carta pastoral de mons. fausto trávez 2014

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1 CARTA PASTORAL DE S. E. MONSEÑOR FAUSTO GABRIEL TRAVEZ TRAVEZ, OFM ARZOBISPO DE QUITO PRIMADO DEL ECUADOR A TODOS LOS SACERDOTES, RELIGIOSOS, AGENTES DE PASTORAL, LAICOS COMPROMETIDOS Y A TODOS LOS FIELES DE LA ARQUIDIÓCESIS DE QUITO. En esto conocerán que son mis discípulos, en que se aman unos a otros(Jn 13,34). Quito, 8 de diciembre de 2014, en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción.

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CARTA PASTORAL DE S. E. MONSEÑOR FAUSTO GABRIEL TRAVEZ TRAVEZ, OFM ARZOBISPO DE QUITO PRIMADO DEL ECUADOR

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CARTA PASTORAL DE S. E. MONSEÑOR

FAUSTO GABRIEL TRAVEZ TRAVEZ, OFM

ARZOBISPO DE QUITO

PRIMADO DEL ECUADOR

A TODOS LOS SACERDOTES, RELIGIOSOS, AGENTES DE PASTORAL, LAICOS

COMPROMETIDOS Y A TODOS LOS FIELES DE LA ARQUIDIÓCESIS DE QUITO.

“En esto conocerán que son mis discípulos, en que se aman unos a otros”

(Jn 13,34).

Quito, 8 de diciembre de 2014,

en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción.

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CARTA PASTORAL DE S. E. MONSEÑOR

FAUSTO GABRIEL TRAVEZ TRAVEZ, OFM

ARZOBISPO DE QUITO –PRIMADO DEL ECUADOR

A TODOS LOS SACERDOTES, RELIGIOSOS, AGENTES DE PASTORAL, LAICOS

COMPROMETIDOS Y A TODOS LOS FIELES DE LA ARQUIDIÓCESIS DE QUITO.

Paz y Bien.

I. A MANERA DE INTRODUCCIÓN

1. Una vez iniciado el tiempo de adviento, que nos prepara para la venida de Cristo,

en la celebración gozosa de la Navidad y a las puertas de iniciar un nuevo año, me

dirijo a todos Ustedes, mis hermanos, para agradecer todo el trabajo pastoral que

cada día realizan en favor de quienes el Señor ha puesto a nuestro cuidado,

ejerciendo el pastoreo al estilo de Jesucristo, Buen Pastor.

2. El pasado 25 de julio del año 2013, la Arquidiócesis de Quito, promulgó su Nuevo

Plan de Pastoral 2013-2018 cuya centralidad es “La Nueva Evangelización en la

Transmisión de la fe cristiana”, siendo sus elementos fundamentales la Comunión

y la Participación, en todos los niveles de la acción pastoral al servicio del Pueblo

de Dios.

3. La Arquidiócesis de Quito, en el año que termina, ha realizado grandes esfuerzos

para que sus estructuras respondan a un modelo de comunión y participación,

con convicción que no se puede vivir en comunión si dejamos a un lado la vida

Fraterna.

4. La Fraternidad es la expresión viva del amor. 1 Por ello, no podemos hablar de

comunión si no somos capaces de amarnos entre nosotros.2 Vale recordar, en

este momento, cómo se reconocían a los cristianos del primer siglo: “miren cómo

se aman”. El conocimiento del verdadero discípulo se hace palpable cuando

asumimos con claridad cuanto el Señor nos ha enseñado: “En esto conocerán que

son mis discípulos, en que se aman unos a otros” (Jn 13,34).

5. Por ello, con la certeza plena que es el Señor quien nos guía en nuestra ministerio

pastoral, presento a ustedes un grupo de reflexiones que pueden ayudarnos a

mejorar nuestro compromiso con la “Nueva Evangelización y la Transmisión de la

fe cristiana” a la luz de la vida de comunión y participación en clave de vida

fraterna.

1 Cf. Evangelii Gaudium. No. 87, 180. 2 Cf. Congregavit nos in unum Christi amor: Congregación para la Vida Consagrada.

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II. LA VIDA DE COMUNIÓN.

6. “La Iglesia, como “comunidad de amor”, está llamada a reflejar la gloria del amor de Dios que, es comunión, y así atraer a las personas y a los pueblos hacia Cristo. En el ejercicio de la unidad querida por Jesús, los hombres y mujeres de nuestro tiempo se sienten convocados y recorren la hermosa aventura de la fe. “Que también ellos vivan unidos a nosotros para que el mundo crea”” 3

7. El documento de aparecida, citado textualmente, nos ofrece con gran riqueza lo

que significa vivir en comunión. No se trata simplemente de una unidad humana y personal o de pertenencia grupal, se trata más bien de una profunda experiencia de amor que es el atractivo ineludible para la vida cristiana. Si los cristianos no logramos comprender este elemento fundamental de nuestra vida espiritual e incluso existencial, jamás podremos ser testigos de su amor en el mundo.

8. La clave en el anuncio del Evangelio es esta: “que todos sean uno, como tú y yo

somos uno” (cf. Jn 17, 21). Para que exista unidad es necesario que brote de nuestro interior un compromiso profundo de amor por quienes son nuestros hermanos, no simplemente reduciéndose a un conjuntos de buenas relaciones humanas sino asumiendo y tomando consciencia de nuestra participación, en razón del bautismo, de la muerte y la resurrección de Cristo, Palabra hecha carne (cf. Jn 1, 14) que nos hace hermanos. Somos hijos en el Hijo. Hermanos que vivimos en fraternidad.

9. Consecuencia de esto, la vida de una iglesia particular, se funda necesariamente

como un lugar de comunión en el respeto y en el amor al otro: “La diversidad de carismas, ministerios y servicios, abre el horizonte para el ejercicio cotidiano de la comunión, a través de la cual los dones del Espíritu son puestos a disposición de los demás para que circule la caridad (cf. 1 Co 12, 4-12). Cada bautizado, en efecto, es portador de dones que debe desarrollar en unidad y complementariedad con los de los otros, a fin de formar el único Cuerpo de Cristo, entregado para la vida del mundo. El reconocimiento práctico de la unidad orgánica y la diversidad de funciones asegurará mayor vitalidad misionera y será signo e instrumento de reconciliación y paz para nuestros pueblos. Cada comunidad está llamada a descubrir e integrar los talentos escondidos y silenciosos que el Espíritu regala a los fieles”4

10. Nuestra iglesia diocesana debe ser un signo de comunión, en el que cada uno de sus miembros, se comprometa a vivir afectiva y efectivamente este don de la unidad. Comunión significa el amor en plenitud.

11. Lo afectivo nace del encuentro con el otro. Considerar al otro como parte importante de mi vida. No solo se trata de un sentimiento, sino más bien de un una convicción que se “hace carne” (Cf. Mt 25, 35ss). El modelo lo encontramos en el amor del Padre que nos donó a su propio Hijo: “tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo…” (cf. Jn 3, 16.). Dios sale de sí mismo para ser

3 Documento de Aparecida No. 159. 4 Documento de Aparecida No. 162.

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parte de nuestra historia. Nosotros, de igual modo, en la Iglesia, debemos salir de nosotros mismos y desinstalarnos y hacer que el proyecto por el Reino sea el proyecto personal y eclesial de toda nuestra vida cristiana. 5

12. Muchos hermanos sacerdotes, religiosos y laicos en esta Arquidiócesis han asumido este compromiso por el anuncio del Evangelio: participan con gozo y alegría en los encuentros de animación y coordinación pastoral; sin embargo, en este año, según se ha evaluado con los responsables diocesanos de pastoral y los Vicarios Episcopales Territoriales, muchos hermanos no han asumido aún el Proyecto Diocesano Pastoral, tal vez porque sus proyectos personales ¿valen más que los comunitarios? Una respuesta positiva a esta interrogante es simplemente inadmisible. El proyecto eclesial del anuncio del Evangelio, en el contexto cultural de hoy, esta sobre toda conveniencia personal y de grupos.

13. Como lo afirmé en su momento, ante algunos hermanos sacerdotes, deberíamos preguntarnos con seriedad si alguien que pone su criterio sobre el de toda una comunidad diocesana ¿está bien ubicado en esta jurisdicción?, o sería mejor ¿buscar otro lugar, o fundar su propia iglesia? La respuesta es única: La misión por la nueva evangelización en esta Iglesia particular exige necesariamente asumir el proyecto diocesano y esto es para todos: presbíteros, religiosos y religiosas, laicos y agentes de pastoral.

14. Tal vez estas palabras suenan un poco fuerte, pero las considero necesarias. Es importante revisar las actitudes personales para hacer que nuestro proyecto o plan pastoral, resuene en la mente y en corazón de todos. Se trata del Proyecto que nos compromete con mayor fuerza con la Nueva Evangelización. ¿Estamos dispuestos a asumirla? Respondamos con sinceridad y generosidad, esto exige renuncia y donación.

15. De ello surge, pues, la comunión efectiva que se evidencia en la adhesión y participación en los diversos procesos y actividades diocesanas. Si bien la participación de los presbíteros, religiosos y laicos en las reuniones vicariales se incrementa, también es doloroso mirar como muchos hermanos no participan pensando que es una “pérdida de tiempo”.

16. El mismo hecho de encontrarse y compartir experiencias humanas, espirituales y pastorales nos enriquecen. Estar junto a los hermanos nos engrandece. Por ello, considero muy importante que los Señores Vicarios Episcopales tomen muy en cuenta la participación de los miembros de la Vicaría a su cargo, puesto que la ausencia injustificada solo evidencia el interés personal sobre el eclesial. La Fraternidad se produce en el encuentro con el otro. Solo saliendo de uno mismo y haciéndome uno con los demás transparentamos la verdadera caridad de Cristo. Insisto, esto exige renuncia. ¿No es, entonces, la renuncia la clave del amor, la clave de la Cruz, la clave de la vida cristiana? Este tema debe provocar un

5 Documento de Aparecida 168: La Diócesis, en todas sus comunidades y estructuras, está llamada a ser una

“comunidad misionera” Cada Diócesis necesita robustecer su conciencia misionera, saliendo al encuentro de

quienes aún no creen en Cristo en el ámbito de su propio territorio y responder adecuadamente a los grandes

problemas de la sociedad en la cual está inserta. Pero también, con espíritu materno, está llamada a salir en

búsqueda de todos los bautizados que no participan en la vida de las comunidades cristianas.

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profundo análisis personal y eclesial en todos los miembros de esta iglesia diocesana.

17. A algunos hermanos les he pedido que colaboren llevando adelante la organización, coordinación y animación de una pastoral específica, algunos la han asumido con disponibilidad y alegría; sin embargo, tal vez, otros, tal vez por sus “múltiples ocupaciones” han descuidado este servicio eclesial. Servir en la Diócesis es servir a toda la Iglesia que subsiste en esta porción del Pueblo de Dios que nos ha sido encomendado.6

18. Les animo para que nuestro servicio sea animado y guiado siempre por la acción del Espíritu Santo; donando parte de nuestro tiempo para que esta misión sea realmente un profundo compromiso con el Señor y con esta iglesia particular. Dios sabrá recompensar en su momento esta donación de tiempo y esfuerzo por la construcción del Reino de Dios desde un ámbito específico de la pastoral.

III. LA PASTORAL DE CONJUNTO

19. La unión hace la fuerza. Esta corta frase, pero tan importante, es necesaria

ponerla en la mente y el corazón de todos. La unión por el proyecto de Cristo y

de su Iglesia nos hace fuertes ante los peligros del individualismo de la post-

modernidad7, que busca transformar al hombre en un objeto de consumo en sus

diversas formas y expresiones. Si nos mantenemos unidos seremos capaces de

alcanzar grandes objetivos.8 Si permanecemos unidos seremos capaces de llevar

adelante una pastoral orgánica, sistemática y ordenada que nos permita llegar a

quienes se encuentran alejados.

20. Si bien, la acción pastoral, no se funda en sistemas, organizaciones o estructuras,

sino en la propuesta gozosa y clara que no es otra que la del Resucitado9, también

es cierto que sin una mínima organización eclesial no seremos capaces de llegar

con mayor efectividad a quienes aún no han hecho parte de su vida a Cristo y su

Iglesia. Les invito a apoyar la nueva estructura pastoral que inicia en su camino.

No es el fin, es un medio al servicio del Evangelio.

21. Aparecida nos dice: “La Diócesis, presidida por el Obispo, es el primer ámbito de la comunión y la misión. Ella debe impulsar y conducir una acción pastoral orgánica renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero para comunicar vida en el propio territorio. Este proyecto, que surge de un camino de variada

6 Cf. CIC 369. CONC. ECUM. VAT. II, Decreto Christus Dominus, sobre el oficio pastoral de los Obispos, 11. 7 Cf. E.G. 67. 8 Una pastoral en clave misionera no se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de

doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia. Cuando se asume un objetivo pastoral y un estilo

misionero, que realmente llegue a todos sin excepciones ni exclusiones, el anuncio se concentra en lo esencial,

que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario. La propuesta se

simplifica, sin perder por ello profundidad y verdad, y así se vuelve más contundente y radiante. Evangelii

Gaudium 35. 9 Cf. Evangelii Gaudium No. 264.

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participación, hace posible la pastoral orgánica, capaz de dar respuesta a los nuevos desafíos. Porque un proyecto sólo es eficiente si cada comunidad cristiana, cada parroquia, cada comunidad educativa, cada comunidad de vida consagrada, cada asociación o movimiento y cada pequeña comunidad se insertan activamente en la pastoral orgánica de cada diócesis. Cada uno está llama do a evangelizar de un modo armónico e integrado en el proyecto pastoral de la Diócesis”10

22. Queridos hermanos, llevar adelante una verdadera pastoral de conjunto exige de

nosotros desacomodarnos. La búsqueda de la comodidad y el confort nos han

hecho, tal vez, perder el horizonte del sacrificio y la entrega a los hermanos por

Cristo y su Reino. Es el momento de salir a las periferias existenciales.11 Es el

momento de levantarnos y hacer que nuestras parroquias sean misioneras. Dejar

la pastoral de conservación y hacer que nuestras comunidades cristianas se

sientan comprometidas con el anuncio misionero del Evangelio. 12

23. Les invito para que estas palabras se hagan vida, con su participación activa y

constante en cada uno de los programas diocesanos, y asumamos el Proyecto

Diocesano de Pastoral. Espero que estas breves palabras sirvan para la reflexión

personal y grupal y hagamos, de nuestra misión, un compromiso con la Nueva

Evangelización.

24. Finalmente propongo a todos ustedes algunas líneas pastorales para este año

2015 para que todos podamos llevarlas adelante en todos y cada uno de los

lugares de acción pastoral diocesana:

IV. ALGUNAS PROPUESTAS CONCRETAS PARA ESTE AÑO 2015.

a. La vida Fraterna.

25. En cada uno de los lugares eclesiales se debe hablar y vivir la fraternidad. -Los

sacerdotes debemos buscar formas concretas para hacer realidad este don de la

fraternidad. -Los religiosos y religiosas les invito a comprometerse y a

profundizar a la luz de su carisma específico, el valor profundo de la vida

comunitaria, de la vida fraterna. –Los hermanos laicos deben esforzarse por

poner al servicio de los demás sus dones y carismas13. En definitiva, les animo a

todos para que la Fraternidad, como signo del amor entre los miembros de esta

iglesia particular, sea el primer eje de nuestro caminar eclesial. Si no nos amamos

no seremos creíbles ante los alejados. La clave de respuesta al mundo de hoy es

el amor.

10 Aparecida No. 169. Cf. 11 Cf. Evangelii Gaudium No. 24. 12 Cf. Evangelii Gaudium Nos. 22-25. 13 Lumen Gentium No. 33-35.

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26. Producto de esta experiencia existencial, necesariamente debemos fortalecer la

vida de comunión. Todos somos hermanos en Cristo, pero de igual manera, con

corazón ardiente, debemos estar interesados en ser parte de este compromiso

evangelizador. Debemos apasionarnos por el Evangelio, el compromiso no es

suficiente.14 Participar no solo es levantar la voz para que mi opinión sea

escuchada. Participar es asumir lo que esta iglesia particular nos pide para que la

Palabra sea más viva y eficaz en el corazón de los hombres. (cf. Hb 4, 12). En

definitiva: La fraternidad nos hace vivir en comunión y suscita en nosotros el

compromiso apasionado en la participación por el anuncio del Evangelio.

27. Consecuentemente, considero muy necesario fortalecer la vida de comunión de la

vida diocesana. Por ello, miro necesario, el conocimiento y la difusión del plan de

pastoral. Pido a quienes están al frente de una responsabilidad pastoral:

parroquias, seminario, instituciones educativas, movimientos apostólicos y a la

vida consagrada incluyan dentro de sus programaciones anuales el conocimiento,

análisis y profundización del Plan de Pastoral de nuestra iglesia particular. La

Comisión de Comunión y Participación debe apoyar a todos los ámbitos en esta

tarea y así se vayan concretando nuestros objetivos con la Nueva Evangelización.

b. La Familia:

28. En segundo lugar, quiero proponer como eje fundamental para nuestro caminar

2015, a LA FAMILIA: veo que es urgente fortalecer a la familia cristiana con los

valores del Evangelio. Debemos hacer que nuestras familias se fortalezcan como

verdaderas iglesias domésticas desde donde se difunda la fragancia de Cristo. Es

necesario que fortalezcamos con nuestra palabra y obra el amor conyugal, el

amor filial y el amor por quienes son parte de un don vocacional realizado en

felicidad por los esposos, según nos enseña Cristo y su Iglesia. 15

29. Debemos buscar maneras para atender con claridad doctrinal, pero también con

amor pastoral a quienes de una u otra manera viven situaciones diferentes a la

familia tradicional, y que de una u otra manera “sienten alejados” de la

comunidad eclesial. Debemos hacerles sentir que la Iglesia es Madre y que

siempre está pendiente de ellos; por ello, busquemos caminos de

acompañamiento que les permita sentirse parte de la comunidad eclesial y local.

Los párrocos y agentes de pastoral deben buscar, sin alterar las enseñanzas del

evangelio y de la Iglesia, maneras para llegar al corazón de nuestros hermanos.16

14 Cf. Evangelii Gaudium No. 264,265.

15 Cf. Evangelii Gaudium No. 67. Recomiendo la lectura de Familiaris Consortio.

16 Cf. Recomiendo la Lectura y profundización de los documentos emanados por la Congregación para la

Doctrina de la fe: “Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la recepción de la comunión eucarística por

parte de los fieles divorciados que se han vuelto a casar” y, “A propósito de algunas objeciones contra la

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30. Siendo un pedido del Santo Padre y de la Iglesia en general, pido al Tribunal

eclesiástico de celeridad a sus procesos y busque mecanismos pastorales de

acogida, que siguiendo los caminos adecuados, les permita a los fieles tener

mayor cercanía, conocimiento y confianza en el “Tribunal Interdiocesano para las

Causas matrimoniales”. De igual manera pido a quienes están al frente de tan alta

responsabilidad organicen con el clero de Quito y con laicos idóneos cursos

completos durante este año 2015 que permitan apoyar los casos que se

presentan en la cotidianidad pastoral.

c. La Vida Consagrada.

31. Propongo a Ustedes, como un signo de comunión con la Iglesia Universal y a

nuestros hermanos de la Vida Consagrada, unirnos a ellos para que los Objetivos

propuestos por el Santo Padre para este año 2015, se alcancen con amor y

alegría.

32. La vida consagrada es para nuestra Iglesia particular una riqueza, una verdadera

alegría,17 que nos permite ahondar en las profundas raíces de su espiritualidad a

la luz de los consejos evangélicos: “La vida consagrada es un don para la Iglesia,

nace en la Iglesia, crece en la Iglesia, está totalmente orientada a la Iglesia». De

aquí que, como don a la Iglesia, no es una realidad aislada o marginal, sino que

pertenece íntimamente a ella, está en el corazón de la Iglesia como elemento

decisivo de su misión, en cuanto expresa la naturaleza íntima de la vocación

cristiana y la tensión de toda la Iglesia Esposa hacia la unión con el único Esposo;

por tanto, «pertenece sin discusión a su vida y a su santidad”18

33. Animo a todos los miembros de la Vida Consagrada para que con corazón

generoso vivan con entusiasmo su compromiso con el Señor: - A mirar al pasado

con gratitud. Cada Instituto viene de una rica historia carismática. - A vivir el

presente con pasión. La memoria agradecida del pasado nos impulsa, escuchando

atentamente lo que el Espíritu dice a la Iglesia de hoy. – A abrazar el futuro con

esperanza…: La esperanza de la que hablamos no se basa en los números o en las

obras, sino en aquel en quien hemos puesto nuestra confianza (cf. 2 Tm 1,12) y

para quien «nada es imposible» (Lc 1,37).19 Les motivo para que sean un signo y

testimonio de comunión en nuestra vida diocesana. 20

doctrina de la Iglesia sobre de la recepción de la Comunión eucarística por parte de los fieles divorciados y

vueltos a casar” del Card. Joseph Ranzinger.

17 Carta Apostólica del Santo Padre Francisco a todos los Consagrados con ocasión del año de la vida

consagrada. Sección II. No. 1. 18 Ibid. No. 5.

19 Cf., los objetivos del año de la Vida Consagrada: Carta Apostólica del Santo Padre Francisco a todos los

Consagrados con ocasión del año de la vida consagrada. 20 Ibid. No. 3.

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d. La pastoral Vocacional.

34. Les recuerdo que las vocaciones, tanto a la vida sacerdotal y consagrada son una

respuesta al Testimonio concreto de la vida: «La Iglesia no crece por

proselitismo, sino por atracción»21 Si todos trabajamos en nuestro compromiso

testimonial, seguro el Señor nos regalará santas vocaciones. Esto hace que

también sea una línea pastoral fundamental para llevarla adelante en este año

2015. Las vocaciones deben ser una prioridad en la vida pastoral de toda nuestra

iglesia particular.

35. Finalmente, les pido, con amor de padre, su colaboración para llevar adelante

estas orientaciones pastorales, y cumplamos en comunión con la Misión que el

Señor nos ha encomendado.

36. Queridos hermanos, finalmente, les deseo que esta Navidad sea un encuentro con

Aquel que se ha hecho parte de nuestra historia,22 que se ha Encarnado y nos ha

otorgado el don de la Salvación.23 El mismo Señor suscite en nosotros un

renovado ardor por el anuncio del Evangelio y 24 que este año 2015 esté lleno de

alegría en el Señor.

Que María Madre de Dios, Nuestra Señora de El Quinche, nuestra Patrona, les colme

con sus bendiciones.

Dado en Quito, en el Palacio Arzobispal, a los 8 días del mes de diciembre de 2015,

solemnidad de la Inmaculada Concepción de María.

En Cristo, Buen Pastor,

+ Fausto Gabriel Trávez Trávez, ofm

ARZOBISPO DE QUITO

PRIMADO DEL ECUADOR.

21 Cf. Evangelii Gaudium No. 14. 22 Cf. Jn 1,14. 2323 Cf. Santo Tomás de Aquino, Oficio de la festividad del Corpus, Of. de Maitines, primer Nocturno, Lectura

I). 24 Cf. Evangelii Gaudium No. 275.