cierva, ricardo de la - la estrategia cristiano-marxista de liberación (1985)

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  • 8/7/2019 Cierva, Ricardo de la - La estrategia cristiano-marxista de liberacin (1985)

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    LA ESTRATEGIA CRISTIANO-MARXISTA DE LA LIBERACIN (I)

    EL FUNDAMENTO MARXISTA-LENINISTA DE

    LA LIBERACINRicardo de la Cierva (ABC 7-7-85)

    El detonante exorcismo Sal, espritu inmundo del capitalismo fue recomendado,aunque los lectores no se lo creern hasta que vean la cita, por un importante telogo de laliberacin, el uruguayo Juan Luis Segundo, en el encuentro de El Escorial, julio de 1972,organizado en Espaa por el Centro Fe y Secularidad; en ese momento estall con fuerzacsmica el movimiento Teologa de la Liberacin, conectado con el movimiento abiertamentemarxista Cristianos por el Socialismo y con el movimiento Comunidades de Base-IglesiaPopular, cuyo gran terico es el telogo recientemente silenciado por Roma, Leonardo Boff.El padre Segundo peda en El Escorial que se actualizaran los Sacramentos segn lacircunstancia histrica; el exorcismo clsico deba modificarse de esta forma: Sal,espritu inmundo del capitalismo, de este nio, para que entre en la sociedad como unaesperanza creadora y no como un pen ms. La prueba: ver Fe cristiana y cambio social enAmrica Latina, Salamanca, ediciones Sgueme, 1973, pgina 208. El libro, naturalmente, hasido ya descatalogado por la editorial, porque ste no es ms que uno de los innumerablesdislates que contiene, pero nunca comprender cmo el promotor del encuentro, midistinguido amigo el padre Alfonso lvarez Bolado, que es una persona inteligente y crtica,pudo aguantar impvido esta tremenda salida de tono a unos pasos de la tumba de Felipe II.

    Las nuevas fuentes de informacin y orientacinEfectuando, en mis artculos de Semana Santa, el desenmascaramiento de los

    movimientos liberadores, y establecida ya una red de conexiones internas einternacionales entre nuestro pequeo grupo de trabajo y otros de mucha mayorenvergadura, que nos han facilitado una informacin abrumadora, debemos continuar estecombate poltico-cultural en dos frentes. Primero, con el seguimiento de la actualidad quenos depara la marcha, hasta ahora incontenible, de los movimientos liberadores, comoacabamos de hacer en el estudio de la condena y el silenciamiento de Leonardo Boff, lavedette de la liberacin; segundo, abordar en profundidad, mediante estudiosmonogrficos, los complejos problemas que nos presentan, uno por uno y en conjunto, los

    movimientos liberadores. Hoy, en primersimo trmino, vamos a centrarnos en el vitalproblema de la estrategia. No sin destacar, ante todo, algunos importantes trabajospublicados hace poco sobre teologa de la liberacin y que pueden resultar muyorientadores para el gran pblico que, por primera vez desde el siglo XVII, se apasiona enOccidente ante un problema teolgico. Jos Miguel Ibez Langlois, que ya nos habaofrecido un excelente libro de iniciacin al marxismo, acaba de publicar en EdicionesPalabra (1985) un luminoso estudio sobre Teologa de la liberacin y lucha de clases. Elnotable telogo de Granada Don Jos Martn Palma public en el diario Idealtres artculosmagistrales sobre teologa de la liberacin a partir del 24 de marzo de este ao; unaexcelente crtica desde el punto de vista rigurosamente teolgico. Ese es tambin elenfoque que otro telogo, don Jos Ramn Schieifer Amzaga, que publica otra interesantetriloga en Deia, a partir del pasado 4 de abril. Por ltimo, entre los innumerablescomentarios extranjeros selecciono estos dos: el de Louis Pauwels, en Le Figaro Magazine,

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    22 de septiembre 1984, titulado Los cosacos y el Espritu Santo, y el del eminenteintelectual norteamericano Michael Novak, The case against liberation theology, en elmagazine del New York Times, 21 de octubre 1984. No estamos solos, pues, en eldesenmascaramiento, tan certeramente impulsado desde Roma por la vigilia tensa delcardenal Rantzinger; los excesos de los liberadores y sus cmplices encuentran por todo el

    mundo una profunda y concertada respuesta. Nuestra respuesta no es teolgica, porque lateologa de la liberacin no es una teologa, sino una antropologa marxista de clasemediocre; pero como acaba de notar graciosamente el doctor Polaina, como los liberadoresse salen de su terreno, tenemos que darle adecuada rplica desde el nuestro que pretendeninvadir.

    Marxismo y liberacin: el sustrato marxista-leninista

    Los liberadores y sus encubridores afirman que el marxismo es adjetivo a suteologa y a su praxis, y que se limitan a utilizar desde fuera el anlisis marxista. Son dossofismas. Como demostr en los artculos de Semana Santa, el marxismo es consustancialcon la teologa de la liberacin, porque los otros dos movimientos liberadores, CPS yComunidades de Base proclaman expresamente su dependencia marxista. Para el profesorNovak la teologa de la liberacin es el intento formal de trasladar el cristianismo a lascategoras marxistas; considera al marxismo como el hilo del tejido liberacionista y afirmaque esta teologa es al anlisis marxista lo que los frentes populares han sido a losmovimientos marxistas en otras partes (The case against liberation theology, pag. 51). Encuanto a la forzosa identidad entre el anlisis marxista y la confesin marxista, la certeradiagnosis del padre Arrupe, general de los jesuitas, citada extensamente en mis artculosanteriores, nos exime de ms pruebas; all mismo demostr la raz marxista de las tesisfundamentales de Gustavo Gutirrez y Leonardo Boff, y lo voy a confirmar.

    Marx, Lenin y Gramsci ante la religin: los textos

    El postulado fundamental, y la tesis de arranque para el marxismo de Carlos Marxes, dentro de la crtica frontal a la religin, la negacin de Dios, el atesmo, la consideracinde alienado para el hombre que se relaciona con Dios. Solo quienes desconocen a Marx seatreven a negar o a matizar esta realidad. El momento clave en la vida y la doctrina- deCarlos Marx en que define para siempre su actitud ante la religin es la Introduccin a lacrtica de la filosofa hegeliana del Derecho, que se public como segundo artculo de Marxen los Anales francoalemanesde 1843; all puede verse que la crtica de la religin es lapresuposicin de toda la crtica y aparece la frase famosa del opio del pueblo, que

    debemos reproducir en su contexto:La lucha contra la religin es indirectamente la lucha contra el mundo del que la

    religin es el aroma espiritual. El sufrimiento religioso es, al mismo tiempo, una expresindel sufrimiento real. La religin es el signo de la criatura oprimida, el sentimiento de unmundo sin corazn y el alma de circunstancias desalmadas. Es el opio del pueblo. Empleaesas definiciones de sustitucin en sentido negativo: como falsoconsuelo, falsoremedio.

    Para Marx la religin es la fantasa del hombre alienado, y el atesmo es inseparabledel humanismo. La religin dice- es solamente el sol ilusorio que gira en torno al hombremientras ste no gira en torno de s mismo (Ver D. McLlelan, Karl Marx, Editorial Grijalbo,1973, pgs. 106 ss.). Estas no son posiciones circunstanciales, sino centrales en el sistema yen el pensamiento de Marx; sin ellas no hay marxismo: el llamado anlisis marxista no naceindependientemente- desde la realidad, sino desde esta concepcin de la realidad. Elmarxismo de Marx es, por definicin, la negacin de la trascendencia.

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    Vladimir Ilich Lenin concreta el pensamiento de Marx sobre la religin con vistas ala fundacin del imperialismo revolucionario. En El socialismo y la religindefine la religincomo opresin: Sera estrechez burguesa olvidar que la opresin religiosa sobre el gnerohumano no es ms que producto y reflejo de la opresin econmica en el seno de lasociedad. Y, por tanto, nuestra propaganda incluye obligatoriamente la propaganda del

    atesmo (Obras escogidas, Pars, col. Ebro, 1972, pgina 117 s. tomo I). Y en otro momento,Actitud del partido obrero ante la religin(ibid. Pg. 176 ss) define lo que ser el ncleo dela estrategia liberacionista: Hay que saber luchar contra la religin, y para ello esnecesario explicar desde el punto de vista materialista los orgenes de la fe y de la religinentre las masas. La lucha contra la religin no puede limitarse ni reducirse a la prdicaideolgica abstracta; hay que vincular esta lucha a la actividad prctica concreta delmovimiento de clases, que tiende a eliminar las races sociales de la religin. Y un poco msall, en la pgina 177: El marxista debe ser materialista, es decir, enemigo de la religin;pero debe ser un materialista dialctico, es decir, debe plantear la lucha contra la religinno en el terreno abstracto, puramente terico, de prdica siempre igual, sino de modoconcreto, sobre la base de la lucha de clases que se libra de hecho y que educa a las masasms y mejor que nada. Por tanto, dos dogmas de la teologa de la liberacin la primaca dela praxis y la insercin de la lucha de clases en el seno de la Iglesia-, tal como proponeGustavo Gutirrez en su libro clave y Leonardo Boff en el dramtico captulo octavo de sulibro Iglesia: carisma y poder, no son ms que aplicaciones concretas de la doctrinaleninista para luchar contra la religin. Marx descubre a la lucha de clases como motor dela Historia; Lenin enmarca en ella la lucha a muerte contra la religin.

    Otro terico marxista-leninista muy citado por los liberadores es el comunistaitaliano Antonio Gramsci, para quin la lucha contra la Iglesia y la sociedad burguesa debeacometerse mediante una tctica profunda de infiltracin, encomendada a los que Gramscillama intelectuales orgnicos; expresin que Gustavo Gutirrez, como demostr en los

    artculos del desenmascaramiento, aplica con cinismo a los telogos de la liberacin alcomenzar su libro famoso (Teologa de la liberacin, dcima edicin, pgina 37). El textoclave de Gramsci est en Socialismo y cultura: Toda revolucin ha sido precedida por unintenso trabajo de crtica, de penetracin cultural, de permeacin de ideas a travs deagregados humanos al principio refractarios y slo atentos a resolver da a da, hora porhora, y para ellos mismos su problema econmico y poltico. El mismo fenmeno se repitehoy para el socialismo. La conciencia unitaria del proletariado se ha formado o se estformando a travs de la crtica de la civilizacin capitalista, y crtica quiere decir cultura,no ya evolucin espontnea y naturalista (A. Gramsci, Antologa, Madrid, Siglo XXI, 1974,pgina 16 s.).

    Cuando se relacionan la teologa de la liberacin y los dems movimientos

    liberadores con las fuentes y las doctrinas del marxismo suelen cintarse vagamente lasreferencias; he preferido aducir framente los textos en su contexto, y con su localizacin.Claro que hay varios marxismos; pero todos ellos, so pena de dejar de serlo, asumen estospostulados filosficos y estratgicos de Marx en el siglo XIX; de Lenin en el siglo XX. Losintentos de dilogo con el cristianismo son, en el campo cristiano, pura ingenuidad; en elcampo marxista, pura tctica. Se conocen los nombres de innumerables cristianos quedejaron de serlo al hacerse marxistas. No se sabe de muchos marxistas que abandonasen elmarxismo, es decir, el atesmo, para hacerse cristianos de corazn y razn. El desequilibrioes ya una prueba tremenda.

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    La impregnacin marxista de los movimientos liberadores

    Los liberadores y sus cmplices acuden muchas veces a un sofisma: negar o atenuarsu marxismo. Cuando el 1 de mayo de 1985 se notific a Leonardo Boff la condena alsilencio penitencial y la suspensin en todos sus cargos y actividades, su nerviosa reaccin

    equivala a una excusatio non petita: No soy marxista, dijo, cuando nadie le haba acusado,directamente, en la condena romana de marxista, sino de poner en peligro con susdiecinueve tesis (algunas marxistas) la doctrina de la fe. Es cierto que muchos liberadoresllegan al marxismo, y utilizan la terminologa marxista, por pura frivolidad. Pero losprincipales portavoces Boff, Gutirrez, algunos jesuitas espaoles e iberoamericanos-emplean conscientemente el anlisis, y por tanto la doctrina marxista como instrumentoesencial; en los artculos del desenmascaramiento prob ya suficientemente esta tesis alanalizar los libros de Boff y Gutirrez, y al citar in extensola importante carta del generalde los jesuitas, padre Arrupe, sobre el anlisis marxista, cuya tesis es que el anlisismarxista arrastra fatalmente a quien lo emplea hasta el marxismo.

    El cardenal Lpez Trujillo, una especie de bestia negra para los movimientosliberadores, traz claramente los lmites entre marxismo y cristianismo en su libro de laBAC, editado en temprana fecha, 1974: Liberacin marxista y liberacin cristiana. Es latesis que asume el vital documento de la Santa Sede de agosto de 1984, cuya entraa fueacertadamente resumida por ABC en su titular anticipado del 31 de agosto: No puedeconfundirse la liberacin anunciada por Jesucristo con la inspirada en el marxismo. Claroque la discusin sobre la entraa marxista de los movimientos liberadores slo se aplica auno de ellos, la teologa de la liberacin, porque los otros dos se confiesan abiertamentemarxistas, tanto Cristianos por el Socialismo como Comunidades de Base/ Iglesia Popular,segn demostr en los artculos del desenmascaramiento.

    Las tesis marxistas del precursor de la liberacinPara estudiar las contaminaciones marxistas de la teologa catlica y de la

    protestante es muy til un libro editado por Speiro en 1976: El marxismo en la teologa, deMiguel Poradowski. Pero nada puede suplir al anlisis del libro Fe cristiana y materialismohistrico, editado por Sgueme, Salamanca, 1978, y debido a la pluma de Gulio Girardi, eltelogo italiano que todo el mundo conoce como principal desencadenante de la teologa dela liberacin. As, el cardenal Lpez Trujillo (De Medelln a Puebla, Madrid, BAC, 1980,pgina 191) recuerda la participacin de Girardi en la Semana de Teologa de Deusto en1970 que sembr la teologa de la liberacin en Espaa; y su contribucin, -potica, comoveremos- al Encuentro de El Escorial, donde naci la teologa de la liberacin con vocacin

    csmica en 1972. La creacin chilena de Cristianos por el Socialismo estuvo tambinimpregnada por la orientacin de Girardi; lo que diga Girardi, pues, sobre la liberacin y elmarxismo debe considerarse decisivo.

    Estas son sus tesis principales:

    1.- Los cristianos revolucionarios no se acercan ya al marxismo por motivosfundamentalmente pastorales o religiosos, sino por motivos polticos; se acercan a l, enprimer lugar, no ya como a un atesmo, sino como a una teora de la revolucin. Para ellos elmarxismo no es ya la posicin del otro, que hay que estudiar con simpata, sino que formaparte de su misma posicin. No se trata para ellos de enfrentar al cristianismo con elmarxismo de los otros, sino de enfrentar su marxismo con su cristianismo (Girardi, op. cit.,p. 27).

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    2.- Un gran nmero de los cristianos que se comprometen en sentido revolucionario acabanabandonando la Iglesia y la fe (op. cit. p. 27).

    3.- En el plano prctico numerosos marxistas han acogido las nuevas posibilidades que estecambio del mundo cristiano ofrece al porvenir de la revolucin al hacer posible para ellos

    una alianza con los cristianos que no ser ya solamente tctica, sino, segn la expresin deFidel Castro, estratgica (op. cit. p. 45).

    4.- La reflexin a la luz del materialismo histrico puede convertirse en lugar fundamentalde la creatividad cristiana (op. cit. p. 100). Es decir, que la praxis y la teora o teologa dela liberacin nacen del marxismo como fuente.

    Con estas premisas, el precursor de la teologa de la liberacin la define as, deforma reveladora: As pues, la teologa de la liberacin quiere ser un intento de elaborartericamente esta experiencia desconcertante con toda su carga de ruptura y de fidelidad.No es un intento de respuesta cristiana a los problemas polticos, sino de respuesta a losproblemas religiosos que nacen de las nuevas opciones polticas. No es una reflexinsectorial sobre el problema de la revolucin, sino un intento de replantear el conjunto delos problemas de fe dentro de una perspectiva revolucionaria. Por consiguiente, no es unnuevo captulo de la teologa, sino una nueva teologa sin ms. No puede delegarse en manosde los especialistas, sino que tiene que ser una creacin colectiva de la comunidad militante.No es el acceso a una nueva ortodoxia, aunque sea la revolucionaria, sino una bsquedapermanente de la libertad, que es la cultura revolucionaria (op. cit. p. 146 s.). La libertadde los movimientos liberadores ya la conocemos; es la libertad de Cuba y Nicaragua, lalibertad de la URSS y sus satlites. Como certeramente pregunta el profesor Novak, nadiehabla de teologa de la liberacin en Lituania o Hungra. O como coment el cardenal Rossicon motivo de un viaje a Amrica, la libertad de la T. de la L. es la libertad de las

    alambradas y de los campos de concentracin.5.- La ltima tesis de Girardi suena a simple blasfemia:

    A esta visin clasista de la Historia corresponde una visin clasista de Dios. El Diosque fundamenta la concrecin espiritualista de la Historia se revela efectivamente como elDios de las clases dominantes; monarca absoluto, que se concede sus dones segn subeneplcito, que espera de sus sbditos una sumisin ciega, que ejerce sobre ellos elderecho de vida y de muerte, de salvacin y de condenacin (op. cit. p. 146). As define elprecursor de la T. de la L. al Dios de San Agustn, y de Santo Toms, y de Ignacio deLoyola, y de Teresa de Jess, y de Antonio Mara Claret, y de Rosa de Lima: como unaespecie de Moloch sanguinario y arbitrario.

    Las cartas del cardenal Suqua

    El cardenal arzobispo de Madrid, don Angel Suqua, public en los nmeros deenero, febrero y marzo de 1985 del Boletn Oficial de la Archidicesis tres luminosascartas sobre la teologa de la liberacin, que han sido cuidadosamente ocultas y silenciadaspor la prensa progresista, incluso religiosa, y a las que apenas ha prestado atencinrelevante el diario catlico Ya, pese a que es propiedad de la Conferencia Episcopal y seedita en la dicesis del cardenal. Se refiere el arzobispo al documento de Roma sobe lateologa de la liberacin el documento Ratzinger de agosto de 1984- y resume as susaspectos crticos: Estas formas de teologa de la liberacin que recurren de modoinsuficientemente crtico a conceptos tomados de diversas corrientes del pensamientomarxista son las analizadas en el documento con el fin de sealar las graves desviaciones

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    que contienen (Primera carta, enero 85, p. 20). En la segunda carta se refiere el cardenala esas desviaciones. Con el anlisis dice- asume (la T. de la L.) tambin la praxis marxista,inseparable de aquel; y con el anlisis y la praxis, el sentido y la concepcin de la Historia,marcada, en su estructura fundamental, por la lucha de clases La sola exposicin de loselementos marxistas encerrados en las teologas de la liberacin es suficiente para captar

    su incompatibilidad con la doctrina de la Iglesia y su desviacin de la fe. Se dice, es verdad,que lo incompatible con la fe es la ideologa totalizante de signo materialista de la filosofamarxista, pero no los elementos que se refieren al orden socioeconmico. Hay que tener encuenta, sin embargo, que estos elementos estn ntimamente unidos con la ideologa, comoenseaba Pablo VI con palabras que el documento transcribe; y que querer integrar en lateologa un anlisis cuyos criterios de interpretacin dependen de una concepcin atea, dela negacin de la persona humana, de su liberacin y sus derechos, es encerrarse enruinosas contradicciones (Segunda carta, febrero 85, jp. 154). Las ltimas palabras deesta cita se refieren al documento Ratzinger del que se toman.

    El marxismo de Gutirrez y Boff

    En mis artculos del desenmascaramiento demostr con citas que no pudieron serdestruidas el carcter sustancialmente marxista de los dos principales libros de GustavoGutirrez y Leonardo Boff, los dos principales telogos de la liberacin. Sobre Boffconvendra insistir en que el captulo VIII de su libro, reprobado en marzo de 1985 por laSanta Sede, es una aplicacin directa del marxismo-leninismo (as como otros captulos) porsu pretensin de insertar en la vida de la Iglesia la lucha de clases, como hemos visto querecomendaba expresamente Lenin, y por su identificacin netamente marxista de ladinmica eclesial y la vida de la Iglesia como proceso de produccin materialista. Endeclaraciones a Le Mondepor los das de su llamada a Roma antes de la condena definitiva,

    Boff, no abjura para nada del materialismo histrico. Invoca a Gramsci y a Althusser.Gramsci fue el terico comunista de al toma del Poder en las sociedades desarrolladas.Althusser emprendi la intelectualizacin del estalinismo. Son los pobres quienes poseen lahegemona dice- no la Iglesia. Insiste en la primera pgina de Le Monde: Que por elEspritu Santo formamos un solo cuerpo? Por el espritu de Marx rompe la tnica inconstil(Cfr. Le Figaro Magazine, 22 de septiembre de 1984, Editorial). Y su paso desafiante porMadrid, en enero del 85, para participar, con gastos pagados, en el programa de TV Usted,por ejemplo, Boff acus, junto al telogo jesuita de la liberacin Jon Sobrino, al documentoRatzinger de no conocer a fondo la teologa de que habla, y aadi: Muchos elementos delmarxismo han entrado ya a formar parte del patrimonio cultural de la Humanidad entera(Cfr. Vida Nueva, 1614, 1985, 12 de enero, p. 35).

    En los citados artculos de Semana Santa demostr con un abrumador conjunto decitas la raz marxista del libro primordial de Gustavo Gutirrez, Teologa de la liberacin.Pero en el Encuentro de El Escorial, donde fue la estrella, Gutirrez revelaba su marxismode forma todava, si cabe, ms clara. Optar por el pobre dice en su ponencia- es optar poruna clase social y contra otra, tomar conciencia del hecho de enfrentamiento de las clasessociales y tomar partido por los desposedos. Y a esto llama Gutirrez proceso deconversin evanglica, es decir, de salida de s mismo y de apertura a Dios (Cfr. Fecristiana, 1973, p. 234). En realidad es apertura al marxismo-leninismo ms claro. Y unpoco ms abajo, en la pgina 240/1, la utopa final de Gutirrez coincide exactamente conla utopa final de Carlos Marx, no con la utopa de Cristo: Slo la superacin de unasociedad dividida en clases, slo un poder poltico al servicio de las grandes mayoraspopulares, slo la eliminacin de la apropiacin privada de la riqueza creada por el trabajo

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    humano, puede darnos las bases de una sociedad ms justa; es por ello que la elaboracindel proyecto histrico de una nueva sociedad toma cada vez ms en Iberoamrica la sendadel socialismo. Se atrever una vez ms el seor Martn Descalzo a acusarme detergiversar y explicar al revs las tesis de Gutirrez? Si es as, evidentemente no ha ledoa Gutirrez. Pues bien: vea con atencin la acusacin romana que sigue.

    La denuncia romana y la confesin de Barcelona

    Hemos preferido demostrar la clave marxista de los telogos de la liberacin desdela crtica interna. El profesor Ibez Langlois, conocedor directo de la realidadIberoamericana, demuestra definitivamente el marxismo constitutivo de Gutirrez, Boff ySobrino en su esplendido anlisis recin publicado, Teologa de la liberacin y lucha declases. Pero no debe olvidarse el argumento de autoridad. Ya hemos visto que la asuncin detesis marxistas capitales ha sido determinante para la descalificacin pblica de Boff porla Santa Sede en la notificacin del 11 de marzo de 1985. Pero en la diez Observacionesdirigidas por Roma a Gustavo Gutirrez a propsito de sus libros: Teologa de la liberacin

    y Fuerza histrica de los pobres(ver el texto de Roma en Misin abierta, febrero 1985, p.33 ss.) se le acusa de aceptacin no crtica de la interpretacin marxista de estasituacin (el escndalo de la miseria en Iberoamrica) en la observacin primera; en la dosse dice: Bajo el pretexto de su carcter cientfico, Gutirrez admite la concepcinmarxista de la Historia; Historia conflictiva, estructurada por la lucha de clases, yexigiendo el empeo al lado de los oprimidos en lucha por su liberacin. La observacinsiete explica con detalle esta acusacin global: La influencia del marxismo se nota tambinen la misma concepcin de la verdad y sobre la nocin de teologa. Y la observacin nueveconcluye: (Los cristianos) son invitados a entrar en la lucha, sin que se ponga en duda la

    legitimidad de una lucha inspirada por el proyecto marxista. A continuacin, la citadarevista espaola Misin abierta, portavoz fantico y rebelde de los movimientosliberadores pese a estar editada por los claretianos, esa Orden benemrita de la Iglesia yde Espaa- concede a Gustavo Gutirrez muchas pginas para que el telogo de laliberacin, con la tcnica de un charlatn de feria, intente encubrir, intilmente, la razmarxista de sus postulados teolgicos y se debata con torpeza y verborrea contra lasacusaciones de la Sagrada Congregacin, que son ntidas y tajantes.

    Voy a aducir una prueba final sobre el marxismo de los movimientos liberadores. Enla Asamblea Mundial de Cristianos en las Luchas Populares de Liberacin, celebrada enBarcelona en enero de 1984, el ponente Giulio Girardi, uno de los grandes precursores y

    fundadores de la teologa de la liberacin, se preguntaba como reto a la Asamblea:Contina siendo el marxismo una fuente de inspiracin y un mtodo de anlisis vlido de larealidad actual?. La respuesta oficial de la Asamblea fue esta: En el combate por elsocialismo, el marxismo, a pesar de la crisis que atraviesa, contina siendo una teorafecunda para el anlisis de nuestra sociedad ypara la elaboracin de nuestra estrategia(Iglesia viva, 109, 1984, p. 92-93).

    Est, pues, demostrada la sustancial impregnacin marxista de los movimientosliberadores. Llegamos con ello al punto capital de nuestro estudio: la estrategia de laliberacin.

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    LA ESTRATEGIA CRISTIANO-MARXISTA DE LA LIBERACIN (II)

    LA ESTRATEGIA: LA INSPIRACIN

    SOVITICA Y LA PLAZA DE ARMASRicardo de la Cierva (ABC 10-7-85)

    Demostrada en los captulos anteriores la raz marxista del triple movimientoliberador, proponemos en este una hiptesis razonada sobre su estrategia. Nuevadocumentacin en algunos casos abrumadora- puede convencer al lector de que losmovimientos cristiano-marxistas de la liberacin son una estrategia sovitica de nuestrotiempo, como apuntaba Fidel Castro, imprudentemente, en cita de Girardi, comunicada en el

    captulo anterior. Vayamos por pasos y por elementos de esa estrategia.

    Objetivo y mtodo

    En el ao 2000 la mitad de la Iglesia catlica vivir en Amrica, al sur del RoGrande. Y la situacin real de opresin en que se debaten partes importantes de aquellasociedad, tan penetrada por la fe cristiana como herencia hispnica, es un excelente caldode cultivo para introducir con mtodos estratgicos es decir, para agudizar all laconfrontacin del bloque oriental del totalitarismo contra el bloque occidental de lalibertad- una situacin revolucionaria definitiva. Una vez ms debo citar la descripcin dela teologa de la liberacin dada por un intelectual agnstico y espaol, pero cabal: Es elfenmeno de subversin antidemocrtica ms importante desde la Komintern, que tienecomo propsito declarado hacer bascular al Tercer Mundo empezando porHispanoamrica- hacia el bloque sovitico (Federico Jimnez Losantos en ABC, 10-1-85).Como vimos al estudiar la doctrina de Lenin en la primera parte de esta serie, la estrategiasovitica trata de instrumentar a la Iglesia Catlica para la lucha contra el capitalismo ycontra la libertad; Lenin da, en aquel mismo contexto, unas sobrecogedoras instruccionessobre como se debe aceptar o rechazar a los sacerdotes en la lucha por el socialismo.Insistamos en que los movimientos liberadores son una lucha contra la libertad; ah radicasu contradiccin original, porque no son realmente una liberacin, sino una esclavizacin.

    El mtodo estratgico est delineado por el propio Lenin en las citas indicadas. Setrata no de responder a la Iglesia con argumentos, sino a travs de la lucha de clasesintroducida vitalmente en la sociedad regida espiritualmente por la Iglesia. Y la lucha declases significa ante todo divisin profunda: pobres contra ricos, opresores contraoprimidos, clrigos contra obispos, obispos entre s, cristianos en dos bandos.

    El mtodo es la lucha destructiva para lograr el poder, no la dialctica constructiva.Un movimiento marxista como es la teologa de la liberacin comete un pecado de lesomarxismo: carece totalmente de una economa poltica, como ha sealado profundamente ensus artculos el profesor Novak. No aporta ms que lucha para la captacin del poder; no da

    soluciones econmicas y sociales fuera de las destructivas. Ni explica cmo algunos pasespor ejemplo, asiticos- han salido del Tercer Mundo a fuerza de inteligencia y de trabajo,

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    en las antpodas del marxismo: Formosa, Singapur, Corea del Sur, por ejemplo. Sinespeciales recursos bsicos. Gracias a clases dirigentes creativas, no remolonas. Elresultado contrario puede verse en la realidad de los pases socialistas, convertidos engigantescos Gulag.

    El centro de la iniciativa: la KGB sovitica

    No se trata de una ensoacin ultra, sino de una realidad que cada da aflora a laspginas de la Prensa: ver la ilustrativa crnica de ABC el 12-5-85, pgina 23: institutosinternacionales y el Consejo de la Paz promueven la intoxicacin sovitica en Occidente. Enel Parlamento britnico han sido denunciados recientemente trece centros concretos deagitacin estratgica dependientes de la URSS, enmascarados algunos como centrospacifistas. En el mejor estudio sobre la estrategia secreta sovitica John Barron, KGB,Londres, Hodder and Stoughton, 1974- se citan (pgina 22) las conexiones cubanas de laKGB; en la pgina 75 y siguientes se analiza el primer directorio principal de la KGB, con losdepartamentos especiales para la desinformacin y la accin ejecutiva, y los departamentosregionales, entre los cuales el primero es Estados Unidos y Canad, el segundoIberoamrica, el quinto Europa occidental, incluida Espaa. El departamento 11 lleva lasrelaciones con los centros en pases satlites, incluida Cuba; la estrategia de la KGB enAmrica hispana se hace a travs del centro de La Habana. En la pgina 237 se publica unestremecedor y documentado relato sobre la responsabilidad de la KGB en la matanzamexicana de Tlatelolco en 1968. En los apndices se transcriben instrucciones ecretas dela KGB para el reclutamiento de agentes norteamericanos entre estudiantes enSudamrica, y la lista de agentes soviticos de la KGB en Amrica del Sur, incluido Mxico,lista capturada seguramente por la CIA. Al ser la teologa de la liberacin un movimiento

    estratgico dirigido o manipulado por el bloque sovitico, est claro que su impulso decoordinacin viene dado por la KGB y sus agencias; la aparicin casi simultnea, a principiosde la dcada de los setenta, de los tres movimientos liberadores, TL, CPS y Comunidadesde Base, no es un fenmeno meramente eclesistico, sino una conjuncin estratgica, y lapresencia de las mismas personas en las tres ramas del movimiento liberador es un indicioseguro de esa coordinacin.

    El centro de instrumentacin: el movimiento polaco PAX

    La revista Itinraires, suplemento al nmero 86, tercer trimestre de 1964,

    publicaba un extraordinario documento reservado de la Santa Sede, que luego fueconfirmado por la revista progresista francesa Informations Catholiques Internacionalesypublicado ntegramente en Espaa por un grupo universitario, que lanz en 1976 uninteresantsimo alegato: Planificacin comunista para Espaa, Madrid, ADUE. El 6 de juniode 1963, en efecto, el Secretario de Episcopado francs transmita a los obispos ysuperiores religiosos una carta del nuncio en la que se comunicaba un documento elaboradopor el cardenal Wyszynski sobre la verdadera naturaleza del movimiento PAX. He podidocomprobar estos das en fuentes vaticanas la autenticidad plena del documento Wyszynski,cuyos puntos principales son:

    1.- PAX se presenta en el extranjero como un movimiento de los catlicosprogresistas polacos (pgina 17, cito por la versin francesa de Itinraires).

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    2.- En realidad, PAX no es un movimiento, sino un rgano del aparato policialestrictamente articulado, que depende directamente del Ministerio del Interior, y ejecutacon obediencia ciega las rdenes de la Polica Secreta, UB (dependiente, a su vez, de modoservil de la KGB -pgina 18-).

    3.- Su fundador, Plasecki, condenado a muerte por los soviticos por sus

    actividades en la resistencia, salv la vida a condicin de ahogar y esclavizar a la Iglesia alservicio de la revolucin comunista (pgina 18).4.- Los principios que guan la accin de PAX son: introducir la lucha de clases en el

    seno de la Iglesia, segn la consigna de Lenin; dividir a los obispos en dos bloques,integristas y progresistas; lanzar a los sacerdotes con mil pretextos contra los obispos.Con golpes hbiles, formar en los medios eclesisticos ncleos de insatisfechos paraatraerlos poco a poco al clima fecundo de la lucha de clases.

    A partir de diciembre de 1963 el movimiento PAX cre en Roma los dos centros queactuaban bajo su directriz, y que desde 1965 se fusionaron en I-DOC (Informacin yDocumentacin Conciliar), en cuyo consejo hubo 130 especialistas de varios pases. Elmovimiento PAX, a travs del I-DOC, se mostr muy activo en los principios de losmovimientos liberadores. Dos miembros del centro del I-DOC en Cuernavaca (Mxico), eltelogo de la liberacin Segundo Galileas y el socilogo Renato Pobrete, intervinieron en elencuentro de El Escorial en 1972 para el lanzamiento del movimiento teologa de laliberacin a un mbito mundial (ver Fe Cristiana y Cambio Social Salamanca, Sgueme,1973, pginas 150-153). El movimiento PAX y sus sucedneos financian hasta hoy algunosviajes de telogos de la liberacin y sus colaboradores a Polonia y otros pases; en el casode Polonia nos consta que determinados viajes de telogos espaoles son pagados enPolonia, y no precisamente por el cardenal Glemp; y existe un telogo espaol encargado enEspaa de coordinar estos viajes, cuyo nombre conozco, y tendra que revelar si este punto

    se discute pblicamente. El secretario general del I-DOC, que fue Leo Altig von Gesau, enuno de sus viajes en los comienzos de su andadura, ha girado una visita por Iberoamrica yha organizado centros en Mxico, Brasil, Colombia, Chile, Uruguay, con lo que esperamosiniciar rpidamente una distribucin a gran escalla por Iberoamrica. Centros similaresfuncionan ya en USA, Francia, Holanda, Espaa e Irlanda (El I-DOC, una jerarqua paralela;Madrid, CIO, 1968; pginas 9-10).

    Los pacifistas en Espaa

    La conexin de la KGB con los movimientos pacifistas es ya en Espaa un lugar

    comn, que se ha evidenciado una vez ms en el viaje del presidente Reagan en mayo de1985, donde los movimientos pacifistas han preparado al presidente amigo y aliado unarecepcin barriobajera. Los movimientos pacifistas en Espaa se relacionan, por un lado,con la extrema izquierda prosovitica Movimiento Comunista-, y, por otro, tienenprofundas vinculaciones con sectores de la Iglesia y la poltica de izquierdas; entre lospromotores y participantes en el IV Congreso de Teologa (liberadora), en septiembre de1984, figuraban el Movimiento Cristianos por la Paz, Justicia y Paz, el verde excomunistaRamn Tamales, el TL Gustavo Gutirrez, los socialistas Ignacio Sotelo, Manuel Reyes Mate

    y Pablo Castellano, el excntrico Jos Mara Diez Alegra junto al original Gonzlez Ruiz, yaunque mis lectores no se lo creern, figura, segn las actas del Congreso liberador (MisinAbierta, 5-6 de diciembre de 1984), como participante en el Congreso el fundador ypresidente del PDP y lder de la Coalicin Popular, don Oscar Alzaga. En el artculo final deesta serie analizaremos lo que sucedi en este aquelarre.

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    Los pacifistas, los pacifistas. Al regresar de un viaje a Cuba el consiliario de laAsociacin de Propagandistas, don Miguel Benzo Mestre, publicaba un detonante artculoen El pas(14 de octubre de 1983) en que prefera seguir vivo, aunque el mundo se volvierarojo, y aada: Por mucho que pueda parecer inaceptable, el comunismo es, al fin y al cabo,un fenmeno humano que, como todos en la Historia, ir perdiendo virulencia ideolgica y

    ser digeridos y asimilado por la Humanidad misma. Prefiere el seor Benzo que loscomunistas nos lleven a todos al paredn a utilizar contra ellos, en caso extremo, todos losrecursos de la estrategia; y cree que el verdadero valor consiste en rendirse ante loinevitable. El verdadero valor de las gallinas, naturalmente. Por otra parte, el cobardedocumento de los Secretariados diocesanos de Pamplona, Bilbao, San Sebastin y Vitoria,El cristiano ante la guerra y la paz (noviembre 1981), se opone veladamente, en nombre deun pacifismo entreguista, a la entrada de Espaa en la OTAN y demuestra por s mismo lainfiltracin de los movimientos pacifistas en la Iglesia dentro de una regin espaola detanta densidad estratgica como la de los autores.

    La plaza de armas para la estrategia sovitica: Cuba, 1959

    M. Hervs, desde Nueva York, revelaba recientemente un documento secreto delgobierno Reagan en que se demostraba que la URSS utiliza a Cuba para convertirCentroamrica en un satlite socialista (Ya, 11-2-85, pgina 3). El documento, filtrado alTimes de Nueva York, usaba papeles secretos de Gromyko capturados por los americanosen su invasin de la isla de Granada, y no hace sino confirmar una evidencia estratgica:desde su cada en la rbita sovitica, Cuba es la plaza de armas para la estrategia soviticaen el Caribe y en toda la Amrica continental; mientras, la URSS ha hecho tambin de Cubasu base logstica y su reserva militar para el expansionismo marxista en frica.

    El 8 de enero de 1959, gracias a la desastrosa corrupcin del dictador FulgencioBatista y a la torpe inhibicin del Departamento de Estado de Washington, descritamagnficamente en The fourth floor (Nueva York, Random House, 1962) por el entoncesembajador de los Estados Unidos en Cuba, Earl Smith, Fidel Castro entraba triunfalmenteen la Habana. Muchos de sus hombres llevaban al cuello el rosario y la jerarqua catlicaapoyaba al nuevo rgimen. Pronto saldran de su error. Segn datos actuales, el nmero depersonas que se confiesan catlicas en Cuba ha pasado del 95 al 30 por 100; slo unaminora asiste a misa los domingos, unas cinco mil personas; en nmero de sacerdotes hadisminuido enormemente, el de religiosos y religiosas ha llegado a la casi desaparicin, ytanto la enseanza como la vida cubana han prescindido de la religin. En 1961

    Norteamrica, regida por Kennedy, trat de remediar su error con algo peor: la invasin deBaha Cochinos, que supuso la consolidacin de Fidel Castro y su entrega total en manos dela URSS, de la que se convirti en satlite. Poco despus, todava en 1961, Fidel Castroimplant el Partido nico de la Revolucin Socialista, y en 1962 la instalacin de misilessoviticos en Cuba provoc una crisis mundial resuelta por la firmeza de Kennedy y elsentido comn de Kruschev. En 1965 Castro se quit su ltima careta, cambi el nombre desu Partido nico al de Comunista y envi a su principal colaborador, el comandante ErnestoChe Guevara, para que difundiese la revolucin en el continente iberoamericano. Alcomenzar agosto de 1967, Castro convoc en La Habana una reunin de la OrganizacinLatinoamericana de Solidaridad, para desarrollar la accin subversiva en Amrica; Cuba,marxista-leninista, era ya la plaza de armas sovitica en el Continente. Y lo mismo queEspaa en el primer tercio del siglo XIX utiliz a Cuba como plaza de armas para resistir alos movimientos independentistas de toda Amrica, la URSS, en el ltimo tercio del siglo

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    XX, utiliza a Cuba como plaza de armas para su estrategia atlntica, en Amrica y enfrica. Una jugada estratgica sencillamente genial, provocada por la incomprensin de losEstados Unidos de aquella poca hacia todo cuanto sucede en el sur del Ro Grande y en elmundo hispano, dentro de sus propias fronteras.

    Cabezas de puente y centros logsticos

    Establecida, pues, en Cuba la plaza de armas para el despliegue de la estrategiasovitica en el Tercer Mundo atlntico, el siguiente paso consisti en montar, con base,impulso y apoyo en Cuba, una cabeza de puente en el continente americano, para que stecayera en poder de la URSS de forma paralela al continente africano, con los objetivossupremos de apoderarse de Mxico y amenazar desde all el bajo vientre -hispnico, porcierto- de los Estados Unidos. El primer objetivo sera establecer en el Continente unacabeza de puente nacional que pudiera servir de ejemplo revolucionario ms prximo. Perolos estrategas soviticos no esperaran a la realizacin plena de esa cabeza de puentenacional. Previamente sembraban de pequeos centros de accin todo el Continente,mediante la creacin de una red de movimientos de colaboracin cristiano-marxistasfuertemente implantada en medios clericales y universitarios. El informe Kissinguer analizacon clarividencia la exportacin revolucionaria continental desde Cuba. En los primerosaos dice el informe- el esfuerzo cubano por exportar la revolucin a Centroamrica seconcentr en Guatemala. All, Castro apoy la insurgencia armada que comenz en 1960Durante este periodo Cuba apoy movimientos similares en Venezuela, Colombia y Per(Informe Kissinguer, Planeta, 1984; pgina 49 y siguientes). Tras el fracaso de Guevara enBolivia, y despus de la decisin de Castro de apoyar la invasin de Checoslovaquia, loscubanos parecieron adoptar la estrategia sovitica de tratar de establecer relaciones

    diplomticas y comerciales normales (ibid). El informe Kissinger afirma que lospatrocinadores soviticos de Castro le impulsan al apoyo de la violencia armada en elContinente partir del colapso del rgimen de Somoza en Nicaragua. Pero omite, en estepunto, la importante utilizacin por Castro de la cabeza de puente chilena desde 1970.Como demuestran las fechas, la estrategia continental cubano-sovitica tuvo desde elprincipio una obsesin centroamericana.

    En nuestra investigacin concedemos primordial importancia al factor hispnico y,por tanto, a la Iglesia de Amrica, en su conversin en factores estratgicos de primerorden para la URSS, que a parir de los aos sesenta aprovecha magistralmente elmovimiento de inquietud y las dudas de identidad que en bastantes sectores catlicos

    progresistasse provocan en torno al Concilio y a la renovacin conciliar para introducir enla Iglesia lo que llam Pablo VI en su desahogo clebre el humo del infierno. Para elestablecimiento de las cabezas de puente continentales la estrategia sovitica, movida porla KGB y sus agencias, utiliz a fondo la plaza de armas cubana, con la entusiastacolaboracin personal de Fidel Castro y su sistema. Por eso la agitacin de los movimientosliberadores, que se concretan al iniciarse los aos setenta, se nota ya a partir de Concilioen la dcada de los sesenta. Esta es la relacin de las principalescabezas de puente, porquela estrategia sovitica y sus agencias han establecido desde entonces centros en todos lospases de Iberoamrica.

    En Argentina, Uruguay y Brasil los movimientos subversivos de los aos sesenta ysetenta fueron muy intensos, pero no lograron contrarrestar la accin frontalmentecontraria de las organizaciones paramilitares de extrema derecha ni la fuerza de los

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    regmenes militares, que destruyeron, sin parar mientes en la moral de los mtodos, losintentos revolucionarios y luego han dado paso, en los tres pases, a regmenesdemocrticos. Pero ni montoneros en Argentina, ni tupamaros en Uruguay, nirevolucionarios de diversos pelajes en Brasil, estuvieron realmente prximos a crear unaverdadera cabeza de puente revolucionaria en el Continente.

    El primer intento importante despus de Guatemala-, y directamente relacionadocon Cuba, fue el de Colombia. En 1964 el ejrcito haba aplastado la resistenciarevolucionaria del guerrillero Tiro Fijo en la Repblica Independiente de Marquetalia,territorio que dominaba desde 1959, el ao de Fidel Castro. Esta victoria militarconmocion a un sacerdote universitario de la aristocracia colombiana, Camilo TorresRestrepo, que se haba formado en Europa y actuaba en Colombia como vedetteprogresistadel movimiento universitario, en estrecha colaboracin con los comunistas, concretada en elFrente Unido.

    La victoria de Fidel Castro en Cuba le haba conmocionado en 1959, y a fines de1965 se tir al monte dentro del Ejrcito de Liberacin Nacional, una guerrilla romnticacuyos jefes se haban entrenado en Cuba. Poco despus, en 1966, Camilo Torres resultmuerto en una emboscada de poca monta, y sobre su cadver, retratado en cruz, lapropaganda sovitica y cubana quiso tejer una leyenda mundial. Bastantes curas espaolessintieron, gracias a Camilo, la llamada de la guerrilla en Amrica, como los trabucaires delsiglo XIX. Primer intento: primer fracaso (ver W. Broderick, Camilo Torres, Barcelona,Grijalbo, 1977).

    El fracaso del Che Guevara en Bolivia

    El segundo intento fue de mucha mayor envergadura: hablamos del Che Guevara.Ernesto Guevara, el revolucionario argentino colaborador ntimo de Fidel Castro,desapareci misteriosamente a principios de 1965 para dirigir la subversin en elContinente, y flanqueado por su amigo, e ntimo de Fidel Castro, Rgis Debray, socialistafrancs y hoy asesor del presidente Mitterand, trat de aprovechar la confusa situacinsocial boliviana para implantar all una plataforma de contagio revolucionario. En junio del67 fue detenido el imprudente Debray, que escap por poco de la ejecucin, y unos mesesdespus, las fuerzas especiales bolivianas, entrenadas por la CIA, dieron muerte a Guevara,al que la propaganda sovitica convirti durante unos aos en dolo de la juventudoccidental. El autor data precisamente entonces su primer contacto crtico con los

    movimientos liberadores: escribi un duro artculo sobre las comprensiones del PadreArrupe, general de los jesuitas, con la guerrilla en Amrica con el ttulo El padre Arrupe yel Che Guevara. Una revista de la Compaa de Jess, editada en Madrid, Mundo Social, ensu nmero 152, de febrero de 1968, pgina 24 editada por la Casa de Escritores S.J.-deca as: Oremos por el Che, mrtir de Amrica. Y debajo: La violencia es mejor que elpacto con un orden social injusto. Se exaltaban las figuras de Camilo Torres, el Che yRgis Debray bajo el ttulo Tres hroes latinoamericanos. Actitudes as fueron para elautor de estos artculos un trallazo que le hizo conectar por vez primera, confusamente, losmovimientos liberadores en sus comienzos con la ya rampante crisis de la Compaa deJess, sobre la que preparo un estudio monogrfico con nueva documentacinsobrecogedora.

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    Pero haba fallado en 1967 el segundo intento; cuajaran los otros dos, y la Cubasovitica establecera sucesivamente dos cabezas de puente continentales: la de Chile y lade Nicaragua, en los aos setenta. Sobre Nicaragua lo acaba de decir todo en ABCadmirablemente Mario Vargas Llosa; sobre Chile montaremos un captulo especial, por laenvergadura del acontecimiento.

    Los tres centros logsticos: Espaa, USA y Suiza

    Tanto el movimiento PAX como el I-DOC establecieron, como vimos, agencias envarios pases, y la red sovitica de apoyo a los movimientos pacifistas es en todo Occidentemuy tupida, porque ya se sabe que en el bloque sovitico no existen los movimientospacifistas, aunque hay armas estratgicas y alienta un imperialismo agresivo que esconsustancial con el marxismo-leninismo. Pero desde comienzos de los aos setenta seestablecieron en la retaguardia de los movimientos liberadores, cuyo teatro principal deoperaciones es Iberoamrica, dos centros logsticos de gran envergadura, seguidosactualmente por un tercero. Esto no supone menospreciar los centros de apoyo que existenen otros pases, como Francia e Italia. Pero si las formulaciones doctrinales europeas pararevestir teolgicamente la estrategia marxista de la liberacin han cuajado, sobre todo, enlos centros teolgicos de Alemania, como veamos en los artculos de Semana Santa, loscentros logsticos de apoyo al movimiento liberador en Amrica radican en las dos nacionesms relacionadas con las naciones ibricas de Amrica: Espaa y los Estados Unidos.

    Sobre Espaa, como centro logstico para los movimientos liberadores, y comocentro de conjuncin para su lanzamiento, hemos adelantado ya muchas cosas en los citadosartculos, y reservamos en esta serie uno ms donde se estudiar detenidamente el

    encuentro de El Escorial en 1972. Los trabajos publicados por el profesor Novak, directordel American Enterprise Institute for Public Policy Research, de Washington, son profunday enormemente informativos. Entre los grandes promotores norteamericanos de la TL estel padre Arturo Mac Gobern, profesor en la Universidad de Detroit y autor del libroMarxismo: una perspectiva cristiana americana. El padre Mac Govern, S. J., rebaja elmarxismo de los telogos de la liberacin y evidentemente, sin considerar los libros deAsmann, Boff, Gutirrez, Castillo y compaa- afirma que generalmente evitan o modificanlos conceptos de odio de clases, violencia y lucha de clases; es una posicin inexplicable yfalsa. A travs de los misioneros norteamericanos en Iberoamrica la teologa de laliberacin ha merecido la atencin, a veces positiva, de numerosos catlicos en el Congreso

    y del mismo speaker de la Cmara de Representantes, Thomas P. ONeill, Jr.,

    permanentemente informado por la madre Jeanne Gallo, de las Misioneras de Namur,antigua misionera en Brasil y miembro de grupo de Accin Pro Nicaragua en Cambridge,Mass. El grupo se jacta de educar al speaker sobre Amrica Central. El jesuitanorteamericano James Schall, autor de la teologa de la liberacin en Amrica Latina,condensa as el proceso: Pobreza-dependencia-explotacin-concienciacin-revolucin.

    El cuartel general, en Maryknoll

    Pero Novak concreta: El cuartel general para la teologa de la liberacin en losEstados Unidos, y quiz en todo el mundo, est situado cerca del ro Hudson, en Maryknoll,Nueva York, centro internacional de la orden misionera ms activa de Norteamrica, lospadres y hermans de Maryknoll. En una reciente bibliografa de las teologas del Tercer

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    Mundo, 32 de 82 ttulos estn publicados en la editorial Orbis, de Maryknoll. Fundada en1970, Orbis explicaba que la mayora de los cristianos viven en las sociedades ricas delAtlntico Norte, que controla casi el 80 por 100 de los recursos del mundo, pero sloalberga el 20 por 100 de su poblacin. Los cristianos -contina- soportan una graveresponsabilidad ante un mundo que gasta anualmente 150.000 millones de dlares en armas,

    pero slo diez millones para desarrollo econmico y social. Orbis propone cambiar el idealde desarrollo por el de liberacin, y, como apunta Novak, es notable que la lista de lasciudades que deben liberarse no incluye a Cracovia ni Leningrado, La Habana o Pekn, Hanoio Praga (Cfr., M. Novak, Liberation theology and the Pope, Commentary, junio 1979; pgina61 y siguientes. The case against liberacin theology, Nueva York, Times magazine, 21 deoctubre 1984; pgina 51 y siguientes). Novak critica las posiciones unilaterales de dosobispos que favorecen abiertamente la TL en Amrica: el obispo mexicano de Cuernavaca,Sergio Mndez Arceo, a quin solo aplicaremos piadosamente el calificativo de excntrico,

    y otro abanderado de los liberadores, el arzobispo Dom Helder Cmara, recientementejubilado, que se dirigi a la universidad de Chicago para celebrar el VII centenario deToms de Aquino en estos trminos: El mejor modo de celebrar el centenario ser, para launiversidad de Chicago, intentar hoy hacer con Carlos Marx lo que Santo Toms en sutiempo hizo con Aristteles. Monseor Cmara incurre aqu en uno de los principalessofismas de los liberadores, porque el sistema de Aristteles inclua a Dios el MotorInmvil, definicin bellsima- y era honradamente cristianizable; mientras que el sistema deMarx, como hemos demostrado, es constitutivamente ateo, no slo contrario, sinocontradictorio con Dios, con Cristo y, por tanto, con la cristianizacin. Y en cuanto admite aDios deja automticamente de ser marxismo.

    En centro logstico de Maryknoll no se queda en teoras ni lejanas influenciaspolticas. Quien fue su director de comunicaciones, el padre Miguel dEscoto, ha llegado a

    ministro de Asuntos Exteriores en el rgimen cristiano-marxista de Nicaragua. Y cuando en1985 Roma ha suspendido a divinisal padre Ernesto Cardenal, ministro de Cultura, y haenviado un ultimtum a dEscoto, toda la poderosa Orden de Maryknoll ha apoyado alrebelde (cfr., Vida Nueva, 1.465 -9-2-1985-; pgina 37).

    El centro logstico de Friburgo, en Suiza, es de creacin ms reciente y misinformaciones no son tan concretas. Parece estar encomendado a los dominicos quetambin, como casi todas las rdenes, estn divididos en liberadores y normales-; consta,en esencia, de una gran editorial, Exodus Verlag, empeada en difundir la teologa de laliberacin en Centroeuropa, donde est una de sus fuentes, y a travs de la reconfirmacingermnica pretende saltar con nuevos arrestos al Tercer Mundo.

    Pero para completar este estudio nos falta un doble anlisis: la teologa de laliberacin en sus orgenes de Chile y de Espaa. A ello dedicaremos los ltimos artculos dela serie.

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    LA ESTRATEGIA CRISTIANO-MARXISTA DE LA LIBERACIN (y III)

    LOS ORIGENES DE LA LIBERACION EN CHILE

    Ricardo de la Cierva (ABC 17-7-85)

    Profundizamos ahora en el estudio sobre la creacin de dos importantes centrosliberadores en Chile y en Espaa: creacin prcticamente simultnea, con elementospersonales, ideolgicos y tcticos en parte comunes, y con una documentacin ms quesuficiente para establecer las hiptesis. En Chile surga incontenible en 1971/1972 elmovimiento mundial Cristiano por el Socialismo; en Espaa se efectuaba el lanzamientomundial de la Teologa de la Liberacin. Era aqu ese ao 1972 un ao agnico para latransicin. La crisis personal del general Franco y la agona de su rgimen eran palmarias.Era el ao del acoso tremendo del Pardo a la Zarzuela, el ao de la boda real de la nieta deFranco con don Alfonso de Borbn. El ao en que ya se empezaban a sentir los vientos de lacrisis econmica mundial, en la que iba a naufragar, en Espaa y en Iberoamrica, la ilusindel desarrollo. En Chile el rgimen marxista de Salvador Allende, llegado al Poder en buenaparte por la agona de la Democracia Cristiana, por el apoyo de los cristianos dialogantes yde los movimientos liberadores en agraz, pareca haber cuajado ya como plataformaestratgica continental en pro de la revolucin. 1972, un ao clave.

    La influencia del Centro Bellarmino

    Para el estudio de la crisis de Chile hay innumerables fuentes, debidas algunas asubmarinos marxistas espaoles en el PSOE Joaqun Leguina, Joan Garcs- colaboradoresdel marxismo allendista. Pero vamos a atenernos sobre todo a dos: el revelador libro delpadre Gonzalo Arroyo S.J., creador de Cristianos por el Socialismo, Golpe de Estado enChile(Salamanca, Sgueme, 1974) y otro de signo contrario, Historia de los cristianos porel socialismo en Chile de Teresa Donoso Loero, Santiago, edit. Vaitea, 1975. El libro deJoan Garcs se titula El Estado y los problemas tcticos en el gobierno de Allende, Madrid,Siglo XXI, 1974.

    Segn el padre Gonzalo Arroyo, colaborador de Allende y mximo impulsor del

    movimiento Cristianos por el Socialismo, el comienzo de la dcada de los sesenta a raz dela victoria de Fidel Castro en Cuba- marca el inicio de la actividad de los cristianos deizquierda en toda iberoamrica. Arroyo seala como precursores al movimiento AaoPopular en Brasil, rama universitaria de la Accin Catlica que se neg a obedecer a laJerarqua en cuestiones polticas; al Frente Unido cristiano-marxista del padre CamiloTorres en Colombia; y a algunos obispos entre los que ya en tiempos del Concilio destacabael brasileo Helder Cmara. Brasil, con sus contradicciones sociales exacerbadas, y Chile,con al cooperacin de un sector de la Democracia Cristiana y el marxismo, son los dospases de Iberoamrica donde surgirn con ms fuerza los movimientos liberadores. Eldrama chileno comienza hacia 1967, cuando paradjicamente Jacques Maritain publicaba Le

    paysan de la Garonne, una virtual retractacin de muchas de sus posiciones avanzadas quefue cubierta de silencio por muchos catlicos progresistas. El dirigente universitario

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    demcrata-cristiano de Chile, Miguel Angel Solar, declaraba entonces: Una Universidadcatlica podra perfectamente existir dentro de un Estado socialista. En agosto de ese aolos jvenes democristianos de izquierda asaltaban la sede central de la UniversidadCatlica en colaboracin con el marxista prochino Dantn Euquiza, y coaccionaban a laJerarqua chilena que se movi durante estos aos dramticos entre la indecisin y el

    entreguismo- para que sustituyese al rector de la Universidad, Alfredo Silva, por el play-boy democristiano y pro-marxista Fernando Castillo Velasco, gran promotor de lainfiltracin marxista en la Universidad Pontificia. Castillo Velasco cre el Centro deEstudios de la Realidad Nacional en 1968, y nombr para dirigirlo a Jacques Chonchol, undemocristiano de partido y marxista de corazn que pas despus al partido cristiano-marxista MAPU y al Gobierno de Salvador Allende. En el Consejo de Redaccin de la revistaCuadernos, editada por el CEREN, figuraba el jesuita Gonzalo Arroyo y entre loscolaboradores estuvieron el socialista marxista espaol Joan Garcs, asesor de Allende ylos telogos marxistas de la liberacin Pablo Richard y Hugo Asmann.

    Otro jesuita, el padre Vekermans, haba fundado en Santiago durante los aoscincuenta el Centro Bellarmino, que se convirti en inspirador de la Democracia Cristiana yde la Conferencia Episcopal chilena. Desde la revista Mensajeotro jesuita, el padre HernnLarrain, propiciaba el dilogo y colaboracin con los marxistas. A la sombra de Vekermanscobraban influencia creciente en Chile varios jvenes comunistas, entre ellos RodrigoAmbrosio (submarino comunista en la Democracia Cristiana) y Marta Harnecker, autora deun manual de marxismo difundido por la propaganda sovitica en todo el mundo, ysingularmente en Espaa. Cuando se produjo la victoria de Allende en 1970 el padreVekermans vio por fin el fruto de su trayectoria, abandon chile, se acerc monseor LpezTrujillo y cre en Colombia un centro de estudios que en su boletn Tierra Nueva, octubrede 1973, public una detallada cronologa de la penetracin marxista en la Iglesia de Chile;

    pronto fue acusado el jesuita por sus antiguos amigos marxistas de ser una gente de laCIA.

    Los cristianos aplauden a Lenin

    El 11 de agosto de 1968 un grupo de clrigos, monjas y seglares tom y profan lacatedral de Santiago de Chile. Entre ellos dos sacerdotes espaoles, uno de los cuales,Paulino Garca, escribira a la secretara de las Juventudes comunistas chilenas GladisMartn, esta educada carta desde Madrid, en septiembre de 1970: Adelante la izquierda,mierda!. Ojal lleguen al poder y acaben para siempre con la explotacin, el hambre, la

    incultura (sic) etctera. Su triunfo y la implantacin del autntico socialismo serndefinitivos en Amrica Latina. Y el cura revolucionario espaol uno de los muy numerososque han ido a Amrica durante los ltimos veinte aos para predicar el marxismo-terminaba as: Sean fieles al marxismo. Su triunfo adelantar la historia.

    Abrumados por tantos excesos, los obispos de Chile el 4 de octubre de 1968-decidieron, por una vez, Hablar claro. No tenemos derecho a callar dijeron-. Una cosaes la justicia y otra el marxismo. Los marxistas saben que no se puede ser a la vez un buenmarxista y un buen cristiano. Pero los jvenes democristianos, encrespados, lescontestaban a vuelta de correo, en comunicacin firmada por Juan Gabriel Valds y MiguelAngel Solar: Hemos optado por el socialismo. Y los obispos callaron.

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    El 14 de abril de 1969 el prelado promarxista dom Helder Cmara visitaba Chile enviaje de propaganda. A las pocas semanas la Democracia Cristiana se esconda y de ellabrotaba el partido cristiano marxista MAPU, al que estaba muy prximo el padre GonzaloArroyo. Para Arroyo, la influencia coactiva de los cristianos de izquierda determin laneutralidad de la Jerarqua chilena en las elecciones de 1970 que dieron el triunfo, ante la

    divisin del frente moderado, a la Unidad Popular marxista de Salvador Allende. SegnArroyo, los obispos aceptaron la legalidad de la opcin socialista e incluso marxista. Parael mismo jesuita marxista el apoliticismo de la Iglesia chilena la sumi en una situacincontradictoria. El cardenal Silva Enrquez dice- es como el signo viviente de esascontradicciones ideolgicas que se expresan en sus actuaciones, rechazadas por casitodos.

    La cronologa de la ltima etapa de la colaboracin cristiana para la implantacin delrgimen marxista de Allende resulta estremecedora. Al conmemorarse el centenario delnacimiento de Lenin (18 de abril) el padre Larran le describa en Mensaje como unautntico comunista, con ideas a la medida de la Humanidad. Antonio Cavalla Rojas,presidente de la Juventud Demcrata-Cristiana, presentaba a Lenin como un ejemplo casiinaccesible. El ministro de Educacin del Gobierno de Frei, Mximo Pacheco, deca: Creoque Lenin es el hombre poltico ms eminente de nuestra poca y que no slo pertenece a laUnin Sovitica, sino al mundo entero. El 9 de junio se fundaba en Santiago de Chile elCentro Medelln para apoyar y orientar a los catlicos que estn por la opcinrevolucionaria. El corazonista Pablo Fontaine, el jesuita Manuel Ossa apoyaban lacolaboracin de cristianos y marxistas. El padre Larran iba ms lejos, y en vsperaselectorales declaraba: Yo no veo ninguna razn que pudiera impedir que un catlico votepor un marxista. En agosto el padre Juan Ochoagavia, decano de la Facultad de Teologa enla Universidad Catlica y futuro provincial de los jesuitas, viajaba a Cuba y volva

    emocionado en medio de una exhibicin de propaganda castrista.

    Allende y la operacin verdad

    Triunf Salvador Allende. El entonces provincial de la Compaa de Jess, el espaolManuel Segura, declaraba en la Prensa catlica de Inglaterra (The Tablet, 19-XII-70) quela actitud cristiana ante la victoria marxista deba ser de colaboracin leal. El padreArroyo criticar el rgimen de Allende por no asumir claramente una de las dos nicasestrategias posibles: la democracia avanzada mediante una revolucin popular deliberacin y la revolucin inmediata socialista. En el prlogo al libro que escriba en 1973

    inmediatamente despus del golpe militar, el padre Arroyo se lamenta de verse separadode una experiencia poltica y cultural con la que se comprometi intensamente. Sobre todomediante la gestacin de un importante movimiento cristiano-marxista de origen chileno yexpansin universal: los Cristianos por el Socialismo.

    Ochenta sacerdotes, chilenos y extranjeros, dieron origen a este movimiento enabril de 1971. Entre ellos estaba el peruano Gustavo Gutirrez, que por entonces editabaen Lima su libro clebre, Teologa de la Liberacin. El padre Arroyo declar en suintervencin: El marxismo y el comunismo pueden unificar su accin. En ese mismo mes deabril Salvador Allende convocaba la operacin verdad, cuya estrella fue otro de losiniciadores de la teologa de la liberacin, el dominico francs Paul Blanquart, que vena deCuba donde se deshizo en elogios a Fidel Castro; y proclam en Chile dos tesiscontundentes: Es posible ser a la vez marxista y cristiano y la Iglesia ya dej de ser una

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    y debe encaminarse por la senda del socialismo. Lo dems no es Iglesia autntica, sino falsay muerta.

    Los obispos de Chile, reunidos a la vez que la asamblea rebelde, criticaronduramente el documento final del Grupo de los Ochenta. Derechos fundamentales de lapersona humana decan los obispos al hablar de las realizaciones histricas del marxismo-

    han sido, en ellas, conculcados de forma anloga y tan condenablemente como en sistemasde inspiracin capitalista. Los Ochenta reaccionaron con dureza y grosera ante lascrticas episcopales. Nos preocupa concretaban los obispos en el prrafo 36 de sudocumento de trabajo- seriamente la posibilidad de llegar en Chile a un socialismoactivamente ateo. Pero los Ochenta, impertrritos, se amplan como Grupo de losDoscientos en julio de 1971; y reciben alborozados, en octubre, a un antiguo trapense,ahora sacerdote secular, que viva en la isla nicaragense de Solentiname en medio de unacomunidad potica-marxista que no le impeda dedicar poemas a Marilyn Monroe, olvidarcon nostalgia sus tiempos de fanatismo joseantoniano, presentarse en Chile con unamariposa multicolor bordada sobre su camisn y declarar tranquilamente: Yo soy uncomunista cristiano. Nos referimos naturalmente al futuro ministro de Cultura deNicaragua, Ernesto Cardenal.

    El encuentro de 1972

    El 30 de noviembre de 1971 los Ochenta, vestidos con atuendos estrambticos, sepostraban ante Fidel Castro durante la increble visita de casi un mes que el dictadorcubano hizo al Chile de Allende. All estaban Gonzalo Arroyo y Pablo Richard, a quienes dijo,como a todos, Fidel: Felizmente los sacerdotes han evolucionado muy rpido. Hacen lascosas que nosotros queremos que hagan los comunistas. Doce de ellos viajaban poco

    despus a Cuba, para asumir sobre el terreno la experiencia castrista. Casi inmediatamentedespus del regreso de la expedicin, el padre arroyo presentaba oficialmente, el 2 deabril de 1972, al movimiento Cristianos por el Socialismo en su Primer EncuentroLatinoamericano, presidido por el excntrico obispo marxista de Cuernavaca, monseorSergio Mndez Arceo; con asistencia de los grupos cristiano revolucionarios de todaIberoamrica, entre ellos ONIS del Per, y Sacerdotes para el Tercer Mundo deArgentina. El cardenal de Santiago se neg a asistir y calific al encuentro de caricaturadel cristianismo, pero luego les recibi. Los reunidos celebraron al Che Guevara y a CamiloTorres, y declararon:

    Nuestro compromiso revolucionario nos ha hecho redescubrir la significacin de laobra liberadora de Cristo (Punto 9).

    Crece la conciencia de una alianza estratgicade los cristianos revolucionarios conlos marxistas en el proceso de liberacin del continente (Punto 46).

    Se reconoce la praxis revolucionaria como matriz generadora de una nuevacreatividad teolgica (Punto 71).

    Esta declaracin es importantsima. Revela el alcance estratgico de la unincristiano-marxista; y el origen esencialmente, frontalmente marxista, de la teologa de laliberacin. Con razn pudo escribir en 1973 el padre Arroyo, creador de Cristianos por elSocialismo: Al mismo tiempo se desarrolla la teologa de la liberacin, corriente depensamiento especficamente latinoamericana, independiente por primera vez de la teologaeuropea. En Chile esta corriente fragua en un nuevo movimiento: Cristianos por elSocialismo. Lo constituyen cristianos que, decepcionados por la experiencia Frei, rechazanlas soluciones terceristas inspiradas en la doctrina social de la Iglesia. El padre Arroyo, en

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    su libro, concreta la esencia del movimiento: CPS manifiesta que la fe en Cristo estmediatizada por la poltica, es decir, en ese caso, por nuestro compromiso histrico con laclase trabajadora y su liberacin. CPS y TL identificados: he ah la prueba.

    En la siguiente asamblea de Cristianos por el Socialismo, noviembre de 1972, el

    presidente marxista Allende saludaba al movimiento con plena identificacin. Algunos de losasistentes desbarraron a fondo como el que afirmaba: La Virgen Mara se ubica muy bienen la lucha de clases. En febrero de 1973 se organiz en Chile un gran homenaje a lamemoria y ejemplo de Camilo Torres.

    Una condena episcopal tarda

    Pero ya era el ao final de la experiencia Allende. El padre Arroyo culpa a lasmultinacionales y a la CIA del derrocamiento; cuya fuerza principal fue, sin embargo, lareaccin incontenible de la sociedad chilena, y de las Fuerzas Armadas, y de las clasesmedias, y de las corporaciones profesionales, contra los excesos del rgimen marxista queavanzaba en su intento de consolidarse como plataforma continental y cabeza de puentepara la expansin marxista en Amrica. Desde diciembre de 1971 la marcha de las cacerolasdemostr la fuerza que ya estaba adquiriendo la protesta popular contra el marxismo.Mediado el ao 1973 las Fuerzas Armadas parecan decididas a intervenir; el 29 de junio sefrustr un primer intento de golpe, y Allende trataba por todos los medios de dividir a losmilitares para salvar su rgimen. Lleg, el 11 de septiembre, el golpe militar. Segn el padreArroyo, la mayora de los obispos y de la Democracia Cristiana en Chile aplaudieron ladecisin de los militares. Ya despus del golpe los obispos de Chile publicaron una duracondena del movimiento Cristianos por el Socialismo el 16 de octubre- que a muchos les

    son a tarda y oportunista. En ella prohiban la pertenencia de religiosos y sacerdotes almovimiento que como hemos visto fue creado por ellos. Los obispos declaran que lainspiracin del CPS es abiertamente marxista-leninista. Duro lenguaje comenta conamargura Teresa Donoso- que tanta falta hizo durante los terribles aos de la UninPopular, cuando a veces los fieles se crean ovejas sin pastor. Ahora los obispos lo veancon claridad: ambas formas de clericalismo el antiguo y el nuevo- terminan por parecerse;siempre se trata de eclesisticos que quieren dirigir la poltica, solo que ha cambiado elsentido de esa poltica. Ms vale tarde que nunca.

    Todava no haba cado el rgimen de Allende cuando el cardenal de Santiago,monseor Silva Henrquez, atribua a inspiraciones extranjeras el desencadenamiento de la

    teologa de la liberacin en Chile y confesaba: All est Assman, est Comblin, estGutirrez, que van a menudo all, a Chile; se puede decir que ah est el nido donde seincuban todas estas cosas.

    Llegamos con este captulo al final de nuestra investigacin en esta faseestratgica. Espaa es, como ya hemos demostrado, una de las dos bases logsticasprincipales de la liberacin; como dice grficamente uno de los centenares de sacerdotesque me escriben sobre estos artculos: Hemos pasado de la vanguardia de la fe a laretaguardia del atesmo. Slo en parte y marginalmente; porque la mayora de los catlicosespaoles seguimos firmes sobe la misma roca, mientras una minora iluminada y audazhace el juego a la estrategia cristiano-sovitica. Hicimos, en los artculos deldesenmascaramiento, un estudio orgnico de la base espaola de apoyo a la libracin; consealamiento de grupos, centros, editoriales.

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    El encuentro de El Escorial: la presentacin

    Ya en octubre de 1967 un grupo de universitarios catlicos espaoles comunicaba alIII Congreso Mundial de Apostolado Seglar, en Roma, la influencia creciente del activismo

    marxista en la Universidad. En el documento, muy importante por su temprana fecha, sedetecta ya el nuevo lenguaje del compromiso cristiano-marxista, que durante la transicinespaola se concret en la revista de Joaqun Ruiz-Jimnez, Cuadernos para el Dilogo, quedio cauce y expresin a muchos marxistas y socialistas espaoles y actu como centro dedistribucin para las publicaciones del I-DOC; nadie ha hecho ms que Cuadernospara laimplantacin del marxismo en la Espaa actual, y se comprende la gratitud de los partidosde inspiracin marxista para con su promotor.

    En el mes de julio de 1972, entre el 8 y el 15, tres meses despus de la granpresentacin internacional en Chile del movimiento Cristianos por el Socialismo, el creadorde ese movimiento, padre Arroyo S.J., volaba a El Escorial para participar en el primer granencuentro liberador celebrado en Espaa: el encuentro de El Escorial, organizado por elcentro de los jesuitas espaoles Fe y Secularidadcon misteriosos apoyos financieros, juntoa otros no encubiertos, como la aportacin del Episcopado alemn mediante la organizacinAdveniat. Alguna noticia habla de ms de cuatrocientos participantes en el encuentro de ElEscorial, donde se lanz oficialmente para todo el mundo el movimiento Teologa de laLiberacin. Las actas del encuentro, muy difciles de encontrar hoy, y ya retiradas decatlogo, pueden verse en Fe cristiana y cambio social en Amrica Latina, Salamanca,Sgueme, 1973.

    Segn el promotor y presentador, Alfonso lvarez Bolado, S.J., el encuentro se

    vena organizando dentro de la serie de Semanas de Misionologa de Brriz a partir de1969. lvarez Bolado niega la conexin del encuentro con el Congreso de Cristianos por elSocialismo; pero el anlisis interno de las ponencias y la coincidencia de participantes Arroyo, Gustavo Gutirrez, etc.- en El Escorial y en las actividades de CPS convierten engratuita la excusa. Entre los fines del encuentro sealaba su promotor preparar el fuertecontingente de religiosos, sacerdotes y laicos espaoles que acuden a prestar servicio enAmrica Latina y analizar la problemtica del desarrollismo y las nuevas teoras sobreliberacin y dependencia (Fe Cristiana, en adelante FC, pgina 12).

    Casi todos los ponentes fueron iberoamericanos. Asisti un solo obispo, monseorPadn, aunque los rganos del Episcopado espaol enviaron un observador, y hay rumores

    sobre la asistencia de algn prelado ms. Reconoce el promotor, con cierto cinismo, que losreunidos en El Escorial no representaban todas las opciones existentes en la Iglesialatinoamericana, sino una familia de opciones calificada por una opcin pro socialista, desdelos socialismos ideolgicamente marxistas al populismo argentino en su nueva fase mssocialista (FC, 14). Con inclusin de corrientes demcrata-cristianas.

    La versin liberadora de los sacramentos

    Rolando Ames Cobin, profesor peruano, estableci la contradiccin entre ladinmica del capitalismo y las necesidades humanas elementales de las clases populareslatinoamericanas. Enrique Dssel, telogo argentino, proclama que el atesmo del Dios deHegel y el rechazo de la idolatra del dinero (es decir, la posicin marxista) es una

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    autntica propedutica a la teologa cristiana contempornea (FC, 75). Joseph Comblin,telogo belga afincado en Iberoamrica, reconoci, a propsito de Cuba, que el marxismose vive en la prctica antes de formularse tericamente, aunque la teora siguenecesariamente a la prctica (FC, 120). Segundo Galilea, miembro del centro del I-DOC, enCuernavaca, propone una demolicin de la religiosidad popular tradicional en Amrica. El

    telogo liberacionista y protestante Jos Miguel Bonino se muestra bastante msmoderado que sus colegas catlicos. El padre Juan Luis Segundo, jesuita uruguayo (quiencomo los dems jesuitas del encuentro oculta su condicin de miembro de la Compaa deJess en las actas), exige que la Iglesia d realidad histrica a los sacramentos, y proponefrmulas inauditas como la que hemos tomado para ttulo de esta serie; el exorcismobautismal debe cambiarse as: Sal, espritu inmundo del capitalismo, de este nio, para queentre en la sociedad como una esperanza y no como un pen ms. Y aade: Si se trata delhijo de un rico, por qu no decir: sal espritu inmundo del lucro?. Ya lanzado, propone queen la liturgia en vez del trmino gracia se diga unidad popular, y define a Dios de formainconcebible para un telogo: Dios es para el hombre- la imagen de su propia realizacin(FC, 203-209). Ya hemos trascrito en un captulo anterior de esta serie la declaracinmarxista de Gustavo Gutirrez en FC, pgina 34 y 240/1. En la pgina 243 de las actas,Gutirrez define la fe como una praxis liberadora; ya que el pecado exige una liberacinradical, pero sta incluye necesariamente una liberacin en el campo poltico. GonzaloArroyo, el telogo marxista chileno, interviene en las comunicaciones; Hugo Assman, elmarxista ms radical de lo liberadores, dictamina en un seminario: Si el cristiano no se uneal frente de la unidad popular, de inspiracin marxista, se coloca fuera de la historia realdel momento chileno (FC, 341). Arroyo hace suyas las tesis del marxista Gunder Frank.

    El eplogo de las actas de El Escorial consiste en un farragoso poema poltico-marxista de Giulio Girardi, a quien se le llama Jules para despistar. El ttulo: Confianza y

    liberacin. Las tesis: Confiar en los pobres es creer en sus virtualidades liberadoras y ensu potencial revolucionario; es tomar partido por ellos sin ambigedades en la lucha declases. Y termina: Escoger a los pobres es denunciar el pecado histrico de la Iglesia,aliada con los ricos y los poderosos (FC, 385 y siguientes). Al ao siguiente, como vimos, elmovimiento Cristianos por el Socialismo se trasplanta a Espaa en la asamblea de Calafell.

    La asamblea mundial de la liberacin en Barcelona

    En 1974 el mismo doctor lvarez Bolado convoca en Madrid a los portavoces de lateologa progresista, profesores Rhaner, Moltmann y Metz, para un ciclo de conferencias,

    que luego recogi en el libro Dios y la ciudad, Madrid, Cristiandad, 1975. En el mismo ao de1974 la Comisin Episcopal de Apostolado Seglar publica un libro importante, El apostoladoseglar en Espaa (BAC, Madrid) en donde se muestra la desorientacin general delEpiscopado espaol ante la crisis de los movimientos apostlicos, pero se comunicandiagnsticos muy certeros sobre la penetracin del marxismo en esos movimientos y, engeneral, dentro del catolicismo espaol; estos anlisis se deben a monseor Yanes, quien hamostrado siempre una posicin muy abierta y coherente ante el problema. En 1977 Fe ySecularidad, el centro liberador de los jesuitas en Madrid, convoca un nuevo curso dehomenaje al pensamiento germnico dedicado esta vez con todo descaro al filsofomarxista Ernst Bloch, una de las fuentes europeas de la Teologa de la Liberacin, en el queparticipan los profesores jesuitas Jos Gmez Caffarena y Jos Antonio Gimbernat, entreotros.

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    La tctica de los encuentros. Del 2 al 8 de enero de 1984 se celebr en Barcelona,por impulso del grupo de jesuitas liberadores que dirigen all los Cristianos por elSocialismo, la asamblea mundial de cristianos en las luchas populares de liberacin, conparticipacin de Giulio Girardi, el telogo protestante francs G. Casalis, los chilenosGonzalo Arroyo y Pablo Richard, ste residente en Costa Rica tras el golpe militar, y los

    jesuitas espaoles liberadores J. A. Gimbernat, J. I. Gonzlez Fues y J. N. Garca Nieto,que comunica las conclusiones de la asamblea en Iglesia Viva, 109 (1984), pgina 89 ysiguientes. En cierta medida confiesa abiertamente- esta asamblea mundial ha sido unacontinuacin de lo que al comienzo de la dcada de los setenta se comenz en Santiago deChile durante la poca de la unidad popular. Para coordinar mundialmente los movimientosCPS, Comunidades populares, etctera, se cre en Pars, en 1974, el Centro Ecumnico deRelaciones Internacionales (COELI). En 1975 el COELI organiz un encuentro en Qubec,para Amrica y Europa. Desde entonces se establecieron contactos con movimientossimilares en frica del Sur, Filipinas, India, Corea, Oriente Medio, etctera. (Ni por asomose habla de Rusia, China y sus satlites). En 1980 se tuvo en Blgica una reunin paraproyectar la asamblea de 1984. El programa de la asamblea es el tpico esquema de losmovimientos pacifistas prosoviticos, y las ponencias principales se encomendaron a trestelogos de la liberacin: Richard, Arroyo y Girardi. La declaracin sobre la plena vigenciadel marxismo como inspirador de los movimientos liberadores, que hemos descrito en uncaptulo anterior, marc el momento culminante de esta asamblea.

    En este ao de 1984 la Santa Sede segua tomando posiciones muy netas frente alos movimientos liberadores; es el ao de los avisos a Gutirrez y a Boff; el ao que, trasvarios prolegmenos, se produjo como importante carga de profundidad la instruccinvaticana de agosto, el documento Ratzinger; el ao en que el eximio telogo, gran pastor yprefecto de la Sagrada Congregacin para la Doctrina de la Fe se converta pblicamente, y

    valerosamente, en campen de la ortodoxia para los catlicos; en gran inquisidor para losliberadores desenmascarados. El documento Ratzinger sorprendi en paos menores a larevista rebelde de los claretianos espaoles, Misin Abierta, que publicaba en septiembrede 1984 un nmero especial de propaganda desaforada sobre Teologa de la Liberacin, quearrancaba con dos sofismas. Primero: Es una falsedad y por lo mismo una calumnia, afirmarque los telogos de la liberacin, al utilizar el anlisis marxista como instrumento demediacin cientfica para mejor conocer la realidad social, hacen suya la filosofamarxista. Ante lo que ya hemos demostrado antes, queda claro que los claretianos deMisin Abierta llaman falsarios y calumniadores a la Santa Sede y al padre Arrupe, queexpresamente asumen la tesis por ellos criticada; y admiten con ignorancia palmaria de larealidad histrica que el anlisis marxista es un instrumento de mediacin cientfica para

    mejor conocer la realidad social, lo cual era ya errneo en el siglo XIX, pero resultaanacrnico e inadmisible a estas alturas del XX.

    Segundo sofisma: Jams la Teologa de la Liberacin ha hablado de dos Iglesias.Por el contrario es lo que la Teologa de la Liberacin ha hecho siempre: dividir a la Iglesiaen dos; hablar de dos Iglesias. Hay docenas de textos. Vase la ya citada tesis deBlanquart, uno de los precursores y portavoces principales de la Teologa de la Liberacin,durante su visita a Chile en 1971: La Iglesia ya dej de ser una. Yerra Misin Abierta: lomenos que puede pedirse a los liberadores es coherencia con sus propias tesis.

    El increble IV Congreso liberador

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    Hay que agradecer a la ingenuidad militante y liberadora de la revista claretiana sudescaro en facilitarnos la situacin interna de los movimientos liberadores, sobre todo enEspaa. Entre el 17 y el 23 de septiembre de 1984, bajo el impacto del documentoRatzinger, los liberadores se reunan en su IV Congreso de Teologa (los tres anteriores secelebraron a partir de 1981), para el que prest sus aulas, de forma inexplicable, la

    Fundacin Pablo VI. Misin Abiertapublica, en diciembre de 1984, las inconcebibles actasdel encuentro. Que se emprende para coordinarse ante la gran oleada invernal que estazotando la institucin eclesial y amenaza con erradicar lo que aun queda del Vaticano II,amable prueba de catlica sumisin a Roma por parte del sector de los claretianos. Elconocidsimo telogo Ramn Tamales, nuevo padre de la Iglesia para los liberadores, dirigela primera ponencia en que no propone, por supuesto, ni una sola idea teolgica, sino sushabituales posiciones sobre realidad socioeconmica. El pensador socialista Ignacio Sotelose pregunta en su intervencin: Pero qu tiene que ver este tema con la teologa? y enrealidad no responde; pero alcanz gran xito. El telogo Rafael Belda arranca de una citapatrstica evidente: Petra Nelly, la descocada verde alemana. Jos Mara gonzalez Ruizhabla de utopas, lo suyo; y propone una tesis histrica singular: En Espaa vimosrecientemente cmo una sublevacin iniciada por militares separados de la Iglesia (exceptoEmilio Mola) termina rpidamente por identificarse con la Iglesia, qu barbaridad. Eltelogo liberador jesuita Jos Mara Castillo defiende la democracia interna en el seno dela Iglesia, y dice que no tiene sentido hablar de crisis de vocaciones o de falta deministros para las comunidades eclesiales, porque cuando una comunidad se queda sinministros puede designar a la persona que considere idnea para el desempeo de talfuncin (ibid. p. 96). Gustavo Gutirrez tiene en las actas dos contribuciones en las queoculta su marxismo y se muestra encantadoramente conservador. Imagnese el lector lo quediran en el Congreso el cristiano por el socialismo Reyes Mate, del equipo Maravall; y lossocialistas metidos a paratelogos, Rubert de Vents y Pablo Castellano. Por su parte Oscar

    Alzaga, preocupado sin duda por encontrarse en semejante compaa, insistaobsesivamente en que el PDP no es un partido confesional, con gran indignacin de EnriqueMiret Magdalena. Pablo Castellano dijo una cosa memorable: que le resultaba imposibledefinir qu es la tica; aun as afirm que no haba mucha tica en la poltica espaola (ibid.p. 189). Hay despus (p. 202) una intervencin inefable del Colectivo de HomosexualesCristianos, una invocacin de la Juventud Obrera Cristiana contra la sociedad clasista ymilitarista en que vivimos, una proclama de los sacerdotes anticelibatarios en que dicenque el celibato como ley mata al espritu democrtico y unas aceleraciones escnicasfinales, debidas a varios vates liberadores y personas de la casa, que mereceran verse enTV. El colmo llega en la Carta al ngel de la Iglesia que est en la derecha, que clamacontra la derecha: Tampoco soportar que sigas poniendo el grito en el cielo contra los que

    defienden desde el Evangelio la lucha de clases que t misma has creado (p. 23)

    Comisiones Obreras en el Consejo Romano de Laicos

    La Asociacin de Telogos Juan XXIII, que figur en pleno en el IV Congresocitado, firma en el diario gubernamental El pas, el 13 de noviembre de 1984, una dura cartacontra Julin Maras, contra monseor Sebastin Aguilar y contra el obispo Benavent, quese haba permitido declarar pblicamente una verdad como un puo: La T.L. realiza laasuncin acrtica y romntica de unos mitos y unos criterios marxistas. Y a los pocos dasla prensa informaba sobre el nico espaol miembro del Consejo Romano de Laicos: elcordobs Rafael Serrano. Pero lo que no deca la prensa catlica es que el distinguidomiembro del Consejo Romano procede de Comisiones Obreras y la Liga Comunista

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    Revolucionaria, y fue promovido con tan alto criterio de seleccin por el secretario de laComisin Episcopal de Apostolado Seglar, don Justo Bermejo. Y en su primera salida de1985 Misin Abierta clama contra Roma en un nuevo nmero dedicado a la Teologa de laLiberacin. El prximo encuentro el V Congreso liberador- ser en el prximo mes deseptiembre de 1985.

    Hemos llegado, con esta delirante noticia, al final de nuestro recorrido monogrficopor los movimientos liberadores. Desde un plano poltico e histrico, que es el plano en queellos constitutivamente se sitan. Por muchos puntos de nuestro estudio aflora una realidadtrgica: la divisin de la Iglesia catlica y de algunas de sus instituciones, sealadamente lacrisis profunda de la Compaa de Jess, esa Orden gloriosa que ahora consigue inscribir atres de sus miembros en su ya nutrido escalafn de la santidad. Uno de ellos, el padreRubio, hizo precisamente a mi casa de Madrid una de las ltimas visitas de su vida; en suhonor, y por su ejemplo, pienso dedicar mi prxima investigacin informativa al problema dela crisis histrica de la Compaa de Jess en el seno de la Iglesia durante la segunda mitaddel siglo XX.