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Material para uso académico DRA JUDITH AGUILA MENDOZA MAESTRIA EN PEDAGOGÍA EVALUACIÓN DE PROCESOS CRITERIOS Tomado de: Jiménez, B. (1999), Evaluación de programas, centros y profesores, Madrid, Sintesis, (pág. 19-20) ... “ La definición de criterios y sus ponderaciones o la exclusividad de su aplicación es una de las tareas más arduas dentro del proceso de evaluación porque entran en consideración planteamientos científicos, técnicos, pero también intervienen los ideológicos, políticos, culturales e incluso personales, religiosos o morales. Entramos en el terreno de los valores, dicho de otro modo: determinados actos, situaciones, fenómenos o acontecimientos son válidos o no, aceptados o no, alabados o recriminados dependiendo del criterio que se aplique. No vamos a decir dependiendo de la persona que evalúe, aunque podría fácilmente confundirse uno con otra. Por tanto, la explicación de los criterios y el rigor, la sistematicidad y la honestidad en la aplicación de los mismos deben ser un referente constante en la mente del evaluador. Los criterios basados en la estadística descriptiva, los normativos, en principio, pueden parecernos los menos discutibles, los más objetivos, los más rigurosos dada su procedencia y raíces científicas del positivismo; no obstante tienen sus talón de Aquiles en cuanto nos preguntemos o argumentemos respecto a la procedencia o conveniencia de los referentes objetos de comparación, es decir, las medidas de tendencia central, los porcentajes procedentes de universos, de poblaciones, de muestras sin entrar en su representatividad- de un grupo de referencia o de un grupo determinado a conveniencia… ¿Con cuál o con cuáles vamos a operar? ¿Cuáles son esos referentes que van a delimitar la bondad, el valor de los datos cuantitativos? Los criterios basados en autoridad son seguramente los más empleados, su origen es muy variado y su discutibilidad igualmente diversa. Los hay difícilmente rebatibles, como pueden ser aquellos que proceden de hechos, fenómenos, principios o teorías contrastadas, como pueden ser los referentes científicos: la definición de Watio, la capital de un estado en una época concreta, las fórmulas para calcular volúmenes, que los caudales de los ríos fluyen de la montaña hacia el mar o un lago interior o que el día sucede a la noche; criterios de autoridad hay muchos y variados, van desde lo estipulado en las leyes o normativas aprobadas convenientemente, como puede ser las aplicadas en las concesiones de becas, premios o licencias a proyectos. Los requisitos se convierten en criterios de aprobación o

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Material para uso académico DRA JUDITH AGUILA MENDOZA

MAESTRIA EN PEDAGOGÍA EVALUACIÓN DE PROCESOS

CRITERIOS

Tomado de: Jiménez, B. (1999), Evaluación de programas, centros y profesores, Madrid, Sintesis, (pág. 19-20)

... “ La definición de criterios y sus ponderaciones o la exclusividad de su aplicación

es una de las tareas más arduas dentro del proceso de evaluación porque entran en

consideración planteamientos científicos, técnicos, pero también intervienen los ideológicos,

políticos, culturales e incluso personales, religiosos o morales. Entramos en el terreno de los

valores, dicho de otro modo: determinados actos, situaciones, fenómenos o acontecimientos

son válidos o no, aceptados o no, alabados o recriminados dependiendo del criterio que se

aplique. No vamos a decir dependiendo de la persona que evalúe, aunque podría fácilmente

confundirse uno con otra.

Por tanto, la explicación de los criterios y el rigor, la sistematicidad y la honestidad en

la aplicación de los mismos deben ser un referente constante en la mente del evaluador.

Los criterios basados en la estadística descriptiva, los normativos, en principio, pueden

parecernos los menos discutibles, los más objetivos, los más rigurosos dada su procedencia

y raíces científicas del positivismo; no obstante tienen sus talón de Aquiles en cuanto nos

preguntemos o argumentemos respecto a la procedencia o conveniencia de los referentes

objetos de comparación, es decir, las medidas de tendencia central, los porcentajes

procedentes de universos, de poblaciones, de muestras –sin entrar en su representatividad-

de un grupo de referencia o de un grupo determinado a conveniencia… ¿Con cuál o con

cuáles vamos a operar? ¿Cuáles son esos referentes que van a delimitar la bondad, el valor

de los datos cuantitativos?

Los criterios basados en autoridad son seguramente los más empleados, su origen es

muy variado y su discutibilidad igualmente diversa. Los hay difícilmente rebatibles, como

pueden ser aquellos que proceden de hechos, fenómenos, principios o teorías contrastadas,

como pueden ser los referentes científicos: la definición de Watio, la capital de un estado en

una época concreta, las fórmulas para calcular volúmenes, que los caudales de los ríos

fluyen de la montaña hacia el mar o un lago interior o que el día sucede a la noche; criterios

de autoridad hay muchos y variados, van desde lo estipulado en las leyes o normativas

aprobadas convenientemente, como puede ser las aplicadas en las concesiones de becas,

premios o licencias a proyectos. Los requisitos se convierten en criterios de aprobación o

Material para uso académico DRA JUDITH AGUILA MENDOZA

MAESTRIA EN PEDAGOGÍA EVALUACIÓN DE PROCESOS

desaprobación, hasta el criterio totalmente subjetivo de un marchante de arte que evalúa la

posible estética y valor de la composición pictórica de un artista novel. ¿Cuál es su criterio, la

experiencia, la armonía de los colores, la originalidad, el formato, los materiales con los que

compone? También son criterios de autoridad lo contemplado en estatutos, reglamentos de

centro, los acuerdos aprobados democráticamente, etc.

Los criterios individuales o personalizados tienen el origen en el propio objeto o sujeto

evaluado de manera que la aprobación o no de determinadas acciones, actuaciones o

productos van a ser comparadas con datos o informaciones que previamente se han

obtenido en él. Así un centro, cuya media de inversión por alumno haya pasado de X

cantidad al doble, diremos que ha mejorado, independientemente de medias comarcales

autonómicas o nacionales, incluso si en el caso último no llega a lo que podría ser

considerado normal, ya que no se aplica un criterio de autoridad. Al igual podría decirse de

un alumno del que, evaluado tradicionalmente en un área determinada, sus puntuaciones

primeras eran del orden de nueve, al cabo de un mes sus puntuaciones son del orden del

seis y medio. Aplicado un criterio personalizado deberíamos suspenderlo.