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Azul Por Rubén Darío

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Azul

Por

RubénDarío

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ELREYBURGUÉS

(CANTOALEGRE)

¡Amigo!elcieloestáopaco,elairefrío,eldíatriste.Uncuentoalegre..,asícomoparadistraerlashermosasygrisesmelancolías,heloaquí:

Habíaenunaciudad inmensaybrillanteunreymuypoderoso,que teníatrajes caprichosos y ricos, esclavas desnudas, blancas y negras, caballos delargascrines,armasflamantísimas,galgosrápidosymonterosconcuernosdebronce, que llenaban el viento con sus fanfarrias. ¿Era un rey poeta? No,amigomío:eraelReyBurgués.

Eramuyaficionadoalasarteselsoberano,yfavorecíacongranlarguezaasusmúsicos, a sus hacedores de ditirambos, pintores, escultores, boticarios,barberosymaestrosdeesgrima.

Cuandoibaalafloresta,juntoalcorzoojabalíheridoysangriento,hacíaimprovisarasusprofesoresderetóricacancionesalusivas;loscriadosllenabanlas copas de vino de oro que hierve, y las mujeres batían palmas conmovimientos rítmicos y gallardos. Era un rey sol, en su Babilonia llena demúsicas,decarcajadasyderuidodefestín.Cuandosehastiabade laciudadbullente,ibadecazaatronandoelbosqueconsustropeles;yhacíasalirdesusnidosalasavesasustadas,yelvoceríorepercutíaenlomásescondidodelascavernas.Losperrosdepataselásticasibanrompiendolamalezaenlacarrera,y los cazadores, inclinados sobre el pescuezode los caballos, hacíanondearlos mantos purpúreos y llevaban las caras encendidas y las cabelleras alviento.

Elreyteníaunpalaciosoberbiodondehabíaacumuladoriquezasyobjetosde arte maravillosos. Llegaba a él por entre grupos de lilas y extensosestanques,siendosaludadoporloscisnesdecuellosblancos,antesqueporloslacayos estirados.Buen gusto. Subía por una escalera llena de columnas dealabastroydeesmaragdina,queteníaalosladosleonesdemármol,comolosdelostroncossalomónicos.Refinamiento.Amásdeloscisnes,teníaunavastapajarera,comoamantedelaarmonía,delarrullo,deltrino;ycercadeellaibaa ensanchar su espíritu, leyendo novelas deM.Ohnet, o bellos libros sobrecuestiones gramaticales, o críticas hermosillescas. Eso sí: defensor acérrimode la corrección académica en letras, y del modo lamido en artes; almasublimeamantedelalijaydelaortografía.

¡Japonerías!¡Chinerías!porlujoynadamás.

BienpodíadarseelplacerdeunsalóndignodelgustodeunGoncourtydelosmillones de un Creso: quimeras de bronce con las fauces abiertas y las

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colas enroscadas, en grupos fantásticos y maravillosos; lacas de Kioto conincrustacionesdehojasy ramasdeuna floramonstruosa,yanimalesdeunafaunadesconocida;mariposasde rarosabanicos juntoa lasparedes,pecesygallos de colores; máscaras de gestos infernales y con ojos como si fuesenvivos; partesanas de hojas antiquísimas y empuñaduras con dragonesdevorando flores de loto; y en conchas de huevo, túnicas de seda amarilla,comotejidasconhilosdearaña,sembradadegarzasrojasydeverdesmatasde arroz; y tibores, porcelanas de muchos siglos, de aquellas en que hayguerreros tártaros conunapiel que les cubrehasta los riñones, yque llevanarcosestiradosymanojosdeflechas.

Por lo demás, había el salón griego, lleno de mármoles: diosas, musas,ninfasysátiros;elsalóndelostiemposgalantes,concuadrosdelgranWatteauydeChardin;dos,tres,cuatro,¡cuántossalones!

YMecenassepaseabaportodos,conlacarainundadadeciertamajestad,elvientrefelizylacoronaenlacabeza,comounreydenaipe.

Un día le llevaron una rara especie de hombre ante su trono, donde sehallabarodeadodecortesanos,deretóricosydemaestrosdeequitaciónydebaile.

—¿Quéeseso?—preguntó.

—Señor,esunpoeta.

El rey tenía cisnes en el estanque, canarios, gorriones, senzontes en lapajarera:unpoetaeraalgonuevoyextraño.

—Dejadleaquí.

Yelpoeta:

—Señor,nohecomido.

Yelrey:

—Hablaycomerás.

Comenzó:

Señor,hatiempoqueyocantoelverbodelporvenir.Hetendidomisalasalhuracán,henacidoeneltiempodelaaurora:buscolarazaescogidaquedebeesperar,conelhimnoenlabocaylaliraenlamano,lasalidadelgransol.Heabandonadolainspiracióndelaciudadmalsana,laalcoballenadeperfumes,lamusadecarnequellenaelalmadepequeñezyelrostrodepolvosdearroz.Herotoelarpaadulonadelascuerdasdébiles,contralascopasdeBohemiaylasjarrasdondeespumeaelvinoqueembriagasindarfortaleza;hearrojadoelmantoquemehacíaparecerhistrión,omujer,yhevestidodemodosalvajeyespléndido: mi harapo es de púrpura. He ido a la selva donde he quedado

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vigorosoyahítodelechefecundaylicordenuevavida;yenlariberadelmaráspero,sacudiendolacabezabajolafuerteynegratempestad,comounángelsoberbio,ocomounsemidiosolímpico,heensayadoelyambodandoalolvidoelmadrigal.

HeacariciadoalagranNaturaleza,yhebuscadoelcalordelideal,elversoque está en el astro en el fondo del cielo, y el que está en la perla en loprofundodelOcéano.¡Hequeridoserpujante!Porquevieneeltiempodelasgrandesrevoluciones,conunMesíastodoluz,todoagitaciónypotencia,yespreciso recibir suespírituconelpoemaque seaarco triunfal,deestrofasdeacero,deestrofasdeoro,deestrofasdeamor.

¡Señor,elartenoestáenlosfríosenvoltoriosdemármol,nienloscuadroslamidos,nienelexcelenteseñorOhnet!¡Señor!elartenovistepantalones,nihabla en burgués, ni pone los puntos en todas las íes. Él es augusto, tienemantosdeoro,ode llamas,oandadesnudo,yamasa lagredacon fiebre,ypintacon luz,yesopulento,ydagolpesdealacomolaságuilasozarpazoscomolosleones.Señor,entreunApoloyunganso,preferidelApolo,aunqueelunoseadetierracocidayelotrodemarfil.

¡Oh,lapoesía!

¡Ybien!Losritmosseprostituyen,secantanloslunaresdelasmujeresyse fabrican jarabes poéticos. Además, señor, el zapatero critica misendecasílabos, y el señor profesor de farmacia pone puntos y comas a miinspiración.Señor,¡yvosloautorizáistodoesto...!Elideal,elideal...

Elreyinterrumpió:

—Yahabéisoído.¿Quéhacer?

Yunfilósofoaluso:

—Silopermitís,señor,puedeganarselacomidaconunacajademúsica;podemoscolocarleeneljardín,cercadeloscisnes,paracuandoospaseéis.

—Sí—dijoelrey;ydirigiéndosealpoeta:—Daréisvueltasaunmanubrio:Cerraréislaboca.Haréissonarunacajademúsicaquetocavalses,cuadrillasygalopas,comonoprefiráismorirosdehambre.Piezademúsicaporpedazodepan.Nadadejerigonzas,nideideales.Id.

Ydesdeaqueldíapudoversealaorilladelestanquedeloscisnes,alpoetahambriento que dabavueltas almanubrio; tiririrín, tiririrín... ¡avergonzado alasmiradasdelgransol!¿Pasabaelreyporlascercanías?¡Tiririrín,tiririrín...!¿Habíaquellenarelestómago?¡Tiririrín!Todoentrelasburlasdelospájaroslibresquellegabanabeberrocíoenlaslilasfloridas;entreelzumbidodelasabejasquelepicabanelrostroylellenabanlosojosdelágrimas...¡lágrimasamargasquerodabanporsusmejillasyquecaíanalatierranegra!

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Yllegóelinvierno,yelpobresintiófríoenelcuerpoyenelalma.Ysucerebroestabacomopetrificado,ylosgrandeshimnosestabanenelolvido,yelpoetade lamontañacoronadadeáguilas,noerasinounpobrediabloquedabavueltasalmanubrio:tiririrín.

Y cuando cayó la nieve se olvidaron de él el rey y sus vasallos; a lospájarosselesabrigó,yaélseledejóelaireglacialquelemordíalascarnesyleazotabaelrostro.

Y una noche en que caía de lo alto la lluvia blanca de plumillascristalizadas,enelpalaciohabíafestín,ylaluzdelasarañasreíaalegresobrelosmármoles,sobreeloroysobrelastúnicasdelosmandarinesdelasviejasporcelanas.Y se aplaudían hasta la locura los brindis del señor profesor deretórica, cuajados de dáctilos, de anapestos y de pirriquios, mientras en lascopas cristalinas hervía el champaña con su burbujeo luminoso y fugaz.¡Nochedeinvierno,nochedefiesta!Yelinfeliz,cubiertodenieve,cercadelestanque, daba vueltas al manubrio para calentarse, tembloroso y aterido,insultado por el cierzo, bajo la blancura implacable y helada, en la nochesombría, haciendo resonar entre los árboles sin hojas lamúsica loca de lasgalopasycuadrillas;ysequedómuerto,pensandoenquenaceríaelsoldeldíavenidero,yconélelideal...yenqueelartenovestiríapantalonessinomantode llamas o de oro... Hasta que al día siguiente lo hallaron el rey y suscortesanos,alpobrediablodepoeta,comogorriónquemataelhielo,conunasonrisaamargaenloslabios,ytodavíaconlamanoenelmanubrio.

¡Oh, mi amigo! el cielo está opaco, el aire frío, el día triste. Flotanbrumosasygrisesmelancolías...

Pero ¡cuánto calienta el alma una frase, un apretón demanos a tiempo!Hastalavista.

ELSÁTIROSORDO

(CUENTOGRIEGO)

Habitaba cerca delOlimpoun sátiro, y era el viejo rey de su selva.Losdioseslehabíandicho:«Goza,elbosqueestuyo;séunfelizbribón,persigueninfasysuenatuflauta».Elsátirosedivertía.

UndíaqueelpadreApoloestabatañendoladivinalira,elsátirosaliódesusdominiosyfueosadoasubirelsacromonteysorprenderaldioscrinado.Éstelecastigótornándolesordocomounaroca.Enbaldedelasespesurasdelaselvallenadepájaros,sederramabanlostrinosyemergíanlosarrullos.Elsátironooíanada.Filomelallegabaacantarlesobresucabezaenmarañaday

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coronada de pámpanos, canciones que hacían detenerse los arroyos, yenrojecerse las rosas pálidas. Él permanecía impasible, o lanzaba suscarcajadas salvajes y saltaba lascivo y alegre cuando percibía por el ramajellenodebrechasalgunacaderablancayrotundaqueacariciabaelsolconsuluzrubia.Todoslosanimaleslerodeabancomoaunamoaquienseobedece.

A su vista, para distraerle, danzaban coros de bacantes encendidas en sufiebreloca,yacompañabanlaarmonía,cercadeél,faunosadolescentes,comohermososefebos,queleacariciabanreverentementeconsusonrisa;yaunqueno escuchaba ninguna voz, ni el ruido de los clótalos, gozaba de distintasmaneras.Asípasabalavidaestereybarbudo,queteníapatasdecabra.

Erasátirocaprichoso.

Teníadosconsejerosáulicos:unaalondrayunasno.Laprimeraperdiosuprestigio cuando el sátiro se volvio sordo. Antes, si cansado de su lasciviasoplabasuflautadulcemente,laalondraleacompañaba.

Despuésensugranbosque,dondenooíanilavozdelolímpicotrueno,elpaciente animal de las largas orejas le servía para cabalgar, en tanto que laalondra,enlosapogeosdelalba,seleibadelasmanos,cantandocaminodeloscielos.

La selva era enorme. De ella tocaba a la alondra la cumbre; al asno, elpasto.Laalondraerasaludadaporlosprimerosrayosdelaaurora;bebíarocíoen los retoños;despertaba al roblediciéndole: «Viejo roble, despiértate».Sedeleitaba con un beso del sol: era amada por el lucero de lamañana. Y elhondoazul,tangrande,sabíaqueella,tanchica,existíabajosuinmensidad.Elasno(aunqueentoncesnohabíaconversadoconKant)eraexpertoenfilosofía,segúneldecircomún.Elsátiro,queleveíaramonearenlapastura,moviendolasorejasconairegrave, teníaalta ideade talpensador.Enaquellosdíaselasno no tenía como hoy tan larga fama. Moviendo sus mandíbulas, no sehabríaimaginadoqueescribiesenensuloaDanielHeinsins,enlatín;Passerat,BuffónyelgranHugo,enfrancés;PosadayValderrama,enespañol.

Él,pacienzudo, si lepicaban lasmoscas, lasespantabaconel rabo,dabacoces de cuando en cuando y lanzaba bajo la bóveda del bosque el acordeextrañodesugarganta.Yeramimadoallí.Aldormirsusiestasobrelatierranegrayamable,ledabansuolorlashierbasylasflores.Ylosgrandesárbolesinclinabansusfollajesparahacerlesombra.

Por aquellos días,Orfeo, poeta, espantado de lamiseria de los hombres,pensóhuiralosbosques,dondelostroncosylaspiedraslecomprenderíanyescucharían con éxtasis, y donde él podría temblar de armonía y fuego deamorydevidaalsonardesuinstrumento.

CuandoOrfeo tañía su lira había sonrisa en el rostro apolíneo. Demeter

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sentía gozo.Laspalmeras derramaban supolen, las semillas reventaban, losleonesmovíanblandamentesucrin.Unavezvolóunclaveldesutallohechomariposaroja,yunaestrelladescendiofascinadaysetornóflordelis.

¿Quéselvamejorqueladelsátiro,aquienélencantaría,dondeseríatenidocomounsemidios;selvatodaalegría,ydanzaybellezaylujuria;dondeninfasybacantes eran siempre acariciadasy siemprevírgenes;dondehabíauvasyrosasyruidodesistros,ydondeelreycaprípedebailabadelantedesusfaunosbeodoyhaciendogestoscomoSileno?

Fueconsucoronadelaurel,sulira,sufrentedepoetaorgulloso,erguidoyradiante.

Llegó hasta donde estaba el sátiro velludo y montaraz, y para pedirlehospitalidad, cantó. Cantó del gran Jove, de Eros y de Afrodita, de loscentaurosgallardosydelasbacantesardientes:cantólacopadeDionisio,yeltirsoquehiereelairealegre,yaPan,Emperadordelasmontañas,Soberanodelosbosques,dios-sátiroquetambiénsabíacantar.Cantódelasintimidadesdelaireydelatierra,granmadre.Asíexplicólamelodíadeunarpaeolia,elsusurrodeunaarboleda, el ruido roncodeuncaracoly lasnotas armónicasque brotan de una siringa.Cantó del verso, que baja del cielo y place a losdioses,delqueacompañaelbárbitosenlaodayeltiempoenelpeán.Cantólossenosdenievetibiaylascopasdelorolabrado,yelbuchedelpájaroylagloriadelsol.

Y desde el principio del cántico brilló la luz con más fulgores. Losenormestroncosseconmovieron,yhuborosasquesedeshojaronyliriosqueseinclinaronlánguidamentecomoenundulcedesmayo.PorqueOrfeohacíagemir los leones y llorar los guijarros con lamúsica de su lira rítmica. Lasbacantesmásfuriosashabíancalladoyleoíancomoenunsueño.Unanáyadevirgenaquiennuncaniunasolamiradadelsátirohabíaprofanado,seacercótímidaalcantoryledijo:«Yoteamo».Filomelahabíavoladoaposarseenlalira como la paloma anacreóntica. No hubo más eco que la voz de Orfeo.Naturalezasentíaelhimno.Venus,quepasabaporlascercanías,preguntódelejosconsudivinavoz:«¿EstáaquíacasoApolo?»

Yentodaaquellainmensidaddemaravillosaarmonía,elúnicoquenooíanadaeraelsátirosordo.

Cuandoelpoetaconcluyó,dijoaéste:—¿Osplacemicanto?Siesasí,mequedaréconvosenlaselva.

El sátiro dirigió unamirada a sus dos consejeros. Era preciso que ellosresolviesenloquenopodíacomprenderél.Aquellamiradapedíaunaopinión.

—Señor—dijolaalondra,esforzándoseenproducirlavozmásfuertedesubuche—,quédesequien así ha cantado connosotros.He aquí que su lira es

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bellaypotente.Tehaofrecidolagrandezaylaluzraraquehoyhasvistoentuselva.Te ha dado su armonía. Señor, yo sé de estas cosas.Cuandoviene elalbadesnudaysedespiertaelmundo,yomeremontoalosprofundoscielosyviertodesdelaalturalasperlasinvisiblesdemistrinos,yentrelasclaridadesmatutinasmimelodía inundaelaire,yeselregocijodelespacio.Puesyotedigo que Orfeo ha cantado bien, y es un elegido de los dioses. Su músicaembriagó el bosque entero. Las águilas se han acercado a revolar sobrenuestrascabezas,losarbustosfloridoshanagitadosuavementesusincensariosmisteriosos, las abejas han dejado sus celdillas para venir a escuchar. Encuantoamí,¡ohseñor!siyoestuvieseenlugartuyoledaríamiguirnaldadepámpanosymitirso.Existendospotencias:larealylaideal.LoqueHérculesharía con sus muñecas, Orfeo lo hace con su inspiración. El dios robustodespedazaría de un puñetazo al mismo Athos. Orfeo les amansaría con laeficaciadesuvoztriunfante,aNemeasuleónyaErimantosujabalí.Deloshombresunoshannacidoparaforjarlosmetales,otrosparaarrancardelsuelofértil las espigas del trigal, otros para combatir en las sangrientas guerras, yotrosparaenseñar,glorificarycantar.Sisoytucoperoytedoyvino,gozatupaladar;siteofrezcounhimno,gozatualma.

Mientras cantaba la alondra,Orfeo le acompañaba con su instrumento, yunvastoydominantesoplolíricoseescapabadelbosqueverdeyfragante.Elsátiro sordocomenzabaa impacientarse. ¿Quiénera aquel extrañovisitante?¿Porquéanteélhabíacesadoladanzalocayvoluptuosa?¿Quédecíansusdosconsejeros?

¡Ah! ¡la alondra había cantado, pero el sátiro no oía! Por fin, dirigió suvistaalasno.

¿Faltabasuopinión?Puesbien,antelaselvaenormeysonora,bajoelazulsagrado, el asnomovio la cabezadeun ladoaotro,grave, terco, silencioso,comoelsabioquemedita.

Entonces,consupiehendido,hirióelsátiroelsuelo,arrugósufrenteconenojo,ysindarsecuentadenada,exclamó,señalandoaOrfeolasalidadelaselva:

—¡No...!

AlvecinoOlimpollegóeleco,yresonóallá,dondelosdiosesestabandebroma,uncorodecarcajadasformidablesquedespuéssellamaronhoméricas.

Orfeosalió tristedelaselvadelsátirosordoycasidispuestoaahorcarsedelprimerlaurelquehallaseensucamino.

Noseahorcó,perosecasóconEurídice.

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LANINFA

(CUENTOPARISIENSE)

En el castillo que últimamente acaba de adquirir Lesbia, esta actrizcaprichosa y endiablada que tanto ha dado que decir al mundo por susextravagancias,noshallábamosa lamesahastaseisamigos.PresidíanuestraAspasia,quienalasazónseentreteníaenchupar,comoniñagolosa,unterrónde azúcar húmedo, blanco, entre las yemas sonrosadas. Era la hora delchartreuse.Seveíaenloscristalesdelamesacomounadisolucióndepiedraspreciosas, y la luz de los candelabros se descomponía en las copas mediovacías, dondequedaba algode la púrpuradel borgoña, del orohirviente delchampaña,delaslíquidasesmeraldasdelamenta.

Se hablaba con el entusiasmo de artistas de buena pasta, tras una buenacomida.Eramostodosartistas,quienmás,quienmenos;yaunhabíaunsabioobesoqueostentabaenlaalburadeunapecherainmaculada,elgrannudodeunacorbatamonstruosa.

Alguiendijo:—¡Ah,sí,Fremiet!—YdeFremiet,sepasóasusanimales,asucincelmaestro,adosperrosdebronceque,cercadenosotros,unobuscabala pista de la pieza, y otro, comomirando al cazador, alzaba el pescuezo yarbolaba la delgadez de su cola tiesa y erecta. ¿Quién habló deMirón? Elsabio,querecitóengriegoelepigramadeAnacreonte:«Pastor,llevaapastarmás lejos tu boyada, no seaque creyendoque respira la vacadeMirón, lasquierasllevarcontigo».

Lesbiaacabódechuparsuazúcar,yconunacarcajadaargentina:

—¡Bah!Paramílossátiros.Yoquisieradarvidaamisbronces,ysiestofueseposible,miamante seríaunodeesosvelludossemidioses.Osadviertoquemásquealossátirosadoroaloscentauros;yquemedejaríarobarporunodeesosmonstruosrobustos,sóloporoirlasquejasdelengañado,quetocaríasuflautallenodetristeza.

Elsabiointerrumpió:

—Los sátiros y los faunos, los hipocentauros y las sirenas, han existidocomolassalamandrasyelaveFénix.

Todos reímos; pero entre el coro de carcajadas, se oía irresistible,encantadora, la deLesbia, cuyo rostro encendido, demujer hermosa, estabacomoresplandecientedeplacer.

—Sí—continuó el sabio:—¿con qué derecho negamos los modernos,hechosqueafirmanlosantiguos?ElperrogigantescoquevioAlejandro,altocomounhombre,estanrealcomolaarañaKrakenqueviveenelfondodelos

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mares. SanAntonioAbad, de edad de noventa años, fue en busca del viejoermitañoPablo,quevivíaenunacueva.Lesbia,noterías.Ibaelsantoporelyermo,apoyadoensubáculo, sin saberdóndeencontraraquienbuscaba.Amuchoandar,¿sabéisquiénlediolasseñasdelcaminoquedebíaseguir?Uncentauro;«mediohombreymedio caballo»—diceunautor.—Hablabacomoenojado;huyótanvelozmente,queprontoleperdiodevistaelsanto;así ibagalopandoelmonstruo,cabellosalaireyvientreatierra.

En esemismoviaje, SanAntonio vio un sátiro, «hombrecillo de extrañafigura, estaba junto a un arroyuelo, tenía las narices corvas, frente áspera yarrugada, y la última parte de su contrahecho cuerpo remataba con pies decabra».

—Nimásnimenos—dijoLesbia.—¡M.deCocureau,futuromiembrodelinstituto!

Siguióelsabio:

—AfirmaSanJerónimoqueentiempodeConstantinoMagnosecondujoaAlejandríaunsátirovivo,siendoconservadosucuerpocuandomurió.

Además,violeelemperadordeAntioquía.

Lesbiahabíavueltoallenarsucopadementa,yhumedecíasulenguaenellicorverdecomoloharíaunanimalfelino.

—Dice AlbertoMagno, que en su tiempo cogieron a dos sátiros en losmontesdeSajonia.EuricoZormanoaseguraqueen tierrasdeTartariahabíahombres con sólo un pie, y sólo un brazo en el pecho. Vicencio vio en suépoca un monstruo que trajeron al rey de Francia; tenía cabeza de perro(Lesbia reía). Los muslos, brazos y manos tan sin vello como los nuestros(Lesbia se agitaba como una chicuela a quien hiciesen cosquillas); comíacarnecocidaybebíavinocontodasganas.

—¡Colombine!—gritó Lesbia. Y llegó Colombine; una falderilla queparecíauncopodealgodón.Tomólasuama,yentrelasexplosionesderisadetodos:—¡Toma,elmonstruoqueteníatucara!

Ylediounbesoenlaboca,mientraselanimalseestremecíaeinflabalasnaricescomollenodevoluptuosidad.

—Y Filegón Traliano—concluyó el sabio elegantemente—afirma laexistenciadedosclasesdehipocentauros:unadeellascomoelefantes.

—Bastadesabiduría—dijoLesbia.Yacabódebebermenta.

—Yo estaba feliz. No había desplegado mis labios—¡Oh!—exclamé,—¡paramílasninfas!Yodesearíacontemplaresasdesnudecesdelosbosquesydelasfuentes,aunque,comoActeón,fuesedespedazadoporlosperros.¡Pero

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lasninfasnoexisten!

Concluyóaquelconciertoalegreconunagranfugaderisas,ydepersonas.

—¡Yqué!—medijoLesbia,quemándomecon susojosde faunesayconvozcalladaparaquesóloyolaoyera—,¡lasninfasexisten,túlasverás!

Eraundíaprimaveral.Yovagabaporelparquedelcastillo,conelairedeun soñador empedernido. Los gorriones chillaban sobre las lilas nuevas, yatacabanalosescarabajosquesedefendíandelospicotazosconsuscorazasde esmeralda, con sus petos de oro y acero. En las rosas el carmín, elbermellón, la onda penetrante de perfumes dulces;más allá las violetas, engrandesgrupos, con su color apacibley suolor a virgen.Después, los altosárboles,losramajestupidosllenosdemilabejeos,lasestatuasenlapenumbra,los discóbolos de bronce, los gladiadores musculosos en sus soberbiasposturas gímnicas, las glorietas perfumadas cubiertas de enredaderas, lospórticos, bellas imitaciones jónicas, cariátides todas blancas y lascivas, yvigorosos telamones del orden atlántico, con anchas espaldas y muslosgigantescos.Vagabaporellaberintodetalesencantoscuandooíunruido,alláenloobscurodelaarboleda,enelestanquedondehaycisenesblancoscomocincelados en alabastro, y otros que tienen lamitad del cuello del color delébano,comounapiernaalbaconmedianegra.

Lleguémáscerca.¿Soñaba?¡Oh,nunca!Yosentí loquetú,cuandovisteensugrutaporprimeravezaEgeria.

Estaba en el centro del estanque, entre la inquietud de los cisnesespantados,unaninfa,unaverdaderaninfa,quehundíasucarnederosaenelaguacristalina.Lacaderaaflordeespumaparecíaavecescomodoradaporlaluzopacaquealcanzabaallegarporlasbrechasdelashojas.¡Ah!yovílirios,rosas,nieve,oro;víunidealconvidayformayoíentreelburbujeosonorodela ninfa herida, como una risa burlesca y armoniosa que me encendía lasangre.

Deprontohuyólavisión,surgiólaninfadelestanque,semejanteaCitereaensuonda,yrecogiendosuscabellos,quegoteabanbrillantes,corrióporlosrosales, tras las lilas y violetas, más allá de los tupidos arbolares, hastaperderse¡ay!,porunrecodo;yquedéyo,poetalírico,faunoburlado,viendoalasgrandesavesalabastrinascomomofándosedemí,tendiéndomesuslargoscuellosencuyoextremobrillababruñidaelágatadesuspicos.

Despuésalmorzábamos juntosaquellosamigosde lanochepasada;entretodos, triunfante, con su pechera y su gran corbata obscura, el sabio obeso,futuromiembrodelInstituto.

Yderepente,mientrastodoscharlabandelaúltimaobradeFremietenelsalón,exclamóLesbiaconsualegrevozparisiense:

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—¡Té!comodiceTartarín:¡elpoetahavistoninfas...!—Lacontemplarontodos asombrados, y ella me miraba, me miraba como una gata, y se reía,comounachiquillaaquienselehiciesencosquillas.

ELFARDO

Allálejos,enlalíneacomotrazadaconunlápizazul,queseparalasaguasyloscielos,seibahundiendoelsol,consuspolvosdeoroysustorbellinosdechispaspurpuradas,comoungrandiscodehierrocadente.Yaelmuellefiscalibaquedandoenquietud; losguardaspasabandeunpuntoaotro, lasgorrasmetidas hasta las cejas, dando aquí y allá sus vistazos. Inmóvil el enormebrazo de los pescantes, los jornaleros se encaminaban a las casas. El aguamurmurabadebajodelmuelle,yelhúmedovientosalado,quesoplademarafuera a la hora en que la noche sube,mantenía las lanchas cercanas en uncontinuocabeceo.

Todosloslancherossehabíanidoya;solamenteelviejotíoLucas,queporla mañana se estropeara un pie al subir una barrica a un carretón, y que,aunque cojín cojeando había trabajado todo el día, estaba sentado en unapiedra,y,conlapipaenlaboca,veíatristeelmar.

—¡Eh,tíoLucas!¿sedescansa?

—Sí,pues,patroncito.

Y empezó la charla, esa charla agradable y suelta quemeplace entablarconlosbravoshombrestoscosquevivenlavidadeltrabajofortificante,laquedalabuenasaludylafuerzadelmúsculo,ysenutreconelgranodelporotoylasangrehirvientedelaviña.

Yoveíaconcariñoaaquelrudoviejo,yleoíaconinteréssusrelaciones,así,todascortadas,todascomodehombrebasto,perodepechoingenuo.¡Ah,conquefuemilitar!¡ConquedemozofuesoldadodeBulnes!¡ConquetodavíatuvoresistenciasparairconsuriflehastaMiraflores!Yescasado,ytuvounhijo,y...

YaquíeltíoLucas:

—Sí,patrón,¡hacedosañosquesememurió!

Aquellos ojos, chicos y relumbrantes bajo las cejas grises y peludas, sehumedecieronentonces.

—¿Quecómosemurió?Eneloficio,pordarnosdecomera todos,amimujer,aloschiquitosyamí,patrón,queentoncesmehallabaenfermo.

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Y todo me lo refirió, al comenzar aquella noche, mientras las olas secubríandebrumasylaciudadencendíasusluces;él,enlapiedraqueleservíadeasiento,despuésdeapagarsunegrapipaydecolocárselaenlaoreja,ydeestirar y cruzar sus piernas flacas y musculosas, cubiertas por los suciospantalonesarremangadoshastaeltobillo.

Elmuchacho eramuy honrado ymuy de trabajo. Se quiso ponerlo a laescuela desde grandecito; ¡pero los miserables no deben aprender a leercuandoselloradehambreenelcuartucho!

EltíoLucaseracasado,teníamuchoshijos.

Su mujer llevaba la maldición del vientre de los pobres: la fecundidad.Había, pues, mucha boca abierta que pedía pan, mucho chico sucio que serevolcabaenlabasura,muchocuerpomagroquetemblabadefrío;eraprecisoir a llevar qué comer, a buscar harapos, y para eso, quedar sin alientos ytrabajarcomounbuey.

Cuando el hijo creció ayudó al padre. Un vecino, el herrero, quisoenseñarlesuindustria;perocomoentonceseratandébil,casiunarmazóndehuesos, y en el fuelle tenía que echar el bofe, se puso enfermo y volvio alconventillo.¡Ah,estuvomuyenfermo!Peronomurió.¡Nomurió!Yesoquevivían en uno de esos hacinamientos humanos, entre cuatro paredesdestartaladas, viejas, feas, en la callejuela inmunda de lasmujeres perdidas,hedionda a todas horas, alumbrada de noche por escasos faroles, y donderesuenanenperpetua llamadaa las zambrasdeechacorvería, las arpasy losacordeones,yelruidodelosmarinerosquelleganalburdel,desesperadosconla castidad de las largas travesías, a emborracharse como cubas y a gritar ypatalear como condenados. ¡Sí! entre la podredumbre, al estrépito de lasfiestastunantescas,elchicovivio,yprontoestuvosanoyenpie.

Luegollegaronsusquinceaños.

El tío Lucas había logrado, trasmil privaciones, comprar una canoa. Sehizopescador.

Al venir el alba, iba con sumocetón al agua, llevando los enseres de lapesca.Eluno remaba,elotroponíaen losanzuelos lacarnada.Volvíana lacosta con buena esperanza de vender lo hallado, entre la brisa fría y lasopacidades de la neblina, cantando en baja voz algún «triste» y enhiesto elremotriunfantequechorreabaespuma.

Sihabíabuenaventa,otrasalidaporlatarde.

Unadeinviernohabíatemporal.Padreehijo,enlapequeñaembarcación,sufrían en elmar la locura de la ola y del viento.Difícil era llegar a tierra.Pescay todo se fueal agua,y sepensóen librar elpellejo.Luchabancomo

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desesperadosporganarlaplaya.Cercadeellaestaban;perounarachamalditales empujó contra una roca, y la canoa se hizo astillas. Ellos salieron sólomagullados,¡graciasaDios!comodecíaeltíoLucasalnarrarlo.Después,yasonamboslancheros.

Sí,lancheros;sobrelasgrandesembarcacioneschatasynegras;colgándosede la cadena que rechina pendiente como una sierpe de hierro del macizopescante que semeja una horca; remando de pie y a compás; yendo con lalanchadelmuellealvaporydelvaporalmuelle;gritando,¡biiooeep!cuandose empujan los pesados bultos para engancharlos en la uña potente que loslevanta balanceándolos como un péndulo, ¡sí! lancheros; el viejo y elmuchacho, el padre y el hijo; ambos a horcajadas sobre un cajón, ambosforcejeando, ambos ganando su jornal, para ellos y para sus queridassanguijuelasdelconventillo.

Íbansetodoslosdíasaltrabajo,vestidosdeviejo,fajadaslascinturasconsendas bandas coloradas, y haciendo sonar a una sus zapatos groseros ypesados que se quitaban al comenzar la tarea, tirándolos a un rincón de lalancha.

Empezaba el trajín, el cargar y descargar. El padre era cuidadoso:—¡Muchacho,queterompeslacabeza!¡Quetecogelamanoelchicote!¡Quevas a perder una canilla!—Y enseñaba, adiestraba, dirigía al hijo, con sumodo,consusbruscaspalabrasdeobreroviejoydepadreencariñado.

Hasta que un día el tío Lucas no pudo moverse de la cama, porque elreumatismolehinchabalascoyunturasyletaladrabaloshuesos.

¡Oh!Yhabíaquecomprarmedicinasyalimentos;esosí.

—Hijo,altrabajo,abuscarplata;hoyessábado.

Ysefueelhijo,solo,casicorriendo,sindesayunarse,alafaenadiaria.

Eraunbellodíadeluzclara,desoldeoro.Enelmuellerodabanloscarrossobre sus rieles, crujían las poleas, chocaban las cadenas. Era la granconfusióndeltrabajoquedavértigo,elsondelhierro,traqueteospordoquiera,yelvientopasandoporelbosquedeárbolesyjarciasdelosnavíosengrupo.

DebajodeunodelospescantesdelmuelleestabaelhijodeltíoLucasconotros lancheros,descargandoa todaprisa.Habíaquevaciar la lancharepletade fardos. De tiempo en tiempo bajaba la larga cadena que remata en ungarfio, sonando como una matraca al correr con la roldana; los mozosamarraban losbultos conunacuerdadobladaendos, los enganchabanenelgarfio, y entonces éstos subían a lamanera de un pez en un anzuelo, o delplomo de una sonda, ya quietos, ya agitándose de un lado a otro, como unbadajo,enelvacío.

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La carga estaba amontonada. La olamovía pausadamente de cuando encuando la embarcación colmada de fardos. Estos formaban una a modo depirámideenelcentro.Habíaunomuypesado,muypesado.Eraelmásgrandede todos,ancho,gordoyolorosoabrea.Veníaenel fondode la lancha.Unhombredepiesobreél,erapequeñafiguraparaelgruesozócalo.

Eraalgocomotodoslosprosaísmosdelaimportación,envueltosenlonayfajados con correas de hierro. Sobre sus costados, enmedio de líneas y detriángulos negros, había letras que miraban como ojos.—Letras en«diamante»—decía el tío Lucas. Sus cintas de hierro estaban apretadas conclavos cabezudos y ásperos; y en las entrañas tendría el monstruo, cuandomenos,linonesypercales.

Sóloélfaltaba.

—¡Sevaelbruto!—dijounodeloslancheros.

—ElBarrigón—agregóotro.

ElhijodeltíoLucas,queestabaansiosodeacabarpronto,sealistabaparairacobrarydesayunarse,anudándoseunpañuelodecuadrosalpescuezo.

Bajólacadenadanzandoenelaire.Seamarróungranlazoenelfardo,seprobó si estababien seguro, y segritó: ¡Iza!mientras la cadena tirabade lamasachirriandoylevantándolaenvilo.

Loslancheros,depie,mirabansubirelenormepeso,ysepreparabanparairatierra,cuandoseviounacosahorrible.Elfardo,elgruesofardo,sezafódellazo,comodeuncollarholgadosacaunperrolacabeza;ycayósobreelhijodeltíoLucas,queentreelfilodelalanchayelgranbultoquedóconlosriñonesrotos,elespinazodesencajadoyechandosangrenegraporlaboca.

Aquel día no hubo pan ni medicinas en casa del tío Lucas, sino elmuchacho destrozado, al que se abrazaba llorando el reumático, entre lagriteríadelamujerydeloschicos,cuandollevabanelcadáveralcementerio.

Medespedídelviejolanchero,yapasoselásticosdejéelmuelle,tomandoelcaminodelacasayhaciendofilosofíacontodalacachazadeunpoeta,entantoqueunabrisaglacial,queveníademarafuera,pellizcabatenazmentelasnaricesylasorejas.

ELVELODELAREINAMAB

La reina Mab, en su carro hecho de una sola perla, tirado por cuatrocoleópterosdepetosdoradosyalasdepedrería,caminandosobreunrayode

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sol, se coló por la ventana de una boardilla donde estaban cuatro hombresflacos,barbudoseimpertinentes,lamentándosecomounosdesdichados.

Poraquel tiempo, lashadashabían repartidosusdonesa losmortales.Aunoshabíandado lasvaritasmisteriosasque llenandeoro laspesadas cajasdelcomercio;aotrosunasespigasmaravillosasquealdesgranarlascolmabanlas trojes de riqueza; a otros unos cristales que hacían ver en el riñón de lamadretierra,oroypiedraspreciosas;aquiénes,cabellerasespesasymúsculosdeGoliat,ymazasenormesparamachacarelhierroencendido;yaquiénes,talones fuertesypiernaságilesparamontaren las rápidascaballeríasquesebebenelvientoyquetiendenlascrinesenlacarrera.

Los cuatro hombres se quejaban. Al uno le había tocado en suerte unacantera,alotroeliris,alotroelritmo,alotroelcieloazul.

La reinaMaboyósuspalabras:Decíaelprimero:—¡Ybien! ¡Hemeaquíenlagranluchademissueñosdemármol!Yohearrancadoelbloqueytengoelcincel.Todostenéis,unoseloro,otroslaarmonía,otroslaluz;yopiensoenla blanca y divinaVenus, quemuestra su desnudez bajo el plafón color delcielo.Yoquierodara lamasala líneaylahermosuraplástica;yquecirculeporlasvenasdelaestatuaunasangreincoloracomoladelosdioses.YotengoelespíritudeGreciaenelcerebro,yamolosdesnudosenquelaninfahuyeyel fauno tiende los brazos. ¡Oh, Fidias!Tú eres paramí soberbio y augustocomounsemidios, enel recintode laeternabelleza, reyanteunejércitodehermosuras que a tus ojos arrojan el magnífico Kiton, mostrando laesplendidezdelaformaensuscuerposderosaydenieve.

Túgolpeas,hieresydomasalmármol,ysuenaelgolpearmónicocomoenverso, y te adula la cigarra, amantedel sol, oculta entre lospámpanosde laviñavirgen.ParatisonlosApolosrubiosyluminosos,lasMinervasseverasysoberanas.Tú,comounmago,conviertes la rocaen simulacroyel colmillodelelefanteencopadel festín.Yalver tugrandezasientoelmartiriodemipequeñez. Porque pasaron los tiempos gloriosos. Porque tiemblo ante lasmiradasdehoy.Porquecontemploel ideal inmensoy las fuerzas exhaustas.Porqueamedidaquecinceloelbloquemeatarazaeldesaliento.

Ydecíaelotro:—Loqueeshoyromperémispinceles.¿Paraquéquieroeliris y esta gran paleta de campo florido, si a la postre mi cuadro no seráadmitidoenel salón?¿Quéabordaré?He recorrido todas lasescuelas, todaslas inspiraciones artísticas. He pintado el torso de Diana y el rostro de laMadona.Hepedidoa lascampiñassuscolores,susmatices;headuladoa laluzcomoaunaamada,ylaheabrazadocomoaunaquerida.Hesidoadoradordeldesnudo,consusmagnificencias,conlos tonosdesuscarnacionesyconsusfugacesmediastintas.Hetrazadoenmislienzoslosnimbosdelossantosy las alas de los querubines. ¡Ah, pero siempre el terrible desencanto! ¡el

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porvenir!¡VenderunaCleopatraendospesetasparapoderalmorzar!

Yyo, ¡quepodríaenelestremecimientodemi inspiración, trazarelgrancuadroquetengoaquíadentro!

Ydecíaelotro:—Perdidamialmaenlagranilusióndemissinfonías,temotodas las decepciones. Yo escucho todas las armonías, desde la lira deTerpandro hasta las fantasías orquestales deWagner.Mis ideales brillan enmediodemisaudaciasdeinspirado.Yotengolapercepcióndelfilósofoqueoyó lamúsicade los astros.Todos los ruidospuedenaprisionarse, todos losecossonsusceptiblesdecombinaciones.Todocabeenlalíneademisescalascromáticas.

La luz vibrante es himno, y la melodía de la selva halla un eco en micorazón. Desde el ruido de la tempestad hasta el canto del pájaro, todo seconfundeyenlazaenlainfinitacadencia.

Entre tanto, no diviso sino la muchedumbre que befa, y la celda delmanicomio.

Yelúltimo:—TodosbebemosdelaguaclaradelafuentedeJonia.Peroelideal flota en el azul; y para que los espíritus gocen de la luz suprema esprecisoqueasciendan.Yotengoelversoqueesdemielyelqueesdeoro,yelqueesdehierrocandente.Yosoyelánforadelcelesteperfume:tengoelamor.Paloma, estrella, nido, lirio, vosotros conocéis mi morada. Para los vuelosinconmensurablestengoalasdeáguilaquepartenagolpesmágicoselhuracán.Yparahallarconsonantes, losbuscoendosbocasquese juntan;yestallaelbeso,yescribolaestrofa,yentonces,sivéismialma,conoceréisamimusa.Amo las epopeyas, porque de ellas brota el soplo heroico que agita lasbanderasqueondeansobre las lanzasy lospenachosque tiemblansobre loscascos; loscantos líricos,porquehablande lasdiosasyde losamores;y laséglogas,porquesonolorosasaverbenayatomillo,yalsantoalientodelbueycoronadoderosas.Yoescribiríaalgoinmortal;masmeabrumaunporvenirdemiseriaydehambre.

EntonceslareinaMab,delfondodesucarrohechodeunasolaperla,tomóun velo azul, casi impalpable, como formado de suspiros, o de miradas deángeles rubios y pensativos. Y aquel velo era el velo de los sueños, de losdulcessueños,quehacenverlavidadelcolorderosa.Yconélenvolvioaloscuatrohombresflacos,barbudoseimpertinentes.Loscualescesarondeestartristes,porquepenetróensupecholaesperanza,yensucabezaelsolalegre,coneldiablillodelavanidad,queconsuelaensusprofundasdecepcionesalospobresartistas.

Ydesdeentonces,enlasboardillasdelosbrillantesinfelices,dondeflotaelsueño azul, se piensa en el porvenir como en la aurora, y se oyen risas que

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quitan la tristeza, y se bailan extrañas farándulas alrededor de un blancoApolo,deunlindopaisaje,deunviolínviejo,deunamarillentomanuscrito.

LACANCIÓNDELORO

Aqueldía,unharapiento,porlastrazasunmendigo,talvezunperegrino,quizáunpoeta,llegó,bajolasombradelosaltosálamos,alagrancalledelospalacios,dondehaydesafíosdesoberbiaentreelónixyelpórfido,elágatayel mármol; en donde las altas columnas, los hermosos frisos, las cópulasdoradas,recibenlacariciapálidadelsolmoribundo.

Habíatraslosvidriosdelasventanas,enlosvastosedificiosdelariqueza,rostros de mujeres gallardas o de niños encantadores. Tras las rejas seadivinaban extensos jardines, grandes verdores salpicados de rosas y ramasquesebalanceabanacompasadayblandamentecomobajolaleydeunritmo.Yalláenlosgrandessalones,debíadeestareltapizpurpuradoyllenodeoro,la blanca estatua, el bronce chino, el tibor cubierto de campos azules y dearrozales tupidos, la gran cortina recogida comouna falda, ornada de floresopulentas,dondeelocreorientalhacevibrarlaluzenlasedaqueresplandece.Luego, las lunas venecianas, los palisándros y los cedros, los nácares y losébanos, y el piano negro y abierto, que ríemostrando sus teclas como unalinda dentadura; y las arañas cristalinas, donde alzan las velas profusas laaristocracia de su blanca cera. ¡Oh, ymás allá!Más allá el cuadro valioso,doradopor el tiempo, el retratoque firmaDurandoBounat, y laspreciosasacuarelasenqueeltonorosadoparecequeemergedeuncielopuroyenvuelveenunaondadulcedesdeellejanohorizontehastalahiedratrémulayhumilde.Ymásallá...

(Muerelatarde,

Llegaalaspuertasdelpalaciouncarruajeflamanteycharolado.Bajaunapareja y entra con tal soberbia en la mansión, que el mendigo piensa,decididamente, el aguilucho y su hembra van al nido. El tronco, ruidoso yazogado,aungolpedelátigo,arrastraelcarruajehaciendorelampaguear laspiedras.Noche.)

Entoncesenaquelcerebrodeloco,queocultabaunsombreroraído,brotócomoungermendeuna ideaquepasóalpecho,yfueopresión,y llegóa labocahechohimnoqueleencendíala lenguayhacíaentrechocar losdientes.Fue la visión de todos los mendigos, de todos los suicidas, de todos losborrachos,delharapoydela llaga,detodoslosqueviven—¡Diosmío!—enperpetua noche, tanteando la sombra, cayendo al abismo, por no tener un

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mendrugoparallenarelestómago.Ydespuéslaturbafeliz,ellechoblando,latrufayeláureovinoquehierve,elrasoymuaréqueconsuroceríen;elnoviorubioylanoviamorenacubiertadepedreríayblonda;yelgranrelojquelasuertetieneparamedirlavidadelosfelicesopulentos,que,envezdegranosdearena,dejacaerescudosdeoro.

Aquellaespeciedepoetasonrió;perosufazteníaairedantesco.Sacódesubolsillounpanmoreno,comióydioalvientosuhimno.Nadamáscruelqueaquelcantotraselmordisco.

¡Cantemoseloro!

Cantemoseloro,reydelmundo,quellevadichayluzpordondeva,comolosfragmentosdeunsoldespedazado.

Cantemoseloro,quenacedelvientrefecundodelamadretierra;inmensotesoro,lecherubiadeesaubregigantesca.

Cantemos el oro, río caudaloso, fuente de la vida, que hace jóvenes ybellosalosquesebañanensuscorrientesmaravillosas,yenvejeceaaquellosquenogozandesusraudales.

Cantemos el oro, porque de él se hacen las tiaras de los pontífices, lascoronas de los reyes y los cetros imperiales; y porque se derrama por losmantoscomounfuegosólido,einundalascapasdelosarzobispos,yrefulgeenlosaltaresysostienealDioseternoenlascustodiasradiantes.

Cantemos el oro, porque podemos ser unos perdidos, y él nos ponemamparasparacubrir las locurasabyectasde la tabernay lasvergüenzasdelasalcobasadúlteras.

Cantemos el oro, porque al saltar del cuño lleva en su disco el perfilsoberbio de los césares; y va a repletar las cajas de sus vastos templos, losbancos, y mueve las máquinas, y da la vida, y hace engordar los tocinosprivilegiados.

Cantemoseloro,porqueéldalospalaciosyloscarruajes,losvestidosalamoda, y los frescos senos de las mujeres garridas; y las genuflexiones deespinazosaduladoresylasmuecasdeloslabioseternamentesonrientes.

Cantemoseloro,padredelpan.

Cantemoseloro,porqueesen lasorejasde las lindasdamas, sostenedordelrocíodeldiamante,alextremodetansonrosadoybellocaracol;porqueenlospechossienteellatidodeloscorazones,yenlasmanosavecesessímbolodeamorydesantapromesa.

Cantemoseloro,porquetapalasbocasquenosinsultan;detienelasmanosquenosamenazan,yponevendasalospillosquenossirven.

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Cantemoseloro,porquesuvozesmúsicaencantada;porqueesheroicoyluceenlascorazasdeloshéroeshoméricos,yenlassandaliasdelasdiosasyenloscoturnostrágicosyenlasmanzanasdelJardíndelasHespérides.

Cantemos el oro, porque de él son las cuerdas de las grandes liras, lacabelleradelasmástiernasamadas,losgranosdelaespigayelpeploqueallevantarsevistelaolímpicaaurora.

Cantemoseloro,premioygloriadeltrabajadorypastodelbandido.

Cantemoseloro,quecruzaporelcarnavaldelmundo,disfrazadodepapel,deplata,decobreyhastadeplomo.

Cantemoseloro,amarillocomolamuerte.

Cantemos el oro, calificado de vil por los hambrientos; hermano delcarbón,oronegroque incubaeldiamante; reyde lamina,dondeel hombreluchaylarocasedesgarra;poderosoenelponiente,dondesetiñeensangre;carnedeídolo,teladequeFidiashaceeltrajedeMinerva.

Cantemoseloro,enelarnésdelcaballo,enelcarrodeguerra,enelpuñode la espada, en el lauro que ciñe cabezas luminosas, en la copa del festíndionisíaco,enelalfilerquehiereelsenodelaesclava,enelrayodelastroyenelchampañaqueburbujeacomounadisolucióndetopacioshirvientes.

Cantemoseloro,porquenoshacegentiles,educadosypulcros.

Cantemoseloro,porqueeslapiedradetoquedetodaamistad.

Cantemos el oro, purificado por el fuego, como el hombre por elsufrimiento;mordidoporlalimacomoelhombreporlaenvidia;golpeadoporelmartillo,comoelhombreporlanecesidad;realzadoporelestuchedesedacomoelhombreporelpalaciodemármol.

Cantemoseloro,esclavo,despreciadoporJerónimo,arrojadoporAntonio,vilipendiado por Macario, humillado por Hilarión, maldecido por Pablo elErmitaño,quienteníaporalcázarunacuevabronca,yporamigoslasestrellasdelanoche,lospájarosdelalbaylasfierashirsutasysalvajesdelyermo.

Cantemoseloro,diosbecerro,tuétanoderocamisteriosoycalladoensuentraña,ybulliciosocuandobrotaaplenosolyatodavida,sonantecomouncorodetímpanos;fetodeastros,residuodeluz,encarnacióndeéter.

Cantemos el oro, hecho sol, enamorado de la noche, cuya camisa decrespón riega de estrellas brillantes, después del último beso como con unagranmuchedumbredelibrasesterlinas.

¡Eh, miserables beodos, pobres de solemnidad, prostitutas, mendigos,vagos,rateros,bandidos,pordioserosperegrinos,yvosotroslosdesterrados,yvosotroslosholgazanes,ysobretodo,vosotros,ohpoetas!

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¡Unámonosalosfelices,alospoderosos,alosbanqueros,alossemidiosesdelatierra!

¡Cantemoseloro!

Yelecosellevóaquelhimno,mezcladegemido,ditiramboycarcajada;ycomoyalanocheobscurayfríahabíaentrado,elecoresonabaenlastinieblas.

Pasóunaviejaypidiolimosna.

Y aquella especie de harapiento, por las trazas un mendigo, tal vez unperegrino,quizáunpoeta,lediosuúltimomendrugodepanpetrificado,ysemarchóporlaterriblesombra,rezongandoentredientes.

ELRUBÍ

¡Ah!¡Conqueescierto!¡Conqueesesabioparisiensehalogradosacardelfondo de sus retortas, de sus matraces, la púrpura cristalina de que estánincrustadoslosmurosdemipalacio!Yaldecirestoelpequeñognomoibayvenía,deunlugaraotro,acortossaltos,porlahondacuevaquelesservíademorada; y hacía temblar su larga barba y el cascabel de su gorro azul ypuntiagudo.

Enefecto,unamigodelcentenarioChevreul—cuasiAlthotas—elquímicoFremy,acababadedescubrirlamaneradehacerrubíesyzafiros.

Agitado,conmovido,elgnomo—queerasabidorydegeniohartovivaz—seguíamonologando.

—¡Ah, sabios de la Edad Media! ¡Ah, Alberto el Grande, Averroes,Raimundo Lulio! ¡Vosotros no pudisteis ver brillar el gran sol de la piedrafilosofal,yheaquíquesinestudiarlasfórmulasaristotélicas,sinsabercábalaynigromancia,llegaunhombredelsiglodécimononoaformaralaluzdeldíaloquenosotrosfabricamosennuestrossubterráneos!¡Pueselconjuro!fusiónporveintedías,deunamezcladesíliceydealuminadodeplomo;coloracióncon bicromata de potasa o con óxido de cobalto. Palabras en verdad queparecenlenguadiabólica.

Risa.

Luegosedetuvo.

Elcuerpodeldelitoestabaallí,enelcentrodelagruta,sobreunagranrocade oro; un pequeño rubí, redondo, un tanto reluciente, como un grano degranadaalsol.

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Elgnomotocóuncuerno,elquellevabaasucintura,yelecoresonóporlasvastasconcavidades.Alrato,unbullicio,untropel,unaalgazara.Todoslosgnomoshabíanllegado.

Era lacuevaancha,yhabíaenellaunaclaridadextrañayblanca.Era laclaridaddeloscarbunclosqueeneltechodepiedracentelleaban,incrustados,hundidos,apiñados,enfocosmúltiples;unadulceluzloiluminatodo.

A aquellos resplandores podía verse la maravillosa mansión en todo suesplendor. En los muros, sobre pedazos de plata y oro, entre venas delapizlázuli, formaban caprichosos dibujos, como los arabescos de unamezquita,granmuchedumbredepiedraspreciosas.Losdiamantesblancosylimpioscomogotasdeagua,emergíanlosirisdesuscristalizaciones;cercadecalcedonias colgantes en estalactitas, las esmeraldas esparcían susresplandores verdes, y los zafiros, en amontonamientos raros, en ramilletesquependíandelcuarzo,semejabangrandesfloresazulesytemblorosas.

Lostopaciosdorados,lasamatistas,circundabanenfranjaselrecinto;yenelpavimento,cuajadodeópalos,sobrelapulidacrisofásiayelágata,brotabadetrechoentrechounhilodeaguaquecaíaconunadulzuramusical,agotasarmónicas,comolasdeunaflautametálicasopladamuylevemente.

¡Pucksehabíaentrometidoenelasunto,elpícaroPuck!Élhabíallevadoelcuerpodeldelito,elrubífalsificado,elqueestabaahí,sobrelarocadeorocomounaprofanaciónentreelcentelleodetodoaquelencanto.

Cuando los gnomos estuvieron juntos, unos con sus martillos y cortashachas en las manos, otros de gala, con caperuzas flamantes y encarnadas,llenasdepedrería,todosfuriosos,Puckdijoasí:

—Mehabéispedidoqueos trajeseunamuestrade lanueva falsificaciónhumana,yhesatisfechoesosdeseos.

Los gnomos, sentados a la turca, se tiraban de los bigotes; daban lasgraciasaPuckconunapausadainclinacióndecabeza,ylosmáscercanosaélexaminaban con gesto de asombro las lindas alas, semejantes a los de unhipsipilo.

Continuó:

—¡Oh,Tierra! ¡Oh,Mujer!Desdeel tiempoenqueveía aTitanianohesidosinounesclavodelauna,unadoradorcasimísticodelaotra.

Yluego,comosihablaseenelplacerdeunsueño:

—¡Esos rubíes!En la gran ciudaddeParís, volando invisible, los vi portodas partes. Brillaban en los collares de las cortesanas, en lascondecoraciones exóticas de los rastacueros, en los anillos de los príncipesitalianosyenlosbrazaletesdelasprimadonas.

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Yconpícarasonrisasiempre:

—Yo me colé hasta cierto gabinete rosado muy en boga... Había unahermosamujerdormida.Delcuellolearranquéunmedallónydelmedallónelrubí.Ahílotenéis.

Todossoltaronlacarcajada.¡Quécascabeleo!

—¡Eh,amigoPuck!

¡Y dieron su opinión después, acerca de aquella piedra falsa, obra dehombre,odesabio,queespeor!

—¡Vidrio!

—¡Maleficio!

—¡Ponzoñaycábala!

—¡Química!

—¡Pretenderimitarunfragmentodeliris!

—¡Eltesororubicundodelohondodelglobo!

—¡Hechoderayosdelponientesolidificados!

El gnomo más viejo, andando con sus piernas torcidas, su gran barbanevada,suaspectodepatriarca,sucarallenadearrugas:

—¡Señores!—dijo,—¡nosabéisloquehabláis!

Todosescucharon.

—Yo,yoquesoyelmásviejodevosotros,puestoqueapenassirvoyaparamartillarlasfacetasdelosdiamantes;yo,quehevistoformarseestoshondosalcázaresquehecinceladoloshuesosdelatierra,queheamasadoeloro,quehedadoundíaunpuñetazoaunmurodepiedra,ycaíaunlagodondevioléaunaninfa;yo,elviejo,osreferirécómosehizoelrubí.

Oid.

Pucksonreíacurioso.Todos losgnomosrodearonalancianocuyascanaspalidecían a los resplandores de la pedrería, y cuyas manos extendían sumoviblesombraenlosmuros,cubiertosdepiedraspreciosas,comounlienzollenodemieldondesearrojasengranosdearroz.

—Undía,nosotros,losescuadronesquetenemosanuestrocargolasminasdediamantes, tuvimosunahuelgaqueconmovio toda la tierra,ysalimosenfugaporloscráteresdelosvolcanes.

Elmundoestabaalegre,todoeravigoryjuventud;ylasrosas,ylashojasverdesyfrescas,ylospájarosencuyosbuchesentraelgranoybrotaelgorjeo,

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yelcampotodo,saludabanalsolyalaprimaverafragante.

Estaba elmonte armónicoy florido; llenode trinos y de abejas; era unagrande y santa nupcia la que quebraba la luz, y en el árbol la savia ardíaprofundamente,yenelanimaltodoeraestremecimientoobalidodecántico,yenelgnomohabíarisayplacer.

Yo había salido por un cráter apagado. Ante mis ojos había un campoextenso.De un saltome puse sobre un gran árbol, una encina vieja. Luegobajéaltronco,ymehallécercadeunarroyo,unríopequeñoyclarodondelasaguascharlabandiciéndosebromascristalinas.Yoteníased.Quisebeberahí...Ahora,oidmejor.

Brazos, espaldas, senos desnudos, azucenas, rosas, panecillos de marfilcoronadosdecerezas;ecosderisasáureasfestivas;yalláentre lasespumas,entrelaslinfasrotas,bajolasverdesramas...

—¿Ninfas?

—No,mujeres.

—Yosabíacuáleramigruta.Condarungolpeenelsuelo,abríalaarenanegrayllegabaamidominio.¡Vosotros,pobrecillos,gnomosjóvenes,tenéismuchoqueaprender!

Bajo los retoños de unos helechos nuevosme escurrí sobre unas piedrasdeslavadaspor la corrienteespumosayparlante;yaella, a lahermosa, a lamujer,laasídelacintura,conestebrazoantestanmusculoso;gritó,golpeéelsuelo, descendimos. Arriba quedó el asombro, abajo el gnomo soberbio yvencedor.

Undíayomartillabauntrozodediamanteinmenso,quebrillabacomounastroyquealgolpedemimazasehacíapedazos.

Elpavimientodemitallerseasemejabaalosrestosdeunsolhechotrizas.Lamujeramadadescansabaaunlado,rosadecarneentremaceterosdezafir,emperatrizdeloro,enunlechodecristalderoca,todadesnudayespléndidacomounadiosa.

Pero en el fondo demis dominios,mi reina,mi querida,mi belleza,meengañaba. Cuando el hombre ama de veras, su pasión lo penetra todo y escapazdetraspasarlatierra.

Ellaamabaaunhombre,ydesdesuprisiónleenviabasussuspiros.Estospasaban los poros de la corteza terrestre y llegaban a él; y él, amándolatambién,besaba lasrosasdecierto jardín;yella, laenamorada, tenía—yolonotaba—convulsiones súbitas en que estiraba sus labios rosados y frescoscomopétalosdecentifolia.¿Cómoambosasísesentían?Conserquiensoy,nolosé.

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Habíaacabadoyomitrabajo:ungranmontóndediamanteshechosenundía;latierraabríasusgrietasdegranitocomoloslabiosconsed,esperandoelbrillantedespedazamientodel rico cristal.Al finde la faena, cansado,dí unmartillazoquerompióunarocaymedormí.

Despertéalratoaloiralgocomoungemido.

Desulecho,desumansiónmásluminosayricaquelasdetodaslasreinasdeOriente,habíavoladofugitiva,desesperada,laamadamía,lamujerrobada.¡Ay!yqueriendohuirporelagujeroabiertopormimazadegranito,desnudaybella,destrozósucuerpoblancoysuavecomodeazaharymármolyrosa,enlosfilosdelosdiamantesrotos.Heridossuscostados,chorreabalasangre;losquejidoseranconmovedoreshastalaslágrimas.¡Oh,dolor!

Yodesperté,latoméenmisbrazos,ladímisbesosmásardientes;maslasangre corría inundando el recinto, y la gran masa diamantina se teñía degrana.Meparecióquesentía,aldarlaunbeso,unperfumesalidodeaquellabocaencendida:elalma;elcuerpoquedóinerte.

Cuando el gran patriarca nuestro, el centenario semidios de las entrañasterrestres,pasóporallí,encontróaquellamuchedumbredediamantesrojos.

Pausa.

—¿Habéiscomprendido?

Losgnomos,muygraves,selevantaron.

Examinaronmásdecercalapiedrafalsa,hechuradelsabio.

—¡Mirad,notienefacetas!

—Brillapálidamente.

—¡Impostura!

—¡Esredondacomolacorazadeunescarabajo!

Y en ronda, uno por aquí, otro por allá, fueron a arrancar de losmurospedazos de arabesco, rubíes grandes como una naranja, rojos y chispeantescomoundiamantehechosangre;ydecían:

—Heaquílonuestro,¡oh,madretierra!

Aquelloeraunaorgíadebrilloydecolor.

Ylanzabanalairelasgigantescaspiedrasluminosasyreían.

Depronto,contodaladignidaddeungnomo:

—¡Ybien!eldesprecio.

Se comprendieron todos. Tomaron el rubí falso, lo despedazaron y

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arrojaron los fragmentos—condesdén terrible—aunhoyoque abajodaba aantiquísimaselvacarbonizada.

Después, sobre sus rubíes, sobre sus ópalos, entre aquellas paredesresplandecientesempezaronabailarasidosdelasmanosunafarándulalocoysonora.

Ycelebraronconrisas,elversegrandesenlasombra.

YaPuckvolabaafuera,enelabejeodelalbareciénnacida,caminodeunapradera en flor.Ymurmuraba—siempre con su sonrisa sonrosada:—Tierra...Mujer...

Porquetú¡oh,madreTierra!eresgrande,fecunda,desenoinextinguibleysacro;ydetuvientremorenobrotalasaviadelostroncosrobustos,yeloroyelaguadiamantina,ylacastaflordelis.¡Lopuro,lofuerte,loinfalsificable!¡Ytú,mujer,eresespírituycarne,todaamor!

ELPALACIODELSOL

Avosotras,madresdelasmuchachasanémicas,vaestahistoria,lahistoriade Berta, la niña de los ojos color de aceituna, fresca como una rama deduraznoenflor,luminosacomounalba,gentilcomolaprincesadeuncuentoazul.

Yaveréis,sanasyrespetablesseñoras,quehayalgomejorqueelarsénicoyelhierroparaencenderlapúrpuradelaslindasmejillasvirginales;yqueesprecisoabrirlapuertadesujaulaavuestrasavecitasencantadoras,sobretodo,cuando llega el tiempo de la primavera y hay ardor en las venas y en lassavias,ymilátomosdesolabejeanenlosjardines,comounenjambredeorosobrelasrosasentreabiertas.

Cumplidossusquinceaños,Bertaempezóaentristecerseentantoquesusojos llameantes se rodeabandeojerasmelancólicas.—Berta, tehecompradodosmuñecas...—No las quiero,mamá...—He hecho traer losNocturnos...—Meduelenlosdedos,mamá...—Entonces...—Estoytriste,mamá...—Puesquesellamealdoctor.

Y llegaron las antiparras de arcos de carey, los guantes negros, la calvailustreyelcruzadolevitón.

Ello era natural... El desarrollo... la edad... Síntomas claros, falta deapetito,algocomounaopresiónenelpecho,tristeza,punzadasavecesenlassienes,palpitación...Yasabéis;dadavuestraniñaglóbulosdeácidoarsenioso,luegoduchas.Eltratamiento...Yempezóacurarsumelancolía,conglóbulos

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y duchas, al comenzar la primavera, Berta, la niña de los ojos color deaceituna,quellegóaestarfrescacomounaramadeduraznoenflor,luminosacomounalba,gentilcomolaprincesadeuncuentoazul.

Apesardetodo,lasojeraspersistieron,latristezacontinuó,yBerta,pálidacomounpreciosomarfil,llegóundíaalaspuertasdelamuerte.

Todosllorabanporellaenelpalacio,ylasanaysentimentalmamáhubode pensar en las palmas blancas del ataúd de las doncellas. Hasta que unamañanalalánguidaanémicabajóaljardín,sola,ysiempreconsuvagaatoníamelancólica,a lahoraenqueelalbaríe.Suspirandoerrabasinrumbo,aquí,allá;y las floresestaban tristesdeverla.Seapoyóenel zócalodeun faunosoberbioybizarro,quehúmedosderocíosuscabellosdemármol,bañabaenluzsutorsoespléndidoydesnudo.Viounlirioqueerguíaalazullapurezadesucálizblanco,yestirólamanoparacogerlo.Nobienhabía...—Sí,uncuentode hadas, señoras mías, pero ya veréis sus aplicaciones en una queridarealidad;—no bien había tocado el cáliz de la flor, cuando de él surgió desúbitounhada,ensucarroáureoydiminuto,vestidadehilosbrillantísimoseimpalpables, con su aderezo de rocío, su diadema de perlas y su varita deplata.

¿Creéis que Berta se amedrantó? Nada de eso. Batió palmas alegre, sereanimócomoporencanto,ydijoalhada:—¿Túereslaquemequierestantoen sueños?—Sube—respondio el hada. Y como si Berta se hubieseempequeñecido,detalmodocupoenlaconchadelcarrodeoro,quehubieraestadoholgadasobreelalacorvadeuncisnea flordeagua.Y las flores,elfauno orgulloso, la luz del día, vieron cómo en el carro del hada iba por elviento, plácida y sonriendo al sol, Berta, la niña de los ojos de color deaceituna,frescacomounalba,gentilcomolaprincesadeuncuentoazul.

CuandoBerta,yaaltoeldivinocochero,subióalossalonesporlasgradasdel jardín que imitaban esmaragdina, todos, lamamá, la prima, los criados,pusieron labocaen formadeO.Veníaella saltandocomounpájaro, conelrostrollenodevidaydepúrpura,elsenohermosoyhenchido,recibiendolascariciasdeunacrenchacastaña,libreyaldesgaire,losbrazosdesnudoshastaelcodo,mediomostrandolamalladesuscasiimperceptiblesvenasazules,loslabiosentreabiertosporlasonrisa,comoparaemitirunacanción.

Todosexclamaron:—¡Aleluya!¡Gloria!¡HosannaalreydelosEsculapios!¡Fama eterna a los glóbulos de ácido arsenioso y a las duchas triunfales!YmientrasBertacorrióasuretreteavestirsusmásricosbrocados,seenviaronpresentesalviejodelasantiparrasdearosdecarey,delosguantesnegros,dela calva ilustre y del cruzado levitón. Y ahora, oid vosotras, madres de lasmuchachasanémicas,cómohayalgomejorqueelarsénicoyelhierroparaesodeencenderlapúrpuradelaslindasmejillasvirginales.Ysabréiscómono,no

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fueronlosglóbulos;no,nofueronlasduchas;no,nofueelfarmacéuticoquiendevolviosaludyvidaaBerta,laniñadelosojosdecolordeaceituna,alegreyfrescacomounaramadeduraznoenflor,luminosacomounalba,gentilcomolaprincesadeuncuentoazul.

Así queBerta se vio en el carro del hada, la preguntó:—¿Y adóndemellevas?—AlpalaciodelSol.—Ydesdeluegosintió laniñaquesusmanossetornabanardientes,yquesucorazoncito lesaltabacomohenchidodesangreimpetuosa.—Oye—siguióelhada:—Yosoylabuenahadadelossueñosdelasniñasadolescentes:yosoylaquecuroalascloróticas,consólollevarlasenmicarro de oro al palacio del Sol, adonde vas tú. Cuida de no beber tanto elnéctardeladanza,ydenodesvanecerteenlasprimerasrápidasalegrías.Yallegamos.Prontovolverásatumorada.UnminutoenelpalaciodelSoldejaenloscuerposyenlasalmasañosdefuego,niñamía.

Enverdad,estabaenunlindopalacioencantado,dondeparecíasentirseelsolenelambiente.¡Oh,quéluz,quéincendios!sintióBertaqueselellenabanlos pulmonesde aire de campoydemar, y las venasde fuego; sintió en elcerebroesparcimientosdearmonía,ycómoelalmaseleensanchaba,ycómoseponíamás elástica y tersa su delicada carne demujer.Luegooyó sueñosreales,yoyómúsicasembriagantes.Envastasgaleríasdeslumbradoras,llenasde claridades y de aromas, de sederías y demármoles, vio un torbellino deparejasarrebatadasporlasondasinvisiblesydominantesdeunvals.Vioqueotras tantas anémicas como ella, llegaban pálidas y entristecidas, respirabanaquel aire y luego se arrojaban en brazos de jóvenes vigorosos y esbeltoscuyosbozosdeoroyfinoscabellosbrillabanalaluz;ydanzaban,ydanzabanconellos,enunaardienteestrechez,oyendorequiebrosmisteriososqueibanalalma, respirandode tanto en tanto comohálitos impregnadosdevainilla, dehabadeTonka,devioleta,decanela,hastaqueconfiebre,jadeantes,rendidas,como palomas fatigadas de un largo vuelo, caían sobre cojines de seda, lossenospalpitantes, lasgargantassonrosadas,yasí,soñando,soñandoencosasembriagadoras...¡Yellatambién!cayóalremolino,almaelstromatrayente,ybailó, y gritó, pasó entre los espasmos de un placer agitado; y recordabaentoncesquenodebíadeembriagarsetantoconelvinodeladanza,aunquenocesaba de mirar al hermoso compañero, con sus grandes ojos de miradaprimaveral. Y él la arrastraba por las vastas galerías, ciñendo su talle yhablándolaaloídoenlalenguaamorosayrítmicadelosvocablosapacibles,delasfrasesirisadasyolorosas,delosperíodoscristalinosyorientales.

Y entonces ella sintió que su cuerpo y su alma se llenaban de sol, deefluviospoderososydevida.¡No,noesperéismás!

El hada la volvio al jardín de su palacio, al jardín donde cortaba floresenvuelta en una oleada de perfumes, que subía místicamente a las ramastrémulasparaflotarcomoelalmaerrantedeloscálicesmuertos.

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¡Madres de las muchachas anémicas! os felicito por la victoria de losarseniatosehipofosfitosdelseñordoctor.Peroenverdadosdigo:espreciso,en provecho de las lindas mejillas virginales, abrir la puerta de su jaula avuestrasavecitasencantadoras,sobretodoeneltiempodeprimavera,cuandohay ardor en las venas y en las savias, ymil átomos de sol abejean en losjardinescomounenjambredeorosobrelaslosasentreabiertas.Paravuestrascloróticas,elsolenloscuerposyenlasalmas.Sí,alpalaciodelSol,dedondevuelven lasniñascomoBerta, lade losojoscolordeaceituna, frescascomouna rama de durazno en flor, luminosas como un alba, gentiles como laprincesadeuncuentoazul.

ELPÁJAROAZUL

Parísesteatrodivertidoyterrible.EntrelosconcurrentesalCafePlombier,buenos y decididos muchachos—pintores, escultores, escritores, poetas; sí,¡todosbuscandoelviejolaurelverde!—ningunomásqueridoqueaquelpobreGarcín, triste casi siempre, buen bebedor de ajenjo, soñador que nunca seemborrachabay,comobohemiointachable,bravoimprovisador.

En el cuartucho destartalado de nuestras alegres reuniones, guardaba elyesode lasparedes,entre losesbozosy rasgosde futurosDelacroix,versos,estrofasenterasescritasenlaletraechadaygruesadenuestropájaroazul.

El pájaro azul era el pobre Garcín. ¿No sabéis por qué se llamaba así?Nosotroslebautizamosconesenombre.

Ellono fueun simple capricho.Aquel excelentemuchacho tenía el vinotriste. Cuando le preguntábamos por qué, cuando todos reíamos comoinsensatosocomochicuelos,élarrugabaelceñoymirabafijamenteelcieloraso,ynosrespondíasonriendoconciertaamargura:

—Camaradas:habéisdesaberquetengounpájaroazulenelcerebro;porconsiguiente...

Sucedio también que gustaba de ir a las campiñas nuevas, al entrar laprimavera.Elairedelbosquehacíabienasuspulmones, segúnnosdecíaelpoeta.

Desusexcursionessolíatraerramosdevioletasygruesoscuadernillosdemadrigales,escritosalruidodelashojasybajoelanchocielosinnubes.LasvioletaseranparaNiní,suvecina,unamuchachafrescayrosada,queteníalosojosmuyazules.

Los versos eran para nosotros. Nosotros los leíamos y los aplaudíamos.

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TodosteníamosunaalabanzaparaGarcín.Erauningenioquedebíabrillar.Eltiempo vendría. ¡Oh, el pájaro azul volaría muy alto! ¡Bravo! ¡bien! ¡Eh,mozo,másajenjo!

PrincipiosdeGarcín:

Delasflores,laslindascampánulas.

Entrelaspiedraspreciosas,elzafiro.

Delasinmensidades,elcieloyelamor;esdecir,laspupilasdeNiní.

Y repetía el poeta: Creo que siempre es preferible la neurosis a laestupidez.

AvecesGarcínestabamástristequedecostumbre.

Andabaporlosbulevares;veíapasarindiferenteloslujososcarruajes, loselegantes, las hermosas mujeres. Frente al escaparate de un joyero sonreía;perocuandopasabacercadeunalmacéndelibros,sellegabaalasvidrieras,husmeaba y, al ver las lujosas ediciones, se declaraba decididamenteenvidioso,arrugabalafrente;paradesahogarse,volvíaelrostrohaciaelcieloysuspiraba.Corríaalcaféenbuscadenosotros,conmovido,exaltado,pedíasuvasodeajenjo,ynosdecía:

—Sí,dentrodelajaulademicerebro,estápresounpájaroazulquequieresulibertad...

Huboalgunosquellegaronacreerenundescalabroderazón.

Un alienista a quien se le dio noticia de lo que pasaba, calificó el casocomounamonomanía especial. Sus estudios patológicos no dejaban lugar aduda.

Decididamente,eldesgraciadoGarcínestabaloco.

Un día recibió de su padre, un viejo provinciano de Normandía,comercianteentrapos,unacartaquedecíalosiguiente,pocomásomenos:

«SétuslocurasenParís.Mientraspermanezcasdeesemodo,notendrásdemí un solo sou. Ven a llevar los libros de mi almacén, y cuando hayasquemado,gandul,tusmanuscritosdetonterías,tendrásmidinero.»

EstacartaseleyóenelCaféPlombier.

—¿Yteirás?

—¿Noteirás?

—¿Aceptas?

—¿Desdeñas?

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¡Bravo Garcín! Rompió la carta, y soltando el trapo a la ventana,improvisóunascuantasestrofas,queacababan,simalnorecuerdo:

¡Sí,serésiempreungandul,

locualaplaudoycelebro,

mientrasseamicerebro

jauladelpájaroazul!

DesdeentoncesGarcíncambiódecarácter.Sevolviocharlador,sediounbaño de alegría, compró levita nueva y comenzó un poema en tercetos,titulado:Elpájaroazul.

Cadanochese leíaennuestra tertuliaalgonuevode laobra.Aquelloeraexcelente,sublime,disparatado.

Allíhabíauncielomuyhermoso,unacampiñamuyfresca,paísesbrotadoscomoporlamagiadelpinceldeCorot,rostrosdeniñosasomadosentreflores,losojosdeNiníhúmedosygrandes;yporañadidura,elbuenDiosqueenvíavolando, volando, sobre todo aquello un pájaro azul que sin saber cómo nicuándo, anida dentro del cerebro del poeta, en donde queda aprisionado.Cuando el pájaro quiere volar y abre las alas y se da contra las paredes delcráneo,sealzanlosojosalcielo,searrugalafrenteysebebeajenjoconpocaagua,fumandoademás,porremate,uncigarrillodepapel.

Heaquíelpoema.

UnanochellegóGarcínriendomucho,y,sinembargo,muytriste.

Labellavecinahabíasidoconducidaalcementerio.

—¡Unanoticia!¡unanoticia!Cantoúltimodemipoema.Niníhamuerto.Viene laprimaverayNiní seva.Ahorrodevioletaspara lacampiña.Ahorafaltaelepílogodelpoema.Loseditoresnosedignansiquieraleermisversos.Vosotrosmuypronto tendréisquedispersaros.Leydel tiempo.Elepílogosedebetitularasí:Decómoelpájaroazulalzaelvueloalcieloazul.

¡Plenaprimavera! ¡Losárboles florecidos, lasnubes rosadasenel albaypálidasporlatarde;elairesuavequemuevelashojasyhacealetearlascintasdelossombrerosdepajaconespecialruido!Garcínnohaidoalcampo.

Heleaquí,vienecon trajenuevo,anuestroamadoCaféPlombier,pálidoconunasonrisatriste.

—¡Amigosmíos,unabrazo!Abrazadmetodos,así,fuerte;decidmeadios,contodoelcorazón,contodaelalma...Elpájaroazulvuela...

YelpobreGarcínlloró,nosestrechó,nosapretólasmanoscontodassusfuerzasysefue.

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Todos dijimos: Garcín, el hijo pródigo, busca a su padre, el viejonormando.—Musas,adios;adios.Gracias. ¡Nuestropoetasedecidioamedirtrapos!¡Eh!¡UnacopaporGarcín!

Pálidos,asustados,entristecidos,aldíasiguientetodoslosparroquianosdelCaféPlombier,quemetíamostantabullaenaquelcuartuchodestartalado,noshallábamosenlahabitacióndeGarcín.Élestabaensulecho,sobrelassábanasensangrentadas, con el cráneo roto de un balazo. Sobre la almohada habíafragmentosdemasacerebral...¡Horrible!

Cuando, repuestos de la impresión, pudimos llorar ante el cadáver denuestroamigo,encontramosqueteníaconsigoelfamosopoema.Enlaúltimapáginahabíaescritasestaspalabras:

Hoy,enplenaprimavera,dejoabiertalapuertadelajaulaalpájaroazul.

¡Ay,Garcín,cuántosllevanenelcerebrotumismaenfermedad!

PALOMASBLANCASYGARZASMORENAS

MiprimaInéserarubiacomounaalemana.Fuimoscriadosjuntos,desdemuyniños, en casa de la buena abuelita que nos amabamucho y nos hacíavernos como hermanos, vigilándonos cuidadosamente, viendo que noriñésemos. ¡Adorable, la viejecita, con sus trajes a grandes flores, y suscabelloscresposyrecogidos,comounaviejamarquesadeBouchez!

Inéseraunpocomayorqueyo.Noobstante,yoaprendía leerantesqueella;ycomprendía—lorecuerdomuybien—loqueellarecitabadememoria,maquinalmente, en una pastorela, donde bailaba y cantaba delante del niñoJesús,lahermosaMaríayelseñorSanJosé;todoconelgozodelassencillaspersonasmayoresdelafamilia,quereíanconrisademiel,alabandoeltalentodelaactrizuela.

Inés crecía. Yo también; pero no tanto como ella. Yo debía entrar a uncolegio, en internado terrible y triste, a dedicarme a los áridos estudios delbachillerato,acomerlosplatosclásicosdelosestudiantes,anoverelmundo—¡mi mundo de mozo!—y mi casa, mi abuela; mi prima, mi gato,—unexcelente romano que se restregaba cariñosamente en mis piernas y mellenabalostrajesnegrosdepelosblancos.

Partí.

Alláenelcolegiomiadolescenciasedespertóporcompleto.Mivoztomótimbres aflautados y roncos; llegué al período ridículo del niño que pasa ajoven. Entonces, por un fenómeno especial, en vez de preocuparme de mi

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profesor dematemáticas, que no logró nunca hacer que yo comprendiese elbinomio de Newton, pensé—todavía vaga y misteriosamente—enmi primaInés.

Luego tuve revelaciones profundas. Supemuchas cosas. Entre ellas, quelosbesoseranunplacerexquisito.

Tiempo.

Leí Pablo y Virginia. Llegó un fin de año escolar y salí en vacaciones,rápidocomounasaeta,caminodemicasa.¡Libertad!

—Miprima—¡peroDiossanto,entanpocotiempo!—sehabíahechounamujer completa.Yo delante de ellame hallaba como avergonzado, un tantoserio. Cuando me dirigía la palabra, me ponía a sonreirle con una sonrisasimple.

YateníaquinceañosymedioInés.Lacabelleradoradayluminosaalsol,era un tesoro. Blanca y levemente amapolada, su cara era una creaciónmurillesca,siseveíadefrente.Aveces,contemplandosuperfil,pensabaenunasoberbiamedallasiracusana,enunrostrodeprincesa.Eltraje,cortoantes,había descendido. El seno, firme y esponjado, era un ensueño oculto ysupremo;lavozclarayvibrante,laspupilasazules,inefableslabocallenadefraganciadevidaydecolordepúrpura.¡Sanayvirginalprimavera!

Laabuelitamerecibióconlosbrazosabiertos.Inéssenegóaabrazarme,metendiolamano.Despuésnomeatrevíainvitarlaalosjuegosdeantes.Mesentíatímido.¡Yqué!elladebíasentiralgodeloqueyo.

¡Yoamabaamiprima!

Inés,losdomingosibaconlaabuelaamisa,muydemañana.

Midormitorioestabavecinoaldeella.Cuandocantabanloscampanariossusonorallamadamatinal,yaestabayodespierto.

Oía,orejaatenta,elruidodelasropas.Porlapuertaentreabiertaveíasalirlaparejaquehablabaenvozalta.CercademípasabaelfrufúdelaspollerasantiguasdemiabuelaydeltrajedeInés,coqueto,ajustado,paramísiemprerevelador.

¡Oh,Eros!

—Inés...

—¿...?

Yestábamossolos,alaluzdeunalunaargentina,dulce,¡unabellalunadeaquellasdelpaísdeNicaragua!

Ladijetodoloquesentía,suplicante,balbuciente,echandolaspalabras,ya

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rápidas, ya contenidas, febril y temeroso. Sí, se lo dije todo; las agitacionessordasyextrañasqueenmíexperimentabacercadeella,elamor,elansia,lostristesinsomniosdeldeseo,misideasfijasenellaalláenmismeditacionesdelcolegio;y repetíacomounaoraciónsagrada lagranpalabra:amor. ¡Oh,elladebía recibir gozosa mi adoración! Creceríamos más. Seríamos marido ymujer...

Esperé.

Lapálidaclaridadcelestenosiluminaba.Elambientenosllevabaperfumestibiosqueamísemeimaginabanpropiciosparalosfogososamores.¡Cabellosaúreos,ojosparadisíacos,labiosencendidosyentreabiertos!

Derepente,yconunmohín:

—¡Ve!latontería...

Ycorriócomounagataalegreadondesehallabalabuenaabuela,rezandoalascalladassusrosariosyresponsos.

Conrisadescocadadeeducandamaliciosa,conairedelocuela:

—¡Eh,abuelita,yamedijo...!

¡Ellas,pues,sabíanqueyo«debíadecir...»!

Con su reir interrumpía el rezo de la anciana que se quedó pensativaacariciandolascuentasdesucamándula.¡Yyoquetodoloveíaalahusma,delejos,lloraba,sí,llorabalágrimasamargas,lasprimerasdemisdesengañosdehombres!

Los cambios fisiológicos que enmi se sucedían y las agitaciones demiespíritu,meconmovíanhondamente. ¡Diosmío!Soñador, unpequeñopoetacomomecreía,alcomenzarmeelbozo,sentíallenosdeilusioneslacabeza,deversos los labios, y mi alma y mi cuerpo de púber tenían sed de amor.¿Cuándollegaríaelmomentosoberanoenquealumbraríaunacelestemiradaelfondodemiser,yaquelenqueserasgaríaelvelodelenigmaatrayente?

Un día, a pleno sol, Inés estaba en el jardín regando trigo, entre losarbustos y las flores, a las que llamaba sus amigas: unas palomas albas,arrulladoras, con sus buches níveos y amorosamentemusicales. Llevaba untraje—siempre que con ella he soñado la he visto con el mismo—gris,azulado, de anchas mangas, que dejaban ver casi por entero los satinadosbrazos alabastrinos; los cabellos los tenía recogidos y húmedos, y el velloalborotadode sunucablancay rosa, eraparamícomo luzcrespa.Lasavesandabanasualrededor,eimprimíanenelsueloobscurolaestrellacarminadadesuspatas.

Hacía calor. Yo estaba oculto tras los ramajes de unos jazmineros. La

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devorabaconlosojos.¡Porfinseacercópormiescondite,laprimagentil!Meviotrémulo,enrojecidalafaz,enmisojosunallamavivayrarayacariciante,y se puso a reir cruelmente, terriblemente. ¡Y bien! ¡Oh, aquello no eraposible!melancéconrapidezfrenteaella.Audaz,formidabledebíadeestar,cuandoellaretrocediocomoasustadaunpaso.

—¡Teamo!

Entoncestornóareir.Unapalomavolóaunodesusbrazos.Ellalamimódándole granos de trigo entre las perlas de su boca fresca y sensual. Meacerqué más. Mi rostro estaba junto al suyo. Los cándidos animales nosrodeaban.Meturbabaelcerebrounaondainvisibleyfuertedearomafemenil.¡SemeantojabaInésunapalomahermosayhumana,blancaysublime;yalpropiotiempollenadefuego,deardor,untesorodedichas!Nodijemás.Latomé lacabezay ladíunbesoenunamejilla,unbeso rápido,quemantedepasiónfuriosa.Ella,untantoenojada,salióenfuga.Laspalomasseasustarony alzaron el vuelo formando un opaco ruido de alas sobre los arbustostemblorosos.Yo,abrumado,quedéinmóvil.

Al poco tiempopartía a otra ciudad.La palomablanca y rubia no había¡ay!mostradoamisojoselsoñadoparaísodelmisteriosodeleite.

¡Musa ardiente y sacra para mi alma, el día había de llegar! Elena, lagraciosa, la alegre, ella fue el nuevo amor. ¡Bendita sea aquella boca, quemurmuróporprimeravezcercademílasinefablespalabras!

Eraallá,enunaciudadqueestáalaorilladeunlagodemitierra,unlagoencantador,llenodeislasfloridas,conpájarosdecolores.

Los dos solos estábamos cogidos de las manos, sentados en el viejomuelle, debajo del cual el agua glauca y obscura chapoteabamusicalmente.Había un crepúsculo acariciador, de aquellos que son la delicia de losenamoradostropicales.Enelcieloopalinoseveíaunadiafanidadapaciblequedisminuíahastacambiarseentonosdevioletaobscuro,porlapartedeloriente,yaumentabaconvirtiéndoseenorosonrosadoenelhorizonteprofundo,dondevibrabanoblicuos,rojosydesfallecienteslosúltimosrayossolares.Arrastradapor el deseo, me miraba la adorada mía y nuestros ojos se decían cosasardorosas y extrañas. En el fondo de nuestras almas cantaban un unísonoembriagadorcomodosinvisiblesydivinasfilomelas.

Yo, extasiado, veía a lamujer tiernay ardiente; con su cabellera castañaque acariciaba con mis manos, su rostro color de canela y rosa, su bocacleopatrina,sucuerpogallardoyvirginal;yoíasuvozqueda,muyqueda,queme decía frases cariñosas, tan bajo, como que sólo eran para mí, temerosaquizádequeselasllevaseelvientovespertino.Fijaenmí,meinundabandefelicidadsusojosdeMinerva,ojosverdes,ojosquedebensiempregustaralos

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poetas. Luego erraban nuestras miradas por el lago, todavía lleno de vagaclaridad.Cercadelaorillasedetuvoungrangrupodegarzas.Garzasblancas,garzas morenas, de esas que cuando el día calienta, llegan a las riberas aespantar a los cocodrilos, que con las anchasmandíbulas abiertas beben solsobrelasrocasnegras.¡Bellasgarzas!Algunasocultabanloslargoscuellosenla onda, o abajo el ala, y semejaban grandes manchas de flores vivas ysonrosadas,móvilesyapacibles.Avecesuna,sobreunapata,sealisabaconelpico las plumas, o permanecía inmóvil, escultural y hieráticamente, o variasdabanuncortovuelo,formandoenelfondodelariberallenadeverde,oenelcielo,caprichososdibujos,comolasbandadasdegrullasdeunparasolchino.

Meimaginabajuntoamiamada,quedeaquelpaísdelaaltura,metraeríanlas garzasmuchos versos desconocidos y soñadores. Las garzas blancas lasencontraba más puras y más voluptuosas, con la pureza de la paloma y lavoluptuosidaddelcisne;garridas,consuscuellosreales,parecidosalosdelasdamasinglesasquejuntoalospajecillosrizadossevenenaquelcuadroenqueShakespearerecitaen lacortedeLondres.Susalas,delicadasyalbas,hacenpensarendesfallecientessueñosnupciales;todas—biendiceunpoeta—comocinceladasenjaspe.

¡Ah,perolasotrasteníanalgodemásencantadorparamí!MiElenasemeantojabacomosemejanteaellas,consucolordecanelayderosa,gallardaygentil.

Yaelsoldesaperecíaarrastrandotodasupúrpuraopulentadereyoriental.Yo había halagado a la amada tiernamente con mis juramentos y frasesmelifluasycálidas,yjuntosseguíamosenunlánguidodúodepasióninmensa.Habíamos sido hasta ahí dos amantes soñadores, consagrados místicamenteunoaotro.

De pronto, y como atraídos por una fuerza secreta, en un momentoinexplicable, nos besamos la boca, todos trémulos, con un beso para mísacratísimo y supremo: el primer beso recibido de labios de mujer. ¡Oh,Salomón,bíblicoyrealpoeta,túlodijistecomonadie:¡Meletlacsublinguatua!

¡Ah, mi adorable, mi bella, mi querida garza morena! Tú tienes en losrecuerdosqueenmialmaformanlomásaltoysublime,unaluzinmortal.

Porque tú me revelaste el secreto de las delicias divinas en el inefableprimerinstantedeamor.

ENCHILE

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I

ENBUSCADECUADROS

Sin pinceles, sin paleta, sin papel, sin lápiz, Ricardo, poeta líricoincorregible,huyendodelasagitacionesyturbulencias,delasmáquinasydelosfardos,delruidomonótonodelostranvíasyelchocardeloscaballosconsu repiqueteode caracoles sobre las piedras; del tropel de los comerciantes;del grito de los vendedores de diarios; del incesante bullicio e inacabablehervor de este puerto; en buscade impresiones y de cuadros, subió al cerroAlegre,que,gallardocomounagran roca florecida, luce sus flancosverdes,susmontículoscoronadosdecasasrisueñasescalonadasenlaaltura,rodeadasdejardines,conondeantescortinasdeenredaderas,jaulasdepájaros,jarrosdeflores,rejasvistosasyniñosrubiosdecarasangélicas.

Abajoestaban las techumbresdelValparaísoquehace transacciones,queanda apie comouna ráfaga, quepuebla los almacenes e invade losbancos,quevisteporlamañanaternocremaoplomizo,acuadros,consombrerosdepaño,yporlanochebulleenlacalledelCaboconlustrososombrerodecopa,abrigoalbrazoyguantesamarillos,viendoalaluzquebrotadelasvidrierasloslindosrostrosdelasmujeresquepasan.

Masallá,elmar,acerado,brumoso,losbarcosengrupo,elhorizonteazuly lejano. Arriba, entre opacidades, el sol. Donde estaba el soñadorempedernido, casi casi en lo más alto del cerro, apenas si se sentían losestremecimientosdeabajo.Errabaéla lo largodelcaminodeCintura,e ibapensando en idilios, con toda la augusta desfachatez de un poeta que fueramillonario.

Habíaallíairefrescoparasuspulmones,casassobrecumbres,comonidosal viento, dondebienpodía darse el gustode colocar parejas enamoradas, yteníaademásel inmensoespacioazul,delcual—él losabíaperfectamente—los que hacen los salmos y los himnos pueden disponer como les venga enantojo.

De pronto escuchó:—«¡Mary! ¡Mary!». Y él, que andaba a caza deimpresionesyenbuscadecuadros,volviolavista.

II

ACUARELA

Habíacercaunbellojardín,conmásrosasqueazaleasymásvioletasque

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rosas.Unbelloypequeñojardínconjarrones,perosinestatuas;conunapilablanca, pero sin surtidores, cerca de una casita como hecha para un cuentodulceyfeliz.

Enlapilauncisnechapuzabarevolviendoelagua,sacudiendolasalasdeunblancordenieve,enarcandoelcuelloenlaformadelbrazodeunaliraódelasadeunaánfora,ymoviendoelpicohúmedoycontallustrecomosifueselabradoenunaágatadecolorderosa.

En lapuertade la casa, comoextraídadeunanoveladeDickens, estabaunadeesasviejasinglesas,únicas,solas,clásicas,conlacofiaencintada,losanteojossobrelanariz,elcuerpoencorvado, lasmejillasarrugadas;masconcolordemanzanamaduraysaludrica.Sobrelasayaobscura,eldelantal.

Llamaba:

—¡Mary!

El poeta vio llegar una joven de un rincón del jardín, hermosa, triunfal,sonriente;ynoquisotenertiemposinoparameditarenquesonadorablesloscabellos dorados cuando flotan sobre las nucas marmóreas y en que hayrostrosquevalenbienporunalba.

Luego todoeradelicioso.Aquellosquinceañosentre las rosas—;quinceaños,sí,losestabanpregonandounaspupilasserenasdeniña,unsenoapenaserguido,unafrescuraprimaveral,yunafaldahastaeltobillo,quedejabaverelcomienzo turbador de una media de color de carne—; aquellos rosalestemblorososquehacíanondularsusarcosverdes;aquellosduraznerosconsusramilletesalegresdonde sedeteníanalpaso lasmariposaserrantes llenasdepolvo de oro, y las libélulas de alas cristalinas e irisadas; aquel cisne en laancha taza, esponjado el alabastro de sus plumas, y zambulléndose entreespumajeos y burbujas, con voluptuosidad, en la transparencia del agua; lacasitalimpia,pintada,apacible,dedondeemergíacomounaondadefelicidad;yenlapuertalaanciana,uninvierno,enmediodetodaaquellavida,cercadeMary,unavirginidadenflor.

Ricardo, poeta lírico que andaba a caza de cuadros, estaba allí con lasatisfaccióndeungolosoquepaladeacosasexquisitas.

Ylaancianaylajoven:

—¿Quétraes?

—Flores.

MostrabaMarysufaldallenacomodeirishechostrizas,querevolvíaconuna de sus manos gráciles de ninfa, mientras sonriendo su linda bocapurpurada,susojosabiertosenredondodejabanveruncolordelapizlázuliyunahumedadradiosa.Elpoetasiguióadelante.

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III

PAISAJE

Apocoandarsedetuvo.

Elsolhabíarotoelveloopacodelasnubesybañabadeclaridadáureayperlada un recodo del camino. Allí unos cuantos sauces inclinaban suscabelleras verdes hasta rozar el césped. En el fondo se divisaban altosbarrancosyenellostierranegra,tierraroja,pedruscosbrillantescomovidrios.Bajolossaucesagobiadosramoneabansacudiendosustestasfilosóficas—¡oh,granmaestro Hugo!—unos asnos; y cerca de ellos un buey gordo, con susgrandes ojosmelancólicos y pensativos donde ruedanmiradas y ternuras deéxtasis supremosydesconocidos,mascabadespaciosoyconciertapereza lapastura. Sobre todo flotaba un vaho cálido, y el grato olor campestre de lasyerbas chafadas.Veíase en lo profundoun trozode azul.Unhuaso robusto,unodeesosfuertescampesinos,toscoshérculesquedetienenuntoro,apareciódeprontoenlomásaltodelosbarrancos.Teníatrasdesíelvastocielo.Laspiernas,todasmúsculos,lasllevabadesnudas.Enunodesusbrazostraíaunacuerda gruesa y arrollada. Sobre su cabeza, como un gorro de nutria, suscabellosenmarañados,tupidos,salvajes.

Llegósealbueyenseguidayleechóellazoaloscuernos.Cercadeél,unperroconlalenguafueraacezando,movíaelraboydababrincos.

IV

AGUAFUERTE

Deunacasacercanasalíaunruidometálicoyacompasado.

Enunrecintoestrecho,entreparedesllenasdehollín,negras,muynegras,trabajaban unos hombres en la forja. Uno movía el fuelle que resoplaba,haciendo crepitar el carbón, lanzando torbellinos de chispas y llamas comolenguaspálidas,áureas,azulejas,resplandecientes.Albrillodelfuegoenqueseenrojecíanlargasbarrasdehierro,semirabanlosrostrosdelosobrerosconunreflejotrémulo.Tresyunquesensambladosentoscasarmazonesresistíanelbatir de los machos que aplastaban el metal candente, haciendo saltar unalluviaenrojecida.Losforjadoresvestíancamisasdelanadecuellosabiertos,ylargos delantales de cuero. Alcanzábaseles a ver el pescuezo gordo y el

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principio del pecho velludo; y salían de las mangas holgadas los brazosgigantescos, donde, comoen los deAmico, parecían losmúsculos redondospiedras de las que deslavan y pulen los torrentes. En aquella negrura decaverna,alresplandordelasllamaradas,teníantallasdecíclopes.Aunlado,unaventanilladejabapasarapenasunhazderayosdesol.Alaentradadelaforja,comoenunmarcoobscuro,unamuchachablancacomíauvas.Ysobreaquelfondodehollínydecarbón,sushombrosdelicadosytersosqueestabandesnudos,hacíanresaltarsubellocolordelis,conuncasiimperceptibletonodorado.

V

LAVIRGENDELAPALOMA

Anduvo,anduvo.

Volvíayaasumorada.Dirigíasealascensorcuandooyóunarisainfantil,armónica,yél,poeta incorregible,buscólos labiosdedondebrotabaaquellarisa.

Bajo un cortinaje de madreselvas, entre plantas olorosas y maceterosfloridos, estaba una mujer pálida, augusta, madre, con un niño tierno yrisueño.Sosteníaleenunodesusbrazos,elotroloteníaenalto,yenlamanounapaloma,unadeesaspalomasalbísimasquearrullanasuspichonesdealastornasoladas,inflandoelbuchecomounsenodevirgen,yabriendoelpicodedondebrotaladulcemúsicadesucaricia.

Lamadremostrabaalniñolapaloma,yelniñoensuafándecogerla,abríalos ojos, estiraba los bracitos, reía gozoso; y su rostro al sol tenía como unnimbo; y la madre con la tierna beatitud de sus miradas, con su esbeltezsolemneygentil,conlaauroraenlaspupilasylabendiciónyelbesoenloslabios, era como una azucena sagrada, como una María llena de gracia,irradiando la luz de un candor inefable. El niño Jesús, real como un Diosinfante, precioso como un querubín paradisíaco, quería asir aquella palomablanca,bajolacúpulainmensadelcieloazul.

Ricardodescendio,ytomóelcaminodesucasa.

VI

LACABEZA

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Por la noche, soñando aún en sus oídos la música del Odeón y losparlamentosdeAstol;devueltadelascallesdondeescucharaelruidodeloscochesylatristemelopeadelos«tortilleros»,aquelsoñadorseencontrabaensu mesa de trabajo, donde las cuartillas inmaculadas estaban esperando lassilvasylossonetosdecostumbre,alasmujeresdelosojosardientes.

¡Qué silvas! ¡Qué sonetos! La cabeza del poeta lírico era una orgía decolores y de sonidos. Resonaban en las concavidades de aquel cerebromartilleosdecíclope,himnosalsondetímpanossonoros,fanfarriasbárbaras,risascristalinas,gorjeosdepájaros,batirdealasyestallardebesos,todocomoenritmoslocosyrevueltos.Yloscoloresagrupados,estabancomopétalosdecapullosdistintosconfundidosenunabandeja,ocomo laendiabladamezcladetintasquellenalapaletadeunpintor...

VII

ACUARELA

Primavera.Yalasazucenasfloridasyllenasdemielhanabiertosuscálicespálidos bajo el oro del sol. Ya los gorriones tornasolados, esos amantesacariciadores, adulan a las rosas frescas, esas opulentas y purpuradasemperatrices;yaeljazmín,florsencilla,tachonalostupidosramajescomounablancaestrellasobreuncieloverde.Ya lasdamaselegantesvistensus trajesclaros,dandoalolvidolaspielesylosabrigosinvernales.

Ymientrasel sol sepone, sonrosando lasnievesconunaclaridadsuave,juntoalosárbolesdelaAlamedaquelucensuscumbresresplandecientes,suesbeltez solemney sushojasnuevas, enunpolvode luz,bulleunenjambrehumano,enunruidodemúsica,cuchicheosvagosypalabrasfugaces.

He aquí el cuadro. En primer término está la negrura de los coches queesplendeyquiebralosúltimosreflejossolares;loscaballosorgullososconelbrillo de sus arneses, con sus cuellos estirados e inmóviles de brutosheráldicos;loscocherostaciturnos,ensuquietuddediferentes,luciendosobrelas largas libreas los botones metálicos flamantes; y en el fondo de loscarruajes,reclinadascomoodaliscas,erguidascomoreinas,lasmujeresrubiasde los ojos soñadores, las que tienen cabelleras negras y rostros pálidos, lasrosadas adolescentes que ríen con alegría de pájaro primaveral; bellezaslánguidas,hermosurasaudaces,castosliriosalbosytentacionesardientes.

Enesaportezuelaestáunrostroapareciendodemodoquesemejaeldeunquerubín;poraquéllahasalidounamanoenguantadaquesedijeradeniño,yesdemorenatalquellamaloscorazones;másallásealcanzaaverunpiede

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Cenicientaconzapatitoobscuroymedialila,yacullá,gentilconsusgestosdediosa,bellaconsucolordemarfilamapolado,sucuellorealylacoronadesucabellera,estálaVenusdeMilo,nomanca,sinocondosbrazos,gruesoscomolosmúsculosdeunquerubíndeMurillo,yvestidaalaúltimamodadeParís.

Más allá está el oleaje de los que van y vienen: parejas de enamorados,hermanos y hermanas, grupos de caballeritos irreprochables: todo en laconfusión,delosrostros,delasmiradas,deloscolorines,delosvestidos,delascapotas, resaltandoavecesenel fondonegroyaceitosode loselegantessombrerosdecopa,unacarablancademujer,unsombrerodepajaadornadode colorines, de cintas o de plumas, o el inflado globo rojo, de goma, quependiente de un hilo lleva un niño risueño, de medias azules, zapatoscharoladosyholgadocuelloalamarinera.

Enelfondo,lospalacioselevanalazullasoberbiadesusfachadas,enlasque los álamos erguidos rayan columnas hojosas entre el abejeo trémulo ydesfallecientedelatardefugitiva.

VIII

UNRETRATODEWATEU

Estáisenlosmisteriosdeuntocador.Estáisviendoesebrazodeninfa,esasmanos diminutas que empolvan el haz de rizos rubios de la cabelleraespléndida.Laarañadelucesopacasderramalalanguidezdesugirándulaportodoel recinto.Yheaquíquealvolverseeserostro,soñamosen losbuenostiempos pasados. Una marquesa contemporánea de la dama de Maintenón,solitariaensugabinete,dalasúltimasmanosasutocado.

Todoestácorrecto;loscabellosquetienentodoelOrienteensushebeas,empolvados y crespos; el cuello del corpiño, ancho y en forma de corazónhastadejarverelprincipiodel seno firmeypulido; lasmangasabiertasquemuestran blancuras incitantes, el tallo ceñido que se balancea, y el ricofaldellíndelargosvuelos,yelpiepequeñoenelzapatodetaconesrojos.

Mirad las pupilas azules y húmedas, la boca de dibujomaravilloso, conuna sonrisa enigmática de esfinge, quizá un recuerdo del amor galante, delmadrigalrecitadojuntoaltapizdefiguraspastorilesomitológicas,odelbesoafurto,traslaestatuadealgúnsilvano,enlapenumbra.

Véseladamadepiesacabeza,entredosgrandesespejos;calculaelefectodelamirada,delandar,delasonrisa,delvellocasiimpalpablequeagitaraelvientodeladanzaensunucafraganteysonrosada.Ypiensa,ysuspira;yflotaaquel suspiro en ese aire impregnado de aroma femenino que hay en un

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tocadordemujer.

Entre tanto, lacontemplaconsusojosdemármolunaDianaque sealzairresistibleydesnudasobresuplinto;yleríeconaudaciaunsátirodebroncequesostieneentrelospámpanosdesucabezauncandelabro;yenelansadeunjarróndeRouenllenodeaguaperfumada,letiendelosbrazosylospechosunasirenaconlacolacorvaybrillantedeescamasargentinas,mientrasenelplafónenformadeóvalo,vaporelfondoinmensoyazuladosobreellomodeuntororobustoydivino, labellaEuropa,entre losdelfinesáureosy tritonescorpulentos, que sobre el vasto ruido de las ondas hacen vibrar el roncoestrépitodesusresonantescaracoles.

Lahermosaestásatisfecha;yaponeperlasenlagargantaycalzalasmanosen seda; ya rápida sedirige a la puerta donde el carruaje esperay el troncopiafa. Y hela ahí, vanidosa y gentil, a esa aristocrática santiaguesa, que sedirigeaunbailede fantasíademaneraqueelgranWatteau lededicaría suspinceles.

IX

NATURALEZAMUERTA

Hevistoayerporunaventanaun tiesto llenode lilasyde rosaspálidas,sobreuntrípode.Porfondoteníaunodeesoscortinajesamarillosyopulentos,que hacen pensar en losmantos de los príncipes orientales. Las lilas reciéncortadasresaltabanconsulindocolorapacible,juntoalospétalosesponjadosdelasrosasté.

Junto al tiesto, en una copa de laca ornada con ibis de oro incrustados,incitabana lagulamanzanas frescas,mediocoloradas,con lapelusillade lafruta nueva y la sabrosa carne hinchada que toca el deseo; pero doradas yapetitosas,quedabanindiciosdesertodasjugoycomoesperandoelcuchillodeplataquedebíarebanarlapulpaalmibarada;yunramilletedeuvasnegras,hastaconelpolvillocenicientodelosracimosacabadosdearrancardelaviña.

Acerquéme, vilo de cerca todo. Las lilas y las rosas eran de cera, lasmanzanasylasperasdemármolpintadoylasuvasdecristal.

X

ALCARBÓN

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Vibraba el órgano con sus voces trémulas, vibraba acompañando laantífona,llenandolanaveconsuarmoníagloriosa.Losciriosardíangoteandosus lágrimasdeceraentre lanubede inciensoque inundaba losámbitosdeltemplo con su aroma sagrado; y allá en el altar, el sacerdote, todoresplandecientedeoro,alzabalacustodiacubiertadepedrería,bendiciendoalamuchedumbrearrodillada.

De pronto, volví la vista cerca de mí, al lado de un ángulo de sombra.Habíaunamujerqueoraba.Vestidadenegro,envueltaenunmanto,surostrose destacaba severo, sublime, teniendo por fondo la vaga obscuridad de unconfesonario.Eraunabellafazdeángel,conlaplegariaenlosojosyenloslabios. Había en su frente una palidez de flor de lis, y en la negrura de sumantoresaltabanjuntas,pequeñas,lasmanosblancasyadorables.Laslucesseiban extinguiendo, y a cada momento aumentaba lo obscuro del fondo, yentoncesporunofuscamientomeparecíaveraquellafaziluminarseconunaluz blancamisteriosa, como la que debe de haber en la región de los corosprosternadosydelosquerubinesardientes;luzalba,polvodenieve,claridadceleste,ondasantaquebañalosramosdeliriodebienaventurados.

Yaquelpálidorostrodevirgen,envueltaellaenelmantoyenlanoche,enaquel rincón de sombra, habría sido un tema admirable para un estudio alcarbón.

XI

PAISAJE

Hayallá,enlasorillasdelalagunadelaQuinta,unsaucemelancólicoquemoja de continuo su cabellera verde en el agua que refleja el cielo y losramajes,comosituvieseensufondounpaísencantado.

Alviejosauce lleganaparejados lospájarosy losamantes.Allíesdondeescuchéunatarde—cuandodelsolquedabaapenasenelcielountintevioletaqueseesfumabaporondas,ysobreelgranAndesnevadoundecrecientecolorderosaqueeracomotímidacariciadelaluzenamorada—,unrumordebesoscercadeltroncoagobiadoyunaleteoenlacumbre.

Estaban losdos, laamadayelamado,enunbancorústico,bajoel toldodelsauce.Alfrenteseextendíalalagunatranquila,consupuenteenarcadoylosárbolestemblorososdelaribera;ymásallásealzabaentreelverdordelashojas,lafachadadelpalaciodelaExposición,consuscóndoresdebronceenactituddevolar.

La dama era hermosa; él un gentilmuchacho, que le acariciaba con los

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dedosyloslabiosloscabellosnegrosylasmanosgrácilesdeninfa.

Y sobre las dos almas ardientes y sobre los dos cuerpos juntos,cuchicheabanenlenguarítmicayaladalasdosaves.Yarribaelcieloconsuinmensidadyconsufiestadenubes,plumasdeoro,alasdefuego,vellonesdepúrpura,fondosazulesflordelisadosdeópalo,derramabalamagnificenciadesupompa,lasoberbiadesugrandezaaugusta.

Bajolasaguasseagitaban,comoenunremolinodesangreviva,lospecesvelocesdealetasdoradas.

Al resplandor crepuscular, todo el paisaje se veía como envuelto en unapolvaredadesoltamizado,yeranelalmadelcuadroaquellosdosamantes:élmoreno,gallardo,vigoroso,conunabarbafinaysedosa,deesasquegustandetocar lasmujeres;ellarubia—¡unversodeGœth!—vestidaconuntrajegris,lustroso,yenelpechounarosafresca,comosubocarojaquepedíaelbeso.

XII

ELIDEAL

Y luego, una torre de marfil, una flor mística, una estrella a quienenamorar...Pasó,lavícomoquienvieraunalba,huyente,rápida,implacable.

Era una estatua antigua como un alma que se asomaba a los ojos, ojosangelicales,todosternura,todoscieloazul,todosenigma.

Sintióquelabesabaconmismiradasymecastigóconlamajestaddesubelleza,ymeviocomounareinaycomounapaloma.Peropasóarrebatadora,triunfante, como una visión que deslumbra. Y yo, el pobre pintor de laNaturalezaydePsyquis,hacedorderitmosydecastillosaéreos,víelvestidoluminosodelahada,laestrelladesudiadema,ypenséenlapromesaansiadadelamorhermoso.Masdeaquelrayosupremoyfatal,sóloquedóenelfondodemicerebrounrostrodemujer,unsueñoazul.

LAMUERTEDELAEMPERATRIZDELACHINA

Delicadayfinacomounajoyahumana,vivíaaquellamuchachitadecarnerosada,enlapequeñacasaqueteníaunsaloncitoconlostapicesdecolorazuldesfalleciente.Erasuestuche.

¿Quiéneraeldueñodeaqueldeliciosopájaroalegre,deojosnegrosyboca

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roja? ¿Para quién cantaba su canción divina, cuando la señorita Primaveramostraba en el triunfo del sol su bello rostro riente, y abría las flores delcampo,yalborotabalanidada?Suzettesellamabalaavecitaquehabíapuestoenjauladeseda,peluchesyencajes,unsoñadorartistacazador,quelahabíacazadounamañanadeMayoenquehabíamuchaluzenelaireymuchasrosasabiertas.

Recaredo—¡caprichopaternal!¡élnoteníalaculpadellamarseRecaredo!—sehabía casado hacía año ymedio.—¿Me amas?—Te amo. ¿Y tú?—Contodaelalma.

Hermosoeldíadorado,despuésdelodelcura.Habíanidoluegoalcamponuevo;agozarlibresdelgozodelamor.Murmurabanalláensusventanasdehojas verdes, las campanillas y las violetas silvestres que olían cerca delriachuelo,cuandopasabanlosdosamantes,elbrazodeélenlacinturadeella,elbrazodeellaenlacinturadeél,losrojoslabiosenflordejandoescaparlosbesos.Después, fue lavuelta a la gran ciudad, al nido llenodeperfume,dejuventudydecalordichoso.

¿DijeyaqueRecaredoeraescultor?Pues,sinolohedicho,sabedlo.

Eraescultor.Enlapequeñacasateníasutaller,conprofusióndemármoles,yesos,broncesyterracotas.Aveces,losquepasabanoíanatravésdelasrejasypersianasunavozquecantabayunmartilleovibranteymetálico.Suzette,Recaredo;labocaqueemergíaelcántico,yelgolpedelcincel.

Luegoelincesanteidilionupcial.Enpuntillas,llegardondeéltrabajaba,einundándole de cabellos la nuca, besarle rápidamente. Quieto, quietecito,llegar donde ella duerme en su chaise-longue, los piececitos calzados y conmediasnegras,unosobreotro,ellibroabiertosobreelregazo,mediodormida;yallíelbesoesenloslabios,besoquesorbeelalientoyhacequeseabranlosojos, inefablemente luminosos. Y a todo esto, las carcajadas del mirlo, unmirloenjauladoquecuandoSuzettetocadeChopin,seponetristeynocanta.¡Lascarcajadasdelmirlo!Noerapocacosa.—¿Mequieres?—¿Nolosabes?—¿Meamas?—¡Teadoro!Yaestabael animaluchoechando toda la risadelpico.Selesacabadelajaula,revolabaporelsaloncitoazulado,sedeteníaenlacabezadeunApolodeyeso,oenlafrámeadeunviejogermanodebronceobscuro.Tiiiiiirit...rrrrrrtchfiii...¡Vayaqueaveceseramalcriadoeinsolenteen su algarabía!Pero era lindo sobre lamanodeSuzette que lemimaba, leapretabaelpicoentresusdienteshastahacerlodesesperar,yledecíaavecescon una voz severa que temblaba de terneza: ¡Señor Mirlo, es usted unpicarón!

Cuandolosdosamadosestabanjuntos,searreglabanunoaotroelcabello.«Canta», decía él.Y ella cantaba lentamente; y aunque no eran sino pobresmuchachos enamorados, se veían hermosos, gloriosos y reales; él lamiraba

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comoaunaElsayellalemirabacomoaunLohengrin.PorqueelAmor,¡ohjóvenesllenosdesangreydesueños!,poneunazuldecristalantelosojos,ydalasinfinitasalegrías.

¡Cómoseamaban!ÉllacontemplabasobrelasestrellasdeDios;suamorrecorríatodalaescaladelapasión,yerayacontenido,yatempestuosoensuquerer,avecescasimístico.Enocasionesdijéraseaquelartistaunteósofoqueveía en la amadamujer algo supremo y extra-humano, como la Ayesha deRiderHagard;laaspirabacomounaflor,lesonreíacomoaunastroysesentíasoberbiamentevencedoralestrecharcontrasupechoaquellaadorablecabeza,quecuandoestabapensativayquieta,eracomparablealperfilhieráticodelamedalladeunaemperatrizbizantina.

Recaredo amaba su arte. Tenía la pasión de la forma; hacía brotar delmármolgallardasdiosasdesnudasdeojosblancos, serenosy sinpupilas; sutallerestabapobladodeunpueblodeestatuassilenciosas,animalesdemetal,gárgolasterroríficas,grifosdelargascolasvegetales,creacionesgóticasquizáinspiradas por el ocultismo. ¡Y sobre todo, la gran afición! japonerías ychinerías.Recaredoeraenestounoriginal.Noséquéhabríadadoporhablarchinoo japonés.Conocía losmejoresálbumes;había leídobuenosexotistas,adoraba a Loti y a Judith Gautier, y hacía sacrificios por adquirir trabajoslegítimos, de Yokoama, de Nagasaki, de Kioto o de Nankin o Pekín: loscuchillos, las pipas, las máscaras feas y misteriosas como las caras de lossueñoshípnicos,losmandarinitosenanosconpanzasdecucurbitáceosyojoscircunflejos,losmonstruosdegrandesbocasdebatracios,abiertasydentadasydiminutossoldadosdeTartaria,confacesfoscas.

—¡Oh—ledecíaSuzette:—aborrezco tu casa de brujo, ese terrible taller,arcaextrañaqueterobaamiscaricias!Élsonreía,dejabasulugardelabor,sutemplode raraschucheríasycorríaalpequeñosalónazul,averymimarsugraciosodijevivo,yoircantaryreirallocomirlojovial.

Aquellamañana,cuandoentró,vioqueestabasudulceSuzette,soñolientaytendida,cercadeuntazónderosasquesosteníauntrípode.¿EralaBelladelbosque durmiente? Medio dormida, el delicado cuerpo modelado bajo unabatablanca, lacabelleracastañaapelotonadasobreunodeloshombros, todaellaexhalandounsuaveolor femenino,eracomounadeliciosafigurade losamablescuentosqueempiezan:«Esteeraunrey...»

Ladespertó:

—¡Suzette;mibella!

Traíalacaraalegre;lebrillabanlosojosnegrosbajosufezrojodelabor;llevabaunacartaenlamano.

—CartadeRobert,Suzette.¡ElbribonazoestáenChina!«HongKong,18

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deEnero...»

Suzette,untantoamodorrada,sehabíasentadoylehabíaquitadoelpapel.¡Conque aquel andariego había llegado tan lejos! «Hong Kon», 18 deEnero...»Eragracioso.¡UnexcelentemuchachoeltalRobert,conlamaníadeviajar!Llegaríaalfindelmundo.¡Robert,ungrandeamigo!Seveíancomodela familia. Había partido hacía dos años para San Francisco de California.¡Habríasevistolocoigual!

Comenzóaleer.

«HongKong,18deEnerode1888.

«MibuenRecaredo:

«Vineyvi.Nohevencidoaún.

«EnSanFranciscosupevuestromatrimonioymealegré.DiunsaltoycaíenlaChina.Hevenidocomoagentedeunacasacaliforniana,importadoradesedas,lacas,marfilesydemáschinerías.Juntoconestacartadebesrecibirunregalomíoque,dadatuaficiónporlascosasdeestepaísamarillo,tellegarádeperlas.PonmealospiesdeSuzette,yconservaelobsequioenmemoriadetu

Robert.»

Nimás, ni menos. Ambos soltaron la carcajada. Elmirlo a su vez hizoestallarlajaulaenunaexplosióndegritosmusicales.

Lacajahabíallegado,unacajaderegulartamaño,llenademarchamos,denúmerosydeletrasnegrasquedecíanydabanaentenderqueelcontenidoeramuyfrágil.Cuandolacajaseabrióaparecióelmisterio.Eraunfinobustodeporcelana,unadmirablebustodemujersonriente,pálidoyencantador.Enlabaseteníatresinscripciones,unaencaractereschinescos,otraeninglésyotraen francés: La emperatriz de la China, ¡La emperatriz de la China! ¿Quémanos de artista asiático habían modelado aquellas formas atrayentes demisterio?Eraunacabellerarecogidayapretada,unafazenigmática,ojosbajosy extraños, de princesa celeste, sonrisa de esfinge, cuello erguido sobre loshombroscolumbinos,cubiertosporunahondadesedabordadadedragones,todo dando magia a la porcelana blanca, con tonos de cera, inmaculada ycándida.¡LaemperatrizdelaChina!Suzettepasabasusdedosderosasobrelos ojos de aquella graciosa soberana, un tanto inclinados, con sus curvosepicantus bajo los puros y nobles arcos de las cejas. Estaba contenta. YRecaredo sentía orgullo de poseer su porcelana.—Le haría un gabineteespecial,paraquevivieseyreinasesola,comoenelLouvrelaVenusdeMilo,triunfadora,cobijadaimperialmenteporelplafóndesurecintosagrado.

Así lo hizo.Enun extremodel taller, formóungabineteminúsculo, con

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biombos cubiertos de arrozales y de grullas. Predominaba la nota amarilla.Todalagama,oro,fuego,ocredeoriente,hojadeotoño,hastaelpálidoqueagoniza fundido en la blancura. En el centro, sobre un pedestal dorado ynegro,sealzabariendolaexóticaimperial.AlrededordeellahabíacolocadoRecaredo todas sus japonerías y curiosidades chinas. La cubría un granquitasolnipón,pintadodecameliasydeanchasrosassangrientas.Eracosaderisa,cuandoelartistasoñador,despuésdedejarlapipayloscinceles,llegabafrentealaemperatriz,conlasmanoscruzadassobreelpecho,ahacerzalemas.Una,dos,diez,veinteveces lavisitaba.Eraunapasión.Enunplatode lacayokoamesa le ponía flores frescas todos los días. Tenía en momentos,verdaderosarrobosdelantedelbustoasiáticoqueleconmovíaensudeleitableeinmóvilmajestad.Estudiabasusmenoresdetalles,elcaracoldelaoreja,elarcodellabio,lanarizpulida,elepicantusdelpárpado.¡Unídolo,lafamosaemperatriz!Suzettelellamabadelejos:—¡Recaredo!

—¡Voy!—Y seguía en la contemplación de su obra de arte. Hasta queSuzettellegabaallevárseloarastrasyabesos.

Undía,lasfloresdelplatodelacadesaparecieroncomoporencanto.

—¿Quiénhaquitadolasflores?—gritóelartistadesdeeltaller.

—Yo—dijounavozvibradora.

Era Suzette que entreabría una cortina, toda sonrosada y haciendorelampaguearsusojosnegros.

AlláenlohondodesucerebrosedecíaelseñorRecaredo,artistaescultor:—¿Qué tendrá mi mujercita? No comía casi. Aquellos buenos librosdesfloradosporsuespátulademarfil,estabanenelpequeñoestantenegro,consushojascerradassufriendolanostalgiade lasblandasmanosderosa,ydeltibio regazo perfumado. El señor Recaredo la veía triste. ¿Qué tendrá mimujercita?Enlamesanoqueríacomer.Estabaseria:¡quéseria!Lamirabaavecesconelrabodelojo,yelmaridoveíaaquellaspupilasobscuras,húmedas,comosiquisieranllorar.Yellaalresponder,hablabacomolosniñosaquienesse ha negado un dulce. ¿Qué tendrámimujercita? ¡Nada!Aquel «nada» lodecíaellaconvozdequeja,yentresílabaysílabahabíalágrimas.

¡Oh,señorRecaredo!loquetienevuestramujercitaesquesoisunhombreabominable.¿NohabéisnotadoquedesdequeesabuenadelaemperatrizdelaChinahallegadoavuestracasa,elsaloncitoazulsehaentristecido,yelmirlonocantaniríeconsurisaperlada?SuzettedespiertaaChopin,ylentamente,hacebrotarlamelodíaenfermaymelancólicadelnegropianosonoro.¡Tienecelos,señorRecaredo!Tieneelmaldeloscelos,ahogadoryquemante,comounaserpienteencendidaqueaprietaelalma.¡Celos!Quizáéllocomprendía,porqueuna tardedijoa lamuchachitade sucorazónestaspalabras, frentea

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frente, a través del humo de una taza de café:—Eres demasiado injusta.¿Acasono teamocon todamialma;acasonosabes leerenmisojos loquehaydentrodemicorazón?

Suzetterompióallorar.¡Quelaamaba!No,yanolaamaba.Habíanhuídolasbuenasyradianteshoras,ylosbesosquechasqueabantambiéneranidos,comopájarosenfuga.Yanolaquería.Yaella,alaqueélveíasureligión,sudelicia,susueño,surey,aella,aSuzette,lahabíadejadoporlaotra.

¡La otra!Recaredodio un salto.Estaba engañada. ¿Lodiría por la rubiaEulogia,aquienenuntiempohabíadirigidomadrigales?

Ellamoviolacabeza:—No.¿PorlaricachonaGabriela,delargoscabellosnegros,blancacomounalabastroycuyobustohabíahecho?¿OporaquellaLuisa,ladanzarina,queteníaunacinturadeavispa,unsenodebuenanodrizayunosojosincendiarios?¿OporlaviuditaAndrea,quealreirsacabalapuntadelalengua,rojayfelina,entresusdientesbrillantesyamarfilados?

No,noeraningunadeesas.Recaredosequedócongranasombro.—Mira,chiquilla,dimelaverdad.¿Quiénesella?Sabescuántoteadoro,miElsa,miJulieta,amormío...

Temblaba tanta verdad de amor en aquellas palabras entrecortadas ytrémulas, que Suzette, con los ojos enrojecidos, secos ya de lágrimas, selevantóirguiendosulindacabezaheráldica.

—¿Meamas?

—¡Bienlosabes!

—Deja,pues,quemevenguedemi rival.Ellaoyo,escoge.Siesciertoquemeadoras,¿querráspermitirquelaaparteparasiempredetucamino,quequedeyosola,confiadaentupasión?

—Sea—dijo Recaredo—. Y viendo irse a su avecita celosa y terca,prosiguiósorbiendoelcafé,tannegrocomolatinta.

Nohabía tomado tres sorbos, cuandooyóungran ruidode fracasoenelrecintodesutaller.

Fue:¿Quémiraronsusojos?Elbustohabíadesaparecidodelpedestaldenegroyoro,yentreminúsculosmandarinescaídosydescolgadosabanicos,seveíanporelsuelopedazosdeporcelanaquecrujíanbajolospequeñoszapatosde Suzette, quien toda encendida y con el cabello suelto, aguardando losbesos,decíaentrecarcajadasargentinasalmariditoasustado:—Estoyvengada.¡HamuertoyaparatilaemperatrizdelaChina!

Ycuandocomenzólaardientereconciliacióndeloslabios,enelsaloncitoazul,todollenoderegocijo,elmirlo,ensujaula,semoríaderisa.

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AUNAESTRELLA

(ROMANZAENPROSA)

¡Princesadeldivinoimperioazul,quiénbesaratuslabiosluminosos!

¡Yo soy el enamorado estático que soñandomi sueño de amor, estoy derodillas,con losojos fijosen tu inefableclaridad,estrellamía,queestás tanlejos!¡Oh,cómoardoencelos,cómotiemblamialmacuandopiensoquetú,cándidahijadelaAurora,puedesfijartusmiradasenelhermosoPríncipeSolque viene de Oriente, gallardo y bello en su carro de oro, celeste flecherotriunfador,decorazaadamantina,quetraealaespaldaelcarcajbrillantellenodeflechasdefuego!Perono,túmehassonreídobajotupalio,ytusonrisaeradulce como la esperanza. ¡Cuántas veces mi espíritu quiso volar hacia ti yquedódesalentado!¡Estátanlejanotualcázar!Hecantadoenmissonetosyenmismadrigalestumísticoflorecimiento,tuscabellosdeluz,tualbavestidura.Tehe visto comounapálidaBeatriz del firmamento, lírica y amorosa en tusublimeresplandor.¡Princesadeldivinoimperioazul,quiénbesaratuslabiosluminosos!

Recuerdo aquella negra noche ¡oh genioDesaliento! en que visitastemicuarto de trabajo para darme tortura, para dejarme casi desolado el pobrejardíndemi ilusión,dondemesegaste tantos frescos idealesen flor.Tuvozmesonóahierroyteescuchétemblando,porquetupalabraeracortanteyfríaycaíacomounhacha.Mehablastedel caminode laGloria,dondehayqueandar descalzo sobre cambroneras y abrojos; y desnudo, bajo una eternagranizada;yaobscuras,cercadehondosabismos, llenosdesombracomolamuerte.MehablastedelvergelAmor,dondeescasiimposiblecortarunarosasinmorir,porqueesraralaflorenquenoanidaunáspid.Ymedijistedelaterrible ymuda esfinge de bronce que está a la entrada de la tumba. Y yoestabaespantado,porquelagloriamehabíaatraído,consuhermosapalmaenla mano, y el Amor me llenaba con su embriaguez, y la vida era para míencantadorayalegre como laven las floresy lospájaros.Yyapresademidesesperanza,esclavotuyo,obscurogenioDesaliento,huídemitristelugardelabor—donde entre una corte de bardos antiguos y de poetas modernos,resplandecíaeldiosHugo,enlaedicióndeHetzel—ybusquéelairelibrebajoelcielodelanoche.Entoncesfue,adorableyblancaprincesa,cuandotuvistecompasión de aquel pobre poeta, y le miraste con tu mirada inefable y lesonreiste,ydetusonrisaemergíaeldivinoversodelaesperanza!¡Estrellamíaqueestástanlejos,quiénbesaratuslabiosluminosos!

Queríacontarteunpoemasideralquetúpudierasoir,queríasertuamante

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ruiseñor, y dartemi apasionado ritornelo,mi etérea y rubia soñadora.Y asídesde la tierra donde caminamos sobre el limo, enviarte mi ofrenda dearmonía a tu región en que deslumbra la apoteosis y reina sin cesar elprodigio.

Tudiademaasombraalosastrosytuluzhacecantaralospoetas,perlaenelOcéanoinfinito,flordelisdeloriflamainmensodelgranDios.

Tehevistounanocheaparecerenelhorizontesobreelmar,yelgigantescoviejo,ebriodesal,tesaludóconlassalvasdesusolassonantesyroncas.Túcaminabas con un manto tenue y dorado; tus reflejos alegraban las vastasaguaspalpitantes.

Otra vez era en una selva obscura, donde poblaban el aire los grillosmonótonos,conlasnotaschillonasdesusnocturnosyrudosviolines.Atravésdeun ramaje te contemplé en tudeleitable serenidad, yvi sobre los árbolesnegros,trémuloshilosdeluzcomosihubiesencaídodelaaltura,hebrasdetucabellera. Princesa del divino imperio azul, ¡quién besara tus labiosluminosos!

Tecantayvuelaatilaalondramatinalenelalbadelaprimavera,enqueelvientollevavibracionesdeliraseólicas,yelecodelostímpanosdeplataquesuenanlossilfos.Desdeturegiónderramalasperlasarmónicasycristalinasdesubuche,quecaenysejuntanalauniversalygrandiosasinfoníaquellenaladespiertatierra.

¡Y en esa hora pienso en ti, porque es la hora de supremas citas en elprofundo cielo y de ocultos y ardorosos oarystis en los tibios parajes delbosquedondefloreceelcitisoquealegralaégogla!¡Estrellamía,queestástanlejos,quiénbesaratuslabiosluminosos!

ELAÑOLÍRICOPRIMAVERAL

Mesderosas.Vanmisrimas

enronda,alavastaselva,

arecogermielyaromas

enlasfloresentreabiertas.

Amada,ven.Elgranbosque

esnuestrotemplo;allíondea

yflotaunsantoperfume

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deamor.Elpájarovuela

deunárbolaotroysaluda

tufrenterosadaybella

comoaunalba;ylasencinas

robustas,altas,soberbias,

cuandotúpasasagitan

sushojasverdesytrémulas,

yenarcansusramascomo

paraquepaseunareina.

¡Oh,amadamía!Eseldulce

tiempodelaprimavera.

Mira:entusojoslosmíos:

daalvientolacabellera,

yquebañeelsolesearo

deluzsalvajeyespléndida.

Damequeaprietenmismanos

lastuyasderosayseda,

yríe,ymuestrentuslabios

supúrpurahúmedayfresca.

Yovoyadecirterimas,

túvasaescucharrisueña;

siacasoalgúnruiseñor

vinieseaposarsecerca

yacontaralgunahistoria

deninfa,rosasoestrellas,

túnooirásnotasnitrinos,

sinoenamoradayregia,

escucharásmiscanciones

fijaenmislabiosquetiemblan.

¡Oh,amadamía!Eseldulce

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tiempodelaprimavera.

Alláhayunaclarafuente

quebrotadeunacaverna,

dondesebañandesnudas

lasblancasninfasquejuegan.

Ríenalsondelaespuma,

hiendenlalinfaserena;

entrepolvocristalino

esponjansuscabelleras;

ysabenhimnosdeamores

enhermosalenguagriega,

queengloriosotiempoantiguo

Paninventóenlasflorestas.

Amada,pondréenmisrimas

lapalabramássoberbia

delasfrasesdelosversos

deloshimnosdeesalengua;

ytediréesapalabra

empapadaenmielhiblea...

¡oh,amadamía!eneldulce

tiempodelaprimavera.

Vanensusgruposvibrantes

revolandolasabejas

comounáureotorbellino

quelablancaluzalegra;

ysobreelaguasonora

pasanradiantes,ligeras,

consusalascristalinas

lasirisadaslibélulas.

Oye:cantalacigarra

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porqueamaalsol,queenlaselva

supolvodeorotamiza,

entrelashojasespesas.

Sualientonosdaenunsoplo

fecundolamadretierra,

conelalmadeloscálices

yelaromadelasyerbas.

¿Vesaquelnido?Hayunave.

Sondos:elmachoylahembra.

Ellatieneelbucheblanco,

éltienelasplumasnegras.

Enlagargantaelgorjeo,

lasalasblancasytrémulas;

ylospicosquesechocan

comolabiosquesebesan.

Elnidoescántico.Elave

incubaeltrino,¡oh,poetas!

delalirauniversal

elavepulsaunacuerda.

Benditoelcalorsagrado

quehizoreventarlasyemas,

¡oh,amadamía,eneldulce

tiempodelaprimavera!

MidulcemusaDelicia

metrajounánforagriega

cinceladaenalabastro,

devinodeNaxosllena;

yunahermosacopadeoro,

labasehenchidadeperlas,

paraquebebieseelvino

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queespropicioalospoetas.

EnlaánforaestáDiana,

real,orgullosayesbelta,

consudesnudezdivina

yensuactitudcinegética.

Yenlacopaluminosa

estáVenusCiterea

tendidacercadeAdonis

quesuscariciasdesdeña.

NoquieroelvinodeNaxos

nielánforadeansasbellas,

nilacopadondeCipria

algallardoAdonisruega.

Quierobeberdelamor

sóloentubocabermeja,

¡oh,amadamía,eneldulce

tiempodelaprimavera!

ESTIVAL

I

LatigredeBengala,

consulustrosapielmanchadaatrechos,

estáalegreygentil,estádegala.

Saltadelosrepechos

deunribazo,altupido

carrizaldeunbambú;luegoalaroca

queseyerguealaentradadesugruta.

Allílanzaunrugido,

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seagitacomoloca

yerizadeplacersupielhirsuta.

Lafieravirgenama.

Eselmesdelardor.Pareceelsuelo

rescoldo;yenelcielo

elsolinmensallama.

Porelramajeobscuro

saltahuyendoelkanguro.

Elboaseinfla,duerme,secalienta

alatórridalumbre;

elpájarosesienta

areposarsobrelaverdecumbre.

Siéntensevahosdehorno;

ylaselvaindiana

enalasdelbochorno,

lanza,bajoelsereno

cielo,unsoplodesí.Latigreufana

respiraapulmónlleno,

yalversehermosa,altiva,soberana,

lelateelcorazón,selehinchaelseno.

Contemplasugranzarpa,enellalauña

demarfil;luegotoca

elfilodeunaroca,

ypruebaylorasguña.

Míraseluegoelflanco

queazotaconelrabopuntiagudo

decolornegroyblanco,

ymóvilyfelpudo;

luegoelvientre.Enseguida

abrelasanchasfauces,altanera

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comoreinaqueexigevasallaje;

despuéshusmea,busca,va.Lafiera

exhalaalgoamanera

deunsuspirosalvaje.

Unrugidocallado

escuchó.Conpresteza

volviolavistadeunoaotrolado.

Ychispeósuojoverdeydilatado

cuandomiródeuntigrelacabeza

surgirsobrelacimadeuncollado.

Eltigreseacercaba.

Eramuybello.

Gigantescalatalla,elpelofino,

apretadoelijar,robustoelcuello,

eraundonJuanfelino

enelbosque.Andaatrancos

callados;vealatigreinquieta,sola,

ylemuestralosblancos

dientes;yluegoarbolada

condonairelacola.

Alcaminarseveía

sucuerpoondear,congarboybizarría.

Semirabanlosmúsculoshinchados

debajodelapiel.Ysediría

seraquellaalimaña

unrudogladiadordelamontaña.

Lospeloserizados

dellabiorelamía.Cuandoandaba,

consupesochafaba

layerbaverdeymuelle;

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yelruidodesualientosemejaba

elresollardeunfuelle.

Éles,éleselrey.Cetrodeoro

no,sinolaanchagarra

quesehincareciaeneltestuzdeltoro

ylascarnesdesgarra.

Lanegraáguilaenorme,depupilas

defuegoycorvopicorelumbrante,

tieneaAquilón;lasondasytranquilas

aguas,elgrancaimán;elelefante,

lacañadaylaestepa;

lavíbora,losjuncospordotrepa;

ysucalientenido

delárbolsuspendido,

elavedulceytierna

queamalaprimerluz.

Éllacaverna.

Noenvidianalleónlacrin,nialpotrorudo

elcasco,nialmembrudo

hipopótamoellomocorpulento

quienbajolosramajesdecopudo

baobab,rugealviento.

Asívaelorgulloso,llega,halaga;

correspondelatigrequeleespera,

yconcariciaslascariciaspaga

ensusalvajeardor,lacarnicera.

Después,elmisterioso

tacto,lasimpulsivas

fuerzasquearrastranconpoderpasmoso;

y¡ohgranPan!elidiliomonstruoso

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bajolasvastasselvasprimitivas.

Noeldelasmusasdelasblandashoras

suaves,expresivas,

lasrientesauroras

ylasazulesnochespensativas;

sinoelquetodoenciende,anima,exalta,

polen,savia,calor,nervio,corteza,

yentorrentesdevidabrotaysalta

delsenodelagranNaturaleza.

II

ElpríncipedeGalesvadecaza

porbosquesyporcerros,

consugranservidumbreyconsusperros

delamásfinaraza.

Acallandoeltropeldelosvasallos,

deteniendotraíllasycaballos,

conlamiradainquieta,

contemplaalosdostigres,delagruta

alaentrada.Requierelaescopeta,

yavanza,ynoseinmuta.

Lasfierasseacarician.Nohanoído

tropeldecazadores.

Aesosterriblesseres,

embriagadosdeamores,

concadenasdeflores

seleshubierauncido

alanevadaconchadeCiteres

oalcarrodeCupido.

Elpríncipeatrevido,

adelanta,seacerca,yasepara;

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yaapuntaycierraunojo;yadispara;

yadelarmaelestruendo

porelespesobosqueharesonado.

Eltigresalehuyendo

ylahembraqueda,elvientredesgarrado.

¡Oh,vaamorir!...Peroantes,débil,yerta,

chorreandosangreporlaheridaabierta,

conojodolorido

miróaaquelcazador,lanzóungemido

comoun¡ay!demujer...ycayómuerta.

III

Aquelmachoquehuyó,bravoyzahareño

alosrayosardientes

delsol,ensucubildespuésdormía.

Entoncestuvounsueño

queenterrabalasgarrasylosdientes

envientressonrosados

ypechosdemujer;yqueengullía

porpostresdelicados

decomidasycenas,

comotigregolosoentregolosos,

unascuantasdocenas

deniñostiernos,rubiosysabrosos.

AUTUMNAL

Eros,Vita,Lumen.

Enlaspálidastardes

yerrannubestranquilas

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enelazul;enlasardientesmanos

seposanlascabezaspensativas.

¡Ahlossuspiros!¡Ahlosdulcessueños!

¡Ahlastristezasíntimas!

¡Ahelpolvodeoroqueenelaireflota,

trascuyasondastrémulassemiran

losojostiernosyhúmedos,

lasbocasinundadasdesonrisas,

lascrespascabelleras

ylosdedosderosaqueacarician!

Enlaspálidastardes

mecuentaunhadaamiga

lashistoriassecretas

llenasdepoesía;

loquecantanlospájaros,

loquellevanlasbrisas,

loquevagaenlasnieblas

loquesueñanlasniñas.

Unavezsentíelansia

deunasedinfinita.

Dijealhadaamorosa:

—Quieroenelalmamía

tenerlainspiraciónhonda,profunda,

inmensa:luz,calor,aroma,vida.

Ellamedijo:—¡Ven!conelacento

conquemehablaríaunarpa.Enélhabía

undivinoidiomadeesperanza.

¡Ohseddelideal!

Sobrelacima

deunmonte,amedianoche,

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memostrólasestrellasencendidas.

Eraunjardíndeoro

conpétalosdellamasquetitilan.

Exclamé:—Más...

Laaurora

vinodespués.Laaurorasonreía,

conlaluzenlafrente,

comolajoventímida

queabrelareja,ylasorprendenluego

ciertascuriosas,mágicaspupilas.

Ydije:—Más...—Sonriendo

lacelestehadaamiga

prorrumpió:—¡Ybien!¡Lasflores!

Ylasflores

estabanfrescas,lindas,

empapadasdeolor:larosavirgen,

lablancamargarita,

laazucenagentilylasvolúbiles

quecuelgandelaramaestremecida.

Ydije:-Más...

Elviento

arrastrabarumores,ecos,risas,

murmullosmisteriosos,aleteos,

músicasnuncaoídas.

«Elhadaentoncesmellevóhastaelvelo

quenoscubrelasansiasinfinitas,

lainspiraciónprofunda

yelalmadelasliras.

Ylorasgó.Yallítodoeraaurora.»

Enelfondoseveía

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unbellorostrodemujer.

¡Oh;nunca,

Piérides,diréislassacrasdichas

queenelalmasintiera!

Consuvagasonrisa:

—¿Más?...—dijoelhada.—Yyoteníaentonces

clavadaslaspupilas

enelazul;yenmisardientesmanos

seposómicabezapensativa...

INVERNAL

Noche.Estevientovagabundolleva

lasalasentumidas

yheladas.ElgranAndes

yerguealinmensoazulsublancacima.

Lanievecaeencopos,

susrosastransparentescristaliza;

enlaciudad,losdelicadoshombros

ygargantasseabrigan;

ruedanyvanloscoches,

suenanalegrespianos,elgasbrilla;

y,sinohayunfogónquelecaliente,

elqueespobretirita.

Yoestoyconmisradiantesilusiones

ymisnostalgiasíntimas,

juntoalachimenea

bienhartadetizonesquecrepitan.

Ymepongoapensar:¡Oh!¡siestuviese

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ella,lademisansiasinfinitas,

lademissueñoslocos,

ymisazulesnochespensativas!

¿Cómo?Mirad:

Delaapacibleestancia

enlaextensióntranquila

vertíalalámparareflejos

delucesopalinas.

Dentro,elamorqueabrasa;

fuera,lanochefría;

elgolpedelalluviaenloscristales,

yelvendedorquegrita

sumonótonaytristemelopea

alasglacialesbrisas.

Dentro,larondademismildelirios,

lascancionesdenotascristalinas,

unasmanosquetoquenmiscabellos,

unalientoquerocemismejillas,

unperfumedeamor,milconmociones,

milardientescaricias;

ellayyo:losdosjuntos,losdossolos

laamadayelamado,¡oh,Poesía!

losbesosdesuslabios,

lamúsicatriunfantedemisrimas

yenlanegraycercanachimenea

eltuerobrilladorqueestallaenchispas.

¡Oh!¡bienhayaelbrasero

llenodepedrería!

Topaciosycarbunclos,

rubíesyamatistas

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enlaanchacopaetrusca

repletadeceniza.

Loslechosabrigados,

lasalmohadasmullidas,

laspielesdeAstrakán,losbesoscálidos

quedanlasbocashúmedasytibias.

¡Oh,viejoInvierno,salve!

puestoquetraesconlasnievesfrígidas

elamorembriagante

yelvinodelplacerentumochila.

Sí,estaríaamilado,

dándomesussonrisas,

ella,laquehacefaltaamisestrofas,

esaquemicerebroseimagina;

laque,siestoyensueños,

seacercaymevisita;

ellaque,hermosa,tiene

unacarneideal,grandespupilas,

algodelmármol,blancaluzdeestrella;

nerviosasensitiva,

muestraelcuellogentilydelicado

delasHebesantiguas;

bellosgestosdediosa,

tersosbrazosdeninfa,

lustrosacabellera

enlanucaencrespadayrecogida

yojerasquedenuncian

ansiasprofundasypasionesvivas.

¡Ah,porverlaencarnada,

porgozarsuscaricias,

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porsentirenmislabios,

losbesosdesuamor,dieralavida!

Entretantohacefrío.

Yocontemplolasllamasqueseagitan,

cantandoalegresconsuslenguasdeoro,

móviles,caprichosaseintranquilas,

enlanegraycercanachimenea

doeltuerobrilladorestallaenchispas.

Luegopiensoenelcoro

delasalegresliras.

Enlacopalabrada,elvinonegro,

lacopahirvientecuyosbordesbrillan

coniristemblorososycambiantes

comouncollardeprismas;

elvinonegroquelasangreenciende,

yponeelcorazónconalegría,

yhaceescribiralospoetaslocos

sonetosáureosyflamantessilvas.

ElInviernoesbeodo.

Cuandosoplansusbrisas,

brotanlasviejascubas

lasangredelasviñas.

Sí,yopintarasucabezacana

concoronadepámpanosguarnida.

Elinviernoesgaleoto,

porqueenlasnochesfrías

PaolobesaaFrancesca

enlabocaencendida,

mientrassusangrecomofuegocorre

yelcorazónardiendolepalpita.

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¡Oh,crudoInvierno,salve!

puestoquetraesconlasnievesfrígidas

elamorembriagante

yelvinodelplacerentumochila.

Ardoradolescente,

miradasycaricias;

cómoestaríatrémulaenmisbrazos

ladulceamadamía,

dándomeconsusojosluzsagrada,

consuaromadeflor,saviadivina.

Enlaalcobalalámpara

derramandosuslucesopalinas;

oyéndosetansólo

suspiros,ecos,risas;

elruidodelosbesos;

lamúsicatriunfantedemisrimas,

yenlanegraycercanachimenea

eltuerobrilladorqueestallaenchispas.

Dentro,elamorqueabrasa;

fuera,lanochefría.

PENSAMIENTOSDEOTOÑO

(DeArmandSilvestre.)

Huyeelañoasutérmino

comoarroyoquepasa,

llevandodelPoniente

luzfugitivaypálida.

Yasícomoeldelpájaro

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quetristetiendeelala,

elvuelodelrecuerdo

quealespacioselanza

languideceenloinmenso

delazulpordovaga.

Huyeelañoasutérmino

comoarroyoquepasa.

Unalgodealmaaunyerra

porloscálicesmuertos

delastardesvolúbiles

ylosrosalestrémulos.

Ydeluceslejanas

alhondofirmamento,

enalasdelperfume

aunseremontaunsueño.

Unalgodealmaaunyerra

porloscálicesmuertos.

Cancióndedespedida

fingenlasfuentesturbias.

Siteplace,amormío,

volvamosalaruta

quealláenlaprimavera

ambos,lasmanosjuntas,

seguimos,embriagados

deamorydeternura,

porlosgratossenderos

dosusramascolumpian

olientesavenidas

quelasfloresperfuman.

Cancióndedespedida

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fingenlasfuentesturbias.

Uncánticodeamores

brotamipechoardiente

queeternoabrilfecundo

dejuventudflorece.

¡Quemueran,enbuenahora

losbellosdías!Llegue

otravezelinvierno;

renazcaásperoyfuerte.

Delvientoentreelquejido,

cualmágicohimnoalegre,

uncánticodeamores

brotamipechoardiente.

Uncánticodeamores

atusacrabeldad,

¡mujer,eternoestío,

primaverainmortal!

Hermanadelígneoastro

queporlainmensidad

entodaestaciónvierte

fecundosincesar,

desuluzesplendente

eldoradoraudal.

Uncánticodeamores

atusacrabeldad,

¡mujer,eternoestío,

primaverainmortal!

AUNPOETA

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Nadamástristequeuntitánquellora,

hombre-montañaencadenadoaunlirio,

quegime,fuerte,quepujante,implora:

víctimapropiaensufatalmartirio.

HérculeslocoquealospiesdeOnfalia

laclavadejayellucharrehúsa,

héroequecalzafemenilsandalia,

vatequeolvidalavibrantemusa.

¡Quiendesquijabalosrobustosleones,

hilandoesclavoconladébilrueca;

sinlabor,sinempuje,sinacciones:

puñosdefierroyásperamuñeca!

Noestalpoetaparahollaralfombras

pordondetriunfanfemenilesdanzas:

quevibrerayosparaherirlassombras,

queescribaversosqueparezcanlanzas.

Relampagueandolasoberbiaestrofa,

susurcodejedeesplendentelumbre,

yelpantanodeescándaloydemofa

quenoloveaeláguilaensucumbre.

Bravosoldadoconsucascodeoro

lanceeldardoquequemayquedesgarra,

queembistarudocomoembisteeltoro,

queclavefirme,comoelleón,lagarra.

Cantevalienteyalcantartrabaje;

queofrezcaroblessisejuzgamonte;

quesuidea,enelmalrompaydesgaje

comoenlaselvavirgenelbisonte.

Queloquedigalainspiradaboca

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sueneenelpuebloconpalabraextraña;

ruidodeoleajealazotarlaroca,

vozdecavernaysoplodemontaña.

DejeSansóndeDálilaelregazo:

Dálilaengañaycortaloscabellos.

Nopierdaelfuerteelrayodesubrazo

porseresclavodeunosojosbellos.

ANAGKE

Ydijolapaloma:

—Yosoyfeliz.Bajoelinmensocielo,

enelárbolenflor,juntoalapoma,

llenademiel,juntoalretoñosuave

yhúmedoporlasgotasderocío,

tengomihogar.Yvuelo

conmisanhelosdeave,

delamadoárbolmío

hastaelbosquelejano,

cuandoalhimnojocundo

deldespertardeOriente,

saleelalbadesnuda,ymuestraalmundo

elpudordelaluzsobresufrente.

Mialaesblancaysedosa;

laluzladoraybaña

ycéfirolapeina.

Sonmispiescomopétalosderosa.

Yosoyladulcereina

quearrullaasupalomoenlamontaña.

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Enelfondodelbosquepintoresco

estáelalerceenqueforméminido;

ytengoallí,bajoelfollajefresco,

unpolluelosinpar,reciénnacido.

Soylapromesaalada,

eljuramentovivo;

soyquienllevaelrecuerdodelaamada

paraelenamoradopensativo;

yosoylamensajera

delostristesyardientessoñadores,

quevaarevoloteardiciendoamores

juntoaunaperfumadacabellera.

Soyelliriodelviento.

Bajoelazuldelhondofirmamento

muestrodemitesorobelloyrico

laspreseasygalas:

elarrulloenelpico,

laacariciaenlasalas.

Yodespiertoalospájarosparleros

yentonansusmelódicoscantares:

meposoenlosfloridoslimoneros

yderramounalluviadeazahares.

Yosoytodainocente,todapura.

Yomeesponjoenlasansiasdeldeseo,

ymeestremezcoenlaíntimaternura

deunroce,deunrumor,deunaleteo.

¡Oh,inmensoazul!Yoteamo.PorqueaFlora

daslalluviayelsolsiempreencendido:

porque,siendoelpalaciodelaaurora,

tambiénereseltechodeminido.

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¡Oh,inmensoazul!Yoadoro

tuscelajesrisueños,

yesanieblasutildepolvosdeoro

dondevanlosperfumesylossueños.

Amolosvelostenues,vagarosos,

delasflotantesbrumas,

dondetiendoalosairescariñosos

elsedeñoabanicodemisplumas.

¡Soyfeliz!porqueesmíalafloresta,

dondeelmisteriodelosnidossehalla;

porqueelalbaesmifiesta

yelamormiejercicioymibatalla.

Feliz,porquededulcesansiasllena

calentarmispolluelosesmiorgullo,

porqueenlasselvasvírgenesresuena

lamúsicacelestedemiarrullo,

porquenohayunarosaquenomeame,

nipájarogentilquenomeescuche,

nigarridocantorquenomellame.

—¿Sí?—dijoentoncesungaviláninfame,

yconfurorselametióenelbuche.

EntonceselbuenDios,alláensutrono,

(mientrasSatán,pordistraersuencono

aplaudíaaaquelpájarozahareño)

sepusoameditar.Arrugóelceño,

ypensó,alrecordarsusvastosplanes,

yrecorrersuspuntosysuscomas,

quecuandocreópalomas

nodebíahabercreadogavilanes.

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SONETOS

CAUPOLICÁN

AEnriqueHernándezMiyares.

Esalgoformidablequeviolaviejaraza:

robustotroncodeárbolalhombrodeuncampeón

salvajeyaguerrido,cuyafornidamaza

blandieraelbrazodeHércules,oelbrazodeSansón.

Porcascosuscabellos,supechoporcoraza,

pudieratalguerrero,deAraucoenlaregión,

lancerodelosbosques,Nenrodquetodocaza,

desjarretaruntoro,oestrangularunleón.

Anduvo,anduvo,anduvo.Leviolaluzdeldía,

leviolatardepálida,leviolanochefría,

ysiempreeltroncodeárbolacuestasdeltitán.

«¡ElToqui,elToqui!»clamalaconmovidacasta.

Anduvo,anduvo,anduvo.LaAuroradijo:«Basta»,

eirguióselaaltafrentedelgranCaupolicán.

VENUS

Enlatranquilanoche,misnostalgiasamargassufría.

Enbuscadequietudbajéalfrescoycalladojardín.

EnelobscurocieloVenusbellatemblandolucía,

comoincrustadoenébanoundoradoydivinojazmín.

Amialmaenamorada,unareinaorientalparecía,

queesperabaasuamante,bajoeltechodesucamarín,

oque,llevadaenhombros,laprofundaextensiónrecorría,

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triunfanteyluminosa,recostadasobreunpalanquín.

«¡Oh,reinarubia!—díjele,—mialmaquieredejarsucrisálida

yvolarhaciati,ytuslabiosdefuegobesar;

yflotarenelnimboquederramaentufrenteluzpálida,

yensideraleséxtasisnodejarteunmomentodeamar.»

Elairedelanocherefrescabalaatmósferacálida.

Venus,desdeelabismo,memirabacontristemirar.

DEINVIERNO

Eninvernaleshoras,miradaCarolina.

Medioapelotonada,descansaenelsillón,

envueltaconsuabrigodemartacibelina

ynolejosdelfuegoquebrillaenelsalón.

Elfinoangorablanco,juntoaellasereclina,

rozandoconsuhocicolafaldadeAlençón,

nolejosdelasjarrasdeporcelanachina

quemedioocultaunbiombodesedadelJapón.

Consussutilesfiltroslainvadeundulcesueño;

entro,sinhacerruido;dejomiabrigogris;

voyabesarsurostro,rosadoyhalagüeño

comounarosarojaquefueraflordelis;

abrelosojos;mírame,consumirarrisueño

yentantocaelanievedelcielodeParís.

MEDALLONES

I

LECONTEDELISLE

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Delaseternasmusaselreinosoberano

recorres,bajounsoplodevastainspiración,

comounrajahsoberbioqueensuelefanteindiano

porsusdominiospasaderudovientoalson.

TútienesentucantocomoecosdeOcéano;

seveentupoesíalaselvayelleón;

salvajeluzirradialaliraqueentumano

derramasusonora,robustavibración.

Túdelfakirconocessecretosyavatares;

atualmadioelOrientemisteriosseculares,

visioneslegendariasyespírituoriental.

Tuversoestánutridoconsabiadelatierra;

fulgordeRamayanastuvivaestrofaencierra,

ycantasenlalenguadelbosquecolosal.

II

CATULLEMENDES

Puedeajustarsealpechocorazaférreaydura;

puederegirlalanza,lariendadelcorcel;

susmúsculosdeatletasoportanlaarmadura...

peroélbuscaenlasbocasrosadas,lecheymiel.

Artista,hijodeCapua,queadoralahermosura,

lacarnefemeninaprefieresupincel;

yenelrecintoocultodetibiaalcobaobscura,

agregamirtoyrosasasutriunfallaurel.

Cantadelosoarystiseldeliciosoinstante,

losbesosyeldeliriodelamujeramante;

yensuspalabrastieneperfume,alma,color.

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Suaveeslavenusina,latímidapaloma.

VencidohubieraenGrecia,vencidohubieraenRoma,

entodosloscombatesdelarteodelamor.

III

WALTWHITMAN

Ensupaísdehierroviveelgranviejo,

bellocomounpatriarca,serenoysanto.

Tieneenlaarrugaolímpicadesuentrecejo,

algoqueimperayvenceconnobleencanto.

Sualmadelinfinitopareceespejo;

sonsuscansadoshombrosdignosdelmanto;

yconarpalabradadeunrobleañejo,

comounprofetanuevocantasucanto.

Sacerdote,quealientasoplodivino,

anunciaenelfuturotiempomejor.

Dicealáguila:«¡Vuela!»«¡Boga!»almarino,

y«¡Trabaja!»alrobustotrabajador.

¡Asívaesepoetaporsucamino

consusoberbiorostrodeemperador!

IV

J.J.PALMA

Yadeuncorintiotemplocincelaunametopa,

yadeunmoriscoalcázarelcapitelsutil,

yacomoBenvenuto,delorodeunacopa

formaunjoyelartístico,prodigiodelburil.

PintalasdulcesGracias,oladesnudaEuropa,

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enelpulidobordedeunvasodemarfil,

oaDiana;diosavirgendedesceñidaropa,

conairecinegético,oengrupopastoril.

Lamusaquealpoetasuscánticosinspira

nollevalavibrantetrompetademetal,

nieslabacantelocaquecantayquedelira,

eselamorfogoso,yenelplacertriunfal:

ellaalcantorofrecelasepticordelira,

o,rítmicaysonora,laflautadecristal.

V

SALVADORDÍAZMIRON

Tucuartetoescuadrigadeáguilasbravas

queamanlastempestades,losOcéanos;

laspesadastizonas,lasférreasclavas,

sonlasarmasforjadasparatusmanos.

Tuideatienecráteresyviertelavas;

delArterecorriendomontesyllanos,

vantusrudasestrofasjamásesclavas,

comountropeldebúfalosamericanos.

Loquesuenaentuliralejosresuena,

comocuandohablaelbóreas,ocuandotruena.

¡HijodelNuevoMundo!lahumanidad

oiga,sobrelafrentedelasnaciones,

lahímnicapompalíricadetuscanciones

quesaludantriunfanteslaLibertad.

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