cómo educar la conciencia

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CÓMO EDUCAR LA CONCIENCIA 8. a) ¿Cómo puede afectar el corazón a nuestra conciencia? ¿Qué debe ser lo más importante al tomar decisiones? b) ¿Por qué no basta solo con tener la conciencia tranquila? (Véase la nota.) 8 ¿Cómo debe utilizarse la conciencia a la hora de tomar decisiones? Muchos creen que basta con escuchar al corazón. Luego tal vez digan: “Es que mi conciencia me lo permite”. Pero no olvidemos que los deseos del corazón son muy intensos y pueden afectar a la conciencia. Así lo confirma la Biblia: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?” (Jeremías 17:9). Por eso, lo más importante para nosotros debe ser complacer a Jehová y no a nuestro corazón.* 9. ¿Qué es el temor de Dios, y qué relación tiene con la conciencia? 9 Al tomar decisiones, la persona que tiene la conciencia bien entrenada no se guía por el egoísmo. Se guía por el temor de Dios, es decir, por un verdadero temor a desagradar al Padre celestial. Así lo ilustra el caso del fiel Nehemías. Como gobernador de Jerusalén, tenía autoridad para exigir a sus súbditos que pagaran ciertos impuestos. Sin embargo, no lo hizo. ¿Por qué? Él mismo explicó la razón: “[Fue] a causa del temor a Dios” (Nehemías 5:15). No quería correr el más mínimo riesgo de desagradar a Jehová oprimiendo al pueblo. Es vital que nosotros también tengamos ese mismo temor, pues nos llevará a consultar la Biblia siempre que tengamos que tomar cualquier decisión. 10, 11. ¿Qué principios bíblicos nos ayudan a decidir si vamos a beber alcohol, y qué debemos hacer para que Dios nos ayude a ponerlos en práctica? 10 Tomemos por caso el consumo de alcohol. Si asistimos a una reunión social, quizá nos preguntemos: “¿Debo beber, o no?”. Para tomar una buena decisión, primero hay que educar nuestra conciencia examinando los principios bíblicos. Por un lado, las Escrituras no condenan el consumo moderado de alcohol. De hecho, alaban a Dios por habernos proporcionado el vino (Salmo 104:14, 15). Por otro lado, sí condenan los excesos y las juergas

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Page 1: Cómo Educar La Conciencia

CÓMO EDUCAR LA CONCIENCIA8. a) ¿Cómo puede afectar el corazón a nuestra conciencia? ¿Qué debe ser lo más importante al tomar

decisiones? b) ¿Por qué no basta solo con tener la conciencia tranquila? (Véase la nota.)

8 ¿Cómo debe utilizarse la conciencia a la hora de tomar decisiones? Muchos creen que

basta con escuchar al corazón. Luego tal vez digan: “Es que mi conciencia me lo permite”.

Pero no olvidemos que los deseos del corazón son muy intensos y pueden afectar a la

conciencia. Así lo confirma la Biblia: “El corazón es más traicionero que cualquier otra

cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?” (Jeremías 17:9). Por eso, lo más

importante para nosotros debe ser complacer a Jehová y no a nuestro corazón.*

9. ¿Qué es el temor de Dios, y qué relación tiene con la conciencia?

9 Al tomar decisiones, la persona que tiene la conciencia bien entrenada no se guía por el

egoísmo. Se guía por el temor de Dios, es decir, por un verdadero temor a desagradar al

Padre celestial. Así lo ilustra el caso del fiel Nehemías. Como gobernador de Jerusalén,

tenía autoridad para exigir a sus súbditos que pagaran ciertos impuestos. Sin embargo,

no lo hizo. ¿Por qué? Él mismo explicó la razón: “[Fue] a causa del temor a Dios”

(Nehemías 5:15). No quería correr el más mínimo riesgo de desagradar a Jehová

oprimiendo al pueblo. Es vital que nosotros también tengamos ese mismo temor, pues

nos llevará a consultar la Biblia siempre que tengamos que tomar cualquier decisión.

10, 11. ¿Qué principios bíblicos nos ayudan a decidir si vamos a beber alcohol, y qué debemos hacer para

que Dios nos ayude a ponerlos en práctica?

10 Tomemos por caso el consumo de alcohol. Si asistimos a una reunión social, quizá nos

preguntemos: “¿Debo beber, o no?”. Para tomar una buena decisión, primero hay que

educar nuestra conciencia examinando los principios bíblicos. Por un lado, las Escrituras

no condenan el consumo moderado de alcohol. De hecho, alaban a Dios por habernos

proporcionado el vino (Salmo 104:14, 15). Por otro lado, sí condenan los excesos y las

juergas (Lucas 21:34; Romanos 13:13). Lo que es más, incluyen la borrachera en una

lista de pecados tan graves como la fornicación o el adulterio (1 Corintios 6:9, 10).*11 Principios como esos educan la conciencia y la sensibilizan. Así, cuando nos inviten a

una reunión social donde quizás se sirva alcohol, debemos preguntarnos: “¿Qué ambiente

habrá? ¿Es probable que se descontrole y degenere en una juerga? ¿Y qué puede

decirse de mí? ¿Tengo enormes ganas de beber? ¿Dependo del alcohol? ¿Lo necesito

para sentirme bien y actuar como yo quiero? ¿Soy capaz de decir basta?”. Al examinar

los principios bíblicos o cualquier pregunta sobre cómo aplicarlos, es conveniente orar a

Jehová (Salmo 139:23, 24). De esta forma lo invitamos a que nos guíe con su espíritu

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santo y, al mismo tiempo, enseñamos a la conciencia a ajustarse a los principios divinos.

Ahora bien, al tomar decisiones hay otro factor que debemos tener en cuenta.

POR QUÉ TOMAR EN CUENTA LAS CONCIENCIAS AJENAS

Nuestra conciencia educada por la Biblia nos ayudará a decidir si vamos a beber alcohol o no

12, 13. ¿Por qué son diferentes las conciencias de los cristianos, y cómo deberíamos reaccionar ante tales

diferencias?

12 A veces pudiera sorprendernos lo diferentes que son las conciencias aun dentro de la

congregación. No es raro que un cristiano opine que cierta costumbre o comportamiento

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no está bien, mientras que otro lo considere lo más normal del mundo. Por ejemplo,

volviendo al asunto de la bebida, a algunos les gusta pasar un rato tranquilo tomando una

copita en compañía de sus amigos; sin embargo, otros lo ven mal. ¿A qué se deben esas

diferencias, y qué peso deben tener en nuestras decisiones?13 Existen numerosos factores que nos hacen diferentes. Entre ellos figuran las

circunstancias del pasado, que cambian muchísimo de unos a otros. Así, hay cristianos

que recuerdan muy bien que en su día tuvieron ciertas debilidades y que incluso sufrieron

recaídas (1 Reyes 8:38, 39). Imaginemos que nos visita un hermano que tuvo problemas

con el alcohol y que, por eso, es muy sensible con el tema de la bebida. Si lo invitamos a

una copa, la conciencia probablemente lo impulse a ser prudente y rechazarla. ¿Nos

ofenderemos? ¿Insistiremos en que la acepte? Desde luego que no. Por amor fraternal,

respetaremos su decisión, sin importar que nos haya explicado sus razones o que haya

preferido callarlas.

14, 15. ¿Qué problema relacionado con la diversidad de conciencias surgió en el siglo primero, y qué solución

propuso Pablo?

14 Ya en el siglo primero, el apóstol Pablo observó que había gran diversidad de

conciencias en las congregaciones. Por ejemplo, algunos cristianos tenían escrúpulos

ante ciertos alimentos que se sacrificaban a los ídolos y luego se vendían en el mercado

(1 Corintios 10:25). Pero Pablo no veía ningún problema en aceptarlos. Para él, los ídolos

no eran nada; a fin de cuentas, esos alimentos no les pertenecían a ellos, sino a Jehová,

que los había creado. Sin embargo, Pablo comprendía que no todos iban a compartir su

opinión. Algunos habían sido idólatras antes de abrazar el cristianismo, y por eso sentían

repugnancia ante todo lo que hubiera tenido la más mínima relación con la idolatría. ¿Cuál

era la solución?15 Pablo dijo: “Los que somos fuertes [...] debemos soportar las debilidades de los que

no son fuertes, y no estar agradándonos a nosotros mismos. Porque hasta el Cristo no se

agradó a sí mismo” (Romanos 15:1, 3). Esto significa que, al igual que Jesús, debemos

anteponer el bienestar de nuestros hermanos al nuestro. En otro pasaje relacionado,

Pablo llegó a afirmar que prefería no comer carne antes que hacer tropezar a una de las

valiosas ovejas por las que Cristo había dado la vida (1 Corintios 8:13;10:23, 24, 31-33).

16. ¿Por qué no debemos juzgar a quienes hacen cosas que nuestra conciencia no nos permite?

16 Ahora bien, si otros cristianos hacen cosas que nuestra conciencia no nos permite,

no debemos criticarlos, como si todo el mundo tuviera que opinar lo mismo en asuntos de

decisión personal (Romanos 14:10). En realidad, la conciencia es para juzgarnos a

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nosotros mismos y no a los demás. No olvidemos que Jesús dijo: “Dejen de juzgar,

paraque no sean juzgados” (Mateo 7:1). Ningún miembro de la congregación debería

crear polémica en torno a asuntos de conciencia. Nuestro objetivo no es derribarnos unos

a otros, sino edificarnos, promoviendo el amor y la unidad entre todos (Romanos 14:19).

BENEFICIOS DE MANTENER UNA BUENA CONCIENCIA

Una buena conciencia nos orienta en la vida y nos llena de gozo y paz

17. ¿Qué le ha ocurrido a la conciencia de muchas personas?

17 El apóstol Pedro exhortó a los cristianos: “Tengan una buena conciencia” (1 Pedro 3:16).

La mayoría de los seres humanos no disfrutan de la gran bendición de que su conciencia

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esté limpia a los ojos de Jehová. Como dijo Pablo, tienen cauterizada “su conciencia

como si fuera con hierro de marcar” (1 Timoteo 4:2). Cuando se marca a las reses con un

hierro al rojo vivo, su piel se quema y se forma una cicatriz insensible. Del mismo modo, la

conciencia de muchos está, a todos los efectos, muerta. No siente ningún dolor. Por eso

se queda muda cada vez que hacen algo malo; no les avisa ni les produce remordimiento,

culpabilidad o vergüenza. Esas personas han perdido el sentido de la culpa y, por lo visto,

ese hecho no les preocupa lo más mínimo.

18, 19. a) ¿Para qué pueden servirnos los sentimientos de culpa y vergüenza? b) ¿Qué podemos hacer si la

conciencia no deja de mortificarnos aunque nos hayamos arrepentido?

18 Muchas veces, los sentimientos de culpa son la manera en que la conciencia nos dice

que hemos hecho algo malo. Si le hacemos caso a su voz y nos arrepentimos, seremos

perdonados, sin importar lo grave que sea nuestra ofensa. Así sucedió con el rey David.

Él cometió grandes pecados, pero recibió el perdón divino principalmente porque se

arrepintió de todo corazón. En efecto, llegó a odiar sus malas acciones y tomó la firme

determinación de no desobedecer las leyes de Dios nunca más; por eso pudo comprobar

por sí mismo que Jehová es “bueno y [está] listo para perdonar” (Salmo 51:1-19; 86:5).

Ahora bien, en ocasiones los sentimientos de culpa y vergüenza no dejan de mortificarnos

aunque nos hayamos arrepentido y se nos haya perdonado. ¿Qué haremos en tal caso?19 Una vez que nos hemos arrepentido, no sirve de mucho que la conciencia nos martirice

con sentimientos de culpa. Si el corazón no deja de condenarnos, tenemos que

‘asegurarlo’, es decir, convencerlo de que Jehová es mayor que nuestros sentimientos.

Es el momento de poner en práctica un consejo que quizá hayamos dado a otros: “Tienes

que recordar que Jehová te ama y aceptar que te ha perdonado” (1 Juan 3:19, 20).

Cuando logremos tener limpia la conciencia, sentiremos gran paz y serenidad, y un gozo

que difícilmente encuentra la gente del mundo. Muchas personas que cometieron

pecados graves han experimentado ese enorme alivio, y hoy sirven a Jehová con buena

conciencia (1 Corintios 6:11).

20, 21. a) ¿Cuál es el objetivo de este libro? b) ¿Qué libertad ha concedido Dios a los cristianos, y cómo

debemos usarla?

20 El objetivo de este libro es ayudarnos a conseguir ese gozo y a mantener una buena

conciencia mientras luchamos contra el mundo de Satanás durante estos últimos días.

Claro, no puede abarcar todas las leyes y principios bíblicos aplicables a nuestra vida

diaria. Y cuando trata asuntos de conciencia, tampoco ofrece una lista de reglas

específicas para cada caso. Más bien, analiza cómo poner en práctica las enseñanzas de

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la Palabra de Dios, y así nos facilita la labor de educar y sensibilizar la conciencia.

No olvidemos que, mientras que la Ley mosaica daba prioridad a las reglas, “la ley del

Cristo” concede más importancia al deber de usar la conciencia y guiarse por los

principios bíblicos (Gálatas 6:2). Ciertamente, Jehová nos da mucha libertad. Pero la

Biblia nos anima a que, en vez de emplearla “como disfraz para la maldad”, la usemos

para algo mucho mejor: para demostrarle a Jehová cuánto lo amamos (1 Pedro 2:16).21 Cuando usted comenzó a conocer a Jehová, dio los primeros pasos en el camino a la

vida. Para continuar en él, es necesario que analice, con la ayuda de la oración, cómo

aplicar los principios bíblicos, y luego obrar en consecuencia. Así, “mediante el uso”,

tendrá “sus facultades perceptivas entrenadas” (Hebreos 5:14). Una vez que su

conciencia esté bien educada en los principios bíblicos, será un instrumento muy útil. Tal

como la brújula guía al viajero, la conciencia lo orientará a usted y le permitirá tomar

decisiones que agraden a su Padre celestial. Y, sin duda, también le ayudará a

mantenerse en el amor de Dios.

Las Escrituras Hebreas no usan un término específico para “conciencia”, pero en

ejemplos como este aluden claramente a ella. Aunque a menudo el corazón designa a la

persona interior en su totalidad, en este y otros versículos es obvio que representa una

parte concreta de la persona interior: su conciencia. Las Escrituras Griegas Cristianas sí

tienen un término para “conciencia”, y aparece unas treinta veces.

La Biblia enseña que no basta solo con tener la conciencia tranquila. Por ejemplo, Pablo

afirmó: “No tengo conciencia de nada contra mí mismo. Sin embargo, no por esto quedo

probado justo, sino que el que me examina es Jehová” (1 Corintios 4:4). Así que lo más

importante no es que nosotros creamos que tenemos la conciencia limpia. Algunas

personas persiguen a los cristianos —como el propio Pablo en su día— y, sin embargo,

tienen la conciencia tranquila, pues piensan que están haciendo la voluntad de Dios. Por

eso, lo esencial es tener una conciencia limpia a los ojos de Dios (Hechos 23:1;2 Timoteo

1:3).

Muchos médicos opinan que el consumo moderado es imposible en el caso del alcohólico

y que, por tanto, su única opción es no beber en absoluto.

¿QUÉ CONTESTARÍA USTED? ¿Cómo debe influir en nuestra conciencia el hecho de que Jehová ve todo lo que hacemos? (Hebreos 4:13.) ¿Cómo le ayudó la conciencia a José a resistir la tentación? (Génesis 39:1, 2, 7-12.)

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Si queremos acercarnos a Jehová, ¿por qué es imprescindible tener la conciencia limpia? (Hebreos 10:22.) ¿Por qué debemos tomar en cuenta la conciencia de los no creyentes? (2 Corintios 4:1, 2.)

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