Ciudad de México, a 5 de octubre de 2016 Sesión II “Valores éticos de la vida Democrática. Definiciones en torno a la Cultura Cívica”, en el marco VII Foro de la Democracia Latinoamericana, realizado en el Palacio de Minería

Lic. Manuel Carrillo Poblano, Coordinador de Asuntos Internacionales del INE: Qué tal, muy buenas tardes. Vamos a dar inicio a nuestra siguiente sesión. Hoy decíamos en la mañana, de que el foro de la democracia, se hace, están bien los ponentes, están los coorganizadores, pero es básicamente lo de la audiencia y el entusiasmo de ustedes, por estar presentes aquí. Ahorita comentaba con algunos de los panelistas, que en el horario mexicano, esta hora es difícil, porque es la hora donde solemos salir a comer, y el hecho de que ustedes estén aquí, me parece que es una prueba de verdad, de entusiasmo, de motivación y de compromiso. Muchas gracias a todos los que están aquí presentes. Para moderar esta mesa, hemos invitado al embajador Óscar Maúrtua, quien fue canciller en el Perú y embajador de la OEA en México, por favor embajador, adelante. Óscar Maúrtua, Diplomático peruano: Muchas gracias, señoras y señores. Buenas tardes. Gracias por vuestra presencia. En efecto, vamos a tener esta segunda sesión, y nos va acompañar en el panel Manuel Alcántara; Olinda Salguero, Julieta Castellanos, Ricardo Becerra, José Thompson. Quiero iniciar con el encargo de hacer una contextualización de lo que es el tema que vamos a aborda: Valores éticos en la vida democrática. Definiciones en torno a la cultura cívica. Los términos de referencia, contenidos en la carpeta de documentación, que nos han habilitado los organizadores de este paradigmático encuentro, durante esta sesión, nos va a llevar a reflexionar, sobre los valores éticos en la vida democrática y, quiero extrovertir algunas reflexiones en torno a esto.

En efecto, en la cotidianidad latinoamericana, y por influencia de la familia, la educación, las religiones, la presión social, se suscitan actitudes, reacciones en torno a los valores éticos en la vida democrática. ¿Tenemos cultura democrática?, la vigencia del sistema nos confirma que la democracia llegó para quedarse, pero fundamentalmente, en el rito electoral que nos convoca cíclicamente, para pasar de la democracia a la ciudadanía plena. La debilidad de nuestras instituciones, las crisis de nuestros partidos políticos, el clientelismo, la corrupción, así no lo muestra, y por qué. Por falta de ejercitar los valores de la igualdad, la libertad, la justicia, la responsabilidad, entre otros. Los medios de comunicación social, así nos lo recuerdan diariamente, cuando persisten que tenemos que fortalecer nuestra cultura cívica, a través de la motivación de nuestro valores de respeto mutuo, de convivencia pacífica, de tolerancia, de igualdad de género, de cortesía, de urbanidad, de que somos iguale pero diferentes, que cada humano tiene su individualidad, su autonomía, que podemos discrepar pero no odiarnos, y que al final de cuentas, todos pertenecemos a un barrio, a un municipio, a una ciudad, a un Estado, a Latinoamérica. Afirmamos que nos falta cultura, cuando provenimos de antiguas civilizaciones como la azteca, la maya, la incaica, el caribe, y el evidente mestizaje, que nos engarza con Europa, particularmente con España, así como crecientes migraciones asiáticas. Cultura, señoras y señores, nos sobra, pero no cívica, Francis Fukuyama en su libro Confianza, decía hace 20 años, destacando las relaciones interpersonales, es decir, las relaciones cívicas, que va más allá de las familias, y que se refieren a la impronta de nuestras costumbres y de nuestras tradiciones. Decía que divide los países en dos grupos: por un lado, China, Francia, Corea, Italia, Taiwán, Hong Kong y América Latina, quienes contamos con una fuerte presencia de valores familiares, pero con bajo nivel de confianza. Por otro lado, Japón, Alemania y Estados Unidos con alto nivel de confianza y un desarrollo de lo que llaman virtudes sociales, y que yo identifico con los valores cívicos. Ya Weber enfatizaba la ética protestante con la expansión del capitalismo, que a través de su amor por el trabajo, responsabilidad social, capacidad de ahorro y frugalidad, lo condujo al capitalismo exitoso. Presiento que han de surgir interpretaciones que llamen a este enfoque como determinista, pero tenemos que admitir que existen bases para confirmar esta valoración.

Pues bien, revisados someramente los valores cívicos, tenemos que admitir que la ausencia de cultura, de civismo, de prácticas democráticas, tiene que ser potenciada en Latinoamérica, a través de una decidida apuesta por la educación, en cuyo ámbito la instrucción cívica, formativa del futuro ciudadano, resulta una docencia preponderante y primordial. ¿Y qué es cultura cívica? Conceptualmente se señala que cultura cívica es aquella que tiene cuando el miembro de la sociedad que ha llegado al grado de madurez social suficiente, para actuar de acuerdo con los principios vigentes, orientados hacía una buena convivencia social, en una comunidad. La educación cívica es la base sobre la que se prepara, se instruye al individuo, para que asuma compromisos de cohesión social. Con frecuencia en el Perú, al preguntársele a jóvenes sobre la identificación de los prohombres y héroes que contribuyeron a la creación de nuestra patria, lo que se hace mostrando papel moneda, donde aparecen sus rostros, muchas son las sorpresas que se producen por los errores que manifiestan al no saberlos identificar. Esto confirma una falta de sentido de pertenencia, de identificación nacional, de educación cívica. La perspectiva de género se viene ampliando paulatinamente, no cabe duda, no está satisfecha plenamente, pero se avanza con paso firme para una cabal justicia que no discrimine. A ello ha contribuido sustancialmente, el fomento, la defensa, la promoción y la vigencia de los derechos humanos. Es casi medio siglo que se vienen incentivando el respeto por la supremacía de los derechos humanos y, a pesar de las severas críticas, su vigencia va incrementándose. Por cierto, que la educación cívica es determinante en la participación política, equitativa de hombres y mujeres, ya que la impartición de los valores cívicos de la cultura cívica, es proyección del respeto por los derechos humanos y vaya si Latinoamericana no ha bregado, para que prevalezcan por encima de atajos. La contribución de Latinoamérica a través de la OEA, el BIT, la CEPAL, la CAF, a través de la Carta Constitutiva de la OEA, la Convención Interamericana de Derechos Humanos, la Carta Democrática Interamericana, que acaba de cumplir los 15 años, a pesar de nuestras críticas, de nuestros cuestionamientos, de las debilidades que se le atribuyen; sin embargo, son instrumentos que muestran lo que los gobernantes y los países, quisieron acordar. Nada es perfecto, todo es perfectible y creo que siempre se pueden efectuar mejoras, pero hay que defender estos instrumentos, estos tratados. Por tanto, es válido decir que existen enfoques ad hoc, que contribuyen a fortalecer la cohesión social.

En síntesis, y a fin de no demorar la presentación de este panel de lujo, deseo concluir con tres comentarios. El primero, se refiere a que los valores democráticos contribuyen a la gobernabilidad, entendida esta como la capacidad de atender las necesidades del pueblo mediante el perfeccionamiento del Sistema Político Social y mientras que la cultura cívica, a través de la educación, contribuye a generar la gobernanza, asumida como la interrelación con los demás actores de la sociedad y el método con que se conduce a los mismos. Los valores éticos son la base para la democracia participativa y la cultura cívica es indispensable para la convivencia democrática. El segundo, es compartir con ustedes el septálogo que difundió entre sus ministros, el nuevo Presidente del Perú, en efecto, durante la primera sesión del Consejo de Ministros, pero Pablo Kuczynski dio a conocer los siete mandamientos que deberán seguir los ministros de estado y todas las autoridades nacionales. Dice así: primero, debe ser absolutamente incorruptible; segundo, no te infles, se modesto; tercero, recibe a la gente; cuarto, conoce tu Perú, viaja por las regiones de Perú; cinco, ocúpate de tu ministerio, no de los otros; sexto, en caso de duda, chequea con el Presidente del Consejo de Ministros o con el Presidente; séptimo, toma las cosas con calma, sonríe y reza…”, finalmente, el tercero: “…creemos que los valores éticos de nuestra democracia, revitalizados con una educación cívica o mística, nos conduzca hacia la movilidad social orientada hacia la felicidad de las Américas….”. A continuación, voy a pedirle al ilustre académico español y buen amigo, gran señor, don Manuel de Alcántara, que proceda a hacer el uso de la palabra; como saben ustedes, la metodología son 10 minutos por cada uno de los participantes, comenzamos con Manuel Alcántara. Dr. Manuel Alcántara, Catedrático español: Buenas tardes. Muchas gracias, Embajador Maúrtua. De nuevo saludar a ustedes. Para un politólogo, desde Maquiavelo, no se puede hablar de ética, eso nos dicen, por otra parte, también la ciencia política empírica moderna, hace muy difícil valorar, medir esto de la ética. Les planteo los problemas que tuve cuando recibí la invitación de nuestro gran amigo Manuel, para hablar de valores éticos en la vida democrática; se me ocurrió inmediatamente decir: bueno, hay dos clásicos que trabajaron sobre esto uno es

Mandeville, cuando se preocupaba, como buen ilustrado, aquel famoso tema de los vicios privados y de las virtudes públicas y las relación entre lo público y lo privado. ¿Cuál es la razón?, si alguien tiene que ser virtuoso en lo privado o no, este señor decía que no, o también, ya muy citado aquí en este seminario, en este foro, Max Weber, cuando nos habla de la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción, que son dos clásicos en el ámbito de las Ciencias Sociales. Hasta ahí habría sido muy fácil, pero lo que quise es vincular el problema de la ética y de cuestiones éticas, con, como dice el propio título, con la vida democrática y los problemas de la vida democrática. Creo que sí ha habido un común denominador y un consenso abrumador entre todos los participantes de las mesas de esta mañana es el tema de la desafección, como uno de los elementos preocupantes de la vida democrática actual de cualquier país, de México, de cualquier país latinoamericano, de cualquier país, me atrevo a decir, europeo, también. Entonces he planteado tres cuestiones que tienen que ver con comportamientos éticos y que a su vez tienen que ver con problemas políticos y que son los que voy a desarrollar en los nueve minutos que me quedan. El primero es la mentir; el segundo tiene que ver con cumplir las promesas y el tercero tiene que ver con la corrupción, con el enriquecimiento ilícito, voy allá. La mentira, sabemos que es un lugar común, plantear que la mentira está arraigada en la política desde tiempos inmemorables, es decir, el político siempre ha usado la mentira como instrumento para alcanzar el poder y para tener una determinada posición en el entramado del poder. Pero lo que a mí me interesa, ésta mañana decía que no quería hablar de determinados temas porque los iba a desarrollar ahora, es cómo la mentira ha reaparecido de una manera totalmente muy distinta; es decir, hoy la mentira no trata de crear una visión falsa del mundo, sino de algo muy distinto y algo que tiene que ver con asentarse o con reforzar prejuicios. Yo les voy a poner un rapidísimo ejemplo, en España, por censo, hay dos por ciento de musulmanes, las encuestas de opinión pública que dice: ¿cuántos musulmanes cree usted que hay en el país?, la gente cree que hay 15 por ciento, este fenómeno es igual en todos los países de Europa, es decir, se multiplica por seis ,por siete y esto también pasa en Francia, pasa en Alemania, el número de lo que la gente cree que hay; es decir, hay un prejuicio, sobre este prejuicio se crea un relato, ese es el instrumento actual de actuación política y del uso de una nueva manera de usar la mentira, de alguna manera, lo que es claro es que importan más los sentimientos que los hechos.

Entonces por eso, la creación de un freinet, la creación de un enmarque cognitivo, que sea un atajo para plantear un problema es absolutamente crucial y aquí funcionan resortes además que son muy humanos, el primero es el miedo, el miedo a lo desconocido, el miedo a lo otro. Lo segundo, se ampara en un hecho que también es incontrovertible y que lo hemos visto esta mañana en distintas intervenciones y es, lo que llamaríamos la fragmentación de la información, bien sea la fragmentación de la información de noticias a través de noticias muy breves, dadas por los noticieros, que encapsulan una noticia que forzosamente es compleja en 40, 50 segundos, o bien, a través de las redes o el achicamiento de la noticia a 140 caracteres, como ustedes muy bien conocen. Es decir, que de alguna manera se genera o se facilita el repudio a la complejidad, es decir, hemos creado un escenario en el que la gente, no queremos escuchar razonamientos complejos y que nos es mucho más fácil que alguien nos resuma eso en 140 caracteres, y si eso ayuda o se monta sobre un prejuicio, miel sobre hojuelas. Es decir, de alguna manera, esto además convive con la necesidad que los políticos se ven absolutamente obligados de mantener un lenguaje coherente, ustedes podrían decir: bueno es lo mínimo que se puede pedir a un político, que sea coherente; pero el problema es que, un político hoy, un político normal, tiene que contestar decenas de preguntas a lo largo del día y es muy fácil el pillarle en un renuncio y a la vez es muy fácil sacar esa contradicción del político y subirla a las redes, con lo cual, esta idea de que los políticos son tramposos, son mentirosos, van en contra de lo que dicen, etcétera, se va incrementando. Esto genera, a mi esto me preocupa porque hacen disfuncionado al sistema político, el sistema político por definición es algo muy complejo, es algo que tiene que ver con un entramado de instituciones, con un entramado, como se señalaba también esta mañana, de valores, a través de la cultura política y de más. Y esto lo dinamita completamente, porque, además, el sistema político tiene sus tiempos, piensen ustedes en la lentitud de cualquier tribunal en cualquier país del mundo en responder a un problema de, por ejemplo, de falso testimonio, etcétera, o simplemente de faltar a la verdad. O sea, esto seria, entonces una primera cuestión, estamos en el reino de unas nuevas mentiras y esto triunfa, segundo, cumplir las promesas, cumplir las promesas tiene que ver con, en primer lugar lo que se dice en un programa escrito, antes hablábamos de manera informal, por ejemplo en México, los partido políticos están obligados formalmente a presentar los programas políticos precisamente no en la autoridad electoral y sin embargo nadie lee esos programas políticos y nadie se ocupa de articular una discusión medianamente elaborada sobre los elementos que parecen en los programas políticos.

De tal manera que es imposible, por ejemplo, evaluar si una determinada política que se propone en el programa político se puede llevar a cabo porque hay financiación suficiente, o incluso si se pueden encontrar contradicciones. Cumplir las promesas es un elemento fundamental de la democracia que se agrupan en cuestiones como la transparencia, por ejemplo, y la capacidad de rendir cuentas permanentemente de quienes tienen ciertas responsabilidades políticas, yo creo que este es un componente de ética política fundamental que esta hoy puesto en el candelero, nadie cumple las promesas y cuando hay algún mínimo de explicación echan la culpa a factores exógenos que nunca son totalmente demostrables en su relación de causalidad. Y la última cuestión, como les señalaba, es el tema de la corrupción, que es uno de los grandes canceres de la política actual y que está en cualquier encuesta de opinión pública como uno de los elementos que cualquier ciudadano cita como los problemas que ven en el ámbito político. Estamos aquí para forrarlos, dijo un político español muy famoso, estamos aquí para forrarlos, es decir, el enriquecimiento ilícito, una fórmula más suave de corrupción es una práctica habitual que se ha extendido en las democracias contemporáneas por doquier, es decir, no hay ni un sólo país del mundo, donde esto no se dé. Y lo que importa no es tanto que se dé o no se dé, sino lo que importa es la impunidad, es decir, la capacidad del sistema político, es decir, de la democracia para actuar y por consiguiente controlar este tipo de mala actuación. Son tres cuestiones muy básicas, como les decía al principio, no mentir, cumplir lo que se promete y no robar o no corromperse, que están en el abecedario de cualquier comportamiento ético, de cualquier cultura, esto no está ligado al cristianismo, esto está en cualquier decálogo cultural y, por consiguiente, me parece que tienen valores universales estos tres elementos. Entonces, lo dejo aquí para reflexionar y si hay alguna pregunta luego, con mucho gusto podemos discutir sobre estos aspectos. Muchas gracias. Óscar Maúrtua, Diplomático peruano: Muchas gracias, a Manual de Alcántara y seguidamente tendremos a la doctora Olinda Salguero, Directora Ejecutiva de la Fundación de Esquipulas. Lic. Olinda Salguero, Directora Ejecutiva de la Fundación Esquipulas: Muchísimas gracias, Oscar. Muy buenas tardes a todos, felicitaciones porque son héroes y heroínas al estar aquí a esta hora, pues demuestra el interés que tienen en el tema.

Yo quisiera empezar diciendo, que vengo de Guatemala, Centroamérica y gracias al trabajo que personajes como el Presidente Cerezo, el Presidente Colom y muchas de las personas que están acá de su generación, yo puedo decir con total satisfacción, que pertenezco a una generación que no vivió el horror de la guerra, por un lado, y que ya nació en democracia. Y digo esto, porque es probablemente, porque ya nacimos en democracia, que hemos dado por sentados todos los beneficios de los que ahora somos parte de los que experimentamos, pero que no sabemos de dónde vienen. Y es que también escuchando las reflexiones que se tuvieron en los paneles anteriores y también la anterior, no puedo dejar de reflexionar que cuando se está hablando de los jóvenes, pues siempre se habla de los jóvenes como esa referencia de a ver, qué están haciendo, qué están pensando, así que si me permiten tomarme la libertad de compartirles algunas impresiones como parte de eso bono demográfico maravilloso que tiene Latinoamérica, voy a intentar compartirles lo que creo que siente mi generación. Para empezar, creo que en espacios como este, debería de haber más personas debajo de los 35 años participando en el escenario, yo quiero, a la vez que digo eso, también felicitar a los organizadores porque he revisado el programa y me parece que el equilibrio de género es una realidad, porque sin mujeres no es democracia tampoco. Así que, dicho eso, y digo esto, porque cuando se piensa en incluir a las mujeres o incluir a los jóvenes, se piensa que hay que hacer eventos por otro lado y entonces, invitamos a todos los jóvenes o hacemos un evento que va hablar de equidad, entonces, invitamos a todas las mujeres y también cuando se habla de esa diferencia, de ese gap que existe entre generaciones, areciera que de lo que estamos hablando, de una generación enfrentada a la otra. Yo más bien creo, que habría que hacer de esto, una lucha intergeneracional, por volver los valores a la discusión y para fortalecer la democracia, así que creo que no necesariamente hay que hacer guetos de espacio de discusión, sino tratar de que en los espacios que se tienen, estemos todos representados. Y bueno, qué es lo que creo que pasa, yo creo que en mi generación hay una sensación de que formamos parte de un orden social y económico, donde los pactos básicos, que se suponía iban a dar acceso a mejores condiciones, están totalmente rotos, y es por eso que la política está rota, no está rota porque se rompa aisladamente de la sociedad, la política está rota porque nuestras relaciones sociales están rotas, y están rotas, porque durante los últimos 20 o 30 años, que en el caso de Centroamérica tenemos, estamos conmemorando este año la paz de la región, en el caso de Guatemala, también tres décadas de democracia, pero sin ciudadanos y sin ciudadanos porque no vivimos aislados de todo lo que pasa en el mundo.

Y en el mundo se estableció todo un sistema internacional que impuso los valores en la cultura, que impuso los valores en las finanzas, que impuso los valores en la sociedad en general. Y, en lugar de tener una economía de mercado, que es lo que todos desearíamos, porque es lo correcto, lo que tenemos es una sociedad de mercado. Y en esa sociedad de mercado todo es una mercancía, todo tiene un precio, todo se puede comprar y vender y los valores de los que estamos hablando: de la libertad, de la justicia, de la equidad; pues no se pueden negociar, no se vende, y por eso es que hago esta referencia de una lucha intergeneracional, porque, independientemente de que ahora contemos con otros medios a disposición, la tecnología y todo lo que se ha desarrollado en las últimas décadas, los valores siguen siendo con algunas diferencias de percepción y apreciación, los mismos. Entonces, el error está en que no se ha logrado que la sociedad los haga propios y digo esto porque yo recuerdo, quizá yo soy una excepción, pero si veo mi proceso de formación, pues yo no recuerdo que en la escuela me hayan enseñado a vivir en democracia, o qué era la democracia y de ahí que creo que tenemos muchísimas nociones incorrectas de qué es la democracia, pareciera que la democracia es la que tiene que venir a arreglar todos esos problemas de distribución y no necesariamente. Pareciera que la democracia sigue siendo una utopía, cuando es una forma de gobierno, pero no hemos logrado que eso se comprenda a ciencia cierta. Y en la mañana, también decían y mencionaban de que también existe esta discusión de, si las élites o los que están arriba y los que están abajo, pero parte de ese pacto que se ha roto tiene que ver con quiénes han ostentado el poder, porque al final para el ciudadano común y corriente, como muchos de los que estamos acá, la diferencia está en ver si el que tiene el poder lo usa para romper cadenas que ya estaban impuestas o para poner más, y la sensación, sinceramente, es de que se ha usado para poner más cadenas. Y una de las cosas, que sí es también muy fundamental, es entender la democracia como igualación de los derechos políticos, esa que elimina los privilegios, pero ustedes no me dejarán mentir y eso es quizá, una de las nuevas olas que tenemos en la región. En Guatemala, a partir del año pasado, se iniciaron manifestaciones ciudadanas muy fuertes en contra de la corrupción. Pero yo diría que, más que en contra de la corrupción, en contra de la impunidad, porque tenemos sistema de justicia, en los que los poderosos están en el sector político o en el sector empresarial pueden o podían hacer lo que les daba la gana sin que eso tuviera alguna consecuencia. Entonces, parte de ese pacto social que se ha roto, es recuperar lo que debe significar el sistema de justicia, porque si la justicia sigue siendo sólo para los que no tienen esas conexiones, para los que no pueden comprar impunidad, pues la

democracia inevitablemente va a seguir devaluándose y vamos a seguir hablando de cómo no tenemos una cultura ciudadana que no se está vinculando con la democracia y que no la estamos valorando porque además la lucha está por ver cómo ganamos el discurso, cómo ganamos el sentido común de la época. Si yo tengo que hacer un razonamiento de lo que converso, a veces, con muchos amigos que, quizá no estén involucrados en nada de lo académico y nada de lo político, tienen la firme convicción de que la democracia es la que trajo la corrupción, cuando es todo lo contrario, es en democracia que se puede poner en evidencia a la corrupción y aplicar los mecanismos de los pesos y contrapesos para combatirla y combatir la impunidad. Pero el discurso común, que se ha ido estableciendo dice que la democracia es la que trajo la corrupción, tanto que en Guatemala, por ejemplo, todo mundo dice: no, pero es que la corrupción empezó con la democracia, cuando los gobiernos militares y autoritarios eran 50 mil veces más corruptos, pero nadie podía decir nada; entonces, ni siquiera estamos dándonos cuanta los beneficios y los derechos que nos da la democracia porque ya los vivimos, ustedes lo han mencionado también, miren todo lo que se publica en redes sociales, por menos de eso todo mundo estaba muerto antes. Entonces, parte, creo de esta cultura cívica de recuperar estos valores de la democracia, es que sí podamos transmitir a la generación que tiene menos de 35 años, cuáles han sido esos logros y esos beneficios concretos que ha dado la democracia, la libertad, la libertad de expresión, la libertad de manifestación. Y ahí les cuento una anécdota muy particular; yo nunca había ido a una manifestación en mi vida. El año pasado, cuando se convoca la primera en Guatemala, pues en mi rol de Directora de la Fundación Esquipulas, lo someto a la Junta Directiva, les digo: miren, yo quiero ir a la manifestación, es pido permiso y bueno, después de pensarlo un poco, me dicen: anda, pero tienes que llevar, a parte de una playera, tenis y vinagre. Y dije: yo para qué quiero vinagre, para ir a una manifestación. En una cuestión tan sencilla, ustedes se pueden dar cuenta que cada vez que ustedes manifestaban, seguramente eran reprimidos, tenían que salir corriendo y tenían que ver cómo se resguardaban. Nosotros sólo tuvimos que huir, si queríamos, de la lluvia. Eso es una maravilla, pero no estamos logrando ver que eso es producto de la democracia. Entonces, parte de esa cultura cívica, parte de esa educación para construir la democracia y para fortalecerla, es ponerlo de manifiesto todo esto, porque ustedes han hecho como generación, un extraordinario trabajo, incluso poniendo su vida en riesgo, que no puede ser que ahora la nuestra, la demos por sentado o no la sepamos valorar, simplemente porque ya nacimos en ella.

Parte de esa cultura cívica es ver cómo ganamos el sentido común de la época y para mi parece es que tenemos que lograr que el sentido común de esta época, ponga de manifiesto cuáles son todos esos beneficios de la democracia, porque es ésta la que está en crisis. La verdad es que se está definiendo en el mundo financiero y se está legitimando en los medios de comunicación. Así que, en la medida que la democracia como sistema sea el que está cuestionado por la impunidad, por cómo se están manejando las cosas, porque la educación ya no representa necesariamente un mecanismos de ascenso social, porque a pesar de los avances que ha tenido la región, que hay que reconocerlos y enfatizarlos, todavía tenemos indicadores vergonzosos, indicadores sociales vergonzosos y de pobreza y de acceso a oportunidades, así voy a dejarlo por acá en este momento, pero yo sí creo que tenemos que hacer un esfuerzo en eso y que tenemos que seguir tendiendo puentes donde otros quieres muros y, para eso siempre, mañana es tarde, así que muchísimas gracias. Óscar Maúrtua, diplomático peruano: Muchas gracias, muchas gracias a Olinda Salguero, por sus importantes aportes. Y seguidamente continuamos con la rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Julieta Castellanos, por favor. Lic. Julieta Castellanos, Rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras: Muy buenas tardes. Un saludo a nuestros compañeros de panel, a ustedes que están en esta sala. Quiero comenzar con algunas reflexiones, el tema que nos convoca en este panel son los valores éticos y vida democrática, definiciones entorno a cultura política. Voy a comenzar con un proverbio náhuatl que dice: la tierra será como los hombres sean. Y luego, una reflexión del historiador Eric Hobsbawm, que plantea como una tarea de las más urgentes de este siglo XXI, que los hombres y las mujeres, les devuelvan a los grandes proyectos, que vuelvan a una sociedad mejor, más justa y más viable. Si reflexionamos, América Latina a los últimos años, todos los países de hace ya más de dos décadas, hubo el retorno a los procesos electorales, a los sistemas políticos bajo elección. Sin embargo, esa percepción y esa vivencia y ese deterioro, esa desafección de la política y esa duda de que la democracia sea el sistema político que mejor representa los valores democráticos y de quien mejor expresa el Estado de

Derecho, es el riesgo que hoy actualmente tiene la democracia y la política, en América Latina y más allá de América Latina. La ética, vemos que trasciende todas las culturas, es ese concepto del correcto, se homologa el concepto ético, con lo que es correctamente bien hecho, con lo que es equitativo, con lo que es justo, con lo que es equilibrado, con lo que es honrado, con lo que es transparente. Y en ese sentido, podemos ver una ética ciudadana, una ética del funcionario y una ética de la institución y no siempre esto es coincidente o es coherente, por lo general vemos una exigencia de ciudadanos con una ética pública, pero otra cosa es la ética del ciudadano en el desempeño de su tarea y otra cosa es la ética institucional de los procesos, los procedimientos del servicio público. Y esta contradicción que se da es lo que vemos un paralelismo, entre el concepto académico de la ética y la práctica política y la práctica en el sistema político. Podemos ver que, digamos, la política se practica, se ejecuta, se desarrolla en un contexto, en unos escenarios, en un sistema de poderes y de subordinación y no siempre estos espacios de la política, de las instituciones, son espacios que favorece, promueven, benefician el comportamiento ético. Y ahí es cuando entra la contradicción entre la ética del ciudadano y la ética institucional y del funcionario y muchas veces o la práctica del funcionario. Y esta contradicción, es lo que lleva a este deterioro y uno se pregunta y nos preguntamos en las universidades para el caso, nuestros estudiantes, nuestros graduados, salen con una formación, con un desempeño, pero se incorporarán a un sistema político, a un sistema jurídico, a un sistema de servicios donde entran a esta confrontación o a esta contradicción, entre este concepto ético del bien hacer, del bien funcionar y el desempeño y la lógica del funcionario, del desempeño, de la institución, del partido, del sistema. Esta ética de servidor público, tiene que ver con un principio de integridad, de transparencia, de honradez o tendría que ver con esto, transparencia, honradez, integridad, de responsabilidad social, de compromiso; pero esto viene a ser la vida real, viene a ser el ejercicio real de estos valores, en qué escenario se están reproduciendo. Tiene el Estado los espacios, digamos suficiente, los ha creado, los reproduce, los desarrolla para un desempeño ético o el Estado, más bien, crea un paralelismo funcional, que puede ser más efectivo cuando se contravienen los valores y los principios que cuando un funcionario hace uso de prácticas y valores correctas. Ese paralelismo, en el Estado, donde los espacios institucionales, postergan, retienen, detienen, desvían procedimientos, cuando un funcionario se desempeña con una ética correcta, está enviando un mensaje de sanción para ese

comportamiento ético apropiado y que se ha discutido académicamente en las aulas, en los espacios ciudadanos y que es precisamente lo que nos dice la democracia, que se fortalece en este sistema político, pero cuando encontramos que estos espacios institucionales, más bien, favorecen las prácticas corruptas inapropiadas, son más rápidas, más agiles, más efectivas, más prontas, hay entonces la comparación de dos sistemas dentro del mismo Estado, y obviamente hay una distorsión y un sentido de aprendizaje pragmático, de unas formas y unos estilos que son inconsistente con lo que debe ser un sistema político, donde se fortalece el estado de derecho y donde se fortalecen los derechos ciudadanos. Cuando nosotros vemos los valores democráticos, la vida democrática y cuando vemos la informalidad de las instituciones o ese funcionamiento de la informalidad que resuelve y que nuestra sociedad es un alto porcentaje, crecen y se reproducen en un sistema informal con un paralelismo, pero que resuelve y que es más, hasta puede producir movilidad social. Porque tenemos amplios sectores en nuestros países, que se reproducen al margen de los sistemas formales, que se reproducen en contra de las normas, que se reproducen en contra de las leyes y que con todo esto, tienen capacidad para ese ascenso social, para la movilidad social, para el reconocimiento social. Entonces, volvemos a dos o más formas de reproducción de crecimiento: una, que está marcada por las normativas vigentes; y otro que funciona sin regulaciones y de espaldas a todas las normativas vigentes, de ahí que la crisis de la política, la poca credibilidad de los sistemas, la desafección de lo que estamos viendo en todos nuestros países, la pregunta que nos hacemos cuando conversamos de estos temas es: si el estado tiene capacidad de resolverla, de reorientarla, porque es producto de este mismo sistema político. Y cuáles serían entonces las formas, que papel correspondería a la educación formal, a las universidades, a las escuelas, a los medios de comunicación, ¿cuál es su responsabilidad social en esta perspectiva? Como tema de reflexión, es sumamente importante validar, por el momento que estamos viviendo en la región de América Latina, de Centro América, como urgente necesidad, porque vemos también movimientos políticos, digamos, emergencias de nuevos grupos, de nuevos partidos, pero casi con las mismas prácticas, a tal grado que el crecimiento realmente de estos nuevos grupos políticos que vendrían supuestamente a revertir estas tendencias, no se ve en el alcance del corto plazo. Sin embargo, es un tema que debemos retomarlo en el debate y en el debate académico, pero verlo también en la praxis cotidiana, porque la medida que no se le dé a esta forma, no estaremos avanzando mucho, muchas gracias. Óscar Maúrtua, Diplomático peruano: Muchas gracias a Julieta Castellanos, Rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, por sus importantes aportes.

Continuamos con Ricardo Becerra, del Instituto de Estudios para la Transición Democrática. Lic. Ricardo Becerra, Presidente del Instituto de Estudios para la Transición Democrática: Gracias, muy amable, Óscar. Me voy a disculpar por partida triple, pero especialmente porque tanto en la mañana como ahora mismo, pues hemos escuchado ponencias conceptuales y conceptuosas de un nivel muy alto y lo que yo he preparado, en parte por culpa de Manuel Carrillo, es un descenso a los infiernos electorales de mi país. Allí y donde, pues sí, la ética parece deslavada o como un componente francamente prescindible, me disculpo entonces, voy a tratar simplemente de hacer un diagnóstico de por qué este país, en parte, ha vivido el descenso de la credibilidad, ya no de las instituciones, de los partidos, sino del conjunto de la idea misma de la democracia. Es decir, lo que hemos vivido en México en los últimos años, quizás décadas, quizás en el siglo XXI, es un descredito progresivo, de lo que significa y del valor que tiene la democracia misma. Empiezo pues, así. Voy a trata de ser conciso y breve, para dar más tiempo al debate, pero no sin antes agradecer al Instituto Nacional Electoral, a su Presidente, a los organizadores y al resto de instituciones por esta oportunidad, es un honor estar aquí, en un escenario inmejorable con las personas a las que he seguido y leído, de las que he aprendido mucho, desde hace mucho tiempo. Voy a comenzar con un extrañamiento, en su sentido más laxo, extraño en la academia de mi país, en el periodismo especializado, en los organismos y los tribunales electorales un análisis menos institucional, institucionalista, legal y formalista, para dar paso a una visión de la dinámica viva de la opinión pública y de las estrategias políticas electorales y publicitarias que se despliegan en nuestras narices. Creo que, en este terreno, la academia, tanto como las propias agencias del Estado, se han, nos hemos quedado atrás para la comprensión del fenómeno electoral y del fenómeno democrático en México. Parto de esta constatación, las instituciones y las leyes electorales en México trabajan, funcionan, arrojan gobiernos legítimos, electos con un voto que es debidamente contado y respetado y, sin embargo, esas mismas instituciones pierden credibilidad, tienen mala fama, mala prensa y son recurrentemente estigmatizadas por legiones de comentaristas y por los propios partidos políticos que las crean.

Lo que, es más, el sistema electoral funciona, pero no deja de ser reformado jamás, una y otra vez, hasta la deformación ante la avalancha de críticas que sobrevienen durante y al final de cada contienda. La pregunta es, por qué pasa esto, por qué no podemos escapar de esa espiral endemoniada, y yo diría, contra democrática. Voy a tratar de poner las cosas de otro modo. La calidad de la democracia, depende de las leyes, los reglamentos, las medidas cautelares, las autoridades o los jueces electorales; mi opinión es que, sólo en parte, a mi juicio, depende mucho más del debate público, de los partidos, de los candidatos, los dirigentes electos, de la formación de la opinión pública y muy especialmente de las estrategias de los partidos políticos, de lo que hacen y de su ética subyacente o explicita. La calidad y la percepción de la vida democrática, radica allí, y es en este punto, donde quiero centrar mi proposición, porque hablamos de la catadura moral de los actores centrales de la democracia. Se trata de un aspecto clavado, en el corazón de los hemos venido a discutir, la litigiosidad judicial extrema de las elecciones en mí país. Cada reforma electoral, desde 2007, inoculó pretextos para seguir rodeando las elecciones de acusaciones y pleitos de barandilla, los inventó y los multiplicó. Creo que México se haya, ante la cruel paradoja de elecciones, prácticas, desarrollo y despliegue de los aparatos electorales, bastante aceptables, que sin embargo, trabajan con una pésima prensa, en querella permanente con las televisoras, en un mal contexto de opinión pública, con la confianza tocada, incluso, antes de iniciados los procesos electorales. Por qué, porque en México, existe la posibilidad de que los partidos políticos, candidatos o incluso comunicadores, interpongan una queja casi por cualquier cosa, se introdujo esta posibilidad, quejarse rápido, para que la autoridad electoral interviniera veloz y cortara, según esto, propaganda ilegal durante los procesos electorales. Los partidos en esa picaresca, incluso llegan a la oficina del Secretario Ejecutivo, en el Instituto Nacional Electoral, para decir esto: vengo a interponer una queja de cortesía; dicen, porque si el partido A, se queja del gobernador del partido B, el partido B, se queja del gobernador o del Presidente o del Jefe de Gobierno del partido A. Una estadística curiosa, en el 2009, por ejemplo, el Partido Acción Nacional, interpuso 88 quejas contra el PRI, y cuántas quejas interpuso el PRI contra el PAN, 87, es decir, hay una mecánica puramente táctica, en la manera que se enfrentan los procesos electorales, que está envenenando y está alterando los diagnósticos, sobre el propio proceso político.

De este modo, el INE se ha convertido en un monstruoso productor industrial, de resoluciones, que son las que ponen en tono al ambiente electoral, incluso, antes de que las elecciones comiencen. Venga como venga la resolución de las autoridades, los partidos se alistas para lanzar su propaganda, esto es lo que pasó una y otra vez, en el año 2009, 2012, ante los ojos del mundo, y lo que volvió a pasar en el 2015, y fue lo que acabó irradiando, sistemáticamente, la visión de que esas elecciones, eran una sucesión de trampas, en las que cundió la ilegalidad, en la opinión pública. Lo que quiero decir, es que, con este sistema, en este modelo de litigiosidad enferma, se proyecta ante la opinión pública, incluso, ante cierta academia ingenua, la visión o la percepción, de que nuestras elecciones son extraordinariamente fraudulentas o llenas de prácticas ilegales, repletas de acusaciones y denuncias, a menudo inverosímiles. Doy otro dato curioso, ¿cuántas quejas hubo en el año 2012?, el año de la elección presidencial, en relación a la compra y coacción del voto, compra y coacción del voto, que es el centro de la impugnación de esas elecciones, junto a otro caso como Monex. Recuerden, hubo mil 370 procedimientos de queja, bien, por compra y coacción 31. La percepción, lo que se construyó acabando la elección, no se corresponde a la realidad, ni siquiera la realidad matemática de la litigiosidad, que los propios partidos crean. Lo que quiero decir, es que las elecciones mexicanas, quejarse es la estrategia, más que la campaña, incluso en ocasiones, más que los candidatos. Cuando se trata de los partidos chicos, que también tienen vela en este entierro. Y el cambio en el diseño institucional para el desahogo de las quejas, parece no haberlo resuelto porque, de todos modos, se siguen trayendo a la mesa del Consejo los temas y las denuncias que se depositan en el jurídico del INE y los medios las magnifican y las amplifican, hasta hacer aparecer al proceso democrático, como una disputa completamente amoral, en definitiva, sucia y despreciable. Insisto, el tipo de estrategia electoral instalada en México, ha envenenado todo el proceso y ha socavado el prestigio mismo de la democracia, ya no digamos de los partidos. Y esto no se va a resolver con llamados al buen comportamiento, aunque nos sobran, ni llamados a la recuperación ética y mucho menos creando una nueva Sala Especializada de 100 millones de pesos con cientos de abogados desvelados, para atender la avalancha de quejas absurdas que se resuelve con criterios, a veces igual de estrambóticos.

Esto se va a resolver si las autoridades electorales, el INE, y especialmente el Tribunal Electoral que se está eligiendo en estos días, nos ofrecen cuanto antes y con rigor, una nueva interpretación de la Constitución y de la ley, una nueva axiología de lo que se puede y no se puede hacer desde el principio. No más abogados ni legiones de encorbatados para respuestas industriales, permitir desechamientos, criterios mucho más racionales, muchos más rigurosos para admitir una queja o una denuncia, una vara mucho más alta, de modo que el INE y el Tribunal, no se atengan ni presuman, la cantidad de su trabajo, en kilos de papel resolución, sino que presuman la calidad, claridad y coherencia de sus criterios. Creo que esa es la vía ética con la ley en la mano, que puede ayudar a volver a ser presentable, presentable, respetable, defendible la contienda democrática de México. Tenemos un problema muy grave, junto con Chile, México es el país con los mayores retrocesos de credibilidad en sus procesos democráticos, de toda América Latina y tiene el salario mínimo más bajo de todo el continente, por cierto, pero esa es otra historia. Y no estoy para nada seguro que el inminente 2017 y 2018, podamos corregir todo lo que se ha destruido, deformado, malinterpretado, por los ventarrones de quejas sobre quejas que han echado arena y lodo, en los ojos de todos los ciudadanos que, por otra parte, tienen buenas razones para cargar un acendrado en mal estado, como se dijo también en la mañana. Óscar Maúrtua, Diplomático peruano: Perdón. Le recordamos a mi amigo Becerra, que ya se venció su tiempo. Si pudiese, por favor. Gracias. Prosigue, voy a abreviar un minuto excepcional. Lic. Ricardo Becerra, Presidente del Instituto de Estudios para la Transición Democrática: Quizá haya que dar una pausa, quizá sea la hora de pensar cuál es la tradición institucional que el INE ha decantado, sus principios fundadores, su funcionamiento, su organización, qué debe ofrecer y qué no puede cumplir para establecer un nuevo consenso, uno que dure en la modernidad difícil de nuestro país. A mi modo de ver, esa es la misión ética y política de nuestra moderna democracia. Gracias y perdón.

Óscar Maúrtua, Diplomático peruano: Muchas gracias a Ricardo Becerra, por sus vigorosos comentarios. Destacamos que pasaron de cuatro minutos y tenemos todavía que escuchar a otro compañero del panel, en este caso es José Thomson, Director Ejecutivo del Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Por favor. Lic. José Thompson, Director Ejecutivo del Instituto Interamericano de Derechos Humanos: Muchas gracias. Buenas tardes a todos y todas. Un agradecimiento a los auspiciantes, la generosidad que han tenido de hacernos parte de ellos y, en particular, un reconocimiento al INE, porque sin el INE este foro no habría existido y no existiría, en particular aquí lo reconozco, en la figura de su Presidente y en su calificado personal, Manuel Carrillo, muy destacado. Y lo reconozco también, no solo por la posibilidad de estar dialogando hoy con ustedes, sino también, porque este foro es la posibilidad privilegiada de que la ciudadanía interesada en México, pueda interactuar con políticos de distintos países y plantear y replantear la agenda de los temas que están afectando la democracia en la vida política. De modo que es un excelente espacio, a mí también, como lo dijo Manuel al inicio, me entusiasma ver esta cantidad de público, siguiendo los trabajos de manera tan cercana. Es segundo lugar, quiero decirles que la perspectiva de la que voy a hablar, que por supuesto me voy a referir a cultura política y me voy a referir a los valores éticos, pero sobre todo se los voy a plantar desde la experiencia de un trabajo educativo, es decir, qué tiene la educación que hacer en esta materia. Y lo voy a hacer, no solamente porque vengo de un instituto que ha hecho su mandato educativo, la forma de llegar a la gente en las distintas partes de las Américas, con el tema de derechos humanos, que ha relacionado directamente los derechos humanos con la democracia, sino también como un docente universitario, que a propósito de lo que se dijo esta mañana, valoro tremendamente el dialogo intergeneracional, porque creo que muchas cosas muy buenas salen de ahí. Vamos a ver, es posible hablar de una educación para la democracia, en qué sentido ésta puede contribuir a la construcción, reconstrucción o sustitución de valores y cómo estos inciden en lo que sea el concepto de la ética y el funcionamiento de la cultura política de una sociedad determinada.

En primer lugar, para no ser ingenuos, cosa que repetiré más adelante, la educación, obviamente no es el único y tal vez ni siquiera es el principal factor a la hora de modelar la cultura política, pero tiene incidencia indudable en ella. Pensemos, por ejemplo, el caso de Alemania, después de la Segunda Guerra Mundial, que hizo un esfuerzo extraordinario en replantear su sistema educativo, justamente, para también replantear los valores dominantes en la cultura alemana y sobre todo en su propia visión dentro del mundo. Además, porque hay otros factores que tal vez inciden muchísimo en la construcción, en la deformación o no de la cultura política, pero no están en nuestras manos, muestras que la educación, por lo menos parcialmente está en nuestras manos. Y digo que no es el único de los factores en crear esta cultura política, porque los medios de comunicación, los valores familiares y el entretejido también en la actualidad, los comentarios en las redes sociales, en las cuales en más fácil poner en entredicho las cosas que explicarlas, tienen un efecto tremendo en la construcción de la cultura política. ¿Por qué?, ¿por qué educar o tratar de educar para la democracia y tratar de incidir positivamente en la construcción de valores de cultura política? Bueno, les recomiendo el documento conceptual base de este foro, en apenas dos páginas, deja muy claro que, en América Latina, hemos logrado mucho en el tema de construir una institucionalidad democrática envidiable, sobre todo en el poco tiempo que tenemos de haber hecho recuperación verdadera y plena de la democracia en esta parte del mundo. O sea, eso lo hicimos muy bien, pero no lo hemos hecho igualmente bien a la hora de sustituir los valores verticales y excluyentes que han dominado la mayor parte de la vida de América Latina. En otras palabras, tenemos una robusta institucionalidad democrática a lado de valores predominantemente verticales y predominantemente excluyentes. Y no hemos trabajado lo suficiente en poder sustituir o modificar estos valores y recordemos que venimos de sociedades que han sido fundamentalmente machistas, metropolitanas, religiosamente influidas y con negación de nuestra diversidad étnica, cultural, etcétera. De tal manera que tenemos que reconocer que de ahí venimos para tratar de construir valores que sean diferentes, ahí yo tengo una gran esperanza en la juventud y su capacidad de recrear este concepto de la relación interindividual. ¿En qué marco propongo, que hagamos la reflexión sobre la educación para la democracia?

En el de los Derechos Humanos, no solamente porque provengo de ese mundo, sino porque indudablemente los derechos políticos y otros directamente relacionados con ellos son Derechos Humanos y, por lo tanto, no podemos delegar el tema de la democracia y las practicas ciudadanas de los temas de Derechos Humanos. Y, además, porque los Derechos Humanos tenemos posiblemente uno de los pocos referentes éticos, objetivos, internacionales, que han sido construidos colectivamente y no como a veces nos dicen que han sido impuestos por unas naciones a otras, sino que son el resultado de un verdadero esfuerzo internacional colectivo. ¿Qué hacer por medio de esta educación? Bueno, buscar el impulso a una convivencia social, más incluyente, con mayor respeto interindividual, con mayor capacidad de resolver conflictos pacíficamente y un mejor, más consiente ejercicio de ciudadanía, hay que dar el espacio y el tiempo que la complejidad de los problemas políticos requiere. Lo decía temprano en una entrevista que me hacían, el daño que ha hecho la televisión y la limitación de caracteres en algunas redes sociales, a la política ha sido tremendo, espotizándola, reduciendo las simplezas e impulsando la mercadotecnia, de tal manera que es más importante la corbata que lleva el candidato que si capacidad para decidir los problemas nacionales. Tenemos que salir de eso y tenemos que discutir y discutir con la complejidad que se requiere ¿cómo?, por medio de, entre otras cosas, de programas y enfoques que transmitan conocimientos, alimenten actitudes y generen destrezas, el famoso triangulo de la educación, para vivir más integralmente en la democracia. Pero no nos podemos quedar con los programas tradicionales educativos, es necesario las prácticas de ejercicio de elecciones, desde tempranas edades, la discusión de temas políticos, los diálogos, el ejercicio de solución de conflictos y algo muy importante, la valoración de la diversidad, un mundo sin grises, un mundo que separa simplemente a la gente, nos hace tenerle miedo al otro y ese miedo también nos impide una convivencia más productiva. ¿Con quiénes?, bueno hay que hacerlo con el Sector Educativo sin lugar a dudas, pero, también y por eso, yo quiero aplaudir la iniciativa del INE de haber hecho de esto, el centro de estas actividades del foro, por acción de los propios organismos electorales, y por supuesto que, esto, sin distorsionar las funciones de los Organismos Electorales, porque, si hay algo que ha sido un juego perverso aquí en México, si le permiten a un extranjero tener una opinión al respecto y precisamente a propósito de lo que acabamos de escuchar es, encomendarle cada vez más competencias al INE, cambiarle hasta de nombre cuando nos cuesta decir INE, hoy en día.

Y luego, criticarlo porque esas funciones no necesariamente las ejerce de la manera como los políticos habían pensado que tendrían que ejercerlas y aquí yo quiero hacer un reconocimiento a lo que el IFE en su momento, el INE en la actualidad, ha hecho con temas que no tiene ni siquiera precedentes a nivel mundial, como emitir un criterio acerca del contenido de los medios de comunicación en la cobertura de una campaña electoral. Tuvieron que diseñar instrumentos sin precedentes para poder atender esas competencias que se les encargaron, ahora con la educación cívica, yo creo que es parte natural del mandato de un organismo electoral, sobre todo en América Latina, no me puedo extender ahora por qué América Latina, pero lo cierto del caso es que esto sin desmedro, de lo que debe ser la esencia del trabajo del Instituto Nacional Electoral. En qué condiciones, bueno, sin ingenuidad, no podemos pretender que con la educación vamos a solucionar todos los temas de cultura política de una sociedad determinada, pero también tenemos que hacerlo con esfuerzo, tenemos que hacerlo con realismo, no podemos hablarle a la gente, a los muchachos, a nosotros mismos de un mundo que no existe, porque la gente percibe que estamos mencionando algo que no se corresponde con la realidad. Tenemos que enfocar la realidad en la que vivimos y tenemos que desarrollar los valores en función de esa realidad que vivimos y aspirando por supuesto, a tener una realidad mejor en el futuro, con apoyo en situaciones históricas complejas y provocando cuando sea necesario provocar la reflexión. En qué plazo, y con esto termino antes de que nuestro moderador me tenga que llamar la atención, en un plazo amplio, porque los cambios inducidos por la educación suelen tomar incluso una generación y haciendo que los cambios, digamos, por medio de la evolución, los cambios que la evolución de los tiempos vaya imponiendo. Sé que éste no es el mensaje que la mayoría de la gente quiere escuchar, que tenemos que esperar tiempo, antes de que los esfuerzos educativos tengan impacto en las sociedades y sobre todo, en los tiempos que corren, yo les digo, a mis muchachos en la universidad, le digo que mal de nuestros tiempos, es la ansiedad; todo lo queremos ya, y eso, por cierto que daña mucho a la juventud, les cuento porque, hay que vivir cada etapa de la vida y nos están llevando a que no estamos disfrutando el hoy, por pensar en que llegue mañana y la verdad es que cuando uno plantea que los cambios de este tipo toman tiempo, es porque la experiencia lo ha demostrado y también la experiencia ha demostrado que esos cambios pueden ser bruscamente frenados o incluso alterados por elementos de la realidad. Cuando ustedes tienen temas como los que planteaba Manuel Alcántara, en donde se deforma la realidad de la composición de nuestras sociedades o de los riesgos a los cuales nos exponemos internacionalmente, generamos todavía más ansiedad en que tenemos que resolver hoy todas las cosas.

Espero dejar algunos elementos para el debate y disculpen si fui muy esquemático, pero con eso podemos volver más adelante en el dialogo. Muchas gracias. Óscar Maúrtua, Diplomático peruano: Se agradece, José Thompson, por su aporte a la temática de la educación cívica, Señores y señoras, podemos afirmar que existe consenso entre los cuatro iniciales ponentes, tanto Manuel o Linda, como Julieta y Ricardo, han hecho un análisis desde los antivalores, se ha examinado por qué existe indignación en América Latina, por qué la población se va volviendo cada día más desconfiada de los procesos de los sistemas electorales. Hemos escuchado la reiterada y coincidente presentación de nuestros panelistas, respecto a lo que es la corrupción, este mal que aqueja, que genera tanta suspicacia y tanta actitud de desconfianza de parte de la comunidad nacional y de la comunidad internacional. Es un poco el examen de los antivalores de la democracia, los antivalores de la democracia que se dan, como bien anuncio al inicio el propio Manuel Alcántara, la mentira que es tan frecuente y tan penosa, y José Thompson ha puesto un énfasis especial en todo lo referido a educación cívica y el esfuerzo de lo que supone esto y cómo pueden producirse los resultados. Para concluir, de acuerdo a los procedimientos y los métodos establecidos, vamos a hacer dos preguntas que provienen del público, como dos grandes constantes, me estoy refiriendo a una de ellas que sería, ¿qué sería necesario para reducir la corrupción?, y la segunda pregunta es, ¿cómo podemos tener políticos que tengan buenos valores? Saben que tienen dos minutos y les voy a agradecer entonces, que puedan atender, nos quedan exactamente 10 minutos. Le voy a agradecer la brevedad correspondiente. Gracias. Comenzamos con Manuel Alcántara. Lic. Manuel Alcántara, Académico español: Muchas gracias, Óscar. Me centraré en la segunda pregunta, por razones de rapidez de la respuesta y porque probablemente es más sencilla que la primera.

La calidad de los políticos está basada en dos elementos, que son fundamentales y que tienen que ver con la sociedad en la que están y los valores, los medios de selección de la gente, etcétera, que se dan en esa sociedad, es muy claro que un político coreano no tiene nada que ver por su cosmovisión de la sociedad y del entramado industrial, empresarial, etcétera, los procesos de selección de la gente, con un político español o con un político uruguayo, o sea, esa sería la primera cuestión. Hay que poner el problema del contexto, lo resumo en la frase esta que todos conocemos y me ha gustado eso que has dicho, rectora, a propósito de esa idea náhuatl, que no conocía y que me ha gustado mucho, pero es lo mismo, o sea, todos tenemos, decimos, los políticos que nos merecemos; es decir, como tenemos los profesores que nos merecemos, los alumnos que nos merecemos, etcétera, o sea, eso no hay nada nuevo bajo el sol en ese sentido. Entonces, proponerlo en el contexto de la sociedad de la que estamos hablando. Y luego, la cuestión, yo lo he defendido, digamos académicamente, públicamente, yo creo que una de las soluciones para abordar el tema de los buenos políticos, es la profesionalización del político; es decir, tratarle como un profesional de cualquier otro ámbito de nuestra sociedad, como tratamos a los profesionales, repito, de la educación o de la abogacía, o de la medicina, o de los taxis, o de los conductores de taxi; es decir, el político tiene que pasar por una serie de pruebas, amén de luego las propias de la política, como son los procesos electorales, etcétera que deben estar muy claras. Es una responsabilidad, reto a mis colegas aquí politólogos aquí presentes, de que yo creo que la academia tiene que ser propositiva, y tiene qué decir, qué realmente es un buen político, ya digo, otras profesiones lo han resuelto esto y hay un cierto consenso. Yo creo que nosotros a veces somos un poco timoratos en meternos en esta cuestión, diríamos de un policy oriented problem, pero, creo que no deberíamos estar muy lejos, porque hay suficientes estudios empíricos, desde los estudios que han trabajado sobre reclutamiento de candidatos a cuestiones vinculada, precisamente a los valores, a comportamiento, etcétera, de la clase política en general. Entonces, yo iría por ahí, sé que es una no respuesta, pero les doy pistas para que piensen, sobre todo que piensen. Gracias. Óscar Maúrtua, Diplomático peruano: Gracias Manuel. Olinda, por favor.

Lic. Olinda Salguero, Directora Ejecutiva de la Fundación Esquipulas: Yo voy a seguir insistiendo en que en realidad lo que tenemos que recuperar son los valores humanos y entender que salimos de la sociedad; es decir, aquí está la doctora Freidenberg Flavia, que siempre dice: no es que los políticos corruptos nos los mandan de “corruptón” y que son una especie aparte, sino que están sentados ahí a la par de ustedes, allá, acá, y el problema no es el sector único nada más, es: cuáles son los valores que perdimos como sociedad, porque en realidad aquí podríamos ver que los buenos pierden y los malos ganan, pero al final nadie gana y el sistema se resiste a cambiarlo, porque obviamente queremos que el vecino cambie, pero no nosotros. Así que, yo no creo que haya una tal cosa como políticos, corruptos, nada más como una especie aparte, sino que hay empresarios corruptos, hay gente corrupta, porque perdimos las bases mínimas de la sociedad. Y entonces, yo creo que pese a que reconocemos los avances que hemos tenido, nos parece que esta época es un poco oscura porque, si uno ve lo que está pasando, los sistemas electorales, lo que pasó en el Brexit, lo que pasó en Colombia, que la gente que está decidiendo no elegir, este abstencionismo que mencionaba el presidente Colom, finalmente lo hace porque dice: elijo y no elijo nada, si el poder lo siguen definiendo las corporaciones y el sistema internacional y está usando a los ciudadanos y a los electores sólo para legitimarlo, la gente va a seguir optando por desapegarse de la democracia. Y esa aspiración que costó tantas vidas, por ejemplo, la posibilidad de votar, que ahora sea una carga y una responsabilidad que nadie quiere cumplir es una tragedia, pero, digo esto porque nos parece eso tan oscuro, sólo porque somos capaces de imaginarnos una época con más luz, y en esa época con más luz, yo insisto en que debemos recuperar el objetivo del bien común, que yo creo que está en la base del sistema democrático y contra lo que nos enfrentamos, insisto, es contra el sentido común de la época que nos dice que lo único que importa, y lo mencionaban en la mañana es: “sálvese quien pueda, el bienestar individual”. Así que mientras sigamos persiguiendo únicamente metas individuales, todo esto de los valores en la política, en la empresa y en la sociedad como tal, porque yo creo que la democracia además de ser ese sistema que iguala derechos ante la Constitución y Derechos Humanos, lo mencionaban acá, que también establece el sistema de gobierno, más que todo es una forma de convivencia social. Entonces, visto así, enfoquémonos en la parte de la convivencia y rescatemos el sentido del bien común. Muchas gracias. Óscar Maúrtua, Diplomático peruano: Muchas gracias a Olinda. Julieta, por favor.

Lic. Julieta Castellanos, Rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras: Voy a referirme, específicamente al tema de la corrupción. Es un tema, digamos, de poder, es un tema del estado que no ha terminado de someter a sus élites al mismo sistema de justicia. Es un tema donde las personas son tratadas de forma diferente y eso tiene que ver con la cooptación de instituciones. El tema de la corrupción y la política, digamos, no pudiese haber un político que no es corrupto, si no tiene poder. Es un elemento que está muy vinculado con la capacidad de que el estado funcione, en su conjunto, para proteger a estas estructuras corruptas y a estos sistemas corruptos. No creo que se resuelva desde el poder mismo, sino que tendría que ser como un ejercicio ciudadano, lo estamos viendo en muchos países, lo estamos viendo en Centroamérica, donde es el ejercicio ciudadano el que está siendo capaz de revertir esa relación. Por lo tanto, creo que el estado visto cómo su institucionalidad, por mucho tiempo, por siglos, ha estado cooptado por estas élites y otros que benefician estos sistemas, puede ser porque son parte, porque se benefician o sencillamente porque lo toleran. Hoy con el tema del crimen también, en nuestras sociedades, es uno de los grandes riesgos de la democracia, o sea, estamos frente a un riesgo, quizá el mayor riesgo desestabilizador de la democracia, y es la violencia criminal, cuando están penetrando las mismas estructuras del estado. Están financiando partidos políticos, están financiando campañas. El estado va a ser capaz de ponerle límites a estos poderes facticos, eso es el gran dilema frente al que estamos y creo que tiene que ver con el futuro mismo de la democracia. Óscar Maúrtua, Diplomático peruano: Muchas gracias, Julieta. Ricardo, es más, quiero resaltar, ha recibido tres o cuatro preguntas directamente para él, que se las voy a pasar a continuación, lo cual quiere decir que está bien orientado su texto. Lic. Ricardo Becerra, Presidente del Instituto de Estudios para la Transición Democrática: A mí el tema de la corrupción me sigue desbordando y me deja absolutamente perplejo, sobre todo cuando veo en sociedades enteras, por ejemplo, en México, que a un alcalde que probablemente fue legalmente, incluso sancionado por robo, pues vuelve a ser electo.

Es algo muy desconcertante de esto que llamamos democracia. Yo simplemente pondría un contexto, al menos en el caso mexicanos, creo que no es el mismo que en América Latina, casi en toda América Latina, y es que yo creo que a México sí le pasa lo que el difundo historiador inglés, Tony Judt, decía, un poco esto del envilecimiento de la sociedad, por perspectivas rotas o por expectativas rotas, que conduce a la moral de sálvese el que pueda. Y el interés general, esta idea de cohesión social mínima y esta sanción a la mentira, por ejemplo, no tiene cabida, es algo fresa o totalmente, fresa quiere decir superfluo en nuestras sociedades. Yo creo que sí tenemos, por eso los académicos, sobre todo, tienen una obligación intelectual importante y es en mi opinión ya debemos y de nuevo estoy demasiado aterrizado en la cuestión mexicana, yo creo que ya debemos des institucionalizar o des formalizar el análisis político, para hacer exigencias a la conducta, a aquellos que mientes deliberadamente. He escuchado académicos de renombre que dicen que, si el señor está mintiendo, bueno, está en su derecho, es decir, está en el marco constitucional hacerlo, acusando al otro de cualquier cosa. Yo creo que esa labor de reintroducir la conversación moral es una labor especialmente que debe de venir de la academia. Y hasta ahí me quede. Óscar Maúrtua, Diplomático peruano: Gracias, Ricardo. Por favor, José. Lic. José Thompson, Director Ejecutivo del Instituto Interamericano de Derechos Humanos: Bueno, haciendo una breve mención a las dos preguntas o a la pregunta doble planteada. Yo creo que hay que darle lugar que merece a la política, hay que romper esa ecuación política, igual, corrupción. Y ahí estoy de nuevo, para variar, de acuerdo con mi amigo Manolo Alcántara, es decir, tenemos que darle el lugar que merece a la política y tenemos que exigir tener mejores políticos. Creo que la experiencia de América Latina con los out sayres y un poco la que está teniendo Estados Unidos, demuestra que el tema de la política es un tema valioso, hace unos años hubo una iniciativa del Banco Interamericano de Desarrollo que se llamaba precisamente la Política Importa, no importa solamente las estrategias para el desarrollo, no importa solamente la economía; la política es importante. Pero para eso, tenemos que redificar la imagen de la política y tenemos por lo tanto exigir más de nuestros políticos y no pensar que inevitablemente va a caer en la

corrupción, porque con eso nos estamos juzgando también como sociedad y nos estamos conduciendo a la ruta que no tenemos tener buenos políticos, no podemos tener buenos gobernantes y no podemos tener un buen desarrollo de una buena democracia. Y creo que ese es el mensaje más pesimista que podríamos tener, estamos obligados a plantearnos y replantearnos cómo construir una sociedad mejor, una política mejor y una democrática más auténtica. Óscar Maúrtua, Diplomático peruano: Muchísimas gracias. Muchísimas gracias a ustedes, una palabra final de reconocimiento reiterado al INE, por esta convocatoria, realmente muy alentador ver como concurre tanto público, público juvenil también y eso es muy notable. Y luego estamos alertados, estamos preocupados por el sistema, todos tenemos una responsabilidad, todos tenemos que involucrarnos y la labor que lleva el INE es extraordinariamente positiva, son testigo de la fundación del año 10, cuando se inició este proyecto que es una realidad confirmadísima y exitosa. En particular a Manuel Carrillo, un abrazo muy fraterno, porque soy testigo de cómo viene él trabajando para sacar adelante anualmente este evento que convoca a tanto público. A mis compañeros de panel, muchísimas gracias, cuando dije que era un panel de lujo, estaba cierto en lo que afirmaba. Muchas gracias. Buenas tardes.

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