contextos cerámicos de época republicana procedentes de enclaves militares ubicados en la cuenca...
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Se analiza la cultura material procedente de enclaves militares situados en el NO de la región de Murcia, vinculados a los episodios de las guerras civiles que se desarrollan en la Península Ibérica durante los decenios centrales del siglo I a.C.TRANSCRIPT
RESUMEN
Se analiza la cultura material proce-
dente de enclaves militares situados en
el NO de la región de Murcia, vinculados
a los episodios de las guerras civiles que
se desarrollan en la Península Ibérica
durante los decenios centrales del siglo I
a.C.
INTRODUCCIÓN
Desde el año 2000 se vienen realizan-
do de forma periódica campañas de
excavación en el castellum del cerro de
las Fuentes de Archivel, y
durante el
vención en el recinto de La Cabezuela de
Barranda. Partiendo de los contextos
materiales documentados, presentare-
mos de forma provisional un primer aná-
lisis de la cultura material asociada a
ambos enclaves, planteando los proble-
mas que conlleva la datación de ambos
conjuntos y aproximándonos al estudio
de las fuentes de aprovisionamiento de
alimentos y equipamiento de estos esta-
blecimientos militares de carácter tem-
poral.
Ambos yacimientos se sitúan en el
extremo noroccidental de la Región de
Murcia, dentro del término municipal de
Caravaca de la Cruz, un área geográfica
donde la disposición del relieve se carac-
teriza por la alternancia de varias alinea-
ciones montañosas con orientación SO-
NE, que delimitan una amplia cuenca
drenada por los ríos Quípar y Argos ele-
vada entre 700 y 900 m. s. n. m. (Figura
1). Esta cuenca constituye una extensa
altiplanicie que ha servido desde la
Prehistoria reciente como un pasillo
natural interior muy frecuentado en las
comunicaciones entre Levante y la Alta
Andalucía, entre la depresión del valle del
río Segura y el corredor del río Guadiana
Menor.
El castellum del cerro de las Fuentes
de Archivel se sitúa en la cumbre de un
cerro de acusadas pendientes con una
cota de 990 m de altitud (Figura 2).
Presenta una muralla de lienzos rectos
con unas anchuras que oscilan entre 1,4
y 1,8 m, construida mediante un zócalo
realizado con la técnica del emplecton,
con paramentos de piedra caliza extraí-
CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA
REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLA-
VES MILITARES UBICADOS EN LA CUENCA
DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE
LA REGIÓN DE MURCIA (ESPAÑA)
Murcia Muñoz, A. J.,
Brotóns Yagüe, F.,
García Sandoval, J.
74 IV CONGRESO HISPANO-ITALIANO
da del propio cerro, utilizándose un apa-
rejo trapezoidal irregular. Se configura
así un recinto de planta poligonal, con
una superficie interior de aproximada-
mente 0,3 ha y un único acceso situado
en su extremo septentrional que está
flanqueado por dos torres de planta
cuadrangular (Figura nº 3, A); frente a
esta puerta se dispone un espacio pro-
tegido por un antemuro formado por
dos grandes bastiones poligonales
(Brotóns, Murcia, 2006, 639-653).
A unos 6 km en dirección SE, con una
relación visual directa, el recinto de La
Cabezuela se ubica sobre la cima de un
cerro amesetado de 880 m. Atendiendo a
los restos de muros visibles en superficie y
a los datos proporcionados por los sonde-
os estratigráficos la restitución provisional
de su planta parece responder a una
estructura en forma de polígono irregular
que tiene de base un paralelogramo rom-
boide de 26,3 por 34 m de lado, al que se le
incorpora otro menor sobresaliente por su
Figura 1. Plano de localización de los yacimientos.
75CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLAVES MILITARESUBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA
flanco suroeste, y que en conjunto abarcan
una superficie en torno a 860 m2. (Figura nº
3, B). Su muro perimétrico tiene una anchu-
ra máxima de 0,90 m y está obrado con
zócalo de mampostería y alzado de tapia,
adosándosele por el interior, tal y como han
revelado los sondeos, algunas estancias
lienzos noroeste y suroeste y que pudieran
corresponder posiblemente a contubernia.
Ambos castella debieron estar en rela-
ción con el ejercicio de un control militar
efectivo de la altiplanicie en el escenario
de los conflicto civiles romanos que
afectaron directamente a la Península
Ibérica en el s. I a.C., y con un prolonga-
núcleo de población principal en la cuen-
ca –el oppidum de Los Villaricos– desde
donde se controlaban los accesos a la
altiplanicie por la ruta del río Quípar.
Nuestro estudio se centrará en el aná-
lisis de los materiales cerámicos proce-
dentes de los niveles de destrucción
documentados en ambos yacimientos y
dejaremos para próximos trabajos los
objetos metálicos y orgánicos, aún en
proceso de restauración. Se ha procedido
a su clasificación en tres grandes catego-
rías funcionales: vajilla –con los subgru-
pos de cerámica fina de mesa, común y
cocina–, almacenaje y transporte, y otros.
En el caso de aquellos niveles que han
podido ser sometidos a una cuantifica-
ción, se ha recurrido al criterio de determi-
nar el número mínimo de individuos (NMI),
fijando el borde como único elemento dis-
tintivo de una pieza, mientras que todas
aquellas producciones bien caracteriza-
das representadas tan sólo por informes,
asas o fondos, se han contabilizado como
un único individuo. A continuación hemos
establecido la relación entre el NMI y la
categoría cerámica (%NMI/cat.), la pro-
ducción (%NMI/p.) y el total de individuos
(%NMI/t.).
Figura 2. Toma aérea del Cerro de las Fuentes de Archivel, donde se aprecia el área de la puerta defendida por
dos torres.
76 IV CONGRESO HISPANO-ITALIANO
LOS NIVELES ARQUEOLÓGICOS PROCEDENTES
DEL CASTELLUM DEL CERRO DE LAS FUENTES
DE ARCHIVEL
Niveles localizados en el interior del
torreón oeste
La intervención arqueológica desarro-
llada en el interior de la torre oeste
durante la campaña de 2002 ha propor-
cionado hasta el momento el contexto de
época tardorrepublicana más significati-
vo del yacimiento. Con la excepción
ángulo noroeste, muy afectado por la
erosión, en el resto de la torre se pudo
diferenciar una secuencia arqueológica
muy completa constituida por un nivel
inicial de colmatación, seguido por el
derrumbe de parte del alzado de sus
paredes y, por último, un nivel de incen-
dio con abundantes carbones en el que
aparecen numerosos objetos, pertene-
cientes al mobiliario y ajuar doméstico de
la estancia (Figura 4), que se sitúan sobre
un pavimento de tierra apisonada. Si
bien la cuantificación de estos niveles
parte de un número escaso de fragmen-
tos y de individuos, seiscientos setenta y
cinco fragmentos y treinta y cinco indivi-
duos, no es menos cierto que se trata de
un conjunto cerrado que nos proporcio-
na una información fidedigna sobre el
equipamiento de este espacio durante
último momento de uso.
La vajilla fina de mesa representa un
11,41% respecto al total, estando cons-
tituida por unos pocos fragmentos de
vasos de paredes finas de difícil adscrip-
ción tipológica, un plato de terra sigillata
y un fragmento de barniz negro. Este últi-
mo pertenece a una forma abierta de
Campaniense B, que por sus caracterís-
ticas técnicas se puede identificar con la
producción de Cales. El plato presenta
una carena alta, con las superficies inter-
na y externa recubiertas por un engobe
de color rojo con una distribución desi-
gual, y una pasta de color beige, bien
Figura 3. A, Topografía del cerro de las Fuentes de Archivel (según F. Brotons y A. J. Murcia).
B, Topografía del cerro de La Cabezuela de Barranda (según F. Brotons).
77CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLAVES MILITARESUBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA
depurada sin apenas inclusiones percep-
tibles a nivel macroscópico; este plato,
atendiendo a sus características técni-
cas y morfológicas, se corresponde con
la forma Hayes 3 de terra sigillata oriental
A (Figura 4. 1), que, procedente del área
sirio-palestina, presenta una datación
comprendida entre finales del siglo II a.C.
y los últimos decenios del siglo I a.C.
(Hayes, 1981, 14).
En el subgrupo de las cerámicas
comunes destacan por su elevado por-
centaje las cerámicas de tradición indí-
gena, que suponen un 34% del total,
estando representadas por un variado
repertorio de formas en su mayoría rela-
cionadas con el servicio de mesa –pla-
tos, oinochoes, vasos caliciformes–,
junto a otros recipientes vinculados a
tareas domésticas o de despensa –tinaji-
llas, lebes–. Algunas de ellas presentan
en la parte media de los galbos una
decoración pintada geométrica muy sen-
cilla compuesta por una banda horizontal
entre grupos de dos o más líneas, mien-
tras que en los bordes pueden disponer-
se líneas horizontales aisladas (Ros,
1989, tipo A.1.1.). Destacamos en primer
lugar formas vinculadas con el servicio
de mesa, como un jarro u oinochoe de
perfil piriforme y boca trilobulada (Figura
4, 3), similar al tipo 2.1 del grupo III
(Mata, Bonet, 1992, 117-173) en el que
se agrupan ejemplares pertenecientes al
ibérico pleno; Ros Sala incluye fragmen-
tos pintados procedentes de Cartagena
en su forma XIII a, para las que estable-
ce unas cronologías entre el siglo II a.C.
y época augustea (Ros, 1989, 110-113).
Asociado igualmente al servicio de mesa
contamos con un vaso caliciforme
(Figura 4, 2) perteneciente al tipo 4.1
(Mata, Bonet, 1992, 157), con ejemplares
conocidos desde el Ibérico Pleno hasta
época iberorromana. Entre los recipien-
tes multifuncionales contamos con un
Figura 4. Tabla con los materiales procedentes del nivel de destrucción de la torre oeste.
78 IV CONGRESO HISPANO-ITALIANO
lebes (Figura nº 4, 4) similar al tipo 6.1 del
grupo II (Mata, Bonet, 1992, 152) encua-
drado en el Ibérico Pleno, sobre todo a
partir del siglo III a.C.; en Cartagena apa-
recen bordes similares adscritos a la
forma III a con dataciones comprendidas
entre los siglos II y I a.C. (Ros, 1989, 87-
88). Relacionada igualmente con tareas
domésticas de despensa y almacenaje
se ha documentado una tinajilla asimila-
ble al tipo 2.2.1 del grupo II, (Figura 4, 5)
con dataciones comprendidas entre el
Ibérico Antiguo y época iberorromana
(Mata, Bonet, 1992, 150).
Las cerámicas de cocina, con un
14,28%, pertenecen en su totalidad a las
producciones de tradición indígena, con
un repertorio morfológico representado
únicamente por ollas que tienen perfiles
bitroncocónicos atenuados, borde exva-
sado y un cuello con dos pequeños resal-
tes en la zona de contacto con el galbo
(Figura 4, 7), siendo una forma de tradi-
ción ibérica con una amplia representa-
ción en niveles de Carthago Nova fecha-
dos entre el siglo II a.C. y los inicios del I
d.C. (Pérez et alii, 1995, 192, fig. 7, nº 1 al
4). Un perfil de olla similar, aparece en un
nivel de destrucción de Valentia, fechado
entre el 80-75 a.C. (Marín et alii, 2004, fig.
3) y entre las cerámicas ibéricas docu-
mentadas en Albintimilium contamos con
varios ejemplares de cerámicas de coci-
nas reductoras, identificadas como pro-
ducciones ampuritanas, que presentan
unos rasgos morfológicos muy similares
estando presentes en los estratos VI A3,
VI A1 y V datados entre el 80 a.C. y
época augustea (Conde, 1996, fig. 12,
12; fig., 16, 4; fig. 17, 11).
Los contenedores destinados al
transporte y almacenaje de víveres
alcanzan el 25,71% del total de material
cerámico, de los que el 17% se corres-
ponde con producciones de tradición
indígena. Entre el material destinado al
transporte de sustancias alimenticias,
tan sólo contamos con algunos fragmen-
tos informes de ánforas romanas indeter-
minadas, parte del galbo, el hombro y el
inicio del cuello de un ánfora itálica de
producción campana perteneciente al
tipo Dressel 1 y numerosos fragmentos
informes de ánfora ibérica. En el ángulo
suroeste de la torre se diferenció una
pequeña fosa de planta circular excava-
da en el pavimento y
tructivos, que serviría como vasar de un
dolia de fondo plano, parte del cual se
documentó en su interior y alrededores.
Destaca la presencia de un tonel y de
varias cantimploras con pastas de tradi-
ción indígena; una de las cantimploras,
conservada en su totalidad (Figura 4, 9)
presenta un perfil lenticular (Mata, Bonet,
1992, 130) con dos asas horizontales y
una marcada acanaladura alrededor de
su perímetro que permitía el encaje de
una cuerda con la que se facilitaba su
transporte y suspensión. Finalmente
cabe destacar la presencia del tercio
superior de una tinaja ibérica sin hombro
con un borde exvasado y labio pendien-
te (Figura 4, 8). En este mismo nivel de
destrucción se ha encontrado parte de
un pitorro vertedor que por sus caracte-
rísticas técnicas podría estar asociado a
dicha forma; estas tinajas, en el caso de
no disponer de un vertedor, por sus
características morfológicas son apro-
piadas para el almacenamiento de líqui-
dos, mientras que en el caso de poseer-
lo se les atribuye una función de decan-
tación principalmente vinculada a la ela-
boración de cerveza (Mata, Bonet, 1992,
125-126). No queremos dejar de mencio-
nar la presencia, dentro de los materiales
cerámicos importados, de un pequeño
79
fragmento de ungüentario, posiblemente
fusiforme, del que tan sólo contamos con
parte del cuello y el inicio del galbo.
Niveles localizados en el exterior del
torreón oeste
La intervención realizada durante la
campaña de 2002 alrededor de la torre
oeste, permitió documentar diversos
niveles asociados al momento final de
ocupación del castellum. Se trata en
concreto de un estrato locali-
zado en el exterior del ángulo sureste de
la torre, prácticamente debajo del manti-
llo vegetal que cubría a una banqueta o
andén posiblemente relacionada con los
accesos a la muralla. Igualmente, en el
exterior del ángulo este de la torre, se
diferenció toda una secuencia de niveles
d e c o l m a t a c i ó n y d e r r u m b e s
que amortizaban un nivel de
destrucción compuesto por tierra de
color gris con abundantes carboncillos y
piedras de tamaño pequeño.
Entre todo el conjunto de materiales
cerámicos asociados a tales niveles, se
han seleccionado aquellos más significa-
tivos para su análisis. Dentro de los gran-
des contenedores destinados al trans-
porte y almacenamiento destacamos en
primer lugar la presencia de un ánfora
republicana itálica de producción cam-
pana, tipo Dressel 1 B (Figura 5, 1), con
unas dataciones generales comprendi-
das entre el primer cuarto del siglo I a.C.
y los inicios del I d.C. (Molina, 1997).
También se ha documentado un frag-
mento de borde perteneciente a un dolia
(Figura 5, 2), con una pasta muy similar a
la del fondo localizado en el interior de la
torre oeste, que presenta similitudes con
el tipo 21 de Lattara (Py, 1993, 405), con
una datación amplia entre los siglos II y I
a.C.; piezas similares se documentan en
un contexto de Iluro fechado entre el 40-
30 a.C. y el cambio de era (Cerdá et alii,
1997, 58, nº 386). Finalmente recogemos
un pequeño borde de cazuela (Figura 5,
4) de pasta micácea, con una depresión
interior para servir de apoyo a una tapa-
dera, que de forma general se puede
adscribir al tipo 4 de M. Vegas (Vegas,
1973, 21, fig. 5), presentando notables
similitudes con las cazuelas itálicas del
tipo Celsa 79.28, muy comunes en nive-
les de la Tarraconense fechados en el
siglo I a.C. (Aguarod, 1991, 99-102).
CONJUNTOS CERÁMICOS DE LA CABEZUELA
DE BARRANDA
Los dos sondeos realizados hasta el
momento en el interior del recinto de La
Cabezuela1, han permitido diferenciar
una secuencia estratigráfica compuesta
por toda una serie de niveles asociados
a las fases de construcción, destrucción
y abandono que, al igual que en el caso
del castellum de Archivel, tendría un
desarrollo temporal bien acotado.
El análisis preliminar de los contextos
cerámicos documentados revela cómo
dentro del grupo de la vajilla, la cerámica
fina de mesa está representada mayori-
tariamente por las producciones de bar-
niz negro; en el grupo de las Campa-
nienses del tipo B, contamos con dos
páteras de la forma Lamboglia 5/7, per-
tenecientes a las variantes tardías de la
producción de Cales (Figura 6, 1); igual-
mente se han podido diferenciar varias
CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLAVES MILITARESUBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA
1 Esta intervención se ha desarrollado durante el año 2006, bajo la dirección de D. Francisco Brotóns Yagüe y el apoyo téc-
nico de D. Antonio Javier Medina.
80 IV CONGRESO HISPANO-ITALIANO
producciones derivadas de la
Campaniense C, en concreto un cuenco
de pasta gris con abundantes partículas
micáceas (Figura 6, 2), con un barniz lus-
troso que recubre el interior y parte del
exterior, asimilable a la serie F-2310, y
una pátera del tipo Lamboglia 5/7 recu-
bierta con un engobe sobre el que se
aplicó un espatulado que le confiere brillo
(Figura 6, 3). El repertorio de la vajilla fina
se completa con un plato recubierto con
barniz de color rojo (Figura 6, 4) con una
distribución y tonalidad bastante hetero-
génea, en el exterior de la pieza, apre-
ciándose parte de una huella dactilar en
el pie anular que puede indicar la aplica-
ción del barniz por inmersión; por sus
características técnicas y formales lo
adscribimos al grupo de las presigillatas.
Incluimos dentro de este apartado un
fragmento de galbo perteneciente al ter-
cio inferior de una forma cerrada de tradi-
ción indígena, que presenta una decora-
ción compuesta por un grupo de cuatro
líneas horizontales sobre el que se des-
arrolla un friso con decoración fitomorfa
esquemática en el que se identifica parte
de un tallo espiriliforme y el arranque de
una hoja; se puede adscribir al Estilo II
Ilicitano, con una cronología que se sitúa
preferentemente en la segunda mitad del
siglo I a.C., pudiendo alcanzar el siglo I
d.C. (Tortosa, 2006, 101).
Entre la cerámica común destaca la
presencia de diversas formas abiertas y
cerradas de tradición indígena, junto con
formas cerradas de tipología plenamente
romana, caso de un pequeño borde per-
teneciente a una botella (Figura 6, 5). La
cerámica de cocina se encuentra repre-
sentada por una olla de cocción reducto-
ra de tradición indígena (Figura 6, 7) y
una tapadera itálica de producción cam-
pana (Figura 6, 8), tipo Celsa 80.8145,
frecuente en contextos de la Tarra-
conense desde mediados del siglo I a.C.
Dentro del apartado de los contenedo-
res destinados al almacenaje y transporte
destaca la presencia de un elevado núme-
ro de doliae, con borde engrosado y
fondo plano, y una tinajilla de tradición
indígena con una decoración geométrica
compuesta por líneas horizontales. Este
grupo se completa con un fragmento de
borde y cuello de ánfora, con un borde
exvasado y engrosado al exterior que se
estrecha de manera progresiva hacia su
extremo superior, presentando una leve
concavidad en la parte interna (Figura 6,
9); el análisis macroscópico de su pasta
permite relacionarla con las producciones
béticas del valle del Guadalquivir; presen-
ta similitudes con un fragmento proce-
dente de un contexto de Tarraco (Gebelli,
Dias, 2000) fechado en el 3er cuarto del
siglo I a.C. e identificado por sus autores
como perteneciente a un contenedor de
vino del tipo Lomba do Canho 67; en
Figura 5. Materiales procedentes de los niveles de
destrucción localizados en el exterior de la torre
oeste del castellum de Archivel.
81CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLAVES MILITARESUBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA
Lyon, procedente del horizonte 1 de
Saint-Romain-en-Gal datado hacia el 30-
20 a.C., contamos con algunos fragmen-
tos de bordes atribuidos a las variantes
más antiguas de la Dressel 20 (Desbat, Le
maitre, 2000, fig. 13, nº 13, 14 y 16). Dado
su estado de fragmentación y la falta de
información sobre las primeras produc-
ciones cerámicas destinadas a la importa-
ción de los excedentes de esta zona de la
Bética (Chic García, 2004, 307), resulta
difícil su adscripción a un tipo concreto,
no obstante por algunos de sus rasgos
morfológicos nos decantamos más hacia
una filiación con los antecedentes de los
envases vinarios Haltern 70.
VALORACIONES
Las limitaciones impuestas por los
escasos contextos tardorrepublicanos
documentados hasta el momento, nos
obligan a continuar siendo muy cautos a
la hora de precisar las cronologías2. En el
caso del castellum, las dificultades para
su datación se derivan de que el conjun-
to cerámico cuantitativamente más
representativo está constituido por cerá-
micas de tradición indígena, produccio-
nes que ante la escasez de contextos
publicados son difíciles de datar con pre-
cisión. No obstante resulta muy signifi-
cativa la presencia de terra sigillata orien-
tal, cuya distribución por el levante
peninsular se centra principalmente en
puntos costeros (Beltrán, 1990, 282)
como Ampurias, donde aparece general-
mente en contextos posteriores a media-
dos del siglo I a.C. (Aquilue et alii, 2003,
29), en la zona central de la costa
Layetana (García et alii, 2000, 65-67) o en
2 Pese a las numerosas campañas realizadas en el cerro de las Fuentes de Archivel, los trabajos se han centrado funda-
mentalmente en documentar los interesantes niveles de ocupación altomedievales (s. IX-X), pertenecientes a un poblado en
altura superpuesto a los niveles de amortización del castellum.
Figura 6. Tabla con los materiales cerámicos de los niveles de destrucción de La Cabezuela.
82 IV CONGRESO HISPANO-ITALIANO
Carthago Nova, donde se constata la
presencia de las formas Hayes 2, 3 y 4 en
los niveles del anfiteatro fechados entre
finales del siglo II a.C. y la primera mitad
del I d.C. (Pérez, 1998, 257; Pérez, 2000,
133-134). En general todo parece indicar
una mayor presencia de esta producción
en niveles del segundo y sobre todo del
tercer cuarto del siglo I a.C., con anterio-
ridad a la difusión de la terra sigillata itá-
lica. La asociación de esta forma de terra
sigillata oriental A, junto a la Campa-
niense de Cales, y la ausencia por otra
parte de terra sigillata itálica, así como de
Campaniense A, nos lleva a fechar el
nivel de destrucción del castellum entre
un momento avanzado del segundo
cuarto y el tercer cuarto del siglo I a.C.
En cuanto a la cronología de La
Cabezuela, destaca en primer lugar la
ausencia de Campaniense A, cuya
comercialización en la Península Ibérica
parece cesar o al menos disminuir de
forma drástica en torno al 50-40 a.C.,
aunque pueda perdurar su uso hasta
contextos de época augustea; por lo
tanto el barniz negro está claramente
dominado por las producciones de Cales
y las derivadas de la C, con un predomi-
nio formal de las páteras del tipo
Lamboglia 5/7. Los contextos ya aludi-
dos de Tarraco del tercer cuarto del siglo
I a.C. reflejan una fuerte presencia de
Campaniense B, junto a producciones
vinculadas a la C y Campanienses A tar-
días, predominando la forma Lamboglia
5/7; asociaciones similares se encuen-
tran presentes en Ampurias, fechadas
entre el 50-40/30 a.C., con altas propor-
ciones de las producciones derivadas de
la Campaniense C (Aquilue et alii, 2000,
39). La presencia de un ejemplar antece-
dente de la terra sigillata itálica, junto a
un recipiente anfórico bético que es
reflejo del inicio del auge de las produc-
ciones de productos hispanos, nos lle-
van a situar la cronología del contexto en
el tercer cuarto del siglo I a.C.
Esta cultura material que acabamos
de abordar desde un punto de vista cro-
nológico nos ofrece al mismo tiempo una
visión aún muy sesgada sobre la inten-
dencia de estas pequeñas guarniciones.
Durante el periodo republicano, a dife-
rencia de lo que ocurre en época altoim-
perial, no existe una organización estatal
encargada del abastecimiento militar,
dependiendo ésta de los mandos milita-
res (Morillo, 2006, 37). El abastecimiento
de productos de primera necesidad, fun-
damentalmente alimentos, debió de eri-
girse en una de las prioridades funda-
mentales, pero es aquí donde la informa-
ción arqueológica resulta menos clarifi-
cadora ante las dificultades de conserva-
ción de ciertos contenedores realizados
en materiales muy perecederos, como el
cuero, la madera o tejidos. La dieta del
soldado, o cibus castrensis, aunque
variable según las épocas y zonas, pre-
senta una base específica que gira en
torno al grano y sus derivados, como el
pan y las tortas, junto con el vino, el acei-
te y la carne (Morillo, 2006, 34; Perea,
2006, 346-347); la inmensa mayoría de
los grandes contenedores de almacena-
je constatados en ambos yacimientos se
corresponden con envases de morfolo-
gía y producción romana, doliae que tie-
nen como función primordial, si bien no
exclusiva, el almacenaje y la conserva-
ción del cereal.
Por otro lado, las excavaciones no
han detectado hasta el momento ningún
indicio de elementos constructivos rela-
cionados con la captación y almacenaje
de agua, nada extraño dada la escasa
superficie excavaday la existencia, al pie
83
de los cerros en los que se emplazan
ambos recintos, de manantiales que
pudieron influir en la elección definitiva
de los emplazamientos3. En el interior del
torreón oeste del castellum se ha docu-
mentado un conjunto bastante significa-
tivo de cantimploras, así como un tonel,
con pastas de tradición indígena, y una
morfología que facilita un fácil transporte
en monturas.
Por lo que respecta a los datos sobre
otros productos alimenticios susceptibles
de ser producidos y transportados a lar-
gas distancias, tan solo proceden de una
escasa representación de ánforas docu-
mentadas en los dos yacimientos; vinos
itálicos procedentes de la Campania,
junto con posibles caldos indígenas, se
constatan en el castellum de Archivel,
mientras que algunos contenedores béti-
cos hallados en La Cabezuela, reflejan el
creciente auge en la producción y comer-
cialización de productos hispanos que se
produce desde mediados del siglo I a.C.,
que sustituyen progresivamente a las
importaciones itálicas.
En lo que se refiere al suministro de la
vajilla solo contamos con la cuantifica-
ción realizada sobre el ajuar del nivel de
destrucción documentado en el torreón
oeste del castellum de Archivel (Figura
7). Con excepción de la cerámica fina de
mesa representada en su totalidad por
importaciones, en el resto de categorías
funcionales las producciones de tradi-
ción indígena son mayoritarias, represen-
tando el 65,7% del total del material
cerámico; oinochoes, vasos caliciformes
y platos constituyen el grueso de las
cerámicas destinadas al servicio de
mesa; diversas ollas de morfología indí-
gena son los únicos recipientes de coci-
na constatados por el momento, auxilia-
dos por pequeños contenedores de des-
pensa. Así pues, el suministro de la
mayor parte del ajuar cerámico procede-
ría de centros productores locales o
regionales, que ya habrían adoptado
cambios tecnológicos sustanciales, tal y
como indican las características de los
recipientes; únicamente los grandes con-
tenedores, caso de las ánforas o de las
tinajas, presentan unas pastas y facturas
típicamente ibéricas que indican una
organización productiva muy ligada al
mundo indígena pronto relegada por los
sistemas de producción y comercializa-
ción romanos. En el caso de La
Cabezuela no disponemos aún de datos
estadísticos, aunque de las primeras
informaciones obtenidas del inventario
de los materiales, se desprende una
mayor presencia de importaciones.
CONCLUSIONES
La disparidad en cuanto a las plantas
y dimensiones de ambos castella solo
puede ser explicada en base a unos cri-
terios funcionales y jerárquicos, deriva-
dos de la existencia de una red más
extensa de enclaves destinados al con-
trol efectivo de un territorio estratégica-
mente situado en el eje de comunicación
meridional entre las provincias Ulterior y
Citerior, y con un componente humano
que, a pesar de ser sobre todo indígena,
se vio inmerso por sus vínculos clientela-
res en los graves enfrentamientos civiles
romanos del s. I a.C. Precisamente, en el
mismo eje viario que da acceso a las alti-
CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLAVES MILITARESUBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA
3 Nos referimos a la fuente de La Muralla, al pie de la ladera SE del castellum de Archivel, y a la fuente de las Tosquillas
situada en el piedemonte de la ladera oriental del recinto de La Cabezuela.
84 IV CONGRESO HISPANO-ITALIANO
planicies granadinas y en relación directa
con el espacio geográfico de la cuenca
de los ríos Argos y Quípar, hallamos el
castellum del cerro del Trigo (Puebla de
Don Fadrique, Granada) para el que se ha
propuesto una fecha de construcción en
torno al 100-90 a.C. y un abandono final
en el 20-30 d.C. (Adroher, 2004, 257-260),
dataciones fundamentadas tan sólo a
partir de materiales superficiales que no
nos impiden en absoluto vincularlo al
contexto histórico que da lugar a la cons-
trucción de los recintos del cerro de las
Fuentes de Archivel y La Cabezuela de
Barranda.
Si bien durante época republicana los
recintos militares adoptan por lo general
la planta poligonal, también coexisten
con otras edificaciones de plantas regu-
lares, no siendo por lo tanto infrecuente
la utilización sincrónica de estructuras
con plantas de todo tipo (Morillo, 2003,
69-70). El castellum del cerro de las
Fuentes de Archivel, ocupando una posi-
ción más descentrada respecto al eje de
comunicación aludido, parece más
orientado hacia el control militar del
acceso más periférico de la cuenca,
siguiendo el curso del Argos, y de sus
rebordes montañosos. Sin embargo, el
castellum de La Cabezuela, enclavado
en la parte central de la planicie por la
que discurre el eje de comunicación prin-
cipal, con una planta muy regular pero de
dimensiones aún más reducidas y sin
sólidas estructuras para la defensa, que
sólo queda garantizada por su ubicación
topográfica y el control efectivo de los
accesos a la cuenca, respondería más a
una labor de control policial e incluso de
avituallamiento dado el elevado número
de dolia que han documentado los sonde-
os; su planta presenta ciertas concomi-
tancias con el Castelo da Lousa, una forti-
ficación militar asociada al control de las
comunicaciones terrestres y fluviales que
Figura 7. Cuantificación de los materiales cerámicos procedentes del interior del torreón oeste del castellum.
85CONTEXTOS CERÁMICOS DE ÉPOCA REPUBLICANA PROCEDENTES DE ENCLAVES MILITARESUBICADOS EN LA CUENCA DEL ARGOS-QUÍPAR EN EL NOROESTE DE LA REGIÓN DE MURCIA
discurrían junto al río Guadiana
(Gonçalves, Carvalho, 2004, 66).
De acuerdo con todo lo expuesto, la
cronología del final de la ocupación en
ambos yacimientos se situaría en un
momento avanzado del segundo cuarto
y el tercer cuarto del siglo I a.C. para el
caso de Cerro de las Fuentes, mientras
que en La Cabezuela se puede acotar
dentro del tercer cuarto de dicho siglo.
La ubicación de ambos enclaves en un
importante eje de comunicación, con
una relación visual directa, su ocupación
temporal pero relativamente prolongada
en el tiempo y el hecho de que en ambos
casos el fin de la ocupación esté ligado a
una destrucción súbita provocada por un
asalto violento o por una retirada precipi-
tada, nos autorizan a plantear como
hipótesis de trabajo la sincronía de
ambos yacimientos y su posible vincula-
ción a la pugna militar que sostuvieron en
la Península Ibérica los ejércitos cesaria-
no y pompeyano, que hemos de relacio-
nar a un episodio muy localizado espa-
cialmente que estuvo ligado con toda segu-
ridad al interés de las facciones en litigio por
asegurarse el control de la ruta terrestre
entre el Segura y el Guadiana Menor.
No obstante, antes de concluir es pre-
ciso considerar que las excavaciones y
prospecciones realizadas hasta la fecha
en el castellum de Archivel, han propor-
cionado algunos materiales descontex-
tualizados de mayor antigüedad entre los
que cabe destacar fragmentos de cerá-
micas ibéricas y un borde de ánfora tipo
CC.NN. fabricada en el área gaditana y
con una cronología centrada en la
segunda mitad del siglo II a.C. (Ramón,
1995, 226-227). Estos escasos materia-
les no se han podido asociar a ninguna
fase de ocupación previa a la construc-
ción del castellum y debería relacionarse
con ese potente sustrato indígena que
puebla el entorno más inmediato al
cerro, por lo que no justificarían en modo
alguno la vinculación de los castella a
episodios militares relacionados con la
guerra contra Sertorio que parecen afec-
tar con mayor intensidad a las áreas más
urbanizadas y romanizadas de la costa
levantina (Conde, 2003, 115-117).
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