canetti cerutti girona

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1 Hacia una mirada integral de la situación de la infancia: Sistema Integral de Monitoreo del Crecimiento, Desarrollo y Bienestar Infantil (SINADIBI) 1 Alicia Canetti, Ana Cerutti y Alejandra Girona. Centro Interdisciplinario de Infancia y Pobreza. Espacio Interdisciplinario. Universidad de la República Correo electrónico: [email protected] Resumen: Existe amplio consenso en la necesidad de promover el bienestar de la infancia, con suficiente evidencia de los costos individuales y sociales atribuibles a su postergación. Uruguay ha hecho esfuerzos para profundizar en políticas de infancia con el correlato de una necesidad de medir su impacto y analizar en qué medida éstos se traducen en avances en la protección y promoción del bienestar infantil. La medición del bienestar infantil es un área de estudio relativamente nueva, de gran complejidad, con muchas definiciones sobre cuáles son sus principales dimensiones y sus formas de operacionalizarlas. A nivel internacional se han creado indicadores que permitan la comparabilidad pero, como señala R. Myers, estos intentos pueden dejar de lado o subestimar aspectos nacionales de particular importancia. Se presenta una propuesta de monitoreo multidimensional del desarrollo y bienestar infantil, elaborada por el Centro Interdisciplinario de Infancia y Pobreza Ei-Udelar, sostenida en evidencia científica nacional e internacional, que permita también analizar cómo se comporta en el tiempo la brecha que hoy separa a niños de diferentes sectores. Incluye indicadores considerados en otros instrumentos de uso nacional, regional o internacional, lo que permite realizar análisis comparados. Palabras clave: bienestar infantil, pobreza, indicadores 1 Trabajo presentado en las XIII Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Sociales, UdelaR, Montevideo, 15-17 de setiembre de 2014)

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Page 1: Canetti Cerutti Girona

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Hacia una mirada integral de la situación de la infancia: Sistema Integral

de Monitoreo del Crecimiento, Desarrollo y Bienestar Infantil (SINADIBI)1

Alicia Canetti, Ana Cerutti y Alejandra Girona.

Centro Interdisciplinario de Infancia y Pobreza. Espacio Interdisciplinario.

Universidad de la República

Correo electrónico: [email protected]

Resumen:

Existe amplio consenso en la necesidad de promover el bienestar de la infancia,

con suficiente evidencia de los costos individuales y sociales atribuibles a su

postergación. Uruguay ha hecho esfuerzos para profundizar en políticas de

infancia con el correlato de una necesidad de medir su impacto y analizar en qué

medida éstos se traducen en avances en la protección y promoción del bienestar

infantil. La medición del bienestar infantil es un área de estudio relativamente

nueva, de gran complejidad, con muchas definiciones sobre cuáles son sus

principales dimensiones y sus formas de operacionalizarlas. A nivel internacional

se han creado indicadores que permitan la comparabilidad pero, como señala R.

Myers, estos intentos pueden dejar de lado o subestimar aspectos nacionales de

particular importancia.

Se presenta una propuesta de monitoreo multidimensional del desarrollo y

bienestar infantil, elaborada por el Centro Interdisciplinario de Infancia y Pobreza

–Ei-Udelar, sostenida en evidencia científica nacional e internacional, que permita

también analizar cómo se comporta en el tiempo la brecha que hoy separa a niños

de diferentes sectores. Incluye indicadores considerados en otros instrumentos de

uso nacional, regional o internacional, lo que permite realizar análisis comparados.

Palabras clave: bienestar infantil, pobreza, indicadores

1Trabajo presentado en las XIII Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias

Sociales, UdelaR, Montevideo, 15-17 de setiembre de 2014)

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I. INTRODUCCIÓN

Existe en la actualidad un amplio consenso en la necesidad de promover el

bienestar de la infancia, no sólo desde una perspectiva ética y de derecho sino

también desde un enfoque de desarrollo humano. Hay suficiente evidencia de los

costos individuales y sociales atribuibles a la postergación del bienestar de la

infancia, tanto afectando la situación actual de ese sector de la sociedad como

generando consecuencias en una amplia gama de resultados en la vida adulta y en

el desarrollo social global.

Problemas en el desarrollo y aprendizaje, menor nivel de competencias y

expectativas, menor productividad y peores ingresos, mayores tasas de

desempleo, mayor dependencia de la seguridad social, aumento de la frecuencia de

problemas comportamentales y delictivos, consumo de drogas y alcohol , niveles

más elevados de embarazos en adolescentes, problemas de salud física,

enfermedades crónicas y aumento en los costos sanitarios, han sido asociados a

bajos niveles de bienestar en la infancia, particularmente en un contexto de

pobreza infantil.(Terra 1986; GIEP 1996, 2000, 2004, 2007, 2013; Chowdry, H. et al

2009 )

En las últimas décadas Uruguay ha reconocido esta necesidad de poner énfasis en

la situación de la infancia y se han hecho esfuerzos para profundizar en políticas,

universales y focalizadas, dirigidas a mejorar la situación de los niños. También se

ha puesto énfasis, al menos desde lo discursivo, en la necesaria interconexión de

dichas políticas, aún en ausencia de un sistema único de protección a la infancia.

Como correlato de estos esfuerzos por parte del Estado, y por ende de la sociedad

en su conjunto, existe una necesidad de medir su impacto y analizar en qué medida

éstos se traducen en avances en la protección y promoción del bienestar infantil.

La medición del bienestar infantil, sin embargo, es un área de estudio

relativamente nueva, de gran complejidad, existiendo al respecto muchas

definiciones sobre cuáles son las principales dimensiones que están implícitas en

esta noción o constructo y sus formas de operacionalizarlas. A nivel internacional

se han creado diversos indicadores que permitan la comparabilidad entre países,

identificando los puntos fuertes y débiles de cada país (Lippman 2005). Sin

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embargo, como señala R. Myers (2003), estos intentos de comparabilidad muchas

veces pueden dejar de lado o subestimar aspectos nacionales de particular

importancia. Por otra parte, algunos autores han cuestionado,ya desde los años

60’s, que para organizar sistemas de indicadoresse parta de lo que ofrecen las

oficinas de estadística y los datos que éstas dispongan se reagrupen, reexploten y

se asuman como indicadores. Se ha señalado que este tipo de trabajos carecen

generalmente de fundamentación teórica y de una teoría de medición, aún

reconociendo su valor informativo (Casas 1989).

Si bien se trata de un constructo teórico aún débil, existe cierto consenso

emergente de que el bienestar infantil es multidimensional, debe incluir

dimensiones de bienestar físico, emocional y social; centrarse en la vida inmediata

de los niños y no sólo considerar sus vidas futurase incorporar medidas subjetivas

así como objetivas (Statham J, Chase E2010; Canetti et al 2012)

II. LA IMPORTANCIA DE CONOCER LA SITUACIÓN DE LA NIÑEZ

Durante siglos los niños constituyeron un grupo social invisibilizado y

discriminado, como señala Philipe Ariés (1960). Sus necesidades estaban

totalmente sumergidas tras las necesidades del grupo social dominante, el de los

adultos. Diversos motivos, histórico- sociales, ético- normativos, científicos, han

ido acrecentando la necesidad de enfatizar en este sector particular de la sociedad.

Se ha señalado que la consideración de la infancia como sujeto particular de

análisis y como objeto de atención se relaciona con el desarrollo de una serie de

marcos que han cobrado fuerza en las últimas décadas y que es necesario

considerar:

Marco normativo: los derechos del niño (la Convención de Naciones Unidas sobre

los derechos del niño - CRC, 1989): jerarquiza la visión de equidad.

Marco sociológico: una nueva sociología de la infancia que la concibe como una

grupo social en sí mismo, con sus propias características sociológicas (Qvortrup

1999; Alanen 2001; Olk 2006).

Marco integral complejo del desarrollo infantil: las habilidades de los niños deben

ser entendidas en el marco de su desarrollo y bienestar, procesos dinámicos

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influidos por múltiples factores. El modelo ecológico puede servir de base para

conceptualizar esta interacción. (Lippman2004; Olk 2004; Stevens et al. 2005).

Desde una perspectiva científica, hoy se reconoce que los niños tienen sus propias

prioridades, visión del futuro, valoración de las cosas, de los eventos y de las

instituciones sociales. (Ben Arieh et al 2007). En tanto tributarios de

características y necesidades particulares y diferentes de las de los adultos, es

fundamental visualizar a los niños como un grupo particular de la estructura social

que requiere políticas e indicadores específicos. Otros autores amplían esta idea

señalando que para hacer visible a cualquier grupo de población particular, los

miembros de este grupo - en este caso los niños - deben ser la unidad de

observación (Jensen y Saporiti 1992: 9). Por otro, los expertos en desarrollo

infantil han aportado datos que permiten afirmar que el desarrollo, como el

crecimiento, está sostenido en una interacción entre genes, ambiente y experiencia

y que esta conjunción co- determina la estructura y funcionamiento cerebral, con

periodos sensibles y críticos en los primeros años de vida. Lo que se haga en esta

etapa de la vida tendrá mejores resultados y será menos costoso social e

individualmente que si se hace después. (Shonkoff 2000, 2011)

Desde la mirada normativa, existen pronunciamientos que marcan la importancia

de este sector social particular: "La verdadera medida del progreso de una nación

es la calidad con que atiende a sus niñ@s: su salud y protección, su seguridad

material, su educación y socialización y el modo en que se sienten queridos,

valorados e integrados en las familias y sociedades en las que han nacido” (UNICEF

2007).

III. DE UNA MIRADA DISCIPLINAR A LA VISIÓN INTERDISCIPLINARIA DE LA

INFANCIA

Considerando que el análisis de la infancia y la niñez implica aproximarse a

fenómenos y procesos complejos en tanto humanos y sociales, es claro que se

requiere la cooperación y sinergia de distintas disciplinas que converjan hacia una

comprensión integrada de las múltiples dimensiones en juego.

La visión monodisciplinar de la infancia se puede visualizar claramente revisando

algunos conceptos con que se alude a este grupo particular. Si bien los términos

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infancia y niñez suelen usarse como sinónimos, algunos autores prefieren

diferenciarlos para marcar límites disciplinarios. De acuerdo a estos autores,

infancia hace referencia a los significados y expectativas culturales relativos a un

grupo social particular y niñez a la condición maduracional y evolutiva que

comparten niñas y niños concretos” (Vergara 2003:144). De la primera categoría

suelen ocuparse disciplinas del campo de las ciencias sociales (sociología, derecho,

economía) mientras que de la segunda lo hacen la psicología, medicina, nutrición,

biología, etc. (Qvortrup 2012).

Frente a esta separación, es indudable que la integración de ambos conceptos -

infancia y niñez-, respetando sus especificidades, enriquece el análisis. Esta

necesaria complementariedad supone abarcar conceptos tales como crecimiento,

desarrollo, bienestar infantil y familia, además de otros más tradicionalmente

analizados, vinculados a dimensiones económicas, culturales y jurídicas. Esta

complementariedad puede llevarse a cabo de diferentes formas y con diversos

grados de interacción tanto en el plano académico científico como en el

sociopolítico. El nivel de máxima complementariedad se corresponde con una

visión interdisciplinaria que conjugue las diferentes dimensiones en juego.

Además del enfoque multidimensional e interdisciplinario, la infancia puede ser

concebida como una unidad y analizada desde esa perspectiva global, en un marco

social e histórico particular o puede ser desagregada, poniendo atención a sus

heterogeneidades. Esto es válido tanto para el enfoque científico como para el

político- programático. En esta línea y aludiendo a la necesidad de contar con un

índice de pobreza humana, Amartya Sen subraya que además de conocer la

condición del conjunto de una comunidad y valuar sus logros como un todo, es

necesario poner atención a la situación y evolución de los sectores más

desfavorecidos de una sociedad, incluidos los niños. Es en este contexto en el que

la noción de pobreza infantil y exclusión adquieren relevancia. Como bien señalan

Main y Bradshaw (2012), el bienestar y la privación representan diferentes caras

de la misma moneda. Desde la perspectiva de los derechos del niño el bienestar

puede ser definido como la realización de los derechos del niño y el cumplimiento

de la oportunidad para cada niño de ser todo lo que él o ella puede ser. El grado en

que esto se logra se puede medir en términos de resultados positivos para los

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niños, mientras que los resultados negativos hacen referencia a la privación o la

negación de los derechos del niño.

IV.ANALIZANDO LAS DESIGUALDADES. MULTIDIMENSIONALIDAD E IMPACTO

DE LA POBREZA INFANTIL

Los resultados en términos de bienestar de los niños, no son estáticos. Son el

producto de la interacción entre los recursos, factores de protección y los factores

de riesgo sobre la situación del niño, su familia, los amigos, el contexto escolar y la

sociedad en general. Estos factores están cambiando constantemente y los niños -

con sus capacidades en evolución - crean su bienestar de forma activa por la

mediación de estos diferentes factores (Bradshaw 2006). Antonovsky(1987)

describe este proceso en su concepto de salutogénesis. Él se pregunta cómo se las

arreglan las personas para sobrevivir y mantenerse bien a pesar de estar

constantemente confrontados con dificultades y situaciones de estrés. Según este

concepto, la gente se mueve en un continuo entre la salud y la enfermedad, en un

equilibrio entre la tensión y los recursos. La construcción de la salud y el bienestar

es, pues, un proceso cuyos resultados dependen del contexto personal, la

situación interna y externa, las fortalezas y capacidades de la persona.

Como subrayan algunos autores (Bradshaw et al 2007) la discusión sobre los

conceptos de bienestar de los niños ha sido útil para ampliar el debate sobre la

pobreza infantil,desde una perspectiva centrada principalmente en los ingresos

a una comprensión más completa de los múltiples factores que influyen en la vida

de los niños.

Desde esta perspectiva, existe consenso en que la pobreza es el resultado de

procesos sociales y económicos –con componentes culturales y políticos – en que

las personas se encuentran privadas de activos y oportunidades a los que tienen

derecho todos los seres humanos. Asimismo, la pobreza se asocia fuertemente con

la exclusión social y la desigualdad, donde muchas veces la capacidad individual

para superarla no es relevante ya que no siempre es originada dentro del

individuo.

La relación de la pobreza económica con resultados o logros desfavorables en

términos de salud, bienestar y desarrollo, así como sus posibles intermediaciones o

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componentes adicionales, han sido estudiadas desde diversos enfoques

metodológicos y disciplinarios. Algunos autores, desde el campo de las ciencias

sociales se refieren a la privación de activos y oportunidades para ordenar estas

relaciones entre fenómenos (Kaztmann, 2001). Sen utiliza categoría como

“capacidades y funcionamientos”, para definir y medir el desarrollo humano, en el

intento de dar cuenta de la complejidad de la relación entre los aspectos macro y

micro del bienestar. Desde el enfoque de derechos se trabaja el concepto de

necesidades universales que deben ser garantizadas en términos de satisfactores.

En las últimas décadas y desde el campo de la salud, el enfoque de determinantes

sociales (Marmot and Wilkinson 2006; CSDH 2008; Li et al, 2009), dirigido a

comprender desde una perspectiva epidemiológica las causas de la inequidad en

salud con el fin de generar políticas para su modificación, también aporta un

modelo de interés para el análisis. (OMS 2007a, 2007b)

Todas estos enfoques pueden ser particularmente aplicables al estudio del

bienestar, crecimiento y desarrollo infantil. En términos de bienestar, el adecuado

crecimiento y desarrollo infantil puede concebirse como logros o resultados

(desde una perspectiva sanitaria) o activos o funcionamientos (desde una

perspectiva social) o pueden ser interpretados como la satisfacción de necesidades

universales (desde un enfoque de derechos). En este proceso, la primera infancia

es una etapa cardinal del ciclo de vida, cuando se estructuran las características

físicas y psicológicas y las habilidades sociales del individuo, que determinarán sus

capacidades para aprovechar las oportunidades o resistir las experiencias

vivenciales posteriores (Maggi, 2007). Por tanto el tema de la “igualdad de

oportunidades” no pasa sólo por el ingreso, aunque el mismo sea un factor a tener

en cuenta, sino también por disponer de las oportunidades interaccionales y

ambientales que son fundamentales, entre otros aspectos, para el desarrollo del

Sistema Nervioso y por tanto de un psiquismo como requisito básico que permita

interpretar la realidad en la que se está inmerso y transformarla. Por este motivo,

en su artículo “Desarrollo infantil e integración en la sociedad uruguaya actual” el

GIEP (2008) hablaba de una suerte de “biología de la exclusión”, dado lo temprano

de su establecimiento.

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No se puede desconocer la fuerte evidencia científica que muestra el impacto que

la pobreza económica y la exclusión social tienen sobre el crecimiento, el

desarrollo integral y la salud en la infancia, en particular cuando sus efectos se

imponen en forma precoz y continua. Por un lado, existen suficientes datos sobre

la estrecha relación entre la pertenencia a sectores de pobreza y problemas físicos,

retrasos en el desarrollo (cognitivo, conductual y emocional), fracaso escolar,

trastornos de conducta y conducta violenta, abuso de sustancias, etc. que terminan

afectando las posibilidades de integración social y económica futuras,

reproduciendo los mecanismos en los que se sostiene la pobreza. Pero al mismo

tiempo, la mayoría de las investigaciones han mostrado que la pobreza económica

no es suficiente para explicar estos efectos y que entre ésta y sus consecuencias

actúan mecanismos psicosociales intermediarios que interactúan y potencian el

impacto de las carencias materiales. (GIEP 96; Sameroff, 1998; Mathews, 2010) Se

ha demostrado que las etapas tempranas de la vida constituyen un período crítico

y/o sensible del desarrollo del niño, en particular para su Sistema Nervioso

Central. En esta fase de la vida, las experiencias que el niño establece con su

entorno y el impacto del ambiente influirán no sólo en la forma de construir su

identidad y sus relaciones sino en cómo se estructure y funcione su propio cerebro.

(Mustard, 2005; Pollak, 2005; Shonkoff 2000, 2011) Hay suficientes datos que

muestran que en este período crítico o sensible del desarrollo se sientan las bases

del aprendizaje y la socialización (GIEP, 2008) y que la calidad del ambiente y las

experiencias tempranas juegan un papel decisivo. (Knudsen, 2004, Lansdown-G,

2005). Un entorno de privaciones psicosociales, en el marco de pobreza

económica y exclusión, potencia sus efectos en estas etapas.

Investigaciones realizadas en Uruguay (GIEP 1996) han mostrado que entre el 30

al 50% de los niños nacidos en condiciones de pobreza presentan riesgo

importante de problemas en su desarrollo psicomotor, así como que este efecto

deletéreo empeora a medida que los niños crecen, lo que no sucede en otros

estratos sociales. Lamentablemente, diversos datos posteriores recogidos con los

mismos instrumentos, han indicado una alarmante estabilidad de las cifras de

niños en situación de riesgo para su desarrollo psicomotor en estos sectores.

(INFAMILIA-IPES-GIEP 2004, GIEP- ODM-IMM 2008, 2009a, CAIF- PNUD-Equipos

Mori 2010)

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Estos argumentos fundamentan la afirmación de que invertir en la infancia, desde

la etapa prenatal, es uno de los puntos claves para ayudar a romper con el circuito

de la pobreza y para permitir, al mismo tiempo, tender puentes para la integración

social. Junto con la inversión es necesario evaluar o “indicar” el tipo, la magnitud y

la duración de los impactos generados.

Indicar es referirse a implicar, ser signo de algo. Bauer (1966) es uno de los

pioneros en el uso de indicadores sociales y los define como una forma estadística

o cualquier otra forma de evidencia, que ayuda a estudiar dónde estamos parados

y hacia dónde apuntamos en relación a nuestros valores y metas. Pero decidir qué

indicadores han de usarse es una tarea compleja, en particular en el caso de los

niños. En Uruguay, continuando con la investigación de Terra y cols (1987), el

Grupo Interdisciplinario de Estudios Psicosociales (GIEP) creó y perfeccionó

instrumentos de medición del desarrollo infantil (Pauta Breve de Tamizaje y

Módulo de Evaluación para niños mayores de 5 años) y definió una serie de

indicadores, a partir de los cuales se elaboraron y validaron instrumentos de

caracterización del ambiente familiar (Evaluación de Ambiente Familiar y

Entrevista Clínica Familiar) y prácticasde crianza (Instrumento en Prácticas de

crianza). Estos instrumentoshan sido muy utilizados en sucesivas evaluaciones del

Plan CAIF, en el establecimiento de una línea de base por el IPES de la UCUDAL, en

diversas mediciones por el CLAEH y Equipos Consultores y en los programas de

Uruguay y Canelones Crece Contigo. (Cerutti et al 2014)

Con el conocimiento de factores de riesgo macro y micro sociales y la creación de

nuevos indicadores que integren la dimensión psicosocial junto a la

socioeconómica, se apunta al esclarecimiento de la interconexión entre la

multiplicidad de factores que entran en juego en la construcción de un modelo

contextualizado y multidimensional de niñez en situación de pobreza. (Roba 2014)

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Indicadores de desarrollo y bienestar infantil empleados por el GIEP

Áreas/ Instrumentos Dimensiones exploradas

Desarrollo infantil

Pauta breve de tamizaje (GIEP,1998)*

(A partir de ítems más relevantes del EEDP (Escala de Evaluación de

Desarrollo Psicomotor (Lira,1992) y TEPSI (Test de Evaluación

Psicomotriz, Haussler y Marchant, 1985)

Módulo de evaluación para niños mayores de 5 años (GIEP, 2008): a

partir de:

Adaptación de Prueba Aurora, realizada por Carmen

Pastorino y el Equipo del CESPA (Centro Studi

Psicopedagogie Aprendimento,1986)**

Copia de figuras de Mendhilarsu.***

Test de Desarrollo de la Percepción Visual (Frostig)****

TEPSI

Lenguaje/ gnosias visuales

Coordinación- praxias

Motricidad

Reconocimiento de figuras

Denominación de figuras

Reconocimiento de palabras

Repetición de palabras.

Silabeo.

Memoria lógica.

Completamiento de frases.

Razonamiento por el contrario.

Aspectos cuantitativos.

Clasificación.

Absurdos visuales.

Escritura.

Recortado.

Lateralidad.

Ambiente familiar

Instrumento Ambiente Familiar (GIEP,1996)

Entrevista clínica familiar (GIEP,2004)

Clima familiar

Comunicación

Creencias machistas

Toma de decisiones

Sentimientos depresivos

Satisfacción de la mujer

Satisfacción con el rol parental

Percepción del soporte social

Prácticas de crianza

Instrumento Prácticas de Crianza (GIEP,2000)

Alimentación perceptiva

Juego

Narrativa

Comunicación

Puesta de límites

Autonomía del hijo

Soporte social para la crianza

Extraido de Canetti et al 2013; Cerutti, et al 2014

* A partir de items mas relevantes del EEDP (Escala de Evaluacion de Desarrollo Psicomotor, Lira, 1992) y TEPSI (Test de Evaluacion Psicomotriz, Haussler y Marchant, 1985) ** realizada por Carmen Pastorino y el Equipo del CESPA (Centro Studi Psicopedagogie Aprendimento, 1986) *** Mendilaharsu C, Delfino I y col: Evolucion de la conducta de copia de las figuras geometricas. Act Neurol Latinoam 1970; 16. **** Frostig,M (1966): Test de Developpement de la Percepction Visuelle. Ed. Centre de Psychologie Apliquee. Paris

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V. LA IMPORTANCIA DE TOMAR EN CUENTA LA OPINIÓN DE LOS NIÑOS

Una de las medidas que se ha considerado importante cuando se habla del

bienestar de la infancia es el bienestar subjetivo infantil, entendido como el

conjunto de percepciones,evaluaciones y aspiraciones de los niñosy las niñas

acerca de sus propias vidas (UNICEF España 2012). El bienestar subjetivo se ha

relacionado con la percepción de sentirse bien,disfrutar, estar contento y se ha

asociado a constructos como la felicidad, la satisfaccióncon la vidao la satisfacción

con distintos ámbitos de la vida que han guiado líneas de investigación en este

campo.Uno de los principios fundamentales de la Convención de derechos de

infancia, definida más recientemente en términos de participación, establece que la

opinión de los niños debe ser tomada en cuenta en todos aquellos aspectos que les

atañen. Sin duda, los niños pueden y deben ser informantes clave a lahora de

analizar su bienestar y de informar y orientar las políticas públicas que les afecta

directa o indirectamente. La mayoría de las medidas de bienestar infantil se

apoyan en opiniones y percepciones de los adultos pero no incorporan la

perspectiva de los niños. Se ha dado importancia a la opinión de los adultos en

términos de satisfacción, pero se ha dejado de lado la de los niños bajo el

argumento de problemas en la confiabilidad y validez de los datos. En el campo de

la psicología la consideración directa de los niños ha sido contemplada para

evaluar por ejemplo su desarrollo desde larga data. En cambio, es en años

recientes que se han elaborado indicadores sociales e índices de bienestar que

contemplan su opinión, aunque éstos generalmente sólo incluyen a población

escolar o adolescente (Torney& Brice 1979; Melton 1980, 1983; Melton & Limber

1992; Ochaita, Espinosa &Grediaga1994, Bradshaw et al 2006; Innocenti

2007,)dejando de ladopor ahora a los más pequeños por las propias dificultades

que implica la operacionalización de una medida de este tipo. tal como lo señala

Lansdown (2005), la capacidad de expresión de los niños existe desde el

nacimiento aunque las formas en que lo hace varían según la edad y momentos del

desarrollo. La contribución de incorporar la opinión de los niños ha sido tal que ha

permitido mostrar los sesgos que puede tener la visión de los adultos sobre

determinada situación que los afecta. Diversos autores han señalado la

importancia de analizar los datos cuidadosamente y tomar en consideración el

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denominado sesgo del optimismo vital que hace que en general los niveles de

satisfacción percibida tienda a ser alta, por lo que su distribución no suele seguir

una curva de normalidad estadística (campana de Gauss), independientemente de

las condiciones socio-demográficas. Se ha destacado (Casas F, 2012) que para

evaluar la participación y la promoción social de la infancia, son muy importantes

determinados indicadores psicosociales (indicadores subjetivos), como por

ejemplo: a) Opiniones infantiles sobre temas que les afectan de su vida

ciudadana.b) Evaluaciones con ámbitos de sus vidas. c) Satisfacción con los

servicios que reciben. d) Percepciones sobre sus derechos. e)Valores que priorizan

f) Actitudes y confianza hacia los adultos y las instituciones sociales. Estos

indicadores deben ser combinados con otros de carácter más “objetivo” para

configurar un panorama más integral de bienestar infantil.

VI. ASPECTOS QUE APUNTA A RESOLVER EL SINADIBI

En nuestro país, las políticas y programas sociales, en particular aquellos dirigidos

a la infancia, no han resuelto aún algunos de los nudos centrales que aseguren la

efectividad de las intervenciones. Si bien se han hecho avances en materia de

coordinación intersectorial e interinstitucional, nuestro país se encuentra en

etapas muy incipientes de construcción de un “Sistema de Protección Integral de

Infancia y Adolescencia” suficientemente integral e integrado, con recursos

altamente calificados y adecuadamente estimulados para asegurar su

permanencia, que incluyan la evaluación como parte indisoluble de los mismos y

en el que converjan los diversos proyectos institucionales dirigidos a superar la

pobreza. Si bien en los últimos años se ha insistido en la intención de que los

programas y sus respectivas evaluaciones consideren el carácter multidimensional

del bienestar infantil y del fenómeno de la pobreza y los mecanismos a través de

los cuales estas condiciones ejercen su efecto sobre los niños, no se ha logrado aún

una coordinación intersectorial e interinstitucional que supere las

fragmentaciones ni una medida sistemática suficientemente integrada e integrala

pesar de la existencia de investigaciones nacionales que apuntan a jerarquizar

algunos de estos aspectos. Existen ejemplos de estudios o uso de instrumentos con

contenidos muy amplios cuya interpretación y lectura termina reduciéndose a los

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13

más tradicionales o restringiéndose fundamentalmente a sectores pobres.

También se han implementado sistemas que incluyen gran profusión de

indicadores sociales, que sin embargo, omitenmuchos aspectos vinculados al

desarrollo infantil y a características microsociales del entorno social y familias.

Cuando se incluyen, no son adecuadamente interpretados por falta de un cuerpo

teórico desde el cual analizar los datos crudos. Este es un ejemplo de cómo las

brechas en la interdisciplinariedad se constituyen en obstáculos para garantizar la

utilización responsable de la inversión en infancia.

La investigación universitaria debe contribuir a que la inversión que la sociedad

encara al definirse e implementarse políticas y programas, se sustente en datos

empíricos y conocimientos que brinden un panorama global del desarrollo integral

y bienestar de la infancia, poniendo énfasis en la comprensión integral y compleja

de las desigualdades, en especial aquellas asociadas a la pobreza infantil y sus

consecuencias, que permita medir su evolución en el tiempo, que oriente las

acciones y maximice los efectos de los recursos invertidos,en el marco de una

concepción ética y jurídica de derecho, en la cual la familia debería cumplir un

papel fundamental, de acuerdo a la Convención Internacional de los Derechos del

Niño y a nuestro Nuevo Código de la Infancia y Adolescencia, aprobado en

setiembre de 2004.

La propuesta de un Sistema de monitoreo multidimensional del desarrollo y

bienestar infantil elaborada por el Centro Interdisciplinario de Infancia y Pobreza

del Espacio Interdisciplinario de la Universidad de la República que se presenta,

está sostenida en evidencia científica y destinada al uso sistemático y periódico

(transversal, longitudinal, secuencial). El sistema incorpora diversos enfoques y

permite conjugar la mirada global de la infancia como grupo social y de la niñez

como etapa de la vida, apuntando a la vez a la identificación de desigualdades en

términos de privaciones, carencias o derechos vulnerados en distintas

dimensiones. Incluye indicadores considerados en otros instrumentos de uso

nacional, regional o internacional, lo que permite realizar análisis comparados con

otras realidades.

En su diseño inicial, está dirigido a la evaluación contextualizada del crecimiento y

desarrollo integral de 0 a 7 años, con la idea de que en el futuro se continúe luego a

Page 14: Canetti Cerutti Girona

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través de otras etapas del ciclo de vida y grupos etarios. Como ya se planteó,

privilegiar esta primera etapa del ciclo vital se basa en la importancia que tiene

este periodo en términos de lo que se define en él y el ahorro social y económico

que implica la prevención de todos los problemas que tienen su origen en esta

fase.

Al respecto Bedregal (2004) señala que “en general el desarrollo es un proceso

esencialmente continuo, que se despliega a partir de la acumulación de

experiencias en el individuo y donde cada estadio se asienta en la etapa anterior,

de manera tal que aquéllas más tempranas son más fundamentales que las más

tardías… “

El SINADIBI busca compensar la ausencia de indicadores de procesos psico-socio-

culturales, construyéndolos a partir de conceptualizaciones consensuadas y

apoyándose en modelos multidimensionales y contextualizados. Se enfatiza en

aquellos indicadores que intentan dar cuenta de procesos de interacción y

socialización, en particular en el entorno familiar y barrial y del contexto cultural

del niño, reflejado en creencias y prácticas de crianza, que en conjunto representan

los aspectos menos considerados en los instrumentos o sistemas que miden el

estado de la infancia (GIEP 2007, Bradshaw 2007,, Canetti et al 2012, Cerutti et al

2014).

Contar con un sistema de estas características permitiría no sólo contribuir a una

vigilancia y monitoreo integral de la situación de nuestros niños, sino también

analizar cómo se comporta en el tiempo la brecha que hoy separa a niños de

diferentes sectores (contribuyendo al proceso de fragmentación y exclusión social)

y dando no sólo de la situación de quienes proceden de sectores socioeconómicos

más desfavorecidos sino también de aquellos procedentes de sectores menos

vulnerables, que obviamente no están exentos de problemas.

Disponer de estos datos facilitaría, también, la acción en las situaciones tan pronto

se produzcan, en un criterio de prevención de riesgos, detección precoz de

problemas y tratamiento oportuno, junto a la promoción permanente del bienestar

de conjunto de niños y niñas de país.

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15

VII. SOBRE LA ELABORACIÓN DEL SINADIBI: SELECCIÓN DE DIMENSIONES,

COMPONENTES E INDICADORES

Para su elaboración, se identificaron dimensiones y variables de interés,

sostenidas en evidencia científica, con sus respectivas definiciones y

operacionalizaciones, poniéndolas a consideración del equipo. Para ello no sólo se

revisó la literatura nacional e internacional sino que se analizaron los principales

instrumentos de medición de pobreza, privación y bienestar infantil, entre los que

destacamos los trabajos de Kaztmann et al (2001), el Observatorio de la Deuda

Social Argentina (ODSA) (Tuñón 2010), el Sistema de Indicadores Múltiples por

Conglomerados de Unicef (MICS), el Índice de privación Infantil ( Report Card 10

de Innocenti –UNICEF2012), los indicadores CONEVAL de Mexico (CONEVAL

2010), empleados desde el Ministerio de Desarrollo Social en Uruguay (Zacheo

2013, Informe Económico Financiero 2011), los indicadores del Ministerio de

Trabajo y Pensiones del Reino Unido (HM Government 2012), Nutrición

Perceptiva (OPS 2007) así como los propios instrumentos creados y validados por

el GIEP (IPC-GiEP y Ambiente Familiar), probados a nivel nacional y analizados a

través de una base de microdatos que reunió diversas investigaciones nacionales

que emplearon dichos instrumentos.

Se incorporaron también dimensiones e indicadores surgidos de la discusión

teórica sobre los componentes multidimensionales de la pobreza propuestos por

Altimir, que incluye aspectos macro, meso y micro, que pudiesen ser testados en la

realidad, de modo de profundizar el conocimiento del conjunto de variables que

determinan la condición de pobreza y sus efectos sobre los niños. Este autor

realiza una desagregaciónde la pobreza que resulta de interés teórico: “Pobreza es,

ante todo, un síndrome situacional en el que se asocian el infraconsumo, la desnutrición,

precarias condiciones de habitabilidad, bajos niveles educacionales, malas condiciones

sanitarias, una inserción ya sea inestable, ya sea en estratos primitivos del aparato

productivo, un cuadro actitudinal de desaliento, poca participación en los mecanismos de

integración social y, quizá, la adscripción a una escala particular de valores, diferenciada en

alguna medida de la del resto de la sociedad” (Altimir, 1978:2)

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16

Una revisión y sistematización de estos distintos modelos e indicadores han sido

presentados en diversos documentos del Centro Interdisciplinario de Infancia y

Pobreza (Canetti, Schwartzmann et al 2013; Roba 2014).

Se analizó la jerarquía de los diversos indicadores considerados, a fin de

seleccionar los definitivos, tomando en cuenta su validez, confiabilidad,

aceptabilidad y consistencia en la aplicación por diversos operadores.

El producto es un conjunto de dimensiones, componentes e Indicadores

identificados y operacionalizados, que cumplan con los requisitos de solidez y

facilidad de interpretación y uso.

Dimensiones y componentes del SINADIBI

DIMENSIONES COMPONENTES

A LOS ADULTOS

1. SOCIOECONÓMICA Ingresos, trabajo, educación, acceso a servicios

2. VIVIENDA Y CONDICIONES MATERIALES

Tenencia y condiciones de la vivienda, equipamiento

3. SISTEMAS DE CUIDADO

Identificación cuidadores, Percepción calidad educativa

4. FAMILIA

Composición, clima familiar estimulación cognitiva, emocional y social. Autonomía, limites, tiempo libre , identidad. Género. Trabajo infantil

5. SALUD

Percepción salud , controles, vacunas, problemas identificados, discapacidad

6. ALIMENTACIÓN

Seguridad alimentaria, alimentación, prácticas crianza-alimentación perceptiva

7. RECURSOS BARRIALES Y MEDIO AMBIENTE

Percepción de satisfacción y seguridad, recursos y accesibilidad , medio ambiente , participación

8. COHESIÓN SOCIAL Y PARTICIPACIÓN

Percepción sobrefuncionamiento democracia, seguridad laboral, confianza social, posición social percibida

A LOS NIÑO/AS

EDUCACIÓN Percepción de la calidad de la institución educativa

SEGURIDAD Percepción de seguridad/inseguridad en el hogar, en el barrio, en la ciudad. Conformidad con el barrio

PARTICIPACIÓN Actividades en las que participa, grado de satisfacción

SALUD Percepción del estado de salud

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A este cuestionario se suman mediciones directas del crecimiento y desarrollo

infantil a través de medidas antropométricas y pruebas de desarrollo.Estas

constituyen nuestras variables independientes.

Qué brinda el SINADIBI?

Sistema de monitoreo multidimensional de la infancia, con integración de

diversos enfoques: ecológicos, contextual, interaccional, del crecimiento, de

derechos+, de género, de la infancia como grupo social y de las neurociencias.

Permite una mirada global de la infancia como grupo y de la niñez como etapa

a la vez que apunta a identificar desigualdades en términos de privaciones,

carencias o derechos vulnerados en distintas dimensiones.

Define al niño como unidad de análisis y no sólo al hogar.

Amplía la visión de la niñez más allá de la infancia temprana y de los periodos

críticos o sensible (0 a 7 años), pretendiendo ampliarse en el futuro hasta la

adolescencia.

Incluye la perspectiva directa del niño mayor de 2 años en varias de las

dimensiones analizadas, lo que constituye un aspecto innovador para este tipo

de herramientas.

Está destinado al monitoreo sistemático y periódico (transversal, longitudinal,

secuencial).

Ofrece insumos para orientar políticas integrales y no fragmentadas, al

combinar diferentes dimensiones de análisis para cada niño, en una

perspectiva interdisciplinaria e intersectorial.

Incluye indicadores considerados en otros instrumentos de uso nacional,

regional o internacional, lo que permite realizar análisis comparados con otras

realidades.

De bajo costo, con medidas simples que no requieren herramientas

tecnológicas sofisticados, accesible a recursos técnicos no especializados y

culturalmente aceptadas.

VIII. LOS DESAFÍOS:

El desafío es que esta herramienta se integre a un sistema único nacional de

evaluación del estado de la infancia en Uruguay, aplicado de manera periódica y

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continua y que pueda ser ampliada progresivamente a otros grupos etarios,

integrando siempre la opinión de los niños como fuente de información.

Por otra parte se aspira a aplicarlo en el marco de propuestas colaborativas a nivel

regional, ofreciendo una mirada más amplia y comparada de la situación de la

infancia en América Latina.

Sobre su aplicación.

El CIIP se propone aplicar el SINADIBI en el último trimestre de 2014. Se parte de un

universo que corresponde a los niños que viven en el territorio nacional, de 0 a 7

años de edad, estimado para localidades de más de 50000 habitantes en

366.373 niños según datos del Censo 2011. Su primera aplicación se realizará en

Montevideo y zona metropolitana, en un universo estimado 132.429 niños,

estimándose una muestra de cerca de 1000 casos.

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