cita con la paz- ian loza

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La reencarnación de un soñador. Quién no se ha parado a pensar en algún momento, ¿qué es lo que hace que el mundo esté tan corrompido? Muchos lo habréis hecho y ¿por qué no?, muchos de vosotros también habréis sacado vuestras propias conclusiones, tan ciertas posiblemente como las que miles de personas obtienen ahora mismo, en este momento, aquí y ahora. Fueron muchos los que ya antiguamente intentaban dar respuesta a esta pregunta. ‘’El ser humano es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo ha corrompido’’ ; sostenía Rosseau hace ya algo más de tres siglos. Muchos filósofos, historiadores, escritores y… hasta músicos han intentado luchar por conseguir lo que la humanidad tanto aprecia, algo parecido a la Paz. Han sido muchos los tratados que han quedado obsoletos sin dar ningún fruto de acuerdo, muchas las guerras que han estallado y otros tantos los que han intentado colaborar en la búsqueda de la paz y la propia felicidad; algo que se asemeja a un mundo mejor. John Lennon fue uno de ellos. Se caracterizó por muchas cosas, además de ser el mejor guitarrista del rock británico de todos los tiempos, John fue uno de esos buscadores de la paz. La campaña por conseguirla, que John Lennon y Yoko Ono, su mujer, iniciaron en 1969 desde la cama de un hotel quedará grabada en la memoria de gran parte de la humanidad, en gran medida gracias a su gran influencia dentro del mundo de la música y su gran carácter. En 1971 se mudó de Liverpool a Nueva York, donde su oposición a la guerra de Vietnam dio lugar a numerosos intentos por parte del gobierno de Richard Nixon de expulsarlo del país; mientras, sus canciones fueron adoptadas como himnos por el movimiento contra la guerra. Quizá fueron sus opositores, quizá los que no les interesaba que John predicara tales pensamientos, quizá la envidia, el caso es que John Lennon murió en los años ochenta, y no por causas naturales. Suyas son frases como: ‘’ Si todo el mundo demandase paz en lugar de otro programa de televisión, entonces habría paz’’ , ó ‘’No puedo creer que me condecoren. Yo creía que era necesario conducir tanques y ganar guerras’’. John Lennon fue un ejemplo para todos, murió dedicándole su vida a la paz. La muerte se lo llevó a los cuarenta años,

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cita con la paz

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Page 1: Cita con la paz- Ian Loza

La reencarnación de un soñador.Quién no se ha parado a pensar en algún momento, ¿qué es lo que hace que el mundo esté tan corrompido? Muchos lo habréis hecho y ¿por qué no?, muchos de vosotros también habréis sacado vuestras propias conclusiones, tan ciertas posiblemente como las que miles de personas obtienen ahora mismo, en este momento, aquí y ahora.Fueron muchos los que ya antiguamente intentaban dar respuesta a esta pregunta. ‘’El ser humano es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo ha corrompido’’; sostenía Rosseau hace ya algo más de tres siglos. Muchos filósofos, historiadores, escritores y… hasta músicos han intentado luchar por conseguir lo que la humanidad tanto aprecia, algo parecido a la Paz.Han sido muchos los tratados que han quedado obsoletos sin dar ningún fruto de acuerdo, muchas las guerras que han estallado y otros tantos los que han intentado colaborar en la búsqueda de la paz y la propia felicidad; algo que se asemeja a un mundo mejor.John Lennon fue uno de ellos. Se caracterizó por muchas cosas, además de ser el mejor guitarrista del rock británico de todos los tiempos, John fue uno de esos buscadores de la paz. La campaña por conseguirla, que John Lennon y Yoko Ono, su mujer, iniciaron en 1969 desde la cama de un hotel quedará grabada en la memoria de gran parte de la humanidad, en gran medida gracias a su gran influencia dentro del mundo de la música y su gran carácter.En 1971 se mudó de Liverpool a Nueva York, donde su oposición a la guerra de Vietnam dio lugar a numerosos intentos por parte del gobierno de Richard Nixon de expulsarlo del país; mientras, sus canciones fueron adoptadas como himnos por el movimiento contra la guerra.Quizá fueron sus opositores, quizá los que no les interesaba que John predicara tales

pensamientos, quizá la envidia, el caso es que John Lennon murió en los años ochenta, y no por causas naturales. Suyas son frases como: ‘’ Si todo el mundo demandase paz en lugar de otro programa de televisión, entonces habría paz’’, ó ‘’No puedo creer que me condecoren. Yo creía que era necesario conducir tanques y ganar guerras’’.

John Lennon fue un ejemplo para todos, murió dedicándole su vida a la paz. La muerte se lo llevó a los cuarenta años, después de haber triunfado en todos los campos que se había propuesto triunfar, o ni siquiera eso. Quizá la vida simplemente le correspondió por su gran sencillez y humildad. Predicador de la paz, murió a causa de cinco disparos en la puerta de la casa donde vivía a manos de un ex miembro de su grupo, The Beatles.

- Era un Viernes, el sol acababa de ponerse sobre la casa de John, pero el cielo gris que se avecinaba por el norte era decisivo para determinar el tiempo que haría aquel día. Quizá fue esa la mecha que provocó que aquel día se llenara el vaso de la impotencia que a su vez provocó el estallido de la gran envidia que yo mismo había sembrado en este campo que es la vida. Ahora me arrepiento, mi amigo John sinceramente me dio muchísimo más de lo que me quitó, me ayudó en mis problemas, colaboró en mi carrera con él en su grupo y me regalo lo más preciado que John podía regalar, su amistad. Me dejó compartir con él su vida y yo le pagué con el más cruel agradecimiento, el odio y la envidia. Pequé y me arrepiento, me arrepentí y me arrepentiré hasta que llegué el día en que pueda rogarle mil perdones allá donde esté, al cual yo envié por mi más inútil comportamiento.

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Ahora vivo entre rejas, en gran medida donde me merezco. Dicen que los que acaban con la vida de alguien tienen que ser condenados al mismo castigo y yo soy un privilegiado, me mantengo erguido entre estas rejas, aunque si me paro a pensar, casi sería mejor despedirme de estos guardias que me vigilan día a día y morir, porque en realidad mi vida ha sido víctima de la trampa por la que tanto luchaba por aniquilar el gran John. La envidia y el odio me han corrompido y han provocado en mí mis mayores maldades. Quizá hubiera sido mejor apoyar a John en su continua búsqueda y reflexión de la paz. Ahora no estaría aquí entre estas cuatro rejas, John no se habría ido y los que lo querían no llorarían ahora su muerte, he provocado lo contrario por lo que John luchaba cada mañana en sus canciones, delante de los medios de comunicación y ¡hasta delante del presidente!. He conseguido llenar a estas personas de lamento, odio e infelicidad; totalmente lógico, hacía mí. Por eso aquí, delante de esta pluma, sentado en esta cama y sin ver la luz del sol, pido disculpas ante esta multitud de presos que estáis aquí conmigo. Todos estamos aquí dentro de esta maldita jaula, frustrados y hundidos en la miseria de nuestra conciencia, por eso levantémonos de esta pena y remordimiento que nunca debemos olvidar y echemos nuestro grano de arena a esta isla desierta en la que despertamos sin sol cada mañana. Le debo la vida a mi amigo John y no seré yo el que colabore con este mundo corrompido de maldades e infelicidad por culpa de idiotas como yo mismo. – dije mientras se me caían las lágrimas.

- Me sorprendió la actitud de un compañero de celda al que no había oído hablar en los 8 años que llevo ya aquí enjaulado.

- ¿Cuál es la razón que te ha hecho reflexionar de tal manera sobre la vida? – Me preguntó.

- Posiblemente fuera el remordimiento, pero no lo sé con seguridad. – Le aseguré. Tras un instante de silencio entre los dos, le dije: ‘’Fue la búsqueda de la paz con mi propia moral y mi consciente’’.

- Espero que no te olvides nunca de este momento y sólo te pido una cosa, transmite estos sentimientos de paz que has sentido entre la gente. Te ayudaré a salir de aquí, tienes mi perdón. Es tu segunda oportunidad, aprovéchala y continúa con lo que deje pendiente, amigo. – Me dijo decidido.

- Como si de un sueño se tratara me desperté a la mañana siguiente tumbado en un banco de la gran manzana. - Debajo de mí; grabado, un mensaje: - ‘’La Paz es el perdón’’.

Conté esta misma historia a miles de paisanos con los que cada día pasaba lo que me quedaba de vida y el rayo de luz que se les habría en los ojos hacía que cada día me sintiera más orgulloso de haber reflexionado junto a John y, de seguir en mi humilde medida, los pasos que John dejó por dar.

La gente cambió, en menor o en mayor medida su forma de entender la vida. John se convirtió en algo semejante a un profeta de la paz y seguro que en los cielos está contemplando este mundo un poquito mejor que el colaboró en construir.

Solamente quiero que nadie me recuerde a mí, el grande fue John, que vive aún en nuestras memorias. Yo simplemente fui un amigo injusto con John y con la paz.

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