colombia internacional no. 21

38

Upload: publicaciones-faciso

Post on 22-Jul-2016

220 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Universidad de los Andes, Colombia Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Ciencia Política Revista de libre acceso Consúltela y descárguela http://colombiainternacional.uniandes.edu.co/

TRANSCRIPT

Page 1: Colombia Internacional No. 21
Page 2: Colombia Internacional No. 21

CONTENIDO

El desafío de la amapola en las relaciones entre Colombia y Estados

Unidos 3

Las relaciones comerciales entre Colombia y Estados Unidos: visión

retrospectiva y situación actual 11

Cooperación internacional y recursos humanos: el caso de Colombia 16

La encrucijada teórica actual: algunas reflexiones en torno al caso de la

disciplina de las relaciones internacionales 22

Conferencia de Cooperación Económica del Pacífico, PECC 33

Page 3: Colombia Internacional No. 21

Sección:

Política Exterior

de Colombia

El desafío de la amapola en las relaciones entre Colombia y Estados Unidos

Juan Gabriel Tokatlian*

El propósito de este ensayo es relevar el significado y alcance de un nuevo fenómeno en ma-teria de drogas en el país: el en-cumbramiento del cultivo y procesamiento de la amapola en Colombia. Con este trabajo se desea explicitar la naturaleza y el contenido de la problemática del negocio de la heroína.

A los efectos de este análisis, y dado que el espacio geopolítico que prevalece en cuanto a Colombia y a la evolución con-temporánea de la demanda y oferta de distintas sustancias psicoactivas como la marihuana y la cocaína ha sido el continente americano, se hará énfasis en la cuestión de la he-roína referida al mercado de Estados Unidos (donde se esti-ma se encuentra el 6% del con-sumo mundial de opiáceos). Cabe aclarar que no se desco-noce la importancia de la Eu-ropa comunitaria como un área relevante de demanda de heroína (donde el estimativo de consumo de opiáceos alcanza el 18% del total internacional). Sin embargo, la CE no ha sido hasta el momento fuente primordial del tráfico de he-

roína proveniente de Colombia, sino que ha sido abastecida por la más cercana producción asiática. En cambio, EU parece ser el epicentro de expansión de los traficantes colombianos de heroína.

Ahora bien, la tesis central de este escrito es indicar que, en el caso de la amapola, todavía se está en condiciones de no repetir los errores y horrores que dejó el tratamiento de los asuntos de la marihuana y la cocaína1. Más que elucubrar en un horizonte temporal de largo plazo acerca de una política reactiva para hacer frente, en ese próximo momento, al tópico de la heroína y sus manifestaciones más críticas, convendría una sana y sofisticada estrategia preventiva que, recogiendo las enseñanzas dejadas por dos "guerras" inútiles y torpes contra la marihuana y la cocaína, buscara una salida realista y viable a la evolución del mencionado negocio. Como dijera con lucidez Maquiavelo respecto a lo que un "príncipe sabio" debiera hacer al confrontar graves y grandes problemas:

No cuidar sólo de las dificulta-des presentes, sino de las futuras y del modo de vencerlas; porque, previendo las lejanas, fácilmente pueden ser reme-diadas, mientras que si se espera a que ocurran, no llega a tiempo la medicina y se vuelve incurable la dolencia (...) (por ello) cuando se prevén los peli-gros (y éste es el privilegio de los prudentes), pronto se con-juran; pero si, desconociéndolos, se les deja crecer de modo

* Director del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes. Este ensayo fue presentado ante el simposiointernacional "Drogas: Visión Integral de un Problema del Mundo", organizado por el Parlamento Andino y la DirecciónNacional de Estupefacientes de Colombia en Bogotá, durante el 25-26 de noviembre de 1992.

1 Sobre las estrategias jurídicas, políticas, económicas e internacionales utilizadas por el país en las últimas dos décadas véase Carlos G. Arrieta, Luis J. Orjuela, Eduardo Sarmiento y Juan G. Tokatlian, Narcotráfico en Colombia, Bogotá, Ediciones Uniandes-Tercer Mundo Editores, 1990.

3

Page 4: Colombia Internacional No. 21

que nadie los advierta, son irremediables2.

El objeto de plantear la nece-sidad de un criterio propositivo y activo para afrontar el tema de la heroína es triple: revertir la lógica inercial de beneficios cortoplacistas transitorios y costos futuros aberrantes, tal lo acontecido con otros ejemplos anteriores al abordar la espinosa y contradictoria cuestión de las drogas; eludir una suerte de racionalidad recurrente que surge del hecho de terminar adoptando el diagnóstico norteamericano para enfrentar los problemas derivados del desarrollo del negocio de los narcóticos, al carecer de una política propia, audaz y creativa para detener su evolución trágica; y evitar que por desconocimiento, pasividad y/o indiferencia, Colombia se convierta en un asunto de inseguridad o de desafío para la comunidad internacional.

Estados Unidos y la heroína

Parece prudente desarrollar el presente ensayo con suficiente información básica. En esa di-rección, algunos datos son ne-cesarios. La producción mundial neta de heroína ha ido creciendo en los últimos años: para 1990 se estimaba un total de 3.520 toneladas métricas y

en 1991, la cifra tentativa llega-ba a 3.819. En forma concomi-tante, se pasó de una superficie global neta cultivada de 214.015 hectáreas en 1990 a 226.330 en 1991 (los totales respectivos para la coca fueron 211.820 y 206.240, mientras los correspondientes a la marihuana alcanzaron 37.835 y 20.919). Tradicionalmente, las áreas de mayor generación de heroína han sido el sudeste asiático (pasó de producir el 54.42% de la heroína en 1988 al 69.38% en 1991), el sudoeste de Asia (produjo respectivamente en 1988 y 1991, el 43.56% y el 27.49% de heroína) y México y Guatemala, en Latinoamérica. Individualmente, los mayores productores para 1991 fueron Myanmar (ex-Burma, con 2.350 toneladas métricas), Afganistán (570), Irán (300), Laos (265), Pakistán (180), México (41), Tailandia (35), Líbano (34) y Guatemala (17)3. En cuanto a la disponibilidad de heroína en el mercado estadounidense, prevaleció un cambio en su composición du-rante la década de los años ochenta. Por ejemplo, hacia 1983, el 48% provenía del su-doeste asiático, el 33% de Mé-xico y Guatemala y el 19% del sudeste asiático. Para 1987, se observó que el 42% provenía de México y Guatemala, el 33% del sudoeste de Asia y el 25% del sudeste asiático. Hacia 1990, la distribución era: el 56% del sudeste asiático, el

23% de México y Guatemala y el 21% del sudoeste de Asia4. Estas transformaciones están ligadas a la facilidad/dificultad de acceso al mercado esta-dounidense, la calidad/pureza del producto, el gusto/hábito del consumidor norteamericano, entre otros motivos.

En términos de precios, las oscilaciones han sido significa-tivas. El kilo al por mayor de heroína mexicana en EU fluctúa entre US $65.000 y US $180.000. Para el caso de la heroína del sudoeste asiático, los valores son entre US $80.000 y US $200.000 por kilo. La heroína del sudeste de Asia alcanza cifras entre US $70.000 y US $240.000 por kilo. Estos datos demuestran que para comienzos de la década de los años noventa, el precio del kilo de heroína en Estados Unidos es, en promedio, de seis a diez veces el precio del kilo al por mayor de cocaína. Ahora bien, el precio de la heroína está vinculado a su grado de pureza; por ello, la de mayor valor la del sudeste asiático es la de más alta pureza de todas, con un promedio del 29.1 %. En ese sentido, cabe agregar que la pureza general de la heroína ha ido elevándose. Para 1980-1986, el gramo de heroína en EU tenía un grado mínimo de pureza entre 4% y 6%5. En 1988, el gramo fluctuaba entre el 10% y el 43% de pureza; para 1989, fue de ll%-49%; para

2 Nicolás Maquiavelo, El príncipe, Bogotá, El Áncora Editores, 1988, p. 46. 3 Estos datos pueden consultarse en el United States Department of State, Bureau of International Narcotics Matters, International

Narcotics Control Strategy Report, Washington DC, US Government Printing Office, 1992, pp. 27-28. Con base en informes de las Naciones Unidas, el Observatoire Géopolitique des Drogues ubicado en Francia indica que, en 1992, Afganistán pudo haberse convertido en el primer productor de opio. Véase Informativo Internacional sobre las Drogas, No. 3, enero de 1992, p. 1. Según la misma fuente, India y Birmania están incrementando la producción de heroína del sudoeste de Asia. Véase Informativo Internacional sobre las Drogas, No. 14, diciembre de 1992, pp. l y 3.

4 Esta información se encuentra en el Drug Enforcement Administration, Office of Inteligence, WorhhvideHeroin Situation 1990, Washington DC, mayo de 1991.

5 Véase United States General Accounting Office, Special Report from the Comptroller General of the United States, Con trolling Drug Abuse: a Status Report, Washington DC, marzo de 1988.

4

Page 5: Colombia Internacional No. 21

1990 era de 8%-44% y para 1991 alcanzó entre 23%-52%6.

En cuanto a la situación del mercado estadounidense, es dable advertir que la heroína originada en el sudeste de Asia (de más alta pureza y precio) se distribuye mayoritariamente en la costa este de EU; la mexicana y guatemalteca domina la oferta en la costa oeste; y la proveniente del sudoeste asiá-tico sobresale en el centro y sur del país. El reparto geográfico del negocio coincide con el es-tablecimiento de grupos del crimen organizado en Estados Unidos, identificados por su nacionalidad y dispersos en distintas ciudades y regiones, que actúan en asocio con mafias tradicionales norteamericanas7. La diversificación de la oferta de heroína fue acompañada por la consolidación de agrupaciones étnicas en EU que pasaron a ser los eslabones claves en la comercialización de aquélla. La Cosa Nostra, las "tríadas" chinas, las bandas chino-tailandesas, por ejemplo, se reparten y controlan el mercado de Nueva York. Chi-canos y mexicanos, por su parte, se han afirmado en su manejo de la heroína proveniente de Latinoamérica. Paquistaníes, hindúes, libaneses, álbanos, turcos, iraníes, israelíes, entre otros, manejan la distribución de la heroína que viene

del sudoeste de Asia. Los ven-dedores al detal son, por lo ge-neral, minorías étnicas como caribeños, negros, latinos, etc. Mientras tanto, a las "muías" del sudoeste y del sudeste de Asia y del Medio Oriente que transportan la heroína hacia Estados Unidos se les han su-mado nacionales africanos de Nigeria, Costa de Marfil, Gha-na, Senegal, Togo, entre varios otros8.

En esa dirección corresponde indicar que las mafias que hacen parte de la red interna-cional de la heroína conforman agrupaciones cerradas y extremadamente violentas9. En estudios recientes se ha mostrado la vinculación de traficantes colombianos a este entramado transnacional de conglomerados mañosos10. Así mismo, resulta pertinente mencionar que también han aparecido trabajos interesantes acerca de las actividades de agencias gubernamentales norteamericanas, entre ellas la CÍA, en el sudeste y el sudoeste asiático, sus lazos y nexos con grupos anticomunistas locales relacionados con el negocio del opio y la forma como dichas agencias ampararon el tráfico de drogas bajo el supuesto de proteger y propiciar intereses vitales estadounidenses en el área: se privilegiaron a tal nivel las "necesida-

des" y los "imperativos" de se-guridad nacional que la supre-sión y control de la heroína en esas regiones se tornó una meta relativamente secundaria y bastante irrelevante11. Sólo la creciente significación del tema en términos del aumento de la demanda en EU ha ido alterando con lentitud este parámetro de conducta, clandestino y sórdido.

En cuanto al consumo de he-roína en Estados Unidos es po-sible afirmar lo siguiente: hacia comienzos de la década de los años sesenta existían unos 50.000 heroinómanos12; para 1972 se calculaba un número de 560.000 consumidores de heroína; en 1978, el total ascen-dió a 631.000 y en 1980 alcanzó los 465.00013. Desde 1982 hasta 1990, de acuerdo con el Natio-nal Institute of Drug Abuse del Departamento de Salud de EU (que se encarga, entre otras, de la encuesta nacional domiciliaria sobre consumo de drogas), se mantuvo una población constante de adictos a la heroína; 492.000 aproxima-damente14. Llama la atención este tipo de afirmación cuando, según la oficina de la National Drug Policy (la agencia del "Zar de las drogas"), las drogas como el crack y la heroína, que son consumidas por un segmento muy pequeño de la población, realmente no se prestan para el estudio de la

6 Véase Drug Enforcement Administration, Office of Inteligence, Illegal Drug Price/Purity Report, Washington DC, noviembre de 1991. 7 Véase President's Commission on Organized Crime, America’s Habit: Drug Abuse, Drug Trafficking and Organized Crime, Washington

DC, US Government Printing Office, 1986. 8 Véase "The Nigerian Connection" en Newsweek, octubre 14 de 1991, p. 17 y María Luisa Cesoni, "Les routes des drogues: explorations en

Afrique Subsaharienne", en Rcvue Tiers-Mondc, Tomo XXXIII, No. 131, julio-septiembre, 1992. 9 Véase President's Commission on Organized Crime, op. cit.; Stephen Fox, Blood and Poioer: Organized Crime in Twentieth-Century

America, Nueva York, William Morrow, 1989 y Pino Arlacchi, Mafia Business, Oxford, Oxford University Press, 1988. 10 Véase, entre otros, Claire Sterling, Octopus: thc Long Readi of the International Sicilian Mafia, Nueva York, Simon and Schuster, 1990 y

James Mills, Thc Underground Empire, Nueva York, Dell Publishing Co., 1987. 11 Véase, entre otros, Jonathan Kitty, Tile Crimes of Patriots, Nueva York, Norton Publishing Co., 1987 y Jonathan Marshall, Drug Wars:

Corruption, Counterinsurgency and Covert Operations in the Third World, Berkeley, Cohen and Cohen, 1991. 12 Véase Antonio Escohotado, Historia de las drogas, Madrid, Alianza Editorial, 1989, Vol. 3, p. 161. 13 Véase President's Commission on Organized Crime, op. cit., p. 35. 14 Véase "The Curse of China White" en Newsweek, op. cit., p. 10 y La Casa Blanca, Estrategia nacional de control de drogas, Washington

DC, 1991.

5

Page 6: Colombia Internacional No. 21

encuesta domiciliaria. El uso frecuente de la heroína, por ejemplo, ni siquiera es estimado en la encuesta domiciliaria porque los entrevistadores ra-ramente encuentran más que unas pocas personas que la consumen15.

Lo paradójico es que, con base en encuestas que no miden bien el nivel de heroína, se ha afirmado una regularidad en la demanda de esta droga durante una década. No obstante, la pauta de continuidad parece quebrarse hacia 1992. Según nuevos datos oficiales, el consumo de heroína ha crecido en un 75% llegando a casi más de 900.000 adictos16.

Sin duda, esta alza ha producido preocupación. Ello, entre otras razones, por dos motivos principales. Primero, porque el exceso de utilización de heroína es más fatal que otras sustancias psicoactivas. La proporción de muertes generadas por abuso de drogas es aproximadamente 8 por cocaína y 0.1 por marihuana. Segundo, porque la relación sida-drogas es más intensa y directa en el caso de la heroína.

Se calcula que 1.1 a 1.3 millo-nes de personas en Estados Unidos usan jeringas para in-yectarse heroína (mayoría), cocaína y anfetaminas. Sólo en Nueva York, el 60% de los alta-mente adictos (en especial, he-heroinómanos) que utilizan agu-jas o hipodérmicas son HIV positivo.17. De allí que resulta lógico que, de acuerdo con las Naciones Unidas, "la heroína es la droga que causa los mayores problemas de salud pública"18.

Colombia y la amapola

Los primeros hallazgos de plantación de amapola en el país be producen en 1983 en un departamento, el del Tolima. Hacia 1984 se destruyeron 17.200 matas de amapola en dos departamentos, el del Tolima y el del Meta. En 1986, son destruidas 150.000 matas de amapola y se incautan 2 kilos, 297 gramos de heroína. Durante 1987, se confiscaron 2 kilos más de heroína. En ambos casos, la heroína era de muy baja calidad. Para 1988, se erradicaron 1.970.000 matas de amapola, mientras que se descubrieron dos laboratorios de base de morfina en Bogotá y Ba-

rranquilla19. Durante los si-guientes dos años (1989-1990) los de mayor intensidad en la "guerra" contra la cocaína las estadísticas oficiales no muestran datos de incautaciones o destrucciones vinculadas a la amapola o a la heroína. No sin sorpresa, para 1991, el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) anuncia la existencia de 2.500 hectáreas cultivadas de amapola20. El di-rector de la Policía Antinarcó-ticos, general Rosso José Serra-no confirmó ese estimativo y ante una pregunta sobre si to-davía se podía frenar el pro-blema de la heroína, dijo: "Es-tamos a tiempo porque, en realidad, no hay más de 2.500 hectáreas sembradas de ama-pola, otras cifras serían exage-radas"21. A finales de 1991, el gobierno anunció la destrucción de 1.406 hectáreas de amapola, el decomiso de 17 kilos de morfina y 30 kilos de opio y el desmantelamiento de cinco laboratorios de base de morfina en Neiva, departamento del Huila22. Con estos datos, parecía presumible que el fenómeno de la amapola se viera reducido en el ritmo y al-

15 Oficina de Política Nacional para Control de Narcotráficos, Indicadores adelantados de tendencia en el tráfico y consumo de drogas, Washington DC, septiembre de 1990, pp. 8-9.

16 Véase el editorial "The New Heroin Bargain", en Tlxe Neio York Times, febrero 10,1992; Richard White, "Drugs: the Forgotten Debate"; en Vie Chrislian Science Monitor, marzo 20,1992; Michael Isikoff, "International Opium Production Up 8% Last Year", en Tlte Washington Post, marzo 1,1992; Joseph Treaster, "Smuggling and Use of Illicit Drugs are Growing, U. N. Survey Finds" en The New York Times, enero 13, 1992; Joseph Treaster, "Use of Cocaine and Heroin Rises Among Urban Youth", en Vie New York Times, diciembre 19,1991; Charles Rangel, "To Get Ahead of Heroin", en The Washington Times, junio 17,1992, y David Lyons, "Heroin Traffic Tailgating Cocaine", en The Miami Hcrald, octubre 12,1992. Para 1992, los documentos oficiales estadounidenses comienzan a indicar "que el uso de heroína podría aumentar en los años venideros" y que existen indicios de "un resurgimiento en el uso de heroína". Véase La Casa Blanca, Estrategia nacional de control de drogas, Washington DC, 1992.

17 Véase Mathea Falco, "Introduction", en Mathea Falco y Warren I. Cikins (eds.) Tomarás a National Policy on Drug and Aids Testing, Washington DC, The Brookings Institution, 1988, p. 8 y Daniel K. Benjamín y Roger Leroy Miller, Undoing Drugs, Nueva York, Basic Books, 1991, pp. 121-122.

18 Naciones Unidas, Los Naciones Unidas y la fiscalización del uso indebido de drogas, Nueva York, ONU, 1987, p. 25. 19 Para esta información véase La lucha contra el narcotráfico, Presidencia de la República, octubre, 1988 y Virgilio Barco Vargas,

Informe del Presidente de la República, Virgilio Barco, al Congreso Nacional, Bogotá, Presidencia de la República, julio 20,1989. 20 Departamento Administrativo de Seguridad, dirección, "Aspectos de interés sobre el cultivo de amapola", mimeo, Bogotá,

noviembre, 1991. 21 Véase El Tiempo, diciembre 22,1991, p. 14ª ''Véase Policía Antinarcóticos, Policía Antinarcóticos. Balance actividades 1991,

Bogotá, Policía Nacional de Colombia, 1991. pp. 18-20. Según el Departamento de Estado norteamericano, durante 1991 se produjeron 27 toneladas métricas de heroína en Colombia; algo realmente difícil de corroborar y altamente improbable dado los volúmenes y calidades de la producción nacional. Véase United States Department of State, Bureau of International Narcotics Matters, op. cit., p. 28.

6

Page 7: Colombia Internacional No. 21

canee de su expansión. Sin em-bargo, hacia enero de 1992, el Consejo Nacional de Estupefa-cientes autorizó la fumigación con el herbicida glifosato de 2.900 hectáreas de amapola, las descubiertas a esa fecha (si era necesario, la autorización cubría nuevas hectáreas identificables)

23. Para marzo de 1992, el general Serrano Cadena señaló que la producción amapolera nacional podía alcanzar las 10.000 hectáreas24. Hacia abril, se indicaba la existencia de 20.000 hectáreas sembradas de amapola25.Éstas se encontraban distribuidas en 17 departamentos y 113 localizaciones26. Entonces, en vez de representar el 1.1% del total mundial de hectáreas de amapola, Colombia pasó a detentar el 8.8%. Así mismo, Colombia superó a México y Guatemala conjuntamente como el país con mayor superficie cul-tivada de amapola en América Latina.

Mi impresión es que dadas estas evidencias, el presidente César Gaviria y su administración se asombraron de las dimensiones actuales y potenciales del negocio de la heroína en Colombia y optaron por no "perder tiempo" y formular una política represiva como racionalidad de acción ante la envergadura del problema. De allí la decisión de aplicar el gli-fosato para frenar la producción e impulsar, en forma con-comitante, actividades de con-

trol en torno al procesamiento. Durante 1992 se destruyeron 12.716 hectáreas de amapola; se incautaron 36 kilos 158 gramos de heroína, 9 kilos 102 gramos de morfina y 107 kilos 611 gramos de pasta de opio; se desmantelaron laboratorios de heroína en Pereira y Bogotá; se expulsaron del país varios "expertos" extranjeros (prove-nientes de México, Pakistán, Afganistán, Birmania, Laos y Camboya) que ingresaron a Colombia para capacitar a los traficantes nacionales en la producción y procesamiento de amapola y se capturaron más de 200 personas ligadas al negocio27. Como desde la época del presidente Julio César Turbay (1978-1982) hasta el mandato del presidente Virgilio Barco (1986-1990), pasando por el gobierno del presidente Belisario Betancur (1982-1986), la actual administración formuló su política antidrogas "contra alguien", una táctica dirigida a "dañar" una o más partes y fases del negocio ilícito. Ello, en vez de elaborar una estrategia dirigida a "reducir daños" y a evitar mayores costos. En clave anglosajona, el Ejecutivo prefirió el criterio de vigorons enforcement al de harm minimization28. Como bien lo recuerda Peter Reuter, la consecuencia de la mayor y excluyente severidad coactiva contra el negocio de las drogas no parece ser, necesariamente, su dis-

minución, sino el crecimiento de la violencia ligada al fenómeno, el aumento de los incentivos para la corrupción, la elevación de los ingresos de los traficantes y el incremento de los riesgos de salud para los consumidores29.

Ahora bien, no se trata de tornarse pasivo espectador de la evolución del emporio de la amapola como si se estuviera bajo el influjo de la heroína. La problemática es tan grave que su ignorancia o pobre tratamiento puede conducir a abrirle las puertas al establecimiento de múltiples narcocracias regionales en el país, de diverso tinte ideológico y configuración social.

¿Qué sucedió?

No existe una causa única y ex-clusiva que explique cómo cre-ció el cultivo de la amapola y su elaboración en heroína a los ojos de muchos sin que nadie lo viera. Creo que la concurrencia y yuxtaposición de un conjunto de factores puede contribuir, tentativamente, a identificar y comprender la evolución y cristalización de este fenómeno.

• La determinación de los tra-ficantes colombianos de ex-pandir su negocio, incorporando un elemento adicional la heroína en su "canasta" de productos ilíci-

23 Sobre el uso del glifosato véase Policía Antinarcóticos, El glifosato en la erradicación de cultivos ilícitos, Bogotá, Policía Nacional de Colombia, 1992 y Juan G. Tokatlian, "Glifosato y política: ¿razones internas o presiones externas?", en Colombia Internacional, No. 18, abril-junio, 1992.

24 Esa afirmación la hizo en un seminario sobre el glisofato organizado por la Universidad de los Andes. 25 Véase Edgar Torres, "Amapola: se disparan las cifras", en El Tiempo, abril 19,1992, p. 13 A. 26 Presidencia de la República, "La amapola en Colombia" mimeo, Bogotá, octubre, 1992. 27 Véase Presidencia de la República, op. cit.; El Espectador, julio 19,1992, p. 12A; El Espectador, agosto 23,1992, p. 6A y Policía

Antinarcóticos. Balance actividades 1992, Bogotá, Policía Nacional de Colombia, 1992, pp. 32-35. 28 Sobre harm minimization véase Geoffrey Pearson, "Drug Policy and Problems in Britain: Continuity and Change", en Norval

Morris y Michael Tonry (eds.) Crimc and Justice: a Revicto of Rcscarcli, Chicago, University of Chicago Press, 1991 y Stephen K. Mugford y Pat O'Malley, "Politics Unfit for Heroin? A Critique of Dorn and South", en International Journal of Drug Policy, Vol. 2, No. 1, julio-agosto, 1990.

29 Véase Peter Reuter, "Cm the Consequences of Toughness", en RAND Note, N-3447-DPRC, 1991.

7

Page 8: Colombia Internacional No. 21

tos. Los altos precios de dicha droga (de 6 a 10 veces superior a la cocaína), las enormes ganancias potenciales, la transnacionalización de los vínculos establecidos (con mafias europeas en particular), las posibilidades de ampliar su inserción en el mercado norte-americano, entre otros, im-pulsaron a las diferentes agrupaciones ligadas al nar-cotráfico (Medellín, Cali y otros grupos menores) a incursionar en la producción, el transporte y la comercialización de la heroína.

• La caída interna e internacional de los precios de productos básicos como café, arroz, algodón, sumado al esquema neoliberal y el impacto del ajuste en la agricultura, han tenido efectos negativos sobre la población rural, campesina e indígena. En ese contexto, la sustitución de cultivos lícitos por amapola, en un escenario regional de depresión económica y descomposición social, pasó a dominar importantes áreas del país30.

• El involucramiento directo y activo de las FARC y el ELN en la cadena de producción de la amapola, así como en términos de la imposición de impuestos a cambio de seguridad y pro-tección, fomentó la prolife-ración del cultivo de esta sustancia psicoactiva31.

• La falta de recursos oficiales para combatir un "frente" adicional en el terreno de las drogas, probablemente, impidió destinar dinero, personal humano e instrumentos técnicos a un seguimiento pormenorizado y a un enfrentamiento integral del asunto de la amapola.

• La presión y obsesión norteamericana en cuanto a que Bogotá concentrara sus es-fuerzos en la lucha contra la cocaína, coadyuvó a dejar en un lugar muy marginal la identificación de la problemática de la heroína y cómo abordarla.

• El desinterés de los medios de comunicación en cuanto al tratamiento y análisis de este fenómeno, que prosperó gradualmente durante casi una década, ayudó a que se desconociera la naturaleza y el alcance del negocio de la amapola.

• El escaso estudio académico de la cuestión de la amapola facilitó la ausencia de un de bate serio sobre esta lucrativa empresa en expansión.

• La vasta capacidad del emporio de la heroína de gene-rar corrupción a nivel oficial (civil y policivo-militar) y provocar intimidación operó como un doble mecanismo para asegurar el crecimiento del cultivo y procesamiento de amapola32.

• La secular desatención social y jurídica del Estado en

amplias regiones del país aportó a la multiplicación de puntos de producción amapolera y a la articulación de diversos intereses locales que lucraron fuertemente y promovieron leal-tades insospechables.

La poca motivación de todos los partidos y grupos políticos con representación legislativa para debatir en el Congreso el tópico de la heroína ayudó a no controvertir sobre el desarrollo de esta empresa ilegal ni a proponer alternativas de manejo para hacerle frente.

¿Qué hacer?

A partir de la evaluación reali-zada, parece relevante efectuar una serie de recomendaciones concretas.

1. Se debería estudiar más y mejor este fenómeno de la amapola, con seriedad y responsabilidad. Cuanto mayor conocimiento exista, tanto más elevado será el nivel de debate público sobre la heroína y, tentativamente, se podrían adoptar políticas más sólidas. La academia, los medios de co-municación, las entidades oficiales, el sector privado, tienen el deber de compro-meterse a lograr un diagnóstico coherente y realista sobre un asunto tan trascendental para el país.

30 Sobre el desplazamiento de los cultivos de café, algodón y arroz por la amapola, véase Presidencia de la República, op. cit. Sobre los efectos del neoliberalismo en Colombia véase Libardo Botero ct al, Neoliberalismo y subdesarrollo, Bogotá, El Áncora Editores, 1992.

31 Para observar la correspondencia en varios puntos de los "mapas" de cultivo de amapola y los de presencia guerrillera véase Presidencia de la República, op. cit. Para una aproximación no ideológica a los múltiples tipos de vínculo existentes entre guerrilla y narcotráfico, especialmente en el caso colombiano, véase Peter Lupsha, "Towards an Ethiology of Drug Trafficking and Insurgent Relations: The Phenomenon of Narco-Terrorism", en International Journal of Comparative and Applied Criminal Justice, Vol. 13. No. 2, otoño, 1989.

32 Véase al respecto Ernesto Silva, "La policía y el ejército se lucran de la amapola y la heroína como las guerrillas", en La Prensa, diciembre 6,1992, p. 3.

8

Page 9: Colombia Internacional No. 21

2. Resulta elemental volver a insistir que el problema de la amapola tenderá a solucionarse verdaderamente cuando se produzcan prácticas efectivas de control sobre la demanda de heroína. Hasta que no exista, en particular en Estados Unidos, una vigorosa y consistente política de educación, prevención y rehabilitación que aliente una reducción del consumo, estaremos sujetos, irremediablemente, a una persistencia de la violencia estimulada por este tipo de negocios ilícitos.

3. La asistencia internacional debe variar en términos del énfasis que se da a los diversos instrumentos para afrontar los distintos componentes vinculados a las drogas. El caso colombiano, en ese sentido, es patético. En el trienio 1989-1991, Washington brindó recursos en ayuda militar directa (US $218.3 millones) y para lazo enforcement (US $50 millones) por valor de US $268.3 millones. El aporte asistencial económico al país fue de US $54.7 millones en ese trienio 33. La desproporción en el tipo de colaboración y la insistencia en la represión como vía de salida no han resuelto el

drama de la cocaína y tampoco parecen aconsejables para hacer frente a las dificultades derivadas del negocio de la amapola.

4. El glifosato no será la panacea para solucionar la cuestión de la amapola. La fumigación reduce temporalmente la superficie sembrada. Pero la “lógica" del glifosato no ayuda a erradicar el problema. Lo que generalmente se ha producido es un movimiento físico, un traslado geográfico del producto de un sitio a otro, con la búsqueda de mayor rendimiento por parte del narcotraficante, lo cual afecta a su vez la conservación del medio ambiente.34.

5. Mientras no se aborde el tema de las finanzas nacionales e internacionales ligadas al business de la heroína, las políticas aplicables, por más interesantes que aparezcan y por más positivas que resulten, serán siempre insuficientes y limitadas.

6. Se requiere de un sistema de inteligencia sofisticado, centralizado alrededor de la autoridad presidencial y con un fuerte y transparente control legislativo para elevar la capacidad de detección y contención del ne-

gocio de la heroína. Una unidad especial al interior de la Consejería Presidencial de Defensa y Seguridad podría abocarse a este asunto.

7. El Estado debe llegar económica, social y jurídicamente a las regiones amapoleras para no reiterar las equivocaciones y omisiones cometidas en el trata-miento del tópico de la cocaína. El "vacío" estatal siempre lo "llenan" actores violentos, de derecha y de izquierda. La población local no es la "enemiga" del Estado, sino su potencial aliada para evitar la proliferación de la amapola.

8. Parece fundamental una coordinación intrarregional real dentro del área andina y con México. Frente a la heroína no parece tener sentido la política del "sálvese quien pueda" o de ne-gociar bilateralmente nuevas e improbables concesiones de norteamericanos o europeos. O se enfrenta este problema de una manera más concertada y pro-positiva, o simplemente algunas dificultades nacionales coyunturales se resolverán hasta que el cultivo de

33 Véase United States Agency for International Development, Fiscal Year 1993: Smiíanj Tables, Washington DC, marzo de 1992. 34 Respecto a la utilidad del glifosato, los ejemplos nacionales e internacionales deberían ser tomados en cuenta en forma práctica y

no dogmática. Entre 1984 y 1985 se destruyeron en Colombia 5.546 hectáreas de marihuana con 11.418 galones de glifosato. La gran victoria contra la marihuana fue pírrica: el cultivo se trasladó de la Sierra Nevada y de la Serranía del Perijá al departamento del Cauca; al mismo tiempo, el rendimiento por hectárea con dicho movimiento se incrementó de 1.1 toneladas métricas por hectárea a 3.5 y el componente alcaloide de THC de la marihuana nacional se elevó. La represión sirvió como incentivo al negocio y no como disuasivo. Más adelante, entre 1986 y 1987, se destruyeron 22.368 hectáreas de marihuana con cerca de 50.000 galones de glifosato. No obstante, para 1988 Colombia se convirtió (nuevamente) en el principal exportador de marihuana a los Estados Unidos con una producción aproximada de 8.000 toneladas métricas. Si más tarde descendió la oferta de marihuana colombiana al mercado estadounidense, ello se debió principalmente a que en Estados Unidos se expandió el cultivo, con eficiencia y calidad, de la variedad "sin semilla", cinco veces más potente que la colombiana en su componente de THC, más atractiva para los consumidores norteamericanos, y no tanto a la fumigación de cultivos en el país la cual, a efectos prácticos, concluyó entre 1989 y 1990. De manera concomitante, a nivel internacional se cita el éxito del glifosato para eliminar el cultivo de amapola en Guatemala como ejemplo digno de considerar y emular. Ello es, por decir lo menos, dudoso. En 1990, Guatemala tenía una producción neta de amapola (luego de fumigar con herbicidas) de 845 hectáreas, mientras que en 1991 dicha producción (después de aplicar más glifosato) pasó a 1.145 hectáreas. El total de heroína producida en Guatemala creció del siguiente modo: en 1988,8 toneladas métricas; en 1989,12; y en 1991,17 toneladas métricas. Véase Juan G. Tokatlian, op. cit.

9

Page 10: Colombia Internacional No. 21

amapola se traslade a los países vecinos.

9. No sería útil "ideologizar" la discusión ni la estrategia contra la amapola. Cargar las tintas únicamente contra el vínculo narcotráfico-guerrilla no sólo es inconsciente, sino también poco efectivo en el largo plazo.

l0. Convendría evitar otra "guerra" grandilocuente contra las drogas, esta vez con la excusa de la amapola. El riesgo de una mayor inestabilidad interna y de empujar la democracia colombiana hacia el abismo con una nueva "cruzada" contra la heroína sería enorme.

11. En el caso de Colombia resulta prioritario un apoyo decidido y masivo a la justicia para revertir el avance del negocio de la amapola. Si la justicia se convierte en centro de atención y de recursos reales, nacionales e internacionales, se habrá

logrado un componente básico de credibilidad y legitimidad para enfrentar este fenómeno.

12. En relación con la heroína, parece prudente agilizar una política de sometimiento a la justicia discreta y selectiva con antelación al mayor encumbramiento del negocio y no como resultado de un crecimiento sangriento de esta empresa.

13. Se debería tener una política exterior coherente, original y audaz en materia del tema de la heroína. La legalización está distante. Más que una posible, aunque improbable, intervención multinacional para "resolver" alguno de los proble-mas críticos derivados del asunto de las drogas, no debe ser descartado el que la comunidad de naciones pudiera convertir al país en una suerte de "paria" internacional librado a su propia suerte violenta. Frente a un

escenario mundial cambiante y turbulento, es mejor, obviamente, insertarse con productos que permitan un bienestar y una autonomía para el país y no con recursos ilegales que pueden generar un retroceso significativo en términos de desarrollo y soberanía nacional.

14. Desde la sociedad civil y sin restricciones estatales debería diseñarse una especie de centro u observatorio de seguimiento y análisis de la cuestión nacional e internacional de la heroína.

15. Parece conveniente evaluar la posibilidad de crear una consejería presidencial para asuntos vinculados a las sustancias psicoactivas. Ello, a fin de mejorar la capacidad coordinadora del Estado en materia de drogas en general (con la obvia inclusión de la heroína).

10

Page 11: Colombia Internacional No. 21

Sección:

Relaciones Económicas

Internacionales

Las relaciones comerciales entre Colombia y Estados Unidos: visión retrospectiva y situación actual *

Eduardo Muñoz Gómez**

Estados Unidos no sólo es ac-tualmente el principal y más diversificado socio comercial de Colombia, sino que lo es también para el conjunto del comercio mundial. De hecho, ese país participa con una cuarta parte del intercambio comercial a nivel global, importando cerca de US $441 mil millones. Así mismo, la economía estadounidense sigue siendo la más fuerte y diversificada del mundo, con un Producto Interno Bruto de US $4.862 miles de millones y un PIB per cápita de casi US $20.000 al año.

Históricamente, Estados Unidos ha sido nuestro mayor socio comercial, abasteciéndonos del 38% de los bienes importados durante los últimos 20 años y comprándonos el 33% de nuestras exportaciones en el período 1970-1990. Para el año 1991, surtió el 37% de nuestras importaciones y fue el mercado de destino del 35% de las exportaciones del país1. Es decir, pese a la diversificación de las exportaciones, a la apertura de nuevos mercados y a la propia apertura colombiana hacia nuevos proveedores, la tendencia parece continuar.

Sin embargo, esos porcentajes acumulados, a pesar de su importancia, hacen perder a veces la perspectiva y ocultan los cambios ocurridos en la re-lación comercial bilateral entre Colombia y el país del norte.

En l970, el 48% délas importa-ciones colombianas provenía de los Estados Unidos y a ese mercado se destinaba el 37.5 % de nuestras exportaciones, las cuales sumaban US $735 millones, mayoritariamente representadas por el café. La balanza comercial de Colombia era deficitaria en US $128 millones cuando el comercio bilateral sumaba sólo US $680 millones. Estados Unidos constituía, con algunos países de América Latina y el Caribe, nuestro único mercado externo y, dadas las circunstancias de la época, no suplía la necesidad de divisas del país.

La historia se acelera a partir de 1970. Las exportaciones totales colombianas crecen a un buen ritmo, duplicándose para 1975 y cuadruplicándose en 1978, al tiempo que se registran menores tasas de incremento en las importaciones.

Los intercambios con los Estados Unidos comienzan a perder importancia dentro de nuestro comercio total a finales de los años setenta y llegan a sus mínimos absolutos en 1981-1982, cuando se presenta un déficit anual cercano a los US $1.150 millones, producto del desbalance de un comercio que sumaba US $2.500 millones. Para aquellos años, el mercado estadounidense significó sólo

* Este artículo se realizó con el aporte investigativo de Edgardo Madrid de Andreis.** Subdirector de Relaciones Bilaterales del Ministerio de Comercio Exterior. 1 Salvo que se especifique lo contrario, las fuentes estadísticas para el intercambio comercial bilateral son del DANE.

11

Page 12: Colombia Internacional No. 21

el 23% de las exportaciones y el 34% de las importaciones.

Es en 1982 cuando se presenta nuevamente un cambio en los flujos comerciales: los porcentajes de importaciones provenientes de los Estados Unidos se estabilizan alrededor del 35%, mientras las ex-portaciones comienzan a crecer, tanto en valores como en participación dentro del total exportado hasta llegar al 43% en 1989 y 1990, con un comer-cio global que se acerca a los US $5.000 millones.

Se observa así que, en el lapso de 20 años, la situación se ha revertido y el comercio bilateral ha adquirido importancia considerable. Sin embargo, hasta hace muy poco tiempo las relaciones de Colombia con Estados Unidos se veían limitadas por convenios de restricción "voluntaria" de exportaciones, asumidos por los gobiernos2 y por "acuerdos de suspensión", celebrados entre el Departamento de Comercio de los Estados Unidos y empresarios privados colombianos, en relación con las investigaciones que sobre subsidios estuvieran en proceso en ese país3.

Obviamente, y aunque estas limitaciones suscitaban fric-ciones, Colombia no contaba con foros adecuados para su resolución. La adhesión de Co-lombia como miembro pleno del GATT, precedida por las negociaciones de la Ronda To-kio, nos otorgó, por primera vez, la oportunidad de discutir en pie de igualdad los proble-

mas del comercio bilateral con los Estados Unidos en un marco multilateral. Como resultado, se firmó un memorando de entendimiento con ese país en abril de 1979, reiterando los compromisos ofrecidos a los demás miembros del GATT.

El Grupo Andino también quiso establecer un diálogo institucional sobre comercio con los Estados Unidos y con ese fin se suscribieron, a finales de 1979, a un memorando de entendimiento y a un acuerdo comercial. No obstante, estos instrumentos salvo permitir parcialmente el acceso al Siste-ma General de Preferencias para Ecuador y Venezuela, no operaron, bien por falta de vo-luntad de nuestra contraparte o bien por carecer los mismos países de una agenda clara y concreta de temas4.

Un nuevo esfuerzo por for-talecer los vínculos institucio-nales fueron las "consultas bi-laterales" establecidas en marzo de 1985. Sin embargo, éstas se convocaron tan sólo en cuatro oportunidades y sirvieron de foro para discutir temas ge-nerales del comercio de bienes. En ellas se atendieron muy po-cas solicitudes de Colombia fa-vorablemente debido a que Estados Unidos exigió reci-procidades qué, en ese mo-mento, el país no estaba en ca-pacidad de atender. Empero, sirvieron para identificar algu-nos problemas y advertir sobre la urgencia de buscar solu-ciones antes que ellos desem-bocaran en nuevas restricciones para nuestro comercio.

Así, es justo anotar que, hasta 1989, los canales oficiales no habían reflejado adecuadamente los cambios ocurridos en la relación comercial y en las mentalidades y políticas que, por parte de Colombia, los motivaban.

En cambio, una revisión de lo acaecido en los últimos tres años permite observar que, en ese breve lapso, se han dado procesos que significan una considerable mejoría en el ma-nejo institucional de las rela-ciones bilaterales.

Dos aspectos en particular motivaron dicha mejoría: las duras consecuencias de la lucha de Colombia contra el tráfico organizado de drogas ilícitas, con su alta cuota de vidas y de pérdidas materiales, con-vencieron a los Estados Unidos el principal consumidor de la droga de que nuestro sacrificio debía ser reconocido. De otro lado, la caída de las cláusulas económicas del Acuerdo Cafetero, en la cual la posición del gobierno estadounidense tuvo incidencia, implicó una fuerte pérdida de ingresos para nuestro país y llevó a que se buscara, igualmente, una forma de superarla.

Por las razones enunciadas y por los radicales cambios institucionales y de política que se han llevado a cabo en el ámbito comercial colombiano, en este último período se ha observado un nuevo espíritu de cooperación por parte de los Estados Unidos. Al tiempo que el diálogo ha adquirido dinámica, los te-

2 Caso general de los textiles desde 1974 hasta 1986, en particular para satines de algodón (desde 1987 hasta 1990) y telas de algodón (desde 1992), siempre negociados dentro del marco del Acuerdo Multifibras.

3 Caso de las flores y los cueros, entre otros. 4 Este mismo instrumento trataron de utilizarlo en 1991 los países andinos para propiciar, sin éxito, nuevas negociaciones conjuntas

con los Estados Unidos. Ello, sin embargo, no quiere decir que exista desinterés por parte del gobierno estadounidense en negociar conjuntamente.

12

Page 13: Colombia Internacional No. 21

más de negociación se han ampliado y arrojan resultados positivos. Adicionalmente, han surgido dos factores decisivos para mejorar el clima de entendimiento: el esfuerzo del entonces presidente Bush para formular y aceptar nuevos instrumentos de política comercial y económica dirigidos a enmarcar las relaciones con Colombia y los otros países del área dentro de un nuevo contexto (la Iniciativa Andina, la Declaración de Cartagena, las nuevas medidas dentro de la Iniciativa para las Américas) y, simultáneamente, el desarrollo, por parte del gobierno nacional, de una agresiva gestión técnica y diplomática para conseguir que las buenas intenciones expresadas por los Estados Unidos se tradujeran en hechos efectivos5. Tres son los desarrollos que se pueden caracterizar como fundamentales en la nueva re-lación: 1. La aceptación provisional dela aplicación del código de subsidios del GATT entre los Estados Unidos y Colombia Desde su ingreso al GATT, el gobierno colombiano había manifestado su interés por ac-ceder al Código de Subsidios de dicho Acuerdo General ya que a las partes en el Código, en caso de demandas por subsidios, no se les pueden imponer derechos compensatorios a las exportaciones sin la realización de una previa investigación exhaustiva, probatoria del perjuicio causado a la in-

dustria demandante. Los Esta-dos Unidos no aceptaba esta adhesión con el argumento, de excepción, de que sus normas internas exigen la revisión de las políticas de subsidios de sus contrapartes comerciales antes de consentir a la aplicación de la prueba de perjuicio y de reconocer al país signatario como "país bajo el acuerdo". Después de una serie de conversaciones, en las cuales el gobierno colombiano reafirmó su política de apertura eco-nómica basada en la búsqueda de condiciones de competencia, el gobierno de los Estados Unidos aceptó la aplicación del Código entre ambas partes. Por parte de Colombia se estableció el compromiso de eliminar el elemento de subsidio presente en mecanismos de apoyo a las exportaciones tales como el CERT, el Plan Vallejo y los créditos del antiguo Proexpo. Este acuerdo entre las dos partes significó la reversión de una situación injusta en donde las importaciones colombianas a los Estados Unidos eran gravadas por la sola acusación de competencia desleal formulada por un productor local y la automática presunción de daño. A partir del 17 de julio de 1990, fecha de la aceptación es-tadounidense de nuestro acceso al Código de Subsidios, la imposición de derechos com-pensatorios solamente se efectúa después de establecer la relación causal entre el subsidio eventualmente recibido y un daño o amenaza de daño ma-terial a determinada produc-

ción doméstica en los Estados Unidos. Esto garantiza a las exportaciones colombianas un tratamiento más justo y unas reglas de juego claras que faci-litan su acceso al mercado.

2. La Ley de PreferenciasComerciales para el Área An-dina

En octubre de 1990, el ejecutivo estadounidense presentó ante el Congreso de su país un proyecto de ley encaminado a otorgar preferencias arancelarias a un amplio grupo de productos provenientes de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú6. El proyecto, después de hacer tránsito y recibir aprobación por las dos cámaras, se convirtió en ley, sancionada por el presidente Bush el 4 de diciembre de 1991, y entró a regir para Colombia el 2 de julio de 1992.

La ley, concebida cómo un instrumento para apoyar eco-nómicamente la lucha contra las drogas ilícitas, facilitará la mayor competitividad de mu-chos productos puesto que, con excepción de algunos bienes textiles, cueros, confecciones, atún en empaques herméticos, petróleo y sus derivados reduce a cero los aranceles sobre nuestras exportaciones.

Será benéfica, además, por su largo plazo, pues garantiza la condición de duty free para estos productos por un período de diez años y, a diferencia del Sistema Generalizado de Preferencias, no contiene cláusulas de graduación que eximan de los beneficios a los pro-

5 Por primera vez, por ejemplo, se contrataron los servicios técnicos de una firma de cabildeo con el propósito específico de colaborar para sacar adelante en el Congreso el proyecto de la Ley de Preferencias Comerciales para los Países Andinos. 6 Esta iniciativa del ejecutivo estadounidense fue una respuesta concreta a las firmes solicitudes del gobierno colombiano en el sentido de dar alternativas económicas a la lucha contra las drogas. La presentación formal se hizo en la Cumbre de Cartagena por el entonces presidente Virgilio Barco y reiterada en Washington por el embajador Víctor Mosquera Chaux.

13

Page 14: Colombia Internacional No. 21

ductos que alcancen ciertos volúmenes de exportación7.

Se han hecho ya algunos ejercicios de evaluación de las nuevas preferencias para los productos colombianos. De acuerdo con ellos, en el corto término un 7.4% de nuestras exportaciones hacia Estados Unidos se beneficiarán direc-tamente de las desgravaciones de la ley, con una ventaja frente a los productos de terceros países no preferenciales del 8.1 % del valor CIF en puerto de importación. Tomando cifras de 1989, las exportaciones colombianas se verían ampa-radas por US $181 millones, con una disminución de dere-chos arancelarios de casi US $15 millones.

Sin embargo, el efecto dinamizador de este tipo de preferencias permite esperar un aumento en valores más rápido de las exportaciones de bienes cubiertos por la desgravación. Usando índices multiplicadores conservadores8 se estima en un 16.4% anual.

Finalmente, esta iniciativa abrirá un enorme potencial a los exportadores colombianos y puede ser el motor de nuestro comercio. Además, gracias al nuevo clima para el comercio y la inversión bilateral, producto de la apertura, se estimulará la constitución de empresas conjuntas para aprovechar el crecimiento de la producción generado por el mercado preferencial ampliado.

3. La creación de la ComisiónBilateral Colombo-Esta-

dounidense de Comercio e In-versión

Otro logro dentro de la nueva dinámica de las relaciones comerciales bilaterales fue la firma, en julio de 1990, del Acuerdo Marco mediante el cual se creó la Comisión Bilate-ral de Comercio e Inversión. Dicho acuerdo se suscribió dentro del contexto de la Ini-ciativa para las Américas, otro instrumento novedoso, como se analiza más adelante.

El mecanismo de la Comisión Bilateral ha funcionado positivamente. Se reunió por primera vez en Washington en octubre de 1990 y creó cuatro grupos de trabajo sobre temas de interés común, a saber:

• Del sector privado, constituido como apoyo técnico y consultivo de los gobiernos, así como foro de discusión de las perspectivas y proyectos y de solución de los principales obstáculos para el comercio y la inversión.

• De acceso al mercado, paraaclarar los mayores inconvenientes y reducir las barreras no arancelarias que dificultan el acceso a los mercados de las partes.

• De agricultura y alimentos,para despejar el camino, tanto comercial como técnico y sanitario, a un mayor flujo de comercio y cooperación mutua en estas áreas.

• De propiedad intelectual,para adecuar los conceptos y normas legales sobre la

materia a las necesidades y circunstancias de las partes. Dentro de este marco se han discutido temas como la facili-tación y modernización de los trámites aduaneros colombia-nos, así como el tratamiento en las aduanas norteamericanas para nuestros productos, la eliminación de barreras técnicas y sanitarias para bienes agrícolas y agropecuarias pro-venientes de Colombia y las posibles medidas para proteger los derechos de propiedad intelectual de personas o em-presas extranjeras en Colombia. Particular relieve merece el acercamiento que se ha pro-ducido entre empresarios de ambos países por medio del grupo del sector privado, el cual tuvo su instalación formal en 1991 en Washington, con resultados ampliamente satisfactorios. Este mecanismo, indudablemente, será un canal de comunicación importante, útil a los dos gobiernos para la adopción de sus políticas y promotor de negocios conjuntos en los sectores del comercio y la inversión. El Acuerdo Marco se constituye en un paso preliminar para la eventual negociación de un Acuerdo de Libre Comercio. Inicialmente, el desarrollo de mecanismos de solución a los obstáculos existentes nos acercará, paulatina y gradualmente, a la libertad y transparencia comercial hasta el punto en que sea posible iniciar las negociaciones tendientes a la conformación de una zona de libre comercio, como lo ha propuesto el presidente Bush9.

7

8 9

El SGP establece que cuando un producto proveniente de un solo país excede un volumen-tope o "límite de necesidad competitiva", adquiere la capacidad de competir sin preferencias y, en consecuencia, se le "gradúa". Basados en la experiencia promedio de los países del Caribe, beneficiarios de las preferencias CBI. Obviamente, la decisión sobre la conveniencia o no de una negociación para un Acuerdo de Libre Comercio corresponde a las más altasinstancias políticas y debe ser el resultado de un cuidadoso proceso de evaluación.

14

Page 15: Colombia Internacional No. 21

Es indudable que aún quedan muchos puntos por definir en las relaciones comerciales bilaterales. Persisten restricciones a las exportaciones colombianas en los Estados Unidos por la vía de cuotas y otros mecanismos. No obstante, en los últimos años se ha avanzado satisfactoriamente y, en consecuencia, se debe continuar buscando nuevos desarrollos pues Colombia, además de la voluntad política y la capacidad de sus empresarios, cuenta con ventajas comparativas frente a muchas naciones hoy exitosas en el comercio con Estados Unidos, que deben llevar a nuestras exportaciones a incrementar efectivamente su presencia en ese mercado.

El panorama, sin embargo, no se presenta tan claro por la reciente suscripción del Acuerdo de Libre Comercio para América del Norte, Nafta. Las consecuencias que de él se derivarían en caso de que se produzca su ratificación por los respectivos congresos, lo cual parece seguro y las al-

ternativas que se ofrecerían a Colombia frente al Acuerdo y frente a sus esperanzas de comercio e inversión con los Estados Unidos son tema que amerita ser discutido, en mayor extensión, en una segunda parte.

BIBLIOGRAFÍA

"Desarrollo de la Iniciativa para las Américas: una evaluación preliminar", informe para la primera reunión de expertos gubernamentales, Junta del Acuerdo de Cartagena, Lima, octubre de 1991.

"Estadísticas financieras internacionales", Fondo Monetario Internacional, 1989, 1990,1991.

"Evaluación de los beneficios económicos de la Ley de Preferencias Comerciales para los Países Andinos", Departamento Nacional de Planeación-Ministerio de Desarrollo Económico, Bogotá, 1991.

Guidebook in the Andean Trade Preferences Act, US Department of Commerce, Washington DC, 1992. Handbook of International Trade and Development Statistics, Unctad, 1989-1990.

Madrid, Edgardo, "Las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Colombia", mimeo, Ministerio de Desarrollo Económico, Bogotá, 1991.

"Presidential proclamation 6455", The Federal Register, Vol. 57, No. 130, Washington DC, julio, 1992.

Reportes sobre la Iniciativa para las Américas, Secretaría Permanente, SELA, 1992.

"Trade by Commodity", ONU, 1990.

Uribe, Tomás, 2989 Export Value of Colombia’s Trade Preference Potencial under ATPA Bill, Washington DC, Proexpo, 1989. US Congress, H.R. 1724 "The Andean Trade Preference Act", Washington DC, 1991.

15

Page 16: Colombia Internacional No. 21

Sección:

Política Mundial

Cooperación internacional y recursos humanos: el caso de Colombia

María del Rosario García* Mary Figueroa*

Este artículo es una introducción al análisis de la cooperación técnicainternacional relacionada en algunos aspectos con el sector educativo colombiano, y su finalidad es aportar elementos que contribuyan a la definición de la política que el país diseña actualmente.

La cooperación internacional representa un esfuerzo conjunto explícitamente concertado entre dos o más países en la búsqueda de objetivos de interés común. El origen de la cooperación internacional, tal como la entendemos hoy, se ubica en los años siguientes a la segunda guerra mundial, con el primer gran programa oficial de cooperación ofrecido por los Estados Unidos de América para la reconstrucción de Europa1. Una vez concluido el plan Marshall, la cooperación se dirigió a disminuir las crecientes diferencias eco-nómicas entre los países in-dustrializados y el tercer mun-do. Nace entonces la Ayuda Oficial al Desarrollo, AOD. En los años cincuenta y sesenta, los países de mayor crecimiento económico acordaron destinar el 1% de su PNB a las

naciones pobres y crear instituciones de soporte y administradoras de dichos recursos2. En este período la cooperación tuvo un carácter eminentemente asistencialista, centrada en la ayuda alimentaría y de emergencia. La transferencia de recursos asumía generalmente la forma de donaciones, colocando a los países en desarrollo como receptores pasivos. En el curso de los años setenta, varios hechos influyeron sustancialmente en el sistema internacional de cooperación y en la transferencia de recursos de los países ricos a los países pobres. La crisis petrolera de 1974 y 1975 significó una reducción sensible de los recursos de AOD3.

Por otro lado, con la creación del Grupo de los 77, conforma-do por los países en vías de de-sarrollo con un carácter funda-mentalmente reivindicativo, se inició un proceso de cuestiona-miento de las relaciones Norte-Sur y se introdujo la discusión sobre temas como el comercio, las materias primas, el endeu-damiento externo y la ayuda in-ternacional. Los países indus-trializados replantearon enton-ces su política de cooperación y centraron sus estrategias en im-pulsar la cooperación científico-técnica y en realizar proyectos de desarrollo en los países del tercer mundo.

A comienzos de la década de los años ochenta, el porcentaje de las transferencias se recuperó en 0.5 puntos para luego, con la crisis financiera de buena parte de los orga-

* Investigadoras del Centro de Estudios Internacionales.1 Plan Marshall. 2 Por ejemplo, ministerios de cooperación, agencias oficiales de cooperación para el desarrollo, la Organización para la

Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE y el Comité para la Asistencia al Desarrollo, CAD, entre otros. 3 En estos años se destinó solamente el 0.3 % de PNB a AOD.

16

Page 17: Colombia Internacional No. 21

nismos del sistema de coope-ración en 1986, reducirse en casi un punto (0.27% del PNB) (véase Cuadro 1). Fuente: PNUD, Desarrollo humano, informe 1992.

Esta crisis, que comenzaba a superarse a comienzos de la presente década, se reactiva a causa de una serie de nuevos hechos internacionales. La unificación alemana, el colapso del sistema socialista y el fin de la guerra fría, concentran la atención y los recursos de los países del norte, especialmente europeos, hacia la reconstrucción económica de la Europa del Este, limitando las posibilidades de incrementar la cooperación dirigida a América Latina.

En los años noventa se amplía el concepto de AOD y se

involucran como modalidades de cooperación, la cooperación técnica, la ayuda alimentaría directa, los créditos

para la compra de alimentos, los joint-ventures, las donaciones de capital, los créditos blandos, los canjes de deuda externa por proyectos de desarrollo o de preservación de la naturaleza. Estas modalidades transforman el significado original de la cooperación y la definen como la concertación de acciones recíprocas, donde los actores involucrados están en igualdad de condiciones, la negociación se realiza con aportes mutuos, y las dos partes son si-multáneamente receptoras y donantes.

La cooperación técnica inter-nacional que tiene como objeti-vo primordial el que países o instituciones de mayor grado de desarrollo en ciertas áreas contribuyan a la solución de problemas específicos de países o instituciones de menor desa-rrollo a través de la transferencia e intercambio de capacidad científica y tecnológica, de re-cursos humanos y de materiales, considera a la educación como el motor de transformación de las economías en desarrollo. En efecto, la formación de recursos humanos, como componente que permea todos los sectores, es privilegiado por todas las acciones tendientes a impulsar dinámicas de cambio.

La cooperación técnica entre los países desarrollados y los países de menor desarrollo tiene esencialmente un carácter educativo bajo las siguientes formas: servicio de expertos, becas, transferencia de equipos y suministros, envío de material bibliográfico e intercambio de información y experiencias.

Estas formas de cooperación son canalizadas no solamente gobierno a gobierno, sino que existen otras vías a través de las cuales se captan importantes re-cursos, tales como los acuerdos interinstitucionales y las orga-nizaciones no gubernamentales, ONG, que actualmente ocupan un espacio importante en las relaciones de cooperación técnica internacional.

La cooperación técnica en Colombia

Durante la administración de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) se crearon las bases ins-titucionales sobre las cuales gi-ran las relaciones de coopera-ción internacional de Colombia

Países AOD i del AOD en millones de 1970 1990 1990

Canadá 0.41 0.44 3.530Japón 0.23 0.31 22.910Noruega 0.33 1.17 800Suiza 0.13 0.31 2.380Estados Unidos 0.31 0.19 37.090Australia 0.59 0.34 1.830Francia 0.46 0.52 7.160Países Bajos 0.60 0.93 1.470Reino Unido 0.42 0.27 4.720Alemania 0.33 0.42 10.160Dinamarca 0.40 0.93 850Finlandia 0.09 0.64 960Austria 0.07 0.25 890Bélgica 0.48 0.45 10.560Nueva Zelanda 0.23 0.22 180Italia 0.17 0.32 5.320Portugal 1.05 0.38 -Suecia 0.41 0.90 1.580

CUADRO1 TOTAL DE AYUDA OFICIAL PARA EL DESARROLLO EN

17

Page 18: Colombia Internacional No. 21

con terceros países: el Consejo Nacional de Política Económica y Social, Conpes, el Depar-tamento Nacional de Planea-ción, DNE" con su Unidad de Cooperación Técnica Interna-cional (actualmente División Especial) con funciones técnico-administrativas para todo lo relacionado con la ayuda in-ternacional no reembolsable, y la Oficina de Cooperación Téc-nica del Ministerio de Relacio-nes Exteriores con funciones políticas y diplomáticas. Bajo esta estructura, el país ha venido captando ayuda de gobiernos extranjeros. En tal proceso, el Ministerio de Rela-ciones Exteriores se encarga de la negociación y suscripción formal de los convenios y acuerdos de cooperación bila-teral y multilateral y la División Especial de Cooperación Técnica Internacional, DECTI, es la responsable del diseño de la política y de la adecuada distribución de los recursos transferidos en el marco de los planes de desarrollo del go-bierno.

No obstante contar con esta base administrativa, existen serios obstáculos que impiden la planificación y la determinación de objetivos y criterios precisos para el diseño de una política nacional de cooperación. A pesar de la importante labor de coordinación adelantada por el DNP no se ha logrado abarcar el universo total de la cooperación técnica recibida por Colombia. Existen, ciertamente, otros canales que no pasan por la estructura institucional, como la cooperación concertada entre entidades nacionales y sus homologas extranjeras, la cooperación cultural y la que se efectúa de manera autónoma a través de las ONG.

Por otro lado, existe una cantidad importante de conve-nios inactivos que constituyen una fuente potencial de coope-ración que el país no ha sabido aprovechar debido, precisa-mente, a la falta de una coordi-nación efectiva entre las diver-sas entidades implicadas y al desconocimiento, por parte de los posibles interesados, de la existencia de dichos acuerdos o convenios.

Una tercera limitante la constituye el no contar con una clara identificación del tipo de cooperación que el país requiere y de la oferta que está en capacidad de brindar a terceros países.

En la actualidad, el DNP, co-nocedor de estas limitantes, adelanta un estudio para de-terminar cuáles serían los me-canismos más apropiados para lograr un sistema de infor-mación para la cooperación internacional que coordine a todos los actores tanto guber-namentales como no guberna-mentales. Esto permitiría un aprovechamiento eficiente de los recursos, una mayor racio-nalización de la oferta y de la demanda de cooperación, ade-más de una adecuada selección de las entidades ejecutoras.

El conocimiento certero de los requerimientos nacionales coadyuvaría a que el país, en el proceso de negociación con las fuentes de cooperación, dis-cierna con exactitud qué pro-gramas, proyectos y acciones debe solicitar.

Igualmente, la política de cooperación debería incluir la identificación de las áreas en las cuales Colombia cuenta con ventajas comparativas y que configurarían la oferta nacional de cooperación. Esto se hace imperativo dadas las con-

diciones de reciprocidad que actualmente se imponen en el marco de la cooperación inter-nacional, donde los países no se limitan a ser receptores, sino contrapartes activas, socios oferentes, que participan de igual a igual en los proyectos y programas que se adelantan conjuntamente.

La ayuda oficial al desarrollo y el sector educativo colombiano

Cooperación gubernamental

Colombia capta la mayor can-tidad de recursos de cooperación internacional a través de los convenios bilaterales suscritos con los países desarrollados.

En el período 1982-1989, los sectores más beneficiados por los recursos provenientes de la AOD fueron, en su orden, agricultura, foresta y pesca (16.3%); salud (11.6%); recur-sos naturales (11%); desarrollo, políticas y planeación (10.3%); educación (8.7%);asentamientos humanos (6.9%); comercio y finanzas in-ternacionales (6.8%) (véase Gráfico 1).

El sector educativo, que incluye los componentes de ciencia, tecnología, educación y cultura, ocupa un lugar importante en la distribución de la AOD dado el reconocimiento que los países desarrollados han asignado a la inversión en recursos humanos, como estrategia crucial para el desarrollo económico y social (véase Gráfico 2).

El Cuadro 2 señala la distri-bución para el sector educativo del monto total desembol-

18

Page 19: Colombia Internacional No. 21

namarca dirigieron su ayuda exclusivamente al componente educación. Por su parte, Ale-mana, Suiza, los Estados Uni-dos, España, Francia y los Países Bajos distribuyeron sus recursos de ayuda tanto en educación como en ciencia y tecnología. El reino de los Países Bajos fue el único que durante este período apoyó el componente cultural.

Cooperación interinstitucional Los compromisos pactados mediante los convenios de cooperación internacional se concretan a través de acuerdos complementarios en los que, generalmente, se designan como ejecutoras y/o responsables a instituciones del Estado. Estos convenios específicos son los que proporcionan la base jurídica sobre la cual se lleva a cabo la cooperación in-terinstitucional.

Sin embargo, en algunos casos esta cooperación se realiza

CUADRO 2 PARTICIPACIÓN DEL SECTOR EDUCATIVO EN LA AOD (1982-1989)

En miles de dólares

Alemania 24247.00 1235.00 5.09 799.00 64.70 - 0.00 436.00 35.30Australia 17.00 0.00 0.00Austria 2142.00 0.00 0.00Canadá 70958.00 1315.00 1.85 1304.00 99.16 - 0.00 11.00 0.84Dinamarca 18515.00 1.00 0.01 1.00 100.00 - 0.00 - 0.00Gran Bretaña 7015.00 2272.00 32.39 2272.00 100.00 - 0.00 - 0.00 Holanda 3727.00 1860.00 49.91 1860.00 100.00 - 0.00 - 0.00 Italia 27184.00 602.00 2.21 602.00 100.00 - 0.00 - 0.00Japón 3295.00 525.00 15.93 525.00 100.00 - 0.00 - 0.00Suiza 5067.00 746.00 14.72 360.00 48.26 - 0.00 386.00 51.74Estados Unidos 10058.00 443.00 4.40 143.00 32.28 - 0.00 300.00 67.72Bélgica 1783.00 981.00 55.02 981.00 100.00 - 0.00 - 0.00España 1849.00 118.00 6.38 88.00 74.58 - 0.00 30.00 25.42Francia 10687.00 6557.00 61.35 5767.00 87.95 - 0.00 790.00 12.05Países Bajos 13302.00 683.00 5.15 98.00 14.35 85.00 12.45 500.00 73.21Total __________ 199846.00 17337.00_______ 8.68 14799.00______ 85.36 ______ 85.00________ 0.49 2453.00 ______ 14.15

Fuente: PNUD, "Informe de asistencia técnica para el desarrollo", 1982-1989.

GRÁFICO 1 TOTAL DE COOPERACIÓN TÉCNICA RECIBIDA POR LOS DIFERENTES SECTORES (1982 - 1989)

sado por las fuentes bilaterales para el período 1982-1989. Los países que registraron un porcentaje más alto de coo-peración hacia este sector son, en su orden, Francia (61.35%), Bélgica (55.02%), Holanda (49.91%) y Gran Bretaña (32.39%). Se destaca, además,

la educación como el compo-nente más beneficiado dentro del sector con el 85.36% del to-tal recibido, mientras que cien-cia y tecnología canalizó el 14.15% y cultura, el 0.5%. En el período 1982-1989, Gran Bretaña, Holanda, Canadá, Italia, Japón, Bélgica y Di-

19

Page 20: Colombia Internacional No. 21

directamente entre la entidad nacional y su homologa extranjera, sin enmarcarse dentro de un acuerdo específico. La anterior circunstancia le confiere a este tipo de cooperación una mayor agilidad, tanto en la captación de recursos como en la ejecución de los proyectos. La experiencia de algunas entidades nacionales evidencia esta dinámica a través del número creciente de proyectos y acciones concretas que se de-sarrollan mediante tal conducto. Claro ejemplo de ello lo constituyen el SENA y Col-ciencias, ya que gran parte de las actividades de cooperación que estas entidades emprenden se sustentan en el tipo de relaciones ya descritas.

A pesar de que ambas institu-ciones participan activamente en las comisiones mixtas derivadas de acuerdos básicos, su programación irregular y las di-ficultades de concertación entre los diferentes organismos parti-

50% 60% 70% ' Ciencia y tecnologí

cipantes representan obstáculos para la definición de res-ponsabilidades y para la tra-mitación oportuna de los re-cursos. Estos aspectos han inducido a tomar, como alter-nativa, la vía directa de nego-ciación entre entidades.

En la actualidad, la forma de acceder o brindar cooperación interinstitucional se realiza, principalmente, con base en "planes operacionales".

Cabe resaltar que el otorga-miento de becas y la coopera-ción interuniversitaria son unas de las formas más importantes y activas de la cooperación interinstitucional, no sólo por su magnitud y eficiencia, sino también por lo que representan para el país en términos de capacitación de recursos humanos. El Icetex es la entidad encargada de negociar y seleccionar las becas concedidas por otros países y las ofrecidas por Colombia.

La cooperación interuniver-sitaria, por su parte, es tal vez la forma de cooperación educativa más ágil y numerosa, dada la facilidad que tienen los centros educativos para suscribir convenios sin pasar por la serie de trabas burocrático-administrativas que subyace a la firma de acuerdos concertados por los gobiernos o por otras instituciones estatales. Es así como la negociación de convenios interuniversitarios se realiza directamente y puede realizarse inclusive, entre dos facultades homologas o dos centros de investigación y se hace efectiva, en algunos casos, con el simple acuerdo de las partes. Este tipo de cooperación incluye intercambios de profesores, investigadores, pu-blicaciones, materiales biblio-gráficos y educativos en general, becas, investigaciones con-juntas, seminarios, cursos, pasantías, simposios, confe-rencias y otros eventos.

Cooperación no gubernamental Otra forma de cooperación que se caracteriza por su agilidad y flexibilidad es la que se canaliza a través de las Organizaciones No Gubernamentales, ONG. Esta cooperación ha adquirido en años recientes un mayor protagonismo tanto a nivel internacional como a nivel nacional. En efecto, las ca-racterísticas particulares del trabajo de las ONG y su éxito relativo en la solución de algu-nos problemas locales han con-ducido a que los recursos de la Ayuda Oficial al Desarrollo de los países europeos y nortea-mericanos destinados a las ONG sean cada vez mayores. Así mismo, la concertación de acciones conjuntas entre Esta-

GRÁFICO 2 , PARTICIPACIÓN DEL SECTOR EDUCATIVO EN LA AYUDA OFICIAL AL DESARROLLO

PAÍSES BAJOS FRANCIA

ESPAÑA

BÉLGICA ESTADOS UNIDOS

SUIZA JAPÓN

ITALIA HOLANDA

GRAN BRETAÑA DINAMARCA

CANADÁ AUSTRIA

AUSTRALIA ALEMANIA

10% 20% 30%Educación Cultura ciencia y tecnología

80%20

Page 21: Colombia Internacional No. 21

do y entes privados se incluye en los programas de gobierno no sólo de los países desarrollados, sino de varios de los países latinoamericanos (entre ellos, Colombia) donde ya se ha incorporado a las ONG dentro del Plan Nacional de Desarrollo como ejecutoras de algunas iniciativas.

Es importante anotar que la dimensión educativa está invo-lucrada en la mayoría de las áreas de trabajo de las ONG, co-mo un elemento e instrumento dinamizador de los programas y proyectos adelantados por estas organizaciones en todos los sectores. Además, la educación constituye una área de trabajo específica dentro de las acciones que adelantan las ONG4.

Dentro de las limitantes de este tipo de cooperación se encuentra el que América Latina no constituye una prioridad para gran parte de las ONG y go-biernos del Norte. Éstos prefie-ren destinar su ayuda a otras re-giones ya sea por su cercanía (Europa del Este), porque los problemas que viven afectan di-rectamente a Europa (África), porque tienen como política el trato preferencial a sus excolo-nias (países ACP), porque cons-tituyen mercados potenciales o porque prefieren apoyar a los países más pobres dentro de los cuales no se encuentra Colombia.

Tendencias de la Cooperación Internacional

Actualmente, las relaciones de cooperación tienen a transfor-marse en relaciones de reci-procidad donde las formas asociativas, tales como las joint-ventures y las investigaciones y proyectos conjuntos, se imponen sobre la tradicional ayuda asistencial.

De otra parte, la política in-ternacional de cooperación apoya programas y proyectos dirigidos a solucionar problemas globales considerados prioritarios en un determinado momento histórico. En este sen-tido, los temas de orden mundial que forman parte de la agenda actual de cooperación son medio ambiente, derechos humanos, mujer y desarrollo, democratización y planeación institucional.

En tercer lugar, la AOD tiende a dirigirse, preferencialmente, hacia aquellos programas y proyectos que impulsen proce-sos de cambio y que garanticen su continuidad y autosuficiencia a mediano y largo plazo.

Dentro de las nuevas orien-taciones de la cooperación in-ternacional, las ONG ocupan un lugar cada vez más destacado. En efecto, los países de-sarrollados, después de una evaluación del impacto de la

cooperación en los países en desarrollo, determinaron que las ONG constituían un alternativa eficiente y ágil tanto para la canalización y distribución de recursos como para la ejecución de acciones concretas5.

La distribución geográfica de los recursos de la AOD ha sufrido alteraciones en los últimos años debido a la aparición de nuevos receptores, principalmente los países de Europa del Este. Esta situación va en detrimento del posible avance de América Latina en la jerarquía de destinatarios de cooperación.

Puesto que estas tendencias afectan directamente a nuestro país, se hace necesario el replanteamiento de una política de cooperación que incluya la adecuación de los instrumentos y mecanismos de captación de recursos a las nuevas orientaciones, la creación de una sistema de información que permita la coordinación de las diferentes instancias, tanto estatales como privadas, involucradas en la cooperación, y la identificación de las poten-cialidades del país como ofe-rente y demandante de la misma.

4 En efecto, el 47.8% de las ONG define la educación como una de sus áreas de trabajo. 5 Organization for Economic Cooperation and Development, "Voluntary Aid for Development: The Role of Non Governmental

Organizations", París, 1988.

21

Page 22: Colombia Internacional No. 21

Sección:

Temas globales

La encrucijada teórica actual: algunas reflexiones en torno al caso de la disciplina de las relaciones internacionales

Cario Nasi L.*

Un mundo confuso

La disciplina de las relaciones internacionales atraviesa por una profunda crisis en la que cada vez resulta más difícil es-tablecer linderos. Ya no hay claridad frente al objeto de es-tudio, la metodología a seguir, por qué y para qué se estudia lo que se estudia. Este problema se ha visto acentuado al menos por tres factores: primero, a diferencia de lo ocurrido en las ciencias naturales, en la disciplina de las relaciones internacionales no ha habido una sustitución de paradigmas a través del tiempo. Recordando el texto clásico de Kuhn acerca de las revoluciones científicas, el conocimiento en ciencias naturales ha avanzado más por reemplazo de paradigmas teóricos que por un proceso netamente acumulativo1. Ciertos marcos teóricos (como la física newtoniana) han sido desplazados por paradigmas alternos, con mayor poder explicativo del mundo. En las relaciones internacionales, en cambio, a través de los últimos años han surgido numerosos paradigmas que en ningún caso han remplazado los preexistentes.

Los nuevos paradigmas han surgido en parte como reacción y crítica a los anteriores, pero nunca han tenido la con-tundencia suficiente como para significar la abolición de los antiguos marcos teóricos. De manera que en la actualidad se verifica una comunidad bastante heterogénea de analistas de relaciones internacionales que se adscriben o al realismo, o a la teoría de la interdependencia, o a las teorías estructurales, o al postmodernismo, etc. La realidad pluriparadigmática ha sido defendida por algunos bajo el argumento de que es im-posible contrastar los distintos enfoques de las relaciones inter-nacionales, por cuanto se em-plean diferentes conceptos, pre-guntas y referentes factuales2. Segundo, con frecuencia se superponen los principios de distintos paradigmas. Quizá por el temor a excluir porciones relevantes de la realidad internacional o en un intento por alcanzar algún grado de síntesis de aproximaciones,representantes de distintos pa-radigmas han mostrado una tendencia conciliatoria con al-gunas premisas de marcos teó-ricos rivales. De suerte que es posible hallar cierto terreno común, por ejemplo, entre re-alismo e interdependencia (en la consideración del Estado como actor relevante de las relaciones internacionales, aunque para la interdependencia intervengan otros actores), entre postmodernismo y teoría crítica (en la búsqueda de entender y rebasar los factores que limitan la libertad humana), entre estructuralismo y

* Investigador del Centro de Estudios Internacionales, Universidad de los Andes.1 A este respecto véase T. S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, México DF, Fondo de Cultura Económica, 1971,

pp. 149-175. 2 A esto se alude en Fred Halliday, "State and Society in Internacional Relations: A Second Agenda", en Millenium, Vol. 16, No.

2,1987, pp. 215-216.

22

Page 23: Colombia Internacional No. 21

teoría crítica (en la considera-ción de la realidad como algo que supera un simple agregado de unidades), etc.

Tercero, los mismos teóricos han tenido un proceso de evo-lución que con frecuencia ha determinado cambios de para-digmas. Keohane ha evolucio-nado de interdependentista a neorrealista, mientras Roseanau la encarnación de la ortodoxia realista sorprendente y tardíamente ha dirigido sus pasos hacia el postmodernismo. Más aún, los teóricos suelen ser clasificados por otros teóricos, lo que revela con frecuencia la ausencia de consenso. Richard Ashley ha sido clasificado como neorrealista, posmodernista y representante de la teoría crítica, alternativamente.

Toda esta encrucijada teórica ha pasado relativamente desapercibida en Colombia, en parte por simple desinterés en la disciplina de las relaciones internacionales, en parte por la tardía difusión de los últimos desarrollos que se han dado en la materia en los países industrializados (sin contar que son pocos los textos traducidos al español), y en una mayor proporción, por la clara dominación de una ortodoxia que hace aparecer lo teórico como fútil, "alejado de la reali-dad" y que, en el mejor de los casos, como algo marginal. Es-tamos en la era del pragmatismo total, donde se da poca cabida a las vacilaciones teóricas. Lo importante es hacer, realizar, ser prácticos. Surgen imperativos de la nada, de lugares comunes que no dan lugar a análisis detenidos.

Por ejemplo, se afirma que Colombia debe integrarse con Venezuela y con México, ¿por

qué?, "porque el mundo se está dirigiendo hacia la confor-mación de macrobloques y no nos podemos quedar atrás". Lugar común, superficialidad en la que no existe orientación alguna. No se ha hecho un cuestionamiento serio sobre el significado de la integración (¿qué integración? ¿por qué in-tegración? ¿para qué integra-ción? ¿integración entre quié-nes? ¿a quién beneficia y a quién perjudica la integración?). Lo que se quiere destacar es que "integración" nunca ha constituido un concepto di-rectriz de una política. Con la ola pragmática, la palabra in-tegración se limita a un rótulo ambiguo y bastante vacío que incluye, prácticamente, todo lo que involucre a un colombiano, un venezolano y un mexicano juntos. De hecho, muchas veces se asume que nos estamos integrando en la medida en que comerciamos más, de donde aparecería la integración como cuasi sinónimo de libre comercio (en ese caso, América Latina, en general, siempre ha estado bastante "integrada" con los Estados Unidos, mientras la "integración" intralatinoamericana ha permanecido a la zaga. Además, el criterio predominante en materia de comercio es el del beneficio individual, pasando a un plano muy secundario lo mancomunado, lo colectivo frente a terceros, que es lo que parece desprenderse de manera principal de la idea de integración).

Frente a este panorama, de por sí confuso, en la disciplina de las relaciones internacionales se debe realizar una distinción entre pluralismo y complacencia intelectual. La coexistencia de múltiples paradigmas teóricos es considerada por

muchos como algo no proble-mático, en el sentido de que se subrayan las virtudes explica-tivas de distintas porciones de la realidad por parte de los dis-tintos enfoques. Se trata de un eclecticismo que se justifica mediante la asunción de un ro-paje "tolerante", "pluralista". No obstante, hay aspectos irre-conciliables entre distintos pa-radigmas que requieren tomar posiciones para imponer un mínimo de rigor teórico (lo que no contradice la existencia simultánea de conceptos com-partidos). Porque si el propósito fundamental de la disciplina de las relaciones internacionales es conocer, "aprehender la realidad internacional", debe haber mecanismos para distinguir entre lo que es y lo que no es teóricamente viable. No se trata de negar las virtudes del pluralismo, sino de evitar su utilización a manera de seudo justificación de la carencia de rigor intelectual.

Ahora bien, lo anterior tampoco debería conducir a abrazar de manera acrítica cualquiera de los "ismos" existentes (realismo o posmodernismo, por ejemplo), para evitar posiciones eclécticas. A lo que apunta el presente artículo es a reflexionar acerca de algunas de las bases del conocimiento presentes en distintos enfoques de las relaciones internacionales, de manera que se facilite tomar opciones. Se trata, ante todo, de recoger aportes de un debate que se está desarrollando principalmente en Inglaterra y los Estados Unidos, sin entrar estrictamente en categorías. Por el momento, antes que definir si uno es posmodernista, preestructuralista o"cuasirracionalista semirrealista preterintencional", es necesario retomar los términos

23

Page 24: Colombia Internacional No. 21

de un debate referente a las ba-ses mismas del conocimiento, implícitas en los distintos en-foques teóricos.

Los términos del debate

La crisis en la disciplina de las relaciones internacionales se ha propiciado con la aparición de nuevos paradigmas teóricos que constituyen perspectivas alternas para interpretar la realidad global. En particular, el feminismo, el postmodernismo, la teoría crítica y enfoques que toman como punto de partida las relaciones entre grupos étnicos (más que entre Estados) en el ámbito internacional, se han constituido como los principales retos a los enfoques realista, interdependentista y neorrealista. Pero el debate interparadigmático acerca de cuál es la perspectiva más adecuada para interpretar la realidad internacional se ha localizado, además, en el terreno de lo metateórico. En otras palabras, no se podría llegar lejos en el debate ni comparar la validez de los distintos enfoques por la vía de simplemente aceptar que cada perspectiva representa un cristal distinto para interpretar la realidad y, por ende, cada uno hace luz sobre ciertos aspectos del mundo y oculta otros.

Por este camino se llegaría a verdades de Perogrullo, tipo que el feminismo explica mejor lo referente a las relaciones entre géneros en las relaciones internacionales, mientras el re-alismo explica mejor las rela-ciones globales estratégicas

entre Estados, al tiempo que la interdependencia explica mejor lo referente a la economía y la incidencia de las transnacio-nales en el orden mundial, etc. Como quien dice, se haría un razonamiento circular por el que cada enfoque se juzga por lo que se propone hacer. Esto no permite comparar paradigmas y decidir, sobre una base común, qué es válido y qué no es válido.

De ahí que se haya localizado en lo metateórico el espacio adecuado para adelantar los términos del debate. Sólo en los fundamentos mismos del conocimiento, que muchas ve-ces están ocultos o implícitos en las distintas teorías, se puede hallar un terreno común para juzgar los distintos paradigmas. De ahí que se puedan realizar, incluso, lecturas alternativas de las varias teorías de relaciones internacionales y enfoques aparentemente antagónicos resulten con una base epistemológica similar. A continuación se presentarán algunas consideraciones acerca de los fundamentos teóricos de los principales paradigmas vigentes en las relaciones internacionales, con el doble propósito de mostrar contrastes y evaluar la validez de distintas premisas. Cabe destacar que los términos de este debate han sido planteados, principalmente, por la teoría crítica y el post-modernismo.

Crítica al empirismo y al positivismo

La gran ortodoxia en ciencias sociales y, en particular, en la

disciplina de las relaciones in-ternacionales, es tanto positi-vista como empiricista3. Es de-cir, por un lado considera que la realidad o lo real es algo puesto, que existe de manera totalmente separada del sujeto, al tiempo que por el otro lado toma la experiencia (lo empírico) como la única fuente de conocimiento.

Esta concepción se explica en buena medida por la adopción de una aproximación científica al conocimiento de la sociedad, perspectiva que tomó particular fuerza en el presente siglo. Si bien es posible hallar antecedentes de una aproximación científica a lo so-cial desde tiempos antiguos (el caso de Hobbes en el siglo XVII es uno de los más citados a raíz de su intento de "asimilar la psicología y la política a las ciencias físicas exactas"4), esta aplicación apenas se hizo ex-tensiva al conjunto de estudios sociales desde finales del siglo XIX, época en la que, además, empieza a producirse una des-agregación de dichos estudios en distintas áreas a partir de la matriz común de la sociología.

El surgimiento de la disciplina de las relaciones internacionales como ente autónomo y escindido de la ciencia política se sitúa a comienzos de siglo, época en la que por vez primera se funda una cátedra en Inglaterra. Esto tiene que ver directamente con la primera guerra mundial y el interés de la época por evitar conflictos internacionales. De ahí en adelante se generaron entre otros dos debates de signifi-cación: el primero, acerca de la

3 Se excluye dentro de lo que se considera como "grandes ortodoxias" al estructuralismo, que en relaciones internacionales ha tenido un papel marginal.

4 Véase George H. Sabine, Historia de la teoría política, Bogotá, Fondo de Cultura Económica, 1976, p. 339.

24

Page 25: Colombia Internacional No. 21

justificación de mantener la disciplina de las relaciones in-ternacionales como ente sepa-rado y autónomo (discusión que pronto perdió momentum) y luego, el gran debate entre tradicionalismo y behaviorismo en los años sesenta. Este último debate definió la preeminencia de la aproximación científica en las relaciones internacionales.

Es decir, hasta la década de los años sesenta se dio la coe-xistencia de dos corrientes dis-tintas en las relaciones interna-cionales: una tradicionalista, que ponía énfasis en los atributos de juicio, sensibilidad e intuición del analista y que, de hecho, descartaba la posibilidad de descubrir leyes generales en lo político-histórico5. Por otro lado, estaba el behaviorismo que buscaba un conocimiento más "científico" de la realidad internacional aplicando criterios de rigor, precisión y cuantificación, con la idea de producir teorías de carácter general acerca de lo in-ternacional. El debate entre las dos corrientes desembocó en la preeminencia del cientifismo, que además de ganar adeptos, determinó los principales parámetros que regirían a la disciplina hasta la década de los años ochenta6.

En cierta medida, los grandes logros en ciencias naturales contribuyeron a generar una fe desmesurada en lo científico como fuente de conocimiento. El estudio de tipo anecdótico-subjetivo perdió prestigio frente a lo científico que mostraba precisión y, co-

mo elemento característico, la presencia de un método. Cabe anotar que el intento de aplicar el método científico a lo social produjo una suerte de meta-morfosis. Al no poder repro-ducirse en la sociedad la lla-mada "prueba de laboratorio" que controla las condiciones del experimento, se recurrió a artificios alternativos como entrevistas y encuestas. La ob-servación de repeticiones en la historia se asumió también co-mo mecanismo de verificación.

No obstante, en las relaciones internacionales (y quizá en las ciencias sociales en general) nunca se logró un grado de predicción confiable en el sen-tido de establecer que, por ejemplo, las condiciones a, b y c producen el resultado z. De hecho, siempre ha habido cierta confusión frente al significado del término "predicción" en lo científico (especialmente en ciencias sociales)7. En ningún caso se ha tratado de prever el futuro y adivinar que en un momento x se producirá el evento y (nadie ha tratado de anticipar el tiempo y el lugar en el que caerá un rayo). Se ha tratado, más bien, de establecer qué conjunto de condiciones y elementos tienden a producir un resultado o fenómeno determinado, aspecto en el que las ciencias sociales han fallado de manera protuberante. No existen fórmulas, de manera que una sumatoria de condiciones sociales (pobreza, dictadura, inflación, entre otras) producen un resultado unívoco (revolución, por

ejemplo). Se habla entonces de probabilidades en términos de que la presencia de una serie de condiciones sociales tiende a reforzar un resultado histórico determinado. No obstante, el número de variaciones históricas existente y la ausencia de relaciones de causalidad unidireccionales ha resaltado el carácter "explicativo a posteriori" de las ciencias sociales, más que predictivo. Es decir, solamente en presencia de una revolución específica cobra sentido hablar de las condicio-nes de pobreza anteriores que contribuyeron a generarla, dando por sentado que en miles de casos de pobreza acentuada no se producen revoluciones.

Lo que se debe resaltar es que en los años sesenta y setenta se generó una excesiva fe en lo científico y más aún, en lo numérico. Entre más se pudiera cuantificar y hablar de cifras en relaciones internacionales, más "científico" el tipo de co-nocimiento. Esta visión "cientifista" del mundo sigue siendo la predominante en la disciplina al cubrir toda suerte de estudios empíricos que, si bien no se adscriben formalmente a ninguna corriente teórica en particular, revelan creencias y fundamentos comunes con aproximaciones de tipo científico. De manera adicional, con la reciente consolidación del pragmatismo se ha vuelto corriente denigrar de visiones "ideologizadas" de la realidad social, recreándose el mito de la posibilidad de una aproxi-

5 Véase Michael Banks, "Two meanings in the study of international relations", en The Yearbook of International Affairs, Vol. 20, 1966, p. 222.

6 Para hacerse una idea de los términos del debate entre tradicionalismo y behaviorismo, véase ibid., pp. 221-240 y Morton Kaplan, "The New Great Debate, Traditionalism vs. Science in International Relations", en World Politics, abril, 1966, pp. 1-20.

7 Este argumento es presentado, entre otros, por John Maclean en su articulo "Marxism and International Relations: A Strange Case of Mutual Neglect", en Millennium, Vol. 17 No. 2,1988, p. 304.

25

Page 26: Colombia Internacional No. 21

mación a la realidad libre de sesgos e intereses.

La posibilidad de un conoci-miento libre de intereses fue cuestionada desde comienzos de siglo por la Escuela de Frankfurt, especialmente por Habermas, y ha sido retomada por la teoría crítica y el post-modernismo8.

El positivismo se fundamenta en una serie de oposiciones que asumen la separación absoluta de conceptos. Así, al estar la realidad "puesta", como algo externo, se asume la separación total entre su-jeto y objeto, entre teoría y práctica. Para refutar lo primero se puso de manifiesto que un objeto constituye algo que va más allá de su simple materialidad, incluyendo sus mismas definiciones. De hecho, cualquier objeto cobra sentido solamente en virtud de una re-lación con el sujeto (lo innombrado permanece indefinido-indeterminado). En el caso de la teoría y la práctica, sin implicar que los conceptos son intercambiables e indiferencia-bles, se puso de manifiesto que toda teoría es una forma de práctica, a la vez que muchas prácticas tienen un implícito teórico (por ejemplo, la práctica de un partido de fútbol implica una serie de normas acerca de lo que es permitido y lo que no)9.

Ahora bien, establecidos los parámetros anteriores, ya se tiene un marco general que permite ubicar las objeciones formuladas por la teoría crítica y el postmodernismo a los en-foques realista, interdependentista y neorrealista en sus componentes positivistas y empiristas. Los últimos tres enfoques comparten una concepción del mundo en términos de dicotomías, como si la separa-ción sujeto objeto fuera total. La realidad se asume de manera totalmente independiente y ex-terna al sujeto, lo que encubre su carácter socialmente cons-truido. Se trata, entonces, de estudiar la realidad interna-cional (externa) y de aproxi-marse al objeto de estudio de manera que se pueda producir un discurso (o teoría) verídica. De ahí surge un conocimiento "objetivo" de "la realidad".

Lo que se cuestiona a este tipo de aproximaciones por parte del postmodernismo y la teoría crítica es precisamente esta pretensión de neutralidad y objetividad. En el caso del rea-lismo, por ejemplo, el simple hecho de localizar al Estado en el centro mismo del análisis y considerar que las relaciones internacionales son relaciones entre Estados es una práctica en la que se retifica dicho ente. Culturalmente se reproduce (en todos los que acceden a la

literatura realista) una posición no problemática frente a la existencia misma del Estado, que aparece como algo "natural" ("objetivo") y, en esencia, no criticable. Cabe aclarar que no se excluye del todo un espacio para la crítica, pero sí se limita dicha crítica a unos parámetros "benignos". En el realismo no se da cabida a aseveraciones que pueden cuestionar a fondo al Estado y que, en consecuencia, puedan conllevar prácticas similares. Algún Estado puede ser tildado de "ineficiente", "agresivo", pero en últimas, la crítica nunca se dirige hacia un cuestionamiento de la naturaleza misma del Estado, de los propios fundamentos de su existencia. Se dejan intactos sus cimientos, quizás ignorando también que, en su mayor parte, la historia de las relaciones internacionales se ha desen-vuelto sin Estados (el Estado-Nación es una realidad histórica del siglo XIX). Se deja, en-tonces, al margen del discurso la pregunta acerca de la necesi-dad misma del Estado, acep-tándolo como algo, si no bueno, necesario. Es el discurso positivista, que asume la reali-dad como dada, luego, no pro-blemática.

Algo similar sucede con el neorrealismo y la interdepen-dencia, que comparten con el

8

9

La teoría crítica, de hecho, se identifica con la Escuela de Frankfurt, lo que no constituye ninguna novedad. Lo novedoso ha sido el rescate y la aplicación en la década de los años ochenta de los principios de la teoría crítica a las relaciones internacionales por parte de autores como Mark Hoff man, Andrew Linklater, John MacLean, Richard Ashley, Robert Cox y otros. Cabe destacar que dicha aplicación no se ha realizado de manera mecánica a la vez que, a lo mejor, se dificulta hablar de un cuerpo teórico homogéneo correspondiente a la teoría crítica. Si bien hay líneas definidas en cuanto al grueso de la teoría crítica, existen variaciones y, a veces, la mezcla de teorías no propiamente derivadas de la Escuela de Frankfurt (me refiero concretamente a la aplicación de Gramsci a las relaciones internacionales por parte de Robert Cox). A nivel preliminar se debe aclarar, además, que la teoría crítica se halla a la vez emparentada y separada del marxismo. Emparentada, en tanto de cierta manera deriva de la tradición marxista en ciencias sociales, pero separada en cuanto se estableció una crítica en varios de los puntos cardinales del marxismo. Por ejemplo, la teoría crítica no considera que el proletariado sea el principal sujeto de la historia ni la encarnación misma de la conciencia. No obstante, se toman algunos elementos de la metodología marxista. Esta acepción en las ciencias sociales; véase, entre otros, Luciano Tommasini, La política internacional en un mundo postmoderno, Buenos Aires, GEL Ed., 1991, p. 23. Con frecuencia se afirma que "los hechos no hablan por sí mismos", lo que hace alusión a la no separación entre teoría y práctica. No obstante, en la disciplina de las relaciones internacionales la preeminencia de enfoques empiristas constituye una constante transgresión a dicha máxima.

26

Page 27: Colombia Internacional No. 21

realismo el mismo juego de las dicotomías, siendo formas de le-gitimación de otros actores (las multinacionales, por ejemplo).

Por otro lado, la refutación del empirismo se refiere más concretamente a la dotación de poder explicativo causal a lo invisible. En el realismo, la in-terdependencia y el neorrea-lismo, lo real suele correspon-der, las más de las veces, a fe-nómenos susceptibles de ser experimentados u observados. Solamente lo que se apareja con la experiencia es lo real y tiene poder explicativo. La teoría crítica, en cambio, resalta que lo real puede ser invisible y que lo invisible puede tener poder explicativo sobre lo social.

Organicistno vs. individualismo metodológico

Otro aspecto problemático en cuanto a los fundamentos del conocimiento se refiere al indi-vidualismo metodológico. Se entiende por individualismo metodológico, la perspectiva según la cual las relaciones y los fenómenos sociales se explican a partir de los principios que rigen el comportamiento de los distintos individuos y sus circunstancias10. En otras palabras, el individualismo metodológico hace una apro-ximación a la realidad en tér-minos de un conjunto de uni-dades, de donde se desprende una operación para lograr el conocimiento de esa realidad: descomponer la totalidad, es-

tudiar cada unidad o parte por separado y de la sumatoria del conocimiento de las distintas unidades se logrará el conoci-miento de la totalidad11.

El individualismo metodológico se halla presente en los grandes enfoques ortodoxos de las relaciones internacionales: el realismo, la interdependencia y el neorrealismo. Para el realismo, el mundo está compuesto por Estados que interactúan, mientras que para la interdependencia intervienen otros actores tales como las multinacionales, las empresas privadas, la sociedad civil, grupos de presión que alteran la racionalidad del Estado, etc. El neorrealismo no se diferencia mucho del enfoque interdependentista en tanto incluye actores distintos al Estado aunque asume al Estado como actor principal del ámbito internacional y considera lo económico como algo de mayor relevancia en materia ex-plicativa que lo simplemente militar-estratégico. De manera adicional, hubo un intento de introducir una teoría sistémica en el neorrealismo por parte de Kenneth Waltz que en últimas nunca superó el individualismo metodológico12.

Lo que se debe resaltar, en todo caso, es el terreno común de estos tres enfoques. Al margen de la discusión de si las re-laciones internacionales inclu-yen sólo Estados, o Estados, multinacionales, grupos de presión y cualesquiera otros agentes, subyace un concepto

común: lo internacional se en-tiende de manera "actor-cén-trica". Es decir, se concibe el mundo en término de un número discreto de unidades o actores, cada uno con características propias, que interactúan entre sí. Las relaciones internacionales se reducen al anterior concepto. La validez de este tipo de entendimiento de la realidad internacional ha sido cuestio-nada por aproximaciones de tipo orgánico o holistic. Algunos utilizan también el concepto de teorías sistémicas pero en realidad no se trata de si-nónimos, tal y como se des-prende de lo siguiente.

Las aproximaciones de tipo orgánico refutan la posibilidad misma de partir del Estado, o de cualquier actor o conjunto de actores, como unidades de análisis. En efecto, explicar una totalidad a partir de las características de sus unidades es tan falaz como tratar de entender la razón de ser de un ejército a partir de las propiedades de los soldados. Las aproximaciones orgánicas, entonces, ponen el principal énfasis en el aspecto relacional entre las distintas unidades como factor constitutivo de la identidad misma de esas unidades. Se recobra con esto, en cierta medida, el concepto de sistema aplicado, entre otros, por Parsons y Moore dentro del estructural-funcionalismo que define sistema como un conjunto de partes interrelacionadas donde

10 Véase John McLean, "Political Theory, International Theory and Problems of Ideology", en Millenium, Vol. 10, No. 2, 1981, pp. 108-109.

11 Para un debate más amplio acerca de lo que supone el individualismo metodológico, véase Steven Lukes, "Methodological Individualism Reconsidered", en Britisli Journal o/SoáoIogy, Vol. 19,1968, pp. 119-127. Allí se revisa el debate entre esta perspectiva y perspectivas de tipo sistémico u organicista que datan de los comienzos del siglo.

12 Véase Richard Ashley, "The Poverty of Neorrealism", en R. Keohane (ed.) Neorealist and Its Critics, Nueva York, Columbia University Press, 1986, pp. 255-301.

27

Page 28: Colombia Internacional No. 21

cada parte hace algo necesario (tiene una función o conse-cuencia social) para las otras partes y para el sistema como un todo. Cada parte está rela-cionada y depende de otras13.

Pero las aproximaciones or-gánicas no deben confundirse con el estructural-funcionalismo. De hecho, se critica del último enfoque su conservadurismo, en el sentido que asume todo cambio social como un proceso adaptativo al medio externo. Se toma, entonces, como "disfuncional" y, por ende, negativa, toda ruptura con el orden existente. Debe darse una adaptación, nunca un cambio radical. De ahí que las aproximaciones orgánicas retomen apenas el concepto de sistema del estructural-funcionalismo.

Un ejemplo de una aproxi-mación de tipo orgánico, de hecho, el caso que usualmente se menciona en relaciones in-ternacionales, es el World-System Theory, cuyos repre-sentantes más conocidos son Immanuel Wallerstein, André Gunder Frank y Samir Amin. También suelen incluirse en esta corriente los autores de la teoría de la dependencia en América Latina, quienes parten de supuestos comunes con los autores mencionados aunque se centran en el caso regional. Dichos autores, y en particular Wallerstein, sostienen que el mundo se convirtió en un sistema a partir del siglo XV14, lo que se explica en conexión con el surgimiento, desarrollo y carácter expansivo del capitalismo en cuanto fe-

nómeno vinculador de regiones en todo el globo. Desde en-tonces empezó a producirse la articulación de las economías de las distintas partes del mundo al régimen capitalista, lo que permite hablar de un único mundo: de un sistema global.

De ahí que el World-System Theory considere al mundo co-mo algo que va más allá de un simple

agregado de 150 o más Estados (considerados como entidades discretas) que interactúan. Tam-poco se puede entender el sis-tema global como los patrones de comercio e intercambio eco-nómico entre esas unidades nacionales (...) Hay estructuras sociales globales que hacen po-sibles esos patrones de comer-cio y política internacional .

Se requieren varias precisiones y ejemplos para aclarar lo que se propone en términos de una aproximación de tipo orgánico a lo internacional: primero, cuando se propone una aproximación orgánica no se debe confundir, necesariamente, con el World-System Theory. Esta teoría constituye apenas un caso específico de una aproximación orgánica a lo internacional que se empleó en su momento para explicar el desarrollo de unos países y el subdesarrollo de otros como fenómenos interconectados (dos caras de la misma moneda). De aquí, además, provienen los conceptos de centro, periferia y semiperiferia, ampliamente utilizados y también criticados en la disciplina de las relaciones internacio-

nales. Como sea, se quiere res-catar la aproximación orgánica en sí, en cuanto marco concep-tual adecuado para entender lo internacional en contraste con el individualismo metodológico. Segundo, lo que buscan las aproximaciones orgánicas es invertir la lógica del indivi-dualismo metodológico, privi-legiando el aspecto relacional en la conformación de la identidad de las unidades, en vez de partir de unidades con una identidad intrínseca que se relacionan después. Vale la pena recurrir a ejemplos para aclarar lo anterior. Uno de los más socorridos es el del dibujo de una figura geométrica. Un pentágono se puede descom-poner en sus unidades consti-tutivas, que son cinco líneas rectas (que a la vez se pueden descomponer en puntos). El problema es que el agregado de unidades (las cinco líneas rectas) de por sí no puede ex-plicar la totalidad (el pentágo-no). Cinco líneas rectas dis-puestas en cualquier posición no configuran un pentágono. Lo fundamental es la forma como las cinco líneas están orga-nizadas entre sí: eso es lo que realmente determina que haya un pentágono. De una manera similar, Colombia no produce primordialmente café por ca-sualidad, o por una racionalidad de aprovechar ventajas climáticas del trópico, o por responder a la demanda inter-nacional por este producto, al igual que los países industria-lizados no producen alta tec-nología porque son más "civi-

13 Traducción libre de Thomas Richard Shannon, an Introduction lo the World-System Perspective, Londres, Westview Press, 1989, p. 2.

14 Véase Silviu Brucan, "The State and the World-System", en International Social Science Journal, Vol. XXXII, No. 4,1980, pp. 760-761. Véase también Shannon, op. cit,, pp. 20 y ss.

15 Traducción libre de Albert Bergesen, "The Emerging Science of the World-System", en International Social Science Journal, 34, No. 91, 1982, pp. 23-36.

28

Page 29: Colombia Internacional No. 21

lizados". Se produce café por un pasado de dominación que condujo a que ciertos países se organizaran dentro del orden económico mundial en calidad de proveedores de materias primas, lo que a su vez fue bá-sico para el proceso de indus-trialización de otros. Esto pone de manifiesto la importancia de lo relacional, pero a la vez se trasciende este plano. En efecto, se trata de identificar los principios y las estructuras que conducen a una organización determinada del mundo.

Tercero, los supuestos de los paradigmas realista,interdependentista y neorrealista están errados, en la medida en que niegan el carácter orgánico del mundo. Si tomamos las unidades planteadas por dichos paradigmas (distintos Estados con mayor o menor poder y recursos, multinacionales, grupos de presión, organismos internacionales, etc.), se crea la ilusión de un juego de paridades: en el ámbito internacional se observa una especie de juego de costos y beneficios entre distintas unidades independientes, con características más o menos si-milares, que se relacionan entre sí y donde los más "hábiles" ganan. De ahí que se oculten estructuras de dominación y el carácter histórico de muchos problemas actuales de fondo. Es como si dichos actores hubieran existido siempre, dado que las aproximaciones individualistas-metodológicas son ahistóricas. Se puede hacer una pequeña concesión

a las aproximaciones de la in-terdependencia asimétrica donde, por lo menos, no se nie-gan las disparidades pero, en general, la crítica se aplica a los enfoques ortodoxos.

Cuarto, lo que se propone con las aproximaciones de tipo orgánico es un entendimiento del mundo a la manera de un sistema global. Debe quedar muy clara la distinción entre sistema global y sistema internacional16. El último privilegia únicamente el sistema conformado por Estados-naciones (y, eventualmente, organismos internacionales), lo que, de hecho, limita una comprensión adecuada del mundo y es una herramienta legitimadora de los Estados. Se trata, entonces, de trascender esta limitación y comprender estructuras globales a nivel económico, político, cultural y social. Pero también se debe prevenir un reduccionismo en el extremo opuesto, negando la presencia de características particulares a nivel local. No todo se puede reducir a lo global17, pero las estructuras globales tienen mucho poder explicativo acerca del desarrollo del mundo y de las identidades a nivel local18.

Si se acepta lo anterior debe notarse, además, que pierden sustento muchos trabajos de tipo empírico que de manera implícita niegan la importancia del aspecto relacional. Análisis que establecen separaciones sugeridas por su mismos títulos, como "Colombia y

América Latina", o "Colombia y la cuenca del Pacífico", asumen que Colombia se puede separar o de América Latina o de lacuenca del Pacífico, de las cuales forma parte. Sería más prudente y globalista hablar de Colombia en la cuenca del Pacífico o en América Latina, lo que constituye más que un simple ejercicio semántico. En últimas, con esto se hace luz sobre el aspecto relacional entre Colombia y América Latina, en vez de partir de un actor (Colombia) y relegar a América Latina al estatus de simple "telón de fondo".

En conclusión, se trata, pues, de evitar definir actores a priori. Se propone privilegiar el concepto de relación e identificar estructuras y principios de organización en el ámbito global. Este debe ser el punto de partida del análisis del cual luego se deduzcan los actores involucrados. La lógica de de-finir primero actores para luego estudiarlos, oculta la historicidad de dichos actores y niega la existencia de estructuras de dominación. Más aún: es una práctica de legitimación de determinados actores que simultáneamente "invisibiliza" a otros.

Inclusiones y exclusiones (postestructuralismo)

En concordancia con lo afir-mado anteriormente, se debe mencionar el sistema de inclu-siones y exclusiones implícito en los distintos enfoques. Se

16 Esta distinción se hace, entre otros, en Brucan, p. 761. 17 Los riesgos de un organicismo llevado al extremo se mencionan en Shannon, p. 165. 18 Se suele no problematizar la existencia de Estados en América Latina y en otras partes del mundo, aceptándola como un hecho

"natural". Lo cierto es que el Estado, tal y como se conoce actualmente, es el producto de una exportación exitosa de un modelo europeo. No obstante, se asume como algo "natural". Para una ampliación sobre la difusión de la forma del Estado en el globo, véase el excelente artículo de James Mayall, "International Society and International Theory", en M. Donelan (ed.) The Reason of States, Nueva York, George Alien y Unwin, 1978, pp. 122-141.

29

Page 30: Colombia Internacional No. 21

requiere una aclaración previa. Todo enfoque y toda apro-ximación a la realidad es selec-tivo: ninguna perspectiva pre-tende "agotar" la totalidad de elementos que incluye la reali-dad, sino seleccionar aquellos que de manera principal expli-can el devenir del mundo. A manera de ejemplo, el realismo considera como elementos determinantes claves en las re-laciones internacionales las políticas de poder de los Estados (los Estados actúan por interés, definido en términos de poder, como afirmaba Morgenthau)19. Eso es lo que determina de manera principal las relaciones entre Estados y la evolución global.

Ahora bien, cuando en los enfoques postmoderno y de la teoría crítica se habla del siste-ma de inclusiones y exclusiones, se hace referencia a algo más profundo que a los problemas de "agenda". Es decir, las exclusiones van más allá de lo que cada enfoque afirma excluir de manera explícita y justificada en su discurso (por ejemplo, el realismo, al seleccionar como objeto de estudio las políticas de poder de los Estados, excluye todo lo demás como de poca relevancia para explicar las relaciones internacionales). El sistema de inclusiones y exclusiones se refiere más a lo que Derrida llamó lo-gocentrismo, en conexión con la estructura misma del discurso (y con el sistema de dicotomías arriba mencionado).

De manera breve, y retomando lo afirmado por Donna U. Gregory20, se entiende por logocentrismo lo que ha sido la columna vertebral del pensa-miento occidental desde los griegos: el procedimiento de construir significados a través de dicotomías. En otras pala-bras, una cosa se define en re-lación directa con su opuesto (o lo que la cosa no es), con lo que habría "parejas de términos"/ antinomias de "suma cero". De acuerdo con el postmodernismo, y en especial con Derrida, no solamente los significados se construyen a la manera de oposiciones, sino que se establecen jerarquías entre las palabras. Existe una carga valorativa en las antinomias, de manera que en las palabras opuestas siempre hay una palabra "dominante" y una palabra "denigrada". La segunda suele localizarse al margen de lo "deseable" y su función consiste en resaltar y legitimar a la dominante21. Con el postmodernismo se denuncia este sistema de in-clusiones y exclusiones donde el discurso reproduce estruc-turas de dominación. Se pro-pone una labor deconstructiva que niega la existencia de dico-tomías de "suma cero", dado que cada término se define en relación con una multiplicidad de otros términos y los signifi-cados van cambiando a través de la historia. Se trata, entonces, de desenmascarar las relaciones entre términos dominantes y subordinados e incluir textos marginales. En este

punto es necesario un ejemplo aclaratorio.

Richard Ashley realiza una deconstrucción de una piedra angular del paradigma neorrealista (y del realismo en general), que establece la oposi-ción radical entre "anarquía" y "soberanía"22. En efecto, en di-cho paradigma se realiza una separación entre lo doméstico y lo internacional, como si se tratara de dos ámbitos total-mente distintos. En el ámbito doméstico existe el Estado so-berano, como autoridad suprema de una organización jerárquica y como ente ordenador de lo social. En contraposición, se plantea el ámbito internacional como anárquico, asumiéndose este espacio como problemático dada la ausencia de un poder máximo, de un poder soberano capaz de imponer un orden. Dice Ashley que esto configura una práctica heroica: en efecto, se establece una contraposición entre lo "interno", representado como racional, con orden y significado, y lo "externo", entendido como aleatorio y peligroso23. Aquí, el término dominante es el de "soberanía", que se asume como lo bueno, deseable, mientras que lo anárquico adquiere un estatus subordinado y negativo. Lo que se debe anotar es que, con el neorrealismo, se evita la pregunta de cómo alcanzar un orden internacional a falta de un poder jerárquico (ordenador) supremo (lo que se conoce como regímenes internacionales). Sólo se plantea la existencia de una

19 Véase Hans Morgenthau, Política entre naciones, Buenos Aires, GEL, 1986 (3a Ed.) pp. 13 y ss. 20 Véase el prólogo de Donna U. Gregory en James Der Derian y Michael Shapiro International-Intertextual Relations, Lexington

(Massachussets), Lexington Books, 1989, pp. XIV-XXI. 21 Ibid., pp. XV y XVI. 22 Véase Richard Ashley, "Untying the Sovereign State: A Double Reading of the Anarchy Problematique", en Millenium, Vol. 17,

No. 2,1988, pp. 227-262. 23 Ibid., p. 230.

30

Page 31: Colombia Internacional No. 21

supuesta anarquía, como si no hubiera espacios de consenso, cooperación y organización. Pero, además, lo que Ashley denomina como práctica heroica es la reificación del Estado como realidad internacional. Si no se presentara a la anarquía de manera subordinada, con toda su valoración negativa y peligrosa, quizás el Estado soberano no podría ser privilegiado como algo superior, o necesario, o bueno. A la vez, si se rompe la dicotomía y la jerarquización, la anarquía podría ser explorada en términos de otros significados.

El postmodernismo, entonces, busca rescatar todos los textos que han sido marginados justamente en virtud de cargas valorativas negativas. Una lectura no dicotómica del mundo permitiría entender cómo y por qué surgieron los términos dominantes, que en últimas han servido para reproducir estructuras de dominación. Las aproximaciones no blancas, no occidentales, no masculinas y no racionales del mundo simplemente han sido silenciadas o excluidas de los discursos, lo que de por sí constituye una forma de domi-nación. De cierta manera, el posmodernrsmo permite el rescate de textos excluidos.

Ahora bien, se notará que, en este aspecto específico el postmodernismo y la teoría crítica se separan.

Para el postmodernismo, la ruptura de dicotomías y jerar-quías se traduce en que "todo

vale". Se rescatan todos los tér-minos y textos excluidos de donde, por ejemplo, lo lógico de un discurso no tiene por qué ser privilegiado sobre lo retórico de ese mismo discurso. El postmodernismo se opone a los dogmatismos, a los discursos de corte cerrado que conllevan prácticas de exclusión. Frente a la acusación de que, en últimas, todo está permitido, se argumenta una "ética de la libertad" en contraposición de ortodoxias excluyen-tes24. Ese es el punto de discordia con la teoría crítica. La teoría crítica trata de establecer diferencias, criterios de verdad y falsedad, que permitan distinguir el estatus epistemológico de distintos discursos, a diferencia del postmodernismo, que compromete la posibilidad misma de conocer.

El ideal emancipatorio

El ideal emancipatorio es otro elemento que distingue a la teoría crítica y al posmodernismo de los enfoques ortodoxos, a saber, el realismo, la interdependencia y el neorrealismo. En efecto, retomando lo afirmado por la teoría crítica, en especial por Habermas, la razón ha perdido toda función emancipadora al ser incorporada en la racionalidad científica25. A lo que se dirige esta afirmación es a atacar la preeminencia de una concepción tecnocrática del conocimiento y de la política.

Con los enfoques ortodoxos se tiende cada vez más a conce-

bir lo político como problema de orden técnico. A manera de ejemplo, el Estado se asume como un ente neutro que debe resolver problemas, lo que se limita muchas veces a definir "quién obtiene qué, cuándo y cómo"26. De ahí que se evite sistemáticamente la pregunta por qué y nunca se cuestione el orden existente.

Como la palabra "emancipación" puede dar lugar a una serie de equívocos, cabe anotar que la teoría crítica, si bien marxista en sus orígenes, luego se separó de dicha corriente de pensamiento. La teoría crítica no considera que el proletariado sea un sujeto histórico privilegiado y que se deba producir una revolución comunista. Se critica al marxismo además su carácter limitado en cuanto al concepto de dominación que utiliza: se reduce la dominación a un problema de clases sociales, lo que no toma el concepto como problema de tipo militar, nacional, étnico y de género27. Junto con el postmodernismo, la teoría crítica reifica el concepto de libertad que, en últimas, se asimila a la idea de emancipación. En esencia se trata de lograr una conciencia acerca de todos los condicionamientos y limitantes de la libertad humana como forma de trascenderlos. Si se acepta un "orden" determinado y no se pregunta acerca de sus fundamentos últimos, no queda más remedio que aceptar las reglas del juego y tratar de maximizar beneficios. En todo caso, por el sim-

24 Véase Andrew Linklater, "The Question of the Next Stage in International Relations Theory: A Critical-Theoretical Point of View", en Millenium, Vol. 21, No. 1, 1992, pp. 88-89.

25 Habermas es citado y aplicado al caso de las relaciones internacionales por Mark Hoffman en "Critical Theory and the Interparadigm Debate", Millenium, Vol. 16, No. 2,1988, pp. 234-235.

26 Ibid. p. 234. 27 Andrew Linklater, op. cit., p. 80.

31

Page 32: Colombia Internacional No. 21

pie hecho de aceptar esas reglas se entra en una práctica de legitimación del orden men-cionado.

Un ejemplo en lo internacional puede aclarar un poco el concepto. Si se parte de las pre-misas realistas de que el mundo está compuesto por Estados que buscan maximizar su poder, y que lo prioritario (la "alta política") se refiere a lo militar-estratégico, América Latina estaría condenada de antemano a permanecer para siempre en un lugar enteramente subordinado en la esfera internacional. Hay mucho que se puede cuestionar y re-valuar si se indaga acerca de los supuestos de dichas premisas. De las premisas realistas se deduce un concepto de poder en función de la capacidad militar, como si, de hecho, la posesión de armas se constituyera en argumento privilegiado y suficiente para definir una suerte de jerarquía internacional y como si, necesariamente, se debiera acatar la voluntad de los que poseen más misiles, aviones de guerra y tanques. Si se adoptara dicho puntó de partida, la carrera armamentista sería la única alternativa para que América Latina adquiriera protagonismo en el globo (hecho si no imposible, absurdo y limitado dados los recursos disponibles); ya que mientras no se incremente el poder intimidatorio-destructivo de la región no habría posibilidades de participar decisiva y activamente en la construcción del orden internacional. En otras palabras, los supuestos del para-digma realista pueden llevar a una pasividad total a los países

de menor desarrollo relativo. Se debe superar esto.

A manera de breve conclusión

Luego de este breve recorrido a través de algunas de las di-mensiones del debate actual-mente planteado por parte de la teoría crítica y el postmo-dernismo a los enfoques orto-doxos en las relaciones inter-nacionales, quedan abiertos muchos interrogantes. En la actual fase del debate parecen desprenderse de manera prin-cipal una serie de prevenciones acerca de qué es lo que se debe evitar en el terreno meta-teórico para no derivar en ulteriores y graves inconsistencias.. De igual manera, se sugieren algunas pautas de orden epistemológico y metodológico que pueden servir como guías de alguna utilidad.

En todo caso, se debe observar que, hasta el momento, los mayores esfuerzos de la teoría crítica y del postmodernismo se han conducido en contra del positivismo, del empirismo y del individualismo metodoló-gico, lo que constituye una la-bor ante todo crítica. A nivel de contrapropuesta, se sugiere una aproximación de tipo orgánico a la realidad, se incluye un ideal emancipatorio y se plantea una lectura que trasciende los significados explícitos de los discursos. Si consideramos que lo último las labores de tipo deconstructivo se puede asimilar a las críticas a la ortodoxia, el panorama puede parecer un tanto difuso. En efecto, tanto el postmodernismo como la teoría

crítica aparecen como excelen-tes herramientas para atacar las concepciones ortodoxas pero demuestran, quizás, cierta debilidad en constituirse como alternativas. No basta con criticar. Como afirma Keohane, si no se traducen dichos en-foques en propuestas de inves-tigación con un alto poder ex-plicativo que abarquen, efectivamente, los principales eventos y la evolución de la política mundial, difícilmente se podrán erigir como nuevos paradigmas dominantes de la disciplina de las relaciones in-ternacionales28. No obstante, la discusión apenas está ma-durando y los rumbos se em-piezan a definir. Las críticas contra la ortodoxia parecen demasiado fuertes como para que se pueda regresar a posi-ciones de tipo realista, neorrealista ointerdependentista, por la simple razón de que "explican mejor" lo empírico: lo inmediato, que se ve como relevante en las relaciones internacionales. El debate debe proseguir en la dirección de definir un paradigma que abarque un mundo cada vez más complejo, donde resulta difícil mantener la centralidad de los estados. Más aún teniendo en cuenta que los temas y textos tradicionalmente marginados de los discursos ofi-ciales han tenido un proceso expansivo constante y en esa medida son de incuestionable utilidad para explicar el devenir global. La discusión permanece abierta, y la construcción de programas de investigación alternativos, a partir de las nuevas propuestas, es un reto inaplazable.

28 Ibid, p. 77.

32

Page 33: Colombia Internacional No. 21

Sección:

Documentos

Conferencia de Cooperación Económica del Pacífico, PECC

1. Origen

En septiembre de 1980, por sugerencia de los pri-meros ministros Ohira del Japón y Fraser de Aus-tralia, se organizó el Seminario de la Comunidad del Pacífico que fue llevado a cabo en Canberra, Australia. El propósito de este encuentro era identificar los componentes de la cooperación económica del Pacífico y establecer grupos de tra-bajo para mejorar la cooperación regional. A partir de este momento se siguieron realizando reuniones generales en diferentes países de la región pacífica, hasta que en 1986, en Vancouver, Canadá, se constituye formalmente la PECC. La Conferencia de Cooperación Económica del Pacífico es una organización no gubernamental de carácter tripartito, la cual reúne a funcionarios del gobierno, las empresas y de los círculos inte-lectuales y académicos que comparten el interés de promover la cooperación económica entre las economías de la región para llevar a cabo mayores beneficios sociales y económicos y bienestar para sus respectivos pueblos, así como contribuir a la estabilidad, prosperidad y el progreso de la región entera.

2. Características

La organización tiene las siguientes características:

1. Es tripartita (gobierno, empresarios yacadémicos)

2. Es un órgano de consulta

3. Está orientada sobre la base de formulación depolíticas

4. Es pragmática

5. Es anticipada

33

Page 34: Colombia Internacional No. 21

3. Miembros

La PECC incluye 20 comités miembros plenos que representan las economías de Australia, Brunei, Canadá, Corea, Chile, China, los Estados Unidos, Filipinas, Hong Kong, Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Rusia, Singapur, Tailandia, Taipei y las naciones isleñas del Pacífico, PIN, y desde septiembre de 1992, el comité asociado de Colombia. Cada comité envía una delegación tripartita a la reunión general de la PECC, aproximadamente cada 18 meses. En el intermedio, las cuestiones de política son mane-jadas por un comité permanente y las funciones administrativas diarias y de coordinación son lle-vadas a cabo por un secretariado con sede en Sin-gapur.

4. Funcionamiento

La PECC establece para su funcionamiento task forces, foros y grupos de trabajo que se concentran en áreas específicas. Estos grupos organizan se-minarios y talleres, conducen estudios y publican sus conclusiones y recomendaciones para beneficio de la comunidad pacífica. Un grupo coordinador supervisa estas actividades y establece el programa de trabajo de la PECC.

5. Estructura

Para el cumplimiento de sus funciones y objetivos, la PECC está integrada por una reunión general, un comité coordinador, un grupo de coordinación y los task forces, grupos de trabajo y foros.

5.1. La reunión general El mayor foro de la PECC es la reunión general. Este encuentro se lleva a cabo en intervalos regu-lares de dieciocho (18) meses y a él asisten parti-cipantes de cada comité miembro. Las partes in-teresadas o personas de países, áreas o instituciones miembros de la PECC, como también otros organismos internacionales o regionales, pueden ser llamadas a asistir al encuentro como invitados.

Los temas organizacionales e institucionales en la reunión general de la PECC, como también los temas relevantes basados en las actividades de los task forces en el período presente de dieciocho meses, serán presentados y discutidos por los

participantes. Es en esta reunión en donde se es-tructura y discute la dirección futura de las acti-vidades de la PECC en los siguientes dieciocho meses.

5.2. El comité permanente de la PECC

Es el cuerpo generador de política de la organiza-ción y a él asisten participantes de todos los comi-tés miembros de la PECC y de las organizaciones con representación en la misma que son incluidos como participantes no votantes.

El comité permanente se reúne cada cuatro o seis meses y tiene la responsabilidad de respaldar y guiar los procedimientos que rigen la operación del fondo central de la PECC y revisar el desempeño de las actividades de los task forces, de los foros y de los grupos de estudio de la organización.

5.3. El grupo de coordinación de la PECC

El grupo de coordinación es el comité de la con-ferencia que comprende los coordinadores de los task forces y de los foros, así como otros especia-listas de la PECC y los coordinadores de los comi-tés miembros.

El grupo de coordinación tiene la responsabilidad de la dirección del desarrollo día a día de ma-teriales y de estudios dentro de la PECC y de la preparación de trabajos sobre temas que sean re-queridos por el comité permanente.

El grupo de coordinación tiene también la res-ponsabilidad de garantizar una revisión efectiva de las actividades de los task forces existentes de la PECC y de evaluar la relevancia actual que adelantan éstos, como también las propuestas para crear nuevos task forces.

5 A. Los task forces

Constituyen el mecanismo primario dentro de la PECC para el análisis y sugerencias de políticas-programas orientados para la implementación.

Los task forces están conformados por expertos de los comités miembros y de otros organismos nacionales y regionales invitados, así como de in-dividuos que tienen un interés en los temas tratados allí. Éstos se reunirán tan frecuentemente como sea necesario para discutir el programa de trabajo y llevarán a cabo seminarios y talleres pa-

34

Page 35: Colombia Internacional No. 21

ra diseminar la información obtenida y promover el trabajo del programa.

La PECC tiene hasta el momento siete taskforces y son:

1. Sobre política agrícola, comercio y desarrollo

2. Sobre desarrollo y cooperación pesquera

3. Sobre naciones isleñas del Pacífico

4. Sobre ciencia y tecnología

5. Sobre transporte, telecomunicaciones y turismo(triple T)

6. Sobre cooperación en los bosques tropicales

7. Sobre desarrollo de recursos humanos.

• Promover pequeños negocios y coinversionesentre los países isleños y otras naciones del Asia Pacífico.

5.4.4. Task forcé sobre ciencia y tecnología

Objetivos:

• Promover la transferencia de tecnología y eldesarrollo autóctono el cual incluye políticas de transferencias de tecnología relacionadas con estrategias industriales, de comercio, de inversión y de desarrollo de infraestructura.

• Estimular la colaboración en la búsqueda y eldesarrollo en la ciencia y la tecnología, parti-cularmente en las áreas de aplicaciones autóctonas.

5.4.2. Task forcé sobre política agrícola, comercio y desarrollo Objetivos:

• Promocionar el conocimiento de las políticasagrícolas dentro de la región del Pacífico.

• Garantizar que los logros de la fuerza de trabajosean llevados a la atención de los gobiernos nacionales y a las instituciones internacionales apropiadas tales como el GATT.

5.4.2. Task forcé sobre desarrollo y cooperación

pesquera Objetivos:

• Fomentar la cooperación entre los paísesribereños del Pacífico para mejorar su capacidad en el manejo y obtención de los máximos beneficios económicos de sus recursos pesqueros.

• Dar atención a la solución de barreras de co-mercio a productos de pesca.

• Prestar atención al tema del medio ambiente en laregión y evitar el uso indiscriminado de redes amplias.

5.4.3. Task forcé sobre naciones isleñas del

Pacífico Objetivos:

• Ayudar al desarrollo de prácticas empresariales enlos países isleños del foro del Pacífico sur.

5.4.5. Task forcé sobre transporte, telecomunicaciones y turismo (triple T) Objetivos: • Estimular la búsqueda de caminos paradesarrollar la infraestructura regional óptima para las industrias de transporte, telecomunicaciones y turismo, las cuales facilitarán el flujo de bienes, de personas, dinero e información entre los países de la región pacífica.

• Proporcionar recomendaciones específicas a losgeneradores de política sobre lo que podría realizarse en el Pacífico para subsanar las deficiencias en las infraestructuras regiasnales y hacer un mejor uso de las tecnologías del triple T y de los sistemas de trabajo encadenados.

5.4.6. Task forcé sobre cooperación en los bosques tropicales Objetivos:

• Generar un mayor conocimiento y una mayorconcientización internacional de los temas re-lacionados con los bosques tropicales.

• Proveer y compartir información pertinente a losbosques tropicales en todos sus aspectos.

• Recomendar medidas para mejorar lacooperación en el área del manejo de los bosques tropicales.

35

Page 36: Colombia Internacional No. 21

5.4.7. Task forcé sobre desarrollo de recursos

humanos Objetivos:

• Promover el desarrollo de recursos humanos,particularmente compartiendo las mejores prácticas relacionadas con la planeación del recurso humano, reestructuración de los sistemas de educación.

5.5. Foros

5.5.1. Foro sobre energía y minerales

Objetivos:

• Desarrollar mecanismos abiertos y flexiblesencaminados a lograr un mayor comercio e inversión en el sector de los minerales y la energía de la región.

• Apoyar la estabilidad del mercado para mine-rales y energía, mejorando los métodos para la distribución de la oferta y la demanda regional.

5.5.2. Foro sobre política comercial

El interés común dentro del foro de política co-mercial se centra en la Ronda Uruguay. El foro está particularmente interesado en cuatro negocia-ciones:

• Protección agrícola

• Comercio en textiles y el Acuerdo Multifibras

• Derechos de la propiedad intelectual

• Comercio de servicios

5.6. Grupos

5.6.1. Grupo sobre proyecto de perspectivas económicas en el Pacífico Objetivos: • Proveer oportunamente información útil a laspartes interesadas y suministrar el análisis que se lleve a cabo sobre los nexos económicos entre los países de la cuenca del Pacífico.

• Examinar la proyección económica y dar elpronóstico de los países como miembros individuales, así como de la región en general.

36

Page 37: Colombia Internacional No. 21
Page 38: Colombia Internacional No. 21