cita con dios - buenas costumbres (noviembre 2015)

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Buenas Costumbres Noviembre 2015

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Proyecto para toda la familia cristiana, con el fin de desarrollar el hábito de tener como primer cita del día, la cita con Dios.

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Buenas Costumbres

Noviembre 2015

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Buenas CostumbresElías Betanzos • Noviembre 2015

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Buenas Costumbres Pastor Elías Betanzos Noviembre 2015

Día •Pág. • Mensaje

7 • Editorial

1 • 9 • Confía en el Señor

2 • 10 • Reconocer el servicio que hacen los demás

3 • 11 • Cuidar nuestra manera de hablar

4 • 12 • La limpieza de mi comunidad

5 • 13 • Elige no preocuparte

6 • 14 • Hay que pagar las deudas

7 • 15 • No robar

8 • 16 • ¡Consumado es!

9 • 17 • No mentir

10 • 18 • Prepararse en temas culturales o generales

11 • 19 • Ser puntuales

12 • 20 • No hacer acepción de personas

13 • 21 • Respetar a los adultos mayores

14 • 22 • Dios no te juzga

15 • 23 • Dios te da un trato preferencial inmerecido

16 • 24 • El cuidado de los padres

17 • 25 • Negocios entre creyentes

18 • 26 • El hábito de la lectura

19 • 27 • Creer es recibir

20 • 28 • No desperdicies

21 • 29 • El poder de tus palabras

22 • 30 • Vence los obstáculos

23 • 31 • La sana convivencia

24 • 32 • Tengamos fe en la familia

25 • 33 • El trato con los demás

26 • 34 • Alégrate cualquiera que sea tu situación

27 • 35 • El orden y cuidado de las cosas

28 • 36 • Dios escucha tus oraciones

29 • 37 • El cuerpo de Cristo

30 • 38 • Ser corteses

es unapublicación

mensual gratuita

Ediciones Ginosko

Año v Número 10

20,000 ejemplares.

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8:30 y 10:30 am, 1:00 y 7:00 pm. Martes:

7 pm.

Miércoles: 7:30 pm. (Auditorio iPAnti)

Av. Símbolos Patrios 402, Ex Hacienda

Candiani.

Jueves 7:30 pm. (CAP reformA)

Netzahualcóyotl 218, Col. Reforma.

Km. 6.5 Carretera

Oaxaca-Tule

(Deportivo Oaxaca)

San Francisco Tutla

Oaxaca de Juárez, Oax.

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Cita con Dios · la reunión a la que no puedes faltar

Buenas Costumbres

No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. 1 Corintios 15:33

Decidimos que este mes vamos a escribir sobre las buenas costum-bres o buenos hábitos, porque cada día que pasa parece que se

están perdiendo o que están en peligro de extinción.Vivimos una época donde ya no hay tanto respeto por los pa-

dres, por los ancianos, ya la caballerosidad brilla por su ausencia, la falta de respeto es el pan de cada día, porque vivimos un tiempo de mucho egoísmo donde cada uno lucha por lo suyo, sin pensar en los demás.

Nos hemos vuelto cada vez más egoístas y casi no pensamos en apoyar a alguien, en brindar respeto, en ayudar a un anciano a cruzar la calle o darle nuestro lugar en el autobús a una persona con capacidades diferentes; esto pareciera algo raro en nuestra era postmoderna.

Sin embargo, en la Biblia encontramos una invitación a cuidar nuestras amistades para no corromper las buenas costumbres, y nos ha-bla del respeto a los demás, del ayudarnos y amarnos unos a otros, de perdonar las ofensas, de honrar a nuestros padres y obedecer a nuestras autoridades; la Palabra de Dios nos motiva a cuidar nuestra manera de hablar y de comportarnos, que demos buen testimonio a todos los que nos rodean, principalmente en nuestra casa; además de que la Biblia nos dice que esos hábitos como el respeto, la gratitud, el perdón, la generosidad, la honra a los padres y otros más nos abren la puerta a la bendición de Dios.

Volvamos a las buenas costumbres y conservemos las que ya tenemos, de tal manera que la bendición de Dios sea sobre nosotros. Por cierto, gracias por ser lectores de este devocional, ésta también es una buena costumbre, no la dejes.

Pastor Elías Betanzos Director General

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Domingo 1º de noviembre | Lectura del día: Salmos 91

Confía en el SeñorEl que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios en quien confiaré.

Salmos 91: 1-2

T odos los días somos bombardeados con noticias de conflictos, desastres naturales, enfermedades y extraños virus resistentes a

las medicinas. Escuchamos también de personas que pierden seres queridos en accidentes. Y nos preguntamos, ¿podré tener refugio en un mundo tan malo?

Sí, ¡lo tendrás! Dios lo dijo y ha prometido en Su Palabra pro-tegernos de cualquier mal, pero nuestro Padre no nos puede librar del mal, si antes no confiamos en él y lo tomamos como nuestro refugio. Esta promesa la encontramos en el salmo 91.

Si hubiera un terremoto a la media noche, un virus descono-cido o un ataque terrorista, Dios dijo: No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya (Salmos 91:5-6).

Mi amigo, no digas “Y si les pasó a ellos, puede pasarme a mí”, mejor di “Caerán a mi lado mil, y diez mil a mi diestra más a mí no llegara” (Salmos 91:7). El mundo dice que tú no puedes esperar que el peligro no llegue alrededor de ti. Dios dice, “Están en el mundo pero no son de este mundo. Tienen mi protección porque están en mí” ( Juan 17:14-23).

Tú tienes acceso por la fe a los más altos lugares donde la mal-dad no puede tocarte. No necesitas vivir con temor en estos tiempos, porque El Señor es tu refugio y fortaleza. Y quien confía en Su Pa-labra completamente encuentra la verdad.

Se perdieron las buenas costumbres, después que a los vicios se les dio el nombre de “virtud”.

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Lunes 2 de noviembre | Lectura del día: Lucas 17:11-19

Reconocer el servicio que hacen los demásEntonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió,

glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Lucas 17:15-16

U na mujer tenía una necesidad apremiante y ese día, en el restau-rant donde ella era mesera, un comensal le dio una propina muy

generosa, que era mucho más de lo que ella necesitaba. Extrañada le preguntó por qué lo hacía, y el cliente le dijo: “A mí me ayudaron económicamente cuando un día lo necesité y yo sentí que hoy debía ayudarla a usted. Sólo le pido que cuando pueda y sienta en su cora-zón hacerlo, ayude a otra persona”. Dios tiene sus propias maneras de satisfacer nuestras necesidades, pero también, que el ser humano debe reconocer el servicio que otros le proporcionan. Siempre hay una manera de apreciar a los demás por lo que hacen en favor de nosotros.

El médico y evangelista Lucas nos platica de diez leprosos que fueron sanados por nuestro Señor Jesucristo, cuando los envió a mos-trarse a los sacerdotes. “Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Cuando sólo regresa uno para agradecerle, «Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?” (Lucas 17:14, 17-18) Es evidente que nuestro Señor no necesita de nuestro reconocimiento, pero sí es evidencia de buenas costumbres el agradecer un bien re-cibido. En la historia de Lucas, el samaritano que volvió encontró, como bendición inesperada, también el perdón de sus pecados.

Busquemos, con la ayuda de Dios, tomar en cuenta todo ser-vicio, por sencillo o humilde que sea, que los demás hagan en favor nuestro. A veces con un sencillo “Muchas gracias”, “es usted muy amable”, “qué bien lo hizo”, será suficiente. Otras veces, con una tarjeta de agradecimiento o quizá con un regalo. Una mención en público, muchas veces, anima a nuestros colaboradores. Si es con un diploma, una medalla o un estímulo económico, mejor todavía. Es de buenas costumbres no pasar desapercibido lo que hacen los demás en favor nuestro.

Se perdieron las buenas costumbres, después que a los vicios se les dio el nombre de “virtud”.

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Martes 3 de noviembre | Lectura del día: Efesios 4:17-32

Cuidar nuestra manera de hablarNinguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena

para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Efesios 4:29

V ivimos en un mundo en el que el uso de palabras obscenas, altisonantes, llamadas popularmente leperadas, groserías, vul-

garidades es bastante común, tanto en hombres como en mujeres, inclusive hay ciudades famosas por tener sus pobladores un lenguaje “florido”. La intención es lo que hace que las palabras sean ofensivas. Pueden ser maneras de señalar de manera despectiva un acto, persona o cosa. Frecuentemente se dicen las cosas en doble sentido, cargadas las palabras de sexualidad, refiriéndose a la madre, a la apariencia de la persona, sus limitaciones físicas o sus capacidades mentales. Las obscenidades se aprenden con cierto tipo de personas que las dicen, por ello la Palabra nos advierte, “No erréis; las malas conversaciones co-rrompen las buenas costumbres.” (1 Corintios 15:33).

Las Sagradas Escrituras nos enseñan que los cristianos no de-bemos utilizar el lenguaje profano que los que no tienen temor de Dios usan. El apóstol Pablo aconseja en Efesios 5:3 y 4 “Pero forni-cación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias.” Y nuestro Señor Jesu-cristo afirma que, “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (Lucas 6:45).

Pidamos a Dios que viviendo en un mundo en decadencia moral y espiritual, el Espíritu Santo nos dé la fortaleza que necesita-mos para dejar de decir aquellas palabras que no sean para edificación de los demás. Que nos conceda, “despojarnos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovarnos en el espíritu de vuestra mente, y vestirnos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santi-dad de la verdad.” Recordando que, “…de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” (Mateo 12:36-37).

Se perdieron las buenas costumbres, después que a los vicios se les dio el nombre de “virtud”.

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Miércoles 4 de noviembre | Lectura del día: Deuteronomio 23:9-14

La limpieza de mi comunidadtendrás también entre tus armas una estaca… Deuteronomio 23:13

E ste es un curioso pasaje de la Biblia. Como los israelitas andaban por el desierto, era natural que tuvieran que satisfacer sus nece-

sidades personales, pero tenían una regulación: debían hacerlo fuera del campamento. Cada persona tenía que cargar una estaca para ha-cer con ella un hoyo en la tierra para cubrir los excrementos.

Dice la Biblia en Deuteronomio 23:13 “tendrás también entre tus armas una estaca; y cuando estuvieres allí fuera, cavarás con ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento”. Dios tuvo el cuidado de enseñarle a Su pueblo que la limpieza y orden en su comunidad le daba la gloria a Él. En el campamento era inconcebible ver suciedad o mal olor; había un lugar para hacer eso, y había normas de cómo hacerlo. El pueblo de Israel era un pueblo que había aprendido a que la limpieza de la comunidad era algo importante, era respeto a los demás y traía honra a Dios.

Es triste ver cómo las calles están llenas de basura, todo por la negligencia de no ponerla en su lugar; preferimos lanzarla fuera de nuestro vehículo a guardarla en una bolsa y luego tirarla en un lugar adecuado; es más, muchas veces termina una actividad, pero la sucie-dad que queda avergüenza. ¿No deberíamos los creyentes ser gente ordenada que pueda tener limpia su comunidad? El amor al prójimo no solo es orar por él, es también respetarlo y una manera práctica de respetarlo es colaborando para que mi comunidad esté limpia, es seguir las sencillas reglas de tirar la basura en su lugar, es hacer un uso adecuado de los servicios sanitarios, es enseñarle a nuestros hijos estos principios.

Busquemos la manera de convertirnos en agentes de trans-formación de nuestra sociedad; demostrémosle al mundo que la transformación de Dios en nuestra vida es tan profunda que abarca aspectos tan sencillos como este: la limpieza el orden y el cuidado de nuestra comunidad. Con la limpieza de nuestra casa, de nuestra Iglesia y de nuestro entorno, démosle la gloria a Dios.

Se perdieron las buenas costumbres, después que a los vicios se les dio el nombre de “virtud”.

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Jueves 5 de noviembre | Lectura del día: Mateo 6:25-34

Elige no preocuparte¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane,

añadir a su estatura un codo? Mateo 6:27

M uchas personas están familiarizados con esta pregunta retórica que hizo Jesús: “¿Quién de vosotros puede añadir a su estatura un

codo?” Pero no muchos de nosotros realmente guardamos esto en nuestro corazón y permitimos que el amor de Dios nos libere del hábito de preocuparnos.

La verdad es que ninguna cantidad de preocupación puede alargar tu vida o añadir algo a tu físico. En su lugar, la preocupación te roba el sueño, la salud y muchos buenos años. De hecho, solo cuando eres libre de preocupaciones es que la unción de Dios, la for-taleza, la sanidad y la restauración fluyen libremente en ti.

Una mujer, después de someterse a una mamografía, se en-contró que tenía unas bolitas en el pecho. Tras recibir el informe del médico ella escribió esto abajo del informe: “Jesús es mi Sanador. Recibo mi sanidad. Estoy sana. Descanso en Dios completamente”. Ella se debía volver a la clínica más tarde el mismo día para una biopsia para ver si las bolitas eran malignas. Su cuñada, con quien almorzó ese día, fue testigo de su actitud alegre y sin preocupaciones mientras almorzaban.

De vuelta en la clínica, esta mujer se sentó entre otras señoras que también estaban allí para realizarse biopsias. Parecían muy preo-cupadas, ella empezó a hablarles de Jesús y oró por algunas de ellas. Cuando le realizaron un ultrasonido y el escaneo terminó, el médico estaba perplejo; su exploración no mostró evidencia de ninguna bo-lita. El médico volvió a consultar a su colega que había descubierto primero eso. Ambos médicos aturdidos llevaron a cabo sus propias investigaciones. Regresaron solo para decirle: “¡sucedió un milagro!”

Cuando te preocupas, en realidad estás creyendo que el diablo tiene el poder de meterse en tu vida y que Dios no puede protegerte de él. Pero cuando te niegas a preocuparte, estás poniendo tu fe en Dios, tienes más confianza en Su amor y Él puede trabajar en ti; en vez de ver la capacidad al diablo para dañarte resiste a la preocupa-ción y opta por descansar en la obra terminada de Cristo, verás la manifestación de su bendición. ¡Verás tu milagro!

Se perdieron las buenas costumbres, después que a los vicios se les dio el nombre de “virtud”.

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Viernes 6 de noviembre | Lectura del día: Romanos 13:1-14

Hay que pagar las deudasNo debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Romanos 13:8

P uede ser que conozcas a alguien que te pidió prestado algo y aún no te lo ha devuelto, aunque lo más común es pedir dinero

prestado y verse en la tentación de no pagar la deuda. El salmista dice en Salmos 37:21, “El impío toma prestado, y no paga; Mas el justo tiene misericordia, y da.” En el caso de los cristianos, la Biblia nos enseña que nosotros debemos prestar, pero no pedir prestado. Que debemos ser generosos con los más necesitados y ser previsores para no tener que pedir dinero prestado. Y si tenemos necesidad de hacerlo, com-prometernos en pagar en el tiempo pactado o devolver lo que nos dieron prestado.

No es conveniente pedir prestado, si no tenemos la capacidad de pagar. Además la Biblia dice: “Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño; mas el que aborreciere las fianzas vivirá seguro.” (Proverbios 11:15) y “No seas de aquellos que se comprometen, ni de los que salen por fiadores de deudas.” (Proverbios 22:26). Una buena adminis-tración de los recursos que Dios nos da incluye no pedir prestado ni salir de fiador de otra persona.

Dios nos ayuda cuando debemos pagar una deuda y no tene-mos. Veamos la historia que platica F. W. Krummacher en su libro “Elijah the Tishbite”: Con los ojos llorosos un pobre hombre cristia-no esperaba al oficial que viniera a embargar su casa por una pequeña deuda que no podía pagar. Un pájaro cruzó la calle volando, revo-loteó sobre la cabeza del hombre y se detuvo en una alacena vacía. Cerró la puerta y atrapó al pájaro, poniéndole en una jaula, mientras este silbaba dulcemente. Vino el sirviente de una mujer que quería saber si había atrapado a su pájaro y el hombre se lo dio y se fue. Al rato le trajo una recompensa que le sirvió para pagar su deuda.

Si hay algo con lo que los cristianos podemos honrar a Dios es pagando a tiempo, cuando quedamos, haciendo respetar nuestra palabra. Eso le da la gloria a Dios.

Se perdieron las buenas costumbres, después que a los vicios se les dio el nombre de “virtud”.

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Sábado 7 de noviembre | Lectura del día: Malaquías 3:1-12

No robar¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis:

¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malaquías 3:8

R obar significa tomar o retener injustamente lo ajeno. Bienes aje-nos es todo aquello que pertenece al prójimo, por tener la pro-

piedad, el uso de ello o por guardarlo en depósito. Se roba por me-dio del hurto o por la rapiña. Se denomina hurto cuando se toman ocultamente los bienes ajenos. Se comete rapiña cuando se toman los bienes ajenos con violencia y manifiestamente. Se prohíbe robar porque se peca contra la justicia y se ofende al prójimo, tomando o reteniendo contra su derecho y voluntad lo que le pertenece. El hur-to toma forma de fraude cuando se engaña a otros con pesos, medi-das o monedas falsas; falsificando documentos o escrituras; haciendo trampa en la compra o venta de cualquier cosa; cuando se niega a dar lo justo o lo convenido; no trabajar conforme al deber; no pagar el salario debido; recibir, esconder o comprar la cosa robada.

La Biblia comienza hablando del tema y presenta el manda-miento “No hurtarás”. (Éxodo 20:15), después en Levítico 19:11 y 13 manda: “No hurtaréis, y no engañaréis ni mentiréis el uno al otro. No opri-mirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana.” Termina el Antiguo Testamento con una acusación de parte de Dios a su pueblo: “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas”. (Malaquías 3:8) Y en el Nuevo Testamento, el apóstol Pa-blo aconseja en Efesios 4:28, “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.”

Oremos a Dios pidiéndole que nos ayude para no tomar nada que no sea nuestro y mucho menos si es de la Iglesia. Y que si en-contramos algo tirado, lo devolvamos a su dueño, si logramos saber de quién es.

Se perdieron las buenas costumbres, después que a los vicios se les dio el nombre de “virtud”.

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Domingo 8 de noviembre | Lectura del día: Juan 19:17-30

¡Consumado es!Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es.

Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. Juan 19:30

¿P uedes recordar la famosa pintura de Leonardo Da Vinci, la Mona Lisa en el museo del Louvre? ¿Pensarías añadirle más

detalles? ¡Por supuesto que no! Está hecha por un maestro, así que, ¿Qué pudiéramos agregar a la pintura para mejorarla?

De la misma manera, debemos ver el trabajo de Jesús en la cruz. Él gritó: “¡Consumado es!”. No puedes terminar un trabajo termina-do pues ya está terminado. Nuestra salvación está ganada. Nuestros pecados son todos perdonados. Hemos sido justificados para siempre por Su sangre. Cristo pagó completa y perfectamente la totalidad de nuestro perdón, de nuestra justificación y por cada bendición.

De hecho, estas dos palabras, “¡Consumado es!” vienen de la palabra griega “teleo”. En los días de Jesús, un siervo usaría estas pa-labras para informar a su amo: “… he completado el trabajo que se me asignó” ( Juan 17:4). El significado de esta palabra es: “Consumado es, que se encuentra terminado y lo estará terminado por siempre”. Tal vez el significado más importante de “teleo” es el que le daban los comer-ciantes: ¡La deuda está pagada en su totalidad! Cuando Jesús dijo lo mismo en la cruz, Él cumplió plenamente las demandas de la ley. ¡Él pagó nuestras deudas en su totalidad!

Hoy día, no son nuestras obras las que nos traerán las bendi-ciones. Es la obra terminada por Cristo. El cristiano debe vivir no solamente haciendo obras sino también creyendo en Su obra ter-minada. Según la ley, tenemos que hacer obras, pero bajo la gracia, ¡todo está hecho!

Tal vez estás enfrentando enormes obstáculos. La promesa de Jesús, “Consumado es” es para ti. Eres sano porque Él te sanó, Dios ¡nos sanó hace 2000 años! Isaías 53:5 declara, “...por su llaga fuimos nosotros curados.”

Mi amigo, el trabajo está terminado. La victoria ganada, ¡Nuestras bendiciones han sido compradas por su sangre! ¡Vive la vida sabiendo que no hay nada puedes hacer sino solamente creer que “Consumado es”!

Se perdieron las buenas costumbres, después que a los vicios se les dio el nombre de “virtud”.

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Lunes 9 de noviembre | Lectura del día: Juan 8:39-47

No mentirVosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro

padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla

mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Juan 8:44

U na mentira es una declaración realizada por alguien que espera que los oyentes le crean, de forma que oculte la verdad o la

realidad de manera parcial o total. La mentira en México toma di-ferentes formas, por ejemplo, exagerar una verdad con la intención de engañar. El acto de simulación o el fingir, como una persona que atropella a alguien, huye del lugar sin ser identificado y después de un tiempo, regresa, se mezcla con los curiosos y finge indignación por lo ocurrido, simulando inocencia o no tener nada que ver con el accidente. También hacerse pasar por discapacitado físico con el fin de obtener algún favor en provecho propio. En el mercado el vender una cubetita que tiene frutas solamente encima, porque le han pues-to un plástico transparente en la base. Así que la mentira puede ser verbal o no verbal.

San Agustín de Hipona dice que hay ocho tipos de mentiras: las mentiras en la enseñanza religiosa; las mentiras que hacen daño y no ayudan a nadie; las que hacen daño y sí ayudan a alguien; las mentiras que surgen por el mero placer de mentir; las mentiras dichas para complacer a los demás en un discurso; las mentiras que no hacen daño y ayudan a alguien; las mentiras que no hacen daño y pueden salvar la vida de alguien, y las mentiras que no hacen daño y protegen la “pureza” de alguien. Por su parte, Santo Tomás de Aquino dice que hay tres tipos de mentiras: la útil, la humorística y la maliciosa. Según él los tres tipos de mentira son pecados.

Numerosos versículos bíblicos hablan de que a Dios no le agra-da la mentira. La más grave de ellas es la calumnia, porque atribuye una falta no cometida en provecho malicioso. Pidamos la ayuda de nuestro Señor para decir siempre la verdad y para vivir con honestidad.

Haz que las buenas acciones se hagan costumbres en tu vida.

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Martes 10 de noviembre | Lectura del día: 1 Reyes 4:20-34

Prepararse en temas culturales o generalesTambién disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta

el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces. 1 Reyes 4:33

U na sana costumbre que deberíamos tener es una cultura gene-ral. Esto significa que tenemos que invertir en leer de todo,

desde el periódico hasta libros científicos. Leer revistas sobre turis-mo, mirar videos sobre ciudades y países, asistir a la presentación de obras de teatro, conciertos musicales, escuchar a orquestas sinfóni-cas u orquestas de cámara, ver películas o series culturales, sobre la naturaleza o sobre ciencia. Los viajes, dentro y fuera del país, nos proporcionan conocimiento sobre diversas culturas, algunas de ellas milenarias. La cultura incluye la gastronomía, los ritos, la vida coti-diana, actividades de comunidades rurales y urbanas, la música, los bailes y mucho más.

1 Reyes 4:29-34 registra las áreas generales que el rey Salomón investigó, cuando dice: “Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar. Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios. Aún fue más sabio que todos los hombres, más que Etán ezraíta, y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol; y fue conocido entre todas las naciones de alrededor. Y compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco. También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los ani-males, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces. Y para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría”.

Pidamos a Dios la oportunidad de conocer otras ciudades, otros países, otras culturas. Que seamos lectores de temas variados, además de leer todos los días la Palabra de Dios. Y cada vez que nos visite alguien de otro país, tomar oportunidad para conversar y para compartir información de su cultura y platicarle de la nuestra.

Haz que las buenas acciones se hagan costumbres en tu vida.

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Miércoles 11 de noviembre | Lectura del día: Efesios 5:8-20

Ser puntualesMirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Efesios 5:15-16

P untualidad es estar a tiempo en una cita, llegar a la hora a un compromiso. Es bastante conocido que en nuestro país, como

en algunos de América Latina, la impuntualidad es muy generali-zada. Que en el trabajo se pierden muchas horas-producción porque los trabajadores llegan tarde y les tienen que poner un reloj checa-dor para evitarlo; en el inicio de las actividades y cultos de muchas Iglesias; en el comienzo de ceremonias de boda, culto de acción de gracias por quince años, convenciones, asambleas y otras. La pun-tualidad habla de nuestro carácter, de nuestra integridad. No es un hábito más, es un fiel reflejo de nuestra actitud general ante la vida y sobre nosotros. Es una virtud que podemos cultivar. Nos ahorrará muchos dolores de cabeza, vergüenzas, ataques y hasta pérdidas. Ser puntuales inspirará a otros y quien lo es, gana el respeto de los demás.

Leí sobre un pastor bautista de Zambia, África, que se llama Conrad Mbewe, quien ha hecho dos cosas para evitar la impun-tualidad a las ceremonias de boda: Por cada tiempo de retraso va quitando elementos al orden de la ceremonia y si se tardan mucho en llegar los novios, despide a la congregación y se va a hacer sus otros deberes pastorales. Así ha tenido ceremonias nupciales de diez minutos y cancelado unas cuantas. La mayoría ahora llega a tiempo o brevemente tarde. La puntualidad se vuelve responsabilidad de reyes, hombres de negocios, familias, y de todo fiel cristiano.

Dios ha estado a2 tiempo en todo, desde la creación hasta el cumplimiento fiel de cada una de sus promesas. La Biblia dice que “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” (Eclesiastés 3:1) y “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4) y la oración de Moisés en Salmos 90:12 es, “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Tomemos de Dios nuestro ejemplo.

Haz que las buenas acciones se hagan costumbres en tu vida.

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Jueves 12 de noviembre | Lectura del día: Levítico 19:1-18

No hacer acepción de personasNo harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni

complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo. Levítico 19:15

U na de las enseñanzas de toda la Biblia es que Dios no hace acep-ción de personas. Esto es importante porque en la vida cotidia-

na el ser humano distingue a un rico de un pobre, se favorece a quien venga bien vestido y se discrimina a quien no esté bien arreglado, se-gún nuestro criterio humano. Juzgamos por lo exterior, justificando a algunos y acusando a otros. En 2 Crónicas 19:7 dice “Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová; mirad lo que hacéis, porque con Jehová nues-tro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho.” Y en Job 34:19, “¿Cuánto menos a aquel que no hace acepción de personas de príncipes, ni respeta más al rico que al pobre, porque todos son obra de sus manos? y esto se confirma en Romanos 2:10-11, Gálatas 5:6 y 1 Pedro 1:17 en el Nuevo testamento.

El ejemplo más conocido de aprender a no hacer distinción entre las personas es el de Pedro, a quien Dios le enseñó por visión y en acción, que no debía discriminar a los gentiles, y lo envió a com-partir el mensaje de salvación a Cornelio y su familia, por quienes Cristo también murió para salvación. Quitó de su corazón la ense-ñanza de que la salvación había llegado solo para los judíos.

Dios ofrece Su salvación a todo aquel que cree en Cristo, sin importar las diferencias de edad, color de la piel, lenguaje, sociales, económicas o de nacionalidad. Santiago lleva el asunto al punto que dice, “pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convic-tos por la ley como transgresores” (Santiago 2:9).

Pidamos a Dios que nos llene de Su gracia para tratar a todos por igual, sin ninguna distinción. Que aprendamos que cada persona tiene el mismo valor a los ojos de nuestro Creador. Que seamos im-parciales, pasando por alto la apariencia externa, estado financiero, edad o raza, recordando que nuestro Señor nos escogió a todos por igual, a pesar de nuestras diferencias, para ser Sus hijos.

Haz que las buenas acciones se hagan costumbres en tu vida.

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Viernes 13 de noviembre | Lectura del día: Levítico 19:30-37

Respetar a los adultos mayoresDelante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro

del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová. Levítico 19:32

V ivimos en un mundo en el que la población de más de sesenta y cinco años es mayoría en nuestro país. Indica Nancy Gordon,

directora adjunta de los programas demográficos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, “El envejecimiento de la población mun-dial se produce a un ritmo nunca visto, por lo que tendremos que prestar mucha atención a la reacción de los países ante los problemas y las oportunidades que se presentan al envejecer”. Por otro lado, una sana costumbre que debemos cultivar y desarrollar es el respeto hacia los adultos mayores. Considerarlos como aquellos que merecen un puesto de honor y ser considerados valiosos.”

Dios tiene una gran estima por los de edad avanzada, dice en las Sagradas Escrituras: “Corona de honra es la vejez que se halla en el camino de justicia.” Y “Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies” (Proverbios 16:31 y 23:22). En el Nuevo Testamento la enseñanza continúa: “No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre… …a las ancianas, como a madres...” (1 Ti-moteo 5:1-2) y hay consejo para ellos en Tito 2:2-5, “Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada”.

Oremos a nuestro Señor para que nos ayude a tener un pro-fundo respeto hacia el adulto mayor, por lo que son y por lo que nos han dado a través de su vida. Por su experiencia y por el ejemplo de fe, de paciencia, de perseverancia, de fidelidad a Dios, de valentía, de fortaleza. Y si está en nuestras manos, debemos evitar el sufrimiento de ellos y brindarles nuestro cuidado con amor.

Haz que las buenas acciones se hagan costumbres en tu vida.

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Sábado 14 de noviembre | Lectura del día: Romanos 8:28-39

Dios no te juzga¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.

Romanos 8:33

A lgunas personas ven a Dios como un juez que tiene demandas exigentes para el hombre. Cuando las cosas van mal en su vida,

piensan que Dios los está juzgando. La verdad es que si tú eres es un creyente, Dios no tiene nin-

gún cargo en tu contra. En cambio, Él es quien justifica la causa de la sangre de Su hijo. De hecho, la Palabra de Dios continúa diciendo que el que tiene el derecho para condenarte, prefirió morir por ti y ha resucitado y está a la diestra del Padre para ser nuestro intercesor (Romanos 8:34).

Lo que el diablo trata de hacer es que tú creas que Dios te ve con ojo crítico y que te castiga cuando haces algo mal. Él ha engaña-do a muchos cristianos sinceros con la creencia de que si hacen algo mal, la enfermedad o alguna otra cosa mala tiene derecho a venir sobre ellos y su familia. Y cuando estas cosas pasan, él les convence de que están sufriendo el juicio de Dios a causa de sus malas acciones. Mientras tanto, éstos cristianos sinceros, luchan con la condena por-que piensan que son la causa de sus problemas.

Nada podría estar más lejos de ser verdad. Desde la cruz, donde Jesús fue juzgado en tu lugar por cada una de tus malas acciones, pen-samientos y palabras, Dios ya no te juzga, eres Su hijo. No necesitas aceptar condena o males, porque Jesús tomó todo tu castigo en la cruz.

Así que cuando comiences a sentirte condenado por tus accio-nes o cuando experimentes circunstancias negativas di: “Está escrito: Dios es el que me justifica. Soy completamente perdonado y hecho jus-to delante de Él. Me niego a aceptar cualquier condena y rechazo todos los síntomas de la maldición que estoy viendo en mis circunstancias.”

Entonces, basta con creer la verdad de la Palabra de Dios, y ver el sacrificio por el cual somos bendecidos.

Haz que las buenas acciones se hagan costumbres en tu vida.

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Domingo 15 de noviembre | Lectura del día: Romanos 1:1-7

Dios te da un trato preferencial inmerecido…Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Romanos 1:7

C uando vuelas en primera clase en un avión, la tripulación de cabina te da tratamiento de primera clase. Te preguntan, “¿Está

todo bien con usted, señor?” Ellos preguntan qué revistas quieres leer, te dan una manta si hace frío, te dan los mejores alimentos, te dan un trato preferencial en comparación con aquellos que viajan en clase económica.

La gracia de Dios se define como “inmerecida, no ganada, un favor inmerecido”. Y una de las definiciones de favor es “tratamiento preferencial”. Hoy día, Dios quiere que sepas que tienes Su favor en ti. Él te da un trato preferencial aunque no lo merezcas y quiere que dependas y aproveches este favor en tu vida.

Dios también quiere que sepas que Su gracia en tu vida puede incrementarse. Tú puedes experimentar más de Su favor cada día. ¿Cómo? La Biblia nos dice en 2 Pedro 1: 2 que la gracia (o favor) de Dios es multiplicada “en el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor”. Cuanto más contemplamos a Jesús y Su amor por nosotros, cuanto más crees y confiesas que el favor de Dios está en ti, más verás Su obra a favor tuyo.

Así que si eres un médico, buscas encontrar más pacientes y si crees esto te favorecerá, y tendrás más pacientes de lo que puedes imaginar. Si eres un hombre de negocios, y crees esto, encontraras personas que quieran hacer negocios contigo porque les agradas. En-tonces, tendrás más negocios de los que puedes manejar y tendrás que planificar expandirte.

Cuando el favor de Dios brilla en tu Iglesia, encontrarás que estas premisas también funcionan para una Iglesia pequeña Entonces la gente preguntará asombrada: ¿cómo es que cada vez más y más personas se agregan a esta Iglesia? ¿Qué está pasando aquí? Puedes decirles: Es el favor de Dios multiplicándose sobre nosotros. Y es por su gracia que recibimos un trato preferencial.

Haz que las buenas acciones se hagan costumbres en tu vida.

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Lunes 16 de noviembre | Lectura del día: Juan 19:23-30

El cuidado de los padresDespués dijo al discípulo: He ahí tu madre.

Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. Juan 19:27

S on mucho más conocidas las responsabilidades que tienen los padres hacia los hijos, pero se habla poco del cuidado que los

hijos deben tener de sus padres, sobre todo cuando éstos llegan a ser ancianos. En algunas culturas, cuando los hijos cumplen los 18 años se marchan de casa, se vuelven independientes y no asumen ninguna responsabilidad hacia sus padres. Lo más que hacen es llevar a los padres ancianos a un asilo, para que los atiendan y dejen de ser un es-torbo para la familia. Recordamos el cuarto mandamiento que Dios nos da en Éxodo 20:12 “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.”

Hay formas muy sencillas para cumplir el mandato de nuestro Dios, por ejemplo: Por medio de demostrar amor a nuestros padres, obediencia, respeto, ayudándoles en sus necesidades, escuchándoles, teniendo una buena conducta, sacando buenas calificaciones, con detalles de cariño, cuidando de ellos cuando están enfermos, ense-ñándoles con bondad cuando saben menos que nosotros, dedicán-doles tiempo cuando son ancianos, valorando sus cualidades y no señalándoles sus defectos, no juzgándolos con severidad, ayudándoles económicamente en la medida de nuestras posibilidades, visitándoles con cierta frecuencia, si vivimos fuera de casa o llamándoles para preguntar cómo están o si necesitan alguna ayuda. Siempre encon-traremos maneras de honrar a papá y a mamá mientras vivan.

Cuando nuestro Señor Jesucristo pronunció, desde la cruz, las palabras que registra en Su evangelio Juan 19:27, seguramente su ma-dre María era ya una anciana viuda y no quiere dejarla desamparada, así que la encarga al “discípulo amado”.

Pidamos a Dios que nos ayude a honrar a nuestros padres, de tal manera que ellos sean ancianos felices, alegres, con su corazón lleno del gozo del Señor, que vivan relacionados con familias que conservan la armonía, la concordia, la comunión, el buen humor. Dios nos ayu-de a ser parte de una familia que glorifique Su nombre, le honre y le alabe. El Señor bendiga abundantemente a los buenos hijos.

Nadie desaparece del todo de la vida de uno, si ha sabido imprimir buenas huellas en el recuerdo.

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Martes 17 de noviembre | Lectura del día: Gálatas 6:1-10

Negocios entre creyentesAsí que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos,

y mayormente a los de la familia de la fe. Gálatas 6:10

U na cosa que he notado con mucha tristeza es la manera de ha-cer negocios entre creyentes; confundimos la hermandad con

oportunidad para sacar ventaja, y queremos encontrar mejores pre-cios o incluso que nos presten algún servicio de manera gratuita. ¡Cuántas personas han dañado sus relaciones de hermandad por esta situación! Esto no trae bendición ni a la persona que está prestando un servicio o vendiendo un bien, ni a la persona que se aprovecha, pues hay injusticia y eso no es del agrado de Dios.

La Biblia nos da un consejo de cómo debemos actuar. Gálatas 6:10 “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y ma-yormente a los de la familia de la fe”. Toda oportunidad de bendecir a alguien debe ser aprovechada: si puedes contratar a alguien para un trabajo, págale bien; si haces un negocio con alguien trata de que sea un negocio justo, y si esa persona es alguien de la familia de la fe, debes saber que la Biblia dice que les debemos hacer mayor bien, así que un negocio con un creyente es una oportunidad de hacerle bien a alguien de mi familia, es una oportunidad de bendecir a aquél que está prestando un servicio; debes saber que puedes ser un instrumen-to de bendición y que lo que se siembra se cosecha.

Pero hay otro lado de la moneda: hay personas que trabajan para un creyente y se aprovechan de eso para no cumplir con los plazos previstos o piden anticipos y no cumplen con el trabajo, esto habla muy mal de esa persona, es de mal testimonio y está haciendo un mal a los de su familia, también está sembrando y tarde o tempra-no cosechará de su negligencia.

Sea cual sea el caso, haz las cosas de manera correcta, busca hacer negocios o trabajar de la manera que agrada a Dios, con exce-lencia y verás cómo te recompensará; Él es bueno y dice Su palabra que no olvidará el bien que hemos hecho.

Nadie desaparece del todo de la vida de uno, si ha sabido imprimir buenas huellas en el recuerdo.

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Miércoles 18 de noviembre | Lectura del día: 2 Timoteo 4:1-18

El hábito de la lecturaTrae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa

de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos. 2 Timoteo 4:13

H ay una sana costumbre que como padres debemos fomentar en nuestros hijos desde la edad escolar y también en nosotros mis-

mos: el hábito de la lectura. En México tenemos el no muy honroso lugar 107 de 108 países que han estudiado la Unesco y la ocde. Según esos estudios, el mexicano promedio lee 2.8 libros al año. Hay sólo una biblioteca por cada quince mil habitantes. Existe una librería por cada doscientos mil habitantes. Ya no es una apreciación subjetiva, sino un hecho científicamente comprobado: Al mexicano no le inte-resan los libros. Gabriel Zaid escribió un ensayo titulado, “La lectura como fracaso del sistema educativo” y allí señala que hay 8.8 millones de mexicanos que han realizado estudios superiores o de posgrado, pero que el dieciocho por ciento de ellos (1.6 millones) “nunca ha puesto un pie en una librería”. La pregunta sería: ¿Cuántos libros lee usted al año?

En la Biblia encontramos en Apocalipsis 1:3, “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.” Tenemos el ejemplo del apóstol Pablo que solicita a Timoteo que le traiga los libros que había de-jado en Troas y el consejo de nuestro Señor Jesucristo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” ( Juan 5:39). Por ser una bien-aventuranza, recibiendo el consejo de nuestro Salvador y teniendo el ejemplo de Pablo en el pasado lejano y de Juan Wesley en uno más cercano, debemos proponernos leer más, comenzando con la Palabra de Dios, la Biblia, el libro de vida.

Debemos, como alimento para nuestro ser interior, leer dia-riamente la Palabra de Dios., pero además, tomarle el gusto a la lec-tura de buenos libros cristianos, del género que nos guste: Novelas, comentarios, de teología, acerca de la oración, motivacionales, sobre liderazgo y muchos más. Hay un mundo maravilloso que podemos conocer a través de la lectura de buenos libros.

Nadie desaparece del todo de la vida de uno, si ha sabido imprimir buenas huellas en el recuerdo.

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Jueves 19 de noviembre | Lectura del día: Marcos 5:21-43

Creer es recibirPorque decía: Si tocare tan solo su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba sana de aquel azote.

Marcos 5:28-29

S eguramente has escuchado a la gente decir, “lo creeré sólo cuan-do lo vea”. Generalmente, esta es la manera en que el mundo

piensa. Los caminos de Dios no son como los del mundo. El mundo dice: “Si yo no puedo sentirlo o verlo, no puedo creer que se ha he-cho un milagro.” Dios dice: “Si crees antes de sentir o ver, podrás ver tu milagro”.

Creer primero antes de ver la evidencia de lo que estamos creyendo se llama fe. La fe es como una chispa y Jesús es la pólvora que enciende la dinamita. En la historia de la sanidad de la mujer con el flujo de sangre había mucha gente que tocó a Jesús (Marcos 5:31), pero nada les sucedió. Ellos no le tocaron con fe. Pero cuando la mujer que había estado sangrando durante 12 años vino a él y le tocó con fe, Él sintió que poder salía de su cuerpo (Marcos 5:30), y se desencadenó una explosión de sanidad en el cuerpo de la mujer.

La fe de la mujer se encendió al escuchar de lo bueno, amable y amoroso que Jesús era, entonces creyó que Él tenía el poder para sanarla. Tan convencida estaba (incluso cuando la condición de su cuerpo era evidente) que ella dijo: “Si tan sólo puedo tocar su manto, será hecho”. ¿Acaso su experiencia de sanidad fue primero antes de que ella creyera? No, ella creyó primero en la bondad de Jesús y su poder, actuó en la fe y después sintió la sanidad de su cuerpo.

De la misma manera, Dios quiere que creas en Su bondad y amor hacia ti. Él quiere que sepas qué Él está dispuesto a actuar a tu favor, para bendecirte y a través de Cristo darte todas las cosas buenas que necesitas (Romanos 8:32).

Él quiere que declares por fe que todo estará bien en tu vida, Y entonces, no importa cuánto tiempo hayas tenido ese problema o lo grave que sea, ¡una explosión de sanidad y restauración se llevará a cabo y recibirás todo por lo que estás creyendo!

Nadie desaparece del todo de la vida de uno, si ha sabido imprimir buenas huellas en el recuerdo.

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Viernes 20 de noviembre | Lectura del día: Juan 6:1-15

No desperdiciesY cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged

los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Juan 6:12

E n cierta ocasión, Jesús se encontraba predicando fuera de la ciu-dad y una multitud le había seguido por mucho tiempo y, estando

entrada la noche, Jesús se dio cuenta que la gente estaba cansada y con hambre. Las opciones de alimentarlos eran muy escasas, pero uno de los discípulos de Jesús encontró a un muchacho que tenía cinco panes de cebada y dos pececillos y estuvo dispuesto a ofrecer su pequeña ración de comida para poder alimentar a tan grande multitud. Esto aparente-mente no era nada, pero en las manos del Maestro fue bendecido y se multiplicó; sació a más de cinco mil personas y aún sobro.

De la misma manera, todo en nuestra vida al recibir el toque de bendición de nuestro Señor es bendecido y, como consecuencia, es multiplicado, en muchas ocasiones no solo será lo justo, sino que tendre-mos de más, esto es una bendición, pero conlleva una responsabilidad.

La Biblia dice en Juan 6:12 “Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada”. ¿Puedes ver que enseñanza tan poderosa? Jesús habló después que es-taban satisfechos, después de que ya habían disfrutado; Sus palabras no fueron tiren lo que sobre, dijo: recojan lo que sobre y que no se pierda nada. Tú puedes disfrutar al máximo las bendiciones de Dios, pero de-bes saber que el sobrante es parte de la bendición, debe ser administrado de buena manera y con agradecimiento: el problema es que vivimos en una cultura del derroche, de lo instantáneo y de lo desechable, hemos perdido ese valor del ahorro y el aprovechamiento máximo de las cosas.

Debemos aprender a sacar el máximo provecho de las cosas. Esto honra a Dios, pues el hecho de que tengamos de más no significa que debamos derrochar. Si sobra, guardemos para después o bendigamos a alguien que lo pueda necesitar.

Nadie desaparece del todo de la vida de uno, si ha sabido imprimir buenas huellas en el recuerdo.

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Sábado 21 de noviembre | Lectura del día: Proverbios 18:20-21

El poder de tus palabrasLa muerte y la vida están en poder de la lengua,

y el que la ama comerá de sus frutos, Proverbios 18:21

L a mayoría de las personas, cuando quieren desesperadamente algo, dirán cosas como: “Me muero por ese pedazo de pastel.

Pocos dirán: “Yo vivo por ese pedazo de pastel” Lo que es peor es que rápidamente mencionamos muerte cuando las cosas van mal. “Me quiero morir”. La verdad es que cada palabra que hablas tiene poder - para construir o destruir las esperanzas y sueños, para restau-rar o para causar pérdida, para curar o destruir el espíritu, para traer alegría o desesperación, para bendecir o maldecir – por eso la Palabra de Dios dice que la muerte y la vida están en el poder de la lengua.

Así que deja de alinear tus palabras con las circunstancias ne-gativas. En cambio, empieza a alinear tus palabras con la Palabra de Dios y libera el poder de Su Palabra la cual trabajará a favor tuyo.

Por ejemplo, en lugar de hablar carencia y pobreza, di: “la Pa-labra de Dios me dice que las cosas buenas ya están aquí. Por lo tanto, declaro que mi vida será bendecida. Yo declaro éxito en mi vida. Yo declaro mi vida próspera. La oscuridad, la tristeza, la pobreza, la en-fermedad, la derrota, la depresión, ¡no estarán en mi vida!”

En vez de hablar de enfermedad y muerte, di: “voy a vivir mucho tiempo. No moriré joven, Jesús murió joven por mí, para que yo pueda vivir mucho tiempo para Él. Soy justificado por Dios en Cristo y la Palabra de Dios declara que ningún mal le ocurrirá a los justos. Así que ningún mal vendrá sobre mí ni ahora ni en el futuro.”

En lugar de hablar de miedos sobre el futuro de tus hijos, di: “la Palabra de Dios declara que la simiente de los justos será justifica-da. Por lo tanto, mis hijos son libres de toda maldición, de todos los poderes de las tinieblas y de todo mal, en el nombre de Jesús. Yo pue-do declarar un grandioso, brillante y bendecido futuro para mis hijos”

Dios quiere que tengas una vida llena de días buenos y llenos de abundancia. Entonces di: “declaro y ordeno en el nombre de Je-sús, bendiciones, favor, salud, prosperidad, protección, dominio y poder para llenar mi vida.”

Nadie desaparece del todo de la vida de uno, si ha sabido imprimir buenas huellas en el recuerdo.

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Domingo 22 de noviembre | Lectura del día: Ruth 2:1-23

Vence los obstáculosY Ruth la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Vé, hija mía. Rut 2:2

¿T e ves a ti mismo y ves sólo de lo que careces en lo natural? ¿Eres de los que dice: “Yo no tengo una buena educación, yo

soy pobre, soy demasiado viejo o soy una mujer divorciada”? Tengo buenas noticias para ti. Como creyente y comprado con la sangre del Hijo de Dios, tienes el favor sobrenatural de Dios.

Ruth era una pobre viuda moabita que vivía con su suegra en Belén. Ella no se revolcó en la autocompasión y se quejó de ser una viuda pobre en el lugar equivocado. En cambio, ella creyó que Dios le favorecería y declaró, “voy a encontrar favor en el campo en donde trabajaré”.

En lo natural, Ruth tenía todo en su contra pero confiaba en el favor de Dios; ella no sólo se convirtió en la esposa del hombre más rico de Belén cuando Booz se casó con ella, también se convir-tió en la bisabuela de David y su nombre se incluyó en la genealogía de Jesucristo, incluso aun cuando ella no era judía. Ese es el tipo de bendición de Dios que puede darte, su favor sobrenatural.

Una miembro de la Iglesia compartió cómo, debido a circuns-tancias imprevistas, ella llegó tarde para una entrevista de trabajo, y cómo confesó el favor de Dios en sí misma antes de la entrevista y, milagrosamente, los entrevistadores le preseleccionaron para una segunda entrevista. Había alrededor de 40 solicitantes más con la experiencia adecuada, y a pesar de que carecía de experiencia, por el favor de Dios consiguió el trabajo que venía con una mejor paga y un subsidio para comprar un coche. Su nueva compañía estaba incluso dispuesta a pagarle la gasolina y darle gastos de teléfono celular. ¡Todo porque ella creyó y confesó que tenía el favor de Dios!

No mires las cosas naturales que te hacen falta. Confía en el favor de Dios y verás bendiciones que tus habilidades naturales no te pueden dar.

Nadie desaparece del todo de la vida de uno, si ha sabido imprimir buenas huellas en el recuerdo.

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Lunes 23 de noviembre | Lectura del día: Romanos 12:9-21

La sana convivenciaSi es posible, en cuanto dependa de vosotros,

estad en paz con todos los hombres. Romanos 12:18

A ntes de que Manuel Antonio Carreño Muñoz, quien nació en Caracas, Venezuela en 1812 y murió en París, Francia el 4 de

septiembre de 1874, que fue músico, pedagogo y diplomático, es-cribiera su “Manual de urbanidad y buenas costumbres”, en donde habló sobre la forma de comportarse bien y en forma positiva como seres humanos, en la familia y en la sociedad, el apóstol Pablo habló de esta sana convivencia, comenzando con mantener una buena rela-ción con nuestro Padre celestial, luego con nuestra familia y después con los demás.

Resulta muy interesante que Carreño en su libro comience con los deberes para con Dios, diciendo: “Basta con dirigir una mi-rada al firmamento o a cualquiera de las maravillas de la creación y contemplar por un instante los infinitos bienes y comodidades que ofrece la Tierra, para concebir la sabiduría y grandeza de Dios, y todo lo que debemos a Su amor, Su bondad y a Su misericordia. En efecto, ¿quién sino Dios ha creado el mundo y lo gobierna? ¿Quién ha establecido y conserva el orden inalterable con que atraviesa los tiempos la masa formidable y portentosa del Universo? ¿Quién vela incesantemente por nuestra felicidad y la de todos los objetos que nos son queridos en la Tierra? Y por último ¿Quién sino Él puede ofre-cernos, y nos ofrece, la dicha inmensa de la salvación eterna? Somos, pues deudores de todo nuestro amor, de toda nuestra gratitud y de la más profunda adoración y obediencia…”

Pidamos a Dios que nos ayude a mantener, como el apóstol Pablo lo recomienda, una relación de paz con todos los seres hu-manos con los que tratamos diariamente. Noten que pone dos con-dicionantes: “Si es posible” y “en cuanto dependa de ustedes”. Significa que no siempre es posible y que nosotros tenemos que poner todo lo que esté de nuestra parte para lograrlo. Hagamos nuestro máximo esfuerzo con tal de dar buen testimonio aun con los difíciles de tratar socialmente, sabiendo que lo que hagamos será para la honra, gloria, honor y alabanza de nuestro Dios.

Buenas acciones, valen más que buenas razones.

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Martes 24 de noviembre | Lectura del día: 1 Samuel 16:1-13

Tengamos fe en la familiaPero el Señor dijo a Samuel: No mires a su apariencia, ni a lo alto de

su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón.

1 Samuel 16:7

E n cierta ocasión un profeta le dice a un padre de familia que el nuevo Rey sería elegido de entre sus hijos. Puedo imaginarme

la emoción que sentiría aquel padre ante semejante noticia. Rápida-mente organizó una cena en la que estaría presente toda la familia; luego vio a sus hijos, vio su parecer, sus habilidades, su liderazgo y sus logros. La cena inicia y uno a uno empezaron a desfilar frente al profeta, para sorpresa del padre de familia, ninguno de ellos fue elegido, ante el asombre de todos, el muchacho que no fue invitado a la cena, fue el elegido y se convirtió en uno de los Reyes más im-portantes de su nación.

Por naturaleza tendemos a crear cierta expectativa de aquellos que conforman nuestra familia, si somos hijos, hay acciones que es-peramos de nuestros padres o acciones que ya no esperamos, con un cierto sentido de frustración por las cosas que hemos experimentado. Como parejas, tendemos a rendirnos en nuestras relaciones con la mente en la frase “nunca cambiará” o “así es, debo acostumbrarme”. O quizá vemos cierto nivel en nuestros hijos y no esperamos mucho de ellos, vemos con más expectativa a los hijos de otras personas; esto lo vemos reflejado en la comparación dañina que muchas veces hacemos diciéndole a nuestros hijos que por qué no son como otros chicos, sin darnos cuenta que esta actitud hace que perdamos el sen-tido de expectativa, si no esperamos algo de nuestra gente, perdemos la esperanza, si perdemos la esperanza, no podemos desarrollar fe, y sin fe nos convertimos en limitadores del potencial que pueden tener.

¿Cuál es la lección que debemos aprender hoy? Tengamos fue en los nuestros aunque no veamos el potencial que pueden tener, creamos en ellos. Fe es la certeza de lo que se espera, así que espere-mos cosas buenas de nuestra gente. Pidámosle a Dios que nos ayude a ver lo que nuestros ojos naturales ahora no pueden ver.

Buenas acciones, valen más que buenas razones.

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Miércoles 25 de noviembre | Lectura del día: Colosenses 4:1-6

El trato con los demásAndad sabiamente para con los de afuera,

redimiendo el tiempo. Colosenses 4:5

P areciera que tener una buena relación con los de la misma fe, con los hermanos cristianos, no es muy difícil y que se dificulta más

mantener una relación cordial con los no cristianos. Sin embargo, la Biblia nos enseña que nuestro trato con los demás, cristianos o no, debe ser ejemplar. En todas nuestras relaciones debemos ejercitar-nos en el dominio propio, la tolerancia y la simpatía, entendiendo que somos diferentes en nuestra manera de ver las cosas, en nuestra comprensión de la verdad, en cuanto a nuestras ideas acerca del com-portamiento humano, en los deberes que a uno le parecen fáciles y a otros en extremo difíciles, de manera que debemos ser siempre prudentes al valorar a nuestros prójimos.

Cuando el apóstol Pablo recomienda a los colosenses y a no-sotros que, “andemos sabiamente con los de afuera”, hace un llamado a que cultivemos el arte de conversar con las personas. De esa manera descubriremos sus cualidades, su carácter, sus anhelos, sus deseos, su antecedente social y familiar, y sus planes. Y pasando por alto las faltas ajenas, cultivamos la amistad con los que nos rodean, camino para poder compartirles las buenas noticias de salvación por medio de Cristo. Buscamos, también, compartir lo que tenemos, para mostrar-les el amor y la misericordia. Podemos compartir desde herramientas que necesiten, alimentos, trabajos comunitarios, tiempos breves de conversación y muchas otras cosas más.

Oremos pidiendo a Dios que nos ayude, para que nuestro trato con los demás sea cordial, amigable, edificante, sano. Que, haciendo buen uso del tiempo, podamos “seguir la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). Que podamos descubrir cuando alguien está llevando la carga pesada de un problema, una enfermedad incurable, una deuda impagable, un hijo rebelde o una hija metida en drogas, una situación difícil y que estemos dispuestos a ayudarle, en la medida de nuestras posibilidades. O simplemente estar al lado de la persona en el momento de la prueba, angustia, problema, desesperación o duelo. Que el Señor nos ayude a andar de manera sabia para con los de afuera.

Buenas acciones, valen más que buenas razones.

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Jueves 26 de noviembre | Lectura del día: Gálatas 4:21-31

Alégrate cualquiera que sea tu situación…Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; prorrumpe

en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto… Gálatas 4:27

L a esterilidad es una condición dolorosa y frustrante. Sin embar-go, en Isaías 54 la Palabra de Dios dice a los que están experi-

mentando esterilidad ¡regocíjate, canta oh estéril! ¿Por qué? Porque en el capítulo anterior, se nos dice que el castigo de nuestra paz cayó sobre Jesús (Isaías 53:5). La palabra “paz” en hebreo significa inte-gridad, la solvencia, la salud, la seguridad y disposición. En otras palabras, todos estos beneficios son tuyos hoy, porque Jesús ya ha sido castigado en la cruz para tu tranquilidad. Es por eso que puedes comenzar a regocijarte.

Así que Dios quiere que en este momento, en cualquier área de tu vida que está estéril, te regocijes como si el fruto o la cosecha que quieres ver ya hubiera llegado. Él quiere que empieces a pensar, hablar y actuar como si la esterilidad no estuviera más.

Si eres financieramente estéril, empieza a planificar lo que lo harás cuando tus finanzas se incrementen. Yo no digo que salgas y gastes imprudentemente, pero empieza a hacer planes para aumentar tus riquezas. El tiempo para hacer esto es cuando todavía tus ojos aun te ven estéril.

Tu puedes decir: “los bancos me están persiguiendo” Dios dice: “Regocíjate porque eres próspero en Cristo.” En Cristo, ya eres bendecido con toda bendición espiritual, incluyendo la prosperidad financiera (Efesios 1:3) “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesu-cristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9).

Si estás enfermo, planifica hacer lo que no has sido capaz de hacer. No te alegres únicamente cuando la sanidad se manifestó y el dolor ya no existe. Alégrate ahora en tu sanidad, porque Jesús ya cargó tus enfermedades y llevó tus dolencias, y por su llaga ya has sido sanado (Isaías 53: 4-5).

Cualquier situación improductiva que estés pasando, alégrate y dile a Dios: “Padre, por el sacrificio de tu Hijo, soy bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Ya me has dado todo. Así que voy actuar así y me regocijare.”

Buenas acciones, valen más que buenas razones.

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Viernes 27 de noviembre | Lectura del día: 1 Corintios 14:26-40

El orden y cuidado de las cosasPero hágase todo decentemente y con orden. 1 Corintios 14:40

E l contexto en el pasaje de 1 Corintios 14 es enseñar que “…Dios no es Dios de confusión, sino de paz” y que esto debía demostrarse

en el orden de participación de las mujeres, de quienes hablaban otros idiomas, de los que interpretaban y todos los que tenían un mensaje que dar a la Iglesia. Aunque este principio es aplicable en las reglas de urbanidad y buenas costumbres, ¿pueden ustedes imaginar una ciudad en donde no se respetan los semáforos ni las leyes de tránsito? No habría orden y todo sería un caos, un desorden, una confusión total. En una emergencia marítima el orden es, “las mujeres y los ni-ños primero”. En los Estados Unidos de Norteamérica hay un dicho popular que dice, “Ladies first, monkeys last”, que libremente tra-duciríamos como “las damas primero, los changos al final”. A todo debemos aplicar orden y cuidado.

En nuestra vida personal y en nuestro hogar, el mantener or-denado todo debe ser una prioridad. Esto nos ayuda para usar mejor nuestro tiempo, sacar provecho de nuestras actividades, tener control de lo que tenemos y hacer las tareas de forma organizada. Las per-sonas desconfían de los desordenados, descuidados e incapaces de mantener el control de las cosas, porque ponen en peligro a los demás e inspiran temor. Por el contrario, siempre se confía en quienes son ordenados, cuidadosos y que tienen control sobre todo.

Bien podemos aplicar el principio de orden y el cuidado de las cosas a toda nuestra vida. Desde el orden del culto, de la alabanza, de la adoración hasta la manera como organizamos nuestros libros o útiles escolares. Tener cuidado de lo que hay en los sanitarios, como jabón, papel higiénico, toallas, el agua y todo lo demás. No rayar las paredes ni maltratar los lugares públicos, salir de nuestro centro de trabajo cuando suena la alarma sísmica.

Procuremos tener el lugar donde vivimos aseado, ordenado. Puede ser muy humilde pero limpio y organizado. En el caso de los jóvenes, habla muy bien de ellos cuando mantienen en su lugar sus cosas y evitan el desorden. Ser ordenado es una buena costumbre.

Buenas acciones, valen más que buenas razones.

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Sábado 28 de noviembre | Lectura del día: Romanos 4:1-12

Dios escucha tus oracionesBienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas,

y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado. Romanos 4:7-8

A lgunas personas piensan que si son más “correctas” con Dios, entonces Él escuchará sus oraciones. Por ejemplo, a veces creen

que si no hubieran peleado con su esposa o tenido esos malos pen-samientos en la mañana, entonces Dios respondería a sus oraciones. Dios no es así.

Él quiere que no dudes que puedes llegar a Su trono de gracia, confiando que recibirás Su misericordia y Su gracia (Hebreos 4:16). Puedes ver, a causa de la obra terminada de Jesús en la cruz, que puedes estar bien con Dios. No tienes que hacer nada para estar bien con Dios.

De hecho, por la fe en Jesús has recibido la justicia de Dios mis-mo y no importa cuántos errores hayas cometido, nunca perderás esa justificación, porque en primer lugar, Dios te lo dio, no por tus obras. En otras palabras, Dios no te impone Su justicia porque eras bueno, sino porque creíste en Jesús. A causa de lo que Jesús ha hecho por ti en la cruz, todos tus pecados del pasado, presente y futuro son per-donados. Dios no se acuerda de tus pecados y nunca te los recuerda.

Debido a que Jesús fue castigado por tus pecados, en la actua-lidad Dios no te recuerda tus pecados. Esto significa que tus pecados no pueden interferir en que Dios escuche y responda tus oraciones. Así siempre puedes correr a Su presencia sabiendo que puedes disfru-tar de Su amor.

Cuando conoces esta verdad, te hace libre y puedes tener una relación con Dios. Puedes hablar con Él sin temor ni ningún senti-do de condena; puedes estar en Su presencia y tener la confianza de que Él siempre te oye. En caso de que algo suceda en tu casa o en el trabajo, no siempre tendrás que llamar a tus líderes de la Iglesia, ora y Dios te escuchará.

Amados, ustedes son justificados en Cristo y Dios escucha sus oraciones.

Buenas acciones, valen más que buenas razones.

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Domingo 29 de noviembre | Lectura del día: Mateo 26:17-29

El cuerpo de CristoY mientras comían, tomó Jesús el pan y bendijo, y lo partió, y dio

a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Mateo 26:26

¿P uedes imaginarte a Jesús enfermo? ¿Sufriría alguna ves de gripe o fiebre en su caminar en la Tierra? ¡No, nuestro Señor Jesús

nunca estaba enfermo! Él era vibrante, lleno de vida y lleno de salud. Cuando le dijo a Sus discípulos: “Tomad, comed; este es mi cuerpo”, podían prácticamente visualizar lo que significaba, porque habían vi-vido y caminado con este hombre. Habían visto a la gente ser sanada cuando Él los tocaba.

¡Incluso sus ropas estaban empapadas de salud! Una mujer que tenía flujo de sangre durante ya 12 años, ningún médico había podido curarla, fue sanada inmediatamente cuando tocó el borde de Su man-to. Si el borde de Su manto estaba empapado con su salud, vitalidad, energía y resplandor divino, cuánto más su cuerpo.

La Biblia dice que colocaban a las personas enfermas a lo largo de las calles, y Jesús caminaba cerca de ellos y los tocaba y eran sanos. Ahora vemos a las estrellas de cine haciendo show, corriendo de aquí para allá, abofeteando a sus fans, pero no sanan a nadie. Pero donde-quiera que Jesús caminó, Él tocaba a las personas y las sanaba. Imagina esto: un camino lleno de personas, algunas acostadas en el piso frente a Jesús, pero las que estaban detrás de Él, quienes lo habían tocado, estaban saltando de alegría y le seguían. Así era como Jesús sanaba a los enfermos.

Así que esa noche, cuando dijo: “Tomad, comed; esto es mi cuer-po”, cuando él rompió el pan y se lo dio a su discípulos a comer, ellos sabían lo que significaba. Probablemente estaban pensando, “vamos a ingerir Su salud en nuestro cuerpo, ¡Aleluya!” Eso es lo que hay que creer al participar de la Santa Cena. No es sólo un ritual o acto simbó-lico. No, debes creer que Él es el verdadero pan del cielo que tomó tu cáncer, diabetes y enfermedades del corazón, de modo que tú puedes tener Su salud sobrenatural. Cuando tú comes de Su cuerpo roto con esta revelación, tendrás vida en abundancia y la salud del Señor.

Buenas acciones, valen más que buenas razones.

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Lunes 30 de noviembre | Lectura del día: Tito 3:1-11

Ser cortesesQue a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables,

mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. Tito 3:2

E n el pacto de carácter cristiano de nuestra Iglesia leemos: “Iden-tificarse con la Iglesia visible es el privilegio bendito y deber

sagrado de todos los que son salvos de sus pecados y buscan la per-fección en Cristo Jesús. Se requiere de todos los que quieran unirse a la Iglesia del Nazareno y así andar en comunión con nosotros, que muestren evidencia de salvación de sus pecados mediante una con-ducta santa y una piedad vital; y que sean limpios del pecado innato o que sinceramente deseen serlo. Ellos deben dar evidencia de su entrega a Dios: Primero. Haciendo lo que se ordena en la Palabra de Dios, la cual es la regla de fe y práctica de la Iglesia… y en tercer lugar de la lista está: Ser corteses con todas las personas”.

Dentro de las buenas costumbres y no solamente como un deber cristiano está la cortesía, un término que podemos decir que procede de cortés, un adjetivo que permite nombrar a las personas afables, atentas y comedidas. Es una expresión de las buenas mane-ras, el reconocimiento de las normas sociales que se consideran como correctas o adecuadas. Esto viene de muchos siglos atrás cuando las Cortes eran los núcleos más importantes a nivel político y social. Éstas se encontraban a las órdenes de los reyes. Así, cuando cualquier per-sona se creía que se portaba bien, se le llamaba cortés y a la cualidad que le caracterizaba se le llamaba cortesía.

Pidamos a Dios que nos ayude a desarrollar esta cualidad hu-mana, comenzando por usar frases como: “Por favor, con permiso, buenos días, buenas tardes, buenas noches, disculpe la molestia, mu-chas gracias, es un placer conocerle, es usted muy amable y otras”. Procuremos tratar a los demás como quisiéramos que nos trataran a nosotros, evitemos actitudes o expresiones que resulten ofensivas, seamos amables, educados, no interrumpir cuando alguien está ha-blando, escuchar atentamente a los demás y no burlarse de las opi-niones de otros. Reconociendo que lo más importante es dar buen testimonio para honrar el nombre de Dios.

Buenas acciones, valen más que buenas razones.