ciclo i bloque ii ficha 1
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Fichas para el trabajo personal o en grupo. Fundamentar la feTRANSCRIPT
CICLO I Fundamentando la FePrincipios dela Red AsísBloque II
Red Asis
Nos lo hemos preguntado infinidad deveces: “¿Quién es Dios para mí?” y laverdad es que en cada momento de nues-tra vida la respuesta ha sido diferente. Haido cambiando porque también nosotroshemos cambiado. Pero hay un momentoen el que lo que cambia no son las res-puestas sino la misma pregunta. “¿Quiénquiere ser Dios para mí?” Esta preguntasupone un cambio radical en la vida dequien se la hace.La primera pregunta todavía está muypegada a mí. Busco colocar a Dios enlugar que le corresponde en mi vida. Unlugar que, según sea mi relación con Él,será más o menos central e influyente.Pero todavía es una pregunta en la queDios está en “función de”. En función delo que me aporta, de mis necesidades, delsentido que da a mi vida, de lo que meayuda a entregarme, de lo que suponepara mí de horizonte, de trascendencia,de consuelo... ¡No es poco! Pero todavíaes un Dios a nuestra medida.La segunda pregunta: “¿Quién quiere serDios para mí?” Supone que yo me acercoa Dios tal como se ha manifestado en lahistoria de su revelación, tal como los testigosnos los han contado en la Biblia, tal comoDios quiere romper mis esquemas. Suponeque yo tengo algo con lo que confrontar miparticular y subjetiva experiencia. De algunamanera dejo “en suspense” lo que Dios espara mí y trato de mirar cómo Dios mismoquiere decirse a sí mismo, más allá de misexpectativas, deseos, necesidades, anhelos…
¿En qué se nota esto? En que Dios medescoloca, me sorprende, me desconciertay me desborda. Si soy capaz de no“domesticar” la Palabra y hacerla “digerible”,fácilmente la Palabra, más de una vez, meva a provocar desconcierto, resistencias,conflicto incluso. Pero también trasforma-ción desde dentro y según el Espíritu.Quien entra en la segunda pregunta (omejor, quien es introducido en ella) sabeque tendrá que luchar contra su tendenciaa cosificar a Dios, a proyectar en Él susprejuicios, a buscar respuestas precipita-das. Quizá lo más valioso será convertirla segunda pregunta en una humilde ydesnuda oración: “Señor, ¿Quién quieresser Tú para mí?” Porque en esa oraciónestá todo el respeto inmenso a la alteridady a la libertad de Dios, toda la concienciade que Dios siempre es más que mis pe-queñas representaciones sobre Él, y laintuición de que la vida espiritual consisteen “dejar que Dios sea Dios” en mi viday en la vida del mundo. Nada nos salvamás, que dejar a Dios ser quién es. Dejarque Dios mismo vaya introduciendo ennuestra pequeñez un poco más de su Mis-terio Revelado y de la historia que Élquiere entablar conmigo. Muchos hemosexperimentado esto como un cambio cua-litativo en nuestra fe. De ahí que la oraciónde un creyente así sea: “En esta Palabra,en este acontecimiento ¿Qué me estásrevelando de Ti, Señor? ¿Qué le estásdiciendo a nuestra relación? y ¿cómo estássiendo, Dios mío, para el mundo?”
1. ¿Quién quiere ser Dios para mí?
Le pasó a Francisco de Asís. Sus primeros
años de búsqueda en Espoleto representan
la primera pregunta. ¿Quién es Dios para
mí? Búsqueda sincera y apasionada. La
oración de las “Alabanzas al Dios
Altísimo”, que compuso en la Alverna,
dos años antes de su muerte, refleja la
segunda pregunta: ¿Quién quiere ser Dios
para mí? Dios quiso ser todo para Fran-
cisco y por eso, al confesarle, le faltan
calificativos “Tú eres el santo, el único,
el altísimo, paciencia, fortaleza, descanso,
esperanza y alegría, toda riqueza a satis-
facción… Dios omnipotente, misericor-
dioso salvador”. Es la palabra “Tú” la que
más dice, porque es la palabra que más
le dice. Porque ese Tú ha invadido ya
todos los rincones de su sensibilidad y de
su vida. Dios ya está siendo lo que Él
quiso ser para Francisco: Dios acabó
rindiendo a Francisco. Hasta llegar ahí,
Francisco tuvo que contrastar sus
búsquedas y sus sueños con la Palabra y
con la vida: “El Señor me dio, me condujo,
me reveló…”. Francisco se dejo hacer
mucho por Dios. Le dejó a Dios mucha
cancha en su vida. Y el resultado fue que
Dios se sintió un poco más a sus anchas
y brilló mucho en su vida.
Nos pasa a nosotros cuando dejamos que
Dios sea quien es en nuestra vida. Cuando
la Palabra nos va corrigiendo, trasforman-
do y ensanchando nuestra fe y nuestra
vida. Cuando el protagonismo lo va to-
mando no tanto la coherencia cuanto el
asombro, la admiración, la disponibilidad,
el dejarnos trabajar por el Señor y su
voluntad querida. Esa extraña pasividad
ante la Palabra que es, en realidad, la más
sorprendente actividad del creyente.
·¿Puedes reconocer en ti ese paso de la primera pregunta a la segunda?·¿En qué sentido la Palabra está siendo un elemento básico que configura tu relacióncon Dios?·“Nada nos salva tanto como dejar a Dios ser quien es”. ¿Qué sentido tiene para tiesta afirmación?·Lee Mc. 8,27-33. Pedro llega a responder muy bien a la primera pregunta: “Tú eresel Mesías”. Pero cuando Jesús cuenta cómo quiere ser Mesías (la segunda pregunta),chocan los dos pensamientos: “como los hombres” y “como Dios”. ¿Has experimentadoalguna vez que la Palabra te obliga a cambiar tu imagen de Dios? Puedes poner algúnejemplo.·Lee las Alabanzas al Dios Altísimo o el Testamento ¿Cómo crees que Francisco deAsís dejó a Dios ser Dios en su vida?
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