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Ensayo final. Historia de Colombia V. Kelly Zuluaga Barcos de vapor que arrimaban a Barranquilla por el Magdalena: literatura y memoria en el cauce y a las orillas. (1890 -1935) El siguiente escrito trata de establecer si hay relación a nivel cultural entre Barranquilla y el río Magdalena y cómo ésta se establece. Para ello primeramente, se hace un balance historiográfico sobre la relación, a nivel económico, del río y la ciudad, luego se aborda el aspecto social y por último el cultural. El económico, desde las fuentes primarias, no se aborda, debido a que ya ha sido muy estudiado. Historiografía sobre Barranquilla, en relación con el río Magdalena y los barcos de vapor Desarrollo industrial de Barranquilla Barranquilla no tiene pasado colonial como el caso de Cartagena o Santa Marta. Es hija de la época republicana. Constantemente es frecuente oír que Barranquilla es una “ciudad sin historia”, porque prácticamente empieza a “existir” 2 a finales del siglo XIX, con un progreso muy pujante en el país. Este tema, al parecer es una cuestión muy frecuente en la historiografía de Barranquilla. En la historiografía de finales del siglo XX, hay una ausencia de la historia sobre esta ciudad, ya que al parecer, los investigadores no querían centrarse en ella. Si se mencionaba, pero muy someramente. Lo cual es cuestionable, ya que la ciudad tenía gran importancia por ser un puerto muy representativo en el país a donde llegaban personas de todas partes, sobretodo extranjeros interesados en hacer inversiones económicas. El comercio era la actividad por excelencia de la ciudad. La Universidad del Norte mostraba en 1982 1 una preocupación sobre la falta de la historia social de la ciudad, sobretodo acerca del papel de los extranjeros. Los extranjeros A causa de la cuestión planteada anteriormente sobre los extranjeros, los investigadores han elaborado estudios sobre el

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Page 1: Barcos de vapor que arrimaban a Barranquilla por el río Magdalena: literatura y memoria en el cauce y las orillas (1890-1930)

Ensayo final. Historia de Colombia V. Kelly Zuluaga

Barcos de vapor que arrimaban a Barranquilla por el Magdalena: literatura y memoria en el cauce y a las orillas. (1890 -1935)

El siguiente escrito trata de establecer si hay relación a nivel cultural entre Barranquilla y el río Magdalena y cómo ésta se establece. Para ello primeramente, se hace un balance historiográfico sobre la relación, a nivel económico, del río y la ciudad, luego se aborda el aspecto social y por último el cultural. El económico, desde las fuentes primarias, no se aborda, debido a que ya ha sido muy estudiado.

Historiografía sobre Barranquilla, en relación con el río Magdalena y los barcos de vapor

Desarrollo industrial de Barranquilla

Barranquilla no tiene pasado colonial como el caso de Cartagena o Santa Marta. Es hija de la época republicana. Constantemente es frecuente oír que Barranquilla es una “ciudad sin historia”, porque prácticamente empieza a “existir”2 a finales del siglo XIX, con un progreso muy pujante en el país. Este tema, al parecer es una cuestión muy frecuente en la historiografía de Barranquilla.

En la historiografía de finales del siglo XX, hay una ausencia de la historia sobre esta ciudad, ya que al parecer, los investigadores no querían centrarse en ella. Si se mencionaba, pero muy someramente. Lo cual es cuestionable, ya que la ciudad tenía gran importancia por ser un puerto muy representativo en el país a donde llegaban personas de todas partes, sobretodo extranjeros interesados en hacer inversiones económicas. El comercio era la actividad por excelencia de la ciudad. La Universidad del Norte mostraba en 19821 una preocupación sobre la falta de la historia social de la ciudad, sobretodo acerca del papel de los extranjeros.

Los extranjeros

A causa de la cuestión planteada anteriormente sobre los extranjeros, los investigadores han elaborado estudios sobre el papel social en la ciudad. Entre los trabajos sobre este tema, se puede mencionar el de Rodríguez y Restrepo3, quienes se interesan por conocer las causas del acelerado crecimiento de Barranquilla y por qué el caso del progreso en esta ciudad fue tan particular. Ellos observaron que el hecho de que la ciudad fuese más libre, es decir, que no tenía alguna idea colonial fuerte, era abierta y esto favorecía la inmigración. Los pioneros en asentarse fueron los británicos desde 1830. Otra cuestión que observan estos autores es que la ubicación geográfica fue crucial para el crecimiento económico de esta ciudad.

Otra persona que ha hecho estudios sobre los extranjeros en la ciudad, ha sido Adelaida Sourdís 4, quien se ha enfocado en un grupo muy específico: los sefardíes. Ella señala cómo estos judíos alemanes llegaron a Barranquilla, pero señala de que hay mucha carencia de archivos acerca de sus relaciones familiares o de sus descendientes. Para tratar este problema, ha investigado sobre registros matrimoniales de la época. A pesar de que en la ciudad estos judíos se acogían a las costumbres mercantiles, no hay registros porque preferían los contratos de “boca”. Además de ella, quien ha tratado más este aspecto, parece no haber más estudios sobre que profundicen sobre los extranjeros.

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La cuestión sobre la manera en que creció a nivel económico y comercial Barranquilla ha sido siempre un tema que ha llamado mucho la atención de la historiografía de este núcleo urbano. Las cuestiones acerca de la industrialización, el comercio, las empresas y el transporte han sido las más estudiadas.

Conde5 en su artículo sobre la industria barranquillera, menciona 3 elementos que favorecieron a Barranquilla: la ubicación geográfica, la primacía que se le daba al comercio y transporte en la ciudad y por último a los inmigrantes extranjeros vinculados a las actividades económicas. Se podría afirmar así que casi todos los autores que trabajan sobre esta ciudad confluyen en esta idea. Conde también menciona que la navegación a vapor fue la que impulsó la tradición industrial de Barranquilla, la cual fue sustentada por la creación de astilleros, talleres de fundición, carpintería o de herrería. La industria Barranquillera, ha encontrado este autor se debe al hecho de que importaba las materias primas para sus industrias. El inversionista se vuelve aquí, según Conde, en una figura clave, ya que se encarga de traer las máquinas desde Europa, contrataba los técnicos y obreros y les enseñaba contabilidad. Las industrias barranquilleras eran más que todo, según él, de jabón, cuero y madera. Al no importarse materia prima, no se cultivaba y por ello, las casas de extranjeros concentraban los alimentos que llegaban a la ciudad. Conde termina concluyendo así que la industria barranquillera pretendía reducir costos de importación, transporte y tratar de que la industria de esta ciudad compitiera con productos extranjeros.

El tema de los obreros

Otra perspectiva que existe en la historiografía barranquillera es el tema de los obreros. Solano 6 es un historiador que centra su interés en estos personajes. Este autor se preocupa por responder cuestiones como la manera en que el conflicto laboral afectaba los obreros y cómo estas polémicas generaban protestas. Al haber en Barranquilla interacción entre diversas clases sociales, habían inmigrantes de otras partes del mundo y de la parte interna del país, esto significa para Solano que existe un desarreglo de culturas sociales. La clase obrera se estableció de manera fuerte por la necesidad que había de construir vías férreas u puentes. Los centros de la sociedad obrera, menciona él, eran Mompox, Barranquilla, Tenerife, Calamar, Magangué y Honda.

Otro autor que cabe destacar es a Eduardo Posada7, debido a que él propone ver la vida obrera como un modelo braudeliano de larga duración. En este sentido, Solano también concuerda con esta idea y con Theodor Nichols8. Esto se debe a que durante 50 años aproximadamente (segunda mitad del XIX y principios del XX), había una geografía portuaria mucho más apta que la de Cartagena y Santa Marta, favoreciendo de manera notable su status. Posada es considerado uno de los pioneros en la historiografía de esta ciudad. Su obra Una invitación a la Historia de Barranquilla, aunque no pretenda ser rigurosa a nivel investigativo, arroja datos estadísticos y económicos muy relevantes para la historiografía de Barranquilla y con este texto se abre prácticamente un nuevo campo en esta historiografía.

Barranquilla y el río Magdalena

Una vez entendido lo que se ha elaborado sobre la historiografía de Barranquilla a grandes rasgos, se puede adentrarse al tema del río. Hay frecuentes dudas cómo la importancia del río Magdalena en la ciudad de Barranquilla ha ido decayendo, porque en un principio fue el símbolo con el cual la ciudad se sentía identificada. Esa identidad que había es la cuestión que realiza Ferraro9, pero no

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sólo a nivel de Barranquilla, sino nacional. Al ser el río por excelencia que conecta casi todo el país y tener desembocadura en el Atlántico, se vuelve clave para el comercio y el transporte del país. Para Ferraro, vale la pena volver hacer memoria del río porque permite ver el desarrollo y la huella que dejaron otras culturas. Para ello, realiza un viaje que recorre los Andes, camina por el Macizo Colombiano y llega por último a la desembocadura del Caribe. Este autor menciona, aunque de manera muy somera, la gran importancia que la navegación a vapor en este río. En 1922, los barcos funcionaban con fuel oil, cerca de 1930, cambiaron por diésel, en 1952 esta navegación llega a su auge y en 1961 entra en declive. Este trabajo que Ferraro elabora es clave para este texto, ya que permite de cierto modo comenzar a ver el Magdalena bajo una óptica más cultural.

Pero es el trabajo de Posada Carbó10, también autor de Una invitación a la Historia de Barranquilla, quien más se acerca al tema que se trabaja. Comienza narrando la historia de cotidiana de aquellas personas que trabajaban en los barcos de vapor. Cerca al Magdalena habían viviendas de juncos y bambúes, en donde muchas veces los viajeros les tocaba pasar la noche. Los vapores eran de grandes empresarios, sobretodo de extranjeros inversionistas. Entre las empresas más relevantes se halla la de Hoenisberg & Wessel. Este autor menciona que todo estaba en función del río Magdalena y al ser esta navegación algo más bien estable, eso contribuyo a que durara mucho tiempo. También menciona las comodidades con que viajaban los pasajeros.

Al tener este trabajo un interés literario, se notó que aunque hay cantidad de relatos, no hay trabajos sobre el río Magdalena ni sobre las orillas de esta red fluvial. A nivel literario, se puede destacar a Ramón Illán11, quien realiza un estudio en las décadas de 1920 a 1940 de la narrativa que existía en departamento del Atlántico. Menciona personajes relevantes como Ramón Vynes, un personaje que con la revista cultural Voces y su gran archivo fotográfico, se vuelve un ícono de la historia de la cultura barranquillera. Vynes es un extranjero que se queda residiendo en Barranquilla y realiza trabajos culturales frente a sus experiencias en la ciudad.

Curiosamente, siendo el río Magdalena y la industria del vapor prácticamente la clave para la economía de Barranquilla, no se analice a esto a nivel literario y cultural, porque como decía Ferraro, el río guarda una memoria. Se analiza en todo el país este tema, mas no en Barranquilla. Se podría decir que este vacío se debe a que en la época de finales del siglo XIX y principios del XX “no se le daba importancia” a la parte cultural, cuestión que es dudosa, porque según muestran las fuentes primarias, si había literatura y en Barranquilla había preocupación por el tema, aunque de cierto modo no era tan prioritario para la política. Cabe también destacar que ha sido, a nivel de institución académica, la Universidad del Norte, la que ha hecho más trabajos en el tema.

¿Qué se habla de los barcos de vapor en las fuentes primarias encontradas?

Es muy frecuente observar que en los periódicos de Barranquilla, se encuentre información de este tipo, ya que estos movimientos eran cruciales que todos lo conocieran en la ciudad, ya que se brindaba información tanto de qué se cargaba como de quién venía. Así, los seres queridos o personas de negocios podían darse cuenta si al que esperaban ya había llegado a la ciudad. Muchos otros pasajeros venían sólo de paso, haciendo escala en el puerto de Barranquilla:

Marzo 18. Vapor español “Panamá” del porte de 2085 toneladas en Capitán Carlos M. Rivera procedente de New York y escala en Puerto Cabello con 685 bultos de importación

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y los pasajeros siguientes: Francisco Dávila, Guiseppe Wanzin, Antonio Siabell, H.S. Prince, W.J. Griffth.

Marzo 18. Vapor francés. “St Laurent del porta de 3133 toneladas, su capitán Basquesna, procedente de Bordeaux y escala en Puerto Cabello, con 3494 bultos de importación y los pasajeros siguientes: M.G. Lire, M. E. Opsino, Carlos Vallarinos, Petro Orquín, Joanne Mandura, Gastano Larosa, Antonio Delvochis, M. D. C. Clark12.

Abril 4. Vapor inglés “Spanish Prince” del porte de 1782 toneladas en Capitán Thomas procedente de New York y escala en Cartagena con 6096 bultos de importación con peso de 113 toneladas y un pasajero.

Pasajeros desembarcados del Vapor Francés el 4 de abril de 1893 procedente de Colón: Señor Baron V. Vethim, V. Vethim, G. Cabalir, Locatelh Angusto, Stefano Urbano, Facinotio Giovani, J. R. Abello, E. de Abello, E.E de Abello, Miguel Verare, Benzabé Quintero, Tomas del Duca, Nicolas Janes, Fernando Rodriguez, Pablo Hughet, J. B. McConnico y Señora, Mary Crouston, Lilliam Stedman, Arturo Dotsdébes, Manuela Savaiza13.

Al tomar periódicos barranquilleros de finales del siglo XX y principios de XX, no sólo se observa recurrentemente qué entra, sino también que sale, por ejemplo, que en este caso ya se comienza a hablar de café, producto que dicen algunos fue el que unificó la nación, pero también caucho:

Carga embarcados

Para el Habre, 374 sacos Café para Londres, 359 sacos Café, 66 cueros, 82 bultos caucho

Para Haburgo 120 sacos Café

Para París 15 bultos caucho

Total bultos 101214

Ataques y riesgos de las embarcaciones

Otro tipo de información que arroja la prensa, no tan frecuente como las entradas y las salidas de vapores, son los sucesos que ocurren en altamar. En la época colonial eran muy frecuente los ataques de piratas, pero es curioso que en pleno casi inicio del siglo XX, todavía sigan sucediendo:

Por la via de Victoria Colombia inglesa, se han recibido detalles de la terrible carnicería cometida el 4 de agosto por unos piratas chinos en un buque que navegaba en las costas de Achen, isla de Sumatra. A su bordo iban en clase de pasajeros 12 chinos, los cuales 4 dias después se acercaron al timonel y le preguntaron la altura. Oida la respuesta, uno de los chinos asesino con un arma cortante al timonel é hizo otra tanto con un [ilegible] americano que se hallaba cerca. Entonces los chinos se apoderaron del buque virando rumbo jacia la playa, donde vararon la embarcación. Siguióse una matanza general de tripulantes y pasajeros por los sanguinarios asiáticos15.

Los ataques violentos no se dan sólo en ultramar, sino en el mismo Magdalena. Al ser este río el que conecta casi todo el país, eran recurrente guerras entre los poderes para obtener su control. Quien lograra obtener este preciado trofeo, no sólo lograría tener control del río, sino también del

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comercio y de las comunicaciones del país. En un Informe de Flotilla armada15 está el testimonio de un militar que sufrió este tipo de ataques. Este militar, llamado Daniel sale a las 5: 30 pm de Barranquilla a Puerto Colombia, sin tener idea del proyecto que se iba a llevar a cabo. El hombre se dirigía a la estación del tren junto con su esposa, hija y nodriza. Al ver que no había ningún pasajero y que el tren se detuvo antes, le entrega la niña a la nodriza y sale a investigar lo que pasaba. El hombre se dirige al cuartel y allí lo nombran luego Jefe de Estado Mayor General. Posteriormente se dirige a la Gobernación y allí le hablan sobre el General Samper, quien salía del cañonero “Hércules” ejecutando varios disparos como aviso al país, puesto que las redes comunicativas en Barranquilla estaban rotas. Él se encarga de despachar 3 barcos, dándole la orden de que llegara la Isla de Cabuca (cerca del actual municipio de Soledad, Atlántico) para que ples proveyeran de leña. Daniel llega a esta isla a las 3 de la mañana y le hablan de que el “Hércules” fue atacado y hubo heridos, entre ellos el General Carbonell. El barco “Hércules” fue asaltado. Hubo insultos y tiroteos adentro. Para Daniel esto fue aberrante. Un general llamado José Vieco logra saltar al agua y salir nadando, sin embargo, los enemigos toman el arma y le disparan en el agua, dejando 4 niños huérfanos y una viuda. El ataque, según el testimonio de Daniel, corresponde a que el gobierno de los conservadores quería impedir que los republicanos de Barranquilla llegaran a Bogotá. El barco iba por el Canal del Dique, un lugar ideal para apoderarse y atacar el barco. Daniel cuenta muy detalladamente las estrategias militares, la diplomacia y las muchas monedas de níquel que tuvo que emplear. Daniel denunciará esto ante el Congreso de la República. Este hecho es muy relevante en este tema, porque representa algo que poco se comenta sobre la historiografía de los barcos de vapor. Si bien es un medio clave para la comunicación, comercio y viajes, también implicaba un riesgo de perder la vida, bien sea a nivel de altamar o de agua dulce.

Las personas que conozcan bien los vapores que surcan el Magdalena, encontraran que había sido muy fácil llevar a cabo este plan, que aunque sencillo, tenía que dar el resultado apuntando hacia arriba16.

Los intereses particulares de los políticos se ven muy claramente impregnados en este tipo de situaciones, como se puede observar en esta correspondencia a Carlos E. Restrepo, quien en la época en que fue realizada esta carta, era Ministro del Gobierno de Antioquia (1930-1931). Esto demuestra que Restrepo tenía gran conocimiento de las redes comerciales que había en la Costa Atlántica, un conocimiento crucial para mantener el poder. Las importaciones están dañando la industria nacional, dejando a muchos empleados con problemas:

Hoy le remitimos algunos recortes de la prensa local, por los que Ud. podrá enterar se una vez más, de la situación en que se haya colocado el comercio de esta región, de los sistemas ruinosos establecidos por la United Fruit Company y de la justicia de nuestro desesperado grito clamando por la protección del Gobierno Nacional debe prestar a nuestros intereses, gravemente lesionados por la Compañía arriba dicha. También podrá apreciar la ninguna garantía que tiene el trabajador que privado del elemental derecho de disponer de los suyo, ve extinguir su vida en un triste ocaso sin dejar las más mínima independencia pecuniaria a su familia17.

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Otro riesgo que había con los barcos era la transmisión de enfermedades. Siendo el puerto de Nueva York, uno de los principales destinos de las rutas que salían de Barranquilla y Cartagena, estaba en gran riesgo de padecer cólera, como se puede ver en el siguiente fragmento:

Habiendo sido por el gobierno de Lisboa declarado infestado con el cólera en el puerto de N.Y., el Gobierno de los EEUU, por medio de su representante en Portugal ha protestado contra la declaratoria y dado pruebas de que es muy buena la salud pública tanto en N.Y. como en Nueva Yersey18

En vista de la enfermedad, el Alcalde del Distrito, en el decreto 64, muestra normas de higiene y salubridad. Hace hincapié en asear las casas, sobre todo los patios o caballerizas, lugares de excusados, durante 6 días seguidos a la semana con 500 gramos de sulfato de hierro, 10 litros de agua y 100 gramos de ácido fénico al 1%. El agua de las ciénagas no debe ser usada en trabajos domésticos, sin antes ser debidamente filtrada y hervida para beber. Nadie debe andar enfermo por las calles, porque si no será aprehendido por la policía19.

La Literatura barranquillera acerca del Río Magdalena

Otro aspecto bastante llamativo que se habla sobre la relación entre Barranquilla, los barcos de vapor y la literatura es la que presenta el novelista barranquillero José Antonio Osorio 20, ya que muestra una óptica muy diferente. Con su novela, cuya primera edición se realizó en el año de 1932, manifiesta una inconformidad grande frente a lo que se vive en su época. Esta crítica la muestra en un personaje llamado Rogers que viaja al año 2132, o más bien ”resucita” en esa época, mediante una intervención de regeneración celular. Es casi como una especie de comparación entre el siglo XIX y su visión del futuro. Vale la pena detenerse a analizar algunos fragmentos de esta obra:

Los últimos vapores surcaron el mar a finales del siglo pasado. Empleaban 4 días entre Barranquilla y las puertas de Europa. Ahora se recorre la misma distancia en 12 horas21.

La cara del hombre, su primera impresión, a la hora de entrar a esa nueva vida en la cual ingresaba:

Rogers se entregaba a una serie de meditaciones. Se sumergía dentro del asombro. Nada de lo acontecido y menos aquella crisis formidable que derribó la ufana civilización del siglo XX, que inició una mutación fundamental de principios y de doctrinas, se había visto en su tiempo. Se pensaba entonces en el en el progreso continuo e indefinido y todas las fantasías sobre el futuro se encamina banca conceder mayor amplitud a este mismo progreso22.

Esto era lo que veía en las orillas del Magdalena, en la desembocadura:

Volaba sobre el Prado y se dirigía siguiendo el río, encajando entre los muelles hasta los cuales avanzaban su audacia las construcciones de múltiples pisos. Hacia el mar. Veía la playa rumorosa y agitada por el eterno hoque entre el río y el océano. Pequeñas embarcaciones de recreo surcaban el agua verde, penetraban por las Bocas de Ceniza y llegaban hasta los muelles- Ya no eran las negras humaradas de los vapores. Eran lanchas

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silenciosas de pescadores o deportistas, que no prestaban gran utilidad. Las nuevas fuentes de energía habían modificado por completo el sistema de transporte23.

La actitud del hombre al saber que su nueva existencia carecía de sentido:

Andaba lentamente, sin rumbo, determinado por uno de los decorados paseos que se le habían hecho a la orilla del río sobre tajamares de 2 siglos, convertidos en sólidos muelles de concreto, para el arribo de las viejas embarcaciones de vapor, ahora abandonadas. Contempla el silencioso avance de las aguas, hasta confundirse con el mar24.

Luego de identificarse Osorio con su personaje Rogers, concluye su obra:

Solo el río permanece igual, menos meditativo. Los hombres procuraron también deformarlo, adecuarlo a su estúpida concepción de todas las cosas, Pero el intento fue superficial. Se decoraron las orillas, se construyeron grandes límites a la corriente, se utilizaron las aguas, el espíritu del río, su categoría, sus características especiales estaban ahí invioladas. El agua móvil ha resistido el empuje destructor de la civilización25.

Con este autor claramente se puede observar cómo el Río Magdalena comienza a perder importancia, comienza a ser sólo decorativo y esta visión de cierto modo coincide con la de muchos gobernadores actuales del departamento del Atlántico, que quieren darle al río la importancia que tenía durante el finales del XIX y principios del XX. Como si ahora hubiese un reclamo por aquel progreso superficial. Sin embargo, como se mostró anteriormente, Barranquilla si tiene cultura, pero ésta se ve opacada, por decirlo de alguna manera con la vocación que tenía de ser comercial. Se nota claramente un debate entre “memoria, cultura” y “progreso, industria”.

El río además de ser un medio de transporte y un medio de comercio y de intereses políticos, se vuelve también un referente para los imaginarios literarios de las personas del común. Se vuelve poesía o el lenguaje del alma, e incluso una identidad. Por ello, por ejemplo, para el novelista Osorio era muy triste que el río se fuera volviendo gris, es decir que por ejemplo, el hecho de que alguna vez Puerto Colombia fuese el sitio de saludos y despedidas, pierda su “poética” tan rápidamente, sólo por intereses industriales. El lugar al cual destinaban los autores literarios El río Magdalena en la ciudad de Barranquilla era también un referente romántico y sobretodo melancólico, y era de gran relevancia para los extranjeros y viajeros que arrimaban a Barranquilla, como se puede apreciar en el poema de este panameño:

Ultima noche

Temblaba el cielo con la inmensa gloria.De los astros, ardientes lentejuelas

Que parecían exornar el manto.El manto azul de encantadora reina.

Bien me acuerdo: la hermosa Barranquilla.

De su esplendor bajo la lumbre excelsa,Modulaba esos mágicos rumores,

Que incuba en sus nidales la opulencia.

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Dimos al viento de nuestras Almas íntimas quimeras;

Surgieron las memorias del entonces,Cual mariposas de caricie y perlas.

Y que de ensueños en rosado enjambreSe levantaron con fulgor de estrellas!

¡Ah, de la juventud vagos delirios!Ah, las magnas [erraciones] del poeta!

Cruce el mar. Con remotas lejaníasMe llenó con su luz de noche aquellaCuyo dulce recuerdo hiere mi alma

Con blanca irradiación de primavera.

Dedícame mi recuerdo, noble amigo,Desde el suave pensil del magdalena,

Será cual rico néctar que atenúeE l amargo de todas mis tristezas26.

Panamá, 1897

Antonio E. Rodríguez

El río también inspiraba mucha añoranza por los amores perdidos:

Por ti lanza la mar hondos gemidosY suspiran las auras en las flores

Y tendrán en el mundo mientras [llores]Te escucho de la lira con los sonidosY del centro alude en los romeros.

Eres diosa de amor; y en sus amoresMas si alegre mujer, hacia mi viene,A ver si alcanzo a tu pupila [ardicate]Un paraíso que en los labios tienes27.

Aquí el cielo adquiere otro valor con respecto al mar, porque el cielo adquiría un silencio de cierto modo, mientras que el mar seguía sonando:

Orillaba la abrupta serraníaEl tren con raudo trepidar sonoro y sobre el verde campesino,

El Oro de la tarde otoñal languidecíaIba pensando en ti, como solía

Pensar todas las tardes,

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Cuando el oro del sol muriente sobre el mar caía.

Iba pensando en ti como solaPensar en ti bajo el azul del cielo

Y sobre el mar, al despedirse el díaY cuando por la abrupta serranía colgó la sombra su crespon de dorío

La dije al cielo con mi dolorEl cielo fue menos bueno que el mar, ya no me oía28.

Aquí se ve el mar como alegoría de la infinitud, expresado por un joven que vino a Barranquilla:

Es un mar de pizarra, con una multitud de florecimientos de viene,Es un mar gris oscuro, son mil puntos en donde estallan copos de espuma

Chente Quiroz me llamó poeta niño29.

En conclusión, el Río Magdalena tiene una profunda relación con la cultura y con la memoria. Esta relación no se puede entender sin la vida industrial que tiene la ciudad y los vapores que circulan. El hecho de que se le hubiese dado primacía al tema del progreso y a lo que se refiere a mejorar la economía, no impide que este tema pueda verse desde otras perspectivas. Barranquilla no es solo industria ni crecimiento demográfico, sino también sociedad, es también el río Magdalena, como lo muestran las fuentes.

Notas

1 Universidad del Norte. “Notas para una historia de Barranquilla”, Huellas, vol. 3. 5 (1982).

2 Es decir que empieza a progresar alrededor de 1870.

3 Rodríguez M. y Restrepo L. “Los empresarios extranjeros de Barranquilla”, en El Caribe colombiano. Recolección de textos históricos, eds. Lemus G. B. (Barranquilla: Ediciones Uninorte, 1988), 139 -182.

4 Sourdis A. “Sefardíes y ashkenazis en Barranquilla en la segunda mitad del siglo XIX. Negocios y compañías comerciales”, Aguaita, 10 (2004), 35-50.

5 Conde Calderón J. “La Industria en Barranquilla durante el siglo XIX”. Boletín Cultural y Bibliográfico, vol. 28, 26 (1991): 41- 56.

6 Solano D. S. Puertos, sociedad y conflictos en el Caribe Colombiano, (1850-1930), (Cartagena: Observatorio del Caribe Colombiano, 2003): 115 p.

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7 Posada E. Una invitación a la Historia de Barranquilla, (Barranquilla: Cámara de Comercio de Barranquilla, 1987), 124 p.

8 Nichols T. Tres puertos de Colombia, (Bogotá: Banco de la República, 1973). No se tuvo acceso a este libro, pero este autor es muy relevante para la historiografía de Barranquilla.

9 Ferraro Medina G. “El río Magdalena. Territorio y cultura en movimiento”, Boletín Cultural y Bibliográfico, vol. 47. 84 (2014): 4 - 35.

10 Posada E. “Bongos, champanes y vapores en la navegación fluvial colombiana del siglo XIX”, Boletín Cultural y Bibliográfico, vol. 27. 21 (1989): 2-13.

11 Illán Bacca R. “La narrativa en el Atlántico, 1920-1940. El mundo de Cosme”. Huellas, 30 (1990): 21-29.

12 Anónimo. “Entrada de vapor”, El Anotador, Barranquilla, 10 de marzo, 1893, 6.

13 Anónimo, “Entrada de vapores”, El Anotador, Barranquilla, 4 de abril, 1893, 4. Son muy pocas las pasajeras que vienen en estos barcos, según muestran los periódicos como este.

14 Anónimo, “Salida de vapores”, El Anotador, Barranquilla, 4 de abril, 1893, 4

15 Anónimo. “Matanza en el mar”, El Eco Mercantil, Barranquilla, 7 de octubre, 1893, 1-2.

16 Daniel Ortiz. Informe que rinde el Jefe de la Flotilla armada con motivo del movimiento de Barranquilla efectuado el 4 del presente, 15 de julio, 1909.

16 Daniel Ortiz. Informe que rinde el Jefe de la Flotilla armada con motivo del movimiento de Barranquilla efectuado el 4 del presente, 15 de julio, 1909, 2.

17 Carta al presidente Ramón Pérez desde Ciénaga al Señor Carlos E. Restrepo en Medellín, 11 de junio, 1926.

18 Anónimo. “Cólera”, El Eco Mercantil, Barranquilla, 13 de octubre, 1893, 1.

19 Cajar, R. “Decreto 64 sobre aseo, salubridad é higiene de la ciudad”, El Eco Mercantil, Barranquilla, 28 de octubre de 1893, 1.

20 Osorio J. A., Barranquilla 2132, (Bogotá: Laguna Libros, 2011)

21 Osorio J. A., Barranquilla 2132, (Bogotá: Laguna Libros, 2011), 26.

22 Osorio J. A., Barranquilla 2132, (Bogotá: Laguna Libros, 2011), 47.

23 Osorio J. A., Barranquilla 2132, (Bogotá: Laguna Libros, 2011), 57.

24 Osorio J. A., Barranquilla 2132, (Bogotá: Laguna Libros, 2011), 124.

25 Osorio J. A., Barranquilla 2132, (Bogotá: Laguna Libros, 2011), 127.

26 Rodríguez A. “Última Noche”, El Álbum, Barranquilla, octubre, 1897, 4.

27 Armelia L, “Ramillete”, El Álbum, Barranquilla, enero, 1898, 8.

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Ensayo final. Historia de Colombia V. Kelly Zuluaga

28 Wills A. “Oro de mar”, El Álbum, Barranquilla, 19 de septiembre, 1912, 2.

29 Ruben D. “En el Mar”, Ensayos Juveniles, Magangué, 20 de marzo, 1893, 2.