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Acerca de la vigencia del ideal de objetividad científica Alberto Cupani resumen Tradicionalmente, la ciencia y el conocimiento por ella producido son considerados objetivos. La objeti- vidad se refiere a la aspiración de la ciencia a corresponder al objeto que investiga, mediante procedi- mientos colectivamente aceptados por los científicos y a condición de evitar la influencia de factores subjetivos. Se trata de un ideal difícil de practicar y que ha suscitado diversas objeciones. En este trabajo son examinados tres estudios críticos relativos a la búsqueda de objetividad en las ciencias naturales, las ciencias sociales y la historia, respectivamente, con el propósito de establecer si el ideal de objetividad científica puede continuar a ser considerado vigente. Palabras-clave Objetividad científica. Neutralidad de la ciencia. Proctor. Novick. Daston. Galison. Introducción La cuestión relativa a la objetividad de la ciencia me ocupa, directa o indirectamente, desde hace mucho tiempo (cf. Cupani, 1987, 1989, 1990a, 1990b, 1998, 2000, 2002, 2004). “Objetividad” hace referencia tanto a una propiedad del conocimiento produ- cido por las ciencias como a una actitud y a un modo de proceder de los científicos. La palabra denota la pretensión, por parte de la actividad científica, de adecuarse al obje- to (de conocimiento) mediante una determinada estrategia cognitiva (el control inter- subjetivo de las afirmaciones) y con la condición de anular, o al menos refrenar, los elementos de valor puramente personal (“subjetivo”). Un conocimiento es objetivo (“público”, “universal”) si, y en la medida en que, puede ser comprendido de la misma manera por todo sujeto competente (matemático, físico, sociólogo etc.) y de ese modo, puede ser aceptado o discutido. En la caracterización anterior, la objetividad de la ciencia ofrece tres aspectos o dimensiones. Por la primera, que podríamos denominar epistemológica, la objetivi- dad, en cuanto aspiración a corresponder a la realidad, se vincula predominantemen- te, aunque no exclusivamente, al realismo epistemológico y a la noción de verdad como adecuación. Evidentemente, las anteriores ponderaciones se aplican prima facie a las scientiæ zudia, São Paulo, v. 9, n. 3, p. 501-25, 2011 501

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  • Acerca de la vigenciadel ideal de objetividad cientfica

    Alberto Cupani

    resumenTradicionalmente, la ciencia y el conocimiento por ella producido son considerados objetivos. La objeti-vidad se refiere a la aspiracin de la ciencia a corresponder al objeto que investiga, mediante procedi-mientos colectivamente aceptados por los cientficos y a condicin de evitar la influencia de factoressubjetivos. Se trata de un ideal difcil de practicar y que ha suscitado diversas objeciones. En este trabajoson examinados tres estudios crticos relativos a la bsqueda de objetividad en las ciencias naturales, lasciencias sociales y la historia, respectivamente, con el propsito de establecer si el ideal de objetividadcientfica puede continuar a ser considerado vigente.

    Palabras-clave Objetividad cientfica. Neutralidad de la ciencia. Proctor. Novick. Daston. Galison.

    Introduccin

    La cuestin relativa a la objetividad de la ciencia me ocupa, directa o indirectamente,desde hace mucho tiempo (cf. Cupani, 1987, 1989, 1990a, 1990b, 1998, 2000, 2002,2004). Objetividad hace referencia tanto a una propiedad del conocimiento produ-cido por las ciencias como a una actitud y a un modo de proceder de los cientficos. Lapalabra denota la pretensin, por parte de la actividad cientfica, de adecuarse al obje-to (de conocimiento) mediante una determinada estrategia cognitiva (el control inter-subjetivo de las afirmaciones) y con la condicin de anular, o al menos refrenar, loselementos de valor puramente personal (subjetivo). Un conocimiento es objetivo(pblico, universal) si, y en la medida en que, puede ser comprendido de la mismamanera por todo sujeto competente (matemtico, fsico, socilogo etc.) y de ese modo,puede ser aceptado o discutido.

    En la caracterizacin anterior, la objetividad de la ciencia ofrece tres aspectos odimensiones. Por la primera, que podramos denominar epistemolgica, la objetivi-dad, en cuanto aspiracin a corresponder a la realidad, se vincula predominantemen-te, aunque no exclusivamente, al realismo epistemolgico y a la nocin de verdad comoadecuacin. Evidentemente, las anteriores ponderaciones se aplican prima facie a las

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    ciencias fcticas o empricas, pudiendo parecer dudosas en lo que se refiere a las cien-cias formales (matemtica, lgica), la realidad de cuyos objetos es sabidamente pro-blemtica. Sin embargo, esas ciencias fueron tradicionalmente vistas como modelosde investigacin objetiva. Por otra parte, realidad es una palabra de discutible signi-ficado, y lo mismo puede decirse de la nocin de verdad como adecuacin. Todo esocoloca en cierto sentido en igualdad de condiciones la consideracin de la objetividaden cualquier tipo de ciencia. En todo caso, era esta la dimensin de la objetividad encuestin toda vez que el cientfico aspir a ser fiel a la naturaleza en sus descripcio-nes, cuando fueron privilegiadas las cualidades primarias de los objetos fsicos ycuando la historia que reivindicaba el estatuto de ciencia declar interesarse por loseventos pasados como ellos realmente ocurrieron.1 Es tambin la dimensin exalta-da por Popper (indebidamente, segn la mayora de sus crticos) con su nocin de co-nocimiento objetivo (cf. Popper, 1975).

    La segunda dimensin de la nocin tradicional de objetividad se refiere al controlintersubjetivo de las reivindicaciones de conocimiento, ya sea transmitidas discur-sivamente o a travs de imgenes, grficos, modelos etc. Este control comienza al nivelde la percepcin y del lenguaje ordinario, volvindose ms riguroso mediante de-finiciones explcitas de los trminos decisivos y la invencin de lenguajes artificiales.El control culmina en la invencin de tcnicas e instrumentos de investigacin de usoestandardizado. Podemos hablar aqu de la dimensin metodolgica de la objetividad,y precisamente la existencia o no de un mtodo general, comn a todas las ciencias, esuna de las cuestiones capitales de la filosofa de la ciencia. Por otra parte, la actividadcientfica se realiza normalmente dentro de un determinado paradigma o tradicinde investigacin2 que, en cuanto consenso sobre modos de pensar, proceder y eva-luar, condiciona lo que se entiende por acuerdo intersubjetivo y sugiere dificultadespara vincular esta dimensin de la objetividad con la primera (cf. Cupani, 2000).3

    La tercera dimensin de la objetividad corresponde al esfuerzo para evitar queinclinaciones personales o grupales de los investigadores desvirten la investigacin,o sea, para detectar y anular (o por lo menos, minimizar) la influencia de las preferen-cias, posiciones tericas consolidadas, intereses y prejuicios sobre los resultados de lainvestigacin (y hasta sobre su misma organizacin). Tradicionalmente se supone queson las crticas recprocas de los investigadores, as como la disposicin de cada uno

    1 En nombre de esa misma aspiracin es cuestionada la objetividad en las ciencias humanas por parte de los enfo-ques hermenutico y marxista, ciertamente que por diversas razones (cf. Cupani, 1987, 2006a).2 En las ciencias humanas, en que faltan paradigmas disciplinarios, toman su lugar las tradiciones de las determina-das escuelas o tendencias (marxismo, estructuralismo, psicoanlisis etc.).3 Megill (1994b) denomina consensual esta manera de concebir la objetividad.

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    para la autocrtica,4 los mecanismos que garantizan cierto grado de imparcialidad enla actividad cientfica. Sin embargo, prejuicios profesionales o sociales comunes a to-dos los investigadores en un rea cientfica pueden reducir la efectividad de ese tipo deobjetividad (cf., por ejemplo, Longino, 1990, cap. 7), que podemos sintetizar en la ideade imparcialidad o neutralidad, y calificar como dimensin axiolgica de la nocin quenos ocupa.5

    En un trabajo que resume las conclusiones de una investigacin anterior sobreeste tema (cf. Cupani, 1990b), procur mostrar que diversas crticas a la nocin tradi-cional de objetividad no bastaban para demostrar que la objetividad de/en la cienciafuera imposible, aunque ciertamente sugirieran que su realizacin era mucho ms di-fcil de lo que imaginaban los que en ella confiaban.

    Naturalmente, desde aquella poca fueron publicados diversos otros estudiosque invitan a retomar el asunto. Tres de ellos despertaron, en particular, mi interspor referirse, respectivamente, a cada una de las dimensiones de la objetividad antesmencionadas, Proctor (1991), Novick (2005 [1998]) e Daston & Galison (2007), tresvoluminosos libros que examinan histricamente el ideal de objetividad proble-matizando, de algn modo, la adhesin al mismo. Los dos primeros trabajos son a me-nudo citados por crticos de ese ideal. Adems, cada obra enfoca la objetividad en dife-rentes reas de conocimiento: las ciencias sociales, la historia y las ciencias naturales,lo que vuelve an ms interesante su consideracin para una visin abarcadora del asun-to en cuestin.

    Cabe preguntarse si el conocimiento de la historia del ideal de objetividad puedeafectar su validez. Podra argumentarse a priori que consideraciones fcticas no puedenanular una norma y el valor asociado a ella. Si de lo que es no puede deducirse lo quedebe ser, de lo que no es tampoco puede deducirse lo que no debe ser. O, recurriendoa otro argumento, la falacia gentica es vlida tambin para los casos negativos.6

    Mas la dicotoma hecho-valor viene siendo notoriamente cuestionada (cf. Putnam,2004 [2002]), lo que significa que los anlisis del itinerario efectivo (fctico) de laprosecucin de un ideal (valor) no pueden dejar de tener consecuencias sobre la formade concebir y buscar realizar ese ideal. En el caso de la ciencia se tratara de la conocida

    4 Esas disposiciones se unen a la utilizacin de tcnicas de investigacin que buscan neutralizar la parcialidad (usode muestras aleatorias, revisin ciega por los pares etc.).5 Trabaj mucho tiempo en base a esta distincin de tres aspectos de la objetividad, que yo mismo formul (cf.Cupani, 1990b), Me alegra ver reiterado independientemente ese esquema en Daston & Galison (cf.2007, p. 51-2).6 Ntese que eso es diferente de la demostracin de la imposibilidad terica de un ideal, que acarrea, o bien elabandono de su prosecucin, o bien su reformulacin. Por ejemplo, el ideal de certeza en materia de ciencia emp-rica: podemos eliminarlo o entender que certeza designa siempre algo relativo (certeza prctica, que admite gra-dos). En todo caso, todo ideal es, por definicin, algo que no puede ser completa o perfectamente alcanzado.

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    tesis de Kuhn sobre la modificacin que la historia de la ciencia es capaz de fomentaren la comprensin de la ndole de la ciencia (cf. Kuhn, 1970 [1962], Introduccin).

    En este trabajo presento resumidamente el contenido de las obras mencionadasy examino parcialmente las informaciones y argumentos contenidos en ellas (un an-lisis exhaustivo de los mismos exigira todo un libro), con el propsito de establecer siel ideal de objetividad puede continuar vigente.

    1 Historias de la objetividad

    La dimensin axiolgica de la objetividad es abordada por Proctor (cf. 1991). En eselibro, el historiador Robert N. Proctor7 defiende la necesidad de un anlisis histrica ysocialmente contextualizado de la nocin de Weber de que la ciencia es o deba ser li-bre de valores. Segn el autor, la nocin de objetividad entendida como neutralidadaxiolgica tiene una historia que se vincula a cuatro cuestiones: la relacin de la teoracon la prctica (y la defensa del saber intil en una sociedad dividida en clases), la se-paracin del conocimiento con relacin a posiciones morales, el desencantamientodel mundo como marca de la mentalidad moderna (para la cual los valores se volvieronsubjetivos), y la lucha de la ciencia por su autonoma frente al poder poltico-reli-gioso.8 Examinando en particular la ciencia social desde la segunda mitad del sigloxix, Proctor sostiene que la defensa de la ciencia pura o de la prctica de la cienciapor s misma habra sido el reflejo de la (cambiante) relacin de la ciencia con dife-rentes contextos sociales. Defendido por tericos de diversa posicin poltica, ese idealde investigacin habra constituido tanto un escudo cuanto una espada, pues si enalgunos casos buscaba proteger la ciencia contra la intromisin de la autoridad, en otroslo haca contra movimientos que cuestionaban la organizacin social (como el femi-nismo y el socialismo). Actualmente, segn el autor, esa defensa evita que se formulenpreguntas polticamente perturbadoras, como: Por qu sabemos lo que sabemos, porqu no sabemos lo que no sabemos? Quin se beneficia del conocimiento (o de laignorancia) de un tipo particular, y quin sufre? Como podra la prctica de la cienciaser diferente?.

    7 Nacido en 1954, Proctor es profesor en Stanford y autor, entre otras obras, de Racial hygiene: medicine under thenazis y de Cancer wars: how politics shapes what we know and dont know about cancer. Es interesante para nuestro temaque haya sido el primer historiador que prest testimonio contra la industria del tabaco.8 El autor se refiere al hecho de que la fundacin de la Royal Society (1660), marco de la institucionalizacin de laciencia moderna, tuvo como condicin que los cientficos se comprometieran a no discutir cuestiones polticas nireligiosas. En compensacin, el poder poltico no ira intervenir en sus actividades (cf. Proctor, 1991, p. 33).

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    La dimensin metodolgica o consensual de la objetividad en un campo espec-fico de investigacin es el tema de Peter Novick (2005 [1998]). El autor, historiador yterico de la historiografa,9 analiza minuciosamente la constitucin y evolucin de laprofesin acadmica en los Estados Unidos desde la dcada de 1880 hasta la poca depublicacin de su libro. Novick muestra la centralidad del esfuerzo por producir resul-tados objetivos como elemento generador del consenso profesional. Al mismo tiem-po, muestra que el cuestionamiento de ese noble ideal (la frase es del historiadorCharles Beard) est en el corazn de las crisis por las que pas la prctica acadmicanorteamericana. El estudio est dividido en cuatro partes. En la primera, que abarcadesde finales del siglo xix hasta la Primera Guerra Mundial, se hace ver que la nacienteprofesin persegua el ideal de objetividad correspondiente a la consigna de reprodu-cir el pasado tal como efectivamente fue, como dice Ranke, entendida como exigiendorigor en el establecimiento de los hechos y sobriedad en la interpretacin. Se hace vertambin que ese propsito estuvo facilitado por la coincidencia ideolgica de los his-toriadores, sobre todo en cuestiones raciales y en la exaltacin del patriotismo. En lasegunda parte (correspondiente al perodo entre las dos grandes guerras) son analiza-das las tendencias relativistas, principalmente referidas a la teorizacin, que pusieronen la defensiva a los partidarios de aquel ideal. La tercera parte, que cubre los aos dela Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fra, acompaa la reconstitucin del idealde objetividad, aunque un tanto atenuado por las crticas relativistas, en funcin de lacreciente supremaca mundial del pas. La cuarta parte est dedicada a los aconteci-mientos que sacudieron la vida poltica y cultural norteamericana desde la dcada de1960 y su influencia en la historia profesional (movimiento negro, feminismo, des-constructivismo, postmodernismo). Ella muestra que la propia nocin de objetividad(para no hablar del ideal) se volvi muy problemtica a partir de la dcada de 1980, sinperspectivas de reconstitucin, lo que se vincula tambin con cierta fragmentacin dela prctica profesional. Los anlisis de Novick conjugan la consideracin de aspectostcnicos e institucionales de la historia acadmica con cuestiones relativas a la posi-cin de los profesionales con relacin a la poltica norteamericana.

    Por ltimo, la dimensin epistemolgica de la objetividad es tratada por Dastone Galison (cf. 2007), ambos historiadores y tericos de la ciencia natural.10 Los auto-res analizan la evolucin de la edicin de atlas (botnicos, anatmicos, astronmicos)desde el siglo xviii hasta nuestros das, mostrando (literal y figuradamente) el cambio

    9 Novick es profesor de la Universidad de Chicago, y autor de The resistance vs. Vichy: the purge of collaborators inliberated France, y de The holocaust in american life.10 Lorraine Daston ha sido profesora en Harvard y Princeton y directora del Instituto Max Planck de Historia de laCiencia en Berln. Peter Galison ensea en Harvard y es muy conocido por su libro How experiments end.

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    en las intenciones de los cientficos en lo que respecta a producir imgenes cientficasque, a partir de cierta poca, son denominadas objetivas. En el siglo xviii, segn losautores, la ilustracin de los atlas (obras de artistas guiados por cientficos o de cient-ficos con talento para el diseo) corresponda al ideal de fidelidad a la verdad natural(truth-to-nature). El autor de aquel tipo de atlas procuraba discernir lo tpico en las va-riedades naturales (de plantas, pjaros, esqueletos etc.), la idea en la naturaleza. En elsiglo diecinueve, estimulado por la fotografa, pero no reducindose a ese estmulo,aparece el ideal de objetividad, la reproduccin de la naturaleza en imgenes sin cual-quier agregado o modificacin. Repudiando la idealizacin de las figuras, el cientficobusca ahora reducirse a una entidad pasiva, que se deja impresionar por los datos de larealidad. Esa objetividad (mecnica) captaba los individuos en su singularidad, co-rriendo empero el riesgo de extraviarse en la infinita variedad de las formas naturales.Por eso fue substituida posteriormente (finales del siglo xix) por el ideal de la objeti-vidad estructural, que prescinda de las imgenes y aspiraba a reproducir los elemen-tos invariantes (estructuras) en los objetos estudiados. Ni la objetividad mecnica ni laestructural permitan, sin embargo, una satisfactoria identificacin de determinadosfenmenos, principalmente de los casos normales frente a los patolgicos, por ejem-plo, en las radiografas. Fue as que surgi (alrededor de 1930) un nuevo tipo de obser-vacin y registro: el juicio entrenado (trained judgement), en que el cientfico sabediscernir, interpretando las imgenes, una pauta (pattern) en la variedad de casos par-ticulares. Por consiguiente, la nocin de objetividad, stricto sensu, constituye una eta-pa del proceso de auto-comprensin de la actividad cientfica en su aspiracin a re-presentar fielmente la realidad, aunque la palabra objetividad haya acabado por serusada para designar cualquier etapa de aquel proceso.

    2 El ideal y sus componentes

    El ideal de objetividad (mecnica) es definido por Daston y Galison como la aspiracina producir un conocimiento que no conserve vestigios del sujeto conocedor, una vi-sin ciega (blind sight), en que el observador se esforza por ser como una mquina,ver como si su ojo interior o su visin razonada fueran deliberadamente cegados (cf.Daston & Galison, 2007, p. 140). Para Novik, esa aspiracin equivale a la representa-cin de los hechos efectivos, sin ser alterados por inclinaciones o preferencias del in-vestigador (para el caso, historiador), que debera actuar como un juez imparcial de loshechos constatados (Novick, 2005 [1998], p. 25). Por su parte, Proctor distingue laobjetividad, que se refiere a la validez del conocimiento cientfico, de su neutralidad(libertad de valores, Wertfreiheit), que denota la supuesta falta de tomada de posicin

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    por parte de la ciencia con relacin a la sociedad. Sin embargo, el autor seala que laneutralidad fue considerada indispensable para la objetividad (cf. Proctor, 1991, p. 61).

    Todos los autores se refieren a la complejidad de la nocin de objetividad, y tan-to Daston y Galison como Proctor sostienen la imposibilidad de entender ese ideal porun mero anlisis conceptual. Novick coincide implcitamente con esa conviccin aldedicar su voluminoso estudio a acompaar la evolucin del cultivo del ideal a partirde los comienzos de la historia acadmica estadounidense. Por lo dems, y segn to-dos, el ideal de objetividad no formaba parte de la ciencia antes de mediados del sigloxix. Con relacin a los componentes de ese complejo ideal, Daston y Galison lo vincu-lan con cierta manera de entender el yo cientfico (scientific self, el sujeto epistmico,podramos decir). La objetividad mecnica, implicando cierta domesticacin del yoindividual, era una virtud epistmica, obtenida mediante el cultivo de ciertas prc-ticas (tcnicas del yo), tales como entrenar los sentidos para la observacin fiel,mantener un diario de notas en tiempo real, disear especimenes con ayuda de cuadr-culas, vigilar las propias creencias e hiptesis, aquietar la voluntad y canalizar la aten-cin (cf. Daston & Galison, 2007, p. 38, 199). Esas prcticas constituan cierta tica delconocimiento que presupona la separacin entre sujeto conocedor y conocimientoalcanzado. Por lo dems, el ideal de objetividad mecnica no fue, segn esos autores,algo preexistente y despus aplicado a la prctica cientfica, sino una aspiracin cons-truida a partir de ella. A diferencia del yo artstico, exhortado en aquella poca a expre-sar la personalidad individual, el yo personal del cientfico era exhortado a reprimirse.

    Vale la pena recordar que la palabra objetivo, en el sentido actual opuesto asubjetivo, data del siglo xviii, invirtiendo un uso ms antiguo de la dicotoma, exis-tente en la escolstica y mantenido an por autores como Descartes, en que aquellaspalabras significaban exactamente lo contrario del uso actual.11 Despus de haber ca-do en un cierto olvido durante los siglos xvii y xviii, la distincin fue retomada porKant y adaptada a su idealismo (en que las formas de la sensibilidad trascendental erandeclaradas objetivas), pero fue en la atmsfera de cautela metafsica del siglo xixque cientficos como Claude Bernard, Thomas Huxley y Hermann von Helmholtz im-pusieron los significados actuales de aquellas palabras. Objetivo: lo que el hombredebe al mundo exterior, y Subjetivo: lo que l adquiri o puede adquirir por contem-placin interna (Huxley apud Daston & Galison, 2007, p. 214). La objetividad eraas postulada como un ideal cientfico ms razonable de lo que otros como la bsquedade la verdad o de la certeza. El nuevo ideal denotaba una meta epistemolgica, y nometafsica, y tena el propsito de evitar, en la prctica cientfica, la (perniciosa) in-

    11 Objetivo se refera a las cosas tales como presentes a la conciencia, mientras que subjetivo se refera a lascosas en s mismas (cf. Daston & Galison, 2007, p. 29). Un vestigio de aquellas acepciones permanece en el ingls aldenominar subject el asunto de estudio o investigacin.

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    fluencia de interpretaciones personales, preferencias estticas y tericas, segn el se-vero empirismo de la poca.

    Novick ampla nuestra comprensin de la composicin del ideal de objetividadal apuntar como sus ingredientes las siguientes convicciones. Adems de la separa-cin entre sujeto conocedor y objeto conocido, y entre hechos y valores, la historia quese pretenda objetiva reposaba en la certeza de que los hechos (pasados) efectivamenteexistieron, previamente a toda investigacin, poseyendo pautas y significados inhe-rentes (por tanto, encontrados y no producidos por el investigador). Esos significadoseran invariables, a pesar de los cambios de las versiones historiogrficas. La historiapresupona la nocin filosfica de verdad como correspondencia, as como la convic-cin de que la verdad era una o nica, no relativa a una perspectiva. Por fin, la histo-ria as entendida era radicalmente diferente de la ficcin (por ejemplo, de la novelahistrica). Por eso, y como ya mencion, el historiador era pensado como un juez im-parcial de los hechos que estudiaba. Su deber profesional era mantenerse indepen-diente de influencias polticas y presiones sociales, y su lealtad primaria era para conla verdad objetiva y con los colegas que respondan al mismo ideal. Aunque de modomenos evidente, el ideal de objetividad presupona la conviccin de que la historiahumana era progresiva, lo que contribua para pensar que la investigacin histrica seaproximaba cada vez ms a una verdad completa y definitiva (cf. Novick, 2005 [1998],p. 1-2, 111, 132). Ntese que en este anlisis la relacin objetividad-verdad no es omi-tida. Los otros elementos son compatibles con la versin de Daston y Galison.

    Proctor, como vimos, distingue la objetividad de la neutralidad, que es asunto desu anlisis. Sin embargo, por tratarse de una condicin de la objetividad, los elemen-tos de la neutralidad cientfica son de nuestro inters. Y en este sentido, la contri-bucin de Proctor es mostrar la falsa obviedad de la nocin de neutralidad cientfica.La reivindicacin de la libertad de valores sera, como vimos, la resultante de diver-sas creencias y procesos sociales (desde la sobreestimacin clasista del saber terico ala oposicin a movimientos revolucionarios, pasando por la subjetivacin de los va-lores y la institucionalizacin de la ciencia). Ms especficamente, Proctor ve en la ideade una ciencia social neutra del siglo xix una ideologa defensiva de lo que ya era unaprofesin, y no ms un pasatiempo de hombres adinerados. Defender la neutralidadde la ciencia consista en una actitud poltica, y no meramente epistmica. Adems, siella fuera encarada como un asunto puramente terico, revelara su gran complejidad,su falsa obviedad. Proctor cita al socilogo Alvin Gouldner, y vale la pena reproducir lalarga reflexin de este ltimo.

    Significa la creencia en una sociologa libre de valores que los socilogos son odeberan ser indiferentes a las implicaciones morales de su trabajo? Significa

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    que los socilogos pueden y deben hacer juicios de valor en la medida en que soncuidadosos en apuntar que estos [juicios] son diferentes de meros juicios fcti-cos? Significa que los socilogos no tienen o no deben tener o expresar senti-mientos a favor de o en contra de algunas de las cosas que estudian? Significa quelos socilogos pueden y deben informar a los legos acerca de las tcnicas tiles enla realizacin de sus proyectos objetivos, si son preguntados, pero que nada tienenpara decir, si no lo son? Significa que los socilogos nunca deben tomar la inicia-tiva de afirmar que algunas creencias que los legos sostienen, como la creenciaen la inherente inferioridad de ciertas razas, son falsas, aunque sepan que sonrefutadas por los hechos de su disciplina? Significa que los cientficos socialesnunca deben manifestarse, o manifestarse solamente cuando son invitados a ha-cerlo, sobre los probables resultados de un curso de accin pblico que se refierea lo que ellos profesionalmente conocen? Significa que los cientficos socialesnunca deben expresar valores en sus roles como maestros o en sus roles comoinvestigadores, o en ambos? Significa la creencia en una sociologa libre de valo-res que los socilogos, como maestros o como investigadores, tienen un derechoa expresar sus valores de manera encubierta y no intencional, pero ningn derechoa hacerlo de manera abierta y deliberada? (Gouldner apud Proctor, 1991, p. 179).

    3 Limitaciones y problemas del ideal

    La primera limitacin es obviamente la temporal. En sentido expreso, la aspiracin ala objetividad no fue siempre un ideal de los cientficos (o de los filsofos naturales,pues la palabra cientfico aparece recin en el siglo xix). La bsqueda de la verdad ode la certeza fueron ideales asociados a la ciencia ms antiguamente (cf. Daston &Galison, 2007, p. 58). La misma cosa vale para el ideal de neutralidad como condicinde la objetividad (validez) del conocimiento. La ciencia moderna fue practicada con laexpectativa de que fuera til (cf. Proctor, 1991, p. 68), lo que constituye una tomadade posicin.

    Con relacin al aspecto epistemolgico de la nocin de objetividad, o sea, a laaspiracin a adecuarse al objeto, el anlisis de Daston y Galison muestra que puedehaber un cambio sutil, pero decisivo, en la manera de entender esa pretensin. Enefecto, los autores admiten (y parecen aceptar) que la fidelidad a la naturaleza (afaithful representation of nature), en principio, es el ideal que gua la ciencia natural (cf.Daston & Galison, 2007, p. 381). Pero su estudio muestra que esa fidelidad fue en-tendida de diversas maneras (como captacin del tipo ideal, como reproduccin fielde lo que est ante los ojos la objetividad mecnica , como reconocimiento de

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    estructuras y como identificacin de lo normal por el juicio entrenado), pudiendo con-jeturarse que otras maneras irn a surgir. El ideal de objetividad, adems de no sercoetneo a la ciencia, no parece indicar una aspiracin tan obvia como puede parecer.

    En lo que respecta al aspecto metodolgico de la nocin de objetividad, tantoDaston y Galison como Novick hacen contribuciones relevantes. Los primeros acom-paan detalladamente la variacin en los procedimientos considerados adecuados alas variaciones, antes mencionadas, de la aspiracin a obtener un conocimiento fiel dela naturaleza. Cuando ese conocimiento era concebido como la fijacin del espcimenideal, la investigacin dependa del esfuerzo combinado del pensador (cientfico) ydel artesano (artista). En la etapa de la objetividad mecnica, hubo preferencia por lafotografa.12 La objetividad estructural apuntaba a las relaciones invariables, matem-ticamente formuladas. En la cuarta etapa, por fin, la identificacin de lo normal exigael entrenamiento del cientfico para adquirir la capacidad de juzgar.

    En vez de la visin a cuatro ojos de la fidelidad a la verdad natural, y de la vi-sin ciega de la objetividad mecnica, se necesitaba cultivar una suerte de visinfisionmica una capacidad, por parte tanto del autor cuanto del lector de atlas, desintetizar, aclarar y captar relaciones de maneras que no eran reductibles al procedi-miento mecnico, tal como ocurre en el reconocimiento de semejanzas de familia(Daston & Galison, 2007, p. 314).13

    Si de este modo queda claro que los recursos metodolgicos se subordinan a lamanera de entender el objeto de conocimiento, el minucioso acompaamiento queNovick hace del ideal de objetividad en la historiografa norteamericana muestra quela disposicin a producir narrativas objetivas no sirvi para garantizar un consensometodolgico permanente, y mucho menos para llegar a una verdad convergente. Enefecto, esa era, como vimos, la expectativa de los padres fundadores de la profesincon su confianza en la objetividad, y la falta de xito de esa tentativa se volvi clara en laetapa de entre guerras (cf. Novick, 2005 [1998], p. 206). Adems, y a pesar de ciertoempirismo constante, hubo perodos (como la mencionada etapa entre guerras o lapoca de 1960 en adelante) en que los historiadores discreparon con relacin a ele-mentos cruciales en la investigacin. Me refiero al uso de teoras, a la posibilidad dediversas interpretaciones de las evidencias y a la dificultad de probar o refutar las sn-tesis histricas, llegando a ser cuestionado el propio ideal de objetividad. Esas discre-

    12 Con todo, los autores explican que no haba confianza absoluta en la fotografa, en parte por la deficiencia de unprocedimiento an primitivo, y en parte por la conciencia, ya existente en esa poca, de que la fotografa puede seralterada, que puede incluir artefactos (efectos no queridos, perturbaciones) y, sobre todo, que ella implica diversasintervenciones del fotgrafo hasta llegar al producto (cf. Daston & Galison, 2007, p. 125 ss).13 Cabe mencionar que esos modos sucesivos de entender el propsito de la investigacin en cierta manera se acu-mulan y pueden coexistir an hoy, segn los autores (cf. Daston & Galison, 2007, p. 318, 363).

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    pancias no derivaban tan slo de dificultades metodolgicas, sino tambin del impac-to de los acontecimientos sociales e intelectuales, como los dos conflictos mundiales,las reivindicaciones culturales (por ejemplo, el movimiento feminista, el movimientonegro) y las revoluciones cientficas (teora de la relatividad, geometras no euclidianas)que parecan poner en cuestin la nocin de verdad.

    Finalmente, desde el punto de vista axiolgico, Proctor hace ver que la aspira-cin declarada a una ciencia neutra o neutral, entendida como condicin para que susresultados sean objetivos, tiene races o motivaciones polticas. Si, como Proctor ar-gumenta, una cosa es la objetividad (esto es, la validez) del conocimiento cientfico yotra cosa su neutralidad, eso parece obligarnos a reconsiderar la premisa de que losposicionamientos subjetivos, personales o grupales, deban ser controlados para noperjudicar la objetividad. En lo que respecta a la historia, Novick seala que la convic-cin de que la fidelidad bsica del historiador era para con sus pares, y para con el idealcompartido, se vio comprometida por la disposicin de diversos historiadores a pro-ducir obras propagandsticas (historia escolar, escritos patriticos panfletarios entiempo de guerra), de publicar por inters monetario y de aceptar cargos polticos. Siesas prcticas podan ser despreciadas como tergiversaciones de la historia, la neutra-lidad implicada por la objetividad se vea tambin problematizada por el reconocimientode que el historiador escoge, en funcin de sus convicciones, hechos y evidencias, yque las interpretaciones incluyen valoraciones.14

    4 Sobre la validez de los anlisis histricos

    Obviamente, para preguntarnos hasta qu punto los anlisis precedentes conducen amodificar el ideal de objetividad debemos comenzar por considerarlos vlidos en cuantoinvestigaciones histricas, en el doble sentido de ser pertinentes y bien fundamenta-das. No siendo el propsito de este trabajo discutir esa acepcin de validez, me limito asuponerla, aunque, como cualquier conocimiento fctico, las conclusiones de Proctor,Novick y Daston y Galison sean ciertamente pasibles de correccin o complementacin,sobretodo porque implican interpretaciones.15 Qu decir de la validez de esos libros,en el sentido de que sus tesis puedan afectar el ideal de objetividad cientfica?

    14 Novick hace ver, por ejemplo, que estudios de la dcada de 1930 sobre la esclavitud en los EUA, o sobre el perodode la reconstruccin que sigui a la Guerra Civil, criticaban estudios anteriores por su racismo, en nombre de po-siciones no menos valorativas (anti-racismo, socialismo). Algo anlogo ocurri en la etapa final analizada por ellibro (1960 en adelante) en estudios crticos de la historia escrita durante la Guerra Fra (cf. Novick, 2005 [1998],p. 228-30, 449-50).15 Puede valer como ilustracin el hecho de que Proctor admite estar sugiriendo su tesis de que la ciencia socialalemana del siglo xix fue una ideologa de la ciencia sitiada (Proctor, 1991, p. 70).

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    4.1 Proctor sobre la neutralidad

    El trabajo de Proctor es ciertamente convincente en su propuesta de separar las nocio-nes de objetividad y neutralidad. Tratase de una distincin propuesta por otros auto-res, como el filsofo Hugh Lacey (1999) y que se muestra til para evitar una polariza-cin que con frecuencia dificulta las discusiones sobre el valor de la ciencia. Me refieroa la aparente dicotoma entre defender la ciencia como una explicacin confiable delmundo que por eso mismo no supone ni implica compromisos sociales, y ver en la cien-cia un discurso ideolgico entre otros, favorecido polticamente en la modernidad.Separar las nociones de conocimiento objetivo (epistmicamente vlido) de su fun-cin social (compromiso, no neutralidad) ciertamente ayuda a entender la ciencia real.

    Sin embargo, esa distincin no basta para desautorizar la exigencia de imparcia-lidad por parte de los investigadores, que la nocin tradicional de objetividad incluye.En efecto, esta norma no se refiere a la ausencia de intereses, deseos, propsitos, in-clinaciones o prejuicios por parte de los investigadores (lo que es imposible), o a laeliminacin de esos factores (igualmente imposible). La norma de imparcialidad exi-ge que lo que creemos, deseamos o nos proponemos no predetermine, consciente o in-conscientemente, los resultados cognitivos de la investigacin. Cuando, y en la medida enque, eso ocurre, los conocimientos alcanzados son perjudicados en su objetividad, siendoeso algo diferente de que esos conocimientos estn al servicio de tal o cual causa (quepuede ser, no olvidemos, la de aumentar los conocimientos sin propsitos utilitarios,y no necesariamente la de producir tecnologa o apoyar una accin poltica). En otraspalabras, la ciencia puede ser ms o menos objetiva, por ser ms o menos imparcial,teniendo siempre un compromiso que la vuelve no-neutra o no-neutral.

    Naturalmente las precisiones anteriores tiene que ver con la conviccin de quela ciencia es una tentativa de conocer el mundo sin juzgarlo, o sin entenderlo comoportador de valores, lo que Proctor indica, correctamente, como siendo una actitudhumana caracterstica de la modernidad (desencantamiento del mundo).16 Eso sig-nifica que, para la mentalidad moderna y la ciencia que deriva de ella, no es verdad quela naturaleza sea, en s misma, bella, sagrada, normal o justa. O, ms ampliamente,significa que no hay objetos, procesos o acontecimientos reales, presentes o pasados,que sean en s mismos valiosos o carentes de valor, deseables o repudiables,importantes o irrelevantes etc., sino que toda atribucin de valor proviene del serhumano. Esa premisa es fcilmente aceptada al menos, por quien se dispone a unareflexin serena en lo que se refiere a ciertos valores y entidades, por ejemplo, a

    16 Por lo dems, ese desencantamiento no ocurri sbitamente. Recurdese la defensa de derechos basados en lanaturaleza en el siglo xviii.

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    valores morales de la naturaleza (un animal, pensamos, no es inmoral), pero provo-ca resistencia cuando es aplicada a eventos humanos, con relacin a los cuales el pesode nuestras convicciones es ms fuerte. Es as que a menudo nos parece que determi-nadas conductas son inherentemente deshonestas o que una sociedad es (objetiva-mente) injusta.

    La anterior distincin, referida generalmente como la dicotoma hecho-valor,hace de las valoraciones algo subjetivo. La denominacin no es feliz, porque sugiereque se trata de puntos de vista sostenidos exclusivamente por individuos y, adems,que esos puntos de vista son arbitrarios o hasta irracionales (imposibles de funda-mentar). Nada ms alejado de la verdad. Es sabido que las valoraciones pueden sercolectivas o compartidas (lo que sostiene su pretensin de objetividad) y que nonecesariamente se reducen a meras preferencias sin fundamento. Si la belleza atri-buida a un cuadro o un paisaje tal vez no pueda ser justificada mediante razones, lautilidad de un mueble tiene que ver con elementos bien objetivos del mismo, y la jus-ticia o injusticia de una situacin suele ser proclamada invocando criterios que pue-den ser compartidos.

    Propongo evitar los problemas suscitados por esa acepcin de la palabra subje-tivo pasando a entenderla como referente al hecho de que siempre lidiamos con elmundo, natural o humano, combinando la percepcin de lo que las cosas son con laintencin que nos vincula a ellas.17 Mezclamos nuestro reconocimiento de propieda-des fsicas o de presencias humanas con nuestras ideas, deseos, temores y propsitos.En este sentido, nuestra experiencia es siempre subjetiva, por definicin, pero noporque ella no encierre elementos objetivos. Cuando eso ocurre (cuando creemosilusoriamente estar ante un objeto, o le atribuimos propiedades que no posee, o con-fundimos la identidad de una persona), nuestra experiencia es perjudicada (fallamosen nuestra accin, frustramos nuestros deseos, deliramos etc.). Por eso, forma partede una vida viable el esfuerzo por garantizar y ampliar nuestra percepcin del mundo,nuestro conocimiento objetivo. Eso no implica (cmo podra?) que al hacerlo, aban-donemos o suprimamos los elementos subjetivos (en sentido tradicional) de nues-tra experiencia. Basta reparar en que deseamos, o precisamos, o buscamos conocimien-to objetivo.

    La ciencia (en el sentido ideal-tpico de Weber) representa ese esfuerzo em-prendido de forma metdica y socialmente organizado. Su xito en identificar y expli-car vastas porciones del mundo traduciendo ese saber en accin eficiente (tecnologa)produce el espejismo de ser un conocimiento sin un sujeto conocedor, segundo

    17 La nocin de intencionalidad, dentro y fuera de la fenomenologa (por ejemplo, en John Searle), as como lanocin de ser-en-el-mundo apuntan a ese hecho.

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    Popper. Sin embargo, si no bastara el hecho de que la ciencia surgi y prosper en de-terminadas sociedades, la filosofa de la ciencia acab advirtiendo que el saber cient-fico es siempre relativo a paradigmas, estrategias cognoscitivas o tradiciones de pes-quisa. En particular, la filosofa de la ciencia asumi que la actividad cientfica correcta(o sea, no fraudulenta) es una tarea que exige juicios de valor. Que todo eso no reduce elconocimiento cientfico a mera opinin compartida es algo igualmente importante deser comprendido.

    Ese reconocimiento del carcter situado de la prctica cientfica, compatiblecon la objetividad del saber que ella produce, lleva comprensiblemente a cuestionar ladicotoma hecho-valor. Hilary Putnam argumenta, convincentemente, que esa di-cotoma (considerada axiomtica por el empirismo lgico) es en verdad una distincinque apunta a casos extremos de una variedad de posibles enunciados (cf. Putnam, 2004[2002]). Vale decir, en vez de continuar a creer que todos los enunciados se dividenentre los puramente valorativos (como Juan es honesto) y los puramente fcticos(como Juan es venezolano), deberamos reconocer que innmeros casos interme-dios son ambiguos. Llamar a alguien cruel, por ejemplo, puede ser tanto una mani-festacin de repudio como una afirmacin que se vincula a conductas efectivas, y queno vale en ausencia de ellas. Crticas como la de Putnam son a menudo citadas en apoyode la tesis de que no es ms vigente la nocin de que la ciencia se limita a describir (yexplicar) la realidad, sin juzgarla. O que aquellas crticas desenmascaran el carcterirremediablemente comprometido, partidario, de toda investigacin. Si esa opininfuera correcta, significara que la ciencia se ilusiona o nos engaa con su aparente pre-tensin de conocer el mundo tal como l es.

    Creo que esa conclusin es equivocada. Ntese que Putnam no afirma que nohaya casos de enunciados marcada o ntidamente fcticos y casos de enunciados mar-cada o ntidamente valorativos, sino que no debe entenderse esa distincin comoexcluyente de otras posibilidades. Propongo entender eso como diciendo que en losenunciados fcticos predomina el inters en detectar lo que el mundo es por sobrenuestra intencin (incluida la intencin de conocimiento). Y en los enunciadosvalorativos predomina nuestra intencin (deseo etc.) por sobre lo que el mundo puedaser. Al punto de que, cuando asumimos fuertemente una conviccin moral, religiosa,poltica o esttica, llegan a parecernos irrelevantes, impertinentes o sospechosas lascrticas de tales convicciones en nombre de la ciencia. El lenguaje cientfico, con suaspiracin a una perfecta univocidad, encarna esa intencin, que incluye despojar tr-minos de uso comn de su carga valorativa, cuando son usados en la ciencia.18 De ese

    18 Ernest Nagel ya se haba referido a esa cuestin a propsito de trminos como normal, proponiendo distinguirentre juicios de valor caracterizadores y juicios de valor apreciativos (Nagel, 1978, p. 443-4).

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    modo, la condicin de imparcialidad para la objetividad contina a tener sentido, aun-que no se confunda con la nocin de neutralidad (y precisamente por eso). Ella expre-sa la voluntad de ser realistas (en la acepcin vulgar de la palabra). A que venga aservir ese realismo es otro problema.

    4.2 Novick sobre la ilusin

    Es muy difcil no sentirse convencido por la tesis de Novick, cuando el lector no es unhistoriador de profesin, atento a posibles errores en una obra tan erudita. El autor esmuy persuasivo al mostrar las limitaciones del ideal de objetividad histrica a lo largode un siglo de prctica profesional en los Estados Unidos. En particular, al sorprenderla falta de conciencia de tantos historiadores que se imaginaban objetivos, no perci-biendo las bases ideolgico-polticas del consenso profesional (cuando l exista), nilos motivos, igualmente ideolgicos, que conducan a enfrentamientos entre investi-gadores. La leccin inmediata de su historia de la historia parece ser la de que no bastaquerer ser objetivo para serlo. Falta ver si eso es razn para que no sea necesario teneresa intencin.

    Para Novick el ideal de objetividad es confuso, reposa en presupuestos dudo-sos e incluye elementos psicolgica y socialmente ingenuos. Como asunto prc-tico, cree que promueve una distincin irreal y odiosa entre relatos histricos quese considera desvirtuados ideolgicamente y otros que estaran libres de ese defecto.Sintetizando su posicin, Novick encuentra vaca la afirmacin de que una obra his-trica sea objetiva. Se tratara de una observacin que nada dice de interesante otil (Novick, 2005 [1998], p. 6).

    Comenzando por esta ltima afirmacin, es bueno recordar que la objetividades un ideal. Probablemente no se dice nada til al afirmar que una obra es objetiva.Sin embargo, evaluar una narrativa o explicacin histrica como ms objetiva que otra uotras, tal vez no sea tan intil. Cabe imaginar que, admitindose que toda evidenciaimplica interpretacin, una narrativa o explicacin sea percibida como ms objetiva alreposar sobre evidencias cuya interpretacin un mayor nmero de lectores aceptara,por ejemplo. En cuanto a los presupuestos de la historia objetiva, Novick no aclara culesson los muchos que considera dudosos, as como no aclara cules elementos sonpara l psicolgica y socialmente ingenuos. No obstante, es posible concordar con lsobre la fragilidad de casi todas las presuposiciones del objetivismo tradicional: noexisten hechos histricos sin alguna interpretacin (pues es ella que los vuelve ta-les), la nocin de verdad como correspondencia es problemtica, el significado de losacontecimientos no es invariable, la separacin entre hecho y valor, historia y ficcinno es tan ntida etc. Por consiguiente, una nocin de objetividad histrica que inclu-

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    yera la defensa de cualquiera de esos puntos sera impracticable. La nica excepcinestara constituida, en mi opinin, por el compromiso con la realidad del pasado. Sepuede discutir, naturalmente, sobre si tales o cuales eventos fueron reales, pero la con-viccin de que la investigacin histrica se propone establecer las caractersticas deeventos que efectivamente ocurrieron no me parece pasible de abandono sin borrartoda diferencia entre historia y ficcin.19

    La ingenuidad psicolgica y social que Novick atribuye a los historiadoresobjetivistas se refiere, plausiblemente, a la conviccin de que los historiadores pudie-ran aislarse con relacin a la sociedad para trabajar de manera imparcial. En lo que serefiere a la objetividad, a la conviccin de que ella fuera posible, a nivel individual ogrupal, gracias a la mera intencin y la concordancia de los investigadores en procederde cierta manera (respeto por los documentos, control de la especulacin, vigilanciaacerca de la teora privilegiada etc.).

    Creo que aqu est, como ya adelant, la principal contribucin del libro de Novickpara estimar la vigencia del ideal de objetividad cientfica, pues el enfrentamiento deopiniones entre historiadores contemporneos que l comenta en el ltimo captulopuede considerarse anlogo al existente entre partidarios y crticos de la objetividadcientfica en general.20 Quiero decir, la guerra de las ciencias, o sea la polmica so-bre el alcance epistemolgico y el valor social de la ciencia, es un conflicto que pasainevitablemente por algn aspecto de la nocin de objetividad. Como en el caso de lahistoria, se enfrentan defensores de la objetividad en los moldes (realistas) tradicio-nales como Mario Bunge con empiristas como Bas van Fraassen, defensores del carc-ter social de la ciencia como Helen Longino y negadores de la objetividad como RichardRorty (cf. Bunge, 2007; van Fraassen, 1987; Longino, 1990; Rorty, 1991). Si de la histo-ria se puede llegar a pensar que ya no existe como disciplina homognea (tal es la im-presin de Novick sobre la historiografa norteamericana), de la ciencia, en su con-junto, puede reiterarse el diagnstico. Es sabido que la unidad de la ciencia es hoy mscuestionada que defendida por filsofos, socilogos e historiadores de la ciencia. Co-menzando por la duda sobre la existencia de una metodologa general de investiga-cin, siguiendo por la secular querella relativa a la peculiaridad de las ciencias huma-nas y culminando en la existencia de la tecnociencia (que contradice buena parte del

    19 Ntese que Hayden White, el terico que Novick cita como siendo responsabilizado por el extremo relativismohistrico de la dcada de 1980, particularmente por enfatizar las semejanzas entre la historia y la literatura, no niegala existencia de los hechos del pasado, sino su interpretacin objetiva (Novick, 2005 [1998], p. 600).20 Novick cree detectar cinco tendencias resultantes de la crisis de la nocin de objetividad en el escenario de laprctica y de la teorizacin historiogrfica en la dcada de 1980: una retomada del empirismo anti-terico, un es-cepticismo con relacin a la objetividad, un hiper-objetivismo anti-posmodernista, un retorno a la narrativa ytentativas de constituir un nuevo consenso en base a autores como Kuhn (cf. Novick, 2005 [1998], cap. 16).

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    thos de la ciencia acadmica), hay sobrados motivos para preguntarse si la expresinla ciencia tiene un referente unitario.21 La diversidad de propsitos, recursos y con-secuencias de las diversas prcticas que se consideran cientficas es enorme. Evquesela distancia entre una investigacin antropolgica que se propone comprender un ri-tual, un experimento realizado con un acelerador de partculas, una pesquisamercadolgica para lanzar un producto y la procura de una vacuna contra una enfer-medad. Si la bsqueda de la objetividad, en el sentido tradicional aqu utilizado, debeser posibilitada por un consenso profesional, parece difcil, quien sabe imposible en-contrarlo actualmente en la ciencia como totalidad. El ideal de objetividad se reduciraal consenso posible dentro de cada disciplina, subdisciplina, tipo de investigacin, pro-yecto etc. Dados tal propsito, tal metodologa, tales recursos, tales valores etc., tantolos resultados de la investigacin como el procedimiento de los cientficos podrn serconsiderados como objetivos. Esta ltima palabra indicar, en cada caso, que los re-sultados pueden ser obtenidos (repetidos) por cualquier agente competente, y/o queesos resultados son eficientes al ser aplicados, que la interpretacin de los datos esaceptada por todo y cualquier intrprete-estndar etc.

    Tal vez se piense que la observacin anterior se resume en reiterar la dimensinconsensual de la objetividad a la que alud al inicio de este trabajo, pero no se trata deeso. Mencionar ese ideal (reducido) de objetividad sirve aqu para llamar la atencinsobre lo que aparentemente no se puede hacer, actualmente, para concebir o defender elideal de objetividad cientfica en general. No parece posible pensar en un ideal unita-rio no utpico desconociendo las variadas circunstancias en que el conocimiento dichocientfico es hoy procurado. Cmo exigir objetividad (o el mismo sentido de objetivi-dad) a investigaciones guiadas cada vez menos por el deseo de saber cmo es el mun-do y cada vez ms por la utilidad econmica, poltica o blica del conocimiento, lo queipso facto se traduce en aspiraciones en conflicto? Los cientficos que creen estar reali-zando un trabajo objetivo estaran ilusionndose igual que los historiadores retrata-dos por Novick. Retomar este interrogante en la conclusin de este artculo.

    4.3 Daston y Galison sobre la fidelidad

    Ya mencion que Daston y Galison admiten que la fidelidad a la naturaleza (fidelity tonature) es probablemente, un aspecto permanente de la ciencia. Un mrito de sulibro es, repito, mostrar que esa fidelidad fue entendida de diversas maneras, y que serobjetivo, por parte del cientfico, fue (y parcialmente, es) una de ellas. El inters de

    21 Tecnociencia designa la ciencia estrechamente asociada a la tecnologa e incorporada a los sistemas de produc-cin, a los intereses econmicos y polticos, y a los proyectos blicos (cf. Echeverra, 2003).

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    este estudio, para mi propsito, reside precisamente en destacar las presuposicionesontolgicas y epistemolgicas, intervinculadas, de todo enfoque cientfico, un asunto quefue popularizado por Kuhn al insistir en que los paradigmas incluyen conviccionessobre cmo est constituido el mundo (cf. Kuhn, 1970 [1962], cap. 3). Cuando secrea en la existencia de formas o tipos ideales de los fenmenos naturales, la actitudcientfica correcta era tratar de ser verdico con relacin a ellos (truth-to-nature).Al abandonarse esa conviccin, la reproduccin exacta de lo que se perciba, sin alte-raciones originadas en el sujeto, era obligatoria (objetividad mecnica).22 Esa acti-tud fue, parcialmente, substituida por la identificacin de estructuras, concebidas ahoracomo lo ms importante en el fenmeno investigado (objetividad estructural).Finalmente (por ahora) el reconocimiento de pautas pas a exigir el juicio entrenado.

    Igualmente meritoria es la explicacin dada por los autores de esa sucesin deactitudes epistmicas, una explicacin por razones de psicologa social.23 Con rela-cin a la primera afirman que surgi como reaccin al inters excesivo de los natura-listas en variaciones y monstruosidades, y como deseo de revelar una realidad accesi-ble slo con dificultad, a saber, el tipo, el verdadero gnero (cf. Daston & Galison,2007, p. 58). El paso a la objetividad mecnica tendra un origen ms complejo. Por unlado, los autores recuerdan la influencia de la crtica kantiana a la metafsica en la se-gunda mitad del siglo xix, poca en que el vertiginoso avance de las ciencias iba acom-paado por la conciencia de la fugacidad de las teoras. Eso habra hecho que los cien-tficos abandonaran la pretensin de que la ciencia alcanzara la verdad (un ideal queapareca como metafsico), substituyndolo por el cultivo de la objetividad (un idealepistemolgico). Al nivel de la prctica cientfica eso se traduca en la preocupacin dedejar que los hechos hablasen por s mismos, producir imgenes autnticas, sinintromisin del cientfico.24 El trnsito de la objetividad mecnica a la objetividadestructural habra sido motivado por la incomodidad de los cientficos ante el carc-ter subjetivo de las sensaciones (que tenan un papel decisivo en la objetividad me-cnica), la dificultad de compartir su contenido y, sobre todo, la conviccin de que laciencia aspira a establecer relaciones, las cuales son objeto de pensamiento ms quede percepcin. La objetividad se pensaba tiene que ver con relaciones estructura-

    22 Los autores hacen notar que, ontolgicamente, eso implic un desplazamiento de la atencin del objeto comotipo para el objeto como particular (Daston & Galison, 2007, p. 161).23 Daston y Galison no confan en explicaciones de tipo social para esos cambios epistmicos. Ver, por ejemplo, enla p. 197 sus razones para no vincular la aparicin de la objetividad mecnica a acontecimientos tales como la Revo-lucin Francesa o la Revolucin Industrial; la relacin entre el ideal de objetividad y esos acontecimientos no es niprxima ni intrnseca, argumentan, y vara con las teoras usadas para establecerla.24 Es importante la observacin de los autores de que la invencin de la objetividad mecnica tiene como contra-partida la invencin del yo o de la subjetividad del cientfico, como aquella instancia que debe ser combatida (cf.Daston & Galison, 2007, p. 198 ss).

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    les duraderas, la nica realidad objetiva, para Poincar (cf. Daston & Galison, 2007,p. 260). De manera anloga, el cambio para la actitud del juicio entrenado habratenido como motivacin la dificultad para identificar lo normal en imgenes mec-nicamente producidas (radiografas, espectros estelares, fotografas de rostros huma-no etc.). La multiplicidad de imgenes, por ms autnticas que fueran, no poda, pors sola, suministrar la pauta (pattern) que el cientfico precisaba. Esa pauta solamentepoda ser captada, a la manera de un aire de familia (Wittgenstein), por un cientficoentrenado como tal.25 En la sucesin de actitudes, trasparece el esfuerzo para perfec-cionar la aprehensin de aquello que se considera propiamente real o cognitivamenterelevante, descartando los elementos intiles o perturbadores (ya se trate de variacio-nes en lo que el mundo ofrece o de agregados indebidos del observador).

    De particular importancia es la contribucin de Daston y Galison al explicar quela objetividad mecnica no implicaba una pretendida anulacin o supresin del yo enla actividad cognoscitiva. Ese propsito es ciertamente irrealizable, pero la creenciade que defina a la objetividad mecnica explica por que sus crticos la consideran comouna ilusin (el noble sueo de Novick) o un engao (la expectativa de adoptar la mi-rada de Dios). En rigor esa objetividad consista en cultivar ciertos aspectos del yo(como la capacidad de observacin atenta) reprimiendo otros (como la emotividad y elprejuicio). Una tarea de la voluntad contra s misma, controlndose, sometindose a laley de la naturaleza (cf. Novick, 2005 [1998], p. 381).

    No menos importante es la observacin de que las diversas actitudes epistmicasno fueron abandonadas al ser substituidas, sino que se acumularon o sobrepusieronde tal modo que coexisten hasta la actualidad. Esto prueba que, a su manera, todas ellastienen una funcin en el (complejo) propsito de fidelidad a la naturaleza. Al mismotiempo la palabra objetividad tiene un peso o efecto peculiar, dado que tiende a serusada (al nivel ms abstracto del anlisis epistemolgico) como abreviatura de todaslas dems virtudes epistmicas (certeza, rigor, verdad etc.).

    Entiendo que el libro de Daston y Galison nos alerta contra la injustificada iden-tificacin de la fidelidad a la naturaleza, propsito permanente de la ciencia, con laaspiracin a la objetividad (mecnica, y mal entendida), a la vez que sugiere cmo esaidentificacin naci. Se podra decir que, si se guarda conciencia de la distincin men-cionada, el uso de la palabra objetividad puede continuar a designar la aspiracin bsicade la ciencia en su sentido tradicional, es decir, la ciencia acadmica. Dado que estaltima, como es notorio, est siendo substituida por la ciencia industrial, fuertementevinculada a la tecnologa, es importante la referencia final que Daston y Galison hacena las imgenes cientficas en la nanotecnologa (Daston & Galison, 2007, p. 382 ss).

    25 Es fcil reconocer aqu la figura del cientfico normal de Kuhn.

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    Si el propsito de la ciencia tradicional, tal como se encarn en los atlas que el libroanaliza, fue el de fijar la naturaleza, el de representarla mediante las imgenes, ahoraestas ltimas son presentadas para ser manipuladas al servicio de la produccin tecno-lgica. Ocurri un deslizamiento de la imagen-como-representacin para la ima-gen-como-proceso, en que las imgenes funcionan como herramientas. En los nue-vos atlas interactivos26 es posible transformar a voluntad las imgenes. Si eso tiene,parcialmente, la utilidad de comprender mejor un proceso natural (las modificacio-nes voluntarias pueden operar como un modelo prctico) su finalidad ltima es siem-pre la creacin de algo artificial. (La ontologa no es de mucho inters para los inge-nieros. Ellos quieren saber lo que ir a funcionar; p. 393). Y si en ciertos casos lamanipulacin permite trascender condicionamientos subjetivos no deseados, o sea,obtener productos que no estn vinculados a intereses y deseos particulares, las nue-vas imgenes son presentadas como algo til, como algo estticamente atrayente y has-ta como algo que puede ser comprado, por tener potencial industrial, vale decir, queapelan a intereses y deseos (cf. p. 397). Estamos aqu, sin duda, lejos de la fidelidad ala naturaleza.

    Conclusiones

    Es una conviccin equivocada, aunque enraizada () que revelar que una idea o valortiene una historia es, ipso facto, desprestigiarla. Sin embargo, mostrar que la objetivi-dad no es ni una parte inevitable ni una [parte] eterna de la ciencia no formula ningnveredicto sobre su validez, deseabilidad o utilidad, no ms que documentar que la pro-hibicin de puniciones crueles e inusuales surgi por primera vez en un tiempo y lugarparticulares subvertira per se ese principio jurdico (Daston & Galison, 2007, p. 376).

    Concuerdo, ciertamente, con las palabras de esos autores. Como manifest alcomienzo de este trabajo, tan slo la demostracin de la imposibilidad terica de unideal puede desautorizarlo. Descartada esa alternativa queda slo examinar, cuando elideal ya fue orientador de cierta prctica, cmo funcion (digamos as) en las circuns-tancias concretas. Es eso, y no otra cosa, lo que nos ofrecen las obras aqu analizadas.

    En lo que se refiere a la aspiracin a corresponder al objeto de conocimiento,como propsito de la ciencia tradicionalmente entendida, ella es mantenida por el es-

    26 No se trata, evidentemente, de libros convencionales, sino de programas de computadora que presentan imge-nes y permiten su alteracin. Los autores comentan dos tipos de imgenes: las digitales virtuales, en las que el cien-tfico-ingeniero manipula la imagen para entender mejor un objeto fsico, y las imgenes tctiles (haptic), en las quela transformacin de la imagen est al servicio de modificar o construir objetos fsicos (cf. Daston & Galison, 2007,p. 382).

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    tudio de Daston y Galison en la forma de una permanente tentativa del cientfico de serfiel a la naturaleza, una tentativa que, sin embargo, adopta diversas formas. Queda claro,en particular, que la fidelidad procurada no se identifica con una pretensin (utpica)de reducir la mente a una tabula rasa, a un espejo, como en la conocida comparacin deRichard Rorty (1979). La objetividad mecnica, en la medida en que permanece paraciertos momentos o aspectos de la prctica cientfica, consiste en cierta educacin dela subjetividad, y no en su eliminacin. Proctor propone distinguir, como vimos, laneutralidad de la ciencia con respecto a su objetividad. Esta ltima denota la validezepistmica del conocimiento, ser el conocimiento confiable, verdadero (cf. Proctor,1991, p. 10). Por consiguiente, podemos concluir que tampoco Proctor considera su-perado este aspecto de la nocin de objetividad. Diferente es el caso de Novick. Esteautor afirma no haber defendido ninguna tesis en su libro, limitndose a exhortar a loshistoriadores a reflexionar sobre un ideal tan confuso y esencialmente problem-tico. No obstante, al enfatizar los equvocos de la aspiracin a reproducir el pasadotal como fue, al mostrar los desacuerdos tericos, a veces grandes, entre los investi-gadores incluyendo el franco rechazo, por algunos, del ideal de objetividad pareceestar proponiendo su abandono.27 En todo caso, el libro de Novick sugiere que, en loque respecta a ese tipo de realidad que llamamos el pasado humano, entender el cono-cimiento en trminos de alcanzar esa realidad, reconstruirla, establecer su sig-nificado etc., puede ser algo ilusorio, debiendo, si as fuera, ser efectivamente aban-donada tal pretensin.28 En tal hiptesis precisaramos definir de otra manera lainvestigacin histrica, a diferencia de la ficcin y de la propaganda. Eso nos lleva alsegundo aspecto de la nocin tradicional de objetividad.

    En lo que se refiere al consenso intersubjetivo como medio para alcanzar la ob-jetividad o de creer haberla alcanzado,29 el libro de Daston y Galison confirma esa pre-suposicin. Se podra decir que la refuerza; claramente, la nocin de objetividad comocierto acuerdo de la mentalidad cientfica con relacin a la realidad enfocada es soste-nida por la coincidencia entre la nocin que se tiene del objeto (el tipo, el individuo,la estructura, la pauta) y la nocin de mtodo apropiado (dentro de dado paradigma).Proctor no toca en ese tema y Novick hace ver qu difcil es ese consenso en una disci-

    27 Novick se dice persuadido por los crticos y no impresionado por los argumentos de los defensores de la obje-tividad histrica (2005 [1998], p. 6).28 Esa conclusin exigira reflexiones ontolgicas y epistemolgicas (En qu consiste la realidad del pasado? Qusignifica conocer esa realidad? Etc.) que el libro de Novick no se propone.29 Cabe aclarar que la coincidencia intersubjetiva tiene dos aspectos o momentos. Como coincidencia en el mtodo(sensu lato), significa el camino o instrumento para alcanzar la realidad a conocer. Como repetibilidad de los proce-dimientos, es tomada como seal de que la realidad fue alcanzada. En ambos casos caben ilusiones y errores, cierta-mente, pues el consenso no garantiza la objetividad, que debe ser estimada por criterios externos al grupo (cf. Smith,2004, p. 146).

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    plina que trata con asuntos humanos, en que la distancia de la investigacin con rela-cin a la sociedad es problemtica. Podemos leer el estudio de Novick como un tes-timonio de la dificultad para instaurar un paradigma en sentido kuhniano, si es en-carado como un artefacto puramente tcnico o una creacin puramente profesional.Ese esfuerzo requiere el respaldo de coincidencias culturales, ideolgicas y polticasde los investigadores, ms all de sus coincidencias tericas y metodolgicas. En sen-tido inverso, son las divergencias culturales, ideolgicas y polticas las que puedenimpedir, dificultar o hacer cambiar un consenso profesional. Subrayo la palabra pue-den, pues sera excesivo concluir que necesariamente lo hacen. De cualquier modo es-tamos aqu en el umbral del tercer aspecto de la nocin de objetividad, a saber, la exi-gencia de neutralidad.

    Ya manifest mi acuerdo con la necesidad de distinguir entre neutralidad e im-parcialidad en la ciencia, por ms que se trate de actitudes vinculadas. Quiero ahorallamar la atencin sobre la diferencia entre neutralidad y autonoma de la ciencia.El libro de Novick transforma el ideal de objetividad histrica en un noble sueo (osea, en una quimera) en gran medida porque la autonoma profesional de los historia-dores no equivale a su aislamiento o independencia de los acontecimientos sociales yde las presiones polticas. Este es un punto que debe ser concedido. Pero cabe distin-guir entre autonoma como independencia y autonoma (conforme la etimologa) comoderecho a regirse por los propios criterios (cf. Agazzi, 1996 [1992], p. 18-20). Una teo-ra, explicacin o constatacin cientfica es verdadera o falsa (comprobada o no etc.),y no, por los mismos criterios, lucrativa, justa, pecaminosa o bella. No dejar de ser ver-dadera (o llegar a serlo) por ser inmoral o conveniente para algn individuo o grupo.O sea, la especfica validez del conocimiento cientfico no es afectada por los criteriosque rigen otras actividades humanas (religin, arte, derecho, economa etc.). As con-siderado, el ideal de objetividad histrica no es necesariamente un sueo. Y los cri-terios epistmicos incluyen, como defend antes, la imparcialidad como parte de laautonoma (y no forzosamente la neutralidad).

    La obra de Proctor, como ya dije, no afecta necesariamente la imparcialidad re-querida por el ideal de objetividad, sino la supuesta neutralidad de la ciencia. Puedehaber ciencia objetiva y al mismo tiempo comprometida con determinados interesesno cognoscitivos. De mi parte, incluyo la investigacin bsica en la categora de cienciacomprometida, pues depende de fuentes de financiacin, no siendo por tanto neu-tral.30 Pero es claro que la polmica surge a propsito de los compromisos no cognos-citivos (polticos, econmicos, blicos) de la ciencia. Y, en este sentido, la ciencia (ob-

    30 La financiacin, an cuando es oficial, refleja polticas, planificaciones, privilegios de ciertos temas o disciplinasetc., excluyendo o limitando investigaciones sobre otros asuntos.

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    jetiva) es cada vez menos neutral. Los proyectos de investigacin estn cada vez msatados, directa o indirectamente, a metas no cognoscitivas. Pero los cientficos (bsi-cos) no dejan por eso de estar obligados por la norma de imparcialidad, es decir prohi-bidos de substituir lo que es por lo que desean que sea. Puede alegarse que esto es dife-rente en el caso de la ciencia aplicada y de la investigacin tecnolgica, porque en ellaspuede bastar el saber que funcione (datos slo aproximados, teoras ya superadas enla ciencia de punta etc.; cf. Cupani, 2006b). Sin embargo, tambin all existen lmi-tes. Si el conocimiento obtenido o utilizado no corresponde en alguna medida a la rea-lidad, el objetivo prctico no ser alcanzado. Y si lo fuere en base a conocimientossabidamente falsos, razn tendremos para hablar de pseudociencia.

    En lo que respecta a la defensa de la neutralidad como independencia, acusadapor Proctor de ser escudo y espada de posiciones polticas e intereses grupales, valeobservar que tambin la defensa de la no neutralidad de la ciencia (que parece haberalcanzado un estatuto casi teolgico para muchos estudiosos)31 puede ser por lo me-nos espada. De hecho, lo es en el caso de Proctor, que propone una teora de la cien-cia activista (en sentido poltico) y moralista, que preste atencin a las formasconcretas de sufrimiento e injusticia en el mundo, en vez de abstenerse de describir ydenunciar las diversas formas en que la ciencia efectiva hace lo contrario (cf. Proctor,1991, p. 226). Puede ser tambin escudo, si la defensa de una ciencia comprometi-da, bajo la alegacin de que toda investigacin de algn modo lo es, sirve para evitarcuestionamientos acerca del valor epistmico (simplificando, la verdad) del conoci-miento producido por tal ciencia.

    Vale la pena conservar el ideal de objetividad? Tiene sentido mantenerlo?Es necesario defenderlo? Depende. Depende de concebir o no la ciencia como unaempresa bsicamente cognoscitiva. Depende de que consideremos posible y necesa-rio conocer el mundo tal como es (aproximadamente, al menos), en vez de contentar-nos con lo que creemos (deseamos, tememos etc.) que sea. (No quiero decir que deba-mos contentarnos con desear lo que es conformismo social y poltico, fatalismo conrelacin a la naturaleza , sino que lo que es constituye la base, el material, el presu-puesto de lo que deseamos que sea, aunque para ello debamos destruirlo, negarlo otransformarlo.) Creo que buena parte de la ciencia (natural y social) contribuy paraese propsito. La ciencia prolonga la necesidad de ser realistas (nuevamente, en la acep-cin vulgar de la palabra), tanto para sobrevivir como para realizar nuestros proyectos,lo que puede incluir liberarnos de errores y servidumbres.

    31 El comentario es de Gerald Doppelt, en un artculo que muestra cmo los valores sociales a menudo influencianlos epistmicos sin por eso substituirlos (cf. Doppelt, 2007).

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    Sin embargo, y como admit antes, gran parte de la ciencia est perdiendo esecarcter de bsqueda de conocimiento confiable sobre el mundo, apto en principiopara posibilitar diversas realizaciones humanas, para transformarse en indagacinestimulada, exigida, aprovechada, por propsitos no cognoscitivos. Esa transforma-cin de la ciencia en engranaje de un sistema mayor, incluye desde la ciencia al servi-cio de la nanotecnologa a que se refieren Daston y Galison hasta la historia politizadao comercial que denuncia Novick, pasando por la ciencia social activista que deseaProctor. Para tales finalidades prcticas (coincidamos o no con ellas) puede circuns-tancialmente no ser necesario (ni conveniente) el ideal de objetividad, en su totalidado en parte. Puede no interesar respetar la realidad; puede no ser preciso que haya unconsenso relativo a fines cognoscitivos; puede no importar la imparcialidad (que llegaa ser un obstculo, en esas circunstancias).

    Es tambin verdad que a menudo esa ciencia-engranaje es presentada como sino lo fuera, o sea, como representacin fiel del mundo que, por ser tal, es eficaz. Eldesenmascaramiento de esa maniobra (ideolgica) parece condenar, como igualmenteideolgica, toda defensa de la ciencia objetiva. No obstante, creo que un conocimientode lo que ese ideal implica, junto a la conciencia de las dificultades para su im-plementacin, son la nica manera de no dejarse confundir por aquel conflicto de per-cepciones sociales de la ciencia. Los estudios aqu examinados ayudan en ese esfuerzo.

    Alberto CupaniProfessor Titular del Departamento de Filosofia,

    Universidade Federal de Santa Catarina,

    Investigador del Conselho Nacional de Pesquisa Cientfica, Brasil.

    [email protected]

    abstractScience, and the knowledge it produces, are traditionally viewed as objective. Objectivity refers to theaspiration of corresponding to the object of enquiry, through procedures which are held in common bythe scientists and which avoid the influence of subjective factors. Objectivity indicates an ideal that isdifficult to realize and several objections have been raised against it. In this paper, I examine three criti-cal works concerning the quest for objectivity in natural sciences, social sciences and history, respec-tively, in order to decide if the ideal of scientific objectivity continues to be a salient one.

    Keywords Scientific objectivity. Neutrality of science. Proctor. Novick. Daston. Galison.

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