confesionestraduccióncosgaya

Upload: rodolfo-ortiz

Post on 10-Jul-2015

126 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

SAN AGUSTN

ConfesionesTRADUCCINDE

JOS COSGAYA, O. S. A.SEGUNDAEDICIN

Biblioteca de Autores Cristianos Madrid MCMLXXXVIII

LIBRO I1. I N VOC AC IN1. Grande eres, Seor, y muy digno de alabanza! Grande es tu poder, y tu sabidura no tiene medida! Y pretende alabarte un hombre, pequea migaja de tu creacin. Precisamente un hombre que lleva en torno suyo la mortalidad que lleva a flor de piel la etiqueta de su pecado y el testimonio de tu resistencia a los soberbios . A pesar de todo, pretende alabarte un hombre, pequea migaja de tu creacin. Y eres t mismo quien le estimula a que halle satisfaccin alabndote, porque nos has hecho para ti y nuestro corazn est inquieto hasta que descanse en ti . Dame, Seor, saber y comprender qu es antes: invocarte o alabarte. Qu es antes: conocerte o invocarte. Pero quin puede invocarte si no te conoce? En tal caso, el que no te conoce puede invocar una cosa en vez de otra. No ser ms bien que el invocarte persigue la finalidad de conocerte? Por otro lado, cmo van a invocar a Aquel en quien no han credo? Y cmo van a creer sin que alguien les predique? Y alabarn al Seor los que le buscan . Los que le buscan le hallarn , y una vez que le encuentren le alabarn. Haz que te busque, Seor, invocndote y que te invoque creyendo en ti, pues ya me has sido anunciado. Seor, te invoca mi fe, la fe que me diste, la fe que me inspiraste mediante la humanidad de tu Hijo y el ministerio de tu mensajero.1 2 3 a 4 5 6 7

1 2 3 a

Sal 47 1, 95,4; 144,3, 146,5. 2 Co 4,10. St 4 6; 1 P 5,5.

Pensamiento profundo, que constituye, en clave de interioridad, la explicacin del fenmeno religioso denominado conversin. En casi todas las notas seguimos las de la edicin bilinge de la BAC, val. II de las Obras de S. Agustn, del P. A. Custodio Vega.4 5 6 7

Sal 118,34.73.144. Rm 10, 14. Sal 21, 17. Mt 7,8; Lc 11,10.

4

Confesiones

2. Y O

NO E XIS T IRA S I T N O E S T U VI E R AS E N M Y Y O E N T I

2. Y cmo voy a invocar a mi Dios, a mi Dios y Seor? Resulta evidente que cuando le invoco, le cito para que se presente dentro de m mismo. Pero qu punto hay en m donde se afinque mi Dios? Qu punto hay en m donde recale el Dios que hizo el cielo y la tierra? Seor y Dios mo, es que hay algn emplazamiento en mi persona con capacidad suficiente para alojarte? Acaso tienen capacidad para alojarte el cielo y la tierra que creaste y donde me creaste? Y puesto que sin ti no existira nada de cuanto existe, es cierto que todo cuanto existe te abarca? Luego si yo tambin existo, por qu invitarte a que vengas a m, si yo no existira si t no estuvieras en m? Por otra parte, no me encuentro an en las profundidades del abismo donde tambin te encuentras t, ya que si desciendo hasta el seol, all te hallo . La resultante es, Seor, que yo no tendra ser, que no existira en absoluto, si t no estuvieras en m. No sera ms apropiado decir que yo no existira si no estuviera en ti, de quien, por quien y en quien tienen ser todas las cosas? Tambin es as, Seor, tambin es as. Y si ya estoy en ti, a qu lugar te emplazo cuando te invoco? O de qu lugar vienes cuando vienes a m? Porque, fuera del cielo y de la tierra, a qu rincn voy a retirarme para que desde l venga a m el Seor que dijo: Yo colmo los cielos y la tierra?8 9 10 11

3. L AS

C RIAT U R AS , VASOS L L E NOS D E

D IOS

3. Te abarcan acaso el cielo y la tierra por el hecho de que t los colmas? O los colmas y queda una parte residual de ti, porque no tienen capacidad de abarcarte? Y dnde haces que revierta todo ese remanente tuyo una vez que has colmado los cielos y la tierra? O es que no tienes necesidad de continente alguno, t que contienes todos los seres, puesto que las cosas que llenas las llenas contenindolas? Porque no son los vasos llenos de ti los que te dan consistencia, ya que, aunque stos se rompan, t no te derramas. Y cuando te derramas sobre nosotros , no yaces por los suelos, sino que nos apas. Tampoco te desparramas, sino que nos recoges a nosotros. Y t, que llenas todas las cosas, las llenas con la plenitud de tu ser. O es que, al no ser capaces de alojarte en tu totalidad, alojan una parte de ti,12

8 9

2 Cro 2, 12, Gn 1,1. Sal 138, 8. 1 Co 8, 6; Rm 11, 36 Jr 23, 24. Jl 2, 28s (= Hch 2, 17s); Tt 3, 6.

10 11 12

Libro I

5

todas la misma parte y a la vez? O cada uno de los seres acoge una parte de ti, ms grande los mayores, ms reducida los menores? Es que, entonces, hay en ti partes mayores y menores? O en todas partes te encuentras en tu totalidad, y no hay ser alguno que te abarque por entero?

4. Q U

E R E S , D I OS M O ?

4. Qu eres, pues, Dios mo? Qu eres, vuelvo a preguntarte, sino el Seor Dios? Porque, qu seor hay fuera del Seor, o qu Dios fuera de nuestro Dios? Excelentsimo, buensimo, poderossimo, todopoderossimo, misericordiossimo y justsimo, ocultsimo y presentsimo, hermossimo y fortsimo, estable e inasible, inmutable que todo lo muda, nunca nuevo y nunca viejo, renovador de todas las cosas , llevas a los soberbios a la decrepitud sin que se enteren . Siempre activo y siempre quieto, acaparador sin tener urgencias, portador, colmador y protector; creador, alimentador y perfeccionador; buscador, aunque nada te falta. Amas sin abrasarte, tienes celos y ests tranquilo, te arrepientes y no te pesa, te irritas y no pierdes la calma, cambias tus obras, pero no cambias de plan. Recoges lo que hallas y nunca perdiste; sin estar falto de recursos, te encantan las ganancias, y sin ser jams avaro, devengas hasta los intereses . Se te da ms de lo que pides para que te consideres deudor, pero quin tiene algo que no sea tuyo? Y a qu se reduce todo cuanto he expresado sobre ti, Dios mo, vida ma, mi santa dulzura? Qu puede decir cualquiera cuando habla de ti?... Sin embargo, ay de los que te silencien, porque son mudos que hablan demasiado!13 14 15 16 17 18 19 20 21 b

13 14 15 16 17 18 19 20 21 b

Sal 17, 23. Sab 7, 27. Jb 9, 5 (LXX). Jl 2, 18. Gn 6, 6s. Cf. Ex 4, 14. Mt 25, 27. Cf. Lc 10, 35. Cf. Mt 15, 31.

Referencia a los maniqueos. Les llama charlatanes y parleros, charlatanes mudos, porque hablaban mucho y no precisamente de Dios, en cuanto que el Dios al que adoraban era ms bien un fantasma, como lo llamar en otras ocasiones (Conf. IV, 4, 9).

6

Confesiones

5. Q U

SOY Y O PA R A T I ?

QU

E R E S T P AR A M ?

5. Quin podr concederme que yo repose en ti? Quin me conceder que vengas a mi corazn y lo embriagues para que me olvide de todos mis males y me abrace contigo, nico bien mo? Qu eres t para m? Ten misericordia de m para que me salgan las palabras. Qu soy yo para ti, que llegas a ordenarme que te ame, y si no lo hago te disgustas conmigo y me amenazas con grandes desgracias? Es que no es suficiente desgracia la de no amarte? Ay de m! Por tu ternura te pido me digas qu eres t para m. Dile a mi alma: Yo soy tu salvacin . y dilo de tal modo que yo lo oiga. Seor, ah tienes en tu presencia los odos de mi corazn. brelos y dile a mi alma: Yo soy tu salvacin. Yo saldr disparado tras esta voz y te alcanzar. No me escondas tu rostro! Que yo muera para no morir, a fin de que vea tu rostro . 6. Estrecho es el aposento de mi alma para que pueda darte acogida en l: ensnchalo t. Est en ruinas: repralo. Tiene cosas que ofenden a tus ojos. Lo reconozco y lo s. Pero quin va a limpiarlo? A qu otro fuera de ti voy a dirigir la plegaria: Lmpiame, Seor, de mis manchas ocultas, y no le imputes a tu siervo las faltas ajenas? Creo, y por eso hablo . T lo sabes, Seor . No he comenzado exponiendo en tu presencia, Dios mo, mis pecados, achacndomelos a m? Y no has perdonado t la maldad de mi corazn? No voy a pleitear contigo , que eres la Verdad . Tampoco pretendo engaarme a m, para que mi maldad no se haga trampa a s misma . No, no22 23 24 25 c 26 27 28 29 30 31 32

22 23 24 25

Cf. Jr 44, 9. Cf. Sal 84, 6. Sal 34, 3. Cf. Dt 31,17; 32,20.

c Clara referencia a las palabras del xodo 33,20: Mi rostro no podrs verlo, porque no puede hombre verlo y seguir con vida. san Agustn no reme morir con tal de ver la cara de Dios. O tambin quiere morir para poder verla y no morir de muerte eterna. 26 27 28 29 30 31 32

Cf. Sal 18, 13s. Sal 115, 10 (= 2 Co 4, 13) Tb 8, 9. Sal 31, 5. Cf. Jb 9, 3; Jr 2, 29. Cf. 1 Jn 5, 6. Cf. Sal 2, 4; 36, 13; Sb 4, 18.

Libro I

7

voy a pleitear contigo, porque, si llevas cuenta de los delitos, Seor, quin podr resistir?33

6. E L M I ST E R IO

D E L A V ID A34

7. Permteme, no obstante, que yo, polvo y ceniza , hable delante de tu misericordia Djame hablar, porque mi interlocutora es tu misericordia, no un hombre que me ridiculice. Quiz tambin t mismo te ras de m , pero te volvers para mirarme, y terminars compadecindote . Y qu es, Seor, lo que pretendo decirte? Slo una cosa: que desconozco de dnde he llegado yo ac, a sta que no s si llamar vida mortal o muerte vital. Nada de esto s. Lo que s s es que tuve una buena acogida. Me la brindaron los detalles de tu ternura para conmigo . As se lo o a los padres de mi carne, del cual y en la cual me formaste en el tiempo. Aunque yo de esto no tengo ni el ms vago recuerdo. Acogironme los solaces de la leche humana. No eran ni mi madre ni mis nodrizas las que retesaban sus pechos por s mismas. Eras t quien por conducto de ellas, proporcionabas el alimento a mi infancia, de acuerdo con los criterios de tu providencia, que ha distribuido tus riquezas hasta el mismo fondo del universo. Tambin eras t el que me otorgabas no desear ms de lo que me dabas, y el que procurabas a las nodrizas la voluntad de darme a m lo que t les dabas a ellas. Por un afecto ordenado, queran darme aquello de que, por ddiva tuya, estaban llenas, pues para ellas era un bien el bien que yo reciba de ellas. Mejor dicho, no era de ellas, sino que era un bien tuyo por conducto ellas. Todos los bienes proceden de ti, Dios mo, y de mi Dios depende mi salud entera y cabal . Pero esto lo comprend ms tarde, a fuerza de los gritos que me dabas a travs de estos dones internos y externos con que me obsequias. Lo nico que entonces saba era mamar, aquietarme con los halagos y llorar las molestias de mi carne. Y nada ms. 8. Luego comenc a rer, primero en sueos, luego despierto. Todos estos extremos me los han contado, y yo los he credo, porque en el resto de los nios podemos observar gestos idnticos. Pero personalmente no tengo el ms remoto recuerdo de estos detalles.35 36 37 38

33 34 35 36 37 38

Cf. Sal 129, 3. Jb 42, 6 (LXX). Cf. Sal 2,4; 36,13, Sb 4,18. Cf. Jr 12, 15. Sal 93,19; 2 Esd 13,22; Sal 50,3; 68,17; Si 36,1. Cf. 2 R 23, 5.

8

Confesiones

Paulatinamente iba adquiriendo conciencia de dnde estaba. Quera manifestar mis deseos a las personas para que los satisficiesen, pero no acertaba, porque mis deseos estaban dentro, mientras que las personas estaban fuera y eran impotentes para penetrar en mi alma por ninguno de sus sentidos. Por eso agitaba mis miembros y daba gritos, como signos expresivos de mis deseos. Esto lo haca de acuerdo con mis pequeas posibilidades, pero lo haca lo mejor de que era capaz. De todos modos, no eran gestos del todo comprensibles. Cuando no me hacan caso, bien porque no me entendan, bien para evitar que me hiciesen dao mis exigencias, me encorajinaba con las personas mayores porque no se plegaban a mis caprichos y con las personas libres porque no se convertan en esclavos mos. Y el resultado era que me vengaba de todos ellos llorando a grito pelado , En los nios que he tenido ocasin de observar he podido ver que el comportamiento es idntico. Ellos, desde su inconsciencia, me han enseado que yo fui como uno de ellos. Y me lo han enseado ellos inconscientemente mucho mejor que conscientemente los que me criaron. 9. Claro es que mi infancia ha tiempo que muri, mientras que yo sigo vivo. Pero t, Seor, vives siempre y nada muere en ti, porque existes antes del comienzo de los siglos y con anterioridad a todo lo que se puede llamar antes; eres dueo y seor de todo cuanto creaste; en ti se mantienen estables las causas de todas las cosas inestables y permanecen inmutables los orgenes de todas las cosas mudables; en ti viven las razones eternas de todos los seres irracionales y temporales. Te ruego me digas, Dios mo, que le digas misericordioso a este miserable, si mi infancia sucedi a otra edad ma ya muerta en m. No ser el perodo que pas en el seno de mi madre? De este perodo algunas insinuaciones s que me han hecho, y por lo dems, tambin yo he visto mujeres en estado. Pero qu ocurri antes de esta poca, dulzura ma, Dios mo? Estuve en alguna parte? Fui alguien? No tengo quien me explique este enigma. No han podido hacerlo ni mi padre ni mi madre, ni la experiencia ajena ni mi memoria. Es que te res de m por este tipo de preguntas, mientras, por otra parte, me mandas que te alabe y te confiese por todo cuanto s? 10. Te confieso, Seor del cielo y de la tierra , y te alabo por los preludios de mi niez de que no hago memoria y por haber concedido al hombre sacar conclusiones de tipo personal basndose en la conducta de losd 39 40

En este captulo y en los siguientes San Agustn nos ofrece todo un estudio de psicologa infantil, con observaciones de tipo personal de indudable valor. Bien es verdad que la psicologa aplicada moderna, como es natural, no pretende ni persigue los objetivos que aqu apunta San Agustn: el fin teolgico estudiando a fondo las consecuencias del pecado original.39 40

d

Cf. Sal 2,4; 36,13; Sb 4,18. 42. Mt 11, 25.

Libro I

9

dems e incluso creer en muchos detalles en base a las aserciones de algunas mujercillas. Exista, y adems viva en aquel momento, y en el ocaso de mi infancia comenzaba a agenciarme signos con que transmitir a los dems mis propias sensaciones. Un ser animado como el mo, de dnde poda proceder sino de ti, Seor? Es que alguien puede ser autor de s mismo? O existe algn otro cauce por donde nos llegue el ser y la vida fuera de tu autora sobre nosotros , Seor? En ti la existencia y la vida no son dos cosas distintas, dada la identidad que hay entre la existencia en grado sumo y la vida en grado supremo. Eres el ser supremo y no cambias . El da de hoy no se consuma en ti. Mejor dicho, s que se consuma, porque en ti se hallan tambin todas estas cosas . Y si t no las contuvieses, no hallaran su camino de acceso . Y puesto que tus aos no se acaban, tus aos son el da de hoy. Cuntos y cuntos das nuestros y de nuestros padres han pasado por tu hoy y de l recibieron el ser y de alguna forma existieron! Y an seguirn pasando otros y de l recibirn el ser y de alguna forma existirn. En cambio, t, Seor, siempre eres el mismo y a todas las cosas de maana en adelante y a todas las cosas de ayer para atrs las hars hoy, las has hecho hoy. Por otra parte, qu importancia tiene que alguien no lo entienda? Que tambin l se alegre y diga: Qu es esto? Que se alegre tambin as y que prefiera encontrarte a ti, aunque no encuentre la respuesta, a encontrar sta sin encontrarte a ti.41 42 43 44 45 46

7. P E C AD IL L OS

D E L A IN F A NC IA47

11. yeme, Dios. Ay de los pecados de los hombres! Y precisamente es un hombre quien dice esto. Y t te apiadas de l, porque t hiciste al hombre, pero no el pecado que hay en l. Quin me trae a la memoria el pecado de mi infancia, si nadie est limpio de pecado en tu presencia, ni siquiera el nio que cuenta un solo da de vida sobre la tierra? Quin me lo recuerda? No puede hacerlo cualquier beb en el que ahora veo retratado lo que no recuerdo de m?48

41 42 43 44 45 46 47 48

Cf. Sal 99, 3. Cf. Mt 3, 6. Cf. Rm 11, 36. Cf. Lm 1, 12. Sal 101, 28 I= Hb 1, 12). Ex 13, 14; 16, 15 ; Si 39, 26. Cf. Is 1, 4. Cf. Jb 14, 45 (LXX).

10

Confesiones

Cul era entonces mi pecado? Sera la llantina que acompaaba mi deseo de mamar? Cierto que si yo ahora exigiera con tales extremos, no ya el pecho, sino la comida adecuada a mis aos, me pondra en evidencia y sera acreedor a una correccin bien merecida. No cabe la menor duda de que entonces haca cosas reprensibles, pero era incapaz de entender al que me regaaba. Tampoco la razn ni la moda aconsejaban que se me corrigiera en este punto. Estos defectos se erradican a medida que: vamos creciendo. Por otro lado, no he visto a nadie que, a sabiendas, deseche los objetos aprovechables cuando se dedica a tareas de limpieza. Es lgico pensar que en aquella poca era bueno exigir llorando cosas que, caso de concedrselas, le seran perjudiciales? Era bueno que se encolerizara furiosamente contra personas mayores y contra los padres que le dieron el ser, contra personas de condicin libre que no se plegaban a sus caprichos y contra mucha gente ponderada que no se someta a sus antojos? Era bueno el empeo que pona en propinarles golpes porque no bajaban la guardia ante exigencias que, caso de satisfacerlas, le seran perjudiciales? Est visto que es la endeblez de los miembros infantiles la que no causa dao, s la ndole infantil. Pude observar en cierta ocasin los celos de un beb que apenas articulaba sonido y ya clavaba los ojos ceudos, con la cara lvida, en un hermanito suyo de leche. A quin se le escapan detalles como ste? Dicen que tanto las madres como las nodrizas corrigen estos desvos con no s qu clase de trucos. A no ser que consideremos los gestos de este tipo como cosa inocente: que un nio no tolere que otro nio participe de la fuente de leche copiosa, viendo que est necesitadsimo de ella y sabiendo que su vida depende exclusivamente de este alimento. Sin embargo, hay cierta elasticidad y tolerancia ante estos defectos, no porque tengan poca entidad o revistan escaso relieve, sino porque son cosas que desaparecen con el tiempo. Y si bien es verdad que, en el caso de los nios, este comportamiento tiene excusa, estos mismos defectos resultan intolerables cuando se advierten en personas de ms aos. 12. Pero t, Seor, que le has dado al nio una vida y un cuerpo; que lo has equipado, como se ve, de sentidos y de una contextura de miembros; que has dado realce a su silueta y, en vistas a su integridad y garanta de inmunidad, has engarzado en l todos los impulsos de un ser animado, me pides que te alabe por todos estos detalles y que confiese y cante tu nombre, oh Altsimo . Porque t eres un Dios omnipotente y bueno, aunque no hubieras hecho ms que esto que nadie ms que t puede hacer. Eres el nico, de quien procede todo principio de ser; eres el Hermossimo, que das forma a todos los seres y ordenas todas las cosas con tu ley.49

49

Sal 91, 2.

Libro I

11

Soy refractario, Seor, a englobar la vida que actualmente disfruto aqu junto con aquel perodo de mi vida que no recuerdo haber vivido, pero que remito a testimonios ajenos y que deduzco haber vivido por lo que veo en el resto de los nios y por lo muy de fiar que es esta conjetura. Y por lo que respecta a las tinieblas de mi olvido, este perodo de mi vida es anlogo al que pas en el seno de mi madre. Pero si fui concebido en la iniquidad y si mi madre me nutri en su seno entre pecados , te ruego, Dios mo, que me digas dnde, dnde, Seor, dnde y cundo he sido inocente yo, siervo tuyo . Pero voy a dejar a un lado esta poca de mi vida. Qu inters puedo tener en ella, si ni siquiera conservo el ms pequeo recuerdo?50 51

8. P R IM E R OS

BAL BU C E OS

13. No es cierto que yo, en mi camino hacia la madurez, pas de la infancia a la niez? O fue ms bien sta la que vino a m y sucedi a la infancia? Claro que la infancia no se fue. Adnde iba a ir? Y, sin embargo, no exista ya. Yo ya no era un beb desprovisto de habla, sino un nio que hablaba . Me acuerdo muy bien de esto. Del modo como aprend a hablar me di cuenta ms tarde. No fueron los mayores los que me ensearon a hablar facilitndome los vocablos con un mtodo didctico concreto, como ocurri poco despus con las letras, sino que fui yo mismo mi maestro con la inteligencia que t me diste, Dios mo, con quejas, lloriqueos y gestos corporales, al querer expresar los sentimientos de mi corazn y al verme impotente para expresar todo cuanto quera y a todos los que quera. Pona en funcionamiento mi memoria cuando las personas que me rodeaban nombraban una cosa y, en base a esta designacin, dirigan su cuerpo a un objeto determinado; entonces poda ver y retener que los sonidos que articulaban designaban el objeto que queran mostrar. Yo los observaba y grababa cn mi mente un hecho: cuando queran designar un objeto, lo llamaban con un nombre concreto. Que aqulla era la intencin del hablante se patentizaba a travs de los gestos corporales, que son como las palabras naturales de todos los pueblos y que se realizan mediante la expresin del rostro, el parpadeo de los ojos, los ademanes de los dems miembros, el tono de voz, que expresan los sentimientos del nimo cuando pide, tiene, rechaza o elude las cosas. Dec

50 51 c

Sal 50, 7. Sal 115, 6.

La vida humana, atenindonos a los criterios de San Agustn y sus contemporneos, est dividida en siete etapas: infancia, desde el nacimiento a los siete aos; niez, de los siete a los catorce; adolescencia, de los catorce a los veintiocho, juventud, de los veintiocho a los cincuenta; virilidad, de los cincuenta a los sesenta; vejez, de los sesenta a los ochenta; la decrepitud hasta la muerte.

12

Confesiones

acuerdo con esta tctica, iba deduciendo poco a poco de qu cosas eran signos aquellos vocablos que, aplicados a diversos contextos de la conversacin, yo captaba con frecuencia. Previo adiestramiento de mis labios en tales signos, expresaba oralmente mis deseos. De este modo me fui poniendo en comunicacin con los que estaban a mi lado, expresando mis deseos por medio de estos signos, y fui accediendo progresivamente a la colectividad procelosa de la vida humana, dependiendo de la autoridad de mis padres y de las rdenes de los mayores.

9. L OS

C AST IG OS E S C OL AR E S

14. Dios mo, qu de miserias y engaos experiment cuando, siendo nio, se me propona como norma de buen vivir la obediencia a mis preceptores para conseguir renombre mundano y sobresalir en las tcnicas del lenguaje, que van encaminadas a los honores humanos y a amasar riquezas falsas. Con esta finalidad me mandaron a la escuela a estudiar las letras, de cuya importancia no tena yo, pobre infeliz, ni la ms remota idea . Esto no era bice para que me costara buenos azotes mi falta de aplicacin. Esta actitud rigurosa gozaba del apoyo de los adultos, y eran muchos los nios que antes de nosotros, siguiendo este tenor de vida, haban desbrozado estos caminos deplorables por los que se nos obligaba a pasar, multiplicando de este modo cl trabajo y el dolor de los hijos de Adn . Pero, por otro lado, Seor, hice un descubrimiento: vi que haba personas que te invocaban. De ellas aprend, dados mis cortos alcances, que t eres alguien, que eres grande y que puedes escucharnos y apoyarnos, aunque no te manifiestes a nuestros sentidos. Nio como era, comenc a implorarte, auxilio y refugio mo , y al invocarte rompa las trabas de mi lengua. Aunque era pequeo yo, no lo eran mis sentimientos, y con ellos te suplicaba que no me azotasen en la escuela. Y cuando no me oas, porque no era oportuno atender a mis simplezas , las personas mayores e incluso mis padres, que no queran que me ocurriera nada malo, se rean de mis azotes que ante m se presentaban como un mal terrible y duro. 15. Hay, Seor, algn nimo tan esforzado, unido a ti por amor extraordinario; hay alguien, repitoaunque en esto cuenta tambin unf 52 53 54

San Agustn no tiene nada contra la cultura ni los estudios, segn pudiera pensarse al leer e interpretar de manera radical estas lneas. Se limita a sealar un hecho: la enseanza de muchas cosas intiles, el tormento de inteligencias infantiles y la prdida de tiempo en futilidades. La vida y la obra de San Agustn son todo un canto de alabanza a la verdadera ciencia y al estudio.52 53 54

f

Cf. Gn 3, 16; Si 40, 1. Sal 17, 3. Sal 21, 3

Libro I

13

cierto grado de estupidez; hay, pues, alguien que, por su piadosa unin contigo, se vea tan poderosamente Influido que considere una niera el potro, los garfios y los distintos tipos de torturas, en evitacin de las cuales se te ofrecen plegarias desde todas las partes del mundo con el miedo a flor de piel, y que se ra de todo este tipo de torturas aun amando a quienes sufren tan atroces dolores, como se rean nuestros padres de los castigos que los maestros imponan a los nios? No era poco el miedo que tenamos ni tampoco nos quedbamos cortos en las splicas que te dirigamos para librarnos de semejantes castigos . Sin embargo, pecbamos por escribir, leer o pensar en las letras por debajo de lo que se exiga de nosotros. Es el caso, Seor, que no me faltaba ni memoria ni talento, pues t me habas dotado suficientemente de ellos, de acuerdo con mi edad de entonces. Pero me gustaba jugar. Y me castigaban por esto precisamente aquellos que hacan lo mismo que yo. Pero, claro, las distracciones de los adultos se llaman negocios, mientras que las dc los nios, que son simplemente distracciones, son objeto de castigo por parte de los adultos. Y nadie se compadece ni de los nios ni de los grandes, o ms bien, ni de unos ni de otros. Un rbitro honesto y neutral podra dar su aprobacin a los castigos que me haban impuesto porque de nio jugaba a la pelota, lo que constitua un obstculo para un aprendizaje rpido de las letras que, cuando fuera mayor, me abriran cauce para juegos ms sucios. Actuaba de otro modo el maestro que me propinaba la azotaina? Si un colega suyo de docencia le apabullaba en cualquier cuestioncilla de poca entidad, seguro que tragaba ms bilis y le corroa la envidia mucho ms que a m cuando en un partido de pelota me vea derrotado por mi contrincante.g

10. A F IC I N

AL JU E G O Y A L OS E SP E C T C U L OS

16. Y, sin embargo, yo segua pecando, Seor y Dios mo, ordenador y creador de todos los seres que existen en la naturaleza, pero de los pecados nada ms que ordenador. Yo segua pecando, Seor Dios mo, actuando contra las rdenes de mis padres y de aquellos maestros. Podan serme de provecho para el da de maana aquellas letras que ellos, fuera cual fuese su intencin, pretendan que aprendiese yo. Mi desobediencia no se basaba en una opcin personal por lo mejor, sino en la aficin al juego.Estos textos en que San Agustn nos habla del sistema de castigos con que los maestros y pedagogos de entonces corregan a los nios pueden parecernos hoy da un tanto exagerados, pero la realidad era sa. Las varas, correas, palmetas tenan vigencia en el mundo escolar; pero no acababa ah la lista de suplicios a los que tenan que someterse los dscolos. Tambin se les aplicaban otros castigos, como las encerronas y el dejarlos sin comer. Agustn habla en tono muy amargo de todo este tipo de castigos, y lo hace con un realismo que nos permite sospechar que tambin l sufri en sus carnes esta clase de correctivos.g

14

Confesiones

En las competiciones lo que ms me atraa eran los triunfos sonados y que alguien me cosquilleara las orejas con relatos de ficcin, que fomentaban en m un hormiguillo que me consuma cada da ms. Idntica curiosidad destellaban mis ojos ante el mundo de los espectculos, que son los juegos de las personas mayores. Los organizadores de estos espectculos se ven encumbrados con honores tales que todo el mundo, salvo contadas excepciones, los deseara para sus propios hijos. Sin embargo, ven con gusto que se les castigue si esta clase de espectculos constituyen un bice para los estudios por cuyo medio tienen la ilusin de que estos hijos lleguen un da a ser promotores de ellos. Mira con misericordia, Seor , esta situacin absurda y libra a los que ya te invocamos. Libra tambin a los que no te invocan, para que te invoquen y los libres.55 56

11. E NF ER M A

G R AVE M E N T E Y P I D E E L BA U T ISM O

17. Siendo nio, haba odo hablar de la vida eterna que nos est prometida mediante la humildad del Seor Dios nuestro, que descendi hasta nuestra soberbia. Me sealaron con la seal de la cruz y sabore la sal bendita apenas sal del seno de mi madre, que tuvo una gran esperanza en ti . T viste, Seor, que un da, siendo todava nio, mc subi de repente la fiebre como consecuencia de una oclusin intestinal y estuve en trance de morir. T, Dios mo, que eras ya mi custodio , viste con qu empeo de mi corazn y con qu fe solicit de la piedad de tu Iglesia, madre ma y madre de todos nosotros, el bautismo de tu Cristo, mi Dios y Seor. Asustada mi madre carnal que andaba con las ansias de su parto favorito: mi salvacin eterna, y que estaba anclada en tu fe con un corazn puro, trabajaba solcita y preocupada por afrontar mi iniciacin en los sacramentos de la salvacin, para que recibiera el bautismo y te confesara, Seor Jess, a fin de que se me perdonasen los pecados. Pero me repuse inmediatamente. As pues, qued aplazada mi purificacin, como si fuera inevitable que la vida fuera salpicndome de lodo y pensando que despus del lavado bautismal sera mayor y ms peligrosa la recada en las salpicaduras de los pecados .h 57 58 1

55 56 h

Lm 19. 11. Jr 2, 27; Mt 6, 13

Los ritos del catecumenado consistan bsicamente en tres: ser signado con la seal de la cruz en la frente, gustar la sal bendita y la imposicin de las manos.57 58

Cf. Jb 7,20; Gn 28,15. Cf. Ap 22,1 1.

Libro I

15

De modo que en aquella poca yo era ya creyente, lo era mi madre y lo eran todos los de casa, menos mi padre. Este no neutraliz en mi corazn los fueros del amor maternal hasta el punto de que yo dejase de creer en Cristo, fe que mi padre no tena an. Ella era quien haca las diligencias para que t, Dios mo, fueras mi padre e hicieras sus veces. Y en este punto contribuas a que ella fuera superior a su marido a cuyo servicio estaba ano siendo mejor que l. Tambin en esto te serva a ti, que eres quien ha estipulado esta condicin de sometimiento . 18. Yo quisiera saber, como favor tuyo, Dios mo, si tal es tu voluntad, qu razones hubo para aplazar mi bautismo. Resultaba ms provechoso darme rienda suelta para pecar, o ponerme freno? Qu explicacin darle a la expresin, ahora tan de moda y que de manera indiscriminada se deja or de un lado y de otro: Djale que haga lo que le venga en gana, porque an no est bautizado? Cuando se trata de la salud corporal no decimos: Djale que le hieren ms, porque an no est curado. Cunto mejor hubiera sido sanarme cuanto antes, y que esta sanacin se hubiera llevado a cabo en mi persona por diligencia propia y de los mos, para que, recuperada la salud de mi alma , estuviera a salvo bajo tu proteccin, que seras quien me la habra procurado. Claro que habra sido mejor. Pero qu bien conoca mi madre el oleaje de las tentaciones que a gran escala me amenazaban, pasada la niez! Qu bien prevea mi madre estos golpes de mar! Por eso prefiri exponer a sus embates el barro de que iba a plasmarse mi imagen antes que exponer la imagen misma.j 59

12. P E D AG OG AS

E Q U IVOC A DAS

19. Por otra parte, en esta mi niez, ante la cual se abrigaban menos temores respecto de m que en la adolescencia, no me gustaba estudiar ni que me obligaran a ello. Sin embargo, me obligaban, y con ello me hacan un bien. Estoy convencido de que si no me hubieran obligado, mi aprendizaje habra sido nulo, ya que nadie hace bien lo que hace a la fuerza, aunque sea bueno lo que hace. Tampoco hacan bien los que me obligaban, sino que el nico que me haca bien eras t, Dios mo. Los que se

Siendo ya obispo de Hipona, San Agustn combati esta costumbre de las madres cristianas en frica por los inconvenientes que tena y por la poca utilidad que reportaba. La santidad y la suavidad del trato de Mnica lograron, al fin, convertir a su esposo Patricio, que recibi el bautismo en su lecho de muerte. Aunque el tono que emplea Agustn al hablar de su padre no es idntico al usado con su madre, sin embargo, no es desdeoso. Es el nico lenguaje que cabe, en clave de sinceridad, al hablar de la actitud cristiana de Agustn frente a su padre.59 j

1

Cf. Sal 34,3.

16

Confesiones

empeaban en que yo estudiara no tenan otras miras que satisfacer los apetitos insaciables de una pobreza opulenta y de una honra denigrante. Pero t, que tienes contados los pelos de nuestra cabeza , te servas del errar de todos los que me instaban a aprender, y lo hacas en provecho mo. Tambin te aprovechabas de mi error en no querer aprender, y lo hacas para castigo mo, del que no era indigno, siendo como era un hombre tan chiquito y un pecador tan grande. As pues, te servas de los que no actuaban bien para hacerme bien a m. Y a m, que era pecador, me dabas una paga justa , En efecto, t has establecido una ley que no falla: que toda alma desordenada lleva consigo el escarmiento.60 61

13. E L

G R IE G O Y E L L AT N

20. Esta es la fecha en que an no s los motivos de mi mana al griego, en cuya literatura me inici desde muy nio . Estaba, eso s, muy encariado con las letras latinas, no las que ensean los maestros de primaria, sino las que imparten los llamados gramticos. Por lo que se refiere a las primeras letras en que se ensea a leer, escribir y contar, se me hacan no menos aburridas y penosas que el griego en su totalidad. Qu explicacin darle a este hecho? No andaran de por medio el pecado y la vanidad de la vida que hacan de m carne y soplo pasajero que va y no vuelve? No cabe duda que las primeras letras eran mejores por ofrecer mayores garantas. Con ellas iba adquiriendo, y de hecho adquir, algo que ahora conservo: leer cuantos escritos caen en mis manos y escribir lo que me viene en gana. Estas primeras letras son mejores que aquellas que a m, olvidado de mis propios errores, me obligaban a memorizar acerca de los errados derroteros de no s que Eneas, y a llorar la muerte de Dido y su suicidio por amor. Y, mientras tanto, me mantena con los ojos enjutos ante mi propia muerte que, lejos de ti, Dios mo y vida ma , yo encontraba en tal literatura.k 62 63

60 61 k

Mt 10, 30. Cf. Jn 11, 25; 14, 6.

La antipata que de nio senta por el griego no es un caso aislado, ni mucho menos, en el mundo escolar romano. Otros autores dicen lo propio de los nios de su poca. La brutalidad de los castigos vena a acentuar esta fobia. Pero no se piense por eso que san Agustn fuera un ignorante del griego Aunque no fue un gran helenista, conoca este idioma lo suficiente para leer, entender e incluso traducir al latn pasajes de esta lengua.62 63

Sal 77, 39. Cf. Jn 11, 25; 14, 6.

Libro I

17

21. Qu mayor miseria que la de un miserable que no tiene conmiseracin de s mismo? Del que lloraba la muerte de Dido, motivada por el amor de Eneas, pero que no lloraba su propia muerte, que tena como causa no amarte a ti, Dios mo, luz de mi corazn, pan de la boca ntima de mi alma y fuerza que fecunda mi mente y el seno de mi pensamiento? No te amaba, y fornicaba lejos de ti y mientras fornicaba, llegaban a mis odos las exclamaciones de bravo!, muy bien! , porque la amistad de este mundo constituye un adulterio contra ti. Y las exclamaciones de bravo!, muy bien!, tienen como objetivo avergonzar y dejar en feo a los que no son como los vitoreados. Yo no lloraba por esto, pero se me soltaban las lgrimas ante el cadver de Dido, en el fatal desenlace provocado a golpe de pual , mientras yo en persona iba a la zaga de tus criaturas nfimas dejndote plantado, como tierra que va a la tierra. Me resultaba muy doloroso que me impidieran leer lo que habra de depararme ese sufrimiento. Y este cmulo de aberraciones tiene fama de ser una literatura ms aristocrtica y ms rica que aquellas primeras letras con que aprend a leer y escribir. 22. Pero ahora, Seor, haz que tu verdad vibre en mi alma y que me diga: No es eso, no es eso. No cabe duda de que la enseanza primaria es mejor. Porque estoy ms dispuesto a olvidar los errados derroteros de Eneas y otras cosas por el estilo que a olvidar la lectura y la escritura. Por otro lado, los cortinajes que cuelgan a las puertas de las escuelas de gramtica ms son tapadera del error que prestigio de los misterios que ocultan . Que no se molesten en gritar contra m aquellos a quienes ya no temo, mientras yo te confieso mis preferencias, Dios mo, y encuentro el sosiego en reprocharme mis malos caminos , como medio para enamorarme de la excelencia de los tuyos. Que no griten encarndose conmigo los que practican el trapicheo de la gramtica. Si les pregunto si es histricamente cierto lo que dice el poeta acerca de la venida de Eneas a Cartago, los menos ilustrados dirn que no lo saben, mientras que los ms64 65 66 67 i 68

64 65 66 67 i

Cf. Jn 6, 35.48.59. Sal 72, 27. Sal 34, 21; 39, 16; 69, 4. VIRGILIO, Eneida 6, 457.

Se refiere el autor a una especie de cortinas o toldos que en las galeras solan tenderse de poste a poste. Las escuelas solan ubicarse en cobertizos sostenidos por columnas, sin paredes laterales. Estas galeras, que reciban el nombre de prgolas, eran sede de las escuelas tanto primarias como de otras enseanzas especificas: gramtica, pintura, escultura, etc. Estas cortinas tenan como finalidad separar a los alumnos del trfico callejero.68

Sal 118, 101; Jr 18, 11; 26, 3.

18

Confesiones

documentados respondern que no es cierta. Pero si les pregunto con qu letras se escribe el nombre de Eneas, todos los que cursaron primeras letras darn la respuesta exacta de acuerdo con la resolucin de los hombres que un da fijaron el valor de estos signos. Asimismo, si les pregunto qu les causara mayores trastornos en su vida: olvidarse de leer y escribir u olvidarse de aquellas ficciones poticas, quin no conoce de antemano la respuesta que dar todo aquel que no se haya olvidado completamente de s mismo? Pecaba, pues, siendo nio, al anteponer aquellas realidades vanas o intiles a estas tiles. Mejor dicho, al aficionarme a aqullas y tener mana a stas. Pero ya entonces el uno y uno, dos, dos y dos, cuatro, me resultaba un estribillo tedioso, mientras que el caballo de madera preado de gente armada, el incendio de Troya y la sombra espectral de Creusa constituan para m un sabrossimo espectculo de vanidad.69

14. H OM ERO ,

D U L C E Y A M AR GO A L A VE Z

23. Por qu motivo tena tambin mana a la gramtica griega que tanto jalea este tipo de relatos? El mismo Homero, maestro en urdir fabulillas, es dulcsimamente vano. Pero para mi niez result realmente amargo. Supongo que lo propio les ocurrir a los nios griegos con Virgilio, si se les obliga a estudiarlo como a m me obligaron a estudiar a Homero. Realmente era la dificultad, una dificultad integral de aprender una lengua extranjera, la que en cierto modo rociaba de hiel la dulzura helnica de los relatos de ficcin. Es el caso que yo tena desconocimiento total de los vocablos, pero me urgan en demasa a que los aprendiera, y lo hacan con amenazas y castigos llenos de crueldad. Sin embargo, recuerdo pocas de mi niez en que tambin tena desconocimiento total de los vocablos latinos, y a pesar de todo, los aprend por simple observacin, sin miedo ni torturas, incluso entre los halagos de las nodrizas, las risas retozonas y la algazara de los compaeros de juego. Los aprend sin la presin odiosa de los responsables de la enseanza. Era mi propio corazn el que me estimulaba a parir sus conceptos, cosa que no sera factible si no hubiera precedido el aprendizaje de algunos vocablos. Este pequeo acervo de palabras no lo aprend de los maestros, sino en la conversacin ordinaria, cuando en los odos de mis interlocutores iba desgranando todas mis impresiones. Resulta, pues, evidente que para el aprendizaje de vocabulario tiene ms mordiente la curiosidad espontnea que la coaccin y la intimidacin. Sin embargo, los excesos de la primera quedan amortiguados por la segunda mediante tus leyes, oh Dios. Tus leyes, que van desde la frula de69

VIRGILIO, Eneida 2, 772.

Libro I

19

los maestros hasta las torturas de los mrtires, y que saben verter pesares saludables que nos llaman de nuevo a ti desde las diversiones venenosas que nos apartaron de ti.

15. T OD O70

A T U SE R VIC IO71

24. Seor, escucha mi oracin , para que mi alma no decaiga ante la severidad de tu magisterio, ni yo desfallezca en confesar tus misericordias con que me libraste de todos mis torcidos caminos , para que sigas siendo para m ms dulce que todas las seducciones que yo secundaba, para que te ame con todas mis energas, me coja de tu mano lo ms fuerte que pueda y me saques de toda tentacin por siempre . Porque t, Seor, eres mi rey y mi Dios . Que todo cuanto de til aprend en mi niez redunde en servicio tuyo. Que todas mis conversaciones, escritura, lectura y operaciones matemticas sean una fineza ma en favor tuyo. Porque cuando estudiaba vanidades, t ejercas tu magisterio sobre m, y en medio de aquellas vanidades me perdonaste los pecados de mis disipaciones. Por supuesto que tambin en estas lecturas seductoras aprend muchas palabras tiles. Pero este vocabulario puede adquirirse tambin en lecturas de mayor trascendencia. Y ste es el camino acertado que los nios deben frecuentar l.73 74 75 76 77 l

72

16. L AS

M O DAS L I T E R AR IAS C OR R OM PI DAS

25. Pero ay de ti, ro de las costumbres humanas! Quin te pondr dique? Cundo te convertirs en un sequedal? Hasta cundo vas a seguir arrastrando a los hijos de Eva al mar vasto y temeroso que a duras penas surcan los que embarcan en el madero? No fue en ti donde le el pasaje del trueno de Jpiter y su adulterio? Ya s que no pudo hacer ambas cosas a la vez, pero esta ficcin se ha escrito para que el adulterio verdadero gozara78

70 71 72 73 74 75 76 77

Sal 60, 2. Cf. Sal 83, 3; 118, 81. Cf. Sal 106, 8.l5.2l.3l.73. Cf. 4 R 17,13, 2 Cro 7,14. Cf. Sal 17, 30. Sal 15, 11; 37, 7; 1 Co 1, 8. Sal 5, 3; 43, 5. Mt 9,5; Mc 2,5.9; Lc 5,23

ll Aqu reprueba San Agustn el sistema empleado por los maestros de su tiempo partidarios de antologas erticas y de textos literarios sensuales, con el pretexto de que con este sistema, al alumnado se le quedaban ms arraigadas las formas y las palabras clsicas. 78

Sal 75, 8.

20

Confesiones

de crdito acompandolo del mensaje de un trueno ficticio y as quedara refrendado mediante un modelo autorizado. Pero, vamos a ver. Qu profesor encopetado que tenga los odos sanos puede escuchar a uno de su misma profesin dogmatizando a voz en grito que lo que Homero escriba era una ficcin y una transferencia de las debilidades humanas a los dioses? Ojal fuera a la inversa: el trasvase de lo divino a nosotros! Mayor fundamento tendra afirmar que, efectivamente, son ficciones de Homero, pero transfiriendo los atributos divinos a personas licenciosas, para que los viejos no figuraran como viejos y para que todos los hombres corrompidos dieran la impresin de imitar a los dioses del cielo y no a cualquier perdulario. 26. No obstante, en tus aguas, oh ro del Trtaro, se precipitan los hijos de los hombres, incluso pagando, para tomar lecciones de este tipo de perversiones. Y es un espectculo realmente magnfico el montaje de una representacin pblica en la plaza principal de la ciudad, auspiciada por las leyes que, adems del sueldo ordinario, tienen estipuladas pagas extra para los actores. Y bates tus riscos, y en tu bramido vas diciendo: Aqu se adquiere vocabulario, aqu se alcanza la elocuencia totalmente imprescindible para convencer y para explicar el propio pensamiento!.Por supuesto que no conoceramos vocablos como lluvia de oro, regazo, truco, templos celestes ni otros trminos estereotipados, si no fuera por el siguiente texto de Terencio. Este introduce a un joven detestable que se propona a Jpiter como modelo para cometer un estupro, tomando como motivo la contemplacin de un cuadro que haba en la pared y que representaba las estratagemas de que, como se dice, se vali Jpiter en cierta ocasin para hacer caer sobre el regazo de Dnae una lluvia de oro y seducir a la joven . Y fjate cmo se incita a la lujuria valindose de un magisterio cuasicelestial: Y qu Dios!, exclama. Nada menos que aquel que con inmenso fragor hace retemblar la bveda del cielo. Y qu iba a hacer yo, pobre mortal? No iba a hacer lo mismo? Pues claro que lo hice. Y de muy buena gana .. No y mil veces no. No es este tipo de torpezas el que ms facilita el aprendizaje de las palabras del vocabulario, sino que es este mismo lxico el que va fomentando la familiaridad con esta clase de torpezas. Ningn cargo tengo contra las palabras, que son como vasos selectos y preciosos ; pero s contra el vino del error que nos propinaban maestros borrachos. El caso es79 80 81 82

79 80 81 82

CICERN, Tusculanas 1, 26, 65. TERENCIO , Eunuco 584s. 589.. TERENCIO , Eunuco 590s. Hch 9,15; Pr 20,15; 1 P 2,6.

Libro I

21

que, si no lo bebamos, nos sentaban la mano, y era imposible recurrir a un arbitraje de gente sobria. Con todo, Dios mo, en cuya presencia est a salvo mi recuerdo, aprend gustosamente todas estas lindezas, y de esto tomaban pie para decir que yo era un chico que prometa mucho.

17. E L

T AL E N T O , D O N D E

D IOS

27. Permteme, Dios mo, que hable tambin un poco de mi ingenio y agudeza, dones tuyos, y de los delirios en que lo despilfarraba. Las tareas que me proponan constituan una ocupacin bastante incmoda para mi sensibilidad, pues, por un lado, tenan el aliciente del elogio y de la honrilla personal, y por otro, el miedo al ridculo y a los castigos. El ejercicio consista en declamar las palabras de Juno, furiosa y dolida por no ser capaz de arrojar de Italia al rey de los troyanos , palabras que, por las referencias que yo tena, Juno jams haba pronunciado. Pero nos imponan la obligacin de seguir equivocadamente tras las huellas de estas ficciones poticas y de expresar en prosa fluida el tpico que el pacta haba reducido a verso. La expresin ms elegante era la de aquel que, teniendo en cuenta el protagonismo del personaje imitado, expresaba con mayor desenvoltura los sentimientos de ira y de dolor, dndole al texto el ropaje de palabras ms en consonancia con el tema. Pero, de qu me sirvieron, Dios mo y verdadera vida ma , aquellos aplausos que siguieron a mi interpretacin y que eran ms nutridos que los de mis camaradas de clase, de mi misma edad? No era esto humo y ventolera? Es que no haba otros temas para ejercitar mi talento y mi lenguaje? Tus alabanzas, Seor, tus alabanzas reflejadas en tus Escrituras tenan que haber sido el soporte de los pmpanos de mi corazn, y ste no habra sido presa fcil de las aves de rapia, dada la frivolidad de tales vaciedades. Porque hay ms de una manera de rendir culto a los ngeles rebeldes.83 84

18. L A

L E Y G R AM AT IC AL Y L A L E Y M OR AL

28. Qu tiene, pues, de extrao que me dejara llevar a remolque de esta clase de vanidades, y me descaminara lejos de ti, Dios mo, cuando se me proponan como modelos dignos de imitacin a personas que si, al relatar algn hecho de su vidahechos buenos, por supuesto, incurran en algn solecismo o barbarismo, se llenaban de confusin cuando se lo hacan notar? En cambio, si contaban con gallarda y riqueza de lxico sus83 84

VIRGILIO, Eneida 1, 38. Cf. Jn 11, 15; 14, 6.

22

Confesiones

desvergenzas , y lo hacan con palabras cabales y sintaxis perfecta, eran objeto de alabanza y gozaban de popularidad. Ves esto, Seor, y te callas, generoso, lleno de misericordia y de verdad . Pero es que vas a estar siempre callado? y ahora sacas de este tremendo abismo a un alma que te busca y que est sedienta de tus dulzuras , y que te habla con el corazn: he buscado tu rostro, Seor, y seguir buscndolo , porque anduve lejos de tu rostro en las tinieblas de la pasin. Huir de ti o volver a ti no es cuestin de pasos corporales ni de distancias locales. Es que aquel benjamn de entre tus hijos solicit caballos, carruajes o embarcaciones, o remont el vuelo con alas visibles, o hizo su ruta a pie para ir a vivir a lejanas tierras y derrochar los bienes que le diste al partir, y con quien te mostraste padre carioso al drselos, y ano ms carioso cuando volvi hecho un mendigo? Vivir rodeado de pasiones sensuales equivale a vivir en un ambiente tenebroso, es decir, a vivir lejos de tu rostro. 29. Fjate, Seor Dios, y contempla con esa paciencia tuya en observar cmo los hijos dc los hombres se esmeran meticulosamente en cumplir con los cnones y normas sobre letras y slabas que recibieron de sus antepasados, mientras, por otra parte, descuidan las reglas eternas de la vida perdurable recibidas de ti. Y esto lo hacen de tal modo que quien profesa o ensea las frmulas clsicamente convenidas, y, en contra de las normas gramaticales, escribe la palabra ombre sin hache, desagrada ms a los hombres que si, en contra de tus mandamientos, odia al gnero humano, siendo l mismo hombre. Como si fuera posible que el hombre tuviera un enemigo ms peligroso que el mismo odio con que se irrita contra l, o como si persiguindole pudiera hacerle mayor dao que el que causa a su corazn odiando. Indiscutiblemente, no hay un conocimiento de letras ms ntimo que el de las escritas en la propia conciencia : Lo que no quieras para ti, no se lo hagas a otro . Qu ntimo eres t, que moras silenciosamente en las alturas , solo Dios grande, que, con ley inmutable, vas derramando cegueras de85 86 87 88 89 90 91 92 93

85 86 87 88 89 90 91 92 93

CICERN, Tusculanas 1, 4, 7. Sal 102, 8; 85, 15. Cf. Is 12, 14 (LXX) Cf. Sal 85, 13; 62, 2; 41, 3; 15, 11. Sal 26, 8. Cf. Lc 15, 11-32. Cf. Rm 2, 15. Cf. Tb 4, 16; Mt 7, 12; Lc 6, 31. Cf. Is 33, 5.

Libro I

23

escarmiento sobre las apetencias ilcitas, cuando un hombre anda a la caza de fama de elocuencia delante de otro hombre que hace de rbitro y de una gran concurrencia de observadores; que persigue a su enemigo con odio encarnizado, pero que se guarda muy mucho de incurrir en el error ortogrfico de escribir ombre sin hache, pero a quien, en cambio, le tiene sin cuidado eliminar a un semejante de la sociedad en un arrebato pasional!

19. L OS

P E C AD OS D E U N E SC OL AR

30. En mi niez, infeliz de m, me vea tendido en el umbral de estos mtodos escolares. En esta palestra tena yo ms miedo a incurrir en un barbarismo que cuidado de no tener envidia a quienes no incurran en l. Te digo esto, Dios mo, y reconozco ante ti aquellas pequeeces que eran objeto de elogio por parte de aquellos cuya estima equivala entonces, para m, a vivir honradamente. Yo no vea entonces el remolino de mi torpeza, en el que yo me haba arrojado lejos de tu mirada . Poda haber algo ms repulsivo a tus ojos que mi persona urdiendo mentiras sin cuento no slo ante el pedagogo y los maestros, sino incluso ante los mismos padres cuando trataba de engaarlos? A todos estos extremos me llevaba la pasin por el juego, la aficin a los espectculos frvolos y las ganas de imitar personalmente a los actores. Tambin practicaba algunos hurtillos de la despensa casera, unas veces por gula, otras por tener algo que dar a los chiquillos a cambio de los juegos que me vendan y de los que disfrutbamos Juntos. En estos mismos Juegos, en que con frecuencia me ganaban, usaba de trucos para conseguir victorias a base de trampas, todo por afn de sobresalir. Y la cosa que peor me sentaba y me alteraba ms era sorprenderles en las mismas trampas que yo les haca a ellos. Y si el sorprendido era yo, prefera pelearme, pero no ceder. Y a esto lo llamamos inocencia infantil? No lo es, Seor, no lo es. Pues esta misma pasin tiene una trayectoria que engloba desde la poca de los pedagogos a base de nueces, canicas y pajarillas hasta el estamento de los prefectos y de los reyes, que se valen de oro, de tierras y de esclavos. Y esta misma pasin pasa irremisiblemente a otras edades superiores, de la misma manera que a los golpes de palmeta les suceden tormentos ms refinados. Por eso, t, rey nuestro, en la estatura de los nios reconociste simplemente el smbolo de la humildad al decir: De ellos es el reino de los cielos .94 95

94 95

Sal 30, 23. Mt 19, 14.

24

Confesiones

20. G RAC IAS , S E OR ,96

PO R M I N I E Z

31. A pesar de todo, te doy gracias , Seor soberano, ptimo creador y gobernador del universo, aunque hubieras querido que me quedase simplemente en nio. Porque ya gozaba de existencia, tena vida, senta y me preocupaba de mi integridad, como huella que era de la unidad misteriosa de donde proceda. Con el instinto interior, mantena la integridad de mis sentidos. Me recreaba con la verdad, con mis pequeos pensamientos, con las cosas menudas. No me gustaba que me engaaran, tena una memoria pujante, me educaba en el lenguaje, me encantaba la amistad, hua del dolor, de la bajeza y de la ignorancia. Hay algo en este ser animado que no sea digno de admiracin y alabanza? Todos ellos son dones de Dios, yo no me los di. Todo esto son bienes, y todo esto soy yo. Por consiguiente, el que me cre es bueno, l es mi bien, y salto de gozo en su honor por todos los bienes por los cuales yo era nio. Pero pecaba en una cosa: en la bsqueda de placeres, honras y verdades no en Dios, sino en las criaturas: en m y en las dems. Por eso incurra en dolores, confusiones y errores. Gracias, dulzura ma, honor mo, confianza ma, Dios mo; gracias por tus dones. Sigue conservndomelos. De este modo me guardars a m, y los dones que me hiciste se vern incrementados y perfeccionados. Y yo estar contigo, porque mi misma existencia es un don tuyo.97

96 97

2 Co 2, 14; 8, 16; Ap 7, 10. Cf. Sal 2, 11.

LIBRO II1. D OL OR OSAE VOC AC I N

1. Quiero hacer memoria de mis pasadas fealdades y de las corrupciones carnales de mi alma. No lo hago para regodearme en ellas, sino por amor tuyo, Dios mo. Y lo hago por amor de tuamor. Voy a evocar mis caminos llenos de perversin, con ese poso de amargura que supone remover estos recuerdos. Los evoco para que t repitas tus dulzuras conmigo, t que eres dulzura sin engao, dulzura dichosa y garantizada. Tambin espero que me recompongas de la fragmentacin en que estuve escindido al apartarme de ti, que eres la unidad, e ir tras mi propia difuminacin en el mundo de la multiplicidad. En distintos momentos de mi adolescencia me abras la fiebre causada por el hartazgo de las realidades de rango inferior. Tuve, asimismo, la osada de internarme en la espesura de amores diversos y sombros. Qued ajada mi hermosura y me convert en un ser infecto ante tus ojos , por darle gusto a las complacencias personales y por desear quedar bien ante las miradas humanas .98 99a

2. A M AR

Y S E R A M AD O

2. Y qu era lo que me deleitaba, sino amar y ser amado? Pero me faltaba ese justo equilibrio en el amor que va de alma a alma, dado que las fronteras de la amistad son algo luminoso. Lo cierto es que, desde los apetitos cenagosos de mi carne y desde la efervescencia de mi pubertad, surgan jirones de niebla que encapotaban y nublaban mi corazn, privndole de toda capacidad de anlisis entre la serenidad del amor y la oscuridad de la pasin. Ambas cosas, apetitos y ardor de pubertad, en confusa mezcolanza, hervan e iban llevando a remolque mi edad an sin consistencia por lo escabroso de las pasiones y sumindola en el remolino de la torpeza. Tu furor se haba recrudecido contra m, y yo segua sin enterarme. Me haba hecho duro de odo el tintineo de las cadenas de mi mortalidad, que eran el castigo de mi alma orgullosa. Iba98 99 a

Cf. Dn 10,8. Cf. Sal 78,10.

Este rigorismo de San Agustn enjuiciando sus propios pecados hay que interpretarlo con ciertas reservas. Nuestro criterio, en base a los hechos que relata, es mucho ms abierto, juzgando los hechos en s mismos y sin tener en cuenta el trasfondo agustiniano de la santidad y justicia de Dios. A nuestros ojos, esas chiquilladas que cuenta, incluso el robo de las peras, no constituyen motivo suficiente para proclamarse monstruo de maldad.

26

Confesiones

alejndome cada vez ms de ti, y t hacas la vista gorda. Me vea despeado, derramado, diluido y en estado de ebullicin a causa de mis fornicaciones, y t callabas . Oh alegra ma tarda, t callabas entonces, y yo, mientras tanto, iba alejndome de ti en busca de semillas de dolores a cual ms estriles, con una degradacin llena de arrogancia y con un agotamiento lleno de inquietud . 3. Quin iba a moderar todos mis desmadres? Quin iba a hacer que las bellezas efmeras, de ltimo rango, se encauzaran dentro de los cnones del uso? Quin iba a sealar una meta a sus halagos, de modo que el oleaje de mi edad fuera a desbravarse en la playa del matrimonio? Y si no era posible aplacar este oleaje, que hallara un dique de contencin dentro de los trminos de la procreacin de unos hijos, de acuerdo con los mandatos de tu ley , Seor, que suscitas nuevos retoos de nuestra carne mortal y sabes atemperar con tu mano suave esas espinas desconocidas en tu paraso . En efecto, no anda muy lejos de nosotros tu omnipotencia, incluso cuando andamos alejados de ti. Si hubiera concentrado mi odo ante el fragor de tus nubes que dicen: Estos tales sufrir tribulacin en su carne... Pero yo respeto vuestras razones Es bueno que el hombre quede desligado de mujer . El que no tiene mujer tiene su pensamiento puesto en las cosas de Dios y en cmo agradarle, pero el que est unido por el vnculo del matrimonio tiene la mira puesta en el mundo y en cmo agradar a su mujer Si hubiera aguzado ms el odo ante estas palabras me hubiera mutilado por el reino de los cielos , me sentira ms feliz a la espera de tu abrazo. 4. Pero, tras abandonarte, continu, pobre infeliz, en este estado de efervescencia, siguiendo los impulsos de mi dispersin, y pas por encima detodas tus ordenanzas, aunque sin conseguir zafarme de tus azotes. Qu mortal se libra de ellos? T siempre estabas a mi lado, piadosamente duro, rociando de amargusimos sinsabores todos mis placeres ilcitos, para que yo acudiera en demanda de goces inofensivos. Si hubiera sido capaz de satisfacer esta aspiracin, seguro que no habra encontrado ningn goce fuera de ti,100 b 101 102 103 104 105 106

100 b

Cf. Is 42,14 (LXX).

Este cuadro anmico que nos pinta San Agustn responde a lo que modernamente entendemos como crisis de la pubertad. Torrente impetuoso, mar embravecido, fuego abrasador, rbol pletrico de savia son expresiones harto significativas de su estado corporal y psquico.101 102 103 104 105 106

Cf. Gn 1,28; 1 Co 7,2. Cf. Gn 3,18. 1 Co 7,28. 1 Co 7,1. 1 Co 7, 32. Mt 19,12.

Libro II107

27

Seor, que matizas tus mandamientos con el dolor , que hieres para curar y que nos matas para que no muramos lejos de ti . Dnde estaba yo y qu lejano era mi exilio, apartado del confort de tu casa en el transcurso de mis diecisis aos, que era sa la edad de micarne! Esta tom en sus manos el control de mi persona. Y yo le entregu incondicionalmente las mas, atacado por el frenes de mis apetitos, de esos apetitos que para la degradacin humana gozan de carta blanca, pero que ante tu ley son ilcitos. Mis padres no se ocuparon de evitar con el matrimonio mi cada en el precipicio. Su nica preocupacin era que yo aprendiera las mejores tcnicas de la oratoria y de la persuasin por la palabra.108 109

3. I NT ERRU M P Ec

L OS E S T U DI OS .

C ON SE JOSD E M N IC A

5. Aquel ao quedaron interrumpidos mis estudios. A mi vuelta de Madaura , ciudad cercana donde haba iniciado los estudios de literatura y oratoria, ya se estaban haciendo los preparativospara un viaje ms lejano, Cartago. Estos corran a cargo de mi padre, vecino de Tagaste y econmicamente dbil, aunque con un empuje digno detodo elogio. Pero a quin le cuento estos episodios? Por supuesto que no a ti, Dios mo. Lo hago a los de mi raza, a la humanidad entera. Y lo hago en presencia tuya, dedicndolos a ese sector del pblico, pequeo o grande, que eventualmente eche un vistazo a estas lneas mas. Y qu objetivo me propongo? Sencillamente, el que tanto yo como cualquier posible lector pensemos desde qu hondura abismal tenemos que suplicarte . Qu cosa ms cercana a tus odos que un corazn que te confiesa y una vida que vive de la fe? Quin no iba a hacerse lenguas de aquel hombre que era mi padre, que por encima de sus posibilidades econmicas se gastara en el hijo todo cuanto fuera necesario tanto para un viaje tan largo como para los estudios que iba a realizar? Personas haba mucho ms pudientes que no abrigaban tales proyectos para sus hijos. Cierto que tampoco mi padre tena especial inters en los progresos que yo pudiera hacer en tus sendas. Tampoco le preocupaba el problema de mi castidad. Lo que a l le importaba es que yo llegara a ser un personaje diserto, mejor dicho, desierto, sin cultivar, sin ese110 111

107 108 109 c

Sal 93,20. Cf. Dt 32,39; Os 6,2. Cf. Mt 2,9; Lc 13,17.

Ciudad situada a unos veinticinco kilmetros al sur de Tagaste. Fue una ciudad de honda raigambre pagana. En la poca de los Sfax fue plaza fuerte de gran importancia, como lo denotan los restos arqueolgicos hallados en su emplazamiento. Culturalmente se distingui por ser la patria de Apuleyo. Hoy se llama M'dauruch. Tagaste era una de las treinta ciudades libres de frica, segn Plinio. Hoy se la conoce conel nombre de Suk-Ahras.110 111

Cf. Sal 129,1. Cf. Ha 2,4; Rm 1,17; Ga 3,11; Hb 10,38.

28

Confesiones

laboreo tuyo, Dios mo, dueo nico, verdadero y bueno, de tu campo que es mi corazn . 6. Pero a mis diecisis aos, cuando por razones econmicas me tom unas vacaciones forzosas en casa de mis padres, es cuando cobraron vigor y medraron por encima de mi cabeza las zarzas de mis pasiones. Y no haba una mano que las arrancase de raz. Ms bien al revs. Porque recuerdo que cierto da, estando yo en los baos, vio mi padre las seales de mi pubescencia, as como el porte de mi mocedad en ciernes, y se le caa la baba de satisfaccin ante la expectativa de los nietos que yo podra darle. As se lo lleg a insinuar a mi madre. Estaba como radiante con esa borrachera que le hace al mundo olvidarse de su Creador y amar a la criatura . Mi padre estaba embriagado con ese vino invisible de una voluntad extraviada y partidaria de las realidades de rango inferior. Pero t, Seor, ya habas inaugurado tu templo y perfilado el esbozo de tu morada en el pecho de mi madre. Mi padre era catecmeno desde haca poco. Mi madre, por su parte, se estremeci de temor y de piadosa aprensin . Aunque yo no estaba bautizado an, temi que me internara por sendas tortuosas, camino ordinario de los que te vuelven la espalda y no te dan la cara . 7. Ay de m! Y tengo el atrevimiento de decir que t guardabas silencio, Dios mo, cuando era yo el que me iba alejando ms y ms de ti?Es cierto que te hacas el callado conmigo? Y de quin sino tuyas eran aquellas palabras que me venan por conducto de mi madre, tu sierva fiel, yque t cantaste a mis odos? Cierto que ninguna de ellas cal hondo en mi corazn como para ponerlas en prctica. Anhelaba ella, y recuerdo que as me lo recalc con gran inters, que evitara la fornicacin, haciendo especial hincapi en la huida del adulterio con mujeres casadas. Todo ello se me antojaban consejos mujeriles y me pareca algo humillante hacer caso de ellos. Pero eran avisos tuyos sin darme yo por enterado. Es ms, estaba convencido112 d 113 114 115 116 e

112 d

Cf. Mt 13,24-30.

Patricio era de familia noble, del nmero de los decuriones. Era un funcionario civil, pero de posicin modesta. Aunque San Agustn insiste en la pobreza de sus padres, nos habla, por otra parte en las Confesiones de criados, servidores, ayos y nodrizas. Podemos decir que la situacin social y econmica de Patricio corresponde a la de un empleado pblico de la clase media.113 114 115 116 e

Cf. Rm 1,25. Cf. 1 Co 3,16s; 6,19; 2 Co 6,16; Si 24,14. Cf. 2 Co 7,15. Jr 2,27.

Agustn emplea aqu expresiones de dureza para con sumadre, engredo con sus estudios y pervertido por los profesores de Madaura, que consideraban la religin catlica como cosa de mujeres, gente inculta y pobres. Esto le llev a considerar los consejos de su madre como cuentos de viejas. Este pasaje y el relato de su huida de Cartago camino de Roma son realmente duros para con el alma delicada de Santa Mnica.

Libro II

29

de que t seguas mudo y de que era ella la que hablaba. Por conducto personal suyo ya no estabas callado conmigo , pero yo te desautorizaba en ella. Yo, que era su hijo, el hijo de tu sierva y siervo tuyo tambin. En mi ignorancia, iba cayendo en el precipicio con una ceguera tal que el ser menos libertino que mis compaeros de edad constitua para miun motivo de humillacin. Y es que los oa cmo blasonaban de sus fechoras, y su arrogancia era tanto mayor cuanto mayores eran las torpezas. Y el mordiente de stas estribaba no slo en la accin por la accin, sino, sobre todo, en gozar de cierta aureola de popularidad. Hay algo ms reprensible que el vicio? Sin embargo, para evitar que me humillaran, me iba enviciando progresivamente. Y cuando no tena razones para empatar con los ms sinvergenzas, inventaba cosas que no haba hecho, para no dar la imagen de menos degradacin por ser ms inocente ni de menos prestigio por ser ms casto. 8. Tales eran los compinches que conmigo rondaban por las plazas de Babilonia. Tambin yo me revolcaba con ellos en sus cenagales como si fueran canela en rama y perfumes costosos . Para tenerme ms vinculado a este foco de maldad, el enemigo invisible me pisoteaba y seduca, pues yo era seducible. Ni siquiera aquella mujer que era mi madre, escapada ya del centro de Babilonia , pero que an se demoraba por los suburbios; ni siquiera esta madre ma carnal, que me haba prevenido contra la impureza, se preocup -dadas las sugerencias que sobre m le haba hecho su marido- de refrenar dentro del marco del afecto conyugal aquella pasin hedionda y, en opinin suya, de peligrosas secuelas, ya que no poda extirparla de raz . No se ocup de esto para no poner trabas, con el vnculo conyugal, a las expectativas que en mi persona tena cifradas. No me refiero a la esperanza en un mundo futuro, que mi madre tena profundamente arraigada en ti, sino a la gran ilusin que tena puesta en mis estudios literarios que tanto mi padre como mi madre ansiaban que yo cursara con grande aprovechamiento. Mi padre, porque casi nunca pensaba en ti, y lo que de m pensaba era pura hojarasca. Mi madre, porque estimaba que mis estudios no slo no me iban a perjudicar, sino que me seran de gran ayuda para llegar hasta ti. Partiendo de los recuerdos actuales sobre mis padres, el boceto que de ellos puedo hacer es ste. De todos modos, creo que frente a los juegos me dieron demasiada rienda suelta y no supieron conjugar rigor y117 118 119 120 121 122

117 118 119 120 121 122

Cf. Is 42,14 (LXX). Sal 115,16. Cf. Ct 4,14. Cf. Sal 55,3. 24 Jr 51,6. Cf. A. OTTO, s. v. vivus.

30

Confesiones

condescendencia. Tal actitud contribuy a mi mariposeo por un mundo de aficiones variadas, donde siempre me daba de manos a boca con una noche cerrada que me impeda ver lo sereno de tu verdad, mientras simultneamente como de mi carne me rezumaba la malicia .123

4. E L

R OBO D E L AS PE R AS

9. Es cierto, Seor, que tu ley castiga el robo. Lo propio hace la ley escrita en los corazones de los hombres , que ni la maldad misma puede borrar. Porque, vamos a ver, qu ladrn tolera impasible la presencia de otro ladrn? Tampoco lo hace el acaudalado frente a quien est reducidoa la miseria. Yo quise robar, y rob. No lo hice obligado por la necesidad, sino por escasez y disgusto de justicia y por una sobredosis de maldad. Porque rob precisamente aquello que yo tena en abundancia y aun de mejor calidad. Ni siquiera pretenda disfrutar el producto del robo apetecido, sino del robo en s mismo, del pecado de robo. Lindando con nuestra via haba un peral bien cargado de fruta, no muy atractiva, por cierto, ni por su aspecto ni por su sabor. A altas horas de la noche, una pandilla de muchachos rematadamente malos nos fuimos a sacudir el rbol y llevarnos las peras. Intencionadamente habamos alargado nuestros juegos en las eras, siguiendo una perniciosa costumbre. De la huerta sacamos considerables cargas de peras, no para saborearlas, sino, lo ms probablemente, para echrselas a los cerdos. Y aunque probamos algunas, para nosotros lo principal fue darnos el gustazo de hacer lo que no estaba permitido. Aqu est mi corazn, Dios mo, aqu est mi corazn, del que tuviste lstima cuando se hallaba en el abismo ms profundo. Que hable ahora mi corazn y que te diga lo que entonces pretenda: ser malo sin nada a cambio, y que las motivaciones de su maldad fueran la maldad misma. Era repugnante y la am. Am mi perdicin, am mis deficiencias, no el objeto que perseguan mis deficiencias, sino mis propias deficiencias, pobre alma atolondrada, que daba un salto desde tu seguridad al exterminio . Y para colmo, lo haca no buscando algo concreto en la degradacin, sino la degradacin misma.124 125

5. L AS

M OT IVAC ION E S D E L P E C AD O

10. Cierto que tienen su encanto las cosas bellas, el oro, la plata y otras muchas ms. Asimismo, en el tacto juega un papel importantsimo la armonizacin o congruencia. El resto de los sentidos recibe de los objetos una modalidad propia y especfica de compaginacin. La misma honra mundana y la capacidad de mando123 124 125

Sal 72,7. Rm 2,14. Jdt 4,10: Si 39,36.

Libro II

31

y de supremaca tienen su encanto, que es tambin, por su parte, origen del apetito de venganza. Con todo, para agenciarse cualquiera de estas cosas no es preciso salir de ti, Seor, ni desviarse de tus leyes. Tambin la vida que nos toca vivir aqu tiene su encanto, que le viene de una cierta medida o regla de su gracia propia y de su armona con todo el resto de las bellezas de rango nfimo. La misma amistad humana, basada en lazos de cario, es una dulce realidad por razn de la identificacin de muchas almas entre s. Por todo este cmulo de cosas y por otras parecidas, franqueamos nuestras puertas al pecado cuando, con una desviacin incontrolada hacia los bienes nfimos, hacemos dejacin de los bienes superiores y soberanos: de ti, Seor Dios nuestro, de tu verdad y de tu ley . Tambin tienen su encanto todas estas cosas inferiores, pero no en pie de igualdad con mi Dios, creador de todas las cosas, porque en l se recrea el justo y constituye las delicias de los rectos de corazn . 11. Cuando se analizan las motivaciones de un pecado, ste no parece explicarse, sin que entre como ingrediente el deseo de alcanzar alguno de aquellos bienes que hemos catalogado como inferiores, o el miedo de perderlo. Cierto que stos son bellos y honestos, aunque parezcan desdeables y rastreros en comparacin de los bienes superiores y beatificantes. Ante un homicidio, uno se pregunta el porqu. Y van apareciendo los mviles: sedujo a la esposa de otro, codici su hacienda, pretendi robar para poder comer, tuvo miedo a un atraco, no soport un agravio y jur vengarse. Es que iba a cometer un homicidio sin motivo, regodendose en el homicidio en cuanto tal? Y quin se lo iba a creer? Incluso un hombre a quien se aplican los calificativos de desalmado y saudo, y de quien se dice que su maldad y ensaamiento no obedeca a razn alguna, tiene su explicacin: el no perder facultades fsicas ni psquicas por falta de entrenamiento. Y si sigues dndole vueltas y me preguntas a qu se debe esa actitud, te dir que entrena su faceta delictiva para, una vez conseguido el mando de la ciudad, proceder a la conquista de honores, mando y riquezas. Lo hace, asimismo, para desembarazarse del miedo a la ley, para librarse de las dificultades de la vida, causadas principalmente por la falta de recursos familiares, y para librarse de la conciencia de los crmenes . Ni siquiera, por tanto, el mismo Catilina am sus crmenes, sino algo distinto: el objetivo que le llevaba a actuar como criminal .126 127 128 129 f

126 127 128 129

Cf. Sal 118,142. Cf. Sal 63,11. SALUSTIO , Conjuracin de Catilina 16.3. SALUSTIO , ibid.,5,5.

32

Confesiones

6. E L

PE C A DO , PA R OD IA D E L A G R AND E Z A DE D I OS

12. Y yo, infeliz, qu es lo que pude amar en ti, robo mo, delito mo con nocturnidad a mis diecisis aos? Nada tenias de bello, porque eras un robo. Pero bueno, por qu hablo contigo? Es que tienes entidad o eres algo real? Las peras aquellas que robamos eran hermosas por ser criaturas tuyas, creador de todas las cosas , hermoso por antonomasia, Dios bueno, Dios sumo y verdadero bien mo. Magnficas eran aquellas peras, pero no fueron ellas las que constituyeron objeto de deseo por parte de mi alma miserable. Yo las tena mejores y en mayor cantidad, pero me apoder de aqullas slo por afn de robar. Luego me desprend de ellas, dndole a mi alma la maldad como nico hartazgo. Y yo me senta ufano y disfrutaba de ello. Si en mi boca entr un bocado de aquella fruta, slo la maldad del delito fue el condimento adecuado. Y ahora te pregunto, Seor Dios mo, sobre lo que pudo atraerme en el robo, y veo que ste carece totalmente de belleza. Y no me refiero al encanto que, por ejemplo, tienen la justicia o la prudencia, ni al encanto que reside en la mente humana, en la memoria, en los sentidos o en la vida vegetativa. Tampoco hago referencia a la belleza de los astros que brillan en el espacio, ni a la tierra, ni al mar poblado de pececillos que constituyen, al nacer, una prolongacin vital de los padres que fenecieron. Tampoco me refiero, por ltimo, a esa apariencia de encanto o belleza incompleta y eclipsada con que nos encandilan los vicios. 13. En efecto, la soberbia es caricatura del encumbramiento, mientras que el nico encumbrado por encima de todos los seres eres t, Dios excelso. Y qu persigue la ambicin sino la honra y la fama, siendo t el nico acreedor a todos los honores y glorioso por siempre? Tambin la crueldad de los tiranos trata de provocar el temor. Y quin es el temible sino el nico Dios, de cuyo poder nada ni nadie puede desembarazarse ni sustraerse? Cundo, dnde, por qu, quin lo ha conseguido? Las caricias de los enamorados provocan, asimismo, el amor; pero no hay nada tan seductor como tu caridad ni nada tan saludable como esa verdad tuya, bella y radiante por antonomasia. La curiosidad semeja aficin a la ciencia, pero el nico sabedor por excelencia de todas las cosas eres t. La misma ignorancia y la estupidez se arropan bajo el manto de sencillez y candor, siendo as que ms sencillo que t no hay nadie. Y qu cosa puede haber ms inocente que t, cuando vemos que las acciones malas de los hombres son los nicos y verdaderos enemigos de los malos? La pereza pretende una especie de descanso, pero dnde sino en el Seor puede haber un descanso garantizado? El lujo aspira a ser sinnimo de hartura y de abundancia, mientras que t eres la130 131

Estas palabras son del historiador Salustio, quien las aplica al famoso conspirador Catilina. Salustio goz siempre de las preferencias de San Agustn, que le califica como buen calibrador y degustador del lxico latino.130 131

f

Cf. 2 M 1,24. Jb 36,22; Sal 77,35.

Libro II

33

plenitud y el caudal inagotable de suavidad incorruptible. El derroche alega excusas de liberalidad, pero t, Seor, eres el dispensador a manos llenas de todos los bienes. La avaricia quiere detentar un montn de cosas, pero t las tienes todas. La envidia compite por los primeros puestos, pero hay alguien o algo que te supere en rango? La ira persigue objetivos de venganza, y qu venganza hay ms justa que la tuya? El temor se alarma ante lo anormal o inesperado que les ocurre a las cosas que amamos, y qu es para ti lo anormal? Qu es para ti lo inesperado? Quin es capaz de apartar de ti los objetos de tu amor? Y dnde sino a tu lado existe una seguridad completa? La tristeza se consume por la prdida de lo que ambicionaba y de lo que no quisiera verse privada, mientras que a ti no se te puede privar de nada. 14. As fornica el alma cuando se aleja de ti y busca fuera de ti aquella clase de realidades que no se dan autnticamente puras ms que cuando el alma vuelve a ti. Te remedan todos cuantos se alejan de ti y se sublevan contra ti. Pero incluso al remedarte as ponen de relieve que t eres el creador de toda naturaleza y que no hay modo de apartarse totalmente de ti. En resumidas cuentas, qu es lo que am en aquel robo en que imit al Seor con una actitud perversa y viciosa? Me encaprich en obrar contra tu ley a base de engaos, ya que no me era posible hacerlo por fuerza; en hacer impunemente lo que no era lcito, tratando de remedar con porte de esclavo una libertad de pacotilla, en una oscura parodia de tu omnipotencia? Aqu tienes, Seor, a aquel esclavo que escap de su amo y busc el amparo de la sombra . Oh podredumbre!, oh monstruosidad de la vida!, oh profundidad de la muerte! Es que pudo deleitarme lo ilcito por ser ilcito y no por otra razn?132

7. D E SC O NG E L AST E133

M I S P E C AD OS

15. Qu le pagar al Seor por hacer que mi memoria recuerde todos estos detalles sin que mi alma tema por ello? Te amar, Seor, y te dar gracias y confesar tu nombre , porque has perdonado esas acciones mas tan malas y perversas. A tu gracia lo atribuyo y a tu misericordia, porque descongelaste mis pecados como si se tratara de hielo. Tambin atribuyo a tu gracia todo tipo de maldades que no he cometido. Pero qu no pude hacer yo, que llegu a amar el delito en s mismo y sin nada a cambio? Confieso que se me han perdonado todos mis males, tanto los que comet por propia iniciativa como los que dej de cometer bajo tu orientacin. Qu hombre hay que, consciente de su debilidad, se atreva a achacar a sus propias fuerzas la castidad e inocencia134

135

132 133 134 135

Cf. Jb 7,2. 36 Sal 115,12. Cf. Sal 53,8. Cf. Si 3,17.

34

Confesiones

personales hasta el punto de amarte menos, como si hubiera tenido menos necesidad de tu misericordia con la que condonas los pecados a los que se convierten a ti? Que no se burle de m quien se ha visto agraciado con tu llamada, ha secundado tu voz, ha logrado evitar todos los extravos y se pone a leer estos recuerdos y confesiones que yo mismo he escrito. Que no se burle de m, porque el mismo mdico que ha curado mi enfermedad le ha prevenido a l de esta dolencia o ha hecho que revista carcter ms leve. Por todo ello, que te ame tanto como yo, o ms si cabe, porque aquel por cuya mediacin me veo libre de tan graves enfermedades de pecados es el mismo por cuya intervencin l no se ve personalmente implicado en afecciones pecaminosas tan graves.136

8. E ST A ND O137

SOL O NO L O HA BR A HE C H O

16. Qu beneficios me reportaron, infeliz de m, aquellas acciones que ahora me da vergenza recordar, sobre todo aquel robo que am como robo, siendo as que careca de entidad porque no era nada, mientras que yo era por eso mismo ms miserable? Y, sin embargo, estando solo no lo habra hecho. Tengo muy presente en la memoria mi disposicin anmica de aquel da. Estoy seguro de que estando solo no lo habra hecho. Entonces, en buena lgica, tambin am la pandilla en cuya compaa lo hice. Por consiguiente, no es cierto que no am nada ms que el robo. Ms an, no am nada, porque el robo no tiene entidad alguna. Y qu es en realidad? Quin puede documentarme en este punto sino Aquel que ilumina mi corazn y disipa sus sombras? Qu es lo que en estos momentos me induce a investigar, debatir y considerar? Si en aquel momento yo hubiera amado aquellas peras objeto del robo y hubiera deseado disfrutar de ellas, de haberme bastado yo solo, podra haber cometido aquella maldad para llegar a mi propio complacencia personal sin que el roce de ningn cmplice excitara el cosquilleo de mi apetito. Y puesto que mi placer no estribaba en aquellas peras, el placer radicaba en el mismo hecho malo y en la complicidad de la pandilla en cuya compaa pecaba yo.138

9. L AS

M AL AS C OM P A AS

17. Y qu era el sentimiento que embargaba mi espritu? Por supuesto que era un sentimiento radicalmente torpe. Y, pobre de m , era yo el que lo experimentaba. Qu clase de sentimiento era? Quin es capaz de hacer anlisis de los pecados? Era una especie139 140

136 137 138 139 140

Cf. Sal 50,15. Rm 6,21. Cf. Si 2 10. Cf. Jb 10,15. Sal 18,13.

Libro II

35

de risa que nos hormigueaba el corazn cuando dbamos el timo a todos aquellos que nada sospechaban de nosotros, pero que con toda seguridad lo iban a tomar a mal. Y por qu no me gustaba encontrarme solo en las fechoras? Ser por lo poco corriente que es rerse a solas? Es cierto que de ordinario uno no se re a solas, pero se dan casos en que le viene a uno un ataque de risa, sin estar nadie presente, al ocurrrsele a los sentidos o al venirle al pensamiento un hecho o incidente que provoca la hilaridad. Sin embargo, yo no lo habra hecho a solas. En absoluto, yo solo no lo habra realizado. Aqu estn en tu presencia, Seor, los recuerdos vivos de mi alma. Yo solo no habra cometido aquel robo. En l no me gustaba lo robado, sino el robo en s. Y aun este robo no me hubiera gustado hacerlo solo, lo repito. No lo habra hecho. Oh amistad descaradamente enemiga! Oh fascinacin incomprensible del espritu! Ganas de hacer dao por burla y por diversin, ganas de hacer el mal a otros sin beneficiarse personalmente, sin afn de revancha, sino por secundar la expresin Vamos all, manos a la obra y por sentir sonrojo de no ser un sinvergenza.

10. M E

C O NVERT E N U N P AR AJ E E M P OB R E C ID O

18. Quin ser capaz de desatar este nudo tan complicado y ciego? Es feo; no quiero ni mirarlo. No quiero examinarlo. Te quiero a ti, justicia e inocencia, que eres hermosa y digna, adornada de luces puras y de una saciedad insaciable. En ti se halla el perfecto descanso y una vida imperturbable. El que se adentra por tus puertas penetra en el gozo de su Seor sin recelo alguno, y se hallar extraordinariamente bien en el sumo Bien. Yo, por mi parte, me alej de ti y anduve errante , Dios mo, en tus caminos, durante mi adolescencia, demasiado desviado de la estabilidad que me proporcionabas, y me convert en un paraje miserable .141 142 143

141 142 143

Mt 25,21. Sal 118,176. Cf. Le 15,14.

LIBRO III1. B U S C ABAa

U N OB JE T O D E A M OR

1. Llegu a Cartago , y a mi alrededor chirriaba por doquier aquella sartn de amores depravados. Por aquella poca yo no amaba todava, pero deseaba amar, y hallndome en un estado de penuria ms ntima, estaba resentido conmigo mismo por no ser lo bastante necesitado. Andaba a la bsqueda de un objeto de amor, deseoso de amar. Me asqueaba la seguridad, y me aburra el camino sin trampas . Interiormente senta hambre por estar alejado del alimento interior, t mismo, Dios mo. Pero, a pesar de esta hambre, no gozaba de apetito, sino que me senta desganado de alimentos incorruptibles, no por estar saturado, sino que, cuanto ms vaco estaba, mayor repugnancia senta hacia ellos. Por eso mi alma no gozaba de buena salud y se lanzaba hacia el exterior hecha una pura llaga, con la mezquina avidez de restregarse en las realidades sensibles. S, ya s que si estas realidades no tuvieran alma, no constituiran objeto de amor. Amar y ser amado era para m una dulce ocupacin, sobre todo si lograba disfrutar del cuerpo de la persona amada. Lo que haca, pues, era mancillar el manantial de la amistad con las impurezas de la pasin y empaar su tersura con las corrientes tartreas de mi pasin carnal. Feo y deshonesto, senta un orgulloso regodeo ante el hecho de que me consideraran como un personaje elegante y un hombre de mundo. Por fin, ca tambin en las redes del amor, queera mi trampa favorita. Dios mo y misericordia ma qu bueno fuiste al rociar de tanta hiel aquella suavidad! Porque mi amor fue correspondido y llegu a disfrutar de un enlace secreto. La mar de contento, me iba atando con lazos angustiosos . Pero, como era de esperar, pronto siguieron los azotes de varas de hierro candente, provocados por celos, sospechas, temores, corajinas y peleas .144 145 146 147

San Agustn habla siempre con orgullo de Cartago. Por esta poca Cartago era una ciudad que slo ceda a Roma enpoblacin y riqueza, y disputaba a Alejandra el segundo lugar en todo el Imperio romano. El mismo San Agustn pone a Cartago al lado de Roma en orden a las letras latinas.144 145 146 147

a

Cf. Sb 14,11. Sal 58,18. Cf. Sal 2,9. Cf. Ga 5,20.

Libro III

37

2. P AS IN

PO R E L T E A T R O

2. Me senta fuertemente atrado por las representaciones teatrales, repletas de las imgenes de mis propias miserias y de los incentivos de mi propia fogosidad. Porque yo me pregunto: qu explicacin tiene que el hombre quiera, por una parte, sentir dolor ante espectculos luctuosos y trgicos, mientras que, por otra, no desea sufrirlos en su propia carne? No obstante, observamos que el espectador lo que busca realmente en los espectculos es compartir el dolor y que este dolor se le convierta en fuente de placer. Qu es todo esto sino una locura fuera de lo comn? El caso es que la conmocin que personalmente siente el espectador va en proporcin inversa de su propio estado de salud respecto de las pasiones. Aunque, segn nuestro modo de hablar, cuando uno sufre a nivel individual, a este tipo de dolor se le suele llamar miseria; pero cuando el sufrimiento es compartido con otros se le llama misericordia o compasin. En resumidas cuentas: qu clase de misericordia o compasin puede existir en temas de ficcin llevados al teatro? Porque hay una cosa cierta: al espectador no se le intima a que acuda a prestar auxilio; nicamente se le invita a la compasin, al sufrimiento, y cuanto ms se sufre tanto mayor es la cortesa y deferencia que se tiene con el autor. Y si se da el caso de que las desgracias humanashistricas o de ficcin- se representan de modo que el espectador no siente dolor o compasin, entonces uno se va del teatro aburrido y censurando la obra, mientras que si uno se siente embargado de dolor, se mantiene atento y divertido . 3. De acuerdo con esto, hay que concluir que tambin las lgrimas y los dolores constituyen objeto de amor. Por supuesto que lo que quieren todos los hombres es gozar. A nadie le gusta ser un miserable, pero s que le gusta ser compasivo, y puesto que ser compasivo conlleva necesariamente el dolor, ser sta la nica razn que explica nuestro gusto por el dolor? Esta compasin tiene su origen en aquel manantial de la amistad. Pero qu trayectoria sigue? Hacia donde fluye? Por qu se despea en el torrente de pez hirviendo, en el tremendo oleaje de pasiones oscuras en que, por propia voluntad, se va transformando y convirtiendo aquel manantial, una vez que se ha desviado y desprendido de la tranquilidad serena del cielo? Ante este panorama, vamos a rechazar de plano la misericordia o compasin? En absoluto, no. Luego ocasionalmente hay que amar los dolores. Pero, atencin, alma ma. Cuidado con la basura, especialmente t, que te hallas bajo la tutela de mi Dios, del Dios de nuestros padres, alabado y ensalzado por los siglos . Cuidado con la impureza.b 148

b Aqu se trata de la emocin esttica provocada por el dolor. En otro punto de las Confesiones nos hablar de la emocinesttica provocada por el llanto. 148

Cf. Dn 3,52.54s.

38

Confesiones

Ni siquiera yo dejo ahora a un lado la misericordia. Pero entonces, en los espectculos teatrales, disfrutaba haciendo causa comn con los enamorados cuando se solazaban en sus vicios. Disfrutaba aunque se tratara de una representacin teatral, producto de la imaginacin. Pero cuando la desgracia separaba a estos amantes, me invada una especie de tristeza llena de compasin. Las dos situaciones eran de mi agrado. Actualmente me produce ms pena el que secomplace en el vicio que el que sufre las mayores calamidades por la prdida de un placer pernicioso o por la privacin de una felicidad miserable. Esta ltima es una compasin o misericordia ms autntica, pero en ella el dolor no causa placer. Porque si el que se compadece de un miserable merece toda alabanza por su obra de caridad, el que se precia de ejercer la caridad fraternal preferira, sin embargo, que no hubiera dolencia alguna. Y si la benevolencia tiene mala voluntad -cosa absurda a todas luces-, el que practica la misericordia autntica y sincera podra desear que hubiera desgraciados para poder ejercitarla en ellos. Hay, por consiguiente, algn dolor que merezca aprobacin, pero no hay ningn dolor que tenga que ser amado. T, Seor Dios, que amas las almas con una pureza mucho ms profunda que la nuestra, dispones de una misericordia infinitamente ms pura e incorruptible que la nuestra, porque no sientes el impacto de dolor alguno. Pero quin es capaz de acercarse a este ideal? 4. Por aquellas fechas andaba yo buscando algo por lo que sentir dolor, porque me gustaba sentir dolor. Me gustaba dolerme de las desgracias ajenas, tanto en los espectculos de carcter ficticio como en los de entretenimiento. Y de las actuaciones del comediante la que ms me cautivaba era aquella que ms lgrimas me arrancaba. Qu tiene, pues, de extrao que yo, infeliz oveja escapada de tu rebao e incapaz de soportar tu pastoreo , me viera infectado de una repelente sarna? De aqu proceda el gusto que yo senta por los dolores, y no precisamente por aquellos dolores de profunda incidencia en mi nimo -pues no me gustaba sufrir aquellas desgracias que se representaban en los espectculos-, sino por aquellos dolores cuya visin y audicin viniera a ser para m una especie de rasguo superficial sobre la piel. Pero a estos dolores superficiales, equivalentes a un simple araazo, les segua una inflamacin acompaada de fiebre, una llaga purulenta y una infeccin tre