charla con josé enrique guarnizo Álvarez.. el colombiano
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Antes de iniciar con este conversatorio conozcamos un poco sobre José
Enrique Guarnizo Álvarez.
José, es Comunicador Social-Periodista, egresado de la Universidad de
Antioquia, hizo una pasantía en México con una beca que ganó del
programa de intercambio de la Universidad de Antioquia y José ha
recibido algunos reconocimientos, dentro de esos reconocimientos
como: Premio de Periodismo Rey de España en el 2011, en la categoría
de Prensa por una crónica muy bella que se llama ¨Urabá, otro hueco
entre Colombia y la USA. También fue finalista del premio nacional de
periodismo Colprensa en 2010 en la categoría también de prensa con la
crónica ¨Los entierros prematuros¨ . Actualmente José se desempeña
como director de investigaciones del periódico el –colombiano.
Después de esta corta presentación démosle la bienvenida a nuestro
invitado.
José Enrique Guarnizo Álvarez: Hola muchachos, muy buenas tardes,
gracias por acompañarnos, me alegra muchísimo ver que hay un espacio
tan nutrido de lo que voy a hacer en estos momentos. Quiero darles mis
impresiones sobre lo que es la crónica, el reportaje y digamos… cómo
acompaña eso la vida de los periodistas todos los días. Pero más allá de
contar esa experiencia, está motivarlos a ustedes para que desde sus
colegios, desde sus periódicos se atrevan también a contar historias, eso
es básicamente lo que hacemos nosotros.
Inicialmente, es algo, es un párrafo es algo muy corto para que sirva de
introducción a lo que voy a decir. Esto lo escribe Héctor Abad Faciolince,
un escritor colombiano muy conocido y muy famoso por “El olvido que
seremos” que es un libro más o menos de hace tres años.
Este es un prefacio o una introducción a un libro de García Márquez que
se llama “El amante indeciso” y dice así: “Con un cadáver encallado en
la playa, con una ballena suicida se puede escribir un cuento en
memoria de un ahogado que tiene cara de llamarse Esteban, las
mujeres que lo recogen lo arreglan, irán desvistiéndolo de todos sus
secretos y vistiéndolo también en la fantasía con todos los episodios
imaginarios de una vida. Con un náufrago en cambio, hay que hacer
periodismo, pues el sobreviviente puede contar el cuento todavía. En
este primer caso, el gran escritor de ficciones logrará que lo inventado
parezca verdad y en el segundo caso, el gran periodista relatará las
cosas de tal manera que parezca mentira”.
No sé si ustedes han escuchado cuando la gente dice que “habla más
que un perdido” ¿cierto? Pues un perdido es en realidad un náufrago, es
la persona que zozobra digamos en el mar, que luego regresa y empieza
a contar su cuento. Pues ese es el insumo de uno de los reportajes más
bellos que ha escrito García Márquez y es “Relato de un náufrago” y por
el contrario, cita Héctor Abad Faciolince un cuento de García Márquez
que es “el ahogado más hermoso del mundo” en teoría o lo que él dice
es que con un muerto, es decir con un ahogado se puede hacer
literatura y con un sobreviviente, o sea con un náufrago hacemos
periodismo y eso es lo que nosotros tratamos de hacer. Hay una
diferencia muy grande entre las dos y es que con la literatura se basa en
hechos ficticios y el periodismo se basa, digamos, en hechos reales,
pero como vivimos en un país lleno de tantos contrastes y cosas
absurdas, a veces la realidad se hace más interesante incluso que la
ficción.
Esta frase es de Martha Ruíz, una periodista muy conocida en Colombia
por hacer periodismo de conflicto y dice que el pecado capital del
periodismo narrativo, es la banalidad que sólo es un asunto de palabras
bonitas. Cuando habla de crónica y cuándo ustedes se enfrenten a la
crónica, una crónica no es sentarse a describir el paisaje, a describir el
sol, las nubes, eso está bien, eso hace parte de lo que puede ser una
crónica, una crónica es un relato que tiene un comienzo, un nudo y un
final pero no se trata solo de palabras bonitas, de describir el ambiente
y decir que hacía sol o que hacía calor, va más allá. Y cuando digo va
más allá, me refiero a que el periodismo narrativo (para que de una vez
se vayan familiarizando con esa palabra) no es más que el arte de
contar historias. Todos tenemos una historia que contar: su mamá tiene
una historia que contar, su papá tiene una historia que contar y nosotros
los periodistas estamos a la caza de esas historias. Eso se puede vivir
perfectamente en los colegio, eso lo pueden ustedes constatar cuando
hablen con sus amigos, cuando hablen con su vecina, una señora que a
lo mejor es desplazada de otro pueblo o de otra zona del país, de eso se
trata.
Les voy a contar una charla muy corta de Alberto Salcedo Ramos que es
un cronista muy conocido en Colombia, que ha escrito textos muy bellos
y nos servirá como material para la explicación de lo que sigue siendo el
periodismo narrativo “En primer lugar, yo identifiqué muy temprano que
quería dedicarme a contar historias a mí me gusta narrar, no solamente
me gusta recolectar una información y transmitirla sino que yo me
siento realizado cuando echo mi cuento, cuando cuento la historia a mi
manera.
Eso lo identifiqué muy temprano porque desde que yo tenía 21 o 22
años, recuerdo que en el periódico El Universal de Cartagena donde
trabajé por primera vez me pusieron a hacer la página de los muertos,
la página terrible de la crónica roja y sufría mucho porque en esa época
en Cartagena no mataban a nadie, no se robaban nada, incluso un
compañero me aconsejó ´vete pa´l centro que allá hay unos carteles en
las paredes y tú vez quién murió, tú tienes la libertad de inventar cómo
murió´… Tuve el buen juicio de no seguir ese consejo.
Recuerdo que el primer trabajo que me encomendaron fue hacer una
entrevista a una reina, una reina de belleza, su nombre, Karen Corredor,
era la Señorita Atlántico, entonces yo llegué a la casa de ella, ella se
había criado en Estados Unidos, una mujer muy bella. Me tocó esperarla
porque ella no estaba en la casa depronto, llegó con el uniforme del
Junior (Una mujer de muy buen gusto, además) con una pantaloneta
cortitica, nada casual, para nada y entonces me dijo: ¿Quieres hacer la
entrevista así o quieres que me ponga otra ropa? Empezamos a
conversar, yo apenas tenía 22 años y yo recuerdo que en ese almuerzo,
a mí me dieron un sancocho lujurioso, lleno de grasa, lleno de costilla,
lleno de yuca y todo eso me lo comí yo con la mayor disponibilidad del
mundo y a ella le
pusieron una cantidad de brócoli, repollo las cosas más insípidas que
uno se pueda imaginar, entonces a lo largo de esa charla, ella estuvo
mirando hacia mi plato con interés y yo hacia su plato con desdén,
entonces yo sentí que ella era preas de su belleza y que la belleza era
una cárcel y eso lo sentí cuando tenía 22 años, entonces yo solo fijarme
en esas cosas que para los demás (con el perdón de la palabra) pueden
ser una tontería, una pendejada, pero para mí son trascendentes,
entonces yo siempre he tenido como el olfato entrenado en ver ese tipo
de detalles…
Yo le creo q Flauver cuando él dice que en los detalles está la verdad, yo
creo que la verdad de un asesinato no es solamente el número de
personas que mueren, si no los pequeños detalles. Entonces digamos
que siendo coherentes, yo lo que quiero es contar mi versión de la
historia, me he dedicado a eso y he logrado de pronto, vivir solo de eso,
pero no me pongo una condecoración de héroe porque finalmente es de
las cosas que creo que puedo hacer porque he sido una persona
supremamente torpe para el 90% de las cosas que hago siempre. Yo era
el Rey Midas de la destrucción...si me daban un rayo para que lo
guardara, el rayo se volvía mierda, si me decían guárdame este
paraguas, cuando regresaban, al paragua se le había arrancado una
varilla, si me mandaban a hacer un mandado, se me olvidaba lo que iba
a comprar”… Hay dos cosas muy importantes que dice Alberto: cuando
uno escribe una crónica o un reportaje, estamos hablando de algo muy
distinto a lo que puede ser una noticia, es decir, una noticia se refiere
solamente a hechos que ocurrieron de una manera muy objetiva:
dónde, cómo, qué y punto.
Cuando uno escribe una crónica o un reportaje, uno intenta ir más allá y
siempre hacerse una pregunta: ¿Qué hay detrás de eso? ¿Qué detalles
hay digamos en el personaje? ¿Qué detalles hay digamos en los hechos
que me pueden revelar cosas más allá de la noticia? Nosotros vivimos
en un mundo inundado de noticias, todo el mundo nos inunda por
internet, por los periódicos, por todas partes de noticias, pero pocas
personas nos cuentan el otro lado de las cosas.
Este es Alfred Hitchcock, un cineasta muy conocido que decía que “el
cine es la vida pero sin sus partes aburridas” y el periodismo narrativo,
la crónica y el reportaje, pues básicamente son eso. Cuando yo les decía
ahora que se trata es de buscar historias, de encontrar que cada
persona tiene algo que contar, pues nuestra misión como periodistas es
buscar esa historia pero sin sus partes aburridas, no nos vamos a poner
a contar de principio a fin la vida de una persona, no si esa persona
tiene una historia que contarnos, busquémosle el meollo del asunto, qué
es lo que yo quiero contar y a partir de ese momento puedo empezar a
hacer periodismo narrativo y esta cercanía que hay entre el cine, las
películas que uno ve y la crónica y el reportaje es muy estrecha,
nosotros cuando escribimos hacemos las veces de cámara, es decir, yo
me paro ante un personaje y cuando estoy tomando nota, cuando lo
estoy grabando, mis ojos también están registrando cosas y cuando mis
ojos registran cosas y yo me las guardo, luego cuando me siento a
escribir, trato de poner a funcionar esa cámara que tenía y a contar un
poco sobre las impresiones que tuve, lo que vi, cómo lo vi, qué tipo de
detalles tenía esa persona, sus manos, su mirada, lo que me dijo, lo que
me ocultó, todo ese tipo de cosas hacen parte del insumo con el que
uno finalmente trabaja.
Todas las personas tenemos cicatrices, cicatrices de muchas cosas, no
solamente físicas, también guardamos cosas que nos pasaron y que por
más de que las tratemos de ocultar se nos salen. Cuando usted está
hablando con una persona y es muy reiterativa con determinado tema,
es porque tiene una cicatriz, algo le pasó, un trauma, alguna cosa, todos
las tenemos y un ejemplo de ello fue un reportaje que escribí sobre un
futbolista jugador del Deportes Tolima, que se llama Wilber Medina. Él
es un jugador que estuvo involucrado en un escándalo de drogas, un
goleador que de repente es pillado por la Dimayor, por los exámenes
que le hicieron que estaba consumiendo marihuana. Eso fue un
escándalo tremendo y eso nos llevó también a mirar cómo podíamos
contar la historia de Wilder, una persona que fue señalada por todos los
medios de comunicación, digamos porque no puede ser un deportista de
alto rendimiento teniendo la responsabilidad de dar ejemplo a la
sociedad y al mismo tiempo estar haciendo este tipo de cosas. Quisimos
ir más allá de esa historia y entonces lo entrevisté, cuando yo lo
entrevisté, noté que tenía una cicatriz en el lado izquierdo y yo le
pregunté que qué le había pasado, cuándo fue eso y me contó una
historia de cuando era niño y jugaba fútbol y se las quiero leer. El texto
que finalmente fue publicado se llama:
“ Wílder, ¿el cielo o el infierno?”
LA NOVELA DE Wílder Medina, el goleador que ha dado tres veces
positivo por marihuana. Historia de luz en el estadio y sombra en la
calle.
Ahí estaba Wílder, de 12 añitos, con la cara teñida de sangre, llorando,
parado en la mitad de la abrupta cancha municipal de Puerto Nare,
Antioquia.Un morocho dos veces más grande que él le acababa de
descargar un puñetazo. No soportó la deshonra que significó que Wílder,
el más chiquito de todos, les hubiese metido tres goles, tres reliquias,
en plena final.Faltando cinco minutos para que acabara el partido, el
perdedor, enfurecido, buscó a Wílder, bien enclenque -hay que decirlo- y
le metió el porrazo.
Nadie en Puerto Nare alcanzó a celebrar el campeonato porque había
que agarrar, había que linchar al insensato que se atrevió a pegarle a
esa promesa del fútbol que brotaba de la nada, a ese que por sus
gambetas con el balón le decían "magia".
Y claro, le faltaron pies al negro para correr calle abajo, y pulmones para
adelantarse a la horda de verdugos en potencia que lo perseguían. Y
como le faltó todo aquello, a bien tuvo tirarse a las aguas del río
Magdalena. "A Puerto Nare ese pelao nunca más pudo volver", es lo que
todavía se comenta.
Dieciocho años después, la cicatriz de Wílder sigue allí, instalada en todo
el pómulo izquierdo. A diferencia de sus compañeros de equipo (el
Deportes Tolima) que vuelan en autos con vidrios polarizados, Wílder
Medina se baja de un taxi Mazda, una chatarra que abordó en el edificio
Los Arrayanes, su casa en Ibagué. Wílder va de la mano de su esposa, y
sus dos mellizas de 3 años de edad, cuyas caras se adhieren tatuadas
en cada uno de sus hombros.
Los niños, que se han dado cuenta que Wílder acaba de llegar al Estadio
Manuel Murillo Toro, ponen sus pechos para que les regale una firmita
en la camiseta o, así sea, un apretón de manos. Una pancarta se abre
de par en par en la entrada: "¡Medina, estamos contigo!". Es un letrero
que intenta apaciguar, como si fuera un placebo, un escándalo que no
comenzó ayer.
"Wílder, levántese; Wílder, vámonos a entrenar", le decía Albeiro García,
un entrenador de divisiones menores del Rionegro Fútbol Club. Y el
muchacho, de 16 años cuando eso, se incorporaba, se plegaba a las
paredes de una pieza todavía olorosa a las copas de la noche anterior, y
se iba a jugar. "'La Chinga' fue el que sacó a mi hijo adelante", dice
doña Blanca Tamayo, quien, para ser francos, nunca creyó que Wílder
fuera a triunfar”.
Este es apenas el comienzo de la historia, pero es para que vean y para
que entiendan que cuando uno se enfrenta a entrevistar a alguien, pues
hay que observarlo, hay que observar su manera de hablar, sus dejes,
sus taras, hasta sus cicatrices. De esa cicatriz nació todo el comienzo de
la historia que les acabo de revelar.
Bueno, cuáles son los temas que uno puede abordar y que
generalmente intenta abordar cuando escribe crónicas: pues todos los
hechos que usted cuente en un relato tienen que provenir de la realidad.
Aquí hay un pacto muy tácito es un pacto al cual no se puede declinar y
es que todo lo que escribamos tiene que pertenecer a la realidad, no nos
podemos inventar nada.
Pero es que la realidad es tan rica, tan llena de matices que nosotros no
nos tenemos que inventar nada y la realidad colombiana por ejemplo es
tan absurda, tan rara que no nos tenemos que inventar nada.
Solamente en este país, un señor que trabaja manejando un carro de
funeraria, meten el muerto en el carro de la funeraria, se va y se
emborracha y se le olvida que lleva el muerto atrás…eso sólo pasa en
Colombia, pues es decir, esa realidad, esas cosas que pasan son tan
extrañas que yo creo que alguien se tiene que ocupar de contarlas.
Solamente en este país una persona como Sigifredo López, es
secuestrado y cuando regresa, lo acusan de haber planeado el secuestro
de sus compañeros, es una historia terrible, independientemente de si
es culpable o es inocente, esa historia es una novela y es una historia de
la vida real.
A esta señora le robaron la caja de dientes y eso no es un invento, eso
pasó de verdad.
“El robo de la caja de dientes
Las primeras referencias del robo de una caja de dientes en el barrio
Manrique Central de Medellín, llegaron tergiversadas. ´La señora se
descuidó, los ladrones entraron y en un cajón se encontraron con la
dentadura, como era tan lujosa, se la llevaron´ decía el falso rumor. Sin
embargo, el atraco del cual fue víctima Clara Ester Jiménez de 85 años
resultó ser más humillante ´perdóneme Doña Clarita, ¿dónde tenía
guardada la caja de dientes al momento del robo? ´ Le pregunta
Amanda Soto, una líder comunal que tiene la función de solucionarles la
vida a los ancianos del sector. En la boca, ¿dónde más? Responde
haciendo uso de sus nuevos colmillos que todavía no logra domar.
Ocurrió el viernes 11 de junio de 2008 a eso de las 12 del mediodía.
Doña Clara estaba parada en la puerta de su casa cuando llegó una
mujer de bata larga, flaca, joven, blanquita a pedir comida. A doña
Clara le da rabia rememorar el momento y dice: ´hasta limosna le di yo
a esa desgraciada´ ¿Cuánto le diste doña Clarita a esa bandida?
Pregunta Amanda. `Le di una papa y un maduro´ contesta con evidente
desazón por lo perdido en alimentos y en oro.
Hace 50 años, época en la que Doña Clara se hizo poner la caja de
dientes hurtada era bien visto que las señoritas por vanidad, aspiraran a
sonrisas de oro. A falta de crucero y excursiones a San Andrés Islas, las
quinceañeras usaban por muelas incisivos postizos que implicaban,
claro, quedar mueco de por vida y si eran dorados, mejor todavía, uno
de orgulloso y de pintoso, recuerda.
Pero tuvo que esperar a cumplir 35 años para poder financiar el antojo
que dictaba la moda.
Las incrustaciones en oro, 4 arriba y 2 abajo quedaron simulando las
calzas. Bañaron las capas de las muelas otorgándoles un status que se
hacía evidente cada vez que Doña Clara sonreía y ese fue tal vez el
error.
Los hechos en los que la supuesta limosnera le raponeó la sonrisa a
Doña Clara son confusos, ella no se acuerda. Introducirle las manos en
la boca a una anciana no debe ser poca cosa, lo cierto es que hubo un
segundo error y fue haberle permitido a la delincuente utilizar el baño,
una vez adentro, dicen los vecinos, hubo un forcejeo, algo me echó para
dormirme porque cuando acaté, sentí que ya no había caja, denuncié
pero para ese momento, la mujer ya tenía cuadras de ventaja y Doña
Clara, pocos medios para pedir auxilio con palabras de su propia boca”
Ahí termina la historia y como les decía, pues esto pasa y seguramente
ustedes se encontrarán en algún momento con este tipo de historias, les
voy a mostrar otra, esta es increíble.
Les voy a contar otra, pues resulta que uno de esos días en los que yo
no tenía un tema para escribir, es decir, uno de periodista todos los días
tiene que tener una historia para contar y encontrar un historia más o
menos increíble o una historia que uno quiera y merezca la pena ser
contada, pues es muy difícil y llega un día en que yo no tenía nada, veo
un compañero y le dije: “hermano sálveme la vida, qué historia tiene
por ahí sin contar porque no sé qué voy a hacer” y me dijo: “No, mira, a
mí me llamaron para decirme que había una estafa con unos pájaros en
Bello Antioquia. Si quiere le doy el teléfono y va y mira”… Yo fui y miré y
el resultado es esta crónica. Es muy corta también y se las quiero leer:
“Los disfrazaron para venderlos como cacatúas…
Ay amá! Como le parece que estas cacatúas se están destiñendo, dijo
Yolanda Cano tras quedarse mirando la jaula detenidamente.
4 días después de compradas, las aves traídas de las selvas peruanas,
lucían despeinadas y en un silencio sospechoso. No cantaban al compás
de cuatro timbres diferentes como lo había prometido el vendedor, eran
mustias y extrañamente desdeñadas, los copetes que al principio se
desplegaban con decisión, ahora parecían en palabras de la dueña, ´un
acordeón´.
Dúber Antonio Cano, hermano de Yolanda compró las aves a un hombre
de apariencia más bien humilde que tocó a la puerta el pasado 11 de
mayo. Los pájaros se salían de lo normal, eran tornasolados y de unas
pintas nunca antes vistas ni en el Barrio Belalcázar de Bello ni en ningún
otro lado.
´Yo nunca había visto un animal con ese plumaje tan hermoso, tan
ostentoso, es que eran una belleza y todavía lo son, mis hijos las
compraron porque les encanta complacerme en todo´.
Luego se vino a saber que tanto silencio de las aves no era por
refinadas, ´en realidad se trataba de modestos pericos y los pericos no
cantan, explica Freddy Giraldo, Presidente de Asoata´
Las dos parejas que Dúber adquirió no estaban avaluadas en 80 mil
pesos cada uno, si no en devaluados 10 mil, las crestas habían sido
fijadas con silicona y los exóticos colores habían sido afianzados con
vinilo, ya sin cabelleras, los 4 pajaritos esperan su definitiva
decoloración, así como el crecimiento de las alas, pues para el
ornamento de la cabeza, el estafador se valió de sus propias plumas.
Según Mónica Jaramillo, inspectora ambiental, los disfrazados no podrán
reclamar maltrato porque no sufrieron lesiones de una función
anatómica. Por pertenecer a la fauna exótica y no silvestre, fueron
condenados a vivir enjaulados y presos del recuerdo de haber sido por
unos días exuberantes cacatúas” Esto solamente para mostrarles que las
historias también están en la vida diaria, en lo cotidiano.
Juan José Millás que es un escritor español que admiro muchísimo, decía
que lo misterioso está en lo cotidiano. Es raro, pero yo creo que si tu
mente y tus ojos están siempre dispuestos a buscar más allá de eso,
una historia seguramente la van a encontrar.
Según Millás, los malos escritores son aquellos que necesitan de
grandes inexperiencias para tener grandes historias. Un gran escritor es
el que cuenta una historia de camino a la tienda y de regreso. Les
quería contar de dónde viene esto de la crónica y el periodismo
narrativo, me parece útil.
Este libro es de Truman Capote y se llama “A sangre fría” por qué es
importante este libro escrito en 1956: básicamente las grandes obras
literarias siempre estuvieron presentes y los grandes escritores, pero los
periodistas no eran considerados de esa talla .Sólo hasta que aparece
este libro que es tan importante porque le da al periodismo status de
literatura, es decir, esta es una obra maestra como lo pueden ser las
obras maestras de la literatura…Don Quijote , Cien años de Soledad,
está a esa altura por la riqueza de todos los detalles que él encontró,
técnicas que utilizó para contar esa historia y sobre todo, me
parece a mí, porque nos muestra que la realidad no es en blanco y
negro. Cuando usted mira una noticia muy corta, muy escueta,
que no tiene carne, que no tiene hueso y que no tiene músculos
como decía Hemingway es una historia que no nos está mostrando
realmente la envergadura de lo que es la vida real, la vida no está
hecha en blanco y negro, no todos son buenos ni todos son malos
definitivamente. Todos somos café con leche, algo bueno tenemos,
algo malo tenemos y el gran aporte de este libro, es darnos cuenta
que los 2 asesinos son condenados a la horca pero uno logra leer
en esos personajes también y sentir cierta compasión, es decir,
saber que también fueron producto de una sociedad, no quiere
decir que un homicidio sea justificable de ningún modo pero ellos
también tienen una historia detrás.
Bueno, les quiero mostrar un trabajo, también este trabajo es mío, un
poco para mostrarles eso, hay un poema de Baudelaire que dice que
nosotros somos el puñal y la herida y en este caso, las crónicas pueden
mostrar eso: que no todos somos buenos, no todos somos malos en
definitiva.
Esta es la foto de un reportaje que escribí en el pacífico chocoano y
encontramos que los pescadores son muy pobres, estamos hablando
que Nuquí es un pueblo que no tiene calles pavimentadas, es un pueblo
al que llega la luz eléctrica sólo hasta las 6 pm y esos señores a veces
salen de faena como le llaman a salir a pescar y buscan cocaína, son
como pacas de cocaína que caen al mar y ellos tratan de buscarlas, las
negocian donde puedan y eso, pues obviamente es un delito, cierto,
está mal hecho pero esos señores, no es por justificarlos pero también
tienen una historia que contar y les voy a leer sólo un pequeño aparte
porque la crónica es muy larga:
“Si Toñito González no hubiera dilapidado 20 millones de pesos en una
semana, atragantándose de whisky y de mujeres con sus compadres
pescadores, hoy seguramente no se le vería rozar las calles con un par
de callos macizos que ya parecen suelas. Al menos descalzo no andaría.
Tanta plata le llegó -no caída del cielo, sino brotada del agua- en agosto
del año 2009. El Pacífico, que usualmente expulsa una que otra porción
de basura marina, ese día vomitó paquetes de cocaína a no más de una
milla de las playas de Nuquí, en el Chocó colombiano. "Eran las 5 de la
mañana, íbamos en lancha a recoger a unos turistas, cuando nos
chocamos con la paca (un costal que contiene 20 kilos de droga). Al
sentir el golpe fue solo alegría, papa (sic), todo el mundo feliz, ¡era la
suerte mi hermano, era la suerte!", grita Toñito excitado. Según su
versión, la Infantería de Marina había hundido una lancha cargada con
coca. El rumor que corrió entre los pescadores era que a esa hora 1.000
kilos flotaban desperdigados como peces sin madre, por toda la enorme
bahía de Tribugá.
Aquel día, nadie quiso salir a pescar. Cuál anzuelos, cuál trasmallo, cuál
boyas, cuál que remar desde el muelle rumbo a alta mar, para volver de
madrugada con cuatro pescados entre las manos. Cuáles. Las
autoridades en Bahía Solano confirman la versión de Toñito . "En el
pueblo se sabe siempre cuando una embarcación voltea. Entonces se ve
el movimiento, la gente fiando el combustible para salir. Traen la droga,
la esconden y la negocian. Una vez al mes usted ve 20 o 30 lanchas en
busca de coca", dice un agente de la estación de Policía, quien dice no
estar autorizado para hablar.
Toñito y tres compañeros se enfundaron, en total, 80 kilos. "Nos dieron
mucha moneda. Era una sumadera de billetes, papa (sic), que uno
pensaba que hasta la calculadora se dañaba", dice con sorna.
Para Toñito fue suerte. Pero para Dioma Pandales, un moreno de
facciones severas, que en enero de 2011 le arrebató al mar un kilo de
coca, se trata de un regalo de arriba, del cielo. Y en Nuquí creen en
milagros”
Esta es una parte de esas historias que hemos contado aquí. Para un
periodista poderse hacer las presuntas que se hacía Hemingway y García
Márquez y todos ellos, es que no nos podemos conformar con lo que
vemos una de las pruebas principales que usted se tiene que hacer a la
hora de abordar una historia es hacerse varias preguntas. La primera es
¿Qué hay detrás de eso? La segunda que yo me suelo hacer es ¿Quién
miente? Esto, me lleva de alguna manera a decir que el periodista tiene
que ser un poquito desconfiado, un poquito no, muy desconfiado. Para
cerrar este recorrido de historias, el Estado colombiano durante mucho
tiempo a través de boletines de prensa decían que habían capturado a
asiáticos en Urabá en bandadas de muchos inmigrantes y ellos eran
presentados como delincuentes. En esas ruedas de prensa ponían a los
chinos, les tomaban fotos y aparecían como delincuentes porque no
tenían documentos.
Yo siempre me hago una pregunta: bueno, ¿Qué hay detrás? Estos son
delincuentes, de donde salieron, ¿por qué delincuentes, por qué no
tienen papeles y qué hace un chino en Urabá? Yo si quiero saberlo, y
emprendimos un viaje al Urabá y nos encontramos con esta historia, nos
encontramos justo en el momento en que estaban capturando, según el
DAS a 4 chinos y a 2 africanos. Los agentes del DAS no sabían hablar
inglés, entonces nos decían que eran chinos, no se podían comunicar
con ellos y no había cómo preguntarles que querían de comer, sólo uno
de esos agentes atinó a preguntar ¿hamburguer? A ver si con eso
entendían que si tenían hambre, pues evidentemente ninguno de ellos
entendió. Cuando hablamos con ellos, nos dimos cuenta que no son
chinos, son de Bután un pequeño reino clavado en las montañas de Asia
Central.
El DAS nos dijo: “tienen 10 minutos para hablar con ellos solamente”.
Entramos a un cuarto con el fotógrafo y vimos un plato tirado en el piso
con el untado de las lentejas y era que a esas 6 personas durante todo
el día solo les habían dado un plato para que comieran entre todos ellos,
o sea como animales. No alcanzamos a hablar mucho en esos 10
minutos, nos tuvimos que ir, pero entonces yo decidí tirarles un papelito
por la ventana y les escribí en inglés que me contaran más de su
historia y empezamos una comunicación que duró más o menos 5 días
tirándonos papeles desde la ventana y esas fueron las entrevistas, todo
esto fue a escondidas del DAS, que no permitía que habláramos con
ellos. Durante esos 5 días el fotógrafo y yo les tirábamos comida y toda
la historia empezó a rodar alrededor de que ellos nos son delincuentes
como nosotros mismos los medios lo publicamos todos los días.
A veces no nos preguntamos si sí son delincuentes, no son delincuentes,
son víctimas de la trata de personas […] La realidad que a veces nos
muestran las autoridades no son tal, nosotros somos el puñal y la
herida, es decir no estamos en blanco y negro, todos tenemos una
historia que contar. Ya para finalizar y cuando hacíamos el símil de
Hitchcock de que el cine es la vida sin sus partes aburridas y que el
periodismo de alguna manera lo es, es bueno saber que a la hora de
hacer periodismo se necesitan unos recursos muy mínimos técnicos
como métodos que nos permitan contar esa historia bien contadas, esto
es un proceso. Todos los intentos que hagan de contar una historia es el
momento para que lo hagan. De 100 historias que uno escriba
solamente 1 puede ser una pieza memorable o muy completa porque el
periodismo es como la literatura pero bajo presión y todas las crónicas y
reportajes siempre van a tener esa presión y todo lo que escribamos
van a ser intentos de buenas historias y si ustedes pudieran hacer
buenas historias en el colegio, en la universidad y seguramente cuando
ya estén en terreno, pueden salir cosas muy interesantes. Tienen que
haber personajes en su historia. Para mostrar la realidad a veces ha y
que recurrir a los diálogos, es decir yo te pregunto y vos me contestas y
a través de ese intercambio de información podemos irnos enterando de
qué estamos hablando.
Con los datos hay que tener un poco de cuidado, Tomás Eloy Martínez
decía que en un accidente aéreo el número de muertos nos sorprende,
pero no nos conmueve, es decir, no podemos llenar una crónica de datos
fríos y ya.
Yo lo que hago con reportajes muy complejos que están llenos de
muchos matices y muchas cosas, es hacer un mapa mental y decir: El
mejor comienzo de esta historia fue la frase que me dijo esta persona
ese día…yo sé que si un lector se lee ese comienzo, va a quedar
enganchado a mi historia ¿Cómo se crea tensión en un texto? Eso se
logra ocultando ciertas cosa a lo largo del texto, yo no puedo contar en
un párrafo toda mi historia. Estamos terminando y quiero saber si
ustedes tienen preguntas, si quieren aportar algo diferente a lo que les
leí, a lo que hablamos. Bueno, les agradezco mucho, espero que les
haya gustado, que se hayan motivado para ser periodistas, buscar
historias y contarlas, muchas gracias.
Bueno, llegó la hora de las preguntas, de ejercer del otro lado. No hagan
quedar mal a los talleristas. ¿Quiénes quieren preguntar? Me
preocupa…profes, talleristas, los talleristas también pueden preguntar,
los profes también se vale.
¿Alguien levantó la mano? Allá…
-Más que una pregunta es sentirse uno con dolor y con impotencia
frente a la parte humana. Quedé impactada con lo que le ocurrió a estos
jovencitos. Me parece que hay otro punto negativo por decirlo así para
los periodistas y es la forma como se tenían que comunicar con estos
detenidos […]
RR/ Pues yo creo que uno como decía Kapuscinski, este no es un oficio
para los cínicos, un elemento para buscar historias y para contarlas es
entender que esto no se tiene que hacer por buscar premios o
reconocimientos, si no que el periodismo es un servicio social y que
cuando te enfrentas a este tipo de historias, es imposible que usted no
se involucre con una historia tan dramática. Pero también hay que
entender que la misión del periodista tiene un límite y es que no
podemos hacer cosas que son obligaciones del Estado. Nuestra misión
es contar historias, darlas a conocer y a través de eso podamos generar
otro tipo de ayudas, pero hay cosas que son el resorte del Estado, la
seguridad de los ciudadanos, por ejemplo. El Estado tiene que
protegernos a los ciudadanos, un periodista no tiene las herramientas
para hacerlo. El Estado tiene que garantizar derechos fundamentales de
los ciudadanos. El periodista lo que si tiene es la capacidad de exigirle al
Estado que cumpla con esos deberes que tiene con los ciudadanos y a
través de contar historias y de mostrarlas, poner el dedo en la herida
por muy incómodo que parezca, a través de ese mecanismo se pueden
buscar cosas.
-Asistente del público ¿Qué es lo que lo motiva a usted como periodista
para seguir en un medio de comunicación sabiendo que está en riesgo
su vida?
RR/ Yo creo que esto puede sonar a frase de cajón pero yo creo que las
historias de la gente son lo que motiva a seguir buscando y hay otra
cosa que hay que decir y es que ninguna historia vale la vida de ninguna
persona, es decir, si yo veo que definitivamente voy a contar una
historia y me van a matar, yo no la cuento, porque la vida vale más que
una historia. Si yo veo que voy a contar una historia y está en riesgo la
vida de una persona, prefiero no contarla y yo creo que todos podemos
ser presos de nuestros propios miedos, todos podemos sacarles
provecho a nuestros miedos, si uno hace cualquier cosa periodismo,
zapatero, con miedo…difícilmente le van a salir las cosas.
Asistente del público -A la hora de hacer un reportaje sobre un
narcotraficante ¿Qué medidas de seguridad deben tomar para
protegerse?
RR/Con esto hay que tener cuidado, yo creo que la obligación del
periodismo es prender focos donde hay oscuridad, hay asuntos que
pueden ser irregulares, ilegales, antiéticos, ahí tenemos que poner
nosotros los focos. Pero mucho cuidado, hay que tomar todas las
medidas. Una manera de uno blindarse mucho en este trabajo es a
través de la verdad, si yo escribo algo que compromete a un
narcotraficante por lo menos él va a saber que nada de lo que hay ahí
yo me lo inventé, todo está soportado con documentos, él sabe que lo
que hay ahí él lo hizo y que no utilicé ninguna información privada o
familiar para hacer esa nota.