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Caminemos con Jesús y los jóvenes en Semana Santa

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Caminemos con Jesús y los jóvenes en Semana Santa

Presentación pág. 04

Triduo Pascual pág. 13

Jueves Santo pág. 14

Viernes Santo pág. 19

Sábado Santo pág. 27

Domingo de Pascua pág. 33

2 5

Sugerencias

para el trabajo

personal:

1. En este tiempo pascual, procura trans-

mitir alegría y saludar diciendo “Feliz

Pascua de Resurrección”.

2. Con los materiales que tengas a mano,

procura preparar tu propio cirio pascual

para recibir la Resurrección de Jesús.

Puedes confeccionar además, ciertos

mensajes de alegría y optimismo para

transmitir la fuerza de la Resurrección.

3. En tu cuaderno de vida, reflexiona so-

bre los signos de vida que Dios te invita

a transmitir a los demás. ¿Cómo se

puede defender la vida de los más inde-

fensos? ¿Cómo dar testimonio de Je-

sús entre tus amigos, en la vida familiar

y social? Después de ésta semana

Santa ¿A qué me invita Jesús? ¿Qué

ha cambiado Él en mi vida?

4. ¿Qué hago para defender la vida de los

más indefensos, de los más pequeños,

de aquellos que no pueden defenderse,

de aquellos que son silenciados incluso

antes de nacer?

39

Aclaró que esto tampoco tiene que ver con oponerse a una ley y que “en primer tér-mino la ley que se está discutiendo despe-naliza y no legaliza, por lo tanto, será el Es-tado el responsable de proveer los centros públicos para realizar este procedimiento y nosotros tendremos la responsabilidad de la derivación”.

“Quiero ser bien enfático de que aquí no es-tamos hablando de urgencia médica. Siem-pre en nuestra institución católica, cuando ha llegado una madre con un sangramiento o con una situación de gravedad y de ur-

gencia, se le ha tratado para recuperar su vida”, subrayó Sánchez.

El Rector viajará a Roma este mes y espera poder saludar al el Papa Francisco en la Audiencia General. “Quiero manifestarle que estamos trabajando fuertemente defen-diendo la vida y entregarle ese testimonio, para que él sepa que la Pontificia Universi-dad Católica de Chile está en la defensa de la vida, está cercana a los más vulnerables y queremos ser la voz de los que no tienen voz”, expresó.

38 Presentación

Estimado(a) amigo(a):

Tienes en tus manos, un pequeño folleto explicativo con las

grandes temáticas de la Semana Santa. Ha sido pensado

para que éstas páginas, te ayuden a profundizar un poco

más los días santos, que nos hacen revivir cada año, el

misterio Pascual de Cristo; es decir, su gran amor por cada

uno de nosotros.

Para ello, te proponemos un esquema que profundiza lo

que creemos, celebramos y vivimos en cinco pasos:

1. Contexto: Ofrecemos un breve contextualización a

lo que vivimos en ese día.

2. Evangelio: Exponemos el relato Bíblico que nos

cuenta lo que vive Jesús con sus discípulos.

3. Liturgia: Explicamos lo que la liturgia de la Iglesia

nos invitará a celebrar por medio de sus signos, ges-

tos, palabras y ritos.

4. Meditación: Exponemos una breve reflexión que

nos ayuda a ampliar nuestra mirada para preguntarnos

sobre el sentido concreto de lo que celebramos.

5. Acción: Presentamos algunas sugerencias para vi-

vir la Semana Santa en sintonía con la celebración li-

túrgica y el servicio a los hermanos.

Como Don Bosco en la Iglesia, con los jóvenes y para los

jóvenes, te invitamos a celebrar el misterio más grande de

nuestra Fe: La Resurrección de Jesús.

P. Erick Oñate Jorquera, SDB.

3

4

¿A qué me invita la entrega de Jesús? 4

Te invitamos a meditar cómo po-demos acompañar a Jesús, des-de la realidad de lo que está vi-

viendo nuestro país.

SANTIAGO, 16 Mar. 15 / 02:15 am (ACI/EWTN Noticias).- En el contexto de la discu-sión de la despenalización del aborto, en Chile, presentado por la Presidenta Michelle Bachelet en enero de este año, Ignacio Sán-chez, médico y Rector de la Universidad Ca-tólica, informó a principios de febrero de es-te año que su institución no realiza-ría abortos nunca en su red de salud.

Fue así como este médico de profe-sión se puso en el ojo del hura-cán, recibiendo por un lado amplias mues-tras de apoyo y miles de mensa-jes respaldo, y por otro, duros ataques que incluyeron hasta amenazas de expropiar dicha casa de estudios si no se sumaba a dicha ley, en caso de ser aprobada.

Es por ello que ACI Prensa decidió conver-sar en exclusiva con el Rector Sánchez so-bre esta declaración de principios y las razo-nes detrás de ello.

“En nuestra institución, los médicos, la gente que trabaja en este campo, están por la vida y libre y soberanamente han firmado, al in-corporarse a nuestra institución, un docu-mento que los compromete a cuidar la vida desde la fecundación hasta la muerte natu-ral”, explicó Sánchez.

“Para nosotros como Universidad Católica, el valor de la vida es muy central en nuestra misión, en nuestra identidad”, señaló.

“Nos parece que el Estado está siendo muy pobre en ofrecer esta alternativa y que lo

que le corresponde a las políti-cas públicas de nuestro

país es acompañar a esa madre que es-

tá con un emba-razo vulnerable (…), asesorar-la desde el punto de vista médico, psico-

lógico y legal”.

Agregó que “si en algún momento en

Chile se hablara de la eutanasia vamos a estar en

la misma situación. Nuestros médi-cos están por proteger la vida. Por lo tanto, en esta institución hemos dicho: no se van a realizar abortos ni tampoco eutanasia”.

El Rector explicó a ACI Prensa que este te-ma va más allá de la fe: “Este es un tema humano, biológico, científico, este es un te-ma de respeto a la vida”, destacó.

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2. Liturgia de la Palabra. En la Liturgia de la Palabra, en esta noche, se acostumbra leer siete lecturas ―con su respectivo salmo responso-rial― que van narrando la historia de la Salvación desde la Creación del mundo hasta la Resurrección de Cristo. Una de las lecturas del Antiguo Testamento que no se puede omitir es la del Capítulo 14 del libro del Éxodo que narra la liberación del Pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. Cristo ahora, libera a toda la humanidad del peca-do. Por eso, antes de escuchar tal verdad, se vuelve a en-tonar con fuerza el canto del “Aleluya”, que traducido del hebreo significa “Alaben al Señor”. 3. Liturgia Bautismal. Después de la homilía, sigue a continuación la bendición del Agua de la pila bautismal y, su el caso lo requiere la celebración de los Bautismos correspondientes. Para ello, se invoca, con las letanías de os santos su protección so-bre quiénes serán incorporados a la Iglesia. Luego, con una oración que recorre los acontecimientos de la Historia de la Salvación, el sacerdote bendice el agua de la fuente bautismal. A continuación, si no hay bautismos, invita a toda la asamblea a renovar sus promesas bautismales, renunciando a Satanás, a sus obras, al mal y al pecado. Para ello, se vuelven a encender las velas y se concluye este rito con la proclamación del Credo y la aspersión con agua bendita por parte del sacerdote a todos los fieles. 4. Liturgia Eucarística. Posteriormente, la Misa sigue como de costumbre. Inun-dada ahora, por un ambiente festivo y celebrativo que se expresa en los cantos y en el rito de la paz, que adquiere en este día un sentido de hermandad en la salvación otor-gada por Cristo en su cruz y Resurrección. Al término de la Misa, las palabras del envío, agregan el “Aleluya” du-rante el tiempo Pascual. S. Pueden ir en paz, aleluya, aleluya. T. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

36

¿Qué celebramos

en este tiempo?

La Semana Santa, es en la Iglesia, la Semana Mayor, la

Semana más importante de la celebración del misterio cris-

tiano porque en ella se conmemoran, se celebran en la ac-

tualidad de nuestras vidas, los acontecimientos últimos de

la vida de Cristo. Su antigüedad celebrativa se remonta a

los tiempos de Jesús, como puede deducirse del texto de

los Evangelios, en donde se recuerda lo que aconteció cada

uno de los últimos días de su existencia.

Nuestra celebración, se enmarca desde los acontecimientos

de la cena en Betania, en la que Jesús se encuentra con su

amigo Lázaro y en la que María de Betania unge sus pies y

los seca con sus cabellos, debe haber tenido lugar el sába-

do, "seis días antes de la Pascua" (Jn 12. 1-2) y la entrada

triunfal a Jerusalén, lo que conocemos en la actualidad co-

mo Domingo de Ramos, se produjo a la mañana siguiente.

Desde ese día, los acontecimientos de la pasión de Jesús

se precipitaron y el texto evangélico registra con precisión

los acontecimientos en los que Cristo va sellando sus últi-

mos momentos.

Así, se nos presentan la preparación del lugar para la Últi-

ma Cena, la negociación de Judas con las autoridades reli-

giosas, la celebración de la Ultima Cena en la que Cristo

instituye la Eucaristía y lava los pies a sus discípulos, el

arresto de Jesús en el monte de los olivos, la negación de

Pedro, el juicio, el Vía crucis, la crucifixión, el silencio del

sábado y, finalmente la mañana de la Resurrección.

I 5

Durante estos días, la Semana Santa en

nuestra patria, se entremezcla con turismo,

días feriados de descanso y celebraciones

de los creyentes para conmemorar la pa-

sión, muerte y resurrección de Jesús.

Te invitamos a que estos días, no pasen

como un feriado largo más, sino más bien,

como un profundo encuentro con Cristo,

por eso, te proponemos una pequeña me-

ditación de cada día del triduo Pascual; es

decir, del Jueves, Viernes y Sábado Santo

para llegar al Domingo de Resurrección.

Sugerencias

para

el trabajo

personal:

1.Te proponemos que para

disponer el corazón, pue-

das ir dejando espacio al

silencio meditativo. Se trata

de ir apagando en estos

días los ruidos externos pa-

ra estar más atentos a lo

que Jesús va viviendo.

2.Quizás, sería necesario,

por ejemplo, dejar de escu-

char música, preparar en

algún lugar de tu casa o de

tu cuarto un pequeño altar

con algunos signos típicos

de Semana Santa que se

te irán proponiendo en es-

tos días; poner en tu esta-

do de WhatsApp alguna

frase que cuente a tus ami-

gos que estás acompañan-

do a Jesús, actualiza tu fo-

to de perfil de Facebook

con algo alusivo a Semana

Santa… etc.

3.Acércate a leer más la bi-

blia, prepara el corazón pa-

ra el sacramento de la Re-

conciliación y Penitencia,

participa de las celebracio-

nes litúrgicas en tu capilla o

parroquia, procura que tu

lenguaje sea menos grose-

ro, ayuda a otros, guardar

silencio, reconcíliate con

quiénes estás enemistado

o distanciado… en fin, bus-

ca todas aquellas acciones,

al alcance de tu mano, que

te ayuden a preparar efecti-

vamente el corazón para

las celebraciones de Se-

mana Santa, para hacer

vida lo que crees y cele-

bras en éstos días.

4.Sé más justo y solidario,

ayuda a los que más nece-

sitan, a cuántos viven un

vía crucis prolongado.

5.De modo práctico, escribe

en tu cuaderno de Vida,

tres o cuatro iniciativas pa-

ra poner en práctica ésta

Semana Santa.

6.Busca momentos de ora-

ción personal, de diálogo

con Dios.

2

6

La Vigilia Pascual, es la Mayor de todas las Vigilias, la más importante. Como hemos di-cho anteriormente, para ella nos hemos pre-parado durante toda la cuaresma. La Liturgia de la Vigilia Pascual tiene un profundo ca-rácter bautismal. Agua y fuego, son dos sig-nos muy importantes ésta noche. Agua que significa purificación y luz que significa sal-vación. La liturgia de ésta noche, tiene cua-tro momentos: 1. Bendición del fuego nuevo. 2. Liturgia de la Palabra. 3. Liturgia Bautismal. 4. Liturgia Eucarística. 1. Bendición del fuego nuevo. Este primer rito, nos muestra que Cristo es la Luz que ilumina las tinieblas, destruyendo con su Resurrección a la muerte y el peca-do. La Bendición del fuego nuevo, tiene lu-gar en el Templo o en las afueras de éste. Se realiza en un ambiente oscuro, con las luces apagadas, dando protagonismo al fue-go que precisamente alumbra la oscuridad.

El sacerdote Bendice el fuego nuevo y traza una cruz en el Cirio Pascual mientras dice: Cristo Ayer y hoy, principio y fin. «En el ex-tremo superior de la cruz marca la letra grie-ga alfa, y en el inferior, la letra omega; en los ángulos que forman los brazos de la cruz los números del año en curso, mientras dice “a Él le pertenecen el tiempo y la eternidad. A Él, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén”. Acabada la inscripción de la cruz y de los otros signos, el sacerdote pue-de fijar en el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz». (Cfr. Misal Romano) Luego, enciende el Cirio Pascual y anuncia a todos que la Luz del Cirio Pascual es la luz de Cristo. Así, en medio de la oscuridad se inicia la procesión hasta el templo y se van encendiendo las velas de todos en la medi-da en que se les va comunicando la luz. Al llegar al Templo, se proclama el solemne canto del Pregón Pascual, poema muy anti-guo (escrito alrededor del año 300) que pro-clama a Jesús como el vencedor de la oscu-ridad y de las tinieblas por medio del signo del Cirio Pascual.

3 ¿Qué nos invita a celebrar

la Liturgia de la Vigilia Pascual? 35

2

Mc 16, 1-7

1 Pasado el sábado, María Magdalena, María,

la madre de Santiago, y Salomé compraron

perfumes para ungir el cuerpo de Jesús. 2A la

madrugada del primer día de la semana, cuan-

do salía el sol, fueron al sepulcro. 3 Y decían

entre ellas: "¿Quién nos correrá la piedra de la

entrada del sepulcro?" 4 Pero al mirar, vieron

que la piedra había sido corrida; era una piedra

muy grande. 5 Al entrar al sepulcro, vieron a un

joven sentado a la derecha, vestido con una tú-

nica blanca. Ellas quedaron sorprendidas. 6Pero él les dijo: "No teman. Ustedes buscan a

Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucita-

do, no está aquí. Miren el lugar donde lo habían

puesto. 7 Vayan ahora a decir a sus discípulos

y a Pedro que él irá antes que ustedes a Gali-

lea; allí lo verán, como él se lo había dicho".

Palabra del Señor.

Gloria a Ti, Señor Jesús.

¿Qué nos enseña Jesús

en su Evangelio? 34

II

¿Qué celebramos

en este día ?

La Semana Santa, se inicia con la entrada de Jesús en Jeru-

salén. Es una entrada mesiánica, es decir, Jesús entra a Je-

rusalén, lugar de la presencia de Dios, como el Mesías pro-

metido, como Aquel esperado de los pueblos en el contexto

de la Pascua Judía (celebrada en el mes de Nisán, abril). La

muchedumbre lo aclama con palmas en las manos, a modo

de lo que se hacía en la fiesta de los Tabernáculos o de las

Chozas en el mes de septiembre-octubre. Esta fiesta es lla-

mada así, porque los peregrinos que acudían a Jerusalén, se

alojaban en chozas construidas con palmas alrededor del

Templo de Jerusalén, era la fiesta de acción de gracias por

la cosecha y recordaba la protección de Dios durante la mar-

cha por el desierto, después de la salida de Egipto. En el oc-

tavo día, una procesión pasaba siete veces alrededor del al-

tar, llevando ramas de mirto y palmeras y gritando:

"¡Hosanna!", en memoria de la caída de Jericó (cfr. Josué,

6).

En la entrada en Jerusalén, Jesús se presenta como el Prín-

cipe de la Paz, como aquel que no entra por la violencia a su

tierra, sino como Aquel que entra de forma humilde, despoja-

do de tropas de soldados, de séquitos y de armas.

1

7

¿Qué nos invita

a celebrar

la Liturgia del

Domingo De Ramos?

La Misa del Domingo de Ramos, a modo de

sinopsis, nos presenta lo que ocurrirá durante

toda la Semana Santa. Por ello, la liturgia ini-

cia precisamente con la proclamación de la

entrada de Jesús en Jerusalén. Se revive este

episodio con la bendición de los ramos fuera

del Templo y con la procesión hacia la Iglesia

agitando los ramilletes de palma y olivo. Los

cantos que proclaman “Hosanna” a Cristo Rey

acompañan el momento procesional.

Los ornamentos de ese día, son de color rojo,

precisamente porque se conmemorará junto

con la entrada triunfal de Jesús, su martirio y

muerte, en medio de la Ciudad Santa de Jeru-

salén. El Domingo de Ramos, por eso, tam-

bién es llamado Domingo de Pasión.

Posteriormente, la Misa sigue como de cos-

tumbre y, en la Liturgia de la Palabra, se pro-

clamará, por voz de varios lectores, el relato

de la Pasión de Cristo (Mc 14, 1-15,47) que

comprende, entre otras cosas, la unción a Je-

sús en Betania por una mujer, el acuerdo de

Judas Iscariote con los sumos sacerdotes pa-

ra traicionar a Jesús, la Última Cena, la institu-

ción de la Eucaristía, la oración y el arresto de

Jesús en el Getsemaní, el juicio del Sanedrín,

la negación de Pedro, el juico de Pilatos y la

muchedumbre, el camino hacia el Gólgota y la

crucifixión de Jesús.

¿Qué nos enseña

Jesús en su Evangelio? Mc 11, 1-10 1Cuando se aproximaban a Jerusalén, estando ya al pie del monte de los Oli-

vos, cerca de Betfagé y de Betania, Jesús envió a dos de sus discípulos, 2 di-

ciéndoles: "Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un

asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; 3 y si

alguien les pregunta: "¿Qué están haciendo?", respondan: "El Señor lo

necesita y lo va a devolver en seguida". 4 Ellos fueron y encontraron

un asno atado cerca de una puerta, en la calle, y lo desataron. 5 algu-

nos de los que estaban allí les preguntaron: "¿Qué hacen? ¿Por qué

desatan ese asno?". 6 Ellos respondieron como Jesús les había dicho

y nadie los molestó. 7 Entonces le llevaron el asno, pusieron sus man-

tos sobre él y Jesús se montó. 8 Muchos extendían sus mantos sobre

el camino; otros, lo cubrían con ramas que cortaban en el campo. 9 Los

que iban delante y los que seguían a Jesús, gritaban: "¡Hosanna!

¡Bendito el que viene en nombre del Señor! 10

¡Bendito sea el Reino que ya

viene, el Reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!".

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

2

3

8

¿Qué celebramos

en la Pascua?

Desde las Primeras Vísperas del Domingo, el sábado Santo

y durante ocho días seguidos, la Iglesia celebra con alegría

la fiesta de la Resurrección de Jesús.

El silencio meditativo de la Iglesia que hasta ahora se ha

llevado para acompañar la Pasión de Cristo es irrumpido

por el solemne canto “del Aleluya, que anuncia la resurrec-

ción de Cristo y proclama la victoria de la luz sobre las tinie-

blas, de la vida sobre la muerte”. (Cfr. Introducción General

Misal Romano).

Así nos lo anuncia el Pregón Pascual:

Esta es la noche en que sacaste de Egipto a nuestros padres, los hijos de Israel, y los hiciste pasar a pie por el mar Rojo. Esta es la noche que disipó las tinieblas de los pecados con el resplandor de una columna de fuego. Esta es la noche en que por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo, arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la gracia y agregados a los santos. Esta es la noche en la que Cristo rompió las ataduras de la muerte y surgió victorioso de los abismos.

VII

1

33

5

Sugerencias

para el trabajo

personal:

1. En este día, procura permanecer en si-

lencio, acercarte al diálogo personal

con Dios por medio de la Lectura de la

Palabra de Dios y de la oración en inti-

midad con Él.

2. Participa de algún retiro espiritual y, si

no lo has hecho, busca reconciliarte

con Dios por medio del Sacramento del

Perdón

3. Con los materiales que tengas a mano,

escribe una carta a Jesús, contándole

sobre los momentos en los que has ex-

perimentado soledad, sobre los mo-

mentos en que has dejado solos a otros

y sobre los momentos en los que tu

mismo lo has abandonado.

4. Busca una imagen de Jesús, imagina

que estás acompañando su sepulcro.

Cuéntala a Él lo que vive la Iglesia en tu

patria, cuéntale lo que hacen los jóve-

nes para anunciar el Evangelio. Dale

las gracias por la vida que tienes, por la

fe, por tu familia…

5. Redacta una carta a un joven que vive

como si Dios no existiera, que no le im-

porta la religión y que se experimenta

sólo e incomprendido. Ayúdalo con tus

palabras y cuéntale tus razones para

creer en Dios

32

¿A qué me invita la entrega de Jesús?

Nos señala el Papa Francisco: «Esta semana comienza

con una procesión festiva con ramos de olivo: todo el pue-

blo acoge a Jesús. Los niños y los jóvenes cantan, alaban

a Jesús. Pero esta semana se encamina hacia el misterio

de la muerte de Jesús y de su resurrección. Hemos escu-

chado la Pasión del Señor. Nos hará bien hacernos una so-

la pregunta: ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo ante mi Señor?

¿Quién soy yo ante Jesús que entra con fiesta en Jerusa-

lén? ¿Soy capaz de expresar mi alegría, de alabarlo? ¿O

guardo las distancias? ¿Quién soy yo ante Jesús que su-

fre?

Hemos oído muchos nombres, tantos nombres. El grupo de

dirigentes religiosos, algunos sacerdotes, algunos fariseos,

algunos maestros de la ley, que habían decidido matarlo.

Estaban esperando la oportunidad de apresarlo. ¿Soy yo

como uno de ellos?

También hemos oído otro nombre: Judas. Treinta monedas.

¿Yo soy como Judas? Hemos escuchado otros nombres:

los discípulos que no entendían nada, que se durmieron

mientras el Señor sufría. Mi vida, ¿está adormecida? ¿O

soy como los discípulos, que no entendían lo que significa-

ba traicionar a Jesús? ¿O como aquel otro discípulo que

quería resolverlo todo con la espada? ¿Soy yo como ellos?

¿Soy yo como Judas, que finge amar y besa al Maestro pa-

ra entregarlo, para traicionarlo? ¿Soy yo, un traidor? ¿Soy

como aquellos dirigentes que organizan a toda prisa un tri-

bunal y buscan falsos testigos? ¿Soy como ellos? Y cuando

hago esto, si lo hago, ¿creo que de este modo salvo al pue-

blo?

¿Soy yo como Pilato? Cuando veo que la situación se pone

difícil, ¿me lavo las manos y no sé asumir mi responsabili-

dad, dejando que condenen – o condenando yo mismo – a

las personas?

9 4

¿Soy yo como aquel gentío que no sabía

bien si se trataba de una reunión religiosa,

de un juicio o de un circo, y que elige a Ba-

rrabás? Para ellos da igual: era más diverti-

do, para humillar a Jesús.

¿Soy como los soldados que golpean al

Señor, le escupen, lo insultan, se divierten

humillando al Señor?

¿Soy como el Cireneo, que volvía del tra-

bajo, cansado, pero que tuvo la buena vo-

luntad de ayudar al Señor a llevar la cruz?

¿Soy como aquellos que pasaban ante la

cruz y se burlaban de Jesús : «¡Él era tan

valiente!... Que baje de la cruz y creeremos

en él»? Mofarse de Jesús...

¿Soy yo como aquellas mujeres valientes,

y como la Madre de Jesús, que estaban allí

y sufrían en silencio?

¿Soy como José, el discípulo escondido,

que lleva el cuerpo de Jesús con amor pa-

ra enterrarlo?

¿Soy como las dos Marías que permane-

cen ante el sepulcro llorando y rezando?

¿Soy como aquellos jefes que al día si-

guiente fueron a Pilato para decirle: «Mira

que éste ha dicho que resucitaría. Que no

haya otro engaño», y bloquean la vida, blo-

quean el sepulcro para defender la doctri-

na, para que no salte fuera la vida?

¿Dónde está mi corazón? ¿A cuál de estas

personas me parezco? Que esta pregunta

nos acompañe durante toda la semana».

(Francisco,

Domingo 13 de abril de 2014)

10

«Descendió a los infiernos»: esta confesión del sábado

santo significa que Cristo cruzó la puerta de la soledad,

que descendió al abismo inalcanzable e insuperable de

nuestro abandono.

Significa también que, en la última noche, en la que no

se escucha ninguna palabra, en la que todos nosotros

somos como niños que lloran, resuena una palabra que

nos llama, se nos tiende una mano que nos toma y guía.

La soledad insuperable del hombre ha sido superada

desde que él se encuentra en ella. El infierno ha sido su-

perado desde que el amor se introdujo en las regiones de

la muerte, habitando en la tierra de nadie de la soledad.

En definitiva, el hombre no vive de pan, sino que en lo

más profundo de sí mismo vive de la capacidad de amar

y de ser amado.

Si el viernes santo nos ponía ante los ojos la imagen des-

figurada del traspasado, la liturgia del sábado santo nos

recuerda, más bien, a los crucifijos de la antigua Iglesia:

la cruz rodeada de rayos luminosos, que es una señal

tanto de la muerte como de la resurrección.

De este modo, el sábado santo puede mostrarnos un as-

pecto de la piedad cristiana que, al correr de los siglos,

quizá haya ido perdiendo fuerza. Cuando oramos miran-

do al crucifijo, vemos en él la mayoría de las veces una

referencia a la pasión histórica del Señor sobre el Gólgo-

ta. Pero el origen de la devoción a la cruz es distinto: los

cristianos oraban vueltos hacia oriente, indicando su es-

peranza de que Cristo, sol verdadero, aparecería sobre

la historia; es decir, expresando su fe en la vuelta del Se-

ñor.

(cfr. Ratzinger, Joseph. Ser cristiano.

Desclée de Brouwer, 2007)

31

Te invitamos a meditar unos párrafos se-

leccionados sobre la experiencia de la

soledad y de la usencia de Dios, del Papa

Benedicto XVI.

El impresionante misterio del sábado santo,

su abismo de silencio, ha adquirido, pues,

en nuestra época un tremendo realismo.

Porque esto es el sábado santo: el día del

ocultamiento de Dios, el día de esa inmensa

paradoja que expresamos en el credo con

las palabras «descendió a los infiernos»,

descendió al misterio de la muerte.

¿Quién no ha experimentado alguna vez el

temor de sentirse abandonado? ¿Quién no

ha experimentado en algún momento el mi-

lagro consolador que supone una palabra

cariñosa en dicha circunstancia?

Pero cuando nos sumergimos en una sole-

dad en la que resulta imposible escuchar

una palabra de cariño estamos en contacto

con el infierno.

La muerte es la soledad absoluta. Pero

aquella soledad que no puede iluminar el

amor, tan profunda que el amor no tiene ac-

ceso a ella, es el infierno.

¿A qué me invita la entrega de Jesús?

4 30

Sugerencias

para el trabajo

personal:

1. Confecciona tus propios ramos de

olivo y/o de ramas de palma y escrí-

beles algún mensaje de saludo para

llevar, luego de la celebración de la

Misa, a algún amigo o persona que

no haya podido asistir a la Eucaris-

tía.

2. Medita el texto de la Pasión de Je-

sús e intenta identificarte con algún

personaje. Luego, investiga en inter-

net que sucedió con ese personaje,

antes, durante y después de la Re-

surrección de Jesús. Medita ¿A qué

me invita la historia de ese persona-

je?

3. Con materiales que tengas a mano,

busca tres clavos o alfileres y pega

en ellos, tres situaciones de pecado

que experimentes graves y por las

cuáles quieras pedir perdón a Jesús

en Semana Santa por medio del Sa-

cramento de la Reconciliación. Ten-

los contigo hasta que participes del

Sacramento de la Reconciliación.

4. Cambia la música de tu mp3, celular,

iPod… por música religiosa católica

que te ayude a reflexionar durante

ésta Semana Santa.

5 11

12

«El Sábado Santo está marcado por el silencio.

No hay celebraciones. Parece que todo ha termi-

nado sin posibilidad de cambio.

Cuando muere una persona, todo proyecto suyo

o respecto de él termina. Y también Jesús ha

muerto; sólo queda llevarlo al sepulcro. Ahora su

cuerpo está en manos de un hombre «bueno y

justo», José de Arimatea, que «bajándolo, lo en-

volvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro

excavado en la roca, donde nadie había sido

puesto todavía». ( L’osservatore Romano, 7 de

Abril de 2012)

La liturgia de este día, aguarda la Gran Vigilia

Pascual. Al igual que el viernes Santo, no se ce-

lebra la Eucaristía, sino hasta las primeras Víspe-

ras del Domingo de Pascua de Resurrección.

La tradición de la Iglesia, nos invita a contemplar

en el Sábado Santo a Cristo que está en el sepul-

cro y ha descendido al lugar de los muertos, a lo

más profundo donde puede bajar una persona.

Acompañamos a Jesús como lo hace su madre,

en silencio. Como lo hace la Iglesia.

3 ¿Qué nos invita

a celebrar

la Liturgia

del Sábado Santo?

29

2 ¿Qué nos enseña Jesús

en su Evangelio?

Lc 23, 50-56

50 Llegó entonces un miembro del Consejo, llamado José, hom-

bre recto y justo, 51

que había disentido con las decisiones y

actitudes de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y

esperaba el Reino de Dios. 52

Fue a ver a Pilato para pedirle el

cuerpo de Jesús. 53

Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió

en una sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca,

donde nadie había sido sepultado. 54

Era el día de la Prepara-

ción, y ya comenzaba el sábado. 55

Las mujeres que habían

venido de Galilea con Jesús siguieron a José, observaron el se-

pulcro y vieron cómo había sido sepultado. 56

Después regre-

saron y prepararon los bálsamos y perfumes, pero el sábado

observaron el descanso que prescribía la Ley.

Palabra del Señor.

Gloria a Ti, Señor Jesús.

28

¿Qué celebramos

en el Triduo Pascual?

El Triduo (tres días) Pascual, comienza con la misa vesperti-

na de la Cena del Señor en el Jueves Santo, alcanza su ci-

ma en la Vigilia pascual el sábado Santo y se cierra con las

vísperas del domingo de Pascua. En el Triduo Pascual, en-

tonces, se conmemoran la pasión, muerte y Resurrección

del Señor.

Toda la cuaresma nos prepara para celebrar éstos días san-

tos, que son la cumbre del Año litúrgico de la Iglesia; es de-

cir, no hay fiesta más importante que la celebración del mis-

terio Pascual del Cristo que llega a su eje central en su Re-

surrección. Así, el Triduo Pascual, preparado por la Cuares-

ma, se prolonga en el tiempo Pascual hasta la fiesta de

Pentecostés. El Triduo Pascual, es un puente entre la Cua-

resma y la Pascua.

“Son días que podríamos considerar como un solo día:

constituyen el corazón y el fulcro de todo el año litúrgico, así

como de la vida de la Iglesia. Al final del camino cuaresmal,

nos disponemos también nosotros a entrar en el clima mis-

mo que Jesús vivió entonces en Jerusalén. Queremos des-

pertar en nosotros la memoria viva de los sufrimientos que

el Señor padeció por nosotros y prepararnos para celebrar

con alegría, el próximo domingo, «la verdadera Pascua, que

la sangre de Cristo ha recubierto de gloria, la Pascua en la

que la Iglesia celebra la fiesta que constituye el origen de

todas las fiestas»”. (Benedicto XVI, 19 de marzo 2008)

III 13

IV ¿Qué celebramos

en este día ?

Nos señala el Papa Benedicto XVI: “El Jueves Santo es el

día en el que se hace memoria de la institución de la Euca-

ristía y del Sacerdocio ministerial. Por la mañana, cada co-

munidad diocesana, reunida en la iglesia catedral en torno al

obispo, celebra la Misa crismal, en la que se bendicen el sa-

cro Crisma, el Óleo de los catecúmenos y el Óleo de los en-

fermos. A partir del Triduo pascual y durante todo el año litúr-

gico, estos Óleos serán utilizados para los Sacramentos del

Bautismo, de la Confirmación, de las Ordenaciones sacerdo-

tal y episcopal y de la Unción de Enfermos”. (20 de abril de

2011)

En la Misa Crismal, los sacerdotes renuevan sus compromi-

sos sacerdotales: su obediencia al obispo del lugar, su dispo-

sición para celebrar los sacramentos a los fieles, su unión a

la oración y liturgia de la Iglesia, su promesa de celibato…

Por la tarde, se da inicio al Triduo Pascual con la celebración

de a Misa de la Cena del Señor, llamada también Misa de la

Última Cena. “Según la tradición, toda familia judía, reunida a

la mesa en la fiesta de Pascua, come el cordero asado, ha-

ciendo memoria de la liberación de los Israelitas de la escla-

vitud de Egipto; así en el cenáculo, consciente de su muerte

inminente, Jesús, verdadero Cordero pascual, se ofrece a si

mismo por nuestra salvación (cfr. 1Cor 5,7). Pronunciando la

bendición sobre el pan y el vino, Él anticipa el sacrificio de la

cruz y manifiesta la intención de perpetuar su presencia en

medio de los discípulos: bajo las especies del pan y del vino,

Él se hace presente de modo real con su cuerpo entregado y

con su sangre derramada. ”

1

14

VI Sábado Santo

¿Qué celebramos

en Sábado Santo?

El Sábado Santo, nos señala el Papa Benedicto XVI «está

marcado por un profundo silencio. Las iglesias están cerra-

das y no están previstas liturgias. Mientras esperan el gran

evento de la Resurrección, los creyentes perseveran con Ma-

ría en la espera orando y meditando. En efecto, es necesario

un día de silencio, para meditar en la realidad de la vida hu-

mana, en las fuerzas del mal y la gran fuerza del bien resul-

tante de la Pasión y Resurrección del Señor».

El Sábado Santo, por tanto, es un día de expectante espera,

es un día puente entre la muerte y la Resurrección. No es un

duplicado del Viernes Santo. Acá el foco de meditación no

está en la muerte cruenta de Jesús, sino más bien, en su

descenso a los infiernos para destruir la muerte y rescatar a

cuántos esperan la liberación. Se espera la Resurrección, el

cumplimiento de las Promesas, la constatación de que Aquel

que murió en la Cruz, es realmente el Hijo de Dios. No es la

historia de un fracaso. Es la espera confiada en las palabras

de Jesús antes de padecer: « "Ahora subimos a Jerusalén,

donde se cumplirá todo lo que anunciaron los profetas sobre

el Hijo del hombre. Será entregado a los paganos, se burla-

rán de él, lo insultarán, lo escupirán y, después de azotarlo,

lo matarán. Pero al tercer día resucitará"» (Lc 18, 31-33)

Por la tarde, en las primeras vísperas del Domingo (al atar-

decer del día sábado), tendrá lugar la mayor celebración de

la Iglesia, la gran Vigilia Pascual que nos hace vivir la Resu-

rrección de Jesús. En muchas parroquias y comunidades

cristianas se invita a la participación de retiro espiritual, con

la posibilidad de celebrar el Sacramento de la Reconciliación

para recibir con un corazón agradecido la Pascua.

1

27

26 2 ¿Qué nos enseña Jesús

en su Evangelio?

Jn 13, 1-15

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la

hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los

suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. 2 Durante la

Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo

de Simón, el propósito de entregarlo, 3 sabiendo Jesús que el Padre

había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y

volvía a Dios, 4 se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando

una toalla se la ató a la cintura. 5 Luego echó agua en un recipiente

y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toa-

lla que tenía en la cintura. 6 Cuando se acercó a Simón Pedro, este

le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?". 7 Jesús le

respondió: "No puedes comprender ahora lo que estoy ha-

ciendo, pero después lo comprenderás". 8 "No, le dijo

Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!". Jesús le

respondió: "Si yo no te lavo, no podrás compartir

mi suerte". 9"Entonces, Señor, le dijo Simón Pe-

dro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y

la cabeza!". 10 Jesús le dijo: "El que se ha ba-

ñado no necesita lavarse más que los pies,

porque está completamente limpio. Ustedes

también están limpios, aunque no todos". 11

El sabía quién lo iba a entregar, y por eso

había dicho: "No todos ustedes están lim-

pios". 12 Después de haberles lavado los

pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les

dijo: "¿comprenden lo que acabo de hacer

con ustedes? 13 Ustedes me llaman Maestro y

Señor, y tienen razón, porque lo soy. 14 Si yo,

que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los

pies, ustedes también deben lavarse los pies unos

a otros. 15 Les he dado el ejemplo, para que hagan lo

mismo que yo hice con ustedes.

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

15

La Liturgia de la Cena del Señor, nos quiere

introducir en el misterio del Amor de Dios

por todos nosotros. La liturgia de este día,

tiene sabor a lo antiguo y a lo nuevo. A lo

antiguo porque nos une a la Pascua Judía y,

a lo nuevo, porque Cristo inaugura una nue-

va celebración: la Eucaristía de la Iglesia. Él

se nos presenta como el Cordero Pascual,

Él es quién entrega su vida en rescate de

nosotros, Él es quien quita el pecado del

mundo y se queda en forma real en la Euca-

ristía, en el Pan y Vino Consagrado, en su

Cuerpo y Sangre.

Es una noche solemne, lo ornamentos son

de color blanco, es fiesta de Cristo y, por

eso, aunque estuvo silenciado toda la cua-

resma, el himno del Gloria, se vuelve a can-

tar con fuerza, mientras las campanas nos

anuncian el inicio del Triduo Pas-

cual y preparan nuestro cora-

zón para el Solemne canto

del Gloria en la Vigilia

Pascual.

Después del Evange-

lio, cuyo texto selec-

cionando es el del la-

vatorio de los pies, el

sacerdote, actuando

como Cristo, se quita

la casulla y se dispone a

lavar los pies de algunas

personas de la comunidad

cristiana. Es un acto de servi-

cio y de amor, precisamente por-

que la Iglesia, todos nosotros, estamos lla-

mados a poner en práctica el mismo servicio

y entrega de Cristo por amor a nosotros,

hasta la entrega de su vida en la cruz.

La Eucaristía celebrada en esta noche, es la

última hasta la Vigilia Pascual. El Viernes

Santo no se celebrará la Eucaristía en nin-

gún lugar del mundo. Por eso, después de la

comunión, la Reserva del Cuerpo de Jesús

se deja sobre el Altar y el sacerdote dice la

oración “Después de la comunión” y, junto

con los fieles, adora un momento a Cristo

presente en la Eucaristía, después de haber-

lo incensado. Posteriormente, acompañado

con los acólitos, que portan cirios, lleva a un

lugar distinto del Tabernáculo o Sagrario del

Templo la Reserva, es decir, las Hostias

Consagradas. Allí, en silencio, se invita a to-

dos a tener un acto de adora-

ción. Así, en medio de este

silencio meditativo, de

contemplación y ado-

ración la Iglesia se

une a la Pasión de

Cristo. Luego, en

el Templo, se

despoja el altar

de los cirios, flo-

res y mantel… y,

según la costum-

bre del lugar, se cu-

bren con un paño las

cruces y las imágenes

de los santos.

¿Qué nos invita a celebrar

la Liturgia de la Cena del Señor? 3 16 5

Sugerencias

para el trabajo

personal:

1. En este día, procura participar de la Li-

turgia de la Adoración de la Cruz y del

Vía Crucis, según la costumbre del lu-

gar en el que vives.

2. De acuerdo a tus fuerzas, participa del

ayuno y de la abstinencia de carne que

nos propone la Iglesia para adherirnos

conscientemente a la Pasión de Cristo.

3. En un momento personal, lee detenida-

mente el relato de la Pasión de Jesús.

Déjate interpelar por él, acompaña a

Cristo en sus últimos momentos y cuén-

tale a Él, por qué necesitas que te sal-

ve, te sane, te devuelva a la vida. Píde-

le que en su cruz, cargue con tus peca-

dos, que te ayude a reconocerte peca-

dor y a reconciliarte con Él, para que

puedas vivir en libertad.

4. Con los materiales que tengas a mano,

construye una cruz en la que puedas

anotar los nombres de las personas

que hoy son condenadas a muerte por

la sociedad actual. Ora por ellas y úne-

te a su dolor desde la Cruz de Cristo.

5. Construye, tus propias oraciones uni-

versales conforme al contexto histórico

que estás viviendo e invita a orar a

otros contigo.

25

Nos señala el Papa Francisco: «Dios ha

puesto en la Cruz de Jesús todo el peso de

nuestros pecados, todas las injusticias per-

petradas por Caín contra su hermano, toda

la amargura de la traición de Judas y de Pe-

dro, toda la vanidad de los prepotentes, to-

da la arrogancia de los falsos ami-

gos.

Era una cruz pesada, co-

mo la noche de las per-

sonas abandonadas,

pesada como la muer-

te de las personas

queridas, pesada por-

que resume toda la

fealdad del mal.

Y sin embargo es con to-

do una cruz gloriosa, como

el alba de una noche larga,

porque representa todo el amor de

Dios, que es más grande que nuestras

iniquidades y nuestras traiciones.

En la cruz vemos la monstruosidad del hom-

bre cuando se deja guiar por el mal, pero

vemos también la inmensidad de la miseri-

cordia de Dios, que no nos trata según

nuestros pecados, sino según su misericor-

dia.

Ante la cruz de Jesús vemos casi hasta to-

car con las manos cuánto somos amados

eternamente, ante la cruz nos sentimos hi-

jos y no cosas u objetos, como lo afirmaba

San Gregorio Nacianceno, dirigiéndose a

Cristo con esta oración: Si no existieras tú,

mi Cristo, me sentiría criatura acabada. He

nacido y me siento disolver, como duermo

descanso y camino, me enfermo y curo, me

asaltan sin número los tormentos, gozo del

sol y de cuanto fructifica la tierra. Después

muero y la carne se convierte en

polvo como la de los anima-

les, que no tienen peca-

dos. Pero yo, ¿qué ten-

go más que ellos? Na-

da sino Dios, si no

existieras tú, Oh,

Cristo mío, me senti-

ría criatura acabada.

Oh, Jesús, guíanos

desde la cruz hasta la

resurrección, y enséña-

nos que el mal no tendrá la

última palabra, sino el amor, la

misericordia y el perdón. Oh, Cristo,

ayúdanos a exclamar nuevamente: ayer es-

taba crucificado con Cristo, hoy soy glorifi-

cado con Él. Ayer había muerto con Él, hoy

estoy vivo con Él. Ayer estaba sepultado

con Él, hoy he resucitado con Él.

Finalmente, todos juntos, recordemos a los

enfermos, recordemos a todas las personas

abandonadas bajo el peso de la Cruz, para

que encuentren en la prueba de la Cruz la

fuerza de la esperanza, de la esperanza de

la resurrección y del amor de Dios.» (18 de

abril de 2014)

¿A qué me invita la entrega de Jesús? 4 24

El primer año de su Ponti-

ficado (2013) el Papa Fran-

cisco, quiso celebrar la

Eucaristía de Jueves San-

to en el Centro Penitencia-

rio para Menores "Casal

del Marmo" en Roma. Ésta

es su homilía:

“Esto es conmovedor. Jesús

que lava a los pies a sus dis-

cípulos. Pedro no com-

prende nada, lo recha-

za. Pero Jesús se lo

ha explicado. Jesús -

Dios - ha hecho es-

to. Y Él mismo lo ex-

plica a los discípu-

los: «¿Comprenden

lo que he hecho con

ustedes? Ustedes me

llaman "el Maestro" y "el

Señor", y dicen bien, porque

lo soy. Pues si yo, el Señor y

el Maestro, les he lavado los

pies, también ustedes deben

lavarse los pies unos a

otros: les he dado ejemplo

para que lo que yo he hecho

con ustedes, ustedes tam-

bién lo hagan» (Jn 13,12-

15).

Es el ejemplo del Señor: Él

es el más importante y lava

los pies porque, entre noso-

tros, el que está más en alto

debe estar al servicio de los

otros. Y esto es un símbolo,

es un signo, ¿no? Lavar los

pies es: «yo estoy a tu servi-

cio». Y también nosotros,

entre nosotros, no es que

debamos lavarnos los pies

todos los días los unos a los

otros, pero entonces, ¿qué

significa? Que debemos

ayudarnos, los unos a los

otros.

A veces estoy enfadado con

uno, o con una... pero... ol-

vídalo, olvídalo, y si te pide

un favor, hazlo. Ayudarse

unos a otros: esto es lo que

Jesús nos enseña y esto es

lo que yo hago, y lo hago de

corazón, porque es mí de-

ber.

Como sacerdote y como

obispo debo estar a tu servi-

cio. Pero es un deber que

viene del corazón: lo amo.

Amo esto y amo hacerlo

porque el Señor así me

lo ha enseñado. Pero

también ustedes,

ayúdennos: ayúden-

nos siempre. Los

unos a los otros. Y

así, ayudándonos,

nos haremos bien.

Ahora haremos esta

ceremonia de lavarnos

los pies y pensemos: que

cada uno de nosotros pien-

se: «¿Estoy verdaderamente

dispuesta o dispuesto a ser-

vir, a ayudar al otro?». Pen-

semos esto, solamente. Y

pensemos que este signo es

una caricia de Jesús, que Él

hace, porque Jesús ha veni-

do precisamente para esto,

para servir, para ayudarnos.

¿A qué me invita la entrega de Jesús?

4 17

5

Sugerencias

para el trabajo

personal:

1. En este día, procura participar de la Mi-

sa de la Cena del Señor.

2. Recuerda a algún Sacerdote amigo en

tu oración y salúdalo en este día, ya

que se celebra la institución de la Euca-

ristía y del Sacerdocio.

3. Comparte algún alimento con los más

necesitados. Organiza junto a tus com-

pañeros la visita a algún lugar en dónde

haya personas que necesiten de tu pre-

sencia y saludo en este día de solidari-

dad. Puedes juntar alimentos, útiles de

aseo… para llevarles como regalo.

4. Procura reunir a tu Familia en algún

momento de oración para orar por la

Iglesia, los sacerdotes y por todos

aquellos que trabajan anunciando el

Evangelio de Jesús.

5. Imitando a Cristo que se pone como

servidor de sus hermanos, haz un gesto

o acto de servicio a quién lo necesite.

6. En tu Facebook, WhatsApp, Instagram,

Twitter… pon algo alusivo al servicio.

Invita a la solidaridad, a participar de la

Liturgia y al silencio en estos días del

Triduo Pascual.

7. En un momento de silencio, acompaña

a Cristo en su oración durante la noche.

Puedes ir a un Templo o estar en el si-

lencio de tu cuarto. Quédate orando un

momento con Jesús.

18

En el relato de la Pasión, cuando se anun-

cia que Jesús murió, se nos invita a guardar

silencio, ponernos de rodillas y contemplar

a Cristo muerto en la cruz a causa de nues-

tra salvación.

Después de la Homilía, la oración universal

se realiza de modo solemne: a continuación

de cada petición, el sacerdote eleva una

oración siguiendo la misma intención de la

plegaria pronunciada. Así, se ora por la

Iglesia universal, el Papa, el Pueblo de Dios

y sus ministros, los que se van a bautizar

en la Vigilia Pascual (catecúmenos), la uni-

dad de los cristianos, el pueblo judío, los

que no creen en Cristo, los que no creen en

Dios, los gobernantes y los que sufren.

Posteriormente, de un modo solemne, el

sacerdote u otro ministro enseñan la cruz

de Cristo para la adoración. Cristo crucifica-

do, es el árbol de la cruz del que pende la

salvación. Por eso, en un acto de mucha

devoción, se nos invita a besar la cruz y a

orar el silencio para unirnos al misterio de la

entrega de Jesús.

Luego, en este mismo clima de oración, se

distribuye la comunión como de costumbre

en la misa y se concluye invitando a la ora-

ción, omitiendo la bendición final.

23

3 ¿Qué nos invita a celebrar

la Liturgia del Viernes Santo?

La liturgia de este día, está centrada en la

celebración de la “Adoración de la

Cruz”, la cual, tradicionalmente se

realiza a la tres de la tarde o poste-

rior a esa hora. También, en

nuestra patria, la celebración

del Vía Crucis, ha ido adquirien-

do importancia en las comuni-

dades cristianas que se organi-

zan para recorrer, en las calles, el

camino de la pasión de Jesús.

La Adoración de la Cruz

nos adentra en el misterio

de nuestra Salvación: Cris-

to, con sus brazos extendi-

dos entre el cielo y la tierra,

crucificado en la cruz nos

libera del pecado y de la

muerte con su sangre de-

rrama por amor a nosotros.

La Cruz es el signo de la

entrega y de la salvación.

En este día, el altar del Templo per-

manece despojado de todo y,

sólo se ornamentará, para traer a Jesús

Sacramentado en el momento de la co-

munión. La celebración de la

“Adoración de la Cruz” se inicia en si-

lencio. El sacerdote y los minis-

tros, van revestidos con orna-

mentos de color rojo y, al llegar

a al altar, se postran con el ros-

tro en tierra o permanecen de

rodillas para orar, junto con los fieles

en silencio y unirse así, a la Iglesia

que ora y con-

memora en distintas partes

del mundo la Pasión de

Cristo. Luego, sigue la cele-

bración como de costumbre,

hasta la proclamación del

Evangelio, en donde lee, al

igual que el Domingo de

Ramos con varios lectores,

el relato de la Pasión del

Señor, según san Juan

(18,1-19,42).

22

V ¿Qué celebramos

en Viernes Santo?

El viernes Santo, celebramos en la Iglesia, la entrega de Je-

sús en la cruz. Es vivido por la comunidad cristiana como un

día de silencio, de adoración de la cruz y de reflexión por la

muerte de Jesús.

Es un día de carácter penitencial, por eso, se nos invita a

guardar ayuno (privación de algún alimento) y abstinencia de

carne en este día, para adherirnos a la entrega de Jesús en

la cruz.

El silencio, la meditación, la oración personal y comunitaria

nos sitúa ante el asombro de la muerte cruenta, de la entre-

ga de Jesús en la cruz y nos mueve a la necesidad de con-

versión y de salvación que sólo Dios puede otorgarnos.

Nos señala el Papa Benedicto XVI: “El Viernes Santo hare-

mos memoria de la pasión y de la muerte del Señor; adorare-

mos a Cristo Crucificado, participaremos en sus sufrimientos

con la penitencia y el ayuno. Volviendo “la mirada a aquel

que atravesaron” (cfr. Jn 19,37), podremos beber de su cora-

zón partido que mana sangre y agua como de una fuente; de

ese corazón del que brota el amor de Dios por cada hombre

recibimos su Espíritu. Acompañemos por tanto también en el

Viernes Santo a Jesús que sube al Calvario, dejémonos

guiar por Él hasta la cruz, recibamos la ofrenda de su cuerpo

inmaculado” (19 de marzo de 2008)

1

19

2 ¿Qué nos enseña Jesús

en su Evangelio?

Juan 19, 17-35

Del Evangelio de Juan: 17

Jesús, cargando so-

bre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse

al lugar llamado "del Cráneo", en hebreo

"Gólgota". 18

Allí lo crucificaron; y con él

a otros dos, uno a cada lado y Jesús en

el medio. 19

Pilato redactó una inscrip-

ción que decía: "Jesús el Nazareno,

rey de los judíos", y la hizo poner so-

bre la cruz. 20

Muchos judíos leye-

ron esta inscripción, porque el lugar

donde Jesús fue crucificado queda-

ba cerca de la ciudad y la inscrip-

ción estaba en hebreo, latín y grie-

go. 21

Los sumos sacerdotes de los

judíos dijeron a Pilato: "No escri-

bas: "El rey de los judíos", sino:

"Este ha dicho: Yo soy el rey de los

judíos"". 22

Pilato respondió: "Lo es-

crito, escrito está". 23

Después que los

soldados crucificaron a Jesús, tomaron

sus vestiduras y las dividieron en cuatro

partes, una para cada uno. Tomaron tam-

bién la túnica, y como no tenía costura, por-

que estaba hecha de una sola pieza de arriba

abajo, 24

se dijeron entre sí: "No la rompamos. Va-

mos a sortearla, para ver a quién le toca." Así se

cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestidu-

ras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados. 25

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, Ma-

20

ría, mujer de Cleofás, y María Magdalena. 26

Al ver a la

madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba,

Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". 27

Luego

dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde

aquel momento, el discípulo la recibió en su ca-

sa. 28

Después, sabiendo que ya todo estaba

cumplido, y para que la Escritura se cumplie-

ra hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed. 29

Había allí un recipiente lleno de vinagre;

empaparon en él una esponja, la ataron a

una rama de hisopo y se la acercaron a la

boca. 30

Después de beber el vinagre, dijo

Jesús: "Todo se ha cumplido". E inclinan-

do la cabeza, entregó su espíritu. 31

Era

el día de la Preparación de la Pascua. Los

judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar

las piernas de los crucificados y mandara

retirar sus cuerpos, para que no quedaran

en la cruz durante el sábado, porque ese

sábado era muy solemne. 32

Los soldados

fueron y quebraron las piernas a los dos que

habían sido crucificados con Jesús. 33

Cuando

llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le

quebraron las piernas, 34

sino que uno de los solda-

dos le atravesó el costado con la lanza, y en seguida

brotó sangre y agua. 35

El que vio esto lo atestigua: su

testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para

que también ustedes crean.

Palabra del Señor.

Gloria a Ti, Señor Jesús.

21