bruma norteÑa

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Jesús Cancio. Obra poética 2 Los poemas recogidos en BRUMA NORTEÑA están concebidos en similar línea argumental y sonora de la de aquellos ya dados a conocer, y han sido añadidos a su trabajo creativo manteniendo activa su obsesión por la presencia del mar y de las gentes que de él viven y que por él mueren. “Empapados por el oleaje violento y grandioso, los marinos de vela y remo, combatientes a la antigua, se someten al capricho del gran dominador, siempre acechante la muerte bajo la espuma”, ha escrito Jesús Lázaro rememorando la gesta cantada por la pluma de Cancio.

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“Rindo en este libro el merecido tributo de gratitud a quienes acogieron mis primeros versos con una

bondad tan generosa como espontánea. En prueba de ello, les brindo en él de todo corazón mis más

sentidas composiciones”

Jesús Cancio

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Jesús Cancio

Brumanorteña

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TÍTULO: Bruma NorteñaAUTOR: Jesús CancioEL POETA CANCIO: José del Río SainzPRESENTACIÓN Y COORD. DE LA COLECCIÓN: José Ramón Saiz Viadero

© De los textos: Herederos de Jesús Cancio y José del Río Sainz, y José Ramón Saiz Viadero.© De la edición: Cantabria Tradicional, S. L.

EDICIÓN: Cantabria Tradicional, S. L. (Torrelavega)

DISEÑO Y MAQUETACIÓN: Consultoría CreativaIMPRESIÓN: Gráficas Quinzaños (Torrelavega)

DISTRIBUCIÓN: Cantabria Tradicional Distribución (Torrelavega)Telf.: 942 086 [email protected]

1ª edición, año 1926Edición actual, abril de 2011

ISBN: 978-84-96042-67-4D.L.: SA-226-2011

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Índice

Presentación ................................................................................................... 09

Por José Ramón Saiz Viadero

El poeta Cancio ............................................................................................ 17

Por José del Río Sainz

Mis nuevos versos ....................................................................................... 25

La rosa y el clavel ........................................................................................ 29

Mar de fondo ................................................................................................. 33

La pena del mozo ........................................................................................ 37

Tríptico marinero ......................................................................................... 41

Galernuchas de verano ............................................................................. 43

La tragedia ...................................................................................................... 47

Cómo mueren mis marinos .................................................................... 53

El Dios de la noche .................................................................................... 57

Latidos del alma........................................................................................... 61

Dolor y belleza ............................................................................................. 65

Brindis .............................................................................................................. 67

Semblanza ....................................................................................................... 69

De mi libro de amores .............................................................................. 73

Paisaje otoñal ................................................................................................ 79

¡Así! ................................................................................................................... 83

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Relingando las velas .................................................................................. 87

Nocturno ......................................................................................................... 93

El viejo poeta ................................................................................................. 95

El eterno drama ..........................................................................................103

Marejada de viento ...................................................................................105

“La Compaña” .............................................................................................107

El entierro de “Chumacera” ...................................................................119

Mi ceguera ....................................................................................................121

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JESÚS CANCIO, LA FORJA DE UN POETA

José Ramón Saiz Viadero

Animado por la excelente acogida dispensada a su primer libro Olas y cantiles1, Jesús Cancio comenzó a enviar con alguna fre-cuencia sus nuevas composiciones para ser publicadas en las páginas de los periódicos santanderinos. Ha superado ya los 35 años y en su ánimo pesan dos desapariciones familiares y un fatal desenlace amoroso, así como la presencia de una bruma que amenaza con velar sus ojos y sumirle aún más en la soledad a la que parece condenado por el destino, obsesión que tendrá un amplio desahogo en el largo poema que con el título de “Mi ceguera” cierra su segundo volumen. La poesía será desde enton-ces su mejor refugio y los cambios producidos en su carácter por

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10 la melancolía le llevarán a perder algunas de aquellas veleidades festivas que tan popular le habían hecho durante la década ante-rior entre sus amigos y paisanos.Inicialmente las nuevas creaciones fueron enviadas al diario La Atalaya, donde trabajaba su valedor, el también poeta José del Río Sainz, quien aun sin conocerle personalmente se había pres-tado a pergeñar las generosas palabras de presentación que fi-guraron en su libro primerizo a modo de prólogo. Así, en las se-manas siguientes a la aparición en las librerías de los ejemplares de Olas y cantiles, el bisoño autor tuvo ya conocimiento acerca de la publicación de algunas otras de sus nuevas composicio-nes, tales como las tituladas “Tipos de mi costa” (7/1/1922), “La muerte de Trapalán” (14/2/1922) y “Costa de Cantabria” (7/3/1922).

La circunstancia derivada del fallecimiento del periodista y co-mediógrafo Eusebio Sierra (1850-1922), director de La Atalaya (1893–1927) durante dos décadas, fue la ocasión propicia para poder llevar a cabo una renovación en el estilo y también en los contenidos de un diario que, si bien había evolucionado ideo-lógicamente desde unas iniciales posiciones ultraconservadoras próximas al obispado santanderino, no había sido capaz de dar una respuesta eficaz a la aparición de una competencia constitui-da por tres periódicos de nueva creación: El Cantábrico (1895), El diario montañés (1902) y El pueblo cántabro (1914). Sería José del Río Sainz la persona encargada de encabezar el cam-bio generacional pendiente, al hacerse cargo a partir del mes de abril de 1922 de la dirección del vetusto rotativo, introduciendo paulatinamente algunos pequeños cambios en su organización.

Precisamente de uno de tales cambios iba a verse beneficiado el propio Jesús Cancio al ser seleccionado su nombre para enca-bezar una sección titulada “Antología de poetas montañeses”2,

(1) R. de Solano y Polanco: “Un nuevo poeta montañés: Jesús Cancio”, en La Atalaya, Santander 21 de diciembre de 1921; s/f.:”Literatura montañesa. Olas y Cantiles”, en El diario montañés, Santander, 22 de enero de 1922, p. 2).(2) “Antología de poetas montañeses: Jesús Cancio”, en La Atalaya, Santander 20 de junio de 1922, suplemento.

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11incluida dentro de un brevísimo suplemento literario de nueva adopción, donde, acompañado por un texto firmado por el nue-vo director con su popular seudónimo de “Pick”; en ella se reco-gería inicialmente el poema “El Dios de la noche”, además de algunos fragmentos de “El viejo poeta”. A estas dos composicio-nes se sucederán con posterioridad algunas otras más, también salidas de la pluma del cantor de Comillas: “Galernas de verano (25/7/1922), “¡Así!” (31/10/1922), “La compaña” (3/2/1925), “Semblanza” (9/2/1926), que, junto a otras, pasarán a formar parte del segundo libro de su autor: Bruma norteña (1926).

Pero en adelante ya no será La Atalaya el único medio de co-municación que se ocupe de difundir la obra poética canciana, sino que las páginas de El diario montañés –a la sazón órgano oficial del obispado santanderino-, se abrirán también para sus trabajos, posiblemente atraídos sus responsables por la intensa religiosidad emanada de gran parte de sus creaciones. No en balde, su autor había frecuentado durante sus años infantiles las aulas del Seminario de Corbán, si bien fuera coyunturalmente y bajo el manto protector de su difunto hermano Alejandro. Dos de los poemas publicados en El diario montañés se incluirán en Bruma norteña: “El entierro de Chumacera” (30/1/1925) y “Cómo mueren mis marinos” (8/6/1926). También El Cantá-brico, dirigido por José Segura, dará a conocer “Mi responso” (12/3/1926) y “Gratitud marinera” (4/4/1926), entre otros, al tiempo que la revista habanera La Montaña se hacía eco de la presencia del poeta comillano en el mundo de la poesía, ponien-do a su disposición la comunicación con los lectores de Ultra-mar, al igual que la prestigiosa revista nacional de gran tirada La Esfera acogerá debidamente ilustrados algunos de sus trabajos.

La pasión que el poeta deposita en la actividad poética pronto obtiene su recompensa, proporcionándole, además de las corres-pondientes satisfacciones, la seguridad de que ha encontrado el medio adecuado para poder expresar sus sentimientos. Merced, pues, a la repercusión que su primer libro tuvo en la prensa regional, Cancio logró dar el salto desde su rincón arcaico y provinciano de Comillas hasta el lugar que pronto comenzaría

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12 a ocupar dentro del panorama de la cultura regional y de ése su cenáculo que es su capital: Santander. Atrás quedaban ya Comillas, Cabezón de la Sal y Torrelavega, medios geográficos en los que se había movido un poeta que enviaba las creaciones festivas propias de una etapa personal veinteañera a unas publicaciones locales tan restringidas en su difusión como eran El impulsor y El adalid (de Torrelavega) o El Escudo y El progreso (de Cabezón de la Sal), aunque gracias a su lectura en uno de ellos pudo José del Río Sainz convertirse en el “descubridor” y, después, difusor de las cualidades poéticas y humanas de Jesús Cancio. Junto a él, otros varios publicistas y escritores también se harán eco de su valía, entre los cuales se encontraban Manuel Llano3 e Iván de Tarfe4, que son en esta etapa inicial algunas de las primeras voces propagadoras de su valía. A estos nombres se uniría una opinión tan valiosa como la muy lírica del poeta venezolano Andrés Eloy Blanco, al escribir: “Sus versos son brote de algas y corales, un haz de flores del mar, sencillos como una ola espontánea del Océano”. Y, sobre todo, la del catedrático Julio Cejador, quien en su Historia de la Lengua y Literatura castellana dejará escrito sobre él: “Es un verdadero poeta del mar, el único que hemos tenido, no académico, frío y libresco, sino recio, ardorosa y sinceramente inspirado en las sensaciones del mar, en sus grandezas y en sus horrores, y que nos trasmite el lenguaje expresivo de los pescadores del Cantábrico con sencillez encantadora y arrebatadora fuerza”.

Esta primera salida a las estructuras de la vida literaria mo-vió al modesto y recatado poeta a presentarse al IV Certamen Literario Nacional convocado por la Caja Postal de Ahorros en la primavera de 1924, obteniendo el primer premio con el original titulado “La rosa y el clavel”, editado por la entidad de ahorro patrocinadora5, y a cuya presentación en el Teatro

(3) “Jesús Cancio, el poeta del mar”, en El pueblo cántabro, Santander 19 de noviem-bre de 1924.(4) “A Jesús Cancio, cantor del mar”, en La Atalaya, Santander 28 de abril de 1925.(5) Caja Postal de Ahorros, Sevilla marzo de 1924, 66 pp. Debo esta información a la poeta corraliega Loli Peñil, propietaria del único ejemplar que he podido localizar.

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13Cervantes de la capital andaluza acudió, recibiendo con tal motivo también el homenaje de sus paisanos montañeses allí residentes. Tanto el poema ganador como el brindis leído en el transcurso del citado homenaje, figurarán en la edición de Bruma norteña. La presencia en Santander y la frecuentación de las tertulias ar-tísticas le servirán para establecer nuevas amistades, de la mano de su primo Luis Corona, tales como el actor Pío Muriedas, que recitará sus versos con frecuencia, y el pintor Ricardo Bernardo, autor de un retrato suyo destinado a la Exposición Nacional de 1926, donde logrará una tercera medalla y cuya reproducción se insertará en la edición de su segundo libro, iniciando en este momento un itinerario paralelo como protagonista pictórico. En agradecimiento, el poeta le dedicará, a modo de “Semblanza”, uno de los poemas contenidos en Bruma norteña, escribiendo estas modestas palabras: “De mi torpe pluma, al inspirado pin-cel de Ricardo Bernardo”. Además de a la tribuna del Ateneo santanderino, donde en el mes de enero de 1925 ejerció de an-fitrión José del Río Sainz, su poesía también acudirá a un toda-vía incipiente Ateneo Popular, en cuyo salón de actos la joven Matilde Zapata dará lectura de algunos de los versos cancianos. Conoce, además, al pintor marinista Ricardo Verdugo Landi y al escritor Augusto Barrado, fundador y subdirector respectiva-mente de la revista madrileña La Esfera, a quienes también de-dicará sendos poemas en agradecimiento por el interés demos-trado hacia su obra . Otras dedicatorias incluidas en su nuevo libro irán destinadas “A mi hermano poeta José del Río Sainz”, para el que escri-bió un emotivo “Brindis” con motivo del homenaje tributado al periodista-poeta en 1925, a quien las autoridades santande-rinas le dedicaron un muelle6. También serán beneficiarios de su agradecimiento los escritores Ramón de Solano y Polanco,

(6) Septiembre 1 .-LA-s/f.: “El muelle de José del Río”. Foto de J.L. Río Setién descu-briendo lápida. Brindis leído por J. del Río, además de un brindis de J. Cancio titulado “La Montaña y mi maestro”.

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14 Ricardo León, José María de Cossío, Luis Corona, Julio Cejador y Frauca, y Concha Espina (pronto compañera de su desam-paro visual); los comillanos Luis C. Mons (pintor del mar), el farmacéutico Victorino Saiz Martínez “mecenas de mis primeros versos”, Tomás de San Juan, los compañeros del Cabildo de Co-millas, los Mareantes de Nuestra Señora del Puerto, de Santoña, “por haberme nombrado su presidente honorario” y, finalmente, a sus colegas de infortunio: los ciegos. Todas estas dedicatorias servirán como rúbrica para el tejido de afectos que el poeta se ha ido creando entre sus contemporáneos, merced al buen carácter y bondad natural que le caracterizan7. Bruma norteña no era un título del todo original, puesto que ya Amós de Escalante se había hecho eco en una de sus poesías de la melancolía que la “bruma del septentrión” esparce entre la gente norteña, mientras que en el año 1913 otro poeta llama-do José María Aguirre y Escalante había titulado un libro suyo Brumas cántabras. Pero la denominación utilizada por Cancio pronto hizo fortuna y, todavía muchos años después, una masa coral comillana la hizo suya mediante la introducción de una leve modificación consistente en la pluralización de tales bru-mas, para mejor servir a su propia identificación como agrupa-ción de voces cantoras.

Sus poemas están concebidos, sin solución de continuidad, en similar línea argumental y sonora de aquellos que anteriormente habían sido dados a conocer. Son los que va añadiendo a su trabajo creativo, y su horizonte literario es fundamentalmente el mismo que ya conocíamos: el mar y las gentes que de él viven y que por él mueren. “Empapados por el oleaje violento y gran-dioso, los marinos de vela y remo, combatientes a la antigua, se

(7) Testimonio de esa gratitud es también la dedicatoria escrita a mano por el poeta en uno de los ejemplares del libro existentes en la Biblioteca Municipal de Santander. En el poema “Mis nuevos versos”, ha escrito a lápiz: “A mi amigo el poeta de las mujeres Pepuz. Torrelavega. Cancio”. (8) Literatura cántabra, Edic. Lib. Estvdio, Santander 2006, p. 268. (9) “Lo que significa esta poeta”, en La Atalaya, Santander 20 de junio de 1922, suplemento.

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15someten al capricho del gran dominador, siempre acechante la muerte bajo la espuma”, escribe Jesús Lázaro Serrano rememo-rando la gesta cantada por la pluma de Cancio8. Añade también el poeta algunos otros personajes locales a su galería de tipos y, sobre todo, en una línea inmensamente cos-tumbrista frecuenta no sólo el léxico marinero de los tipos de su costa, sino que también introduce las claves fonéticas de su pro-nunciación con su peculiar ortografía, algo que anteriormente no se encontraba presente en sus poemas.

Junto a todo esto aparece cada vez más obsesiva la sombra ame-nazante de su incipiente ceguera, siempre presente entre las pre-ocupaciones de un vate que ve limitada su capacidad de movi-mientos y se siente desvalido ante el avance de una enfermedad que le acompañará hasta el final de sus días. “Esta cruz –escribía en su tiempo Pick9- la soporta valerosamente, y procura aliviar su pesadumbre cincelando estrofas soberanas”.

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EL POETA CANCIO

José del Río Sainz

Presentación al Ateneo de Santander del poeta Jesús Cancio en la lectura de versos de éste, celebrada en dicho Centro el 24 de enero de 1925.

Señoras y señores: Os voy a presentarhoy a Jesús Cancio, el poeta del mar.

Es este mozo humilde que tenéis a mi ladocon un gesto sencillo que vuestro aplauso invocay se sienta en su silla, un poco acobardado,lo mismo que en Comillas se sienta en una roca.

Es de Comillas este Jesús Cancio, poeta;Comillas, esa villa prócer y a un tiempo quieta,mitad de pescadores y mitad de marqueses,encerrada en un marco de mares y de mieses,atalaya sobre unas llanuras infinitas:el mar y el campo, yunque de todo audaz oficio,

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18 y a la que dan un tono sabio los Jesuitasdel Seminario Pontificio.

En esta villa, donde las horas pasan lentasy donde el Océano ensaya sus tormentas,se impregnó este poeta de cellisca salobrey moldeó su espíritu en molde franciscano.

Fue el poeta del pobre,del pescador humilde, al que llamó su hermano.

Dios, que le puso dentro la luz esplendorosade una iluminación espiritual, radiosa,casi apagó en sus ojos la clara externa luz;porque este mozo humilde, que os mira en son de ruego,lleva desde la infancia, valeroso, una cruz:

la de ser ciego.

Este poeta ingenuo, que de todo se asombray que a todo bendice, no tiene apenas vista;vive envuelto por una nube de negra sombray para ver envuelve su lámpara de artista.

Acaso esta desgracia decidió su destino,le señaló su rumbo y le marcó el camino;al limitar su vista, ungió Dios a este mozo;le señaló su arte: siendo infinito el mar;él cantó solamente el reducido trozoque rompía sus olas a los pies de su hogar.

Y este cantor del mar no cantó el Océanoen sus múltiples formas; cantó el mar comillano;no cantó los magníficos y errabundos vaporesque de su humo en el cielo dejaron las grises manchas;

cantó a los pescadoresy cantó la epopeya sencilla de las lanchas.

Todo en él es sencillo, no hay verso que se ingenuetanto como su verso, enternecido y tenue.

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19La retórica suya es esa deleitosaretórica inocente, cordial y generosa;y sus héroes son siempre el pescador valiente

y la mujer virtuosa;él no canta otra gente.

Él no ignora que hay otros valores en la vida;que entre la fruta sana fermenta la podrida;pero no quiere verla; su paisaje interior,que es el que ven sus ojos, casi de luz privados,es un bello paisaje donde hay rosas de amory seres como dioses, valerosos y honrados.

Bien venido, poeta, del rincón de la costaa este aire enrarecido de la ciudad que agosta,como flor transplantada, toda sinceridad.Da lectura a tus rimas, hechas de ingenuo modo;y tu verbo, impregnado de salitre y de yodo,como un viento marino airee la ciudad.

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A mi hermano poeta José del Río Sainz

A la manera de blasón altivoque de mi montañesa obra rimadahonra la portalada,vuestro nombre aquí escribo.Así os dejo esculpidala admiración profunda que os debo,y que por gala llevodentro del corazón toda la vida.

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25MIS NUEVOS VERSOS

Unos con espumasdel mar de mi costa,y otros con pedazosde mi alma rota,compuse estos veros,estas nuevas coplasde un poeta ciego.

Y las doy al mundocon la frente altiva,porque son muy pobres,pero son tan mías,las amo de un modo,que en su red se llevanmi querer más hondo.

Mis glosas son torpescomo mi ceguera,de ritmo monótonolo mismo que ella:Sólo río en mis versossi muerta la nochede mi vida creo.

Ya veis qué tristeza,que sólo soñandopuedo hacer cantaresque no sean amargos,igual que mi vida,igual que esta nochede todos mis días.

No queráis, por tanto,reír con mi alma,que si una alegría

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26 tejí en mis tonadas,fue sólo un momentoque rasgó mis nieblasel sol del recuerdo.

Ese sol tan tristecomo el sol que asomapor entre las negrasnubes de mi costa,cuando el nordestazodesgajar parecerobles y peñascos.

¡Pobres de los ciegosque evocan grandezasque saben a idas,que huelen a muertas!...¡Nadie, nadie sabelo que es en las sombrastocar un cadáver!

La noche en el díaes sombra tan recia,que sólo la rompela voz del poeta,la voz que trasciendea un ansia infinitadel Sol que no muere.

Perdidos en mis ojos,gusto en las tinieblasdel placer amargode cantar mis penas.Ved, pues, en las páginasde este libro mío, más que versos, lágrimas.

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27Qué duras las notasde mi yerta lira.Yo soy como un muertosobre cuya fríatumba miserablebrotan pasionariasde aroma salvaje.

A fuerza de tantopadecer doloresno sé yo de estrofasen cuyos acordesno vibre una queja,no haya una plegaria,o mía o ajena.

Perdonad que os brindecadencias sombrías,igual que esta heladacárcel de mi vida,tan negra y tan hondacomo mis pesares,fatigosa y ásperacomo mis romances.Mirad en mis trenos,más que versos hábiles,las coplas de un ciego.

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