ayotzinapa nueve meses

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OPINIÓN 4A OPINIÓN I Jueves 2 de julio de 2015 n DIRECTOR GENERAL Guillermo Ortega Ruiz n DIRECTOR EDITORIAL Sergio René de Dios n EDITOR EN JEFE Perla Velasco n JEFE DE CIERRE Alonso Jiménez n JEFE DE COMUNICACIÓN GRÁFICA Y DISEÑO Arturo Adrián Salazar Cárdenas n JEFE DE INFORMACIÓN Nivia Cervantes n JEFE DE PROYECTOS ESPECIALES Óscar Orozco n EDITOR DE FOTOGRAFÍA Humberto Muñiz es una publicación diaria de TV ZAC, SA de CV. Jueves 2 de julio de 2015. Domicilio de la publicación: Morelos 2027, fraccionamiento Ladrón de Guevara, CP 44600, Guadalajara, Jalisco. Impresión hecha en los talleres de Comercializadora Editorial de Occidente, SA de CV, calle Orozco y Berra 229, colonia La Loma, CP 44410, Guadalajara, Jalisco. Permiso de la Secretaría de Gobernación en trámite. Las opiniones aquí publicadas no representan necesariamente la postura editorial de NTR Medios de Comunicación; son responsabilidad exclusiva de quienes las firman. NTR MEDIOS DE COMUNICACIÓN INTUICIONES FRANCISCO ACEVES G. [email protected] A yotzinapa es una he- rida abierta. Cada maña- na en el te- lenoticiero El Mañanero, Brozo lleva la cuenta de los días transcurridos desde el crimen. Cada noche al punto de las 10, Epigmenio Ibarra desgrana en el espacio tuitero el pase de lis- ta replicado por más de un cen- tenar de seguidores. En la reja perimetral del Centro Universi- tario de Ciencias Sociales y Hu- manidades de la Universidad de Guadalajara, 43 rostros recuer- dan a los transeúntes que si no hay justicia no habrá ni perdón ni olvido. Ayotzinapa sigue presente, a pesar del esfuerzo por invisibi- lizarla realizado por los medios masivos de comunicación. A pesar de haber sido expulsada de las portadas de los diarios, de registrar una baja sensible en las menciones de las redes sociales y a pesar de la dismi- nución evidente de participan- tes en sus marchas y eventos conmemorativos. Su presencia radica en que Ayotzinapa se ha convertido en la expresión más acabada del hartazgo ciudadano fren- te a la acelerada descompo- sición de la clase política, la ineficacia e incapacidad gu- bernamental y de las insti- tuciones jurídicas para hacer realidad el estado de derecho. Una ciudadanía agraviada por la impunidad y los excesos que padece a consecuencia de un estado fallido. Se equivocan quienes opinan que Ayotzinapa es un tema ago- tado, un caso cerrado, un asun- to “superado”. El reflujo y las etapas de latencia responden a la naturaleza de los movimien- tos sociales. Se identifica por la transformación en el tipo e in- tensidad de sus actividades, pero de ninguna manera implican su extinción. Ayotzinapa nació el 26 de septiembre, pero el hartazgo ciudadano hunde sus raíces des- de tiempos remotos. Ayotzinapa no se entiende sino como conti- nuidad de las luchas que han im- pulsado el avance democrático de México. Desde el movimiento estudiantil de 1968 hasta las mo- vilizaciones que en años recien- tes han alcanzado una dimen- sión nacional. Ayotzinapa es la continuidad de la movilización ciudadana contra las desastro- sas consecuencias derivadas de la guerra calderonista contra el crimen organizado. Se ha nutri- do de la energía desplegada por los contingentes estudiantiles y ciudadanos que conformaron el movimiento #Yosoy132. Independientemente de que el movimiento contra la vio- lencia haya terminado con las conversaciones en el alcázar de Chapultepec. De que sin un can- didato común, el #Yosoy132 vio frustrado su propósito de im- pedir el arribo de Peña Nieto a la Presidencia del país. De que a final de cuentas, el crimen de Ayotzinapa engrose el legajo de los casos irresolubles en el siste- ma judicial mexicano. Ayotzinapa representa un avance fundamental en el em- poderamiento ciudadano. Bajo su influjo se constituyó el más importante movimiento social en el México contemporáneo. No solamente por lo numeroso de sus marchas y su dimensión nacional. Tampoco por el hecho de que ningún otro movimiento había concitado tanto apoyo y solidaridad internacional. Ayo- tzinapa sacó a la calle a ciudada- nos tradicionalmente renuentes a expresar su hartazgo. El 20 de noviembre las calles de Guadalajara fueron testigo de la movilización ciudadana más numerosa de que se tenga me- moria. Las consignas de “Ayo- tzinapa vive, la lucha sigue” se entremezclaban con la festiva “El que no brinque es Peña” y el generalizado y contundente grito “No más PRI, no más PRI”. Consignas que, a mi juicio, así lo intuyo, el pasado 7 de junio se transformaron en los votos que decretaron la expulsión del PRI. Ayotzinapa, 9 meses ENTRE SEMANA JULIO CÉSAR HERNÁNDEZ [email protected] C orría septiembre de 2013 y alre- dedor de una mesa de debate en Desayunando con Radio Noti- cias 1070, estaban los diputados Miguel Castro Reynoso, del PRI; Enrique Velázquez González, del PRD; Elías Íñiguez, del PAN; Sal- vador Zamora Zamora, del partido Movimiento Ciudadano, y Yolanda Rodríguez, también del PRI. Estaban por entrar al inicio de su segundo año de gestión como parte de la 60 a Legislatura y sólo un clamor, una exigencia, hacían en esa mesa: credibilidad de los medios de comunicación y de la sociedad. Como en su momento lo escribí en Marcatex- tos.com, los legisladores de todas las fracciones parlamentarias estaban ávidos, urgidos de credi- bilidad, de que se les reconociera el esfuerzo que en su primer año habían hecho para sanear finan- ciera y administrativamente el Congreso del Es- tado y porque se pusiera más atención a su labor legislativa. Llevaban 11 meses en el cargo y cada uno de los diputados de la mesa ejemplificaban el buen actuar de dicha Legislatura en tan poco tiempo. Y es que, por supuesto, ante los escándalos de las Legislaturas 58 y 59, cualquier buena acción de la actual sobresalía. Enrique Velázquez pedía: “dime un escándalo de algún diputado…”. Miguel Castro presumió: “en el lapso de un mes hemos aprobado ocho iniciativas importan- tes y trascendentes…”. Y en este tema lo secun- daron sus correligionarios Elías Íñiguez y Salva- dor Zamora. Yolanda Rodríguez terciaba: “hemos trabajado en favor de las instituciones… ¡alguien tiene que hacerlo!”. Enrique Velázquez insistía: “ninguno de no- sotros trae vehículos del Congreso, el presidente ya no recibe los 60 mil pesos que anteriormente recibía un presidente del Congreso…”. Durante las dos horas de duración del progra- ma fue evidente la impotencia de los legisladores por no lograr convencer a los ciudadanos de que ellos son diferentes a quienes los antecedieron en el cargo. Una y otra vez, y no solamente en este progra- ma, sino en cuanta oportunidad tenían al estar frente a una grabadora, un micrófono o una cá- mara, los legisladores, todos, insistían que ellos marcarían la diferencia y que entregarían buenas cuentas a la sociedad. Pedían que se les reconocieran sus esfuerzos por sanear las arcas legislativas, por su propósito de no abusar de los privilegios de los que gozaron quienes los antecedieron, por meter orden en un Poder que tiene muchos años de desorden. Y así se la pasaron gran parte de la mitad del trienio. Después se enfrascaron en otros temas que deja- ron a un lado la solicitud, el clamor por que se les reconociera que eran diferentes. Hoy estamos a cuatro meses de que cierre sus cortinas la 60 a Legislatura y están enfrascados en un problema del que hicieron el intento de resol- ver lo más pronto posible y olvidarse de él: el del personal. Y es que resulta que se quieren dejar a presuntos aviadores y hasta a quienes ya no tra- bajan en el Congreso, pero siguen apareciendo en la nómina con todo y sueldo. Esto tiene detenida la aprobación del presupues- to para el actual año. Además, resulta que ahora aparecen quién sabe cuántos cheques por un monto considerable de pesos que nadie ha cobrado. Sí, sin duda que la actual Legislatura avanzó en su propósito de limpiarle la cara al Congreso del Es- tado, pero para los ciudadanos nada es suficiente hasta que no se haya terminado con todas las pre- suntas irregularidades que siguen brotando. Y claro que los diputados hacen bien en blindar al Poder Legislativo para evitar que sus sucesores revivan vicios ya enterrados, pues la tentación es mucha. Y cuando lleva el signo de pesos, mucho más. En fin, los diputados dirán adiós con un pen- diente: no recobraron la confianza ciudadana. Es- fuerzos hubo, pero no satisfizo. ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA. La imagen de la 60ª Legislatura Ayotzinapa nació el 26 de septiembre, pero el hartazgo ciudadano hunde sus raíces desde tiempos remotos

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A nueve meses de la desaparición de los estudiantes normalistas.

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Page 1: Ayotzinapa nueve meses

OPINIÓN4A OPINIÓN I Jueves 2 de julio de 2015

n DIRECTOR GENERAL

Guillermo Ortega Ruizn DIRECTOR EDITORIAL

Sergio René de Dios n EDITOR EN JEFE

Perla Velasco

n JEFE DE CIERRE

Alonso Jiménezn JEFE DE COMUNICACIÓN

GRÁFICA Y DISEÑO

Arturo Adrián Salazar Cárdenas

n JEFE DE INFORMACIÓN Nivia Cervantesn JEFE DE PROYECTOS ESPECIALES

Óscar Orozcon EDITOR DE FOTOGRAFÍA

Humberto Muñiz

es una publicación diaria de TV ZAC, SA de CV. Jueves 2 de julio de 2015. Domicilio de la publicación: Morelos 2027, fraccionamiento Ladrón de Guevara, CP 44600, Guadalajara, Jalisco. Impresión hecha en los talleres de Comercializadora Editorial de Occidente, SA de CV, calle Orozco y Berra 229, colonia La Loma, CP 44410, Guadalajara, Jalisco. Permiso de la Secretaría de Gobernación en trámite.Las opiniones aquí publicadas no representan necesariamente la postura editorial de NTR Medios de Comunicación; son responsabilidad exclusiva de quienes las firman.

NTRMEDIOS DE

COMUNICACIÓN

INTUICIONESFRANCISCO ACEVES [email protected]

Ay o t z i n a p a es una he-rida abierta. Cada maña-na en el te-lenoticiero El Mañanero,

Brozo lleva la cuenta de los días transcurridos desde el crimen. Cada noche al punto de las 10, Epigmenio Ibarra desgrana en el espacio tuitero el pase de lis-ta replicado por más de un cen-tenar de seguidores. En la reja perimetral del Centro Universi-tario de Ciencias Sociales y Hu-manidades de la Universidad de Guadalajara, 43 rostros recuer-dan a los transeúntes que si no hay justicia no habrá ni perdón ni olvido.

Ayotzinapa sigue presente, a pesar del esfuerzo por invisibi-lizarla realizado por los medios masivos de comunicación. A pesar de haber sido expulsada de las portadas de los diarios, de registrar una baja sensible en las menciones de las redes sociales y a pesar de la dismi-nución evidente de participan-tes en sus marchas y eventos conmemorativos.

Su presencia radica en que Ayotzinapa se ha convertido en la expresión más acabada del hartazgo ciudadano fren-te a la acelerada descompo-sición de la clase política, la ineficacia e incapacidad gu-bernamental y de las insti-tuciones jurídicas para hacer realidad el estado de derecho. Una ciudadanía agraviada por la impunidad y los excesos que

padece a consecuencia de un estado fallido.

Se equivocan quienes opinan que Ayotzinapa es un tema ago-tado, un caso cerrado, un asun-to “superado”. El reflujo y las etapas de latencia responden a la naturaleza de los movimien-tos sociales. Se identifica por la transformación en el tipo e in-tensidad de sus actividades, pero de ninguna manera implican su extinción.

Ayotzinapa nació el 26 de septiembre, pero el hartazgo ciudadano hunde sus raíces des-de tiempos remotos. Ayotzinapa no se entiende sino como conti-nuidad de las luchas que han im-pulsado el avance democrático de México. Desde el movimiento estudiantil de 1968 hasta las mo-vilizaciones que en años recien-tes han alcanzado una dimen-sión nacional. Ayotzinapa es la continuidad de la movilización ciudadana contra las desastro-sas consecuencias derivadas de la guerra calderonista contra el crimen organizado. Se ha nutri-do de la energía desplegada por

los contingentes estudiantiles y ciudadanos que conformaron el movimiento #Yosoy132.

Independientemente de que el movimiento contra la vio-lencia haya terminado con las conversaciones en el alcázar de Chapultepec. De que sin un can-didato común, el #Yosoy132 vio frustrado su propósito de im-pedir el arribo de Peña Nieto a la Presidencia del país. De que a final de cuentas, el crimen de Ayotzinapa engrose el legajo de los casos irresolubles en el siste-ma judicial mexicano.

Ayotzinapa representa un avance fundamental en el em-poderamiento ciudadano. Bajo su influjo se constituyó el más importante movimiento social en el México contemporáneo. No solamente por lo numeroso de sus marchas y su dimensión nacional. Tampoco por el hecho de que ningún otro movimiento había concitado tanto apoyo y solidaridad internacional. Ayo-tzinapa sacó a la calle a ciudada-nos tradicionalmente renuentes a expresar su hartazgo.

El 20 de noviembre las calles de Guadalajara fueron testigo de la movilización ciudadana más numerosa de que se tenga me-moria. Las consignas de “Ayo-tzinapa vive, la lucha sigue” se entremezclaban con la festiva “El que no brinque es Peña” y el generalizado y contundente grito “No más PRI, no más PRI”. Consignas que, a mi juicio, así lo intuyo, el pasado 7 de junio se transformaron en los votos que decretaron la expulsión del PRI.

Ayotzinapa, 9 meses

ENTRE SEMANAJULIO CÉSAR HERNÁNDEZ [email protected]

Corría septiembre de 2013 y alre-dedor de una mesa de debate en Desayunando con Radio Noti-cias 1070, estaban los diputados Miguel Castro Reynoso, del PRI; Enrique Velázquez González, del PRD; Elías Íñiguez, del PAN; Sal-

vador Zamora Zamora, del partido Movimiento Ciudadano, y Yolanda Rodríguez, también del PRI.

Estaban por entrar al inicio de su segundo año de gestión como parte de la 60a Legislatura y sólo un clamor, una exigencia, hacían en esa mesa: credibilidad de los medios de comunicación y de la sociedad.

Como en su momento lo escribí en Marcatex-tos.com, los legisladores de todas las fracciones parlamentarias estaban ávidos, urgidos de credi-bilidad, de que se les reconociera el esfuerzo que en su primer año habían hecho para sanear finan-ciera y administrativamente el Congreso del Es-tado y porque se pusiera más atención a su labor legislativa.

Llevaban 11 meses en el cargo y cada uno de los diputados de la mesa ejemplificaban el buen actuar de dicha Legislatura en tan poco tiempo. Y es que, por supuesto, ante los escándalos de las Legislaturas 58 y 59, cualquier buena acción de la actual sobresalía.

Enrique Velázquez pedía: “dime un escándalo de algún diputado…”.

Miguel Castro presumió: “en el lapso de un mes hemos aprobado ocho iniciativas importan-tes y trascendentes…”. Y en este tema lo secun-daron sus correligionarios Elías Íñiguez y Salva-dor Zamora.

Yolanda Rodríguez terciaba: “hemos trabajado en favor de las instituciones… ¡alguien tiene que hacerlo!”.

Enrique Velázquez insistía: “ninguno de no-sotros trae vehículos del Congreso, el presidente ya no recibe los 60 mil pesos que anteriormente recibía un presidente del Congreso…”.

Durante las dos horas de duración del progra-ma fue evidente la impotencia de los legisladores por no lograr convencer a los ciudadanos de que ellos son diferentes a quienes los antecedieron en el cargo.

Una y otra vez, y no solamente en este progra-ma, sino en cuanta oportunidad tenían al estar frente a una grabadora, un micrófono o una cá-mara, los legisladores, todos, insistían que ellos marcarían la diferencia y que entregarían buenas cuentas a la sociedad.

Pedían que se les reconocieran sus esfuerzos por sanear las arcas legislativas, por su propósito de no abusar de los privilegios de los que gozaron quienes los antecedieron, por meter orden en un Poder que tiene muchos años de desorden. Y así se la pasaron gran parte de la mitad del trienio. Después se enfrascaron en otros temas que deja-ron a un lado la solicitud, el clamor por que se les reconociera que eran diferentes.

Hoy estamos a cuatro meses de que cierre sus cortinas la 60a Legislatura y están enfrascados en un problema del que hicieron el intento de resol-ver lo más pronto posible y olvidarse de él: el del personal. Y es que resulta que se quieren dejar a presuntos aviadores y hasta a quienes ya no tra-bajan en el Congreso, pero siguen apareciendo en la nómina con todo y sueldo.

Esto tiene detenida la aprobación del presupues-to para el actual año. Además, resulta que ahora aparecen quién sabe cuántos cheques por un monto considerable de pesos que nadie ha cobrado.

Sí, sin duda que la actual Legislatura avanzó en su propósito de limpiarle la cara al Congreso del Es-tado, pero para los ciudadanos nada es suficiente hasta que no se haya terminado con todas las pre-suntas irregularidades que siguen brotando.

Y claro que los diputados hacen bien en blindar al Poder Legislativo para evitar que sus sucesores revivan vicios ya enterrados, pues la tentación es mucha. Y cuando lleva el signo de pesos, mucho más.

En fin, los diputados dirán adiós con un pen-diente: no recobraron la confianza ciudadana. Es-fuerzos hubo, pero no satisfizo.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

La imagende la 60ªLegislatura

Ayotzinapa nació el

26 de septiembre,

pero el hartazgo

ciudadano hunde

sus raíces desde

tiempos remotos