bohoslavsky, casullo. imágenes, prisioneros y política penitenciaria

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  • 1 Imgenes, prisioneros y poltica penitenciaria

    en la Patagonia en la primera mitad del siglo XX *

    Ernesto Bohoslavsky**

    Fernando Casullo***

    La cuestin del mundo del delito y, en general, de la vida en los mrgenes, ha explotado

    en los ltimos aos, transformndose en una problemtica con peso propio en la historia social.

    Historiar la prolfica actividad desatada a partir de la doble revolucin encarnada por las obras

    de Foucault y Hobsbawm significara recorrer caminos ya transitados con autoridad suficiente.

    Segn defiende Carlos Aguirre, estas obras, si bien partan de posiciones ideolgicas diferentes

    y hasta antagnicas [...] coincidieron en subrayar la importancia de incorporar a las narrativas

    histricas un tratamiento de las formas menos articuladas de interaccin social, los espacios ms

    oscuros y menos institucionalizados de ejercicio del poder, y los puntos de vista de aquellos a

    quienes la sociedad consideraba marginales y hasta desechables1. De esta manera, las

    cuestiones ligadas a los delincuentes y la mala vida (re)ingresaron en la disciplina histrica en

    los ltimos diez o quince aos. Su nivel de consolidacin y de difusin en los mbitos

    acadmicos anglosajones y latinoamericanos ha generado una serie de corrientes historiogrficas

    sumamente vivaz y productiva. En el caso de Argentina, las cosas parecen haber ido en una

    sintona similar, expresndose en un fuerte peso de las temticas delictivas, policiales y

    judiciales dentro de las publicaciones especializadas y los eventos cientficos. Muchas de estas

    investigaciones han permitido rediscutir provechosamente el problema de la formacin del

    Estado y sus aparatos judicial-policial en la Argentina perifrica.

    La historia de las crceles, toda una corriente con peso propio dentro de los mbitos de la

    social history en el mundo anglosajn, en el Cono Sur aun muestra cierta dilacin. Pero la

    historia de la crcel entendemos que tiene aun mucho para brindar a una caracterizacin social y

    * Ponencia presentada a Annual Conference de la Society of Latin American Studies, Manchester, abril de 2003. ** CONICET, Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina ([email protected]) *** Universidad Nacional del Comahue, Argentina ([email protected]).

  • 2 poltica, sobre todo de la regin que nos interesa, la Patagonia. Por qu? Porque como seala

    Lila Caimari el lugar singular de la prisin separada de la sociedad pero sensible al cambio

    social- proporciona un ngulo fructfero, un prisma a travs del cual aspectos ampliamente

    ignorados de la historia del estado y de su relacin con la sociedad aparecen refraccionados en

    forma original 2. Asumimos a la crcel como una institucin cerrada en s, pero a la vez abierta y

    con un fuerte intercambio con el medio geogrfico y social (rotacin de personal y de los

    detenidos, relaciones comerciales y laborales, repercusin en los medios de comunicacin, etc.).

    Seguimos la idea de Caimari de que la prisin siempre ha sido porosa, filtrada por las premisas

    polticas y los valores de cada sociedad; si bien est en los mrgenes del estado, sigue de manera

    nica la historia de sus instituciones y presupuestos legales3.

    En este escrito, procuraremos realizar un aporte en este sentido, ofreciendo un panorama

    sobre una crcel patagnica, la de Neuqun. Se intentar dar cuenta de las condiciones de vida de

    los detenidos y las polticas carcelarias que se pusieron en accin, con el objetivo de mostrar

    cmo, la pequea burocracia penitenciaria local interpret y ejecut a una normativa nacional. A

    su vez, tambin se har un esfuerzo para mostrar las imgenes que se generaron de esta unidad

    penitenciaria. El objetivo es monitorear la dinmica interna que ofreci la institucin y algunos

    de los diversos actores que la componan, as como los discursos que ellos elaboraron, cruzaron y

    modificaron en torno al penal durante la primera mitad del siglo XX. Ocasionalmente se ofrecen

    algunas miradas comparativas con respecto a otra crcel patagnica, la de Ushuaia, a fin de ir

    mostrando las divergencias y similitudes con la unidad neuquina.

    El mundo penitenciario de Neuqun ha permanecido bastante desatendido, excepcin

    hecha de cortos escritos producidos por iniciativas gubernamentales y por figuras allegadas al

    personal penitenciario.4 Fuera de ellos, slo hay algunos trabajos referidos a una afamada huida

    en 1916 y el rosario de resonantes hechos que le siguieron, como el asesinato del periodista que

    1 Prlogo a GENTILE, Beatriz et. al. Historias de sangre, locura y amor (Neuqun 1900-1950), Publifadecs, General Roca, Argentina, 2000, p. III. 2 CAIMARI, Lila, Una sociedad nacional-carcelaria en la frontera argentina (Ushuaia 1883-1947), ponencia en Primeras Jornadas de Historia del Delito en la Patagonia, Universidad Nacional del Comahue, General Roca, Argentina, 2000, p. 1. 3 CAIMARI, Op. cit., p. 1. 4 A.A.V.V., Prisin regional del sur (U.9). Su historia y su leyenda, en A.A.V.V., Neuqun, 75 aos de capitalidad, Sur Argentino, Neuqun, Argentina, 1979; CAMERANO, Mario, Resea Histrica de la crcel del Neuqun. Prisin regional del Sur U.9., Unidad Abierta, n 3, Buenos Aires, 1999; ALVARADO, Silvia, La U.9:

  • 3 denunci el fusilamiento de los fugados.5 Por eso no sabemos mucho ms sobre la crcel de

    Neuqun (U. P. 9) durante el resto del siglo XX, salvo por una fuente que ha permanecido

    prcticamente inexplotada hasta la fecha: es un relato de Luis Vctor Sommi, un dirigente

    comunista que permaneci una larga temporada como preso poltico en Neuqun luego del golpe

    de junio de 19436. Su testimonio resulta invalorable a la hora de plantear una suerte de etnografa

    penitenciaria, que d cuenta de las actividades desarrolladas en el interior del penal, al menos por

    un segmento particular de la poblacin carcelaria. Con un nivel parecido de virginidad

    permanece el Archivo Histrico de la Provincia de Neuqun (AHPN) y el Archivo de la Justicia

    Letrada del Territorio Nacional de Neuqun (AJLTN) en lo referido a estos temas.

    Especialmente valiosas son las Memorias de los gobernadores de Neuqun, que brindan un

    panorama general de la prisin, sus habitantes, el personal y las principales actividades all

    realizadas. En cuanto a la crcel de Ushuaia, ha gozado de mayor (y ms triste) fama que la de

    Neuqun7. Tena mayor peso en el sistema penitenciario argentino, adems de haber sido motivo

    de largas polmicas en la prensa desde su misma construccin en los confines del territorio

    nacional. 8

    Neuqun, una tierra olvidada

    La actual provincia de Neuqun es un tringulo de unos cien mil kilmetros cuadrados,

    mayormente asentados sobre reas de la Cordillera norpatagnica. Esas tierras eran el soporte de

    las redes comerciales y de los asentamientos mapuches hasta la llamada Conquista del

    Desierto (1879), con la cua l amplias superficies del rea pampeano-patagnica fueron

    incorporadas de facto a la soberana y la economa nacional. Las posibilidades productivas que

    fueron descubiertas en el territorio de Neuqun parecan limitarse a la ganadera extensiva,

    principalmente con destino a los mercados del sur de Chile. Buena parte de los trabajadores de

    esas explotaciones ganaderas y de los pequeos propietarios eran de origen chileno y/o mapuche.

    En ese contexto, la irregularidad en la propiedad y en la comercializacin del ganado se

    una historia de una mudanzas esperadas, Revista por siempre Neuqun, ao 3 n 10, Neuqun, 2001. Una fuente mucho anterior en el tiempo es La Crcel de Neuqun, hoy un establecimiento modelo, Lustros, Neuqun, 1940. 5 CHANETON, Juan Carlos, Zainuco. Los precursores de la Patagonia trgica, Galerna, Buenos Aires, 1993. 6 SOMMI, Luis, Neuqun. Vida de los presos polticos, Partenn, Buenos Aires, 1946 7 VAIRO, Carlos, El presidio de Ushuaia/ The prison of Ushuaia, Zager & Urruty, Buenos Aires, 1995.

  • 4 advierten como constantes. La cordillera se presentaba como un paso fcilmente franqueable

    para los reducidores de ganado (legtima e ilegtimamente habido).9 Neuqun fue, desde fines del

    siglo XIX y por muchos aos ms, una frontera permeable, por donde cruzaban personas, ideas y

    todo tipo de mercancas, incluyendo armas.10

    Los territorios usurpados a las tribus mapuches fueron organizados en una forma poltica

    original. No se trataba de nuevas provincias sino de territorios nacionales. Sus habitantes

    tenan derechos civiles, pero no polticos, constituyndose en una suerte de ciudadanos de

    segunda categora. Las autoridades del Territorio seran designadas en la capital federal, segn

    indicaba la ley 1532, al menos hasta que esos territorios consiguieran un desarrollo social y

    demogrfico que les permitiera obtener el status de provincia. La definitiva provincializacin

    de Neuqun y del resto del espacio patagnico no se concret sino hasta la cada de Pern, a

    fines de los 50. La justicia, la crcel y las tropas asentadas en Neuqun hasta entonces fueron

    federales y su financiacin provena del presupuesto nacional. El gobernador de turno, nombrado

    por el Poder Ejecutivo nacional, tena a su cargo la gestin administrativa del territorio

    nacional, gestionando una pequea burocracia local, insertndose en las redes sociales locales

    de poder a la vez que atenda a algunas de las demandas de las poblaciones.

    La pobreza de los recursos humanos y materiales con los que deba moverse esta dbil

    estructura estatal aparece constantemente reflejada en los documentos oficiales de la poca.

    Basta con leer algunos de los pedidos hechos por los comisarios para darse cuenta de que la

    situacin distaba de ser sencilla para aquellos que se enrolaban en las fuerzas policiales.11 Las

    quejas parecen calcarse una tras otra. La falta de tiles para las tareas elementales e incluso de

    armas o uniformes, el retraso o la inexistencia de retribucin alguna y la peligrosidad de la tarea

    8 CAIMARI, Op. cit. 9 Ver MAIDA DE MINOLFI, Ester (dir.); Neuqun. La ocupacin de la tierra pblica en el Departamento Confluencia despus de la Campaa al Desierto, Historia Regional Norpatagnica, Vallegraf, Gral. Roca, 1981 y BANDIERI, Susana; Condicionantes histricos del asentamiento humano despus de la ocupacin militar del espacio, en BANDIERI, Susana, FAVARO, Orietta y MORINELLI, Marta; Historia de Neuqun, Plus Ultra, Bs. As., 1993. 10 As parece expresarlo un telegrama del Ministerio del Interior que llega a la Gobernacin del Territorio de Neuqun durante la guerra civil chilena de 1891: La legacin de Chile cumpliendo instrucciones recibidas de su Gobierno con motivos del movimiento revolucionario que acaba de estallarse en ese pas ha solicitado se recomienden a las autoridades de la frontera la urgente vijilancia e impidan la introduccin de armas al territorio chileno, AHPN, Caja 1891, Doc. 22. 11 Era muy comn recibir cartas como las siguientes en la Gobernacin: Pongo en conocimiento del Sr. Gefe que esta comisara carece de todos los tiles necesarios de escritorios, igual de medios de seguridad para los presos. AHPN, Caja 1891, Doc. 163, 1 de octubre de 1891, Chos Malal.

  • 5 desempeada jugaron en contra de la permanencia en la institucin policial o penitenciaria.12 De

    ah que el abandono de esas filas se tornase siempre una posibilidad cierta y tentadora. En

    algunos casos, ciertos policas y guardiacrceles optaban por no abandonar el uniforme mientras

    continuaba desarrollando actividades extras que les permitieran un nivel de vida superior en

    un clima generalizado de pobreza material.13 La escasa estructura edilicia, adems de la

    mencionada carencia14 y peligrosidad de los recursos humanos disponibles, llevaba a situaciones

    especialmente dificultosas.15

    Los comisarios y los agentes policiales eran figuras de peso poltico (e incluso econmico)

    dentro de los parajes y las pequeas urbanizaciones. Asegurarse su lealtad y el cumplimiento de

    sus funciones eran tareas que se tornaban muy difciles para el Gobernador o el Jefe de Polica.16

    Contar con su adhesin o al menos su vista gorda parecen haber sido condiciones sine qua non

    para gozar de una vida tranquila (ms all del carcter legal o ilegal de las actividades

    desarrolladas) en el Territorio. Hemos pensado que la desorganizacin en que estaba sumido el

    Estado territoriano, las desconexiones con los aparatos nacionales y la escasez de medios no

    hacan sino complicar (e incluso imposibilitar) la lucha antidelictiva entre fines del siglo XIX y

    1930, al menos.17 La ausencia de estructuras estatales jerarquizadas y con capacidad efectiva de

    control sobre sus miembros y sobre sus funciones, permita que los agentes tuvieran un manejo

    individual muy alto, otorgndoseles de facto un grado de arbitrariedad importante en lo que se

    refiere a la interpretacin de la ley, las propiedades y vidas de los pobladores: la crcel, como

    12 Un comisario recin asumido comunica que no tiene ni un pliego de papel, tinta, sobres ni animales. Para agravar su panorama, uno de los gendarmes a su cargo fue enviado a Chos Malal en carcter de detenido. AHPN, Caja 1892, Doc. 321, 15 de Septiembre de 1892. 13 BOHOSLAVSKY, Ernesto, Bang, bang. El mundo del delito en el territorio del Neuqun, 1900-1930, Universidad Nacional del Comahue, tesis de licenciatura, 1998, cap. 3. 14 El Ministerio de Justicia, Culto e Instruccin Pblica comunica a la Gobernacin recin a fines de 1892 que los fondos correspondientes al racionamiento de agosto a diciembre de 1891 sern oportunamente solicitados al Congreso, AHPN, Caja 1892, Doc. 340, 4 de Octubre de 1892, Chos Malal. 15 Una investigacin ha concluido que el crucial problema del reclutamiento policial es resuelto tanto con personal proveniente de otras regiones, como por el sencillo expediente de aceptar los escasos candidatos, sin detenerse en miramientos sobre su pasado ni origen nacional [...] Por ello es fcil comprender la rapidez con que estos nuevos reclutas se mudaban de oficio, a veces transformndose es difcil saber si alguna vez dejaron de serlo- en criminales. RAFART , Gabriel Crimen y castigo en el Territorio Nacional de Neuqun, 1884-1920, Estudios Sociales, 6, Santa Fe, Argentina, 1994, p. 79. 16 En fecha tan avanzada como 1920, era tal la situacin que el Gobernador se vio obligado a crear los puestos de oficiales y escribientes, habiendo comprendido esta Gobernacin las continuas dificultades y faltas de disciplina que se producen entre el personal subalterno de Polica, de Subcomisario a Gendarme. AHPN, Cop. 152, f 126, 1 de febrero de 1920. 17 BOHOSLAVSKY, Op. cit., cap. 5.

  • 6 veremos, no fue la excepcin a este manejo autnomo del personal y autoridades uniformadas.

    I- La crcel-miseria (de 1904 a los 30)

    En 1904 el traslado de la capital provincial hacia el recin fundado poblado de Neuqun

    implic tambin mudar la crcel, el juzgado federal, la jefatura de polica y la gobernacin. La

    marcha de los presos desde la anterior capital del territorio, Chos Malal, result un penoso viaje

    de once das en carro por un desrtico camino del territorio, que nos da una primera muestra de

    la precariedad material propia del perodo. Al llegar los internos a la nueva capital, se levant en

    Neuqun una construccin provisoria de dos pabellones, con algunos cuartos anexos, que

    funcion desde octubre de 1904 hasta julio de 1911. La construccin del edificio definitivo no

    estuvo distanciada de las tensiones locales entre los agentes estatales que administraban unos

    recursos siempre escasos y tardos y las redes comerciales locales que deban abastecer al

    gobierno. Las relaciones ent re proveedores, autoridades penitenciarias y la burocracia de la

    Gobernacin siempre aparecan en un rea gris en la que se podan detectar favores personales y

    precariedad administrativa.18 El proyecto aprobado por el Ministerio de Interior constaba de

    cinco pabellones celulares como oficinas de direccin y juzgados letrados. Para 1909, menos de

    la mitad de los espacios proyectados estaban terminados.

    Ese mismo ao asumi como director de la crcel Rafael Castilla, una figura de

    importancia fundamental tanto en la vida de la institucin como en el entrecruzamiento con la

    sociedad civil de Neuqun. Dentro de las representaciones de la historiografa penitenciaria, la

    administracin de Castilla ha quedado cristalizada como la de un padre fundador del

    establecimiento:

    En la fructfera labor que durante un cuarto de siglo aproximadamente desarroll, a

    Castilla le cupo la satisfaccin de haber iniciado la gran transformacin de la crcel,

    preocupndose siempre por su mejoramiento, ejerciendo el cargo con paternidad

    18 Sabemos, por caso, que en 1908 el almacenero Manuel Linares, una figura de central importancia en la poltica local, le inicia acciones legales en la justicia letrada al Director de la crcel Juan Manuel Prez. Segn el denunciante, el Director tendra un arreglo de hecho con otro comerciante de la ciudad, quien monopolizaba la provisin de la crcel. Expresa el querellante que es es pblico y notorio en esta capital de que el almacenero Sr. Taillefer entra todos los das al establecimiento para vender sus artculos a precios exagerados como ya a V.S. se lo han manifestado los detenidos, AJLTN, Exp. 195, Ao 1908, f1.

  • 7 exenta de la severidad que impona la disciplina19

    Hasta su muerte, a mediados de los 30, Castilla permaneci como director de la unidad

    penal, lo que no le impidi realizar ocasionales incursiones en la poltica local, tanto en las

    esferas de participacin estatal como civil. En efecto, Rafael Castilla fue miembro del Concejo

    Deliberante de la ciudad y del Club de Ajedrez, la Asociacin Patritica de Tiro, la Sociedad del

    Patronato de Excarcelados, a la vez que fue organizador de la banda de msica de la crcel.20

    Castilla fue un personaje importante en la sociedad local y sus redes de poder, y eso tuvo

    correlato en su gestin, la ms prolongada en la historia temprana de la crcel. Las vinculaciones

    de Castilla con la pequea elite local no estuvieron libres de denuncias acerca de colusiones y

    actos de corrupcin.

    Ahora bien, la concrecin del edificio propio colabor sin dudas en la construccin de una

    identidad social ms definida, ya que en los aos anteriores los presos permanecan alojados en

    la comisara del poblado. Sin embargo, la inauguracin del edificio pronto dio lugar a una

    imagen menos pomposa y pretenciosa de lo que iba a ser la vida dentro del penal. El mismo

    edificio contuvo ya en su inicio seales inequvocas de la pobreza material en la que se iba a

    desenvolver. Echando una mirada a las tasas de mortalidad, las provisiones alimenticias y las

    condiciones edilicias de la crcel durante los primeros treinta aos del siglo, si alguna palabra

    puede caracterizar los primeros aos de la crcel neuquina, esa palabra es precariedad. La

    crcel careca de alambrado o muro que la rodeara, razn por la cual, traspuesto dicho portn y

    andados los primeros seiscientos o setecientos metros, ya se estaba en los lindes mismos del

    poblado.21 Para Camerano esta falta de muro perimetral fue la ms grave falla edilicia y tuvo

    una poderosa gravitacin en las posteriores fugas.22 sta era una muestra clara y acabada de una

    situacin material muy complicada para los detenidos y el personal de la crcel.

    En 1923, el inspector de crceles nacionales Juan Jos OConnor, tena una visin muy

    desalentadora sobre la situacin del penal de Neuqun. En su visita de ese ao descubri, por

    19 A.A.V.V., Op. cit., p. 133. 20 FRNANDEZ, Sonia, MANARA, Carla, Participacin poltica y mecanismos informales de poder: espaoles e italianos en el Territorio Nacional del Neuqun, Revista de Historia , n 4, Universidad Nacional del Comahue, 1994. 21 CHANETON, Op. cit., p. 31. 22 CAMERANO, Op. cit.

  • 8 ejemplo, que el armamento era tan malo que no poda garantizarse que funcionase.23 Para el

    personal penitenciario se destacaba en la Memoria del Gobernador de 1920 que en la crcel no

    hay municin y la poca que existe es inservible, ropa y calzado no existe ms que la que tienen

    puesta; no hay colchones, ni tarimas.24

    A eso summosle las notorias deficiencias en la formacin del personal penitenciario y su

    desconocimiento o escaso apego a la doctrina criminolgica sobre la necesidad de constituir a

    las prisiones en centros de rehabilitacin y reencausamiento. El Archivo de la Provincia de

    Neuqun tiene varias denuncias como la de aquel ex-capitn de Gendarmera acusado de usar

    presos para trabajar en su propia chacra.25 Ni los miembros de la polica o de la crcel parecen

    haberse caracterizado por estar libre de la corrupcin, el incumplimiento de los deberes de

    funcionario pblico y la asociacin ilcita. En ese sentido, en 1918, una investigacin sobre la

    crcel, consideraba que

    en el destacamento de la Guardia de la Crcel no existe la disciplina y organizacin

    requeridas para las delicadas funciones de vigilancia que debe ejercer y que este

    hecho debe atribuirse al Jefe del Destacamento don Domingo Oviedo que, con su

    conducta ha contribuido a la desmoralizacin [...] por cuanto algunas clases e

    individuos de tropas se han negado a tomar servicio so pretexto de que el Jefe del

    Destacamento Sr. Oviedo haba sido injustamente suspendido, procedimiento

    inadecuado e inaceptable, aun en el caso de ser exacta esa afirmacin, y mxime

    cuando se ha demostrado en esta investigacin la conducta irregular del mencionado

    Jefe del Destacamento 26

    La precariedad material y humana presente en la crcel neuquina llevaba a pensar que

    poda ser vctima fcil de un ataque externo. Las chances de que se produjera un masivo asalto a

    23 OCONNOR, Juan Jos, Memoria y Estadstica de la Direccin general de Institutos Penales, Buenos Aires, 1936. En el resto de las unidades patagnicas el panorama no era mucho mejor: al cuerpo de guardia en la crcel de Rawson haca tres aos que no se le asignaba calzado y en Viedma se necesitaban colchones, tarimas y ropa para los presos. Citado en YGOBONE, Aquiles, La Patagonia en la realidad argentina. Estudio de los problemas sociales, econmicos e institucionales de las Gobernaciones del Sur, El Ateneo, Buenos Aires, 1945, p. 612. 24 AHPN, Memoria del Gobernador 1920 , f 473. La Memoria del Ministerio de Interior de 1921-2 informaba que el servicio de guardiacrceles se encuentra sin uniforme ni calzado, pues no se le ha provisto desde su traslado al Ministerio, y dado el feo aspecto que presentaban los guardianes al cruzar el pueblo llevando procesados al Juzgado Letrado, con una vestimenta que le corresponda -bombachas de corderoy, blusas y gorras de polica, otros con pantalones de polica, saco civil y kepi; uno con ropas de brin, otros con ropa de invierno (f 561). 25 AHPN, Copiador 170, folio 176-192, ao 1923. 26 AHPN, Copiador 106, folio 398, 21 de marzo de 1918.

  • 9 la crcel por parte de bandoleros, exista, al menos en la imaginacin del director Castilla,

    todava en 1920. Ante el rumor de un prximo intento de evasin, se tomaron una serie de

    precauciones

    por si acaso hubiera algo de cierto, desde el momento que la Cordillera est plagada

    de bandidos y el aliciente de saquear al Banco y al comercio pudiera dar cabida a esta

    idea, mxime si se tiene en cuenta que slo existen auxilios a quinientos kilmetros

    de esta capital, por cuanto este Territorio no cuenta con guarnicin capaz de impedir

    y proteger eficazmente un hecho de esta naturaleza. As lo tenemos con lo ocurrido el

    23 de mayo de 1916 y esto sin ataque de afuera27

    Lo ocurrido el 23 de mayo de 1916 se refiere a una fuga masiva a la que le sigui la

    posterior recaptura y el fusilamiento de ocho internos en la pampa de Zainuco, al interior del

    Neuqun. 28 En torno a este hecho se ha creado una larga cadena de significados, debates y

    representaciones a lo largo de los 85 aos que lo separan con la actualidad. La gran cantidad de

    internos que se escaparon, la facilidad con que llevaron a la prctica el intento, las posteriores

    repercusiones nacionales que tuvo el suceso de Zainuco y la resonancia actual y poltica de esos

    acontecimientos, han generado la conviccin de ser un hito fundamental en la historia de la

    crcel de Neuqun. Esta idea parece confirmarse en un acercamiento a las pocas narrativas

    histricas sobre la U.9., ya que le dan preeminencia absoluta a esos sucesos como el puntapi

    inicial desde donde estudiar la prisin. Sin embargo, entendemos que no puede explicarse esa

    fuga como una ruptura en la historia de la crcel. Una revisin del Archivo de la Justicia Letrada

    del Territorio de Neuqun muestra que la fuga de la prisin era un suceso bastante comn.

    As, la Memoria del Ministerio de Justicia de la Nacin en 1920 daba cuenta de que evitar

    las fugas era una lucha diaria. Se informaba que se mejor el servicio en la crcel de Neuqun

    a partir de la contratacin de diez agentes de polica, pudiendo por estas razones conjurar

    tentativas de evasiones que es la lucha diaria que hay que soportar por la facilidad que brindan

    nuestras cercanas fronteras con la Repblica de Chile (p. 470). La Memoria intentaba justificar

    27 AJLTN, Exp. 127 bis, Ao 1920 Crcel, tentativa de sublevacin f 23. Segn la extensa declaracin del director de la crcel, hubo un plan de sublevacin de algunos con la complicidad del maestro de la escuela de adultos y la colaboracin activa del cnsul chileno en Neuqun. stos dos habran sido los instigadores de la llegada de hordas de bandoleros chilenos. Tambin se sostiene que con ayuda de chilenos armados y envalentonados, atacaran al juez, al gobernador y a la polica. Segn testimonios presentes en el expedientes, algunos presos acusaban al director de tratar mal a los chilenos, razn por la cual habran recurrido a la ayuda del cnsul.

  • 10 la ampliacin del personal penitenciario debido a los numerosos conflictos que se sucedan en

    Neuqun.

    Los hechos luctuosos experimentados en carne propia, padecidos en este

    establecimiento, la convivencia de elementos peligrosos recluidos en esta crcel con

    bandoleros cordilleranos, su fcil paso a la Repblica de Chile, nos pone en la

    obligacin de penetrarnos de este servicio ya que su importancia va ms all del

    establecimiento para ser la tranquilidad de todo el pueblo

    Podemos pensar que la evasin se insertaba como una posibilidad tanto en un marco

    edilicio que facilitaba las cosas para quien quisiera huir como en un contexto institucional que

    ofreca condiciones precarias de vida a internos y guardiacrceles. El diario Neuqun as lo daba

    a entender en 1916, en los das de Zainuco:

    La evasin de los presos no es voluntaria, es decir no es la consecuencia de un acto

    deliberado, si no de un acto primo provocado por la fuerza, por la necesidad y quin

    sabe si no hasta por el hambre29

    La misma elite poltica nacional era consciente de la escasez de medios humanos y

    materiales destinados a la tarea de recuperacin de los asociales. La Memoria del Ministerio

    de Justicia de la Nacin de 1922 sostena que sera conveniente que los presos detenidos en

    crceles de los territorios nacionales trabajaran ya que

    una vez liberados vuelven a nuestras campaas faltos de un control eficiente, dada

    la densidad de nuestros territorios y se convierten en el peor azote de los ganaderos y

    colonos. La crcel no los asusta debido a que son tratados con espritu de elevacin

    que los extasa, bien alimentados para ellos es una tregua confortable fsicamente, las

    poblaciones carcelarias en lugar de disminuir aumentan considerablemente, etc.

    Maestranzas, faenas rurales, construcciones de cualquier ndole, arreglos de caminos

    pblicos debe ser la continua actividad de la poblacin carcelaria30

    El discurso criminolgico positivista que promova la resocializacin por va del trabajo,

    as como la separacin entre encausados y condenados, chocaba con la realidad presupuestaria.

    28 A.A.V.V. Op. cit; 29 CHANETON, Op. cit., p. 32. 30 Memoria 1922, tomo I, Talleres Grficos Argentinos, Rosso y Ca, 1923, p. 467.

  • 11 Adems de dos pabellones, en la crcel de Neuqun slo funcionaba un pequeo taller de

    carpintera as como una escuela y la tradicional banda de msica compuesta por los penados.31

    Las declamaciones acerca de la redencin laboral slo quedaron en enunciados ante la ausencia

    de infraestructura y personal idneo. Slo ocasionalmente se postulaban proyectos de

    reeducacin, que mal ocultaban un mero intento de reducir los costos laborales de la obra

    pblica.32 Si en el marco nacional la disputa ms fuerte se daba entre el proyecto de prisin-

    fbrica de los penitenciaristas y la prisin-laboratorio de los criminlogos positivistas, las

    primeras dcadas de la crcel de Neuqun muestran, lisa y llanamente, la inviabilidad material

    de cualquiera de las dos opciones.33 Claro que la historia de la crcel de Neuqun no es muy

    distinta de la que tienen otras prisiones del sur argentino. Nacidos como una necesidad de los

    juzgados letrados (federales) en los territorios nacionales, los espacios destinados al alojamiento

    de los detenidos y condenados distaban mucho de ofrecer niveles mnimos de

    acondicionamiento. Todava en 1945 se poda asegurar que en las crceles patagnicas,

    las medidas de aseguramiento, ineludibles en los procesos penales, permitieron la

    comn convivencia de los procesados en lugares que no merecen sino el nombre de

    galpones o barracones en los que se hizo sentir desde el comienzo el inconveniente

    de la promiscuidad, la falta de higiene y la imposibilidad de instruir y de trabajar34

    En este sentido, puede resultar til una comparacin con la crcel de Ushuaia, mucho ms

    aventajada en la asignacin de bienes materiales por parte del Estado nacional. La crcel de

    Ushuaia pareca escapar a esta realidad de privaciones materiales y desatenciones desde el

    Estado. Construida en 1902, con la intencin de albergar a los criminales ms peligrosos del pas,

    era una de las nias mimadas del sistema penitenciario nacional. Asentado a varios miles de

    kilmetros de la capital, el Penal permita alejar suficientemente de la sociedad argentina a los

    sujetos ms indeseables e irrecuperables. Pero la crcel cumpla con otros objetivos

    igualmente importantes. El penal de Ushuaia se eriga como una estrategia para delimitar y fijar

    la soberana nacional en zonas de conflicto limtrofe con Chile. Se confiaba en que instalando y

    31 AHPN, Copiador 104, f 219. 32 Cfr. por ejemplo el proyecto de construccin de una nueva Casa de Gobierno con el trabajo de los presos de la crcel local. AHPN, Copiador 139, folio 744, Memoria Gobernacin 1918, remitido el 8 de abril de 1919. 33 CAIMARI, Lila Ciencia y sistema penitenciario, en ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, Nueva Historia de la Nacin Argentina , Planeta, vol. 8, cap. 33, Buenos Aires, 2001. 34 YGOBONE, Op. cit., p. 609-610.

  • 12 sosteniendo una institucin nacional y fijando una poblacin en torno a esa institucin, se

    lograra ir haciendo patria.35

    Si la crcel de Neuqun tuvo por dcadas graves problemas de infraestructura, en cambio

    Ushuaia posea ya en 1907

    gran cantidad de talleres como la zapatera, sastrera, carpintera, aserradero, fbrica

    de fideos, lavadero, oficina ant ropomtrica, fotografa, cuartel de bomberos,

    imprenta, banda de msica, ebanistera, biblioteca con ms de 1200 ejemplares,

    escuela, farmacia, servicio mdico, adems de contar con telfono y energa

    elctrica. Todos estos servicios se hacan extensivos para la ciudad de Ushuaia36

    Esta presencia tan fuerte de la preocupacin por las labores y la instruccin en el interior

    de la crcel, como veremos, slo apareci en Neuqun en aos posteriores. Si las condiciones de

    vida dentro de la crcel eran pobres no menos pobres eran sus pobladores. La idea de que las

    crceles son llenadas por los sectores populares -y que adems han sido diseadas para ellos- no

    es nueva37. Neuqun no fue la excepcin en este sentido. Los sectores populares neuquinos

    fueron quienes inundaron la unidad penitenciaria con asiento en la capital, as como en las

    distintas dependencias policiales desparramadas por el territorio. Hay claras similitudes entre las

    particularidades de la poblacin carcelaria y la poblacin general del Territorio. El carcter

    mayoritariamente analfabeto, chileno, soltero y joven del encarcelado tipo que no se diferencia

    demasiado del que podamos encontrar en el poblador tipo. 38

    Un cuadro confeccionado en 1916 por la Secretara de la Gobernacin del Territorio, nos

    puede ilustrar bien acerca de la poblacin carcelaria, sus orgenes sociales y sus caractersticas

    ms salientes. Esa informacin da cuenta de la sobre-representacin de la poblacin extranjera en

    la prisin, especialmente de chilenos39.

    35 CAIMARI, Lila Que la revolucin llegue a las crceles. El castigo en la Argentina de la justicia social (1946-1955), ponencia en las VIII Jornadas Interescuelas de Departamentos de Historia, Universidad Nacional de Salta, Salta, Argentina, 2001. 36 VAIRO, op. cit., p. 91. 37 FOUCAULT , Michel La verdad y las formas jurdicas, Gedisa, Barcelona, 1995. 38 Para una interpretacin de la informacin all existente, CRISAFULLI, G. y BERTANI, L., La evolucin de la poblacin neuquina (1884-1947), Neuqun, 1991, mecanografiado. 39 Fuentes: Censos nacionales de 1914 y 1920 y AHPN, Cuadro demostrativo del movimiento de presos habido durante el ao 1916 en este establecimiento, Crcel de Neuqun, Copiador 134, f 314. El resto de los cuadros provienen de la misma fuente salvo que se indique lo contrario.

  • 13 Poblacin

    Neuqun

    Poblacin

    Crcel

    1914 1920 1916

    Argentinos 53,86

    %

    58,73

    %

    36,7%

    Chilenos 40,9

    %

    35,38

    %

    51,4%

    Otros

    pases

    5,24

    %

    5,88% 11,9%

    Si resumimos otra informacin disponible, podemos ver que las personas que desarrollan

    tareas del mundo rural suman 266, lo que representa un 75% del total. 40 No es necesario sealar

    aqu el carcter de homogeneidad social existente dentro del presidio. No puede atribuirse de

    ninguna manera a la mera casualidad la inexistencia de presos pertenecientes a otros sectores que

    no sean los populares. Para los primeros tres censos donde se incluye el Territorio del Neuqun,

    el porcentaje de la poblacin afincada en el campo suma 93%, 84% y 74%.41 Toda esta serie de

    datos coinciden con lo que se ha podido saber de algunas actividades delictivas especficas.

    Rafart ha podido determinar que el bandido tipo es un hombre soltero, entre 20 y 30 aos,

    probablemente un chileno indocumentado, seguramente sin instruccin, con escasa calificacin

    laboral, pero que haba desarrollado mltiples trabajos.42 La tarea de ladrn de ganado, junto con

    la de polica parecen haber sido una posibilidad ms, junto con el trabajo de criancero, la

    construccin y la posterior cosecha y vendimia en Chile, durante el verano. La primaca

    demogrfica del tipo social descrito (varn, joven, iletrado, inmigrante, no calificado) redund en

    una tasa delictiva superior a la existente en otras reas donde la poblacin tena otras

    40 Se computa como tarea rural a las que desarrollan los agricultores, los alambradores, los criadores, los jornaleros y los troperos. El resto de las actividades pertenece al mundo urbano o no pueden ser clasificados estrictamente como rurales. Por lo dems, debe tenerse en cuenta que la movilidad geogrfica y laboral de los pobladores era alta. Ver MASS, Enrique et. al. El mundo del trabajo, 1884-1930, Althabe, Neuqun, cap. El mercado del trabajo. Esta situacin de predominancia de la poblacin rural tambin se plantea con la informacin proveniente del Censo de poblacin de 1914 (AHPN, Cop. 104, folio 222 ss., marzo de 1915). Hemos ofrecido un anlisis de las caractersticas sociales, etarias y de nacionalidad de la poblacin carcelaria en la ponencia Apuntes para una historia de la crcel de Neuqun (de los 20 a 1955), en el IV Congreso de Historia Social y Poltica de la Patagonia Argentino-Chilena, Treveln (Argentina), Noviembre 2001. 41 MASS, et. al., Op. cit., p. 15 ss.

  • 14 caractersticas.43

    II La crcel-fbrica (de los 30 a 1946)

    Durante los aos que siguieron a la fuga de 1916, y hasta la muerte del director Castilla, en

    1936, la historia de la crcel no sufri mayores modificaciones. Pequeas obras, siempre lentas,

    fueron complejizando el edificio y mejorando las condiciones de los internos. De esta manera, se

    haba evitado el hacinamiento, como recordaba en ltima memoria el viejo director

    En una crcel que rene capacidad de alojamiento para tantos recluidos, es grato

    hacer resaltar este hecho que redunda en beneficios de esas vidas, donde todo

    hacinamiento es inconveniente y perjudicial44

    El segundo perodo que hemos identificado, que va desde la muerte de Castilla hasta el

    inicio del primer gobierno peronista, lo caracterizamos por su renovacin material y el

    mejoramiento de las condiciones de vida. Pero tambin asom otro punto disonante con respecto

    a los aos anteriores: la utilizacin de la crcel como destino para los opositores polticos.

    Destaca aqu con fuerza la irrupcin en Neuqun de una nueva figura jurdica y sobre todo

    simblica como fue el preso poltico, el detenido a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional.45

    A partir de 1943 se dio su entrada a la crcel de Neuqun. Amn de una serie de particularidades

    que lo diferencian del preso comn, el preso poltico significa una bisagra por la utilizacin de

    la U.9. como espacio de reclusin, no slo de los sectores populares, sino de aquellos con

    peligrosidad poltica. La anterior tanda de presos polticos a principios de los 30, en su

    mayora radicales, no fue alojada en Neuqun o al menos su presencia no fue motivo de un

    anlisis discriminado por parte de las autoridades carcelarias.

    A lo largo de este perodo, las actividades encaradas por la direccin de la crcel fueron

    muchas: emparejamiento de tierra, construccin de un tanque de agua para riego y nivelacin,

    construccin de viviendas para el personal superior, salas de enfermera y de curaciones, cuerpo

    de guardias y departamento para mujeres internadas, entre otras. As, en 1941, el gobernador

    42 RAFART , Op. cit.. 43 BOHOSLAVSKY, op. cit. 44 Memoria del Gobernador, 1935, f 114.

  • 15 Pilotto registraba minuciosa la construccin de un local para la usina de la crcel y un local

    para el lavadero y desinfeccin. Orgullosamente, el secretario de la gobernacin ofreca

    estadsticas sobre la cantidad de piezas lavadas o refaccionadas por los propios presos.46 En 1940

    se haban construido dos aulas, una regencia y un depsito. A su vez, tambin se haban

    desarrollado muy notoriamente varios talleres. En la sastrera se producan uniformes para

    reclusos, camisas, sbanas, cortinas, repasadores, sombreros, forros de colchones y almohadas.

    Tambin se producan zapatillas de cuero y jabones. En el taller de carpintera se confeccionaban

    cajones para albailes, compuertas, ventanas, puertas, repisas, mangos para martillos, muebles,

    molduras, astas para bandera. La fbrica de mosaicos produca mosaicos, zcalos, umbrales,

    postes de cemento y placas de granito. La herrera se encargaba de las escaleras, bisagras,

    manijas y chapas. Por ltimo, el taller de composturas se encargaba de reparar tanto textiles

    como el edificio de la crcel.47 Esta serie de modificaciones tan importantes en la distribucin y

    utilizacin del espacio carcelario, son las que le permiten a Camerano sostener que

    con la muerte del Director Castilla en mayo de 1936, se cierra una etapa histrica

    para dar comienzo a otra, de nuevas tnicas y orientaciones en el Trabajo, Estudio y

    Ciencias Penitenciarias48

    En realidad, la ampliacin de actividades y construcciones penitenciarias tuvo correlato

    con los cambios de las caractersticas de la poblacin carcelaria. La supremaca de la poblacin

    chilena dentro de la crcel se invirti, convirtindose en la primera minora detrs de los

    argentinos. Esta tendencia guarda relacin, obviamente, con la reduccin del peso de la

    poblacin transandina en el territorio de Neuqun y su argentinizacin demogrfica.49

    45 Una de las infracciones que conduca a la detencin era la violacin del Decreto 536/45 que estableca penas para los delitos contra la seguridad del Estado. Boletn oficial, Buenos Aires, 29 de enero de 1945. 46 Memoria del Gobernador, 1941, f 155. 47 Memoria del Gobernador, 1940, f 166. 48 CAMERANO, op. cit., p. 42. 49 CRISAFULLI y BERTANI, op. cit.

  • 16 Argentinos Chilenos

    1928 232 185

    1929 253 174

    1932 465 230

    1934 400 194

    1940 241 83

    1941 243 90

    1944 216 63

    En lo que se refiere a las fuentes de informacin, es de destacar una mayor rigurosidad por

    parte de las autoridades carcelarias y administrativas del territorio. Comienza a ser registrada la

    asistencia a clases, el nivel de analfabetismo, las visitas a la sala mdica y el tipo de trabajo

    realizado. Se indica la edad de los presos, su origen rural o urbano y las profesiones que

    desarrollaban en su vida pre-carcelaria. Incluso, durante algunos aos se ofrece una clasificacin

    racial de los internos (lamentablemente, el director de la crcel no se mostr muy imaginativo:

    dictamin slo el nmero de personas que pertenecan a la raza indgena y a la raza blanca.

    Pero la informacin brindada no ofrece sistematicidad y no todos los aos es brindada; en otros

    casos se modifican los criterios clasificatorios o se eliminan y se agregan variables de una

    manera que parece carecer de lgica burocrtica.

    La constitucin de importantes talleres laborales y un aumento de las condiciones de

    seguridad dentro de la prisin parece alentar la idea de que algunos de los lineamientos

    doctrinarios de la criminologa haban sido introducidos en Neuqun. Sin embargo, la realidad

    distaba mucho de ser la aorada por las autoridades penitenciarias nacionales o los defensores de

    una penalidad moderna. Sobre todo, los recursos humanos y econmicos, siempre

    insuficientes, desafiaban el principio de individualizacin del castigo y de clasificacin de los

    internos. En la prisin de Neuqun seguan conviviendo varones y mujeres aunque en diferentes

    pabellones-, encausados y condenados, as como menores y mayores de edad.50

    50 En 1934 el promedio mensual indicaba que haba unos 107 presos varones y unas 4 mujeres. De los 619 internos que pasaron por la crcel ese ao, hubo 8 que tenan menos de 13 aos y 97 entre 14 y 18 aos. Memoria 1934 de la Gobernacin del Neuqun, f 151. En 1935, 80 de los 525 presos tenan menos de 18 aos y en 1936 eran 67 de 526. En 1940 slo haba 2, en 1941 unos 4, en 1943 unos 3 y en 1944, 1.

  • 17 Pero la historia de los presos comunes no es sinnimo de la historia de la crcel. Los

    aos que en Argentina recibieron la denominacin de dcada infame (1930-1943) se

    caracterizaron, en lo que aqu nos interesa, por un uso crecientemente poltico de la crcel.

    Ushuaia, especialmente, se convirti en el destino tradicional de muchos disidentes polticos,

    tales como los anarquistas o los radicales yrigoyenistas, excluidos o autoexcluidos del juego

    electoral. El resultado de estas reclusiones fue la produccin de una serie de obras testimoniales51

    que nos permiten conocer por dentro la vida penitenciaria, al menos de un grupo bastante

    particular como eran los presos polticos.

    Disponemos aqu de una fuente interesante que, cotejada con fuentes penitenciarias,

    permite caracterizar las representaciones y las luchas simblicas producidas en torno a los presos

    polticos entre 1943 y 1946 en la crcel de Neuqun. El documento en cuestin es el mencionado

    libro Neuqun. Vida de los presos polticos de Luis Sommi.52 El libro intenta erigirse como una

    denuncia poltica con repercusiones en la opinin pblica. Sommi, un dirigente comunista, fue

    detenido con posterioridad a la revolucin del 4 de junio 1943. Junto con cerca de cien detenidos

    polticos, a principios de 1944 fue desplazado a la U.9, donde permaneci dos aos.53 Este

    traslado a un espacio marginal fue fuertemente vivido por el propio Sommi como una estrategia

    en el marco de las luchas polticas de poca. De all que en su escrito presente a la crcel de

    Neuqun como un complejo punitivo recargado de un significado marginal mayor que la idea

    misma de terminar en prisin.

    Cuando se mand a los presos polticos a las crceles patagnicas se saba

    perfectamente lo que se haca y lo que se quera. Adems, un interventor de una

    provincia argentina, con la franqueza del hombre de cuartel se encarg de decirlo en

    51 CAIMARI, Una sociedad nacional... op. cit.., menciona, entre otras, a Victor J. GUILLOT , Paralelo 55 (Dietario de un confinado) , Sol, Buenos Aires, 1936; Nstor APARICIO, Los prisioneros del Chaco y la fuga de Ushuaia, Gleizer, Buenos Aires, 1932; Anbal DEL RI, Ushuaia, el presidio siniestro. Rgimen de terror. Relato de un reporter, Boston, Buenos Aires, 1933; Ricardo ROJAS, Archipilago. Tierra del Fuego , Losada, Buenos Aires, 1942. 52 Luis Vctor Sommi, obrero de la madera, militante y dirigente del Partido Comunista, fue conocido tambin por su produccin en el campo historiogrfico. Adems del mencionado, se encuentran entre sus libros Los capitales alemanes en la Argentina: Historia de su expansin (Buenos Aires, Claridad, 1945) y Los capitales yanquis en la Argentina (Buenos Aires, 1949). Estuvo casado con la poetisa Lila Guerrero, hija de la odontloga rusa, Ida Bondareff de Cantor, que era corresponsal de Lenin en Buenos Aires. Sommi asisti a la escuela de cuadros de Pars dirigida por la Internacional Comunista, donde tambin llegaron Ho Chi Min, y el albans Enver Hox-ha. Aunque expulsado del partido en 1928, volvi poco despus a sus filas. 53 El nmero de detenidos se fue reduciendo con el correr de los meses: de los 83 que haba en enero de 1944, se pas a 59 en diciembre de ese ao. Memoria del gobernador, 1944, f 145.

  • 18 una reunin de periodistas: - La revolucin- dijo - terminar con el problema

    comunis ta. Si estos no se quedan quietos, los mandaremos al Sur para que se les

    congelen los huesos54

    Pero las diferencias con los presos comunes no estaban slo al nivel ideolgico o de

    autoorganizacin. Por el contrario, fuertes disimilitudes se atisbaban a la hora de definir el estado

    civil, el nivel de instruccin, la nacionalidad o el origen rural de cada uno de los dos grupos.

    Frente a los altos ndices de analfabetismo de los presos comunes, el 100% de los detenidos a

    disposicin del P.E.N. haba completado, al menos, la alfabetizacin primaria. El porcentaje de

    argentinos entre los presos comunes vari en esos aos entre un 66% y 75%, mientras que entre

    los presos polticos esa proporcin llegaba a arriba del 80%, siendo los polacos el principal grupo

    extranjero. Entre los presos comunes, un porcentaje que giraba en torno al 75% era soltero,

    proporcin bastante menor entre los presos polticos. Por otra parte, entre stos destacaban

    profesiones como ferroviarios (un gremio muy ligado a la izquierda), albailes, mecnicos y

    profesionales (mdicos, abogados).

    La larga permanencia de decenas de detenidos polticos en la crcel de Neuqun,

    concentrados en un pabelln especial, dio la oportunidad para el desarrollo de un experimento

    ideolgico particular. La homogeneidad ideolgica y cultural de los presos polticos, as como el

    horizonte de experiencias organizativas del Partido, permitieron que se desarrollaran

    experiencias novedosas, alejadas del universo simblico de los- presos comunes. Un claro

    ejemplo es el funcionamiento clandestino de la Universidad del Neuqun, as como los

    espectculos de caf-concert, es decir, una serie de actividades culturales entendidas como forma

    de abstraerse de la dominacin y vigorizar la pertenencia a la organizacin partidaria. Esta serie

    de actividades nos permiten retomar el concepto de prcticas de resistencia que Michel

    Foucault introdujera en su caja de herramientas tratando de restarle peso especfico a su categora

    de sociedad disciplinaria. Si bien esta discusin excede los mrgenes de este trabajo, es dable

    ahondar un poco ms en su espesor debido sobre todo por la capital importancia que Sommi le

    asigna a la infinidad de actividades desarrolladas por los presos polticos. Y por sobre todas las

    cosas, porque estas actividades expresan su pretensin de generar una cultura de resistencia en su

    vida carcelaria.

    54 SOMMI, Op. cit., p. 64.

  • 19 El punto de partida de nuestra actitud, norma de conducta de todos los presos del

    mundo, deba consistir en no dejarse someter, pues en esta tierra y sobre todo en la

    crcel, a quin pone la mejilla para que le peguen una vez, le vuelven a pegar. Era

    necesario resistir el reglamento55

    Para Michel Foucault la prcticas de resistencia se configuran dentro de las redefiniciones

    en torno a la idea central de poder, considerado como singular y centralizado en la figura lejana

    del Estado.56 El pensador francs gener una profunda ruptura terica sobre esta problemtica en

    el marco de redefiniciones a partir de una profunda lectura de Nietzsche, el mayo francs y sus

    actividades en el Grupo de Investigacin sobre las Prisiones.57 El poder comenz a ser entendido

    en plural - los poderes- y diseminado en capilares a lo largo de todo el entramado nervioso de la

    sociedad. Se erigi entonces una concepcin originalmente microfsica en torno al poder. La

    lucha contra el Estado entendida en trminos unilineales, sera en estos trminos slo un ataque a

    sus modos ms terminales. La redefinicin de la lucha poltica permiti:

    una reconsideracin generalizada de las tcticas y las estrategias en materia de lucha

    poltica. Ya no un enemigo frontal, un animal con cabeza de toro al que se podra

    sitiar como a un fuerte inexpugnable y al que se podra imaginar cercado y

    capturado, sino una infinidad de circunstancias, lugares, oportunidades, una

    electrificacin de todas las intersubjetividades y de los espacios localizables entre los

    mismo individuos (...) De ah el pasaje de una estrategia de guerra total a la

    reactualizacin de una tctica de guerrilla perpetua en todos los frentes en los que el

    combate parece posible58

    El poder, para Michel Foucault, tiene en su seno una dinmica eminentemente productiva y

    positiva (el poder es productor). En el caso particular de la prisin el poder funciona

    coordinado con particulares tecnologas de subjetivacin. Se produce el sujeto preso con una

    fisonoma particular, con rasgos cambiantes. Ahora bien, pensando la lucha poltica en trminos

    capilares, las prcticas de resistencia pueden erigirse como formadoras de subjetividades

    55 SOMMI, Op. cit., p. 99. 56 FOUCAULT , Michel, Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisin, Siglo XXI, Buenos Aires, 1975. Cfr. GIGLI, Flavio Michel Foucault: aportes para una nueva filosofa poltica, ponencia en las II Jornadas Michel Foucault, Mar del Plata, Argentina, 1999. 57 MOREY, Miguel, Introduccin a FOUCAULT , Michel, Un discurso sobre el poder, Alianza, Madrid, 1984.

  • 20 diferentes en el seno de la vida carcelaria. Esta idea parece teir fuertemente el texto de Luis

    Sommi.

    Entre los presos comunes, cada hombre est detenido por causas diferentes y por lo

    general no le interesa la suerte de sus compaeros de infortunio. Entre ellos, salvo

    excepciones, no existe la verdadera camaradera y la verdadera solidaridad. Les falta

    el ideal que unifica y hermana59

    A despecho de estas diferencias en el mundo de las estadsticas, en la vida interna, ese

    fluir de das iguales a los otros al que antes nos referamos, tambin se vivenci la diferencia

    entre unos y otros en el marco de las tensiones entre los diferentes actores.60

    Poco a poco nos fuimos enterando del reglamento. El que se aplica a los presos

    comunes consta de 182 artculos. El que se nos aplicaba a nosotros era an ms vasto

    y riguroso: ramos todava ms peligrosos que los criminales (...) El Poder Ejecutivo

    durante todo el tiempo que estuvimos en Neuqun- se empe en aumentar el

    aislamiento61

    Por otro lado se registra en el libro una mencin interesante respecto de la relacin, poco

    indagada, entre la crcel y sus proveedores. Se menciona para esos aos la existencia de una

    proveedura para los presos llamada La Numancia. Una lectura de la las denuncias de Sommi nos

    puede acercar pistas

    Se trata de la explotacin comercial. La poca y mala alimentacin del penal, creaba

    la necesidad de obtener algunos productos.[,,,] El seor Del Campo, empleado de

    jerarqua del propio establecimiento se haba avivado. Los presos polticos -pens-

    pueden constituir un gran negocio si en lugar de recibir de sus casas los artculos

    autorizados por el reglamento se los obliga a adquirirlos en La Numancia; eso

    58 ONFRAY, Michel, Poltica del rebelde. Tratado de la resistencia y la insumisin, Perfil, Buenos Aires, 1999, p. 158. 59 SOMMI, op. cit., p. 86. 60 Las relaciones entre los presos comunes y los polticos pueden abarcar desde la colaboracin mutua hasta el enfrentamiento fsico directo. Los presos ledos podan ayudar a redactar cartas y peticiones, mientras que los comunes servan como correos y vehculos de informacin, frente a una censura penitenciaria que era ms rgida con los presos polticos. Cfr. el caso peruano en Carlos AGUIRRE Disputed Views of Incarceration in Lima, 1890-1930: The Prisoners Agenda for Prison Reform, en Ricardo SALVATORE, Carlos AGUIRRE y Gilbert JOSEPH (eds.), Crime and Punishment in Latin America. Law and Society since Late Colonial Times, Duke University Press, Durham, 2001. 61 SOMMI, op. cit., p. 40.

  • 21 arrojar un margen de beneficio extraordinario62

    Esta presencia no puede entenderse como neutra, sino como instalada en el juego de

    tensiones e intereses particulares entre los actores en el seno de la prisin. La clausura de este

    perodo coincide con el triunfo del proyecto peronista, que se erigi como un acontecimiento

    totalmente disrruptivo en la vida carcelaria, en la composicin de los presos de hecho fueron

    liberados gran mayora de los presos polticos-, que nos conduce a la prxima etapa.

    III- La crcel-dignidad (1946-55)

    De alguna manera, el peronismo instal en el centro del debate la cuestin acerca de la

    naturaleza y dimensiones de la ciudadana en Argentina. Como superador de la tradicin liberal,

    muchas de sus polticas pueden entenderse como un proceso de ampliacin de derechos hacia

    sectores sociales y reas geogrficas que haban permanecido desatendidas. La incorporacin de

    bolsones de la poblacin argentina a la comunidad nacional se produjo a travs de diversos

    mecanismos materiales y simblicos, entre los que los ms conocidos fueron el inicio de la

    provincializacin de territorios nacionales y el reconocimiento, cumplimiento y ampliacin de

    las leyes laborales. Qu hay para decir del mundo penitenciario durante el peronismo? Los

    reclusos tambin fueron parte del proceso de reparacin histrica?

    La figura clave del proceso fue Roberto Petinatto, quien haba dirigido la crcel de

    Ushuaia luego del estallido del escndalo sobre torturas y malos tratos a los detenidos. El

    presidio haba ido cargndose de una fuerte connotacin negativa, especialmente con las

    investigaciones periodsticas de los aos 30 y los testimonios de los radicales y anarquistas que

    haban estado all encerrados. Es que a medida que haba ido corriendo el siglo, la imagen

    social de esta prisin remota haba ido cristalizado en la de una suerte de Siberia nacional, lugar

    de castigo brutal y arcaico del que, intermitentemente, escapaban denuncias sobrecogedoras.63

    Ya a mediados de la dcada del 30 la visin crtica (y culpable) del castigo remoto en Ushuaia

    estaba slidamente instalada en la sociedad, sostiene Caimari. Adems, para entonces la amenaza

    chilena que se haba credo ver a principios del siglo XX haba desaparecido.

    En 1947 Roberto Pettinato asumi la Direccin de Institutos Penales y procur eliminar los

    62 SOMMI, op. cit., p. 78.

  • 22 rasgos ms retrgrados del sistema penitenciario, apuntando a una humanizacin del castigo

    y a ofrecer un desagravio histrico de los penados, acordes a los nuevos tiempos de la Justicia

    Social. 64 Ningn hecho represent mejor su mensaje rupturista sobre la vida penitenciaria que la

    clausura del presidio de Ushuaia (1947). Su nueva poltica haba dejado de lado las

    preocupaciones intelectuales y acadmicas de los positivistas y se haba centrado en aspectos

    ms tangibles de la vida penitenciaria, como una mejora de la dieta y el nfasis en los deportes65.

    Mientras que las autoridades penitenciarias siempre se haban jactado de su origen acadmico y

    de sus vinculaciones con las ciencias psiquitricas o criminolgicas, Pettinato prefera

    autoadscribirse a un registro humanista democratizador, proveniente de una larga vida

    transcurrida en la burocracia penitenciaria antes que en las aulas universitarias.66 En un marco

    general de una poltica destinada a favorecer el cambio social igualitario, con Pettinato se

    aceleraron las reformas tendientes a mejorar el bienestar de los presos. Su lema, Que la

    Revolucin llegue a las crceles, es suficientemente explcito al respecto.

    Qu pas en Neuqun?, sigui mostrando el mismo patrn retardatario con respecto al

    mainstream nacional? En este caso, detectamos que hay un rpido proceso de adaptacin de las

    autoridades o de reemplazado de ellas, a los nuevos tiempos. Las innovaciones simblicas (como

    la eliminacin del uniforme a rayas), las innovaciones legales e institucionales y sobre todo una

    actitud de acercamiento a los presos (ms cercana a la empata cristiana que al positivismo de

    laboratorio) reorganizaron las ideas y las prcticas carcelarias tambin en la propia crcel de

    Neuqun. Uno de los objetivos fue lograr el ingreso de los penados a un mundo de derechos

    bsicos entre los cuales estaba, en primer lugar, asegurarle una digna calidad de vida. Uno de los

    mecanismos de mejoramiento del nivel de vida de los penados pasaba por la modificacin de las

    comidas, tal como informaba el gobernador en 1947:

    Dando cumplimiento a lo ordenado por la Superioridad se ha mejorado el

    racionamiento de los reclusos, lo que contribuye a un mejor entendimiento con

    63 CAIMARI, Que la revolucin..., Op. cit. 64 bidem. 65 Estas ideas y las que siguen, acerca de Pettinato, en CAIMARI, Ciencia..., op. cit. 66 Se suprimieron los rasgos del antiguo rgimen penitenciario, como el traje a rayas o los grilletes. Pettinato introdujo tambin un nuevo rgimen atenuado de disciplina para los presos prximos a su liberacin (comedores comunes, celdas abiertas, salas de lectura y entretenimiento, etc.). Adems, la revolucin dentro de las paredes de la prisin afect tambin al personal carcelario. Pettinato se preocup por crear una escuela penitenciaria capaz de

  • 23 ellos67

    Adems de esa preocupacin por la alimentacin de los presos, se ampli y especializ el

    personal, agrupndolo en el Servicio Penitenciario Nacional y formando los cuadros de

    direccin. El incremento del aparato penitenciario se expres adems, en la creacin de un

    servicio mdico penitenciario en la crcel de Neuqun a fines de los `40, que realizaba diversos

    chequeos y actividades sanitarias.68 A su vez, la profesionalizacin de las tcnicas y personal

    penitenciario permiti que en estos aos los menores de edad dejaran de estar encerrados en los

    pabellones comunes, con los procesados y detenidos, siendo trasladados a otros mbitos de

    tratamiento especfico.

    Pero las preocupaciones de las autoridades carcelarias no se limitaban a conseguir una

    dignificacin material de los penados, sino que pretendan atender al desarrollo del espritu,

    sobre todo a travs de la accin religiosa y el deporte. Es importante hacer notar que recin

    durante la dcada del 50 aparecieron las primeras menciones en las Memorias a las actividades

    religiosas en el interior de la Unidad Penal. Su ingreso no puede estar desligado de la buena

    relacin existente entre el gobierno peronista y la Iglesia Catlica. La ausencia de las Memorias

    de 1955 y 1956 en el AHPN (en realidad quizs nunca fueron producidas dados los sucesivos

    cambios de administracin provincial) nos dificulta la comprobacin del impacto de la ruptura de

    relaciones entre el peronismo y la Iglesia en los tiempos inmediatamente anteriores a la

    Revolucin Libertadora de Septiembre de 1955.

    S, en cambio, podemos sealar y describir el grado de penetracin de la Iglesia dentro de

    la crcel de Neuqun. En 1950 que ese ao se realizaron 10 misas y al ao siguiente fueron 12,

    con un promedio de 135 asistentes (85% asistencia). No slo se celebraron actividades propias

    de la liturgia catlica sino que se brindaban conferencias alusivas a la poblacin penal.69

    Tambin se brindaron 36 comuniones y dos novenas (con 100% asistencia), 36 comuniones

    generar cuadros en base a criterios sistemticos de reclutamiento y formacin, otra necesidad institucional largamente pospuesta, bidem. 67 Memoria del Gobernador 1947, f 104. Respecto al racionamiento del personal de la Unidad, sealaba que justo es consignar que hasta el presente tuvieron el mismo tipo de racionamiento que los reclusos y recin tendr el que realmente le corresponde a partir del 1 de enero del ao en curso. 68 Algunas de las actividades que se realizaban all eran exmenes mdicos y odontolgicos, curaciones, entrega de recetas, toma de radiografas e intervenciones quirrgicas . Memoria del Gobernador, 1949, f 91. 69 El gobernador Pedro de San Martn sealaba que Los actos y ceremonias religiosas se han realizado con la totalidad de la poblacin alojada, observando con agrado que no solamente ha sido mantenido el espritu de religin

  • 24 pascuales y 3 sermones. En 1952, se cuadruplic el nmero de misas, ofrecidas por el capelln

    de la crcel, una figura recientemente incorporada. ste realiza en la Memoria de ese ao una

    serie de sugerencias y observaciones acerca de las actividades realizadas y las perspectivas

    abiertas:

    en cuanto a los resultados obtenidos, puede decirse que son relativos, a pesar de la

    buena disposicin demostrada por la mayora de los reclusos, por la clase de

    elementos de esta Unidad en su mayora hombres que ignoran los principios ms

    rudimentarios del orden social y religioso. A pesar de todo, visto el porcentaje de

    asistentes a los actos programados, se puede colegir que hay una disposicin muy

    buena y que despus de lo realizado en el ao 1952 es dado esperar que en 1953 se

    pueda lograr la comunin semanal de una gran parte y la pascual de la mayora70

    Para buena parte de los presos, la vida religiosa ofreca la chance de des- individualizarse

    dentro de la prisin, convirtindose en parte de una congregacin. De ah que fueran preferidas

    las actividades grupales y al aire libre antes que las ntimas y personales, como la confesin. En

    esa misma Memoria se informaba acerca de la celebracin de la Festividad de Nuestra Seora

    del Carmen, Celestial Patrona de las Crceles. Esta fiesta fue desarrollada

    con especial brillo despus de una fervorosa novena. Los reclusos prepararon el

    altar, las andas con la imagen y despus de la misa de comuniones, la llevaron en

    procesin por los patios de la Unidad. Fue un acto solemne, emotivo y de mucho

    fruto espiritual para los reclusos. Fue el comienzo de la vida espiritual de muchos de

    ellos71

    Pero la influencia religiosa se escapaba de la liturgia y penetraba en otras reas,

    profundizando la competencia con el peronismo por la generacin de lealtades e identidades. Si

    el catolicismo llenaba espacios, detrs no se quedaba el peronismo con sus propias efemrides e

    iconografa. As, si el concurso de bochas de 1951 se denominaba Festividad de Nuestra Seora

    y fe cristiana entre los recluidos, sino que hemos avanzado favorablemente. Memoria del Gobernador, 1951, f 101. 70 Memoria del Gobernador 1952, f 98. Tambin informaba que se les dio el libro Instruccin Religiosa a 67 reclusos que usaban como manual. Similares conceptos sobre el material humano de la crcel brindaba el director de la escuela: son individuos de escasa o muy pobre mentalidad, en su mayora de regiones lejanas del Territorio, de vida poco estable en un mismo sitio exigidas por el carcter de su trabajo. Memoria del Gobernador, 1950, f 114. 71 Memoria del Gobernador, 1952, f 98.

  • 25 del Carmen, el de ajedrez y el de ftbol se denominaban Da de la Lealtad.72 El equipo 4

    de junio result ser el ganador de esta ltima competencia.73 Vale la pena interrogarse acerca de

    quin bautizaba a los equipos competidores y si los guardiacrceles, autoridades y penados

    compartan similares pautas identitarias polticas.

    A esta tarea de propaganda contribua el peridico Maana, que se distribua

    regularmente entre el personal y la poblacin penal. A su redaccin se remita una resea de las

    actividades culturales y deportivas semanales. All se poda leer que en 1952 fueron ms

    numerosos que en otras ocasiones los actos y conferencias dentro de la crcel, la mayora de

    ellos con tintes oficialistas: La lucha por la vida, Da de las Amricas, Plan Econmico

    1952, Plan Agrario Eva Pern, Da de la Bandera, Clausura mes justicialista (octubre),

    Da de la Raza, etc.74 Ese ao no hubo torneo Virgen del Carmen, aunque s hubo

    competencias de bochas, ajedrez y ftbol llamadas Da de la Lealtad. Un muy fuerte mpetu

    parecen haber adquirido las actividades ligadas a los deportes y el desarrollo fsico, aumentando

    el nmero de clases de gimnasia y distintos deportes dentro de la crcel neuquina.75

    Paralelamente se ampliaron las reas fsicas y la infraestructura para el desarrollo de las

    actividades deportivas, como el campo de deportes y el natatorio, ambos bautizados 17 de

    octubre.. En 1947, el gobernador Emilio Belenguer, un hombre proveniente de los gremios

    ferroviarios, ponderaba las ventajas de la incorporacin del deporte a la crcel:

    La feliz poltica de la superioridad creando campos de deportes ha intensificado la

    prctica de los mismos. Despus de la inauguracin de los campos de deportes "17 de

    octubre" han surgido entre los reclusos rivalidades de sano carcter deportivo, las que

    bien encauzadas servirn para su readaptacin ulterior [...] mantienen vivo el

    72 Memoria del Gobernador, 1951, f 10. 73 4 de Junio hace referencia al da de 1943 en que se produjo el golpe de estado militar que tena entre sus principales dirigentes al entonces coronel Pern. Junto con el 17 de octubre de 1945 (Da de la Lealtad), el 24 de febrero de 1946 (primera victoria electoral de Pern) y el 26 de julio de 1952 (muerte de Eva Pern) eran las fechas oficiales del calendario litrgico peronista. 74 Memoria del Gobernador, 1952, f 95. 75 Las celebraciones peronistas comenzaron a ocupar espacios cada vez ms grandes, no slo en la crcel de Neuqun. En el Da de la Lealtad de 1951, en la Colonia Penal U. 5 de General Roca (a 40 kms. de Neuqun), corpore sano y poltica de memoria peronista coincidieron. El 17 de octubre de ese ao se hizo un acto al que asistieron el gobernador del territorio, el juez letrado, el intendente y familiares de los empleados de esa crcel. All se realiz una misa por el pronto restablecimiento de la salud de Eva Pern. Luego, se jug un partido de basketball entre equipos del Club del Progreso, presenciado por los penados. Diario Ro Negro , General Roca, 18 de octubre de 1951, p. 2-3.

  • 26 entusiasmo, contribuyendo al buen estado fsico y moral de los participantes y,

    despertando adems un saludable optimismo, lo que influir seguro en su

    readaptacin 76

    De cualquier manera, el hincapi en las actividades fsicas no signific eliminar aquellas de

    ndole cultural y recreativo.. Pequeos espectculos de msica y bailes folklricos nativos,

    msica clsica o ligera, teatro, recitadores; conferencias (con msica o proyecciones),

    exhibiciones cinematogrficas educativas y recreativas, etc., van ocupando el tiempo libre de los

    detenidos.77 De ah que el director de la crcel aprobara las actividades de diversin artstica

    dado el efecto favorable que ejerce entre la poblacin penal la realizacin de actos culturales

    especialmente de carcter musical.78

    Pero no todo poda ser sano esparcimiento. Las preocupaciones en torno a cmo convertir

    a los penados en hombres de bien, implicaba tambin insistir con la estrategia de la recuperacin

    por medio del trabajo. Por eso, en 1947, el subalcalde a cargo de la crcel, Hiplito Gutirrez,

    sugera ampliar los talleres de fbrica de mosaicos, mecnica, herrera, hilandera, telar a mano y

    encuadernacin, de manera tal de satisfacer dos objetivos:

    Cada da urge ms la ampliacin de los talleres existentes, como asimismo la

    habilitacin de nuevos talleres que, dirigidos por el personal idneo de maestranza,

    permitan a la poblacin penal el aprendizaje de oficios, aparte de incrementar la

    produccin, contribuyendo al Plan Quinquenal del Gobierno de la Revolucin y, al

    mismo tiempo, devolviendo a la comunidad -parte, aunque ms no sea- de lo recibido

    para propender a su readaptacin y ulterior utilizacin por la sociedad, al

    reincorporarlos de nuevo en su seno, como miembros capacitados79

    76 Memoria del Gobernador, 1947, f 104. En 1949 se podan leer conceptos similares: Con algunas interrupciones motivadas por la carencia de personal se han realizado actos deportivos consistentes en foot-ball, basket-ball, gimnasia sueca, en aparatos, natacin, bochas, sapo, ajedrez, damas, etc., mantenindose permanente el entusiasmo por estas prcticas, contribuyendo con ello al buen estado fsico de la poblacin, a la vez que representa un saludable esparcimiento fsico para el recluido (Memoria del Gobernador, 1949, f 91). En 1950, del promedio de 136 detenidos de la crcel, 90 practicaban algn deporte. 77 Memoria del Gobernador, 1952, f 100; Memoria del Gobernador, 1951, f 100. 78 Esa capacidad amansadora de la msica le da pie al director para insistir en la necesidad de provisin de un tocadiscos, con su correspondiente discoteca para mayor realce a la vez, especialmente los de carcter patritico (Memoria del Gobernador, 1951, f 100). 79 Memoria del Gobernador, 1947, f 103. En 1949 las palabras eran muy parecidas. Es necesario dotar a esta unidad de nuevos talleres y efectuar la ampliacin de los existentes, con ello aparte de poder llenar las necesidades

  • 27 Con estos propsitos, lo que se buscaba era vincular a la crcel con el desarrollo del

    Estado argentino, sus metas fijadas y los mecanismos de dignificacin nacional. As, cuando

    en 1949 el director de la Crcel propona adquirir terrenos adyacentes para agrandarla, lo haca

    en la conviccin de estar pensando en los objetivos del pas junto con los del establecimiento:

    De ejecutarse este plan esta unidad podra aumentar considerablemente las

    proporciones de sus recursos y efectuar una obra de utilidad pblica concordante con

    los patriticos propsitos del plan quinquenal en que se encuentra empaado el actual

    gobierno80

    La innovadora poltica penitenciaria de Pettinato se fue tornando ms politizada hacia los

    aos finales del peronismo, siguiendo los ritmos ms generales de los vaivenes polticos

    nacionales. La crispacin del arco poltico y su congelamiento en polos irreconciliables fue el

    marco en el que se desarroll un progresivo endurecimiento de las propaganda oficialista.

    Perspectivas y conclusiones

    El proyecto criminolgico positivista se disemin con mucha fuerza y rapidez en los

    crculos judiciales y acadmicos de fines del siglo XIX en Argentina. La jerga psiquitrica y los

    nombres consagrados de la criminologa italiana (Lombroso, Ferri) fueron consagrados como

    una ciencia de lo social, adaptadas por intelectuales y dirigentes polticos, interesados en

    articular el principio de defensa social en un contexto inmigratorio. Los estudios realizados en

    los ltimos aos sobre la criminologa positivista han puesto de manifiesto la vocacin

    reformista de la elite.81 Se ha procurado dejar sentada la vocacin de esta elite por modernizar al

    pas, as como su capacidad para crear y sumar instituciones y sectores sociales a esa pretensin

    reformista. Sin embargo, entendemos que esa imagen puede ser matizada a partir del anlisis de

    lo sucedido en las provincias perifricas. Caimari expres recientemente que todava en 1929 era

    notorio el abismo presupuestario, tecnolgico y material entre un puado de establecimientos

    de la unidad se podr incrementar el trabajo en beneficio de la produccin, sin perjuicio de llenar ms ampliamente la finalidad de dar ocupacin y enseanza al recluso, Memoria del Gobernador, 1949, f 90. 80 Memoria del Gobernador, 1949, f 91. 81 ZIMMERMANN, Eduardo, Los liberales reformistas. La cuestin social en la Argentina 1890-1916, Sudamericana/Univ. de San Andrs, Buenos Aires, 1995.

  • 28 mayores y una mirada de pequeas prisiones provinciales y crceles locales.82 En el interior,

    la ola modernizadora que provean las corrientes positivistas de la criminologa y de las ciencias

    penitenciarias, tard mucho en llegar, y cuando lo hizo, se vio limitada su traduccin a polticas

    concretas, en la medida en que esos proyectos no contaban con respaldo material, poltico ni

    humano. Como han mostrado Di Liscia y Billorou para el caso pampeano, a causa de las

    endmicas dificultades presupuestarias, los gobernadores del Territorio no tuvieron una

    burocracia acorde a la inmensa tarea a desarrollar. La administracin de la justicia y el orden

    policial se presentaron como dos importantes cuestiones a resolver, mientras que el desarrollo de

    instituciones sanitarias no obtuvo igual inters en la agenda estatal.83

    La situacin en el resto de los territorios nacionales no parece haber distado demasiado

    con respecto a esta descripcin. Lo que hemos definido como la etapa de la crcel-miseria es

    testimonio de este desfasaje entre las pretensiones del discurso criminolgico y la realidad

    institucional. Durante estos aos, el marco material de desenvolvimiento de la vida penitenciaria

    se distingui por la precariedad, producto de un marcado abandono, o al menos desatencin del

    estado nacional: escenas de hambre, falta de provisiones, hacinamiento y psimas condiciones de

    salud fueron las postales de la prisin. A su vez, tambin fueron notorias las deficiencias en la

    profesionalidad del personal, en parte debido a su alta rotacin y la inexistencia de una carrera

    penitenciaria. En cuanto al perfil de los encausados y condenados, se registr una primaca

    absoluta de los jvenes chilenos, concordante con los rasgos sociodemogrficos de la provincia

    de Neuqun. No puede atribuirse de ninguna manera a la mera casualidad la inexistencia de

    presos pertenecientes a otros sectores que no sean los populares. El acceso holgadamente

    mayoritario de los sectores populares a la crcel es entonces la imagen que ms claramente surge

    del perodo. La crcel acta eminentemente como un reservorio de extranjeros pobres. De alguna

    manera, nos encontramos aqu con algo similar a lo que postula Diana Paton para las crceles y

    formas de castigo en la Jamaica del siglo XIX, sugiriendo no presentar una distincin

    dicotmica entre el castigo moderno y premoderno, atendiendo a que en varias sociedades

    ambas modalidades fueron utilizadas simultneamente. 84

    82 CAIMARI, Ciencia... Op. cit. 83 DI LISCIA Mara Silvia y BILLOROU, Mara Jos Locura y crimen en el discurso mdico-jurdico. Argentina, Territorio Nacional de la Pampa, ca. 1900, 2001, mimeo, p. 3. 84 PATON, Diana, The penalties of Freedom: Punishment in Post-emancipation Jamaica, en SALVATORE , AGUIRRE y JOSEPH, Op. cit. Si bienPaton se refiere a la pervivencia de castigos fsicos (ejercicio del somatopoder en la

  • 29 En lo que hemos definido como una segunda etapa, podemos ver que la crcel Neuqun

    prcticamente se industrializ, al punto que en su interior se instalaron carpinteras, sastreras,

    fbrica de mosaicos y otros talleres. La conversin a la figura de presos-trabajadores, frente a la

    inicial, que slo ofreca la imagen de presos-encerrados, fue paralela a un cambio en el perfil de

    los penados, con una mayor proporcin de argentinos. Conjuntamente con estas tendencias, se

    fue profesionalizando, estabilizando e incrementando el personal penitenciario, lo cual redund

    en un abandono de las formas ms primitivas de tratamiento dentro de la unidad. Asimismo,

    sobre el final de este periodo hizo su aparicin un grupo particular de detenidos, los presos

    polticos, que no presentaron las caractersticas socioculturales del encarcelado tpico, y por el

    contrario, fueron un indicio de la utilizacin crecientemente poltica de la crcel en Argentina.

    Por ltimo, pudimos ver que las agresivas reformas iniciadas por el Director General de

    Institutos Penales, Roberto Pettinato tambin tuvieron su repercusin en Neuqun. Entre las

    principales innovaciones cabe destacar el fuerte hincapi en las actividades deportivas, la

    creciente presencia de la Iglesia en la vida pblica de los presos y la muy notable politizacin

    de las publicaciones y actos destinados a la poblacin penal, convertida en consumidora forzosa

    de las estrategias de comunicacin del Estado peronista. Pero asimismo, tambin es vlido hacer

    notar que desaparecieron durante este perodo algunas de las aristas ms arcaicas de la

    penitenciara de Neuqun, como la convivencia de varones y mujeres, as como entre mayores y

    menores. Estos aos estn caracterizados por el triunfo de algunas de las posturas de Pettinato,

    como la eliminacin de algunas barreras simblicas entre presos y personal penitenciario, as

    como un proceso de desmontaje de las imgenes ms agresivas de la poblacin penal.

    En la primera etapa, la pequea burocracia penitenciaria parece haber tenido una mayor

    cintura con respecto a la legislacin nacional. Acato, pero no obedezco, tal pareca ser el

    lema. La distancia, la tardanza de las comunicaciones, las dificultades para reclutar y mantener el

    personal, amn del poder poltico con que contaban las autoridades penitenciarias, ofrecan la

    chance de alterar, posponer o contrariar el sentido de las disposiciones y reglamentos fijados en

    Buenos Aires. En los momentos posteriores, pero especialmente durante el peronismo, las

    instituciones y las poblaciones terminan por nacionalizarse definitivamente, logrando una

    sujecin ms fuerte de las diversas dependencias con respecto al centro de toma de decisiones.

    jerga foucaultiana), entendemos que su idea puede ser ampliada para referirse no ya a la ejecucin sino al sentido

  • 30

    *

    Dentro del programa de actividades pendientes en una investigacin mayor sobre las

    crceles patagnicas, sin lugar a dudas que una de las primeras tareas es ampliar el conjunto de

    fuentes primarias y secundarias a consultar. Entendemos que es necesario revisar las

    publicaciones oficiales del sistema penitenciario, entre otras el peridico Maana y la Revista

    Penal y Penitenciaria. Asimismo, tambin es perentorio revisar en el Archivo de la Justicia

    Letrada del Territorio del Neuqun ms expedientes referidos a fuga e infidelidad en la

    custodia de presos as como las denuncias contra el director y personal de la crcel por abusos

    de autoridad. sa es una de las pocas chances de contar con la voz directa de los propios presos.

    Para cerrar con el apartado heurstico, cumplimos en indicar que se ha iniciado con un trabajo de

    historia oral con trabajadores penitenciarios y ex detenidos. Esta labor procura abordar aquellas

    problemticas referidas al campo de los sentimientos, percepciones, imaginarios y las prcticas

    cotidianas, usualmente ausentes en los documentos escritos, ms preocupados por la exhibicin

    numrica de la vida cotidiana de la crcel.

    Una segunda precaucin para revisar la periodizacin tiene que ver con la definicin de

    los cortes temporarios. Es que la historia genealgica de las prisiones, ms que una serie definida

    de etapas, parece contener un continuo de cotidianeidad ocasionalmente interrumpida85. De la

    lectura de los documentos muchas veces surgi la pregunta respecto del por qu de pequeos

    cambios en el registro de lo sucedido en la crcel. Hubo aos donde slo se ofrecieron datos

    bsicos y hubo otros donde se profundiz y se desagreg en varios aspectos. Es por eso que en

    las fronteras entre los periodos siempre se comparten muchos ms elementos de lo que se puede

    suponer.

    Por otra parte, tambin se torna de mayscula importancia la consulta de las producciones

    acadmicas ms recientes sobre el mundo penitenciario latinoamericano, en la bsqueda de una

    perspectiva comparativa y aportes tericos que nos permitan afrontar el problema de cun

    particular es la crcel de Neuqun. Similar preocupacin generan otros interrogantes Qu hay

    para decir de la impronta de la institucin carcelaria en la sociedad neuquina y en el proceso de

    del castigo.

  • 31 constitucin de una sociedad que se ha quejado del abandono del Estado central desde fines

    del siglo XIX? Qu tan paradjica es la precariedad material de la crcel dentro de la historia de

    la Argentina perifrica? Tambin aparece como prioritario profundizar la comparacin del penal

    de Neuqun con los de Rawson, Santa Rosa, Viedma y Ushuaia, todos ellos asentados en

    regiones pampeano-patagnicas.

    Otro punto que requiere una atencin especial se refiere a las relaciones establecidas entre

    la prisin y su sociedad de entorno, haciendo especial hincapi en la figura de los proveedores.

    Significativa relevancia adquiere el problema si tenemos en cuenta que los sectores dominantes

    de Neuqun elaboraron buena parte de sus redes sociales y econmicas a partir del

    abastecimiento a diversas agencias estatales.86 Qu tratos establecan con el director de la

    crcel? quines utilizaban a los detenidos como mano de obra fuera de la crcel? cules eran

    las estrategias desplegadas al momento de las licitaciones pblicas? Otro punto pendiente en la

    investigacin pasa por un estudio prosopogrfico agudo de los directores, subdirectores y

    mdicos de la crcel de Neuqun. Ese anlisis nos permitir ir iluminando la red de relaciones

    polticas, comerciales y personales establecidas en torno a las autoridades, los proveedores y el

    gobierno nacional, encargado de sus nombramientos.

    Por lo tanto, historiar una crcel significa aceptar un modelo multicausal de acercamiento,

    que permita dar cuenta de una serie de fuertes y desiguales cruces de tendencias sociales, legales

    e institucionales. Entendemos que en la trayectoria de cada crcel se encuentran incluidos

    fenmenos de diversa ndole, entre los que cabe destacar: a) los nacionales, como las normativas

    legales, sobre cuya produccin no intervienen las autoridades de la crcel, pero tienen el atributo

    de cierta cintura con respecto al modo de ejercerlas; b) los sociales, ms ligados a la sociedad

    local que rodea a la crcel, con la que mantiene mltiples relaciones; c) internos, relacionados