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LA COMUNICACIÓN CIENTÍFICA

F. Carlos de la Vega Lezama

Sección de Graduados de la Escuela Su-perior de Medicina del Instituto Politéc-nico Nacional. Becario de la Comisión de Operación y Fomento de Actividades Académicas (COFAA) del IPN.

México, D.F., 1990

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La

Comunicación

Científica

F. Carlos de la Vega Lezama

INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL 1990

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La comunicación científica Primera edición, 1990

Derechos reservados conforme a la ley © D.R. 1990. Sobre la presente edición INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL Dirección de Bibliotecas y Publicaciones Tresguerras 27, 06040 México, D.F.

ISBN 968-29-2563-0

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Agradecimientos:

A la señora Nydia González Gutiérrez por la impecable elaboración del ma-nuscrito.

A Blanca Pastor Téllez, experta en re-dacción y corrección de estilo, cuya colaboración contribuyó a mejorar la presentación final de la obra.

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P R O L O G O

Cuando por primera vez se intenta escribir un documento científico, salta a ¡a vista que no es empresa fácil porque existen diversos tipos de lenguaje y sólo uno encaja en estos documentos; sus características a menudo se desconocen y se tiende al lenguaje familiar, al literario u otro. Esta es la causa de que pululen artículos y aun libros plagados de expresiones impropias, verbosos, en ocasiones confusos y que finalmente no producen el deleite que corresponde a un documento bien escrito. Por otra parte, son pocas las instituciones educativas que instruyen al

alumnado acerca de estos menesteres, y causa asombro encontrar quien diga que no es necesaria tal enseñanza. Sin embargo el análisis cuidadoso de los escritos de dichas personas revela defectos en ocasiones desde el título del artículo, de un proyecto de investigación, tesis o informe final. En el texto que sigue se verá que objetividad, brevedad, claridad, precisión, orden y sencillez son elementos indispensables para una buena redacción científica. Por lo demás, parece que esta deficiencia tiene carácter universal, pues

a menudo surgen publicaciones en las que el lector se queja de la mala redacción, estilo no científico y empleo de palabras y términos impropios o de extranjerismos y barbarismos que niegan el carácter científico de quienes las escriben. A pesar de todo, el estilo científico es fácil de poner en práctica cuando

se conocen sus características, y constituye una poderosa ayuda para lograr escritos de buena calidad que puedan ser entendidos por todas las personas a quienes van dirigidos, y permitan una amplia difusión de las ideas y hechos, lo que constituye, finalmente, el objetivo de toda pu-blicación. Resulta obvio que en la comunicación científica, la redacción no es todo;

el escritor debe saber hacer síntesis, consultar bibliografía y citarla, utilizar la tarjeta de trabajo y aprovechar en la forma debida los recursos auxiliares como fotografías, esquemas, gráficas, cuadros sinópticos y otros que resuelven problemas de comunicación. Importa también conocer el marco conceptual de la traducción, pues el escritor científico

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debe practicarla y llevarla a cabo con todas sus cualidades para no tergi-versar, aumentar o suprimir ideas. Una de las experiencias más desagradables es la de leer y tratar de

comprender un libro mal traducido; es como tratar de digerir un platillo indigesto, y a veces resulta mejor leer el libro o el artículo en su versión original. Con toda razón algún escritor italiano hizo célebre la frase "tra-duttore, traditore..." (el traductor es traidor). Sin embargo la mala tra-ducción continuará mientras la hagan personas desconectadas con el área de ¡a traducción o pobremente pagadas. Estos y quizá algunos más son los problemas que encierra la comuni-

cación científica, pero quien tiene voluntad vencerá el obstáculo. Cabe, para terminar, expresar un buen deseo y es que, a medida que adquiramos conocimientos científicos, nos hagamos sensatos y modestos. Quien formule un escrito científico, lo revise una y otra vez y lo dé a leer a persona competente, va camino de mejorarse y si pasado algún tiempo, vuelve a leer su escrito y lo corrige, mejor aún.

El Autor

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CONTENIDO

Pág.

Nota preliminar 11

La comunicación científica 13 Lenguaje científico 15 Signos gramaticales del escrito científico 33 Síntesis del escrito científico 39 Los resúmenes 43 La bibliografía 45 Consulta bibliográfica 51 Conceptos usuales en el capítulo bibliográfico 55 La tarjeta de trabajo 59 De la traducción (marco conceptual) 63 Recursos auxiliares de la comunicación científica 67 Estructura de la comunicación científica 71 Cómo lograr escritos científicos de calidad 75 Criterios para evaluar la comunicación científica 77 La exposición del trabajo científico 81 Consideraciones finales 83 Bibliografía 85

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NOTA PRELIMINAR

Saber redactar es tan importante que en muchas instituciones educativas el examen de licenciatura incluye un ejercicio de redacción y, a nivel de posgrado, el manejo adecuado del idioma es una condición que ha de cumplirse. Sin embargo, éste sigue siendo uno de los tropiezos frecuentes al redactar tesis, conferencias, comunicaciones o artículos científicos. Varias pueden ser las causas: olvido de las reglas gramaticales de nuestro idioma, empleo de barbarismos y extranjerismos tan frecuentemente citados por los medios de difusión y, finalmente, desconocimiento del estilo que debe prevalecer en toda publicación científica. Es difícil escapar a los vicios del lenguaje "comercializado" de nuestro

medio o de la literatura seudocientífica que circula, pero es posible seguir algunos lineamientos útiles que una vez adoptados, no se olvidan. Para ello es indispensable que toda persona que va a redactar tenga sobre su mesa, como herramienta de trabajo, por lo menos un diccionario de la lengua castellana, otro de sinónimos y antónimos y un texto de gramática que le ayuden a no caer en los vicios mencionados. Es preferible consultar estos libros para asegurarse de que se está en lo correcto, que cometer errores por exceso de confianza o falso orgullo. Por otra parte, no hay razón para que un escrito científico sea verboso,

confuso y árido, si puede ser breve, claro y ameno. Existe además otro factor importante: muchos de los artículos que escribimos, aunque sean muy modestos, van más allá de las fronteras y sirven para juzgar el nivel académico y cultural de nuestro medio; ésta ya es una poderosa razón para superarnos. Por haber sufrido tropiezos en este campo se ha creído conveniente hacer

las observaciones contenidas en estas líneas y dedicarlas sobre todo a los pasantes de licenciatura, alumnos de posgrado y a todo aquél que, sin ser avezado en la redacción, se vea en la necesidad de ejecutarla.

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LA COMUNICACIÓN CIENTÍFICA

Introducción

El método científico constituye el camino racional para conocer los fenómenos del Universo; mediante él, se construye constantemente ese conjunto ordenado y sistematizado llamado ciencia. Sin embargo, poco serviría a la humanidad que cada investigador guardara celosamente los conocimientos que adquiere; la ciencia estaría muy atrasada y posiblemente el hombre no disfrutaría de todo aquello que le permite la existencia en condiciones de comodidad y relativa seguridad. De ahí la necesidad de dar a conocer, de difundir el saber, de comunicarlo a los demás y a la vez recibir de ellos el fruto de su trabajo. Mediante la comunicación científica se agranda cada día el saber y, con este cimiento, el hombre está en condiciones de emprender nuevas indagaciones que, al ser conducidas en forma científica, añadirán un grano más para seguir la construcción de la ciencia. Por otra parte, la comunicación de la experiencia científica debe llevarse a

cabo también en forma científica, sujetándose a normas que requiere cada caso y utilizando una serie de recursos que facilitan la labor del escritor. Existe un estilo científico para hablar, escribir o representar en forma simbólica las ideas y se puede decir que la comunicación es la última etapa del método científico; sin ella no hay difusión del conocimiento. De la misma manera, cuando se pretende buscarlo, generalmente se recaba información en comunicaciones que otros han escrito, y resulta agradable que éstas tengan las cualidades necesarias para ser utilizadas. Si desafortunadamente el lector tropieza con documentos mal estructurados, confusos o verbosos y poco ilustrativos, el trabajo se dificulta y acaso la búsqueda sea inútil o, lo que es peor, quede sumido en un mar de confusión. Un libro o un artículo mal escrito resulta desagradable pues la ciencia no está en contra de la estética; por lo contrario, un escrito bien realizado invita a leerlo y motiva a buscar nuevos conocimientos. Esta es otra función de la comunicación científica; recuérdese que a menudo se aborrece una asignatura debido a un libro de texto

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mal escrito por el autor o el traductor, que desconocen los principios ele-mentales de la redacción científica. Por ello, saber redactar es importante. A pesar de todo, la redacción

científica y la utilización de todos sus recursos y normas internacionales que la rigen, con frecuencia se desconocen; por ello existen libros y artí-culos mal elaborados, carentes de normas gramaticales (de ortografía sobre todo) pero con abundantes barbarismos, extranjerismos, redundancias, circunloquios y otros vicios; nuestro escaso desarrollo hace que imitemos en forma irreflexiva no sólo modelos tecnológicos y educativos sino formas de expresión; un anglicismo o un "pochismo" llegan a tomarse como señal de distinción cultural. De cualquier manera, es fácil seguir algunos lineamientos que una vez adoptados no se olvidan; pero debe insistirse en que el dominio de la gramática castellana es indispensable en nuestro caso. Resulta paradójico que algunas publicaciones editadas en el extranjero

vengan mejor escritas en español que las nuestras, y revela la poca importancia que en ocasiones se concede a esta disciplina. A medida que el lector adquiera habilidad y afine su criterio, se dará cuenta de que conocer una disciplina científica y saber expresar conceptos acerca de ella no siempre van juntos; existen personas bien preparadas en su área pero que escriben en forma deplorable. Por lo demás, todos sufrimos tropiezos en este terreno; de aquí ha nacido la idea de trasmitir cierta experiencia, y fundamentalmente despertar la idea de que no todo lo que se escribe es perfecto; por lo contrario, siempre hay manera de mejorarlo. Cuando hemos escrito algo que pareció dejarnos satisfechos, conviene esperar un tiempo y volverlo a leer para darnos cuenta de nuestra posible equivocación. Quien escribe debe aceptar oportunamente la crítica y recomendaciones de otras personas preparadas; de no hacerlo así, el libro que se tradujo o el documento científico que se escribió quedarán como huella perenne de falta de conocimiento o acaso de inmadurez y falso orgullo. Los libros bien escritos generalmente han sido examinados por otras personas cuando eran sólo un manuscrito, y el hecho de haber aceptado sugerencias y recomendaciones o enmiendas no resta a sus autores un ápice de mérito, sino demuestra su madurez y criterio científico. Para confirmar lo anterior basta ver en las primeras páginas los agradecimientos por la lectura del manuscrito y por sugerencias valiosas. Para terminar este preámbulo, debe decirse que las páginas siguientes

fueron redactadas, revisadas y vueltas a revisar; pero cualquier persona hábil puede mejorarlas mucho. Si cada lector fuera capaz de hacerlo, se habría cumplido uno de sus propósitos más elevados.

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LENGUAJE CIENTÍFICO

Háse de hablar como en testamento, que a menos palabras menos pleitos.

Gracián

Tipos de lenguaje

Se puede comprobar fácilmente que aunque en un país se hable un solo idioma, por ejemplo el castellano, en diversos círculos y situaciones dicho idioma presenta ciertas características; no se habla igual entre familiares que entre técnicos o científicos, y aun los jóvenes o los miembros de algunos grupos de la población han introducido formas de expresión que los distinguen e identifican entre sí ("caló"). Igualmente, al leer un artículo científico bien escrito notamos que el lenguaje es diferente al de una novela o poema; aun entre los libros científicos existen diferencias según el área, aunque se conserven ciertas cualidades. Así, resulta obvio que existen diversos tipos de lenguaje y que cada uno llena una necesidad específica y tiene metas definidas; se puede mencionar el lenguaje familiar, el literario, poético, científico y otros. Por otra parte, una misma persona domina varios de ellos y los utiliza en situaciones apropiadas; en la comunicación familiar generalmente no empleamos tecnicismos, sino procuramos darnos a entender con cierta laxitud por medio de expresiones sencillas, fáciles de comprender para los miembros de la familia o para nuestras amistades; manifestamos nuestra emoción con expresiones figuradas y hacemos uso de modismos, regionalismos o localismos que resultan habituales y dan al lenguaje cierto sabor. Literatos y poetas recurren a expresiones subjetivas, muy "cargadas" de emoción, que, si se tomaran literalmente, resultarían increíbles, por ejemplo: "tus ojos son dos profundos lagos llenos de ensueño... pero cuando odias, esos ojos lanza puñales asesinos, dardos de fuego". Es evidente que ningún ojo, humano o animal, es lago ni lanza nada; simplemente ve o mira. Pero estas expresiones, cuando se componen con gracia, resultan bellas

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y halagadoras para quien las motiva; es indudable que buscan despertar emoción y construir una forma estética aunque no sea real. Se puede decir que este lenguaje literario y poético llena también una necesidad y es una forma de arte. Así, es posible analizar diversos tipos de lenguaje, diferentes estilos y modos de expresión verbal o escrita; pero no es ésa la meta, se tratará de ahora en adelante el lenguaje científico, el estilo científico que debe usarse en los documentos y discursos científicos dirigidos a un "blanco", a un grupo de personas que se interesan, que cultivan un área de conocimiento. Cabe decir que todo lenguaje y todo mensaje va dirigido a un "blanco"; de la misma manera que resultaría pedante una plática familiar saturada de expresiones científicas innecesarias, es inadecuado emplear en el documento o en la comunicación científica en general, modismos y expresiones vulgares, vagas o deformadas por la emoción y la subjetividad. Es válido decir en una comunicación científica "el paciente padece un síndrome obstructivo de la rama descendente de la coronaria izquierda, que ha producido hipoxia del miocardio" o bien "el ciclopentano-perhidrofenantreno aporta el sillar estructural de ciertos compuestos esferoides"; pero en lenguaje familiar resultaría insoportable. Hablar en términos poéticos para describir un ciclo metabólico podría tomarse como muestra de desequilibrio mental o por lo menos de inmadurez. Por supuesto que el caló ni remotamente cabe en el discurso científico. Quien tenga presente lo anterior estará en condiciones de caracterizar por lo menos superficialmente algunos tipos de lenguaje.

Respecto del lenguaje científico, el análisis de un párrafo como el si-guiente permite derivar sus características fundamentales. "La 2-acetilamino l,3,4-tiadiazol-5-sulfonamida es diurético e inhibidor

de la anhidrasa carbónica, indicado en edema por insuficiencia cardiaca congestiva derecha, toxemia y edema del embarazo, y glaucoma; la dosis oral es de 250 a 400 mg en un toma matinal; endovenosa, 5 mg por kg de peso y por día en una aplicación matinal. Las reacciones secundarias posibles del medicamento son: anorexia. poliuria y parestesias pasajeras. Está contraindicado cuando los niveles séricos de sodio o potasio son bajos. Se presenta en tabletas ranuradas de 250 mg y en frascos ám-pula con 500 mg, cuyo contenido debe diluirse en 5 ml de agua bidestila-da."

Dentro de su extensión reducida, el párrafo nos habla de un fármaco de modo que no es posible suprimir casi ninguna palabra o cantidad pues se perdería parte importante de su contenido Se puede decir que es breve, y los hechos que señalan son comprobables en cualquier momento; su redacción no está "cargada" de emoción o suposiciones, es objetiva. Por otra parte, todo su contenido es claro para el "blanco" o sector

científico y profesional a quien va dirigido, no se presta a confusión ni

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permite interpretaciones equívocas; además, la fórmula química que enun-cia, las cantidades y vías de administración son precisas, no dan lugar a suposiciones o dudas. Se debe notar también que su exposición es or-denada, principia por definir químicamente una sustancia, señala después las indicaciones y manera de usar el medicamento, sus efectos secundarios y contraindicaciones. El lenguaje que emplea para dirigirse al "blanco" (médicos, bioquímicos, fisiólogos) es el habitual en ese sector, no tiene expresiones rebuscadas o complicadas, se puede decir que es sencillo y adecuado para el sector a quien va dirigido pues todos sus individuos poseen el mismo nivel de preparación o de información. Quien lee ese párrafo corto, se entera de manera rápida del mensaje que

contiene, aprende y está en condiciones de formar juicio —superficial, por lo menos— acerca del fármaco sin tener que recurrir a muchas fuentes de información, excepto si desea profundizar en algún aspecto específico. El párrafo cumple la misión de informar y además motiva a quienes trabajan dentro del área biomédica a utilizarlo y a buscar más información. Se trata, en fin, de un fragmento de literatura científica de carácter didáctico (del griego didaskó, didaktikós: enseñar). Ha sido analizado un párrafo biomédico, pero no debe creerse que sólo

en esta área rigen las reglas del escrito científico; lo hacen en todas, y si a menudo se encuentran publicaciones que ponen énfasis en el escrito médico, ello obedece a que dicho sector, al menos en nuestro medio, muestra de manera más obstensible su preocupación por el problema. Sin embargo, las demás áreas científicas están sometidas a las mismas reglas, pues la ciencia es única. Un ejemplo más nos lo demuestra: "El ajuste de este mecanismo de computación tiene como límite 200

mieras; una distancia mayor produce ineficacia del funcionamiento y de-terioro de las piezas, en tanto que un ajuste más estrecho produce gasto prematuro de las mismas, trabazón del mecanismo y calentamiento del devanado interno que puede llegar a carbonización. El proceso de fosfa-tización, agregamiento de tungsteno y otras sustancias que se hace al metal, permiten mayor duración, pero las condiciones de trabajo (temperatura, humedad y carga eléctrica especialmente) resultan críticas. De ahí la necesidad de mantener aislado el mecanismo y vigilar constantemente su ambiente para que funcione dentro de las especificaciones contenidas en el cuadro anexo." El cuadro citado expresa en unidades y fracciones precisas las especi-

ficaciones, así como el tipo de instrumentos con que deben ser medidas. No se consideró necesario incluirlo en el ejemplo. De lo anterior derivan algunas características fundamentales del lenguaje

que determinan el estilo científico para hablar o escribir: 1. Objetividad 2. Brevedad 3. Claridad

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4. Precisión 5. Orden 6. Sencillez 7. Estilo impersonal. Es conveniente analizar estas cualidades para entender su significancia y

utilidad, a la vez que para darse cuenta de su estrecha interrelación y mutuo refuerzo.

Objetividad

En este caso significa hablar o escribir sobre las cosas tal como son, sin pasión, emoción ni exageración; con apego a la brevedad y no como quisiéramos que fueran. Se dice que es objetivo lo que existe indepen-dientemente de quien lo juzga o describe; lo contrario de objetividad es subjetividad, vicio que suelen presentar algunos escritos que debieran ser científicos. Ejemplos: 1. El tubo cardiaco sufre una torsión... 2. La asombrosa precisión de los mecanismos neurales... 3. La maravillosa resistencia de este nuevo material... 4. A partir de la vacunación, la poliomielitis ha sufrido un dramático descenso.

Nótese el componente emocional, subjetivo, de cada una de estas ex-presiones que con rigor científico podrían ser: 1. "El tubo cardiaco hace un movimiento de torsión" o, bien, "la porción inferior gira sobre su eje longitudinal hacia tal lado".

2. La precisión de los mecanismos neurales... 3. La resistencia elevada de este nuevo material... 4. A partir de la vacunación, la poliomielitis descendió en "x" por

ciento. En este último caso, decir simplemente que descendió da sólo una idea

vaga, imprecisa. La objetividad es cualidad del escritor científico; no le está permitido

introducir apreciaciones subjetivas que en ocasiones le llevan a falsear resultados.

Brevedad

Del latín brevitas, significa corta extensión o duración. En un escrito o discurso indica empleo del menor número de palabras, debidamente se-leccionadas y enlazadas para que den a entender lo deseado sin tener que entrar en explicaciones. Lo que no es breve resulta verboso, pesado y, en ocasiones, difícil de entender. La abundancia innecesaria de palabras tiene consecuencias indesea-

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bles como aumento del tiempo de lectura, mayor número de páginas para la impresión (costo elevado), aumento del área para guardar las publicaciones y otras más. La brevedad es un imperativo de nuestra época y no debe asustarnos, pues los escritos son valiosos por su contenido, no por su extensión. El escrito verboso, lleno de circunloquios y repeticiones no es científico y demuestra inmadurez del autor. Llama la atención que existan trabajos merecedores del Premio Nobel

escritos en pocas páginas, mientras comunicaciones triviales, intrascen-dentes, llenan numerosas cuartillas, cuya lectura absorbe demasiado tiempo y a menudo ocultan, con aparente sagacidad, su pobre contenido.* Cuando es preciso consultar numerosas obras se aprecia mejor el contraste entre el estilo breve y claro de algunos autores frente a otros que nos causan desesperación. La brevedad, sin embargo, no debe sacrificar la claridad o el contenido

del escrito, se debe evitar o suprimir lo superfluo, como artículos al enumerar objetos, superlativos, calificativos inadecuados, dobles nega-ciones o afirmaciones, gerundios innecesarios y otras cosas indebidas. En términos generales, si al suprimir palabras o frases el escrito conserva o gana claridad, resulta evidente que lo eliminado era inútil. Conviene hacer una recomendación: nunca esperar que lo escrito quede

correcto de primera intención, habrá que leerlo y releerlo, acomodar frases o palabras, corregir puntuación y asegurarse de la ortografía;** finalmente es útil darlo a leer a una persona capacitada para que lo critique y sugiera cambios que pueden ser benéficos. Los buenos escritores, los autores competentes, lo hacen así y es frecuente ver en las primeras páginas de los libros agradecimientos por la lectura del manuscrito, las observaciones y sugerencias; oírlas y tomar en cuenta las útiles, revela actitud positiva del escritor; pero no falta quien se ofende por ellas o las desprecie. Los libros mal escritos a veces son testimonio de esta conducta inmadura. De cualquier manera, toda observación debe hacerse en forma comedida; el escritor, a su vez, debe saber que escribe para los demás

*Don Santiago Ramón y Cajal, en su libro Los tónicos de la voluntad, cita, a propósito de la redacción del trabajo científico, el siguiente hecho: "Mr. Bil-lings, sabio bibliotecario de Washington, agobiado por la tarea de clasificar miles de folletos en donde, con diverso estilo, dábanse a conocer los mismos hechos o verdades ya de antiguo sabidas, aconsejaba a los publicistas científicos la sumisión a las siguientes reglas: la. tener algo nuevo que decir; 2a. decirlo; 3a. callarse, y 4a. dar a la publicación título y orden adecuado." **Las faltas de ortografía y de sintaxis constituyen los defectos más frecuentes

en nuestro medio, lo que es más atribuible al descuido de quien escribe que a verdadera ignorancia; en ocasiones representan más una actitud que una carencia.

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y que el éxito de la obra depende de la comprensión del lector a quien va dirigida. En todo documento es necesaria una cuidadosa revisión final; si se trata de tesis, el director, quien comparte con el alumno toda responsabilidad de los aspectos científicos, técnicos, de redacción y pre-sentación, debe llevarla a cabo para evitar rechazo que, además de ser penoso, conlleva pérdida de tiempo, atraso del examen y otras situaciones que hablan pobremente del tesista y del director. Escribir con brevedad, sin palabras o frases innecesarias, demuestra

capacidad para sintetizar, habilidad recomendable y necesaria en el escritor científico; en publicaciones de categoría elevada, en congresos y otros acontecimientos similares, el tiempo disponible siempre es limitado y el articulista o ponente no debe correr el penoso riesgo de ver rechazado su artículo o agotado su tiempo antes de finalizar la exposición. Se sugiere al lector que para redactar tome en cuenta lo siguiente: 1)

tener idea clara de lo que desea expresar, 2) escribir sin preocuparse de inmediato por la extensión para no exponerse a la fuga de ideas y 3) corregir lo escrito leyéndolo una y otra vez hasta que las ideas aparezcan con brevedad y se entiendan. Es bueno insistir en la recomendación de dar a leer a otra persona lo escrito para que descubra vicios o defectos inadvertidos por el autor.

Algunos ejemplos comentados ilustran sobre la brevedad.

Recientes estudios se han propuesto precisar la parte que corresponde al simpático. (12 palabras)

podría reducirse así:

Estudios recientes tratan de precisar el papel del simpá- tico. (9 palabras)

Aunque se puede reducir más aún, en este caso se logró decir lo mismo con nueve palabras (o sea el 75%) lo que, si se aplicara a toda la obra, podría reducir los tres tomos a sólo dos.

Con relación a la columna vertebral, su punto de origen corresponde al disco que separa la duodécima vértebra dorsal de la primera vértebra lumbar. (24 palabras)

este párrafo puede reducirse a:

Se origina a nivel del disco que separa la duodécima vér- tebra dorsal de la primera lumbar. (16 palabras)

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o aún más si se emplean abreviaturas:

Nace a nivel del disco entre T12 y LI.

Por supuesto que hay muchas maneras de redactar, todo depende de quién escribe. En el último caso, la reducción pudo llevarse hasta sólo nueve palabras. Es explicable entonces que existan compendios de ciertas obras de carácter enciclopédico, lo que no se justifica en otras que pudieron escribirse con brevedad. Veamos otros ejemplos:

La síntesis del DNA, la síntesis del RNA y la síntesis pro-teínica, son sensibles a las radiaciones ultravioletas.

(18 palabras)

Después de modificar, queda:

Las síntesis de DNA, RNA y proteínas son sensibles a ra- diaciones ultravioletas. (12 palabras)

Esta reconstrucción no sólo redujo el número de palabras empleadas, sino evitó la palingrafía (del griego palin, que significa de nuevo, por se-gunda vez, y graphé: escribir, trazar), o sea, la repetición de letras, pala-bras o frases como las que existen en la sucesión de: la síntesis, la síntesis... La repetición machacona y monótona de palabras puede también caer en

cacofonía o asociación de sonidos que producen efecto desagradable. Hay quienes defienden la redacción palingráfica diciendo que esas repeticiones refuerzan ciertos hechos, pero también es posible que sólo den mal ejemplo. Prosigamos:

En el estado actual de nuestros conocimientos sobre la materia, es difícil aceptar o rechazar, a priori, que áto-mos del elemento bromo (Br) tomen parte en la constitu-ción química del protoplasma celular. (32 palabras)

Con toda intención se incluyó este ejemplo, escrito hace muchos años, porque sirve para demostrar la evolución del lenguaje científico. Ahora se diría sencillamente:

Se ignora si el bromo forma parte del citoplasma. (9 palabras)

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Claridad

Esta cualidad se obtiene mediante la selección adecuada de palabras y su enlace correcto. El empleo de términos con significado ambiguo o erróneo dificulta el entendimiento de lo escrito y obliga al redactor a entrar en explicaciones que serían innecesarias si se hubiera redactado correc-tamente. En el enlace de las palabras está el sentido de lo escrito; cuando es defectuoso, puede dar a entender conceptos muy diferentes a los deseados. Algunos ejemplos ilustran mejor que muchas explicaciones.

Todo médico que atiende a un enfermo padeciendo cri-sis convulsivas, es indispensable que trate de investigar su causa.

Además de tener un agresivo gerundio, el párrafo está defectuosamente construido al punto que se ocurre preguntar si las crisis convulsivas las padece el médico o el enfermo. Posiblemente el autor quiso decir:

Es indispensable para todo médico que atiende a un en-fermo de crisis convulsivas, investigar la causa de éstas.

En esta modificación se emplearon casi las mismas palabras pero or-denadas de otra manera y aún es posible expresar la misma idea con mayor brevedad y claridad:

El médico debe investigar la causa de toda crisis con-vulsiva.

Debe insistirse en que hay muy diversas maneras de expresar una idea; lo que se buscó en este ejemplo es hacer notar la importancia que tiene saber ordenar las palabras. Por otra parte, existen signos de puntuación que ayudan a lograr frases claras. Es típico un ejemplo que se usa desde la escuela primaria para hacer resaltar los cambios de significado de una frase al mover solamente una coma y utilizar un acento:

"Padre muerto está, tarde llegamos." "Padre muerto, esta tarde llegamos." "Padre muerto esta tarde, llegamos."

El siguiente ejemplo ilustra también sobre la necesidad de emplear pa-labras adecuadas y enlazarlas correctamente. Cuando se habla de métodos o cantidades, una mala explicación puede ser fatal.

Una de las funciones del ácido glutámico es probablemen-te la desintoxicación producida por el amoniaco.

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Cabría preguntar: si el amoniaco provocó la desintoxicación, ¿para qué se necesita el ácido glutámico? Posiblemente el autor quiso decir que entre las funciones probables del ácido glutámico está neutralizar la intoxicación producida por el amoniaco. Se citan a continuación algunos ejemplos de redacción impropia, acompañados de lo que podría ser la correcta.

Los cortes deben obtenerse con un cuchillo muy bien afi-lado ejerciendo muy poca presión lo antes posible des-pués de la muerte.

Cabe aclarar que lo obtenible mediante los cortes son fragmentos y la redacción podría ser:

Los fragmentos deben obtenerse inmediatamente después de la muerte, haciendo los cortes con un cuchillo muy bien afilado, sin ejercer presión.

Pasemos a otro ejemplo:

...mientras estudiaban cortes de gatos sucesivos obser-varon en las células nerviosas de algunos...

Podría ser:

...mientras estudiaban cortes sucesivos de porciones del sistema nervioso de gatos, observaron en algunas neuronas...

Otro ejemplo:

...tendría por consecuencia que el citoplasma extraería agua a través de la membrana del líquido tisular.

Se debe señalar que la membrana es parte del citoplasma, no del líquido tisular; el párrafo podría decir:

...tendría por consecuencia que el citoplasma absorbie-ra, a través de la membrana, agua del líquido tisular.

Además de la poca claridad o verdadera confusión que puede originar una mala sintaxis, crea desconfianza en el lector.

Hay que recordar, por otra parte, que no es necesario que la lectura científica sea pesada o aburrida, pues esto limita su divulgación. Cuanto más elevado sea un concepto, se requiere mayor claridad y sencillez en

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la manera de expresarlo. Las frases oscuras que requieren meditación después de cada palabra o párrafo, impiden la propagación de las ideas. Un ejemplo de esto se muestra en las siguientes líneas:

Lo que está en juego es la difusión de un nueva ideo-logía que se propone describir lo que pasa (y lo que significa) al eliminar los conceptos capaces de en-tender lo que pasa (y lo que significa).

Se debe hacer —aunque sea breve— una alusión a la ortografía, parte de la gramática que enseña a escribir correctamente mediante el empleo de letras y signos auxiliares de la escritura; es obligatorio tenerla en cuenta al redactar. Nadie está a salvo de olvidar en cualquier momento alguna letra, acento u otro signo, y esta falta de ortografía puede inclusive alterar el significado de lo escrito según lo demuestran los ejemplos siguientes:

bacilar — relativo a bacilos o gérmenes basilar — relativo a la base vacilar — estar indeciso

médico — el que cura medico — doy medicina medicó — dio tratamiento

Es de notar el cambio de significado si se cambia una letra, lo que en ocasiones puede ser ofensivo:

fresa — fruto de una planta rosácea freza — estiércol o excremento de algunos animales

bracero — quien trabaja con los brazos brasero — calentador con brasas.

Todos los signos ortográficos tienen su función bien determinada y es lícito servirse de ellos, pero sin abusar o caer en uso indebido. El empleo de letras mayúsculas, paréntesis, comillas o subrayados está reglamentado, y cualquier libro de gramática contiene sus indicaciones. Aquí se señalarán brevemente.

Precisión

Si se tiene en cuenta que lo redactado será leído por otras personas, im-porta que los datos relativos a personas, lugares, instituciones, fechas, métodos y cantidades sean tan precisos como sea posible. No es necesa-

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rio destacar lo que puede significar un punto decimal mal ubicado o una cifra vaga en un documento científico; en biomedicina, un miligramo pue-de ser la diferencia entre la vida y la muerte y, en las demás disciplinas, la exactitud de datos es indispensable. No se puede llevar a cabo ningún cálculo, ningún estudio estadístico ni alguna investigación con datos va-gos e imprecisos. Expresiones como: "allá por los cuarentas", "agréguese un poco de car-

mín vegetal" o "la poliomielitis descendió notablemente" son impreci-sas; debió decirse: "el 9 de julio de 1947", "agréguense 5 mg de carmín vegetal por cada 100 ml de agua" y "la poliomielitis descendió en 47%". Si a un lector interesado en cierto tema se le dice que hubo una publi-

cación "allá por los cuarentas", tendría que consultar muchas revistas o libros; esto mismo sucede en cualquier otro caso. No existe ciencia sin cifras y la expresión matemática de los conceptos resulta fundamental en todas sus áreas. Más adelante se tratará la bibliografía, pero podemos adelantar que

en toda ficha se deben enunciar los datos con precisión. Un ejemplo co-mentado aclara el punto:

Los estudios de Edinger (1917) y los recientes experimen-tos de Earlie, Walding y Penfield, fundamentan esta ase-veración.

En este caso, hubo precisión en cuanto a Edinger pero no en cuanto a los demás autores (esto aparte de que la palabra "fundamentan" po-dría ser sustituida con ventaja por "apoyan").

Los esqueletos fueron remitidos a París y descritos en sendas publicaciones por P. Broca6' 8 y F. Prunes Bey 33,34 Desdee 1822, año en que se publicaron los cra-nia étnica por De Quatrefages y Hamy,38 ninguna otra información fue publicada sobre los mismos ejemplares.

Este párrafo, tomado de una prestigiada revista científica constituye ejemplo de precisión de datos; al consultar la bibliografía se encuentra toda la información sobre trabajos y publicaciones, así como sobre bi-bliotecas donde se pueden consultar las obras y aun museos donde exis-ten los ejemplares o especímenes estudiados.

Orden

Todo trabajo, científico o no, debe ser ejecutado en orden; se deben cu-brir las etapas de una secuencia adecuada a las metas. El método cientí-fico es el mejor ejemplo de ello y la comunicación científica, que es su

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relato fiel, no escapa a esta regla. Hacer las cosas en desorden requiere de mayor esfuerzo, repeticiones y ajustes; finalmente, la calidad del trabajo deja mucho que desear y el lector debe invertir también mayor esfuerzo para entenderlo. Sucede a veces que un documento o una conferencia desordenada causa rechazo; por ello, el científico debe exponer con orden, lo que además resulta lógico y en cierto modo sencillo, aunque no existe un patrón rígido. En el capítulo dedicado a la estructura de la comunicación científica se trata y ejemplifica este punto; por ahora queda a nivel de recomendación. La parte de la gramática, llamada sintaxis, que se encarga del enlace adecuado de las palabras es importante porque ayuda a la expresión de ideas e incluso a lograr elegancia en el escrito científico. La cuarta recomendación que el sabio Mr. Billings hacía a los escritores

científicos era la de dar al trabajo título y orden adecuados. Es conveniente añadir la de una correcta presentación. El título no escapa a las cualidades del lenguaje científico; debe ser breve,

claro y guardar estrecha relación con el contenido del trabajo; un título bombástico o confuso invita a dejar el libro en su estante o a pasar de largo el artículo. Unos ejemplos ilustran.

Dificultades que intervienen en la visualización de estruc- turas tridimensionales a partir de cortes que sólo mues- tran dos dimensiones. (18 palabras)

Como título de un trabajo o de un capítulo esto resulta demasiado largo y podría reducirse a:

Interpretación de las imágenes observadas. (5 palabras)

Qué significaba el término histología en sus comienzos y cómo ha ido aumentando cada vez más el campo que estudia. (20 palabras)

puede enunciarse así:

Evolución del campo de la histología. (6 palabras)

Acción terapéutica de la sulfa-metoxipiridazina en casos de infección renal crónica, en pacientes hospitalizados y efectos colaterales de la misma. (21 palabras)

Este título kilométrico podría reducirse a:

Sulfa-metoxi-piridazina en infección renal crónica. (5 palabras)

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En el texto del artículo se expondrá la acción terapéutica, efectos co-laterales y todo aquello que el autor considere importante. No es aventurado decir que el título es la tarjeta de presentación del

escrito, importa tanto como éste; en ocasiones constituye uno de los pro-blemas no sólo de los artículos científicos sino de otros escritos y debe ser cuidadosamente estructurado para no caer en vulgaridad, presunción o falsedad. Lo anterior es aplicable también a pláticas o conferencias cuya exposi-

ción debe corresponder al título. El anuncio de algo que no se dará o es inalcanzable por el momento, constituye fraude. Por otra parte, ex-tenderse en aspectos ajenos al tema significa abusar de la atención del auditorio y denota falta de madurez. Quienes han sido alguna vez vícti-mas de alguno de estos procedimientos desconfían de ciertos autores o conferencistas. El orden de una exposición escrita o hablada es factor importante pa-

ra su comprensión; se deben acomodar las ideas según una secuencia lógica que agote sucesivamente los aspectos abarcados por el tema para no caer en repeticiones indebidas o decir lo que debiera estar en otro lugar. La experiencia de otra persona podrá siempre ayudarnos y, si se trata de determinadas publicaciones o tesis, existe generalmente un mo-delo basado en consideraciones académicas fáciles de entender. El di-rector de tesis debe conocer este modelo e instruir al ponente para que lo siga. Por lo demás, resulta fácil hacer y decir las cosas en orden. En el capítulo que trata la estructura de la comunicación científica se

demuestra que dicha estructura debe ser, en muchos casos, el reflejo de las etapas del método científico.

Sencillez Siempre debe tenerse presente que el propósito del escrito científico es difundir ideas y hechos, no sólo para los expertos en el área sino para quienes están aprendiendo. Además, debe tenerse en cuenta el "blanco" a quien va dirigida la comunicación; pero en todo caso la expresión sen-cilla e inteligible de las ideas y el uso de palabras comunes (sin caer en la vulgaridad) facilitan la difusión. Los términos ampulosos, retumbantes o los tecnicismos innecesarios limitan la comprensión, sobre todo de quie-nes tratan de aprender. Resulta obvio que los términos técnicos y siglas son inevitables y deben usarse, pero en ocasiones conviene explicarlos antes de emplearlos y cuando se ha hecho esto aún se les puede abreviar. Ejemplo:

El síndrome de Waterhouse-Friederichsen obedece a...

Si el lector no está previamente enterado del síndrome se va a encon-trar en situación difícil; el documento podría decir:

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La púrpura generalizada febril de aparición brusca (sín-drome de Waterhouse-Friederichsen, SWF) obedece a...

Con toda razón se tiende a suprimir epónimos cuando es posible y a sustituirlos por sustantivos (ligamento inguinal en lugar de arco de Pou-part; peloteo renal en lugar de signo de Guyon). Queda fuera de discusión el empleo de modismos o regionalismos en

el escrito científico; este tipo de expresiones que apenas se justifican en el lenguaje familiar causaría desconcierto o verdadera confusión en cual-quier documento. Sin embargo, una vez más hay que insistir en que el escrito científico no tiene por qué ser pesado, aburrido o contener ex-presiones vulgares; se puede hablar con sencillez y elegancia al mismo tiempo; ciencia y arte no están reñidos, se lee con placer lo elegante y claro, en tanto que lo vulgar produce rechazo y en muchos casos no se toma en serio. La sencillez y claridad con que debe escribirse un libro de texto (desti-

nado a quien no sabe) podría parecer pueril o fuera de lugar en un traba-jo que ganó premio en ciencias; pero, en ambos, deben estar presentes las buenas cualidades del estilo científico. Una vez analizadas estas cualidades, cabe hacer notar que se refuer-

zan y complementan mutuamente: lo breve casi siempre es claro, lo cla-ro es sencillo y preciso, lo objetivo y ordenado se entiende mejor y todas estas cualidades juntas dan al lenguaje científico su poder didáctico y ca-pacidad de difundir ideas y hechos; además, su empleo demuestra la ma-durez y desarrollo equilibrado del científico. Existen en nuestro medio trabajos valiosos por su contenido, que no

han logrado la difusión y el aprecio necesarios debido a los vicios que contienen, no sólo respecto de las cualidades señaladas sino de otras co-mo son el empleo apropiado de signos auxiliares de la escritura y letras mayúsculas, recursos didácticos (fotos, esquemas, gráficas, cuadros sinóp-ticos) y otros que a su tiempo serán analizados. La falta de acatamiento a las recomendaciones anteriores (aceptadas

universalmente) origina la mayoría de los vicios que se encuentran en los escritos científicos de mala calidad a pesar de que en ocasiones tie-nen contenido valioso. El cuadro 1 da mejor idea de este punto.

Estilo impersonal

El escrito científico es una exposición coherente* de ideas y hechos; a veces deben citarse personas, instituciones o lugares, pero sólo en oca-siones especiales el autor podrá automencionarse sin hacerlo en forma

*En este caso coherencia significa relación ordenada entre los componentes del escrito. 28

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repetitiva; las expresiones como "yo pienso", " en mi laboratorio", "se nos ocurrió" "pensamos que" y otras por el estilo no son recomendables y en su lugar cabría decir: "se puede pensar que", "en el laboratorio de esta institución", "surgió la idea" y otras que eliminen la referencia al yo, al nosotros, o a mío y nuestro. Es lícito en cambio decir: "el autor de este trabajo". En este caso la referencia es en tercera persona.

CUADRO 1

CUALIDADES Y VICIOS FRECUENTES DEL ESCRITO CIENTÍFICO

Cualidad Vicios

Objetividad Subjetividad, apreciación personal relacionada con nues- tro modo de sentir y no con la realidad. Ver las cosas co-mo quisiéramos que fueran; en ocasiones con pasión y emoción, lirismo.

Brevedad Verbosidad, pesadez, que en ocasiones generan confusión y hacen el escrito cansado, aburrido, repetitivo.

Claridad Vaguedad o ambigüedad. A veces el autor no queda sa- tisfecho y hace aclaraciones, explica lo que quiso decir.

Precisión Inexactitud, vaguedad; en ocasiones verdadera confusión. Conduce a la imposibilidad de contar con datos útiles.

Orden Desorden, caos que dificulta el entendimiento. A menu- do genera confusión y siempre dificulta la lectura del do-cumento.

Sencillez Complicación innecesaria, pedantería. Uso de términos bombásticos o poco conocidos aun por los especialistas.

Estilo impersonal Personalismo; referirse siempre a "mío", "nuestro", "yo", "nosotros", "hicimos", "en nuestro laboratorio". Se pue-de decir: "en el presente trabajo", "surgió la idea", "se hizo".

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Existe un aspecto que cuida no sólo al lenguaje científico sino al idio-ma castellano, y es el de velar por su pureza, pues es muy vasto y tiene expresiones para todos los casos. Conviene que el idioma evolucione y se enriquezca pero no que se de-

teriore, como sucede cuando se introducen extranjerismos innecesarios, se da a las palabras significado que no tienen, se formulan expresiones bárbaras, torpes, o se castellanizan términos innecesariamente. Los neo-logismos y expresiones técnicas que no existen en castellano deben adop-tarse en forma racional y esto enriquece el idioma. Desafortunadamente las ofensas se encuentran a la orden del día y costará trabajo detenerlas debido al afán de imitar y, sobre todo, a que ciertos científicos destaca-dos se empeñan en hacerlo mientras el vulgo científico está ansioso de utilizar los términos bárbaros porque los creen elegantes. Es por ello que se oye con frecuencia hablar de "aparatos sofisticados" en lugar de com-plicados o muy avanzados, "sistema inmune" en lugar de sistema inmu-nitario o bien que "los contaminantes dañan la ecología", sin detenerse a pensar que el dañado será el medio (o medio ambiente para distinguir-lo del medio interno), pues la ecología no se puede dañar ya que se trata de una rama de la ciencia. A todo esto hay que añadir el aprendizaje defectuoso del castellano que lleva a muchas personas a decir "metereó-logo", "areopuerto" o "itsmo", en lugar de los términos correctos (me-teorólogo, aeropuerto, istmo). Existen expresiones en libros científicos que resultan indignas de una

casa editorial. Una de estas expresiones es "el esbozo del sistema ner-vioso central empieza por ser un tubo hueco por dentro"; ¿acaso no to-dos los tubos son huecos y el hueco tiene que estar adentro? Otra más que resulta indignante o mueve a conmiseración es "el embrión mide de la coronilla a la rabadilla 'x' mm". Llama la atención que libros edita-dos en México estén escritos en esta forma mientras otros documentos y artículos que vienen de países como Alemania o Inglaterra, donde el castellano no es el idioma nacional, están redactados en forma impeca-ble. Todo lo anterior nos habla, no de ignorancia, sino de actitudes ne-gligentes y descuido, de falta de aprecio por nuestro idioma y de ausencia de revisión de escritos y libros en elaboración. Para terminar, debe señalarse el abuso de las abreviaturas; indudable-

mente, éstas constituyen una ayuda si se emplean en forma racional y si se considera que no todos los términos que se abrevian son castella-nos; el problema surge cuando se utilizan con exceso las abreviaturas extranjeras, lo que causa gran dificultad al lector. El remedio es muy sen-cillo: antes de escribir por primera vez la abreviatura, escríbase el térmi-no desplegado, completo, y después la abreviatura entre paréntesis (a lo largo del escrito, cuando se vuelve a usar la abreviatura, ya no habrá que encerrarla entre paréntesis). Además, un glosario y un índice de abre-viaturas siempre son útiles.

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Lo anterior subraya la necesidad de concentrarse en la labor de escri-bir, abandonar actitudes de prepotencia científica y contar con los útiles indispensables para esta labor, como son los ya citados: un buen diccio-nario de la lengua castellana, uno de sinónimos y antónimos, y un ma-nual de gramática. Si desde el principio las cosas se hacen bien, todo será más fácil y el

número de revisiones y correcciones será menor. No debe olvidarse que el dar a leer a una persona calificada nuestro escrito siempre es conve-niente, tanto como someterlo a juicio y adoptar en su caso las sugeren-cias que se reciban.

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SIGNOS GRAMATICALES DEL ESCRITO CIENTÍFICO

En el escrito científico se utilizan los signos de puntuación habituales en nuestro idioma y se siguen las mismas reglas para su uso; se emplean también otros signos auxiliares como paréntesis ( ), comillas " ", subra-yado y corchetes [ ]. No tienen uso los signos de admiración, los de inte-rrogación ni los puntos suspensivos, todos ellos propios del lenguaje literario y del familiar. El uso de las letras mayúsculas tiene indicaciones específicas. Finalmente, la acentuación de las palabras y su enlace, así como el de frases y oraciones siguen las mismas reglas sintácticas que señala la gramática. El buen uso de estos recursos permite al escritor científico cumplir con

su misión de comunicar eficazmente hechos e ideas, e invita a ser leído; en cambio, una comunicación mal escrita puede causar confusión, difi-culta la propagación del conocimiento y provoca impresión desagrada-ble, porque revela desconocimiento injustificable de algo que debió aprenderse desde grados inferiores, además de poner en entredicho a la institución que aloja a quien escribe deplorablemente. Se puede decir que una mala comunicación desvirtúa la labor científica, por más eleva-da que ésta haya sido. Se presenta un resumen acerca del uso que en nuestro caso debe dar-

se a los recursos señalados; respecto de las reglas de puntuación, acen-tuación y ortografía, es recomendable el estudio de la gramática castellana y el entrenamiento constante en este terreno.

Los signos de puntuación *

En el escrito científico se usan la coma (,), punto y coma (;), dos puntos (:), punto y seguido, y punto y aparte.

*Para no alargar demasiado las instrucciones, se aprovecharán los ejemplos para se-ñalar aspectos de la escritura científica y ciertos vicios.

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1. Coma. Este signo indica una leve pausa, que contribuye a dar senti- do a lo escrito; se usa para separar palabras o términos cuando se men- cionan varios sucesivamente; por ejemplo: "mitocondrias, ribosomas, lisosomas, retículo endoplásmico y aparato de Golgi, son todos órganos celulares". Nótese la ausencia de artículos que no sólo aumentan el número de

palabras sino causan efecto desagradable como en el siguiente caso: "El aparto digestivo, el aparato respiratorio, el aparato cardiovascular

y todos los demás aparatos del organismo trabajan en forma coordinada gracias a la acción del sistema nervioso." En este párrafo, no sólo sobran los artículos sino la palabra aparato

que se repite en forma innecesaria (palingrafía), lo que, al leerse, da so-nido desagradable (cacofonía). Una manera de escribirlo correctamente es: "Los aparatos digestivo, respiratorio, cardiovascular y todos los del or-

ganismo trabajan coordinadamente debido a la acción del sistema ner-vioso." (Nótese que se cambió la palabra "gracias" por "debido".) Conviene también encerrar entre comas los términos o frases explica-

tivas (a manera de paréntesis), como se muestra en seguida: "La inclusión de fragmentos en plástico, sin sobrepasar los límites de

temperatura, es uno de los procedimientos que se usan para la micros-copía electrónica." "El potencial de reposo, que se mide por medio de electrodos coloca-

dos en la membrana celular, ilustra sobre el estado de polarización." En otras ocasiones, por medio de comas se separan frases u oraciones: "No es posible visualizar una nubécula de electrones, tampoco las par-

tículas del núcleo atómico, simplemente se conoce su presencia por me-dios indirectos pero confiables." Frecuentemente los escritores noveles abusan de los signos de pun-tuación, especialmente de la coma, lo que implica desconocimiento de su uso correcto, con lo que se puede distorsionar la exposición o causar ambigüedad. La coma ayuda a dar sentido a una frase u oración, su co-locación equivocada altera la idea. Ejemplo: Padre muerto esta tarde, llegamos. Padre muerto está, tarde llegamos. Padre muerto, esta tarde llegamos. 2. Punto y coma. Debe usarse cuando se presentan en el escrito ora-

ciones subsecuentes cuyos componentes ya se encuentran separados por coma. En este caso, entre las dichas oraciones, se debe usar el signo citado. Ejemplo: "La célula, provista de membrana, citoplasma, organelos, núcleo y nu-

cléolo; funciona como unidad integrada, capaz de realizar funciones co-mo obtener energía, reproducirse, secretar y otras más." Se recomienda el uso del punto y coma en todo periodo de alguna ex-

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tensión, antes de conjunciones adversivas como mas, pero, aunque, sin embargo. "En el tratamiento del paciente se utilizaron los recursos aconsejables;

pero su mal estado nutricional sobrepasó las posibilidades de curación." Siempre que a una oración siga otra, precedida de la conjunción y, que

no tenga relación muy estrecha con la anterior, debe escribirse punto y coma antes de la conjunción. "Ningún recurso bastó para obtener la curación hasta que se empleó

la cirugía; y se observó que en estos casos frecuentemente se olvidan los aspectos económicos y el tiempo de hospitalización."

3. Dos puntos. En el escrito científico los dos puntos (:) casi siempre anteceden a una enumeración de objetos, etapas de un proceso o des-cripción de una técnica. Ejemplos: "La toxoplasmosis puede afectar los siguientes órganos: pulmón, estó-

mago e intestinos, matriz y conductos genitales, globo ocular y algunos otros con menor frecuencia." "Las etapas del proceso nutricional son: ingestión, digestión, absorción

intestinal, asimilación, metabolismo y excreción." "La técnica más empleada es la siguiente: ..." "El fenómeno llamado muerte puede resumirse en una expresión: pér-

dida de la homeostasis."

4. Punto y seguido. Siempre que se busca separar conceptos cuya im-portancia debe destacarse a pesar de que estén poco relacionados entre sí, se debe emplear el punto y seguido; sin embargo, no es recomenda-ble hacerlo frecuentemente en un escrito científico, se corre el riesgo de llenar de pausas y frases u oraciones aisladas el párrafo y restarle flui-dez. Un caso en que estaría indicado es el siguiente: "Parece no haber duda acerca de que las vesículas sinápticas contie-

nen el neurotrasmisor que debe ser liberado. Respecto de las mitocon-drias cabe suponer una serie de posibilidades."

5. Punto y aparte. Si con un párrafo se ha examinado un aspecto de determinado tema y hay que continuar con otro que está muy poco o nada relacionado con el anterior, deben separarse mediante el punto y aparte. Sin que sea una regla, cabe pensar que a medida que la relación entre

las oraciones y frases que escribimos se hace menor o se pierde, pode-mos emplear signos "progresivos" que coinciden con esta pérdida de re-lación entre las oraciones y son los siguientes: coma, punto y coma, punto y seguido, punto y aparte. No se olvide que ésta es sólo una simple ob-servación.

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Uso del acento

Para nuestros fines y en forma sencilla conviene decir que el acento puede pertenecer a tres categorías: 1. Prosódico, que se pronuncia aunque no se escriba. 2. Ortográfico, que se escribe sobre la vocal que tiene el mayor tono o intensidad, la que carga la pronunciación.

3. Diacrítico, que se escribe en situaciones especiales como romper diptongos, dar a una voz, que se usa como artículo o adverbio, la categoría de pronombre y, en algunos casos especiales, para poner énfasis en una palabra.

1. Acento prosódico. En el idioma español, todas las palabras tienen una mayor intensidad cargada en una de sus vocales, es decir, una letra está acentuada aun cuando en su representación escrita no aparezca. 2. Acento ortográfico. Se usa en los siguientes casos: a) En las palabras agudas (con el mayor tono en la vocal de la última

sílaba) que terminan en vocal, en n o s. Ejemplo: preparé, cazón, quizás, también (si la palabra termina en

consonante, excepto n o s, no se acentúa). b) En las palabras graves (mayor tono en la vocal de la penúltima síla-

ba) que terminan en consonante, excepto n o s. Ejemplos: cáncer, útil, González, ultimátum. c) En todas las palabras esdrújulas y sobresdrújulas (con el tono mayor

en la antepenúltima sílaba o en una anterior). 3. Acento diacrítico. Este imprime a la palabra un significado especial;

si acentuamos él, deja de ser artículo y se convierte en pronombre per- sonal y lo mismo sucede con los adjetivos éste, ése y aquél, así como con sus femeninos y plurales. La o como conjunción disyuntiva se acen- túa cuando va entre guarismos para evitar que se confunda con cero. Ejemplos: "Las literales a o b representan valores fijos." "Sucedió hace 15 ó 16 días." Cuando una vocal fuerte (a, e, o) está junto a una débil (i, u) y la inten-

sidad cae en ésta (la débil), se debe escribir el acento para romper el dip-tongo (aunque vaya en contra de las reglas enunciadas anteriormente), incluso cuando dichas vocales están separadas por la letra h. En estos casos, las vocales constituyen sílabas diferentes. Ejemplos: reúso (vuel-vo a usar), rehúso (evito), acentúa, raído, oír, búho. Lo que se ha presentado acerca del uso de los signos de puntuación

y del acento debe ser reafirmado en un texto de gramática castellana y requiere el ejercicio continuo para llegar a dominarlo.

Uso de las letras mayúsculas

A pesar de que el uso de las letras mayúsculas está especificado en cier-

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tas reglas gramaticales, se emplean en forma anárquica a cada paso. Se deben utilizar como iniciales de nombres propios, después de punto y seguido o punto y aparte, al principio del escrito. Algunos autores las utilizan en la inicial de ciertas áreas de la ciencia como Física, Biología y otras. Las siglas de nombres propios, sustancias, instrumentos o técni-cas se escriben siempre con mayúsculas: DNA, RNA, NADP, GABA, M.E (microscopio electrónico) y otras. En algunos casos debe respetarse el orden de las siglas aunque no corresponda a nuestro idioma si se trata de símbolos universalmente aceptados; por ejemplo: la abreviatura por medio de siglas del ácido gama-amino-butírico debiera ser AGAB, pero la forma GABA está universalmente aceptada (esto mismo sucede con algunos términos que resultan desagradables o gramaticalmente impro-pios pero universalmente aceptados como impedancia, conductancia, ca-pacitancia y otros). Se puede escribir con mayúsculas todas las palabras de las portadas

de libros, revistas y textos; los títulos de las divisiones o capítulos y el primer apellido de una ficha bibliográfica; pero dentro del texto no hay por qué emplearlas, ni siquiera cuando se pretende destacar algo pues supone que todo lo escrito en un artículo o párrafo científico es impor-tante. (Por eso mismo no se debe caer en la exageración, expresiones como "esto es muy importante", "se obtienen cifras elevadísimas", "exa-geradamente preciso".)

Paréntesis

Deben emplearse cuando se interrumpe el sentido del discurso con una oración aclaratoria o incidental que sea larga o tenga poca relación con el tema; en ocasiones se encierran entre paréntesis fechas y autores si se intercalan en el texto. La Real Academia recomienda el uso de cor-chetes cuando se completan mediante conjeturas palabras perdidas, no claras u omitidas en un documento original, sobre todo de carácter histórico.

Comillas

Se encierran entre estos signos palabras o párrafos copiados literalmen-te del original. Cuando la idea está extractada no hay que emplearlas.

Subrayado

Subrayar palabras en un escrito científico indica al impresor que debe emplear un tipo de letras diferentes, según se indica a continuación:

• Cursivas: con una línea continua debajo de las palabras correspon-

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dientes. • Negritas (trazo más grueso): con una línea ondulada (títulos de pá rrafos o capítulos).

• VERSALITAS (forma de mayúsculas pero tamaño de minúsculas): con dos líneas paralelas (texto).

• VERSALES (mayúsculas): con tres líneas paralelas (títulos).

Debe anotarse que en el escrito científico el subrayado no pone énfa-sis en las palabras o frases, no hace resaltar su importancia pues lo que no es importante simplemente no tiene por qué aparecer. Cada casa editora y cada institución fijan sus propias normas a este

respecto.

Guión

Se usa para separar sílabas de una palabra, así como para enlazar dos o más palabras que forman un término (enseñanza-aprendizaje) o los nú-meros y palabras de una fórmula química (17-alfa-etinil-hidroxi-4-es-tren-3-ona ó noretindrona). Ciertos términos ya en uso como fisicoquí-mica, biomedicina y otros no requieren el guión. La costumbre de completar renglones con guiones simplemente para que terminen en el mismo margen revela ignorancia.

Ciertos signos como los puntos suspensivos no caben en el escrito cien-tífico, pues no es debido dejar en suspenso o a la imaginación del lector lo que es obligación del autor aclarar; esto mismo se aplica a la palabra etcétera, que quiere decir: y lo que sigue. Los signos de interrogación tampoco tienen uso en este terreno pues

las incógnitas que planteáramos no serían contestadas por el lector; las expresiones como: "¿Cuál será el destino de estas células que forman las crestas neurales?" no caben en el escrito. Si lo sabe el autor, debe darlo a conocer y, si lo ignora, simplemente lo dirá así. Los signos de admiración tampoco se utilizan pues no se usan expre-

siones de asombro ni interjecciones.

El lector debe reflexionar acerca de lo expuesto y entender que la co-municación científica cuenta entre sus características la seriedad y la ob-jetividad. Es diferente al lenguaje literario. Para lograr el dominio de las recomendaciones anteriores, se requiere leer trabajos científicos bien es-critos y practicar la redacción de este tipo en forma consistente. La sim-ple lectura de las instrucciones, sin el ejercicio respectivo, no es fructífera.

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SÍNTESIS DEL ESCRITO CIENTÍFICO

La única elegancia que se puede per-mitir el escritor científico es la bre-vedad.

G. Marañón

Una de las actividades habituales del trabajador científico es sintetizar párrafos, artículos o libros, labor que sería imposible sin conocer las ca-racterísticas del lenguaje científico y sin una bien desarrollada capacidad para saber eliminar lo accesorio y poco útil, y conservar lo importante. El idioma, como todo, ha evolucionado y lo que antes se consideraba

elegancia —el lenguaje florido de los escritos biomédicos antiguos— ahora no lo es. Frecuentemente el científico se ve presionado a presentar en un breve lapso o espacio una cantidad considerable de datos y a restringirse a lo relevante. Debido a dicha evolución, el tamaño de los libros y artículos se ha reducido sin que por esto se pierda claridad ni profundidad en el contenido. Seguirán existiendo obras enciclopédicas formadas por muchos volúmenes, pero todo su contenido está ajustado a las características del lenguaje científico. Para sintetizar un escrito se debe poseer gran capacidad de análisis; sólo

así será posible distinguir entre lo esencial y lo accesorio, de acuerdo con la necesidad de cada persona o con las circunstancias, y es en este caso cuando tienen aplicación todas las cualidades del lenguaje científico. La tendencia a la síntesis ha invadido otros campos, pues existen ya novelas resumidas, así como artículos no científicos, y aun las personas comunes se sienten defraudadas por escritos o reportajes verbosos, farragosos, pesados y repetitivos, y se inclinan por lo breve y sustancioso. Un ejemplo de lo dicho es el siguiente párrafo, que se trascribe li-

teralmente.

El tratamiento antiguo de los cuadros bronconeumónicos no podía modificar en forma significativa el curso de la enfermedad ni evitaba las complicaciones de toda índole que era casi el corolario obligado; el tratamiento actual,

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a base de antibióticos y sulfas puede detener la marcha del padecimiento, previene y trata las complicaciones cu-ya incidencia ha quedado reducida al mínimo. Como se ve, la diferencia entre ambos tratamientos es tan grande que prácticamente no cabe la comparación. (77 palabras)

Ahora veamos cómo, la misma información del ejemplo anterior puede ser expesada con diversos grados de síntesis:

A) El tratamiento antiguo de los cuadros bronconeumónicos no los detenía ni evitaba las complicaciones habituales; los antibióticos y sulfas, en cambio, lo logran. La diferen- cia entre ambos tratamientos casi no permite compa- ración. (31 palabras)

B) El tratamiento de los cuadros bronconeumónicos con an-tibióticos y sulfas detiene su curso y evita complicacio-nes; lo que no se lograba con el tratamiento antiguo.

(25 palabras)

C) Antibióticos y sulfas detienen el curso de cuadros bron- coneumónicos y evitan complicaciones, lo que no logra ba el tratamiento antiguo. (20 palabras)

D) Antibióticos y sulfas curan bronconeumonías y evitan complicaciones; el tratamiento antiguo, no.(12 palabras)

Ejercicio:

Examine cuidadosamente cada párrafo; analice en cada uno si han con-servado tan sólo las ideas esenciales, o si se han introducido ideas extra-

ñas o irrelevantes.

1. "El ejemplo anterior muestra con claridad lo que en este caso significa sintetizar o, sea, resumir, ser concreto, expresarse con concisión para dejar claramente establecido lo importante. Cuando se pide a un escritor hacer una síntesis, debe pensar en el grado a que tiene que llevarla según el tiempo disponible o las necesidades editoriales. Frecuentemente el consejo editorial de una revista pide a un colaborador que reduzca el número de páginas escritas a máquina (cuartillas) de su artículo y al mismo tiempo le indican en cuántas debe quedar plasmado; así, le resulta posible modificar la redacción y eliminar hechos e ideas poco impor-

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tantes para dejar las esenciales. A esto se le puede llamar también resu-mir, aunque el término resumen indica también el párrafo que va anexo a un artículo o capítulo de libro, y contiene las ideas centrales del mis-mo, tal como se trata más adelante. El escritor debe aclarar qué se le pide " ¿. Es difícil que el escritor científico quede totalmente satisfecho con lo que ha escrito; por ello, debe revisar cuantas veces sea necesario lo que ha escrito y darlo a leer a personas capacitadas para que le hagan las observaciones necesarias que siempre será conveniente tomar en cuen-ta y, en su caso, utilizar."

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LOS RESÚMENES

Lo que se concibe bien se escribe claramente.

R. Casián

"El resumen analítico de un artículo ha de tener la mayor concisión po-sible; su texto sólo excepcionalmente podrá tener más de doscientas palabras, de tal manera que, una vez impreso, pueda montarse en una ficha de 12.5 x 7 cm." (Conferencia Internacional sobre Resúmenes, Wa-shington, jun. 1973). A pesar de que sobran los comentarios, deben señalarse algunos otros

aspectos acerca de esta parte importante de todo artículo científico, tesis, informe final de investigación u otro documento científico. Esencialmente el resumen (no tiene por qué llamarse sumario, esto es

sólo imitación de summary) debe contener las ideas centrales del trabajo, expresadas en lenguaje científico —cuyas cualidades esenciales ya fueron expuestas. Sin embargo, el resumen frecuentemente se presenta como relato de

actividades; por ejemplo: "En el presente trabajo, se utilizaron 500 historias clínicas que fueron

cuidadosamente revisadas. Se reunió este material y se comparó con el de otros autores. Además el medicamento se administró a un lote de enfermos que respondieron de manera eficaz." Compárese el ejemplo anterior con el siguiente, tomado de una presti-

giada revista científica, cuyo título es: "Hidra como modelo para el desa-rrollo de formas biológicas."

Células aisladas de este pólipo de agua dulce pueden agre-garse y formar un nuevo animal completo. Experimen-tos con este sistema apoyan la hipótesis de un esquema fisicoquímico para el desarrollo de formas biológicas.

(33 palabras)

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Llama la atención que, dentro de esta brevedad, está implícita una ob-servación experimental: que las células dispersas se agrupen y pueden formar un animal completo; por otra parte, estas células constituyen el material de trabajo. El resumen incluye, en forma implícita, una hipótesis que propone la existencia de un esquema fisicoquímico para la creación de modelos biológicos. La observación citada al principio cons-tituye un resultado del trabajo experimental: que las células se reagru-paron y formaron un animal nuevo, lo que en cierto sentido implica una conclusión, pues seguramente el autor no trabajó con un solo animal sino con muchos, según lo expresa el artículo. Todo lo anterior constituye las ideas centrales del mismo. Otro ejemplo que lleva por título "Relámpagos":

Los estudios sistemáticos que sobre relámpagos se rea- lizaron en el siglo xix no permitieron conocer los proce- sos que originan tales fenómenos. Sólo en fecha reciente y gracias a la utilización de instrumentos fotográficos rapidísimos y oscilógrafos cuyo funcionamiento y aplica ciones se describen aquí, se ha comenzado a dilucidar los problemas relacionados con las descargas eléctricas du- rante las tormentas. (59 palabras)

En el resumen encontramos antecedentes: que los estudios realizados en el siglo xix no permitieron conocer a fondo los hechos porque no se contaba con equipo adecuado (material y método para la observación). Actualmente se pueden empezar a diluicidar los problemas relacionados con las descargas eléctricas durante las tormentas. Cabe señalar que hacer un resumen requiere destreza y atención; de otra

manera no se cumplirán las funciones correspondientes, como son informar sobre las ideas y en cierto modo el contenido del trabajo, motivar hacia su lectura y demostrar la calidad. Se puede decir que título y resumen son dos importantes tarjetas de presentación. En el aspecto informativo, el resumen ahorra la lectura de todo el trabajo

y forma opinión en tiempo muy breve cuando está correctamente formulado. Es evidente también que un buen resumen corresponderá a un trabajo igualmente bueno; un mal resumen, en cambio, no invita a la lectura del trabajo o habrá que hacerlo por necesidad pero sin placer. La regla expuesta acerca del resumen de los artículos que se publican en

una revista se puede aplicar a los informes finales de una investigación o una tesis, pues 200 palabras bien utilizadas son más que suficientes para dar a conocer en forma sintética el contenido y resultado de una investigación. No debe olvidarse que el resumen no es todo el trabajo, y el análisis de los ejemplos tratados indica que es posible decir lo importante con pocas palabras. Conviene el lector repasar el capítulo "Síntesis de un escrito científico".

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LA BIBLIOGRAFÍA

La meta de la ciencia es el conoci- miento profundo de la realidad, la

búsqueda de la verdad. V.I. Lenin

En un artículo científico, tesis o libro, el capítulo bibliográfico tiene por objeto indicar en forma adecuada las fuentes de información consulta-das o existentes. La cantidad y sobre todo la calidad de éstas es el factor importante para dar categoría a lo que se escribe y también para que el lector interesado pueda acudir a ellas y se documente o amplíe su in-formación. Por ello, las fuentes deben ser citadas con precisión, propor-cionando todos los datos que permitan localizarlas; y cuando se trate de publicaciones más o menos extensas, se indicarán las páginas donde se localiza la información relevante para el caso, y así evitar al lector leer toda la obra o hacer una búsqueda laboriosa. (Para la indicación de la página o páginas, se usan abreviaturas: p., para el singular, pp., para el plural.) Los datos que en general debe contener una ficha bibliográfica son los

siguientes: • Nombre del autor o autores. Se escribe el primer apellido completo y después las iniciales del segundo y del nombre. Cuando son más de uno los autores, se empieza por el principal y se procede con todos en el orden referido.

• Nombre de la revista o título del libro (subrayado). • Título del artículo (entre comillas). • Editorial y país. • Fecha de la publicación y edición, si hay más de una. • Volumen, número de la revista y páginas de donde se tomaron las ideas o datos. Cuando se trata de un libro o documento raro, se cita la biblioteca donde

se puede consultar. Todo esto se ordena de acuerdo con reglas aceptadas internacional-

mente y, aunque en algunas publicaciones existen variantes, en térmi-

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nos generales se respetan las reglas. Al final se dan algunos ejemplos de fichas bibliográficas y ahora se ci-

tan ciertas recomendaciones básicas, a la vez que se hace notar al lector que todo lo relacionado con la bibliografía constituye una disciplina do-minada por un número reducido de personas en cada institución. La lec-tura de publicaciones especializadas,* el estudio de ficheros bibliográficos de obras meritorias y un poco de experiencia permitirán resolver la ma-yoría de los problemas ordinarios. Se acepta que la bibliografía debe tender a ser amplia, sobre todo en

los casos de investigación bibliográfica pura, y en otros debe ser por lo menos suficiente para prestar apoyo firme a lo que se escribe. Cuando se descubre un hecho y posteriormente otros autores o investigadores lo confirman, adquiere mayor validez. Por otra parte, no es conveniente citar obras no consultadas; si se hace, debe señalarse que la cita se tomó de algún libro, revista, conferencia u otro documento. Los datos para una ficha de libro, deben tomarse preferentemente de

la carátula interna, que por lo general es más explícita que la externa, y son válidas las abreviaturas de algunos datos (fechas, página o páginas u otras), siempre que no oscurezcan el contenido de la ficha (véanse ejemplos). Para presentar la bibliografía, puede seguirse un orden numérico, al-

fabético o ambos, aunque esto supone mayor trabajo. En todo caso, al final de los párrafos extractados, ideas, hechos o autores que se citen, deben colocarse números progresivos en forma de exponentes algebrai-cos que servirán para localizar la fuente de información consultada en la lista bibliográfica. Si se opta por el orden alfabético, se colocarán en este orden las fichas de acuerdo con el apellido del autor único o princi-pal, y al final de cada una se anotará entre paréntesis el número que le correspondió en el texto. Por otra parte, es conveniente citar fechas en el texto, encerradas o

no entre paréntesis, para ubicar al lector en la época, pero no es aconse-jable intercalar grandes párrafos explicativos o aclaratorios; en su lugar se puede poner una llamada (una x o un asterisco) que indique que al pie de la página hay algo que puede o debe leerse sin obligar al lector a perder el hilo de la exposición. En este sitio se pueden colocar citas o notas bibliográficas. En las primeras se escriben los datos de algún li-bro o revista que conviene leer porque de ahí se ha tomado alguna idea y, en la segunda, se añade algún comentario sobre el contenido de la publicación citada, lo que resulta ilustrativo para el lector.

*Es útil consultar el folleto de Carlos Bosch García titulado: La técnica de la investiga-ción documental, cuya primera edición fue realizada por la Dirección General de Publi-caciones de la UNAM, en 1959; en él encontrará el lector valiosa guía no sólo en el aspecto bibliográfico sino en cómo iniciar y organizar su trabajo.

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Conviene recordar que cuando se desee bibliografía sobre un tema se puede encontrar en los libros que lo tratan, y en las revistas o trabajos originales. Existen además boletines bibliográficos especializados que con-tienen los títulos o informes publicados sobre determinado tema y se cuen-ta también con ayudas como el Catálogo General de la Unión, publicado por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, que contiene datos acerca de libros difíciles de encontrar en las bibliotecas locales. La citada biblioteca proporciona a solicitud del interesado microfilmes sobre toda publicación importante de cualquier biblioteca del mundo, en tanto que los centros de informática proporcionan títulos y resúmenes. Debido a que al escribir en máquina sólo se dispone de un tipo de letra

en minúsculas y mayúsculas, se subraya el título de la publicación, libro, memoria, revista. Esto indica al impresor que debe emplear diferentes tipos de letra. Ej.:

López Antúnez, L.y G. Améndolla, Atlas de anatomía hu-mana, Edit. Interamericana. México, la. ed., 1970 (el tí-tulo del libro se marcó al impresor como Atlas de ana-tomía humana).

El título de un artículo publicado en una revista se escribirá entre co-millas;* luego vendrá el nombre de la revista, volumen, número de la página o páginas correspondientes. Ej.:

Brown, G.E., "Geoquímica de la Luna", Endeavour. Vol. XXX, No. 111, Sept. 1971, pp. 147-152, Ed. Imperial Che-mical. Industries Ltd., Londres.

En este caso se inició con el nombre del autor pero puede hacerse según el tema:

"Geoquímica de la Luna", Brown, G.E. Endeavour. Vol. XXX, no. 111, Sept. 1971, pp. 147-152, Ed. Imperial Che-mical Industries Ltd., Londres.

Este último sistema responde a necesidades específicas. Si se trata de un libro perteneciente a una colección, después del título

"Cuando se trata de una revista conocida se pueden escribir sólo las iniciales, ejemplo: JAMA, en lugar de Journal of the American Medical Association, y en todo caso deben emplearse abreviaturas como: Arch., Phys., en lugar de Archives of Physiology o J. Mo-lec. Biol. en lugar de Journal of Molecular Biology. Todo esto en honor de la brevedad. Actualmente cada revista puede tener una abreviatura y una clave numérica que son dadas por la oficina internacional correspondiente.

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y entre paréntesis se pondrá el nombre de ésta y el número de serie, si lo hay. Vendrán después los datos sobre la edición del libro. Ej.:

Grey, Walter W., El cerebro viviente (Colección Brevia-rios, núm. 157) Edit. Fondo de Cultura Económica, Méxi-co, 2a. ed. en castellano, 1957.

En ocasiones, quien redacta se ve obligado a citar algún autor o algún concepto que a su vez ha sido citado por otro autor. Lo indicado sería buscar la publicación original, pero, si esto no es posible, se hará la cita como en el siguiente ejemplo:

Engels, F., citado por Oparin, A., en El origen de la vida, (Colección Temas Básicos), p. 61, Ediciones de Cultura Po-pular, México, 1966.

Algunos autores acostumbran poner la fecha de publicación del artículo o libro en seguida del nombre del autor, como en el siguiente ejemplo:

Foss, B. (1966), New Horizons in Psichology, Harmond-sworth: Pelican. London.

Recientemente con la utilización de sistemas computados de consulta bibliográfica, los datos de ficha bibliográfica de revistas aparecen en di-ferentes formas Ej.:

"Giant Papillary Conjuntivitis with Ocular Prosthesis" (En-glish), Wright, P., Archives oí Ophthalmology, V. 98, N. 3, p. 574, 1980.

En este caso después del título viene entre paréntesis el idioma en que está el artículo, aunque algunas veces aparece el nombre del país donde se edita la revista; se abrevian las palabras "volumen" (V.) y "número" (N.).

Robinson, W.P., "Congenital Anophthalmos". Am. J. Oph-thal. 39 (3): 400-403. 1955.

En este ejemplo, 39 indica el volumen, y las cifras 400-403 que siguen después de los dos puntos indican el número de las páginas. Hay que recordar que lo anterior obedece a la necesidad de optimizar

espacio y se escribe con base en un código especial. Tanto en las breves notas al pie de página como en la bibliografía final,

es aconsejable el empleo de abreviaturas mundialmente aceptadas, entre ellas: op. cit. u ob. cit., que abrevian opus citatus, en latín, y "obra citada", en castellano (la primera forma se debe subrayar porque son pa-

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labras extranjeras) y se usan cuando hay que citar dos veces el mismo libro pero varían las páginas como en el ejemplo siguiente:

7. Galiano, E.F., Biología, pp. 216-217. 8. Galiano, E.F., ob. cit. u op. cit., pp. 239-243.

Si se tuviera que repetir la cita del mismo autor, la misma obra y las mismas páginas, sólo se pondría la palabra ídem., que indica "igual", o bien locus citatus, que se abrevia loc. cit. y significa "lugar citado". Si son más de dos las notas que se refieren a la misma obra pero a

diferentes páginas, usaríamos la palabra ibidem que significa "lo mismo". Ejemplo:

37. Chalmers, J.A., Atmospheric Electrícity, 2nd. Ed., Per-gamon Press, Oxford 1967, pp. 93-95.

38. Chalmers, J.A., op. cit., pp. 106-109. 39. Ibidem, pp. 116-119.

Finalmente, es posible que se tenga que citar un concepto derivado de alguna investigación que no ha sido publicada; en este caso, tanto en nota al pie de página como en la bibliografía final debe hacerse notar mediante la leyenda "Trabajos de este laboratorio (o autor o institución) no publicados"; en este caso, se debe entender que los lleva a cabo o colabora el autor del artículo. En ocasiones es necesario realizar entrevistas personales para obtener

información que no se encuentra en libros o revistas; en tal caso se anota en la bibliografía el nombre del entrevistado como en los libros, seguido del sitio de trabajo o cargo que ocupa. Se termina anotando que se trató de una entrevista y la fecha de realización. Ej.:

Vásquez, A.P., Centro de Investigaciones Nucleares, De-partamento de Seguridad Radiológica, Monterrey, N.L. Entrevista personal. 25-V1H-1982.

No será remoto que en algún documento no aparezca el autor y, de ser así, al principio se anotará la palabra "anónimo"; esto se observa aun en publicaciones respetables; pero lo que nunca falta son los datos indispensables que fueron señalados al principio de este capítulo.

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CONSULTA BIBLIOGRÁFICA

Hay libros para tragar, existen otros para masticar y algunos para paladear...

Francis Bacon

La cantidad de recomendaciones y observaciones que pueden hacerse para que la consulta bibliográfica sea productiva sobrepasa los límites de este documento introductorio; por ello sólo se señalan las que parecen ser más importantes.

1.- Selección del material de consulta

Obviamente se debe tener idea muy clara de lo que se busca para saber donde encontrarlo. Algunas personas que practican ampliamente esta actividad, recomiendan comenzar por libros de texto, seguir con libros especializados (todos ellos traen bibliografías al final de cada capítulo) y de ahí pasar a las revistas científicas, memorias y otros documentos. Resulta muy útil la información personal que pueden proporcionar los especialistas y en general personas enteradas. Los bancos de información aportan resúmenes o artículos impresos. Resulta evidente que antes de lanzarse a la lectura de un trabajo, se leerá en primer lugar el resumen; así se podrá identificar si es importante para el fin que se busca.

2.- Lectura inicial del material de consulta

Igual que en otras ocasiones, una vez que se ha seleccionado el material de estudio, habrá que someterlo a la lectura inicial para enterarse de su contenido general y de las ideas que pueden ser importantes; así se sabrá cuáles párrafos serán sometidos a estudio más profundo, y de los que se hará síntesis o transcripción literal en casos especiales.

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3.- Síntesis y anotación de los aspectos importantes

Debe recordarse que la síntesis es la expresión breve de ideas y hechos que fueron bien comprendidos mediante procesos analíticos; se anota-rán en hojas a propósito o en tarjetas de trabajo después de hacer borradores.

La tarjeta de trabajo (véase más adelante) es un fragmento de cartulina de tamaño apropiado (media carta) en la que se anotan los siguientes datos: ficha bibliográfica completa, ideas extractadas, comentarios y ob-servaciones, y algunos otros, como número de clasificación, que permi-tan localizarla fácilmente tanto para el trabajo actual como para ocasiones futuras. En esta síntesis debe manifestarse la capacidad del investigador bibliográfico para aplicar lo aprendido respecto de las características del lenguaje científico. Una buena tarjeta es la mejor demostración de disci-plina de trabajo.

4.- Ordenamiento de las tarjetas de trabajo

Una vez que se ha reunido el número suficiente de tarjetas, se procede-rá a ordenarlas de acuerdo con la necesidades de trabajo y la informa-ción que aportan. Si acaso el investigador encuentra algún otro artículo que merezca atención, se colocará la tarjeta respectiva en el lugar ade-cuado y se estará en condiciones de emprender la etapa siguiente.

5.- Redacción del primer manuscrito o de alguna sección

Se procede a redactar sujetándose a las normas de redacción que han sido señaladas. Ya que en el trabajo se utilizarán ideas y hechos llevados a cabo por

otras personas y en muy diversos lugares, conviene facilitar su identifi-cación; para ello al redactar el texto se colocará al final de cada idea un número progresivo (número bibliográfico) medio espacio arriba de la línea de escritura. Cada número de éstos corresponderá a una publi-cación o comunicación expresada en las fichas de la bibliografía. Es signo de honestidad reconocer la labor de cada investigador y esto

se logra en la forma que se ha indicado. La presentación de una idea o un hecho sin identificar plenamente a su autor constituye una falta, pero además impide al lector ahondar en la información por medio de la lectura de todo el artículo. Los datos vagos, imprecisos, son poco apre-ciados y de paso demuestran falta de preparación de quien escribe. Por otra parte, resulta desagradable desviar la atención del lector al

incluir frecuentemente nombres, títulos y otros datos que deben apare-

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cer al final. En cambio, es permisible incluir en forma adecuada fechas, sobre todo cuando dan una idea de la secuencia en que han sucedido los hechos; ayudan al lector a ubicarse en el tiempo y a darse cuenta del desarrollo histórico de la corriente científica, tecnológica o de otra clase que se expresa en el escrito. Véase el siguiente ejemplo:

Winner (1973) y de Sousa (1977) coinciden en que existe relación proporcional entre peso del cerebro, número de células y perímetro cefálico.17 A menos peso encefálico, menor perímetro;18 von Riessen ha propuesto una fórmula matemática basada en comprobaciones de autop-sia y cuenta celular por muestreo regional19 que permite conocer con aproximación dos de estos valores si se conoce uno de ellos.

Este ejemplo muestra la inclusión de fechas entre paréntesis y la coloca-ción de los números bibliográficos como exponentes (después del signo de puntuación, si lo hay) sin interrumpir el texto. Debe insistirse en que es prácticamente imposible que un escrito logre su

mejor forma en la primera redacción; será menester corregir una y otra vez, cuanto sea necesario hasta lograr lo deseado. Es conveniente dar a leer el escrito a otra persona capacitada y tomar en cuenta sus correcciones y sugerencias, lo que indica la necesidad de que el escritor científico se abra a la crítica y acepte ideas; esto en lugar de restar mérito, lo enaltece. Aquí reside uno de los cambios de actitud deseables. Cuando quien escribe se molesta por las sugerencias y correcciones de otras personas enteradas, demuestra inmadurez. Finalmente por ahora, no está de más recordar a quien redacta, que debe

atenerse a normas para el uso de los signos auxiliares de la escritura. Un escrito plagado de mayúsculas en lugares donde no son necesarias, o que muestra uso indiscriminado o irracional de subrayado, paréntesis, comillas, o utiliza lo que no está indicado (término subjetivos, signos de admiración, interrogaciones, puntos suspensivos y otros), resulta tan reprobable como el escrito verboso, pesado o confuso que, lejos de ilustrar e invitar a continuar la lectura, produce reacción de rechazo y dificulta la difusión de ideas.

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CONCEPTOS USUALES EN EL CAPITULO BIBLIOGRÁFICO

1. Ficha bibliográfica 2. Bibliografía final 3. Cita bibliográfica 4. Nota bibliográfica

/. Ficha bibliográfica

Aunque existen ciertas pequeñas diferencias de estilo para enunciar una ficha bibliográfica, hay acuerdo en lo general, especialmente en el con-tenido: autor o autores, título del artículo u obra, nombre de la publicación en que está incluido, serie a que corresponde la publicación, editor, fecha, volumen, número y páginas. Existe también acuerdo en abreviar datos de las fichas y éstas mismas

bajo determinadas circunstancias, y siempre que no se oscurezca el con-tenido. Entre los datos que deben abreviarse están los nombre de revistas, de acuerdo con catálogos autorizados; igualmente se debe hacer con otras palabras, como volumen (yol.), editor (Ed.), edición (ed.), página (p.), páginas (pp.), sin fecha (s.f.), sin editor (s.e.). Cuando se tiene que repetir una misma publicación dentro de una lista

bibliográfica se está autorizando a utilizar los siguientes términos latinos que pueden abreviarse: op. cit. (opus citatus), obra citada Ibid. (ibidem), lo mismo loc. cit. (locus citatus), lugar citado Idem., la misma persona.

Cabe aclarar que el subrayado de estos términos sólo sirve para indicar al impresor que debe cambiar el tipo de letra; de acuerdo con el número de líneas que se subrayan o su trazo, se emplearán cursivas, negritas, versales (mayúsculas) u otras.

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2. Bibliografía final

Al final de un artículo o de un capítulo de un libro, deben citarse las fuentes que se han consultado o que se proponen al lector, si quiere ampliar o profundizar su información sobre el tema respectivo. Las fuentes pue-den ser documentales como notas personales, cartas, protocolos, tesis, artículos, libros y otros; o pueden ser comunicaciones personales, me-morias de simposios, congresos, mesas redondas, y aun tradiciones y re-latos. Lo importante es que el escritor valore adecuadamente cada uno de estos elementos y los utilice en forma racional. En muchas ocasiones se han resuelto problemas y sentado bases de conocimiento elevado me-diante examen de otros documentos (piedras, pinturas, utensilios) que han sido sabiamente aprovechados. El trabajo científico está lleno de ca-sos de esta clase. Generalmente cada institución adopta ciertas modalidades para expresar

la bibliografía final (índices bibliográficos) a pesar de que en los aspectos medulares existen normas bien establecidas. Se tratarán sólo cuatro modalidades en uso que se ajustan a diferentes

necesidades. a) Ordinal. A lo largo del texto de un artículo, se colocan números pro-

gresivos que indican que la idea expresada se tomó de alguna fuente de información; consecuentemente, en la bibliografía, aparecerá en primer lugar la ficha que corresponde al primer número y le seguirán sucesiva-mente las que corresponden a los números siguientes. Las fichas no que-darán ordenadas alfabéticamente y se les localizará mediante el número que les corresponde en el texto. Este sistema es uno de los más utiliza-dos. No es necesario insistir en que cada ficha contendrá los elementos indispensables ordenados de acuerdo con las normas internacionales ci-tadas o, en algún caso, las propias de la publicación. b) Alfabético. En este sistema las fichas se ordenan de acuerdo con el

alfabeto (recuérdese que se inician con el apellido del autor único o prin-cipal); sin embargo, este orden no coincidirá con los números colocados en el texto; por ello, a cada una, se le agregará el que le corresponde, pues de otra manera sería imposible saber a qué fuente de información corresponde cada idea o concepto. Si se trata sólo de una bibliografía que se recomienda como información general sobre un tema, no será necesario numerarla. c) Temporal. En este caso las fichas se ordenan de acuerdo con su ubi-

cación cronológica; se coloca en primer lugar la más antigua y se termina con la más reciente. Obviamente se le podrá relacionar por medio de un número con algún contenido específico del texto. Este ordenamiento se utiliza en trabajos históricos donde es importante la secuencia de su-cesos y la evolución de pensamiento, doctrina o filosofía. Es un ordena-

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miento poco empleado y no se usa en biomedicina. d) Por materias. Este ordenamiento se emplea sobre todo en índices

de publicaciones multidisciplinarias en que es necesario clasificar las obras por áreas de conocimiento (arquitectura, biología, física, matemáticas, química), aunque en cada apartado se guarda un riguroso orden alfabético. Lo anterior constituye una muestra de que el sistema adoptado está

determinado por las necesidades de cada caso. Existen además normas editoriales propias de algunas publicaciones

o de instituciones. Basta asomarse a diferentes áreas científicas para darse cuenta de que en cada una se adoptan ciertas normas que facilitan la localización de las fuentes de información y la difusión de ideas. Se debe recordar que existe gran variedad de fuentes de información, lo que en algunos casos representará problemas y requerirá la intervención de un experto.

3. Cita bibliográfica

En este caso se trata de la referencia a una publicación, aunque no tan completa como la ficha bibliográfica, pues casi siempre contiene menos datos y aun puede intercalarse en el texto o colocarse al pie de la página (lo que no debe hacerse con la ficha bibliográfica que, como hemos visto, contiene todos los elementos que permitan una información completa sobre la publicación). La cita puede contener sólo el título y el autor. Por ejemplo: Ramón y Cajal en Los tónicos de la voluntad, p. 67.

4. Nota bibliográfica

Supóngase que a una persona se le da a leer un libro; lo examina, anali-za, descubre sus bondades o defectos y, después de esto, escribe una opi-nión breve acerca del libro y algunos datos del autor que haya podido captar (o acaso tuvo oportunidad de tratarlo). En el momento en que en-tregue su escrito sobre el libro ha entregado una nota bibliográfica. Por supuesto que las notas bibliográficas literarias, científicas y técnicas o tec-nológicas serán diferentes. Algunas personas hablan de comentario so-bre un libro y quizá existan ciertos puntos de contacto entre la nota y el comentario, aunque posiblemente éste sea un tanto vago o se ocupe sólo de algún aspecto del libro. En muchos de ellos se hace referencia en ocasiones al autor y algún aspecto especial del libro como puede ser-lo su presentación, tipografía, clase de papel y algún otro. Para los fines de este folleto se adoptó el nombre de "nota bibliográfica". En ciertas ocasiones resulta inadecuado incluir en el texto un párrafo

explicativo muy largo o poco relacionado con el tema, por ello es acon-sejable poner notas al pie de página. De esta manera el lector puede leer la nota en cualquier momento sin interrumpir el texto.

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BIBLIOGRAFÍA

Bosch, G.G., La técnica de la investigación documental, 1959. Ed. Dir. Gral. de Pubs., UNAM. Existe una edición hecha por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad de Venezuela, 1968.

Col-Vinet, R., Redacción y estilo, Compendios Vox de Divulgación Filológica núm. 6, Ed. Bibliograf., S.A. Barcelona. 1972.

Fulton, J.F., Las normas fundamentales de las citas bibliográficas, 2a. ed., La Prensa Médica Mexicana, 1951.

Lintos, M., Manual simplificado de estilo, Ed. Trillas. México, 1978. Varios autores, Redacción y edición de artículos médicos, La P.M. Mex., 1971.

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LA TARJETA DE TRABAJO

En el trabajo científico no existen normas rígidas; si el investigador va en busca de la verdad, habrá que hacerlo como un cazador con su presa, y ésta puede esconderse en cualquier lugar. Cuando hay rigidez se establecen dogmas y éstos son la negación de la ciencia. La experiencia enseña a ser racionalmente flexible; las normas de redacción de las fichas bibliográficas lo demuestran; existe acuerdo en lo general, pero hay también normas institucionales o editoriales que el autor debe respetar y que no modifican fundamentalmente las reglas generales. Así, en determinados casos deben adoptarse ciertas medidas. Con las tarjetas de trabajo sucede lo mismo: contendrán cierto número

de datos indispensables aunque puede haber variaciones en algún aspecto; lo importante es que la presentación que se adopte sea uniforme para que el material sea manejable. La organización que se dé a una tarjeta de trabajo es la respuesta a las

necesidades y se enfoca a la meta que se busca; por otra parte, no sería remoto que una tarjeta sea útil en más de una ocasión, por ello el sistema que se propone es el siguiente:

Contenido general

1. Ficha bibliográfica completa (o abreviada, en cuyo caso se debe dis-poner de un fichero aparte).

2. Título del artículo o trabajo de investigación que se elabora. 3. Ideas, hechos o datos en general que se han tomado del documento o párrafos transcritos; todo según las normas ya estudiadas.

4. Observaciones o comentarios acerca de las mismas y en relación con el trabajo.

5. Otros datos (lugar donde existe la publicación, procedencia, disponi-bilidad de la misma, fecha de la consulta y otros que se juzguen útiles).

6. Número progresivo, que debe ser provisional hasta tener completa la serie de tarjetas; de lo contrario se estará modificando el orden a medida que se consulten otras publicaciones. Por lo pronto el número

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se anotará con lápiz siempre en lugar muy visible (ángulo superior de-recho o el centro del borde superior).

Para que las tarjetas de trabajo sean manejables y puedan contener los datos anteriores, se recomienda que sean de cartulina tamaño media carta (25.5 cm en sentido horizontal y 14 cm en el vertical).

No debe olvidarse que en otras disciplinas, por sus propias necesida-des, puede haber modificaciones a este sistema y que antes de comen-zar a redactar el artículo o capítulo, conviene disponer de las tarjetas necesarias. El trabajo científico debe ser ordenado y limpio; una tarjeta de trabajo muestra por sí sola la calidad del trabajador científico.

Si alguien tratara de escribir su artículo o tesis al mismo tiempo que lleva a cabo la consulta e investigación bibliográfica, cometería un error costoso; el resultado sería una serie de datos inconexos, deshilvanados y en completo desorden. Igual que quien construye una casa, el escritor científico hace primero planes que corresponden a una idea o a una me-ta; en seguida acumula material, construye después su artículo y final-mente lo revisa una y otra vez hasta que queda pulido y en condiciones de ser presentado a los demás. Por ello, el trabajador científico empieza por la consulta bibliográfica para tener bases conceptuales, anteceden-tes, visión certera sobre el estado actual del problema y otros aspectos. Esto da firmeza al trabajo y seguridad al autor. Por otro lado, en ocasio-nes llegan noticias acerca de nuevas publicaciones sobre el tema y con-viene estar preparado para recibir y ubicar esas nuevas aportaciones. Los datos obtenidos de cada documento deben ser anotados por separa-do en una tarjeta de trabajo, sin mezclarlos con otros; de esa manera se les puede utilizar en el momento y lugar apropiados del escrito y será fácil enlazarlos, darles coherencia para que el escritor no muestre cam-bios bruscos o interrupciones.

La tarjeta de trabajo resulta un medio indispensable para separar y te-ner presente información (ideas, hechos, personas, lugares, instituciones) que en el momento oportuno está a nuestra disposición, no ya en la bi-blioteca o en otro lugar, sino en nuestro escritorio.

En la página siguiente se muestra un ejemplo de la tarjeta de trabajo.

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Ejemplo de la tarjeta de trabajo:

Noback, Ch. R., Demarest R.J. Sistema Nervioso Humano. Ed. McGraw HUÍ, México, trad. de la 2a. ed. pp. 94-98.

Periodos críticos: efecto de los factores genéticos y ambienta-les sobre el sistema nervioso en desarrollo. (5/VI/84) Durante este proceso cada estructura pasa por uno o más pe-

riodos críticos en los que es sensible a varias influencias. Estos periodos son generalmente épocas o momentos de rápida dife-renciación molecular; durante cada uno, las influencias apropia-das tienen papel importante en el avance del desarrollo normal, que a menudo se impide cuando faltan o se ejercen otras.

(Esta concepción coincide con la de otros autores para estructu-rar este artículo.)

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DE LA TRADUCCIÓN (Marco conceptual)

Traducir, del latín tradúcete (mudar de un lugar a otro), significa expre-sar en un idioma (en este caso, el castellano) lo que se ha escrito o dicho en otro.* Obviamente se trata de traducir ideas, no palabras, porque muchas de éstas no siempre son traducibles o tienen significado diferen-te en nuestro idioma (por ejemplo, chairman que no se podría traducir al castellano como "silla de hombre", sino como presidente de una so-ciedad, asociación o grupo académico, y así en muchos casos); por ello se debe ser muy claro y firme en que se traducen ideas, no palabras. Además, el significado de cada palabra debe corresponder al contexto en que se encuentra ubicada, y para precisarlo debe leerse todo el pá-rrafo; de esta manera se captará la idea. La demostración de esto la da-rá su escritura correcta en castellano; se podrá decir que la idea es la misma sólo que expresada en dos diferentes idiomas. Si las ideas se ex-presan de manera defectuosa o alterada, no hay traducción. Así, la re-dacción correcta es "la segunda mitad de la traducción" y, junto con la comprensión cabal, forma un todo indivisible. Por otra parte, todo ejercicio se enfocará hacia la traducción de docu-

mentos científicos y, al expresar lo traducido con palabras de nuestro idioma, habrá que ajustarse a las características del lenguaje científico. Lo anterior indica que lo traducido debe ser claro y además puede ser estético, elegante y aun ameno; debe estar libre de modismos, localis-mos y otros vicios frecuentes en la traducción. En nuestro medio abunda la mala traducción, hecha literalmente (pa-

labra por palabra) y a menudo llevada a cabo por traductores "de todo", que lo mismo se enfrentan a libros de medicina que de arquitectura o astronáutica y novelas de misterio, pero en realidad desconocen todos

*En este capítulo se hace referencia al inglés debido a su amplia difusión y a que la mayoría de los documentos científicos están escritos en él.

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los campos. La experiencia demuestra que no existen traductores "uni-versales" y por ello la traducción comercial, mal pagada y hecha de pri-sa produce libros desagradables, confusos y frecuentemente con ideas diferentes a las del documento original, lo que constituye una "traición" al autor. Por lo anterior, debe señalarse que traducir no siempre es una labor

fácil, requiere conocimiento del área a que corresponde el documento, además del conocimiento del idioma en que está escrito originalmente éste y del castellano. Aun las personas que dominan estos tres aspectos llegan a tener dificultades; sin embargo, no se trata de algo imposible y, en cambio, cuando se lleva a cabo con éxito, produce la satisfacción de toda misión cumplida cabalmente. Todo traductor debe tener a mano ciertos útiles ("herramientas") pro-

pios de su oficio como son, en caso de traducción del inglés al castella-no: un buen diccionario inglés-español, diccionario castellano, diccionario de sinónimos y antónimos y, si es posible, otro de inglés-inglés. Quien pretende hacer la traducción sin los útiles adecuados puede tropezar con dificultades insalvables. En ocasiones, a pesar de tener dichos útiles, se tiene que recurrir a otra persona que tenga más experiencia, sobre todo cuando el autor utiliza modismos o términos que no son fácilmente com-prensibles. Piénsese en las dificultades que encontraría un ruso para tra-ducir a su idioma una frase como "esta muchacha aguanta un piano". Es posible que escribiera "mujer joven extraordinariamente fuerte". Es recomendable la siguiente técnica para traducir:

1. Léase íntegramente (o, en casos especiales, por lo menos una parte importante) lo que se va a traducir, con el fin de familiarizarse con el tema, la época, el estilo del autor y acaso consultar algunos térmi-nos desconocidos.

2. Iníciese la traducción de frases u oraciones completas y no de pala-bras aisladas, y escríbanse.

3. Organícese lo escrito dándole la mayor coherencia posible. 4. Revísese y corríjase tantas veces como se juzgue necesario; los bue-nos traductores y escritores no temen a las revisiones, correcciones y sugerencias de otras personas. El disgusto por la crítica sana es prueba de subdesarrollo. Entre los vicios más frecuentes de la traducción en nuestro medio es-

tá, en primer lugar, la falta de claridad. Toda persona se ha enfrentado a la lectura de documentos que causan confusión en lugar de ilustrar. Viene después la verbosidad debida a que el traductor no ha sabido se-leccionar bien las palabras que debe utilizar. Otro vicio frecuente es uti-lizar la sintaxis del idioma extranjero, que es generalmente diferente a la castellana. Con frecuencia, lo escrito en inglés tiene a cada frase pun-to y seguido, lo que no es necesario ni recomendable en español, ya que

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es posible escribir con mayor fluidez. Quizá el vicio más grave es la alteración de ideas, agregar lo que el

autor no ha dicho o bien suprimir algo porque se ha sido incapaz de tra-ducirlo. Todos estos vicios y otros no mencionados (castellanización de pala-

bras, por ejemplo) pueden evitarse si se trabaja con la idea de que se está haciendo algo importante, que requiere seriedad y un amplio senti-do de responsabilidad. A medida que esta actividad se practique, cada uno notará el progreso lento pero firme en ella.

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RECURSOS AUXILIARES DE LA COMUNICACIÓN CIENTÍFICA

El escritor científico requiere frecuentemente utilizar recursos que le per-mitan ilustrar sus ideas o los hechos que describe, como medio del acer-camiento a la realidad (fotografías), ilustrar un proceso (con ayuda de gráficas) o simplificar un concepto o una parte del mismo (esquemas). Existen, además, otros recursos que aportan gran cantidad de informa-ción y permiten comparaciones (cuadros sinópticos), todo en un espacio reducido; así como las tablas de valores que muestran cantidades que, si se citan en el texto, simplemente causarían confusión. Los diagramas de flujo o flujogramas constituyen también un valioso recurso que per-mite ilustrar un proceso con sus vías colaterales y resultado final de ma-nera que casi a primera vista se puede captar en su totalidad. Aunque estos recursos didácticos no son propiamente texto, deben mos-

trar las cualidades del escrito científico en general o sea: objetividad, bre-vedad, claridad, precisión, orden, sencillez y redacción impersonal. Para darse cuenta de ello basta analizar una fotografía que ilustra al-

gún concepto incluido en el texto. En primer lugar, constituye un acer-camiento a la realidad porque permite captarla mejor que con las palabras; una imagen apropiada ilustra mucho más que una gran descripción. Por lo demás, debe ser breve, es decir, enfocar el aspecto u objeto que nos interesa ilustrar por medio de una imagen clara, con contraste suficien-te, que ocupe el primer plano y no se confunda o se pierda en un mar de detalles, sino sea ella el tema central. Si se usó fotografía a color, de-be indicarse el tipo de película usado y algunas de sus características; todo esto con el propósito de que el lector valore cada detalle de la ima-gen. Si se usó, como en los cortes histológicos, alguna tinción, debe indi-carse y, finalmente, se debe señalar la dimensión del objeto, el número de "aumentos" con que se tomó o poner en la fotografía una escala que permita captar él tamaño real del objeto fotografiado. No hay que olvi-dar, en los casos que así lo requieran, citar al aparato con que se captó la imagen (por ejemplo, la cámara, fotomicroscopio, aparato de rayos

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X, ultrasonógrafo u otro) e incluir la marca, modelo y alguna característica distintiva.

De esta manera la fotografía resulta un documento ilustrativo y muy informativo acerca de los procedimientos empleados para obtenerla.

Hay que hacer notar que el pie de una fotografía debe ser muy breve e indicativo; la descripción o comentarios correspondientes se hará en el texto. Además, todo recurso de esta clase se colocará en el lugar apropiado, especialmente si hay que relacionarlo con el texto.

Para cumplir con lo dicho, el escritor debe seleccionar muy bien sus fotografías y utilizar aquélla que llene los requisitos señalados; así podrá estar seguro de que sus ideas han quedado bien ilustradas.

Con las particularidades de cada caso, lo anterior es aplicable a los de-más recursos auxiliares de la comunicación científica; por ejemplo, un esquema complementa la fotografía, la simplifica o pone énfasis en los aspectos que interesan; sus líneas deben ser simples pero ordenadas y el conjunto debe ser captado casi con una mirada.

Los cuadros sinópticos, a su vez, son estructuras columnares en las que se expresan datos o características de asuntos diversos o aspectos de uno mismo. Contienen gran cantidad de información y permiten la compara-ción entre los aspectos deseados. Todo en un espacio relativamente re-ducido; es decir, ahorran gran cantidad de palabras, espacio y facilitan la localización de datos y su análisis inmediato. Cuando se trata de comparar objetos diferentes, un buen cuadro sinóptico constituye el auxiliar más valioso.

Las gráficas lineales expresan el desarrollo de un proceso y los cambios de valores a lo largo del mismo, representan una relación entre valores y tiempo que impacta a la primera mirada tanto si es ascendente como descendente o en meseta, y da además idea de la dinámica general del proceso. En ocasiones se incluyen varios trazos o líneas con el fin de establecer comparación, aunque para hacerlo cada línea debe tener su propio color o distinguirse por su trazo (línea corrida, puntos, guiones u otros).

Entre los diferentes tipos de gráficas (lineal, de columnas o histogra-ma, circular en la que los 360° representan la totalidad del fenómeno presentado), el escritor debe escoger aquél que mejor se ajusta a sus pro-pósitos.

Respecto del diagrama de flujo, se trata de círculos, cuadrados o rec-tángulos unidos por flechas que dan idea del flujo de energía durante el proceso. Cada círculo o cuadro representa por ejemplo un órgano o una etapa, y las flechas indican la dirección del flujo de acción o la influencia escalonada entre los componentes del flujograma.

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Los recursos mencionados pueden combinarse en un documento y, de esta manera, ilustrar a satisfacción las ideas y hechos que se exponen, a la vez que se ahorran líneas en el texto y se facilita la comprensión. El uso inteligente de estos recursos demuestran la habilidad del escritor científico.

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ESTRUCTURA DE LA COMUNICACIÓN CIENTÍFICA

Todo estudio debe estar vinculado a las metas, a los objetivos, a las moti-vaciones finales.

Karl Popper

Por estructura, se puede entender el ordenamiento de los capítulos que integran un documento científico y lo hacen coherente, inteligible y aun ameno. Este ordenamiento debe ser el adecuado para cada tipo de co-municación y, a pesar de existir muchos, es posible hacer algunas reco-mendaciones generales que pueden resumirse en una palabra: orden. Hacer las cosas en orden las facilita, evita repeticiones y da a los escritos la brevedad y claridad necesarias para entenderlos. Entre los tipos de comunicación que se observan más a menudo destacan

los informes finales del trabajo científico y tesis, así como los artículos de revisión, actualización, integración y divulgación. En el primer caso, el documento es el reflejo del método que se siguió en la investigación y puede sujetarse al esquema siguiente:

1. Título: breve pero indicativo del problema que se investiga. 2. Exposición del problema: detección, delimitación y planteamiento de

dicho problema. 3. Antecedentes y estado actual del problema: ¿Cuándo y cómo surgió

el problema; quién lo ha investigado; dónde, cuándo y qué resultados se obtuvieron? ¿Cuáles son el enfoque y la consideración actuales del problema?

4. Justificación: importancia (científica, médica, social, económica) del problema. Si se resuelve, ¿qué se evita?, ¿qué se gana? Deben citarse cifras cuando sea posible.

5. Propósitos u objetivos: resolver, colaborar, actualizar, dar a conocer, promover, proponer soluciones. Metas que se persiguen.

6. Hipótesis: suposición basada en conocimiento establecido y apoyada por un marco teórico que empieza desde la exposición del pro-

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blema. En toda hipótesis, debe haber una predicción (si esto es así, entonces sucederá esto o se observará aquello). La hipótesis debe ser sustantiva y enunciada en sentido positivo. En algunas ocasiones se enunciarán hipótesis alternas o acaso múltiples, pero no nulas, pues corresponden a casos especiales. No se debe confundir nula con ne-gativa, aunque de todas maneras se utilizan raramente.

7. Diseño de la investigación (material y método):

a) Tipo de investigación: observacional, experimental, documental; prospectiva o retrospectiva; con seguimiento longitudinal, trans-versal. Pueden combinarse dos o más tipos, pero nunca pueden estar todos.

b) Consideración de variables: no son sólo dos; generalmente son varias y corresponden a diferentes tipos que se agrupan en de-pendiente (el problema) e independientes (aquéllas que afecta-rán la marcha o el resultado de la investigación).

c) Material: señalar el de estudio y el testigo, cuando proceda; re-cursos: humanos, instalaciones y equipo, instrumental, material de consumo. Todo especificado detalladamente y cuantificado, si es posible o el caso lo requiere. Al referirse al material de es-tudio (pacientes, individuos sanos, animales de laboratorio, plan-tas u otros), siempre se precisarán sus características, de las que derivan los criterios de inclusión y exclusión, si llegara el caso.

d) Método: exponer con todo detalle y por etapas los procedimien-tos que se emplearon para llevar a cabo el estudio.

e) Cronograma: tiempo en que se realizaron las diversas etapas de la investigación. En un protocolo, nada debe quedar "pendiente".

Los capítulos del informe presentados hasta aquí también deben ser desarrollados para la presentación de un anteproyecto de investigación o de tesis. Una vez realizado el estudio, además, se deben cubrir los si-guientes requerimientos: 8. Resultado. Enunciado detallado de lo que se obtuvo en el proceso

de investigación. Se debe acompañar de auxiliares como gráficas, ta-blas, cuadros, y fotografías o esquemas que permitan comprobación y sistematización de lo logrado. En este inciso entra el tratamiento estadístico cuando es necesario.

9. Discusión. Parte del informe o tesis en que se explica el porqué de los resultados, se les compara con los de otros autores, cuando pro-ceda, y se correlacionan con la realidad. Este es el capítulo más importante para evaluar procedimientos y derivar conclusiones.

10. Conclusiones. Enunciado breve de las consecuencias finales de los resultados del trabajo y momento para señalar si la hipótesis fue con-

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firmada o no. 11. Problemas pendientes. Toda investigación resuelve o no el pro-blema planteado, pero hace surgir nuevos problemas que merecen atención. Siempre queda algún aspecto por investigar.

12. Resumen. Párrafo de no más de 200 palabras en que se exponen las ideas centrales del informe final o tesis según el caso. No debe ser relato de actividades ("en el presente trabajo se hizo esto, se tomó aquello...").

13. Bibliografía. Enunciado ordenado numérica o alfabéticamente de las fuentes de información consultadas. No se exige un número fijo sino el suficiente para dar apoyo a las ideas y hechos que se conside-ran en la investigación. Una bibliografía pobre no presta apoyo al trabajo. Debe recordarse que el título de un artículo va entre comi-llas y el nombre de la publicación (revista, libro, memoria u otro) se subraya.

Si se trata de un artículo de los mencionados después del informe final o tesis, la estructura será un poco más sencilla aunque habrá que tomar en consideración "el blanco", o sea el grupo de personas a quienes va dirigida la comunicación; si se trata de personas científica y técnicamente preparadas, podrán emplearse términos elevados que no deben usarse en un artículo de divulgación popular. De cualquier manera, la estructura será más o menos la siguiente: Título breve y claro, en concordancia con el contenido. Exposición del tema o problema, donde se haga también delimitación

y planteamiento del mismo para presentarlo en forma adecuada para su estudio y siempre de acuerdo con la realidad. En esta parte del artículo o por separado se pueden describir los ante-

cedentes y estado actual del tema o problema. Vendrá en seguida el desarrollo del tema desde el punto de vista del

autor o de las personas que él proponga, sin entrar en repeticiones sino exponiendo puntos de vista y soluciones. Finalmente se debe llegar a conclusiones o soluciones y cerrar el tema

o dejarlo pendiente si no hubo alguna y se espera que el lector obtenga las propias. En todo caso, siempre conviene citar la bibliografía según las normas

internacionales que fueron tratadas. Todo artículo científico debe acompañarse de un resumen cuyas ca-

racterísticas fueron expuestas en el capítulo respectivo. Los artículos filosóficos rara vez se ciñen a un orden preestablecido;

generalmente el autor los aborda desde un punto de vista personal; pero los buenos escritores cuidan mucho no caer en repeticiones ni exabrup-tos, y dan a su escrito la amenidad y coherencia que distingue su estilo. Existen revistas o casas editoras que señalan ciertas normas que más

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bien se refieren a formato, pero respetan el estilo personal del escritor. De todos modos, aun dentro de la elegancia más refinada, cabe utilizar las características del lenguaje científico.

Existe un aspecto sobre el que conviene insistir y es el de las abreviatu-ras mediante el uso de siglas. De hecho se abusa de este recurso que debiera servir para ahorrar espacio y tiempo, no para oscurecer el con-tenido. La cantidad de siglas ha llegado a un punto en el que sólo los eruditos en un área muy pequeña conocen todas; pero el resto de los lectores padecemos con esta costumbre, excepto si el escritor sabe ha-cer uso racional de ellas.

Para que esto no suceda, se dijo ya, es recomendable que en la primera ocasión se escriba el término completo y se coloquen en seguida las siglas entre paréntesis; después, a lo largo del texto, se repiten simple-mente las siglas. Otro estilo mejor aún es colocar al principio o al final del artículo un glosario con sus abreviaturas; así el lector podrá consul-tarlo cuantas veces le sea necesario.

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COMO LOGRAR ESCRITOS CIENTÍFICOS DE CALIDAD

1. Concéntrese en la labor de escribir. La distracción, la divagación mien-tras se escribe (igual que cuando se conduce un vehículo) lleva a co-meter errores.

2. Disponga de los instrumentos o enseres del escritor: diccionario de la lengua castellana, de sinónimos y antónimos, gramática y, si traduce, los diccionarios respectivos.

3. Tenga idea muy clara de lo que se va a escribir. Quien se dispone a hacerlo de otra manera caerá en verborrea, oscuridad, imprecisión y seguramente desorden.

4. Seleccione las palabras que expresen con exactitud sus ideas. El em-pleo de términos equívocos y el enlace deficiente de palabras, frases u oraciones puede causar todos los vicios que han sido señalados.

5. Evite explicaciones sobre lo que se ha dicho. Si las ideas han sido expresadas con claridad, sobran aclaraciones.

6. Exponga las ideas en orden. Esto facilita la exposición y la lectura; evita repeticiones.

7. Evite toda frase inútil. Ejemplo: "algunas de estas células se reprodu-cen, las demás no". Entre los defectos de esta oración, resalta la última parte, que es totalmente innecesaria.

8. No espere que el escrito quede listo al primer intento. Debe revisarse una y otra vez hasta convencerse de su corrección.

9. Dé a revisar a persona preparada el escrito y acepte sugerencias úti-les. A veces el autor no nota sus deficiencias. Nadie debe molestarse por la crítica (la verdadera crítica siempre es constructiva); quien lo hace demuestra inmadurez a pesar de que tenga canas.

10. Haga una revisión final antes de entregar el escrito. No confíe en quien le pasó a limpio su manuscrito, recuerde que el responsable es usted.

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CRITERIOS PARA EVALUAR LA COMUNICACIÓN CIENTÍFICA

Es frecuente que a una persona se le pida su opinión acerca de un escrito científico y responda con vaguedad o bien externe un juicio precipitado, favorable o no, que no corresponde a la realidad. Esto se debe a que el evaluador no ha hecho uso de parámetros objetivos, y en ocasiones se deja llevar por impresiones emocionales, de simpatía o de otro tipo; pero todas ellas subjetivas. De la misma manera que para medir una carretera o un objeto cual-

quiera se necesita un instrumento que contenga el patrón o unidad con que se va a medir, para hacer una evaluación del escrito científico como elemento de difusión (dejando a un lado por el momento el contenido científico que puede o no ser confirmado), se requieren normas, es decir, un "metro" particular. En el caso presente, evaluar significa formular un juicio cualitativo y

cuantitativo del objeto evaluado, y es posible cumplirlo con un escrito científico si se toman en cuenta: • título • resumen • estructura • estilo científico • uso de signos gramaticales • auxiliares didácticos • bibliografía. En caso especial podrán incluirse otros parámetros. Cada uno de los enunciados ha sido tratado con amplitud en páginas

anteriores, por ello sólo se hará una revisión integradora que permita su aplicación en cualquier caso. Recuérdese que el título debe ser breve, claro y estar en relación

estrecha con el contenido del escrito. Un lector acucioso encontrará fallas desde este momento; la experiencia muestra que la formulación de un título adecuado es uno de los problemas del escritor. En ocasiones se trata de investigadores con gran capacidad técnica pero que descuidan

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este aspecto y ponen títulos verbosos, confusos y, a veces, poco o nada relacionados con el contenido. El resumen, junto con el título, es la carta de presentación del autor y del

escrito, debe tener la menor extensión posible y sin embargo exponer con claridad los aspectos centrales del artículo, sus ideas, y no ser un relato de actividades. En los artículos de revistas es mandatoria la recomendación de no exceder 200 palabras. La estructura debe ser coherente, ordenada, apropiada a la exposición de

las ideas o de la labor científica desarrollada. Lo primero será la introducción, y lo último las conclusiones y problemas pendientes.

El estilo científico se relaciona con las cualidades del lenguaje que debe usarse; recordar la objetividad, brevedad, claridad, precisión, orden, sen-cillez y estilo impersonal. Si no se tiene idea de todo esto, sería difícil o imposible dar un juicio veraz; también deben examinarse los signos auxiliares (comillas, paréntesis, subrayado). Téngase en cuenta que en un escrito científico no caben signos de admiración, interrogación, puntos suspensivos, "etcétera" y otros, impropios de este material de lectura. Debe hacerse mención especial de la ortografía, que parece ser un gran

obstáculo pues rara vez un escrito no muestra faltas que en ocasiones son mecanográficas, pero no dejan de causar impresión desagradable y demeritan en grado sumo la capacidad del escritor o su celo por presentar un trabajo bien hecho. La causa de este defecto tan común es una actitud de menosprecio por el idioma y sus reglas, más que verdadera ignorancia; quien escribe, pone en práctica o es capaz de realizar cosas dificilísimas, y sin embargo no concede importancia a reglas sencillas para el uso del acento y a la escritura correcta de las palabras. A cualquiera se le puede olvidar la escritura de una palabra; pero si tiene a la mano los útiles necesarios (diccionario castellano, manual de gramática, diccionario de sinónimos y antónimos) allanará cualquier dificultad de esta clase. Los auxiliares didácticos de la comunicación científica (fotografías,

esquemas, gráficas, cuadros sinópticos y tablas, diagramas de flujo) deben ser claros, explicativos y estar colocados en el sitio más adecuado del texto. La recomendación o hábito de agrupar todos estos auxiliares en una sección del escrito puede ser muy cómoda para el escritor o el impresor, pero molestísima para el lector quien necesita relacionar el texto con las figuras. La bibliografía, como enunciado de las fuentes consultadas, es muy útil

y, según se vio, no debe responder a un número fijo sino a las necesidades del caso; su enunciado debe obedecer a las reglas internacionales ya expuestas; existen criterios para calificarla (número, procedencia y fecha). En todo caso el escritor debe utilizar lo mejor posible su criterio científico.

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Si se hace una revisión cuidadosa de los aspectos mencionados y a cada uno se le da una calificación numérica, por ejemplo del 1 al 10, se hará la suma total que al ser dividida entre el número de aspectos calificados dará un promedio objetivo del trabajo. Igual que en la enseñanza, una calificación de 10 resulta excelente; aunque en ocasiones se leen artículos que tienen calificaciones ínfimas. Respecto del juicio de calidad, éste se basa en la presentación del trabajo,

en su limpieza y pulcritud, y en la obediencia a normas editoriales o institucionales que se dan a conocer anticipadamente al colaborador o al alumno. Las instituciones de prestigio tienen sus propias normas y un ejemplo de

ellas puede ser el que se ofrece al final de este capítulo. Lo anterior permite notar que la comunicación científica como vehículo

de difusión puede ser evaluada en forma objetiva.

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LA EXPOSICIÓN DEL TRABAJO CIENTÍFICO

Cuando tengo que hablar dos horas nunca me preparo; pero si debo ha-cerlo diez minutos, me preparo un par de semanas.

Winston Churchill

Salvo raras excepciones, la exposición hablada del trabajo científico re-quiere mayor sujeción a lo dispuesto en este cuaderno, debido principal-mente a la limitación del tiempo. Es aquí donde el expositor debe ser más conciso, informar con toda claridad sobre lo que expone y hacer uso de los auxiliares de la comunicación científica como son, en este caso, las diapositivas que contengan fotos, gráficas, cuadros sinópticos y todos los que puedan emplearse para hacer más objetiva la exposición. Aquí también es imperativo hablar con objetividad, brevedad, claridad,

precisión, orden, sencillez y estilo impersonal. Existe cierto tipo de pláticas o conferencias llamadas "magistrales" en las

que el ponente dispone de una hora o más; casi siempre esta conferencia es el motivo de la reunión, aunque no es la regla. El expositor científico se debe ajustar a 10 ó 15 minutos y para ello hay que entrar en materia desde el principio; en esas situaciones no se permiten las sobadas frases como "agradezco profundamente a los organizadores la valiosa e inmerecida oportunidad de dirigirme a este distinguido auditorio" y continuar así haciendo perder el tiempo a los demás. La exposición científica se caracteriza por su seriedad y por la cohe-

rencia que el expositor debe dar a sus conceptos, e intercalar de manera inteligente sus medios auxiliares, de tal manera que su discurso resulte fluido, objetivo y hasta elegante. Las instituciones científicas de prestigio tienen normas muy rígidas, es-

pecialmente en cuanto a tiempo; el expositor no debe correr el penoso riesgo de ver interrumpida su disertación por no haber tenido en cuenta su tiempo o no haber concatenado sus palabras con los elementos que ilustran los hechos e ideas expuestos.

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Existen expositores brillantes que tienen gran capacidad de síntesis y de llevar in mente toda la secuencia de ideas y actividades que requiere una exposición verbal (fluidez en el lenguaje, momento oportuno de in-tercalar los medios auxiliares y noción del tiempo que transcurre para ajustarse a él), pero son excepciones; en todo caso, muchos de ellos se han formado mediante el estudio repetido, ensayos aun frente al espejo y otros recursos. La mayoría de los expositores no tienen estas cualidades; de ahí que sea preciso tomar en cuenta algunos aspectos como los siguientes: 1. Conocer el tiempo de que se dispone. 2. Escribir lo que se va a decir, de acuerdo con las cualidades del len-guaje científico.

3. Seleccionar su material ilustrativo (transparencias, acetatos, mode-los) de tal manera que hablen por sí mismos y no sea necesario dar explicaciones o, en todo caso, darlas de manera muy breve.

4. Ensayar todas las veces que sea necesario antes de la presentación hasta que se logre resultado adecuado.

5. Finalmente, decidir si conviene más leer que exponer, con el fin de cumplir el propósito en forma satisfactoria.

Debe tenerse cuidado especial con la selección del material para entre-garlo en orden, bien señalado y numerado, y se pueda dar la señal en el momento apropiado. Nada hay tan penoso y desagradable (por supuesto en las instituciones serias especialmente del extranjero), como estar pidiendo que el proyector retroceda o se componga una transparencia que aparece invertida y finalmente que le interrumpan porque el tiempo se terminó y la exposición quedó a la mitad. El desprestigio no es sólo para el que habla sino para el país o la institución que sufragó los gastos de una persona incompetente. Cabe recordar que en toda sesión científica se destina cierto tiempo

(cinco minutos, por ejemplo) para que la concurrencia formule pregun-tas al ponente acerca de su trabajo. Resulta obvio que quien pregunta debe saber formular su duda o inquietud; una pregunta vaga o confusa difícilmente puede ser contestada; pero a su vez el ponente debe dar una respuesta concreta; las frases como "su pregunta es muy interesante porque nos permite profundizar en esta área tan importante y a la vez explicar una serie de mecanismos que nos llevan de la mano a conside-raciones fundamentales...", quedan fuera de lugar y demuestran la falta de formación científica del ponente. En otras ocasiones, la respuesta, que debió ser concreta, se convierte en exposición de un tema ajeno al que se presenta. Todos estos vicios son propios de las instituciones, de los moderadores de sesión y de los ponentes de bajo nivel científico. Así, las reuniones científicas son un botón de muestra que indica el desarro-llo cultural de países, organizaciones y personas.

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CONSIDERACIONES FINALES

Las páginas anteriores fueron sólo una revisión somera de los aspectos fundamentales de la comunicación científica; por su conducto, segura-mente fue posible advertir que se trata de una disciplina importante porque llena la necesidad actual de expresarse con objetividad, brevedad, claridad, orden, precisión y sencillez. Todas éstas son cualidades del lenguaje científico. El lector seguramente pudo advertir que no se trata de algo extraordinario, fuera de nuestro alcance, sino más bien de aprender y practicarlo constantemente hasta convertirlo en un hábito. Para elaborar una comunicación científica correcta, hacen falta más las

actitudes que los grandes esfuerzos mentales que exigen otras disciplinas. El trato continuo con los alumnos de posgrado deja translucir que son capaces de aprender y aplicar conocimientos y habilidades que tienen un grado elevado de dificultad, pero en cambio tropiezan y caen cuando tratan de expresar sus ideas. Cabe preguntarse cuál es la causa de esto, y el tiempo ha dado la respuesta: le conceden poca importancia a esta actividad y olvidan hasta las reglas gramaticales más elementales como, por ejemplo, el uso del acento. Sin embargo, escribir temas científicos es tan fácil o difícil como lo quiera el escritor, todo depende de su interés en ello. Por otro lado, no falta quien se moleste por las observaciones de las

personas que le rodean y considera humillante pedir a otro que lea y corrija su escrito; olvida que esto lo hacen escritores de renombre y agradecen en sus libros la lectura del manuscrito y "las atinadas sugerencias y correcciones", lo que lleva a la conclusión que las personas deben adoptar nuevas actitudes. Existen libros y artículos pésimamente escritos y de ello es culpable en

primer lugar el autor y secundariamente la editorial que no tiene un corrector de estilo, pero en todo caso lo mal escrito quedará ahí para el futuro y no sólo será deplorable sino dará mal ejemplo a los jóvenes. Sin embargo, lo que se aprende bien y se practica ya no se olvida con

facilidad, y a esta persistencia colabora la lectura de buenos artículos, libros y en general documentos científicos de calidad.

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Un buen ejercicio para el lector será corregir y mejorar todo lo posible los documentos que lea, incluido el presente, y los escritos propios. Será difícil que al leer lo que escribió hace años o aun meses, quede comple-tamente satisfecho de lo que hizo.

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BIBLIOGRAFÍA

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NOTA:

El contenido de estas páginas no es resultado de consulta bibliográfica, se ci-tan sólo algunas publicaciones consideradas fundamentales por la información y normas que dan a conocer; por lo contrario, nació de la lectura y análisis du-rante muchos años de numerosos documentos científicos como artículos, infor-mes de investigación, memorias de reuniones científicas, libros traducidos co-rrectamente al castellano, y observaciones y consejos de personas expertas. De ellos fue posible extraer conceptos generales y normas universales.

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