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-- 30 )— Pretendió sin embargo ser reformista en Nosología, pero el éxito no coronó sus esfuerzos. A pesar de que era admirador de Sauvages, quiso enmendar su nomenclatura médica y hasta el vocabulario vul gar, que á pesar de sus patentes defectos, hoy por la fuerza de la tradición todavía sigue imperando. Buen helenista, Salvá quiso dar nombres á las enfermedades y hasta á los síntomas, uniendo en una sola palabra dos ó tres radicales griegas, de los cuales resultase no solo una mayor propiedad lingüística, sino la indicación del sitio afecto y de la naturaleza intrínseca del proceso. En su virtud, pro ponía, por ejemplo, que á la palabra vulgar bostezo la substituyera phicaspnwa; hipo por philinxpnffia; tos por phibexpwa; asma por MOIL dialepdispncea; sarampión por excidrikolitis y así de muchas más. Se mejantea substituciones de palabras podrán ser justas en su cons trucción, podrán ajustarse si se quiere á una depurada etimología, pero como á veces lo mejor es enemigo de lo bueno, se comprende el esfuerzo de memoria que habrían de hacer los alumnos y todos los partidarios de semejante nomenclatura para poder familiarizarse con ella; sería igual á qué nosotros en el lenguaje común y co rriente, en vez de decir antipirina, acetanilida, lacto-fenina, etc:, qui siéramos designar estos medicamentos de la serie aromática con los kilométricos nombres que representan sus composiciones químicas. No es, pues, extrano que el esfuerzo innovador de Salvá no prospe rase ni entonces ni después. Dentro de la imparcialidad en que debo colocarme, no puedo menos de significar á la Academia la extraneza con que he visto que nuestro antiguo colega ofreciera grandísima repugnancia á aceptar la diferenciación, que ya en aquellos tiempos se imponía, respecto á determinadas infecciones agudas. No importa que enton ces, respecto de etiología y patogenia de los procesos febriles, se vi viera aún á gran distancia de los modernos descubrimientos pans pérmicos, porque hasta fiándolo todo á la observación pura, como en los tiempos de Baglivi, bastaba saber observar sin juicios pre concebidos, para comprender las condiciones diversas que ofrecían algunos estados piréticos. Cuando Salvá escribió respecto de la fie bre amarilla, ya se habían estudiado en Espana diferentes epide mias del tifus icterodes: pudo ya haberse adquirido por parte de los clínicos el firme convencimiento de que el 'vómitoprieto era una enfermedad importada; conocíanse con gran lujo de detalles los bu ques contumaces que habían traído á nuestros puertos el germen de la enfermedad; habíanse ya apreciado las condiciones topográfi cas y cósmicas que eran menester para que el azote' epidémico des plegase sus rigores; se había manifestado por médicos nacionales y

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-- 30 )—

Pretendió sin embargo ser reformista en Nosología, pero el éxito

no coronó sus esfuerzos. Apesar de que era admirador deSauvages,quiso enmendar su nomenclatura médica y hastael vocabulariovul

gar, que á pesar de sus patentes defectos, hoy por la fuerza de la

tradición todavía sigue imperando. Buen helenista, Salvá quiso dar

nombres á las enfermedades y hasta á los síntomas, uniendo en una

sola palabra dos ó tres radicales griegas, de los cuales resultase no

solo una mayor propiedad lingüística, sino la indicación del sitio

afecto y de la naturaleza intrínseca del proceso. En su virtud, pro

ponía, por ejemplo, que á la palabra vulgar bostezo la substituyeraphicaspnwa; hipo porphilinxpnffia; tos por phibexpwa; asma por MOIL

dialepdispncea; sarampión por excidrikolitis y así de muchas más. Se

mejantea substituciones de palabras podrán ser justas en su cons

trucción, podrán ajustarse si se quiere á una depurada etimología,pero como á veces lo mejor es enemigo de lo bueno, se comprendeel esfuerzo de memoria que habrían de hacer los alumnos y todos

los partidarios de semejante nomenclatura para poder familiarizarse

con ella; sería igual á qué nosotros en el lenguaje común y co

rriente, en vez de decir antipirina, acetanilida, lacto-fenina, etc:, quisiéramos designar estos medicamentos de la serie aromática con los

kilométricos nombres que representan sus composiciones químicas.No es, pues, extrano que el esfuerzo innovador de Salvá no prospe

rase ni entonces ni después.Dentro de la imparcialidad en que debo colocarme, no puedo

menos de significar á la Academia la extraneza con que he visto

que nuestro antiguo colega ofreciera grandísima repugnancia á

aceptar la diferenciación, que ya en aquellos tiempos se imponía,respecto á determinadas infecciones agudas. No importa que enton

ces, respecto de etiología y patogenia de los procesos febriles, se vi

viera aún á gran distancia de los modernos descubrimientos pans

pérmicos, porque hasta fiándolo todo á la observación pura, como

en los tiempos de Baglivi, bastaba saber observar sin juicios pre

concebidos, para comprender las condiciones diversas que ofrecían

algunos estados piréticos. Cuando Salvá escribió respecto de la fie

bre amarilla, ya se habían estudiado en Espana diferentes epidemias del tifus icterodes: pudo ya haberse adquirido por parte de los

clínicos el firme convencimiento de que el 'vómitoprieto era una

enfermedad importada; conocíanse con gran lujo de detalles los bu

ques contumaces que habían traído á nuestros puertos el germen

de la enfermedad; habíanse ya apreciado las condiciones topográficas y cósmicas que eran menester para que el azote' epidémico des

plegase sus rigores; se había manifestado por médicos nacionales y

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franceses é ingleses, que habían venido á nuestro suelo á hacer sus

estudios, una opinión bien definida, ysin embargo, Salvá, dicho sea

con todos los respetos que nos merece, ni admitió el contagio de lafiebre amarilla, lo cual pudo perdonarse, porque era materia opinable, ni vió clara su especifidad. Al contrario, hizo un gran alarde

de polemista, sosteniendo la tesis de que la fiebre amarilla podíadesarrollarse en nuestro país por virtud de influencias locales y quehasta podía ser una manifestación del polimorfismo de ,otra 3 calen

turas que no tenían carácter alguno exótico. Si aquel e ,clarecido

médico no e hubiese sentado en la silla del profesor, nada ofreciera

de particular que él hubiese sostenido aquel criterio, pero como ne

cesariamente había de inculcar sus opiniones en el ánimo de sus

alumnos, la responsabilidad de sus juicios era yamayor.

En cambio, !qué grandes beneficios no hubieron de reportarsus discípulos *y la .humanidad toda de que Salvá se convirtieraen adalid infatigable de la vacunación jenneriana, que entonces se

acababa de descubrir, como ya, antes del inmortal Jenner, había re

nido recias batallas con Haen mostrándose partidario de la inocula

ción de la viruela, lo que le valió las acerbas críticas de VicenteFerrer, hombre entonces de gran predicamento!—!Oh, contradicciones yantinomias del espíritu humano!; en unacuestión como estade la variolización y vacunación, en aquella fecha tan discutible,Salvá, valiente, entusiasta, se acreditó de hombre progresivo, como

si hubiese ya presentido la aparición del gran Pasteur; y en aquellaotra ya referida que podía justipreciarse con el criterio puro deobservación entonces imperante, Salva no quiso ver toda la claridadcon que el problema estaba ya presentado.

También habría querido yo ver más extendida la esfera de sus

aficiones clínicas, leyendo Más variadas observaciones sobre muchosprocesos morbosos que, sin duda, yapor entonces se presentaban en

la enfermería de nuestro Hospital, pero bien se echa de ver, consultando sus obras, que su fuerte, como buen admirador de Piquer, era

todo lo referente á calenturas, y la ensenanza clínica, para que sea

fructífera, ha de extenderse por un ámbito mayor.Hasta aquí la que podríamos llamar edad de oro del insigne

médico barcelonés, y ojalá se hubiese retirado á tiempo del teatro desus glorias, antes de que se le viniese encima la pesadumbre de losanos, que roban al espíritu sus energías y nublan los fulgores de lamente, que así hubiese evitado días para él muy amargos, como

debieron serlo aquellos en que, antes de morir, fué objeto de mor

tificantes desdenes, que en manera alguna pudieron empanar su

justa y bien adquirida respetabilidad. Pero, aun después de muerto.

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se hizo digno de loa, porque, cumpliéndose una disposición testa

mentaria, fué autopsiado su cadáver por D. Joaquín Isern, en nues

tro Colegio de medicina, para que pudiera servir para ensenanza.

!Cuán divorciado estuvo de los que, como Chateaubriand, dijeron:«lejos de mí la sacrílega autopsia, que en vano se encontraría en

mi frio cerebro y en mi yerto corazón el secreto de la muerte!»

Senores académicos: Por el capricho de la suerte, más que por

mérito propio, encuéntrome al expirar este siglo desempenando en

la ciudad de Barcelona la misma ensenanza que inauguró el doctor

don Francisco Salvá y Campillo al principiar la centuria, y gracias

á vuestra inagotable benevolencia yá la del Itre. Sr. Decano de la

Facultad de Medicina, me ha cabido la honra insigne de rendir esta

noche fervoroso homenaje al que comenzó la serie de los catedráti

cos de clínica que en el período de cien arios se han ido sucediendo.

Con tal motivo ruégoos que acepteis el testimonio de mi eterna

gratitud.

ort

HE, TERMINADO

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Salvá y su tiempo

DISCURSO

DEL

Ilttis ÇJomenge yYerizerIndividuo de número de esta Academia

y de la Real de Buenas Letras de esta ciudad, etc., etc.

3

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A Real Academia de Medicina y Cirugía de Barcelonaaspira, con la celebración de este homenaje solemne, áprolongar la vida de Salvá y Campillo, á perpetuar su

fama, á ensanchar su gloria avivando en el recuerdo delos presentes la llama de gratitud que sus hechos encienden,la admiración que ellos dispiertan.

La nobleza y utilidad del pensamiento á que obedece esta1 velada son evidentes; la alteza y la trascendencia del acto no

admiten dudas ni piden encomios.DeSalvá se ha escrito si no mucho, muy bello y verídico; por

tanto sería importuna labor y temeraria ofreceros una biografía delcatalán ilustre gallardamente dibujada en los discursos que acabaisde oir y en los escritos de Félix Janer, Hernández Morejón, Anastasio Chinchilla, Torres Amat, Bertrán Rubio y Elías de Molins, en

especial, constituyentes de una hermosa poliantea bio-bibliográficaá nuestro personaje referente.

Tal circunstancia me advierte, al llegar á este punto, cuánarriesgado es decir algo nuevo, cuán difícil perfeccionar lo bueno,tareas dignas del sabio á las cuales, os confieso, no alcanza, con ser

tan grande, mi deseo.Aparte de que la misión á mí conferida se contrae á recordarno 4

más á Salvá como profesor, á dibujar la representación, el influjodel mismo en la evolución de la Medicina, y harto haré yo si aciertoá cumplir tan honroso y nada fácil cometido; por eso, allá en lomás recóndito de mi ser, en el misterioso aposento donde surgenvagos y brumosos los vislumbres que llamamos presagios, sientoque ya se forma y se levanta y me escuece el presentimiento de quemis frases resolverán en tempestad de nieve, trocarán en frío y des

Senores:

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ilusión el calor y el entusiasmo que supieron elevar con su elocuen

cia mis companeros doctísimos.

Si tal presunción en un todo se confirmase, creedme, senores,

lamentaríalo por vosotros, por tan distinguido auditorio y por los

merecimientos de aquél á quien esta sesión dedicamos!

A juzgar por las noticias que sobrevivieron á las injurias y ol

vidos del tiempo, no remotos en verdad, y á lo que se infiere de los

hechos y escritos de Salvá y Campillo, fué éste un representante

fiel, un hijo legítimo de la época en que vivió, en lo que ella tuvo

de más práctico, de más real y de más útil en medio del torbellino

de utopías, exageraciones, fanatismos yluchas que prestaron efer

vescencia á tales días, sublimados, no obstante, por una firme y ge

neral aspiración al progreso, á la libertad y á la independencia.Creyeron muchos, y aún es frecuente opinar, que fuera de este

siglo xix, todo luz, maravillas y grandezas, las demás edades solo

ofrecen obscuridad y pobreza, opresión é ignorancia, y aquí es del

caso demostrar cuán incierto es semejante juicio en lo:que á la cen

turia pasada se refiere, espléndida alborada del siglo que egoniza

como este es ya, en sus postrimerías, rosada aurora del que viene

radiante de promesas y esperanzas henchido...

Ciego será quien no vea que el siglo xvin fué un siglo gigante

en que brillaron los fulgores intelectuales de Leibnitz, reformador

del cartesianismo, de Locke, precursor de Rousseau y padre del

sensualismo moderno, de Newton, cuyo nombre no admite ape

lativos, de Adam Smith, el economista, y de Condillac, inspirador

de los Robinet, Destut-Tracy, Cabanís, Broussais, y cuyo senorío

alcanza á nuestros Hernández Morejón yPedro Mata; Voltaire, el de

ingenio diabólico y la falanje de enciclopedistas con D'Alembert á

la cabeza y el zoólogo Darwin, pertenecen también á la mentada

centuria, orgullosa de haber oído á Kant, manantial de sistemas

filosóficos modernos, á Fichte y sobre todo á Hegel, talento porten

toso que se atrevió con lo más grande y sucumbió á lo más chico, á

una invasión del vírgula colerígeno.A tal edad corresponden Byron, Goethe, Schiller, médico, vate y

filósofo, el inmortal Quintana y sus companeros en rima Chenier,

Alfieri y Metastasio; los críticos Winkelman y Lessing; los Fran

klin y Wasington; los Nelson, Wellington y Napoleón elgrande,

maestros insuperados en el fiero arte de la guerra...

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Debieron las ciencias su adelanto á Buffon, Linneo y Cuvier,Lavoisier y Laplace, Parmentier, Volta y Galvany, á Frauenhoffery Wollaston, desmenuzadores de la luz, á Humboldt y Cook, exploradores; vió también el siglo á Mengs, David yGoya, reproductoresde la naturaleza, al inspirado Canova que, con su arte sublime, in

gertaba la vida en los mármoles; á Mozart, portento de la música, áBeethoven, Miguel Angel de la armonía; á los inventores Watt,Soemmering, Stephenson y Mongolfier; Vauquelin,descubridor delcromo, Margraffy otros ciento que omito por temor á vuestro can

sancio, pertenecieron á aquella edad de titanes en que vivió nuestro

Salvá y cuyos nombres declaran, con claridad meridiana, la lozaníade aquellas inteligencias, el vigor de aquellas actividades, la robustez de aquellos espíritus, la fecundidad de tan asombrosa época.

Ello es incuestionable; por la velocidad adquirida en el sigloanterior persistieron, ensanchándose, las Ciencias y las Artes, la in

dustria y la política en la centuria presente, la cual no acertó con

la solución de ingentes problemas por entonces planteados; tan co

losal fué el empuje del siglo anterior.

Mas no hemos terminado de citar apellidos famosos, que siendomédico el Dr. Salvá y deseando recordar la escena en que se movió,natural es que mostremos el estado de la ciencia de curar por la

lista escueta de los profesores más eminentes: concurso tan ilustradocomo el que me dispensa la merced de oirme, tiene suficiente con

tal memento para juzgar la época y encasillar el talento de nuestrodoctor en el lugar que justamente le pertenece.

!Ojalá yo tuviese inspiración sublime y palabra elocuente paradescribir las glorias médicas del siglo en que nació y floreció Salváy que, en lapso fulmíneo, pudiérais recorrer con el pensamientoaquella floresta de hombres sabios y entusiastas con el fin de mejoraquilatar el medio en que se desarrolló la existencia fructífera denuestro compatriota...! Baste indicar que en tal período ejercieronhonda influencia Boerhaave, Hoffman, Sthal yel portentoso Haller,sillares firmísimos de la cultura médica de entonces; que ensenaronCullen y Brown, quienes se disputaron el imperio teórico del artepartiendo del concepto de la incitabilidad, causa de tan rabiosascontiendas y abundoso manantial de vislumbres, sutilezas y errores;

entonces brillaron el vitalista Borden, el animista Barthez, precursorde Bichat, y frente á estos sistemáticos surgieron los Winslow, Stenon, Heister,Sabatier, Scarpa, Santorino yLieberkhün, anatómicos;

• Spallanzani, Morgagni, Viq d'Azir, Haller y Fontana, fisiólogos; losclínicos Stoll, Wan Swieten, Huxan, Sauvages y Percibal Pott, denombre imperecedero; Avembrugger,Corvisard y Laénec, creadores

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de la patología torácicay espíritus de sanísima observación; los pa

triarcas de la moderna Cirugía, Dessault, Hunter, Cowper, Larrey,Boyer, Bell y Recamier, y por fin los Pinel, Treviranus, Foderé, el

coloso Bichat y el inmortal Jenner, pertenecen á los días de Salvá,quien, seguramente, pudo oir el estruendo de las aclamacionesy

aplausos con que la muchedumbre alentaba al tribuno Broussais, el

Danton de la medicina, al reformador Rasori, á los clínicos Andraly

Bouillaud, á los biólogos Addelon, Richerand y Magendie, astro na

ciente al declinar la vida de Salvá, durante la cual se llevó á término

una evolución suprema en la ciencia de Hipócrates porque la ana

tomía patológica, microscópica, general y comparada, la doctrina

celularista, la biología experimental, la cirugía científica, la medi

cina aplicada á las leyes, la higiene •pública, la ensenanza clínica

oficial, la feliz intervención de las ciencias auxiliares á nuestro arte,

el periodismo médico, la vacuna... novedades son que, si no todas

nacieron en tal período, en él se incubaron ó conquistaron arraigoy esplendor á despecho de la cohorte de preocupaciones y contra

riedades que á todo lo nuevo hostigan ó detienen.Compréndese tras lo brevemente apuntado la injusticia mani

fiesta en que incurren cuantos motejan de inculta y rudísima la

centuria á que aludimos. Si en anos de Salvá no se conocían veloces

trasatlánticos, trenes rapidísimos y lujosos, la fotografía, el alum

brado eléctrico, los rayos catódicos y mil y mil comodidades y ma

ravillas que suspenden el ánimo, en peores condiciones halláronsemás lejanas edades y, sin embargo, sería dislate fenomenal considerar salvajes á los siglos de Pendes, en Grecia, de Virgilio, en

Roma, de Shakespeare y Cervantes en la Europa occidental...Mas no se crea, no, que en punto á progreso científico médico

se hallaba nuestra nación en estado floreciente.Tan astrosa y decaída existencia arrastraba la medicina ibérica

en aquel siglo XVIII, que el Marqués de la Ensanada (1), Martín

Martínez, Feijóo, Perchet y Virgili, entre otros, como 11. Morejón,Gimbernat, Seoane y Pedro Castelló en los comienzos del siglo ac

tual, fundaron la urgencia de capitales reformas profesionales y

docentes, no obstante las ya realizadas, en el atraso y desbarajustedel Arte; tales documentos, las peticiones de cirujanos al extranjeropara los servicios militares de mar y tierra, las comisiones para

estudiar en Universidades forasteras los adelantos científicos, la

escasez de originalidad en los textos, lo rudimentario de las ense

nanzas, la lenidad de los exámenes, el atraso en las disciplinas, la

(1) Vid. «Apuntes para laBiografía de P.VirgilLs Barcelona 18 ,por L. Comenge.

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anarquía en los grados, las rivalidades y disputas inacabables, elcierre de las Universidades, la ignominiosapurificación de los maes

tros, la carencia de estudios experimentales y prácticos, el abandonoen los servicios públicos, el anticuado régimen del Protomedicato, eldesprestigio profesional, el divorcio entre la Medicina y el Estado,juntamente con la forma de aplicar la censura á los libros, la viciosamanera de conceder permiso á las publicaciones, la emigraciónconstante, las guerras y, por fin, los odios políticos más tarde, explican aquel atraso y desmayo científicos y adelantan sus causas

provinientes de tiempos anteriores. Mas como todo pedía en nuestranación disponer el terreno para introducir adelantos y mejoras y no

faltarun hombres ilustrados y de buena voluntad, esfuerzos laudables hicieron éstos para colocar nuestra civilización y prestigio médicos áhonrosa altura. Realizaciónparcial de tales propósitos fueron,por ejemplo: la creación de los Colegios de Cirugía, la reforma delProtomedicato, las modificaciones universitarias, el incremento dela Botánica y de las artes mecánicas, las disposiciones de caráctersanitario, como la prohibición de enterrar en las iglesias, las medidas contra la peste amarilla, la inmortal expedición, cantada porQuintana, para difundir la vacuna por todo el orbe, la instituciónoficial de las Academias y de las ensenanzas clínicas, los viajes alextranjero de los alumnos y profesores más aventajados para imponerse en los más útiles y recientes adelantos en el arte de curar, laorganización de la Medicina castrense, la fundación de Montepíosprofesionales y la reglamentación de los establecimientos de Aguasminero-medicinales.

Con estas mejoras evidentes, del tiempo del Dr. Salvá, resaltannombres de hispanos doctores contemporáneos de nuestro biografiado, como Bedoya y Paredes, Fernández Navarrete, Capdevila,Andrés Piquer, Martín Martínez, Virgili, Balmis, Gimbernat,Castelló, Carbonell, Luzurriaga, Casals, Quer, Pavon, Cavanilles yotros más, cuya benéfica influencia fué sin embargo pequena ytardía, que los arraigados vicios mucho resisten á la sombra depasiones, calamidades y desgobierno. Así, por ejemplo, en 1819 losmaestros espanoles aún leíaná Galeno y Boerhaave, los actosuniversitarios se verificaban en latín, la erudición era sexcentista y en lasoposiciones á médico de Hospital, en laCorte, el ejercicio primordialconsistía en la exposición y comento, en lengua de Cicerón, de un

aforismo de Hipócrates, según la versióndel cobarrubiano archiatrode Felipe II!'

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Pues bien; en aquella edad ciclópea y extrana, dealientos inusi

tados, de hervor, de grandeza y de reformas, ocupada principal y

sucesivamente en la preparación, desarrollo y consecuencias de la

revolución francesa, en aquel período de trasmutación científica,social y política, vivió nuestro biografiado, quien logró con sus he

chos meritísimos el aplauso y el respeto de forasteros y conterráneos que aún admiran hoy aquella agilidad de pensamiento, aquelladiversidad de calidades y aquella constancia en perseguir el bien dela ciencia y de la humanidad sana y doliente.

El profesor barcelonés es de los pocos que se salvaron del nau

fragio científico espanol de aquel tiempo. Y los motivos de seme

jante distinción radican en la influencia particular y pública queejerció en la evolución de la Medicina.

Depende la primera de su educación, aptitudes y procedimientos profesionales; la segunda de su virilidad y entusiasmo, puestosal servicio de las causas médicas que más interesaron á los espíritus y enardecieron las pasiones en aquella edad fecunda en trastor

nos, controversias y mudanzas.Entremos, pues, en el estudio de estas dos manifestaciones de

la actividad de Salvá, objeto capital del presente discurso y natural

complemento de lo que llevamos dicho.

Era Don Francisco Salvá y Campillo, cuando frisaba en los 60arios, esto es, en el primer decenio de la centuria que agoniza, hombre de másde mediana estatura, robusto, canísimo, de continentesenoril y aclerigado rostro (1). Uniforme en el trato, de escasas

púas en el carácter, exacto en elcumplimiento de sus obligaciones,ordenancista, de austeras costumbres y muy delicado en puntos dehonra, llevaba disueltos en la sangre los anosos privilegios del Doctoren Medicina que le inclinaron á mirar con desdén á la Cirugía y con

prevención el valimiento creciente de sus escuelas y profesores, re

miniscencias de vetustas ideas que se hundieron, por suerte, en el

olvido con los casacones, bordados y pelucas de la indumentaria

pasada.Tan estudioso como activo y servicial, respetuoso con el pensar

ajeno, bibliófilo temprano, á veces duro y atrevido en la polémica y

perito en artes mecánicas, fué insaciable en la lectura y tan curioso

(1) Así se desprende de referencias fidedignas y de un grabado maltrecho, co

pla, sin duda, de un camafeo, que ha servido al celebrado y genial artista Don José

Marfa Marqués para pintar el retrato de nuestro biografiado, por encargo de esta

Real Academia.

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que todo lo apuntaba, copiaba mucho y cuando los escritos salíande su mano estaban harto meditados y repetidamente leídos.

Conservador de amistades, cultivador asiduo de relaciones va

liosas, procuró levantar dignamente reputación y fortuna sin descuidar un punto decir la verdad á los influyentes (1) ni olvidar los

caritativos deberes de su profesional sacerdocio.No tuvo Don Francisco sucesión, y para que no anidase la tris

teza en tan amplio hueco, lo llenó de afecto á los suyos, de amor ála ciencia, á la profesión, á la vida académica y docente, al progresode la agricultura, de la industria y del comercio de su patria y á la

propagación de la vacuna, ese nuevo tatuaje de los pueblos civilizados.

Talento no común, espíritu de firmes convicciones, de nobles yliberales intentos, fué la personalidad de Salvá condensación felizde muchas ideas útiles que flotaban en el ambiente de su época, viniendo á ser como un planeta de la Medicina por la índole de su

formación y de su lumbre reflejada.Y,en verdad, que este símil astronómico trae al recuerdo otro

de la misma especie aplicable á nuestro Doctor, y es el de las estrellas dobles ó astros gemelos que, aunque de colores y composicióndistintos, van siempre unidos en sus revoluciones é influencias; asíacontece con algunos hombres, en lo que permite la vida; que, en

lazados por amistad, aficiones, ideales óparidad de trabajos, figuranjuntos en la historia, verbi gratia: Lavoisier y Laplace, Trousseau yPidaux, Desault y Bichat, Bonells y Lacaba, Andral y Gavarret,y ejemplos de reputaciones inseparables son las de Salvá y San

ponts; no puede hablarse de uno sin aludir á las excelencias del otro,ambos de la misma patria, edad y aptitudes; de igual nombre, se

mejantes empresas, idénticas amistades y parecidos sinsabores...!El Dr. Salvá, en la plenitud de su vigor, fué incansable en la

propaganda, en la lucha, en la asistencia al desvalido, sin distinguiral amigo del adversario (2), y en la ensenanza; en su tierra yen sus

días, no hubo laborcientífica ó profesional, acto ó problema saliente,reforma ó discusión notable, ni servicio difícil ó gestión espinosa áque no fuera unido su nombre y, así, no es maravilla que alcanzarapor amigos 6 por contrarios las lumbreras médicas de su tiempo,circunstancia que pone de manifiesto la nombradía de Salvá y la

extensión é importancia dé su obra.

(1) Vid. Pensamientos sobreel arreglo de la Enserian;a. 1812, por el Dr. Salva.

(2) Recuérdese su loable comportamiento durante la guerra de la Inde

pendencia, que le valló plácemes de las autoridades.

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Esta se distingue, en conjunto, porque no es la de un cenobitadel pensamiento, sino la de un espíritu práctico, encarnación deljusto medio y del buen sentido, preferible muchas veces á la agitación y centelleos del genio.

A tanto no llegó Salvá; no fué un talento máximo y originalservido por calidades avasalladoras y asistido por el don supremo deamoldar á las circunstancias propias doctrinas, inauditos procedimientos é inculcar asombrosos, científicos vislumbres; su figura en

la Medicina patria y menos aún en la europea, no es Chimborazosobre ondulada planicie intelectual, no es el Niágara entre las co

rrientes del general saber, ni astro rodeado de antorchas y candiles...Y aunque en materia de genios, como en todo lo mundano, existeuna gama suavísima, una escala de ingentes peldanos que marcan

innumerables categorías, siempre es el genio, en síntesis, no enfermedad cerebral, frisum, teneatis! sino jalón providencial en la evolu

ción de la humana inteligencia, y á tan alta gerarquía no ascendióel clínico barcelonés. Si yo afirmara lo contrario en esta hora so

lemne, ciertamente que el alma de nuestro biografiado, desde laeterna mansión, juzgaría mis palabras inspiradas por la frecuentey pueril adulación de los que meditan elevarse con la inmoderadaalabanza. Digamos llanamente y sin rodeos ni eufemismos, que elDr. Salvá y Campillo laboró para aumentar la cultura médica y elbien de sus semejantes, y fué de los que, contra viento y marea, se

desvivieron para fertilizar el agostado predio del nacional saber,perteneciendo por tanto, y con justicia, al patriciado médico, á la

orden venerable de los hombres útiles, honrados y benéficos.Larga fué su vida, combatida por el bullicio y el empuje de las

ideas recientes y por el entusiasmo de las generaciones modernas, áveces irrespetuosas con el viejo que, abrumado con la pesadumbrede los anos, ya mira desde lejos el perenne y fertilísimo caminar dela ciencia....

Aquellos vientos de crudo naturalismo filosófico que por lospuertos de Francia aquí llegaban; aquella propensión á la impiedady al derrumbamiento de anosas instituciones que la revolución francesa esparcía entre bocanadas de fuego, de odio y de sangre, aquelafán por anular lo suprahumano, aquellas ideas grandiosas arropadas con gigantes pasiones y violencias extremas no encajaron, no,

en el modo de ser de nuestro biografiado, pues discípulo del seminario tridentino de Barcelona, educado en la filosofía escolástica,realista, palaciego y cristiano viejo le molestaron, sin duda, los

bahos igualitarios é irreligiosos del jacobino perdonavidasy trastornador.

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Católico sincero, admitía los decretos de la Fe y entendía que la

sombra de lo infinito y de lo eterno seproyecta en la razón en formade maravillas y de inefables misterios, testimonios, más que de la

ignorancia, de una alta sabiduría siempre sentida, jamás explicada.Por tanto, ocioso es decir que no transigió con la filosofía madre dela revolución vecina.

Conocedor, Salvá, de los escritos de Cabanis y Viq d'Azir, precursores de la fisiología materialista contemporánea; de la filosofíadel Barón de Holbac, de las rudezas deLametrie, de los atrevimientos de los Darwin y de los enciclopedistas, no simpatizó con aquellasvejeces nuevas ni con los desplantes contrarios á lo supraterrenal,voceadores de la imprevisión y del fatalismo ciego; el médico barcelonés abrigaba la convicción de que todas las casualidades auxiliadas de todos los milenios eran incapaces de producir una ley ni todoslos hechos juntos constituir por sí solos un recuerdo. Tal era su

filosofía.No obstante, conciliador y prudente, en general, mantuvo cor

dial ó respetuosa correspondencia con personas de opiniones distintas y contrarias á las suyas. Amigo fué de celebridades médicasnacionales y extranjeras, como Galinsoga, Jáuregui, Balmis, O'Scanlan, Lacaba, libes, Villalba, II. Morejon, Piriera, Arejula, Carbonell,Drumen, Janer, Grasset, Double, Petit, etc.

Por sus excelentes condiciones granjeóse el aprecio de notablesó influyentes personajes: el general Alós, Capmany, los obispos Climent, Azara, Díaz Valdes, el Conde de Cabarrús (1), la Duquesa deBorbón, D. Antonio Brusi, D. José de Urrutia, D. Antonio Pellicerde la Torre, el Marqués de Malaspina, los ministros Jovellanos, Ur

guijo, Valdés, Ceballos, Alvarez, Conde de Floridablanca, elPríncipede la Paz (2), el Infante D. Antonio Pascual, la Infanta Isabel, Car

(1) Hemos hallado, entre cartas y documentos de gran importancia, unos que

sirven para mejor conocer la personalidad compleja del padre de Mme. Ta

llen, ministro famoso de José Bonaparte, y la índole de relaciones y negocios que

tuvo con el Dr.Salvá y Campillo. Las misivas firmadas por Cabarrils y fechadas en

Cauterets, Baneras, Tolosa y Canal de Aragón, en 1804 y 1805, demuestran que el

Dr.Salváy el hacendista llegaron á formar una sociedad para construir un Canal

yexplotar las minas de carbón de las cercanías de Manresa. El capital 6,000.000 de

reales por acciones; era el perito D. Tomás Ferrer y Soler.—(Arch. de la Real Acad.

de Ciencias y Artes de Barcelona.)

(2) Hemos visto una carta dirigida á Ceballos en la que Salva muestra su re

conocimiento per la gratificación de 8,000 reales que S. M. le concedió.Muchas cartas

de las citadas personas se han extraviado,otras son conocidas, sólo incluimos en

este trabajo documentos inéditos,por nosotros conseguidos.

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los IV, su esposa y el Príncipe, luego Fernando VII, en quieneshalló apoyo eficaz para sus empresas óinefable consuelo en sus desdichas (1).

El beso aleve de la vejez y el natural desgaste de una vida laboriosa, arruinó su cerebro en las postrimerías de su existencia, determinando ciertos cambios en su mente, una suerte de senil debilidad, con su cortejo de rarezas, temores y vacilaciones que, al

modificar su carácter, acentuaron creencias opuestas á las de la juventud en lo que á ciencia y política se referían, naciendo de tal

divorcio escenas nada edificantes en el aula y frases y juicios irrespetuosos y amargos para el anciano Salvá (2). Y es que nuestro bio

(1) La siguiente misivamanifiesta la afectuosa consideración que supo captarse D. Francisco Salvá entre las personas reales y alta servidumbre de palacio.

AL SR: D. FRANCISCO SANPONS.—Aranjuez y Marzo á 18 de 1800.

«Muy senor y amigo: Con singular gusto recivo la de V. m. de 8 delque corre, porque a mas que me alegro el ver letra de V. m. esperabacon mucha ansia saber de la situación y estado de la salud de nuestroamigo Salvá, pues supe su grave enfermedad, y despues no supe más,en tanto que le había rezado condicionalmente por muerto.

Si está en disposición de hablarle dígale V. m. que no save hasta quepunto a llegado el sentimiento hemos tenido, pues le contábamos en

el número de los Difuntos, pero viendo que Dios y los buenos amigosle ban sacando de tantos apuros, que le damos muchas Enorasbuenas ynos las tomamos, pues nos interesamos de veras por su salud, que si

luego quiere venir á recobrar aquí nos pasearemos por estos frondosjardines. También le dirá V. m. que las Personas Reales que yo habíadicho su mal estado se an alegrado mucho de la mejoría, y en particularPrincipe que me hizo leher su carta de V. m. á su presencia, InfantaDona Isabel y Infante D. Antonio, tambien los amigos como la Caba,Luque y Jauregui y todos los demas amigos que todos en particular y en

comun le damos la Enhorabuena y V. m. recibala por la parte que letoca. ESTEBAN ROSELL.»

(2) He aquí documentos relativos á los disturbios y escándalos en la clase delDoctor Salvaque delatan suestado de ánimo:

INTENDENCIA DE POLICÍA DEL PRINCIPADO DE CATALUNA

He sabido con sorpresa, que en las cesiones facultativas, que celebra V. diariam.e , lejos de observarse la circunspeccion y decoro queexige una clase, cuyos principios de cultura y decencia debe distinguirla,se da el escandalo de no tener ninguna compostura ni decencia, tomandose la libertad de suscitar burlas, y bromas ridículas, en que unicamente se pasa el tiempo, que debía emplearse en el objeto tan importante, a que se reune la juventud, bajo la direccion de V.; y siendopreciso cortar de raiz el perjudicial abuso, espero, que desplegando la au

toridad, que le está confiada en su establecimiento tan serio, haga V. quesus discipulos guarden la circunspeccion y decencia debidas, y se apliquen la atención que corresponde; en concepto que, si no se corrigeabsolutam.e semejante desorden que toca ya el extremo de poder influiren la tranquilidad publica, Landre el disgusto de adoptar medidas pro

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grafiado, cumplida su misión científica en el mundo, quiso extenderla, persistir en ella y violentar la marchanatural de todo aquelloque no es perenne; qlvidó la sabia máxima de Horacio y no acertó áretirarse con oportunidad, !grave delito en las sociedades, singularmente en días de agitación, de reforma, de lucha continuada yfiera!

porcionadas al esceso en desaire de sus respetos, y haciendo sentir á losculpados que no desconozco la gravedad de su pueril y ridícula ligereza.—Dios g.e á V. m.s a.s Barna. 15 julio 1826.—Frco. Enríquez.—Dn Fran.en Salvá Cated.° de clínica.

RESPUESTARecibí con mucho placer el Oficio que V. S. se dignó enviarme la

tarde del 15 del corriente Julio de 1826 que no pude comunicar á misalumnos clínicos hasta la cesion de la manana del 17. Por aver caydomalo mi companero D.r Dn Franc.co Piguillem no pudo venir á la clasecomo aviamos resuelto; pero vino el Secretario D.r Dn Refael Steva. Esterecivió de mi el Oficio de V. S. y le leyó a los Alumnos que vinieronaquel dia á la escuela que fueron pocos como solían de costumbre. Terminada la lectura Oficial, Steva y yo les hicimos conocer el mal queavían echo. Parece se sorprendieron, ninguno habló y les despedimostranquillamente. En la cesion Hospitalaria de aquella tarde y en todaslas demas inclusa la del din 21 no han dado que sentir de suerte que se

debe á V. S. hasta hoy mas quietud en miaula que no había podido con

seguirdesde el semestre que empezo en 1.0 de Abril ultimo; y tengo mo

tivos para creer que continuara hasta el fin de setiembre en que con

cluye mi semestre. El modo con que V. S. ha portado este asunto no loolvidaran nunca los Medicos que conocen que por ahora no se le ve en

el cosa alguna que degrada la profesion lo que daba muchos recelos yzozobras. Por mi parte doy á V. S. muchas gr.s del favor que ha hechoá la Medicina en genrl. y a mi sobre todo que me tiene y tendrá perpetuamente agradecido y con deseos de tener ocasiones de manifestarselo.—Quedo rogando a Dios guarde á V. S. m,s a.s — Barna. 21 Juliode 1826.—B. L. M. de V. S. S. S. S.—F. S.—Ilt.e S.r Intendente de Policíadel Prindo. de Cataluna D. Fran.e0 Enríquez.

M. S. M.Con fecha del 15 del coriente mes reciví del Ilt.e Sr. Intendente de

Policia de este Prindo. el oficio adjunto que no pude leer pronto á misalumnos porque le recivi la tarde del sabado 15 en que no avia ya cesionclinica hasta el Lunes 17, en la de esta sobre las 9 y media de la mananahice, que el Secre.° D. Rafael Steva leyese á los clinicos de mi escuela elsobredicho oficio del Ilt.e S. Intendente concluydo esto el Lector hizo co

nocer á clinicos los escandalosos desordenes de que les acusa con razon

el Caballero S. Intendente; y procuré corroborarle brevemente; pesandome mucho que no huviese podido asistir á la cesion, por estar malo,el Companero D. D. Fran.e0 Piguillem, que avia ofrecido asistir en aqueldia. Enterados los disipulos del mencionado oficio, se les despidió dela Escuela, con la mayor quietud que les correspondia. Se portaronigualm.te bien en la visita Hospitalaria de la tarde y en todas las demáscesiones que desde aquel dia hasta el de hoy dia 19 confirman dandomuestras de querer cumplir con loque les corresponde.—Podra V.S. ad

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Laconducta denuestro biografiado al final de suvida, acaso ema

nada desu apego al estudio, al cargo y á la ensenanza clínica, nublósu fama y alargó el día de sus alabanzas; sumuerte pasó inadvertida

mirar como haya podido dejar de acudir á esa Ilt.e Junta Sup.or Gub.bay sufrir todo lo que he tolerado de mis Discipulos; pero cuando puedadecir á V. S. lo ocurrido en estos 6 ó mas anos, tengo por cierto que ála sensatez del S. D. Fran.c0 Enriquez debe esta escuela clinica ayer

vuelto al estado que le compete. Ojalá que este Buen Senor me huvieraenviado antes el oficio consabido que creo me abria libertado de muchosmalos ratos desde 1.° de Abril ultimo que empece el semestre clinico ac

tual. Confio que en la semana siguiente micabeza podrá dar á V.S. razónde lo que debo anadir para que puedan entender el silencio que se haguardado.—D. Guarde á V. S. m.s a.s — Barcelona y Julio 21 de 1826.

. L. M. D. V. S.—F. S.—A la muy lita y Real Junta Sup.or Guv.ba deMedicina.—Madrid.

M. S. M.«Cumplo con lo ofrecido á W. S. S. en mi anterior de enviarles lo

ocurrido sobre las insolencias de mis clinicos en los tiempos de missemestres, ó de suplente en casos de enfermedad de mi companero, voyá cumplir con lo prometido á W. S. S. En los prim.s dias del mes deag.° de 1821 se descubrió en Bar.aa la destrozadora epidemia de la fiebreamarilla que en pocos dias casi dejó desierta la ciudad y sin ensenanzahasta los prim.s meses de 1822. En el marzo se habrió la reunion demédicos cirujanos y farmaceuticos de orden de S. M.d que D. G. y puedodecir que desde aquel tiempo se perdio la quietud necesaria p.a la ense

nanza clinica, y puedo decir que la reúnion que se permitió en la aula, yhospital fueron la verdadera causa. No paso mas de 12 ó 14 meses quea m.s de los discipulos de la reunion sobre cl.a se les antojo de formarun batallon en la guerra que se seguia contra los franceses los saldadosdel batallon debian ser voluntarios, y acudieron al Ayuntara.° para lalicencia, que se obtuvo. Pero luego los mas alborotados quisieron quelos que se negaban á llevar las armas, los echase yo de la escuela, aun

que era una acción arbitraria y libre. Ninguno de los catedráticos de laaula dejó de afearles las infamias y persecuciones contra mi; y gracia-,al manejo oculto con que nos ?manejamos? el batallon proyectado no se

hizo. Pero la rabia de los que quedaron burlados, no perdonó nuestrarepugnancia. Entonces un cualquiera acusaba á los que no eran tanlocos como ellos y sin saber como, ni porque al otro dia lo echaban dela ciudad, por mar 6 tierra, al destierro que se les antojaba. ?Podria un

profesor sujetar á los discipulos? ?Y los del Gobierno podian castigarlos?Caio la Constitucion, entraron los franceses. Los del gobierno espanolestaban al rededorde la ciudad, en ella no veiamos soldados ni aguaciles de Espana, que pudiesen hacer obedecer. Entraron por fin las au

toridades yalgun agente para obligar á contener. Luego salia la duda áquien debla á acudirse para conseguir la deseada quietud; el gasto quecostana, quien lo habia de pagar,la degradación de la medicina de sus

estudiantes 6 de los maestros hasta que punto Ilegaria. Y juzgo quebasta para justificar el haber tardado, p.a haber dado con un caballerocomo el Sr. Intendente de Policía de este Principado el Sr. D.n Fran.c0Enriquez que sin hacer ruido, todo lo ha aquietado, como dije á W. S. S.el 21 del Julio cor.te y persevera hasta el dia. Quedo esperando las ordenes que V. V. S. S. gusten mandarme y sup.0 al S.r los g:e m.s a.s —

Banal' y Julio 28 de 1826.—B. L. M. de V. S. su af.0 serv.r —Fran.0A la M. I. Junta Sup.r Guvernativa de Medicina.»

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para los barceloneses, harto ocupados, á la sazón, con festejar á su

amado rey Don Fernando VII (1).Entre tanto agonizaba, olvidado, un patricio ilustre, un obrero

de la ciencia, un protector de la humanidad.... (2)!Miserias terrenales!

Fué nuestro Salvá discípulo del gran Piquer y de Martínez (3),profesores de la escuela valentina; tuvo, además, por maestro en la

práctica y preceptor amoroso y amado á su senor padre Salvá yPontich, médico del Hospital de la Santa Cruz, con quien visitaba en

fermos por los anos de 1778 y 80. Pero sus consejeros más constan

tes y sujestivos fueron los enfermos y los libros, según se infiere dela lectura de sus papeles y de la erudición de que hizo gala en todassus memorias, disertaciones ypolémicas. Tuvo en altísimo predicamento las doctrinas de Hipócrates, de Boerhaave, Sydemham, Bur

serio y Wan-Swieten; la Praxis médica de Andrés Piquer, la Nosología de Sauvages, clasificador de los morbos al uso botánico, y los

escritos renombrados de Tissot; en terapéutica siguió á Cullen,

(1) Falleció el Doctor Salvá á causa de afecto cerebral. El Diario nada dijo desu muerte en aquel ni en los sucesivos días. El pueblo, embriagado de júbilo con

la presencia del monarca y de su esposa, cantabaestas ridículas estrofas:«Viva viva el augusto Fernando.Vivaviva su cáudida esposa,Quiera el cielo de paz venturosaSu reinado feliz coronar.

El amor nuestra alma inflama,El amor nuestros cantos inspira,Cada pecho esde amor una piraDe lealtad cada pecho un altar».

(2) En el Cementerio general de Barcelona, nipho n.°3.932, se lee:D. O. M.

Aquí yace el Dr. D. Francisco SalvaMódico honorario de cámara

de S. M.

sed.° de varias academias,promovedor y primer cate irático de clínica de Barcelona.

Ilustrepor sus obras literarias,su librería

y hazte su cadáver dedicó á lápublica instrucción.

Amigo bienechor y companerode los pobres enfermos del Santo Hospital

quiso que sus restos

fuesen conducidos aquí con el carro

y entre los

mismos cadáveres de aquelasilo de infelices.

Murió en 18 de Febrero de 1828de edad 73 anos y meses.

(9) Vid su disertación acerca de las «Calenturaspatriaas,..

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Carminati y especialmente á Barbier, AlibertySoldevila, entusiastasde la clasificación de medicamentos y del uso racional de los mismos según la experiencia; siguió las huellas de Espallarosa, Pascualy Fernández Navarrete; en medicina general bebió no poco en Stoll,en el sesudo Franck, Sedillot y en el inolvidable Pinel; en la ense

nanza de la clínica, dió la diestra á los métodos y raciociniosde Petiot, Double, Fouquet, el inmortal Pinel y Cliffton; en filosofía médica se acercó al eclecticismo montpesulano de Caicergues, precursorde Andral.

Entre todos los citados maestros, Boerhaave_y Tissot ejercieronmás profunda y constante influencia en los hábitos profesionales ydocentes de Salvá; tradujo al primero siendo mozo, y de joven, en

1777, consultaba asiduamente al segundo, cuyas obras recomendabacon interés á sus discípulos en 1819, es decir, cuarenta anos mástarde, circunstancia que, con otras, contribuyó á que le tacharan deprofesor anticuado. Las lecturas de Corvisard, Bichat, Bayle yLaénec apenas si dejaron vestigios en las producciones de D. Francisco,ni los juzgó textos recJmendables.

Con estos precedentes y habiendo en cuenta la agitación del período que empieza con Cullenyterminacon Broussais, que encierraprecisamente la vida activa de Salvá y Campillo, recordando la mo

vilidad de principios médicos, filosóficos y sociales, la independencia rudísima, la exposición acalorada é irrespetuosa de las opinionesy la insolencia en las disputas que caracterizan aquella edad fogosaen que los innovadores y sus discípulos se trocaban en belicosashuestes para desacreditar á sus predecesores, maestros y émulos,y en que las ideas profesionales solían convertirse en banderinespolíticos, fuentes abundosas y lamentables de indisciplina y desprestigio profesional, difícil había de ser á todo profesor mantenerincólume, y por mucho tiempo, los esplendores de una reputacióndocente que no estuviese cimentada en una labor progresiva.

No ser partidario de la incitabilidad, de la gastro-enteritis, delantimonio, de la sangría, del ácido ó del álcali, de la hidropatía, dela organocracia, del cemtagio, del encasillado nosológico á la moda,del último figurín terapéutico y no acatar los sistemas recientes ylas disposiciones de los ministros, traía consigo difamación y disgustos...

Salvá los arrostró no pocas veces con la franca exposición desus ideas. No era partidario de los Colegios de Cirugía, cuya preponderancia juzgó danosa; no creyó en el contagio de la fiebre amarilla, ni en su fecha de aparición cercana, ni en la eficacia incontrastable del febrífugo inventado por el ruidoso Masdevall, ni en las

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exageraciones esfigmológicas propaladas por los admiradores• deSolano de Luque, como Spallarosa y otros, ni en la oportunidad delas reformas docentes y profesionales deprimeros de siglo; (1) con

denó los abusos de la sangría antes, y el nimio temor á utilizarladespués; esquivó la aplicación de sistemas y exclusivismos terapéuticos; fué partidario de comprobar los diagnósticos por medio de lasnecropsias; procuró ordenar las enfermedades como hiciera Linneocon las plantas (2), retratar las dolencias por el estudio minuciosode lossíntomas, y no se afilió á los humoristas, solidistas, brownianosni á la moderna quimiatría; fué ecléctico, pero de un eclecticismohipocrático, amplio y observador...

Para más conocer su sinceridad y abierto criterio, recordemosaún las observaciones que hizo á varios tratados, entre ellos el deHaen, y á la historia clínica del enfermo Filisco, trazada por Hipócrates en el libro 1.0 de las epidemias; indiquemos que confesó desconocer la acción íntima de los medicamentos; la razón de la no

menclatura morbosa de entonces, que le pareció caótica; que fuépartidario de la medicación sencilla; que comparó las coleccionesde recetas, al uso, á salas de armas frecuentadas por locbs; queabominó de la polifarmacia, del lujo farmacéutico y condenó losmedicamentos secretos de toda índole; que acusó de ignorantes yperjudiciales á los médicos desconocedores de la química; que prestógrande atención al análisis é indicaciones de las aguas minerales,mientras proclamaba, con Vacca Berlinghieri, que las enfermedades curan por la fuerza de la naturaleza contra los golpes del maly los porrazos de los malos médicos (3).

La fisonomía profesional denuestro lloradocompanero, quedarámejor esbozada diciendo que siempre afirmó la relación entre lalesión y la enfermedad, á la que procuró anular ó disminuir por elrégimen y los medicamentos sancionados por la experiencia. Pocasveces empleó Salvá la quina contra las intermitentes; prefería lasemisiones sanguíneas, los purgantes y los eméticos (4), no asistíapartos; dejaba la extracción de secundinas á otra mano experta; sus

ideas eran coacas respecto á la calentura puerperal; creía en los

(1) La oposición de Salva al plan de Estudios elaborado por los Dres. Sobral,Custodio Gutiérrez, Guimbernat y Gallí, médicos de Cámara, yla excitación de losánimos en aquella disputa profesional, fueron causa de que nuestro biografiado se

viese envuelto en un ruidoso proceso del que salió condenado, apercibido ymultado con manifiesto encono. El atropello ocasionó á D. Francisco una gravísima en

fermedad, á la que se refiere la carta de D. Esteban Rossell, en Marzo de 1800.(2) Propuso una terminología griega enrevesada que no prosperó.(3) Vid, las tres memorias relativasá la ensenanza clínica.(4) Historias clínicasmanuscritas, y especialmente ladel General Alós.

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infartos de pituita y bilis como causa de enfermedad (1777) y fuépor fin, muy conciso y espontáneo en sus anotaciones clínicas, dondeconfesaba sus errores con la mayor naturalidad. Así, por ejemplo,entre sus notas pueden leerse párrafos de este jaez: «Un clérigoviejo y panzudo, se me hamuerto de apoplegía».

«Mi primo Ricardo Cebrián, abogado, de 76 anos, muy grueso y

voraz, sucumbió de apoplegía».«Una senorita á la que pronostiqué tisis, arrojó tenia, luego

lombrices y pronto me despedí».De una puérpera dijo, «que falsificó á Hipócrates, es decir, que

curó».Hablando de los mentidos triunfos en las oposiciones, decía

Salvá en sus Pen,santientos sobreelarreglo de la ensenanza: «Cuandome acuerdo que al concluir el curso de Medicina, hice oposición áuna cátedra de Medicina en Huesca y que por varias travesuras desed y ergo, algunos de los censores me prefirieron á un profesor que

podía ensenarme el cristus de la facultad, digo, !qué casualidadesinfluyen en el lucimiento de los concursos!»

Anadamos, por último, que el Dr. Salvá y Campillo tuvo tan

ardiente amor á la ensenanza médica, que á ella dedicó su actividad

y aptitudes durante largo espacio de su vida y porción de su hacienda al estímulo de aplicados; legó, además, sus libros y papelesá las Academias y dispuso en cláusula testamentaria que su cuerposirviese para la instrucción de los escolares; !quiso convertir sus

restos en lección práctica y ensenar después de muerto!...

* *

Descrita á grandes rasgos la personalidad médica y social delDr. Salvá, tosca y velozmente dibujada la época, teatro en que des

arrolló sus aptitudes y mostró su valimiento, pero de tal suerte que

la ilustración y perspicacia del auditorio, supliendo incompletecesde exposición nuestras, infiera el valorde aquél como artista y como

maestro y senale las direcciones que pudo imprimir á la salutífera

institución, consagremos, ahora, contadas frases á recordar la in

tervención pública del esclarecido catalán en las más salientes cues

tiones de su época y en las principales reformas concernientes al

arte de curar, única rama del humano saber que debemos incluir en

estos apuntes. (1)

01 En todo este discurso hemos seguido la norma de no incluir, con detalles,

las noticias y juicios expuestos en lasbiografías de Salvá: no debe extranarse, por

tanto, la falta de referencias bio-bibliografleas ys conocidas y de conceptos ganardemente expuestos por los Pres. Escrichey Robert,

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Dicho queda que no fué Salvá brillante y genial espíritu de losque maravillan y seducen á las generaciones; pero sí una suerte deabeja profesional, de trabajador convencido y paciente, de esos queinvierten la vida en beneficiar el terreno para que mejor prendan yfructifiquen las semillas del progreso. Para tal género de laborestaba cortado su organismo y vino al mundo en ocasión oportuna,cuando aspiraciones altas iban revueltas con vejeces ridículas ycontroversias fútiles; en una edad especialísima, de transición tumultuaria, precursora de la moderna Medicina que se distingue, en

suma, por ser la aplicación constante y cada vez más amplia de todas las conquistas de la inteligencia, al arte hipocrática para llegaral conocimiento del hombre ycuanto le rodea, persiguiendo su bienestar y máxima perfección.

En el comercio científico del pasado siglo venía dibujándose eleclipse del latín con su vetusta preponderancia y, así, los libros,periódicos y monografías ya se componían en idiomas extranjeros;el desconocimiento de éstos en Espana levantaba una barrera formidable á la cultura médica; ésta, cuando menos, había de rezagarsepor la carencia de educación lingüística preliminar. En consecuencia, los expositores, comentaristas y en especial los traductores dedoctrinas y procedimientos extranos, los consideramos, salvo excepciones, como abundosos canos del saber profesional en la Penínsulay origen de ulteriores reformas. En este sentido nuestro Dr. SalváMiose acreedor al general aprecio escribiendo, divulgando ó traduciendo trabajos médicos como los de Gandoger, Carrere, Struve,J. Clark, Chaptal y Tissot, sin contar la muchedumbre de parcialesjuicios que, referentes á medicina general, terapéutica, farmacología, clínica y profilaxis engarzó en sus escritos y discursos quebrindaron ensenanzas de maestros respetados en el extranjero.

Corresponde también al famoso Doctor la honra de haber con

tribuido poderosamente á la vida de las Academias. Estas corporaciones surgieron de la necesidad que de reunirse los hombres deciencia venían experimentando, para tratar asuntos teórico-prácticos, conocer y aplicar los nuevos adelantos, impulsar el arte, favorecer su estudio, difundir sus verdades, robustecer el espíritu decompanerismo é ilustrar al pueblo y mejorar sus leyes. Tales Asambleas, penosamente instituidas en la pasada centuria, atrajeron vivamente la atención de Salvá yen ellas obtuvo numerosos triunfos,algunos en el extranjero, á los que debe en gran parte esa fama quele hizo popular en Espana y especialmente en la vecina república,transcurridos muchos lustros desde su muerte.

Sabido es quejla Real Sociedad de Medicina de París premió tres

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veces á nuestro doctor, y que éste devolvió, con notable desprendimiento, las metálicas remuneraciones; buscaba sólo el honor: la

tercera vez obtuvo mención honorífica. A las Reales Academias de

Ciencias y de Medicina de Barcelona dedicó numerosas disertacio

nes, algunas de valor sobresaliente que le exaltan á la categoría de

los inventores, y conocida es la fundación de sus premios para esti

mular á los estudiosos y robustecer la vida de nuestra Corporación,de la que fué socio y decidido protector.

Dos novedades importantísimas yinieron á fomentar por en

tonces el aprovechamiento diario y constante de la actividad científico-médica: las monografías y la prensaprofesional.

Aquellas obras inacabables, aquellos corpulentos volúmenes á

dos columnas y de letra microscópica, atiborrados con citas de ára

bes ygriegos, se despegaban del carácter viviente de la nueva cien

cia, la cual pedía más que generalidades pretéritas, estudios recien

tes y concisos sobre asuntos especiales, extractos médicos, ciencia

condensada, ya que no había llegado elperíodo de los alcaloides. El

Dr. Salvá,'comprendiendo el espíritu de su tiempo, prescindió de

rutinas é intereses y publicó memoriasyfolletos, verdaderosensayos

de las monografías modernas, en los cuales estudió asuntos higiénicos, clínicos, farmacológicos, profesionales, epidemiológicos, sobre

topografía y química médicas, estadística, profilaxis y labores de

controversia que aún hoy pueden consultarse con gusto.Constituye la prensa médica, la más eficaz energía para la difu

sión extensa y rápida de las investigaciones, tanteos, adelantos y

triunfos de nuestra ciencia; merced á estas hojas livianas y palpitantes, más completa y sólida es la conciencia profesional, el mundo

médico mejor y más pronto conoce, mejor y más pronto piensa y

resuelve, más amplias son sus facultades y saberes y más vasto su

criterio; el periodismo ha venido á completar el espíritu de clase y

á establecer el comercio intelectual en consonancia con el progreso

de la humanidad.Especie de sistema nervioso del organismo médico, recoge las

impresiones y ensenanzas, y las extiende y las lleva á todos los cen

tros y células profesionales diseminadas por toda la corteza del

globo, facilitando al virtuoso profesor ideas nuevas que refrescan y

vigorizan su mente, le prestan bríos en su tarea fatigosa y pía,ejemplos edificantes que robustecen su espíritu, esperanzas de re

dención, le dicen, eón seguridad consoladora, que no está aislado

en la fatiga, y con tales avisos y nociones se enorgullecen el médico

rural y urbano ante la honra de pertenecer á una clase sapientísimay venerable que se desvela por conquistar lo que le pertenece, la

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dirección de la vida de los pueblos. La periodística institución,siempre civilizadora, hoy lozana, surgió raquítica, desmedrada, alexterior, pero con fuerza inicial y alientos ocultos en sus raíces,allá en días de Salvá, quien prestó con decidido ahinco toda su autoridad y ciencia al periodismo profesional y político, auxiliar, éste,á la sazón, de aquél, en la faena de esparcir conocimientos científico—médicos.

Cataluna, que es la primera región espanola en punto al número y vitalidad de los periódicos médicos en los primeros tiemposde su aparición y que recuerda orgullosa á sus literatos Mitchavila, Sanpons, Carbonell y Bravo, Puig, Piguillem, Janer, Ginestá, Yánez, etc., incluyó en el número de sus primeros y más antiguos periodistas á Don Francisco Salvá y Campillo, asiduo colaborador en el Diario de Barcelona y en el Memorial literario, que se

publicaba en la Corte al finalizar el siglo xvin, en los que escribioartículos de ciencia amena, de polémica, de meteorología y de higiene, muy leídos y favorablemente comentados.

Su amor al periodismo y la convicción que teníade su importancia futura, le inspiraron la idea, en 1812, de que el Estado fundase un periódico científico profesional, de suscripción obligatoria,para médicos, cirujanos y farmacéuticos, la cualpublicación, al pasoque mejoraría notablemente la cultura en dichas clases, facilitando nociones útiles y novísimas, provinientes de todas las partesdel mundo, ayudaría con sus rendimientos á la vida yesplendor delas ensenanzas médico-quirúrgica y farmacéutica.

En su anhelo de mejoras profesionales para centuplicar el prestigio de la clase, discurrió Salvá, la creación de una escuela de matronas, no original en esencia, pues que en días de Virgiliya se dabaesta ensenanza en Barcelona, pero nueva en el detalle relativo á lasalumnas quienes habían de salir de las clases más desvalidas, con elfin de proporcionarlas elementos de trabajo y colocación ó matrimonio decente.

Y no se limitó á tan estrecho campo en el vital asunto de las reformas profesionales, á las que dedicó largos anos de estudio y nopocas gestiones; verdad es que tal cuestión preocupó los ánimos yoriginó luengas y acaloradas controversias, en que se trasparentaronparticulares intereses, vanidades rancias, ambiciones, intrigas palaciegas ynimias rivalidades, de que no se vió libre ninguno de losbandos.

La necesidad de cambiar el plan docente y el organismo de lasclases salutíferas, notándose venía en los últimos lustros de la cen

turia XVIII, La agitación de los ánimos,antela urgencia yexteuslon

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de las modificaciones yla inseguridad de criterio de los gobernantes,mostráronse patentes con motivo de las reformas profesionales de

1180, 1795, 1799, 1801, 1804, 1812, 1814, 1820, 1823 y 1827, las cuales,

en síntesis, manifiestan los esfuerzos que por subsistir hacía el Pro

tomedicato frente á los partidarios de su abolición y la enconada

rivalidad entre los adictos y contrarios á la reunión de la Medicina

con la Cirugía. En torno de las dos grandes cuestiones se agitabanotras de menor importancia que, enlazadas con aquellas, é involu

crando miras individuales ó de gremio, encendían las pasiones hasta

un grado máximo, según aconteció también en Francia.

Recordando la significación y aptitudes del Dr. Salvá y la índole

del asunto, natural era que tomase puesto en uno de los bandos, y

que, hombre al fin, se dejase arrastrar alguna vez por los impulsosde la pasión frente á sus contrarios.

Ya en 1800, sus opiniones, nada favorables á la supresión del

Protomedicato, á la conjunción de las dos facultades y á la creación

de la Junta superior y gubernativa, constituida por los médicos de

Cámara, le irrogaron disgustos y perjuicios como final de un pro

ceso. Pero ello no enfrió sus convicciones, y como no era de los que

suelen quedarse con los tacosen el vientre, como suele decirse, en

el ano 1812 dió á la luz pública sus Pensamientos sobre elarreglo de

la enseganza en el arte de curar (1), libro que fué muy leído y ardo

rosamente comentado, en que trató su autor, con extensión y valen

tía, todas las cuestiones enlazadas con el tema, apuntando solucio

nes que dejaron huella en posteriores reformas.

Tal escrito es una diatribacontra los profesores de Cámara, cru

dísima, descarnada y atrevida, una representación contra la reunión

de la Medicina y la Cirugía, una acusación contra los directores de

Colegios quirúrgicos Perchet, Virgili, Guimbernat y él ministro

Caballero, yuna impugnación de la igualdad de prestigios yhonores

farmacéuticos, quirúrgicos y médicos. En él se aboga, ahin

cada y apasionadamente, en pró de los doctores en Medicina que

habían de constituir, según Salvá, una gerarquía suprema usufruc

tuaria de los cargos más honoríficos y lucrativos de la profesión.Todas las páginas reflejan el pensamiento de nuestro biografiado,sus amores y enconos profesionales y sus ideas acerca de la ense

nanza. Allí mostróse partidario de la supresión de Universidades

médicas, reduciéndolas á tres, según pensamiento de Felipe III y

Tissot, y del extremado rigor en los exámenes paraamenguar el nú

(1) publicados en Palma df+ Mallorca por su amigo el Dr. D. Francisco San

ponts, Vol. en 4.0 128 pag. y una tabla.—Antonio Brual.

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mero de los graduados; propuso la creación de un periódico profesional de suscripción forzosa, según dijimos, para reforzar el erariode la ensenanza; aconsejó textos que no se distinguían por sublimes ni modernos; aconsejó un complicado sistema de oposicionescon buen golpe de latín; defendió las cátedras depor vida y en cam

bio se mostró partidario de la revisión de títulos y licencias temporales para ejercer la medicina, como en la Edad Media y en los díasdel antiguo Protomedicato; condena el folleto los Doctorados en Medicina y Cirugía y admite, sin embargo, la reunión de las dos Facultades en los profesores de los ejércitos yde la armada.... El doctorSalvá, que en el mentado opúsculo reservó la dirección de los estudios médicos, de los hospitales y los cargos más pingües y excelsosá los doctores en Medicina, constituyentes de las Reales Academias,defiende, fundándose en la teoría de que las enfermedades urbanasson más complejas y difíciles de tratar que las rústicas, la conve

niencia de que los bachilleres practiquen en los pueblos, los licenciados en las poblaciones de segunda y tercera clase, y en las deprimera bajo la dirección de los Doctores que presidirán siempre lasjuntas y á quienes se les reservarán los honorarios, aunque llegasentarde á la reunión!

Después de lo dicho no es maravilla que nuestro Doctor fuesetenazmente combatido por sus adversarios. Sin embargo, debemosadvertir que algunas de sus ideas fueron adoptadas más tarde, queciertos juicios, aunque fustigadores, no carecían de exactitud, y porfin, que la inamovilidad de los médicos de partido, la seguridad yaumento en los sueldos de los mismos, su mayor prestigio, la unidadde clase y su ilustración por medio de la prensa, pensamientos son

que, muchos anos después, motivaron campanas, congresos profesionales y proyectos de ley.

De la convicción de Salvá respecto á los mentados proyectos no

cabe la menor duda; en su testamento legó una cantidad para quese hiciera un ensayo de sus .Pensamientos en Mollet y Rabós, pueblosdel Ampurdán. Omitiendo, por no dilatar sobradamente el presentediscurso, la parte que tomó Salvá en las controversias acerca del uso

de las emisiones sanguíneas, tratamiento de las calenturas pútridasy de las viruelas, naturaleza y utilidad de los antimoniales, sobre lafrecuencia de las muertes repentinas en Barcelona, eclampsia puerperal y otras cuestiones sobre epidemiología, senalemos su intervención en la disputa acerca del origen ynaturaleza de la fiebreamarilla y alguna otra.

Laprimera ocasionó larga y vivísima controversia que empezócon la aparición de la epidemia en Espana, por 1731, se recrudeció ísi

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principios de siglo XIX y llegó á su mayor apogeo en 1821; durante

la dilatadaépoca, aparecieron los médicos profundamente divididos.El Dr. Salvá se afilió á los folletistas que denostabanal Gobierno

por las precauciones adoptadas, creían en la antigüedad en Europade la fiebre icterodes, negaban supropiedad contagiosa, la suponíanengendrada por causas locales, combatían su procedencia exótica,su naturaleza específica y motejaban al supuesto germen de invisi

ble é imaginarioMás útil, beneficiosa y acertada fué la intervención de Salvá en

aquella cuestión médico-política, causa no pequena de la enemigacontra Godoy, relativa á los inconvenientes de tolerar enterramien

tos dentro de pobladoTerció Salvá en otro asunto de altos vuelos, de importancia

grande; nos referimos á sus estudios ytraducciones pertinentes al

análisis de aguas minero-medicinales, ramaentonces naciente y hoyfrondosa en la terapéutica; lo propio decirse puede acerca de sus

trabajos meteorológicos y de topografía médica.Tanto celo y actividad tanta no encierran, sin embargo, los mé

ritos más culminantes del médico barcelonés. Con efecto; dos hechos

grandiosos, imborrables, destacan en su historia con resplandoresdiamantinos, la ensenanza clínica y la profilaxis contra la viruela,por su gestión constante y feliz en ambos, hízose acreedor á la me

moria de los siglos.El juicio que merece Salvá como profesor de Clínica médica, la

historia y vicisitudes de la cátedra, los elementos primeros y el

desarrollo ulterior de aquella ensenanza, es tarea encomendada al

sabio Dr. Robert, inteligencia y pluma insustituibles en este y

otros asuntos.Dos palabras, sin embargo.Por el hecho de ser el Doctor D. Francisco Salvá y Campillo el

primer maestro de Clínica en Barcelona (1), por deberse á sus ges

tiones en la Corte la creación de aquella ensenanza en el Princi

pado, como por haber demostrado amor intenso al cargo, ductilidad

y constancia para ir venciendo las dificultades ingentes, anejas á

toda reforma é inseparables de las cátedras clínicas, antano mira

das, si no como trastorno, como ingerencia molesta en las prácticasconsuetudinarias del Hospital de Santa Cruz y, en suma, por haber

resistido, durante un cuarto de siglo, los desdenes al solicitar, las

asperezas al estatuir, las burlas al comenzar, las fatigas en prose

guir y los desvelos en mejorar la obra, él mismo se coloca en pe

(1) con el Dr. Iditjavila.

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destal altísimo y honroso, desde donde preside el movimiento rege

nerador de la cultura médica en tierra catalana.

Luchó denodadamente nuestro biografiado para llevar á feliz

término su. ardua empresa, porque tenía convicciones, porque se

hallaba persuadido deque la Clínica es disciplina soberana á la que

prestan homenaje y -ayuda todas las demás cienciasbiológicas, por

que no dudó en aquellos tiempos, ya lejanos, de que la Clínica es la

aplicación de todas las disciplinas y saberes á la curación de las en

fermedades, ideal realizable del arte, lugar donde se mudan y cam

bian en caridad y perfección las labores del humanitario estudioso,

campo sereno donde se aquilatan doctrinas, golfo donde naufraganerrores, y escuela de prudencia, de fortaleza, de saber profesional.

Del modo cómo desempenó Salvá su cometido docente, hablan

muy claro sus Memorias, los fajos de historias manuscritas trazadas

por sus discípulos, y lo que ya apuntamos respecto á su carácter,

opiniones y hábitos médicos.

Sería injusto olvidar que empapado Salvá en los consejos del

gran Morgagni, procuró comprobar en el cadáver la certeza de los

diagnósticos. Sobre este particular diremos, que habiendo fallecido

en 9 de Marzo de 1818, una joven albergada en su Clínica, prometióDon Francisco á sus discípulos practicar la autopsia y comprobar

la existencia de las lesiones correspondientes á la pneumonía tífica,

mas los sepultureros equivocadamente, lleváronse el cuerpo. No se

avino Salvá á que la historia clínica quedase incompleta; previa li

cencia del Barón de Eroles, los alumnos llevaron á cabo la autopsia

en el cementerio general sito, á la sazón, junto á Gracia; el disector

fué Don Francisco de P. Foix. Tales escrupulosidad y celo, hacen la

apología del maestro, mejor que un volumen de alabanzas.

Veamos la participación que tuvo Salvá en la adopción de la

profilaxis contra las viruelas.

La inoculación de las viruelas era un procedimiento que, sin

estar completamente despojado de contingencias, ofrecía indiscuti

bles aunque relativas ventajas; gracias á estas, al apoyo de influ

yentes personajes y á las opiniones de sabios, literatos y clínicos, se

exteneli4 la práctica por 'el mundo; fundáronse centros de inocula

ción en varias naciones, y el método de Timoni y Lady Montagne

fué adoptado merced á propagandistas como Freind, Girod, Mead y

otros, pero vino esto tras grandes y rabiosas disputas entre los filó

sofos, teólogos y médicos. De tal suerte se enconaron los ánimos en

favor ó en contra de la inoculación que llegó á ser un verdadero pe

ligro, en muchos países, afiliarse á uno ú otro bando. Desde los ar

aumentos canónicos y políticos, hasta las más bajas reticencias,

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bochornosas calumnias é intrigas de mala ley, utilizaron los adversarios de la inoculación para sepultar el procedimiento.

Al fin, para éste fué la victoria,y en nuestra nación, aunque con

retraso y grandes sinsabores, extendióse la práctica y muchos millares de personas se inocularon contra la temida peste.

No podía constituir excepción el Principado catalán, y así, luchóse en este país con denuedo y constancia para implantar el método ingertante; venciéronse al cabo enormes resistencias, mercedá los buenos oficios del Dr. D. José Pascual, de Vich, de los hermanos Sanponts, P. Balmes, á la autoridad y escritos sesudos y eruditos de D. Francisco Salvá y Campillo, especialmente á la refutaciónque éste hizo de los argumentos de De Haen. Esta parte de gloriajustísima que corresponde á nuestro biografiado reconocida está,,entre otros, por los historiadores de aquella famosa controversiaO'Scanlan, Balmis, Moreau de la S'arthe, H. Morejón, Jauregui,Chinchilla, etc.

Lavictoria de los inoculadores, luego adictos á la vacuna jenneriana (1), no sólo es plausible por la constancia y decidido esfuerzo desplegados hasta derruir y pulverizar los baluartes de toda prevención contra el sistema profiláctico; no es admirable por las ven

tajas inmediatas que en la salud y cultura del pueblo derramaron,sino por haber dispuesto el terreno y preparado á la'humanidad detal suerte que la vacunación jenneriana entrase luego en la convicción de los pueblos sin choques furiosos ni escandalosas protestas.La inoculación despejó el campo y allanó elcamino á la vacuna, y es

que el vulgo no halló diferencia esencial entre los dos procedimientos, y así se realizó el milagro de que nuestra nación, por ejemplo,pocas veces rápida en sus determinaciones, mayormente las óptimas,en 1803, previo dictamen favorable de los médicos catalanes Gimbernat, Gallí y Lacaba, mandase una expedición famosa, mejordicho, legendaria, dirigida por el valenciano Balmis, á fin de propagar la vacuna por todo el mundo. De esta suerte, á Espana, á lainfeliz y calumniada Espana, corresponden la gloria y primacíadobles de haber circundado la tierra por motivo geográfico con Sebastián El Cano y Magallanes y por el más alto de repartir la saludy la civilización con Francismo Balmis, que llevó la vacuna á colonias inglesas mientras sus canones destrozaban nuestros puertos ynaves!...

No hay que insistir en que el inmortal viaje preparado fué porhombres como el erudito Salvé., ardiente propagandista de la hi

(1) Vid. Paranéron entre Nelson y Jenner, por D. F. Salva. R. A. de Medicina,

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giene; sin ellos acaso el descubrimiento de Jenner no hubiese aquíprosperado; tal vez á esta hora, la vacuna y las nociones que de ella

emanaron, caiisas de portentosos adelantos, no se hubieran difun

dido y el progreso de la ciencia no alcanzara el nivel actual... Y es

que, por grandes, senores, que sean las ideas y los descubrimien

tos, por beneficios que brinden las innovaciones, ni aquéllos ni éstas

arraigan y medran sin el talento, la constancia y la virtud de los

propagandistas; ellos son los intermediarios entre el genio y esos

eternos menores de edad que se llaman pueblos; !qué más! hasta la

religión del Crucificado, de origen divino, tuvo su apostolado que

diseminó por el orbe la buena nueva.

A la categoría, pues, de los apóstoles de le Medicina pertenecióSalva y Campillo; él fué liberal propagandista de las más útiles y

hermosas novedades médicas teóricas, profesionales yprácticas; con

tal carácter le incluirá la historia en sus páginas de oro, porque este

es el más simpático aspecto y la más eficaz, duradera y humanitaria

de sus labores en su vida, por muchos conceptos ejemplar.En aquellas edades tormentosas y confusas en que los resplando

res de los descubrimientos aún no perfeccionados, alternan con las

nubes del error y los vientos de la pasión, produciendo en las aca

loradas mentes verdaderas tempestades entre lo nuevo y lo tradi

cional, los propagandistas ejercen providencial misión, son ellos

para la cultura especie de árbol circulatorio, ya que esparcen y di

funden el alimento científico atesorado con diligencia y asiduidad;pero no olvidemos !ay! que esta función social nunca es perfecta; en

el raciocinio y en la sangre de los hombres mucho pueden el tiempoy el ambiente en que viven

No fué, en suma, el individuo á quien hoy rendimos homenaje,juzgado como médico, ser extraordinario, hombre único .ni profesorintachable; ni se dan genios á diario ni creo en los ángeles terres

tres; fué sencillamente un obrero sobresaliente, un espíritu difusivo,

un estudioso, que procuró servir á la ciencia, á la humanidad y á su

tiempo... Por algo persisten su fama y su nombre, y es que la gloria, como el sol, apetece y dora las cumbres.

Sinteticemos:

Fué Salva brazo potente en la cultura médica de su país, á la

que consagró todas sus aptitudes y entusiasmo ardoroso; prestó su

saber yvalimiento á la prensa profesional, á la sazón naciente; con

tribuyó á substituir, por la monografía vivaz y sugestiva, los corpu

lentos y rancios volúmenes, viejos cuando salen á luz pública; im

pulsó el estudio de las aguas minerales, y de la química médica;

prestó vida y frondosidad á las corporaciones docentes; alentó C011

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premios á los estudiosos; difundió con las traducciones las palPitaciones y aleteos de la ciencia extranjera; discurrió planes de ense

nanza médica y de reformas profesionales; inauguró los estudiosclínicos en Cataluna y contribuyó á la adopción definitiva de la profilaxiscontra las viruelas, hecho inmortal que senala el advenimientode la Higiene científica.

Forma, por tanto, Salvá y Campillo en la hueste gloriosa de médicos catalanes, astros luminosos á cuyo entorno giran los acontecimientos más grandes, los prestigios más sólidos, las más brillantesreformas del Arte de curar en Espana, en tiempos modernos

Recordad, si no, á Virgili, padre de la cirugía moderna, á Gimbernat, encarnación del ardimiento y saber quirúrgicos, á Bonells yLacaba, maestrosde anatomía demúltiples generaciones, á Mitjavila,fundador del periodismo médico espanol, á Carbonell y Sanponts,tan peritos en Medicina como en ciencias físico-químicas, al memo

rable Castelló y Ginesta, quien supo invertir su alto prestigio en

Palacio, dignamente conquistado, en bien de la ciencia y en favorde sus comprofesores, manumitiéndolos del brutal despotismo político; mencionemos á Pedro Felipe Monlau, de aptitudes tan variascomo salientes, que elevó la higiene al rango que la corresponde, alerudito Felix Janer, al correctísimo literato Pi yMolist, á Picas ysus

triunfos prácticos, á Pedro Mata, enciclopedia viviente, quien porsí solo forma época en la historia de nuestra profesión, al genialLetamendi, que ha dejado el sello de su pasmosa inteligencia en

todas las cuestiones que sometió al estudio de supoderosa mente, yvereis que no es exagerada mi afirmación: y conste que solo men

ciono á los personajes que por su grandeza científica llevo alojadosen privilegiados. estantes de la memoria desde donde espontáneamente bajan á los labios, y conste, además, que no cito á los vivos

para que no se tome á lisonja el recuerdo, ni se echen á mala parteomisiones forzosas; mas todos conoceis operadores muy diestros,clínicos eximios y famosos, tocólogos ilustres, especialistas respetados que, viviendo para bien de la ciencia, son esperanzas de un

porvenir lozano, y, así, al levantar el siglo XX su párpado enorme,

verá, en esta región, doctísimos varones entrar en la centuriacargados de lauros, de loables acciones y altos propósitos con queauxiliar la obra colosal del siglo que alborea, esmaltado de luces ycuajado de esperanzas.

!Hermosa edad y siglo famoso el de Sabrá que preparó la grandeza del presente, en que los hombres, perfeccionando sus sentidosy ensanchando la razón, mejor comprenden que los pasados la ma

4estad y omnipotencia del Creador; en que asomados á las ventanas

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que miran á lo infinitamente grande y á lo infinitamente pequeno y

rellenando el.abismo que separó lo inorgánico de lo viviente, ya

pudieron descubrir leyes supremas y con ellas adquirir el m'yen

cimiento de la inmensidad y harmonía del Universo. Edad varonil y

tiempos venturosos los actuales en que los hombres, mejorando lo

sabido y corrigiendo lo erróneo y aclarando lo ignorado, por artifi

cios solo explicables como destellos del Eterno, han logrado borrar

distancias, anular pe4adumbres, acercar los soles, abrazar los con

tinentes, reunir las inteligencias, estrechar los afectos, averiguar la

esencia de muchos males, penetrar en lo íntimo de la fábrica hu

mana, estudiar sublimes decretos en las entranas de los átomos vivos

é inanimados para resolverlo todo en beneficio de la cienciay como

didad de los pueblos!...Pero más fecunda y dichosa será aquella edad venidera en que,

disipadas las nieblas del presente, resueltos capitales problemas y

olvidados el egoismo y la vanidad, brillen la ciencia y la virtud en

todo su esplendor yhalle el hombre medio fácil y digno de adquirir

el pan cotidiano, la salud del cuerpo y la tranquilidad del espíritu.

Entonces la gratitud, volviendo sus ojos al pasado, recordará con

veneración la época de Salvá, las borrascas y sinsabores arrostrados

yvencidos por aquellos genios, con el fin de disponer el adveni

miento de tanta bondady tanta belleza como presagiamos ya para

un dia !ojalá! no remoto y dentro del siglo que manana empieza.

7•1

HE DICE°.