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c r r L. .) L. Id L LAS OPERACIONES DE REEMBARQUE —porel Jefe de bata116n EYCHENIE— (Publicado en la revista L’ARMEE, ¡unio 1969) (Traducido por: CN. on Adolfo Contreras S&choz) Noviembre, 1969 BOLETIN DE INFORWACION NU,vt 40 - Y

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LAS OPERACIONES DE REEMBARQUE

—por el Jefe de bata116n EYCHENIE—(Publicado en la revista L’ARMEE, ¡unio 1 969)

(Traducido por: CN. on Adolfo Contreras S&choz)

Noviembre, 1969 BOLETIN DE INFORWACION NU,vt 40 - Y

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Dunkerque., Dieppe, Hungnam, ¡tantos nombres que ovocarr reembarcos espectaculares efectuados con m6s o menos fortuna Pero l.a historia de lo con fi ictos pasadc,y muy particularmente la de la iltima guerra mundial tiene dominante anfibio. abundaen situaciones anlogas de fuerzas que escaparon a la destrucci6n, al reembarcar de manora oportuna. Y, lo mismo que la operaci6n anfibia propiamente dicha siempre tienactualidad, el rcembarque, que no constituye a veces que la tlHma fase, merecepor supuesto que se le conceda una gran atenci6n.

Bajo este punto de vista, hoy abordamos este delicado objetivo, esforzcndonosen deducir un cierto numero de enseñanzas a la luz de un pasado todavra pr6ximo y delestado actual de la tcnTca anfibia. Segn la forma que tome el reembarco y el cuadroen el cual se inserte, consideraremos sucesivamente: el reembarco al término de un.a incursi6n, la evacuacicSn de una cabeza de playa anfibia, y el reembarque bajo la presindel enemigo.

Elreembarquealtérminodeunaincursin

Sea cual sea ci objetivo de una incursiSn, el reembarque forma parte integrantede la operaci6n y esto implica que ha sido estudiada en el dctallç. Su fisonomra deponder esencialmente de la importancia de los medios empleados y de la evolucin de lasituaciSn en tierra.

La acci6n del comando ligero, que se rdaliza antes del golpe de mano, se bósaen la oxplotacn mcxima del efecto do sorpresa, y de hecho es corta en el tiempo y enel espacio. Operando generalmente de noche y bajo la defensa de las medidas de diversi6n,el comando golpea como ci relmpago y provoca una reacn enemiga a rnenudodesordenada. Replegandose rapidamcnte, ya sea agrupado, ya diluido en equipos, seconcentra rpidamente en las balsas neum6ticas, dejadas bajo la guardia de vn dbi 1 —

elemento, y so dirige enseguida hacia el submarino o el barco encargado de recogerlo.Aislados en el dispositivo enemigo, estos tltimos no intervendrn en general, a no serque esta en juego su propia seguridad.

Cuando se trata de una operaci6n de envergadura, el asunto es diferente. A laventaja inicial que se obtiene con la sorpresa tctica y con el empleo de medios superiores, sucede enseguida la respuesta adversa, realizada en las tres dimensiones, En lc mcry en el aire, esta respuesta puede estar en gran medida prevista y preparada, En tierrasubsisten un cierto nrnero de imponderables de los que depende en iltirno aniisis el —

xito do la ¡ncursi6n. Sea como sea, el desarrollo normal de las operaciones de recm—barque, necesita reunir las condiciones siguientes:

— Unasuperioridadaeronaval que permita asegurar por lo menos la seguridad de

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la zona de operaciones contra toda interferencia del mismo orden por parte delenemigo, y un apoyo de fuego que facilite la acci& del comando.

Elrnantenimentodelaintegridaddelacabezadeplaya pues es evidente quetodo intento contra esta ¡ntegrdad puede tener consecuencias graves para la —

fuerza que opere en tierra. La seguridad de la cabeza do playa —cuya importancia se reduce a veces a las alturas que dominan directamente la playa — seasegura durante toda la duraci&, de la ¡ncursin por un elemento de fuerza quesor pasado por el comando y dislocado en u5ltima posici&.

— Lasincronizaci&1demovimientos de las diversas fracciones del comando en dirccci6n a la playa con las de las embarcaciones encargadas do transportarlos.Esto planeamiento so asegura por un equipode regulacin situado en el interiorde la cabeza de playa que controla las prioridades de orden marítimo y tctico.

Por iltimo, el delicado mecanismo de la dislocacin necesita de una libertadde maniobra a falta de la cual los últimos elementos en el contacto se oncontrarn rpidamente en situacin crítica. El comando no dispond de esta libertad de maniobra y no volvorcí a embarcar conforme ci los planes iniciales, si eque los objetivos no han sido plenamente alcanzados. Esto es lo que se deducedel estudio de las principales incursiones efectuadas a lo largo de las dos i5lti —

mas guerras mundiales.

Incursiones do Zeebrugge y St Nazairo.

Las incursiones de Zoebrugge y St —Nazaire efectuadas con veinticuatro añosdo intervalo (abril l9l8—marzo 194.2) presentan un cierto numero de analogías, tanto —

en su objetivo y en el éxito relativo de las operaciones do sabotaje previstas como enlas dificultades encontradas en el reembarque.

A lo largo de esta iltima fase, en efecto, los comandos britnicos sufrieron enlos dos casos las ms pesadas prdidas. Operando en terreno descubierto, como en Zeebrugge o implicados por el contrario en duros combates callejeros, como en Saint—Nazaire, siempre fueron sometidos o una roacci6n alemana muy furte tendente a cortarlesel camino de la mar. El reembarque se hizo bajo un intonso fuego y la Marina britnca no pudo recoger mcs que 347 hombros en Zeebrugge de los 700 empleados, mientrasque en Saint — Nazaire la proporcin baj6 a 56 hombres de 268 desembarcados.

lncursi& do Dieppe.

Poro en lo ¡ncursin do Doppe os donde encontramos las enseñanzas ms intcrcsantos. Esta incursi6n cinfibia, la mayor de todos los tiempos, se realizo el 19 de agosto do 1942 en el espacio de una sola marca. Ms de 6.000 hombres, canadienses en lamayor parte, asaltaron la costa francesa en siete puntos de un frente que se extendía auna veintena de kil6mctros, precediendo los ataques preliminares a Bemcvct, Puys, Pour

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villa Varengeville con 30 minutos de intervalo a la acckSn principal sobre Dieppe. Sesabe que estas diferentes acciones obtuvieron xitos variables y que, considerada en suconjunto, le incursin scld la cuenta con un costoso fracaso.

Sin embargo, el ancílisis de las operaciones de reembarque muestra que para unacobertura aeronaval idntica a la zona de acci6n de los comandos, la importancia delos elementos reembarcados ost en estrecha relaci6n con el resultado de cada accin

particular. Es así corno en Varongeville, por ejemplo, en donde el Comando núm. 4se apodcr de la batería alemana que constituía su objetivo, conservando durante todala duracin de la opcracin un espacio de maniobra que le permiti6 replegarse en buenos condiciones hacia una playa en su poder, do un total de 250 hombres fueron reembarcados 204. Por el contrario, en Puys, en donde la Royal Canada no llog6 ni a oscalar los acantilados, ni a profundizar haca el interior del país, la marina no pudo reernbarcar mcis que 60 hombres do los 543 que había puesto en tierra, a pesar del espíritucia sacrificio de que hizo gala. Por último, en Dieppo, en donde los efectivos desembarcados fueron de lejos los rns importantes, el avance de los canadienos no sobropas las primeras casas y sufrieron pérdidas excepcionalmente pesadas en el reembarqua pesar de la accin de 28 carros que resultaron destruidos en la misma playa. En elconjunto de la operacliSn, las prdidas se elevaron a 3.623 hombres de un total de ——

6.086 participantes y esto, bien esta señalarlo, mientras la PAF, actuando desde lasboses britnicas, conservaba la superioridad area de un extremo al otro de la opera —

cn, y mientras la Royal Navy reinaba, sin ninguna duda; en las aguas de Dieppe.

Opcracin de Koum — Kaleh.

La estrecha relaci6n que existe entre el éxito de la incursi6n y el del roembarque queda bien patente en la operacin de Koum — Kcileh, efectuado en la costa asii

de Turquía en abril de 1915. Se trataba de una acci&i do diversin que tenía porobjeto inducir ci error al Comandante turco en el mismo momento en que los Aliados selanzasen al asalto de la Península de Gallípoli. La rnisicSn de capturar la localidad yel fuerte do Koum —Kaloh se confi aun regimiento francas reforzado por una batería de75. Desembarcado en la mañana del 25 de abril a dos kil6mctros aproximadamente de —

su objetvo, el regimiento lo cerca al mediodía y se apodcr dci fuerte en el curso de —

la noche. El reembcirquo se real iz a la mañana siguiente sin interferencia notable do!enemigo1 y inicamente complicado por la presencia de 450 prisioneros turcos. La opercicin de Koum — Kaleh fue el tnico rayo de sol de una jornada particularmente osçurapara los Aliados.

Evacucici&deunacabezadepuenteanfibia

Pud ser decidida ya sea en el cuadro general de la conduccin de la guerrao como consecuonia do la cvolucli5n de la situacin en el teatro do la oporaci&i considerada. Las razones para ello estn generalmente en la no rentabilidad de un cuerpoexpedicionario incapaz de alcanzar sus obletivos, o bien en el refuerzo continuado dcienemigo que mpUque en ún plazo ms o menos largo un resultado desfavorable a las —

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Muy a menudo, el reembarque se efecfuarc a partir de un frente estabilizado,pero tambin en ciertos casos, bajo una presin adversa de d6bil amplitud que no lleveconsigo en ningún momento la ruptura del sistema defensivo. Presenta cierta analogracon el roembarque al trmino de una ¡ncursn ón el sentido de que ha sido estudiado —

en detalle y que su desarrollo se ha planificado. Pero mientras en la incursi&i el reernbarue se cfecti3a a ciencia y concienci.a del enemigo, poniendo en prctca los dosadvcrsarks todos sus medios para influenciar la dccisin en un sentido o en otro, la evacuacin de una cabeza de puente so har escalonada en el tiempo y tendr corlo domi.nante esencial ci secreto.

Se oscalonar en el tiempo en raz6n de la importancia de los efectivos y do losmodios generalmente empleados en la cabeza rJ puente, y tambin porque las operacionos estarn limitadas a los perrodos nocturnos, y dentro de éstos, a los porodos favorcbies de marcas. El calendario de la evacicci& se ostablecor en funcin de estos datos (1), susceptibles de variacin si so consienten sacrificios de orden material. Es ¡mportante sobre todo, que a pesar do que la fuerza que ocupe la cabeza de puente se debilite progresivamente, se quede hasta el ltimo mómento, para poder rechazar un ataque enemigo. La prdida de sustancia que representa la oyacuaci&i de los servicios’de una parto importante de los apoyos situados en la cabeza de puente podre compensarse en ciertos casos por una maquinaci6ii o idea basada en el terreno. Y ni que decirtiene, que sern las mejores tropas las que se quedarcín hasta el final, dependiendo engrcin parte el resultado de las operaciones, de su sangre fri y do su combatividad.

Por Gltimo, la importancia del secreto de que debe estar rodeada la evacuaci6nno escapci a nadie, pudiendo tener las ms graves repercusiones en su desarrollo cual —

quier ataque prematuramente desencadenado. La conservaci6n del secreto es relativa—monte fcil de asegurar en la fase preliminar, en el curso de la cual, un estado mayorinterej&dtos, en el que se agrupan los principales responsables, trata los problemas deorden tctico, tcnico y logrstico relativos a los reembarques, poro es diferente cuando estos han comenzado y la intoncicSn del mando es rpidcmente conocida por todos —

los ejecutantes. Debercmn pues, tomarso medidas con tiempo para que ninguna indiscrecian pueda filtrarso y salir do la cabeza de puente, como tampoco salir de las zonas enlas cuales se reagruparon los primeros elementos evacuados..

Es por otra parto esencial que no cambie la fisonomra del teatro de operaciones,o que por lo menos no haya un cambio excesivo en la actividad de las fuerzas interejrcitas directamente afectadas. Se debcrn pues conservar hasta el final las costumbresadquiridas o establecer con tiempo suficiente prontcis noticias destinadas a faci Litar oventualmente las operaciones do reombarque. Con un poco de imaginacin se obtendrn —

buenos resultados como lo prueban los dos siguientes elemplos, desplazados en el tiem—po y en el espacio.

() Y tambhn,naturalmontc, en funclin de las previsoncs establecidas por lOS °specki—listas de los servicios meteorok5gicos.

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Opcraci6n Dardanelos.

Si todo el mundo sabe que la operaci5n de los Dardanelos fue un sangriento fracaso, se ignora generalmente por ci contrario que la evacuaci6n del cuerpo expedicionario aliado supo de un éxito rotundo, y esto a pesar de las estimaciones pesimistas quefijaban en un principo el coste de la operaci6n en ci 35 40 por ciento cia los efecti —

vos, o sea alrededor de 40.000 hombros. Se trataba efectivamente de evacuar tres cabezos de puente aisladas, en contacto con fuerzas turcas superiores en nmero. En os —

ta oporacin ci mando aiiado docidi proceder en dos fases, siendo la tirinera la eva —

cuacin de las cabezas de puente septentrionales de Souvia y de Ánzac, y la segundala de la cabeza de pucnt del Cabo He les. Souvia y Anzac representaban un total de83.000 hombres, 5.000 occmilas, 2.000 vehículos diversos y 200 cañones, sin contarlos inmensos dep6sitos acumulados a lo largo de los meses. La opcracin fue fijada para tras noches, las dei 18, 19 y 20 de didembre de 1915.

No hubo ningn cambio en la actividad habitual de las dos cabezas de puentea lo largo de este período crflico. Por la noche, los barcos se aproximaban a las playas como anteriormente, peroen lugar de descargar en asta material o refuerzos, por elcontrario embarcaban unidades enteras. De día, subían los convoys de acmilas de lasplayas hacia las líneas, pero los turcos no podían saber que transportaban cajas vacías.Esta actividad artificial se mantuvo hasta ci final, incluso cuando huecas de sustancia,las cabezas de puente no aran ya tenidas mas que como una fina “corteza” de contacto.La tltima noche no quedaban ms que 1 .500 australianos y neozelandeses en Anzac, —

que por grupos se dirigían silenciosamente hacia las playas. Se aprecia mejor la discrecn de esta ciislocacin cuando uno sabe que en deterrninadcis partes muy acdderítadasdel frente la distancia que separciba a las trincheras no llegaba a los 20 metros. Hacialas tres de la mañana saltaban los últimos elementos alas embarcaciones mientras un fuego espordico se extendía a todo lo largo del frente, m9diante ingeniosos sistemas queactuaban a intervalos irregulares sobre los gatillos do un determinado nmero de fusilesabandonados cerca de las Posiciones. A las cuatro, una formidable oxplosin señalabala destruccin del dcp&ito de municiones y poco dospus, los turcos a1 fin alertadosdescendían rpidarnente hacia las playas desiertas. No se quod atrs ni un solo hom —

bre.

El esenario fue sensiblemente el mismo en el Cabo Hales, donde el problemaera sin embargo m& complejo a causa de las evacuaciones anteriores, y tarnbin cornoconsecuencia de la dosproporcin de las fuerzas en presencia: 4 divisiones alic!das contrci 21 divisiones turcas de las que la mayor parte habían sido liberadas por la recientaclisminucion del frente. La cvacuacion habia comenzado hacia cerca do una semanacuando los, turcos que se habían vúeito desconfiados por sus sinsabores anteriores, y aunno dispon ¡ando do un indicio serio, lanzaron el 7 de enero ‘da 1 91 6 un ataque generalcontra las posiciones aliadas. Fueron rechazados con grandes prdidas por los 1 ?.000horibres que en esa facha estaban en su sitio. Lejos de modificar el pai de reenibar —

que, este encuentro victorioso facilita por el contrario la ojecucin. Por knoche dodos días despus, fueron retirados los i3ltimos destacamentos de esta tierra &ida, tan ar

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dienteménte disputada. Los turcos se hicieron dueños de la península de Gallípoli,mientras un botín bastante importonte quedaba en sus manos. Pero la fuerza de combate d

- los aliados quedaba intacta, y aplicada a otros teatros de operaciones contribuy6 al derrumbcmento de las potencias centrales.

Cperaci6n Guadalcanal4

La situaci6n en Guadalcanal era, al principio de 1943, un poco diferente Labctalta aeronaval, indecisa mucho tiempo, había girado con desventajas para los ¡apo—neses. Consecuencia directa de esta inferioridad en el mar y en el aire, su cuerpo expedicionario mal suministrado y diezmado, tanto por enfermedades como por las pérdidassufridas,, se replegaba lentamente hacia el noroest.e de (a isla. No se sabe en qu mo —

monto se toma la decisin de evacuar Guadalcanal, pero no hay duda de que esta eva —

cuaci6n, que se hizo escalonadamente, escap6 totalmente al mando americano. Por elcontrario, este ltmo interpret6 los movimien-tos nocturnos de los destructores adversoscomo una tentatva de reforzamiento de la cabeza de puente, ¡lusi6n que mantenía ci fanctismo desplegado por tos combatientes japoneses del frente. Sin embargo, al principiode febrero, la resistencia nipona señalcS una clara flexkSn y se hizo evidente que los americanos no tenían frente a eJ los ms que a una dbfl retqguardia. Por 5ltimo, el dra 9controlaban la totalidad de la ¡sta en la que los 3ltimos elementos enemigós habían desaparocido. Aunque incompleta, esta victoria señalaba para ellos la primera etapa de sucontraofensiva en el Pacífico. En cuanto a los japoneses sí habían logrado una brillanteoperacin tctica, para las fuerzas evacuadas no so trataba rn& que de una tregua, puesto que muy pronto et dominio del mar iba a pasar definitivamente ci sus adversarios.

Reembarquebalolapresi6ndelenemigo

Un revés de orden estratégico o tctico, una precisa amenaza contra las líneasde cornunicacin continentales, tales son generalmente las razones que motivan una maniobra de retirada hacia la mar. Contrariamente a los casos anteriores, el onmigo po —

seo la iniciativa y una superioridad en tierra muy clara qu no permite considerar ni elrestablecimiento de la situacin ni el sostenimiento de una cabezó de puente a posteriori.

La superioridad en la mar como en el aire es la condici6n “sine qua non” para elxito de un reembarco efectuado bajo presin del enemigo, corno el Africa Korps tuvode ello cruel experiencia cuando, arrinconado en el Cabo Boa, en mayo de 1943, fueobligado a la capitulaci6n. Por lo dems, os prcticcmento imposible reembarcar unafuerza cuya situacn se ha hecho confusa despus de serios reveses. Aunque la Marinabritinica reinase como dueña absoluta en el Ocano Indico, no le sirvi6 de nada al pequeño cuerpo expedicionario acorralado cerca de Tanga., en noviembre de 1 914. (1).

(1) Este asunto de Tanga, en el Africa Oriental alemana, es digno de figurar en los anales de la Caballería. Los brit6nicos dieron a los alemanes un preaviso de una hora an

tes de poner sus tropas en tierra. Reunidos dos días ms tarde en la costa, obtuvierondel coronel Von Lot tw Vorbock una tregua sin la cual no habrían podido reembarcar,con toda evidenc.ia,lc totalidad de sus medios,

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De hecho, el problema del reembarque balo presi6n del enemigo lleva consigotantos par6metros como el de la operacicSn anfibia propiamente dicha, con la diferen —

cia de que trata de adaptarse constantemente a una situac6n esencialmente movible.Se le debe pu6s tratar en la misma irnea, consistiendo la primera disposici6n en designar úna inicaaltaautoridad¡nterej6rcitoparopodercoordinareficazmentelaocci6ndélafuerzaterrestreyladelasfuerzasnové lsyareasencargadasdeapoyarlaydeevacuaria.

ElpapeldelMandodelaFuerzoTerrestreesmuyimportante pues a l incumbeescnçialmcntelamisi6ndegañareltiemponecesarioparalareuni6n y la puesta en ——

pr6ctica de los medios aeronavales. Esto significa que deber6 maniobrar en el interiorde un cuadro espacio—tiempo impuesto por lo dem6s con el cuidado constante de no de—

larse ni penetrar, ni cortar en su zona de reembarque.

Al llevar un din6mico combate defensivo, deber6 efectuar la ovacuaci6n osca—lonadamente, lo que le permitir6 desembarazarse progresivamente de sus medios pesadosy de sus servicios. Su fuerza, reducida pronto a un elemento m6vil pero ligero, so ha—r6 cada vez m6s tributaria de la mar para poder satisfacer sus necesidades logísticas ypara sus apoyos. De la misma forma que en la operaci6n anfibia propiamente dicha elmando de la fuerza terrestre toma ci mando de las operaciones en tierra una vez que todos sus medios se hallan reunidos y prestos a combatir, cuando el fen6rneno inverso se

Produzca lo comunicar6 al comandante de la fuerza morrtimci.

Elproblemadelosapoyos constituye uno de los factores da esta decis6n, enraz6n do su importancia a lo largo do la fase critica del rcombarque y de la necesidadde asegurar su permanencia, sea cual sea (a situaci6n. La aviaci6n embarcada har6 enprimer lugar el relevo de la aviaci6n basada en tierra cuando 6sta vea sus terrenos amenazados por el enemigo, y su intervcnci6n so efectudr6 sensiblemente en las mismas condiciones. Por el contrario, la artiller’a naval no actuar6 para apoyar eficazmente alas tropas en tierra mas que en una fa1a de terreno que soro funcion del alcance de suspiezas, y este hecho determinar6 particularmente al momento a partir del cu6l la arti -

llerra de las fuerzas terrestres podr6 comenzar a ser reembarcada. Por tltimo, ser6 no—cesario regular en el tiempo preciso el problema de la coordinaci6n de los fuegos y deponer a disposici6n de la fuerza terrestre equipos especializados en la observaci6n y corocci6n de los tiros de la artillerra naval de particulares caracterrsticas (1).

Asegurarlaseguridaddelazonadercembarquehastalaterminaci6ndolasoperacionesconstituyeotroimperativocateg6rico.Yasetratodounpuertoodounaplci—ya, esta zona debe ponerse desde el principio al abrigo de un golpe de mano y organi —

zada de modo que se faci lite a continuaci6n la recogida y ol reombarque do la fuerzaterrestre. Algunas veces su defensa sor6 confiada a un elemento destacado a esto efocto por el mando de las operaciones en tierra. En otros casos, los medios necesarios se—

(1) Estos equipos existen en el seno de la fuerza anfibia.

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rcn encaminados rpidamente saliendo de otro teatro do ópcraciones. Esta GRima solu—ci6n presenta la ventaja de doiar al mando do la fuerza terrestre la totalidad de sus medios y de subordinado un nuevo elemento que dispondr generalmente del tiempo desedopara familiarizarse con el terreno y para organizar eficazmente la defensa de la zona deroembarque.

Lacjecucindelreembarquepropiamentedichonecesitaunasincronizacinperfectaentreladislocacindolafuerzaterrestreylosmovimienfosdelosdiversos barcosyembarcacionesencargadasdeovacuarlo. Esta sincronizaci&1 so asegura por iina organizaci6n triangular compuesta del óficial regulador de los movimientos navales, de unrepresentante cualificado del comandante do las operaciones en Horre, y por Gltimo, del¡ofo de la organizaci6n de playa. Esto Gltimo, que esta en posesi&i de todos los ciernentos de orden tcctico y rnaríimo, juega el papel de sealizador en el roembarque, vigilando especialmente que la capacidcid de transporto do los barcos so utilice plenamente.

Por Gltimo, ost el delicado problema de la dislocacin de los Gltimos cIernen —

tos en contacto. So trata do unidades ligeras de ¡nfantcríci que ocuparan sitio, ya scaen los cargos anfibios ocn las embarcaciones, y generalmente dejaran la playa bajo laprotoccn de los carros anfibios. Suspendido entre el ciclo y la mar, vulnerable a losgolpes de enemigo, su situacicn rocuorda a la que conoce la Fase inicial del asalto anfibio. Y en un caso como en otro la soluci6n es la misma: una potencia de fuego quesobrepase a ic del adversario y paralico sus reacciones.

Se trata de un esquema ideal del que la realidad se separa poco o mucho, ya quecada reombarque constituyo do hecho un caso particular. Procederemos a pasar revistaa los dos reembarques ms caracteríticos de estos Gltimos treinta años.

Dunkerque

LaevacuacindeDunkerque todavía est presente en muchas memorias. Recordemos los hechos. Del 22 al 25 de mayo de 1 940, los blindados alemanes alcanzaronla costa entre Boulogne y Gravelines, completando así el encierre de los ejrcitos delnorte. Llegados a 1 6 Km de Dunkerque los carros de Guderian, con gran sorpresa, detienen bruscamente su avance (1).

El 27, día de la capitulacin belga, reembarcan las primeras tropas britdnicasmientras l ataque alem& se pone de nuevo en marcha con unos efectivos de 6 divisiones. En la noche del 3 al 4 de junio, los tltimos barcos so alojan de Dunkerque, en —

ruinas. En ocho días, mcs de 340.000 hombres sorcn extraídos del Continente po una

Ø) La intorrupci&i de esta ofensiva sería debida, en parte, a la insisten cia del mariscal Goering que presumía de poder reducir Dunkerque con su Luftwaffe solamente,yen parto tarnbin al cuidado de economizar las preciosas formacknes blindadas.

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aspiradora naval rivalizando en audacia y en dedicacin (1). Es una hazaña tanto m&notable cuanto que los proncsticos pesimistas del comienzo fijaban las posibilidades deltransporte en un octavo de osta cfrd. Poro no puede considerarso como un xito, puespara alcanzar este resultado, los 34.000 hombres de la retaguardia hubieron de sor sa —

cri ficados.

Y esto, a posar del hecho de que la flota aliado dominaba las aguas del Canal de —

la Mancha y de que los cazas del Fghter Command disputaron eficazmente el cielo doDunkerque a la Luftwaffe (2). A pesar también de la combatividad de que hizo pruebala retaguardia y que mencionan los informes alemanes. Las causas de este fracaso debenser buscadas en otra parte. Particularmente en la organizaciSn del mando y en el interior de la cabeza de puente.

Sin cjuoror reanimar veias polmicas, recordemos que no hubo en Dunkerque mandounificado, sino una superposicin de autoridad (3). Es a cstastuaci6n a quien se debeatribuir el carcicter desordenada e improvisado de la evacuacn que se caracteriza especialmonto por una falta do coordincicin entre los movimientos de las tropas ye1 de losbarcos 14). Con rclaci6n a esto, muchos barcos volvieron a salir vacíos, mientras queotros se cargaron hasta hundirso. Esta falta de coordinaci&i so puso especialmente en —

evidencia a lo largo do la i5ltima noche. Los barcos que tocaron aqulla noche Dunkorque no podían ciertamente sacar de un solo golpe a toda la guamicliSn, tanto ms que —

las obstrucciones efectualas en el interior de la rada y la actividad do la artillería enemigo limitaban el acceso. Estaban, sin embargo, en condiciones de transportar 36.000hombres pero no subieron a bordo ms que 26.1 75 en estos barcos do iltima oportunidad.Entonces, se decidi el destino de la retaguardia,

Corea

Diez años mcs tarde se desarrollaba en Corea una acci&i parecida en ciertos aspectos. Descubierto por la retirada precipitada del 82 Ejrcito,que operaba en el sector occidental del pais, el Cuerpo de E1ercito americano se encontraba en una posicion critica al final de noviembre de 1950. La ofensiva china lanzada ci partir del Yalt amena

• •, a • • -—

zciba especialmente a las lineas de comunícaclon de la 1 — Division de Marines que estaba aventurada en la regkn caSticc de las reservas de Chosan. Esta gran unidad se en —

(1) 693 barcos de todcis las clases de los que 226 serían hundidos o seriamente averiados.

(2) 262 ciparatos alemanes abatidos y pérdida de 133 cazas britnicos.

(3) La muerte del general Billoto, jefe del grupo de los ejrcitos del norte, complic —

m& atn esto problema de mando.

4) Debido tambin en parte a la disparidad do barcos y al hecho de que la mayoría deellos estaban desprovistos de medios radio.

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contraba prcticamente rodeada cuando recibic la orden de reunirse en el puerto de —

Hungnc’m. Consigu a duras penas romper el cerco chino’ y franqueS combatiendo los

1 50 Km que le separaban de la costa, apoyado por su aviacin tctica y avituallado —

por los helic6pteros que transportaban sus heridos. El 11 de diciembre penetraba porrin en el perirnefro defensivo de Hungnam y comenzaba el mismo dia su reembarque (1).

Esta cabeza de puente, que estaba sostenida por dos divisones, habra recibidodesde comienzos de diciembre el apoyo de una parte de la Task Force 90 estacionada —

en Sasébo, Jap6n. El apoyo fue resolutivo, pues los cañones de la Flota (2) permitieron establecer un “muro de fuego” que contribuyó a romper todos los ataques chinos confra la cabeza do puente. Hasta ci 14 de diciembre funciona en tierra un Estado MayoConjunto que coordin6 el conjunto de las operaciones, y en esa fecha, el mando do lasoperaciones pasa dci Mayor General Alrnond, Jefe del X Cuerpo, al Almirante Doyle,Jefe de la Fuerza Marítima. Los reemborcos se prosiguieron hasta l 24 de diciembre,complicados por la presencia de millares de refugiados que se precipitaban sobre los barcos y fueron evacuados en la medida de las posibilidades. Una gran parte del materiaTfue igualmente evacuado, mientras otros inmensos fuegos artificiales señalaban la des —

trucciSn de los depSsitos do municiones. La retaguardia consigui6 reembarcar sin unanotable interferencia del enemigo.

Exto total en Hungnarn, fracaso parcial en Dunkerque; el contraste es chocan

te pero relativamente fcil de explicar. En primer lugar, por la diferente naturaleza —

del enemigo —en un caso, cl ej&cito alemn, a base de formaciones blindadas y mecanizadas, apoyado por una Luftwaffe agresiva y eficaz — en otro, el ejrcito chino a base do una infantería numerosa y agresiva, ciertamente, pero poco m6vil, disponiendode poca artillería y pr6cticomentc sin aviaciSn. Se explica tambi&n por la concepci6nde las operaciones de reembarque en los dos casos. Improvisacin y ausencia de unidadde mando en Dunkerque, organizaci6n rnet6dica por un Estado Mayor Conjnto puesto enfuncionamonto’cuando todos los medios se reunieron en Hungnam. Señalemos por ilti—mo, que los cuadros y hombres del XQ Cuerpo tenran una excelente experiencia de laopcrccin anfibia por haber participado tres meses antes en el desembarco de asalto delnchon, antes de ser reembarcados y empleados en la costa Esto. Esto explica ci notable rendimiento de la cooperaci6n ejército—marina, ue constituye un factor no despredable del éxito de Hungnam

(1) Dcj en Hungnam sus unidades especializadas que constituyeron el armaz&i de laorganzacin de playa.

(2) Compi.icsta dci acorazado “Missouri”, do 2 cruceros, 7 dcstructorcs, 3 barcos lanZa—misiles, y de 7 portaviones.

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Variablesyconstantes

Del reembarque se ha dicho a veces que se trata de una operacin anfibia al revas, y esto es verdad eri determiñados casos. Por el contrario, lo que es cierto en todoslos casos os que el reembarque, por su naturaleza y por la do los medios empleados, estambi&iünaopora&ianfibia. Sometidos a los mismos parmetros, su fisonomia ovciona paralelamente a la de la operacin anfibia. —

En al campo do lós materiales navales, ha beneficiado notablémente a la especializaci6ndelosbarcos, embarcaciones y maquinas y ha permitido la adaptaci6n dela óperacin anfibia a las coiidiciones do la guerra moderna. Estos vectores especializados no exitran en Dunkerque, donde el rendimiento de las operaciones de reembcirquefue débil por estar ligado en lo esencial a la infraestructura existente. Por el contrario,en Corea se hizo una plena utilizacin de las playas y el ritmo de la evacuacin lo acus6fuertcmento, En el futuro, ci adelanto t&cnico que representa la motorizacin en superficie proporcionare una ligereza todavra mayor, facilitando notablemente el reembarque dispersado .en ambiente nuclear.

Do la misma forma, oi reembarque se beneficia tambin del desarrollo del componente “aire”, que al aur.ientar sus posibiUdades haa dado a la oporachn anfibia susverdaderas dimensiones. Cuando la retirada de la 1 — Divisi6n de Marines hacia 1-lung—

1 • 1• •nam, el holicoptero se habia uvilizado , sacre Todo, con nnos ogisticos, llevanaoci esta gran unidad el materia! crflico que necesitaba, y aligerndola adoms de sus handos. Despus, el helic6ptoro ha extendido su campo de accn al dominio tctico y a —

la experiencia de las campañas de Argel y de Vietnam, ha puesto en evidencia la íiovi—lidad que confiere este medio de transporte polivalente. Sin duda alguna, la fuerza terrestre al replegarse hacia la costa harc un gran uso para st maniobra, del helicptcrobasado en tierra, y despus operar a partir de los portahclicpteros do la fuerza martiria.

Losapoyos constituyen el complemento indispensable de esta maniobra de retirada hacia el mar y el xito del reembarque propiamente dicho dependor mucho del volumen de fuego aplicado sobre las fuerzas contrarias. El que proporciona la aviacin enbarcada, funcion de las cualidades de los aparatos, ha aumentado considerablemente —

desde 1945. Por el contrario, e1 apoyo de la artillerra naval, preponderante en el curso del ltmo conflicto, ha sufrido un eclipse parcial, debido al oscurecimiento del ca—ñ$n ante los misiles. Señalernós, sin embargo, que por influencia de cierto nimero demaniobas anfibias y del campo de aplicaci6n practica que constituye el Vietnam, losEstados Unidos reconsideran actualmente este problema y consideran el reactivar un determinado nGmero de barcos artilleros (1).

(1) Entre ellos en “New Jersey”, potente acorazado de la segunda guerra mundial, mantenido actualmente en la reserva.

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Después de las variables, que son funcin de la evolucicn de los materiales ydo las técnicas, pasemos ahora revista a las constantes que gobiernan a las operacionesde reembarque. Como en la operacin anfibia propiamente dicha, encontramos en ellael imperctvb cctogrico que constituye la conservacin del secreto y la adquisicin, —

para la diiracicn de la accin, de una cierta libertad en la már y sobre todo en ci aire.Se ai’iade a ello un cierto control de la situaclin fuera de.l cual no hay ninguna salva—cian para la fuerza terrestre en plan de repliegue. Finalmente, y esto no es peculiaren este tipo de operackn, la valía del mando asícomo e1 de los ejecutantes representael factor decisivo. El primero deber adaptarse constantemente a una situacin esencialmente cambiante mientras que so da por descontado en los segundos una iniciativa yinacombatividad a faltctde la cual los mejores planes se verSn condenados al fracaso.

Sielproblemaquepresentaelreembarqueescomplejo,estalelosdeserinsoluble,comolopruebannumerososejemploshistricosdeunpasadotodavíapr6ximo.LasTíneasdecomunicaci6ndeestafuerzáconfinadaenunacabezadepuenteexigua,nosedetienenenlaplaya,seprolóñgnmuchomsall,enlainmensidadmarriimade—

dondevendrlafuerzaaeronavalquelepermitirromperelcontactoyescaparala—

destruccin,yledarenseguidaelespaciodemaniobrayeltiemponecesarioparare—constituirseygolpearde-neóiañverdades,quenosecercaalasfuerzasdeunapotenciaquedisponede:l,alibertaddelosoc&anosyquee1controldestossiguesiendounodeloselementosdeterminantesdoladecisióndeunconflictomayor.