carraman

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Que Dios le conceda el doble de lo que usted me desea.

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Page 1: Carraman

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Page 2: Carraman
Page 3: Carraman

Manifiesto RoloCarramán debe cubrirse de los lloriqueos adolescentes del clima, busca un paraguas, es un profeta, los profetas también se resfrían, creo, bueno este sí. Entonces conoce al novio de la naturaleza, su primer apostol, Chamán. Que característico este sujeto, es un indio o eso parece, o tal vez un culebrero, tiene plumas, anillos, cadenas, cuentos y paraguas. Le ofrece, a Carraman, calmar el clima, que él tiene el poder para hacerlo. Empieza a recitar en lengua extraña, la lengua de la pacha mama a consentirla, a susurrarle al oído alguna historia antigua, o no tanto, a rezarle a San Isidro: “San Isidro labrador, quita el agua pon el sol que el domingo voy a misa y te hago una oración”, seguramente, San Isidro es como el papá o que se yo tiene algún poder sobre ella. El agua se disipa y Carramán ya no necesita paraguas, ya tiene a su primer discípulo.

Page 4: Carraman

Es tiempo de que tomemos la palabra, nosotros, con nuestro acento neutral, nosotros rolos, nosotros dueños de Bacatá, Bogotá, nombre de nuestra tierra que, también ahora, es una variante, esta vez no española.

Hijos de Bachué, hijos de Bochica hijos de Colombia y quien sabe de qué tierras más, tierra promiscua, la puta de Colombia se volvió esta sabana, de muchas regiones, idiomas, razas, desplazados, reinsertados, música, arte y todo

que hoy orgullosamente somos tan anti regionalistas como insípidos.

Oh! tú, sabana amplia y prospera, bella, inmensa, llena de todo para el hombre y nada para Dios. Tú tan hermosa y yo tan sin gracia, que esperas de este hijo de nadie sino su ingratitud.

Yo aquí por el mundo sin rumbo como el vagabundo. Buscando un quien y encontrando tal vez ese cristiano,

Page 5: Carraman

Caminando por la Bogotá cósmica, empieza a entender que tenemos todos los climas posibles. Aquí la naturaleza es una adolescente, caprichosa y consentida que no sabe que quiere, y cambia de parecer cada instante solo para que le prestemos atención. Le falta madurar o conseguirse algún novio. Y enfurece cuando ve todos esos paraguas desplegados, la ignoramos, nada más sutil que un paraguas de 5 lucas. Desde arriba se debe ver como que estallamos y nos volvemos un punto negro.

paisa, costeño, metacho o hasta testigo de Jehová que me ofrece ese quien, adoptando cuanta charada en internet apa-rece cualquier tribu urbana, cualquier vestigio de un pasado que algunos recuerdan con nostalgia nada más.

Somos el rezago de los Tupi y nos fundimos con quie-nes llegan, sin resistencia, solo los dejamos llegar, hay quien dice que tenemos fama de no ser hospitalarios pero es todo lo contrario, todos son bienvenidos todos son devorados, todos son alimento nuestro, nuestra identidad es esa, no tenemos, o tenemos todas, son nuestras y seguramente por eso nos difuminamos, aparecemos inmersos entre todos, una mezcla heterogénea donde no se reconocen los bogote-ños, pero ahí estamos, de pronto escuchando una rola o un vallenato, tomando chicha o coca cola, rezándole al divino niño del 20 de Julio o haciendo pacto con Satán, sin discri-minar, échele mano que aquí hay para todos algo.

Y aunque tristemente nuestro pasado cada vez se nu-bla más, es menos claro y parece que empezamos a buscar el eslabón perdido, ¿cuándo dejamos de ser bogoteños? Es lo que hace que no nos divida una línea en el mapa, somos los sin pasado. Somos esa raza de Vasconcelos, la raza cósmica, nuestra tierra es el mundo.

Page 6: Carraman
Page 7: Carraman

Historía de unaciudad mutanteSí, estaba enfermo, se dio cuenta que tenía un mensaje para el mundo, la única esperanza para limpiar los pecados de los pecadores, algo así como vaciarles el vaso para que lo llenen de nuevo. Pero eso ya lo había hecho alguien, creo, limpió el vaso y lo que sucedió seguido es que se llenó tan rápido que se rebozó, se le acabaron los hijos a Dios, solo nos queda Carramán. No sé que estaría pensando nuestro Dios de turno, tal vez ni fue él quien mandó a Carramán, de pronto algún Dios de nuestros antepasados o de pronto ya cambiamos de era y no nos dimos cuenta, tal vez el fin del mundo maya predice el cambio de Dios. Sea como sea Carramán es ahora el portador de un mensaje que debe dar al mundo.Carramán habitante de nuestra sabana de Bogotá, hijo de la raza cósmica, inicia su camino lleva la palabra como mensaje.

Page 8: Carraman

Las historias de Bogotá no pueden ser más que historias de supervivencia, no vivimos, huímos ¿pero qué es Bogotá? Es tan larga y tan distante que los riudos de la ciudad nos envuelven y vuleven…

Page 9: Carraman

Y creó Dios a Carramán a su imagen, a imagen de Dios lo creó; y vio que era bueno. En realidad no era tan bueno, estaba lleno de porquería, de muletillas, vicios, cosas de aquí, cosas de allá, malas costumbres incluso buenas y otras imperfecciones dignas de un mesías rolo. El mensaje del altísimo no pudo haber llegado de la manera más sublime posible, su cuerpo soportado por el brazo izquierdo en el poste, su cabeza mirando al suelo, viendo como ese alimento que alguna vez estuvo en su cuerpo se desliza por el caño. Una sobredosis de changua, un cuento de Carrasquilla o Galeano, no recuerdo, y algo que tiene que ver con la tolerancia a la lactosa, el diagnóstico.

Y creó Dios a Carramán a su imagen, a imagen de Dios lo creó; y vio que era bueno. En realidad no era tan bueno, estaba lleno de porquería, de muletillas, vicios, cosas de aquí, cosas de allá, malas costumbres incluso buenas y otras imperfecciones dignas de un mesías rolo. El mensaje del altísimo no pudo haber llegado de la manera más sublime posible, su cuerpo soportado por el brazo izquierdo en el poste, su cabeza mirando al suelo, viendo como ese alimento que alguna vez estuvo en su cuerpo se desliza por el caño. Una sobredosis de changua, un cuento de Carrasquilla o Galeano, no recuerdo, y algo que tiene que ver con la tolerancia a la lactosa, el diagnóstico.

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Yo lo conozco, sumercé me conoce

Yo lo conozco, sumercé me conoce

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Sí, estaba enfermo, se dio cuenta que tenía un mensaje para el mundo, la única esperanza para limpiar los pecados de los pecadores, algo así como vaciarles el vaso para que lo llenen de nuevo. Pero eso ya lo había hecho alguien, creo, limpió el vaso y lo que sucedió seguido es que se llenó tan rápido que se rebozó, se le acabaron los hijos a Dios, solo nos queda Carramán. No sé que estaría pensando nuestro Dios de turno, tal vez ni fue él quien mandó a Carramán, de pronto algún Dios de nuestros antepasados o de pronto ya cambiamos de era y no nos dimos cuenta, tal vez el fin del mundo maya predice el cambio de Dios. Sea como sea Carramán es ahora el portador de un mensaje que debe dar al mundo.Carramán habitante de nuestra sabana de Bogotá, hijo de la raza cósmica, inicia su camino lleva la palabra como mensaje.

Historía de unaciudad mutante

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Las historias de Bogotá no pueden ser más que historias de supervivencia, no vivimos, huímos ¿pero qué es Bogotá? Es tan larga y tan distante que los riudos de la ciudad nos envuelven y vuleven…

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Caminando por la Bogotá cósmica, empieza a entender que tenemos todos los climas posibles. Aquí la naturaleza es una adolescente, caprichosa y consentida que no sabe que quiere, y cambia de parecer cada instante solo para que le prestemos atención. Le falta madurar o conseguirse algún novio. Y enfurece cuando ve todos esos paraguas desplegados, la ignoramos, nada más sutil que un paraguas de 5 lucas. Desde arriba se debe ver como que estallamos y nos volvemos un punto negro.

paisa, costeño, metacho o hasta testigo de Jehová que me ofrece ese quien, adoptando cuanta charada en internet apa-rece cualquier tribu urbana, cualquier vestigio de un pasado que algunos recuerdan con nostalgia nada más.

Somos el rezago de los Tupi y nos fundimos con quie-nes llegan, sin resistencia, solo los dejamos llegar, hay quien dice que tenemos fama de no ser hospitalarios pero es todo lo contrario, todos son bienvenidos todos son devorados, todos son alimento nuestro, nuestra identidad es esa, no tenemos, o tenemos todas, son nuestras y seguramente por eso nos difuminamos, aparecemos inmersos entre todos, una mezcla heterogénea donde no se reconocen los bogote-ños, pero ahí estamos, de pronto escuchando una rola o un vallenato, tomando chicha o coca cola, rezándole al divino niño del 20 de Julio o haciendo pacto con Satán, sin discri-minar, échele mano que aquí hay para todos algo.

Y aunque tristemente nuestro pasado cada vez se nu-bla más, es menos claro y parece que empezamos a buscar el eslabón perdido, ¿cuándo dejamos de ser bogoteños? Es lo que hace que no nos divida una línea en el mapa, somos los sin pasado. Somos esa raza de Vasconcelos, la raza cósmica, nuestra tierra es el mundo.

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Carramán debe cubrirse de los lloriqueos adolescentes del clima, busca un paraguas, es un profeta, los profetas también se resfrían, creo, bueno este sí. Entonces conoce al novio de la naturaleza, su primer apostol, Chamán. Que característico este sujeto, es un indio o eso parece, o tal vez un culebrero, tiene plumas, anillos, cadenas, cuentos y paraguas. Le ofrece, a Carraman, calmar el clima, que él tiene el poder para hacerlo. Empieza a recitar en lengua extraña, la lengua de la pacha mama a consentirla, a susurrarle al oído alguna historia antigua, o no tanto, a rezarle a San Isidro: “San Isidro labrador, quita el agua pon el sol que el domingo voy a misa y te hago una oración”, seguramente, San Isidro es como el papá o que se yo tiene algún poder sobre ella. El agua se disipa y Carramán ya no necesita paraguas, ya tiene a su primer discípulo.

Manifiesto Rolo

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