de los más significativos. En realidad, habría que coincidir con Y. Pico de Coaña

cuando ha indicado que “el conjunto de los seis elementos mencionados (historia,

lengua, cultura, ordenamiento jurídico, religión y emigraciones) constituye la identidad

iberoamericana, instrumentada en una concepción integral y liberadora del hombre y la

sociedad que se va a reflejar en los contenidos de las Cumbres”9.

Incluso, más allá de la Comunidad iberoamericana en sentido estricto, las

cuestiones que afectan al sector cultural están también presentes en las relaciones

bilaterales entre los Estados iberoamericanos, formando un entramado político-

normativo de sumo interés para su análisis y, asimismo, se aprecian en las relaciones de

alcance multilateral que se establecen entre estos Estados, sobre todo las que se

expresan a través de la constitución y desarrollo, en determinados espacios, de procesos

de integración y cooperación que están conformados básicamente por Estados de raíz

iberoamericana. Tanto en uno como en otro caso, un esfuerzo de sistematización y

coherencia permitiría quizá incorporar los avances normativos que se produzcan en

materia de cultura en cada uno de esos ámbitos, para expresarlos y proyectarlos en el

seno de la CIN. De manera simultánea, las decisiones de contenido cultural que se

adopten por los Estados iberoamericanos en el marco de la Comunidad deberían tener

consecuencias y repercutir en esos marcos de cooperación e integración a los que nos

referimos.

9Y. PICO DE COAÑA, La identidad iberoamericana, reflejada en las Cumbres, Revista de reflexión

política Tribuna americana, número 5. Las Cumbres iberoamericanas, Revista de Reflexión Política,

año: 2005 n. 5, pp. 24-25.

La realidad iberoamericana desde la perspectiva cultural debería enriquecerse,

partiendo de una clara distinción entre lo que es estrictamente iberoamericano y lo que

no es, de la experiencias y actuaciones que se llevan a cabo por Estados

iberoamericanos en otros marcos que no sean la CIN. Precisamente, la existencia, como

decimos, no sólo de relaciones bilaterales muy intensas en el sector cultural entre el

conjunto de los Estados de Iberoamérica sino, sobre todo, el tratamiento de la cuestión

cultural en procesos de integración en que todos los Estados son iberoamericanos. No

deben apreciarse incompatibilidades entre los resultados obtenidos en esos procesos de

integración y los logros alcanzados en la CIN. El objetivo es que los avances políticos y

normativos en materia de cultura sean plenamente complementarios.

II. La Cultura: fundamento de la Comunidad Iberoamericana

Hay coincidencia general en afirmar que la existencia de lazos culturales en

Iberoamérica es uno de los fundamentos básicos de la CIN y que las relaciones entre los

Estados iberoamericanos encuentran una base muy sólida porque existe una profunda

relación histórica y afinidades de tipo cultural. Por lo menos, tanto en las Cumbres de

Jefes de Estado y de Gobierno como en las reuniones de los Ministros de Cultura de la

región podemos apreciar que se ha puesto de relieve de manera constante esta realidad

que, por lo demás, se plasma en esfuerzos de cooperación conjunta que se desarrollan en

el área iberoamericana.

Lo expresó con nitidez y de manera magistral F. Piñón, como Secretario general

de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), al decir que “Iberoamérica

constituye una comunidad integrada por pueblos americanos y europeos con fuertes

lazos de raíz histórica y nuevas afinidades sociales, políticas y culturales, pero también

se constituye como una identidad de proyecto que pretende favorecer la integración y el

desarrollo en la región basados en los cimientos de su diversidad cultural”10

.

10

Pensar Iberoamérica, Revista de Cultura. Presentación de Francisco Piñón, Secretario General de la

OEI, Número 0 - Febrero 2002.

Por lo que se refiere a lo primero, es decir, las reuniones al más alto nivel,

recordemos, muy en particular, las posiciones que se adoptaron en algunas Cumbres

iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno. A estos efectos, en las Conclusiones

de la Conferencia de Madrid, de 1992, se decía que “(…) la cultura que nos une es la

esencia de nuestra comunidad y alentamos su fomento y progreso en el ámbito de

nuestra geografía iberoamericana”, con lo que se ponía claramente el énfasis en esta

materia como base y fundamento de la cooperación entre los iberoamericanos.

El surgimiento formal de la CIN encuentra su razón de ser, más allá de la

voluntad política de los Estados de la región y de los principios que han sido

reconocidos y consagrados por las diversas Cumbres, en la presencia de lazos de índole

cultural y en la existencia de un “acervo cultural común” en Iberoamérica. Lo reconocía

la Declaración final de la Cumbre de Salvador de Bahía, en 1993, al sostener que “la

Conferencia Iberoamericana constituye, en nuestro espacio político, un foro de

concertación dotado de características propias. Encontramos su razón de ser en el

reconocimiento de un acervo cultural común, así como en la riqueza de nuestros

orígenes y de su expresión plural”.

La cultura se concibe así como uno de los rasgos más destacados de la realidad

iberoamericana. De ahí se deriva, además, la instauración de un espacio común en el

ámbito de la cultura. En palabras empleadas en esta Cumbre de Salvador de Bahía

“reafirmamos que las naciones iberoamericanas constituyen un espacio cultural propio,

enriquecido por su diversidad nacional y regional, que comparte valores lingüísticos,

históricos y una concepción común del ser humano y de su futuro. En ese sentido nos

comprometemos a la preservación y proyección de este espacio cultural”.

Una tras otra, todas la Conferencias iberoamericanas que se han celebrado al

más alto nivel han estimado que las cuestiones culturales forman parte de los cimientos

de la CIN y que se constituyen en uno de los aspectos “constitucionales” de la realidad

iberoamericana de concertación y cooperación que, en la actualidad, representa esta

Comunidad. Con extraordinaria claridad se expresaba la Declaración de Oporto, en

1998, al destacar el “compromiso de fortalecer el espacio cultural iberoamericano que

resulta de la existencia del patrimonio histórico, étnico, lingüístico y sociológico

común. La apertura al exterior de nuestras sociedades, partiendo de la propia identidad,

ofrece una oportunidad para la difusión de los valores y la cultura que nos distinguen”11

.

La última Cumbre, celebrada en Panamá en 2013, señalaba, en concreto, que

procedía “articular esfuerzos de diplomacia cultural para ampliar y profundizar la

comprensión de la diversidad cultural, de los derechos culturales y de la relación de la

cultura y la economía desde un enfoque intercultural y promover procesos de formación

de capacidades y fortalecimiento institucional, en el diseño y desarrollo de la acción

cultural en el exterior”.

En relación con lo segundo, también los Ministros de Cultura de Iberoamérica

han expresado, con reiteración, que la cultura está en la base de la CIN y que el

funcionamiento normal de esta Comunidad se sustenta, desde luego, en el

mantenimiento de relaciones de tipo cultural. En la Reunión Informal de Ministros y de

Responsables de las Políticas Culturales en Iberoamérica que tuvo lugar en Madrid, en

1997, se decía, con mucha claridad, que “dado que uno de los factores esenciales que

caracterizan a la Comunidad Iberoamericana de Naciones es de índole cultural, todas

las acciones que fortalezcan su sector cultural redundarán en beneficio de la propia

Comunidad” y se admitía, sin ambages, la existencia de un espacio cultural

iberoamericano.

Se llegó, incluso, un poco más lejos en la Declaración de Margarita de 1997,

cuando los Ministros iberoamericanos reafirmaron “la voluntad expresa que nos anima

por alcanzar una integración cultural iberoamericana basada en un conjunto de valores

y principios compartidos que, sustentados en una herencia histórica cultural común y

en una visión ética, sirvan como puntos de referencia para todas nuestras sociedades”.

La búsqueda de la integración en materia de cultura va a ser, por lo tanto, una constante

y sorprende en la medida en que el término integración no es utilizado usualmente en

otros sectores de las relaciones entre los iberoamericanos. La integración cultural será

11

El mecanismo más idóneo para hacer efectivo este fundamento de la CIN será, sin duda, la cooperación

entre los Estados iberoamericanos que, en el sector cultural, encuentra en las instancias de la Comunidad

una plataforma muy apropiada. Como se indicó en la Declaración de La Habana de 1999 “los países

iberoamericanos contamos con un patrimonio histórico y una identidad cultural común que favorece las

acciones concertadas de nuestros países en el marco de la economía global, lo que deberá contribuir a

ampliar el acceso a las ventajas de la globalización y enfrentar con mayores probabilidades de éxitos sus

desafíos”.

así un objetivo que ha quedado establecido en el discurso de las diversas instancias de la

Comunidad iberoamericana12

.

También en las Conferencias iberoamericanas de cultura se ha dejado claro,

entonces, que la CIN se sustenta en vínculos de índole cultural y que, en consecuencia,

se deben derrochar esfuerzos con la finalidad de alcanzar componentes de integración

en este sector. La mera existencia de una Conferencia de esta composición nos revela

que, entre los sectores prioritarios de la cooperación iberoamericana, debemos situar a la

cultura.

Las continuas referencias a que lazos culturales son un fundamento de la

realidad iberoamericana de cooperación tienen consecuencias prácticas y definen el

papel que debe ocupar la cultura en el seno de la CIN. Entre estas, podemos destacar las

siguientes:

i) Se pone de relieve que la cultura en todas sus dimensiones se configura, en el

discurso y en la práctica, como un componente esencial de la existencia de la CIN y de

la instauración de un espacio que sitúa en su primera línea la configuración de un

espacio cultural común. Como se decía en la Declaración de Lima de 2001: “La cultura

ha contribuido a definir el espacio iberoamericano y ha ganado paulatinamente un

lugar importante en el marco de la cooperación”. La cultura no sólo coadyuva a que

exista una comunidad iberoamericana tal y como hoy la entendemos sino que sustenta

esta Comunidad que conocemos, y haría que perviviese en caso de desaparición de otros

elementos.

La fuerza de la cultura en Iberoamérica, como fundamento de la concertación y

la cooperación, proporciona las herramientas necesarias para la afirmación de un

12

Desde otra perspectiva Y PICO DE COAÑA ha dicho que “si todavía no podemos integrarnos en lo

económico, nada impide que lo intentemos en lo cultural. Salamanca debería plantearse el crear una

especie de Carta Cultural Iberoamericana. Si la UNESCO es capaz de intentar una Convención sobre la

materia –que probablemente será de mínimos-, ¿no seremos capaces los iberoamericanos de conseguir un

acuerdo cultural con las raíces, idiomas y cultura que compartimos? En principio nada impediría que se

trate de presentar posiciones comunes en temas culturales que contribuyen hoy en torno al 15% del PIB

de cada país. Cuestiones tales como industrias culturales, propiedad intelectual, distribución del libro,

rentabilidad del español y del portugués, ciencia e investigación aplicadas a la expansión de nuestra

cultura, utilización de internet, deberían considerarse a fondo”, La identidad Iberoamericana reflejada en

las Cumbres, Tribuna americana 5/Las cumbres iberoamericanas, 1er semestre 2005, pp. 34-35.

espacio propio que no sólo se proyecta en las relaciones entre los Estados

iberoamericanos sino que, también, se plasma y refleja en la escena internacional. En

palabras de la Declaración de Lima “Iberoamérica como potencia cultural debe tener

una postura clara y decidida en un mundo globalizado, a través de políticas activas,

abiertas al mundo, fundamentada en sus culturas, aprovechando los distintos procesos

de integración y las alianzas estratégicas multilaterales en aras de asegurar la diversidad

cultural, y generando alternativas y mecanismos para el fortalecimiento y la defensa de

nuestra identidad”. Lo señalaba, con acierto B. Barreiro al decir que la Comunidad

“debería empezar por aumentar su presencia” en las instituciones de tipo cultural “al ser

la cultura la materia en la que existe al día de hoy, una política iberoamericana bastante

desarrollada”13

.

ii) La cultura como fundamento de la CIN se concibe, simultáneamente y de

manera compatible, tanto como expresión de la unidad cultural y de la existencia de

rasgos comunes así como de la diversidad cultural que se dan en la región

iberoamericana. La presencia simultánea de estos dos elementos y, sobre todo, el

tratamiento que han merecido en las instancias de la CIN permite una valoración muy

positiva de la cooperación cultural iberoamericana y el respeto que se ha ganado para

llegar a ser un foro aceptado en el conjunto del espacio en el que opera.

Como ejemplos del equilibrio que la Comunidad viene expresando en esta

materia podemos recordar que en la Cumbre de Santo Domingo, de 2002, los Ministros

de Cultura ponían el énfasis en que “la diversidad cultural, además de ser reconocida y

valorada, debe poder expresarse en todos los ámbitos en condiciones de equidad,

libertad y dignidad. Los derechos culturales, la igualdad de oportunidades y las políticas

de inclusión están inevitablemente vinculados al fortalecimiento de la diversidad

cultural”. Ahora bien, como complemento de lo anterior cabe recordar que en la

Reunión de La Habana, de 1999, se señalaba, con claridad, que “la comunidad

iberoamericana tiene su fundamento en la cultura, constituida por una memoria

histórica y un patrimonio común, de ahí que a la misma se le daba otorgar su papel

central y su innegable importancia en las agendas y políticas de gobierno de nuestra

región”.

13

B. BARREIRO CARRILL, El papel de la cultura en la Comunidad Iberoamericana de Naciones: Una

visión desde la integración y el desarrollo, REIB, 2009, vol. 2, número 1.

iii) La cultura, concebida desde la perspectiva de la realidad iberoamericana,

aporta muchos de los ingredientes que conforman la identidad iberoamericana y,

asimismo, es uno de los factores con los que cuenta Iberoamérica para afianzar su

posición en la escena internacional. Por un lado, se ha dicho con razón que “la cultura

constituye, en el espacio iberoamericano, tal vez el principal referente para fortalecer su

propia identidad”14; y por otro lado, se ha sostenido que “la cooperación iberoamericana

nos da la posibilidad de pensar estrategias globales o, al menos, regionales que tengan

su expresión en políticas culturales adecuadas para reflexionar, anticipar y gestionar los

desafíos que nos presenta un mundo en cambio”15.

Iberoamérica constituye, sin ninguna duda, un amplio espacio cultural, uno de

cuyos componentes más significativos es la existencia de una identidad propia que,

además, se proyecta con naturalidad en el plano internacional.

iv) Uno de los elementos que definen la CIN16 es la existencia de lazos de índole

cultural y, aunque la cultura no se identifique en la Declaración de Guadalajara como

uno de los principios estructurales de la Comunidad Iberoamericana y, por tanto, no sea

concebida como un principio básico de la expresión formal de esta Comunidad, ello no

significa, en modo alguno, que los Estados iberoamericanos no la tengan en cuenta en el

seno de las Cumbres iberoamericanas ni que deje de aparecer mencionada

prácticamente en todas ellas de manera prioritaria.

Todo lo contrario, la cultura sí entraría como un sector o campo prioritario en el

marco de los propósitos de la CIN tanto en lo relativo a la concertación política como en

el seno de la cooperación entre los Estados iberoamericanos. El tercer apartado de la

Declaración de Guadalajara se dedica expresamente a la Educación y a la Cultura de

manera específica, con lo que se sitúa a la cultura como uno de los ejes que conforman

14

A. WAGNER TIZÓN, Integración, democracia y cohesión social: apuntes para una alianza estratégica

en el espacio iberoamericano, El mañana es hoy cit., p. 72. 15

F. PIÑÓN, Identidad(es) cultural(es), ciudadanía y educación en el horizonte de la cooperación

iberoamericana, El mañana es hoy cit., p. 156. 16

Se ha referido, con acierto, de una manera bastante descriptiva que “Iberoamérica es reconocida por sus

lazos culturales, base del sentimiento de la comunidad de naciones. La evolución de la historia

iberoamericana, a partir de encuentros y desencuentros, sitúa a la región como un espacio con

excepcionales rasgos culturales comunes”, Iberoamérica: Unidad Cultural en la Diversidad, OEI.

http://www.dgri.sep.gob.mx:7026/formatos/4_oei_13.pdf.

los propósitos de este foro y, asimismo, como una pieza clave del denominado, y con

terminología de aquella época, “mercado común del conocimiento iberoamericano”.

En definitiva, el examen de la labor que han llevado a cabo los Estados

iberoamericanos en el campo de la cultura, sobre todo a partir del establecimiento

formal del CIN, nos desvela que, por una parte, la cultura se constituye en un

fundamento básico de la creación de la Comunidad que hace que ésta perviva más allá

de sus expresiones formales; y, por otra parte, la cultura se convierte en un propósito

esencial dentro de la cooperación multilateral que diseñan, por esencia, los Estados

iberoamericanos en el seno de la Comunidad. Ambos elementos, revelan, en el fondo, lo

que significa la creación, establecimiento y consolidación de un singular espacio

iberoamericano de contenido cultural.

v) Sobre estas bases no debe sorprender que el marco institucional de la CIN

haya optado por proyectar su acción decididamente en el ámbito cultural, sobre todo,

teniendo en cuenta que la primera Organización internacional Iberoamericana que se

creó, es decir, la OEI, tiene como objetivos principales la educación, la ciencia y la

cultura.

Desaprovechar todas estas condiciones supondría un error desde las perspectivas

en las que se resuelven hoy en día la mayor parte de las cuestiones en las relaciones

internacionales y, con seguridad, el vacío dejado por Iberoamérica al no proyectar su

fuerza cultural en las relaciones con otros Estados y en Organizaciones internacionales

sería ocupado por otras realidades más o menos asentadas en la escena internacional.

Por esto, la cultura como fundamento de la CIN no es una mera afirmación retórica sino

que tiene especiales consecuencias en las relaciones entre los Estados iberoamericanos

tanto en las dimensiones políticas y económicas como de contenido social.

En resumen, la cultura es uno de los componentes básicos la estructura de la CIN

y uno de los rasgos que definen a la región iberoamericana. Más allá, sin exagerar,

Iberoamérica se presenta, en la escena internacional, como un espacio geocultural de

primer orden. La Declaración de Bariloche de 1995 sostuvo que “los principios y

objetivos consagrados en nuestros encuentros anteriores y el acervo cultural compartido

fortalecen nuestra Conferencia como foro de concertación e instrumento privilegiado

de cooperación; en este sentido, nos complace verificar su progresivo fortalecimiento

para sustentar y hacer realidad el conjunto de conceptos y principios que constituye la

Conferencia Iberoamericana”.

Para nosotros la afirmación de la cultura como base y fundamento de la realidad

iberoamericana nos presta los argumentos necesarios para reivindicar la elaboración de

un entramado jurídico que regule este sector de la cooperación. La cultura tiene en

Iberoamérica un “carácter constitucional”. Hay que extraer no sólo indicaciones y

principios, formulados de manera genérica, sino que deben derivarse obligaciones para

los Estados y otros actores de la cooperación y gestión culturales. Derecho y Cultura

deben estar más unidos que nunca cuando la existencia de una región en el planeta

depende, precisamente, de la presencia continúa de lazos de índole cultural.

III. Cultura, cooperación e integración

Iberoamérica es una región con vocación de integración, al menos, en algunas de

las dimensiones en las que se viene manifestando en los últimos tiempos el fenómeno

de la integración en la escena internacional. Más allá de la integración política o

económica, esta región reclama que se sienten las bases para la integración cultural.

Como se ha dicho, “a diferencia de la integración política o económica, la integración

cultural tiene metas más amplias pero también objetivos más difusos, porque persigue la

generalización de una conciencia común de origen y de destino en todas las capas de la

población, ampliando lo que hoy sólo es patrimonio de algunas élites cultivadas”17

. En

suma, Iberoamérica es un espacio político consolidado en la escena internacional y

aspira a convertirse en una región de referencia para la integración en algunos campos.

La consecución de elementos de integración cultural en el espacio

iberoamericano fortalecería, sin duda, los avances que necesariamente se deben producir

en la configuración de un espacio económico-político con mayor grado de cohesión del

que existe en la actualidad. Por esto, uno de los objetivos de una eventual integración

cultural “sería el de fortalecer entre los pueblos del área la conciencia de su identidad

17

H. GODOY URZUA, La integración cultural de América Latina, Integración Latinoamericana,

septiembre-octubre 1998.

histórico-cultural” pero, también, y, “en la medida de su logro, incrementar las

posibilidades de una integración política y económica”18

.

La Comunidad Iberoamericana se ha consolidado, sobre todo, como un espacio

de cooperación multilateral, a través de los diversos programas articulados en el seno de

las Cumbres que evidencian, por un lado, un reforzamiento del sentido de lo

iberoamericano y de la solidaridad entre los Estados de Iberoamérica y, cómo no,

supone, por otro lado, una afirmación profunda de la identidad iberoamericana, lo que

nos lleva ineludiblemente a tratar como prioritario el sector cultural19

.. Con todo ello

podemos decir, entonces, que “la Comunidad Iberoamericana de Naciones es un espacio

de cultura y cooperación conformado por un rico entramado de acción efectiva de la que

participan activamente Gobiernos y organizaciones no gubernamentales con identidad,

presencia y actividades múltiples, así como la sociedad civil. De hecho, constituye uno

de los espacios con mayores afinidades del mundo”20

.

La cooperación cultural iberoamericana, conformada básicamente en torno a la

actuación de la Organización Iberoamericana para la Educación, la Cultura y la Ciencia

y la CIN que se expresa a través de la diversas instancias que la conforman

(preferentemente las Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno y las Conferencias de

Ministros de Cultura) así como la Secretaría General Iberoamericana se pueden

identificar, desde la perspectiva que nos interesa, diferentes componentes o ejes

centrales:

-La afirmación de la cultura como componente esencial de la identidad

iberoamericana. Uno de los componentes que podrían contribuir a la plena

conformación de la CIN y que, en todo caso, otorgarían a esta Comunidad cimientos

sólidos para la afirmación de la identidad iberoamericana y para la proyección de lo

iberoamericano en la escena internacional sería, con toda seguridad, contar con

18

Ibid.. 19

Este apartado ha sido redactado teniendo muy en cuenta las reflexiones contenidas en el trabajo de C. R.

FERNÁNDEZ LIESA; M. B. OLMOS GIUPPONI; y B. BARREIRO CARRIL, La cultura en la

cooperación e integración iberoamericana: textos, análisis y comentarios, Cuadernos iberoamericanos de

Integración, n. 6, 2009. No parece preciso poner entrecomilladas las frases ya que se ha tomado el

conjunto del texto y se ha ido enriqueciendo. Algunas de las expresiones son, por lo tanto, de los citados

autores, siendo conscientes de que colaboré en buena parte de la redacción a través del trabajo conjunto

con el Profesor Fernández Liesa. 20

La Comunidad Iberoamericana. Secretaría General Iberoamericana, www.segib.org.

instrumentos jurídicos que emanasen de la propia Comunidad y que, en particular,

reconociesen derechos y estableciesen obligaciones para los Estados iberoamericanos.

Lo que podríamos denominar “el esfuerzo normativo” es, a mi juicio, uno de los

aspectos que menos atención han merecido hasta ahora y que, a la postre, se deben

desarrollar cada vez más en las Cumbres iberoamericanas. Asimismo, los Estados de la

región han de tener muy en cuenta este elemento si quieren llevar a cabo, con éxito, la

cooperación que están desarrollando.

- El establecimiento de políticas culturales. La OEI nos dice que “las políticas

culturales se presentan como elementos claves de las estrategias de desarrollo integral, y

requieren una articulación con otras políticas sociales y económicas. En tal sentido, se

ha de fomentar la optimización en la formulación de políticas culturales por medio de

los procesos de información, documentación e investigación. Esto surge de la necesidad

y de la demanda constante de contar con datos que permitan tener un mejor

conocimiento sobre la realidad cultural de los países de la región, con el fin de actuar

con una mayor pertinencia en la definición e implementación de tales políticas”21

.

- La protección de la diversidad cultural. El enfoque del respecto a la

diversidad en el espacio iberoamericano debe hacerse con base en la existencia de

elementos culturales comunes y, en el fondo, con fundamento en los aspectos de unidad.

Es cierto que “pese a la distancia geográfica que separa a sus extremos, son escasas las

regiones del mundo que se encuentran tan unidas en torno a valores culturales e

históricos comunes como Iberoamérica. Nuestra región tiene un sentimiento de

pertenencia que es probablemente único, lo que nos brinda la posibilidad de construir

conceptos emanados de nuestra propia identidad cultural. En un mundo tan cambiante

como el de de hoy, Iberoamérica no debe desaprovechar esta singularidad de unidad que

se complementa con su rica diversidad”22

.

- El reconocimiento de derechos culturales. El establecimiento de un marco

normativo para el reconocimiento de estos derechos sería fundamental. Como se ha

dicho, “la promoción de una Carta cultural iberoamericana podría constituir un hito muy

21

Iberoamérica: Unidad Cultural, en la Diversidad, OEI Programación 1999-2002, Memoria. 22

I. WALKER PRIETO, La Cumbre iberoamericana: cooperar para avanzar juntos, Iberoamérica: El

mañana es hoy, Madrid 2005, p. 65.

significativo en materia de derechos culturales y diversidad cultural. La consecución de

una posición común iberoamericana ante temas como las industrias culturales, la

distribución del libro, la ciencia y la investigación aplicadas al fomento de nuestra

cultura, el impulso del español y el portugués, los derechos de autor, etc.- constituirán

ciertamente un apasionante desafío que, creo, debemos afrontar”23

.

- Los programas de cooperación con contenido cultural. La cooperación se

configura como el mecanismo más idóneo para alcanzar la integración cultural en

Iberoamérica. Desde aquí, “la cooperación es, precisamente, uno de los ejes centrales de

la Comunidad iberoamericana. En este campo debe haber una priorización de las áreas,

escoger los programas exitosos y de mayor impacto, en los que la financiación esté

asegurada en gran parte. Se requiere de una convergencia de los proyectos que permitan

generar procesos a escala, que se traduzcan en mayores beneficios para el ciudadano,

preservando el importante acervo que, en materia de cooperación, hemos construido en

estos 15 años. Por esta razón el fortalecimiento de los acuerdos y de la red de

cooperación es fundamental”24

. La función de la cooperación sería, entonces, encontrar

mecanismos, también jurídicos, a través de los cuales se exprese la cooperación cultural

entre los iberoamericanos.

- La Carta Cultural Iberoamericana (CCI), como instrumento central de la

cooperación cultural en la CIN25

. Se trata del único instrumento regional de estas

características que ha sido adoptado por una comunidad histórico-cultural de las

existentes en el planeta. Aunque es verdad que refuerza otros instrumentos

internacionales en materia de cultura, también se constituye en un modelo a seguir y

delimita los pasos conducentes al establecimiento, en las diversas regiones, de la

integración en el ámbito de la cultura.

El sector cultural en el seno de la CIN se nos presenta, así, como un espacio muy

idóneo para el desarrollo de políticas y acciones normativas y, sobre todo, para el

establecimiento de normas que regulen las relaciones en el ámbito cultural y la

expresión de la cultura iberoamericana en la escena internacional. La sabia combinación

23

M. A. MORATINOS, El mañana es hoy cit., p. 56. 24

C. BARCO, Trabajo conjunto, voluntad política y liderazgo internacional, El mañana es hoy cit.,p. 52. 25

Como se puede comprobar se han añadido algunos componentes más de los que indican los citados

autores C. R. FERNÁNDEZ LIESA; M. B. OLMOS GIUPPONI; y B. BARREIRO CARRIL, loc. cit.

entre la formulación de normas regionales y la adopción de normas en los

ordenamientos jurídicos internos permitiría avances decisivos en la integración cultural

de Iberoamérica. Lo que está en la base y es fundamento de la Comunidad es preciso

traducirlo a términos jurídicos e instaurar, por ello, mecanismos y fórmulas que

permitan el desarrollo del sector cultural en Iberoamérica.

Nos enfrentamos, sin embargo, a lo que se podría calificar como un déficit

normativo e institucional en el que podríamos considerar, junto a la educación, como

uno de los sectores más prioritarios de la cooperación iberoamericana. La cultura no ha

merecido hasta ahora el tratamiento jurídico que le corresponde a pesar de los múltiples

esfuerzos que se han realizado y que se vienen realizando en este campo y que, a la

postre, expresan la colaboración y cooperación en la región iberoamericana.

Es hora, por lo tanto, de que esa riqueza y los elementos comunes pasen a la

realidad jurídica a través de la decidida voluntad política de los Estados

iberoamericanos por establecer políticas culturales comunes. Para ello se cuenta con un

instrumento muy eficaz: la cooperación entre los iberoamericanos.

La CCI se presenta, a nuestro entender, como un punto de partida idóneo para la

puesta en marcha de compromisos de mayor fuerza vinculante entre los Estados de la

CIN. Este instrumento es, al mismo tiempo, el reflejo de la cooperación entre los

iberoamericanos y el punto de partida para el desarrollo de una estrecha cooperación

que se plasme en acuerdos de contenidos integradores. Como se ha dicho, lo que

expresa una posición con significado profundo, la Carta “supone la culminación del

esfuerzo de cooperación en el que la cultura cobra una importancia especial, por

constituirse en espacio propicio para la integración iberoamericana que se sustenta en

una base política”26.

Las manifestaciones en la proyección de la cultura en la acción exterior de los

Estados iberoamericanos repercutirán en el enriquecimiento del acervo común y logrará

que se difunda, más y mejor, la unidad y diversidad cultural que identifican a

Iberoamérica. Se producirá, de este modo, el efecto descrito por el Ministerio de cultura

26

C+D Cultura + Desarrollo, número 23, junio 20009.

español en relación con la cultura española, cuando ha indicado que “la promoción y

difusión de la cultura española en el exterior se concibe como una acción de calidad y

visible, que dé una imagen adecuada de España, se realice en áreas geográficas que

produzcan retornos positivos para España y esas zonas, sea transparente y equilibrada

en relación con las Comunidades Autónomas y diseñada con un planteamiento

multidisciplinar que asegure la mayor presencia de sectores (artes plásticas, música,

danza, libro, teatro, etc.) para establecer las correspondientes interacciones y un efecto

multiplicador”27.

Se trataría, en Iberoamérica, de adoptar posiciones por parte de los Estados que

expresaran el sentir cultural de la región y que se formulara en términos jurídicos, es

decir, traducir al sector de los acuerdos y de las normas lo que indicó el Ministro

español de Asuntos Exteriores al hablar de “la consecución de una posición común

iberoamericana ante temas como las industrias culturales, la distribución del libro, la

ciencia y la investigación aplicadas al fomento de nuestra cultura, el impulso del

español y el portugués, los derechos de autor, etc.- constituirán ciertamente un

apasionante desafío que, creo, debemos afrontar”28.

La potencialidad de la cultura iberoamericana está presente en todos los ámbitos

de interés de la CIN y, además, a pesar del déficit normativo antes señalado, existe un

aparato institucional en el descansarían actividades concretas de cooperación cultural,

que contribuyen a evitar la consideración de la cultura como objeto de la retórica.

Destacan en este sentido, como hemos dicho, la Conferencia Iberoamericana de Cultura,

la OEI y la SEGIB. Es verdad que en “la esfera iberoamericana, existe un buen número

de organismos regionales dedicados al ámbito de la cultura, que, desde el

reconocimiento de la vastísima diversidad cultural de la que Iberoamérica hace gala,

trabajan por la consolidación de un espacio cultural iberoamericano”29

. Pero es cierto, al

27

Ministerio de Cultura, Acción cultural en el exterior,

http://www.mcu.es/cooperacion/CE/Internacional/AccionCulturalExterior.html. 28

M. A MORATINOS, , Iberoamérica: El mañana es hoy cit. ,pp. 55 y 56. 29

En este sentido, y con carácter amplio, habría que destacar “la labor de organismos como el Centro

Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), con la construcción de

sociedades lectoras; la Organización de Estados Americanos (OEA), con su área de educación y cultura,

MERCOSUR con su Parlamento Cultural; el Banco Interamericano de Desarrollo, con su Centro Cultural

y la ayuda a propuestas de Desarrollo Cultural o la Corporación Andina de Fomento, desde su

departamento de cultura y responsabilidad social son buenos ejemplos de ello. Tampoco podemos olvidar

la presencia en Iberoamérica de organismos de Naciones Unidas como el PNUD o UNESCO, tratados en

el anterior boletín, a través de sus oficinas regionales latinoamericanas”, C+D Cultura + Desarrollo,

mismo tiempo, que quizá hay “tres organismos vinculados al ámbito iberoamericano”

que tienen a este respecto un especial importancia y que no son otros que “la Secretaría

General Iberoamericana (SEGIB), la Organización de Estados Iberoamericanos para la

Educación, la Ciencia y la Cultura y la Organización del Convenio Andrés Bello

(CAB), tres instituciones consolidadas, que cuentan con todo el compromiso y apoyo de

la AECID”30

.

IV. Cultura e institucionalización iberoamericana

El proceso, aunque inacabado, de institucionalización de la Comunidad llevará a

que se pongan en marcha mecanismos jurídicos de cooperación cultural tanto desde la

perspectiva normativa como desde la óptica institucional. En particular, habría que

subrayar el papel que le pudiera corresponder a la SEGIB en el camino conducente a la

celebración de acuerdos e incorporación de normas en materia cultural en el espacio

iberoamericano. Como lo indicó C. del Arenal, lo que es aplicable al sector cultural, “la

creación de la SEGIB, en cuanto que refuerza considerablemente la operatividad de la

Cumbres (…) y proporciona una mayor visibilidad política de las mismas, como

consecuencia de su carácter permanente, supone un paso adelante muy importante en el

camino que puede llevar a su revitalización”31.

La puesta en marcha de SEGIB, como órgano permanente de apoyo institucional

y técnico a la Conferencia Iberoamericana de Cultura y a la Cumbre también tiene

importancia en el ámbito cultural. En esta línea hemos de anotar algunos elementos:

Primero, el comportamiento activo de la SEGIB en el desarrollo de programas

de carácter cultural y, con mayor relevancia, en la introducción de la cultura como un

vector esencial de la cooperación iberoamericana. Como se dice, la SEGIB “viene

desempeñando desde su puesta en marcha en el año 2006 un activo papel en la

realización de programas de cooperación cultural, económica y social que le convierten

en un socio estratégico de la cooperación multilateral española”.

número 23, junio 20009. 30

C+D Cultura + Desarrollo, número 23, junio 20009. 31

C. DEL ARENAL, Las cumbres iberoamericanas: el largo y difícil camino hacia su

institucionalización, América latina hoy: Revista de ciencias sociales, I, vol. 40, 2005, p. 70.

Segundo, este organismo está llevando a cabo una acción directa para el

conocimiento y promoción del sector cultural de Iberoamérica. Ya se decía que “en el

año 2008 la SEGIB comenzó la realización de un mapa de iniciativas culturales

iberoamericanas destinado a sistematizar y ordenar toda la información existente sobre

ellas. A partir de este inventario de acciones, y a lo largo de 2009 y 2010, la SEGIB

impulsará la construcción de una herramienta on line que conectará a los gestores

públicos en materia cultural de todos los países iberoamericanos”. Con ello se ponía el

énfasis en que “este espacio de comunicación e intercambio permanente les permitirá

conocer de forma actualizada los planteamientos y acciones de los gobiernos en materia

cultural y les ofrecerá insumos útiles para la toma de decisiones y la implementación de

políticas”. Más aún, se dejaba claro que “a través de este activo mapa cultural se

pretende no sólo dar apoyo a los gobiernos en el diseño de sus políticas nacionales, sino

también favorecer el desarrollo de iniciativas regionales a partir del mejor conocimiento

mutuo”32.

Las Conferencias Iberoamericanas de Cultura contribuyen a desarrollar el

consenso en materia cultural y a promover la aprobación de programas. En concreto,

como se dice “constituyen un foro privilegiado para tratar asuntos multilaterales en la

materia, puesto que propician un clima de confianza entre los diversos actores que

permite intercambiar experiencias, establecer diagnósticos compartidos y concertar

posiciones comunes ante los desafíos y retos a los que se enfrentan los países

iberoamericanos”33.

En verdad, todas las Conferencias Iberoamericanas de Cultura han supuesto, de

un modo u otro, algún aporte al reforzamiento del sector cultural en Iberoamérica

aunque se eche en falta el impulso necesario para proponer e incitar tanto la elaboración

de normas regionales en la materia como la incorporación de principios en los

ordenamientos jurídicos internos de los Estados de la región. Y eso que no se han

dejado de expresar, aunque de forma tímida, algunos aspectos concretos, como la

voluntad que se manifestó en Reunión de Ministros y Responsables de Cultura de los

países iberoamericanos (Salvador de Bahía, Brasil, 9 y 10 de julio de 1993) de

32

C+D. Cultura + Desarrollo, Acción cultural multilateral: SEGIB, OEI, CAB, nº 23, junio 2009. 33

OEI., http://www.oei.es/cic.htm.

“proseguir los trabajos de estudio y aproximación de legislaciones para la protección de

derechos de autor”.

La OEI, organización internacional de carácter gubernamental para la

cooperación entre los países iberoamericanos en el campo de la educación, la ciencia, la

tecnología y la cultura creada en 1949 puede considerarse el germen de la CIN. La OEI

ha promovido y ha convocado las Conferencias Iberoamericanas de Cultura, realiza el

seguimiento del cumplimiento de los acuerdos y mandatos referidos a temas culturales

en las mismas así como en Cumbres, y se hace cargo de los programas culturales que le

son delegados para su ejecución. Como veremos, la labor de la OEI no sólo es relevante

desde el punto de vista cuantitativo sino que, cualitativamente, viene aportando una

concepción de la cultura muy útil para la conformación del espacio iberoamericano34

.

Todos estos organismos contribuyen al desarrollo de la cultura en la región

iberoamericana y a fortalecer los lazos entre los Estados. De alguna manera, dan sentido

al hecho de que “la presencia de la cultura dentro del conjunto de las políticas públicas

de los países iberoamericanos, va adquiriendo cada día mayor importancia,

reconociendo tanto su amplitud y creatividad, así como, su contribución al desarrollo de

los pueblos”. Son, por todo ello, la mejor expresión para hacer factible la cooperación

en este sector de las relaciones internacionales. En realidad, “la cooperación

iberoamericana acompaña este proceso, procurando mejorar la capacidad de gestión de

las instituciones que las llevan adelante, así como promoviendo la generación de nuevas

visiones y mejores comprensiones de los fenómenos culturales iberoamericanos”35

.

34

C. R. FERNÁNDEZ LIESA; M. B. OLMOS GIUPPONI; y B. BARREIRO CARRIL, loc. cit. Como se

ha indicado, “la OEI viene promoviendo desde 1999 un enfoque común, que confronta distintas

iniciativas relativas a la diversidad cultural en tanto elemento de análisis para la construcción del espacio

iberoamericano, que se expresa en la progresiva consolidación de la Comunidad Iberoamericana de

Naciones, así como en los distintos procesos de integración regional y subregional en América Latina,

como son los casos de MERCOSUR, el Sistema de Integración Centroamericano, el Pacto Andino y

otros. Esta construcción no sólo es el producto de raíces históricas y culturales comunes, sino que se

plantea como un proyecto hacia el futuro de iniciativas y de valores compartidos”, Memoria OEI, 2003-

2006. 35

VI Conferencia Iberoamericana de Cultura. Agenda de cooperación cultural iberoamericana. Proyecto

de Marco de acción. Iniciativas de cooperación, República Dominicana, 3 y 4 de octubre de 2002.

En el capítulo de los logros de la región en el campo cultural, el hito más

relevante ha sido, sin duda, la adopción de la CCI36. El reto que se plantea ahora es la

aplicación de este instrumento, hacerlo efectivo y su proyección tanto en el conjunto del

espacio iberoamericano como en resto de la escena internacional y, sobre todo, en

aquellas instituciones internacionales dedicadas a la protección de la cultura. La Cumbre

de Panamá, en 2013, abogó, también, por “dar un nuevo y mayor impulso a la Carta

Cultural Iberoamericana y a su plan de acción, como referencia fundamental para el

desarrollo de las políticas culturales destinadas a consolidar el Espacio Cultural

Iberoamericano”

La puesta en marcha de una acción tendente a dotar de contenido jurídico

vinculante a diversas manifestaciones de la cooperación cultural iberoamericana es el

paso que hay que dar, con toda seguridad, para construir ese entramado jurídico que se

precisa para hacer efectiva la cooperación en el ámbito de la cultura entre los Estados

iberoamericanos. No obstante, se han diseñado, como veremos, varios programas y se

han puesto en marcha algunos de ellos. Analizaremos más detenidamente estos

programas pero dejemos claro que la acción de la CIN en materia de cultura se está

desarrollando en muchas dimensiones y que adquiere, hoy por hoy, una proyección

significativa.

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