contextos cerámicos de época republicana procedentes de enclaves militares ubicados en la cuenca...

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RESUMEN Se analiza la cultura material proce- dente de enclaves militares situados en el NO de la región de Murcia, vinculados a los episodios de las guerras civiles que se desarrollan en la Península Ibérica durante los decenios centrales del siglo I a.C. INTRODUCCIÓN Desde el año 2000 se vienen realizan- do de forma periódica campañas de excavación en el castellum del cerro de las Fuentes de Archivel, y durante el vención en el recinto de La Cabezuela de Barranda. Partiendo de los contextos materiales documentados, presentare- mos de forma provisional un primer aná- lisis de la cultura material asociada a ambos enclaves, planteando los proble- mas que conlleva la datación de ambos conjuntos y aproximándonos al estudio de las fuentes de aprovisionamiento de alimentos y equipamiento de estos esta- blecimientos militares de carácter tem- poral. Ambos yacimientos se sitúan en el extremo noroccidental de la Región de Murcia, dentro del término municipal de Caravaca de la Cruz, un área geográfica donde la disposición del relieve se carac- teriza por la alternancia de varias alinea- ciones montañosas con orientación SO- NE, que delimitan una amplia cuenca drenada por los ríos Quípar y Argos ele- vada entre 700 y 900 m. s. n. m. (Figura 1). Esta cuenca constituye una extensa altiplanicie que ha servido desde la Prehistoria reciente como un pasillo natural interior muy frecuentado en las comunicaciones entre Levante y la Alta Andalucía, entre la depresión del valle del río Segura y el corredor del río Guadiana Menor. El castellum del cerro de las Fuentes de Archivel se sitúa en la cumbre de un cerro de acusadas pendientes con una cota de 990 m de altitud (Figura 2). Presenta una muralla de lienzos rectos con unas anchuras que oscilan entre 1,4 y 1,8 m, construida mediante un zócalo realizado con la técnica del emplecton, con paramentos de piedra caliza extraí- CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLA- VES MILITARES UBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA (ESPAÑA) Murcia Muñoz, A. J., Brotóns Yagüe, F., García Sandoval, J.

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Se analiza la cultura material procedente de enclaves militares situados en el NO de la región de Murcia, vinculados a los episodios de las guerras civiles que se desarrollan en la Península Ibérica durante los decenios centrales del siglo I a.C.

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RESUMEN

Se analiza la cultura material proce-

dente de enclaves militares situados en

el NO de la región de Murcia, vinculados

a los episodios de las guerras civiles que

se desarrollan en la Península Ibérica

durante los decenios centrales del siglo I

a.C.

INTRODUCCIÓN

Desde el año 2000 se vienen realizan-

do de forma periódica campañas de

excavación en el castellum del cerro de

las Fuentes de Archivel, y

durante el

vención en el recinto de La Cabezuela de

Barranda. Partiendo de los contextos

materiales documentados, presentare-

mos de forma provisional un primer aná-

lisis de la cultura material asociada a

ambos enclaves, planteando los proble-

mas que conlleva la datación de ambos

conjuntos y aproximándonos al estudio

de las fuentes de aprovisionamiento de

alimentos y equipamiento de estos esta-

blecimientos militares de carácter tem-

poral.

Ambos yacimientos se sitúan en el

extremo noroccidental de la Región de

Murcia, dentro del término municipal de

Caravaca de la Cruz, un área geográfica

donde la disposición del relieve se carac-

teriza por la alternancia de varias alinea-

ciones montañosas con orientación SO-

NE, que delimitan una amplia cuenca

drenada por los ríos Quípar y Argos ele-

vada entre 700 y 900 m. s. n. m. (Figura

1). Esta cuenca constituye una extensa

altiplanicie que ha servido desde la

Prehistoria reciente como un pasillo

natural interior muy frecuentado en las

comunicaciones entre Levante y la Alta

Andalucía, entre la depresión del valle del

río Segura y el corredor del río Guadiana

Menor.

El castellum del cerro de las Fuentes

de Archivel se sitúa en la cumbre de un

cerro de acusadas pendientes con una

cota de 990 m de altitud (Figura 2).

Presenta una muralla de lienzos rectos

con unas anchuras que oscilan entre 1,4

y 1,8 m, construida mediante un zócalo

realizado con la técnica del emplecton,

con paramentos de piedra caliza extraí-

CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA

REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLA-

VES MILITARES UBICADOS EN LA CUENCA

DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE

LA REGIÓN DE MURCIA (ESPAÑA)

Murcia Muñoz, A. J.,

Brotóns Yagüe, F.,

García Sandoval, J.

Paco
año 2006 se desarrolló la primera inter-

74 IV CONGRESO HISPANO-ITALIANO

da del propio cerro, utilizándose un apa-

rejo trapezoidal irregular. Se configura

así un recinto de planta poligonal, con

una superficie interior de aproximada-

mente 0,3 ha y un único acceso situado

en su extremo septentrional que está

flanqueado por dos torres de planta

cuadrangular (Figura nº 3, A); frente a

esta puerta se dispone un espacio pro-

tegido por un antemuro formado por

dos grandes bastiones poligonales

(Brotóns, Murcia, 2006, 639-653).

A unos 6 km en dirección SE, con una

relación visual directa, el recinto de La

Cabezuela se ubica sobre la cima de un

cerro amesetado de 880 m. Atendiendo a

los restos de muros visibles en superficie y

a los datos proporcionados por los sonde-

os estratigráficos la restitución provisional

de su planta parece responder a una

estructura en forma de polígono irregular

que tiene de base un paralelogramo rom-

boide de 26,3 por 34 m de lado, al que se le

incorpora otro menor sobresaliente por su

Figura 1. Plano de localización de los yacimientos.

75CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLAVES MILITARESUBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA

flanco suroeste, y que en conjunto abarcan

una superficie en torno a 860 m2. (Figura nº

3, B). Su muro perimétrico tiene una anchu-

ra máxima de 0,90 m y está obrado con

zócalo de mampostería y alzado de tapia,

adosándosele por el interior, tal y como han

revelado los sondeos, algunas estancias

lienzos noroeste y suroeste y que pudieran

corresponder posiblemente a contubernia.

Ambos castella debieron estar en rela-

ción con el ejercicio de un control militar

efectivo de la altiplanicie en el escenario

de los conflicto civiles romanos que

afectaron directamente a la Península

Ibérica en el s. I a.C., y con un prolonga-

núcleo de población principal en la cuen-

ca –el oppidum de Los Villaricos– desde

donde se controlaban los accesos a la

altiplanicie por la ruta del río Quípar.

Nuestro estudio se centrará en el aná-

lisis de los materiales cerámicos proce-

dentes de los niveles de destrucción

documentados en ambos yacimientos y

dejaremos para próximos trabajos los

objetos metálicos y orgánicos, aún en

proceso de restauración. Se ha procedido

a su clasificación en tres grandes catego-

rías funcionales: vajilla –con los subgru-

pos de cerámica fina de mesa, común y

cocina–, almacenaje y transporte, y otros.

En el caso de aquellos niveles que han

podido ser sometidos a una cuantifica-

ción, se ha recurrido al criterio de determi-

nar el número mínimo de individuos (NMI),

fijando el borde como único elemento dis-

tintivo de una pieza, mientras que todas

aquellas producciones bien caracteriza-

das representadas tan sólo por informes,

asas o fondos, se han contabilizado como

un único individuo. A continuación hemos

establecido la relación entre el NMI y la

categoría cerámica (%NMI/cat.), la pro-

ducción (%NMI/p.) y el total de individuos

(%NMI/t.).

Figura 2. Toma aérea del Cerro de las Fuentes de Archivel, donde se aprecia el área de la puerta defendida por

dos torres.

Paco
Paco
que han sido identificadas junto a los
Paco
do episodio de ocupación o de asedio al

76 IV CONGRESO HISPANO-ITALIANO

LOS NIVELES ARQUEOLÓGICOS PROCEDENTES

DEL CASTELLUM DEL CERRO DE LAS FUENTES

DE ARCHIVEL

Niveles localizados en el interior del

torreón oeste

La intervención arqueológica desarro-

llada en el interior de la torre oeste

durante la campaña de 2002 ha propor-

cionado hasta el momento el contexto de

época tardorrepublicana más significati-

vo del yacimiento. Con la excepción

ángulo noroeste, muy afectado por la

erosión, en el resto de la torre se pudo

diferenciar una secuencia arqueológica

muy completa constituida por un nivel

inicial de colmatación, seguido por el

derrumbe de parte del alzado de sus

paredes y, por último, un nivel de incen-

dio con abundantes carbones en el que

aparecen numerosos objetos, pertene-

cientes al mobiliario y ajuar doméstico de

la estancia (Figura 4), que se sitúan sobre

un pavimento de tierra apisonada. Si

bien la cuantificación de estos niveles

parte de un número escaso de fragmen-

tos y de individuos, seiscientos setenta y

cinco fragmentos y treinta y cinco indivi-

duos, no es menos cierto que se trata de

un conjunto cerrado que nos proporcio-

na una información fidedigna sobre el

equipamiento de este espacio durante

último momento de uso.

La vajilla fina de mesa representa un

11,41% respecto al total, estando cons-

tituida por unos pocos fragmentos de

vasos de paredes finas de difícil adscrip-

ción tipológica, un plato de terra sigillata

y un fragmento de barniz negro. Este últi-

mo pertenece a una forma abierta de

Campaniense B, que por sus caracterís-

ticas técnicas se puede identificar con la

producción de Cales. El plato presenta

una carena alta, con las superficies inter-

na y externa recubiertas por un engobe

de color rojo con una distribución desi-

gual, y una pasta de color beige, bien

Figura 3. A, Topografía del cerro de las Fuentes de Archivel (según F. Brotons y A. J. Murcia).

B, Topografía del cerro de La Cabezuela de Barranda (según F. Brotons).

Paco
el
Paco
del

77CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLAVES MILITARESUBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA

depurada sin apenas inclusiones percep-

tibles a nivel macroscópico; este plato,

atendiendo a sus características técni-

cas y morfológicas, se corresponde con

la forma Hayes 3 de terra sigillata oriental

A (Figura 4. 1), que, procedente del área

sirio-palestina, presenta una datación

comprendida entre finales del siglo II a.C.

y los últimos decenios del siglo I a.C.

(Hayes, 1981, 14).

En el subgrupo de las cerámicas

comunes destacan por su elevado por-

centaje las cerámicas de tradición indí-

gena, que suponen un 34% del total,

estando representadas por un variado

repertorio de formas en su mayoría rela-

cionadas con el servicio de mesa –pla-

tos, oinochoes, vasos caliciformes–,

junto a otros recipientes vinculados a

tareas domésticas o de despensa –tinaji-

llas, lebes–. Algunas de ellas presentan

en la parte media de los galbos una

decoración pintada geométrica muy sen-

cilla compuesta por una banda horizontal

entre grupos de dos o más líneas, mien-

tras que en los bordes pueden disponer-

se líneas horizontales aisladas (Ros,

1989, tipo A.1.1.). Destacamos en primer

lugar formas vinculadas con el servicio

de mesa, como un jarro u oinochoe de

perfil piriforme y boca trilobulada (Figura

4, 3), similar al tipo 2.1 del grupo III

(Mata, Bonet, 1992, 117-173) en el que

se agrupan ejemplares pertenecientes al

ibérico pleno; Ros Sala incluye fragmen-

tos pintados procedentes de Cartagena

en su forma XIII a, para las que estable-

ce unas cronologías entre el siglo II a.C.

y época augustea (Ros, 1989, 110-113).

Asociado igualmente al servicio de mesa

contamos con un vaso caliciforme

(Figura 4, 2) perteneciente al tipo 4.1

(Mata, Bonet, 1992, 157), con ejemplares

conocidos desde el Ibérico Pleno hasta

época iberorromana. Entre los recipien-

tes multifuncionales contamos con un

Figura 4. Tabla con los materiales procedentes del nivel de destrucción de la torre oeste.

78 IV CONGRESO HISPANO-ITALIANO

lebes (Figura nº 4, 4) similar al tipo 6.1 del

grupo II (Mata, Bonet, 1992, 152) encua-

drado en el Ibérico Pleno, sobre todo a

partir del siglo III a.C.; en Cartagena apa-

recen bordes similares adscritos a la

forma III a con dataciones comprendidas

entre los siglos II y I a.C. (Ros, 1989, 87-

88). Relacionada igualmente con tareas

domésticas de despensa y almacenaje

se ha documentado una tinajilla asimila-

ble al tipo 2.2.1 del grupo II, (Figura 4, 5)

con dataciones comprendidas entre el

Ibérico Antiguo y época iberorromana

(Mata, Bonet, 1992, 150).

Las cerámicas de cocina, con un

14,28%, pertenecen en su totalidad a las

producciones de tradición indígena, con

un repertorio morfológico representado

únicamente por ollas que tienen perfiles

bitroncocónicos atenuados, borde exva-

sado y un cuello con dos pequeños resal-

tes en la zona de contacto con el galbo

(Figura 4, 7), siendo una forma de tradi-

ción ibérica con una amplia representa-

ción en niveles de Carthago Nova fecha-

dos entre el siglo II a.C. y los inicios del I

d.C. (Pérez et alii, 1995, 192, fig. 7, nº 1 al

4). Un perfil de olla similar, aparece en un

nivel de destrucción de Valentia, fechado

entre el 80-75 a.C. (Marín et alii, 2004, fig.

3) y entre las cerámicas ibéricas docu-

mentadas en Albintimilium contamos con

varios ejemplares de cerámicas de coci-

nas reductoras, identificadas como pro-

ducciones ampuritanas, que presentan

unos rasgos morfológicos muy similares

estando presentes en los estratos VI A3,

VI A1 y V datados entre el 80 a.C. y

época augustea (Conde, 1996, fig. 12,

12; fig., 16, 4; fig. 17, 11).

Los contenedores destinados al

transporte y almacenaje de víveres

alcanzan el 25,71% del total de material

cerámico, de los que el 17% se corres-

ponde con producciones de tradición

indígena. Entre el material destinado al

transporte de sustancias alimenticias,

tan sólo contamos con algunos fragmen-

tos informes de ánforas romanas indeter-

minadas, parte del galbo, el hombro y el

inicio del cuello de un ánfora itálica de

producción campana perteneciente al

tipo Dressel 1 y numerosos fragmentos

informes de ánfora ibérica. En el ángulo

suroeste de la torre se diferenció una

pequeña fosa de planta circular excava-

da en el pavimento y

tructivos, que serviría como vasar de un

dolia de fondo plano, parte del cual se

documentó en su interior y alrededores.

Destaca la presencia de un tonel y de

varias cantimploras con pastas de tradi-

ción indígena; una de las cantimploras,

conservada en su totalidad (Figura 4, 9)

presenta un perfil lenticular (Mata, Bonet,

1992, 130) con dos asas horizontales y

una marcada acanaladura alrededor de

su perímetro que permitía el encaje de

una cuerda con la que se facilitaba su

transporte y suspensión. Finalmente

cabe destacar la presencia del tercio

superior de una tinaja ibérica sin hombro

con un borde exvasado y labio pendien-

te (Figura 4, 8). En este mismo nivel de

destrucción se ha encontrado parte de

un pitorro vertedor que por sus caracte-

rísticas técnicas podría estar asociado a

dicha forma; estas tinajas, en el caso de

no disponer de un vertedor, por sus

características morfológicas son apro-

piadas para el almacenamiento de líqui-

dos, mientras que en el caso de poseer-

lo se les atribuye una función de decan-

tación principalmente vinculada a la ela-

boración de cerveza (Mata, Bonet, 1992,

125-126). No queremos dejar de mencio-

nar la presencia, dentro de los materiales

cerámicos importados, de un pequeño

Paco
,
Paco
,
Paco
en los rellenos cons-

79

fragmento de ungüentario, posiblemente

fusiforme, del que tan sólo contamos con

parte del cuello y el inicio del galbo.

Niveles localizados en el exterior del

torreón oeste

La intervención realizada durante la

campaña de 2002 alrededor de la torre

oeste, permitió documentar diversos

niveles asociados al momento final de

ocupación del castellum. Se trata en

concreto de un estrato locali-

zado en el exterior del ángulo sureste de

la torre, prácticamente debajo del manti-

llo vegetal que cubría a una banqueta o

andén posiblemente relacionada con los

accesos a la muralla. Igualmente, en el

exterior del ángulo este de la torre, se

diferenció toda una secuencia de niveles

d e c o l m a t a c i ó n y d e r r u m b e s

que amortizaban un nivel de

destrucción compuesto por tierra de

color gris con abundantes carboncillos y

piedras de tamaño pequeño.

Entre todo el conjunto de materiales

cerámicos asociados a tales niveles, se

han seleccionado aquellos más significa-

tivos para su análisis. Dentro de los gran-

des contenedores destinados al trans-

porte y almacenamiento destacamos en

primer lugar la presencia de un ánfora

republicana itálica de producción cam-

pana, tipo Dressel 1 B (Figura 5, 1), con

unas dataciones generales comprendi-

das entre el primer cuarto del siglo I a.C.

y los inicios del I d.C. (Molina, 1997).

También se ha documentado un frag-

mento de borde perteneciente a un dolia

(Figura 5, 2), con una pasta muy similar a

la del fondo localizado en el interior de la

torre oeste, que presenta similitudes con

el tipo 21 de Lattara (Py, 1993, 405), con

una datación amplia entre los siglos II y I

a.C.; piezas similares se documentan en

un contexto de Iluro fechado entre el 40-

30 a.C. y el cambio de era (Cerdá et alii,

1997, 58, nº 386). Finalmente recogemos

un pequeño borde de cazuela (Figura 5,

4) de pasta micácea, con una depresión

interior para servir de apoyo a una tapa-

dera, que de forma general se puede

adscribir al tipo 4 de M. Vegas (Vegas,

1973, 21, fig. 5), presentando notables

similitudes con las cazuelas itálicas del

tipo Celsa 79.28, muy comunes en nive-

les de la Tarraconense fechados en el

siglo I a.C. (Aguarod, 1991, 99-102).

CONJUNTOS CERÁMICOS DE LA CABEZUELA

DE BARRANDA

Los dos sondeos realizados hasta el

momento en el interior del recinto de La

Cabezuela1, han permitido diferenciar

una secuencia estratigráfica compuesta

por toda una serie de niveles asociados

a las fases de construcción, destrucción

y abandono que, al igual que en el caso

del castellum de Archivel, tendría un

desarrollo temporal bien acotado.

El análisis preliminar de los contextos

cerámicos documentados revela cómo

dentro del grupo de la vajilla, la cerámica

fina de mesa está representada mayori-

tariamente por las producciones de bar-

niz negro; en el grupo de las Campa-

nienses del tipo B, contamos con dos

páteras de la forma Lamboglia 5/7, per-

tenecientes a las variantes tardías de la

producción de Cales (Figura 6, 1); igual-

mente se han podido diferenciar varias

CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLAVES MILITARESUBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA

1 Esta intervención se ha desarrollado durante el año 2006, bajo la dirección de D. Francisco Brotóns Yagüe y el apoyo téc-

nico de D. Antonio Javier Medina.

80 IV CONGRESO HISPANO-ITALIANO

producciones derivadas de la

Campaniense C, en concreto un cuenco

de pasta gris con abundantes partículas

micáceas (Figura 6, 2), con un barniz lus-

troso que recubre el interior y parte del

exterior, asimilable a la serie F-2310, y

una pátera del tipo Lamboglia 5/7 recu-

bierta con un engobe sobre el que se

aplicó un espatulado que le confiere brillo

(Figura 6, 3). El repertorio de la vajilla fina

se completa con un plato recubierto con

barniz de color rojo (Figura 6, 4) con una

distribución y tonalidad bastante hetero-

génea, en el exterior de la pieza, apre-

ciándose parte de una huella dactilar en

el pie anular que puede indicar la aplica-

ción del barniz por inmersión; por sus

características técnicas y formales lo

adscribimos al grupo de las presigillatas.

Incluimos dentro de este apartado un

fragmento de galbo perteneciente al ter-

cio inferior de una forma cerrada de tradi-

ción indígena, que presenta una decora-

ción compuesta por un grupo de cuatro

líneas horizontales sobre el que se des-

arrolla un friso con decoración fitomorfa

esquemática en el que se identifica parte

de un tallo espiriliforme y el arranque de

una hoja; se puede adscribir al Estilo II

Ilicitano, con una cronología que se sitúa

preferentemente en la segunda mitad del

siglo I a.C., pudiendo alcanzar el siglo I

d.C. (Tortosa, 2006, 101).

Entre la cerámica común destaca la

presencia de diversas formas abiertas y

cerradas de tradición indígena, junto con

formas cerradas de tipología plenamente

romana, caso de un pequeño borde per-

teneciente a una botella (Figura 6, 5). La

cerámica de cocina se encuentra repre-

sentada por una olla de cocción reducto-

ra de tradición indígena (Figura 6, 7) y

una tapadera itálica de producción cam-

pana (Figura 6, 8), tipo Celsa 80.8145,

frecuente en contextos de la Tarra-

conense desde mediados del siglo I a.C.

Dentro del apartado de los contenedo-

res destinados al almacenaje y transporte

destaca la presencia de un elevado núme-

ro de doliae, con borde engrosado y

fondo plano, y una tinajilla de tradición

indígena con una decoración geométrica

compuesta por líneas horizontales. Este

grupo se completa con un fragmento de

borde y cuello de ánfora, con un borde

exvasado y engrosado al exterior que se

estrecha de manera progresiva hacia su

extremo superior, presentando una leve

concavidad en la parte interna (Figura 6,

9); el análisis macroscópico de su pasta

permite relacionarla con las producciones

béticas del valle del Guadalquivir; presen-

ta similitudes con un fragmento proce-

dente de un contexto de Tarraco (Gebelli,

Dias, 2000) fechado en el 3er cuarto del

siglo I a.C. e identificado por sus autores

como perteneciente a un contenedor de

vino del tipo Lomba do Canho 67; en

Figura 5. Materiales procedentes de los niveles de

destrucción localizados en el exterior de la torre

oeste del castellum de Archivel.

81CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLAVES MILITARESUBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA

Lyon, procedente del horizonte 1 de

Saint-Romain-en-Gal datado hacia el 30-

20 a.C., contamos con algunos fragmen-

tos de bordes atribuidos a las variantes

más antiguas de la Dressel 20 (Desbat, Le

maitre, 2000, fig. 13, nº 13, 14 y 16). Dado

su estado de fragmentación y la falta de

información sobre las primeras produc-

ciones cerámicas destinadas a la importa-

ción de los excedentes de esta zona de la

Bética (Chic García, 2004, 307), resulta

difícil su adscripción a un tipo concreto,

no obstante por algunos de sus rasgos

morfológicos nos decantamos más hacia

una filiación con los antecedentes de los

envases vinarios Haltern 70.

VALORACIONES

Las limitaciones impuestas por los

escasos contextos tardorrepublicanos

documentados hasta el momento, nos

obligan a continuar siendo muy cautos a

la hora de precisar las cronologías2. En el

caso del castellum, las dificultades para

su datación se derivan de que el conjun-

to cerámico cuantitativamente más

representativo está constituido por cerá-

micas de tradición indígena, produccio-

nes que ante la escasez de contextos

publicados son difíciles de datar con pre-

cisión. No obstante resulta muy signifi-

cativa la presencia de terra sigillata orien-

tal, cuya distribución por el levante

peninsular se centra principalmente en

puntos costeros (Beltrán, 1990, 282)

como Ampurias, donde aparece general-

mente en contextos posteriores a media-

dos del siglo I a.C. (Aquilue et alii, 2003,

29), en la zona central de la costa

Layetana (García et alii, 2000, 65-67) o en

2 Pese a las numerosas campañas realizadas en el cerro de las Fuentes de Archivel, los trabajos se han centrado funda-

mentalmente en documentar los interesantes niveles de ocupación altomedievales (s. IX-X), pertenecientes a un poblado en

altura superpuesto a los niveles de amortización del castellum.

Figura 6. Tabla con los materiales cerámicos de los niveles de destrucción de La Cabezuela.

82 IV CONGRESO HISPANO-ITALIANO

Carthago Nova, donde se constata la

presencia de las formas Hayes 2, 3 y 4 en

los niveles del anfiteatro fechados entre

finales del siglo II a.C. y la primera mitad

del I d.C. (Pérez, 1998, 257; Pérez, 2000,

133-134). En general todo parece indicar

una mayor presencia de esta producción

en niveles del segundo y sobre todo del

tercer cuarto del siglo I a.C., con anterio-

ridad a la difusión de la terra sigillata itá-

lica. La asociación de esta forma de terra

sigillata oriental A, junto a la Campa-

niense de Cales, y la ausencia por otra

parte de terra sigillata itálica, así como de

Campaniense A, nos lleva a fechar el

nivel de destrucción del castellum entre

un momento avanzado del segundo

cuarto y el tercer cuarto del siglo I a.C.

En cuanto a la cronología de La

Cabezuela, destaca en primer lugar la

ausencia de Campaniense A, cuya

comercialización en la Península Ibérica

parece cesar o al menos disminuir de

forma drástica en torno al 50-40 a.C.,

aunque pueda perdurar su uso hasta

contextos de época augustea; por lo

tanto el barniz negro está claramente

dominado por las producciones de Cales

y las derivadas de la C, con un predomi-

nio formal de las páteras del tipo

Lamboglia 5/7. Los contextos ya aludi-

dos de Tarraco del tercer cuarto del siglo

I a.C. reflejan una fuerte presencia de

Campaniense B, junto a producciones

vinculadas a la C y Campanienses A tar-

días, predominando la forma Lamboglia

5/7; asociaciones similares se encuen-

tran presentes en Ampurias, fechadas

entre el 50-40/30 a.C., con altas propor-

ciones de las producciones derivadas de

la Campaniense C (Aquilue et alii, 2000,

39). La presencia de un ejemplar antece-

dente de la terra sigillata itálica, junto a

un recipiente anfórico bético que es

reflejo del inicio del auge de las produc-

ciones de productos hispanos, nos lle-

van a situar la cronología del contexto en

el tercer cuarto del siglo I a.C.

Esta cultura material que acabamos

de abordar desde un punto de vista cro-

nológico nos ofrece al mismo tiempo una

visión aún muy sesgada sobre la inten-

dencia de estas pequeñas guarniciones.

Durante el periodo republicano, a dife-

rencia de lo que ocurre en época altoim-

perial, no existe una organización estatal

encargada del abastecimiento militar,

dependiendo ésta de los mandos milita-

res (Morillo, 2006, 37). El abastecimiento

de productos de primera necesidad, fun-

damentalmente alimentos, debió de eri-

girse en una de las prioridades funda-

mentales, pero es aquí donde la informa-

ción arqueológica resulta menos clarifi-

cadora ante las dificultades de conserva-

ción de ciertos contenedores realizados

en materiales muy perecederos, como el

cuero, la madera o tejidos. La dieta del

soldado, o cibus castrensis, aunque

variable según las épocas y zonas, pre-

senta una base específica que gira en

torno al grano y sus derivados, como el

pan y las tortas, junto con el vino, el acei-

te y la carne (Morillo, 2006, 34; Perea,

2006, 346-347); la inmensa mayoría de

los grandes contenedores de almacena-

je constatados en ambos yacimientos se

corresponden con envases de morfolo-

gía y producción romana, doliae que tie-

nen como función primordial, si bien no

exclusiva, el almacenaje y la conserva-

ción del cereal.

Por otro lado, las excavaciones no

han detectado hasta el momento ningún

indicio de elementos constructivos rela-

cionados con la captación y almacenaje

de agua, nada extraño dada la escasa

superficie excavaday la existencia, al pie

83

de los cerros en los que se emplazan

ambos recintos, de manantiales que

pudieron influir en la elección definitiva

de los emplazamientos3. En el interior del

torreón oeste del castellum se ha docu-

mentado un conjunto bastante significa-

tivo de cantimploras, así como un tonel,

con pastas de tradición indígena, y una

morfología que facilita un fácil transporte

en monturas.

Por lo que respecta a los datos sobre

otros productos alimenticios susceptibles

de ser producidos y transportados a lar-

gas distancias, tan solo proceden de una

escasa representación de ánforas docu-

mentadas en los dos yacimientos; vinos

itálicos procedentes de la Campania,

junto con posibles caldos indígenas, se

constatan en el castellum de Archivel,

mientras que algunos contenedores béti-

cos hallados en La Cabezuela, reflejan el

creciente auge en la producción y comer-

cialización de productos hispanos que se

produce desde mediados del siglo I a.C.,

que sustituyen progresivamente a las

importaciones itálicas.

En lo que se refiere al suministro de la

vajilla solo contamos con la cuantifica-

ción realizada sobre el ajuar del nivel de

destrucción documentado en el torreón

oeste del castellum de Archivel (Figura

7). Con excepción de la cerámica fina de

mesa representada en su totalidad por

importaciones, en el resto de categorías

funcionales las producciones de tradi-

ción indígena son mayoritarias, represen-

tando el 65,7% del total del material

cerámico; oinochoes, vasos caliciformes

y platos constituyen el grueso de las

cerámicas destinadas al servicio de

mesa; diversas ollas de morfología indí-

gena son los únicos recipientes de coci-

na constatados por el momento, auxilia-

dos por pequeños contenedores de des-

pensa. Así pues, el suministro de la

mayor parte del ajuar cerámico procede-

ría de centros productores locales o

regionales, que ya habrían adoptado

cambios tecnológicos sustanciales, tal y

como indican las características de los

recipientes; únicamente los grandes con-

tenedores, caso de las ánforas o de las

tinajas, presentan unas pastas y facturas

típicamente ibéricas que indican una

organización productiva muy ligada al

mundo indígena pronto relegada por los

sistemas de producción y comercializa-

ción romanos. En el caso de La

Cabezuela no disponemos aún de datos

estadísticos, aunque de las primeras

informaciones obtenidas del inventario

de los materiales, se desprende una

mayor presencia de importaciones.

CONCLUSIONES

La disparidad en cuanto a las plantas

y dimensiones de ambos castella solo

puede ser explicada en base a unos cri-

terios funcionales y jerárquicos, deriva-

dos de la existencia de una red más

extensa de enclaves destinados al con-

trol efectivo de un territorio estratégica-

mente situado en el eje de comunicación

meridional entre las provincias Ulterior y

Citerior, y con un componente humano

que, a pesar de ser sobre todo indígena,

se vio inmerso por sus vínculos clientela-

res en los graves enfrentamientos civiles

romanos del s. I a.C. Precisamente, en el

mismo eje viario que da acceso a las alti-

CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLAVES MILITARESUBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA

3 Nos referimos a la fuente de La Muralla, al pie de la ladera SE del castellum de Archivel, y a la fuente de las Tosquillas

situada en el piedemonte de la ladera oriental del recinto de La Cabezuela.

84 IV CONGRESO HISPANO-ITALIANO

planicies granadinas y en relación directa

con el espacio geográfico de la cuenca

de los ríos Argos y Quípar, hallamos el

castellum del cerro del Trigo (Puebla de

Don Fadrique, Granada) para el que se ha

propuesto una fecha de construcción en

torno al 100-90 a.C. y un abandono final

en el 20-30 d.C. (Adroher, 2004, 257-260),

dataciones fundamentadas tan sólo a

partir de materiales superficiales que no

nos impiden en absoluto vincularlo al

contexto histórico que da lugar a la cons-

trucción de los recintos del cerro de las

Fuentes de Archivel y La Cabezuela de

Barranda.

Si bien durante época republicana los

recintos militares adoptan por lo general

la planta poligonal, también coexisten

con otras edificaciones de plantas regu-

lares, no siendo por lo tanto infrecuente

la utilización sincrónica de estructuras

con plantas de todo tipo (Morillo, 2003,

69-70). El castellum del cerro de las

Fuentes de Archivel, ocupando una posi-

ción más descentrada respecto al eje de

comunicación aludido, parece más

orientado hacia el control militar del

acceso más periférico de la cuenca,

siguiendo el curso del Argos, y de sus

rebordes montañosos. Sin embargo, el

castellum de La Cabezuela, enclavado

en la parte central de la planicie por la

que discurre el eje de comunicación prin-

cipal, con una planta muy regular pero de

dimensiones aún más reducidas y sin

sólidas estructuras para la defensa, que

sólo queda garantizada por su ubicación

topográfica y el control efectivo de los

accesos a la cuenca, respondería más a

una labor de control policial e incluso de

avituallamiento dado el elevado número

de dolia que han documentado los sonde-

os; su planta presenta ciertas concomi-

tancias con el Castelo da Lousa, una forti-

ficación militar asociada al control de las

comunicaciones terrestres y fluviales que

Figura 7. Cuantificación de los materiales cerámicos procedentes del interior del torreón oeste del castellum.

85CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLAVES MILITARESUBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA

discurrían junto al río Guadiana

(Gonçalves, Carvalho, 2004, 66).

De acuerdo con todo lo expuesto, la

cronología del final de la ocupación en

ambos yacimientos se situaría en un

momento avanzado del segundo cuarto

y el tercer cuarto del siglo I a.C. para el

caso de Cerro de las Fuentes, mientras

que en La Cabezuela se puede acotar

dentro del tercer cuarto de dicho siglo.

La ubicación de ambos enclaves en un

importante eje de comunicación, con

una relación visual directa, su ocupación

temporal pero relativamente prolongada

en el tiempo y el hecho de que en ambos

casos el fin de la ocupación esté ligado a

una destrucción súbita provocada por un

asalto violento o por una retirada precipi-

tada, nos autorizan a plantear como

hipótesis de trabajo la sincronía de

ambos yacimientos y su posible vincula-

ción a la pugna militar que sostuvieron en

la Península Ibérica los ejércitos cesaria-

no y pompeyano, que hemos de relacio-

nar a un episodio muy localizado espa-

cialmente que estuvo ligado con toda segu-

ridad al interés de las facciones en litigio por

asegurarse el control de la ruta terrestre

entre el Segura y el Guadiana Menor.

No obstante, antes de concluir es pre-

ciso considerar que las excavaciones y

prospecciones realizadas hasta la fecha

en el castellum de Archivel, han propor-

cionado algunos materiales descontex-

tualizados de mayor antigüedad entre los

que cabe destacar fragmentos de cerá-

micas ibéricas y un borde de ánfora tipo

CC.NN. fabricada en el área gaditana y

con una cronología centrada en la

segunda mitad del siglo II a.C. (Ramón,

1995, 226-227). Estos escasos materia-

les no se han podido asociar a ninguna

fase de ocupación previa a la construc-

ción del castellum y debería relacionarse

con ese potente sustrato indígena que

puebla el entorno más inmediato al

cerro, por lo que no justificarían en modo

alguno la vinculación de los castella a

episodios militares relacionados con la

guerra contra Sertorio que parecen afec-

tar con mayor intensidad a las áreas más

urbanizadas y romanizadas de la costa

levantina (Conde, 2003, 115-117).

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