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C omo ilustra la colección de artículos que inte- gra este número especial de Desacatos, duran- te la última década el estudio de manuscritos pictográficos mixtecos de los periodos prehispánico y co- lonial temprano se ha convertido en un importante cam- po de estudios. Sobre la base de las obras pioneras de Al- fonso Caso y la primera generación de especialistas en códices —la cual incluye a Mary Elizabeth Smith, Maar- ten Jansen, John Pohl, Bruce Byland y Nancy Troike— han aparecido jóvenes académicos que aportan impor- tantes adelantos para la comprensión de la escritura pictográfica mixteca. La presente colección incluye artícu- los de Oudijk, Hermann, Rodríguez y Doesburg, quienes ejemplifican los aportes de esta nueva generación. Lind nos muestra cómo la investigación sobre la escritura pic- tográfica indígena, así como los estudios de documentos coloniales en español, amplían nuestra comprensión de la arqueología posclásica de la región mixteca. El estudio de los códices mixtecos y los documentos pictográficos del periodo colonial temprano, aunado a los trabajos sobre textos oaxaqueños antiguos (p. e., Urcid, 2001), nos pro- porciona una comprensión histórica que empieza a ri- valizar con la que brinda la mayormente difundida y ce- lebrada investigación sobre la epigrafía maya de las tierras bajas. Centraré el presente comentario en la metodolo- gía empleada para interpretar la escritura pictográfica mixteca. Como arqueólogo también deseo considerar las implicaciones de los avances recientes en la compren- sión de la escritura mixteca para el desarrollo de un en- foque conjuntivo del pasado prehispánico que integre a la arqueología, la epigrafía, la iconografía, la etnohisto- ria y la etnografía. A pesar de que Oudijk enfatiza excesivamente las di- ferencias entre las diversas tradiciones intelectuales que define, concuerdo en que las discusiones sobre metodo- logía más evidentes y claras son las que ofrecen los miem- Critical Considerations in the Study of Mixtec Pictographic Writing ARTHUR A. JOYCE: Universidad de Colorado, Boulder, Estados Unidos. [email protected] Traducción: Tonatiuh Soley * Agradezco a Manuel Hermann la invitación para participar en este número especial de Desacatos. Asimismo, agradezco a Michael Swanton y Byron Hamann sus comentarios a este artículo. Desacatos, núm. 27, mayo-agosto 2008, pp. 139-146. 139 COMENTARIO Reflexiones críticas sobre el estudio de la escritura pictográfica en México* Arthur A. Joyce

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C omo ilustra la colección de artículos que inte-gra este número especial de Desacatos, duran-te la última década el estudio de manuscritos

pictográficos mixtecos de los periodos prehispánico y co-lonial temprano se ha convertido en un importante cam-po de estudios. Sobre la base de las obras pioneras de Al-fonso Caso y la primera generación de especialistas encódices —la cual incluye a Mary Elizabeth Smith, Maar-ten Jansen, John Pohl, Bruce Byland y Nancy Troike—han aparecido jóvenes académicos que aportan impor-tantes adelantos para la comprensión de la escriturapictográfica mixteca. La presente colección incluye artícu-los de Oudijk, Hermann, Rodríguez y Doesburg, quienesejemplifican los aportes de esta nueva generación. Lindnos muestra cómo la investigación sobre la escritura pic-tográfica indígena, así como los estudios de documentoscoloniales en español, amplían nuestra comprensión dela arqueología posclásica de la región mixteca. El estudio

de los códices mixtecos y los documentos pictográficos delperiodo colonial temprano, aunado a los trabajos sobretextos oaxaqueños antiguos (p. e., Urcid, 2001), nos pro-porciona una comprensión histórica que empieza a ri-valizar con la que brinda la mayormente difundida y ce-lebrada investigación sobre la epigrafía maya de las tierrasbajas. Centraré el presente comentario en la metodolo-gía empleada para interpretar la escritura pictográficamixteca. Como arqueólogo también deseo considerar lasimplicaciones de los avances recientes en la compren-sión de la escritura mixteca para el desarrollo de un en-foque conjuntivo del pasado prehispánico que integre ala arqueología, la epigrafía, la iconografía, la etnohisto-ria y la etnografía.

A pesar de que Oudijk enfatiza excesivamente las di-ferencias entre las diversas tradiciones intelectuales quedefine, concuerdo en que las discusiones sobre metodo-logía más evidentes y claras son las que ofrecen los miem-

Critical Considerations in the Study of Mixtec Pictographic Writing

ARTHUR A. JOYCE: Universidad de Colorado, Boulder, Estados [email protected]

Traducción: Tonatiuh Soley

* Agradezco a Manuel Hermann la invitación para participar en este número especial de Desacatos. Asimismo, agradezco a Michael Swanton y Byron Hamann sus comentarios a este artículo.

Desacatos, núm. 27, mayo-agosto 2008, pp. 139-146.

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COMENTARIO

Reflexiones críticas sobre el estudio de la escritura pictográfica en México*

Arthur A. Joyce

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bros de la escuela holandesa (p. e., Jansen, 1988; Does-burg, 2001: 29-34). Como sostiene Oudijk, el métodoetno-iconológico de dicha escuela implica el análisis detextos pictográficos como complejos de signos relacio-nados, la determinación del tema general (p. e., primor-dialmente religioso versus histórico) y el origen geográ-fico del documento, el uso de analogías para interpretarla imaginería textual, así como la evaluación de un docu-mento tomando en cuenta su entorno histórico y políti-co más amplio. Oudijk describe claramente cómo las ana-logías son fundamentales para interpretar la escriturapictográfica mixteca. El uso de fuentes etnohistóricas yetnográficas como analogías para interpretar la imagine-ría de los manuscritos pictográficos mixtecos se remon-ta al innovador trabajo de Caso, como lo muestra su usodel Mapa de Teozacualco para determinar que los códicesson documentos mixtecos prehispánicos. Las fuentes deanalogías incluyen documentos pictográficos colonialescon glosas en español, mixteco y otras lenguas indígenas—particularmente náhuatl—, así como textos alfabéti-cos de autores indígenas y españoles. Recientemente lainvestigación etnográfica sobre comunidades mixtecascontemporáneas ha adquirido importancia como unafuente de analogías por medio de las cuales se puedencomprender documentos prehispánicos y coloniales tem-pranos (p. e., Geurds, 2007; Jansen, 1982; Jansen y PérezJiménez, 2005, 2007; Loo, 1987; Monaghan, 1990). Estasfuentes representan un medio para proporcionar signi-ficado a los textos antiguos con base en la suposición deque existen continuidades históricas entre las prácticase imaginerías más recientes —generalmente mejor com-prendidas— y aquellas representadas en los textos pic-tográficos.

Los artículos que conforman la presente colección de-muestran la importancia de las analogías para la interpre-tación de la escritura pictográfica mixteca. Por ejemplo,Sebastián van Doesburg utiliza documentos alfabéticos ymapas indígenas y españoles del periodo comprendidoentre finales de los siglos XVII y XVIII, junto con estudiosde geografía y topónimos modernos para deducir que elLienzo de San Vicente el Palmar se originó en el cacicaz-go de Ihualtepec, en la Mixteca Baja Occidental. La iden-tificación del lugar de origen del lienzo permite que sea

mejor contextualizado históricamente, al mostrar que re-presenta recursos valiosos controlados por los gobernan-tes del cacicazgo, tales como la sal. Doesburg concluye queel documento puede haber sido hecho como parte de unacuerdo entre gobernantes durante los inicios de la Co-lonia. La comprensión más amplia del Lienzo de San Vi-cente el Palmar también permite reinterpretar otros ma-nuscritos de principios de la Colonia en la Mixteca BajaOccidental. La aportación de Doesburg es importanteporque los estudios sobre manuscritos pictográficos dela Mixteca Baja se encuentran en su infancia y su traba-jo nos permite comprender aspectos importantes de lapolítica, la economía y la geografía indígena durante losinicios de la Colonia.

El artículo de Laura Rodríguez Cano también se enfo-ca al estudio de la escritura pictográfica de la Mixteca Ba-ja al abordar la lista de los 20 nombres de los días en elcalendario ritual de 260 días. A pesar de que los logogra-mas de los 20 nombres son muy conocidos gracias a losestudios de los códices y pueden relacionarse con el ca-lendario ritual utilizado a lo largo de Mesoamérica, lavinculación entre los logogramas y el mixteco habladoresulta más difícil. Como explica Rodríguez, el dicciona-rio de Fray Francisco de Alvarado de 1593 incluye muypocas palabras para los nombres de los días.

Rodríguez y otros investigadores, en vez de Alvarado,emplean documentos coloniales tempranos con glosasalfabéticas en mixteco —especialmente lienzos y ma-pas— como una suerte de Piedra Rosetta para determi-nar cómo se llamaban los nombres de los días y la relaciónentre el mixteco escrito y hablado. Rodríguez examinalos documentos importantes de la Mixteca Baja y apor-ta nuevas investigaciones sobre el Lienzo de San Vicenteel Palmar. Nuevamente, documentos coloniales tempra-nos con escritura pictográfica y alfabética proporcionanla analogía clave por medio de la cual se pueden inferir for-mas del lenguaje prehispánico. El presupuesto primordialnecesario para justificar el uso de esta analogía —que lacontinuidad de los logogramas entre los periodos prehis-pánico tardío y colonial temprano implica una continui-dad lingüística— está bien fundamentado. Sin embargo,el análisis de la autora muestra considerables variacionesen las glosas alfabéticas para los nombres particulares de

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los días, posiblemente debido a la forma en que se regis-tró alfabéticamente el mixteco hablado, o como resulta-do de la variabilidad dialectal. Su cuidadoso examen de di-chas variaciones fortalece los argumentos concernientesa la forma hablada de los nombres de los días en mixteco.

De manera similar, para el estudio de los bultos sa-grados en la religión mixteca prehispánica, Manuel Her-mann Lejarazu emplea analogías clave extraídas de docu-mentos coloniales. Hermann se apoya en descripcionesde principios de la Colonia —en mixteco y español— delas formas, contenidos, simbolismo y usos de los bultossagrados, junto con datos comparativos de otras partesde Mesoamérica. Su investigación ensancha el panora-ma de la variabilidad en la naturaleza y usos de los bul-tos sagrados, así como su significado más amplio en lareligión mixteca.

Hermann argumenta que el bulto sagrado era una pie-za central de las creencias y prácticas religiosas mixtecas

(véase también Jansen, 1982: 318-325; Nowotny, 1961;Olivier, 1995; Pohl, 1994: 23-32; Stenzel, 1969). La mayo-ría de los investigadores se centra en los bultos sagradoscomo símbolos del linaje de los gobernantes y su uso enrituales para contactar antepasados y deidades por mediode ofrendas y sacrificios. Como sostiene Hermann, losbultos desempeñaban un papel importante en las cere-monias concernientes a la fundación de nuevos centrospolíticos, el ascenso de los gobernantes y la guerra. Sinembargo, Hermann muestra que existió una mayor di-versidad de bultos sagrados de la que se reconocía conanterioridad, y que se empleaban en una variedad de ce-remonias en las que participaban distintos sectores, tan-to nobles como plebeyos. Por ejemplo, el autor sostienepersuasivamente que en la Mixteca las imágenes de seresdivinos conocidos como ñuhu, relacionadas con las re-presentaciones de algunos bultos en los códices, son másque referentes genéricos de las propiedades sagradas de

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Códice Viena, 34.

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los bultos, como sugiere Jansen (1982: 322). Dada la va-riedad de bultos existente sugerida en documentos colo-niales tempranos, Hermann plantea que los ñuhu carac-terizaban bultos asociados con seres divinos específicos,usados en tipos particulares de rituales. Siguiendo a Pohl(1994: 29-30), sugiere que estos bultos podrían haber con-tenido imágenes de ñuhu de piedra o madera. Su argu-mento en torno a la diversidad de bultos ñuhu podría ver-se fortalecido mediante el cuidadoso uso de analogíasbasadas en el trabajo etnográfico en comunidades mixte-cas contemporáneas de Monaghan (1995), quien encon-tró que existe una gran variedad de ñuhu asociada con unainmensa gama de características del paisaje, como losdiferentes recodos y curvas de ríos, estanques y campos.

El argumento más significativo hecho por Hermanntiene que ver con el uso de bultos sagrados en ritualesque no sólo se dirigen a la nobleza, sino también en ce-remonias que involucran a toda la comunidad. Este ar-gumento se basa principalmente en los registros del juiciode la inquisición en Yanhuitlán, de 1544-1546. Según lostestimonios vertidos durante el proceso, tenían lugar nu-merosas ceremonias dedicadas a los bultos sagrados delas deidades patronales de la comunidad. Dicha eviden-cia muestra que existían muchos tipos de bultos, que seusaban en una variedad de rituales, y que eran impor-tantes no sólo para legitimar la autoridad del linaje go-bernante, sino también para reproducir la identidad dela comunidad y la relación entre todo el pueblo y los dio-ses. Estos bultos eran preservados por un grupo de cua-tro sacerdotes que presidía los ritos asociados con ellos yles realizaban sacrificios y ofrendas. Hermann sostieneque, entre los bultos usados para las ceremonias comu-nitarias, probablemente estaban los dedicados a Dzavui,dios de la lluvia, y al maíz.

No obstante, los bultos empleados en las ceremoniascomunitarias nos plantean una serie de interrogantes entorno a su significado político y religioso más extenso.Hermann concluye que los bultos muestran que la reli-gión mixteca era más compleja que lo que anteriormen-te se pensaba y que las personas comunes accedían a ladivinidad mediante los bultos sagrados y las ceremoniasrelacionadas con ellos. Sin embargo, la naturaleza y el sig-nificado político de dicho acceso aún no resultan claros.

Los documentos coloniales tempranos señalan que losbultos usados en las ceremonias comunitarias eran pre-servados por importantes sacerdotes, lo que sugiereque los nobles actuaban como intermediarios entre elpueblo y lo divino. Ello plantea la interrogante en tornoal grado en que los plebeyos podían tener acceso a lasfuerzas divinas,encarnadas en los bultos,con independen-cia respecto a la nobleza, y hasta qué punto podían poneren duda la doctrina oficial y sus elementos ideológicos,mediante símbolos y ceremonias comunitarias. Futurostrabajos deberían tratar de averiguar las implicaciones po-líticas y religiosas contenidas en el importante artículode Hermann.

Así, los artículos de Doesburg, Rodríguez y Hermannreafirman la opinión de Oudijk acerca de la importanciade la analogía en el estudio de la escritura pictográficamixteca. Todos los artículos recopilados en este númerobuscan emplear múltiples fuentes de analogías para fun-damentar interpretaciones particulares, lo cual fortaleceel uso de inferencias. En especial, los textos de Doesburgy Rodríguez pueden verse como ejercicios de búsquedade fuentes adicionales de analogías para comprender laescritura mixteca prehispánica. A pesar de que la interpre-tación de la escritura pictográfica mixteca requiere de ana-logías extraídas de la etnogarfía y la etnoghistoria del pe-riodo colonial, es importante tener en mente que éstasno pueden aplicarse sin sentido crítico. Inspirándome enlos planteamientos acerca del uso de analogías en la ar-queología y la etnohistoria (p. e., Stahl, 1993; Wood, 1990;Wylie, 1985, 1988, 1992), deseo plantear algunas cuestio-nes cruciales sobre su empleo en el estudio de la escritu-ra mixteca.

La pertinencia de las analogías particulares para reali-zar inferencias depende tanto de las consideraciones porparte del sujeto (source-side) como de las del lado de lafuente (subject-side) (Stahl, 1993; Wylie, 1985, 1988). Lasconsideraciones del lado del sujeto se refieren a la adecua-ción entre el fenómeno del pasado (habitualmente másdistante) que intentamos comprender mejor y la analogíaque elegimos usar para ampliar nuestras interpretaciones.¿Cuáles son las similitudes y diferencias de tiempo, espa-cio y tema que conectan (y distinguen) a los dos fenóme-nos que deseamos comparar? Por ejemplo, en el estudio

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de Rodríguez hay una correspondencia estrecha entrelos logogramas de los 20 nombres de días que apare-cen en los documentos prehispánicos y las glosas alfa-béticas en mixteco de los manuscritos coloniales tem-pranos usados para inferir la lengua hablada a partir delos documentos prehispánicos. Por lo tanto, entre la fuen-te y el sujeto de la analogía existe una concordancia cer-cana de los elementos visibles (los logogramas) que jus-tifica la inferencia de similitudes en la lengua hablada.

Las consideraciones del lado de la fuente se refieren ala adecuación de las analogías que elegimos para ampliarnuestras interpretaciones. ¿Cuáles son las intenciones einadecuaciones de las fuentes que usamos para compren-der mejor el pasado? Me centraré en la evaluación de lasfuentes de analogías empleadas en la interpretaciónde la escritura pictográfica. La justificación de una ana-logía particular depende de la evaluación crítica de suposibilidad de aplicación a la materia de la interpretación.La crítica de las fuentes debe considerar varios factoresque pueden afectar la manera en que la analogía da for-ma a la interpretación (Stahl, 1993; Wylie, 1988). Comosostiene Oudijk, las disyunciones históricas resultantesdel contacto con lo europeo constituyen una cuestión cen-tral al evaluar cómo los documentos coloniales y la evi-dencia etnográfica contribuyen a la postulación de infe-rencias sobre el pasado prehispánico. La mayoría de lasinvestigaciones sobre escritura pictográfica prehispánicausa documentos indígenas y españoles del periodo co-lonial temprano como fuente primaria de analogías y,dada la proximidad temporal de los documentos de laépoca prehispánica tardía y la colonial temprana, los in-vestigadores sienten que se justifica el enfoque históricodirecto. Sin embargo, las disrupciones culturales de tansólo las primeras décadas del periodo de contacto fue-ron tremendas, por lo que deben ser tomadas en cuentaal usar documentos coloniales y, especialmente, eviden-cia etnográfica, para plantear argumentos analógicos. Lasconvenciones espaciales y las influencias artísticas euro-peas hacen que, después del siglo XVI, disminuya la uti-lidad de los mapas y lienzos como fuentes de analogías.Sin embargo, incluso el uso de documentos colonialesposteriores y de otras fuentes más recientes, históricas oetnográficas, pueden brindarnos información sobre ge-

nealogías de ideas y prácticas, que nos permite identifi-car continuidades y transformaciones. Por medio del aná-lisis de fuentes de periodos sucesivamente anteriores,debería ser posible construir analogías temporalmenteespecíficas. Por ejemplo, si bien la práctica de ritualessacrificiales y su significado político han cambiado radi-calmente en la Mixteca desde el periodo prehispánico has-ta el presente, existen continuidades que rodean el papelque desempeña el sacrificio en la definición de la relaciónde las personas con lo divino (Monaghan, 1990; Joyce,2008). Por lo tanto, las analogías que parten del signifi-cado religioso del sacrificio para los habitantes contem-poráneos de la Mixteca son adecuadas para inferir el sen-tido que tuvo dicha práctica en el pasado prehispánico,mientras que las prácticas sacrificiales del presente sonmenos pertinentes.

El muestreo y la ubicación de las fuentes de analogíasempleadas para hacer inferencias generales sobre el pa-sado suponen dificultades similares a la cuestión de la re-levancia temporal. ¿Los documentos provenientes de co-munidades específicas de la Mixteca Baja son apropiadospara formular amplias analogías sobre la región de la Mix-teca en su conjunto? ¿Proyectarán las particularidadesculturales y lingüísticas locales sobre áreas mucho másgrandes? De igual forma, ¿los resultados de investigacio-nes etnográficas hechas en unas cuantas comunidadesmodernas —como Nuyoo— pueden usarse para hacergeneralizaciones sobre la religión prehispánica en la Mixte-ca, aun si se toman en cuenta las disrupciones históricas?

Otros aspectos graves que deben tenerse en cuenta alanalizar críticamente las fuentes son los prejuicios de losautores de manuscritos coloniales, así como los propósi-tos de los documentos y el público al que se dirigen (véaseWood, 1990). Las preocupaciones en torno a los sesgosde autor se dirigen principalmente a las fuentes españo-las de la Colonia, ya que reflejan los prejuicios culturaleseuropeos ante los pueblos indígenas de América. Los es-critos de académicos españoles de los siglos XVII y XVIII

son menos útiles que los de autores indígenas. Las obrasde cronistas e historiadores oficiales, y en particular lahistoria en dos volúmenes de Fray Francisco de Burgoa(1989 [1674]), con frecuencia no hacen distinciones en-tre las fuentes de información e intercalan cuentos y le-

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yendas prehispánicas de Oaxaca con referencias bíblicas.Por fortuna, actualmente existe una postura más críticafrente a los documentos de autores europeos de la Colo-nia por parte de arqueólogos, epigrafistas y etnohistoria-dores (p. e., Terraciano, 2001; Zeitlin, 2005).

Además de los sesgos etnocéntricos europeos, los aca-démicos deben mantenerse alerta frente a los prejuicios degénero y estatus presentes tanto en los documentos es-pañoles, como en los de autoría indígena. La mayoría delos manuscritos prehispánicos y coloniales, mixtecos y es-pañoles, fueron escritos por hombres socialmente privi-legiados. Las investigaciones de género en la arqueologíamuestran cómo frecuentemente los prejuicios andro-céntricos se reflejan al formular inferencias sobre el pa-sado (Wylie, 1992). Por ejemplo, a pesar de la presenciade cacicas en la Mixteca durante la Conquista, pocos ar-queólogos consideran la posibilidad de que existieranmujeres prominentes en la política durante los periodos

tempranos (como excepción, veáse McCafferty y McCa-fferty, 1994). Los estudiosos de los códices deberían con-siderar la posibilidad de que prejuicios de género simi-lares se reflejen en las interpretaciones de la religión y lapolítica prehispánica.

El estatus social probablemente constituye el sesgo máspersistente en la autoría de la mayor parte de las fuen-tes y documentos. Tanto la escritura prehispánica comolos documentos indígenas y españoles del periodo colonialfueron producidos por miembros de las élites y, habi-tualmente, estaban dirigidos a personas de elevada po-sición. Los códices consisten de manuscritos religiosos ehistorias de las familias gobernantes, y prácticamente nomencionan la vida de las personas comunes. De la mismamanera, la información genealógica e histórica contenidaen los documentos indígenas del periodo colonial tem-prano se centra en la nobleza, mientras que los registrosespañoles se dirigían principalmente a los funcionarios

144 3Códice Nutall, II-15.

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y la Corona. Aunque en algunos testimonios aparecenesclavos y gente común, como en el proceso contra la ido-latría en Yanhuitlán, en los escritos del periodo coloniallos plebeyos son invisibles en su mayoría. De ese modo,la inferencia de historias prehispánicas a partir de los có-dices, así como las fuentes de analogía usadas para la in-terpretación, en su mayoría, guardan silencio en torno ala vida de la gente común. Dado que los documentosprehispánicos versan sobre el linaje de los gobernantes,mientras que los coloniales con frecuencia se centran enla delimitación geográfica de las comunidades, el recuentode recursos importantes o en acuerdos legales, sus con-tenidos son altamente políticos y pueden ser considera-dos, al menos parcialmente, transcripciones públicas delas ideologías dominantes.

Si los registros documentales no nos permiten teneracceso a la perspectiva de la gente común, ¿cómo pode-mos entender sus relaciones con las historias, doctrinareligiosa e ideología plasmadas en los manuscritos picto-gráficos prehispánicos? La respuesta, como sugiere Mi-chael Lind, es que los estudiosos de la historia prehispá-nica de los pueblos mixtecos sean capaces de moverse através de una multiplicidad de conjuntos de información—codicológica, etnohistórica, etnográfica, iconográficay arqueológica— para crear un panorama más ampliode la vida, cultura e historia prehispánicas. Por ejemplo,Hermann podría considerar los contextos arqueológicosen los que fueron descubiertos los penates. Estas peque-ñas figuras talladas en piedra probablemente representanbultos de momias y podrían proporcionar otra fuentede información para su estudio sobre los bultos sagrados.Otra cuestión a considerar es si la gente común acepta-ba los principios ideológicos inscritos en los códices mix-tecos o si existía algún grado de distanciamiento y re-sistencia (Joyce y Weller, 2007). En la actualidad, muypocos estudios intentan aunar fuentes arqueológicas, et-nohistóricas y codicológicas sobre el periodo posclásicotardío en la Mixteca (véanse Byland y Pohl, 1994; Forde,2006; Joyce et al., 2004a, 2004b; Levine, 2007). Un enfo-que conjuntivo como el que planteo puede usar múlti-ples fuentes de información complementaria, tanto paraevaluar prejuicios como para llenar los vacíos de los re-gistros del pasado. En mi propia investigación uso evi-

dencias arqueológicas, etnohistóricas y epigráficas parabrindar un panorama más complejo de la historia del se-ñorío de Tututepec en la región de la Mixteca de la Costa.Por ejemplo, los códices dan cuenta de la fundación deTututepec por el famoso gobernante 8 Venado, Garra deJaguar, de Tilantongo, pero la arqueología nos dice que elorigen de ese centro también implicó una inmigraciónmasiva de mixtecos de la sierra, nobles y plebeyos, en unaépoca en que las condiciones políticas de la costa eraninestables. Del mismo modo, los códices y registros colo-niales tempranos nos dicen que, al momento de la con-quista española, Tututepec era un reino poderoso, perola arqueología indica que los plebeyos —y no sólo lasélites— también se beneficiaron económica y socialmen-te del poder del centro imperial (Levine, 2007).

Como muestra la presente colección de artículos, la in-vestigación reciente sobre los documentos pictográficosmixtecos nos brinda grandes avances para comprenderla historia, cultura y lengua de esa región durante los pe-riodos prehispánico y colonial temprano. Los trabajosque conforman este número especial de Desacatos de-muestran la importancia que tiene abordar la escrituramixteca a través de una minuciosa comprensión de lacultura de esa región durante la conquista española. Eluso de documentos del periodo colonial, en particularlos de autoría mixteca, junto con el conocimiento etno-gráfico, nos proporcionan herramientas analógicas cru-ciales para interpretar la escritura pictográfica. Mi plan-teamiento es que los investigadores deben adoptar unaperspectiva más crítica al justificar las analogías que usanen sus interpretaciones y que tendrían que tomar encuenta otros registros del pasado —especialmente la ar-queología— al contextualizar los textos prehispánicos.

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