comportamiento político y sociología electoral

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    Comportamiento poltico

    y sociologa electoral

    IRENE DELGADO SOTILLOS

    LOURDES LPEZ NIETO

    UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIN A DISTANCIA

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    COMPORTAMIENTO POLTICO Y SOCIOLOGA ELECTORAL6901411GR01A01

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin laautorizacin escrita de los titulares delCopyright, bajo las sanciones establecidasen las leyes, la reproduccin total oparcial de esta obra por cualquier medioo procedimiento, comprendidos la reprografay el tratamiento informtico, y la distribucinde ejemplares de ella mediante alquilero prstamos pblicos.

    Universidad Nacional de Educacin a DistanciaMadrid 2012

    Librera UNED: c/ Bravo Murillo, 38 - 28015 MadridTels.: 91 398 75 60 / 73 73e-mail: [email protected]

    Irene Delgado Sotillos y Lourdes Lpez Nieto

    Todas nuestras publicaciones han sido sometidasa un sistema de evaluacin antes de ser editadas.

    ISBN: 978-84-362-6412-8Depsito legal: M. 16.396-2012

    Primera edicin: agosto de 2012

    Impreso en Espaa - Printed in SpainImprime y encuaderna: Grafo, S.A.Avda. Cervantes, 51, edif. 21, (Vizcaya)

    mailto:%[email protected]:%[email protected]
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    NDICE

    Tema 1. EN TORNO A LA DEMOCRACIA LIBERAL REPRESENTATIVA: BREVEINTRODUCCIN A LOS SISTEMAS REPRESENTATIVOS Y ALGUNOS

    PROBLEMAS ACTUALES ................................................................. 11

    1. Notas sobre la evolucin histrica del concepto de representacin 13

    2. Representacin nacional y general .................................................... 163. Representacin libre ........................................................................... 184. Representacin poltica ...................................................................... 215. Algunos problemas de la representacin poltica en los sistemas

    democrticos representativos y pluralistas ....................................... 23

    Tema 2. NOTAS PARA EL ESTUDIO DE LA EVOLUCIN DE LOS PARTIDOSPOLTICOS .................................................................................... 31

    Tema 3. ELECCIONES, SISTEMAS REPRESENTATIVOS Y SISTEMAS ELECTO-RALES .......................................................................................... 45

    1. Elecciones y sistemas representativos ............................................... 472. Evolucin de los sistemas electorales ................................................ 543. Notas sobre las elecciones en sistemas no democrticos ................. 824. Estudios sobre los sistemas electorales ............................................. 103

    Tema 4. EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES ................................... 125

    1. Tipologa de sistemas electorales ....................................................... 1272. Efectos de los sistemas electorales .................................................... 1313. Sistema electoral y cambio en el ejercicio de gobierno .................... 150

    Tema 5. COMPORTAMIENTO Y ANLISIS ELECTORAL .................................. 155

    1. Los estudios electorales ...................................................................... 1572. Los datos electorales ........................................................................... 1773. Los resultados electorales ................................................................... 185

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    4. El sistema electoral y sus efectos sobre la representacin y el com-portamiento electoral en Espaa ....................................................... 200

    Tema 6. LA PARTICIPACIN ELECTORAL .................................................... 2371. Aproximacin al estudio de la participacin electoral ..................... 2392. Niveles de participacin electoral en las elecciones generales (1977-

    2011) .................................................................................................... 2413. La participacin en elecciones municipales y autonmicas (1979-

    2012) .................................................................................................... 2514. La participacin en las elecciones al Parlamento Europeo .............. 267

    Tema 7. ELECCIONES GENERALES AL CONGRESO Y AL SENADO ................. 285

    1. Introduccin y normas electorales .................................................... 2872. Las elecciones al Congreso de los Diputados .................................... 2953. Rendimiento poltico y proporcionalidad del sistema electoral del

    Congreso .............................................................................................. 3204. La competitividad: ejemplo de aplicacin de indicador a las elec-

    ciones al Congreso .............................................................................. 3305. De las urnas a las instituciones (1977-2011) ..................................... 3406. Las elecciones al Senado .................................................................... 351

    7. Reflexiones finales .............................................................................. 361

    Tema 8. ELECCIONES AUTONMICAS ......................................................... 375

    1. Introduccin ........................................................................................ 3772. Las reglas de juego y su funcionamiento .......................................... 3823. Resultados: participacin, sistemas de partidos y competitividad .. 3944. Un ejemplo de anlisis de casos comparados y su evolucin: las

    elecciones autonmicas en el Pas Vasco y Galicia de 2001 y 2005 .. 421

    5. Resultados institucionales de los comicios: parlamentos y gobiernosautonmicos ........................................................................................ 4316. Recapitulacin .................................................................................... 458

    Tema 9. ELECCIONES MUNICIPALES .......................................................... 461

    1. El objeto de estudio ............................................................................ 4632. El sistema electoral municipal ........................................................... 4653. Las preferencias electorales (1977-2011) .......................................... 4844. La representacin poltica municipal ................................................ 508

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    Tema 1

    En torno a la democracia liberal representativa:

    breve introduccin a los sistemas representativosy algunos problemas actuales

    Lourdes Lpez Nieto

    1. Notas sobre la evolucin histrica del concepto de representacin.

    2. Representacin nacional y general.

    3. Representacin libre.

    4. Representacin poltica.

    5. Algunos problemas de la representacin poltica en los sistemas demo-crticos representativos y pluralistas.

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    1. NOTAS SOBRE LA EVOLUCIN HISTRICA DEL CONCEPTODE REPRESENTACIN

    Durante la Edad Media y la monarqua absoluta, la relacin entre repre-sentantes y representados era de estrecha dependencia de los primeros res-

    pecto a los segundos, que se plasmaba en estrictas instrucciones que el repre-sentante no poda desconocer o modificar. La introduccin de cuestionesnuevas en el orden del da no contempladas en las instrucciones origina-rias, exigan que el representante las sometiera a sus representados y actuasesegn lo decidido por ellos. Es decir, el mandato era imperativo y frecuente-mente revocable, de tal modo que el representante lo sera en tanto observa-se fielmente los trminos de las instrucciones recibidas teniendo que res-ponder, por otra parte, ante sus mandantes del desempeo de su gestin. Esta

    circunstancia ha llevado a numerosos autores (Burdeau, Kelsen, Weber, etc.)a hablar de estos representantes estamentales como portavoces, servido-res, funcionarios, etc., de sus representados subrayando su situacin devinculacin o dependencia respecto a stos y la dejacin de voluntad y crite-rios propios por parte de aquellos. Las necesidades perentorias de los monar-cas para obtener con urgencia subsidios o acuerdos favorables a sus interesesy planteados fuera del orden del da, sin tener que suspender las sesionesmientras los representantes evacuaban consultas con sus cuerpos represen-tados, comenzara a erosionar este principio del mandato imperativo cerrado

    y monoltico, iniciando un proceso que la revolucin liberal consumara.Esta representacin estamental o vinculada tiene un cierto carcter mixto,pues si no parece discutible su naturaleza de representacin de intereses ycorporativa (de grupos privilegiados, cuerpos sociales, municipalidades celo-sas de sus exenciones y prerrogativas) contiene tambin un germen nadairrelevante de representacin poltica, viendo en los delegados la personifi-cacin del reino en su conjunto, lo que se aprecia en algunos actos propios deestas asambleas y que son algo ms que protocolarios: or la exposicin de lapoltica real, jurar al heredero, recibir su juramento al suceder a su antecesor

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    en el trono, etc. Con sus limitaciones de corporativismo, vinculacin y loca-lismo en esta variante de representacin estn las races de la representacinpoltica moderna. No obstante, excepcin hecha de Inglaterra, las asambleas

    y dietas de los pases continentales entraran con el asentamiento de lamonarqua absoluta en un profundo declive que las llevara ms veces a unaexistencia puramente nominal y que seala, por tanto, una neta diferenciacon las formas representativas que habran de surgir despus. Hay que men-cionar, que esta representacin asamblearia o parlamentaria no es la nicaque conocen los tiempos medios y el Antiguo Rgimen; por el contrario en elmbito de las distintas corporaciones o en las municipalidades existen tam-bin frmulas representativas. Las hay, al menos parcialmente, en los gobier-nos urbanos por ms que en muchos casos resultase puramente terica al

    patrimonializar las familias patricias los oficios y cargos representativos; lahay con limitaciones anlogas en el seno de los gremios, la hay en algunasuniversidades y colegios con rectores electos y consiliarios tambin electos enrepresentacin de las diversas facultades; la hay en el seno de la Iglesia,especialmente en el gobierno de las rdenes monsticas, como el captulogeneral cisterciense integrado por representantes de cada una de las casas dela orden dotados de plenos poderes.

    El perodo de apogeo de la monarqua absoluta si conserva las frmulasrepresentativas es vacindolas de todo contenido poltico, especialmente enlos pases continentales, pues tambin es el momento en que se acentan lasdiferencias entre el modelo ingls parlamentario y el de los restantes pases;en stos la representacin poltica subsiste solo como un vago principiomoral en virtud del cual el Prncipe es representante del conjunto de sus sb-ditos, pero no del Estado, puesto que ms que representarlo se funde y con-funde con l. Igualmente, el pensamiento poltico del Barroco y la Ilustracinaporta algunos materiales nuevos para la edificacin del concepto moderno

    de representacin. Estara fuera de lugar proceder aqu a su exposicin yexamen con detalle, pero son de rigor las referencias (muy sucintas) a tresseeros pensadores Hobbes, Rousseau y Montesquieu. La teora hobbesianade la representacin (contenida especialmente en el captulo 16.o deLevia-tn) representa una ingeniosa fusin de principio representativo y poderabsoluto. En l la representacin es corolario de la teora del pacto: cuandolos hombres acuerdan abdicar de sus derechos y se transforman en hombreo persona artificial otorgan el derecho de representar a esa persona a unhombre o asamblea que materializa su unidad. Este representante que, en la

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    opinin de Hobbes, debe ser el titular de un poder monrquico, es un repre-sentante ilimitado e irresponsable. Ilimitado porque nada de cuanto decidao haga deja de vincular a sus sbditos sin que le quepa otra responsabilidad

    que ante la divinidad, es un poder absoluto irresponsable y vitalicio, es unapura entelequia y en nada coincidente con el principio de representacinpoltica real.

    Posicin muy alejada de la de Hobbes es la de Rousseau que en lo con-cerniente a la representacin queda recogida (Contrato Social, lib. III, cap.15.o). Introduce el ginebrino un concepto bsico para la moderna teora de larepresentacin, el de voluntad general, esencial y funcionalmente unitaria ysolo encarnado en el pueblo entendido como totalidad. Desde esos supuestos

    nicamente hay una frmula legtima de ejercicio de la funcin legislativa:de forma directa e inmediata por el pueblo, o lo que es lo mismo, sin repre-sentacin alguna; la voluntad general no es susceptible de representacin, elejercicio democrtico del poder ha de ser directo y toda mediatizacin,incluida la representativa, supone una distorsin de la democracia. Tal for-mulacin adolece de una notoria limitacin en su dificultad para ser viableen comunidades polticas numerosas y extendidas, o ms bien de dimensio-nes superiores a las de una mediana ciudad-estado.

    Por ello sostendr Montesquieu, tercera y ltima de estas referenciastericas (Espritu de las leyes, lib. XI, cap. VI), que la representacin polticaqueda justificada por razones funcionales, por las dificultades materiales delejercicio directo de la soberana. La cuestin que se plantear la teora pol-tica en adelante ser la de salvaguardar y garantizar el gobierno del pueblomediante el sistema representativo. Los sistemas representativos, su funda-mento terico, su articulacin tcnica y los problemas que todo ello entraa,surgen de dos prototipos bsicos: la va inglesa, emprica y paulatina, resul-tado de un cauto e ininterrumpido desarrollo a partir del esquema bajo-

    medieval, sin que falten ciertamente elementos doctrinarios (y baste recordara los levellers y elAgreement of People en plena revolucin), y la va francesa,doctrinal y revolucionaria que no conserva vnculos funcionales relevantescon las instituciones representativas abortadas por el absolutismo y que es,en este sentido, anloga a las ms de los pases europeos. En el modeloingls la prdida de la soberana absoluta por parte del rey no sera en bene-ficio directo del pueblo, a quien lgicamente, tendra que ir a parar sino quese la arrogara el Parlamento interponindose, entre uno y otro. Si tal es elorigen de la soberana parlamentaria inglesa, lo es tambin de la concepcin

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    del gobierno representativo. Si bien el sistema electoral, por lo menos hastala reforma de 1832, al impedir que el pueblo pudiera realmente expresar su

    voluntad consagr una oligarqua gobernante asentada no ya en la Cmara

    de los Lores sino en los Comunes. La soberana parlamentaria implicaba unaconcepcin muy relativa del principio de representacin que habra de dejara salvo en todo caso la independencia y autonoma del parlamentario-repre-sentante.

    En Francia la creacin del sistema representativo fue obra de la AsambleaConstituyente, plasmndose en el artculo 2.o de la Constitucin de 1791 por elque se consagra a s misma como representativa y se apoy en la combinacinde dos principios esenciales, el de la unidad e indivisibilidad de la soberana

    nacional y el de la identidad entre la voluntad nacional y la de los represen-tantes. Por una u otra va el resultado vino a ser anlogo, alumbrndose losprincipios cimentadores de la representacin poltica moderna, la del Estadoliberal, cuya esencia se advierte por contraste con las lneas maestras de larepresentacin estamental y que podra resumirse en la consumacin de tresmutaciones: 1) De la representacin territorial y particular a la nacional ygeneral. 2) De la representacin vinculada a la representacin libre. 3) De larepresentacin corporativa y de intereses a la representacin poltica.

    2. REPRESENTACIN NACIONAL Y GENERAL

    El nuevo orden representativo tendr como uno de los pilares bsicos laidea de que el representante no lo es exclusiva y nicamente del grupo con-creto de ciudadanos que le haya elegido, sino que, una vez electo, pasa a serrepresentante de la nacin entera sea cual fuere su origen geogrfico o pro-cedencia social. El particularismo local y estamental queda as radicalmen-

    te invalidado como objeto especfico de representacin, al tiempo que sepuede dar por representados a todos aquellos que no han intervenido en ladesignacin del representante: menores, incapacitados, mujeres y todos losamplios sectores sociales excluidos del sufragio por los sistemas censitarios.El fundamento individual de este principio clave se encuentra en la filosofaindividualista cuya plasmacin poltica sera la negacin de toda entidadintermedia entre el ciudadano y el Estado. Segn esta ptica el derecho derepresentacin residira en todos y cada uno de los ciudadanos pero, losrevolucionarios franceses (an reconocindolo en algunos de sus textos

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    capitales) procedieron con cierta inconsecuencia al conjugar ese principiocon el de la unidad e indivisibilidad de la soberana nacional, estableciendoque el derecho a la representacin reside, no ya individual y separadamente

    en cada uno de los ciudadanos, sino indivisiblemente en la nacin formadapor la totalidad de los mismos. De este modo, los ciudadanos vienen a estarrepresentados indirectamente y de modo reflejo a travs de la nacin. Estoes, al tener la nacin como totalidad una representacin, y formar losciudadanos el cuerpo nacional, se ven ellos representados pero no disfrutande un derecho individual de representacin distinto del de la nacin comounidad indivisible. La formulacin de esta doctrina se halla por doquier enla constituyente francesa, por ejemplo la meticulosa redaccin del articulo7.o de la Constitucin de 1791 al establecer que los representantes nom-

    brados en (no por) los departamentos no sern representantes de uno par-ticular, sino de la nacin entera, o el articulo 29.o de la de 1793 declarandoque cada diputado pertenece a la nacin entera. Razones de convenienciapoltica aconsejaban tambin en aquella situacin, como la de toda colecti-

    vidad nacional a la hora de soltar amarras con el Antiguo Rgimen, procederde este modo, pues el reconocimiento de una representacin vinculada alterritorio hubiera significado dejar subsistentes las vas hacia el particula-rismo y los intereses parciales entorpeciendo el proceso de unificacin que

    los revolucionarios queran imponer. Superados estos recelos, y para acallarotros de signo opuesto, el principio de representacin territorial ha quedadorecogido en muchos textos constitucionales modernos, especialmente enlas segundas cmaras de los estados federales en los que los habitantes delos estados son representados sin dejar de existir un principio de vinculacinrepresentante y territorio. En los sistemas anglosajones de distrito mayori-tario uninominal el territorio tambin juega un papel especial, ya que aun-que formalmente el electo represente a toda la nacin, el parlamentarioacta de valedor y portavoz de los intereses de la circunscripcin. Otra dis-

    funcin del principio liberal originario deriva de la prctica francesamediante la cual el diputado puede acumular tambin el cargo de alcalde, loque en la prctica dificulta ese tipo de desdoblamiento sea tan neto. Todoello contribuye a que en la prctica moderna de las democracias represen-tativas la circunscripcin, adems de delimitacin electoral, una agrupacinespacial de electores-representados, venga a convertirse en mbito de ejer-cicio de la poltica, el asiento del poder del elegido, negndose por la va delhecho el postulado liberal originario. Esa negacin ha tenido lugar a vecesde forma ms honda por parte de los propios poderes de los estados y de sus

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    parlamentos en casos extraordinarios, como los de separacin de territoriosde un Estado. Cuando eso ha sucedido los diputados electos y proclamadospor los distritos de esos territorios han podido perder su condicin, aunque

    la doctrina comn era terminante respecto a su carcter de representantesde la nacin como conjunto y no de ningn territorio determinado y debie-ran, por ello, haber continuado en el ejercicio de sus funciones hasta elfinal de la legislatura de no renunciar voluntariamente antes. Valgan dosejemplos para aclararlo: el de los diputados y senadores elegidos en las cir-cunscripciones argelinas que cuando Francia otorg la independencia aese pas en 1962 fueron destituidos, o los procuradores de las Cortes espa-olas elegidos en el territorio del Sahara y que decayeron anmalamente desu condicin al entregar Espaa la administracin de aqul territorio en

    noviembre de 1975.

    3. REPRESENTACIN LIBRE

    Lo peculiar del moderno esquema poltico de Occidente no es tanto larepresentacin en s, sino el carcter libre de la misma y su plasmacin encorporaciones parlamentarias. Por representacin libre se entiende aquella

    no condicionada ni lastrada por compromisos o limitaciones impuestas porlos representados, lo que implica la autonoma plena del representante, ascomo la inexistencia de un compromiso u obligacin de rendir formalmentecuenta de sus acciones y omisiones ante los representados. La modernaidea de representacin repugna y excluye la idea de mandato. El diputado eselegido por los ciudadanos pero no mandatario suyo. De la misma manera,la reunin de los representantes no extrae su autoridad de los poderes quehayan podido transmitirle sus electores, sino que la contiene en s mismocomo una prerrogativa propia. Y finalmente no est sujeto a ninguna obli-gacin de explicar su gestin ni puede ser objeto de medida jurdica algunapor parte de representados disconformes con la misma, ni ser desposedopor igual razn de la condicin de representante mientras que con concluyael perodo de su diputacin.

    La doctrina formulada a este respecto por los revolucionarios franceseses inequvoca y tiene en Sieys su ms destacado y completo representante.Segn su argumentacin el derecho de la circunscripcin electoral se redu-ce a enviar sus diputados a la asamblea, pero esa es su nica participacin

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    en la formacin de la voluntad general y no puede concurrir a ella por ins-trucciones imperativas ya que la voluntad general, que ha de deducirse delseno de la asamblea, no depende de las voluntades particulares de los dis-

    tritos sino que es superior a ellas y se les impone. Si un distrito impusiera aun diputado su voluntad sobre un asunto determinado usurpara una volun-tad que solo pertenece a la nacin toda. La razn de principio se completapor otra aducida fuera de la tradicin francesa, por ejemplo por Burke:admitir el mandato imperativo sera negar la esencia del parlamento, comombito para la discusin, el razonamiento y la persuasin. Si cada repre-sentante llegara a l instruido y condicionado por sus representados, con unadecisin firme e inamovible sobre los asuntos planteados, la funcin delibe-rativa de la cmara estara de ms, las decisiones preexistiran a la discusin.

    La posibilidad del mandato imperativo choca igualmente con el principio dela unidad de la soberana nacional, pues aqul slo es comprensible si seadmite que la soberana se encuentra fraccionada entre los componentes delcuerpo nacional. Pero Sieys, y las corrientes liberales que en l se inspiran,esgrimen otras razones que apuntan a la esencia misma del rgimen repre-sentativo en su contraposicin con la democracia como sistema de partici-pacin directa del pueblo en la creacin de la ley. Tal sistema es descalifica-do no slo por la razn prctica habitualmente aducida de la imposibilidad

    material de congregar a todos los ciudadanos, sino porque la mayora destos no tienen ni instruccin ni ocio para dedicarse personalmente a lacuestin, por lo que han de limitarse a elegir a quienes siendo ms capacesque ellos y a modo de especia listas, puedan conocer el inters general einterpretar su voluntad. El ciudadano legislador de la democracia quedaas convertido en ciudadano elector, y a esa reduccin cualitativa la distin-cin entre ciudadanos activos y pasivos, esto es con y sin derecho a voto, delos distintos sistemas censitarios aadir su propia restriccin cualitativa. Elsistema representativo es una concrecin aristocrtica de la democracia.

    De la concepcin del representante intelectualmente ms y mejor capacitadoque sus representados, se deriva un nuevo argumento en pro de la indepen-dencia y libertad de actuacin. Los representantes conocen o tienen condi-ciones para descubrir los verdaderos mecanismos de la accin poltica ypor tanto no es menester que reciban instrucciones de quienes solo pueden

    ver los asuntos de forma volitiva.

    Se acepta de forma universal la representacin libre, aunque ha sidoobjeto de larga controversia, aunque los argumentos sobre la primaca del

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    inters y voluntad de los representados han ido perdiendo peso por la com-plejidad y especializacin de la prctica poltica, hasta reducirse a subrayarla obligacin, ms tica, que real, de atender, conocer, pulsar el sentir de sus

    representados, de la opinin pblica ante determinadas cuestiones. Contodo lo que parece ms trascendente en esta visin liberal de la representa-cin es la reelaboracin del concepto y las consecuencias que ello implica.Del modo de entender la representacin poltica que acuaron los revolu-cionarios franceses se abandona la idea tradicional de una dualidad de

    voluntades (representante y representado) reducindolas al monismo de lavoluntad nica de la nacin representada, que se representa as misma en elparlamento. En consecuencia y desde el punto de vista poltico, la nacinempieza y termina donde se forma su voluntad lo que conlleva diversas

    consecuencias, siempre y cuando el punto de partida sea la lealtad al sistemapoltico constitucional y la asuncin de su principios por parte de los repre-sentantes, que no estarn sujetos a mandato imperativo alguno. En conse-cuencia no se debe distinguir entre pas real y formal, se condenaran formasde participacin directa o plebiscitaria y se descalificara toda opcin anti-parlamentaria. Esta concepcin genera como no poda ser de otra forma cr-ticas, especialmente desde la ltima dcada del siglo XIX hasta la II GuerraMundial de nombres tan dispares como Pareto, Lenin, Jellinek, Carr de

    Malberg o Kelsen entre otros, basadas en la idea de que esta concepcin dela representacin minimizaba el papel del representado. Algunas de lastesis, se amparan bajo el rtulo del organicismo, que presume que el rganocarece de personalidad propia, salvo la de la nacin organizada y en conse-cuencia no existe contrato posible, porque las colectividades adquieren per-sonalidad jurdica por al posesin de rganos, al presuponer la existencia delos mismos. Las tesis orgnicas sostienen que el pueblo es rgano primariodel Estado, entendiendo por pueblo una realidad ms concreta que lanacin, concepto utilizado ms por los franceses. Pueblo o cuerpo electoral

    es el conjunto de individuos que constituyen un rgano de creacin y lacmara, no es un rgano de la voluntad del pueblo, sino que ambos, puebloy cmara son rganos del Estado.

    En todo caso, tanto la teora francesa del mandato, como la del rganobrevemente citada, presentan un alto grado de abstraccin, que impideexplicar adecuadamente la representacin occidental. En parte, la explica-cin de esta fractura entre teora y hechos se puede deber a la ptica esen-cialmente jurdica, del negocio jurdico privado, con que se movieron quie-

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    nes las formularon. Pero la representacin poltica tiene una naturalezadistinta: el representado no propone sus ideas y deseos para que el repre-sentante los asuma, sino que el elector acepta de antemano, en trminos

    amplios, ideas y propsitos del candidato a representante para, una vezinvestido de sus funciones, modificar aspectos concretos de su oferta pro-gramtica por razn de la coyuntura poltica. El representado acepta hacer-se representar por un sujeto, programa o partido, o las tres cosas al tiempoen funcin de la confianza que le inspiren. No es otra la base de la teora dela confianza (trust) desarrollada histricamente por los tericos ingleses. Lacuestin es el carcter impreciso de la obligacin que, cara a sus electores yrepresentados, asume el depositario de confianza. Evidentemente la reelec-cin con la posibilidad terica que encierra retirar la confianza a represen-

    tantes a los que se juzgue inmerecedores de volver a recibirla puede forzar lafidelidad de los representantes, pero nada ms materializa las posibles obli-gaciones de esa confianza que queda as, como expona Burke ante sus elec-tores de Bristol, en un inconcreto derecho (por no contar con medios paraejercitarlo) de los representados a no sentirse defraudados por el repre-sentante. En los actuales esquemas del rgimen representativo y de partidosese terico derecho es an ms espreo en la prctica pues ni siquiera laposibilidad de recurrir a frmulas de participacin directa, como el refe-

    rndum, impide que los representantes puedan actuar al margen del tcitocompromiso establecido al recibir la confianza los electores. De este modoslo la tica y la consecuencia de un representante que no aspire a revalidarsu mandato le ata a los deseos y preferencias de sus votantes. Los ejemploscitados pueden ilustrar tanto al versatilidad del concepto de representacincomo la vigencia de ciertos elementos del mandato imperativo, pese a la muygeneralizada, pero desgraciadamente, no universal vigencia del mandatorepresenattivo libre. Sin duda el significado de ese mandato imperativo nopuede dejar de analziarse ms que relacin con el conjunto del sistema

    poltico de partido nico propio de las democracias populares (ver sobre estetema el captulo 3.o).

    4. REPRESENTACIN POLTICA

    El desarrollo del principio de representacin poltica es paralelo al delparlamento, o mejor, del sistema parlamentario. Como dice Sartori, la repre-sentacin poltica moderna surge cuando una delegacin de mandatarios,

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    encargada de negociar y tratar con la corona, se transforma de contrapartedel soberano en rgano del Estado. Loewenstein, por su parte, participa de lamisma idea en su original teora del significado de la representacin, y sos-

    tiene que fue esa tcnica la que hizo posible la institucin del parlamentocomo rgano de poder separado e independiente del gobierno. Ciertamentese puede interpretar que las asambleas estamentales tuvieron contenidopoltico, entendiendo lo poltico en su sentido ms genrico y amplio; peroen una acepcin ms precisa es obligado distinguir aquella representacin derdenes e intereses de la moderna representacin poltica. Entendida sta, nocomo la de objetivos, necesidades y principios singulares y concretos, sinocomo la de opciones generales en las que no se trata tanto, o primariamente,de dar satisfaccin directa e inmediata a intereses concretos, sino de esta-

    blecer situaciones legales genricas para que esos intereses puedan satisfa-cerse y en todo caso teniendo presentes los intereses generales u otros inte-reses que, en su concurrencia, exigen relativizarlos. Entre otras cosas lapoltica viene a ser la tcnica que, de acuerdo con principios y preferencias,ordena y atiende la satisfaccin de demandas distintas. Si la primitiva repre-sentacin de intereses buscaba obtener del monarca concesiones singulares,es decir favorecerse con su poder, la moderna representacin poltica entra-a asumir una cuota de ese poder, condicionar de modo estable el poder del

    gobierno. En razn de esta funcin de control o de respaldo y cooperacinen su caso de la decisin poltica gubernamental, la moderna representacines bsicamente poltica, siendo tres los instrumentos que le permiten serlo:constitucin, parlamento y elecciones peridicas. Se debe a Carr de Malbergla distincin entre rgimen representativo y rgimen parlamentario, enten-dido ste como un rgimen de gobierno del pas por el pas o un gobierno deopinin, en el que en virtud de las elecciones peridicas, el pueblo, o almenos los electores, pueden orientar ciertos aspectos de la vida polticanacional. Las diferencias respecto al rgimen representativo concebido por

    los revolucionarios franceses son manifiestas, pues las elecciones no seentienden slo como el mecanismo para la designacin de representantessino tambin como medio para que el electorado se pronuncie sobre opcio-nes polticas concretas. Al mismo tiempo, la asamblea parlamentaria resultareforzada en su prestigio y en su autoridad poltica ya que no se basa tanslo en su origen electivo, sino que sus decisiones responden efectivamentea un sentimiento pblico y a unos deseos mayoritarios. As, pues, el parla-mentarismo introdujo en el rgimen representativo inicial y terico el factorde representacin real de la que careca. Si este segundo tenda en el fondo,

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    como qued establecido ms arriba, a excluir a los ciudadanos de la accinde gobierno, el rgimen parlamentario entraa el principio de vincularlos aella aunque sea de un modo limitado o indirecto. Desde el punto de vista de

    la teora constitucional ha habido cierta indecisin a la hora de tipificar elsistema parlamentario cuando se ha tratado de diferenciarlo del rgimenrepresentativo puro y de la participacin poltica directa. Existen posicionesmuy encontradas sobre su acepcin, aunque existe bastante coincidencia ensealar que en la prctica la idea de la representacin acuada por los cons-titucionalistas revolucionarios franceses fue inoperante al ignorar al pueblo.El sistema parlamentario de representacin constituye un medio para laexpresin de la voluntad popular y concurre adems a legitimar a los gober-nantes y fundamentar una mayora de gobierno. En este ltimo supuesto,

    cobran relieve los sistemas electorales, los partidos polticos y el comporta-miento electoral, objetos de estudios destacados por parte de la CienciaPoltica, y en concreto en estas asignaturas.

    5. ALGUNOS PROBLEMAS DE LA REPRESENTACIN POLTICAEN LOS SISTEMAS DEMOCRTICOS REPRESENTATIVOSY PLURALISTAS

    Las cuestiones que se examinarn seguidamente forman parte de unasunto complejo en el que figuran mltiples factores: el uso y abuso delconcepto de democracia; el desarrollo del ejecutivo y las dificultades dellegislativo para su control; la crisis del parlamentarismo, la del equilibriomayora-oposicin; el papel de los partidos en las diversas instancias del pro-ceso poltico y de los grupos de presin en su caso, etc., buena parte de loscuales fueron resumidos por Hauriou como crisis representantes-represen-tados. Al igual que el moderno Estado social ha tenido que ir incrementandosu estructura burocrtica, el hermetismo y la rigidez jerrquica en la medidaque ha asumido y ha dado respuesta a nuevas exigencias de sectores depoblacin ms amplios, tambin el sistema representativo y el funciona-miento de sus componentes ha conocido un proceso de mutaciones que ha

    venido a transformar ciertos perfiles de la relacin representativa.

    El acceso al sufragio, es decir, a una representacin electiva real, por par-te de la mayora de ciudadanos supuso desde el punto de vista de la repre-sentacin dos circunstancias al menos trascendentes. La necesidad por par-

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    te de los representantes de ser mucho ms receptivos a los intereses y aspi-raciones ms diversificadas y generales y, en parte debido a ello, articular larepresentacin, de modo ya definitivo y cerrando una evolucin larga,

    mediante partidos slidos y estables, lo que hace casi imposible e ilusorioque un candidato solitario pueda acceder a la condicin de representante.Como se ha sealado ya, sucesivamente se ha ido negando la representacinpoltica desde diferentes perspectivas, tanto terica como emprica. Se pro-duce un sustancial cambio debido a la discordancia entre realidad demo-crtica contempornea y la teora clsica de la representacin. La generali-zacin del sufragio, el pluralismo social provoca procesos de cambio socialimparables, una realidad que ya no puede ser negada. Ante esta nueva situa-cin, se producen diversas respuestas que van desde las crticas que pre-

    tendern mantener los principios tericos del Estado liberal representativo,negando por tanto la realidad o pretendiendo confundir teora y prctica dela democracia, hasta posiciones que plantean la necesidad de modificar lateora sin destruirla; caben asimismo posiciones ms extremas que cuestio-naran la democracia representativa, para sustituirla por la deliberativa, o laparticipativa, junto a otras aparentemente conciliadoras que pretenderan lacoexistencia de este tipo de democracia y de la participativa, aunque elobjetivo final pudiera ser la sustitucin de la representativa.

    Sabemos, tal como seala Sartori (2003), que la teora de la democracia sefunda conjuntamente sobre definiciones de carcter prescriptivo (lo quedebera ser) y descriptivas (lo que es en la prctica), las cuales al compararsetienden a trasvasarse. Cuando se encuentran suficientes semejanzas entreprescripcin y hechos, entre el ideal y la realidad, podemos afirmar queestamos ante una democracia. La democracia tiene una definicin normati-va, pero de ello no se concluye que el deber ser de la democracia sea lademocracia y que el ideal democrtico defina la realidad democrtica. Es un

    grave error cambiar una prescripcin por una verificacin y cuanto ms fre-cuente es el error, tanto ms las democracias quedan expuestas a malenten-didos y trampas. Este es el caso de una tesis difundida y aceptada durantebuena parte del siglo XX acerca de la existencia de dos tipos de democracias,la llamada occidental y la comunista. Esta tesis se sustentaba en una com-paracin engaosa, ya que entrecruzaba el ser y el deber ser, en concreto, losideales no realizados del comunismo, con los hechos y sus correspondienteserrores de las democracias liberales. Las democracias populares eran idealessin realidad.

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    Otras disfunciones en torno al concepto de democracia proceden de losapellidos que se le atribuyen, como la denominada democracia social y laeconmica. En ambos casos, amplan y completan la democracia en sentido

    poltico, aunque en la prctica se refieran a micro-democracias, de muchacalidad democrtica, pero poco slidas. Por ello, la democracia sin adjetivosse asimila a la poltica, que es la que ordena y condiciona a los otros tipos,por lo que se teoriza como sistema poltico. Aunque la prctica polticamuestra que existen diversos tipos de democracia (parlamentaria, presiden-cial, mayoritaria y de consenso). Pero si en el mbito emprico se adviertecon claridad esa diversidad, resulta ms incierto verificar lo que ocurre en elmbito de la prescripcin. En efecto, hay quienes plantean la existencia deuna o varias teoras de la democracia, que se contraponen, como por ejem-

    plo, la diferencia entre la democracia representativa y la participativa. La pri-mera, que es una teora de conjunto difcilmente se puede comparar con lasegunda que solo es parcial, o que maneja una parte del engranaje, gracias ala falacia de suplantar el todo por una parte, al usar un grupo de porcionesde teoras o sub-teoras incompletas por el todo. Veamos el desarrollo de estacuestin en relacin a la llamada democracia participativa, que se lanz enlos aos sesenta, no sin antes recordar que la democracia representativa esuna democracia indirecta en la que el pueblo elige representantes que lo

    gobiernan, que incluye la participacin y el referndum, pero como ele-mentos subordinados. Participacin significa tomar parte activa y perso-nalmente, lo que excluye ponerse en movimiento por otros, que se identificacon el concepto movilizacin. Los impulsores de la participacin en aquellasfechas, tal como recuerda entre otros Sartori, defendan las prcticas deasamblea, esto es activistas que atraan a otros. Desde el punto de vista te-rico la democracia participativa bascula entre la representativa y la directa,siendo esta segunda el referente y objetivo ideal, lo que al menos al inicio noexcluye que sobrevivan las elecciones y la representacin, aunque esta teora

    no considera la participacin electoral como autntica. En este punto pare-ce razonable considerar que parece poco deseable que la participacin sereduzca a la emisin del voto, pese a las importantes consecuencias queeste tiene en la democracia representativa. El llamamiento a participar mses meritorio, pero la democracia no se puede resolver con la participacin yadems, desde que se planteara esta opcin que ha tenido un nuevo rebroterecientemente, la realidad nos indica que el ciudadano europeo sigue muyalejado de interesarse en participar de forma ms activa en poltica (ver losdatos de la Encuesta Social Europea). La falta de explicacin adecuada y

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    suficiente sobre muchos aspectos no definidos sobre el particular (su natu-raleza, lugar, etc.) explica que se pueda considerar como una subespecie dela democracia directa y la referendaria.

    Conocidas suficientemente las posiciones sobre cuestiones ms genricas,nos centraremos en aquellas ms concretas que con ms o menos intensidadhan ido conformando la realidad poltica actual, tejiendo con este fin uncomplejo mecanismo de pesos y contrapesos que en determinadas cuestionesresulte complicado interpretar el sentido y funcionamiento de los sistemaspolticos actales. Hay acuerdo casi general sobre el papel del Parlamento enel que reside la representacin poltica del pueblo pese a la crisis en la queest inmersa, que exige modificacin para adecuarla a la realidad. Es te

    cambio de la teora entraa consecuencias trascendentales en los regmenespolticos y van ms all de los cambios constitucionales que se realizan enocasiones y por modificaciones ms o menos convencionales que se ponenen prctica. Sobre el papel de las elecciones para llevar a cabo la represen-tacin poltica, tambin hay acuerdo, siempre y cuando se contemple en unaperspectiva dinmica y como una pieza del engranaje socio-poltico de la quees una variable dependiente. Este asunto lo hemos tratado detenidamentepor ser este instrumento el medio habilitado regularmente para canalizar larepresentacin poltica. Sin embargo, hemos de ocuparnos de otras variables

    dependientes, igualmente importantes en el proceso de conformacin de larepresentacin poltica hoy y que la Ciencia Poltica ha de contemplar. Nosreferimos al papel de los partidos polticos, del funcionamiento de los Par-lamentos y de su relacin con los gobiernos, as como a los instrumentos dedemocracia directa o de participacin poltica.

    Partiendo de la premisa de la representacin poltica liberal y su praxis,los sistemas representativos correspondientes, chocan en la realidad delEstado democrtico. Esta muestra una situacin de transformacin en la

    que aparecen desde el punto de vista jurdico-constitucional, diversas alter-nativas: el reconocimiento explcito del papel de los partidos polticos comoinstrumentos que forman y manifiestan la voluntad popular, entendiendoalgunos autores que los sitan como autntico centro de poder frente a lospoderes clsicos. Otros textos constitucionales los ignoran y otros les atri-buyen funciones menos explcitas. Por su parte, la praxis poltica es bastantehomognea: en todos los pases los partidos, actuando como grupos, des-empean un papel esencial a lo largo de todo el proceso electoral (remiti-mos al texto de A. Ware de la bibliografa obligatoria en el que se recoge de

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    forma extensa esta prctica poltica). En todo caso, estos hechos no distor-sionan los sistemas representativos, ni estn cuestionados por la mayora delos ciudadanos, que pese a plantear determinadas crticas a los polticos

    individualmente, consideran que los partidos son la forma racional de orga-nizar los poderes del estado canalizando el mandato representativo a travsde los partidos. La supremaca de los partidos sobre los representantes sedeja ver tambin en la organizacin y desempeo de las funciones parla-mentarias, dominadas por la accin del grupo parlamentario y por la disci-plina de voto, que en todo caso entraa el riesgo de una automatizacin dela actividad parlamentaria en funcin de las instrucciones de voto de lasdirecciones de los partidos y de los grupos parlamentarios que llevan alrepresentante a veces a pronunciarse con su voto sobre cuestiones que des-

    conoce o sustentar proposiciones elaboradas por grupos tcnicos de traba-jo que pueden incluso ser ajenos a las cmaras o por la propia administra-cin. Del funcionamiento de otros rganos parlamentarios, debido a lacreciente complejidad de la sociedad industrial y aparentemente con rela-ciones menos explcitas con los partidos (comisiones, junta de portavoces,mesa), pero con atribuciones superiores de hecho, al pleno, en el que tra-dicionalmente se asentaba la representacin poltica, se desprende asimis-mo las nuevas manifestaciones de la misma. Este profundo cambio en el

    complejo orgnico que es el Parlamento, son una respuesta a una necesidadprctica. Pero son una respuesta producida sin una previa reflexin terica,lo que ha generado importantes disfunciones y vaciedades que se originanpor el sometimiento a estructuras y reglas de funcionamiento que procedendel pasado y no se adecuan a la realidad. Los partidos polticos son al finalel blanco de las crticas vinculadas estrechamente a una mentalidad bur-guesa parlamentaria, que no llega a asumir que en sociedades industrialesavanzadas los partidos resulten ser la forma racional de organizar los pode-res del Estado, canalizando pues el mandato representativo a travs de los

    partidos. Es claro que el tipo de partidos existentes, polticos parlamenta-rios, el reglamento y las relaciones del Gobierno con el Parlamento, condi-cionarn de modo diverso la prctica de representacin poltica clsica,esto es de los sistemas representativos en sentido amplio. Nos referimos alconcepto clsico de representacin poltica porque buena parte de la doc-trina sigue vinculada al mismo. El Parlamento sigue siendo la representa-cin poltica del pueblo, siempre que se cambie, para su adecuacin con larealidad, la teora de la representacin poltica admitiendo el papel de lospartidos parlamentarios, modificaciones doctrinales que tienen conse-

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    cuencias muy significativas respecto del derecho parlamentario. Las refor-mas convencionales o reglamentarias ocasionales generan disfuncionesque pueden ser utilizadas en detrimento del sistema parlamentario repre-

    sentativo.La formalizacin jurdica y la jurisprudencia que tambin surten tan

    mayoritariamente la concepcin tradicional incluso cuando admiten for-malmente la presencia activa de los partidos en la formalizacin y canali-zacin de representacin, establecen cautelas normativas que contrarrestanlas nuevas formas establecidas como consecuencia de la mencionadarealidad constitucional. Las sentencias del Tribunal Constitucional Espa-ol, aunque aplicadas al mbito de la representacin local, son muestra

    clara de la situacin crtica (de crisis o conflicto) en la que estamos inmer-sos tanto por las posiciones explcitamente encontradas acerca de estacuestin entre los miembros del tribunal, consecuencia de las posiblescontradicciones entre los preceptos del texto, como por la distancia entre larealidad jurdica. En Europa, ningn poltico tiene expectativa seria de serelegido, si no cuenta con el respaldo de un partido. La prohibicin expresaen la Constitucin espaola del mandato imperativo es otra cautela aa-dida a sostener la representacin clsica, tal como ocurre con la mayorade los textos constitucionales europeos aprobados despus de la II Guerra

    Mundial. Ello a pesar de su eficacia prctica es relativa ante la disciplinade voto parlamentaria y las dimisiones firmadas en blanco de antemanopor los diputados.

    Por otra parte, los instrumentos de democracia participativa o semi-directa, como instrumentos que limitan la representacin poltica, pero quetambin contribuyen a reforzar la democracia (referndum, iniciativa legis-lativa popular, derecho de peticin), adquieren en consecuencia un carcterambiguo. Por una parte estas instituciones reconocen en el pueblo una

    voluntad diferente a la de los representantes, lo que supone una contradic-cin con el principio clsico de representacin poltica que doctrinal, polti-ca y jurdicamente pervive. Su reconocimiento en algunos textos constitu-cionales pretenda atenuar las posiciones ms crticas en relacin a larepresentacin poltica y a las limitaciones a la democracia, en las que sinembargo por la complejidad que entraa esta cuestin es defendida tantopor posicio nes conservadoras como radicales y entroncan con posiciones deun u otro modo recelosas u opuestas a los partidos. En todo caso, su alcanceprctico y real, salvo en el caso de Suiza o Estados Unidos, suele ser limita-

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    do por las cautelas y contra pesos que se establecen en su formalizacin jur-dica predominando el carcter consultivo de los referenda. Los requisitosconfieren un carcter rgido a su desarrollo y prctica, sobre todo de los refe-

    renda, dado el escaso reconocimiento jurdico de la iniciativa legislativapopular. Cabe pensar que estas razones motivan la limitada participacinpopular en estos mecanismos (siempre menor que en los procesos electora-les y con porcentajes en torno a la mitad del electorado), unido claro est, ala menor implicacin que los partidos polticos suelen adoptar entorno aestas convocatorias y quiz por ello los electores siguen menos dcilmentelas directrices de los partidos en los referenda que en las elecciones. Larepercusin poltica de los referenda otras veces es muy grande, por ejemplomuchos de los celebrados en el proceso de construccin europea, que pue-

    den tener consecuencias paralizadoras de hecho. Ante la realidad de lospartidos en democracias avanzadas y de modo simplificado, cabe advertirdiversas situaciones y extremas de un continuo: dada la complejidad doctri-nal de la representacin poltica, la prctica de los sistemas representativosa travs de los cuales sta se lleva a cabo (sistemas electorales, partidos, par-lamento esencialmente) y la polmica en la que hoy estamos inmersos, nopretendemos realizar ms que una simple recapitulacin: en Estados Unidosdonde los partidos polticos son dbiles y se produce una estrecha vincula-

    cin del representante con el representado se encuentra una mayor ade-cuacin con la doctrina clsica de la representacin en cuanto a la desvir-tualizacin de los partidos polticos en sistema representativo (eleccin yparlamento); no obsta, sin embargo, que la presencia de otros centros depoder (predominio del Ejecutivo, papel de grupos de presin) modifiquen olimiten en su caso la representacin poltica.

    En contraste con el modelo anterior, conviene recordar lo ocurrido en laRepblica Federal de Alemania. Fue un proceso de progresiva adecuacin

    del derecho a la realidad constitucional en torno al papel de los partidos pol-ticos a lo largo del proceso poltico. Se estableci un sistema electoral mixtopara el Bundestag con elementos de representacin mayoritaria y propor-cional y con voto personal o individual y de listas con barreras que pese a laproporcionalidad que genera el sistema, permite sin embargo, un sistema departidos parlamentarios que propician un alto grado de gobernabilidad.Con cautelas democratizadoras al interior de los partidos al menos en lo quea la elaboracin de las candidaturas se refiere, asegura el control de lospartidos en el sistema electoral, pero introduciendo garantas de democracia

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    interna. Es el Bundestag el rgano legislativo ms importante en el que jun-to al funcionamiento racionalizado del mismo, se produce una disciplina enlas relaciones entre las fracciones parlamentarias con los partidos, ya que se

    establece una composicin proporcional de los rganos lo que viene a su veza realzar el predominio de los partidos. Ello genera crtica por parte de ladoctrina que sustenta los principios de la representacin clsica debido a quese ha vertebrado la adecuacin jurdica a la realidad. Situaciones interme-dias entre las mencionadas se producen bien por ignorancia constitucional,pese a la presencia y en ocasiones reconocimiento normativo en la prcticaelectoral o parlamentaria de fuertes organizaciones partidistas; la situacininversa con partidos respaldados por el ordenamiento, con relativa fuerza delos mismos se produce en el caso de Espaa. En ambos casos no obstante, se

    desprende un predominio de la doctrina clsica de representacin, lo quecomplica y dificulta la prctica coherente y adecuada de los sistemas repre-sentativos. Esta enumeracin de cuestiones, que no se tratan aqu detenida-mente por ser objeto de otras asignaturas o parcelaciones acadmicas, sir venpara poner de relieve el carcter central de la representacin poltica en losproblemas de las democracias modernas y la amplitud del campo de trabajoque se extiende ante los estudiosos de esta parte de la Ciencia Poltica quehabr de ser estimulante, sin duda, para estudiantes y profesores. En todo

    caso es esencial para el estudio tanto del Comportamiento Poltico como dela Sociologa Electoral.

    BIBLIOGRAFA

    SARTORI, G. (2003): Qu es la Democracia?, Madrid, Taurus,

    Encuesta Social Europea, ESS a travs de la web del Centro de InvestigacionesSociolgicas: www.cis.es.

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    http://www.cis.es./http://www.cis.es./
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    Tema 2

    Notas para el estudio de la evolucin

    de los partidos polticos

    Lourdes Lpez Nieto

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    La Democracia, en singular o plural, con apellidos (representativa, libe-ral...) o sin ellos, no puede entenderse ni estudiarse, sin conocer a fondo a lasorganizaciones o asociaciones polticas conocidas como partidos polticos.La Ciencia Poltica desde sus orgenes ha dedicado atencin al anlisis deestos objetos de estudio (Ostrogorski, Mitchels, Weber). Despus, la impor-

    tancia que los partidos polticos tienen para el desarrollo de la vida pblica,incluso en sistemas totalitarios y autoritarios1, explicara que solo en EuropaOccidental durante la segunda mitad del siglo XX, se hayan escrito casi12.000 textos2 sobre estos actores polticos como objetos de estudio. Sinembargo, los partidos han venido afrontando diversos retos y cambios queno han sido en su mayora detectados por los estudiosos. Por ello siguenabiertas muchas preguntas que requieren ms investigacin y anlisis tantotericos como empricos. En el ltimo cuarto del pasado siglo XX las trans-

    formaciones sociales, econmicas y culturales habidas en las democraciasoccidentales (migraciones, mayor educacin, informacin y bienestar ciu-dadanos, etc.) han repercutido en muchos aspectos de las relaciones entre lasociedad y los ciudadanos, entre ellas la disminucin de la afiliacin y de laidentificacin partidistas, cuando los partidos pierden el control sobre la opi-nin pblica en buena medida debido a la influencia de la revolucin tec-nolgica. Otros factores que as mismo, han contribuido al cambio en lasrelaciones entre la sociedad y los partidos se debe al impacto de los procesosde descentralizacin introducidos en muchos sistemas polticos desde los

    aos setenta, que incrementa la competitividad entre los diferentes niveles degobierno y en consecuencia de los partidos en los cargos pblicos. La terce-ra ola democratizadora en diversas partes del mundo conlleva el renaci-miento de partidos, la reconversin de otros y la creacin de nuevas organi-zaciones polticas, en contextos sin tradicin democrtica. Pero este resurgir

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    1 Con los respectivos partidos nicos.2 Artculos, libros o monografas.

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    y desaparicin de partidos tambin ocurre en pases democrticos, comoaquellos que dan respuesta a nuevos movimientos sociales creados al ampa-ro de nuevas demandas sociales, como el medio ambiente. En este contexto

    surgen tesis contrapuestas sobre la nueva realidad de los partidos. Unosdefienden la de las tres D: declinar, decadencia y descomposicin de lospartidos, y otros autores sostienen que debe sustituirse por la de las tres R:reemergencia, revitalizacin y resurgir de los partidos. Ambas tesis puedenser complementarias, ya que muchos trabajos se han ceido a enfoques ymtodos rgidos y parciales, que en palabras de Rokkan son menos tiles quelos utilizados bajo criterios multidimensionales para captar resultados, quede esta forma permite descubrir el impacto en diferentes contextos y condiversas dimensiones. Por ello, los acadmicos ms exhaustivos mezclan

    enfoques para captar la naturaleza esencial de muchos partidos existentes enel mundo, porque muchos modelos han coexistido. Ello exige reexaminarcriticamente las viejas tipologas, conceptos y presupuestos de los que parteny aprovechar su posible utilidad para estudiarlos hoy. Estas tesis son defen-didas en varias obras, especialmente una de ellas en las que me baso3 paraincluir este captulo en esta Unidad Didctica con objeto de destacar laimportancia de estos actores polticos cuando se estudian los sistemas repre-sentativos. Con frecuencia se diluye su centralidad, en contraste con la otor-

    gada a los sistemas electorales o al comportamiento poltico.Los partidos como organizaciones que canalizan las demandas de los ciu-

    dadanos y les representan ante el Estado han evolucionado y se han adap-tado a los cambios de la sociedad. Sin embargo, a lo largo de su breve his-toria (siglo XVIII en Inglaterra), estas transformaciones han sido consideradascrticas a posteriori y se ha cuestionado la direccin de esos cambios eincluso de la democracia representativa, en ocasiones por sectores minori-tarios y en otros momentos y lugares apoyadas de forma mayoritaria. En laactualidad, han entrado en el debate, aunque de forma minoritaria, trestipos de propuestas crticas: la forma alternativa ms radical e incompatiblecon el actual modelo de democracia, sera la participativa. Entre ambosmodelos, la deliberativa, centrada en el mbito local y la democracia inclu-siva, basada en el gobierno multinivel, aunque en ambos casos aprove-charan elementos de las anteriores. Al tiempo, parte de la opinin pblica

    COMPORTAMIENTO POLTICO Y SOCIOLOGA ELECTORAL

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    3 R. Gunther, J. R. Montero, J. J. Linz, 2002.

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    occidental, quiz al amparo del cinismo post-materialista, considera lademocracia la mejor forma de gobierno, pero el grado de satisfaccin conella es relativo4 y la actitud ante los partidos y los polticos suele ser parcial-

    mente crtica. Esta postura ambivalente acerca de estos actores polticos, notiene los riesgos de las posturas antidemocrticas que existieron en el sigloXX (comunismo, fascismo, autoritarismo militar, corporativismo), ya queexiste un gran consenso sobre la vigencia de la democracia tal como laentendemos hoy. Dicho de otra forma, las crticas mayoritarias de hoy a estaforma de gobierno y a sus actores individuales (polticos) o asociados (par-tidos) no plantean alternativas como las ya citadas que se formularon e ins-titucionalizaron durante el siglo XX, cuando hablaban de la democracia for-mal, burguesa o capitalista.

    Cules son los retos y los problemas que presentan hoy el funciona-miento de las democracias representativas que han generado estas propues-tas y estas crticas? A ello se tratar de dar alguna respuesta, ya que parecetil conocer los problemas y ventajas que los partidos presentan en el fun-cionamiento de la democracia representativa actual. En qu han consistidolas principales aproximaciones para estudiar los partidos? Hay bastantecoincidencia al sealar que estos se pueden agrupar en tres categoras: las decarcter terico, las centradas en aspectos ideolgicos y las que se ocupan de

    la organizacin y funciones de los partidos en las elecciones. Cules hansido las principales etapas y por qu pierden capacidad explicativa muchosde estos trabajos en el ltimo cuarto de siglo? La extensa bibliografa sobrelos partidos, especialmente las tipologas que se han ido construyendo, no hasido capaz de anticipar los problemas que podan generar. Una tercera par-te han sido aportaciones tericas, otro tercio se han centrado en aspectosideolgicos y otro en cuestiones electorales y organizativas. Algunos trabajoshan planteado el declive o la crisis de los partidos y las alternativas a lademocracia representativa, alguna de las cuales cuestiona el papel de los par-tidos. Otros estudiosos siguen defendiendo que los partidos son los actorespolticos ms importantes y constituyen el corazn de la democracia. A quobedece esta situacin y en que se basan las tesis crticas? Resulta difcil sin-tetizar las mltiples explicaciones que se han formulado, pero algunos auto-res5 sostienen que unas crticas proceden de determinadas posiciones ideo-

    NOTAS PARA EL ESTUDIO DE LA EVOLUCIN DE LOS PARTIDOS POLTICOS

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    4 Eurobarmetros.5 Daalder, H,; Pulhe, J; Katz, R., Mair, P 2002.

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    lgicas (por ejemplo, de defensores del individualismo a ultranza, de nos-tlgicos de un determinado orden poltico). Otras tienen su origen en ladefensa del modelo anglosajn de gobierno basado en el bipartidismo.

    Algunos autores (Daalder) argumentan que las posiciones que sostienenla crisis de los partidos surgen y tienen un origen diverso, posiciones que nose pueden se separar de las convicciones que este autor holands tiene delsistema poltico de su pas. Una de las tesis crticas, procederan de nostl-gicos de un determinado orden poltico, vinculado al origen de la represen-tacin poltica en Reino Unido a finales del siglo XVIII, cuando los delegados,dependan de una parte restringida de los ciudadanos, que eran votantesindividuales. Estas crticas rechazan a los partidos a pesar de que Hume yBurke los legitiman al defender al representante que llenaran la fracturaentre los delegados individuales y el creciente nmero de votantes. Otras cr-ticas parecidas surgen de individualistas que consideran que los partidos sonorganizaciones tirnicas y antidemocrticas. Veran a los partidos como lasubordinacin de los individuos a la organizacin o a los lderes (Ostro-gorski o Mitchels). En suma advierten del riesgo del Estado de partidos,tanto los individualistas como los defensores del poder del Estado y de laarmona preexistente que acabara con la competicin entre partidos. Porello rechazan el mandato representativo, que permitira conformar el deseo

    y el objetivo inters entre el estado y los ciudadanos. Para que los partidosexistan y adquieran legitimidad se requiere que los ciudadanos acepten quetodos votan en igualdad para promover el inters nacional, sobre los intere-ses o principios particulares y que el gobierno descanse en lo que Schum-peter llam la contienda competitiva por el voto de la gente.

    Un segundo grupo de crticas procederan de quienes generan un recha-zo selectivo de algunos partidos, en concreto de los partidos de masas, quesubyacen en algunas tipologas (Duverger o Neumann) dadas las dificultades

    de este tipo de partidos para estructurar el voto como actores unificados, quecontribuyan a la estabilidad y permitan el ejercicio del liderazgo y del gobier-no responsable. Otro grupo de crticas a este tipo de partidos se justificanpor el alto grado de ideologizacin en la bsqueda de votantes y del Estado,lo que anulara el debate libre. Lgicamente esta tesis presume la existenciade un Estado monoltico y en una nocin idealizada del parlamentarismo yde la democracia directa.

    Tambin se ha cuestionado el sistema multipartidista, a partir de estudiossobre el modelo anglosajn de gobierno, de su bipartidismo y del gobierno

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    mayoritario, que de esta forma es responsable ante los electores. Se consi-dera que estas crticas se basan en partidos concretos, de unos pases y eta-pas determinadas sobre los que se hacen generalizaciones y proposiciones

    normativas. En concreto estaran basadas en la prctica poltica de la III y IVRepblica Francesa, y de los gobiernos de Italia y de la Repblica Federal deAlemania de posguerra, con problemas de gobernabilidad, debido segneste argumento al sistema multipartidista. Sin embargo, esta tesis se cues-tiona cuando se puede demostrar, gracias a investigaciones politolgicasms sofisticadas y profundas sobre los sistemas polticos antedichos, la fal-sificacin de las proposiciones normativas que vinculaban bipartidismo coningobernabilidad. Al introducir otros indicadores en las investigaciones,como el modelo consociativo de Lijphardt, se advierte el rendimiento posi-

    tivo tanto de los sistemas polticos con multipartidismo (por ejemplo, Blgicay Holanda) como de los pases citados antes como ingobernables. De estaforma es posible comparar el modelo de consenso al mayoritario y destacarlas ventajas e inconvenientes que tiene cada modelo.

    Otro grupo de crticas hacia los partidos se fundamentan en la tesis de laredundancia o superacin de los partidos como actores polticos esenciales.Segn esta tesis una vez que los partidos han logrado movilizar y alinear a losdiversos grupos de ciudadanos en el cuerpo poltico con la extensin del

    derecho a voto, estas organizaciones perderan su razn de ser. Despusalgunos analistas sostienen (Schumpeter, Downs, Kirchheimer) que, cuandose descongela el sistema de partidos (aos sesenta) en un contexto degrandes transformaciones de las sociedades europeas, los partidos solo bus-caran maximizar votos y se convierten en una fuerza de mercado y su papelsera tambin su razn de ser originaria. Otras tesis que defienden el declinarde los partidos, tambin de carcter normativo estuvieron influidas por loscambios en la teora democrtica. Consideran que los grupos sociales y la

    accin colectiva seran son los sustitutos de los partidos como agentes derepresentacin. Segn esta tesis, en la que bsicamente convergen neo-cor-porativistas, neo-pluralistas y neo-marxistas, se habra superado la va parti-dista y electoral. La funcin mediadora de los partidos sera sustituida por elpluralismo corporativo a travs de agencias estatales, grupos de inters espe-cializados o de mecanismos de democracia directa (referenda, teledemocra-cia, etc.).

    A partir de los aos setenta la ciencia poltica se especializa y se seg-menta, fenmeno que conlleva la prdida de perspectiva. Los partidos se

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    estudian vinculados a diversas escuelas tericas, lo que determin el diseode diversas tipologas, centradas en los factores que habran influido en suquehacer: dimensiones electorales, vinculacin territorial, su organizacin,

    sistemas de partidos o la formulacin e implementacin de polticas. Por suparte, Mair, sostiene que durante los aos sesenta se aplica al estudio de lospartidos el enfoque estructural funcional coincidiendo con la institucionali-zacin definitiva de los partidos en Europa y el desarrollo en nuevas demo-cracias en Asia y frica tras la descolonizacin. Este enfoque permitiracomparar las funciones de los partidos en escenarios institucionales y socia-les diversas. Sin embargo, esta aproximacin fall por diversas razones,como el etnocentrismo de algunos estudiosos. Simultneamente se aplica elenfoque racionalista al caso norteamericano centrado en los partidos de

    gobierno responsables ante sus votantes en el mercado poltico, en el quelos polticos compiten por las cargos pblicos. Estos estudios tienen pocoxito porque presumen que los actores actan racionalmente todo el tiempoy con el nico objetivo de ganar elecciones, lo que supone una excesivareduccin del papel de los partidos. Por ello, estos trabajos son superadospor otros que analizan los condicionantes institucionales en los que se veninmersos los partidos para la formacin de los gobiernos en estructurasinstitucionales diversas. Otro grupo de estudios se basa en el enfoque induc-

    tivo para comparar los nuevos partidos con los modelos y tipologas ante-riores. Estas estaban basadas en explicaciones histricas de Europa occi-dental elaboradas antes de los aos sesenta.

    Llegados a este punto, cabe preguntar hasta qu punto son ciertas y sli-das estas crticas o se fundamentan en enfoques o anlisis parciales de lacomplejidad de los partidos? Primero es menester revisar los rasgos bsicosde la bibliografa sobre partidos y verificar los diferentes criterios utilizadospara juzgar los partidos, en su mayora complementarios, ms que exclu-

    yentes, tal como se ha hecho de forma sinttica. Despus conviene revisarque tipo de organizacin y funciones de los partidos han cambiado y siestas han sido sustituidas por otras. Para ello se requiere contar con estudiosprofundos y sistemticos en el tiempo y en diversas partes del mundo, sobrela relacin de los partidos con otros actores polticos en su quehacer en lasdiversas instituciones de los gobiernos. Entre este tipo de investigacionesmerece destacarse las realizadas por quienes identificaron el modelo departido cartel, resultante de la evolucin y adaptacin a los cambios en elfinal del siglo XX. En una de sus investigaciones Katz, y Mair (1993) explican

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    la evolucin sufrida por las relaciones entre las tres caras de la organiza-cin de los partidos (militantes, organizacin central y cargos pblicos).Los cambios habran sido dinmicos y reflejaran la secuencia natural de las

    respuestas organizativas dadas a los estmulos del contexto en que actuabanlos partidos.

    En la etapa inicial de sufragio censitario (siglo XIX), funcionaban lospartidos de cuadros, que carecan en la prctica de organizacin central yaque estaba integrada por quienes estaban en el parlamento, es decir, porlos cargos pblicos. La esencia de este tipo de partido elitista son los dipu-tados, con recursos propios para acceder al Parlamento, sin necesidad deapoyos de una organizacin central. Recordar que en este momento se asis-

    te a la pugna del poder legislativo por restringir el poder real. Los militan-tes eran grupos sociales locales tambin con recursos, lo que les habilitabapara tener reconocido el derecho de sufragio restringido. A finales de siglo seconforma en el sur de Europa una versin propia de este tipo de partido(caciquismo en Espaa y transformismo en Italia) con unas relacionesentre los diputados y sus distritos. En todo caso este formato de partido nodifiere mucho del que existe en otras partes de Europa, o del ContinenteAmericano en aquel siglo. Los cambios que se producen cuando comienza aextenderse el derecho de sufragio, afectan tambin al modelo de partido. La

    necesidad de movilizar a los nuevos electores y conseguir recursos paraganar las elecciones, requiere establecer una relacin simbitica entre laorganizacin central y los militantes. La oficina central proveer la ideologay la organizacin formal para los militantes gracias a profesionales de lapoltica dedicados a estas actividades con dedicacin exclusiva. Esta caraser la dominante, ya que adems de coordinar y controlar las organizacio-nes territoriales, dirige a los militantes, quienes sostienen financieramente lasede central. Por su parte los cargos pblicos (diputados y electos locales)

    son responsables ante el distrito y el partido, al actuar con dos tipos delegitimidad, como agente del partido y como mandatario pblico, lo que enocasiones genera conflictos. Este modelo de organizacin de partido tienediferencias significativas debido en unos casos a la influencia del podercentral como en Espaa o en gran Bretaa, en este segundo caso debido a lapresencia de los fuertes lderes sindicales en dicha organizacin central.

    Entre los factores que ms influyen en el desarrollo del partido atrapa-lotodo, debemos sealar los cambios en la sociedad (econmicos, cultura-les, tecnolgicos, etc) que tiene como consecuencia la dificultad por encap-

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    sular a las nuevas clases medias y la necesidad que tienen los lderes y lasorganizaciones centrales para satisfacer las demandas ciudadanas. En estemodelo y a diferencia de lo que ocurre en los dos anteriores, las relaciones

    son ms conflictivas y afectan a las tres caras, porque requiere responder acuestiones como: si en el partido de cuadros los cargos pblicos son domi-nantes y en el de masas domina la fusin de militantes y organizacin cen-tral, en el modelo atrapalotodo es difcil determinar cmo se jerarquizan yordenan las relaciones en la prctica. Para ello hay que analizar los diversoscasos y responder a algunas de las siguientes preguntas: Debe el lder osten-tar el cargo de presidente del partido y del grupo parlamentario? O quindebe dirigir las negociaciones sobre las polticas pblicas y la formacin delos gobiernos: la organizacin central o los cargos pblicos? Y tambin qu

    papel tienen los militantes sobre los programas de gobierno en los congresosdel partido?

    La casustica es enorme y en todo caso muestra que estamos ante unnuevo tipo de organizacin poltica que culmina en el denominado partidocrtel, modelo segn el cual el partido que ocupa cargos en las institucionespblicas domina a las otras. El partido crtel, o moderno partido de cuadrosy tambin llamado partido electoral-profesional, tiene como principal indi-

    cador de las nuevas relaciones de poder la distribucin y uso de la crecientefinanciacin pblica. Al principio estaba solo reducida al grupo parlamen-tario y, a medida que estos recursos aumentan, llegan tambin a la oficinacentral y en menor medida a las organizaciones territoriales. El incrementode recursos materiales procedentes de la financiacin pblica, favorecetambin el aumento de los medios humanos. Ello permite tanto la contra-tacin de asesores en las instituciones pblicas, pero tambin en las oficinascentrales, algunos de ellos externos. Este sera el caso de los profesionales dela publicidad, que sustituiran a los burcratas del partido. Estas prcticas

    en parte despolitizaran parcialmente tanto la organizacin central como elpartido de los militantes, otorgando al lder mayor autonoma para ganarnuevos electores. Estas polticas suponen al menos dos tipos de retos vin-culados, por una parte medir el impacto electoral dirigido a incrementar eltecho electoral, pero al tiempo mantener movilizados a los electores propios.Una de las evidencias de este doble reto, es que las campaas electoralescanalizadas a travs de los medios de comunicacin, mantienen tanto lasprcticas tradicionales basadas en mtines a los que asiste el partido demilitantes, entre otras cosas porque estos se difunden a travs de los

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    medios de comunicacin, como los debates y entrevistas de los lderes. Entodo caso, los partidos crtel estn ms profesionalizados y orientadoshacia afuera a partir del partido en los cargos pblicos y la organizacin

    central responden a las demandas de los lderes del partido en el parla-mento y en el gobierno.

    Pero sin duda el mejor criterio para identificar este modelo de partidocrtel, es el acceso de la mayora de los partidos a los gobiernos y la consi-guiente parlamentarizacin y gubernamentalizacin de estos, lo quesupone enormes riesgos para las otras dos caras. De esta forma sobre todolos militantes, se ven sometidos a la autonoma y a los enormes recursos conque cuentan el partido en los cargos pblicos6. Supone esto la marginali-

    zacin del partido de los militantes? En la prctica esta cara del partido esinseparable de las otras dos y a veces se han producido fenmenos parad-jicos. La militancia ha ido disminuyendo desde los aos ochenta, debido amltiples factores entre otros la sensacin de prdida de protagonismo. Altiempo muchos partidos se habran democratizado, abriendo a los militantesla toma de decisiones, la seleccin de candidatos, en contraste con etapasanteriores y tambin ocupando cargos de asesora. Otras formaciones no semolestan en conseguir afiliaciones lo que supone que en la prctica se ase-mejan a los antiguos partidos de cuadros.

    Entre ambos extremos, algunos partidos combinan polticas para apro-vechar a los militantes, con el reconocimiento de los simpatizantes y de losasesores profesionales. Esta solucin mixta obedece a la dificultad de reali-zar reformas profundas respecto al legado histrico, porque adems lademocratizacin interna legitima al lder y dems cargos pblicos y porque,como hemos sealado, no est demostrado que se pueda prescindir total-mente de la militancia. Esto ltimo se pone de manifiesto al comprobarcomo los requisitos para afiliarse se han simplificado (por ejemplo, a travs

    de internet). De esta forma la hipottica prdida de peso del partido en loscargos pblicos, se compensa con su mayor protagonismo y otros incentivos,como la creciente autonoma de las organizaciones locales en la seleccin decandidatos y en la definicin de ciertas polticas territoriales. Esta solucinest vinculada al proceso de descentralizacin poltica introducida en la

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    6 Sin embargo, en ocasiones los partidos anan en las mismas personas los ms altos cargos de res-ponsabilidad pblica (por ejemplo, presidencia y vicepresidencia de gobierno con el liderazgo del parti-do) aunque otros momentos hay clara bicefalia.

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    mayora de las democracias y, por tanto, a la creacin de institucionesrepresentativas y de gobierno subnacionales. Ello incentiva a los militantes yorganizaciones territoriales de los partidos para acceder a los citados gobier-

    nos multinivel, que gozan de mayor descentralizacin para acceder a lainformacin y para tomar decisiones, lo que por otra parte dificulta la cohe-sin interna de las partidos. En efecto, el escenario poltico es ms compe-titivo y la toma de decisiones ms multilateral, compleja y flexible. Tambines ms difcil contar con la lealtad e identificacin entre representantes yrepresentados de pocas anteriores. Pero la capacidad de adaptacin de lospartidos a la nueva realidad ha permitido que superen las crticas sobretodo porque no hay alternativas slidas.

    Una vez realizada esta breve exposicin relativa a la evolucin de losmodelos organizativos de los partidos, cabe preguntarse si existe una nicaforma de organizacin o si hay un modelo ideal de partido. La respuestasera negativa. Los partidos responden a modelos originarios, influidos des-pus por aspectos sociales, econmicos e institucionales diversos. Las orga-nizaciones partidistas se adaptan a las necesidades de las democracias con-temporneas y a las necesidades e incentivos de los partidos en los cargospblicos. Los cambios del entorno que ms han influido en el proceso de

    adaptacin y que han sido ms estudiados son los relativos al sistema elec-toral. En efecto, hay que recordar que el origen y desarrollo de los partidosse vincula a la extensin del sufragio por lo que se hizo necesaria la buro-cracia partidista para forjar la relacin y comunicacin con los electorescada vez ms extensos. Despus la introduccin del voto de lista incrementel protagonismo de los partidos en el proceso de reclutamiento de las can-didaturas que deban integrar la pluralidad de la numerosa militancia. Asmismo, la influencia de los partidos disminuye cuando entran en escena losnuevos medios de comunicacin que adquieren un gran protagonismo en la

    campaa electoral, sustituyendo a la prensa de partido elaborada por laburocracia partidista. Por su parte, la financiacin pblica anula la depen-dencia de los partidos de la contribucin de sus militantes. No se puedeobviar que el sistema de integracin social altamente estructurado durantebuena parte del siglo XX alrededor de los conflictos ms relevantes (clase,religin, etc.) desaparecen cuando la poblacin se hace ms homognea gra-cias a la extensin del bienestar y de la comunicaciones. En este contexto, lospartidos pierden sus tradicionales bases humanas y se incrementa la com-petencia inter-partidista para captar electores. Se supone que estos seran

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    ms educados y tendran criterio propio ya que no dependeran de los par-tidos para relacionarse con el mundo externo.

    Esta premisa sostenida por muchos autores, sin embargo, se ve cuestio-nada de hecho por otros cuando se advierten las contradictorias demandas yexpectativas que los ciudadanos tienen y exigen a los partidos y a los polti-cos. Los electores, por ejemplo, quieren que los diputados representen susintereses (los de un sector concreto), pero tambin critican que defiendan losde otros y pretenden que formulen polticas coherentes para conseguir elinters general. Tambin cuestionan los liderazgos fuertes o los polticosprofesionales, pero as mismo quieren lo contrario, partidos slidos sin ten-siones internas y que los polticos sean eficaces en las instituciones repre-

    sentativas. Todava hay pocos estudios que respondan adecuadamente al ori-gen y consecuencias que tienen para las democracias la desafeccin polticay las posturas ambivalentes que los ciudadanos tienen hacia los partidos ypolticos. En todo caso, parece necesario reforzar la educacin cvica y los

    valores democrticos entre los ciudadanos y reflexionar sobre los efectos dela falta de identificacin partidista y las citadas paradojas. Una perspectivacomplementaria acerca de la adaptacin de los partidos a los cambios exter-nos, plantea como interrogante si estos no habran sido meros agentes pasi-

    vos de la transformacin citada, sino impulsores de la misma. Sostienen por

    ejemplo, que han sido los gobiernos quienes han aprobado la financiacinpblica, el acceso a los medios de comunicacin y en la prctica la menoridentificacin partidista habra sido propiciada por los partidos, para deeste modo, evitar la presin de sus militantes y votantes. Dicho de otra for-ma, al reforzar la cara del partido en los cargos pblicos y el consiguientedesarrollo del partido crtel, habran conseguido mayor autonoma de estemodelo de organizacin poltica, respecto de los anteriores. Esta tesis sinembargo, requiere verificar si la mayor autonoma de los partidos respecto

    de las otras caras, no se habra visto sustituida por la de los electores. Cuan-do los partidos no siguen los dictados de la sociedad son desalojados delpoder, como respuesta al clsico dilema democrtico: gobernar siempre afavor de la opinin pblica o tratar de ejercer pedagoga poltica trazandonuevas perspectivas que la modifiquen o que al menos ofrezcan suficientesreferencias cuando los cambios del contexto social y poltico as lo exijan.

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    Tema 3

    Elecciones, sistemas representativos

    y sistemas electorales

    Lourdes Lpez Nieto

    1. Elecciones y sistemas representativos.2. Evolucin de los sistemas electorales.

    2.1. Definicin de los sistemas electorales: evolucin y funciones.

    2.2. Evolucin y rasgos bsicos de los elementos fundamentales de lossistemas electorales.

    2.3. Garantas del proceso electoral.

    3. Notas sobre las elecciones en sistemas no democrticos.

    3.1. Rasgos bsicos de las elecciones no competitivas.

    3.2. Ideas bsicas sobre el control clientelista del sufragio en eleccionesno competitivas.

    3.3. Notas sobre las elecciones en pases socialistas: el mandato imperativo.

    3.4. Crticas y alternativas a la democracia representativa desde ladefensa de la representacin corporativa.

    3.5. Sistemas electorales en los procesos de transicin.

    4. Estudios sobre los sistemas electorales.

    4.1. La falta de especializacin de los trabajos realizados.4.2. El carcter dependiente atribuido a los sistemas electorales.

    4.3. Escasa produccin y carcter monotemtico de los trabajos realizados.

    4.4. Avances en la historia de los estudios electorales.

    4.5. Errores en los anlisis y en la clasificacin de los temas abordados.

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    1. ELECCIONES Y SISTEMAS REPRESENTATIVOS

    La poltica cuenta con varias definiciones una de las cuales destaca porsu concisin quin c