cuentos fantásticos

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Publicación de la selección de cuentos ganadores del Concurso de Cuentos en 2° Año a cargo de la Prof. Fernanda Olivera

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Concurso LiterarioCUENTOS FANTÁSTICOS

Los cuentos que se presentan a continuación fueron escritos por alumnos de segundo año. Cada curso participó de un concurso literario, y aquí les presentamos los tres trabajos seleccionados por cada uno.

Los alumnos debían escribir un cuento fantástico siguiendo ciertas pautas. En sus textos, no podía faltar la mención a “un pueblo o ciudad”, “una tía” y “una muñeca”. Aquí los resultados.

Los cursos que participaron fueron 2º 1º; 2º 2º; 2º 3º y 2º Bachiller A

Queremos felicitarlos a todos y especialmente a nuestros ganadores.

Gracias a todos.Profesora Fernanda Olivera

¿Catalina o clarita?

Todo comenzó en un pueblo llamado Whiteward, en una casa muy vieja. Pese a su aspecto de abandono, la casa era mantenida en condiciones por la vieja tía de Clarita, la nena desaparecida hacía ya, dos años y dos meses.

Un día, la tía Catalina, revolviendo unas antiguas cajas, se encontró con una extraña muñeca, que estaba acompañada por una carta adjunta, en cuyo sobre tenía figuraba fecha de febrero de 2005. Muy intrigada, la tía la guardó, y sorprendida escuchó unos extraños ruidos, muy agudos, provenientes de las cajas. No quiso prestarle demasiada atención y se fue a dormir luego de terminada su tarea.

Al día siguiente, Catalina volvió a escuchar esos raros ruidos, se acercó a las cajas y comenzó a revolver, buscando la muñeca que había viste el día anterior y que le resultaba tan familiar. La sostuvo en sus manos y la contempló por un rato, luego se fue.

Díez o quince días después de est4e suceso, la casa se vio desocupada y los vecinos se alarmaron frente a esta situación. Decidieron ir a la casa, y se encontraron con una niñita pequeñita, llamada Clarita, que jugaba con una muñeca que tenía un vestido con un nombre bordado en lentejuelas: CATALINA, ese era el nombre que estaba bordado en la muñeca.

Gabriel Caló (2º 3º)

La caída

Juan Martín Riera fue en busca de empleo en una zona no muy conocida, en una cuidad de America latina. Al caminar por aquellas calles, sintió que la gente lo miraba… y lo miraba, pero él no sabía lo que sus ruidosas miradas querían decirle. A no más de una cuadra del lugar al que debía llegar, en la antepenúltima baldosa de la cuadra más larga que caminó, se partió y Juan Martín cayó.

Tuvo la suerte de haber caído en un Río bajo la tierra y así evitar estrellarse contra las murallas blindadas o contra el asfalto. Un guardia de seguridad armado hasta los dientes desde arriba de la muralla gritó:

-¡Hey! ¡Ciudadano! ¿Qué hace ahí? Venga para acá porque lo agarran!-¿Qué dice?-¡Que venga!

Luego de cruzar lo que le quedaba de río, el guardia preguntó por qué estaba ahí a esas horas. Juan Martín, sin saber responder, dijo dudosamente que se había caído de la calle en la que caminaba y que no sabía nada de lo que estaba pasando. El guardia sin encontrarle sentido a lo que Juan Martín decía, le explicó, detalladamente lo que estaba ocurriendo en aquella sociedad. Estaba siendo invadida por unos extraños seres que al parecer, bajaban del cielo. Juan Martín, sin entender mucho, preguntó la época en la que estaban, y el guardia simplemente respondió que el año 2078. Después de la inesperada respuesta del guardia Juan Martín se fue a refugiar con la resistencia.

Pasados tres intensos, largos y aterrorizadores meses, Juan Martín, encontró en aquella ciudad a su tía. Ella lo reconoció enseguida y le dijo

-¿Sobrino? ¿Sos vos?- inquieta y sorprendida.-¿Tía?- Juan Martín reconoció además, ese muñeco que su tía llevaba en sus brazos.-Pero….- dijo la tía-si vos desapareciste hace como treinta años…

Juan Martín, confundido, trató de explicarle lo que le estaba sucediendo, y le propuso a su tía comer algo. El único lugar en donde podría encontrar provisiones era en aquella calle a la que alguna vez había ido a presentarse en para una propuesta de trabajo. Mientras se dirigía hacia el lugar, comenzó a percibir las mismas miradas de tiempo atrás, antes de que se cayera. Y antes de que pudiera recordar aquella extraña baldosa que había pisado la última vez, cuando estaba arriba…. ¡plof!.... cayó de nuevo, pero esta vez se encontró desplomado en el piso, mientras dos personas intentaban ayudarlo, al tiempo que le preguntaban:

-¿Qué te pasó?Y Juan Martín, atónito, respondió:-Me caí.

Alejandro Airaldi 2º3º

Alma Atrapada Esto que voy a contarles son recuerdos imborrables que tengo en mi mente. Dejo esta carta porque creo que no sería cortes de mi parte, irme sin despedir, pero creo que es necesario volver a contarles lo ocurrido, porque creo que no me pueden entenderme. Tal vez crean que estoy loco, pero sé que no lo estoy. Aunque a mí mismo me cueste creer lo que pasó, sólo puedo decirles que no estoy loco.

Recuerdo aquel día como si lo viviera cada día de mi vida, como agua clara en mi mente, recuerdo que me desperté mal esa mañana. Sentía un dolor punzante y realmente fuerte en el centro de mi frente como si me hubieran dado un puñetazo, mi cabeza daba vueltas. Tenía la boca realmente seca, como la hoja de un árbol en pleno otoño. Ese día era el cumpleaños de mi mamá, fecha que siempre intentaba pasar por alto, porque ella había muerto hacía diez años10 años, cuando yo tan sólo tenía 8 años. No la recuerdo siempre, y lo que tengo presente es que estaba mucho fuera de casa, nunca tuve lindos recuerdos de ella, era una mujer fría y a mi parecer no me quería.

Una vez despierto, me preparé y fui a buscar el auto al garaje. Al salir, me di cuenta de que el cielo estaba totalmente nublado, parecía a punto de llover y sólo se asomaban unos tenues rayos de luz. Cuando estaba en camino al trabajo mi teléfono sonó. No estaba segura desde dónde venía el sonido, no recordaba dónde había dejado mi celular, hasta que ubiqué el lugar. Estaba en el asiento trasero. Me decidí entonces por detenerme un segundo para alcanzarlo. Atendía la llamada, que se anunciaba como: <<NÚMERO DESCONOCIDO>> y antes de que pudiera decir algo, escuché una leve voz del otro lado. La voz era suave pero áspera al mismo tiempo, casi inhumana. -Kevin?…hablo con Kevin Cobain?- la voz se detuvo unos instantes y sentí una leve respiración.

Me quedé mudo sin saber que decir, y extrañamente, sentí miedo y los pelos del brazo se me erizaron. -Sí… habla…. Kevin…. ¿Quién es? ¿Cómo sabe mi nombre?- Pensé, luego de unos segundos, que la última pregunta había sido realmente estúpida. -Me llamo Ve-Verónica so-soy la herman-na de tu madre so-soy he-hermana de Ca-Carla- sentía que la voz de aquella persona vibraba y también sentí

como si mi mundo se viniera abajo ¿cómo mi madre nunca me había hablado de su hermana…? -Ehhhh….es imposible- mi voz empezaba a ponerse tensa- Mi mamá no tenía hermanas era hi-hija única- comencé a asustarme y para entonces, mi voz temblaba. Detuve el auto en seco y casi dejo caer mi rostro sobre el volante. -Sí…. Sí tenía he-hermana, créeme Kevin… quiero que nos encontremos hoy mismo… que vengas a conocerme- la voz empezó a apagarse- quiero contarte algo… -pero aquella extraña se calló -Sólo quiero que vengas a mi ca-casa, en la calle Perú al 2036 -¡Pero!.....- Pronuncié, y en ese instante me di cuenta de que la extraña había cortado. Quedé atónito, y tuve un completo impulso en todo mi cuerpo; estaba decidido a llegar a aquel lugar. No recuerdo nada de lo que fue el viaje, sólo recuerdo que de un momento a otro me encontré frente a aquella casa, muy vieja. Se la veía descolorida, tenía un par de macetas en las ventanas, con evidente señal de abandono. La casa tenía una puerta de roble, que me dio la sensación de que si golpeaba en ella y me abrían, caería hacia el vacío.

Bajé del auto y el frío que sentí fue realmente intenso, tuve la sensación de que cada músculo del cuerpo se me había congelado.Caminé hacia la casa y cuando estaba a punto de golpear la puerta, una anciana abrió. La mujer tenía aspecto de sapo, era muy pálida, bajita, rechoncha y de cara fofa. Pasa…Pasa…-Dijo con la misma vos. Que me hablo por teléfono. La habitación era un comedor totalmente polvorienta con todos los muebles de madera obscura y lo único que estaba limpio era un viejo cristalero que llegaba al techo. Señora no se que qui…-Dije Solo quiero que sepas que lo que te dije por teléfono era cierto-dijo antes de que pudiera continuar Pero señora-Volví a decir Prefiero que me llames tía por favor-volvió a interrumpir me A usted ni siquiera la cono…-Volví a insistir Esta bien dime Verónica pero quiero que me escuches, por favor-Hizo un leve silencio- ¿Esta bien? Solo escuchare lo que tiene que decirme con respecto a mi madre y luego me iré-respondí totalmente lleno de ira que no tenia idea de por que tenia. Esta bien-Respondió. Quiero contarte algo de cuando Carla y yo fuimos chicas- vacilo un momento al ver que no respondía- Cuando ella y yo

erramos chicas las dos vivíamos en una familia muy humilde y nuestro padre siempre trabajaba demasiado para mantener a la familia aunque el siempre hacia un esfuerzo para darnos un gusto, cada tanto-sonrío de oreja a oreja-Nosotras le pedíamos siempre que nos compre una muñeca hermosa que estaba a la venta en la feria cerca de casa- Respiro un poco, con un leve gruñido- después de mucho insistir nuestro padre, nos compro la muñeca… poco después el murió y decidí que la muñeca que nos había regalado nuestro padre, se la quedara Veronica , ella la cuidaba como si fuese oro , hasta que empecé a darme cuenta que ella ya no era muy dulce como solía ser empezó a cambiar y hablar sola con la muñeca hasta que yo un día decidí que quitársela y esconderla por su propio bien-su cara se tenso-y me di cuenta que….-se largo a llorar-allí esta solo….solo….pareció que había quedado muda y señalo un cristalero que se hallaba detrás de mi , un instante después ella se desplomo en el piso.

Me asuste y un instante después recordé que soy medico, fue una sensación rara sentí que mi mente se había ido de esa habitación no recordaba nada y luego reaccione nuevamente con esa misma sensación de que tenia la cabeza partida a la mitad tuve un dolor muy intenso en la frente…. Empecé a pensar que todo eso era una ilusión… tal vez no, tal vez si.Revise a Verónica y me di cuenta de que estaba bien sus signos vitales estaban bien. Me decidí y me acerque al cristalero y vi una muñeca era totalmente de madera, era hermosa, no media mas de 15 cm y era pelirroja con cara de una beba tierna.Pero de repente la muñeca abrió la boca y dijo Hola Kevin… Hijo-con una vos que yo reconocí al instante la vos era de mi madre pero totalmente distinta a la que conocía era una vos dulce y tierna. Tuve muchísimo miedo y mi mente se apago y desperté  acá rodeado de ustedes que piensan que estoy loco, poniéndome una chaqueta de fuerza ¡ja! Piensan que estoy loco.Solo me queda por decir que no estoy loco, y ahora que descubrí la manera de escapar voy a irme a buscar a la muñeca… o lo que queda de mi madre.   

Facundo Agüero Garcia 2º3º

La Casa de las Muñecas

Era la fiesta de cumpleaños de su tía Clara, todos sus parientes la visitarían. La tía cumplía 75 años, las hermanas menores le compraron el pastel, mientras que su hermana mayor, Emilia y su familia, organizarían la fiesta. Tuvieron que levantarse muy temprano para ir, ya que quedaba muy lejos de la casa. La hija mayor de Emilia, Helena, siempre había pensado que su tía Clara era bastante extraña. Desde los 15 años, su tía casi nunca salía de la casa, casi nunca se comunicaba con la familia, y cuando Helena la llamaba, la campanilla del teléfono sonaba por un largo rato hasta que al fin le respondía.

Subieron por fin al auto, viajaron un largo rato. Fueron cantando canciones, jugando a las adivinanzas, como solían hacer hacía años. Helena por momentos recordaba la colección de muñecas de la tía y le daba escalofríos. Finalmente, llegaron a la casa de Clara, saludaron a sus parientes. A algunos de ellos no los veían hacía mucho tiempo.

Entraron a la casa, la tía parecía muy contenta de verlos. Pasaron un rato muy agradable, festejaron, comieron pastel, cantaron por la noche. Mientras los mayores se ponían al tanto de las novedades, Helena y sus primas buscaron como entretenerse. Las chicas quisieron entrar a la habitación de las muñecas de la tía.

Helena no quería entrar, ese lugar siempre le había dado miedo. Había muñecas de todos los colores y materiales pero lo que a Helena le daba

miedo eran sus ojos, parecía que le querían decir algo, que le estaban pidiendo auxilio.

Como el lugar era muy alejado, se quedaron a pasar la noche. Después de un rato largo de dar vueltas en la cama sin poder dormir, se levantó y fue a la cocina, le pareció escuchar que alguien se acercaba. Por detrás de ella, apareció su tía, con una sonrisa muy dulce y le preguntó qué le pasaba y Helena le respondió que no podía dormir. Así que su tía le preparó una taza de leche tibia, charlaron un rato y empezó a pensar que no le podía temer a una anciana tan bondadosa, y finalmente se despidió y fue a dormir.

A la mañana siguiente, abrió los ojos y se sintió muy extraña, quiso moverse pero fue inútil, quiso gritar para llamar a su madre pero ni una palabra brotó de su boca, de pronto comenzó a escuchar los saludos de los familiares, escuchó el ruido de los motores de los autos que se iban ya a sus casas. Nadie preguntó por ella, no sabía cómo era posible que se fueran, que no se acordaran de ella. Al principio pensó que era una broma, esperó un rato pero nadie volvió. Miró a su alrededor y pudo ver a todas las muñecas de la tía, pero estas ahora no la miraban pidiendo auxilio, la miraban con cara de lastima. Entonces la tía Clara entró a la habitación de las muñecas con una gran sonrisa y con mucha dulzura agarró a Helena, la peinó y le puso un gran moño amarillo.

Lucas Carrasco 2º 1º

La noche de las miradas

Llegaba la Navidad y Buenos Aires era un hormiguero. Martín y sus padres habían salido de compras para hacer los preparativos de las fiestas.

Después de haber hecho todo lo necesario, volviendo a su casa, Amalia, la mamá, vio que desde la puerta de una casa de antigüedades una mujer tiraba a la basura una hermosa muñeca de porcelana. Amelia se bajó inmediatamente de la camioneta y fue a recoger la muñeca, y cuando la tuvo en sus manos, la mujer de la tienda le dijo: “no te la lleves, no quiero que se repita, no por favor…...no”. Indignada, la anciana entró al local y la mamá de Martín volvió a la camioneta con su hallazgo entre manos. Cuando llegaron a la casa, limpió la muñeca y la empaquetó para regalársela a su hermana, la tía de Martín, el día de Navidad. A ella le gustaban mucho las muñecas, porque era una gran coleccionista.

Llegó el 24 de diciembre. Toda la familia se reuniría en su pueblo originario, General Belgrano, y pasarían unos días allí. Cuando llegaron, Martín y sus padres recorrieron todo el pueblo visitando las casas de los viejos amigos y familiares. El pueblo era el mismo, pero observarlo en detalle daba esa sensación de olvido y tristeza que se acentuaba cada vez más con el paso de los años. Parecía que el pueblo se iba achicando poco a poco.

Después de los saludos, fueron a pasar el día a orillas del río. Todos estaban disfrutando, pero Martín se preguntaba qué significaban las palabras de esa vieja señora: “no te la lleves”, “que no se repita”, “por favor… no”. Estuvo toda la tarde con esa intriga, que le quemaba por dentro, y que no podía resolver.

Cuando empezó a anochecer, todos se prepararon y fueron a la casa de la tía de Martín a cenar. Estaban felices, y esa felicidad hacía pasar desapercibido el olvido y la tristeza del pueblo entero.

Luego del festejo, Amelia se acordó de la muñeca y se la dio a su hermana, que con toda la alegría del mundo, le agradeció el regalo y la puso en uno de los estantes de la habitación que usaba para guardar sus objetos de colección.

Antes de ir a descansar, todos se organizaron para ver dónde dormir. Los padres de Martín iban a dormir en la habitación de huéspedes, que tenía una cama matrimonial, y por lo tanto Martín tendría que dormir en la habitación de las muñecas.

Todo parecía ir bien. Se acostó, se acomodó y trató de dormir, pero el sólo hecho de saber que estaba esa misteriosa muñeca a unos pocos metros de su cama, lo puso nervioso y no pudo conciliar el sueño; sabía que algo malo pasaba con esa cosa.

Vencido por el cansancio, se durmió profundamente pero lo despertaron extraños ruidos y voces que se acercaban poco a poco. Ruidos de tacos, golpes contra los muebles de madera y tenues risas que invadían su cabeza y no lo dejaban en paz.

Se levantó bruscamente y miró al estante donde estaba la muñeca y se sorprendió al descubrir que ya no estaba. Con todo el miedo de la tierra, comenzó a mirar para todos lados tratando de encontrarla en algún lugar del cuarto, pero sólo escuchó el ruido de los tacos y cuando volteó, la muñeca estaba allí. Tenía algo tan aterrador en su aspecto como el hecho de que hubiese desaparecido: su mirada, apuntaba justo a los ojos de Martín, qué espantado logró susurrar: “¿qué quieres? ¿Por qué me atormentas?”.

Los ojos de la muñeca parecían cada vez más reales, algo siniestro había en el interior de ese cuerpo de porcelana…

Martín le preguntó: “¿qué escondes detrás de esa mirada aterradora?”

La muñeca agachó la cabeza y esto alarmó mucho más al chico. Pero lo peor ocurrió cuando la muñeca levantó la cabeza, sus ojos se habían tornado de un color rojo sangre verdaderamente aterrador. El brazo izquierdo de este engendro se levantó y señaló; Martín se quedó paralizado, por su cabeza pasó todo lo imaginable y lo inimaginable también, principalmente las palabras de la vieja: “que no se repita, no por favor… no”.

Desde esa noche, no se supo nada más de Martín ni lo que le pasó. Varios meses después, la tía encontró en la habitación un muñeco de porcelana,

era igual a Martín, y estaba señalando a esa muñeca siniestra, entonces la tía, la tomó y la arrojó a la basura.

Una mujer pasaba justo por allí cuando la tía tiraba la muñeca, se acercó y la sacó del cesto de basura…

Brian Ksaziek 2° 1°