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ASPECTOS DEL DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL

DE GUATEMALA, A LA LUZ DE FUENTES HISTÓRICAS ALEMANAS

(1868-1885)

JULIO C. CAMBRANES

Guatemala, Centroamérica2007

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Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo de ASDI/SAREC

Publicación del Postgrado Centroamericano en Ciencias Sociales de FLACSO.

Se autoriza su reproducción parcial o total, siempre y cuando se cite la fuente.

Diseño de portada: Hugo Leonel de León Pérez.

Foto de Portada: Finca de café, San Isidro, Guatemala (circa 1877), Eadweard Muybridge

ISBN: 99939-72-33-9

Las opiniones emitidas en los artículos que integran esta serie son de exclusiva responsabilidad de sus autores

3a. calle 4-44 zona 10; PBX: (502) 2414-7444Ciudad de Guatemala

338.97281C3620072ª. ed. Cambranes, Julio C.

Aspectos del desarrollo económico y social de Guatemala, a la luz de fuentes históricas alemanas (1868-1885).- 2da. ed.-- Guatemala: FLACSO, 2007.

174 p. 25.5 cm

1.- Guatemala--Historia-1868-1885.- 2.- Política económica. 3.- Desarrollo económico y social.- 4.- Tenencia de la tierra.- 5.-Historiografía.-6.- Historia--Fuentes.- 7.- Barrios, Justo Rufi no

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Presentación de la Colección ................................................................................................... 5

Prólogo“Desarrollo económico y social de Guatemala (1868-1885)”: Fuente secundaria para comprender el proyecto liberal de 1871 ........................................... 7

Dedicatoria ............................................................................................................................. 19

PrefacioUnas pocas palabras 36 años después .................................................................................... 21

Presentación ........................................................................................................................... 29

El desarrollo socioeconómico y político del país previo a 1871 ........................................... 31

El derrocamiento de la dictadura conservadora ..................................................................... 61

La “Revolución” de los liberales ........................................................................................... 81

Consideraciones fi nales ........................................................................................................ 151

Anexos ................................................................................................................................. 169

Bibliografía .......................................................................................................................... 173

ÍNDICE

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PRESENTACIÓN

La Colección Lecturas de ciencias sociales tiene como propósito fundamental poner a dis-posición de los estudiantes de diferentes disciplinas científi co-sociales en la región cen-

troamericana, textos de calidad académica que contribuyan –debate de por medio– a incrementar la calidad de su formación.

El Programa Centroamericano de Postgrado en Ciencias Sociale de FLACSO (PCP) decidió iniciar esta Colección con una nueva edición del libro Aspectos del desarrollo económico y social de Guatemala, a la luz de fuentes históricas alemanas (1868-1885), del historiador Julio Castellanos Cambranes. Este trabajo, desde su relativamente lejana primera edición, ha servido para analizar, con base en documentación novedosa, aspectos específi cos de la forma social que asumió el proceso de implantación de la economía cafetalera en el país hace ya cerca de 150 años. En ese entonces, el documento generó un fuerte e interesante debate, aunque en un reducido número de lectores. En el PCP esperamos que la discusión en esta oportunidad sea tan o más intensa que en la primera ocasión, y que el círculo de lectores se amplíe. Esta edición incluye un prólogo del historiador José Cal y Montoya, así como observaciones escritas por el autor, a modo de actualizar información sobre el período y el proceso investigados.

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El proceso histórico de toma de contacto de América Latina con el contradictorio legado de la modernidad occidental2 tanto en las relaciones económicas, como en sus ideas políticas

y sociales con sus subsecuentes formas de gobierno, lo encontramos en el siglo XIX.3 Esta toma de contacto se concretiza en el proyecto ideológico liberal. En su primera fase de desarrollo, dicho proyecto se estructuró y ejecutó en contraposición al orden colonial. Posteriormente, su incursión estará adscrita al proceso de inserción de las jóvenes naciones latinoamericanas a la creciente expansión de la economía-mundo capitalista del siglo XIX basada –en términos generales– en el modelo agroexportador.

La incorporación de Guatemala a este nuevo marco económico y político se efectuó a partir de 1871 por medio de la cafi cultura: la organización de su actividad económica y política estaría supeditada a las pautaciones y tendencias de un mercado exterior que demandaba el café como el producto con mayores posibilidades de exportación al generalizarse su consumo en Europa. Para llevar a cabo este proceso, se requería de la mediación de un Estado nacional que llevara a cabo importantes transformaciones económicas, políticas y culturales dentro de un país en el que pervivían los privilegios estamentales de las élites herederas del poder colonial: élites, que con el apoyo y legitimación social y moral de la Iglesia católica, dirigían y sostenían “el régimen

1 Diploma de Estudios a profundidad y Doctorado en Historia (Universidad Pablo de Olavide. Sevilla; España). Enseña Historia Contemporánea en la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala y es Profesor Visitante del Doctorado en Filosofía Iberoamericana de la Universidad Centroamericana José Si-meón Cañas –UCA– de El Salvador, del Postgrado de Historia de la Universidad de Costa Rica y del Postgrado Centroamericano en Ciencias Sociales de FLACSO.

2 Durante el largo siglo XIX, el siglo de la modernidad triunfante, hemos vivido y pensado con arreglo al modelo de la sociedad nacional y de clases a la que terminamos por convertir en la expresión concreta de la modernidad. La modernidad se defi ne por el aumento de los intercambios, el desarrollo de la producción, la creciente participación en la vida política y la formación de naciones y estados nacionales. Un siglo después, comprobamos dentro de este legado lo que Daniel Bell llamó las contradicciones culturales del capitalismo, en la divergencia creciente de normas que rigen la producción, el consumo y la política. Cf. Alain Touraine: “El sentido de la historia y la modernidad en crisis”. En: Crítica de la Modernidad. México, Fondo de Cultura Económica, 1994. pp. 65-105 José Guilherme Merquior. “Las raíces del Liberalismo”. En: Liberalismo viejo y nuevo. México, Fondo de Cultura Económica, 1993. pp. 32-58.

3 Cf. Robert Tombs: “Política”. En: T.C.W. Blanning (ed.): El siglo XIX. Europa 1789-1914. Barcelona, Editorial Crítica, 2002.

PRÓLOGO

“DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL DE GUATEMALA (1868-1885)”: Fuente secundaria para comprender el proyecto liberal de 1871

José Edgardo Cal Montoya1

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de los treinta años”; el cual les aseguraba su vida parasitaria de señores de la tierra, de usureros y burócratas con ingresos permanentes provenientes de la explotación de trabajadores rurales, la especulación mercantil y fi nanciera, las alcabalas y los monopolios estatales.4

El desmedido afán de enriquecimiento de una élite emergente de propietarios medios ru-rales mestizos que no había tenido acceso a la ampliación de su propiedad y a mayores cuotas de participación del poder institucional del Estado durante el régimen conservador, posibilitó la puesta en marcha de un proceso de reforma estatal referido a un modelo económico basado en el pillaje de la propiedad de la Iglesia y, sobre todo, de la propiedad comunal rural de los indígenas para así utilizarlos como mano de obra semi-gratuita que posibilitara el desarrollo del nuevo cultivo de manera intensiva y racional. La Constitución de 1879 sentaría la legitimidad de todos sus procedimientos.5 La incursión de esta élite emergente en la vida económica, política y social del país, quedó reforzada con el impulso que se dio a la inmigración extranjera –princi-palmente alemana–, tanto para asegurar el acceso del producto al mercado mundial por medio de los puertos de Dresden y Hamburgo, como para generar un proceso de dilución étnica que suprimiera el elemento indígena del imaginario cultural nacional en razón de constituirse en un atraso manifi esto para el progreso material del país.6 El Estado autoritario fue en defi nitiva la estructura sobre la que se organizó, ejecutó y consolidó el proyecto de modernización cafetalera de la República de Guatemala, teniendo como principal función la distribución y control de la mano de obra, aplicando métodos represivos cuando fuere necesario.

Por estas y otras características particulares, la Reforma Liberal es un período histórico complejo y difícil de comprender aún en la actualidad de Guatemala, sobre todo, porque la modernidad liberal postuló –bajo el signo de la dictadura– la amalgama y unidad de la nacio-nalidad a partir de la negación de los grupos indígenas, una visión que no sólo escamoteaba al país de sus raíces más valiosas, sino que creaba una situación de permanente confl icto étnico que se constituyó en uno de los problemas centrales de la comprensión actual de nuestra iden-tidad societaria, política y cultural. Por ello, la historia de Guatemala es también una historia de traumas que debe ser escrita no sólo en aras del conocimiento académico, sino para conocer a profundidad las condiciones y circunstancias en que surge y evoluciona el confl icto étnico y social cuyas consecuencias experimentamos en la actualidad a partir de las enormes difi cultades que ha implicado el proceso de reconstrucción de nuestra cultura democrática después de un cruento confl icto armado interno de más de treinta y seis años de duración.7

4 Cf. Julio Castellanos Cambranes: Café y campesinos: Los orígenes de la economía de plantación moderna en Guatemala, 1853-1897. Madrid, Editorial Catriel, 1996. p. 97

5 Cf. Jorge Mario García Laguardia: La Reforma Liberal en Guatemala. Vida política y orden constitucional. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1980. pp. 191-205.

6 ‘Crusandose los indios y ladinos con los españoles y suizos, los alemanes e ingleses que vengan a poblar América se acabarán las castas, división sensible entre los pueblos: será homogénea la población: habrá unidad en las sociedades: seran unos los elementos que las compongan.’ Cf. Escritos del Licenciado José Cecilio del Valle. El Amigo de la Patria. (Tomo Segundo - Del número 1 al número 24) Guatemala, Editorial José de Pineda Ibarra, 1969. pp. 171-192. Cf. Bienvenido Argueta Hernández: Nación, ciencia y poder. Los discursos intelectuales del racismo en Guatemala (1885-1920). Guatemala, Universidad Rafael Landívar, 2005 [en prensa].

7 Cf. Julio Pinto Soria: “Dominación, mentalidad y cambio en Guatemala. –Aspectos históricos de una pro-blemática actual–“. (Boletín No. 19 – Agosto 1993) Guatemala, Universidad de San Carlos de Guatemala - Centro de Estudios Urbanos y Regionales –CEUR–.

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Una contribución fundamental a este esfuerzo por conocer críticamente nuestra historia es el libro del Prof. Dr. Julio Castellanos Cambranes: “Desarrollo económico y social de Guatemala, 1868-85”, con el que me tropecé cuando realizaba la investigación de mi disertación doctoral y que, posteriormente, dejé arrinconado en mi biblioteca personal sin saber que en él se encontraba valiosísima información testimonial sobre la situación económica, social y política de Guate-mala durante el régimen liberal de 1871 que muy pronto llegaría a transformar radicalmente mis supuestamente consistentes hipótesis de trabajo. El proceso mismo de la investigación, que implica un ordenamiento puntual de los materiales recopilados, me condujo nuevamente a encontrarme con este libro cuando había llegado a concluir que dentro de la bibliografía rela-tiva a crónicas de viaje o informes personales de visitantes extranjeros a Guatemala durante el siglo XIX, no contaba con ninguno que reseñara el período liberal de manera más detallada y extensa, a excepción del relato de Helen Sanborn.8 Reconociendo que había hecho una lectura

8 Cf. Helen Sanborn: Un invierno en Centroamérica y México. (Trad. Eugenia de Fairhurst) Guatemala, Co-mercial Pamplona, 1996. Otros relatos o informaciones personales de visitantes extranjeros durante el período liberal serían: Cf. Gustav August Eisen: “Un viaje por Guatemala” En: Mesoamérica. (Nos. 11 y 13 – Junio y Diciembre de 1986 y Junio de 1987) Guatemala, CIRMA-Plumsock Mesoamerican Studies –PMS–. pp. 155-173. 417-435. 205-242. Ian Graham: “Notas de Alfred P. Maudslay en Quiriguá, 1883”. En: Mesoamérica. (No. 4 – Diciembre de 1982) Guatemala, CIRMA-Plumsock Mesoamerican Studies –PMS– pp. 430-442. Ricardo Toledo Palomo: “Tres escritos sobre Guatemala del colombiano doctor Mariano Ospina”. En Anales de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala. (LXXVIII) Guatemala, 2003. pp. 77-106

Es importante citar los trabajos publicados por los extranjeros que visitaron Guatemala entre 1824 y 1871: Cf. George Alexander Thompson: Narración de una Visita Ofi cial a Guatemala viniendo de México en el año de 1825. Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala. (No. 3 – Traducción de Ricardo Fernández Guardia) Guatemala, 1926-1927. James Wilson: Breve Memoria de la vida de James Wilson durante su residencia en Guatemala en 1825. (Traducción de Jorge Skinner-Kleé) Guatemala, 1999. Jacobus Haefkens: Viaje a Guatemala y Centroamérica. (Traducción de Teodora J. M. Van Lottum- Serie Viajeros 1) Guatemala, Sociedad de Geografía e Historia – Universidad de San Carlos de Guatemala, 1969. Henry Dunn: Guatemala o las Provincias Unidas de Centro América durante 1827 a 1828; siendo Bosquejos y memorandums hechos durante una residencia de doce meses en Aquella República. Guatemala, Tipografía Nacional, 1960. George Washington Montgomery: Narrative of a Journey to Guatemala in Central America in 1838. New York, Wiley and Putman, 1839. John Lloyd Stephens: Incidentes de viaje en Centroamérica, Chiapas y Yucatán. (2 Tomos) San José, Editorial Universitaria Centroamericana –EDUCA–, 1971. Frederick Crowe: La Biblia en Guatemala. Narrativa de Federico Crowe, 1841-1846. Aberdeen, Maryland, David Es-cobar, 1986. Arthur Morelet: Viaje a América Central (Yucatán y Guatemala). (Serie Viajeros 2) Guatemala, Academia de Geografía e Historia de Guatemala, 1990. Se encuentran también importantes informaciones sobre la Guatemala del S. XIX en los libros escritos por Elisha Oscar Crosby –publicado en 1945–; Robert Glasgow Dunlop –publicado en 1847-, Frederick Catherwood y John Baily –publicados en 1850–. William Brigham escribe una guía de viaje que reúne informaciones igualmente valiosas en su trabajo “Guatemala: the Land of the Quetzal” (1887). El relato de los esposos Maudslay (Alfred y Anne), concretamente el de su esposa contenido en su diario de viaje titulado Biología Centrali-Americana, reseña informaciones sumamente detalladas de su periplo en Guatemala por motivo de las expediciones arqueológicas de su esposo, encontrando varios artículos que él escribió a partir de sus experiencias de viaje anteriores por Guatemala y Honduras. Cf. William J. Griffi th. “Historiografía”. En: Historia General de Guatemala. (Tomo IV – Desde la República Federal hasta 1898) Guatemala, Asociación de Amigos del País – Fundación para la Cultura y el Desarrollo, 1997. pp. 767-778. Cf. Jordana Dym: “La reconciliación de la historia y la modernidad: George Thompson, Henry Dunn y Frederick Crowe, tres viajeros británicos en Centroamérica, 1825-1845”. En: Mesoamérica (No. 40 – Diciembre de 2000). Guatemala, CIRMA-Plumsock Mesoamerican Studies –PMS–. pp. 142-181.

Otras aportaciones a esta temática son (todas publicadas en la Revista Mesoamérica): Karl Von Scherzer: “Las tribus indígenas de Guatemala”. En: Mesoamérica 1 (1980): 251-273. Karl Sapper: “Un viaje al nuevo mundo”. En: Mesoamérica 2 (1981): 153-169. Marie Landry: “Una carta desde el trópico: inundaciones en Guatemala en 1900”. En: Mesoamérica 4 (diciembre de 1982): 421-429. Miguel de Prado: “Guatema-

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ligera del libro del doctor Castellanos Cambranes, me detuve una fría tarde de noviembre del año 2005 a revisar su contenido con detenimiento, percatándome de cuán equivocado estaba al encontrar en sus páginas una minuciosa recopilación de informes que el botánico suizo Gustav Bernouilli, los comerciantes alemanes Augener y Doeding, los diplomáticos del imperio alemán Erckert y Von Bergen, el viajero austriaco Von Scherzer y el médico suizo Otto Stoll; habían elaborado sobre la situación general de Guatemala precisamente durante el declive del régimen conservador y todo el período de gobierno de Justo Rufi no Barrios.9 Al seguirlo analizando con mayor cuidado, pude darme cuenta no sólo del gran valor histórico de la información testimonial completamente inédita minuciosamente recopilada por el doctor Castellanos Cambranes bajo criterios cronológicos y temáticos; sino también de su narración extraordinariamente detallada que al venir de observadores externos, enriquecía decisivamente los conocimientos existentes sobre uno de los períodos más infl uyentes de nuestra historia moderna y contemporánea. En términos breves, toda una fuente secundaria que enriqueció muy signifi cativamente mi trabajo de investigación10 y que siguió despertando mi sorpresa al verla poco citada en el conjunto de trabajos que dentro de nuestra historiografía se refi eren al régimen liberal.11

Estas constataciones fueron motivo de una larga conversación con el profesor Castellanos Cambranes, quien me comentó que este libro tuvo un tiraje y distribución bastante limitada: únicamente 300 ejemplares. De hecho, son pocos los volúmenes que hoy pueden localizarse en las bibliotecas que contienen colecciones de Historia sitas en nuestro país.12

la: Estados Unidos de Centroamérica”. En: Mesoamérica 17 (junio de 1989): 105-119. Arturo Taracena Arriola: “Guatemala y el ferrocarril interoceánico (Fragmento de una carta de Enrique Palacios D.)”. En: Mesoamérica 16 (diciembre de 1988): 379-388. “Un testimonio francés del triunfo liberal de 1829: el papel del Doctor Mariano Gálvez”. En: Mesoamérica 23 (junio de 1992): 143-156. Christopher Lutz: “Un cien-tífi co sueco en Centroamérica: Carl Vilhelm Hartman (1862-1941)” . En: Mesoamérica 41 (junio de 2001): 138-145. Aldo Lauria Santiago: “Trabajan para vivir: descripción de El Salvador por John Newbigging en la década de 1880”. En: Mesoamérica 43 (junio de 2002): 104-133.

9 Estos conjuntos documentales fueron revisados, traducidos y sistematizados minuciosamente por el Prof. Castellanos Cambranes a fi nales de los años sesenta en los archivos de las ciudades alemanas de Merzeburgo y Postdam. Gran parte del contenido de este estudio forma parte de sus tesis de grado leída en la Universidad Karl Marx de Leipzig en 1970, bajo dirección de los Profs. Manfred Kossok y Walter Markov. Hasta la fecha, es de los pocos trabajos existentes sobre historia centroamericana que hacen acopio de documentación sita en archivos europeos, la cual es bastante abundante y todavía insufi cientemente inexplorada.

10 Cf. José Cal: Liberalismo, Estado e Iglesia en Guatemala (1871-1885): Historia de una ruptura. Tesis doctoral. Sevilla, Universidad Pablo de Olavide, Departamento de Geografía, Filosofía e Historia, 2005. Dando continuidad a las refl exiones de la nota anterior, este estudio propone una revisión de la tesis de doctorado del Prof. Hubert Miller, publicada en español en 1970 sobre la misma temática, a la luz de importantes conjuntos documentales sitos en el Archivo Secreto Vaticano, el Archivo de la Secretaría de Estado del Vaticano, el Archivo Histórico de la Compañía de Jesús y el Archivo Histórico Nacional de Madrid.

11 Una revisión más detallada de esta temática se encuentra en mi investigación de doctorado: Los estudios históricos recientes sobre la Reforma Liberal de 1871 en Guatemala. Sevilla, Universidad Pablo de Olavide, Departamento de Geografía, Filosofía e Historia, 2003.

12 La compilación: Economía de Guatemala 1750-1940, realizada por el colega Jorge Luján Muñoz en 1980 Guatemala, Universidad de San Carlos de Guatemala – Facultad de Humanidades), es otra importante reunión de materiales de estudio sobre la historia nacional cuya escasez de ejemplares justifi ca una reedición, refl exión que se hace extensiva a otra que se titula: Economía de Guatemala en los siglos XVIII y XIX, publicada en 1971 (Guatemala, Universidad de San Carlos de Guatemala).

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La limitada divulgación que ha tenido un estudio de tanta relevancia para el conocimiento del régimen liberal de 1871, me llevó a plantear la posibilidad de reimprimirlo perentoriamente para no dejar en el olvido una investigación de tanta valía para la historiografía nacional y de cuya riqueza se verían privadas tanto las futuras generaciones de historiadores guatemaltecos al ser una fuente de consulta ineludible, como todos aquellos lectores interesados en el conoci-miento y estudio de la historia de nuestro país. Interés que, al parecer, va reactivándose a pesar de los sostenidos esfuerzos de algunos intelectuales diletantes asidos a los intereses de las élites económicas y políticas de hoy, las que se empeñan por relegar del debate nacional actual ese conocimiento histórico que socava las fuentes de legitimación de su dominio y privilegios al aportar esas perdurables y duras evidencias que provienen de su irrestricta búsqueda del rigor y la verdad.

Tuvimos en el Postgrado Centroamericano de Ciencias Sociales de FLACSO un espacio privilegiado de recepción a esta inquietud, la que se hace realidad con la reimpresión de este libro publicado originalmente en 1975, con una edición ahora mucho más cuidada gracias al diligente trabajo de su coordinador editorial, Hugo de León, a quien le deberemos sin duda su agradable lectura. Asimismo agradezco el oportuno apoyo y gestiones de los colegas maestro Luis Raúl Salvadó, maestra Silvia Osorio, doctor Víctor Gálvez Borrell y doctor Edelberto Torres Rivas por alentar en todo momento su inclusión dentro del programa de publicaciones de FLACSO, refrendando así su sostenido itinerario de compromiso académico y social con el país al publicarse este trabajo. Por un compromiso de honestidad personal e intelectual, no debe dejar de señalarse que hubiéramos querido hacer una publicación que hiciera acopio de dos estudios previos de mayor extensión de quien suscribe y del autor del libro, quien tenía interés en agregar al trabajo otros materiales de archivo hasta hoy inéditos que no pudieron ser incluidos en su primera edición: la premura de los plazos editoriales y de ejecución presupuestaria siempre estarán reñidos con el detenimiento y tranquilidad que requiere la investigación histórica.

El estudio se divide en cuatro secciones, cuyo contenido reseñaré a continuación, partien-do de aquellas informaciones testimoniales que contribuyen al enriquecimiento de nuestros conocimientos actuales sobre el régimen liberal, haciendo de este libro toda una herramienta de trabajo para el historiador e investigador social interesado en comprender e interpretar el siempre intrincado y decisivo, para nuestra actualidad, siglo XIX.

El primer capítulo del libro, a solicitud de su autor, no se ha tomado de la publicación origi-nal, sino del estudio titulado: “El desarrollo económico y social de Guatemala previo a 1871”, que fuera publicado en 1980 dentro de la compilación “Economía de Guatemala 1750-1940”, constituyéndose en una versión revisada del mismo.

Este capítulo, a partir de los informes de Stoll, aporta una detallada descripción de la orga-nización administrativa de diversas comunidades del interior del país en los inicios del régimen liberal, mostrando los niveles de vinculación existentes entre el poder local y metropolitano en la que todavía coexistían las alcaldías indígena y ladina, controladas por el gobernador y el jefe político, principales bastiones del control social del régimen.13 También señala cómo la

13 Cf. Julio Catellanos Cambranes: “El desarrollo económico y social de Guatemala previo a 1871”. En: Jorge Luján Muñoz (ed.): Economía de Guatemala, 1750-1940. Guatemala, Universidad de San Carlos de Guate-mala – Facultad de Humanidades, 1980. pp. 123-125.

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distribución desigual de las tierras entre estas comunidades provocó confl ictos entre aquellas de mayores dimensiones y recursos que arrendaban sus tierras o prestaban dinero a otras menos favorecidas, situación que en muchos casos dio pie a apropiaciones violentas del territorio de estas últimas.14 Una información de sumo interés que consigna el informe de Stoll es la acusada dispersión territorial de las comunidades del oriente del país, lo que no posibilitó la ampliación de su circuito comercial. Situación que debe tenerse en cuenta para entender las asonadas bélicas que desde esta región amenazaron el proyecto liberal desde los inicios mismos de la Federación, teniendo muchas de ellas motivaciones predominantemente económicas que eran alentadas por los terratenientes locales que veían amenazadas sus propiedades e infl uencia política.15 Im-portante es la mención que se hace en este capítulo sobre el cultivo extensivo del maíz,16 cuya modalidad pervive hasta la actualidad, sorprendiéndonos al constatar cómo en esta época la actividad agrícola registraba aún poco uso de la tracción animal. Stoll desarrolla una detallada descripción acerca de la importancia de los cultivos de subsistencia y la creciente presencia del algodón dentro del agro nacional. Hay una por de más interesante mención a la elaboración de artesanías en el área de Chinautla y a la recolección de hielo en el altiplano y en el volcán de Agua para la elaboración de nieves,17 datos que permiten constatar cuán detallados son estos informes. No dejo de destacar la mención al desarrollo de la manufactura de artículos de paja, especialmente sombreros, cuyo desarrollo está directamente ligado a la expansión cafetalera.18 Esta sección del libro se detiene en la descripción y análisis acerca de la existencia de pequeños productores agrícolas que no se incorporaron al cultivo intensivo y racional del café a pesar de las medidas gubernamentales que generalizaron su desarrollo. Estos productores permanecieron fuera del contorno de la expansión cafetalera, información con la que el profesor Castellanos Cambranes, asintiendo con los criterios del profesor doctor Julio César Pinto Soria,19 cuestiona las teorizaciones del doctor Severo Martínez Peláez en “La Patria del Criollo” al señalar cómo muchos de ellos no estuvieron afectos a la composición de tierras. Esta situación de ninguna manera impidió la generalización de una expansión cafetalera sostenida por mano de obra coactiva semi-gratuita, pero demuestra con claridad las enormes limitaciones metodológicas que implica una interpretación de la historia referida a una periodización basada en los modos de producción que ha sido en la actualidad totalmente superada a la luz de la nueva historia económica que hace debido acopio de los aportes de la econometría y la teoría económica en la comprensión de nuestro pasado. Esta interpretación mecánica de la historia, basada en la denominada por los marxistas analíticos explicación funcional de su desarrollo por estadios, no estaba en posibilidad de admitir que la capitalización comercial de la tierra estuviera basada en la utilización de mano de obra coactiva semi-gratuita. Debido a que dentro de esta concepción de la historia se pasa de una etapa a otra a partir de características inmodifi cables, no podía admitirse una comprensión del desarrollo económico del país que es hoy ampliamente aceptada a la luz de las investigaciones realizadas sobre el régimen liberal de los últimos veinte años.20 La pervivencia de mano de obra coactiva semi-gratuita dentro de una capitalización comercial

14 Op. cit. pp. 128-129.15 Op. cit. p. 132.16 Op. cit. p. 135.17 Op. cit. pp. 138-139. Aspecto que también menciona John Lloyd Stephens: op. cit.18 Op. cit. p. 139.19 Cf. Julio César Pinto Soria: Estructura agraria y asentamiento en la Capitanía General de Guatemala.

Guatemala, Editorial Universitaria, 1981.20 Cf. David McCreery: Rural Guatemala 1760-1940. Stanford, California, Stanford University Press, 1994.

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de la tierra como efectivamente sucedió en nuestro país a partir de 1871, indica la progresiva inserción de Guatemala en el sistema capitalista internacional, lo que el profesor Tulio Halpe-rin Donghi denomina <<el orden neocolonial>>,21 que a pesar de la pervivencia de formas de trabajo que efectivamente actualizan la colonia, no impide el desarrollo capitalista ulterior de los países latinoamericanos al desplazarse su dependencia económica de España hacia Estados Unidos y Gran Bretaña, principales impulsores del capitalismo de expansión desde inicios del siglo XIX.22 Aparte de hacer referencia al desarrollo de la cafi cultura, los informes de Stoll dan cuenta también del desarrollo del cultivo y procesamiento de azúcar a gran escala, temática sobre la que próximamente la profesora Regina Wagner va a publicar una investigación más detallada al respecto23 y que no debe dejar de tenerse en cuenta en la comprensión del desarro-llo del capitalismo agrario en el país. Sabiendo que aún en la actualidad contamos con pocas investigaciones sobre la situación de la región oriental de Guatemala durante el régimen liberal, el capítulo aporta interesantes informaciones acerca del cultivo del añil en las poblaciones de Jutiapa, Mita y Güija, las que hacia 1874, se constituían en el corredor comercial natural del producto con el pujante occidente salvadoreño.24 El cultivo del tabaco estuvo localizado durante todo este período en Zacapa, manteniéndose como monopolio del Estado, situación que motivó el contrabando del producto desde El Salvador y que se hizo extensivo a otra gran cantidad de productos, poniendo en verdaderos aprietos económicos a comerciantes alemanes como Augener, quien informa acerca de su interés en comercializar el producto hacia Alemania. El mismo Augener presenta un extraordinariamente detallado informe de la actividad ganadera, orientada fundamentalmente a la exportación de cueros.25 Estos informes se extienden a otras actividades económicas como el comercio de la lana, señalando cómo la actividad agiotista, legado directo del régimen conservador, tiene gran importancia dentro del desarrollo económico del país y que por supuesto, se constituía en un obstáculo para la expansión de sus intereses comerciales. Esta sección del trabajo permite al lector percatarse de la enorme importancia que llegó a tener el comercio extranjero antes y durante el régimen liberal. Su creciente actividad llegó a constituirse también en una creciente demanda por transformar la actividad económica del país por medio de la expansión cafetalera: una verdadera amenaza para los privilegios de las élites tradicionales que se benefi ciaban del monopolio de la grana.

A este respecto, ya en el segundo capítulo del libro denominado: “El derrocamiento de la dic-tadura conservadora”, Gustav Bernouilli retrata con extraordinario detenimiento las condiciones económicas y políticas que darían pie a la denominada Reforma Liberal de 1871,26 ofreciendo información testimonial que difícilmente se puede encontrar en otros escritos de esta misma naturaleza y que, a mi manera de entender, se podría equiparar únicamente a los que elaborara quien fuera Ministro de Fomento de Justo Rufi no Barrios, Francisco Lainfi esta.27

21 Cf. Tulio Halperin Donghi: Historia Contemporánea de América Latina. Madrid, Alianza Editorial, 2002. p. 236.

22 Op. cit. El desarrollo económico...p. 146. Cf. Ciro F. Cardoso y Héctor Pérez Brignoli: Historia económica de América Latina. (Volumen II. Economías de Exportación y Economía Capitalista) Barcelona, Editorial Crítica, 1999. pp. 58-62.

23 Cf. Regina Wagner: Historia del azúcar en Guatemala. Guatemala, ASAZGUA, 2006 [en prensa].24 Op. cit. Castellanos Cambranes: El desarrollo económico...p. 15425 Loc. cit. 26 Op. cit. pp. 161-16227 Cf. Francisco Lainfi esta: Apuntamientos para la Historia de Guatemala. Guatemala, Editorial José de Pineda

Ibarra, 1975.

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El tercer capítulo del estudio titulado: “La revolución de los liberales”, cuya amplia exten-sión en sus informaciones es sin duda un deleite para los que nos dedicamos al estudio del ré-gimen liberal, no solamente hace acopio de la diversidad de informes citados al inicio de la presente introducción; sino que propone también un intento de interpretación acerca de sus repercusiones para la vida económica y política nacional actual, la que todavía es refl ejo de la construcción de un Estado nacional que fue llevado a cabo por esta segunda generación de li-berales en 1871. Debe resaltarse cómo los informes de Augener, dan cuenta de las distintas facciones y grupos que componían el movimiento liberal,28 situación que es fundamental para superar las habituales comprensiones homogenizadoras que en nuestra historiografía han pre-dominado sobre los diversos actores y movimientos políticos que protagonizaron nuestra His-toria republicana. Hay una descripción bastante extensa de las medidas anticlericales de Barrios como uno de los bastiones fundamentales del proyecto político liberal, cuyo éxito termina por afi anzar su hegemonía dentro del movimiento para desplazar de la presidencia de la República a un ya desgastado políticamente Miguel García Granados.29 Augener señala a este respecto que Justo Rufi no Barrios “se ha lanzado a dictador”.30 La instauración del proyecto liberal no se desarrolló sin sobresaltos como muy bien lo reseña el comerciante alemán Doeding, quien describe con detenimiento la oposición que los liberales enfrentaban cotidianamente por parte de aquellos que habían estado en el gobierno caído.31 No obstante, el aumento de su infl uencia política se debió de manera decisiva al resquebrajamiento que éstos hicieron sobre el poder económico y político de la Iglesia católica, temática de la que hago una revisión más detallada en mi disertación doctoral que espero publicar más adelante.32 Los informes de estos comer-ciantes describen la crueldad de Justo Rufi no Barrios en su manera de conducir el Estado im-poniendo su voluntad, referida enteramente a sus preferencias personales y estado de ánimo. El régimen liberal por su medio y el de sus correligionarios instalados en las jefaturas políticas y el ejército recién fundado en 1877, hizo un brutal despliegue de autoritarismo, herencia que como sociedad aún arrastramos y al cual apelamos como única fórmula de instauración de la paz social.33 Augener destaca cómo el poder de esta dictadura descansó en gran medida en el control social ejercido por los jefes políticos y efectivos militares, quienes ejercían simple y llanamente de espías,34 teniendo ante nosotros otra temática poco explorada dentro de la histo-riografía nacional sobre el régimen liberal. Gran parte de este capítulo está dedicada a describir y analizar la política económica gubernamental basada en impuestos aduanales y los denomi-nados ‘préstamos voluntarios’ que el régimen hacía a las casas comerciales para fi nanciar la campaña unionista, emitiendo una diversidad de medidas que llegaron a afectar sustancialmen-te los intereses de las casas comerciales alemanas, españolas y francesas situadas en el país.35 Si bien toda esta información reviste gran importancia para la comprensión del proyecto liberal de 1871, queda pendiente una pregunta fundamental a la cual el profesor Castellanos Cambra-nes da una explicación pertinente en el estudio: ¿Qué pasa durante este período con la élite conservadora terrateniente? Los informes consignados, dan cuenta de que estas élites efectiva-

28 Cf. Julio Castellanos Cambranes: Desarrollo económico y social de Guatemala 1868-85. Guatemala, Uni-versidad de San Carlos de Guatemala – IIES, 1975. p. 71.

29 Op. cit. p. 73.30 Op. cit. p. 77.31 Op. cit. p. 76.32 Op. cit. Cal: Liberalismo, Estado e Iglesia...33 Op. cit. Castellanos Cambranes: Desarrollo económico y social... p. 83.34 Op. cit. p. 86.35 Loc. cit.

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mente fueron desplazadas del poder político, pero el ascenso económico y social de los nuevos gobernantes del país que se transforman también en una nueva élite terrateniente, terminan por favorecer la protección de sus privilegios estamentales de antaño.36 El clientelismo político y la dilapidación del erario público de ninguna manera es una práctica política de nuestra contem-poraneidad. En este capítulo, Augener hace importantes menciones acerca de cómo esta nueva burguesía agroexportadora gobernante utiliza su poder económico y político para favorecer a sus correligionarios, aduladores, amigos y parientes cercanos, llegando a calcular que la plana mayor del régimen se apropia anualmente de un estimado de 5 millones de dólares estadouni-denses, una cifra de grandes dimensiones para el período de estudio. El comerciante alemán Erckert aporta importantes informaciones acerca de los inicios del cultivo del banano a fi nales del siglo XIX en las áreas que no eran aptas para la cafi cultura, dando así inicio a la formación de proletariado agrícola que sustentó otra de las que llegaría a ser una de las principales activi-dades económicas del país que fue instrumento de la intervención estadounidense en la vida política de la región centroamericana a inicios del siglo XX.37 Los informes de Erckert le per-miten al autor del libro caracterizar el proceso de acumulación de la propiedad agraria, deno-minado en el estudio como polarización de la propiedad de la tierra, proceso en el que los comerciantes y fi nqueros alemanes llegaron a apropiarse, favorecidos por el gobierno, de una extensión equivalente al 3.7% del territorio nacional.38 Esta constatación permite comprender cómo la propiedad eclesiástica expropiada, la que según mis recientes investigaciones era pre-dominantemente urbana,39 no consiguió satisfacer las expectativas de rápido enriquecimiento de los liberales, por lo que se hizo necesario ampliar el fenómeno expropiatorio por medio de la enajenación de enormes extensiones territoriales que incluían propiedades comunales, como fue el caso de las 2,000 caballerías enajenadas en Costa Cuca y El Palmar en 1873 y de las que la élite en el poder obtuvo grandes benefi cios. Lo vertido con anterioridad posibilitó el desa-rrollo de un mercado de tierras, encontrándonos por medio de las informaciones de Erckert, con que el precio de una caballería en 1873 ascendía a 50 pesos, llegando a costar en 1877 la suma de 500 pesos, registrando un colosal aumento del 250%.40 Como es bien sabido, estas prácticas expropiatorias se dirigieron fundamentalmente a la destrucción de la propiedad comunal por medio de la supresión de censo enfi téutico a fi n de dotar de un precio de mercado a estas tierras. Con estas transacciones se quiso desarrollar la banca nacional, proyecto que fracasa debido a que el plusproducto generado por la cafi cultura iba a parar a bancos y entidades fi nancieras extranjeras, principalmente alemanas, situación que muestra el por qué no fue posible el desa-rrollo local del capitalismo: desde sus mismos inicios dependió casi totalmente de las pauta-ciones del mercado exterior. La expansión de la cafi cultura requería de amplios contingentes de mano de obra, por lo cual el Estado por medio de la Ley de Mandamientos y el Reglamento de Jornaleros actualizó los mecanismos de trabajo forzado de la población indígena para posi-bilitar la capitalización de la propiedad agraria. De aquí que las prácticas expropiatorias impli-caron derivadamente una apropiación no sólo de la tierra, sino también de sus habitantes.41 El trabajo forzado de los indígenas se vio también legitimado por la apelación que los liberales hicieron a la inferioridad biológica y psicológica del indio, la cual justifi caba su explotación. Sobre este particular no debe dejar de señalarse cómo los autores de estos informes asienten con

36 Op. cit. p. 89.37 Op. cit. p. 91.38 Op. cit. p. 94.39 Op. cit. Cal: Liberalismo, Estado e Iglesia...40 Op. cit. Castellanos Cambranes: Desarrollo económico y social... p. 93.41 Op. cit. p. 98.

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esta idea que lamentablemente pervive en nuestro imaginario social actual.42 Así las cosas, el Estado nacional guatemalteco se organiza a partir de la fi nca, actualizando viejas relaciones de servidumbre que por medio de la Ley de Mandamientos asegura la explotación capitalista de la propiedad agraria. Los informes contenidos en el libro hacen mención de los intentos de algu-nos miembros del gobierno y comerciantes extranjeros por diversifi car la agricultura con culti-vos como el arroz y la uva entre muchos otros,43 los cuales fracasaron, ya que las expectativas del mismo gobierno y de la mayoría de casas comerciales siguió orientada indefectiblemente a la cafi cultura, ahondando así la enorme dependencia de la actividad económica nacional del capital extranjero.44 Como ya se había señalado anteriormente, la política económica del go-bierno liberal no benefi ció siempre los intereses comerciales extranjeros a causa de las ensoña-ciones de poder de Justo Rufi no Barrios para extender su hegemonía política dentro de la región centroamericana apelando al unionismo. Para satisfacer estos intereses políticos de un gobier-no en permanente iliquidez, las casas comerciales extranjeras, siendo las más importantes las de capital alemán, terminaron fi nanciando estas guerras por medio de constantes aumentos de las tributaciones y aranceles de sus productos, principalmente por medio de los denominados irrisoriamente ‘préstamos voluntarios’, cuya deuda de diversas maneras el gobierno siempre evitó pagar. El comerciante alemán Doeding brinda un pormenorizado informe de esta situación a la cancillería alemana, llegando a presentar un sendo memorial al Ministro de Hacienda, José María Samayoa, por la insostenible situación de descapitalización en la que se vieron envueltas las casas comerciales extranjeras. Este asunto provocó enormes desavenencias entre Doeding y Samayoa, lo que en diversos momentos conduciría a los personeros del imperio alemán a considerar una intervención más directa en el asunto.45 La situación llegó a su punto más álgi-do cuando se emiten en 1879 los denominados ‘bonos de deuda interior’, los cuales aumentaban los gravámenes de mercancías estacionadas en los puertos que habían sido pagados antes a otros precios y aranceles. Esta situación irritó enormemente a los comerciantes alemanes establecidos en el país, quienes como reseña Doeding, asistían a una dilapidación del erario público de tales dimensiones que llevó al Estado de Guatemala, otrora el más próspero de la región centroame-ricana, a la bancarrota total.46 Otro de los obstáculos que veía Doeding para ampliar los intere-ses comerciales alemanes en Guatemala era el fracaso de la política monetaria del gobierno: sus disposiciones no terminaron por abolir el uso de la moneda macuquina y la moneda de emisión local no tuvo nunca un funcionamiento real dado que los comerciantes la exportaban a otros países a cambio de otras provenientes de Sudamérica con menor contenido de plata.47 No debe dejar de resaltarse que las informaciones sobre esta temática son una referencia de primera mano para ampliar el estudio de la historia monetaria del país y para comprender la división de las unidades monetarias vigentes.

En el cuarto capítulo del libro, el profesor Castellanos Cambranes pone en dura sospecha la caracterización habitual de la reforma liberal como una revolución. Las evidencias históricas

42 Op. cit. p. 100.43 Op. cit. p. 108.44 Op. cit. p. 117.45 Op. cit. pp. 124-125. Cf. Julio Castellanos Cambranes: El Imperialismo alemán en Guatemala. El Tratado

de Comercio de 1887. Guatemala, Editorial Universitaria, 1977.46 Op. cit. Castellanos Cambranes: Desarrollo económico y social...p. 142.47 Op. cit. pp. 148-149.

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sobre el desarrollo y características de este movimiento desarrolladas anteriormente, nos exi-men de mayores precisiones metodológicas a este respecto. Ahora, esto no impide inferir que la denominada Reforma Liberal de 1871, conmemoración histórica afortunadamente hoy más devaluada al constatarse en el espacio público su legado racista y excluyente para la actualidad nacional, se constituyó en una plataforma para satisfacer los intereses de control del aparato estatal por parte de grupos de comerciantes capitalinos y de propietarios de plantaciones ávidos de tierras de y de mano obra servil. Estas transformaciones irían acompañadas de un socava-miento del poder político y en menor medida, del poder económico de la Iglesia católica, la cual según lo consigna este estudio, se constituía en el principal bastión de legitimación del régimen conservador. La secularización del Estado guatemalteco fue radical al tomar los liberales el control de la educación e impulsar la venida de iglesias protestantes al país. No quedan dudas acerca de la relación directa existente entre el aumento del prestigio político de los liberales con la disminución de la infl uencia social y política de la Iglesia sobre la población. Esta situación como bien lo demuestra el estudio, no obstó el mantenimiento de las posibilidades de una reac-ción conservadora y clerical en pos de recuperar el poder perdido, pero esta segunda generación de liberales por medio de su brutal autoritarismo impuso exitosamente su proyecto político por todos los medios a su alcance. La añeja élite conservadora fue desplazada del poder político para dar lugar al surgimiento a nueva élite emergente agropexportadora que lideraría la conduc-ción del Estado nacional guatemalteco cuyo legado económico y político de exclusión en todos los órdenes pervive hasta hoy y que tuvo su única crisis signifi cativa con el derrocamiento del régimen ubiquista. Vemos entonces constituirse un aparato estatal con una composición, como apunta el profesor Castellanos Cambranes, que es contradictoria, al estar formado por sectores capitalistas y sus representantes y por grupos que no son más que la continuación en el poder de las élites tradicionales junto a algunos representantes allegados al clero. A la luz del desa-rrollo de los aportes metodológicos de la investigación histórica contemporánea, asistimos a un proceso de circulación y ampliación de las élites gobernantes del país en favor de este sector de propietarios medios y mestizos del suroccidente que vieron en su asonada bélica el cumplimiento de sus aspiraciones de ascenso social y político que les permitiera constituirse, al igual que sus antecesores en el poder, en el nuevo sector social latifundista del país.

En este contexto, la Reforma Liberal de 1871 se constituye en el proceso histórico de imprescindible referencia dentro del espacio público de Guatemala para la comprensión de su estructuración como Estado nacional ‘moderno’. Si bien el trabajo del profesor Castellanos Cambranes: Café y Campesinos publicado en Madrid en 1996, se constituye en una de las aportaciones más consistentes dentro de la historiografía nacional y centroamericana en la interpretación comprensiva de las condiciones generales previas y de las motivaciones económicas y políticas que impulsaron el proceso de instauración del modelo de plantación cafetalera intensiva en Guatemala en la segunda mitad del siglo XIX;48 el estudio que hoy sometemos a consideración del lector, me atrevo a señalarlo, ofrece las mismas posibilidades de enriquecer nuestros conocimientos acerca de uno de los procesos históricos más decisivos de nuestra vida republicana.

48 Op. cit. Cal: Los estudios históricos recientes...

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Los nuevos tiempos de institucionalidad democrática deberán permitir que la historia siga siendo conocimiento y compromiso, un compromiso por explicar aquel conjunto de experiencias que permitan construir una sociedad incluyente y basada en el respeto a las garantías sociales más fundamentales en el marco de un estado social de derecho, en cuya organización cada uno de sus componentes nos sintamos plenamente representados. Todo conocimiento histórico debe permitirnos, en defi nitiva, construir una nueva sociedad, una sociedad en la que la memoria de aquellas experiencias que contribuyeron a fragmentarla y a destruirla nunca vuelvan a repetir-se.

Nueva Guatemala de la Asunción, 10 de noviembre de 2006

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Dedicado a mi hermano, Rocael Muñoz Marroquín, asesinado en la base militar de

Zacapa por su comandante Carlos Arana Osorio y Kjell Eugenio Laugerud García, jefe de la inteligencia militar en 1967.

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En 1975 se publicó la primera edición del presente libro, pero fue conocida por muy pocas personas. Primero, porque ignoraba que el guatemalteco común no conoce la lectura e in-

genuamente le obsequié decenas de ejemplares a parientes y amigos que nunca lo leerían. Segundo, porque poco después de su presentación, el libro desapareció como por arte de magia de la circulación, no sólo porque se publicaron pocos ejemplares sino también porque en la obra se hacían planteamientos incómodos para aquellos que no compartían mis puntos de vista sobre el momento histórico en que surgió el capitalismo agrario en Guatemala. La conspiración del ninguneo hizo que tampoco se escribiera ninguna reseña sobre el que fuera tildado “folleto” por un estudiante de historia que más tarde sería fl amante catedrático de la Escuela de Historia. El “folleto” nunca fi guró en listas de lecturas bibliográfi cas de ninguna universidad del país. La visión disidente que proponía en mi pequeña obra y que provocó la reacción política autoritaria –que promocionaba con gran vigor propagandístico una obra sólo de interés sectario–, me hizo pensar que pasaría algún tiempo antes de que los de abajo entraran a la historia pisando fuerte.

El medio académico de Guatemala era hace 36 años –y lo sigue siendo en la actualidad–, enemigo acérrimo de todo aquello que choca con posiciones ideológicas preestablecidas por el conservadurismo, sea de derecha o izquierda. La historia escrita por individuos al servicio de los poderosos o por representantes del distanciamiento de la historia ofi cial han defendido con mucha tenacidad sus posiciones de poder ideológico, aun cuando surja alguien proponiendo que la historia se discuta, se repiense, se vuelva a refl exionar, se haga verdaderamente científi ca a través de la investigación profunda, a través del diálogo y el debate constructivo. Lamentablemente, predominó la creencia de que ya todo estaba escrito, repensado, más que analizado, y que ya no era el momento de discutir sino de estudiar la Biblia tramposa del momento, en donde ya todo estaba dicho, y muy bien dicho. Finalmente triunfó el ego académico desfasado, el servilismo ideológico y la ortodoxia asfi xiante del pasado. Redes asociativas clandestinas se encargaron de señalar con el dedo al hereje y éste no tardó en ser expedientado y marginado políticamente, hasta su salida del país en 1980.

Curiosamente, un libro inspirado por las enseñanzas de profesores marxistas alemanes llamó la atención de dos profesores universitarios a quienes nunca se les podría tildar de izquierdistas. Fueron ellos, el norteamericano profesor doctor Ralph Lee Woodward Jr., del Departamento de Historia de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans, EE.UU., y el licenciado Jorge

PREFACIO

UNAS POCAS PALABRAS 36 AÑOS DESPUÉS

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Luján Muñoz, editor de una Historia de Guatemala fi nanciada por la oligarquía guatemalteca. El profesor Woodward consideró que por lo que yo afi rmaba en el libro, merecía ser invitado a su universidad, para que continuara en sus valiosos fondos archivísticos mis investigaciones históricas sobre el surgimiento del capitalismo en la agricultura guatemalteca. De esta manera acepté una Beca Fulbright que me fue concedida y de la cual disfruté durante el período 1980-1981. El profesor Luján se me acercó en una ocasión en el Archivo General de Centroamérica, solicitándome autorización para reproducir uno de los capítulos del libro en una antología de estudios históricos que estaba preparando. Desde entonces le estoy profundamente agradecido porque posiblemente fue esto lo que salvó al libro de su total desaparición de la escena histo-riográfi ca nacional.

Treinta y seis años después, mientras espero que alguien se interese por publicar mi hace ya varios años terminada pentalogía sobre interesantes aspectos de la conquista militar, política y religiosa de Guatemala, un joven historiador, el doctor José Cal Montoya, descubrió el aún no avejentado libro, y con la tenacidad que le caracteriza procuró la reedición que hoy se presenta, por considerar que su valioso contenido merece ser incorporado a los programas educativos de la historia de Guatemala. Mis agradecimientos a él por este gesto, los cuales hago extensivos a todos aquellos personeros de FLACSO-Guatemala y laborantes de los talleres de edición e impresión que han tenido que ver con esta publicación.

Yo siempre quise reeditar este libro, al que considero mi primer hijo intelectual, pero en condiciones distintas a las actuales. Sin prisas, sin presiones, con mucha tranquilidad y sosiego, quizá al fi nal de mis días, cuando uno se siente más maduro intelectualmente, más realizado profesionalmente, más sabio. En primer lugar, porque después de haberlo escrito en la República Democrática Alemana, mi antigua y querida patria adoptiva, he visitado diversos archivos nacio-nales e internacionales, donde he encontrado valiosa información sobre el período conservador de Rafael Carrera y el liberal de Justo Rufi no Barrios, que siempre he deseado incorporar a la obra. Así, a manera de anécdota, puedo contar que en una ocasión encontré un documento en el Archivo Arquidiocesano de Guatemala, en donde aparece que Rufi no Barrios fue un prominente “diezmero” en la época de Rafael Carrera. Diezmeros eran llamadas aquellas personas que le arrendaban a la Iglesia el cobro de los diezmos que pagaban todos los productores, individuales y colectivos, en el medio rural.

Como los arrendamientos de dichos cobros se hacían anualmente y en pública subasta a diezmeros profesionales y muy ricos, éstos debían conocer muy bien el estado general y par-ticular de la producción agrícola de todas las regiones de Guatemala. De esta manera, fue así como gané la convicción de que Barrios debió adquirir un pleno conocimiento del lugar donde se encontraban las propiedades clericales y no clericales; es decir, las mejores tierras y de cultivo potencial del país. Esto, más que un pretendido liberalismo político, fue sin duda lo determinante para la campaña de expropiación clerical y de las tierras de las comunidades indígenas que llevó a cabo Rufi no Barrios durante su dictadura. Debe señalarse que el arrendamiento de diezmos por parte de Barrios pone de manifi esto la forma primitiva de inversión de los capitales de la burguesía urbana y rural, acumulados mediante el comercio (legal o ilegal si se trataba de robo de ganado puesto luego a la venta) y la usura.

En segundo lugar, deseaba reeditar este libro porque soy consciente de que mis “Consi-deraciones Finales” de hace 36 años necesitan ser desempolvadas, refl exionadas y elaboradas

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con más propiedad. La lucha ideológica entre la historiografía progresista y la historiografía burguesa dura ya más de sesenta años. Es la lucha de clases en el plano de la ideología, que continúa en Guatemala, cada día con más fuerza. Es en el campo de la historia donde se dará la batalla decisiva. Estoy plenamente convencido de que sólo una fuerte autocrítica y una lacerante crítica a mis colegas historiadores pueden conducir a una adecuada metodología e interpretación de la historia guatemalteca. Una historia donde el factor social sea plenamente incorporado a la investigación y estudio de nuestro pasado y presente. Una historia donde los protagonistas sean los campesinos y campesinas, los trabajadores hombres y mujeres urbanos y rurales, los pobres y marginados, los sectores populares y de la clase media, en fi n, los verdaderos constructores de nuestro brillante futuro como nación multiétnica y multicultural.

De esta manera, si ahora no ha habido tiempo para una completa revisión y corrección del “folleto”, después de leer la Introducción que ha escrito el doctor Cal para esta nueva edición, al comprobar que está muy entusiasmado por lo que el libro revela acerca de las condiciones socioeconómicas y políticas imperantes en Guatemala durante el período 1868-1885, y se detiene en menor medida en la sección referida a la interpretación que hago de toda esa información inédita que logré reunir en diversos archivos alemanes (visitados muchas veces en pleno invierno después de largas como penosas horas de viaje, muerto de frío, acurrucado con otros infelices en vagones de trenes que más bien eran refrigeradoras móviles por carecer de la mínima calefacción), he considerado necesario someter las “Consideraciones Finales” de la primera edición, a una somera revisión, haciendo las siguientes observaciones de carácter histórico-metodológico que ayudarán al lector a comprender con mayor amplitud el contenido del estudio.

El capitalismo agrario que surge y se desarrolla en Guatemala desde el siglo XIX, fue un proceso histórico lineal que se prolongó con fuertes rasgos precapitalistas hasta la Revolución democrático burguesa del período 1944-1954. Durante casi un siglo la descomposición de las relaciones de producción precapitalistas se produce de manera muy lenta y gradual. Lo que se da muy rápido es la desaparición de la propiedad rural clerical y de las tierras de las comunidades indígenas. La propiedad privada de carácter capitalista, es decir, el monopolio privado del suelo, también se desarrolla rápidamente, acorde con la acumulación primitiva de capital en el medio rural. La introducción por parte de los alemanes de mejoras técnicas en la surgiente economía de plantación, revolucionan la agricultura tradicional y facilitan la obtención de mayores bene-fi cios, que juntamente con la obtención de plusvalía del trabajo forzado y asalariado permiten la formación de una poderosa clase dominante, integrada mayoritariamente por terratenientes burgueses.

Cuando escribí que al estudiar el proceso de formación y desarrollo del capitalismo en Guatemala debíamos incluir al capitalismo agrario deforme que lo caracterizaba y al sistema de peonaje con él vinculado, deseaba hacer hincapié en que sólo el estudio y análisis de los regímenes conservador y liberal de la segunda mitad del siglo XIX, y de sus sistemas imperan-tes de la propiedad de la tierra, nos dan el imprescindible marco de referencia de los cambios fundamentales que se producen en la sociedad agraria guatemalteca contemporánea, en general, y en las relaciones de producción en el medio rural, en particular.

Desde la aparición de la sociedad de clases y del Estado, y de la lucha de clases, la lógica evidente del poder, es que del grado de dominio de la propiedad de la tierra depende el grado de riqueza y poder que se posee en la sociedad. De ahí que todo el proceso histórico a partir

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de la toma del poder por los liberales, en 1871, está determinado por los antagonismos que se producen día a día en la estructura social, como consecuencia de la desigual distribución de la propiedad agraria. Marx afi rmó en el III tomo de El Capital, que “La propiedad privada del suelo por parte de unos –lo que implica la no propiedad privada de los otros– es el fundamento del modo capitalista de producción”. Lo cual signifi ca que para que surgiera el capitalismo en la agricultura guatemalteca era imprescindible la expropiación del campesino de su principal medio de producción, la tierra, y en su conversión en peón, dueño sólo de su fuerza laboral.

Comúnmente se considera que el capitalismo en la agricultura surge en Europa cuando las tierras de los señores feudales se convierten en propiedad de adinerados hombres de negocios o capitalistas. En este sentido, el paso del feudalismo al capitalismo en el medio rural se da al sustituirse la “coerción extraeconómica” (pago de impuestos o prestaciones laborales) a que está sometido el campesino por su señor, por la “coerción económica” (venta de la fuerza laboral del antiguo campesino, convertido en proletario rural al quedarse sin tierras que laborar) a que es sometido por el capitalista agrario. Este esquema ha sido trasladado a Guatemala por gente de criterio estrecho y boca ancha, que han repetido a coro: “El capitalismo surge en la agri-cultura guatemalteca cuando el empresario capitalista obtiene plusvalía del trabajo asalariado del productor directo (el antiguo campesino convertido en proletario rural), que se ve obligado a venderlo en el mercado por razones económicas de supervivencia, al ser expropiado de su medio de producción (tierra) aunque no de su principal medio de producción, que es su fuerza de trabajo”.

Históricamente, está plenamente demostrado que el feudalismo era un marco institucional dentro del cual se ejercía el poder político estatal, que obligaba a los campesinos a entregarle al señor feudal parte del producto de su trabajo, llamado “plustrabajo”. Ya existía el derecho de propiedad privada, pero también dentro del mismo marco feudal. En el capitalismo también se establece un marco constitucional, el Estado republicano, desde donde se ejerce el poder político estatal. La diferencia consiste en que en este caso, quienes mandan son los capitalistas. Éstos son ahora quienes se apoderan del plustrabajo de los campesinos, quienes no necesariamente tienen que ser proletarios rurales. En el caso de Guatemala, en el siglo XIX, el capitalismo se inició y desarrolló sin mercado libre de trabajo porque la propiedad privada tierra fue adquirida con hombres dentro del territorio, que fueron reconvertidos en peones semiesclavos por los fi nqueros.

La relación de producción, por eso mismo, no fue de carácter capitalista sino que continuó siendo precapitalista. La coerción extraeconómica también continuó, pero fue disfrazada como “impuestos” por el Estado liberal. Por eso hablo del feudalismo colonial (un magnífi co concepto político-económico surgido de la mente brillante del marxista peruano José Carlos Mariátegui), en donde tanto la Corona como los hacendados, pequeños campesinos y las comunidades indí-genas tenían derechos de propiedad, que fue sustituido por el neocolonialsmo capitalista, donde los derechos de propiedad de nuevo tipo pasaron a ser controlados por los fi nqueros cafetaleros, persistiendo la pequeña propiedad y la propiedad privada de algunas comunidades campesinas que el gobierno utilizaba para dividir al campesinado, extrayendo de ellas su fuerza de choque integrada en el Ejército.

El feudalismo colonial, como sistema político y económico dominante establecido por los españoles a raíz de su invasión, dejó una profunda huella después de la Independencia política

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de Guatemala en el neocolonialismo capitalista que se inició aún antes de la época de Justo Rufi no Barrios. Nuestras investigaciones de los años posteriores a la primera edición del libro que ahora se presenta, nos han revelado que Rafael Carrera no sólo fue un dictador conservador sino también un prominente fi nquero y cafi cultor. ¡Muchos de los peones de sus fi ncas eran integrantes del Ejército conservador! Barrios, al sustituirlo como dictador, vio en la Reforma liberal que impulsó el medio más adecuado para la adquisición de las propiedades clericales y comunales que tanto apetecían los empresarios de nuevo tipo, como él. De ahí que advirtiera que era necesario separar el derecho de la propiedad privada del poder público estatal y la co-rrespondiente coerción fi scal que existía en el régimen conservador, como legado de la autoridad política que detentaba la Corona sobre el territorio colonial y sus habitantes.

Hay que diferenciar las rentas agrarias de carácter precapitalista de las capitalistas. Durante el período de dominación española y hasta antes del arribo al poder de los liberales, en 1871, las rentas agrarias eran cargas fi jas y perpetuas ligadas a la Corona, a la Iglesia o a particulares propietarios de haciendas. Estos daban tierras a campesinos en arrendamiento, exigiéndoles a cambio censos y demás obligaciones de tipo señorial. En Guatemala muchas de las rentas y demás diversas contribuciones de tipo agrario o de naturaleza fi scal son supervivencias del feudalismo colonial. Lo que ha cambiado es su carácter, tanto contractual a escala privada como político-estatal. En el capitalismo agrario, la renta es en productos y en dinero, pero predomina la renta de plusvalía, como principal característica de la imperante relación de producción, a diferencia del feudalismo colonial, donde la renta era el centro de la explotación de los campesinos.

La Corona privatizó las tierras indígenas en su benefi cio y en el de sus funcionarios, de la Iglesia y colonos españoles y sus descendientes, principales usufructuarios del Estado feudal colonial. El poder estatal fue convertido en poder público por derecho de conquista, pertenecién-doles como botín de guerra y privilegiado patrimonio privado durante los tres siglos que duró su dominación. La autoridad emanada del poder político, religioso y social fue la que permitió la explotación económica directa del campesinado indígena propietario de sus tierras, por medio de su sujeción personal y jurisdiccional, que les permitía obligarlos al trabajo para la Corona; en haciendas privadas; o por medio de impuestos fi scales y otras prestaciones forzadas, inclu-yendo como guerreros auxiliares para combatir a los feroces itzáes de Petén. La Iglesia fue una institución básica para la dominación colonialista, de carácter no sólo religioso sino también administrativo, jurídico y cultural.

El Estado liberal establecido por los fi nqueros durante la dictadura de Barrios perfeccionó, “modernizó” y monopolizó (hasta nuestros días) el antiguo poder estatal feudal colonial, colo-cándolo al servicio exclusivo de la oligarquía agraria y de sus compinches, los comerciantes, usureros y “servidores públicos”, embrión de la poderosa como cómplice burguesía burocrática existente hoy en día en Guatemala. La propiedad de la tierra comunal, pese a la existencia de antagonismos en su seno, favorecía el uso colectivo de los bienes comunales. Para el surgiente empresariado capitalista, este sistema signifi caba una limitación de la propiedad privada y del individualismo agrario. El carácter del nuevo Estado está dado porque los poderes públicos son puestos completamente bajo el control de la nueva clase dirigente: los barones del café, nacionales y extranjeros. Ellos se encargaron de arrebatarle a las comunidades campesinas sus tierras, haciendo del sistema de peonaje la forma de explotación fundamental del hombre por el hombre. El fi nquero y una burguesía urbana subalterna, surgida a la sombra del creciente capitalismo usurero y comercial vinculado con la agricultura de plantación, fueron los motores

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de la acumulación originaria de signo oligárquico. El mercado interior se limitaba a las poco pobladas ciudades convertidas en pequeños como elitistas centros de residencia y consumo de los fi nqueros absentistas, en cuyas plantaciones los administradores –gestores directos de los derechos de propiedad como jurisdiccionales– y capataces campeaban por sus respetos.

En líneas generales, la estructura de la renta de la fi nca capitalista se caracteriza por un alto nivel de ingresos procedentes de la intensa y extensiva explotación de la mano de obra y los altos precios del café en el mercado internacional. El proceso de acumulación originaria que se dio en Guatemala puede considerarse, más que una revolución económica, una evolución histórica anómala, por su plural como heterogéneos rasgos distintivos. Así, se eliminaron instituciones propias del feudalismo colonial, como las haciendas improductivas y las tierras comunales, que al reconvertirse en fi ncas de carácter capitalista, condujo a que lo tradicional se combinara con lo moderno, haciendo la transición al capitalismo más prolongada. Lo que sí mantuvieron los fi nqueros, reforzándolas incluso, fueron instituciones económicas fundamentales de la sociedad agraria feudal colonial como los sistemas de trabajo forzado. De ahí que el peonaje o esclavitud por deudas y mandamientos o habitaciones de diversos tipos, determinaran el carácter distinto que tuvo la acumulación original de capital en el país.

La formación de una burguesía agraria a partir del derrocamiento de la dictadura conserva-dora, reforzada con las expropiaciones de las tierras comunales y la desamortización del clero, me condujo a aplicar a Guatemala el concepto “neocolonialismo capitalista”, el cual considero también aplicable (por no ser muy distinto) a los modelos del desarrollo de una agricultura intensiva enfocada al comercio exterior, que se da en otros países latinoamericanos en la se-gunda mitad del siglo XIX. Este concepto lo he aplicado a mis trabajos sobre el surgimiento y desarrollo de la economía de plantación en Guatemala –escritos posteriormente a la primera edición de este libro (de mi trilogía sobre el café, iniciada con “Café y Campesinos en Guate-mala” aún están pendientes de ser revisados y publicados los otros dos componentes: “Café y Finqueros” y “Café y Revolución”)-. De hecho, en casi todos los países de nuestra América, la agricultura de plantación moderna surgió íntimamente vinculada al capital invertido en el medio rural por la burguesía comercial urbana. Sólo en Guatemala y el sur de México hemos encontrado la presencia del capital alemán tan fuertemente representada. Tanto unos como otros, sin embargo, se enriquecieron gracias al robo de la tierras campesinas y a la intensiva explotación de su trabajo.

En Guatemala este enriquecimiento de un pequeño sector burgués a costa del campesinado y del comercio exterior, se hace más extensivo conforme aumenta la penetración en el país del capital alemán. Con el Tratado de Comercio de 1887 entre Guatemala y el imperio alemán, los alemanes afi ncados en el país y en Alemania, se apoderan no sólo de los negocios vinculados con la producción agrícola para la exportación sino también del poder público, necesario para garantizarle la explotación económica del campesinado convertido en peones semiesclavos pro-ductores de café. Es así como se produce esa amalgama de poder político y propiedad privada de carácter capitalista, monopolio absoluto del Estado liberal que persiste en el Estado neoliberal de Guatemala en la actualidad.

Esta vía de transición del feudalismo colonial a lo que (para el caso específi co de Guatemala) he dado en llamar “capitalismo neocolonial”, intenta marcar un paralelismo con las prácticas del colonialismo alemán en África Suroccidental. En este territorio, actualmente llamado Na-

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mibia, los alemanes establecieron formas productivas muy semejantes a las que establecieron en nuestro país, habiendo creado un nuevo tipo de relaciones de producción en la agricultura moderna; es decir, las existentes entre las grandes plantaciones que producían para el mercado externo con base en mano de obra esclava o semiesclava, y (en el caso de Guatemala) fuerza de trabajo asalariada de colonos arrendatarios o pequeños campesinos empobrecidos que culti-vaban tierras arrendadas por los fi nqueros para completar sus necesidades de subsistencia. Este sistema del pago de un salario ínfi mo impidió la proletarización completa del campesinado, que complementaba su base alimenticia gracias al cultivo de una pequeña parcela que lo ataba a la fi nca de por vida. La fuerza de la tradición ha sido tan grande en Guatemala, que todavía hoy en día en muchas fi ncas el trabajo campesino servil es explotado a la par del trabajo asalariado o combinándose ambos sistemas.

Lo que los emprendedores alemanes pusieron de manifi esto al imponerle a Guatemala su Tratado de Comercio de 1887, fue que no necesitaban ejercer la autoridad política directa. Esto podían hacerlo sus testaferros guatemaltecos, ya fueran civiles o militares. Lo fundamen-tal era tener dinero para sobornarlos, y capital para adquirir tierras con hombres y someterlos a la explotación acorde con un modo de producción capitalista neocolonial sui géneris, muy semejante al que utilizaron en sus colonias de África. La apropiación de la plusvalía no tenía que ser necesariamente mediante la contratación de mano de obra asalariada. En el medio rural guatemalteco se pagaron salarios también durante la época de la dominación colonial española, pero su importancia económica era secundaria respecto de la utilización de la fuerza de trabajo servil. Mientras las comunidades indígenas “amigas”, cuyas tierras no fueron expropiadas, eran obligadas a un total sometimiento a las nuevas autoridades políticas (el Gobierno, siguiendo la tradición feudal colonial, requería a cada momento prestaciones de mano de obra para construc-ciones de caminos, tendido de postes eléctricos, etc.), los nuevos derechos de propiedad agraria cayeron como losas contra aquellos pueblos considerados hostiles al régimen liberal. Paulatina-mente, los campesinos de los pueblos fi eles al régimen fueron también devorados como fuerza de trabajo barata y fácil de obtener por el pujante sector de agricultura extensiva mercantil.

Los liberales impusieron lo que se ha dado en llamar “doble dependencia” de los campesinos respecto del fi nquero. Por una parte dependían de éste económicamente, quien los sometía a una explotación servil, propia del sistema feudal colonial, y salarial, más acorde con las relaciones de producción de carácter capitalista. Por la otra, el campesinado estaba sometido también po-líticamente al patrón, por contar éste con leyes y los recursos represivos del Estado para tenerlo sometido. En efecto, el restablecimiento del trabajo y la dependencia servil por parte del Estado liberal, que institucionalizó la propiedad privada de carácter capitalista al privatizar la tierra por medio de la expropiación a gran escala al productor campesino, fue también parte de la nueva fusión del poder político y la explotación económica del campesinado. De esta manera, el Estado guatemalteco se puso al servicio y se convirtió en patrimonio privado de una burguesía extran-jera y de sus lacayos nacionales, surgidos de grupos sociales emergentes, fundidos más tarde en la actual burguesía agrocomercial, fi nanciera e industrial. Este tipo de explotación intensiva y extensiva de la población trabajadora del medio rural, en benefi cio de una minoría parasitaria propietaria de fi ncas, determinó un tipo de desarrollo social y técnico distinto de la agricultura y una transición diferente hacia el capitalismo. Sólo pudo darse en el país por medio del trabajo forzado y asalariado, dando como resultado una acumulación de benefi cios capitalistas propia de la relación entre el capital y el trabajo; es decir, los benefi cios de una economía organizada en torno del capital y a la plusvalía del trabajo forzado y asalariado.

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El feudalismo colonial no desapareció en Guatemala con la toma del poder por los liberales. Como he señalado, algunos de sus rasgos se han proyectado hasta nuestros días. La propiedad agraria de corte capitalista tenía connotaciones distintas de la propiedad de la tierra feudal co-lonial y la de la comunidad campesina. Sin embargo, la agricultura en general fue sometida a la economía de nuevo tipo que comenzó a desarrollarse, pasando a manos de una oligarquía de la tierra y comercial cada vez más poderosa. Si verdaderamente se hubiese dado en Guatemala en 1871 una reforma en el medio rural, los liberales no sólo hubiesen abolido las rentas agrarias de tipo señorial-fi scal de los hacendados criollos y el clero, sino que también realizado a continua-ción una redistribución de la tenencia de la tierra favorable al campesinado y no a los fi nqueros, que es el rasgo más característico de la vía campesina francesa de transición al capitalismo. Los mestizos como Rufi no Barrios, que impulsaron el derrocamiento de la dictadura de los con-servadores no eran, sin embargo, representantes de una burguesía revolucionaria sino simple y llanamente, los representantes de un sector empresarial emergente que pretendía combinar una acumulación originaria en el marco institucional de un nuevo tipo de Estado dominado por los terratenientes burgueses que buscaron combinar reacción y modernización. El resultado está a la vista en el 2006.

J.C. CambranesSan José, 12 de noviembre de 2006

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* A este respecto véase Severo Martínez Peláez, La Patria del Criollo ensayo de interpretación de la realidad colonial guatemalteca, Editorial Universitaria, Guatemala, 1970 y ediciones ulteriores ) (capítulos VI y VIII). También Marco Antonio Villamar Contreras, Apuntes sobre la Reforma Liberal (en revista Economía, publicación del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, Número 28, abril-junio 1971, pp. 73-124).

PRESENTACIÓN

El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de 1a Universidad de San Carlos está haciendo un serio esfuerzo para ampliar la interpretación del proceso histórico de nuestro

país, es decir, su explicación proyectada al presente. Las expectativas de este esfuerzo han sido enriquecidas con la incorporación del joven historiador guatemalteco Julio C. Cambranes al Programa de Historia Económica y Social que tiene en marcha este Instituto.

Cambranes dedica en este trabajo atención preferente a la gestación y a la primera etapa del movimiento de Reforma Liberal, analizando los factores económicos y sociales que fueron decisivos.

La información de dicho período ha recibido distintos tratamientos, desde el panegírico ofi cialista que privó mientras duraron las dictaduras liberales, pasando después por estudios monográfi cos más o menos escuetos, hasta llegar a los primeros ensayos propiamente interpre-tativos realizados por Severo Martínez Peláez y Marco Antonio Villamar Contreras.*

Manejando una amplia documentación desconocida en nuestro país y empleando nuevas hipótesis, Julio C. Cambranes tiene oportunidad de realizar un ahondamiento interpretativo en la gestación y el inicio de 1a Reforma Liberal. No satisfará a quienes mantienen actitudes de exaltación para los “héroes” del movimiento liberal. Sin embargo, para darle una sólida funda-mentación concreta a sus interpretaciones, el autor ha introducido con agilidad un gran número de citas del más alto interés. Este aporte de noticias revela íntegramente su valor en el capítulo titulado “Consideraciones fi nales”.

Esta entrega de material inédito, sometido a un esfuerzo interpretativo, tiene como principal propósito poner en manos de investigadores y estudiantes un material que prende entusiasmo, porque revela nuevas facetas de un período decisivo y muy oscuro de nuestra historia.

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Cambranes descubrió en archivos diplomáticos de distintas ciudades alemanas la infor-mación que aquí se presenta parcialmente. Reintegrado el autor a su país, este Instituto consideró que era su deber auspiciar una revisión y reelaboración de aquellos materiales y de las hipótesis, alcanzando así esta investigación el nivel científi co con que ahora se presenta.

Severo Martínez Peláezdirector.

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EL DESARROLLO SOCIOECONÓMICO Y POLÍTICO DEL PAÍS PREVIO A 1871

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Gustav Bernouilli afi rmaba en 1868 que apenas si existía en el mundo un país que fuera tan desconocido en Europa como Guatemala, pese a ser para el extranjero de relativamente

fácil acceso.

En realidad Guatemala era en ese entonces un país desconocido aún para los mismos guate-maltecos. El último de los mapas generales de la República de Guatemala realizado por Van der Gehucht por encargo del gobierno guatemalteco y publicado por Sonnernstern en Nueva York, en 1859, no delimitaba acertadamente ni sus fronteras políticas ni la de sus departamentos.

Según Bernouilli limitaba Guatemala en el norte con México por una rectilínea “que se encuentra en el paralelo 17º 40’”. Los ríos San Pedro, Usumacinta, Cuilco y Tilapa constituían en su oeste y noroeste la frontera con los territorios de Chiapas y Soconusco, entonces en dis-puta con México. El territorio de Belice se prolongaba hasta el río Sarstoon, en el noreste. La desembocadura del río Motagua en el Atlántico señalaba la línea fronteriza con la República de Honduras, “mientras que Guatemala con su esquina sudeste se prolonga hasta los 14º, en donde la misma se separa del Estado San Salvador* por el río Paz”. Todo el territorio poseía una población de 900,000 habitantes.

La composición racial del país la resume Bernouilli con la frase: “más de dos terceras partes son indios”. Según sus apreciaciones había en el país 270 habitantes por kilómetro cuadrado, haciendo notar la diversidad de la concentración demográfi ca en los distintos departamentos: “El más débilmente poblado es el gran territorio del Petén, ya que apenas tiene de 2 a 3 habitantes por cada milla cuadrada.”l

Si la mayoría de la población era originaria del país, el resto estaba formada por mestizos, extranjeros y sus descendientes. Los indígenas se concentraban en el oeste, norte y centro del país, encontrándose también, aunque en menor número, en el sur y el este. Pertenecían a más de veinte grupos lingüísticamente distintos entre sí. “En la Verapaz se habla muchos idiomas, en un espacio tan reducido como en ningún otro lado”, apuntaba Bernouilli.2 Este mismo viajero tuvo conocimiento de indígenas pertenecientes a tribus de Lacandones, Choles e Itzáes que

* Estado de El Salvador.1. Bernouilli, Gustav: “Briefe aus Guatemala”, en: Petermanns’ Geographische Mitteilungen: 1868, Tomo 14,

Cuaderno III, Pág. 86-87. Las Fronteras Actuales son: “Entre los 13º, 45’ y los 17º, 12’ de latitud Norte; y los 88º y 13’ de longitud oeste”. Guerra Borges, Alfredo:

Geografía Económica de Guatemala, Editorial Universitaria, Guatemala, 1969, Tomo I, Pág. 19. La primera estadística poblacional fue efectuada por el régimen liberal en 1880. En esta ocasión fueron contados 1. 224,601 habitantes. En: Stoll, Otto: “Guatemala, Reisen und Schilderungen aus den Jahren 1878-1883”. Leipzig: 1886, Pág. (Anexo).

2. Bernouilli, Gustav: “Reise in der Republik Guatemala” en: Petermanns’ Geographische Mitteilungen: 1875, Tomo 21, Cuaderno 9, Pág. 335.

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habitaban las regiones guatemaltecas al norte de Cobán. Según él, estos indígenas vivían “en parte todavía en estado primitivo, sin contacto con sus hermanos, que reconocieron el dominio español”,3 En el sur y el este se encontraban grupos indígenas en proceso de ladinización.4 El elemento ladino era dominante en la capital del país y en el este.5 Según Bernouilli, el indígena constituía un verdadero obstáculo para el progreso de Guatemala.6 Esta era la opinión de muchos ladinos guatemaltecos, descendientes en su mayoría de los llamados “criollos” de la época del feudalismo colonial. Dice Bernouilli que los indígenas vivían en su mayor parte “en medio del resto de los habitantes, ganando su sustento de vida, en parte, por medio del cultivo de la tierra, en parte, por medio de la artesanía u otros trabajos, incluso también como cargadores”.7 La tendencia a ver al guatemalteco como a un ser inferior provenía de la inquietud que despertaba su tenacidad a aferrarse a sus tradiciones precolombinas, en las cuales las prácticas y cultos religiosos desempeñaban un papel de primer orden. Los no indígenas veían con preocupación como éstos eran reacios a integrarse al sistema económico, político y cultural traídos del ex-tranjero. “Precisamente a este carácter le deben una determinada conciencia nacional, por no decir orgullo nacional, que no se encuentra en el ladino. Aún no han perdido las esperanzas de convertirse con el tiempo en los únicos amos de su bello país”.8

Todo el período nacional del siglo XIX, está dominado por los grandes deseos de los grupos de dirigentes políticos por atraer inmigrantes blancos al país. “América no tiene en sí el germen del desarrollo, solamente ofrece un suelo fértil, en el cual brotan pronto y dan frutos, los gérmenes venidos de afuera. Una creciente inmigración de extranjeros debe traer estos gér-menes; ella eliminará poco a poco a los indios, mientras que los blancos nativos y los ladinos pueden amalgamarse con ella”.9

3. Id.4. Id.5. Ya el Censo de 1880 determina para la capital 51,520 ladinos y apenas 4,522 indígenas. Stoll, Otto, op. cit.

Pág. 30. Según Bernouilli cuenta la ciudad de Guatemala a fi nes de la década del sesenta de 30 a 40 mil ha-bitantes. Ver: PGM: 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 428.

6. Id., 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 426.7. Id.8. Id. Diversos levantamientos de indígenas, anteriores a 1871, en las cercanías de Retalhuleu, que fueron reprimi-

dos con éxito por los ladinos de esta localidad, han movido a Stoll a afi rmar que estos incidentes expresaban la esperanza de los indígenas “de exterminar a todos los ladinos y blancos, y convertirse nuevamente en los amos del país, una esperanza que aún hoy perdura en ellos”. Stoll, O., op. cit., Pág. 77.

A partir de 1871 se emitieron distintos decretos por parte de los liberales con el fi n de posibilitar la inmigración europea: en 1873 se decretó la libertad de cultos, la cual estaba ante todo encaminada a darles a los futuros inmigrantes una buena impresión de la situación interna dominante bajo los liberales. Es posible que este decreto haya tenido infl uencia de los científi cos mexicanos, quienes eran de la opinión como algunos líderes liberales guatemaltecos, que los indígenas eran una raza de hombres que no estaba en capacidad de contribuir “científi camente” y en forma progresista al desarrollo del país. Por eso debían ser dirigidos intelectual y físi-camente por los ladinos y los europeos.

En 1877 fue fundada una sociedad de inmigración que debía ocuparse con este asunto. El gobierno perseguía una política, que tenía como fi n:

a) favorecer a los inmigrantes extranjeros con donaciones de tierras con exoneraciones de determinados impuestos, así como con otras concesiones de privilegios económicos; b) guiar al país hacia el capitalismo, ya que los europeos con sus métodos de cultivo técnicamente desarrol-

lados y sus capitales de inversión, eran vistos por los liberales como un importante factor de desarrollo.9. Bernouilli, Gustav: PGM: 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 426.

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Fuera de los Lacandones y demás pueblos indígenas de las regiones del norte del país, y que según Bernouilli, vivían al margen del desarrollo económico y social de Guatemala, la gran mayoría de los indígenas eran agricultores sedentarios. Vivían en el campo y trabajaban la tierra realenga que habían obtenido legalmente durante la época colonial al haberse creado los pueblos indígenas. La independencia y el caos político que le sigue les da a las comunidades de aldea la posibilidad de estabilizar sus antiguas formas de convivencia social y consolidar viejas formas de producción. “Que los hombres trabajen en común y consuman en común los frutos de su trabajo o que pasen a cualquier otra forma de relaciones sociales, todo depende en resumidas cuentas del nivel de las fuerzas productivas”.10

El período de la llamada “Dictadura de los Treinta años” es la época en que el indígena guatemalteco por primera vez en más de tres siglos está en posibilidad de dedicar todos sus esfuerzos a llevar una vida estable, dedicándose a la agricultura, cría de ganado y artesanía, libre de todas aquellas exacciones tributarias y obligaciones laborales que le oprimieron tanto. Ahora, la actividad agrícola, independiente, hizo posible el fl orecimiento de comunidades, antiguamente en decadencia.

La propiedad social de los medios de producción era resabio de la época precolombina, cuando el producto de la tierra trabajada colectivamente era repartido por igual entre todos. “El proceso de la simple cooperación, de la simple colaboración, contiene importantes elementos de progreso, ante todo, la capacidad de rendimiento de un grupo es superior a la suma de la capacidad de rendimiento de cada uno de los individuos que lo componen:”

11 En suma, signifi ca un incremento de las fuerzas productivas.

La propiedad común de la tierra como institución persistió en muchas comunidades de aldeas guatemaltecas, aun después de la época que nos ocupa. Tal y como en la Edad Primitiva, fue sustituido por un régimen económico mixto. De tal forma que, además del trabajo colectivo en la milpa comunal, existía la apropiación individual de la cosecha.

Según datos estadísticos de 1880 existían en el país 303 comunidades, sin contar la de la capital. El número de habitantes de cada una era diverso. Había comunidades grandes como la de Santa Catarina Ixtlahuacán, en Sololá, que tenía cerca de 30,000 habitantes12, la de San Pedro Carchá en Cobán, que también tenía aproximadamente 30,000 miembros13. La mayoría de las comunidades de aldea contaba, sin embargo, de 500 a 5,000 miembros.

La mayor parte de los miembros de la comunidad vivía dispersa en los alrededores. La aldea era llamada Pajuyúe.14 Según Stoll, el término generalizado entre los indígenas para de-nominar una aldea o ciudad era “tinamit”, una palabra tomada del idioma mexicano “tenamitl” y degenerada, que inicialmente signifi caba “muralla de la ciudad”.15 El término quiché para una agrupación de viviendas y de familias era “ama’k”. Ésta constaba, según su tamaño, de una

10. Kuczynski, Jürgen: “Allgemeine Wirtschaftsgeschichte”, Berlín: 1948, Pág. 26. 11. Id.12. Bernouilli, PGM: 1873, Tomo 19, Cuaderno X, Pág. 374.13. Id. PGM: 1875, Tomo 21, Cuaderno IX, Pág. 334.14. Id.15. Stoll, op. cit. Pág. 60.

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agrupación de chozas de paja con una plaza en medio, en donde se efectuaba el mercado de los bienes de consumo. En el centro de la plaza estaba situada la iglesia. Frente a 1a iglesia se encontraba el cabildo o casa de la comunidad. En el cabildo se celebraban las reuniones de la comunidad, sirviendo además sus cuartos como locales para impartir justicia, cárcel, escuela, lugares de pernoctar para los viajeros y cuando la aldea era grande e importante, como cuartel para la guarnición de la plaza. Alrededor de la plaza, la iglesia y el cabildo se encontraban las viviendas de los habitantes (ranchos), situada cada una en un “sitio” pequeño, cercado por esta-cas. En toda la aldea se trazaban calles rectangulares que se cortaban entre sí. En aldeas grandes como Retalhuleu estaba la plaza rodeada de casas de un piso, limpias, amuralladas y con techos de teja acanalada. Aquí vivían los vecinos más ricos de la aldea.16

Todas las comunidades estaban organizadas como cooperación religiosa en cofradías o her-mandades. La dirección estaba formada por un comisionado político, subordinado al corregidor del departamento o región, y cuya obligación era mantener el vínculo de la comunidad con el poder central. Al comisionado estaban subordinados los alcaldes, encargados de los asuntos judiciales de los indígenas o ladinos. Eran llamados alcaldes primeros o alcaldes segundos, según fueran responsables de los derechos de los ladinos o de los indígenas. Las comunidades grandes tenían más de dos alcaldes. Fuera del alcalde había un gobernador, cuya función era vigilar los actos del alcalde, regidores, que desempeñaban distintas funciones. La función del regidor de canon consistía en recaudar los impuestos entre los miembros de la comunidad, el regidor de plaza colectaba los impuestos que debían pagar los pequeños comerciantes por el lugar de venta que ocupaban en los mercados. En comunidades grandes donde existían canalizaciones había también un regidor de agua. Éste debía recaudar el impuesto de agua. Como tesorero fungía el síndico, que administraba la caja de la cofradía. Todos estos funcionarios constituían el Consejo de la Comunidad, y eran en conjunto los representantes del poder estatal. A su disposición estaban los “auxiliares”, una especie de policías desarmados que se encargaban de las capturas llevando los prisioneros al cabildo. Debían además ocuparse de la limpieza de los caminos y calles. Todos los alcaldes disponían de dos ayudantes, llamados “mayores”, que se turnaban en el servicio. Las comunidades indígenas poseían también patrullas de seguridad, que fungían dos veces por semana. Generalmente recorrían las calles de la aldea en las noches de los domingos y miércoles y hacían silenciar a quienes hacían ruido, separaban a los que peleaban, etc. El Consejo era electo por los demás miembros de la comunidad por él término de un año. Tomando posesión del cargo el primer día de cada año. Existía la vieja costumbre de ir en peregrinaje a la cabecera departamental para ser confi rmados ahí por el jefe político, quien ade-más debía revisar el desempeño del cargo del alcalde saliente. El secretario actuaba como traductor e intermediario entre los miembros del Consejo de la Comunidad y el régimen. Él era también a menudo el maestro de escuela de la aldea. Las aldeas cuyos habitantes se compusieran de ladinos e indígenas, como Quetzaltenango, Totonicapán, etc., tenían dos cabildos, uno para cada elemento de población, que actuaban en forma independiente uno del otro.17

Los métodos de organización de la comunidad nos aparecen como una mezcla de democracia interna y de despotismo proveniente del exterior, representado por las autoridades comunales.

La vivienda de los indígenas consistía de una cabaña ligera, construida de varas de madera o carrizo, con techo de paja, palma o algún material semejante según fuera la región.18 La dotación

16. Id. Pág. 75. 17. Id. Pág. 348.18. Bernouilli, PGM: 1868, Tomo 14, Cuaderno III, Pág. 90.

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interior de una de estas chozas consistía de una cama sencilla, un tenamaste (tres piedras grandes en el suelo que servían como hornillo), un metate (piedra de moler maíz), un comal, algunas ollas o guacales,19 tinajas de barro para acarrear y calentar agua, y algunas jícaras hechas del cascarón de calabaza seca.20 .

La ropa de los indígenas difería según la región. En la costa solían vestir los hombres pantalones de algodón blancos, chaquetas en forma de camisones, así como calzar caites. Las mujeres se ceñían a la cadera un paño de algodón rojo o azul que les llegaba hasta los tobillos. En los Altos se usaba además una camisa que variaba en corte y color según la región y locali-dad. Los hombres portaban ropa de lana o poncho que les servía como pieza de vestir y como lecho.21 Los ladinos se vestían por lo general como los europeos.

Puede hablarse de una diferenciación económica entre las distintas comunidades. Algunas vivían en una economía cerrada, produciendo todo aquello que necesitaban, y sin tener mayor relación con comunidades vecinas. El fenómeno de comunidades que se limitan a la producción de valores de uso y ocasionalmente a la de valores de intercambio, no es, sin embargo, ni mucho menos general. En la mayoría de las comunidades de aldea es el móvil económico de ganancia, el determinante para la producción material. Aquí ya no se da el caso en que la comunidad produce lo estrictamente necesario para cada individuo sino que se produce ya en función de mercado. Sin embargo, el motivo fundamental de la diferenciación económica entre las distintas comunidades de aldea se debía a que la tierra, como medio de producción más importante, estaba distribuida en forma desigual. De tal forma que, no solamente había comunidades con pequeñas y grandes porciones de tierra en propiedad, sino también algunas cuyas tierras eran poco productivas y debían verse obligadas a arrendar tierras de comunidades más grandes. En este caso debía la comunidad arrendataria hacer el pago en dinero, productos naturales o en prestación personal. Además, debían comprometerse muchos miembros de la comunidad arrendataria a realizar traba-jos en la comunidad arrendadora. La diferenciación entre las comunidades de aldea había llegado en Guatemala a tal punto que unas comunidades prestaban a otras dinero a interés. Posiblemente esto obedecía a que una comunidad había tenido una mala cosecha, viéndose obligada a solicitar un préstamo de otra, ya que había comunidades que disponían de grandes cantidades de dinero. Éste era acumulado como tesoro o prestado a otras comunidades. Stoll comprobó que el interés que se exigía corrientemente era el 100%.22 No sabemos con exactitud lo que se veía obligada a hipotecar la comunidad solicitante. Posiblemente una determinada cantidad de granos básicos, siendo quizás obligados algunos o muchos de sus hombres a prestar servicios personales en la comunidad que había otorgado el préstamo.

Las cofradías hacían a menudo regalos al jefe de Estado y a sus más cercanos colaboradores, a la Iglesia y a otros, en dinero o productos naturales. Al jefe de Estado cuando tenía una co mu-nidad pleitos con otra, o problemas con el régimen, y deseaba de esta forma ganarse el favor del dictador. El aumento del poderío económico y humano de algunas comunidades, así como su relativa independencia política del poder central les dio a éstas motivo para agredir a comunidades más pequeñas y débiles, con la intención de robarles sus tierras. Los miembros de las comunidades

19. Id.20. Id.21. Id. PGM: 1874, Tomo 20, Cuaderno VIII, Pág. 288.22. Stoll, op. cit., Pág. 357.

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agredidas eran expulsados de sus anteriores posesiones. Estos actos de agresión no estuvieron pocas veces acompañados de asesinatos y actos de sangre. Es muy probable, que la necesidad de tierras fuere la causa de estos actos violentos.

La existencia de un Estado central con fuertes recursos a su disposición, no permitió que esta clase de agresiones por parte de comunidades poderosas hacia otras menos desarrolladas se constituyera en lo que Kuczynski llamaría “elemento constitutivo de la economía.”23 De haber existido en el país únicamente comunidades es muy posible que unas se hubieran desarrollado a costa de otras, después de arrebatarles sus tierras de cultivo y de pastos, y de convertir a sus miembros en esclavos o siervos dependientes. La actitud de Carrera como hombre de Estado en este caso nos da una idea de la forma muy particular que tenía de arreglar las situaciones anor-males que se le presentaran.24 En estas circunstancias el Estado como regulador de la sociedad dividida en clases desempeña un papel muy peculiar.

La división del trabajo social del trabajo agrario dentro de las comunidades estaba poco desarrollado, debido a que la mayoría de los miembros de la comunidad cultivaba aquellos productos que necesitaba para su dieta diaria, que no era en realidad pretenciosa: maíz, frijol, plátanos, chile, arroz.25 Más bien puede hablarse de una división del trabajo social entre las

23. Kuczynski, op. cit., Pág. 38.24. Es digno de citarse completo el caso que, al respecto, refi ere Bernouilli: “La aldea indígena Panan se fundó

hace pocos años y su origen da una idea de las condiciones reinantes aquí durante el régimen de Carrera: Las tierras de aquí hasta las orillas del Volcán Atitlán son extremadamente fértiles pero de difícil acceso. Debido a esto tenían poco valor antes de la introducción del cultivo del café [en el país, JCC]. Con otras extensas tierras, que abarcan una gran parte de la costa, cayeron de alguna forma en poder de una de las familias más ricas de Guatemala, además las exigía la comunidad de San Antonio. Más tarde se las apropió Carrera, contra cuya pretensión de poder nadie se atreviera a hacer alguna reclamación, ignorando él completamente los derechos de la familia Batres, mientras que a los indios de San Antonio los indemnizó por medio de otra propiedad, promesa que en verdad nunca cumplió. Carrera hizo establecer en un punto favorable una plantación de café, la cual, sin embargo, pronto decayó, debido a que no envió dinero para su mantenimiento ya que aquí no podía utilizar la mano de obra de soldados y de otros hombres pagados por el Estado, tal y como acostumbraba hacerlo en sus haciendas cercanas a la capital. La tierra permaneció por un tiempo improductiva. Mientras tanto los indios vecinos de Santa Catarina Ixtlahuacán se mostraron rebeldes por algunos años. Esta es una de las aldeas más grandes del país, localizada al noroeste del lago de Atitlán, y cuya población, que en su mayor parte no vive en la aldea misma sino esparcida en chozas de los alrededores, se calcula de 30,000 a 40,000 almas. Los habitantes de Santa Catarina son trabajadores y debido a que en su aldea no permiten la venta de aguardiente, ricos, pero como todos los indios, celosos en alto grado de su propiedad de la tierra y ambiciosos por aumentarla. Confi ados en su número y la falta de castigo, ya que bajo el régimen de Carrera es seguro que se cometen todos los excesos por parte de los indios, ya se habían apropiado por la fuerza de diversas y grandes porciones de tierra, habiendo asesinado a varias personas que trataron de oponerse. Esto no les afectó debido a que con anterioridad se habían ganado la voluntad de Carrera y de sus allegados por medio de ricos presentes (compraron la indulgencia). Una de estas expediciones de bandolerismo las dirigieron también contra sus vecinos del sur, los indios de San Miguelito, inicialmente colonos ellos mismos de Santa Catarina, pero que se habían hecho poco a poco independientes del Estado madre. La aldea San Miguelito fue destruida, sus habitantes expulsados y sus tierras anexadas. Los robados se dirigieron con su queja, naturalmente, al régimen y sus demandas no podían ser hechas a un lado como si se tratara de individuos privados. Entonces se recordó el presidente de sus cercanas posesiones, a los indios de Santa Catarina se condenó a comprarle a los de San Miguelito una legua cuadrada de tierra, señalándoseles inmediatamente una franja de tierra perteneciente a Carrera. Por ella tuvieron que pagar 25,000 dólares. Así surgió la aldea Panan, que ahora cuenta con cerca de 1,000 habitantes. El resto de la tierra le fue concedida, a la muerte de Carrera, a la familia Batres. Sin em-bargo, mientras duró el largo proceso, fue tomada en posesión por los indios de Atitlán, que no la devolverán fácilmente.” “Bernouilli: PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 474.

25. Id. PGM: 1868, Tomo 14, Cuaderno III, Pág. 89.

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distintas comunidades. Bernouilli nos habla en sus “Cartas de Guatemala” del cacao cultivado por los indígenas de Suchitepéquez; del trigo que se cultiva en las comunidades de Patzún y Patzicía,26 del trigo, cebada, avena, patatas, duraznos, manzanas, peras, etc., que son cultivadas por distintas comunidades. En muchas comunidades desempeñaba un papel importante el trabajo manufacturero doméstico. Aquí se unía al cultivo de la tierra la confección de productos que eran realizados en el mercado. Posiblemente es aquí donde más claramente se refl eja la división del trabajo entre las diversas comunidades.

La llamada “economía fundada en el intercambio de mercancías entre distintas comunidades”27 existía posiblemente ya en la época precolombina y si se estrecha y estanca durante el período colonial no cabe duda que a partir del período nacional logra adquirir un cierto desarrollo. Con el paulatino desarrollo del capitalismo agrario en Guatemala se inicia para ella un período de mayor incremento. Es aquí cuando comienza precisamente a tener un mayor peso en la economía nacional, llegando más tarde a ser un importante eslabón de la relación mercancía-dinero.

El intercambio, sin embargo, no es uniforme en todo el país. El cuadro que nos transmite Bernouilli de las aldeas de oriente es verdaderamente lastimero: aldeas destruidas completa-mente por los terremotos que en esta época azotaban esas regiones,28 poblaciones miserables en donde ni siquiera es posible adquirir un poco de maíz,29 lugares deshabitados, etc. La mayoría de estas aldeas entraron en proceso de decadencia al declinar y casi desaparecer viejos centros de intercambio vecinos a ellas, en cuyo aprovisionamiento habían jugado un importante papel.30 En cambio en la región occidental y norte del país se nota una mayor relación de las comunidades entre sí. Se intercambian productos agrícolas por otros de artesanía. La existencia de aldeas de aspecto pobre y miserable no debe conducirnos a la creencia de que existían difi cultades de aprovisionamiento. En muchas regiones de oriente y del noreste se desarrollaba una agricultura extensiva. Los hombres vivían generalmente dispersos en amplias zonas territoriales, para poder utilizar mejor los inmensos bosques vírgenes existentes, los cuales durante siglos habían sido desaprovechados por los colonialistas españoles.

No cabe duda que el hecho de que en todas las regiones de Guatemala se cultivara el maíz, el principal producto agrario del país, fue un obstáculo para un mayor desarrollo de la división social del trabajo agrario. El maíz era cultivado tanto en la costa, donde se daban dos cosechas anuales, como en tierra fría, donde solamente se daba una vez anual. Y en lo que respecta al

26. Id. PGM: 1873, Tomo 19, Cuaderno X, Pág. 377.27. Kuczynski, op. cit. Pág. 34.28. “Terremotos destruyeron casi completamente la gran aldea de Cuajiniquilapa y en más o menos en el mismo

grado todas las localidades que la rodean. Desde hace más de dos meses han habido por lo menos 5-6 temblores durante el día y la noche, y han habido días en que han habido 30-50 temblores. JJ Bernouilli. PGM: 1874, Tomo 20, Cuaderno VIII, Pág. 282.

29. Id. Pág. 288. 30. De Esquipulas dice: “La aldea tiene una gran fama como lugar de peregrinación y por las misas importantes

que se efectúan en enero. La importancia de las últimas ha disminuido bastante desde que fue construido el ferrocarril por el Istmo de Panamá y las exportaciones de toda Centroamérica toman éste camino, mientras que antes no solamente Guatemala sino que también San Salvador y una gran parte de Honduras exportaban por Izabal... Debido a esto es que yo esperaba encontrar una aldea rica y grande y me encontré muy desilusionado al cabalgar por las calles estrechas y sucias en dirección a la plaza, en donde solamente se encuentran de dos a tres buenas casas. Conseguí donde dormir pero costó conseguir de comer (por dinero) y a cambio de buenas palabras.” Bernouilli, PGM: 1875, Tomo 21, Cuaderno IX, Pág. 324.

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cultivo del maíz es Bernouilli muy amplio. Así, nos relata cómo se practicaba su cultivo en la zona del Pacífi co y el sistema de rozas que se efectuaba intencionalmente en la selva virgen, convirtiendo ésta “en un extenso mar de llamas.”31 Refi ere que a los indígenas que habitaban la costa del Pacífi co “no les gusta hacer sus siembras en las cercanías de los caminos transitados sino que prefi eren puntos apartados,”32 que “los alrededores del volcán de Zunil (de Quetzalte-nango, que en indígena se llama Xetuch) forman una extensa milpa”,33 que extensos bosques de la región de occidente han sido suplantados por campos de maíz,34 que Atitlán se ha transformado “en una extensa milpa”,35 que en Totonicapán se observa el mismo fenómeno, que igualmente sucede “con muchos valles de Petapa”,36 de oriente, en donde dice haber notado “milpas en gran cantidad camino a Esquipulas”,37 llegando a haber visto pequeños caseríos “con campos extensos de maíz” en las cercanías de Gualán.38

El cultivo del maíz ocupaba la mayor parte de la fuerza de trabajo disponible en el país.39 Su cultivo aparentemente sencillo necesitaba de un gran esfuerzo para preparar el terreno a sembrar, con ayuda de instrumentos de hierro, como machetes y hachas, se quitaba el monte que cubría el futuro lugar de cultivo. El maíz se sembraba con ayuda de la azada. El sistema de cultivo era la milpa o sistema de quema de monte roturado para sembrar maíz. La comunidad Tactic poseía una “milpa comunal”. La plantación de maíz en Tactic, Cobán, “abarcaba casi 1,500 varas” de longitud. Todos los miembros de la comunidad estaban obligados a trabajar en la milpa comunal, formando parte de distintos grupos que se relevaban los domingos. El producto de la milpa estaba destinado a la caja de la comunidad.40 Vemos entonces, que la productividad de la actividad económica de los miembros de las comunidades estaba determinada no sola-mente por la fertilidad del suelo que poseyeran sino también por el número de componentes de la comunidad, y que en todo el país se presenta un cuadro completamente desconocido en el pasado; campos de nuevo cultivo, roturación de nuevos terrenos.

Como resultado directo, la alimentación de la población en general se volvió más abundante. Nunca antes el excedente había sido tan grande. “Las consecuencias de un mejoramiento tal en las condiciones de alimentación, también se manifi estan en un mejoramiento de las condiciones generales de salud, lo que a su vez permite que nazcan más niños vivos, y que lleguen en número mayor a la madurez, es decir, que la población aumenta cada vez más rápidamente”.41

31. Id. PGM: 1868, Tomo 14, Cuaderno 111, Pág. 89. 32. Id.33. Id. Pág. 88.34. Id. PGM: 1873, Tomo 19, Cuaderno X, Pág. 474. 35. Id. Pág. 377.36. Id. PGM: 1874. Tomo 20, Cuaderno VIII, Pág. 281. 37. Id. PGM: 1875, Tomo 21, Cuaderno IX, Pág. 327.38. Id.39. Id. PGM: 1868, Tomo 14, Cuaderno 111, Pág. 89.40. Stoll, op. cit., Pág, 77. 41. Kuczynski, op. cit. Pág. 30. Creemos que esta frase tiene más signifi cado para la comprensión del fenómeno

poblacional guatemalteco de mediados del siglo XIX, que aquella otra publicada por un autor: “La grana trajo prosperidad a Guatemala, y durante el período de 1842 a 1868 la población se incrementó en un 50%”. Thomas R.Herricks: “Desarrollo económico y político de Guatemala, 1871-1885”, Traducción de Rafael Pie-dra-Santa Arandi, Editorial Universitaria de Guatemala, 1974, Pág. 26, Herricks “cita a Luis Marinas Otero: “Las constituciones de Guatemala” (Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1958), Pág. 125.

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Los instrumentos de labranza eran, sin embargo, como se ha expuesto, bastante primitivos. El más importante lo constituía el palo con el cual se hacían los orifi cios en el terreno para plantar las semillas, aunque también se utilizaba la azada. El uso del arado permaneció (¡y permanece aún!) bastante limitado. Igualmente el empleo del ganado como medio de tracción. El poco uso del ganado de tracción en la agricultura fue un impedimento determinante para el desarrollo de las fuerzas produc-tivas, teniendo consecuencias funestas para el ulterior desarrollo económico y social de Guatemala. La no utilización de modernos medios de producción por parte de los miembros de las comunidades provocó el estancamiento de la agricultura guatemalteca, con todas sus secuelas. Esto fue determinante para que el capitalismo agrario se basara en relaciones de producción precapitalistas.

Además de maíz cultivaban las comunidades también otros productos agrarios. En el territo-rio de los Altos se cultivaba el trigo. Los medios de trabajo eran primitivos. El método de trabajo no nos es, sin embargo, conocido con certeza. Los indígenas producían para el mercado interno. Los costos de producción parecen ser bastante bajos, ya que no exigían altos precios por el trigo. Por lo general se cultivaba el llamado trigo criollo o trigo del país, que daba un grano grisáceo y pequeño. Su harina era aceptada como muy alimenticia y generalmente era preferida por los panaderos a la harina importada. La siembra se efectuaba a principios de la temporada lluviosa, según la región, en abril o mayo, haciéndose la cosecha al fi nal de la temporada de lluvia, a fi nes de octubre y principios de noviembre. El producto era sin embargo muy inseguro debido a que durante el desfl orecimiento, inesperados aguaceros impedían en algunas ocasiones, la fructifi ca-ción, provocando de vez en cuando malas cosechas. Después de la cosecha era llevado el producto en uno o dos días a lomo de mula o cargado por los propios indígenas a las poblaciones ladinas donde era molido. Los ladinos eran los principales consumidores del trigo.42 No es posible aportar datos exactos, referentes al monto de la producción de trigo. Se tenía como buena cosecha la producción de 150,000 fanegas (145,000 libras). A mediados del sesenta, antes de que se im-portara harina extranjera, se consumía anualmente harina en las siguientes proporciones: en la ciudad de Guatemala: 65,000 fanegas; en Antigua: 11,000; en Escuintla: 9,000; en Amatitlán: 5,000 fanegas.43 Desconocemos lo consumido en las Verapaces, aunque no sería poco, desde el momento en que el mismo Bernouilli se encontró en una ocasión en las montañas, con una caravana de mulas cargadas con harina, y que, provenientes de los Altos, se dirigían a Cobán.44

En el cultivo de los campos participaban hombres, mujeres y niños.

Como se señala arriba, en las comunidades también se cultivaba frijol,45 arroz, chile, distintas clases de frutos tropicales y europeos (manzanas, peras, naranjas, cereza, durazno en distintas variedades, membrillo, etc.), pequeñas cantidades de papa así como de cebada y avena. No tenemos datos de la forma y modo de cultivo de estos productos,46 sabiendo únicamente, por Bernouilli, que la técnica utilizada en el cultivo era primitiva.47

El cultivo del algodón se efectuaba en pequeña escala por algunas comunidades de tierra caliente, en la costa del Pacífi co. En los mercados de los poblados se vendía el algodón con la

42. Bernouilli, Gustav: “Die kultur-Produkte der Republik Guatemala”, en PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 461.

43. Bernouilli, PGM: 1868, Tomo 14, Cuaderno 111, Pág. 89.44. Id. PGM: 1875, Tomo 21, Cuaderno IX, Pág. 338. 45. Id. PGM: 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 429. 46. Stoll, op. cit., Pág. 120.47. Bernouilli, PGM: 1868, Tomo 14, Cuaderno 111, Pág. 89.

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pepita. Además del algodón blanco se vendía uno de menor calidad conocido como algodón cuyuscate, que era claro, amarillo-canela, y que tenía una semilla más grande que la del algodón blanco.48 El cultivo del algodón no se hacía en gran escala, debido a que la cosecha fl uctuaba mucho. La mayor parte del producto era trabajado por los propios indígenas, ya que la ropa de vestir de la mayoría de la población del país era de algodón.49

En las comunidades se encuentra tanto ganado caballar como lanar, estando la cría de cer-dos ampliamente difundida. Además, las comunidades no solamente estaban en posibilidades de ordeñar y carnear ganado durante todo el año sino que tenían el monopolio del destace.

No sabemos si las comunidades utilizaban el abono y la irrigación de la tierra como me-dios para aumentar la productividad de la misma. De ser así, es casi seguro que esto no estaba generalizado.

En las comunidades de las aldeas se efectuaba mucho trabajo artesano a domicilio.

Los artesanos rurales también es posible diferenciarlos entre aquellos dedicados únicamente a ejercer su ofi cio y aquellos que lo ejercen a la par de otras actividades productivas, entre las cuales la agricultura y la cría de ganado son las más importantes. En los Altos estaba muy unido a la cría de ovejas. Ésta en realidad no era muy productiva debido a que no se le ponía atención al mejoramiento de la raza.

En el occidente se destaca la producción artesanal de bienes de consumo, especialmente de productos de lana. Esta rama de la economía estaba dominada casi por completo por el trabajo femenino. De la lana producida se elaboraban, sin embargo, paños, que eran altamente apre-ciados en toda Centroamérica, especialmente en Costa Rica. Estos artículos de lana formaban, juntamente con algunos productos agrarios, los únicos artículos de exportación del país.50

La lana de oveja era tejida de la siguiente manera:

Los artesanos sostenían un ovillo de lana debajo del brazo izquierdo. El huso, llamado “malacate” por los ladinos, se componía de una vara de un pie de largo con nuez ancha y plana. Se le giraba con la mano derecha. La nuez o plomo de huso era de madera fuerte y se movía constantemente. Para hacer girar el huso lo tomaba el tejedor colocando su cabo superior en el muslo desnudo enrollándolo rápido por un mismo lado con la mano derecha y luego soltándolo. El huso continuaba entonces girando, colgando de su hilo en línea perpendicular. Esta forma de rotación del huso constituía la diferencia fundamental de la otra manera de tejer, que se encontraba en la misma región y en la cual el huso hecho más liviano giraba con su punta inferior en una pequeña batea.51 La lana era trabajada en telares de mano, según un sistema muy primitivo que, como casi toda la industria doméstica en Guatemala, se encontraba en un nivel de desarrollo muy bajo.52 La rama principal de la industria doméstica indígena era, sin embargo, la fabricación de

48. Id. Pág. 90.49. Id. PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 441.50. Bernouilli, PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 441.51. Stoll, op. cit., Pág. 382.52. Bernouilli, PGM: 1868, Tomo 14, Cuaderno 111, Pág. 90.

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artículos de arcilla, especialmente de recipientes. En esto se distinguía en especial la comunidad de Chinautla (cercana a la capital de la República), compuesta de indígenas pocomames.

La fabricación de artículos de arcilla era también una actividad realizada primordialmen-te por las mujeres, quienes la hacían sin utilizar la rueda de alfarero. Se sentaban en el suelo, sosteniendo en sus rodillas una tabla sobre la que descansaba bien dispuesto el bollo de barro. Éste era primeramente tomado con las manos, agregándosele agua en pequeñas cantidades y apretándosele constantemente hasta que ya suavizado, se le modelaba según la forma externa de la vasija que se debía realizar. Una tinaja, por ejemplo, era confeccionada de la siguiente mane-ra: primero se le daba forma a la mitad inferior, ya con su forma de media esfera era ahuecada con una pieza de calabaza. La media esfera era entonces girada sobre la tabla con una mano. De la misma forma se realizaba la mitad superior de la tinaja obteniéndose un orifi cio redondo central. Ambas partes eran fi nalmente juntadas, agregándoseles luego, la parte del cuello. El objeto semielaborado debía entonces ser colocado a secar antes de que fuera pulido con una piedra redonda y lisa, mientras que se le embadurnaba cualquier posible abertura. Al fi nal se veía la tinaja como si hubiera sido hecha de una sola pieza.53

La comunidad de Chinautla se ocupaba también con la quema de cal en hornos primitivos y con la fabricación de carbón. Éste era empacado en atados redondos y transportado en redes a la capital, para su venta.54 Una especialidad de los indígenas de Quetzaltenango y Totonicapán era la fabricación de mantos dorados refulgentes, de sombreros de plumas y de máscaras de madera, que eran necesitados por las diversas cofradías para sus representaciones teatrales y bailes de pantomimas. Estas piezas de vestir eran vendidas o alquiladas a cambio de dinero, por unas comunidades a otras, en épocas de fi estas religiosas y ferias, que celebraban en todas las regiones del país a distintas épocas del año.55

Como ya se indicó, en Quetzaltenango se desarrolló una primitiva fabricación de hielo. Aquí dominaban las temperaturas bajas, hasta durante el verano. Esta circunstancia era utili-zada por los indígenas, colocando por las noches moldes metálicos llenos de agua para que se congelara. Los bloques de hielo hechos, eran empacados en paja y transportados a la capital de Guatemala y a otras localidades ladinas de la costa, en donde continuaba su elaboración al agregársele jugos de frutas para su venta y consumo como “nieve”. Nevadas parciales en época de invierno, en la cumbre del volcán de Agua, daban a los indígenas de las comunidades vecinas más posibilidades de adquirir hielo para la venta.56

Con el surgimiento y ampliación del cultivo del café en Guatemala comenzaron algunas comunidades, como la de Santa Clara, en Sololá,57 a elaborar artículos de paja (canastos, som-bre ros, etc.), utilizados por los trabajadores agrícolas en las plantaciones.

Muchos de los miembros de una comunidad eran pequeños comerciantes, que en pequeños grupos recorrían todo el país vendiendo productos agrarios, artículos de arcilla, así como otros productos de la industria casera:

53. Stoll, op. cit., Pág. 333.54. Id. Pág. 332.55. Id. Pág. 65.56. Id. PGM: 1868, Tomo 14, Cuaderno III, Pág. 88.57. Id. PGM: 1875, Tomo 21, Cuaderno XI, Pág. 340.

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“Una gran parte de los habitantes de Cobán son comerciantes. Cruzan todas las aldeas de la República con los artículos más diversos: cacao de la Costa Grande, paños de lana de los Altos, objetos de arcilla que compran en Chinautla (...) Sus caminatas les hacen llegar a menudo hasta San Salvador y San Miguel”.58 “En pequeñas sociedades vienen los indios de los Altos, cargando tanto de venida como de ida pesadas cargas. Por eso dan pasos pensados, especialmente aquellos que traen vasijas de arcilla, de las cuales dos y tres ya hacen toda la carga. Un solo paso en falso, o sea en caminos mojados y lisos, y se pone en juego todo el capital del propietario. Por eso esta gente ha reconocido desde hace tiempo la ventaja de las asociaciones de trabajadores, reuniéndose siempre tres y cuatro para hacer las compras y ventas. En caso de accidentarse las mercancías de uno, se distribuye la pérdida entre todos. Al causante, sin embargo, le cae tremenda paliza, que permite que se la den sin oponer resistencia.”59

Para transportar la carga se servían los indígenas del llamado cacaxte, ya utilizado en la época precolombina. Éste (del mexicano cacaxtl), era una estructura cuadrilátera de varas, envuelta en su parte externa con un pedazo de petate. En su interior se colocaban las mercancías a transportar. Se cargaba por medio del mecapal, una banda de cuero que sostenían en la frente. Los comerciantes ambulantes colgaban de los lados externos del cacaxte sus trastos de cocina, amarrando a un lado del mismo al suyacal, una como especie de capa contra la lluvia, hecha de hojas de palma.60

Según Bernouilli, los caminos de los Altos estaban llenos de estos comerciantes que duer-men en chozas de techo de paja, erigidas al lado del camino.61

En la capital solían dormir en los portales de los edifi cios que daban a la plaza central.62

Los productos eran vendidos en los mercados de las ferias o fi estas religiosas que se cele-braban anualmente en las diversas localidades, así como en las plazas y mercados de los princi-pales poblados, y de la capital del país. De esta forma, era la fuerza corporal de los indígenas el medio de transporte más utilizado en el país. Sin embargo, Bernouilli escribe acerca de “mulas cargadas con el producto de las zonas calientes (...) destinados al mercado de Guatemala.”63

Como medio de cambio eran utilizados el cacao y la moneda, que ya en esta época ha adquirido gran importancia.64 El dinero que recibían los comerciantes ambulantes por sus transacciones era en parte consumido por ellos mismos y en parte utilizado para la compra de otros artículos en el mismo mercado en donde habían realizado sus mercancías, que más tarde transportaban a otra localidad. Es muy dudoso que tuvieran la oportunidad de ahorrar alguna cantidad considerable de dinero y que éste fuera después utilizado como capital usurero.

Los pequeños comerciantes ambulantes eran, pues, quienes se encargaban de efectuar la relación comercial entre las diversas comunidades y zonas del país, valga decir, los que

58. Bernouilli, PGM: 1875, Tomo 21, Cuaderno IX, Pág. 336. 59. Id. PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 436.60. Stoll, op. cit., Pág. 406.61. Bernouilli, PGM: 1873, Tomo 19, Cuaderno X, Pág. 375. 62. Id. PGM; 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 429.63. Id. PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 435.64. Id. PGM: 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 429.

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llevaban sobre sus espaldas el desarrollo del comercio interior, cuya base eran la agricultura y la artesanía casera.

El comercio interno, sin embargo, no aumentó en la misma proporción que el externo. Causa de este fenómeno no fue únicamente la mala situación de las vías de comunicación inter-nas y el poco desarrollo de los medios de transporte (la rueda aún desempeñaba en el transporte un papel secundario), sino que la creciente subordinación del comercio interior al exterior. El auge del comercio exterior a partir de mediados de siglo hizo posible la introducción al país de cada vez mayor número de productos de manufactura extranjera, convirtiendo estos artículos en el más importante componente del mercado interno, pero mientras que le daba a éste mayor incremento y solidez, lo colocaba en situación de dependencia respecto a aquél.

Hemos visto que la agricultura era practicada en su mayor parte por los miembros de las comunidades de las aldeas. Sin embargo, lo era también por pequeños campesinos indepen-dientes, así como también por asalariados libres o campesinos en relación de servidumbre, en las plantaciones agrícolas.

Es bien sabido que no sólo es posible encontrar en un mismo periodo de tiempo pueblos con diverso grado de desarrollo social y económico, sino también ver actuar, dentro de un mismo pueblo, a viejas formas de economía, junto a las nuevas.

Martínez Peláez ha señalado la política del bloqueo agrario seguida por las autoridades coloniales españolas frente al mestizo65 y cómo éste se vio impelido a poner su fuerza de trabajo a disposición del dueño de una hacienda, a cambio de una pequeña porción de tierra en usufruc-to.66 A partir de la independencia muchos de estos “forasteros en todas partes” se convierten en “pequeños productores en todas partes”. Son ellos precisamente los que poseen las milpas “escondidas” en la región del Pacífi co67, los que convierten las montañas vírgenes en milpas y guatales, los que destruyen, según Bernouilli, las riquezas madereras68, los que se niegan a vivir en aldeas, “reducciones” de nuevo tipo, o a formar parte de una comunidad, sacrifi cando así un pedazo de tierra que le pertenece de hecho, por una propiedad colectiva que para él tiene menor signifi cado.69 Por el contrario, es posible que en el seno de la comunidad de aldea existiera una poderosa tendencia a repartir entre sus miembros más infl uyentes la propiedad común existente, para que fuera explotada en forma individual. En las comunidades existe ya la propiedad privada de los medios de producción: la propiedad privada de la tierra y de los instrumentos de produc-ción. Lo que no existe es la explotación de unos miembros de ella por otros, el plusproducto de unos que va a parar a manos de otros.

65. Martínez Peláez, Severo. La Patria del Criollo, Editorial Universitaria, Guatemala, 1970, Pág. 295.66. Id. Pág. 370.67. Bernouilli, PGM: 1868, Tomo 14, Cuaderno III, Pág. 89.68. Id.69. Bernouilli nos refi ere cómo en Izabal una misión jesuita trató de reunir en la aldea a las numerosas familias

dispersas en las cercanías. “Una empresa muy loable, como primer paso para llevarle civilización a los habi-tantes. Sin embargo, debido a que no lo lograron por medio de prédicas, solicitaron la ayuda del Ejército y el entonces comandante, un español, hizo quemar por sus soldados todas las viviendas dispersas en el monte. Después de esta acción no es extraño que los dañados hayan huido y que en una noche turbulenta hayan in-cendiado la mayor parte de Izabal,” PGM: 1875, Tomo 21, Cuaderno IX, Pág. 331.

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Sin embargo, fuera de la agricultura practicada en la comunidad de aldea y por la de los mesti-zos que han logrado desplazarse hacia las zonas aún no completamente incorporadas a la economía nacional y que llevan una existencia aislada, existe la agricultura que se practica en las plantaciones. Precisamente la base de la economía nacional era esta clase de agricultura, y la de ésta, la explotación de los campesinos pobres o en relación de servidumbre, valga decir, asalariados o personas obligadas a prestar servicios personales por diversas causas (colonos, peones caídos en deuda con el patrón, etc.), por parte de los dueños de plantaciones. Se ha dicho que el sistema de rancherías se conservaba intacto aún en la década del cuarenta.70 Es posible que para 1868 este sistema se haya debilitado bastante. El mismo Bernouilli, como propietario de una plantación de café en las cercanías de Mazatenango, se queja de lo difícil que resulta “restituir” a sus trabajadores.

Durante esta época se efectúan muchos desplazamientos poblacionales, se ponen en práctica planes de colonización interna,71 muchos hombres cambian su lugar de vivienda, el mestizo llega a ser la fi gura dominante en el oriente del país, aumenta su participación como elemento étnico en las comunidades indígenas, se dedica a practicar la agricultura por cuenta propia y a criar animales, tanto para uso doméstico como para la venta. Por otra parte, el auge y consolidación del sistema de comunidades de aldea limita una de las antiguas fuentes de trabajo servil. Sin embargo, es un hecho que en el país existen aún hombres obligados por medios extraeconómicos a trabajar y a producir para otros. Esto representaba, más que nuevas formas de producción, secuelas del pasado colonial, más el aprovechamiento por parte de individuos (tipo Carrera) e instituciones (Iglesia católica) de una situación surgida en el país a razón de la reconquista del poder por los oligarcas conservadores. Bernouilli en sus “Cartas” menciona aldeas localizadas “alrededor” de plantaciones, o localizadas “en tierra de pastos”. Prueba esto, de que aún existían colonos dependientes. También nos habla de plantaciones de azúcar, café, cacao, índigo, trigo, haciendas de ganado (así como de algunas que combinan diversos cultivos) distribuidas en to-das las regiones del país, pero no nos proporciona cifras y datos concretos, tal y como lo hacen Dollfuss y Montserrat.72 Sin embargo, es indudable que el número de campesinos asalariados ha aumentado conforme se incrementa la plusproducción agraria en el país, que servirá de base para el desarrollo del capitalismo agrario.

La población ladina vivía en la capital, en las cabeceras de los departamentos o en el cam-po, como terratenientes, pequeños propietarios o como arrendatarios. En algunos casos eran los terratenientes a la vez arrendatarios, que además de sus propias tierras cultivaban también tierras de la Iglesia.73 La aldea ladina de Retalhuleu es típica para muchas localidades ladinas grandes de mediados del siglo XIX. La “aristocracia” de la localidad la constituía un pequeño grupo de “fi nqueros” (terratenientes ladinos) y propietarios de yacimientos de sal, que utilizando la fuerza de trabajo de los miembros indígenas (como asalariados) que habitaban la cercana comunidad de San Sebastián, se hacían producir todos los alimentos necesarios para su subsistencia. Fuera de la sal y el caucho, los productos de la tierra cultivados para ellos por los indígenas, no iban al mercado. Su existencia estaba tan aislada de otras regiones y era tan en alto grado parasitaria, que se sentían verdaderamente en el paraíso.74

70. Martínez Peláez, Severo, op. cit., Pág. 387, cita a García Peláez, Francisco de Paula: “Memoria para los Historia del Antiguo Reino de Guatemala: 1943, Tomo III, Pág. 160.

71. Id.72. Ver Anexo 1.73. Bernouilli, PGM: 1874, Tomo 20, Cuaderno VIII, Pág. 283.74. Stoll, op. cit., Pág. 77.

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Muchos de los ladinos vivían también en comunidades aldeanas, especialmente en el oriente de la República, en donde el elemento indígena era relativamente escaso. En el oeste y en el norte del país constituían minorías.75

A partir de 1830 muchos ladinos que vivían en las zonas templadas se dedicaron al cultivo de la cochinilla, que desde esa fecha hasta fi nes de la década del cincuenta, constituyó casi el único artículo de exportación de Guatemala.76 Los principales centros de este cultivo es sabido que fueron Amatitlán y La Antigua, donde todavía a fi nes del sesenta apenas si se oía otra con-versación que no fuera acerca de las perspectivas y precios de la grana.77

La cochinilla también se cultivaba en los territorios cercanos a la capital, en Palín, Villa-nueva, y en zonas orientales como Zacapa y Jutiapa. Las plantaciones de nopal eran pequeñas y grandes, siendo las primeras cultivadas por los miembros de una familia y las segundas por mano de obra asalariada.

Hacia fi nes de los años sesenta ya había decaído mucho la producción de cochinilla. En esta época el rubro indicado para las inversiones era la plantación de café.78 Sin embargo, aún había empresarios interesados en hacer inversiones en las plantaciones de cochinilla, especial-mente españoles. Esto era debido a las posibilidades que veían de incrementar rápidamente el capital de inversión inicial.79

No conocemos el número de plantaciones de nopal existentes en el país en este período, pero es indudable que era aún aquí, donde se creaba la mayor parte del producto social bruto. El impuesto a las exportaciones agrarias era uno de los renglones más importantes de los ingresos estatales. “Especialmente lo que aleja a cuidadosos capitalistas de las plantaciones de nopal es la inseguridad del producto”, escribía Bernouilli, a fi nes del sesenta.80

Entre La Antigua y Amatitlán se había desarrollado una relación de interdependencia agraria, debido a que los insectos de la cochinilla eran llevados de un lugar a otro según una determinada regla. En La Antigua se colocaban los insectos (Coccus cacti L.) en pequeñas bolsitas de tusa que se fi jaban sobre las hojas de los cactos (Opuntia fi cus indica) en febrero, aprovechándose la temporada seca del año. Los insectos se multiplicaban y extendían por toda la hoja en los cien días siguientes. Debido a esto se efectuaba la “cosecha” de la cochinilla de mayo a junio, al iniciarse las lluvias, los últimos insectos reunidos eran conservados en almacenes especiales, para su posterior crianza. Los almacenes eran hechos de adobes: debajo de un pequeño techo se habían construido estantes especiales, en la esquina de los cuales se colocaban los insectos que habían sido destinados a la crianza, juntamente con rebanadas de hojas de nopal, mante-niéndoseles separados por medio de un enrejado de varillas. Así eran protegidos de la lluvia. En octubre se les llevaba a Amatitlán, criándoseles al aire libre, ya que ahí se les podía cosechar dos

75. Muy interesante resulta la descripción que hace Bernouilli de la gran aldea Santo Tomás Chichicastenango, habitada por indígenas y ladinos, “Que goza de gran y bien merecida fama por lo trabajador y la honradez de sus habitantes.” PGM: 1875, Tomo 21, Cuaderno IX, Pág. 338.

76. Bernouilli, PGM: 1868, Tomo 14, Cuaderno III, Pág. 89.77. Id. PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Págs. 437-438.78. Id.79. Id. Pág. 461, ver Anexo 2.80. Id. Pág. 438.

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veces por año. La primera cosecha se efectuaba de enero, a principio de febrero. En este tiempo se separaban de las hojas, con un cepillo, los insectos desarrollados después de la fecundación de las hembras, y de haber éstas depositado los huevos. De éstos crecía hasta abril la segunda generación. La calidad de la cochinilla de la segunda cosecha, la llamada segunda, no era sin embargo tan buena, como la de la primera. Para cerrar el circuito eran llevados insectos de la primera cosecha de Amatitlán a La Antigua y aquí colocados al aire libre.

Como planta para la alimentación de los insectos se utilizaban dos clases del cacto Opuntia fi cus indica. Uno, conocido como Nopal Costeño, solamente era utilizado para una cosecha, era sin embargo ventajoso, debido a que los insectos no podían ser arrancados fácilmente de las hojas pequeñas, gracias a la gran cantidad de fascículos espinosos que poseían. La otra clase de cacto llamada mozote tenía hojas grandes, jugosas y lisas, sin espinas. Estos cactos eran sembrados en líneas rectas, a distancias iguales. En el momento de la cosecha se encontraban los insectos incrustados en una pelusilla blanca. Utilizándose el cepillo, eran depositados en un canasto, y secados en un horno especial con fuego de carbón vegetal. Se distinguían tres calidades de cochinilla secada: los insectos madres, que después de depositar los huevos eran llamados “Cascarilla”. Daban una cochinilla negra, sin resplandor plateado, en la que se encontraba, sin embargo, la mayor cantidad de materia colorante, siendo por ello muy bien pagada.

La cochinilla de la primera cosecha era conocida como Primera. Daba una grana con brillo pla-teado, que tenía su origen en su cubierta blanquecina pulverulenta. La calidad más baja de cochinilla pertenecía a la segunda cosecha, llamada Segunda. Los insectos eran pequeños con brillo plateado.

Era muy arriesgado dedicarse en grande a este cultivo, debido a que los insectos estaban expuestos a muchas enfermedades ocasionadas por parásitos vegetales y animales, necesitando por ello un continuo control.

Un inesperado aguacero podía también destruir toda una cosecha, surgiendo grandes pér-didas materiales. Debido a esto era inseguro el producto de la cochinilla, lo cual era a menudo fatal para el productor.81

Muchos comerciantes extranjeros, que entre otras cosas eran agiotistas, se hicieron pro-pietarios de tierras utilizando para ello el dinero de préstamo.

“La mayoría de los propietarios de plantaciones no posee capital propio o por lo menos sufi ciente. Debido a esto debe prestarlo al 12% y 24% de interés, viéndose por lo general necesitado de vender su producto a bajos precios aún antes de efectuarse la cosecha. De esta forma no le queda al empresario nada o casi nada de dinero al fi nal de la cosecha, viéndose después, y aún a veces antes, obligado a solicitar capital sobre el producto de la cosecha del año siguiente. Es fácil notar que de esta manera se encontraba casi siempre atado, y que un solo año de pérdida lo arruinaba por completo”.82

Muchos comerciantes extranjeros, que entre otras cosas eran también prestamistas, se hicieron propietarios de tierras, utilizando para ello el capital usurero. La producción y co mer-

81. Stoll, op. cit., Págs. 44-45.82. Bernouilli, PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 438.

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cialización de la cochinilla se encontraba a mediados del siglo completamente en manos de Carl Friedrich Rudolph K1ee, cónsul general de las Ciudades Anseáticas (sic) en Guatemala, y el propietario más grande de plantaciones de cochinilla en el país. Era él quien regulaba los precios que debía pagar a los pequeños productores, y el más grande exportador del producto.83

Hacia fi nes de la década del sesenta se desplazaron muchos capitales del círculo de la producción de cochinilla hacia la de otros sectores de la economía de plantación.

“Especialmente lo que aleja a cuidadosos capitalistas de las plantaciones de nopal es la inseguridad del producto. En época de la cercana madurez puede una fuerte lluvia reducir el producto a la mitad o a una cantidad mucho menor. Por lo general se inicia la lluvia en un período determinado, pero no son raras las lluvias ocasionales. A esto hay que agregar que desde hace casi doce años ha aparecido una enferme-dad de la cochinilla antiguamente desconocida. Otra desventaja para su cultivo son los bajos precios que pagan por el producto, comparados con los de antaño, desde la introducción de la cochinilla en las Islas Canarias. La extensión del cultivo del café, que ha encontrado en la Antigua un terreno favorable, contribuye también al abandono del cultivo de la cochinilla, la cual, sin embargo, en años favorables aún proporciona un producto de casi 1,500,000 libras, que en Guatemala representa un valor de aproximadamente un millón de pesos...”84

El cultivo del café atrajo a capitales nacionales y extranjeros ya desde la década del cua-renta. Pero no fue sino hasta en los años sesenta que comenzó verdaderamente a cobrar auge. La cosecha de 1868 fue de más de 75,000 quintales85, esperándose en 1869 que ese año ascendiera a 130,000.86

Los principales territorios de cultivo de café eran las faldas occidentales de las cordilleras en la bocacosta de los departamentos de Retalhuleu, Suchitepéquez, Chimaltenango y Escuintla. Además se cultivaba café en San Marcos, Quetzaltenango, en los valles de La Antigua, Dueñas, Amatitlán, Petapa, en las cercanías de la capital, así como en la Alta Verapaz, especialmente en los alrededores de Cobán y San Cristóbal.

En los terrenos bajos de Retalhuleu y en zonas semejantes que quedaban a menos de 2,000 pies de altura también se daba el café, pero solamente cuando las plantaciones obtenían sufi ciente sombra de árboles de gran follaje. En donde mejor se daba el café era a alturas de 2,500 a 4,000 pies, en donde se podía sembrar libremente para que le diera el sol. Por lo general se sembraba solamente la corriente Coffea arábica L.

83. Deutsches Zentralarchiv Merseburg, Auswärtiges Am. Rep. 14, Número 534, Informe de Hesse al A. A., Guatemala 1.7.1852. (De aquí en adelante se citará: DZA Merseburg).

84. Bernouilli, PGM: 1870: Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 438. Mientras que Bernouilli apunta para 1868 la can-tidad de 1,273,591 libras de cochinilla exportada, el cónsul de la Confederación Norte Alemana en Guatemala (ver anexo), el comerciante Federico Augener da la cifra de 1,050,000 libras, exportadas todas a Londres. Cada zurrón de 150 libras de cochinilla fue pagado de 90 a 100 dólares. Deutsches Zentralarchiv Postdam, Auswärtiges Amt. Handelspolitische Abteilung, No. 52610, Augener al A. A. 16.9.1868. (De aquí en adelante se citará: DZA Potsdam).

85. Ver Anexo 2.86. DZA Potsdam, A. A., No. 52610, Augener al A. A., enero 1869.

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Las plantaciones de café se hacían en Guatemala de la siguiente forma: primeramente para ganar acodos se descontaba una porción de bosque, liberándosele de la cizaña. Como ins-trumento de trabajo eran utilizados el machete y el hacha. Para ganar los acodos se elegían los mejores granos de café, sembrándose en fi la. Los bancales nacidos eran llamados almacigueras. Según su necesidad debían ser correspondientemente irrigadas y según fuera su altitud debían ser protegidas de los rayos del sol o de los aguaceros, por medio de un techo liviano. Al tener las almacigueras cuatro tallos laterales además del tallo central, podían ser trasplantadas. Se levantaban con una porción de tierra (en pilón) o con la raíz desnuda (en escoba) y se plantaban en línea. A distancias iguales de dos varas, en agujeros hechos de antemano, de un tercio de vara o de media vara de profundidad. En algunos territorios eran trasplantados los bancales a los 2-3 meses después del brote, y colocados en almacigueras bajo techo. Este acto era llamado “martear”. Los bancales permanecían en estas almacigueras hasta que tuvieran de siete a ocho pulgadas, y pudieran ser trasladados nuevamente. Los granos de café eran sembrados en junio, así como también eran trasplantados los bancales en este mes. Según fuera la altitud y la com-posición del suelo, necesitaban los arbolitos de 3 a 4 años para dar la primera cosecha. De ahí en adelante daban fruto por veinte y treinta años y en ocasiones hasta más tiempo. En tierras bajas, cuando los arbolitos estaban muy expuestos al sol, solamente se podían cosechar por seis años. Debido a esto se plantaban bajo sombra. El producto de cada arbolito difería según fuera su edad y la temporada.

En temporadas corrientes daba de una a cinco libras, algunos años daba hasta más de cin-co libras. La limpieza de la plantación de cizaña era llamada “limpia”. Estas “limpias” debían efectuarse varias veces al año, debido a que junto a los árboles de café y en ellos mismos, se desarrollaban toda clase de malas hierbas y plantas trepadoras. Estas “limpias” requerían a veces mucho tiempo. Para hacer la “limpia” se utilizaban machetes.

En las plantaciones se efectuaban los trabajos de campo casi exclusivamente por los indí-

genas. Bajo condiciones normales fl orecían al mismo tiempo todos los árboles de una plantación de café, dando el producto en época semejante. En las zonas vegetativas de 4,000 a 5,000 pies de altura, o sea, en la zona de las faldas occidentales de la cordillera, no fl orecían los árboles en igual época, dando también en distintos meses del año su cosecha, lo cual, naturalmente, era muy gravoso.

Durante la cosecha, que se efectuaba en la temporada de invierno, se recolectaban los frutos rojos utilizándose en los árboles grandes, pequeñas escaleras. En el interior de la pulpa del fruto se encontraban dos granos. Este café era llamado “café en cereza”. Antes de que el café estuviera listo para la exportación, tenía que pasar por distintos niveles de procesamiento.

Primeramente eran extraídos los granos de la pulpa para ser secados. Debido a que este café todavía se encontraba envuelto en una capa delgada, parecida al papel y de color amarillo-blanquecino, era llamado “café en pergamino”.

El siguiente paso en el proceso de elaboración consistía en liberar el café de esta fi na envoltura, obteniéndose entonces el llamado “café en oro”. Este café de grano gris verdoso era expuesto en delgadas capas en los “patios” para su secamiento. “Patios” eran llamados los lugares de secamiento de café, que consistían de cemento y que denotaban una ligera inclinación. Se encontraban frente a la casa del dueño de la plantación, o de los edifi cios rurales. Al secarse los granos de café, eran escogidos según su tamaño y su calidad. Para liberar el café de su cubierta

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se utilizaban, en las plantaciones, pequeños mazos de madera o ruedas giratorias grandes, que se hallaban en los extremos de un eje horizontal, y los cuales eran impulsados por bueyes que caminaban en una estría de piedra o de barro seco. Los granos de café eran escogidos con las manos. Una buena clase de café era el llamado “caracolillo”, cuyos frutos contenían solamente granos en forma de huevo.87

La caña de azúcar era otro cultivo que estaba tomando más y más incremento, debido no tanto a la necesidad de la industria del licor como a los deseos de exportar el producto a San Francisco California.88 El cultivo de la caña de azúcar se efectuaba en plantaciones pequeñas y grandes. La técnica de su elaboración no estaba muy desarrollada. No fue sino hasta en los años setenta que fue establecida la primera fábrica moderna de azúcar.89

Plantaciones de azúcar podían instalarse en todas partes, hasta una altura de 5,000 pies. El establecimiento se efectuaba de la siguiente forma: ante todo debía limpiarse una porción de tierra de toda maleza y vegetación salvaje, utilizándose machetes y hachas como principales instrumentos de trabajo. A intervalos de una vara (85 cm.) debían sembrarse partes de la raíz o del tallo de la caña. La tierra debía ser de fácil riego, para que la planta pudiera crecer a sa-tisfacción. Según fuera la precipitación de lluvia, debía ser la plantación irrigada cada 15 días. Para poder ser cortada la caña debía ésta tener 10, 15 y 18 meses. La caña podía ser cortada cuando las hojas obtenían color amarillento. Esto sucedía generalmente en la segunda mitad de la época de verano.

Por medio de un trapiche la caña era cortada, prensada y exprimida entre cilindros. Las partes de la caña prensada eran secadas al sol y utilizadas como material de combustible. El jugo de la caña era más adelante elaborado en miel, escurriéndose y separándose por medio de una centrífuga el azúcar cristalizada. Esto sucedía en los grandes ingenios, que vendían el azúcar como polvo granoso seco. En las plantaciones pequeñas se elaboraba panela, para fabricar el aguardiente.90

La mayor parte de azúcar que se producía en el país era para el propio consumo y servía especialmente para la obtención de aguardiente y chicha. Ambas clases de licor eran producidas en las plantaciones de azúcar. No conocemos la técnica de los aparatos de destilación así como tampoco su capacidad de rendimiento.

A partir de mediados de siglo nuevamente se incrementó el cultivo del añil, especialmente en la zona de Jutiapa.

“El departamento de Jutiapa ha comenzado a convertirse en los últimos años en un lugar importante para el cultivo del índigo, especialmente en las cercanías de Mita y del Lago de Güija. Por eso se ha hecho el plan de llevar a cabo anualmente una feria en Jutiapa, con el objeto de vender este producto, tratándose de que esta feria tenga la categoría de la de Chalatenango, San Miguel, etc., del Estado vecino de San

87. Stoll, op. cit., Págs. 84-84.88. DZA Postdam, A.A., No. 52610, Augener, al A.A., 16.9.1868.89. Hegel, Carlos, A. E.: “Die historische Entwicklung der Plantagenwirtschaft in Guatemala bis zum Ende des

19. Jahrhundersts”. Trabajo de doctorado, no publicado, Munich: 1930, Pág. 54.90. Stoll, op. cit., Págs. 103-104.

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Salvador. Su ejecución no dejará de tener gran infl uencia y ser muy ventajoso para el tráfi co comercial y para la producción de estas regiones.”91

Este cultivo era hecho por plantadores grandes y pequeños en los llamados obrajes, siendo ocupada relativamente poca fuerza de trabajo.

Para su cultivo se utilizaba el suelo algo arenoso y seco de los llanos de las zonas calientes. El índigo crecía rápido, proporcionando dos cosechas anuales. 25 libras de la hierba daban 30 gramos de índigo.

Se distinguían dos clases de índigo que debido a la humedad se separaban unos de otros durante el período de fructifi cación. Una clase llamada “Platanito Curro” daba una vaina en forma de arco. La calidad de ésta no era tan buena como la de la llamada “Platanito Derecho”, una vaina sin curvidad. Para obtener un buen producto se mantenía a las plantaciones libres de cizaña, debido a que ésta impedía el correspondiente proceso de oxidación, que formaba la materia colorante del índigo.

El índigo o añil podía ser obtenido de la siguiente forma: un manojo de la planta era introducido en un cubo lleno de agua, en donde debía permanecer por seis horas, sacándose des-pués con mucho cuidado. El agua debía ser batida y removida por medio de cucharas de madera. Después de una hora se hacían visibles las primeras partículas, mareándose así el momento de introducir en el agua los medios de coagulación, el llamado “Cuajo”. El medio de coagulación precipitaba el índigo en grandes cantidades, separándose al fi nal completamente de la solución. El mejor medio de coagulación era el agua de cal pura que no contuviera partículas de cal. En caso de no tenerse ésta a la disposición, podían utilizarse jugos de plantas, como por ejemplo el jugo mucoso de determinadas cizañas como la llamada “Escobilla Negra”, y el “Quesillo”, o también jugo de hojas de los cactos de cochinilla.

En cuanto la materia colorante parecía haberse separado bastante, se fi ltraba el líquido que con-tenía el índigo, utilizándose un paño. El índigo azul oscuro en forma de pasta que quedaba en el paño era apelotonado y colocado al sol para que se secara. Esta materia colorante de índigo era llamada en Guatemala “Tinta”. De esta forma se obtenían distintas calidades de índigo, conocidas como “Número 4”, “Número 5”, “Número 7”, “Número 8” y “Número 9”. En las pequeñas tintorerías se trabajaba especialmente con el índigo “Número 7”. Éste, así como los “Número 4” y “Número 5” presentaban la materia colorante más dura, siendo de la más baja calidad. Los “Número 8” y “Número 9” eran, por el contrario, de naturaleza, blanda, pudiéndose fragmentar fácilmente. Había una clase aún más blanda llamada “Soplillo”, tan blanda que se podía deshacer entre los dedos.92

El cultivo del tabaco solamente era permitido en la zona de Zacapa. No nos es conocida la técnica utilizada para su siembra y cosecha. El Gobierno poseía el monopolio de su venta, pero mientras que en años anteriores le dejaba una ganancia neta de 30,000 pesos anuales, ya en este período había disminuido la cifra considerablemente, debido ante todo, al contrabando del artículo, el cual era introducido a la capital por los barrancos que la rodeaban.93

91. Bemouilli, PGM: 1874, Tomo 20, Cuaderno VIII, Pág. 287.92. Stoll, op. cit., págs. 109-112.93. Bernouilli, PGM: 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 428.

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El tabaco de contrabando era cultivado en Honduras, en donde se vendía a 15 pesos la carga de 8. La cosecha guatemalteca no alcanzaba para el consumo del país. Debido a ello, en Guatemala llegaba a subir el precio de una libra de tabaco a 12 reales (1.50 pesos), mientras que su precio legal era de sólo 3 reales.94 Bernouilli nos refi ere acerca de una aldea de los alrededores de la ciudad de Guatemala, que estaba habitada exclusivamente por contrabandistas,95 y de los esfuerzos realizados por el Congreso guatemalteco por levantar el monopolio del tabaco.96 Sin embargo, parece ser que en el seno del mismo Congreso existieron intereses creados que impe-dían que prosperara esta iniciativa.97 Sería interesante averiguar por qué precisamente Zacapa poseía el monopolio del cultivo del tabaco, ya que también otras zonas del país se prestaban para su producción.

En las selvas de la costa grande (costa del Pacífi co) y de Izabal se extraía caucho. El árbol de hule se encontraba en las profundas sombras de la montaña, siendo delgado, con corteza lisa, sin brillo y de un color verde-gris.

La obtención del caucho se efectuaba derribando el árbol y reuniendo en recipientes el jugo que despedía, o agrietando la corteza y reuniendo el jugo en recipientes colocados en su parte inferior. Era necesario tener a la disposición muchos árboles debido a que un solo árbol no daba mucha cantidad del líquido blanco. Los instrumentos de trabajo utilizados eran, además del machete, el hacha y recipientes de diferente tamaño. Después de haberse recogido el jugo de los distintos árboles de hule “picados”, era cuajado con la ayuda del jugo de distintas plantas, como por ejemplo, de la llamada “Escobilla”. Después de esto se formaban fajas de dos pies de ancho y varios pies de largo, que eran enrolladas, transportadas y vendidas a los comerciantes exportadores. Ambos procedimientos para la obtención del hule conducían a la muerte del árbol, debido a la gran susceptibilidad de éste, no tomándose ninguna medida para plantar otros. La calidad del caucho obtenido no era muy grande, debido a que los que se ocupaban con este trabajo le agregaban al líquido arena y semejantes con el fi n de aumentar el peso de la mercancía.98 La comercialización del caucho se encontraba en manos de alemanes, habiendo éstos exportado a Bremen en 1868 aproximadamente 3,000 quintales.99

Bernouilli nos refi ere que en todo el país se encontraban haciendas de ganado, pequeñas y grandes. La ganadería sin embargo, a su juicio, se encontraba “en su primera niñez”.100 Los caballos eran de raza española en su origen, pero con el tiempo habían degenerado en tamaño y en su constitución externa. Pese a esto eran muy resistentes, pudiendo en un día rendir de 12 a 15 leguas, “un trabajo que un caballo europeo lo haría en varios días”. El precio promedio de un caballo de montar lo fi ja Bernouilli en 80-100 pesos.101 Para viajar, sin embargo, se preferían las mulas debido a su mayor resistencia y a que soportaban más la falta de alimentación. Las mulas de montar costaban un poco más que los caballos, mientras que las de carga solamente

94. Id. PGM: 1875, Tomo 21, Cuaderno IX, Pág. 327.95. Id. PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 435. 96. Id. PGM: 1875, Tomo 21, Cuaderno IX, Pág. 327. 97. Id.98. Stoll, op. cit., Pág. 187-188.99. DZA Potsdam, A.A., No. 52610, Augener al A. A., 16.9.1868.100. Bernouilli, PGM: 1868, Tomo 14, Cuaderno 111, Pág. 90. 101. Id. PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 440.

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costaban de 30 a 40 pesos.102 Las mulas también eran utilizadas (lo mismo que los caballos) como animales de tiro, especialmente en la capital. En los pocos caminos en donde las condiciones permitían el uso de la carreta, eran empleados bueyes.103

La cría de ganado se practicaba especialmente para proveer de alimentación a la población y, en segundo lugar, para proporcionar animales de carga y tiro. La ganadería, así como la crian-za de caballos y mulas, era en Guatemala una actividad en decadencia. Casi en ninguna parte se encontraban pastos naturales en grandes extensiones. Debido a esto, estaba bastante difundida la costumbre de importar caballos de Chiapas y ganado para carnear, de Soconusco, Honduras y Nicaragua. El ganado mexicano se distinguía del guatemalteco en que, pese a ser de la misma raza, era más salvaje, de mayor estatura y de cuernos más grandes.

Los bueyes eran introducidos jóvenes y colocados en pastos artifi ciales y en matorrales bajos. Para su engorde necesitaban, según Bernouilli, de ocho a nueve meses, siendo el precio promedio de un buey joven, a mediados del sesenta, de 10 pesos, el de uno con cuernos, de 22 a 25 pesos. Estos relativamente altos precios, los atribuía él, en parte, a que el derecho a destace era monopolizado por las comunidades de aldea.104

Para fi nes de los años sesenta había disminuido grandemente la importación de ganado, “desde que Honduras mantiene una relación naviera regular con Cuba, la cual le ofrece un mejor mercado que Guatemala”.105

Por su parte los importadores de ganado mexicano veían difi cultada su actividad debido a los crecientes movimientos revolucionarios de la región occidental. Como resultado de esto, el precio del ganado se duplicó.106 Es interesante hacer notar aquí, que existía un comercio de exportación de cueros de vaca y de venado. Augener refi ere que anualmente se exportaban 12,000 cueros de vacas a Bremen y la misma cantidad a Londres. Aproximadamente la misma cantidad que la de cueros de vaca era la de cueros de venado, que era exportada, casi exclusivamente, a Nueva York.107 En los Altos era importante la crianza de ovejas. Su producto, sin embargo, era pequeño, debido según Bernouilli, a que no se había intentado mejorar la raza existente.108 Pese a lo anterior, productos guatemaltecos de lana eran exportados a Costa Rica, Honduras y Nicaragua.109

Es posible aventurar la aseveración que la cría de ganado perdió adeptos, al resultar más ventajoso dedicarse al cultivo de productos para la exportación. La mayoría de las haciendas de ganado de esta época datan de los tiempos anteriores a la dictadura clerical. No sabemos de extranjeros que hayan invertido capital en esta rama de la economía.

Extranjeros habían hecho algunas inversiones en la minería. Ésta, sin embargo, estaba débilmente desarrollada, siendo los instrumentos y métodos de trabajo, primitivos. Como afi rma

102. Id.103. Id.104. Id.105. Id. PGM: 1874, Tomo 20, Cuaderno VIII, Pág. 284.106. Id.107. DZA Potsclam, A. A., No. 52610, Augener al A. A., 16.9.1868.108. Bernouilli, PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 440.109. DZA Potsdam A. A., No. 52610, Augener al A. A., 16. 9.1868.

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Bernouilli: “se ejecutaba una explotación minera poco productiva”, debido al viejo sistema de explotación español, en uso.110

En Alotepeque se explotaba aproximadamente un quintal de plata mensual, que se utilizaba para la emisión de monedas.111 Con el mismo método se obtenía plomo con débil contenido de plata en las cercanías de San Cristóbal Verapaz, pero aquí, como en todas partes, faltaban buenas vías de comunicación lo que contribuía a obstaculizar todo el desarrollo de la producción.112

La obtención de la sal se efectuaba según métodos bastante primitivos. Las playas salineras más importantes se encontraban en las cercanías de Retalhuleu y Champerico.

La producción de la sal resultaba barata, debido a que requería muy poca mano de obra. Además podía el propietario de la salina guiarse en su producción por la demanda en el mercado. El producto obtenido era una sal cocida de color gris, que contenía componentes terrosos así como otras sales.113

El procedimiento para la obtención de la sal era el siguiente: una parte de las lagunas ribe-reñas llanas, se secaba casi completamente durante el período del verano. De esta forma se podía reunir el fondo de la laguna que contenía la sal. Esto era posible utilizándose palas de madera, dividiendo la superfi cie del suelo en surcos despejados y luego juntando todo en un montón: por medio de un rastrillo de madera. Esta capa de tierra conteniendo sal era almacenada hasta la época de lluvia en un cobertizo techado. En la estación lluviosa se inundaban nuevamente las lagunas, no pudiéndose obtener más tierra salinada. En esta época había que ocuparse con la elaboración del material obtenido en la época seca del año. Aquel era vertido en las llamadas coladeras (arte-sas grandes), derramándosele después agua salada de la laguna. Para comprobar en qué medida estaba concentrada la lejía, se le colocaba a ésta un huevo. Cuanto más salía el huevo del líquido, más fuerte era la concentración. Cuando la lejía había alcanzado sufi ciente concentración, se le separaba del residuo terroso, colocándosele en una segunda artesa, la recibidora. El líquido era entonces vaporizado en grandes recipientes de arcilla o de cobre, utilizándose para ello fuego. De esta forma se obtenía un producto cristalino, que era vendido como “sal común”.114

En Guatemala es posible advertir a lo largo del siglo XIX, pero especialmente a partir de mediados de siglo, riquezas en forma de medios de producción en manos de pocos hombres, y que existen en la sociedad con el objeto de ser utilizados para explotar a otros hombres. Hasta mediados de siglo se limitó la relación mercancía-dinero a las distintas plazas de mercado poco comunicadas entre sí. El capital nacional estaba débilmente desarrollado, existiendo en forma de capital comercial en manos de pocos comerciantes, en su mayoría extranjeros, llegados al país a raíz de la independencia; como capital de inversión, en la agricultura y en haciendas de ganado; como capital usurero, en manos de los comerciantes arriba mencionados, de la Iglesia y de las comunidades de aldeas ricas. La actividad agiotista era, junto a la agricultura, al comercio al por mayor y menor, y a la artesanía, una rama de importancia en la economía.

110. Bernouilli, PGM: 1875, Tomo 21, Cuaderno IX, Pág. 336. 111. Id. PGM: 1874, Tomo 20, Cuaderno VIII, Pág. 289. 112. Id. PGM: 1875, Tomo 21, Cuaderno IX, Pág. 336.113. Sto11, op. cit., Págs. 173-174.114. Id.

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La ciudad de Guatemala era el centro administrativo de la política y economía del país. El auge del cultivo de la grana no logró desplazar el centro de poder económico a la Antigua Guatemala. La mayoría de los comerciantes continuaron residiendo en la capital, así como los grandes terratenientes, que consumían sus rentas en ella.

A partir de mediados de siglo y en relación con la penetración del extranjero en el interior del país, se distingue un crecimiento del elemento que se inclina al desarrollo de la producción agraria capitalista y que está especialmente interesado en fomentar una agricultura intensiva y racional, en vez de una agricultura extensiva.

Con el incremento de la economía de plantación el país se va poco a poco capitalizando. La riqueza como tesoro va perdiendo su papel determinante en las relaciones sociales. El terra-teniente que no cultiva sus tierras es un reaccionario. El factor fundamental en la economía será de aquí en adelante el hombre que pone su capital a disposición de la agricultura, el empresario que lo convierte en capital agrario.

Las fuerzas del atraso no están, sin embargo, dispuestas a ceder la posición dominante que han mantenido por siglos. Si no están dispuestas a convertir sus latifundios en campos de cultivo, ya sea por falta de capital o por desgano, tampoco lo estarán a permitir que otros in-dividuos lo hagan en su lugar. Surge así el bloqueo y acaparamiento de tierras. Éste debe estar dirigido contra aquellos que más peligro representan a sus intereses. En primera línea contra los extranjeros que llegan al país en número cada vez más creciente y que con pequeños o grandes capitales que traen, amenazan con cambiar las estructuras económicas y sociales en el país, “minar la base social de la economía”.115 Bastante molesto se refi ere Bernouilli a un dueño de latifundios del valle de Petapa:

“El propietario de los mismos sigue la máxima de la mayoría de los terratenientes del país, que tanto impide el progreso, ya sean individuos privados o comunidades: ellos mismos no emprenden nada y no le quieren vender a otras personas más em-prendedoras, especialmente a los extranjeros. Tierras como las mencionadas, por su cercanía a la Capital, obtendrían en caso de ser cultivadas apropiadamente, un gran valor,”116

La situación de los extranjeros era poco favorable para ellos. Por una parte existían guate-maltecos, especialmente aquellas personas con tendencias liberales, que veían su presencia en el país como factor de progreso. Pero, por la otra, se les conocía como comerciantes agiotistas e individuos en general llegados al país en miras de enriquecerse lo más pronto posible, para luego ir a disfrutar lo obtenido a sus países de origen. De tal forma que, aunque económicamente estuvieran en muy buena posición, socialmente eran rechazados. Un comerciante alemán anota-ría algunos años más tarde: “Nosotros los extranjeros somos aquí envidiados y odiados porque salimos adelante gracias a nuestro trabajo”.117

115. Kuczynsky, op. cit., Pág. 40.116. Bernouilli, PGM: 1874, Tomo 20, Cuaderno VIII, Pág. 281.117. DZA Potsdam, A.A., No, 52510, Doeding al A.A., 24.4.1876.

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Bernouilli le dedica en sus “Cartas”, gran espacio a la situación del extranjero:

“Fuera de españoles se encuentran relativamente pocos extranjeros en Guatemala, la mayoría de ellos son alemanes118 y franceses, en parte comerciantes, en parte artesanos, y de éstos, casi ninguno se queda defi nitivamente en el país. Casi todos solamente tienen el deseo de ganar un capital más o menos grande, para luego abandonar tan pronto como sea posible el país. En realidad, este deseo tarda más en cumplirse que lo que quisieran los interesados. Los extranjeros no están bien vistos por la población. El habitante no ha perdido la vieja amabilidad hueca de los espa-ñoles, poniendo todo lo que posee a disposición de individuos que no ha visto nunca antes en su vida. En cierta medida, el europeo educado tampoco puede quejarse de ser aislado por la sociedad, por el contrario, frente a él se es servicial, oirá hasta el cansancio qué favorable y deseable sería que aumentara la inmigración, que tantos extranjeros como fuera posible trajeran al país su inteligencia y actividad. Pero por otra parte se escucha muy frecuentemente la frase trivial, de que los extranjeros so-lamente vienen a disminuir la ganancia de los nativos o a quitársela por completo si se tiene la mala suerte de no ser católico (sino hereje), se colma la medida; uno daña no solamente los intereses materiales de los guatemaltecos sino que también la moral y la fe, de una población que busca su comparación en inmoralidad y fanatismo. De esta forma se juzga en círculos a los cuales no solamente pertenece el bajo pueblo sino que los primeros de la sociedad, ante todo, sin embargo, los pertenecientes a la clase de los artesanos, los cuales ven con envidia que trabajadores y ahorrativos extranjeros salgan adelante, mientras que ellos mismos por ignorancia, haraganería y vicios alcohólicos, no pueden concurrir con aquellos. Por eso no es de admirar que en las frecuentes revoluciones, siempre se hagan oír determinadas voces que claman por la expulsión de los extranjeros, entre los cuales solamente los españoles encuentran compasión. Pese a que en 1837 el movimiento de Carrera tenía como consigna “Viva la religión y mueran los extranjeros”, el Caudillo pronto cambió de puntos de vista, mostrando más tarde predilección por los extranjeros; con quienes platicaba a gusto y a quienes les daba preferencia en los puestos públicos; a decir verdad, sin pagarles con mucha regularidad. Sin embargo, demostró tener más inteligencia que muchos de sus compatriotas, incluso de aquellos que han hecho dilatados viajes a Europa o a Norteamérica, y que habrían podido liberarse de los conceptos estrechos que dominan aquí.”119

La economía del país había caído a lo largo de las guerras civiles postindependentistas, y del régimen clerical de Carrera, en manos de los comerciantes extranjeros. Éstos se apoya-ban, tanto en la importación de bienes de consumo y suntuarios, como en la exportación de

118. En 1868 escribía Augener al Ministerio de Relaciones Exteriores de la Confederación Nortealemana: “Han llegado entretanto aproximadamente 100 alemanes mujeres y niños. Existen 2 grandes casas comerciales alemanas, el resto son plantadores de café y artesanos –a estos últimos les va muy bien… algunos hasta han hecho fortuna.

Herreros y forjadores de cobre encuentran muy buena ocupación. Para agricultores que no tienen medios, y por ello se ven precisados a trabajar personalmente, no es apropiado el clima; aquel, sin embargo, que posee medios económicos para instalar una plantación de café, puede contar con seguridad en 4-5 años con una cosecha brillante,” DZA Potsdam, A.A., No. 52510, Augener al A.A., 16.9.1868.

119. Bernouilli, PGM: 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 430.

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productos agrícolas. Pronto llegaron a ser los nuevos ricos de la sociedad, haciendo fuertes inversiones de capital en la agricultura.120 Su afán de riqueza y el haber desplazado a los co-merciantes y hacendados criollos de sus antiguas posiciones de poder les trajo el encono de éstos, la mayoría de los cuales tenía lazos de parentesco o de amistad con los miembros del grupo gobernante.121 El Estado, que antes había estado completamente bajo el dominio de los clericales y de miembros de familias terratenientes de origen colonial, comienza también a estar integrado por los extranjeros llegados recientemente al país, hombres de negocios en vías de enriquecimiento. Posiblemente esto no fue aprobado por los viejos oligarcas, no dispuestos a compartir el poder con advenedizos, mucho menos con los representantes del sector más diná-mico de la economía. Pero ellos no estaban en capacidad de impedirlo abiertamente, viéndose obligados en muchos casos a tener que soportar las humillaciones del dictador. Sin embargo, fue precisamente un sector de los comerciantes locales, encabezados por Miguel García Granados, los que se colocaron en esta época en abierta oposición contra el estado de cosas imperante, y quienes vieron la necesidad de tomar el poder para frenar a los extranjeros y ocupar ellos su lugar como factor de poder económico.

En el país es posible advertir diversos tipos y categorías de comerciantes profesionales. El comerciante minorista era generalmente ladino y residía en la capital y en las localidades más importantes del interior. Vivía en relación de dependencia respecto al comerciante mayorista de la capital, quien le daba al crédito la mercadería por él realizada. Políticamente no infl uía en la vida del país, más bien es posible localizarlo como agente comercial del extranjero residente enel país; tal y como éste, estaba su actividad “alimentada” por el comercio exterior.

El papel del artesanado guatemalteco durante este período es digno de un estudio especial. Por el momento únicamente queremos señalar la existencia de un artesanado urbano y rural, así como una marcada diferenciación que se comienza a notar en el seno del primero, a raíz de

120. Muchas de las empresas agrícolas de nuevo tipo fueron fi nanciadas por sociedades anónimas con sede en el extranjero. Un caso de éstos es descrito por Bernouilli, el cual al referir el fracaso de muchas plantaciones de café de la región de Cobán, menciona a una de ellas en especial: “En la muchas veces mencionada hacienda de Nuestra Señora de las Victorias fueron tirados por un francés más de 80,000 dólares de la forma más tonta. Sin esperar, por lo menos, los primeros éxitos, fueron hechas grandes instalaciones, erigidos inmensos edifi cios, instalándose hasta una máquina a vapor, que ahora, en su abandono, dan una triste impresión. Los daños indirectos son, por lo demás, más grandes, debido a que los brillantes informes mandados al mundo exterior atraerán, a la misma dirección muchos otros capitalistas. La culpa recae, sin duda, en los empleados, y no en la Casa de París, que dio los fondos para la empresa, siendo quizás ella misma engañada acerca de las verdaderas causas del fracaso,” PGM: 1875, tomo 21, cuaderno IX, Pág. 336.

121. En este sentido es muy signifi cativo el incidente relatado por Augener: “Un tal señor Geering, suizo, propietario de una gran plantación de café, se dirigía en diligencia a la Capital en compañía de un francés residente en Escuintla. Partieron a las 5 de la mañana y debían pasar frente al cuartel de Escuintla cuando de repente fue disparada una salva de 6 tiros sobre un carro, por suerte sin dañar a nadie, a pesar de que un sombrero fue per-forado por una bala. Es posible que hayan sido llamados antes, lo cual sin embargo, debido al mal empedrado de las calles y al ruido de las campañas de los caballos, no fue oído por nadie. Se dirigieron inmediatamente al Corregidor...del lugar, a quejarse, el cual les dijo desde su ventana, que había sido una lástima que no los hubiera matado ahí mismo y qué manera era ésa de estar molestando a la máxima autoridad de la localidad a esa hora tan temprana, y que si no se iban inmediatamente, los iba a mandar a encarcelar. Al arribar aquí se quejaron por escrito al Presidente, especialmente por el comportamiento brutal del Corregidor. El Presidente hizo llamar inmediatamente al francés, Artés, diciéndole con duras palabras que los extranjeros no tenían nada que hacer aquí y que si a él no le parecía la situación del país, podía abandonarlo en el mismo momento, etc.” DZA Potsdam, A. A. No, 52610, Augener al A, A., 9.6.1871.

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la llegada al país de artesanos extranjeros, especialmente europeos. Si su importancia crece en este período, es ésta más que todo cualitativa que cuantitativa. Los artesanos llegados al país traen consigo nuevas técnicas y métodos más racionales de trabajo. Intentos por desarrollar una industria nacional se vieron frustrados por el sistema económico y político imperante en Guatemala. A ello hace referencia concreta Bernouilli:

“El antiguo Colegio Jesuita de La Antigua fue comprado por un rico y empresarial habitante del lugar, con el objeto de instalar ahí una gran hilandería y tejeduría de algodón, accionada a vapor. La empresa es el primer intento de introducir una indus-tria racional. Desgraciadamente parece no ser muy rentable, en parte porque hacen falta capataces de fábrica especialistas, en parte por escasez de materia prima, ya que el cultivo de algodón, debido a su producto inseguro, es realizado muy débilmente, y la mayor parte de la lana producida en el país, es trabajada por los indios en sus talleres domésticos. Tampoco está bien visto el establecimiento de industrias por los economistas nativos, ya que uno de ellos me dijo muy en serio que si resultaba el intento, únicamente sería una desventaja para el país, debido a que disminuirían las importaciones y el régimen recaudaría menos por concepto de derechos de aduana y de utilización de caminos.”122

122. Bernouilli, PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 437.

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EL DERROCAMIENTO DE LA DICTADURA CONSERVADORA

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Las constantes guerras civiles en la primera mitad del siglo XIX llevaron al poder en 1839 a Rafael Carrera, como caudillo de masas indígenas desorientadas. Carrera logró asegurarse

el apoyo del clero, “para el cual era naturalmente de interés tener a la cabeza del Estado a un hombre enérgico pero sin toda aquella educación personal y esclarecida dirección que habían tomado Morazán y sus adeptos.”1

Las aspiraciones de los liberales centroamericanos de la generación de 1821 por preservar la unidad política y económica de Centroamérica, y por establecer nuevas relaciones de produc-ción en el área, se vieron frustradas debido a su debilidad, a su desunión, y a la desorientación de las masas populares, las cuales estaban bajo gran infl uencia de la Iglesia católica. La apela-ción a ella, como al factor más importante y determinante para la conservación del orden, fue aprovechado por el clero y por los terratenientes criollos para consolidar su propio dominio y detener al pueblo en su lucha por la defensa del patrimonio nacional y por un sistema social más democrático. Este dominio, que se personifi ca en la fi gura caudillesca de Rafael Carrera, es llamado: “dictadura de los 30 años”.

Rafael Carrera subió al poder por la fuerza de las armas. La milicia organizada bajo su administración fue el factor poder dominante de su gobierno. El dictador, como caudillo militar, residía en la capital de la República. Igualmente lo hizo más tarde Cerna, su sucesor. En el inte-rior del país eran los corregidores quienes representaban su autoridad y los encargados de velar por ella. En las principales poblaciones fungían destacamentos militares, cuyas funciones eran entre otras, reprimir cualquier levantamiento armado de oposición. Pero también debían realizar otra clase de actividad: colaborar estrechamente con el clero en su campaña de sometimiento y dominio de aquellos sectores de la población que vivían al margen del control estatal.

Los descendientes de los criollos de la época colonial se encontraban, como grandes lati-fundistas, a la cabeza de la estructura social del país. Tenían su lugar de residencia en la capital, la más importante plaza comercial del país, y centro administrativo del poder laico y clerical. Una gran parte de sus tierras estaban en barbecho. Sus antiguos inmensos medios monetarios habían sido bastante reducidos por las continuas guerras civiles. Por medio de los créditos de mercancías y dinero de las casas intermediarias de Belice, desde donde procedían todavía en 1850 la mayoría de los productos extranjeros que eran introducidos al país, se encontraban como grandes comerciantes en dependencia de las mencionadas casas. Sus intentos de liberarse de los comerciantes intermediarios de Belice por medio de la fundación de un centro comercial en Santo Tomás, en la costa del Atlántico, fracasaron debido a la falta de medios monetarios para llevar a cabo los planes de colonización por propia cuenta, y a la mala organización y realización de la empresa por parte de los belgas. Muchos de los antiguos criollos se dedicaron al cultivo de la

1. Bernouilli, PGM: 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 426.

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cochinilla. Fuera de algunos pocos, no lograron estimular el desarrollo del modo de producción capitalista en la agricultura y en otras ramas de la producción. Por lo general era su existencia extremadamente parasitaria. Ocupaban los puestos más importantes en la administración, dentro del alto clero y en el Ejército. Ante todo, sin embargo, lograban fortalecer su posición dominante dentro de éste, adquiriendo altos rangos militares contribuyendo grandemente a la consolidación del mismo como instrumento de poder. De esta forma debía ser conservada la correlación de fuerzas existentes en el país e impedirse todo desarrollo burgués progresista. Entre sus intereses de clase y aquellos de la cúspide dirigentes del clero existía una correlación directa. Así informó Klee, en 1854, que un jesuita, miembro de una de las familias de criollos más conocidas en el país y que reunía en sus manos la dirección de la administración civil, intentaba fomentar las tendencias monárquicas de Carrera, reunir en Guatemala a los jesuitas “expulsados de casi todas partes”, y fundar aquí un “asilo sagrado y permanente”, colocando al país bajo la protección de España, y ante todo, deseaba anular la creciente infl uencia de los extranjeros.2

Durante la dictadura conservadora, obtuvo el clero, el más grande terrateniente del país, una posición dominante en la estructura social, tal y como en la era colonial. La Iglesia no solamente pudo reponerse de las pérdidas materiales sufridas ante los ataques de los liberales, a raíz de la independencia y durante el gobierno Morazán-Gálvez, sino que logró acrecentar su fortuna e infl uencia durante la dictadura de los 30 años.3 Así surgió y se consolidó una íntima correlación entre el poder individual de Carrera y aquel del clero, cuyo principal exponente ejercía funciones dominantes desde una importante posición política. La engañada masa indígena de la población “adoraba a Carrera como a un semidiós, como el Arcángel Rafael, a lo cual contribuyó, por cierto muy grandemente, la infl uencia de una gran parte del Clero”.4

El régimen imperante es caracterizado por Bernouilli como “una extraña mezcla de despotismo ilimitado e igualmente ilimitada teocracia”,5 resumiendo éste además la situación general del país con la frase: “Entre los Estados de América Hispana atrasados en su desarrollo, es Guatemala uno de los más atrasados”.6 La gran mayoría de la población se encontraba en alto grado de ignorancia y pobreza. Esta situación concernía tanto a los indígenas como a los ladinos, a pesar de que dentro de este elemento existían mejores posibilidades de movilidad social.

En la época colonial siempre desempeñó el ladino un papel subordinado, siendo a veces instrumento de la clase dominante para la opresión de la población indígena. Despreciado por ambos elementos de la población, tuvo siempre la esperanza de mejorar su situación social. A partir de 1800 fue su número siempre mayor, y después de la independencia comenzó a jugar un papel más importante en la sociedad.

Como ofi cial del Ejército y como miembro del bajo clero le abrió el triunfo de Carrera muchas posibilidades de llegar a ocupar posiciones clave dentro de su Estado. Los ladinos cons-tituían el elemento de población dominante en la capital del país. Aquí fungían como burócratas, pequeños comerciantes, artesanos, arrieros, etc. El aumento de la población ladina fue durante

2. DZA Merseburg, Rep; 120, CXIII, 16a. No. 8, Hesse a Manteufel, 30.8.1854.3. Ver al respecto el trabajo de Mary P. Holleran: “Church and State in Guatemala”, New York: 1949.4. Bernouilli, PGM: 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 427.5. Id. Pág. 425.6. Id. Pág. 426.

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esta época más grande que nunca. Fuera de sus lugares de concentración tradicionales como el centro y el este del país, se expandieron en todas direcciones. Esta expansión y aumento como factor poblacional estaban en directa correlación con la población indígena, la cual se iba con-virtiendo cada vez más en una población ladina.

La lenta ampliación de la relación mercancía-dinero, que se torna más rápida a partir de me-diados de siglo, estuvo acompañada por la penetración de la población ladina y por la extensión de su modo de vida. Un pequeño campesino era generalmente un ladino. La superfi cie de tierra por él cultivada era de su propiedad, tierra gubernamental o tierra arrendada. Pero, como ya se ha se ñalado, era el ladino quien formaba el grueso de los colonos, sometidos en las haciendas y plantaciones a un régimen de servidumbre. Muchos ladinos convivían con los indígenas en sus comunidades. El que los ladinos fueran en su mayoría los propietarios de las plantaciones de nopal, café, azúcar, etc., contribuyó grandemente a mantener latente el antiguo antagonismo racial blanco-indígena. La de-clinación del cultivo de la cochinilla repercutió de distinta forma en los distintos grupos de ladinos. Mientras que la mayoría de ellos no pudo solventar sus deudas, intentaron, aquellos que poseían más medios monetarios, dedicarse a otros cultivos de la tierra. Muchos de ellos se convirtieron en ganaderos, propietarios de plantaciones de caña de azúcar, Klee informó en 1861 que a estos últimos, cuya situación económica era cada vez más apremiante, les ofrecía el Gobierno una prima de estímulo de 2 pesos por quintal de 100 libras que destinaran a la exportación.7

El nivel de educación de los ladinos no estaba mucho más elevado que el de los indíge-nas, a pesar de tener ellos mejores posibilidades de asistir a la escuela, en donde solamente se enseñaba en español, idioma que no era dominado por la mayoría de los indígenas. Es por ello que la inmensa mayoría de los cuadros intelectuales existentes en el país era ladina. Muchos de los ladinos, especialmente los intelectuales liberales de la capital, comprendían que eran nece-sarios cambios en las estructuras socioeconómicas y políticas del país. Agrupados en torno a la Sociedad Económica planteaban al Gobierno conservador demandas cada vez más exigentes de carácter económico y social. Estas demandas no siempre eran desoídas por parte de los círculos gobernantes. Vemos así, que los intelectuales ladinos, pese a no ser numerosos, acrecentaban de día en día su infl uencia política. En general, la característica típica de la sociedad era las aún no defi nitivamente desarrolladas clases y capas sociales. El siguiente esquema nos debe servir para la obtención de una idea de esta estructura de clases:

Clase dominante:

La aristocracia terrateniente (incluyendo a los ganaderos) que ejercía la economía natural pero que también se dedicaba a la producción de mercancías (unida al clero, el más grande latifundista del país); los grandes comerciantes dedicados a la importación de mercancías y a la exportación de productos agrícolas;

La aristocracia burocrática surgida durante la dictadura de los 30 años;

7. DZA Merseburg, A, A., III, Rep. 14, No, 532, Klee a Manteufel –27.12.1861.

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Capas sociales:

el pequeño comerciante ladino;la inteligencia pequeño burguesa;el artesanado urbano;el pequeño campesino ladino (incluyendo a los pequeños ganaderos) que producía para su subsistencia así como para el mercado interno y externo;

Bajos funcionarios del Gobierno:

el pequeño campesino indígena que producía para el mercado interno; el personal de servicio de las ciudades (arrieros, criados, etc.);el pequeño comerciante ambulante indígena;el campesinado miembro de las comunidades aldeanas;

Una clase en incipiente proceso de desarrollo:

el trabajador rural indígena (asalariados o aquella fuerza de trabajo que estaba obligada a realizar prestación personal) laborante en las recién surgidas plantaciones.

Las formas de propiedad existentes en el país antes de 1871 eran:

Propiedad privada:

Latifundios e inmuebles de los criollos, propiedad de yacimientos de sal; propiedad de la tierra de criollos y ladinos burgueses;pequeña propiedad de la tierra ladino e indígena;propiedad del clero (latifundios, inmuebles, etc.);propiedad de sociedades anónimas nacionales y extranjeras (plantaciones, minas, etc.);

Propiedad comunal:

tierras cultivadas por las comunidades aldeanas;

Propiedad estatal:

“baldíos” y otras tierras de barbecho, y bosques.

En la sociedad de la época es la propiedad territorial lo que determina el lugar que a cada quien le corresponde en la misma. No es entonces de extrañar la tenacidad con que los viejos propietarios se aferraban a sus tierras incultivadas. Por otra parte la riqueza de una comunidad estaba basada en la cantidad de tierras que poseyera, de ahí sus intentos por ampliarlas, aunque no estuvieran dispuestos a trabajarlas.

La característica típica de las relaciones sociales durante este período era entonces:

a) aumento de los elementos de la formación capitalista, especialmente en el campo;b) diferenciación dentro de la clase dominante de los grandes terratenientes;

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c) movilidad social en las fi las de las masas ladinas y de los extranjeros, yd) estancamiento de la vida política del país.

La arbitrariedad del régimen movió en los años cuarenta a un grupo de terratenientes de los territorios del occidente del país, orientados a la exportación, a separarse del poder central y a fundar un Gobierno independiente que debía abarcar a Quetzaltenango, San Marcos, Hue hue tenango, So-lolá y Totonicapán. También en oriente se vio obligado Carrera a combatir diversos levantamientos ladinos, que denotaban tendencias separatistas. Carrera triunfó sobre ambas facciones. Hasta hoy no ha sido posib1e averiguar con certeza el verdadero carácter de estos movimientos separatistas. Estas guerras estuvieron además acompañadas por continuas confrontaciones socio-políticas. Continuamente intentó el clero llevar al país a un estancamiento político y social. Los planes de los círculos dominantes se vieron, sin embargo, confrontados con obstáculos objetivos. En los países industrialmente desarrollados alcanzaron las fuerzas productivas durante este período un alto grado de desarrollo. La división internacional del trabajo, así como el intercambio de mercancías entre los distintos países, se desarrollaron aún más. La introducción de nuevos cultivos agrícolas en Guatemala, ante todo la cochinilla y el café; y el resurgimiento de otros como por ejemplo el de la caña de azúcar, trajeron consigo una diferenciación de la clase dominante, haciendo posible el surgimiento de nuevas fuerzas sociales. El papel principal en este proceso fue desempeñado por el capital extranjero y las masas ladinas que aspiraban a mejorar su situación dentro de la sociedad. La superación del estancamiento político al que se había llevado al país llegó a convertirse en la cuestión fundamental del desarrollo nacional.

Políticamente estaba Guatemala dividida en 17 departamentos,8 en cada lugar de los cuales un corregidor representaba la autoridad central. La Iglesia poseía sus propios fueros. La existencia relativamente autónoma de las comunidades de aldea frente a los círculos gober-nantes las hacía aparecer en situación privilegiada. A los indígenas se les castigaba, en caso de haber infringido la ley, solamente cuando estaban al alcance de las autoridades centrales. Sus autoridades municipales no cumplían por lo general las órdenes de extradición emanadas de la capital o de cabeceras departamentales. Por medio de donaciones de dinero, regalos al jefe de Estado y a sus principales colaboradores, era, con pocas excepciones, ocultado todo el asunto cuando recaía la culpa sobre toda la comunidad. Actos como invadir tierras de comunidades vecinas e intentar arrebatarle tierras a miembros de familias de origen colonial, llaman hacia ellos la atención del resto de los grupos sociales y étnicos del país. La “brecha que se abre” en el sistema de comunidad de aldea del período nacional es posiblemente el ostensible aumento del poder económico de algunas de ellas. Como resultado se percibe descontento en la población no indígena que se convertirá en resentimiento contra el régimen imperante.

La política de la administración estatal, cuyos miembros según Bernouilli “carecen por una parte de los conocimientos necesarios y por la otra tienen más presente sus propios benefi cios que el bienestar del país”,9 obstaculizó un desarrollo general de las fuerzas productivas, por cientos de años mantenidas a bajo nivel.

La existencia de granos de cacao como medio de pago, de grandes cantidades de moneda macuquina en circulación, así como de monedas extranjeras, hicieron necesaria la consolidación

8. Bernouilli, PGM: 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 427.9. Id.

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de un sistema monetario nacional que asegurara el desarrollo del comercio interior y exterior. La acumulación de capital se difi cultó por la existencia en el país de distintas formas económicas precapitalistas.

Con respecto a las relaciones de producción en las zonas agrarias pudimos comprobar las siguientes manifestaciones:

a) las relaciones de producción dominantes en las comunidades de aldea, basadas en el cultivo de la tierra colectiva, y que constituían la base de la estructura agraria;

b) latifundios en donde se ejercía la economía natural y en donde debían efectuar prestación personal determinado número de campesinos;

c) grandes latifundios (haciendas) orientadas a la producción de productos de exportación, en donde dominaban métodos de explotación capitalistas unidos a relaciones de producción precapitalistas;

d) pequeñas plantaciones cultivadas por familias.

La necesidad de la remoción de diversas formas de economía estaba en contradicción con todo el sistema de dominio de los clericales.

Las posiciones económicas de los terratenientes criollos fueron socavadas por la crisis de la economía nacional refl ejada en el decaimiento del cultivo de la cochinilla.

En algunas ciudades de occidente, especialmente en la de Quetzaltenango, se había formado un estrato de ganaderos y capitalistas agrarios relativamente fuerte. Que aislados hasta entonces de los asuntos políticos del país, reclamaban ahora una mayor participación en los mismos. A esto cabe agregar que la destrucción del Estado de los Altos por 1as fuerzas de Carrera había fortalecido el antiguo resentimiento de esa porción del país hacia las autoridades centrales. De esta forma es posible advertir causas económicas (avidez de los capitalistas agrarios de occidente por apode-rarse de grandes extensiones de tierras pertenecientes a la Iglesia y a las comunidades de aldea de aquellas regiones), políticas (deseos por compartir el poder estatal) y sociales (resentimiento tradicional “provinciano” hacia los miembros de la oligarquía capitalina).

Resumiendo, pueden formularse brevemente las contradicciones dentro de la sociedad en los últimos años de la dictadura conservadora, como sigue: junto a las contradicciones de carácter económico (contradicción entre la oligarquía conservadora terrateniente y elementos capitalistas agrarios, comerciantes nacionales y fi rmas extranjeras establecidas en el país, dueños de plantaciones con medios de producción y carestía de fuerza de trabajo para las mismas) existían también contra-dicciones políticas entre los grupos representantes de ideología antagónicas, y contradicciones sociales que se revelaban en la existencia en la sociedad de ricos y pobres. Paralelamente a estas contradicciones fundamentales existían otras de carácter secundario, pero no por ello no dignas de llamar nuestra atención: intentos de unas comunidades de oprimir a otras, de marginar a las minorías ladinas que habitaban comunidades indígenas, y hacerlas dependientes de ellas y de sus dialectos. La diferenciación social entre ladinos e indígenas se ligará a la discriminación racial, pero su trasfondo económico no se pierde de vista: la necesidad del terrateniente de nuevo tipo (ladino) de socavar la institución de la propiedad común de la tierra indígena.

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Con respecto a la posición de la mujer en el sistema económico y social imperante queremos hacer hincapié en el papel preponderante que juega como hábil artesana en la división del trabajo social. La mujer se encarga de tejer y de elaborar los artículos de arcilla. Junto a su compañero cultiva los campos, lo cual en la historia de la humanidad es realizado durante su “estadio más rudimentario”.10 La mujer viaja a los centros urbanos y a los mercados de aldeas cercanos, con el objeto de vender sus productos agrarios y artesanales. En realidad su estado es de una verda-dera inferioridad, tanto económica, como social y política. La escala de su degradación apenas si tiene límites. Además de tener que soportar la rudeza de carácter de su compañero, él mismo degradado por el medio social, se expone en los centros urbanos, a cambio de una mísera paga por preparar los alimentos de ladinos, de mayores recursos económicos, al continuo abuso, des-precio y discriminación por parte de las mismas personas a quien les da de comer. La situación de la mujer guatemalteca en el cuadro general de la época es un tema que debe ser aún estudiado a fondo, para conocer el papel que ha jugado en el desarrollo general de Guatemala.

Es sabido que la historia mundial moderna y contemporánea abarca un espacio de más de tres siglos, contando a partir de la revolución burguesa de Inglaterra de 1640. La historia de estos 300 años ha sido dividida en tres etapas. La primera, cubre el período de 1640 hasta la Re volución de la Comuna de París de 1871, y es conocida como el período del capitalismo “liberal”. En este período el modo de producción capitalista reemplazó, a través de luchas con-tinuas y prolongadas, al feudalismo en bastantes países europeos y de América. La segunda etapa abarca, desde la Comuna de París de 1871 hasta la revolución socialista de Octubre de 1917. Durante este tiempo el capitalismo “liberal” se convirtió gradualmente en imperialismo, tomando fi nalmente su forma conocida. A partir de la Revolución de Octubre, la historia mundial moderna entró en su última etapa, la etapa de la historia contemporánea.

En la primera etapa de la historia moderna, el movimiento revolucionario de los pueblos americanos cobró auge y logró alejar de su suelo al colonialismo español. El feudalismo colonial fue paulatinamente minado por las fuerzas del capitalismo “liberal”.

El arribo al poder en Guatemala, en junio de 1871, de un grupo de hombres políticamente desafi nes al régimen oligarca-clerical de Vicente Cerna, sucesor de Rafael Carrera, es presen-tado como producto y culminación del esfuerzo de hombres como Miguel García Granados y J. Rufi no Barrios, como una “revolución”.

Ante todo creemos que no hubo ninguna “revolución” en Guatemala en 1871, y luego somos de la opinión, que el derrocamiento del régimen llamado “de los 30 años” no fue únicamente el efecto de una rebelión armada sino más bien la maduración de todo un proceso histórico, en el cual intervinieron tanto factores internos como externos.

En el plano interno nos encontramos con que la dictadura de Rafael Carrera, instrumento de dominio de la clase dominante, representada por los criollos –comerciantes y terratenientes– y el clero, había sumido a Guatemala para mediados del siglo XIX, en una grave situación de estancamiento económico, político y social. La inmensa mayoría de la población guatemalteca, tanto en el campo como en los centros urbanos, se hallaba en alto grado de ignorancia y miseria, completamente al margen de los avances y progresos de la época. Las masas indígenas, los guatemaltecos de origen, se

10. Kuczynski, op. cit., Pág. 40.

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encontraban en lento proceso de asimilación ladina y sin jugar un papel determinante en el proceso de la producción. La mayoría de los habitantes vivían en el campo, dedicados a practicar la agricultura. La tierra, sin embargo, como el medio de producción más importante, se encontraba irregularmente distribuida: en las regiones con población indígena mayoritaria, centro, norte y especialmente en occidente, predominaban las tierras comunales. Aquí existía una gran diferenciación entre las diversas comunidades, y una creciente tendencia al saqueo de las comunidades pequeñas por parte de las más grandes, subsistiendo en las mismas la economía de autoconsumo. Es posible que en la región del Atlántico y en las márgenes de los ríos los miembros de las comunidades aisladas del resto del país combinaran la pesca con otras ramas de la economía como la caza y la misma agricultura. En la zona central y sur predominaban los latifundios en manos de los criollos terratenientes y de la Iglesia. Éstos también es posible, sin embargo, encontrarlos dispersos en el resto del país. Muchos de estos latifundios se encontraban paralizados, albergando casi todos, un número indeterminado de arrendatarios empobrecidos y endeudados, que se encontraban en relación de vasallaje frente al dueño terrateniente, que podía ser un individuo o la Iglesia.

En algunas regiones del centro y del oriente del país era otra la estructura agraria so-bresaliente: aquí era la tierra propiedad de campesinos pequeños y medianos dedicados al cultivo de la cochinilla y otros, renglón aquel de exportación, sobre el cual descansaba la economía na cional. En oriente y occidente existían además grandes extensiones de tierra dedicadas a la crianza y al engorde de ganado vacuno y caballar. El criollo, como miembro fundamental de la clase dominante, controlaba los puestos más importantes en la administración del Gobierno, en la jerarquía eclesiástica y en el Ejército. Los corregidores, algunas veces extranjerosl1, eran los representantes de la autoridad central en los departamentos, nombrados por el régimen y confi rmados en sus puestos por los grupos dominantes locales. El Ejército no contaba con pro-fesionales egresados de academias militares sino que los grados eran adquiridos por infl uencias políticas y sociales. Los ofi ciales eran generalmente criollos o paniaguados de Carrera, que de esta forma preservaban su predominio sobre el Ejército, utilizándolo como instrumento de poder, empleándolo para aplastar cualquier oposición al régimen, para someter a los elementos marginados económica y políticamente, como freno para un desarrollo progresista en el país y como medio para preservar el statu quo. En algunas de las aldeas de oriente los pequeños campesinos eran una importante base de masas militar del régimen conservador, el cual para su utilización práctica se valía muchas veces de los servicios del clero. Precisamente sobre ellos había recaído el peso de las campañas guerreras de Carrera contra los Estados vecinos, habiendo esto contribuído, en no poco grado, a la ruina de las aldeas de oriente.12

11. DZA Potsdam, A.A” No. 52610, Augener, al A.A. 10.7.1871.12. Es interesante la observación que hace Bernouilli, en el sentido que la estrategia de la lucha del octogenario

general Solares contra el jefe insurgente Serapio Cruz fue trazada por los jesuitas (Bernouilli, PGM: 1874, Tomo 20, Cuaderno VIII, Pág. 288). Por lo demás, se refi ere Bernouilli a las tropas armadas del régimen conservador, en la forma siguiente: “La milicia consta por lo general de la chusma más grande. Según la Constitución es obligatorio el servicio militar, con excepción de los indios. La ley, sin embargo, solamente toca de hecho, a aquella parte de la población que no porta zapatos ni traje. El sistema de reclutamiento es harto sencillo: las personas necesarias son capturadas en la calle, arrastradas al cuartel y provistas ahí de una bolsa de municiones y un fusil. En épocas de guerra o revoluciones, cuando éstas no alcanzan, son buscados en los talleres todos los artesanos y trabajadores, y llevados a… prestar servicio. Las tropas regulares, así como la guardia de honor del Presidente, tienen una como especie de uniforme, los últimos portan hasta fusiles de percusión. Los ofi ciales se uniforman ellos mismos, cada cual su fantasía: azul, verde o rojo, con cilindro, kepi o sombrero de paja, además se distinguen de los soldados, por el uso de zapatos”. PGM: 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 429.

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La situación de la educación y cultura de la población era de un nivel muy bajo. Las es-cuelas se encontraban en manos de la Iglesia o bajo su infl uencia directa, y generalmente sólo al alcance de los hijos de los criollos y de una pequeña capa de la población mestiza urbana.13 Las escuelas rurales eran atendidas por muy pocos niños.

La infl uencia de las organizaciones religiosas en el país se remontaba a la época de la conquista. Su poder material y su actividad proselitista, hasta en las regiones más apartadas, le aseguró, antes y después de la independencia, una infl uencia dominante que se prolonga durante el régimen de los Treinta años.

“La población de Guatemala es muy espléndida cuando se trata del culto católico” [opinaba Bernouilli] “y el extranjero se asombra cuando ve cuánto dinero (y hay que añadir: ¡cuán poco gusto!) se une a la exaltación de muchas fi estas clericales y pro-cesiones. En realidad las últimas son a menudo más chabacanas que edifi cantes, pero precisamente ahí descansa el poder del Clero, el cual está más interesado en mantener al pueblo en la ignorancia y en la superstición, que en liberarlo de ellas.”14

En el plano político era la Iglesia un freno para el desarrollo de las nuevas corrientes del pensamiento: espiaba y censuraba los materiales de lectura importados al país. La religión católica y la llamada “tradición cristiana” eran la ideología de las clases dominantes, la ideología que daba la base teórica al orden social y estatal existente. Órdenes religiosas dirigían la educación superior, escuelas, hospitales y establecimientos de carácter caritativo. La religión era el factor y medida en la conducta política y social.

A todo lo anterior cabe agregar la crisis fi nanciera en que se encontraba el gobierno cle-rical a partir de 1860 como resultado de sus continuas guerras contra los Estados vecinos y de la decadencia del cultivo de la cochinilla, desde el momento en que el desarrollo de la química en Europa central logró obtener tintes artifi ciales, y se redujeron las cantidades a exportar. Pero había otros motivos de malestar en el país, los cuales se encarga Augener de resumir:

“El año 1868 fue en su totalidad un año muy desfavorable para el comercio de la República. Diversas causas contribuyeron a no permitir que la vida prosperara debi-damente; la cosecha de cochinilla fue pequeña, la cosecha de café no correspondió a lo que de ella se esperaba a principio de año, fueron importadas más mercancías europeas que las que podía consumir el país. Una de las más importantes fuentes de adquisición de las mismas, las provincias del sur de México, fue más o menos taponada por las condiciones aduaneras. Esto sin contar que se hizo patente, durante el año, un sentimiento de inseguridad, provocado por el vencimiento del período de gobierno del Presidente Cerna. Se teme una revolución y la caída del régimen actual, de tal forma que los capitalistas colocaron sus fondos a circular en medida muy limitada. Por desgracia este sentimiento de depresión no ha podido ser superado, a

13. “Todo está calculado para la sola apariencia, así también la escasa instrucción que le es impartida a la juventud de las capas más altas, de ahí que domine por lo general una ignorancia increíble. Tampoco existe alguna esperanza de una lejana mejora, toda vez que la educación se encuentra directa o indirectamente en manos del clero católico”. Bernouilli, PGM: 1868, Tomo 14, Cuaderno III, Pág. 90.

14. Id. PGM: 1870, Tomo 16, Cuaderno XII, Pág. 431.

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pesar de que el 17 de enero de este año haya sido reelegido por la Cámara (con una mayoría de 10 votos) por cuatro años más el Mariscal Cerna.”15

Durante muchos años, el cultivo de la cochinilla, por pequeños y medianos propietarios, y su exportación a los mercados extranjeros por Firmas Comerciales con sede en la ciudad de Guatemala, había acumulado un determinado capital, que apenas si circulaba en empréstitos usureros, anticipados muchas veces a los pequeños y medianos propietarios. Al dedicarse grupos de empresarios enérgicos, al cultivo del café, especialmente en el Occidente del país, desliga-dos, en su mayor parte de los sectores económicos tradicionalmente dominantes, se plantea la posibilidad de trasladarse el nervio económico del país del Centro al Occidente, al inclinarse hombres como Miguel García Granados, acaudalado comerciante y empresario agrícola16, y José María Samayoa, “uno de los principales propietarios de plantaciones de azúcar y café del país”17, el apoyo material del surgiente tipo de empresario capitalista.

Esta polarización de las fuerzas económicas nacionales pone al desnudo la debilidad del aparato de poder controlado por la oligarquía criolla y el clero: ante todo se teme el resurgi-miento y consolidación de un fuerte grupo de productores en una zona del país que ya en el pasado ha mostrado inclinaciones a desvincularse políticamente del poder central, radicado en la capital. El desarrollo del cultivo del café, al fomentar las instituciones de crédito, golpea a aquellos ele mentos que obtienen ganancias de la usura y que poseen fuertes vínculos con la camarilla en el poder. Es un hecho, que la llegada cada vez más creciente al país de extranjeros con capitales propios a invertir en el nuevo cultivo, o apoyados por grandes empresas capitalistas metro politanas, hace patente la gran falta de instituciones de crédito nacionales, en condiciones de colocar a los empresarios nativos al mismo nivel de sus colegas extranjeros. La exportación e importación de artículos había ido pasando poco a poco a manos de extranjeros que gozaban de prerrogativas y créditos por parte de las casas comerciales europeas o de sus intermediarios de Belice. De esta manera se encontraba el comerciante nacional en posición desfavorable y en desventaja respecto al comerciante extranjero. Existía además, por parte de los comerciantes, tendencia a participar en el cultivo del café y convertirse ellos mismos en terratenientes.

A partir de la independencia de España, había aumentado el número de plantaciones de

caña pero las fábricas de licores, importante fuente de ingresos del régimen, eran consideradas monopolio de éste.

Pese a que el puerto San José era el único en la costa del Pacífi co en donde era permitido descargar las mercancías de importación, existían otros puntos de embarque en el Pacífi co, hasta la frontera con México, que eran utilizados para despachar al extranjero los productos agrícolas de exportación.18 Sin embargo, el país necesitaba de mejores y más modernas vías de comunicación e instalaciones portuarias.19

15. DZA Potsdam, A. A., No. 5261O, Augener, al A.A. enero de 1869.16. Id. Augener al A. A., 9.6.1871.17. Id. Augener al A. A., 3.2.1870.18. Id. Augener al A. A., 16.9.1868. 19. Id. En el puerto San José había sido construido un puente de desembarque, por una sociedad anónima, el cual

había resultado bueno, pese a la fuerte rompiente, sin embargo no era utilizado por la mayoría de importadores y exportadores, debido a las altas tarifas exigidas para su uso.

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El régimen exigía además, el pago del diezmo a la Iglesia, que, añadido al conjunto de impuestos gubernamentales, gravitaban sobre el grupo empresarial en formación.

A todo lo anterior hay que agregar posiblemente lo más importante: la falta de mano de obra para las surgientes plantaciones, el acceso relativamente difícil a una fuerza de trabajo “libre”, le impedía al terrateniente ampliar sus plantaciones de café.

Otros factores importantes adversos al régimen eran: poca disponibilidad de tierras para el cultivo del café, inexistencia de una moneda nacional sólida, capaz de respaldar las transac-ciones comerciales con el extranjero. La situación caótica del sistema y circulación monetaria no contribuía a un gran desarrollo comercial. En muchas regiones del país predominaba aún la utilización de cacao en vez de dinero, tal y como en los tiempos precolombinos. La circulación de la llamada “moneda macuquina” entorpecía el comercio interno. Se encontraban en circulación distintas monedas extranjeras, y en tal cantidad, que el régimen se veía obligado a reconocerlas ofi cialmente como medio de pago.

En el plano externo tuvo lugar el movimiento de reformas emprendido por los liberales mexicanos en 1857 y que tanto repercutió e infl uyó en el desarrollo de movimientos semejantes en América Latina. No cabe duda que la situación creada en México en este período infl uyó grandemente en el movimiento guatemalteco de oposición a la oligarquía y clero dominantes.

El movimiento liberal guatemalteco postindependentista fue reprimido fuertemente por Carrera, después de instaurarse éste defi nitivamente en el poder. Su gobierno practicó una política reaccionaria tanto en el orden interno como en el externo. Una nueva movilización de oposi-tores, a partir de mediados de siglo, observa rasgos característicos propios, que la diferencian de sus antecesores. Anteriormente se trataba de pequeños grupos de intelectuales y militares que procuraban impulsar a las masas y movilizarlas a la lucha, por desplazar del poder a los antiguos aristócratas criollos y clericales, y a los elementos representantes de intereses locales, que llevaban en cada una de sus regiones una labor separatista organizada. Aquéllos luchaban contra una clase sólida de propietarios con amplios recursos económicos y políticos. El segundo movimiento, se trataba de un mayor elemento humano de oposición, con una base económica más sólida capaz de permitirles llevar adelante sus aspiraciones políticas. Creemos que se trataba de elementos burgueses en lucha por arrebatarle el poder a terratenientes semifeudales conservadores. Aunque es de observarse que la economía capitalista que se desarrolla durante este período posee muchos rasgos feudales. En los dominios del cafetalero, nuevo rico, era él el único juez y autoridad, disponiendo de vidas y propiedades avecindadas en sus posesiones. La burguesía nativa residente en las ciudades, que se dedicaba al comercio de importación y exportación, era débil y tropezaba con frecuentes difi cultades para acrecentar su poder e in-fl uencia: el sistema de impuestos y las constantes contribuciones forzosas a que eran sometidos de parte del régimen dañaban el comercio y el tráfi co de mercancías. La naciente burguesía del campo contaba, sin embargo, con prominentes cuadros intelectuales y con una ideología liberal sólida, respaldada por el alza y desarrollo de la técnica y las ciencias naturales en EEUU y Eu-ropa. Para la inte lectualidad progresista, formada en su mayoría por los criollos empobrecidos y mestizos de los centros urbanos, signifi caba este desarrollo una buena arma ideológica contra la reacción conservadora, cuya concepción del mundo sufría fuertes golpes. Los intelectuales liberales, infl uidos por el germen de las relaciones de producción capitalista, fueron sin lugar a duda un elemento de importancia en la lucha contra el régimen de los 30 años, cuya base minaron ideológicamente muchos años antes de su derrumbe.

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La base ideológica de la burguesía en formación se había ampliado a partir de la indepen-dencia en una medida cada vez más creciente, habiéndose enriquecido a partir de la diferenciación de los terratenientes. Al sentimiento nacional por la reunifi cación de Centroamérica como una sola entidad política, exteriorizado expresivamente en la lucha nacional contra el fi libustero nor-teamericano Walker en 1856, le sigue una exigencia cada vez más abierta, de parte del elemento progresista del país, por participar en forma más determinante en los asuntos gubernamentales. Los representantes de la clase en formación exigen el reconocimiento de sus intereses de clase y la identifi cación de los mismos con los intereses del país. La posición privilegiada de la aristocracia criolla y especialmente de la Iglesia católica es condenada como la causa primordial de todas las desgracias. Las condiciones objetivas en proceso de maduración, permiten reconocer claramente que el desarrollo histórico del país necesita de una ideología que respaldara el cambio que se ave-cinaba. Sin embargo, a las causas ya anotadas que difi cultaban el crecimiento y fortalecimiento de una clase burguesa en el país, cabe agregar que las diferencias en el desarrollo económico de las distintas secciones territoriales, determinaron un grado desigual del pensamiento político. Esto constituyó una de las causas para que el movimiento liberal no tuviera desde sus inicios la misma fuerza y apoyo popular, en el cuadro general de las distintas regiones guatemaltecas.

La ausencia de un partido burgués propiamente dicho, organizado a nivel nacional y orientado a la toma del poder político, así como a un cambio de las estructuras económicas, fue su plantado por la actividad de un grupo de miembros de la organización conocida como “Sociedad Económica”, en donde se destacaron fi guras que más tarde jugarían importantes papeles políticos. Al amparo de esa organización se hicieron más concretas las exigencias de la oposición.

Por otra parte, la población mestiza estaba consciente de la pésima vida que llevaba bajo la dictadura conservadora. Se era de la opinión que solamente los indígenas, el clero y las familias conservadoras tenían motivos para estar satisfechos. Según Bernouilli, “fuera de los indios está la masa de la población, por un motivo u otro, descontenta con el Gobierno…”20 Especialmen-te los monopolios del régimen (aguardiente, tabaco, etc.), eran motivo de gran malestar entre la población ladina. La falta de derechos políticos y régimen policíaco imperante elevaron el descontento general. El estado conservador era odiado e impopular.

Carrera había llegado al poder gracias a su innata capacidad militar y al gran apoyo re-cibido por las masas populares en su afán por justicia social, después de que los liberales se habían mostrado incapaces de satisfacer sus aspiraciones de tierras y bienestar. Para Carrera, dice Bernouilli, “es seguro que no fue tarea fácil hacer orden en un país desgarrado por cons-tantes revo luciones, y mantenerlo en ese estado.”21 Y ésta es precisamente la clave del porqué del apoyo de la oligarquía conservadora al caudillo de las masas: “era también muy difícil en-contrar a alguien que tuviera un dominio inigualable sobre los indios...”22 Esto fue el motivo por el cual Carrera fue aceptado en las fi las de la clase dominante: el temor a la masa del pueblo, que había sido sojuzgada por los antepasados de las familias oligarcas. Sin embargo, como lo señala Bernouilli: “durante casi 30 años y con un ilimitado poder, hizo poco la administración de Carrera por erigir el país sobre una base ordenada”… No hizo nada por hacer olvidar el celo solamente semirreprimido, entre las dos ciudades más importantes del país, Guatemala y

20. Bernouilli, PGM: 1869, Tomo 15, Cuaderno XI, Pág. 427.21. Id. 22. Id.

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Quetzaltenango,... nada por encauzar una reunión de las cinco Repúblicas centroamericanas, única forma por medio de la cual posiblemente pudieran éstas ganar alguna fuerza.”23

En resumen podemos afi rmar que:

a) el nivel de la técnica artesanal y agrícola no tenía mucho que envidiarle a aquella de la época precolombina;

b) la productividad en el trabajo era bastante baja en la mayoría de las regiones del país (con excepción de aquellas zonas en donde dominaban métodos racionales de cultivo, especialmente en las recién establecidas plantaciones de azúcar y café);

c) en el comercio exterior existía un sector de comerciantes que se había apoderado de la mayor parte del mismo mientras que otro (formado especialmente por los nativos) se encontraba cada día en mayor desventaja;

d) el gobierno estaba afrontando la mayor crisis fi nanciera de su historia de treinta años;

e) el comercio interno estaba completamente estancado debido al bajo poder adquisitivo de la población;

f) la técnica utilizada en los pocos e insignifi cantes centros mineros era también primi-tiva;

g) existían porciones del territorio nacional con economías que podríamos llamar cer-radas;

h) la Iglesia tenía una nefasta infl uencia sobre la inmensa mayoría de la población;

i) amplios sectores de capitalistas agrarios, estaban sometidos a fuertes exacciones económicas;

j) algunas comunidades de aldea de occidente estaban desarrollando un fuerte poder económico y mucha agresividad;

k) los cada vez más frecuentes signos de descontento de diversos sectores de la población, especialmente de las zonas orientales y occidentales, hacían cada día más urgente la necesidad de tratar de resolver las contradicciones económicas, políticas y sociales por medio de reformas.

Todo lo anterior creó un campo propicio para la expansión del pensamiento liberal. Sobre

este terreno cayeron las noticias de los sucesos en México. El ejemplo de los patriotas mexica-nos da valor a la oposición guatemalteca, elevando su combatividad y actividad revolucionaria, creándose a su vez en el país, condiciones favorables para que caudillos liberales se colocasen a la cabeza del movimiento de oposición al régimen.

23. Id.

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Durante la permanencia conservadora en el poder, se habían divulgado en silencio ideas y planteamientos liberales, a pesar de la estricta censura existente en el país. La infl uencia y el ejemplo de la toma del poder en México por parte de los liberales, en 1857, dio un nuevo impulso a los movimientos liberales de los distintos Estados centroamericanos. En Guatemala, al desarrollarse esta ideología como producto objetivo de una economía orientada a la econo-mía exportadora y de efectuarse una diferenciación en el seno de los latifundistas, al iniciarse el cultivo del café en el país, la oposición al régimen ya no se efectuó únicamente en forma de declamaciones retóricas y demagógicas sino que se comenzó a pasar a la acción directa. La necesidad de un caudillo liberal se hizo patente. La burguesía, como elemento nuevo en la composición social del país era débil e incapaz de actuar independientemente y con vida propia en el fenómeno social que se gestaba. Para poder contar con un movimiento popular favorable necesitaba de un caudillo que reemplazara al conservador existente. El “caudillo” es aquí un individuo relacionado con su medio y debido a las coyunturas históricas que lo impulsaban, actuará únicamente en función de grupo al cual pertenece.

Las circunstancias arriba mencionadas determinaron, entonces, el levantamiento de Serapio Cruz, el 2 de febrero de 1867. Este movimiento de oposición a la dictadura clerical-conservadora amerita ser investigado a fondo. Sabemos que se inició en Sanarate, al este de la capital, y que pronto adoptó carácter agrario, al prometer Cruz una redistribución de la tierra entre los cam-pesinos, que formaban el grueso de sus columnas. La actividad y las confrontaciones armadas de las masas se extendieron hacia el oeste de la República, donde gran número de indígenas y ladinos engrosaron las fi las de los rebeldes.24

Las promesas de Serapio Cruz, relativas a la distribución de tierras, parece que no sola-mente inquietaron a los círculos dominantes clericales sino que también a parte de los grandes terratenientes liberales. Está visto que los intereses de éstos y aquellos de las amplias masas del pueblo, no marchaban por el mismo sendero. Las pretensiones revolucionarias de los campesinos

24. La situación política imperante en el país en los últimos meses de 1869 descritos por el comerciante-cónsul Augener a su gobierno, en los siguientes términos: “Desde la re elección del Presidente Cerna se encuentra la República en continuos disturbios. Un tal General Cruz ha intentado, en distintas ocasiones amotinar a la población, particularmente a la indígena, contra el régimen. Por lo general ha sido derrotado por las tropas gubernamentales, retirándose a la Provincia de Chiapas (México) con el objeto de reclutar nuevas tropas y realizar nuevas incursiones en ésta república. Por el momento se encuentra en las montañas, al norte de esta Capital. Un cuerpo militar se encuentra constantemente tras él, sin embargo, hasta ahora no ha dado él opor-tunidad de que se le capture. Es de suponerse que está siendo apoyado con dinero, etc., desde la Capital. El 25 de septiembre fue atacado nuestro puerto San José, mediante el cual se efectúa toda la importación de la República, por una tropa compuesta de 30 hombres. La Comandancia y la Aduana fueron tomadas por asalto, el Comandante fue herido, su hijo y un soldado fueron muertos y todas las armas y el dinero del Gobierno –aproximadamente 4,000 dólares– tomados por los asaltantes; la propiedad privada, por contrario, fue respetada. No hay ninguna duda que este ataque se encuentra en relación con Cruz. Hace 2 días fueron descubiertos aquí en la Capital 5 hombres, los cuales… (ilegible), y tres de ellos fueron ayer fusilados. Los mismos parece que confesaron. Se habla de un complot para asesinar al Presidente y a los Ministros, y a consecuencia de ello se han realizado nuevas detenciones aquí, de personas notables. Hace algunos meses logró el régimen contraer en Inglaterra un empréstito de 2 millones de dólares. Sin este dinero le sería muy difícil estar en posibilidad de aplastar al actua1 levantamiento (…) El asunto le cuesta al régimen un dinero enorme, ya que por todas partes deben mantener sobre la marcha a importantes cuerpos de tropas y además se encuentra fuertemente paralizado el comercio y la agricultura. Esto es tanto más deplorable cuanto que el país verdaderamente se encontraba en vías de progreso.” DZA Potsdam, A.A., No, 52610 Augener al A.A., 1.0.1869.

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que apoyaban a Cruz y aquellos de la pequeña burguesía radical de las ciudades, en particular de la capital, no solamente ponían en peligro la estabilidad del grupo en el poder sino también la posición social y las aspiraciones políticas y económicas de aquellos grupos de propietarios que intentaban desplazar a los clericales de sus posiciones dominantes. La causa fundamental para el hasta hoy no esclarecido asesinato de Cruz y el fracaso de su movimiento popular cam-pesino debe buscarse precisamente en el apoyo que el movimiento haya recibido por parte de las fuerzas económicas nacionales más fuertes del momento.25

Pueden enumerarse otros factores que también contribuyeron al fracaso del movimiento de Serapio Cruz: la composición étnica diversa de la población y los prejuicios que la acompañan como consecuencia de la diferenciación social. El desarrollo económico y político desigual en los distintos territorios creó condiciones diversas en cada región del país para el auge del movimiento armado y su apoyo por parte de la población. La muerte del caudillo Serapio Cruz, conocido como “Tata Lapo”, signifi có un fuerte golpe para el movimiento revolucionario. El movimiento que triunfó en 1871 porta otras características. Surgió de las contradicciones y confrontaciones de dos grupos de intereses diversos en el seno de la clase dominante. Cada uno de los cuales intentó imponer sus intereses económicos y políticos. Una parte de esta clase, productora de mercancías y orientada a la exportación, intentó con éxito, utilizando medios extra económicos y el apoyo de una inteligencia progresista pequeño burguesa, convertir su infl uencia económica y política en factor dominante en la sociedad y transformar el carácter de clase y la orientación de clase del Estado. Aspiraba, utilizando su creciente poder económico, infl uenciar a su favor el desarrollo del país, remover la estructura económica y social proveniente de la época colonial, crear mejores condiciones materiales para la admisión del capital extranjero y de emigrantes eu-ropeos, introducir nuevos cultivos agrícolas, mejorar formas y métodos de la producción agraria, elevar la productividad del trabajo social, y ante todo, ampliar las relaciones comerciales con el extranjero. Las fuerzas motrices del movimiento de reforma estaban constituidos en gran parte por grandes terratenientes orientados a la exportación, especialmente aquellos de los territorios de los Altos, la burguesía compradora ladina, la intelectualidad liberal, así como otros miembros de la pequeña burguesía urbana. Ante todo se destacaba el elemento ladino. No sabemos con exactitud de extranjeros involucrados en este proceso. La muerte de Cruz hizo necesario el surgimiento de un nuevo caudillo. Se necesitaba un líder, que pudiera contar con la simpatía y el apoyo del pueblo, pero que en realidad a conciencia supiera representar los intereses de los grupos económicos surgientes. La decisión recayó en Justo Rufi no Barrios, un antiguo

25. Muy reveladora es la relación que proporciona Augener al respecto: “el caudillo de los rebeldes, General Cruz, se aproximó a la Capital el sábado 22 de enero, con aproximadamente 400 hombres, sin ninguna duda, con la confi anza que su partido se levantaría a su favor en la misma fecha. Le fue enviado en su contra al General Solares con 400 hombres de tropa seleccionada. A éste le fue posible aproximarse calladamente a Cruz en la noche del 22 al 23. Este último entró a las 6 de la mañana en la pequeña aldea Palencia, que ya estaba rodeada por el General Solares. Mientras Cruz hacía desayunar a su gente, fue atacado y derrotado completamente. El mismo Cruz, ya herido, fue tomado prisionero y muerto, y su cabeza enviada al Presidente Cerna, el cual lleno de intranquilidad esperaba noticias a las puertas de la ciudad. A las 4 de la tarde fue paseada en triunfo la cabeza sangrienta por toda la ciudad bajo el tronar de los cañones, siendo vista por el pueblo con tranquili-dad sepulcral. Toda la correspondencia de Cruz cayó en manos del régimen y parece que esto comprometió a muchas personas notables, por lo menos ya fueron capturados y encarcelados en el Castillo, entre otros, José María Samayoa, uno de los principales plantadores de azúcar y café del país. A pesar de que los extranjeros establecidos aquí no desean nada con mayor anhelo que el término de esta revolución que impide todo el comercio, es muy de temer, que ésta se prolongue aún por mucho tiempo, hasta que se calmen los ánimos y sea nuevamente restablecido el orden.” Id. Augener al A. A., 3.2.1870.

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combatiente guerrillero de Serapio Cruz, que era a la par un rico propietario de plantaciones de café. En la capital se recaudó dinero entre los liberales para la adquisición de armas, con el fi n de continuar la confrontación armada contra el régimen conservador. El 28 de marzo de 1871 fue invadida Guatemala desde territorio mexicano por el comerciante Miguel García Granados, proveniente de la capital, y por Barrios, al mando de una expedición liberal. Mejores y modernas armas de los liberales, baja moral de las tropas y ofi ciales del régimen clerical, movilidad y buena guía táctica de las acciones de lucha por parte de Barrios defi nieron la lucha en pocos meses a favor de los liberales. Cerna, sucesor de Carrera, fue defi nitivamente derrotado por las fuerzas armadas de Barrios el 29 de junio cerca de San Lucas, en las cercanías de la capital. El 30 del mismo mes se encontraban ya las tropas de los liberales en la capital de Guatemala.26

Entre los factores externos que de manera directa es posible que hayan contribuido al triunfo de los liberales en Guatemala, cabe mencionar la invasión de El Salvador el 5 de marzo

26. Augener, como testigo de estos acontecimientos, nos ha dejado, sin saberlo, una interesante descripción del mo-mento histórico, vivido por él: “La revolución triunfó fi nalmente, tirando por la borda al viejo régimen conservador, mantenido en el poder por cerca de 30 años. Don Miguel García Granados se había retirado a Quetzaltenango, ciudad que se había pronunciado por él, siendo perseguido por el Presidente Cerna, con aproximadamente 2,500 hombres. El 23 de junio se llevó a cabo una nueva batalla, en la que fue completamente derrotado el Presidente; sus tropas huyeron al primer ataque de los facciosos. Después de la batalla se retiró Cerna a La Antigua, en donde logró reorganizar nuevamente su ejército. El 29 del mismo mes intentó llegar a la Capital, efectuándose una nueva batalla a 2 leguas de esta parte de La Antigua, siendo esparcidas violentamente las tropas guberna-mentales. El Presidente logró huir juntamente con algunos ayudantes. Un tal coronel Julio César Garrido, español de nacimiento y Corregidor de Escuintla, una persona muy impopular, cayó en manos de los revolucionarios y fue inmediatamente fusilado, pese a que imploró de rodillas por su vida. En la noche del mismo día hizo su aparición Granados frente a las puertas de la Capital. Ya un día antes les habían hecho llegar una petición a los Ministros, todos los ciudadanos Honorables, y también los extranjeros establecidos en la Capital, en la cual les solicitaban que para evitarle una desgracia a la ciudad, llegaran a un entendimiento con Granados, ya que debían ver que no les sería posible sostenerse por mucho tiempo o más. Esta pretensión, sin embargo, fue tomada muy displicentemente por los señores ministros, pero al nomás llegar aquí la noticia del aniquilamiento total del señor Presidente, apoderose un pánico indescriptible en los Ministros, y desde entonces no se les ha vuelto a ver.

La noche del 29 para el 30 de junio transcurrió tranquila, a pesar de que se esperaba que Granados ingresaría de un momento a otro. Muchas familias habían traído a mi casa sus cosas de valor y estaban dispuestas a huir ellas mismas hacia acá, al primer conato de disturbios. El 30, temprano por la mañana, fueron izadas banderas blancas en todos los edifi cios del gobierno por parte de la Municipalidad. Los ciudadanos fi rmaron una especie de pronunciamiento, que fue enviado a Granados, a lo que él respondió iniciando su ingreso a las 10 de la mañana. Mientras tanto, sus tropas habían aumentado a cerca de 3,000 hombres, entre estos, por supuesto, muchos ejemplares desacreditados, y es verdaderamente de llamarse un milagro el que hasta hoy no se hayan efectuado los menores saqueos, ni otros disturbios semejantes. Miguel García Granados es ahora visto por el pueblo como el ‘Salvador del yugo esclavo’. El mismo se ha autoproclamado Presidente provisorio y actualmente está ocupado en formar su ministerio. Es un hombre de aproximadamente 56 años, blanco, proviene de una respetable familia y es inteligente y educado. Su principal General, un tal Rufi no Barrios, ha sido muy temido hasta ahora. Hasta hoy, sin embargo, se ha comportado muy decorosamente. Se ve totalmente, que la población se inclina a la tranquilidad y el ...orden, y aunque la actual prensa libre es utilizada por algunos Rojos para instigar al pueblo a que exijan la sangre de los Ministros, estas exigencias no encuentran eco. La difi cultad principal que tendrá que superar el nuevo régimen es el punto monetario, ya que todas las cajas estatales están vacías. De los 2 millones de dólares y medio del empréstito hecho hace 2 años en Inglaterra, ya no existe ni un centavo más, y una de las hasta hoy principales rentas del régimen, el monopolio del aguardiente, que anualmente le proporcionaba medio millón de dólares, desparece ahora, ya que el nuevo régimen ha hecho por principio, eliminar todos los monopolios. Estas promesas son precisa-mente las que le han encontrado tantos partidarios entre el pueblo. Solamente restan los impuestos de aduana y esos son insignifi cantes en este momento; el único medio será entonces hacer un préstamo forzoso entre los comerciantes, respecto a lo cual ya se han encaminado pasos –ya se elevarán más tarde impuestos directos.” Id., Augener al A. A., 10.7.1871.

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de 1871 por parte de elementos armados provenientes de Honduras, entre los cuales se encon-traba un número indeterminado de exiliados liberales guatemaltecos que pensaban más tarde utilizar el territorio salvadoreño como trampolín para invadir Guatemala por el sur. Es posible que el régimen de Cerna haya enviado parte de su ejército a cubrir la frontera con el Salvador, especialmente después que se supo en Guatemala la caída del presidente salvadoreño Dueñas. De ser esto así, su ejército en occidente se vio debilitado en sus enfrentamientos con las fuerzas de Barrios.

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LA “REVOLUCIÓN” DE LOS LIBERALES

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La derrota armada de Vicente Cerna por los liberales, el ingreso de éstos a la capital y su llegada al poder no signifi có su triunfo defi nitivo sobre los conservadores.

El cambio de gobierno se desarrolló relativamente sin tropiezos, nombrándose Miguel García Granados presidente provisorio del nuevo gobierno e incluyendo en su gabinete a viejas fi guras políticas no comprometidas con el viejo régimen. La capital fue escogida nuevamente como sede del gobierno. J. R. Barrios fue nombrado jefe militar plenipotenciario de los Altos, territorio occidental que incluía a Quetzaltenango, San Marcos, Totonicapán, Huehuetenango, Sololá y la costa occidental del Pacífi co, con la ciudad de Quetzaltenango como lugar de su residencia.

Los primeros meses transcurrieron tranquilos1 debido posiblemente a que los conserva dores recién derrocados aún no habían podido reorganizarse.

Los liberales llegados al poder revelaron pronto que no se trataba de una facción unida la que se había constituido en poder político dominante. Dentro de ésta no solamente había contradic-ciones de tipo personal (Miguel García Granados – J. Rufi no Barrios) y diferencias de opiniones respecto a problemas básicos, como aquel que se refería a la actitud a adoptar frente a la Iglesia, sino que pugnaban distintas facciones capitalinas y de provincia por el liderazgo del movimiento liberal así como por el control del aparato administrativo. Miguel García Granados representaba al ala más moderada de los comerciantes aburguesados, o sea, al grupo que anhelaba ante todo el poder político, para, desde esa posición dominante, hacer valer sus intereses económicos, ligados fuertemente al desarrollo de un comercio exterior independiente de la infl uencia de los comercian-tes extranjeros radicados en la capital, quienes, hasta cierto punto, habían logrado monopolizar la importación y distribución de muchos productos de manufactura extranjera. Al grupo de Miguel García Granados lo unían lazos económicos y de parentesco con muchos de los oligarcas despla-zados del poder, tratando de mantener una actitud conciliadora en su relación con la Iglesia. Éste era solamente un lado del problema. La contradicción interna fundamental del movimiento liberal estaba unida al antagonismo ciudad-campo, Barrios, como caudillo de la surgiente aristocracia cafetalera de occidente, era el llamado a romper la doble opresión (económica y política) a que estaban sometidas por la capital las provincias del interior del país. Es sabido que ya desde su fundación, la capital de la Capitanía General de Guatemala había sido el centro del poder colo-nial en Centroamérica, lugar de residencia de altos dignatarios eclesiásticos, autoridades civiles, encomenderos y grandes comerciantes, hombres todos a quienes de una forma u otra tenían que tributar los habitantes de todas las regiones del interior, en donde se había implantado el feudalismo colonial como sistema. Con la independencia disminuyen sus ingresos, al surgir en Centroamérica otros Estados, sin cambiar, sin embargo, su papel de gran benefi ciada del plusproducto creado en su zona rural. Si existe una continuidad en la función y carácter de la capital, a todo lo largo del período colonial y nacional, es precisamente la de ser apropiadora del excedente agrario.

1. DZA Potsdam, A.A., No. 5261O, Augener, al A.A,, 7.8,1871.

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Ésta fue una de las principales causas que motivaron el que los Altos se constituyera a sí mismo en Estado independiente durante el régimen conservador. La reincorporación de esta importante porción del país al poder central no signifi có la culminación de esta contradicción, Ya a partir de los años treinta vemos cómo el comercio de la República se va concentrando nuevamente en la capital, en manos de individuos recién llegados al país, y que la han escogido como centro de sus operaciones mercantiles, debido a su posición estratégica como lugar de reunión de individuos y productos agrícolas y artesanales provenientes de todas las regiones del país. La renta monetaria de la capital les permitía a sus habitantes adquirir cada vez en mayor cantidad las manufacturas extranjeras importadas. Hemos visto que durante la dictadura de los conservadores las ciudades del interior crecen poco en población, mas no en importancia. No conocemos el desarrollo de la ciudad de Quetzaltenango después de haber sido ocupada por las fuerzas de Carrera, pero es de suponer que su dimensión y el número de su población no había crecido proporcionalmente a su importancia como centro económico de la rica región del país que representaba, especialmente al incrementarse ahí el cultivo del café. En realidad, no es sino hasta después de 1871, cuando en Guatemala comienzan a surgir y a desarrollarse muchos centros de población, como resultado de los movimientos poblacionales dinamizados por las reformas liberales. Sin embargo, fueron grandes las consecuencias para el futuro del país al incrementarse el cultivo del café en Quetzaltenango y en las demás regiones del occidente. Desde el punto de vista económico pronto llegó toda esta zona a convertirse en la vanguardia del capitalismo agrario. Comparados a ella, eran menores los elementos de una nueva formación económica existentes en la capital. No es entonces extraño que el papel que Barrios debía jugar en el movimiento liberal fuera de mayor envergadura que el desempeñado por García Granados. La fracción de Barrios motivada tanto por intereses económi-cos creados como por ideas liberales, era enemiga consecuente del clero. Es de notarse que este grupo en contraposición de la fracción de García Granados (que se orientaba según sus intereses económicos), se pronunciaba tanto por reformas económicas, como políticas. Las contradicciones existentes entre ambas fuerzas se hicieron patentes al expulsar Barrios a los jesuitas de los terrenos de occidente. En realidad, las medidas y decretos emitidos por Barrios desde su posición de poder, sin comunicar anticipadamente de ellas al poder central, nos permiten reconocer la existencia en Guatemala en la segunda mitad de 1871 de dos gobiernos liberales. Las medidas anticlericales de los liberales encabezados por Barrios demostraron que él no solamente poseía innatos dones militares sino también gran talento político. Pese a esto, sin embargo, las medidas de Barrios provocaron el surgimiento de diversos focos de resistencia antiliberal, especialmente en la zona oriental del país. “La población de la Capital permaneció tranquila, contra lo que se esperaba, después que los Jesuitas fueron obligados a abandonar la ciudad y la República de Guatemala, el 8 de septiembre; permaneciendo también tranquila, al ser expulsados del país, el Arzobispo Dr. Don Bernardo Piñol y Aycinena y el Obispo Don Mariano Ortiz ya que se pudo comprobar que habían tenido fuerte participación en el movimiento insurreccional del departamento de Santa Rosa.”2 La oposición del clero conservador al régimen liberal se prolongó durante los meses siguientes. Doeding refi ere que los curas desarrollaban una violenta campaña propagandística contra el Gobierno Provisional “y contra los extranjeros”, tratando de fanatizar a la población por medio de escritos en donde se amenazaba con la maldición a todo aquel que tuviera relaciones con los liberales: “Estas tonterías fueron contrarrestadas enérgicamente por el régimen, emitiendo un decreto el 8 de este mes, y haciéndose saber que todo aquel que por medio de discursos y prédicas se manifi este en contra del gobierno, o con ello disturbe el orden público, será expulsado del país.”3

2. DZA Merseburg, A. A. III, Rep. 14, No. 532, Doeding al A. A., 10. 2,1872.3. Id., Doeding al A. A., 19.4.1872.

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El mismo observador extranjero relata cómo Barrios utilizando la ausencia del país del presidente provisional, García Granados, aprovechó su cargo de presidente interino, para emitir el 7 de junio un decreto, por medio del cual cesan en sus funciones todas las entidades clericales, pasando todos sus bienes a propiedad de la nación: “El 8 del mismo mes fueron expulsados los monjes Capuchinos de Antigua Guatemala –39 en número– y llevados al puerto de Champerico, desde donde se embarcarán uno de estos días con destino a San Francisco (California). Durante su expulsión de La Antigua se disparó, por soldados ordenados al respecto, sobre mujeres y ni-ños que deseaban despedirse de los padres, muriendo varios de ellos.”4 Estas medidas de fuerza empleadas por Barrios acrecentaron el temor que inspiraba su personalidad. La expulsión de los jesuitas y demás miembros de diversas órdenes religiosas, así como la abolición de las entidades clericales, no fueron bien recibidas por una gran parte de la población. Pese a haber sido esto obra de Barrios parece ser que repercutió en el prestigio de Miguel García Granados.

Para nadie era un secreto que éste aspiraba a elegirse constitucionalmente como presidente.5 Sin embargo, la inestabilidad política imperante durante el año siguiente al derrocamiento de Cerna, impidió la celebración de elecciones, coadyuvando al deterioro de la fi gura del anciano político. A principios de agosto de 1872 escribía Doeding a la Cancillería del Imperio alemán:

“Desgraciadamente se encuentra aquí la situación general aún en tal estado, que ni siquiera se puede pensar en un progreso del país. El gobierno provisional parece tener en su contra a diversos partidos, y los llamados Serviles, partidarios del pasado régimen, no desperdician la oportunidad. No pasa semana sin que circulen rumores de revoluciones, etc., y hace unos días el gobierno se vio obligado a capturar a di-versas personas. Debido a que en los últimos tiempos se han agudizado las leyes que atañen a los insurrectos, es seguro que éstos –de hallarse culpables– confrontarán severos castigos.

El gobierno no solamente tiene que luchar en su propio país sino que también tiene mucho que hacer en el exterior: en Honduras acaban de reiniciarse los recién fi na-lizados disturbios. Según las últimas noticias llegadas, el Presidente Provisorio de esta última República, tuvo que huir, habiéndose afi anzado nuevamente en el poder el anterior Presidente Medina. Cabe muy bien preguntarse si el régimen de Guatemala, logrará mantener buenas relaciones en el futuro con los diversos departamentos de Los Altos, los cuales abrigan desde hace muchos años el deseo de declararse indepen-dientes de Guatemala. Justo Rufi no Barrios, Teniente General, a quien fue confi ada la regencia de esta República, durante la ausencia del Presidente García Granados en la pasada guerra con Honduras, está aparentemente de acuerdo con el mencionado Presidente provisional García Granados, mientras que cuenta con el apoyo de los Altenses, especialmente de Quetzaltenango, el departamento más grande. Así, es difícil afi rmar que Barrios contrarrestará el intento de separarse de Guatemala. El mencionado Barrios emite algunos decretos en Quetzaltenango, y se comporta allá como si fuera el Señor. El gabinete ministerial de esta República es cambiado casi cada mes. Actualmente han renunciado casi todos sus miembros, sin que los cargos hayan sido nuevamente ocupados. La ley de servicio militar obligatorio decretada el

4. Id., Doeding al A. A., 16.6.1872.5. Id. Doeding al A. A. 19.2.1872.

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8 de junio del presente año, de la cual tuve el honor de informarle a Su Excelencia el 3 del mes pasado, ha enojado mucho aquí. Todos los extranjeros están excluidos del mismo, sin embargo, no así sus hijos nacidos aquí. Respecto a esto aún no he podido tener ninguna seguridad. Ha despertado mucha indignación entre los comer-ciantes la ley que atañe a las deudas internas de Guatemala* emitida en mayo de este año (respecto a lo cual informé el 16 de junio), debido a que también se encuentra incluido en ella el préstamo voluntario hecho por el gobierno el año pasado entre los comerciantes, lo cual aún dará motivo para protestas. De esta manera, reina por todas partes el descontento; no existe unidad en ninguna parte, y como consecuencia natural, el comercio se encuentra por los suelos. Tampoco fueron bien acogidas por algunos la expulsión de los Jesuitas, la suspensión de las entidades clericales, etc., y esto, por lo menos, será utilizado en contra del régimen.”6

La comisión encargada de elaborar una nueva Constitución del Estado no había rendido ningún informe, a mediados de 1872, suponiéndose en Guatemala que las elecciones para presi-dente no se efectuarían antes de 1873. Para fi nes de 1872 no había mejorado la situación política del país, agudizada por las constantes acciones de los rebeldes del oriente de la República. El gobierno provisional se veía acosado tanto por elementos liberales como por los partidarios del régimen depuesto, y parecía que no sería capaz de salir adelante, sin el total apoyo de los terratenientes de occidente.

“Lo que más daño le ha causado al régimen provisional, son todas las promesas que hizo al principio y que ahora no está en posibilidad de cumplir, lo cual es aprovechado por los partidos que le hacen oposición. Como ya señalé todo depende de la actitud que adopte Guatemala hacia Los Altos.”7

Un primer esbozo de Constitución había sido desechado, habiéndose nombrado una nueva comisión para la elaboración de una segunda, que parecía que iba a tropezar con los mismos obstáculos que la primera.8 El informe que el comerciante-diplomático Friedrich Augener hace a la Cancillería alemana, a principios de febrero de 1873, nos da una buena idea de la difícil situación en que al agudizarse en el país la lucha de clases había sido colocado Miguel García Granados y su gobierno provisional, y de la necesidad de que una fuerte personalidad se hiciera cargo del poder central y le diera una nueva orientación a la política y movimiento liberal:

“La situación de esta República ha tomado nuevamente un triste aspecto. El partido desplazado del mando en 1871 no escatima esfuerzos por tomar nuevamente el poder en sus manos logrando desatar una revolución en los departamentos norteños. Tropas de 400 a 600 hombres atraviesan todo el país, habiendo derrotado a las tropas

* Ver disposición número 62, del 28.5.1872, en donde se crea la “Deuda Convertida”, en: “Recopilación de las leyes emitidas por el Gobierno democrático de la República de Guatemala, desde el 3 de junio de 1871, hasta el 31 de diciembre de1885.” Guatemala: Tipografía “El Progreso”, Vol. 1, Pág. 106. Dato otorgado por Roberto Díaz Castillo “Legislación Económica de Guatemala, durante la Reforma Liberal. Catálogo.” Guatemala: Editorial Universitaria, 1973, Pág. 114.

6. DZA Potsdam, A. A., No. 52610, Doeding a Bülow, 4.8.1872. 7. Id. Doeding al A. A., 6.12.1872.8. Id.

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guber namentales en distintos combates... La ciudad de Escuintla, en el camino de la Capital hacia el puerto San José fue atacada por 350 insurrectos. La guarnición, compuesta por aproximadamente 100 hombres, se defendió inicialmente, debiendo más tarde desalojar el lugar, abandonando sus armas. La casa del Jefe Político fue demolida y saqueada, retirándose luego los rebeldes a las montañas. Su grito de guerra es: “¡Viva la religión!”, estando agitados por los Jesuitas, que desde España enviaron un irrisorio impreso en donde se describe al protestantismo con los colores más oscuros. Ahora se dice que las tropas enviadas en contra de los insurrectos han logrado importantes triunfos sobre éstos; sin embargo, la veracidad de esta afi rmación no ha sido comprobada... Aquí se está haciendo todo lo imposible por aplastar la revolución y ya se han puesto sobre las armas 6,000 hombres. El por todos temido, hasta por el mismo Presidente, General Justo Rufi no Barrios, jefe del Departamento de Quetzaltenango, hizo su ingreso a esta Capital hace poco, viniendo de Quetzaltenango con aproximadamente 3,000 hombres, y haciéndose cargo de la Presidencia, mientras que el Presidente García Granados quiere, según dicen, visitar los departamentos insurrectos. La verdad, según parece, es que Rufi no se ha lanzado a dictador, habiendo Suprimido total y completamente al pobre viejo y poco enérgico Presidente. La Ciudad y los departamentos aledaños han sido declarados en estado de sitio y Barrios impera ilimitadamente sobre vida y muerte. Ha hecho realizar capturas en masa entre la gente del país, entre ellos a viejos señores de 70 años, que ya hoy están desde hace más de 8 días encarcelados junto a los criminales. A un señor Batres ordenó darle 100 latigazos antes de su encierro. Como hombre de color tiene Rufi no un odio personal contra todos los blancos y se teme por los arrestados. Entre ellos se encuentran también algunos españoles, habiéndose ya dirigido solicitando consejo al Cónsul español al Cuerpo Consular. Por el momento le hemos recomendado el mayor comedimiento, habiéndole asegurado que dentro de algunos días le haremos una visita in corpore a Barrios, para ver si no podemos hacer algo por los prisioneros. Barrios tiene un odio especial hacia los españoles y le tendría sin cuidado expulsar a todos del país. El régimen no tiene ni un centavo para mantener a la masa de tropas, emitiéndose decreto tras decreto para conseguir dinero. Ya se ha decretado un préstamo “voluntario”, que debe reunir 200,000 Pesos en el término de 10 días, al 80% y con el 1% de interés mensual, amortizables por medio del impuesto de aduanas. Además, sin más ni más, se ha decidido elevar en un 25% el impuesto sobre los artículos de importación. Esta medida hiere muy susceptiblemente a las casas alemanas, las cuales diariamente esperan embarques por arribar (un barco de Bremen y uno de Hamburgo). Protestaremos contra esta iniquidad. Ya ha logrado reunir el préstamo “voluntario” 1000,000 Pesos, en su mayor parte concedido por las casas extranjeras, las cuales poseen los mayores intereses comerciales en el país. Los ministerios son un eterno entrar y salir de individuos.

Ninguno de los ministros dura en el puesto, con excepción de Don José María Samayoa (…) querido por toda la población. Debido a esta triste situación no me ha sido posible continuar las pláticas para la conclusión de un Tratado de comercio, debiendo tener que esperar un período más favorable. El comercio del país padece, como es natural, extraordinariamente, las ventas de artículos europeos se han reducido a cero –y de paso que estamos precisamente en la época de la cosecha del café, los cultivadores se ven en grandes difi cultades para recolectar su cosecha debido a que

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mucha gente ha sido obligada a ingresar al ejército. Un cambio para una mejoría no es previsible, temiéndose que el país tenga ante sí un triste futuro.”9

Barrios, como hombre inteligente, comprendió muy pronto que una segregación de Los Altos del poder central no sólo era un absurdo político sino que frustraría el ideal liberal de reconstruir la unión centroamericana. Está demostrado que una vez en el poder, toda la política exterior de J. R. Barrios se encaminó a lograr este propósito. Nos parece que en este punto se guiaba no solamente por deseos de adquirir mayor dominio y autoridad personal, sino también impulsado por un alto espíritu patriota. Del 20 al 27 de abril de 1873 se efectuaron elecciones para Presidente en el país, habiéndose presentado como candidatos Miguel García Granados y J. Rufi no Barrios. Este último fue electo. En realidad ya García Granados era un cadáver político antes de presentar su candidatura, mientras que la fi gura de Barrios había sido fortalecida a lo largo de su campaña en contra de los insurrectos de inspiración conservadora. Barrios y su grupo habían sido siempre dueños de la situación política. Ya durante la época en que Miguel García Granados era presidente provisional, los distintos decretos con relación a la Iglesia, emitidos por Barrios utilizó a muchos de estos liberales jóvenes para contrarrestar la infl uencia de García Granados en la capital. Respecto a la contradicción existente entre la Ciudad de Guatemala y los Altos es de notarse que si la autoridad central estaba débil al hacerse Barrios cargo de ella, la dictadura implantada por éste no hizo más que fortalecerla. Así, la intentona de las zonas oc-cidentales por sustraerse al control y dominio de la capital se vio frustrada por el momento. Es posible que algunas revueltas contra Barrios, que tuvieron lugar en occidente durante el período dictatorial de éste, tengan relación con la frustración arriba mencionada. Sin embargo, pese a que el capitalismo que se desarrolla en el país durante el período que nos ocupa, no fue capaz, al fi nal de éste, de convertir las distintas zonas de producción en una unidad económica, es de anotarse, que nunca antes había logrado occidente tanta importancia política respecto al poder central. En este contexto no hay que olvidar que fue precisamente en Quetzaltenango en donde se logró desbaratar primeramente el poder clerical y de donde partieron las fuerzas que darían fi n con el movimiento antiliberal que ya había puesto en gran peligro el inestable régimen de García Granados. El aumento de la infl uencia política de los liberales estuvo siempre en relación directa al resquebrajamiento del poder político y económico de la Iglesia. La destrucción de este poder se nos presenta, entonces, como una precondición para la superación de la supraestructura de la sociedad existente hasta entonces en Guatemala, supraestructura que no era otra cosa que el gran bastión y remanente del pasado feudalismo colonial.

La lucha de los liberales contra los clericales fue larga y difícil, debido al arraigo que tenía la religión católica en la población. García Granados había evitado cuidadosamente, desde un principio, la confrontación con la Iglesia. La llamada “Acta de Patzicía”, llamamiento al pueblo publicado por García Granados a principios de junio de 1871, en la época en que los liberales combatían contra los conservadores, no hace mención del clero.10

Ya en el poder, como presidente provisional, tampoco emprendió nada en su contra, Él subrayaba la necesidad de educar al pueblo para liberarlo de la nociva infl uencia de los curas. Esto debía ser, a su entender, tarea de varias generaciones liberales, Barrios, por su parte, confi aba en el poder militar y con la cooperación de jóvenes intelectuales liberales.

9. DZA Merseburg, A. A. II, Rep. 6, No. 1581, Augener al A. A., 21.2.1872.10. Id. A. A., III, Rep. 14, No. 532, Augener A. A., 9.6.1871.

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Es muy posible que la actitud pasiva adoptada por García Granados frente a los enemigos del nuevo orden político, es lo que más haya contribuido a su caída, al comprobar sus partidarios que era necesario responder rápida y enérgicamente a la conspiración clerical. Ésta, a su vez, no era otra cosa que la natural reac ción de los conservadores al movimiento anticlerical que se había desatado en Quet zalte nango, extendiéndose más tarde a otras regio-nes del país, especialmente a la capital. La resistencia conservadora adquirió diversas formas de lucha, siendo los levantamientos armados durante la presidencia provisional los que más en peligro colocaron a las fuerzas liberales.

Las insurrecciones eran dirigidas inicialmente por los mismos clericales. Se iniciaron en agosto de 1871 en el oriente del país, territorio tradicionalmente conservador, y no fueron com pletamente eliminados sino hasta 1876, habiéndose ocupado Barrios personalmente de su aplastamiento. Su triunfo contribuyó al prestigio militar y político del dictador. Las causas principales de la derrota de los conservadores rebeldes (como la de Palacios, conservador que en 1873 había intentado invadir Guatemala al frente de una expedición organizada en Costa Rica por todos los elementos enemigos de Barrios) deben buscarse en la neutralización del pa-pel político de la Iglesia guatemalteca, después de haberse expulsado del país a sus principales dirigentes y arrebatándoseles su poder material. Augener calcula en 7 millones de pesos (de ellos 2 millones de pesos en moneda)11 la fortuna confi scada a la Iglesia por los liberales. Las propiedades expropiadas por los liberales pertenecían a los franciscanos, jesuitas, recoletos, dominicos, capuchinos, mercedarios, fi lipinos y a las órdenes de San Felipe de Neri, San Vicente de Paúl, etcétera.

Sin embargo, Barrios no pudo romper la resistencia de la Iglesia a pesar de todas las

medidas anticlericales efectuadas por los liberales (además de la expulsión de muchos curas y de la nacionalización de sus bienes, fue abolido el fuero eclesiástico, se introdujo en el país la libertad de cultos, la escuela laica, etc.). A lo largo de su prolongada dictadura se encontrará el caudillo liberal con conjuras y movimientos de oposición, inspirados por aquélla. Pese a todo no fue interrumpida la actividad de la mayoría de los curas del interior, quienes continuaron con su existencia parasitaria, y viviendo de los emolumentos que les producían determinados actos religiosos y la vieja tradición campesina. Stoll se tropezó en una ocasión con un cura que vivía en una comunidad de aldea, exigiendo 4 reales por un bautizo; 10 mazorcas de maíz y 15 granos de cacao, por una confesión; de 8 a 10 pesos, por exequias, en las cuales duraban los servicios religiosos 45 minutos; 60 pesos por una misa corriente con tres ministros; además estaba obligada la comunidad a darle tributos en gallinas, huevos, maíz, cerdos, zacate, etc. La cantidad de lo proporcionado al clérigo sobrepasaba en alto grado sus necesidades, dedicándose éste a vender sus excedentes, además de comerciar con candelas de cera “benditas” y otras cosas por el estilo. No contento con esto exigía de sus feligreses personal para la casa parroquial. Así, disponía de gran número de cocineras y criados que trabajan gratis y que se relevaban semanalmente entre sí.12 Los cambios políticos que se produjeron en Guatemala como consecuencia del triunfo de los liberales sobre los conservadores constituyó la base para la am pliación de la estructura so-cioeconómica que se había formado con la introducción del cultivo del café. El movimiento de Reforma que se inicia en el país correspondía en primera línea a los intereses de los empresarios agrícolas, nacionales y extranjeros. De 1871 a 1885 se sucedieron en el poder tres mandatarios: Miguel García Granados13 (de 1871 a 1873), Justo Rufi no Barrios (de 1873 a 1885) y Manuel

11. Id., A.A., II, Rep. 6, No. 1581Augener al A.A., 29.9.1873.12. Stoll, Otto op. cit., Pág. 394.

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Lisandro Barillas (de 1885 a 1892). El más destacado de ellos J. R. Barrios, quien erigió en el país una dictadura patriarcal y bajo cuya guía fueron introducidas en el país las reformas más importantes de este período.

Un diplomático alemán escribió en una oportunidad, que la llegada al poder de los liberales era equivalente al triunfo del elemento ladino de la población, sobre el indígena.14 Por otra parte, un diario alemán publicó a la muerte de Barrios, que éste había gobernado “con el apoyo de la gran masa del pueblo”.15 Esta versión le fue dada, indudablemente, por la Cancillería alemana, que como es sabido, tenía a sueldo a diversos órganos de prensa, proporcionándoles a menudo extractos de los informes de sus diplomáticos residentes en el extranjero. Nos parecen equivo-cadas ambas afi rmaciones. Desde un punto de vista racista es fácil afi rmar, superfi cialmente, que los ladinos oprimían a los indígenas. ¿No era acaso el mismo Barrios un ladino?

Además, era sabido que el campesinado indígena fue el más afectado con la expropiación de las tierras comunales. Al indígena no solo se le arruinó económicamente, al arrancársele parte de su propiedad social, sino que se le arrastró sin misericordia al brutal sistema de peonaje. Aparentemente, los ladinos salieron ganando con la toma del poder por los grupos liberales. El nuevo gobierno amplió el aparato del Estado, reorganizándolo y acondicionándolo a las nece si-dades del momento histórico que vivía el país. Al aumentar el número de los componentes de la mediana y baja burocracia estatal, el número de cuadros militares, de panegíricos del régimen, de esbirros, de paniaguados, etc., se posibilitó una mayor movilidad social dentro de la población ladina, habitante predominante de la ciudad, de donde sacaba la dictadura los elementos huma-nos que necesitaba para su funcionamiento político. Los ladinos eran los que, en la mayoría de los casos, contaban con la instrucción y preparación necesaria para ocupar los puestos recién creados. Además, la mayoría de los pequeños propietarios que surgieron durante la Reforma, eran mestizos. Con la apertura de nuevas escuelas, en donde generalmente se enseñaba en es-pañol, tuvo el ladino más posibilidad de darle a sus hijos una educación racionalizada, capaz de prepararlo y especializarlo en actividades relacionadas con el mejoramiento de la infraestructura que se estaba impulsando por el régimen. “Él (Barrios, J.C.C.) supo cegarlos (a los ladinos, J.C.C.) por medio de toda clase de instalaciones con apariencia de progreso”, escribía el diario arriba mencionado:

“así, erigió diversos grandes colegios en la Capital, en donde eran atendidos los niños de padres de escasos recursos económicos, y en donde recibían alimentación, ropa y educación. Esto era, naturalmente, muy del agrado de los padres. Respecto a la ex-pulsión de los Jesuitas y la suspensión de los monasterios, etc., estaban muy divididas las opiniones entre la población; de todas maneras, por medio de esta medida no fue muy fomentada la moral, que digamos. El resto de progresos, anunciados siempre a bombo y platillo en todos los periódicos, consistían de una grandiosa red telegráfi ca extendida sobre todo el país. Esta red telegráfi ca, sin embargo, la consideraba Barrios muy necesaria para él mismo, para recibir información inmediata del menor movimiento que pudiera estallar en su contra, en cualquier lugar fronterizo lejano. Además hay que

13. Parece ser que el nombre exacto de este personaje era Miguel García Zavala, según hace él mismo constar en sus “Memorias”.

14. Erckert, C. V.: “Die wirtschaftlichen Interessen Deutschlands in Guatemala”. En: Beiträge zur Kolonialpolitik und Kolonial wirtschaft, Año III, Berlín: 1901, Cuaderno 8, Pág. 226.

15. DZA Potsdam. A. A., No. 12441, Pág. 81 recorte de artículo del Weser-Zeitung del 30 de junio de 1885, No, 13834.

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agradecerle a él los ferrocarriles de la Capital al Puerto de San José, y de Retalhuleu a Champerico, a pesar de que, de esta forma y de modo irrisorio, fueron encarecidos doblemente los costos de transporte de las mercancías y productos.”16

Todo parece indicar pues, que bajo el régimen de Barrios aumentó la aparente contradic-ción indígena-ladino. Sin embargo, la realidad es otra. La relativa estabilidad de la dictadura de Barrios, y la forma y dinámica con que fueron efectuadas las reformas, determinaron la nueva relación de las fuerzas sociales. Las masas ladinas fueron incorporadas indirectamente en el pro-ceso renovador, al aumentar aquellas su actividad política, económica y social. Si hubo mejoría en la posición social de los ladinos, fue parcial, no atañendo al ladino como grupo étnico sino por el lugar que aquel ocupaba ante los medios de producción y en la escala burocrática. Por lo demás, los ladinos, como elemento étnico, también padecieron bajo las prácticas y acciones del sistema político implantado por Barrios. “Para poder Barrios mantenerse por tanto tiempo en el poder”, relata el ya citado diario:

“introdujo un verdadero gobierno de terror. Un sin número de espías le debían informar sobre todo lo que aconteciera. A las clases altas de los habitantes había sabido infundirles tanto espanto, que ni siquiera se atrevía alguien a exteriorizar su opinión. Sucedieron casos horripilantes de su tiranía. Hace algunos años hizo fusilar en plena plaza pública a 17 personas (…) bajo la única acusación de haber intentado una revolución contra su gobierno. Son increíbles las crueldades que llevó a cabo. En cuanto se denunciaba a alguien de haberse expresado mal en su contra, hacía llevar ante él al inculpado, lo azotaba en la cara con la fusta y hacía que le dieran en su presencia 200 garrotazos. Mientras se procedía a esto, hacía tocar los tambores y las trompetas de la guardia de su casa para que los vecinos no oyeran los alaridos de dolor de la víctima. Feliz de aquel que salía bien librado de eso. La mayoría de quien él tenía sospechas, era lanzada a los calabozos y ahí ultrajada hasta la muerte (…) Cientos de prisioneros fueron liberados de los calabozos después de la muerte de Barrios, contando cosas horripilantes de lo que habían visto. En algunas ocasio-nes hizo Barrios llegar al Parlamento su renuncia como Presidente de la República, rogándosele, acompañado de miles de fi rmas, que continuara al frente de su bendito gobierno. ¡Ay de aquel que no hubiera fi rmado!”17

Werner von Bergen quedó horrorizado al presenciar la brutalidad del dictador guatemalte-co. A fi nes de 1877 informó a Bülow que en Guatemala había una fuerte corriente de oposición contra el régimen de Barrios:

“Datos llegados a mí en forma confi dencial, hacían ver que era de esperarse el estallido de un levantamiento para fi nes del pasado mes o a principios del presente. El primero de noviembre le fue traicionado el plan al Presidente, quien, como consecuencia, efectuó gran cantidad de arrestos, intentando por medio de inhumano fl agelamiento de los sospechosos, descubrir a los culpables y la trama de la revolución. Estos actos de bárbara tortura son realizados diariamente, en parte bajo la dirección del Jefe de Estado, en su casa privada; en parte por sus esbirros, en los cuarteles. Es pro funda-

16. Id. 17. Id.

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mente lamentable que los representantes extranjeros no tengan aquí ningún medio a su disposición para hacer valer la observación de los preceptos generales del derecho natural, y conducir al actual dictador de Guatemala de los continuos estallidos de sus instintos hacia una conducta humana.”18

Pocos días más tarde escribía Von Bergen nuevamente a su Cancillería:

“Por orden del Presidente fueron fusiladas doce personas en la plaza pública, las noches del 5 y 7 de los corrientes, como resultado de las confesiones obtenidas bajo las torturas, mientras que él presenciaba la acción, fumando, desde la ventana de su casa. Después de las primeras ejecuciones, ni siquiera fueron retiradas las partes de cerebro (cráneo) y la sangre derramadas. Hasta ahora se han descubierto 3,000 nombres de conjurados en toda la República. La red de la Liga parece extenderse al Salvador y a Honduras, y el mismo General Presidente Barrios se ha dirigido hacia la frontera de la primera república mencionada, con el objeto de encontrarse ahí con el Presidente Zaldívar. Los órganos del régimen afi rman que el levantamiento debía iniciarse con el asesinato del Presidente, de su familia y el de sus principales partidarios. Con respecto a los fusilados es de notarse que cada grupo social tenía su representante: un sacerdote, un miembro de la vieja aristocracia, un abogado, un empleado, artesanos, ofi ciales del Ejército, subofi ciales, un farmacéutico y dos obreros. Se cree que el número de garroteados suba de 100. En un manifi esto a los habitantes de la República del 5 de este mes aclaró el General Presidente que los reaccionarios planearon la conspiración porque él es un hijo del pueblo. Su Excelencia busca atizar el odio de clases. En una conversación que tuve con el Jefe de Estado el 13 de este mes, me aseguró él con énfasis y reiterada mente, que se veía amenazado solamente por que era amigo y buscaba en medida tan especial la protección de los extranjeros. Estos lamentables acon-tecimientos provocan general intranquilidad y un estancamiento del movimiento comercial, el cual antes, ya de por sí, se había paralizado en su mayor parte.”19

Como se ve, no puede afi rmarse que los ladinos, en general, fueran bien tratados por la dictadura de Barrios. Las injusticia y prácticas brutales del sistema afectaban a la inmensa ma-yoría de la población guatemalteca, indígena y ladina. Pero entonces, ¿sobre qué base social se asentaba el poder político y económico de la primera dictadura liberal?

Barrios logró, a lo largo de los 13 años de su ilimitada dictadura, en forma directa e indi-recta, el apoyo de diversos grupos y sectores sociales de la población. Políticamente se apoyó Barrios en una élite burocrática de ideas liberales, casi siempre dispuesta a satisfacer los deseos del dictador. A esto contribuyó el soborno y el terror, prácticas ampliamente difundidas durante este período. La intelectualidad desempeñó un importante papel político en el régimen liberal, a pesar de que su fuerza numérica no era grande. Por lo general pertenecía a la pequeña burguesía. Los intelectuales fungían como periodistas y panegíricos del dictador y del liberalismo, como docentes en la Universidad, como conductores de la política económica del gobierno, de la po-lítica externa, bosquejaban las reformas internas; ante todo, sin embargo, eran los principales representantes del unionismo guatemalteco.

18. Id., A. A., No. 12436, Bergen a Bülow, 5.11.1877.19, Id., Bergen a Bülow, 19.11.1877.

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Este unionismo, o sea, la exaltación de la unidad política de las cinco repúblicas centro-americanas, era practicada en los apasionados debates que se llevaban a cabo en el Congreso Nacional. Este último estaba constituido por una determinada cantidad de diputados, los cuales eran elegidos entre los ladinos; su principal función era sancionar los acuerdos de la dictadura patriarcal de Barrios y del gobierno liberal. Junto al Ejército tenía también la tarea de respaldar las acciones del régimen emitiendo decretos y cuando era posible, justifi carlas para garantizar así los intereses de la clase dominante.

No fue sino hasta 1879 que fue decretada una nueva Constitución, que refl eja las circuns-tancias históricas bajo las que se desarrollaba el incipiente capitalismo en Guatemala.

El Estado debía estar constituido a imagen de la democracia burguesa (propiedad privada, libertad de prensar etc.). La Constitución sería utilizada para ocultar el dominio patriarcal de Barrios y darle al Estado una fachada democrática. La mayoría de los principios progresistas de la Constitución permanecieron en el papel. Sería de anotar, que la mayoría de los decretos emi tidos durante el régimen de Barrios fueron promulgados por él mismo, habiendo sido úni-camente sancionados por el Congreso.

Las constantes guerras dirigidas por Barrios en el interior del país y en contra de los Esta-dos centroamericanos vecinos hicieron posible el surgimiento de una casta militar, muchos de cuyos miembros se desarrollaron más tarde a grandes terratenientes.

Los altos ofi ciales del Ejército surgieron de las fi las de los antiguos compañeros de lucha de Barrios, sin embargo, en su Ejército encontraremos algunos altos ofi ciales de las antiguas tropas de Carrera. Las constantes acciones guerreras de Barrios hicieron posible el aumento del cuerpo de ofi ciales. En su mayoría eran reclutados del elemento ladino de la población, encontrándose también a extranjeros entre sus fi las, especialmente españoles. Constituían, como ya apuntamos arriba una nueva capa social, junto a los otros grupos de la sociedad. Su tarea primordial consistía en apoyar la ejecución de las medidas del régimen liberal, actuar contra los enemigos internos y externos de la dictadura de Barrios, y no por último, en proteger los intereses de clase: propie-dades y privilegios de los propietarios de plantaciones. El Ejército se encontraba relativamente bien armado. Sin embargo, a pesar de que sus confrontaciones militares contra otros ejércitos centroamericanos fueron generalmente coronadas con el éxito, es de observarse la baja moral combativa que existía entre los reclutas, debido a que la mayoría de la población guatemalteca no estaba interesada en las guerras aventureras del Dictador.

La relativa debilidad económica inicial de estos grupos de paniaguados civiles y militares que apoyaban y ejercían el gobierno liberal tras la fi gura del dictador, determinó en gran medida su subordinación política frente a éste. De esta forma fue fortalecido paulatinamente el control “de arriba” en todas las esferas de la vida política, económica y social del país. Así, en lugar de dictadura teocrática de los conservadores fue establecida la dictadura patriarcal de Justo Rufi no Barrios y su camarilla de liberales.

La base económica del régimen liberal la constituían los ingresos fi scales, en forma de im puestos de aduanas, aportados muchas veces forzosamente por los comerciantes, en forma de “empréstitos voluntarios”. Debido a estos préstamos monetarios, provenientes en la mayoría de los casos de comerciantes extranjeros, constituyeron éstos objetivamente uno de los pilares más importantes sobre los que se asentó la dictadura.

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Barrios, como el máximo exponente del empresario agrícola nativo, colaboró efectiva-mente al desarrollo del elemento social que representaba. El apoyo de éstos al régimen liberal era incondicional.

Sería muy digno de un estudio especial el papel que este elemento desempeñó como “dipu-tado”, en el Congreso Nacional. Los parlamentarios de este período representaban los intereses de los diversos grupos liberales existentes en el país. Muchos de los debates efectuados en el Congreso, así como las medidas políticas y económicas tomadas por éste, refl ejan en alto grado las contradicciones existentes en el seno de la sociedad. Von Bergen, que en su calidad de diplomáti-co extranjero tenía mucha relación con Barrios, afi rma en una ocasión, que en éste se encontraba concentrado todo el poder estatal y que todas sus acciones obedecían más a su estado de ánimo que a planes formulados de antemano.20 Sin embargo, el mismo Von Bergen nos relata la creciente oposición que enfrenta Barrios en el seno de su mismo partido (cuyos miembros representativos forman parte del Congreso), al decretar continuos empréstitos forzosos, y la forma como Barrios desarrolla una táctica política que conduce a la neutralización de sus opositores, utilizando el apoyo incondicional de los diputados representantes de los empresarios agrícolas de los Altos.21 En otra ocasión refi ere cómo Barrios “se vende” al Congreso, con el único objeto de que éste le ratifi que sus ilícitas operaciones fi nancieras.22 La existencia en el país de un fuerte grupo de comerciantes extranjeros23, muchos de los cuales actuaban en las llamadas “Casas de comisión”, y que no eran otra cosa que especuladores del café24 que controlaban la economía del país, cons-tituyó un poderoso factor obstaculizante para el desarrollo de la burguesía compradora nativa, fuertemente representada en el Congreso nacional. Por otra parte, el Congreso también estaba formado por representantes de los grandes terratenientes liberales, que habían aumentado su poder económico e infl uencia a costa de la propiedad del clero, de las comunidades de aldea y del Estado. Éstos consideraban, con la presencia del capital y de empresarios agrícolas extran-jeros, el re forzamiento de sus fi las conveniente a sus intereses de clase. Esta actitud la pone claramente en evidencia el mismo Barrios durante una reunión tenida en Cobán con el empre-sario agrícola Sarg, vicecónsul del Imperio alemán; quien aprovechando la ocasión, le presentó a los principales terratenientes y comerciantes extranjeros residentes en el lugar. Al preguntarle Barrios a Sarg el motivo por el cual no llegaban más alemanes a la región, le respondió éste que ello se debía a que ya no habían más tierras disponibles para el cultivo, debido a que estas

20. Id. A. A., No. 12435, Bergen a Bülow, 2.6.1877.21. Id. A, A, No. 12437, Bergen a Bülow, 14.8.1879.22. Id. A. A, No. 12438, Bergen al A. A., 28.1.1880.23. Id. Las principales casas de comercio extranjeras existentes en la capital de Guatemala en 1879 eran norteame-

ricanas, suizas y colombianas: F. C. y E. Herbruger, P. Fahsen, Federico Widmer, Juan Rheiner & Co., M. Mollet & Co., Manuel Navarro;... alemanas: Hockmeyer & Cía., E. Atroli & Cía., Rittscher & Cía., Meyer Hnos., Rosenberg & Hennings, Pablo Wasem, Agustín Pinagel, Carlos Schulitz, Guillermo Kuhsick, Eduardo Rottmann, Augener & Cassebohm, J. Loewenthal, H. Dorner & Co.; francesas: Bertrand & Cía-Emilio Gou-baud, J, Allamand, C. Guillard, A. Barthólin, Guerin Hermanos & Cía., A, Castanet, E. Samay, Gustavo Savoy; lnglesas: Juan Mágee-Mariano Montis; italianas: José Descalzi, José Revello; belgas: Goethals y Vandeputte, A. de Brug y Cía.; españolas: Benito y Cía., F. Camacho y Cía., Matheu y Cía., Mariano Montis, Federico Matheu y Cía. Vicente Fonseca, P. José Barros, Rivero Valerdi & Cía., Wunderlich y Alejos, P. Minondo y Cía., Juan M, Ruiz-Manuel Ruiz, José Valerdi, Juan Capella, Pedrio S. de Tejada, J. García M” Antonio Partegas, Mariano Lariñes y Cía. Id., Bergen al A. A., 27. 12.1879, Anexo 2, La mayor parte del comercio de la República se encontraba en manos de los comerciantes alemanes y españoles.

24. Id., Sarg a Bergen, 18.3.1880.

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habían sido adquiridas por los indígenas de la región. Declarando a esto el dictador: “Aunque no sea constitucional, si hay alguna tierra que le interese a algún extranjero, díganmelo, que yo se la cederé, aunque se encuentre en manos de los indios.”25

La dictadura liberal le causó mucho daño a los miembros de la oligarquía conservadora.

Los informes de los diplomáticos alemanes nos los presentan empobrecidos y con una infl uencia política reducida al cero. Esto no lo hemos podido comprobar. Nos parece que mu-chos antiguos propietarios fueron respetados, media vez no se les comprobara actitudes hostiles a la dictadura. La poca disposición de viejos oligarcas de inmiscuirse en política contribuyó, posiblemente en gran medida, al miedo a perder sus propiedades y sus privilegios sociales. Las perspectivas de desarrollo del régimen liberal indicaban, por otra parte, que no amenazaban con cambiar la estructura de clase. Muchos de los grandes terratenientes del período conservador, especialmente aquellos que habitaban en el interior del país, comprendieron que tenían en el nuevo régimen, en vez de un enemigo de clase, un defensor de sus privilegios seculares. Esto creó magnífi cas condiciones para un futuro trabajo conjunto, entre ambos componentes de la clase dominante. Debido a la infl uencia que la Iglesia, fuertemente atacada por los liberales, ejercía sobre amplios sectores de las masas populares, a la inconsecuente ejecución de las re-formas propugnadas por el régimen, al reino del terror como forma política de dominio, y a las constantes guerras desatadas por la dictadura, consideramos que el primer gobierno liberal no era popular y que por lo general imperaba la desilusión y la enajenación respecto a éste. Éste es el cuadro que nos ha legado Stoll.

Las distintas clases y capas sociales de la sociedad de este período pueden dividirse de la siguiente manera:

a) los grandes latifundistas nativos y extranjeros, quienes constituían el principal apoyo del régimen, interesados en un consiguiente cambio a su favor de la estructura agraria del período conservador, o sea, apoderarse de las tierras de las comunidades aldeanas y convertir al campesinado expropiado en peones endeudados;

b) los grandes comerciantes extranjeros y nativos (especialmente los propietarios de las casas de comisión) que mantenían estrechos lazos económicos con los elementos ar-riba mencionados (muchos de los comerciantes eran a la vez dueños de plantaciones de café);

c) la aristocracia burocrática liberal (ministros, altos ofi ciales del Ejército liberal, diputa-dos, etc.) entre la cual hay que incluir a los jefes políticos, que como representantes del dictador en los departamentos, dedicabánse a enriquecerse utilizando sus cargos públicos y a aterrorizar a la población;

d) la clase media ladina que habitaba las ciudades y que constituía la burocracia mediana y baja, la intelectualidad liberal, los medianos y bajos ofi ciales militares, los pequeños comerciantes, los artesanos, los asalariados urbanos, etc.;

25. Id., Sarg a Bergen, 15.4.1880.

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e) los pequeños propietarios agrarios, que aumentaron su número a costa de la expropi-ación de tierras de las comunidades aldeanas;

f) la gran mayoría de la población indígena dedicada al cultivo de la tierra, tanto en cali-dad de pequeños campesinos, miembros de las aún existentes comunidades aldeanas o como asalariados en las plantaciones de café. En éstas se diferenciaban los campesinos en hombres libres y en peones endeudados (atados a la gleba también existen aunque nos ha sido imposible determinar su importancia aproximada).

La población campesina asalariada debe ser vista como la clase dominada y explotada debido no solo a su posición ante los medios de producción, sino también a que por medio de su actividad agraria creaba el producto social nacional anual, alimentando de esta forma tanto al propietario de la plantación como al burócrata, al comerciante, y al resto de los grupos parasitarios de la sociedad.

La renta de inmuebles (renta del suelo) se repartía principalmente entre los grandes em-presarios agrícolas y la burguesía compradora, extranjera y nativa, fuertemente atada por lazos económicos a las grandes casas y sociedades anónimas comerciales establecidas en Hamburgo, Londres, Nueva York, etc., y de las cuales fungía como intermediaria y agente en el país; fuera de los círculos arriba mencionados obtenía además la burocracia del régimen, una gran parte de la renta del suelo. Barrios era sin duda alguna, el principal benefi ciado de la estructura económica y política imperante en el país. Von Bergen informaba a Berlín en 1877 que Barrios sustraía fondos estatales, sin darle ni siquiera a su ministro de fi nanzas cuentas de ninguna clase. Dos años después, en medio de una crisis fi nanciera en el gobierno de Guatemala, se refería Von Bergen a ésta en un despacho dirigido a su central:

“La misma (la crisis fi nanciera, J.C.C.) no está originada en acontecimientos extraor-dinarios, en vis (sic) mayor de ninguna naturaleza, sino en el sistema del régimen dic tatorial, que ve los ingresos estatales como dominio privado, en la dilapidación del Dic tador en favor de sus partidarios, en el pago de espías, en los gastos para apoyar al régimen de Honduras con el fi n de ejercer una infl uencia dominante también en esta República, en la acumulación de grandes riquezas por parte del Presidente y sus ministros. Se ha hecho el cálculo que el Presidente con sus partidarios, a pesar de los escasos recursos con que cuenta el país, han empleado en el transcurso de 8 años, para fi nes personales, no menos de 32,000.000 de Marcos.”26

La toma del poder por los liberales trajo consigo una nueva diferenciación social en el seno de la sociedad guatemalteca. Ante todo, en el campo se reforzaron las fi las de los empresarios agrarios, unidos con el capital extranjero, mientras que las reparticiones de tierras obligaron a gran número de campesinos a convertirse en asalariados agrícolas.

26. Id., A.A., No. 12437, Bergen a A.A., 27.12.1879 (32,000,000 marcos equivalían en esa época a aproximadamente 8 millones de pesos). El Weser-Zeitung opinaba que Barrios, en los años anteriores a su muerte, sustraía del país 5 millones de dólares anuales. Ver: Weser-Zeitung del 30 de junio de 1885, No. 13834, Id., No. 12441, Pág. 81.

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En las ciudades se llegó a un desarrollo de la pequeña burguesía ladina. Por lo general, sin embargo, no se cerró durante este período el proceso de diferenciación de las clases. Las diversas relaciones de producción, bajo las cuales producía la totalidad del campesinado, impidió el surgimiento de una clase de trabajadores agrícolas homogénea.

No fue sino hasta fi nes del siglo XIX que la expansión del cultivo del banano posibilitó el desarrollo del proletariado agrícola.

Una gran parte de las relaciones de producción entró en una etapa que nos recuerda a los primeros años de la era colonial. Las antiguas relaciones de producción, permanecieron estan-cadas en aquellos territorios en donde no era provechoso el cultivo del café y del azúcar, y en donde las tierras de las comunidades aldeanas permanecieron sin ser expropiadas.

Por otra parte, el desarrollo desigual de las fuerzas productivas en el país no fue capaz de remover estas relaciones de producción precapitalistas.

Las principales características de las relaciones de producción recién introducidas fueron:

a) la preservación y expansión de la estructura económica que se había formado en Gua-temala con la extensión del sistema de plantaciones, a partir de los años cincuenta;

b) la polarización de la propiedad;

c) el reforzamiento, a partir de los años ochenta, del predominio del capital extranjero, especialmente del capital alemán. Este predominio signifi có la colocación de las fuerzas económicas nativas en una posición subordinada al capital extranjero.

Ante todo se hicieron nuevas alianzas de clase. La burguesía nativa dedicada al comercio se encontraba aún en proceso de desarrollo. Éste, fue obstaculizado por la posición de los capi-talistas extranjeros y por la estructura fi nanciera del régimen liberal.

En los primeros años del período nacional, ya después de haber triunfado los conservadores, intentaron los comerciantes criollos, raíz de la burguesía nativa, oponerse a los comerciantes extranjeros invasores, colocándole obstáculos a su actividad comercial. Pero debido a la carestía de capitales nacionales fueron inefectivas las discriminaciones religiosas, y de orden jurídico. A la burguesía surgiente no le fue posible intervenir en la esfera de la producción de mercancías. Ésta fue una de las causas que impidió su constitución como clase. A lo largo de las dictaduras liberales se convirtió, con pocas excepciones, en “colaboradora” del capital extranjero.

La mayoría de los individuos recién llegados a Guatemala comenzaron a operar con rela-tivamente pequeñas inversiones de capital, pero la explotación de la fuerza de trabajo indígena, la fertilidad de la tierra, la actividad personal, y no por último, las condiciones favorables que les fueron brindadas por el régimen liberal, contribuyeron a que pudieran aumentar en pocos años la extensión de sus posesiones agrícolas, así como su prestigio social.

El auge en Guatemala del cultivo del café y de la economía de plantación, se encuentra en directa correlación con el incremento de la propiedad privada de la tierra y la inversión de

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capital extranjero en empresas agrícolas. Con las transformaciones agrarias se intentó, por parte de los liberales, cambiar la estructura agraria dominante en el país antes de 1871, así como las formas de posesión de la tierra, dominantes hasta ese entonces, a favor de pequeños y grandes propietarios. El régimen liberal apoyó la pequeña producción y el surgimiento de latifundios en sentido capitalista. Como refi ere Stoll, surgieron pequeñas y grandes plantaciones de café “como hongos disparados de la tierra”.27

Las tierras clericales expropiadas y repartidas principalmente entre los paniaguados de Ba-rrios, no alcanzaron para cubrir la creciente demanda de tierra. Esto movió al gobierno liberal a poner a venta las llamadas “tierras de las municipalidades”, que hasta entonces habían per te necido a autoridades locales y que se diferenciaban de las tierras comunales, en que eran arrendadas a pequeños campesinos. Muchas tierras pertenecientes a comunidades de aldea corrieron igual suerte al ser declaradas “terrenos baldíos”. Para 1879 ya había vendido el régimen liberal la ma-yor parte de los “baldíos” de la llamada Costa Cuca y de los territorios de la Alta Verapaz, o sea, las partes del país más apropiadas para el cultivo del café. Los precios de la tierra, en aumento, movieron a muchos terratenientes que las poseían sin cultivar, a utilizarlas para la especulación, y a encaminar la política agraria del régimen en este sentido. Si al principio de este proceso de expropiación y venta de la tierra, cada caballería de terreno podía adquirirse a 50 pesos, ya para 1877 no podía obtenerse una caballería en la Costa Cuca por menos de 500.28

A fi nes de 1879 no era posible “encontrar” baldíos en toda la región de Cobán, y no era nada fácil adquirir tierras de segunda o tercera mano en un circuito de muchos kilómetros a la redonda de la mencionada localidad. Empresarios agrícolas extranjeros como Woller Nos-titzt, Wyld, Felice y otros, sin embargo, tenían ya a principios de 1880 plantaciones en Alta Verapaz con más de 100,000 cafetos. Nuevas instalaciones eran erigidas no solamente en las cercanías de Cobán sino también en los alrededores de San Cristóbal y Sanajú.29 Muchos indígenas trataron de proteger su propiedad sobre la tierra, según Stoll no había forma jurídica de moverlos a vender sus posesiones.30 Barrios se encargó de arreglar la situación, a su mane-ra: él mismo se apropió de gran cantidad de tierras, “sin tener que pagar por ellas ni un solo centavo”31, deviniendo en el mayor productor y exportador de café de Guatemala.32 La zona de Izabal en donde Bernouilli algunos años atrás no había encontrado a ningún extranjero, fue también distribuida a paniaguados y a empresarios nativos y extranjeros. Estos últimos podían obtener gratis estos baldíos, sin tener que pagar impuestos durante 10 años por todas aquellas máquinas e instrumentos de trabajo que introdujeran al país, así como por la venta de determi-nados productos de la tierra. Sin embargo, parece que antes de recibir estas prebendas debían llenar determinados requisitos.33

27. Stoll, Qtto, op. cit., Pág. 80. 28. Id., Pág. 194.29. DZA Potsdam, A. A., No. 12438, Darg a Bergen, 18.3.1880.30. Stoll, op. cit., Pág. 358.31. Id., Pág. 385.32. DZA Potsdam, A. A., No. 12438, Sarg a Bergen, 18.3.1880. “Barrios era el principal exportador de café de la

república, siendo muy estimado por los fi nqueros como comprador, ya que nunca le concedió especial impor-tancia al precio a pagar, debido a que él únicamente utilizaba el artículo para poder colocar en el extranjero los fondos que había incautado. Su café no tenía que esperar largo tiempo en los puertos de embarque. Siempre era seguramente el primero en ser embarcado”. En: “Weser-Zeitung”, No. 13834, 30.6.1885.

33. “Das Ausland”, del 8.12.1884, No. 49. Die Kolonisation in Guatemala. A. A., 12441, Pág. 47.

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El régimen liberal hizo concesiones de grandes extensiones de tierras a propietarios privados, en algunos casos hasta superfi cies de 500 y más caballerías. De tal suerte que en muchas regiones se concentró muy pronto la propiedad de la tierra en manos de extranjeros. Hacia fi nes de siglo poseían los alemanes solamente en la Alta Verapaz 80 empresas agrícolas, teniendo en su poder otras 90 en el occidente de Guatemala. El área que abarcaban sus plantaciones era de 2,725 ki ló-metros cuadrados, lo cual representaba el 3.7% de la superfi cie total del territorio de Gua temala.34 Las concesiones y ventas de tierras fomentadas y efectuadas por el régimen liberal crearon magnífi cas condiciones para el desarrollo de Guatemala a Estado capitalista agrario debido a que con la extensión de la propiedad privada de la tierra, así como de los medios de producción, se ampliaron las bases de la economía capitalista del país.

Hasta fi nes del siglo permanecieron en Guatemala, a excepción de la propiedad eclesiástica, todas las formas de propiedad de la tierra que habían existido en el período de los conservadores. El fomento de la propiedad privada en el sector agrario, realizado por los liberales, la propaganda del régimen y las medidas que fueron tomadas para ese fi n, posibilitaron la relativa rapidez con que fueron distribuidas tantas tierras pertenecientes a las comunidades de aldea. Como anota Burgess, con mucho acierto, desde la conquista se les robó a los indígenas cada vez más y más tierras de su propiedad, y solamente su laboriosidad y gran disposición al ahorro, hicieron que lograran, en algunas ocasiones, recobrarlas de nuevo.35 La costumbre de muchas comunidades de aldea, de arrendar parte de sus tierras no cultivadas y procurarse de esta forma un ingreso extra, fue desbaratada por la llamada “Ley de redención de censos”, intento del régimen liberal por mover a los ladinos a comprar estas tierras conocidas desde entonces como “terrenos acen-suados”. El ingreso monetario que la venta de estas tierras debía producirle al Estado (venta de tierras redimidas) sería utilizado por el gobierno liberal como refuerzo material para el Banco Nacional, institución de crédito puesta al servicio de los empresarios agrícolas36, fundado con fondos provenientes de la expropiación de los bienes eclesiásticos. De esta manera, junto a las formas de propiedad precapitalista, dominantes en el país hasta mediados del siglo XIX, se desarrolló la propiedad capitalista de la tierra.

Las formas de propiedad de la tierra existentes en Guatemala durante este período pueden disponerse, entonces, como sigue:

1. baldíos nacionales o ejidos sobrantes, o sea, propiedad estatal de tierras sin cultivar;

2. ejidos de los pueblos, o sea, propiedad de la comunidad aldeana;

3. terrenos de propiedad titulada a particulares, o sea, propiedad privada.

La propiedad privada, por su parte, puede clasifi carse en:

a) formas de propiedad con rasgos feudales, o sea, tierras que les pertenecían a una persona o a un clan familiar y parte de las cuales eran arrendadas a arrendatarios particulares o a

34. Erckert, C. v., op. cit., Pág. 233.35. Burgess, Paul: “J. Rufi no Barrios. Una Biografía”. Traducción al español de Francis Gall. Guatemala, 1971,

Pág. 154.36. DZA Merseburg, A. A. III, Rep. 14, No, 532, Augener, al A. A., 21.2.1876.

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comunidades aldeanas a cambio de diversas obligaciones (dinero, productos naturales, prestación personal, entre otros);

b) pequeña propiedad privada de la tierra, cultivada por miembros de una familia y cuyos productos eran utilizados para el propio abastecimiento o para el mercado;

c) propiedad privada de la tierra, perteneciente a empresarios particulares o a compañías anónimas agrarias. Esta tierra era generalmente cultivada con fi nes capitalistas por asalariados y por obreros agrícolas caídos en servidumbre por endeudamiento (sistema de peonaje).

La propiedad de la tierra estaba, en general, muy diferenciada. Las tierras arrebatadas a las comunidades de aldea no fueron distribuidas al mismo tiempo en todas partes. Mientras que en los territorios de la Alta Verapaz e Izabal se inició ya a mediados de los años setenta, la expro pia-ción de tierras comunales y de baldíos, se encontraban todas las tierras de cultivo en Toto nicapán, aún en manos de los indígenas, a mediados de los años ochenta, quienes las arrendaban a los pequeños productores ladinos.37 Por otra parte, en 1878 aún eran en Sacatepéquez y Amatitlán 423 caballerías propiedad del Estado, 560 caballerías propiedad de las comunidades de aldea, y 1,138 caballerías se encontraban en manos de propietarios privados.38 Ejemplos del grado de diferenciación en la propiedad de la tierra pueden tomarse de los siguientes casos: la comunidad aldeana San Vicente Pacaya (189 miembros) poseía 6 caballerías, mientras que su vecina Palín (85 miembros) tenía a su disposición 206 caballerías. En San Pedro las Huertas disponían 7 pequeños propietarios de apenas 49 manzanas (es sabido que una caballena es equivalente a 64 manzanas), a la vez que en Santa María Cauqué, ambas localizadas en Sacatepéquez, un solo propietario poseía 10 caballerías. El mismo cuadro nos ofrece el territorio de Amatitlán: mientras que en esta localidad 102 caballerías estaban repartidas entre 172 pequeños terratenientes, en la cercana localidad de San Miguel Petapa se encontraban 460 caballerías en manos de sólo 20 grandes propietarios.39

Así como encontramos una directa relación entre el cambio de la propiedad de la tierra comunal a favor de la propiedad privada, y la transformación de los miembros de las comu-nidades aldeanas de hombres libres en “mozos” asalariados y peones endeudados, o sea, en la introducción del trabajo forzado en masa entre la población indígena por parte de los liberales, es posible encontrar en Guatemala una directa correlación entre la expropiación de la tierra de los indígenas más la apropiación remunerada de su fuerza de trabajo, y la acumulación de capital, en la segunda mitad del siglo XIX. La agricultura era el sector de la economía que le ofrecía a la clase dominante las mejores posibilidades de obtener altas ganancias. El régimen liberal estaba en disposición de proveerles de grandes porciones de tierra y de hombres para trabajarlas.

37. StolI, O., op. cit., Pág. 62.38. Ver; “Estadística agrícola de los Departamentos de Sacatepéquez y Amatitlán”. Publicación ofi cial del gobierno

liberal, Guatemala, 1878, cuadro 22. En: DZA Potsdam, A A., No. 12440. Aquí también es posible encontrar las “Memorias de Hacienda y Crédito Público” de 1882, en cuyo Anexo 15 se encuentran tablas que dan el numero de propietarios de fi ncas urbanas y rurales existentes en cada uno de los pueblos del país.

39. Id.

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Constantemente se les echaba en cara a los indígenas su pereza, gran inclinación al aguar-diente, falta de interés en la diversifi cación de la producción agrícola, etc.40 Un funcionario del régimen hasta llegó a tratar de calcular el número de días del año que aquéllos trabajaban. Colocó la cifra en sólo 240 días, “teniendo en cuenta que no trabajan los domingos, en que muchos se dedican a la bebida, los 52 lunes que curan sus efectos, los 23 días festivos y los 23 siguientes a éstos, los días de cofradías, de enfermedades, etc.”41

Se trataba de demostrar que los miembros indígenas de las comunidades de aldea no eran dignos de la tierra que poseían y que era preferible concedérselas a los ladinos, quienes no so-lamente aumentarían su productividad y diversifi carían la producción sino que unirían a estas tareas, la de “civilizar” a los indígenas. Estos, por medio del contacto directo con los ladinos, lograrían pasar a un estadio superior de cultura, al colocar su fuerza de trabajo a la disposición de aquéllos.42 Los empresarios capitalistas extranjeros procuraban, ante todo, apoderarse de aquellas tierras habitadas por numerosas familias indígenas para aprovechar su mano de obra en plantaciones de café a establecerse en el futuro. Esta doble apropiación tierras-hombres, se llevó a cabo especialmente en el territorio de la Alta Verapaz. En este sentido escribiría años más tarde un ex empresario extranjero, mientras gozaba en su país del fruto de la explotación a que había sometido a los campesinos guatemaltecos: “aquel que quería fundar una fi nca debía ante todo buscar un conjunto de tierras no solamente con el clima y suelos apropiados sino que también con una población de indios, de la cual pudiera sacar la fuerza de trabajo necesaria. Sin fuerza de trabajo viviendo en el terreno, no tenía perspectivas la empresa.”43

Distintas disposiciones estatales facilitaron la introducción del trabajo forzado entre los indígenas. El tristemente conocido “Reglamento de jornaleros” fue descrito por Von Bergen en los siguientes términos:

“El 3 de abril del presente año fue emitido el decreto que atañe a empresarios y asalariados, especialmente para las plantaciones. Según el mismo, deben los traba-jadores, al presentarse ante un empresario agrícola, comprobar, por medio de un libro que deben portar consigo, que no le deben nada a su antiguo patrón. Los empresarios están obligados a hacer en este libro cuentas exactas sobre lo que gana y recibe el trabajador, y a participarles semanalmente el estado de sus cuentas. Además, deben erigirle viviendas decentes a los trabajadores, y en caso que no hubiera trabajo en la plantación, concederle una porción de tierra gratis al trabajador para que éste lo cul-tive por su cuenta, así como permitirles trabajar en otras plantaciones en caso que en la propia no haya trabajo. Ningún trabajador tiene obligación de recibir adelantos de los empresarios. Estos tienen obligación de proporcionarle al trabajador sufi ciente y sana alimentación, en caso a que éste esté unido a ellos por contrato, así como erigir gratis una escuela en los terrenos de la plantación, en caso de tener ésta más de 10 familias de trabajadores, o sea, para los niños que trabajen en la plantación. Para los niños mayores se proporcionarán clases dominicales y nocturnas, así como para aquellos niños más pequeños, una escuela que funcione diariamente, en caso que en las

40. Id. Pág. 6.41. Id. Pág. 7.42. Id.43. Roesch, Adrian: “Allerlei aus der Alta Verapaz”. Stuttgart, 1934, Pág. 34.

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cercanías de la plantación no exista una localidad grande. Todo aquel que no cumpla estas disposiciones se verá expuesto a una multa de 10 a 50 dólares. Aquel fi nquero que les prohíba a sus trabajadores solventes emplearse en otra fi nca será multado con una cantidad de 20 a 100 dólares. Ningún fi nquero tiene derecho a castigar a sus trabajadores, sino que debe dirigirse a las autoridades cuando aquellos cometan alguna falta. En caso contrario están obligados a tratar bien a los trabajadores. En caso que en la plantación estalle una epidemia, no deben ser obligados los trabajadores a permanecer en ella; éstos, sin embargo, deben regresar a la plantación en cuanto haya desaparecido la enfermedad. A cada trabajador debe dársele un adelanto diario o semanal, cuando este lo considere necesario. Los trabajadores que se encuentren en la plantación en calidad de colonos, están naturalmente obligados a trabajar en ella. El plazo obligatorio por el cual deben comprometerse es convencional, no debe, sin embargo, pasar de 4 años. Los trabajadores no deben tomar adelantos de otros empresarios si no han saldado la deuda que tienen con su patrón; deben enviar a sus hijos a la escuela. Las autoridades deben encargarse, en cuanto les sea posible, de que todos los fi nqueros tengan sufi cientes trabajadores a su disposición, por lo que deben pagar un impuesto por cada trabajador y por el tiempo de trabajo, siendo este de 6 1/4 a 12 1/2 centavos por cada trabajador.”44

El Reglamento de jornaleros era una verdadera burla a la población. El mismo Barrios veía en el indígena a una raza inferior, que debía ser explotada.45 En realidad no otra cosa demostraba el sistema de “mandamientos” establecidos en el país. Según éste, que nos recuerda los “repar-timientos” de la época en que imperaba en Guatemala el feudalismo colonial, estaban obligadas las comunidades indígenas a poner de 50 a 100 hombres (en muchos casos eran obligadas más personas aún) a disposición del propietario de la plantación más cercana, en donde tenían que trabajar a cambio de un determinado salario, por un período de tiempo comprendido entre dos semanas y cuatro años. El sueldo diario nominal en 1883 era de 0.25 a 0.50 centavos de peso o 3 reales, de los cuales el trabajador endeudado debía pagar 1 real, a cuenta del adelanto que se le había concedido.46 El término por el cual el trabajador, a cambio de un salario, debía po-ner su fuerza de trabajo a disposición del empresario, no era respetado, debido a que al recibir adelantos en dinero, llamados “habilitaciones”, era fuertemente atado a la plantación por la deuda contraída. En esta maniobra contaban los empresarios con el apoyo del régimen liberal. A menudo recibían los trabajadores vales en vez de dinero, con los cuales podían comprar en la tienda del terrateniente alimentos y bienes de consumo a precios logreros. Muchos de los peones terminaban, tarde o temprano, en una relación de sujeción y vasallaje por deudas frente al propietario de la plantación, quien no les permitía más regresar a sus comunidades aldeanas de origen. De esta forma desarrollaron pequeñas aldeas en los terrenos de las plantaciones, que albergaban a familias enteras de indígenas que habían caído en relación de servidumbre, por deudas que nunca terminarían de pagar. Stoll visitó frecuentemente diversas plantaciones, como buen amigo que era de sus propietarios. Según él, “el arte” de la dirección económica de una empresa agraria capitalista consistía no sólo en engañar a los trabajadores a la hora de hacer las cuentas sino también en no ser “muy loco” dándoles adelantos demasiado espléndidos. Un

44. DZA Potsdam, A.A., No. 12435, Bergen a Bülow, 12.6.1877.45. Burgess, Paul, op. cit., Pág. 155. 46. Sto11, O., op. cit., Pág. 90.

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fi nquero debía ser sufi cientemente “li be ral” pero debía encargarse, ade más, de mantener en deuda a los “peones” más tra ba ja dores.47 Cuán grande debía ser la cantidad del adelanto que recibiera el trabajador, debía juz garse por las cualidades físicas y mentales que poseyera éste. A estas cualidades pertenecían ante todo la capacidad de rendimiento del trabajador, su laboriosidad y su actitud frente a las bebidas alcohólicas. Stoll calculaba que era increíblemente reducida la cantidad de dinero dada en anticipo, en comparación con el precio promedio que se pagaba por un esclavo en otras latitudes. Dicho en otras palabras, el fi nquero valoraba a un “peón” menos que a un esclavo,48 Así pues, el empresario era un “artista”, a los ojos de Stoll, si lograba obligar a sus “buenos” trabajadores a permanecer en la fi nca. Por deudas debían los trabajadores no solamente laborar toda su vida para el empresario sino que en caso que a su muerte no hubie-ran terminado de cancelar lo que debían, se transmitía la suma adeudada a los hijos, o a otros parientes, quienes debían continuar trabajando para el fi nquero.49 En cuanto que el campesino era obligado a trabajar como peón en las fi ncas, no puede hablarse de un mercado de fuerza de trabajo. Los pocos trabajadores no endeudados y que a cambio de su mano de obra les pagaba el empresario un salario, recibían lo más indispensable para la reproducción diaria de sus fuerzas físicas y para el sustento de sus familias que vivían con ellos en los terrenos de las plantaciones. El sistema de la habilitación creó condiciones favorables para la formación de un campesinado servil, así como para el desarrollo de relaciones de producción semifeudales en la agricultura, especialmente en el territorio de la Alta Verapaz.

Como señaló Erckert, en las fi ncas mostraban las relaciones de trabajo “la signatura de la explotación en gran escala.”50

La dirección principal de las grandes empresas agrícolas de propiedad alemana fue asumida por extranjeros. A la cabeza de una gran plantación estaba una plana mayor de alemanes, cuyo número de componentes dependía del tamaño de la explotación. Esta plana mayor se componía del propietario de la fi nca o su administrador, de inspectores que velaban por la ejecución de los trabajos agrícolas o que despachaban asuntos comerciales, de contadores y de maquinistas. Los cuadros de obreros agrícolas estaban formados exclusivamente por indígenas avecindados.51

La vida del campesinado indígena en las plantaciones de café y azúcar se caracterizaba por la falta de derechos, por la miseria reinante y la explotación a que era sometido el peón, a pesar de que con el tiempo se llegó a una diferenciación entre los trabajadores. Esta diferencia-ción consistía en que se dividía a los laborantes de la plantación en asalariados permanentes, o sea, en peones que ya estaban arraigados con sus familias en los terrenos de la plantación, y en “peones de temporada”.52

Las familias de los peones permanecían originalmente en la comunidad aldeana, ocupadas en el cultivo de las tierras comunales no tocadas por el régimen liberal. Según Roesch: “el tra-bajo de esta gente resultaba muy caro, debido a los altos sueldos, a la alimentación, a los gastos que ocasionaban los inevitables enganchadores, a los costos de viaje de la gente, y a aquellos

47. Id. Pág. 89.48. Id. Pág. 88.49. Id. Pág. 89.50. Erckert, C. v., op. cit., Pág. 271.51. Id. 53. Id.52. Id.

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gastos que sufrían por los inevitables adelantos dados a la gente.”53 Para fi nes de siglo habían disminuido estas prácticas, debido a que cada plantación disponía ya de sufi ciente fuerza de trabajo “propia”. Ésta había sido adquirida en aquellas familias que habitaban con anterioridad los terrenos en que se había establecido una plantación o de familias a las cuales se les había otorgado una parcela para que la cultivaran, atándolas así al suelo, y por ende, al dominio del fi nquero. Estas parcelas de tierra que se les asignaba por el dueño de la plantación, las recibían sin tener que pagar nada al propietario por concepto de arrendamiento.54

Sobrevino en territorio de Alta Verapaz que el terrateniente empresario que poseía tierras en que vivían familias campesinas, comenzó a cobrar un impuesto anual sobre el suelo equiva-lente a 200 mazorcas de maíz, además de tener el campesino la obligación de trabajar para el empresario, en su plantación.55 Estos campesinos que trabajaban todo el año en las plantaciones eran conocidos como “indios rancheros”. De éstos se diferenciaban, durante la época de cose-cha, aquellos que vivían en relación de vasallaje, por endeudamiento con el patrón, y aquellos que no habían recibido anticipos de dinero por parte del propietario de la plantación. Ambos grupos, sin embargo, se encontraban en tal relación de dependencia frente al patrón, que como anotó Stoll, “en algunos casos es peor que la verdadera esclavitud”.56 A fi nes del siglo, aquellos campesinos que habían sido obligados a trabajar en las plantaciones debían laborar en éstas por lo menos quince días al mes, “por un sueldo muy pequeño”. Los quince días restantes podían cultivar pequeñas parcelas de terreno para poder fi nanciar su subsistencia y la de sus familias, ya que el salario que recibían por la venta de su fuerza de trabajo apenas si les alcanzaba para satisfacer sus necesidades más míninas.

En algunas plantaciones de Alta Verapaz se constituyó una categoría particular de labo-rante, llamado por Roesch “trabajador de estirpe”, quien, a cambio de un salario, trabajaba todo el año en la plantación, recibiendo además del propietario, una determinada cantidad semanal de alimentos, para el sustento de él y su familia.57

El asalariado atado a la plantación era considerado por el empresario, como un individuo “sin pretensiones”. Las condiciones miserables en que vivía y moría el trabajador de las plan-taciones fueron detalladamente descritas por Stoll. Así sabemos que al indígena le servía como vivienda una pobre choza, construida de caña o varas de madera, paja, hojas de palmas: el lla-mado “rancho”. La instalación interior era muy simple. Constaba de una cama primitiva para el indígena y su mujer, y cama o hamaca para los niños. Como fogón para cocinar servían tres piedras ordenadas en el suelo (tenamaste). Al lado estaba la piedra de moler (metate), con la cual la mujer molía para la familia la ración diaria de maíz. La vajilla familiar era un plato grande de barro (comal) para tostar las tortillas, unas ollas, guacales y jícaras. El indígena a menudo poseía solamente una pieza de ropa, que se veía obligado a usar con toda clase de tiempo. Indígenas más pudientes poseían varias piezas para cambiarse o para ponerse en época de festividades.

En las plantaciones el día era muy monótono. Por la madrugada sonaba la campana de la casa del dueño de la plantación. Primero se levantaban las mujeres a preparar el desayuno, que

53. Roesch, A., op. cit., Pág. 40. 54. Roesch, A., op. cit., Pág. 40. 55. Stoll, O., op. cit., Pág. 358.56. Id., Pág. 87.57. Roesch, A., op. cit., Pág. 40.

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constaba de tortillas y pozol (cocimiento de harina de maíz tostado) y macho (chocolate sin azúcar, con pimienta).

Para los hombres comenzaba el día de trabajo a las seis de la mañana. Hora en que se iban a las plantaciones bajo la dirección de un caporal. El día de trabajo se prolongaba hasta las 17 ó 17:30 horas. Cada día, después de la jornada de trabajo, era leído por el caporal el rendimiento de cada uno. Este rendimiento era fi jado en libros, y semanalmente o cada 15 días, los sábados, recibía el indígena su salario. En muchas plantaciones cuando el laborante no podía comprar maíz de la plantación, se le otorgaba a éste un determinado número de días libres para que cultivara su milpa.

La principal alimentación de los indígenas era maíz y frijoles, que poseen gran cantidad de nitrógeno. Por lo general se tomaba agua, y como medio de estímulo se utilizaba, además de café, aguardiente y chicha. De resaltarse sería la gran fertilidad de las mujeres indígenas. Sin embargo existía gran mortandad infantil, debido a la vida desordenada, a la mala alimentación, así como al falso tratamiento de las enfermedades. También entre los adultos existía mucha mor-tandad. Las causas de ello eran normalmente enfermedades como la malaria, traída de regiones más bajas que los territorios en donde se cultivaba el café, la tuberculosis, que surgía de trabajar siempre con la misma ropa. Cuando llovía, resfriarse era la regla. La alta cifra de mortandad era ocasionada también por enfermedades como la disentería, enfermedades de los intestinos, diarreas crónicas, que adquirían dimensiones espantosas cuando el país era invadido por una plaga. En este caso les iba peor a los trabajadores de las plantaciones de azúcar que a aquellos laborantes en las fi ncas de café, debido a que las primeras estaban localizadas en zonas de clima caliente y húmedas, donde la fi ebre de malaria, de por sí, no era nada extraño.

Las relaciones de producción en las plantaciones estaban íntimamente unidas al maltrato físico a que el propietario y sus capataces sometían al trabajador. La menor falta de éste era cas-tigada por lo general, utilizándose el látigo, y ejecutada directamente en la plantación, a la vista de los demás trabajadores, y con el visto bueno del jefe político o de la autoridad superior de la región. Para latiguear se aplicaba un gato de cuero. Se ataba al indígena a una picota y con las manos en alto recibía 25 y más golpes. En algunos casos, el castigo era efectuado por miembros de las autoridades públicas. Otro instrumento de humillación para el trabajador lo constituía el cepo, que podía encontrarse en cualquier plantación mediana y grande. Éste constaba de dos vigas, de 5 a 6 varas de largo, en que a intervalos se habían hecho 5 pares de escapes en forma de medio círculo. Ambas vigas estaban unidas en un extremo con una bisagra. Al indígena a castigar se le colocaba la pierna entre estas vigas, que descansaban sobre dos zoquetes de ma-dera, las cuales eran después fuertemente unidas. El indígena debía permanecer horas enteras, y a veces días, con las piernas a casi 80 centímetros sobre la superfi cie del suelo, de tal manera, que se provocaba una fuerte afl uencia de sangre en la cabeza, que podía ser muy peligrosa en caso de permanecerse prolongadamente en esta posición.58

Muchas familias indígenas se veían obligadas a menudo no solo a huir a las montañas o al territorio de Belice para escapar de ser reclutadas a la fuerza,59 sino que también estaban dispues-tas a huir de la fi nca y de los territorios cercanos a ella con tal de liberarse de la servidumbre y ma los tratos a que estaban sometidas. El fi nquero tenía derecho a regresar por la fuerza al peón

58. Stoll, O., op. cit., Pág. 89. 59. Roesch, A., op. cit., Pág. 40.

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escapado. A esta tarea debían ayudarlo los alcaldes de las comunidades. Pequeños fi nqueros se encargaban ellos mismos de la búsqueda. Grandes fi nqueros, que contaban en sus dominios con cientos de peones y en cuyas habilitaciones habían invertido grandes sumas de dinero, tenían personas que se ocupaban especialmente de localizar a los trabajadores escapados, quienes eran buscados día tras día en todos los lugares posibles.60

En la agricultura se utilizaban en casi todas partes los mismos aperos e instrumentos atrasados del período conservador. En las comunidades aldeanas se efectuaba muy lentamente el mejoramiento de los métodos de cultivo y el desarrollo de las fuerzas productivas. Con la ampliación de la propiedad privada de la tierra y la extensión del sistema de plantación surgieron en el país favorables posibilidades para el desarrollo de las fuerzas productivas.

El régimen liberal favoreció el desarrollo de los instrumentos de producción en cuanto que hizo introducir al país libre de impuestos de aduana, máquinas de instalaciones técnicas, para la producción agraria. Algunos de los pequeños propietarios fomentaron distintas innovaciones en sus tierras de cultivo, a pesar de que la mayoría no estaban interesados en ello o no poseían los medios materiales para elevar el nivel técnico en la producción. Esto conllevó al estancamiento de la producción, en cultivos como el frijol, cereales y en algunos casos, el maíz. En 1878 fue ron utilizados en la agricultura de los territorios de Sacatepéquez y Amatitlán: 2,876 bueyes y 5,032 caballos y mulas. En las plantaciones de estos territorios estaban además en fun ciona miento: 28 máquinas de moler caña, 12 centrífugas, 77 máquinas para despulpar, 60 máquinas para trillar, 10 máquinas para desgranar, 3 máquinas para cernir, una máquina para aserrar, 2 molinos, 18 motores de vapor y una prensa de aceite.61 Este desarrollo parcial de las fuerzas productivas no sólo nos muestra el continuo uso de los métodos e instrumentos de producción precapitalistas sino también el surgimiento de una desigualdad en la aplicación de la técnica de cultivo.

Distintos propietarios de plantaciones intentaron introducir nuevos instrumentos de pro-ducción e innovaciones técnicas, con la intención de obtener más altas ganancias. Las grandes plantaciones alemanas se caracterizaban a fi nes del siglo por sus a menudo muy amplias y per-feccionadas instalaciones, como lugares de asoleo para el café, canales de agua, etc.; además por sus en parte primitivas, nuevas y hasta altamente modernas y caras instalaciones de maquinaria para la obtención de azúcar cruda y de azúcar refi nada para la elaboración de aguardiente.62 Erc-kert menciona a propietarios que trajeron de Alemania, entre otras cosas, una maquinaria para la elaboración de la caña, por valor de 360,000 marcos, una instalación completa para un trapiche grande, una instalación de iluminación eléctrica, un puente de hierro, tanques de acero, etc.63 Además de la introducción de innovaciones técnicas, aplicación de nuevos métodos de cultivo, producción de nuevos granos de semillas de café por medio de diversos métodos de cruzamiento y que eran elegidas para la siembra, se hicieron importantes descubrimientos técnicos. C. A. E. Hegel escribió que en Guatemala fue descubierta la mayoría de máquinas para la elaboración de café: “En los últimos tres decenios del siglo pasado, en parte años más tarde, se construyeron y patentaron en el extranjero diversas máquinas secadoras, trilladoras, y descortezadoras. De mencionarse son las máquinas secadoras de Guardiola y de Okrassa, las máquinas despulpado-ras y trilladoras de Vasseaux, Smouth, Anderson, Krull y Sarg. Las máquinas son ejemplo para

60. Stoll, O., op. cit., Pág. 89.61. Estadística agrícola de los departamentos de Sacatepéquez…, Tabla 23. DZA Potsdam, A. A., No. 12440.62. Erckert, C. v., op. cit., Pág. 271.63. Id. Pág. 274.

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el sistema de la elaboración de café en las plantaciones y establecimientos despulpadores de todo el mundo.”64 Pese a esto, continuaron dominando las relaciones y métodos de producción precapitalistas debido a que para la mayoría de propietarios de plantaciones, que no estaban en situación material de efectuar grandes cambios en las instalaciones técnicas, era más rentable la utilización de la barata fuerza de trabajo indígena.

Los liberales consideraron la necesidad de diversifi car la producción agrícola, para no continuar manteniendo a la economía nacional dependiente de un solo producto agrario. Otra de sus preocupaciones fue la ampliación de los mercados extranjeros y del mercado interno. Para esto contaba el régimen con el pleno apoyo de muchos miembros de la llamada Sociedad Económica, que favorecían especialmente, además del café y otros cultivos, la expansión del cultivo de la caña de azúcar y que publicó diversos folletos con indicaciones sobre métodos de cultivo, para pequeños y grandes terratenientes. En 1875 intentó el gobierno liberal extender en Guatemala el cultivo del arroz, no solamente para poder cubrir las necesidades de la población sino que también con la intención de convertirlo en producto de exportación. Aparentemente no tuvieron éxito estos esfuerzos. En los años siguientes se intentó fomentar en la Baja Verapaz el cultivo de la uva. Varios decretos fueron emitidos, adoptándose diversas medidas con el objeto de diversifi car y desarrollar la agricultura: tierras gratis fueron ofrecidas a aquellas personas que desearan dedicarse al cultivo de la zarzaparrilla, del cacao o a la extracción de caucho. Tie-rras baldías fueron así mismo puestas a disposición de la ganadería. En la costa del Atlántico se intentó, con éxito, estimular el cultivo del banano, habiéndose exportado 54,633 racimos en 1884.65 Especialmente fue fomentado el cultivo del tabaco, poniéndose énfasis en la propaga-ción de las técnicas de su cultivo. De Jamaica se trajeron especialistas para que enseñaran a los trabajadores del país los métodos de su elaboración.66

A principios de los años ochenta ya era el tabaco el cultivo más importante de Zacapa.67 Según Von Bergen uno de los factores determinantes para el auge de este cultivo fue la intro-ducción del monopolio estatal de su venta. “Va en los primeros cinco meses después de la intro-ducción del monopolio”, informaba el diplomático a la central berlinesa:

“dio una ganancia líquida de más de 80,000 pesos, después de haberse retirado los gastos que provocaron su administración. Esto representa un ingreso anual de casi 200,000 pesos (800,000 marcos). Según datos proporcionados por el Ministro de Fomento, tomando en cuenta las crecientes cosechas mensuales, esta suma ascenderá para el año en curso a 250-300,000 pesos (1.000,000≤1.200,000 marcos), y es de esperarse que en unos 2-3 años suba a 500,000 pesos (2.000,000 marcos), ya que en 1818, en la época del régimen colonial español, y con una población mucho menor, alcanzó la cifra de 487,000 pesos. Como consecuencia de la abolición del monopolio habían bajado los ingresos provenientes de este artículo a una suma insignifi cante.

En 1870 constaban de apenas 14,000 pesos, o sea, a menos de 1/16 del ingreso del año en curso. Debido a que los ingresos estables de Guatemala son aproxi mada mente 5.000,000 pesos (20.000,000 marcos), resulta que el monopolio del tabaco ha subido

64. Hegel, C. A. E., op. cit., Pág. 56.65. Stoll, O., op. cit., Pág. 56. 66. Id. Pág. 258.67. Id. Pág. 440.

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ya en la actualidad la totalidad de los ingresos en un 5%, elevando posiblemente los mismos el año entrante en un 10%. Tan favorablemente como se presenta el monopolio del tabaco para las fi nanzas estatales igualmente ha infl uenciado en el bienestar nacional, ya que no es sino hasta ahora que el cultivo del tabaco ha ad-quirido grandes dimensiones. Para fi n de año se había triplicado su cultivo. Esto se aclara del hecho que con las actuales leyes fi nancieras, el pequeño productor está convencido de encontrar en el Estado a un seguro comprador de sus productos, y que pagará precios rentables por ellos. Ya la cosecha de este año casi cubrirá la necesi-dad del consumo de cigarrillos en Guatemala, que es calculado en aproximadamente 1.000,000 de libras –420 gramos por cabeza de la población–, y en los próximos años será el Estado, que hasta hace poco importaba casi la totalidad de sus necesidades, un país exportador de tabaco. Esto último es de una importancia indescriptible desde el punto de vista de la economía nacional. Hasta hoy se basa casi toda la exportación de Guatemala en un solo artículo. De la totalidad del valor de la exportación en el año 1880, que fue de 4.281,800 Pesos, recaen sobre el café 4.056,667, o sea, casi el 95%. En caso de mala cosecha de este artículo o fuerte declinación de precios –como por ejemplo actualmente– se dañará tan fuertemente la fuerza de compra del país para las importaciones, que la consecuencia puede ser una crisis comercial general. Pero si se desarrolla después de la introducción del monopolio un importante cultivo del tabaco y una correspondiente exportación, entonces no solo se elevará el valor total de la exportación sino que también se conservará éste en igual medida estable, ya que está fuera de la probabilidad una mala cosecha simultánea de ambos productos, o una simultánea baja de precios de los mismos. De las observaciones hechas anteriormente se deduce que el régimen del Estado ha dado, con la introducción del monopolio del tabaco, un paso exitoso para la elevación del bienestar nacional.”68

Meses más tarde, y a petición de la Cancillería alemana, continuaba Von Bergen con sus observaciones respecto al monopolio del tabaco en Guatemala:

“1. Es exacto que es libre a pesar del monopolio, la fabricación y venta de “cigarrillos”. Esta industria se encuentra en manos de mujeres y muchachas pobres, y el régimen no ha considerado oportuno dañar los intereses de éstas, para no empujarlas a la pros-titución”. A pesar de eso, una parte de la ganancia va a parar al Estado, debido a que aquellos pequeños fabricantes deben obtener el tabaco elaborado de los puestos de venta instalados, por la administración.

(Núm. 8 del Artículo 26 del “Reglamento para la administración de la renta del tabaco”.) Una contravención de esta prescripción es castigada con uno a seis meses de cárcel, o con una multa en dinero de 5 a 500 Pesos (20-2,000 Marcos), y además con la pérdida del tabaco y de los instrumentos. (Art. 27 del Reglamento).

2. Igualmente libre ha sido declarado el cultivo del tabaco, después de llenarse las siguien-tes formalidades (Art. 2 del Reglamento);

a) debe hacerse una petición en papel sellado, solicitándose permiso;

68. DZA Potsdam, A. A., No. 12439, Bergen a Bismark, 10.9.1881.

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b) el peticionario debe comprometerse a sembrar por lo menos 4,000 plantas; c) debe indicarse la fecha de inicio de la cosecha y la cantidad de plantas a cortarse; d) el tabaco debe venderse a la administración.

Además determina el artículo 8 del Reglamento, que e1 tabaco a entregarse debe encontrarse en estado seco, debiendo pertenecer a una de las clases 1, 2 ó 3. En caso de ser el tabaco de menor calidad, será quemado en presencia y por cuenta del propietario. Finalmente, el artículo 25 le permite exportar el tabaco con el permiso de las altas autoridades administrativas, en cuanto esté cubierta la necesidad del régimen. Mientras que antes de la introducción del monopolio apenas si habían sido cultivadas 2.000.000 plantas, ascendió esta cifra para fi nes de 1881, o sea, 17 meses más tarde, a 20.474,686 plantas o sea, en más de diez veces, y debido a ello se espera una cosecha de 1.023,773 libras. Esta cantidad alcanzaría ampliamente para cubrir la necesidad de toda la República, hecho anteriormente con las bajas calidades de Honduras, El Salvador y México y con las mejores de Alemania y de la Habana. El gobierno ha autorizado una bonifi cación extraordinaria de 5 pesos (20 marcos) por el quintal de hojas fi nísimas, y el Ministro de Finanzas me aseguró que ya le habían presentado pequeñas cantidades de tabaco de esta naturaleza especial de la región de Petapa, que éstas podían igualarse a los Habana de la mejor calidad. De continuar este movimiento, de sembrar plantas de tabaco, es seguro que Guatemala será, a partir del año 1883, un país exportador de este artículo.

3. En 1881 ascendió la ganancia líquida del monopolio a 118,312 Pesos, o sea, cerca de 473,000 Marcos. A esto hay que agregarle la cantidad ya pagada de cigarros y tabacos, de 165,830 Pesos, (663,000 Marcos), de tal manera que la ganancia total es de 284,142 Pesos, ó 1.136,000 Marcos. El Gobierno, desde un punto de vista económico estatal, valora mucho menos este resultado fi nanciero, como el alza de la fuerza de producción del país, dinamizada por medio del monopolio, y que no solamente independiza a Guatemala de las fuentes extranjeras sino que prepara su capacidad, de exportación.

4. Dos factores favorecieron ante otros países la introducción del monopolio en Guatemala. Como el primero es de mencionarse la circunstancia, que anterior a él, apenas si existía en el país una industria del tabaco, o sea, que por parte del Estado no fue pagada ninguna clase de indemnización.

Las existencias que había el 26 de julio de 1880 fueron compradas a precio de factura, más gastos de transporte, o sea, que fueron inmediatamente vendidos con ventaja. El segundo factor consiste en el clima tropical y la favorable composición del suelo de Guatemala, de tal manera que con un correcto tratamiento y después de alguna experiencia, pueden ser producidas aquí con facilidad, toda clase de tabaco en grandes cantidades.”69

69. Id., No. 12440, Bergen a Bismark, 12.5.1882.

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Pese al optimismo que denotan las líneas de Von Bergen, el monopolio del tabaco fracasó, debido ante todo a la falta de capital variable y a la insufi ciente “maquinaria de administración.”70 El mismo funcionario alemán apuntaría más tarde:

“La mala administración de la economía estaba ya tan extendida, que el tabaco que le era entregado a los funcionarios del régimen por el productor, era vendido a altos precios, sin que aquel recibiera por su producto el precio de tasación. Bajo estas circunstancias, para gran pena del Ministro de Finanzas, decayó esta rica fuente de ingresos, siendo suprimido el monopolio por medio de decreto del 5.12 del año pasado. Entró en vigor el mismo día de su emisión, para el cultivo y la exportación, y ello de julio del presente año, para la elaboración y venta. Por medio de decreto del día de hoy está normado el impuesto de aduana para la importación del producto a partir del primero del próximo mes, como sigue: 4.90 Pesos por la libra, peso bruto, de papel, cigarrillos, cigarros de cualquier especie, tabaco de mascar y de inhalar; y 25 centavos, peso bruto, por libra de tabaco no elaborado. Este impuesto debe verse como un impuesto prohibitivo. La corta existencia del monopolio, que desde la salida del Ministro de Finanzas, Peña, se encaminó aceleradamente a su fi n, tuvo sin embargo como consecuencia, un auge importante del cultivo del tabaco, que le servirá de prolongada ventaja al país.”71

A pesar de que en Guatemala los primeros árboles de quinina fueron ya plantados en 1877, y de que a principios de los años ochenta una plantación de Sarg en Cobán hasta recibió un premio por parte del régimen, no dejó Barrios de favorecer el proyecto de un inglés, de traer árboles de quinina directamente de Ceylán, para plantarlos en el país. Después que el régimen le proporcionó al Extranjero el apoyo material que solicitaba, comprobó Stoll en septiembre de 1884 que el proyecto se había hecho realidad y que en distintas plantaciones del occidente se habían aculturado 1.553,000 semillas de quinina, distribuidas así. En las fi ncas “El Porvenir”: 600,000; en “El Tumbador”: 294,000; en “Cholhuitz”; 118,000; en Costa Cuca: 454.000; en Pueblo Nuevo; 82,000, y en la fi nca “Palmar”: 5,000 plantas de quinina.72

El régimen también estimuló la exportación de diversos productos agrarios del país, su-primiendo o bajando los impuestos de aduana de los mismos.

Pese a todo, permaneció a un bajo nivel la diversifi cación de la producción agraria y la división del trabajo en el país. En la agricultura continúan siendo características las pocas clases de productos cultivados y su reducida cantidad producida.

La dependencia de los liberales del capital extranjero para el desarrollo de la agricultura le hizo al régimen imposible impedir la tradición e inclinación de la economía nacional a apo-yarse en la monocultura. Los terratenientes y el capital extranjero no tenían ningún interés en el desarrollo de otra rama de la agricultura que no fuera el café y de esta forma debían fracasar todos los intentos en ese sentido. Solamente colocaban capital en aquellos cultivos agrarios de los que pudieran extraer ganancias directas. De esta forma se concentraron las inversiones generalmente en el cultivo y exportación de café.

70. Id., No. 12439, Bergen a Bismark, 19.6.1883.71. Id.72. Stoll, O., op. cit., Pág. 363.

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En 1875 desplazó el café a la cochinilla de su posición dominante como producto de exportación. En 1883 ya solamente se exportaron 184 quintales de cochinilla, mientras que de café fueron 404,069 quintales y 39 libras. Al año siguiente alcanzó el valor del café exportado el 90.23% de todo el valor de las exportaciones, mientras que el valor de la cochinilla exportada apenas hizo el 0,008% del total.73

Además de las inversiones de capitales realizadas en el cultivo del café también fueron hechas muchas en el cultivo de la caña de azúcar y en la ganadería. A principios de los años setenta se instaló la primera fábrica de azúcar moderna en la plantación “El modelo”, a la que siguió en 1878 la instalación de la segunda en la plantación “Concepción”.74 La caña de azúcar tal y como el café, se cultivaba en 1883 en pequeñas y grandes plantaciones, en todos los de-partamentos de la República.

La exportación de azúcar alcanzó en 1884 el 3.07% del total del valor de las exportacio-nes.75 En esta época se comenzó en Guatemala a modernizar las instalaciones para la elaboración del azúcar. Hasta fi nes del siglo XIX se elaboró una determinada cantidad de azúcar blanca en las plantaciones, juntamente con gran parte de panela76, o sea, que la industria que elaboraba productos agrarios para el mercado interno, como azúcar, se desarrolló despacio.

Así como habían sido establecidas nuevas y modernas plantaciones de café y azúcar, encontramos muchas fi ncas de ganado distribuidas por todo el país. Novillos eran comprados en 17 y 22 pesos y revendidos en 35. Hegel señala que el ganado “no solamente era criado en aquellas grandes fi ncas que se dedicaban a esta rama de la agricultura sino que también en plantaciones medianas y grandes, como empresa secundaria. Un sistema que se remonta a la época colonial y que se ha preservado hasta nuestros días.”77 En el país no solamente existían los prados naturales sino también se había hecho costumbre sembrar pastos. Los pastos arti-fi ciales más grandes, apunta Stoll, “se encuentran en las grandes haciendas de ganado, como “Juan Noj” y “Caballo Blanco” (en donde las manadas de bueyes, mulas y caballos pastando, casi se pierden a la vista).”78

Tierras de pasto poseían además casi todas las plantaciones, que a menudo abarcaban gran superfi cie, y en donde pastaban casi exclusivamente animales privados de carga, tiro y cabal-gadura. En muchas fi ncas, sin embargo, no estaba muy difundido el mantenimiento de reses de matanza y cuando era éste el caso, solamente era practicado para el propio consumo.79 Por otra parte, en 1883 se destazaron en Guatemala 57,342 reses, 84,369 cerdos y 9,185 ovejas. Por todo fueron 35,808,990 libras de carne, consumidas por una población de 1.276,961 habitantes (28,12 libras por cabeza). Sin embargo, debe tomarse en cuenta que no se puede poner en un mismo plano la mala alimentación de la población indígena, con la relativamente buena de los ladinos. En 1884 ocupaban las pieles de reses el 3,07% de todas las exportaciones del país. Esta cifra

73. Id., Pág. 504 (Anexo).74. Hegel, C. A. E., op. cit., Pág. 54.75. Stoll, O., op. cit., Pág. 504 (Anexo).76. Hegel, C. A. E., op. cit., Pág. 55.77. Id., Pág. 54.78. Stoll, O., op. cit., Pág. 107.79. Erckert, C.V., op. cit., Pág. 270.

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nos demuestra que la producción de carne tenía gran importancia y que era necesario importar reses para cubrir las necesidades del país.80

Las reformas de los liberales en el agro, a pesar de que contribuyeron a la transformación del campesinado indígena de miembro libre de una comunidad a semi-esclavizada mano de obra de las plantaciones de café, y a la consolidación de la clase de grandes terratenientes, desem peñaron un papel progresista al diversifi car las formas de propiedad en el campo y repeler las formas de producción pre-capitalistas después de arrebatarle el poder económico y político al clero. Este papel progresista de las reformas y de la estructura agraria sirvió ante todo a una minoría de la población, especialmente a los grandes terratenientes. La expropiación de las tierras de los indí-genas posibilitó la expansión de la pequeña propiedad privada. Precisamente en donde vivía la población ladina, se desarrolló la producción del pequeño campesino. Por una parte era necesario cambiar las anticuadas formas de propiedad de la tierra, que habían perdurado hasta 1871 y que solamente frenaban el desarrollo capitalista del país. Por otra parte, sin embargo, la ejecución de cambios en la estructura agraria, extendió en el campo las formas de explotación pre-capitalistas. Al ser vendidas las propiedades de la Iglesia, declarados terrenos baldíos las tierras estatales y las de comunidades indígenas, y vendidas o donadas a pequeños propietarios, pero especialmente a empresarios capitalistas nacionales y extranjeros, se desarrolló en Guatemala el capitalismo agrario sobre la base de relaciones de producción pre-capitalistas, así como sobre la base de una mezcla de formas de explotación capitalistas y pre-capitalistas. Las medianas y grandes plantaciones de café y azúcar deben ser consideradas empresas capitalistas, en cuanto que eran propiedad privada de particulares y de sociedades anónimas radicadas en la mayoría de los casos en ultramar, y ya que la producción se basaba en el trabajo asalariado y en la apropiación de una plusvalía creada por el trabajador agrícola. Junto a una organización capitalista del trabajo existían relaciones de producción pre-capitalista. La causa primordial de este capitalismo deforme, radicaba en el intento del capital existente en Guatemala por desarrollar en creciente medida el comercio exterior, así como reforzar sus lazos con el mercado mundial. Esto a su vez fomentó y aceleró el desarrollo de la relación mercancía-dinero, forma de expresión típica del modo de producción capitalista. Muchos de los “mozos” recibían, sin embargo, productos naturales y medios de consumo como equivalente de su fuerza de trabajo, en lugar de dinero. Por esto debe subrayarse aquí, que el desarrollo en el campo de la relación mercancía-dinero era generalmente obstaculizado por la existencia en las plantaciones de métodos de explotación pre-capitalistas y por la situación de endeudamiento en que vivía gran parte de los trabajadores.

Los regímenes liberales no fueron capaces de diversifi car la agricultura. La inclinación de la clase dominante a producir solamente para la exportación, fue reforzada por las inversiones extranjeras en la agricultura. De esta forma cayó el país en dependencia del capital extranjero, especialmente del alemán, que poco a poco determinó la política de comercio exterior del país. La ampliación del cultivo del café contribuyó al reforzamiento de la diferenciación social en el campo. Por un lado, aumentó el número de campesinos indígenas sin tierra, por el otro, se con-centraron las mejores tierras, pese a aumentar grandemente el número de pequeños propietarios, en las manos del capital extranjero, mientras que no pocos de los grandes terratenientes nativos, ya a fi nes de los años ochenta, habían caído en dependencia económica de este último.

80. Hegel, C.A.E., op. cit., Pág. 54.

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La llegada de extranjeros a Guatemala (ingleses, alemanes, franceses, españoles, belgas, entre otros) se inició poco después de la independencia. Con excepción de aquellos que llegaron al país formando parte de grupos de colonizadores (especialmente ingleses, alemanes y belgas), arribó la mayoría por la vía privada. Inicialmente fueron ingleses, comerciantes radicados en Belice, quienes hicieron los primeros viajes exploratorios, con el objeto de informarse sobre las posibilidades de establecer sucursales de casas matrices metropolitanas, o simplemente con la intención de efectuar especulaciones fi nancieras en Centroamérica, aprovechando el momento coyuntural que se ofrecía en una época en que en medio de los disturbios y guerras civiles post-independentistas muchas fortunas nativas habían desaparecido.

Máximos representantes de estos comerciantes y empresarios que lograron enriquecerse o aumentar su fortuna a costa de toda clase de negocios lícitos e ilícitos lo fueron los ingleses Bennet y Skinner, y el alemán Klee. A principios de los años sesenta ya estaban radicados en el país gran número de extranjeros: comerciantes, empresarios agrícolas, pequeños agricultores, artesanos, médicos.81 Muchos de ellos habían llegado al país con pequeñas sumas de dinero y con grandes deseos de incrementarlas. Otros llegaron como empleados de casas de comercio, traídos por sus parientes ya establecidos en el país o simplemente en calidad de aventureros indigentes. Algunos de estos últimos jugaron papeles relevantes en las guerras civiles de Centroamérica, como destacados militares. Pocos fueron los que llegaron al país acompañados de sus familias, no formando parte de las personas enviadas por las compañías colonizadoras. Todavía a fi nes del sesenta recomendaba Augener a la Cancillería de la Confederación Nortealemana (sabiendo que aquellos extractos de los informes de los diplomáticos alemanes en el extranjero que fueran de interés público eran entregados a diversos órganos de prensa para su divulgación), que no llegaran a Guatemala agricultores alemanes faltos de recursos económicos y con deseos de tra-bajar personalmente la tierra, debido a que el clima del país no era apropiado para el teutón.82

El movimiento de Reforma encuentra a los extranjeros formando ya una élite, desvinculada en su mayoría del resto de la población, y que con grandes y pequeños capitales, participaba activamente en la economía del país. No consideramos que la mayoría de ellos estuviera, por principio, opuesta al movimiento liberal, aunque sí a todo tipo de “revoluciones” que, según la experiencia lo había demostrado, entorpecían sus negocios. Los constantes informes diplomáticos escritos por Augener y Doeding, propietarios ellos mismos de casas de comercio establecidas en Guatemala, nos revelan los estados de ánimo que dominaban en la mayoría de los extranjeros que tenían inversiones de capital en Guatemala; estados de ánimo fuertemente dependientes de la situación política del momento, y la cual ellos consideraban inseparable de sus intereses económicos personales. En septiembre de 1868 escribía Augener: “De aquí no hay nada de importancia que informar, políticamente está todo tranquilo, y en el aspecto comercial como de costumbre en época de lluvia, todo muerto.”83

81. DZA Merseburg, A.A, III, Rep. 14, No. 532, Klee a Bemstoft, 27.12.186L.82. DZA Potsdam, AA., No. 52610, Augener al A. A., 16.9.1868. Augener, como comerciante extranjero con largos

años de residencia en Guatemala, sabía muy bien que el clima de este país es benigno para el europeo. Es de suponerse que al recomendar que llegaran al país solamente individuos “con medios sufi cientes para fundar plantaciones de café”, lo movía el deseo de ver en Guatemala únicamente a alemanes ricos, sin pretensiones de vincularse política y culturalmente al país que les brindaba albergue, trabajo, y una nueva patria.

83. Ídem.

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El mismo Augener refi ere que 1868 fue “un año desfavorable”, debido entre otras cosas a la existencia entre los comerciantes de “un sentimiento de inseguridad”, “provocado por el vencimiento de la época de gobierno del Presidente Cerna.” “Se teme una revolución y la caída del régimen actual, de tal manera que los capitalistas colocan sus fondos en circulación en me-dida muy limitada.”84 En octubre de 1869 relata Augener que hombres de Serapio Cruz tomaron por asalto la aduana del puerto San José, apoderándose de armas y dinero gubernamentales; agregando: “la propiedad privada fue respetada”, en alusión a los bienes de importación y ex-portación, obviamente propiedad de comerciantes extranjeros, almacenados en el edifi cio de aduanas asaltado. Sin embargo observa: “Es muy de desear que por fi n se les siga el rastro a los instigadores de esta intranquilidad –el asunto (el movimiento político y armado de los liberales, J. C. C.) le cuesta enorme dinero al régimen (…) y además se paraliza tremendamente el co-mercio y la agricultura.”85 Al ser asesinado Serapio Cruz por tropas armadas de Cerna, Augener señala: “a pesar de que nada es deseado con mayor ansiedad por los extranjeros establecidos aquí, que el término de esta revolución que entorpece todo el comercio, es muy de temerse, sin embargo, que pasará aún mucho tiempo antes que se calmen los ánimos y sea completamente restablecido el orden de nuevo.”86

Pocos meses después decía en otro despacho: “De aquí no hay nada que informar de impor-tancia. La paz reina en toda la república y el comercio está bastante animado.”87 La satisfacción del comerciante se convierte al año siguiente en incertidumbre, al tomar nuevamente auge el movimiento armado liberal. El mismo Augener escribe, a mediados de abril de 1871, que han estallado hostilidades entre Honduras y El Salvador, marchando ya las tropas hondureñas en dirección a la capital salvadoreña. “Desgraciadamente es de temerse que también Guatemala se vea envuelta en el confl icto”, apunta Augener, “ya que se sumaron a los hondureños todos los perturbadores que habían sido expulsados de aquí”. Además, menciona que en la frontera con México se han reunido “bandas” de opositores al régimen conservador, y que han reiniciado “sus pasadas correrías”.88 A fi nes de mayo es arrestado, por la policía de Cerna, un joven alemán residente en Guatemala, e introducido en una de las bartolinas del régimen, prohibiéndosele verlo a los miembros de su familia. El capturado era administrador de una fi nca de café propiedad de Miguel García Granados y había sido enviado por la familia de éste a San Salvador “a cobrar un dinero”. El gobierno de Cerna consideró que los movimientos de aquel obedecían a motivos relacionados con la oposición liberal. Augener, fungiendo como cónsul del recién formado Imperio alemán89, intercedió por el prisionero, pero su nota reclamatoria fue rechazada por el régimen, por considerar éste que había sido redactada en un tono demasiado ofensivo. Al poco tiempo fue puesto el alemán en libertad, posiblemente debido a que no se le logró comprobar culpabilidad. A Augener ofendió mucho el incidente:

“Nosotros [los extranjeros, J. C. C.], especialmente los alemanes, no gozamos de ninguna simpatía por parte del régimen. Ya que es de suponerse que una escuadra ale-mana venga al Pacífi co en un futuro no lejano, no pierdo las esperanzas de que visite

84. Id. Augener, al A. A., enero de 1869.85. Id. Augener, al A. A., 1.10.l869. 86. Id. Augener, al A. A.;-3.2.1870.87. Id. Augener a Bismarck, 5.7.1870.88. DZA Merseburg, A. A. III, Rep. 14, No. 532, Augener a Bismarck, 14.4.1871. 89. DZA Potsdam, A. A., No. 52610, Augener a Bismarck, 26.4.1871.

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también nuestras costas. Sería de gran ventaja para todos los alemanes establecidos aquí, y quizás coadyuvaría a que viejos desagradables reclamos y procesos fueran resueltos con facilidad. La bandera de comercio alemana es la que en nuestro puerto ondea permanentemente en el mástil de los barcos, y el deseo más anhelado por todos los alemanes, aquí, es ver un día el pabellón de guerra igualmente desplegado.”90

El triunfo de los liberales fue saludado por los comerciante extranjeros, que veían en él la posibilidad de una futura estabilidad política en Guatemala.

Augener informaba a principios de agosto de 1871: “Hasta ahora todo ha permanecido aquí tranquilo, esperamos que el nuevo régimen pueda abrirse campo en medio de todas las difi cultades.”91 El primer “préstamo voluntario” exigido por los liberales a los comerciantes, no encontró resistencia por parte de éstos.92 Muchos de ellos hicieron el préstamo con el objeto de ayudar al gobierno provisional a estabilizarse, y así, ver realizados por fi n sus viejos deseos de “tranquilidad y orden”. Sin embargo, los comerciantes nacionales y extranjeros tuvieron muchas difi cultades a lo largo del régimen de Barrios para desarrollar sus operaciones comer-ciales. Ellas surgieron de la inestable situación política imperante en el país durante el período del gobierno provisional, que impidió un amplio desarrollo de la relación mercancía-dinero; de las constantes crisis fi nancieras en que se veía envuelto el régimen liberal como consecuencia de sus intentos por ampliar el aparato estatal, por mejorar la infraestructura del país, y debido al robo de caudales del erario público por parte del dictador Barrios y su camarilla de paniaguados. No deben olvidarse los gastos exorbitantes que le causaban al Estado las guerras aventureras de los liberales, generalmente unidas a sobornos de altos funcionarios “liberales” extranjeros. Un mes después del triunfo liberal sobre los conservadores, era posible advertir un alza favorable en las transacciones comerciales del país, la cosecha de café prometía ser la mejor hasta entonces conocida.93 La actitud adoptada por los liberales frente a la Iglesia determinó que ésta abanderara las primeras oposiciones antiliberales, que como es sabido, desembocaron en levantamientos armados en oriente y en otras regiones del país. Las consecuencias que la agudización de la lucha liberales-clericales tuvo en el desarrollo del comercio no fueron favorables para éste. Los primeros levantamientos organizados por los clericales fueron pronto dominados, expulsándose del país a los principales responsables y decretándose una amnistía general para los rebeldes, posiblemente con la esperanza que éstos cesaran en su actitud hostil hacia el nuevo régimen.94 Pese a esto, el movimiento antiliberal volvió a adquirir al poco tiempo auge en distintas regiones del país. La debilidad del poder central, encabezado por García Granados, alentaba a la opo-sición.95 A principios de febrero de 1872 fue decretado el estado de sitio en la capital y en los departamentos orientales y suspendido el derecho de habeas corpus.96 A mediados del mismo mes todo parecía indicar que el gobierno provisional había vuelto a dominar la situación: “por lo menos lo que da a conocer ofi cialmente el Gobierno Provisional es que casi todos los rebel-des se les han rendido”, relataba Doeding. “Mientras tanto, se espera un nuevo levantamiento

90. Id. Augener a Bismarck, 9,6.1871.91. Id. Augener a Bismarck, 7,8.1871. 92. Id. Augener a Bismarck, 19.7.1871. 93. Id.94. DZA Merseburg, AA., 111, Rep. 14, No. 532, Doeding a Bismarck, 10.2.187295. Id.96. Id.

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para el mes entrante, y aún no es posible prever las dimensiones que el mismo pueda tomar.”97 Dos meses más tarde escribía la misma persona: “Mi temor expresado en el informe que tuve el honor de enviarle con fecha 16 de febrero del año en curso, en el sentido que se esperaba un nuevo levantamiento en los próximos meses, no fue confi rmado, felizmente. Sin embargo, aún no ha vuelto la confi anza, por lo que el comercio, como es natural, sufre apreciablemente y de esta manera, todo el país.”98 La guerra de Guatemala contra Honduras, un mes más tarde, no alentó al comercio, pese al “triunfo” guatemalteco. “La situación general de esta república no ha mejorado, la confi anza aún no ha retornado, y el comercio se encuentra por los suelos. Sin embargo, existe la esperanza que todo permanezca tranquilo por ahora, y que esto le dé un auge a todo.”99 La actividad de la oposición conservadora impedía, sin embargo, la consolidación del poder liberal. En agosto de 1872 se quejaba Doeding: “La situación general se encuentra des-graciadamente aún en tal estado, que es imposible pensar en el progreso del país.”100 Su informe de principios de diciembre del mismo año tiene el mismo tono: “En general no ha mejorado la situación política, los constantes retornos de los disturbios en el interior del país, pese a ser de poca importancia, no permiten que se imponga la confi anza, lo que ocasiona, naturalmente, que el comercio se encuentra por los suelos.”101 El informe de Augener del 21 de febrero del año siguiente presenta un panorama más sombrío aún de la difícil situación que atravesaban los comerciantes como consecuencia de las confrontaciones entre liberales y conservadores: “Na-turalmente que el comercio del país sufre terriblemente. Las ventas de los artículos europeos se han reducido a cero. De paso nos encontramos en plena época de la cosecha del café y debido a que mucha gente ha sido obligada a convertirse en soldados, los propietarios de plantaciones encuentran muchas difi cultades para efectuar sus cosechas.”102 La eliminación de García Gra-nados del poder y el establecimiento abierto de la férrea dictadura de Barrios fue visto con muy buenos ojos por los comerciantes extranjeros.103 La subida a la Presidencia de J. R. Barrios y la implantación de su dictadura, sin embargo, le provocaría aún muchos dolores de cabeza a los comerciantes. El primer “préstamo voluntario” a que se vieron sometidos éstos por parte de los liberales, se efectuó al poco tiempo de su toma del poder. Era generalmente sabido que los conservadores habían dejado vacías las arcas estatales, y hasta cierto punto fue comprendida la mala situación del gobierno provisional. Sin embargo, a un año de ejercer el mismo, no daba muestras el poder central de haber mejorado sus fi nanzas, Un impuesto por cabeza de habitante decretado encontró tanta resistencia de la población, según Doeding, que las autoridades no se atrevieron a cobrarlo.104

Durante la guerra con Honduras, a mediados de 1872, y mientras García Granados dirigía personalmente las acciones de guerra105, se hizo cargo Barrios temporalmente del poder central.

97. Id., Doeding a Bismarck, 16.2.1872. 98. Id., Doeding a Bismarck, 19.4.1872. 99. Id., Doeding a Bismarck, 16.6.1872,100. DZA Potsdam, A. A., No, 52610, Doeding a Bismarck, 4,8,1872.1101. Id., Doeding a Bismarck, 6.12.1872.102. DZA Metseburg, A. A. II, Rep. 6, No. 1581, Augener al A. A., 21.2.1873.103. Id., Augener al A. A., 29.9.1873.104. Id., A. A., III, Rep. 14, No. 532, Doeding a Bismarck, 10.2.1872.105. Para desgracia de Miguel García Granados, esta guerra no le había dado la oportunidad de demostrarle una

vez más al pueblo guatemalteco sus innatas dotes de estratega, tal y como él nos las pinta en sus “Memorias”. Doeding resume así la campaña hondureña de García Granados: “La guerra con Honduras tuvo un fi nal rápido y feliz, el 8 del pasado mes fue tomada Amapala –puerto en la costa del Pacífi co– por los salvadoreños, cor-tándosele así a Honduras por el fl anco, toda posibilidad de ayuda externa. Pocos días después se pronunció la

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Entre los decretos emitidos por éste en esta oportunidad hay uno que dispone no cancelar la deuda interna, tal y como había sido acordado por el régimen conservador, liquidando los documentos existentes (bonos) y proporcionándoles nuevos a sus poseedores, “cuyo pago tropezará en el futuro quizás con el mismo obstáculo, ya que no hay dinero para ello”.106 El decreto de Barrios despertó mucho descontento entre los comerciantes, debido a que entre los documentos declarados inválidos fueron incluidos también los emitidos a favor del “préstamo voluntario” solicitado por los liberales a los pocos días de arribar al poder,107 motivando la protesta formal de muchas de las casas comerciales extranjeras establecidas en el país.108 Ésta sin embargo, aún no había sido atendida muchos meses más tarde.109No cabe duda que el malestar de los extranjeros no conocía límites, acostumbrados como estaban, a ser ellos quienes dieran las órdenes. Es en esta época que Augener comienza a llamar a Barrios “hombre de color”, “temido”, “dictador que gobierna ilimitadamente sobre vidas y muertes”, “hombre que odia a los blancos”, etc., mientras que a García Granados le dedicaba adjetivos como “pobre hombre”, “viejo”, “decrépito”, “Presidente poco enérgico”, etc.110

Para poder tener en pie tropas que combatieran a las fuerzas conservadoras rebeldes, emi-tió el gobierno provisional otro decreto que hería directamente la bolsa de los comerciantes: un nuevo “préstamo voluntario”. Este consistía en 200,000 pesos que debían reunirse en un término de 10 días, pagaderos en un 80% al interés del 1% mensual, amortizables por medio del impuesto de aduanas, que sin más ni más fue elevado en un 25% para todas aquellas merca-derías de importación. “EI préstamo ‘voluntario’ ya ha alcanzado hasta hoy la suma de 100,000 Pesos, reunido en su mayoría entre las Casas extranjeras, que son aquí en el país las que tienen los mayores intereses.”111

La guerra de Guatemala con El Salvador de 1876 repercutió fuertemente en el comercio. “El comercio está sufriendo mucho aquí”, se quejaba Doeding a su Cancillería:

“no solamente, como consecuencia directa de la guerra sino que también debido a los decretos arbitrarios emitidos por el Gobierno, los cuales lesionan especialmente los intereses de los extranjeros. Esto ha provocado gran descontento entre ellos. Los puntos principales del decreto son: 50 centavos más por cada quintal de café a exportar, y 25% de aumento a los impuestos de aduana por todo aquello que sea importado. No solamente no se les ha dado un fi n a estos impuestos sino que el decreto entró en vigor el 14 de este mes, fecha en que fue emitido. Respecto al café es de anotarse que los propietarios de

ciudad de Tegucigalpa, siendo ocupada por las tropas de El Salvador. Estas últimas marcharon triunfalmente hacia adelante, encontrando muy poco o ninguna resistencia, ya que casi toda Honduras estaba cansada del dominio del presidente Medina. Éste huyó a Omoa, en donde se embarcó, y de esta forma terminó la guerra. Las tropas de Guatemala, bajo el mando supremo del Presidente provisional Miguel García Granados, llega-ron hasta Gracias, sin haber participado en ningún combate; ahí recibieron la noticia de la culminación de la guerra, marchándose a Guatemala de regreso, a donde llegaron el 9 de este mes.” Id., Doeding a Bismarck, 16.6.1872.

106. Id.107. DZA Potsdam, A.A., 52610, Doeding a Bismarck, 4,8.1872. 108. Id., Doeding a Bismarck, 6.12.1872.109. Id.110. Id., Augener al A. A., 21.2.1873. 111. Id.

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fi ncas ya se lo habían entregado a los exportadores y que éstos ya lo habían colocado, en su mayor parte, en los distintos puertos, para su embarque. El aumento del impuesto por exportación lesiona, pues, directa y únicamente a los exportadores, quienes no pudieron embarcar antes el producto, debido, en parte, a que precisamente en la época de trasladar el café, el Gobierno hizo soldados a los conductores de carretas y a los arrieros, ya pagados por los comerciantes, incautando y utilizando las mulas para sus propios fi nes. Aquellos comerciantes que recibieron de Europa, etc., limitados pedidos de café y los enviaron, sufren una pérdida directa de 50 centavos por cada quintal. Al-gunos sufren una fuerte pérdida por el 25% de aumento de aduana a las importaciones ya que cargas de barcos se encuentran en camino desde hace meses, y que quizás no hubieran sido pedidas de haber sabido los propietarios lo del aumento. No solamente que hacen mal negocio en época de guerra con sus mercaderías, sino que ahora, por las mismas, deben pagar extra. La pérdida en ambos casos toca especialmente a los alemanes, en cuyas manos se encuentra aquí el comercio. Estos, juntamente con muchos extranjeros, han hecho un memorial al Gobierno, en donde solicitan una modifi cación del decreto. Hasta ahora no se ha obtenido respuesta. Los extranjeros han hecho por el régimen todo lo que éste ha pedido; se han hecho préstamos voluntarios, entre ellos el de principios de este mes, que para comenzar ha sido de 130,000 dólares y ahora el régimen en agradecimiento les coloca toda clase de obstáculos en el camino, arruinando poco a poco totalmente el comercio. Los comerciantes nativos, cuando se oponen, son hechos soldados, y los extranjeros que hacen lo mismo son vejados y molestados de alguna forma indirecta. En épocas en que nada está asegurado, sería muy de desear que alguna vez se hiciera una intervención enérgica para proteger a los alemanes y sus propiedades. A este fi n contribuiría mucho la visita a nuestro puerto de un barco de guerra. Los barcos de guerra de las otras naciones se aparecen aquí de vez en cuando. Ya hace tiempo que abrigamos el deseo de ver también nuestra bandera en el puerto y esperamos que el mismo sea pronto satisfecho, ya que como digo, en las manos de los alemanes se encuentra aquí el comercio, cuya protección es necesaria. En caso que el decreto no sea modifi cado, protestarán los comerciantes extranjeros ante sus respectivos cónsules, ya que el mismo es visto, desde todos los ángulos, como ilegal.”112

Doeding tenía motivos más que sufi cientes para estar enojado por el Decreto del 14 de marzo: él era en ese entonces el mayor exportador de café de Guatemala.113 La protesta eleva-da por él, en nombre de los comerciantes alemanes, ante el gobierno liberal, le hizo entrar en confl icto directo con José María Samayoa, ministro de Fomento del régimen y uno de los más altos representantes de la burguesía liberal guatemalteca. Éste acusó a Doeding de utilizar y encubrirse tras el cargo de cónsul del Imperio alemán, para proteger sus negocios, haciéndole saber que el gobierno guatemalteco solicitaría del gobierno alemán su relevo como diplomático, Doeding, inquieto por el cariz que había tomado el asunto, se apresuró a referir a su gobierno que Samayoa lo había ofendido a él personalmente y a la Representación del Imperio alemán, en un intento por forzar a esta potencia a una intervención, agregando al fi nal de su nota: “Nosotros

112. DZA Merseburg, A; A., Rep. 81, C. P. Vol. 692, Doeding al A. A. 19.3.1876. No es exacta la afi rmación hecha por Doeding, en el sentido que los impuestos habían sido decretados “sin ningún fi n”. Roberto Díaz Castillo op, cit., Pág. 187, anota que el Decreto No. 151 del 14.3.1876, fue emitido “para sostener al ejército que se ha movilizado”.

113. DZA Potsdam, A.A., No. 52610, Doeding al A.A., 24.4.1876.

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los extranjeros somos aquí envidiados y odiados, porque salimos adelante a costa de nuestro trabajo.”114 El gobierno alemán tomó muy en serio la disputa Doeding-Samayoa, encargándole al diplomático de carrera Werner Von Bergen, ya en vías de viajar a Guatemala115, averiguar todo lo relacionado con el caso.116 A su llegada a Guatemala informó Von Bergen a su Cancillería, que Samayoa no había intentado ofender a Doeding ni al Consulado alemán. “Todo se redujo a un intercambio de ideas entre Doeding y Samayoa, que quizás subió de tono”, escribió el diplomático.117 El decreto del 14 de marzo no fue modifi cado, Doeding no fue relevado como representante del consulado alemán y Samayoa tuvo que abandonar Guatemala al poco tiem-po, debido a disputas con Barrios. “Según la creencia general, obedeció al deseo de salvar su vida”, refi rió Von Bergen.118 El Gobierno alemán estaba muy compenetrado de los problemas que confrontaban los comerciantes extranjeros en Guatemala, especialmente los alemanes. Fiel a su política de apoyar a sus ciudadanos y a todas las inversiones de capital alemán en ultramar, estaba muy interesado en celebrar un Tratado de Comercio y Navegación con Guatemala, para así tener una base legal sólida, que le permitiera intervenir en el país, diplomática y militarmente de ser necesario, en un momento dado. Este Tratado no fue fi rmado sino hasta 1887, después de haberse puesto en práctica, por parte de Von Bergen, toda clase de maniobras políticas y argucias diplomáticas, y de vencerse y aplastarse la oposición de la burguesía guatemalteca.119

Si hemos de creerle a Doeding, el año de 1876 no fue un año fácil para los comerciantes. Según él, aún a principios de año había esperanzas de que el negocio de importación fuera bueno. La guerra, en marzo, contra El Salvador vino a demostrar lo contrario. La guerra no solamente paralizó las transacciones comerciales sino que los gastos gubernamentales obligaron al Banco Nacional a aplazar la reversión de sus billetes puestos en circulación. Los diversos empréstitos en forma de “préstamos voluntarios” paralizaron el comercio, la desconfi anza aumentó con cada día que pasaba, ventas al contado y al crédito fueron realizadas en muy pequeña escala debido a que la mayoría de las casas comerciales no aceptaban los billetes de banco como medio de pago.

“los capitalistas guardaron su dinero y el dinero contante en circulación fue llevado en su mayor parte por los soldados, como salario al Salvador, en donde los comer-ciantes establecidos allá hicieron el gran negocio. Después que la guerra fue fi nalizada con éxito para Guatemala no se le exigió al Salvador contribución alguna, habiendo Guatemala pagado ella misma sus gastos de guerra. De esta forma se quedó el dinero de aquí en El Salvador. Lo que aquí ha causado muchos daños a los comerciantes es el hecho que muchas mercancías son traídas de contrabando de El Salvador, debido a que allá los impuestos de importación son menores que aquí, siendo éstos en esta República cada año más elevados. Desde marzo de 1876 se elevaron en un 25%, de tal forma que para muchos artículos han aumentado en los últimos años en un 100%. Vinos y espirituosos pagan un impuesto muy elevado, aun que todos los artículos en general han sido afectados. Sin embargo, la importación no ha disminuido, aunque la

114. Id.115. Ver a este respecto el trabajo del autor, actualmente en preparación, “Werner von Bergen, un diplomático

alemán en Guatemala, 1876-1897”.116. DZA Potsdam, A.A., No. 52610, Bülow a Bergen, 18.6.1876.117. Id.118. Id. A.A., No. 12435, Bergen a Bülow, 14.10.1876.119. Ver al respecto el trabajo del autor: “El Tratado de Comercio y Navegación de 1887 entre Guatemala y el

Imperio Alemán. Un Estudio crítico.” Actualmente en preparación.

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ganancia de los comerciantes sí ha sido afectada, debido a que el alza de los precios de venta para el público no ha estado en relación con el de los impuestos. Los costos de embarque y otros son los mismos de 1875, con la diferencia que ahora debe ser pagado todo en plata, ya que los billetes de banco varían desde hace tiempo de 10 a 18% menos de su valor nominal en relación con la plata.”120

El negocio de exportación parece haber sido mejor. Doeding refi ere que los precios del café en 1876 fueron superiores a los de 1875: “los precios permanecen altos, 17 pesos por quin-tal de 100 libras españolas, colocado en la plantación, lo que es igual a 18 dólares colocado a bordo, igual a 92 Pfennigs por libra alemana colocada en Bremen y Hamburgo. Sin embargo, no fueron pagadas partidas grandes, la cantidad principal de la cosecha fue pagada a 16 Pesos en la plantación. Los precios altos del café en los últimos años tienen su causa en que han lle-gado compradores de California, quienes han vuelto “locos” a los plantadores, que han subido los precios. Las informaciones y noticias provenientes de Europa eran tan contradictorias que nadie sabía qué precios pagar por el café. La cochinilla fue pagada en 1876 a 50 dólares por la ‘segunda’.”121

A mediados de 1877 fueron emitidos diversos decretos que lesionaban nuevamente los intereses de los comerciantes:

a) obligación de aceptar la circulación de los billetes emitidos por el Banco Nacional antes de su quiebra, en 1876;

b) aumento al impuesto de exportación de café y a los productos de importación.

Para pagar estos impuestos fueron aceptados los llamados “Vales de la deuda convertida”, que en esta época a cambio de plata, podían adquirirse a un 50% de su valor nominal. Sin duda, lo que más afectó a los comerciantes fue la obligación de hacer un nuevo “préstamo voluntario”. Esta vez se exigieron 500,000 Pesos. “Todo aquel que no haga el pago puntualmente debe pagar el doble de lo que se le solicitó inicialmente, y esto, en el plazo de 3 días”, informaba Doeding.122 El mismo Von Bergen se mostraba bastante molesto por las disposiciones guatemaltecas, espe-cialmente por el empréstito exigido. Ya de Berlín le habían llegado instrucciones en el sentido de no hacer reclamaciones en caso que los súbditos alemanes residentes en Centro América fueran sometidos a impuestos de guerra, debido a que al no existir ningún tratado suscrito entre el Im-perio alemán y los países centroamericanos, no había base legal para reclamar derechos de los comerciantes alemanes.123 “Esta instrucción se refi ere únicamente a impuestos de guerra, o sea, evidentemente al concepto “impuesto” en el sentido europeo de la palabra”, fue el comentario

120. DZA Potsdam, A.A., No. 12435, Doeding al A.A., 16.6.1877.121. En 1875 fue pagada la cochinilla primera a 80 dólares el Zurrón de 150 libras y a 70 dólares la segunda, “o

sea, a 86 dólares y a 76 dólares a bordo, igual a 1 Marco 10 Pfennigs por libra alemana en Alemania. El alza tiene su motivo en los buenos informes de Alemania, que mencionan nuevas modas prometedoras de mayor consumo. La cochinilla negra madre fue pagada a 90 dólares el quintal de 150 libras españolas. El caucho (hule) exportado es pagado en el puerto a 20 dólares el quintal de 100 libras, o sea, a 20.70 dólares colocada a bordo, igual a 1.12 Marcos por libra alemana en Hamburgo o Bremen. El precio de pieles secas de buey o vaca en el puerto es de 8 dólares por 100 libras españolas, o sea, a 11 dólares a bordo. La piel de venado cuesta en el puerto 20 centavos la libra española. La mayor parte se va a Nueva York y no a Alemania” Id.

122. Id. Doeding al A. A., 12.6.1877.123. Id. A. A., Bergen, 17.9.1876.

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de Von Bergen. Para él había una gran diferencia entre lo que se entendía en su cancillería como impuesto de guerra y el “préstamo voluntario” que se exigía en Guatemala a sus connacionales comerciantes y propietarios de plantaciones: “El préstamo forzoso del 26 de mayo del presente año (...) no puede ser defi nido como contribución de guerra o prestación de guerra sino que fue un empréstito forzado o prestación forzosa, aún” cuando se pudiera comprobar que fue utilizado para cubrir el resto de los gastos.”124 Von Bergen relata la secretividad con que eran llevadas a cabo las exacciones: no se conocía el nombre de las personas que debían hacer el empréstito, ni la cantidad de dinero que les exigía el régimen:

“a pesar de que la cantidad máxima del último empréstito fue fi jada en 500,000 Pesos, se ha comprobado que solamente en la Capital fueron pagados más de 800,000 Pesos. De aquí se deduce una utilización arbitraria de estos fondos, según el bon plaisir del Dictador, quien no da cuentas a nadie, ni siquiera al Ministro de Finanzas, acerca del objeto de sus gastos. La cantidad de la prestación, no se rige según principios, no es impuesta por persona, por ingresos o por fortuna. La suma a pagar es fi jada por el Dictador según su estado de ánimo. Como ilustración aquí, que sirva el hecho que una persona honorable tiene que pagar 50,000 Pesos, debido a que el Dictador averiguó, gracias a la punible indiscreción de un notario, que aquel individuo había destinado, testamentalmente, la mayor parte de su fortuna para obras de benefi cen-cia en Nueva York. La elección de las personas sobre quienes recae la prestación forzosa es motivada, fuera de las causas fi nancieras, por consideraciones políticas y personales. Los amigos del Presidente permanecen liberados. Un préstamo forzoso, en Guatemala, se caracteriza como un estigma a algunas personas bajo la apariencia de una” acción legal e incontrolable en su cantidad y en su utilización.”125

El decreto del 18 de junio de 1877, por medio del cual se prohíbe la importación y venta de licores, signifi có un duro golpe para aquellos comerciantes que hasta entonces habían obte-nido espléndidas ganancias, introduciendo al país vinos falsos con etiqueta cambiada, y que en calidad de legítimos eran vendidos a altos precios. “El decreto ha causado mucha sensación”, refería Doeding, “ya que le arrebatará la existencia a algunos comerciantes, especialmente a alemanes.”126 Fue mayor aún el enojo de los afectados al decidir el régimen adquirir los licores en poder de las casas comerciales, pagando por ellos el equivalente de lo desembolsado por sus propietarios.

“Todo el arte del gran comerciante consiste en comprar barato por medio de sólidas relaciones, poseer bajos precios de factura y disminuir al máximo los gastos extra, especialmente haciéndose enviar grandes cantidades de productos en barcos de vela contratados para el efecto. El modo de compra decretado por el gobierno es arbitrario, injusto, queda muy atrás del precio de venta, y se presenta como una exacción de capital de modo forzado, como un robo de la propiedad privada bajo la apariencia de una medida legal.”127

124. Id. A. A., No. 12436, Bergen a A. A., 5.8.1877.125. Id.126. Id. A.A. No. 12435, Doeding, al A.A., 20.6.1877.127. Id. A.A., No. 12436, Bergen a Bülow, 17.12.1877. 129. Id., A.A., No. 12435, Bergen a Bülow, 19.7,1877.

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Precisamente en esta época, uno de los mayores problemas que tenían ante sí los comerciantes extranjeros era la fuerte oposición que contra su actividad en el país ejercían los representantes de la burguesía comercial guatemalteca. Se rumoraba que todos aquellos extranjeros que poseyeran tierras (¡y eran la mayoría!), serían declarados por el Congreso de la República ciudadanos gua-temaltecos después de cinco años.128 En calidad de guatemaltecos no podían solicitar protección y la intervención de los representantes diplomáticos residentes en el país con el fi n de solucionar sus constantes confl ictos con el régimen. Casi a diario aparecían escritos de prensa en donde se atacaba duramente a los extranjeros, Von Bergen se quejaba a su Cancillería que Lorenzo Montúfar, ministro de Relaciones Exteriores, era uno de los principales redactores de estos ar-tículos.129 Protestas del diplomático alemán ante el dictador liberal dieron como resultado que Montúfar declarara que lo aparecido en la prensa era su opinión personal.130 Según Barrios, su actitud personal de protección a los intereses de los extranjeros motivó que la oposición cons-pirara para derrocarlo.131 Sea como fuere, la agitación política, que culmina con la detención de numerosos opositores al régimen y el fusilamiento de algunos de ellos es dañina a los intereses de los comerciantes. “Las lamentables condiciones que imperan en el país”, escribía Von Bergen a fi nes de 1877 a su Cancillería, “producen una intranquilidad general y un estancamiento en el movimiento comercial, el cual ya antes, en gran parte, había llegado a su paralización.”132

La situación política por la que atraviesa el país parece estar acorde con la permanente mala situación de las fi nanzas del Estado. Con motivo de la derogación del decreto que prohibía a personas particulares la importación de licores, escribe el diplomático:

“Como causa para esto último [la derogación del decreto arriba mencionado, J.C.C.] se dice que varias personas que se dedican al comercio de licores, solicitaron urgente-mente la derogación del decreto anterior, citando motivos que merecen consideración. El motivo probable debería buscarse, sin embargo, en las agotadas cajas estatales, que hacen imposible las compras en dinero contante, de los licores existentes en el país y de aquellos que están por llegar. Otro modo de compra, sin embargo, difícilmente encontraría aceptación.”133

A mediados de 1879 son elevados nuevamente los derechos de importación en un 25%, debiéndose éstos pagar en metálico. En un despacho al Ministerio de Relaciones Exteriores ale-mán hace ver Von Bergen que en Guatemala ha aumentado considerablemente el contrabando, provocado por las altas tarifas aduaneras que rigen en el país.

“Con las altas tarifas existentes hasta ahora, ya se había convertido el fraude en una necesidad hasta para los importadores más honrados. No de dudar que el aumento a los impuestos de importación en un 25% moverá en medida más grande el engaño de las autoridades. Igualmente tomará mayores proporciones el contrabando en la frontera con El Salvador, que ya alcanzaba para suplir con mercaderías ambos departamentos fronterizos. El decreto de aumento es solamente atribuible al total agotamiento de

128. Id.129. Id.130. Id. A.A. No. 12436, Bergen a Bülow, 19.11.1877. 131. Id.132. Id133. Id. Bergen a Bülow, 24.3.1878.

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las cajas estatales y a la poca experiencia fi nanciera del actual ministro del ramo. La medida ha dado ya como primer resultado el envío telegráfi co de una gran cantidad de contraórdenes de pedidos de mercancías.”134

Posiblemente la misma debilidad económica del régimen, que menciona anteriormente el diplomático alemán, hace que aquél decrete un nuevo empréstito de 500,000 pesos.135 Estas nuevas medidas del gobierno liberal ponen en evidencia el confl icto existente entre éste y los comerciantes extranjeros; confl icto que llega a su más alto grado de agudización, al decretar el régimen, en diciembre de 1879, la emisión de los llamados “bonos de la deuda interior”, y que convierten todos aquellos documentos de crédito, emitidos con anterioridad por las autoridades liberales, en una sola clase de bonos. Von Bergen informa a Berlín que 49 casas de comercio extranjeras, establecidas en la capital de Guatemala, se dirigieron a los representantes de las potencias extranjeras, solicitándoles protección contra “un decreto” emitido por el gobierno guatemalteco el 12 de diciembre, y por medio del cual se ven obligados a pagar derechos de aduanas más elevados, por mercaderías almacenadas en las bodegas de la aduana, y que habían ingresado al país cuando el derecho de importación era menor.136 La situación en Guatemala es resumida por el diplomático alemán en varios puntos aclaratorios dirigidos a su Cancillería, como sigue:

Motivación de la solicitud de los comerciantes extranjerosHasta la publicación del decreto del 12 de este mes debieron ser pagados los impu-estos de importación, en base a los contratos de préstamo sancionados por medio de los decretos del régimen del 10 de mayo de 1878, 21 de febrero de 1879 y del 21 de julio de 1879, de la siguiente manera:

50% en bonos del empréstito del 10 de mayo de 187815% en bonos del empréstito del 21 de febrero de 187935% en bonos del empréstito de1 21 de julio de 1879————total: 100%

Un pago en metálico o en otros efectos estaba descartado por aquellas disposiciones jurídicas.

Los bonos del empréstito primeramente mencionado contienen además las siguientes adiciones: no debe aceptarse en pago de los mencionados 50% ni dinero, ni ningún otro crédito público que ya haya sido emitido o que esté por emitirse. Según esto, para el pago del impuesto, todas las casas de importación estaban obligadas a procurarse estos documentos estatales. La mayor parte de ellas, con tal de no ser vistas como ‘enemigas del régimen’ se sintieron obligadas a participar en los empréstitos. Por otra parte, el mercado de estos billetes estribaba solamente en la forma y manera de su utilización, especialmente para pagos de aduanas, y en la confi anza que el gobierno cumpliría

134. Id. A. A., No. 12437, Bergen al A. A., 19.6.1879. 135. Id. Bergen al A. A., 30.7.1879 (Decreto del 27.7.1879).136. DZA Potsdam, A. A., No. 12438, Bergen al A. A., 27.12.1879.

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obligación ceremoniosamente adoptada de aceptar solamente determinados papeles, por un específi co porcentaje de la cantidad del impuesto de aduana. Por medio del decreto del 12 de diciembre es cambiada toda la situación de derecho. El Gobierno rompió los tres contratos de empréstitos, en cuanto solamente permite la aceptación de los bonos para un 40% de la cantidad del impuesto de aduana a pagar. Los papeles han caído por ahora al 50% de su valor nominal, desvalorizados por este acto de poder. El régimen ha roto los contratos, y elevado al mismo tiempo, de hecho, la tarifa de aduana en un porcentaje importante, el cual calculan los comerciantes en su solicitud en un 34%. El decreto ejerce una fuerza retroactiva a las mercancías almacenadas en los edifi cios de aduana debido a que entra en acción el día de su publicación. Fuera de estos principios jurídicos generales que hablan a favor de la división de los comerciantes se hace ver que el extraordinariamente fuerte período de lluvias de este año ha hecho completamente intransitables los caminos. Los comerciantes han querido señalar aquí, que por culpa del régimen, que ha utilizado ‘en otra forma’ los fondos destinados a la preservación de los caminos, ha cesado el transporte de mer-cancías del puerto. El comercio de mercancías decaerá por algunos meses por culpa del régimen. Esto signifi ca para los comerciantes una doble pérdida: 1. pérdidas de intereses, 2. impedimento de venta, o sea, atraso en recibir el capital que representan los bienes; ya que los comerciantes deben enviar éste a los fabricantes o casas de comisión de Europa, quienes no consideran el buen o mal estado de los medios de comunicación en Guatemala. Debido a que poca parte de los comerciantes dispone de importantes capitales, debe pagar las mercancías recibidas después de venderlas en el país. Esto signifi ca que un atraso de tres meses en llegar las mercancías del puerto a la capital representa si no un peligro por lo menos una fuerte pérdida para el pequeño comercio. En este momento crítico impone el régimen el decreto del 12 de diciembre, aprovechando la situación creada por su culpa, el amontonamiento de una gran cantidad de mercadería en la aduana del puerto San José, para recargar a los comerciantes con un aumento de impuestos. Este repentino aumento de impuestos le quita completamente la base comercial a los negocios, haciéndole al comerciante perder toda la ganancia.

Pérdida de las Casas de Exportación

Desde el 15 de septiembre de este año fue aumentado en un Peso 50 centavos el im-puesto de exportación de cada quintal de café, el cual debe ser pagado con un bono de exportación. Los exportadores han tenido que conseguir los bonos exigidos, debido a que la cosecha de café se encuentra actualmente en marcha y en parte ha terminado, habiendo ya comenzado la exportación. Por ejemplo, la casa alemana Hockmeyer y Cía. tuvo que comprar bonos de exportación para cubrir los impuestos de 20,000 quintales de café a exportar. Esta casa comercial debe pagar aún 8,000 pesos (32,000 marcos) por concepto del último empréstito forzoso, y es de preguntarse si estará en capacidad de cumplir este doble compromiso.

Daños directos e indirectos al comerciante

Es muy difícil calcular matemáticamente las pérdidas y daños totales que el mencio-nado decreto le ocasiona a las casas comerciales establecidas en el país. La pérdida

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actual de 10 Casas alemanas, ocasionada por la desvalorización de los bonos de importación, y que hicieron la cuenta a petición mía, se calcula en conjunto aproxi-madamente en 110,000 marcos imperiales. Es de aclararse que el repentino aumento del impuesto introducido infl uenciará también en el próximo pago de impuestos y que de esta forma las pérdidas se elevarán considerablemente más. Las condiciones del mercado local no permiten una correspondiente alza de precios, debido a la extraordinaria fuerte concurrencia. Mucho más grande es el daño indirecto que la medida del Gobierno causa al comercio, ya que la inestabilidad de las condiciones locales hacen perder la confi anza: de las casas de comisión y fábricas europeas, lo que repercute en las relaciones de crédito hacia las Firmas establecidas en Guatema-la. Una parte considerable de los comerciantes extranjeros, a pesar de las pérdidas sufridas, por miedo al régimen nativo, se cuidará mucho de hacer protestas directas, limitándose a fi rmar la mencionada “solicitud de protección” a los “Representantes extranjeros”, en esta situación se encuentran por ejemplo las 8 Firmas francesas. “Debido a que la mayor parte del comercio en la República se encuentra en manos alemanas y españolas, serán los comerciantes de estas ambas naciones los que más daños sufran por las repercusiones del decreto.

Motivos del decreto e intenciones posteriores al régimen.

De la motivación del decreto por parte del mismo régimen es fácil de observar que éste fue provocado solamente por la falta de dinero originada de la mala economía fi nanciera. Para hacerlo aceptable entre los comerciantes amenazó el Gobierno con realizar empréstitos forzosos, en caso que los comerciantes no estuvieran dispuestos a aceptar el decreto.

Para alejar a los Representantes de las Potencias extranjeras de una intervención a favor de sus conciudadanos, amenazó también el régimen, indirectamente, con no pagar durante 2 años sus deudas. No puede negarse el hecho que el Gobierno no tiene ni un centavo, encontrándose en la situación de un comerciante próximo a la quiebra. Si bien la República como deudora, debido a su soberanía, no puede ser perseguida judicialmente por sus acreedores, (…) pueden éstos constatar cuál es la causa de esta situación fi nanciera de incertidumbre. La misma no se debe en ninguna forma a acontecimientos extraordinarios, a una Vis Major de cualquier clase, sino en el sistema del régimen dictatorial de ver los ingresos estatales como dominios privados; en la dilapidación del Dictador a favor de sus paniaguados; al pago de espías; al apoyo del régimen de Honduras, para ejercer también en aquella República una infl uencia dominante; en la acumulación de grandes riquezas por parte del Presidente y sus ministros. Se ha hecho la cuenta que el Jefe de Estado y sus paniaguados, han utilizado con fi nes personales 32.000,000 de Marcos en 8 años, a pesar de los limitados medios del país. Bajo estas circunstancias, es fácil notar que los comerciantes en esta república, la mayor parte de los cuales son extranjeros, son extorsionados por individuos colocados a la cabeza del Ejecutivo, bajo el pretexto de una crisis fi nanciera del Estado. Hasta donde se puede entrever, el decreto del 12 de este mes le posibilitará al régimen un ingreso de 1.600,000 Pesos en los próxi-mos seis meses: 400,000 Pesos por concepto de impuestos de exportación de café y 1.200,000 por impuestos de importaciones. Después de ese período se encontrará

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la caja estatal nuevamente vacía, y no es improbable que sean nuevamente tomadas medidas extraordinarias, a menos que le hagamos presión al régimen…”137

Los comerciantes no únicamente solicitaron la protección de los diplomáticos resi-dentes en el país, como afi rma Von Bergen, sino también dirigieron una nota al mi-nistro de Finanzas, Barrundia, con el fi n de que éste, considerado el segundo hombre fuerte en el país, infl uyera sobre Barrios y se lograra la derogación del decreto del 12 de diciembre.

“El gobierno de este Estado, emitió un decreto el 17 de junio de este año, según el cual fue aumentado en un 25% el impuesto de importación. Debido a que este decreto no entraría en vigor sino hasta pasado algún tiempo, que alcanzaba para permitir la introducción de artículos extranjeros sin tener que pagar los nuevos impuestos, nos apresuramos: hacer importantes pedidos, tal y como el resto de comerciantes [se refi eren probablemente a los comerciantes nativos, J. C. C.]. Es sabido que las lluvias torrenciales de este año destruyeron en tal medida el camino al Puerto San José, que el transporte fue interrumpido. Ambas circunstancias motivaron que nuestra considerable cantidad de mercaderías se acumulara durante estos meses en los edifi cios de aduana, y que tuviéramos que hacer grandes sacrifi cios para cubrir nuestro crédito en el extranjero. Para poder recibir de la aduana las mencionadas mercancías debíamos pagar los impuestos de importación que privaban en la época en que fueron introducidas las mercaderías al país. Esta disposición corresponde exactamente al artículo 114 de las Ordenanzas sobre Puertos e Impuestos del 25 de enero pasado. Así lo determina también la enseñanza de derecho general, el cual le niega fuerza retrospectiva a las leyes.

Lo mismo reconoció el Gobierno al fi jar plazos para la puesta en vigor de disposi-ciones en que se realizaron cambios en las condiciones de pago. Precisamente es esto lo que vivifi ca el crédito público y privado, cuya verdadera base consiste en la exactitud de las cuentas, y que no puede existir cuando son cambiados los impuestos, para desventaja de mercaderías que ya se encuentran en el territorio de Guatemala. Es sabido que el Gobierno, con el objeto de procurarse medios monetarios, se vio obligado en distintas épocas a cerrar contratos y a emitir bonos estatales que fueron aceptados en pago de impuestos de importación. Hasta el 11 de este mes fueron elevados todos los impuestos en los siguientes bonos:

50% en bonos del contrato “del millón”, cerrado el 1º. de mayo de 1878;15% en bonos del contrato del 21 de febrero de 1879;35% en bonos del contrato del 21 de julio de 1879.

Se dice que con estos bonos pueden pagarse los impuestos de importación, sin que una ley emitida más tarde pueda elevar la amortización. Debido a que estábamos muy in-teresados en poder continuar con nuestro negocio y a que teníamos una profunda con-fi anza en el Gobierno, nos apresuramos a comprar aquellos bonos que jurídicamente eran necesarios para la importación de nuestras mercaderías. Aquellos de nosotros

137. Id.

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que fi rmaron estos contratos, no lo hicieron debido a la bonifi cación prometida, tal y como se expresó un órgano ofi cial, sino que movidos por nobles sentimientos: por el deseo de servir a la República, que es el apoyo del orden público, a cuya sombra vive el comercio y con cuyo bienestar y normal desenvolvimiento caminan nuestros intereses mano a mano; para corresponder los repetidos llamamientos de los miembros del Gobierno y de sus leales amigos que dominaban en el gabinete; para afi anzar y reforzar la confi anza que siempre ha merecido el gobierno del General Justo Rufi no Barrios. Esta era la situación de cosas al emitir el Gobierno el decreto el 12 de este mes, con el deseo de hacerse de medios monetarios y sin preguntarles a los comer-ciantes, tal y como lo había hecho en ocasiones semejantes, y lo cual produjo una justifi cada intranquilidad. Por medio de éste serán transformados todos los bonos, incluyendo el arriba mencionado, en uno nuevo, llamado “de la deuda interna”. Estos nuevos bonos serán amortizados desde el día de su emisión con el 40% del impuesto de importación marítimo, mientras que 60% deben ser pagados en moneda contante. El artículo 5 del decreto fi ja el día de la fi rma del mismo como fecha para su entrada en vigor, abarcando mercancías que fueron importadas bajo leyes más livianas. Es claro que la disposición que cambia la forma y modo de los pagos reduce el mercado de los mencionados bonos y documentos estatales, elevando de hecho los impuestos, tal y como se trasluce de la siguiente cuenta: cada 100 Pesos de los impuestos de mar que eran pagados en aquellos contratos, signifi caban en realidad para los comerciantes un desembolso de 87.70 Pesos. Según las nuevas disposiciones serán amortizados solamente el 40% de estos 100 documentos estatales. Sin embargo los comerciantes ya se habían hecho de documentos estatales para pagar toda la cantidad requerida del impuesto, debiendo ahora vender los 60 restantes, recibiendo por ellos solamente el 50% de su valor nominal o 30 Pesos en moneda metálica, de tal manera que para poder pagar la totalidad del impuesto, necesitan otros 30 Pesos, lo que en realidad signifi ca que el impuesto sobre capital efectivo ha sido elevado en un 34%...138

La petición de los comerciantes fue rechazada por Barrundia. Un órgano de prensa ale-mán diría años más tarde que los “colosales” impuestos de importación de la época de Barrios le hicieron imposible a los comerciantes extranjeros efectuar algún negocio de importancia. “Las elevadas tarifas daban motivos para toda clase de ilegalidades. Aquel que pagaba todo el impuesto estaba arruinado desde un principio.”139 Menciona el diario en cuestión que los co-merciantes nativos, para poder eludir el pago de los impuestos exigidos por el régimen, habían adoptado la costumbre de aliarse a Barrundia para poder introducir mercancías al país, pagando así impuestos bastante reducidos, siendo ésta la mejor posibilidad que tenían, de poder concurrir con los comerciantes extranjeros.140 En estas circunstancias, hubiera parecido muy extraño que fuera precisamente Barrundia quien se encargara de solucionar el problema que confrontaban los extranjeros. Los diplomáticos extranjeros, pese a la actividad de Von Bergen, no lograron ponerse de acuerdo para actuar conjuntamente ante lo que ellos consideraban “lesiones” a los comerciantes extranjeros. El motivo de esto debe atribuirse a los intereses antagónicos que las potencias extranjeras tenían en Guatemala, y que no les permitía adoptar con el Imperio alemán una actitud en común.

138. Id. solicitud de 49 fi rmas comerciales establecidas en ciudad Guatemala a ministro de Finanzas, 16.12.1879.139. Id. A. A., No. 12441, Weser-Zeitung del 30 de junio de 1885, No. 13834.140. Id.

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“Los intereses comerciales de las distintas potencias no son en Centroamérica, en ninguna forma idénticos, por el contrario, posiblemente en pocos puntos de la tierra se lleva a cabo tan marcada lucha de intereses como la que se desarrolla actualmente aquí. Los Estados Unidos de América intentan dominar política y comercialmente a los cinco Estados, utilizando todos los medios que se encuentran en su poder, siendo ayudados en esta tarea por la miopía de los hombres de Estado de la región. Debido a que entre los comerciantes apenas si hay alguno que pertenezca a aquella nación, no cabe duda que correspondería a los intereses de los Estados Unidos ver destruido el poder económico de todos los comerciantes extranjeros, para, de su ruina, poder erigir un nuevo edifi cio. En Guatemala no existe ninguna Firma inglesa específi ca, de tal manera que los decretos fi nancieros tocan los intereses de Gran Bretaña solo indirectamente, y el actual Representante interino de esta potencia saludaría con especial satisfacción el cese del considerable comercio alemán… Son, pues, en Centroamérica en sentido político-comercial e industrial, los Estados Unidos de América y Gran Bretaña, los mayores enemigos de los intereses alemanes y no debe contarse, de ninguna manera, con una futura labor conjunta con estas potencias, por más que la misma sea de desear. Aún cuando me había sido posible, a costa de grandes esfuerzos, mover a mi colega inglés a informar a su Cancillería en el mismo sentido que yo lo he hecho [Von Bergen exigía de su gobierno una actitud enérgica frente a las medidas guatemaltecas que vulneraban los intereses de los comerciantes alemanes. J. C. C.], le fue indicado por su gobierno, en correcto conocimiento del verdadero estado de cosas, mantenerse alejado de toda intervención a favor de los poseedores de bonos. El Encargado de Negocios de Francia no ha recibido hasta ahora instrucciones de su gobierno; el Cónsul General de España ha sido instruido, en caso dado, a actuar en conjunto con los representantes de las otras potencias, ya que consideran “inadmisibles” los decretos fi nancieros.

Las instrucciones para el Encargado de Negocios de Italia me honro muy humilde-mente en enviarlas en copia adjunta. De las mismas sobresale que el gobierno ital-iano entiende el presente caso como una cuestión de principios, caracterizando la conducta observada por Guatemala como “inverso é pericoloso” y encargándole al Representante no solamente apoyar las reclamaciones “che a questo proposito venis-sero fatti da alcuno dei nazionali”, sino que también “ad associarti in ogni caso alle dichiarazioni o proteste colletive che, nell interesse comune del commercio, si vobes-sero fare a questo proposito dai rapprensantanti delle altre Potenza”. Las amenazas por parte del régimen, de una suspensión de pagos por dos años mencionadas en No. 5 del Informe del 27 de diciembre del año pasado, No. 119, han sido puestas de nuevo a circular desde hace 6 semanas, y es de suponerse que esta medida no ha sido puesto en práctica hasta hoy únicamente debido a que se teme una protesta de los gobiernos europeos, y en especial, una intervención de Alemania.”141

No pocas de las fi rmas establecidas en el país, entraron en crisis fi nancieras como resulta-do de la política seguida por el régimen liberal respecto al comercio y a la caída de los precios del café en los mercados extranjeros a principios de la década del ochenta, llegando algunas de ellas a la completa quiebra.

141. DZA Potsdam, A. A., No. 124381-Beraen al A. A., 22.7.1880.

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La desvalorización del café en el extranjero redujo el poder de adquisición de mercancías por parte de aquellas casas comerciales que poseían poco capital de reinversión y créditos a corto plazo en Europa, compromisos estos últimos, que determinaron el fracaso de futuras tran-sacciones. La mala situación por la que atravesaba el comercio, movió a Von Bergen a tratar el asunto con muchos comerciantes alemanes y a pedirle a algunos de ellos que le refi rieran por escrito las causas de aquélla.142

“No puede negarse” [informábale uno de ellos] “ que el comercio de la República está atravesando un difícil estadio, que desde hace aproximadamente 8-9 meses no deja de ser semejante a una crisis, y cuyo fi n es imposible prever. El país, como usted sabe, tuvo que sufrir el año pasado heladas nocturnas en distintas ocasiones, inundaciones, etc., y si esta clase de accidentes tiene siempre infl uencia desventajosa sobre un país cuya riqueza total se basa en la agricultura, cuál no será el caso si como precisamente ahora, el café, principal producto del país, sufre una coyuntura tan poco favorable, encontrándose el precio en continua caída. No es entonces de extrañar, si la población principal de la República, dedicada a la agricultura, limita hasta el máximo sus nece-sidades. Es fácil de comprender la infl uencia indirecta que tiene este hecho sobre el comercio. Este último sufre además, de año en año, continuos cambios en la tarifa de impuestos, que tan pronto como son rebajados igualmente son subidos, a veces al doble de la cantidad exigida antes. También sufre, debido a que los comerciantes, a la hora de pagar los impuestos de importación, son obligados a realizar, más o menos, extensas especulaciones en papeles del gobierno, y fi nalmente también se ve dañado porque el régimen, con tal de obtener inmediatamente fondos, le ofrece contratos a los importadores, por medio de los cuales éstos se ven obligados a hacer anticipados pagos de aduana sobre mercaderías que llegarán en el futuro…”143

Las difi cultades que señalan los hermanos Meyer continúan, en mayor o menor grado, hasta el fi n del período de Barrios. Un diario alemán afi rmaba que las deudas internas y externas del gobierno guatemalteco ascendían a fi nes de 1883 a 8 millones de dólares, de los cuales casi 4 millones recaían sobre la deuda externa.144 Es de suponerse que en los años siguientes la deuda liberal lejos de disminuir, aumentó, “Telegramas de Guatemala informan”, decía el Hambur-gischer Correspondent del 20 de agosto de 1885, “que el Gobierno de Guatemala ha dejado de hacer el pago de los intereses de las deudas internas y externas, como consecuencia de los excepcionales gastos causados por la última guerra. De esta manera se ha declarado en com-pleta bancarrota la más rica y pudiente de todas las repúblicas de Centro América.”145 La deuda externa debía el régimen pagarla especialmente a especuladores privados ingleses. Esta deuda surgió en 1825, durante la época de la Federación de Centroamérica, habiendo sido utilizada por Inglaterra como medio de presión política, por más de cincuenta años, o sea, para mantener su infl uencia económica y política en Centro América. Los clericales no solamente no habían pagado esta deuda sino que se precipitaron en 1869 a contraer otras con el capital fi nanciero inglés, al recibir de éste un nuevo préstamo de aproximadamente 2.000,000 de pesos.

142. Id. A. A., No. 12440, Bergen a Bismarck, 2.8.1885, No. 230.143. Id. Meyer Hnos. a Bergen, 20.1.1882.144. Hamburgischer Correspondent, 20.8.1885, No. 230.145. Id.

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Los problemas fi nancieros del régimen liberal hicieron a éste enviar a un comisionado especial a Europa, a fi nes de 1878, con el objeto de contraer un empréstito de 3.000,000 de dólares en Londres, París, o Alemania. Von Bergen informó de esto a su gobierno, notifi cando que el emisario, el comerciante inglés Magee, tenía muy pocas probabilidades de obtener el préstamo en los países primeramente mencionados y que de llegar éste a Alemania se notifi cara a todos los bancos para que se negaran a concederlo, ya que dada la corrupción del régimen y la mala situación fi nanciera del país, equivalía toda inversión alemana en Guatemala de capital fi nanciero a una pérdida total.146 Tanto la Cancillería como el Ministerio de Finanzas alemanes tomaron nota del informe del diplomático.147 No sabemos de empréstitos contraídos por el go-bierno de Barrios en el extranjero. Para fi nes de siglo aún no había sido pagada la vieja deuda externa ni sus intereses.148

Es posible que el fracaso de los intentos de obtener en el exterior el empréstito mencionado por Von Bergen haya obligado a Barrios, hasta cierto punto, a molestar constantemente a los extranjeros, a quienes él personalmente admiraba149 Y se jactaba de proteger,150 en contraposición a Barrundia, a quien, debido a su defensa militante de los intereses de los comerciantes nativos, Von Bergen califi ca de “comunista”.151

La constante escasez de medios monetarios motivó al régimen a hacerle préstamos forza-dos a los comerciantes nativos y extranjeros. Esto nos muestra la naturaleza contradictoria del capitalismo guatemalteco en proceso de formación. Sin embargo, hay que hacer notar que debido a los constantes empréstitos forzados logró desarrollarse el capital fi nanciero del capital propia-mente comercial. Así sabemos que de las casas de comercio alemanas existentes en Guatemala para fi nes de siglo, doce eran, además de agencias comerciales y fi rmas dedicadas al negocio de importación y exportación, establecimientos en donde se efectuaban permanentes transacciones bancarias; mientras que otras siete hacían negocios de comisión, exportación y bancarios.152

Una de las tareas más importantes que se propusieron realizar los liberales fue el desa-rrollo del sistema bancario, así como la realización de una reforma monetaria. La Iglesia y los comerciantes extranjeros solían hacer préstamos de dinero en las ciudades ladinas, exigiendo intereses usureros. Nos es desconocido el grado de desarrollo del capital usurero en este tiempo. A pesar de que la tasa de interés no debía ser mayor al 6% anual, es sabido que especialmente en el campo se exigían por los préstamos altos porcentajes de interés. La tasa de interés que exigían aquellas cofradías que solían prestar dinero de sus cajas era del 100%. Por otra parte, las instituciones de crédito nativas y extranjeras no pudieron impedir la posterior existencia del

146. DZA Potsdam, A. A., No. 12436, Bergen a Bülow, 3.12.1878. 147. Id. Ministro de Finanzas alemán a Bismarck, 12.2.1878; ver también: Id., Hoffman a Bülow, 18.2.1878.148. Al respecto escribe Young: “When the question of a foreign loan is broached, investigation shows that Gua-

temala’s record in maintaining payment on her share of the debt of the Central American Federation were in default. A refunding operation was consummated in 1856 in London, and in 1869 another loan was contracted. Both these loans went into default in 1876 and remained so until 1888 when a consolidation and refunding operation was again accomplished, the creditors accepting a reduction of the interest in arrears. Default again took place in 1894. “Young, John Parker: “Central American Currency and Finance.” Princeton: 1925, Pág. 115.

149. DZA Potsdam, A.A., No. 12438, Sarg a Bergen, 15.4.1880.150. Id. A.A., No. 12437, Bergen a Bülow, 15.12.1877.151. Id. A.A., No. 12437, Bergen a A. A., 26.11.1879.152. Erckert, C. v., op. cit., Pág. 275.

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capital usurero. Éste experimentó un avivamiento con las crecientes demandas de dinero de los pequeños y medianos propietarios de plantaciones así como por la creciente demanda de bienes de consumo por parte de la población. Este último, motivado por el desarrollo de la relación mercancía-dinero.

Con el desarrollo y extensión del cultivo del café necesitaban pequeños y grandes pro-pietarios de plantaciones cada vez más de créditos más altos, así como bancos que se los pudieran otorgar. De esta forma fueron a parar los bienes consolidados de la Iglesia, a través del nuevo, recién fundado Banco Nacional, a manos de estos fi nqueros. Obligación del Banco Nacional era además, amortizar y pagar las deudas estatales internas y externas.

El primer intento con el Banco Nacional, a pesar de que éste ya en 1877 se encontraba en decadencia, fue la base para el desarrollo del sistema bancario en el país. En 1878 fue fundado el Banco Internacional y a mediados de 1881 fundó el régimen el Banco de Occidente, en Que-tzaltenango. Antes de la fundación del Banco de Occidente, sin embargo, ya había establecido el Banco Internacional una fi lial en la principal ciudad de occidente. Sin embargo en 1883 había en la República solamente tres bancos: el Banco Internacional y el Banco Colombiano, en la capital, y el Banco de Occidente, en Quetzaltenango. Los Anales Estadísticos de 1883 informan al respecto que:

“entre los tres establecimientos se moviliza un capital no menor de 5 letras: expiden giros sobre el interior, Norte América y Europa; y por último, reciben depósitos, abonando algún interés. El tipo usual de intereses por depósitos a la vista es de 3% al año, y el de los descuentos y cuentas corrientes, es, en lo general, 12% al año, no alterándose ese tipo en corta o alza, sino rara vez. Las ganancias que estos esta-blecimientos obtienen anualmente, dan de un 12 a 20% sobre el valor del capital, advirtiendo que el “Banco Internacional” sólo tiene llamado de suyo el 70%.”153

Los bancos del régimen no estaban en situación de satisfacer la creciente demanda de cré-ditos por parte de los propietarios de plantaciones y comerciantes nativos. El pequeño volumen del capital privado nativo difi cultó el desarrollo de un sistema bancario y fi nanciero nacional. Por una parte fue obstaculizado su desarrollo por la actividad de las instituciones de crédito extranjeras. Por otra parte la escasez de capital nacional contribuyó en directa correlación, a la introducción en el país de capital extranjero y a la subordinación del primero a este último. Para fi nes de siglo capitales alemanes tenían participación en los seis bancos que existían en Guatemala. A principios de 1898 eran propiedad alemana aproximadamente una octava parte de todas las acciones bancarias con un valor de suscripción de 1.686,000 pesos. De ellos 984,000 pesos habían sido pagados a cuenta. La mayoría de las acciones se encontraban en Alemania. La mayor parte del capital alemán, el 30%, funcionaba como capital fi nanciero, en el Banco Americano de Guatemala.154

El sistema bancario no experimentó, a pesar de esto, gran desarrollo. Con la fundación de distintos bancos intentaban capitalistas extranjeros y nativos desarrollar el capital de préstamo. Esto fue difi cultado, sin embargo, por la actividad de las grandes casas y sociedades comercia-

153. Anales Estadísticos de la República de Guatemala, Año de 1883, Tomo II, Pág. XIII.154. Erckert, C. V., op. cit., Pág. 281.

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les europeas, las cuales le otorgaban créditos a largo plazo a los comerciantes y propietarios de plantaciones para que pudieran efectuar inversiones en sus fi ncas y ampliar sus comercios. Muchos de los fi nqueros le debían a las instituciones comerciales extranjeras las cosechas de sus plantaciones aún antes de que éstas fueran efectuadas.

En realidad existía un doble sistema de crédito:

a) las casas comerciales alemanas en el extranjero percibían sus mercaderías por medio de casas de comisión con sede en Hamburgo y Bremen, las cuales contaban muchas veces entre su personal con personas que conocían los distintos países y que estaban informadas de la clase de productos manufacturados que necesitaban y que podían venderse en dichos países.155

b) las fi rmas comerciales extranjeras establecidas en Guatemala que tenían relación con éstas grandes casas de comercio de Hamburgo y Bremen les concedían créditos por su parte, tanto a casas comerciales nativas y extranjeras más pequeñas, como a propietarios de plantaciones, que eran pagados en moneda o con café.156

Stoll se asombraba de la ligereza con que jóvenes alemanes, que habían perdido su colo-cación como empleados de casas comerciales arruinadas, podían obtener créditos de Hamburgo y Bremen para poder comprar tierras para el cultivo del café.157

Uno de los problemas que tenían que confrontar los comerciantes era el caduco sistema monetario imperante en el país.

La unidad monetaria era el peso de plata, que anterior a 1871 tenía más valor que el dólar americano. El peso se dividía primeramente en 2 tostones; el tostón en 2 pesetas; la peseta en 2 reales; el real en 2 medios y el medio en 2 cuartillos. Para todos estos valores había monedas de plata en circulación.

Debido a que a menudo faltaban medios y cuartillos era común partir un real en dos partes, surgiendo 2 medios, e igualmente se dividía un medio en dos partes resultando 2 cuartillos. “Estos pedazos eran aceptados sin reparos así como toda clase de monedas que tenían un orifi cio en

155. Id. Pág. 275.156. “The morning of the coffee crop is generally fi nanced through the local banks or commission houses, many

of which are very strong, conduct both an importing business. They import a large amount of fl our and other food products, also general merchandise; their business is chiefl y wholesale. They export coffee, sugar and other products. In addition they deal in foreign exchange, and do somewhat of a general banking business. These houses, together with the banks and the houses which confi ne their business more exclusively to coffee, advance credits to the coffee growers. The grower ordinarily borrows in the spring or summer. He may give a mortgage on his fi nca, or if he is a man of good credit he is merely allowed to draw, up to a certain amount, 10,000 Pesos for example.

When his crop has been her vested he must sell to the house which fi nanced him. However, if the two can not agree on a price and the grower chooses to sell to another purchaser, he must pay to the house which fi nanced him what is known as a “Falsa comisión”. This is usually about 50 cents a quintal, and thus puts the grower at somewhat of a disadvantage in disposing of his coffee. Very few of the growers fi nance their own crops. The growers who ship their own coffee usually borrow against it from the banks”. Young, J.P., op. cit., Pág. 38.

157. Stoll, O., op. cit., Pág. 81.

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su centro.”158 El cuartillo se subdividía en 2 “raciones”. Por “ración”, se entendía una pequeña pero determinada cantidad de granos de cacao, la cual, sin embargo, no era igual en todas partes. Stoll escribía a principios de los años ochenta: “Granos de cacao sirvieron como moneda en la época prehispánica y aún hoy sirven a menudo de ella en sus pequeños negocios los indios de muchas regiones, a cuyo efecto 16 granos equivalen a un cuartillo (1/4 de Real =16 céntimos) y 8 granos son iguales a una ‘ración’.”159

En relación con la circulación de la moneda macuquina fue emitido en 1873 un decre-to, por medio del cual los liberales trataban de sustituirla por monedas de plata de nueva emisión y por notas de banco. Las llamadas macuquinas y las monedas extranjeras debían ser cambiadas por una moneda nacional de nueva emisión, que debía facilitar las transac-ciones en el comercio interior y exterior. Aparentemente esta medida encontró muy poco eco en el interior de país.160

A fi nes de 1878 intentó el régimen liberal sustituir las monedas guatemaltecas de plata, por otras de igual denominación pero con menor peso metálico. Los comerciantes habían adquirido la costumbre, que por cierto les reportaba muy buenas ganancias, de exportar las monedas de a peso guatemaltecas, poniendo en circulación monedas de plata chilenas y peruanas, del mismo valor normal que las exportadas, pero con menos contenido de plata. Las monedas guatemalte-cas debían ser nuevamente acuñadas y su contenido en metal debía ser igual al de las monedas extranjeras.

En 1878 se exportaron 321,000 pesos, entre 1879 y 1880 fueron 543,000 pesos, mientras que eran importados 1.172,000 pesos extranjeros.161

El sistema decimal fue introducido en Guatemala ya en 1869.162

En 1881 fue emitido un decreto nuevamente, que debía regular la circulación del peso na-cional, su cuño, su peso y su tamaño. Al mismo tiempo fue subrayada la necesidad de utilizarse el sistema decimal, el cual sin embargo, no fue fácil imponérselo a la población.163

Después de la muerte de Barrios fue sustituido el peso de oro por el peso de plata y más tarde por notas bancarias. Esto signifi có la disminución de la fuerza de compra y del valor real del peso, y la infl ación. Roesch llama “el año fatal” a 1899. El valor de cambio del peso a prin-

158. Roesch, A., op. cit., Pág. 18.159. Stoll, O., op. cit., Pág. 103. 160. Id.161. Young, J. P., op. cit., Pág. 39.162. This disposition was revised somewhat by decree in September 1870, which declared that the unit was the

peso of 25 grams of silver .900 fi ne. The peso = 100 centavos instead 8 reales. Gold coins of fi ve, ten, etc. pesos, instead of “onzas” of 16 pesos. The gold peso was given a value close to that of USA gold dollar, which contains app. 1.672 grams of gold .900 fi ne”. Young, J. P., op. cit., Pág. 41.

163. Burgess afi rma que la población no se acostumbró a este sistema: “El intento de establecer el sistema decimal demostró que el mismo era prematuro. Los habitantes de América Latina habían estado acostumbrados du-rante mucho tiempo al Real (12 1/2 centavos) como la unidad fraccionaria para el menudeo, el que a su vez se dividía en medio real (6 1/4 centavos) y en cuartillos (3 1/8 centavos). La asamblea decretó piezas de uno, cinco y diez centavos. Unas pocas de ellas pueden aún verse, pero nunca fueron aceptadas por la generalidad como medio de canje en las transacciones al menudeo”. Burgess, P., op. cit., Pág. 190.

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cipios de 1899 era aproximadamente 1,50 de marco, en verano solamente era de 50 pfennig, continuando después su valor en descenso.

Hasta 1899 se basaba en el peso toda la circulación monetaria. Los negocios de importación así como los créditos eran concluidos en pesos. De esta forma se había convertido el peso, a la hora de efectuarse el pago de los créditos, en solamente una pequeña parte del valor de cambio que poseía al efectuarse la compra. El importador debía, sin embargo, pagar sus emolumentos en marcos, dólares o en libras esterlinas. En los años subsiguientes debieron ser saldados los salarios en pesos devaluados sin que se pagara un suplemento. De esta forma descendieron las transacciones, ya que la población no estaba en condiciones de pagar los altos precios de los productos extranjeros.164

El capital extranjero operó en Guatemala en forma de capital privado y en acciones. Ac-tuó principalmente en el comercio y en la agricultura, pero también como capital de crédito y fi nanciero. Los más activos de los primeros inmigrantes privados lograron más tarde ser nom-brados representantes diplomáticos: cónsules, encargados de negocios, etc., por los gobiernos de sus países o de algunos países sudamericanos. Establecieron las casas de comisión más grandes del país y llegaron a constituir la élite más infl uyente en la vida económica. Su posición especial como comerciantes-diplomáticos les trajo ventajas económicas y políticas frente a los comer ciantes nativos, quienes durante las continuas guerras civiles y confrontaciones armadas del período nacional sufrieron grandes e irreparables pérdidas, además de ser constantemente obligados, por parte del régimen, a concederle préstamos forzados al Estado. Los extranjeros, por el contrario, utilizaban a menudo a sus representantes diplomáticos para protestar contra los decretos del gobierno que vulneraban sus intereses. La acumulación de capital nacional fue difi cultada por la actividad comercial de los extranjeros. Los intereses económicos y políticos de los conservadores fueron serio obstáculo para el desarrollo socio-económico del país. Ya anterior a la caída de los conservadores, en 1871, surge en Guatemala una nueva acumulación de capital, al ocuparse los terratenientes nativos y extranjeros con el cultivo del café y a la ex-plotación de los indígenas, a quienes pocos años más tarde despojarían de sus tierras. El capital fi nanciero extranjero fue apoyado por los liberales, ya que reforzaba las fi las de los grupos de terratenientes nativos aburguesados. La creciente demanda de café en Europa y los Estados Unidos determinó la concentración del capital y de la producción en esta rama de la economía; de esta forma no solamente se fortalecieron las relaciones del país con el mundo exterior capi-talista (ya existentes antes de 1871), sino que aumentó el grado de dependencia de Guatemala respecto a sus mercados exteriores.

La característica principal del extranjero llegado a Guatemala fue su afán de ganancias y riquezas. De aventurero pasó a pequeño comerciante, para convertirse más tarde en miembro de la burguesía compradora. Ya anterior a 1871 jugaban los extranjeros el principal papel en la economía del país. Tras ellos se encontraban las casas comerciales inglesas y alemanas, las cuales siempre estaban dispuestas a proporcionarles manufacturas y medios de consumo al crédito, así como préstamos monetarios. Sus principales clientes lo constituían el elemento ladino de la población, que consumía la mayoría de los productos extranjeros.

164. Roesch, A., op. cit., Pág. 55

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Los altos impuestos de aduana exigidos por el gobierno fomentaron la introducción ilícita de artículos extranjeros. El contrabando existió ya en Guatemala durante el perío-do colonial y en los años anteriores al triunfo liberal. Sin embargo es en esta época que adquiere sus mayores dimensiones. La superganancia del comercio clandestino fue una fuente importante de acumulación de capital. El contrabando contribuyó al surgimiento de no pocos capitales.

No conocemos cifras específi cas, aunque sí algunas maneras de burlar la constante vi-gilancia del régimen. La más común consistía en introducir mercancías en aquellos lugares en donde no hubieran destacamentos militares ni ofi ciales aduaneros: la costa del Atlántico, algunos puntos de la frontera con El Salvador, zonas favorables de la bocacosta, en el Pacífi co, entre otros. Muchos comerciantes se habían puesto de acuerdo con sus agentes de ultramar para que asentaran en las facturas de compras determinados artículos a precios más reducidos que su verdadero valor nominal, introduciéndolos como productos de menor precio en los fardos a enviar. A principios de los años ochenta causó gran revuelo el descubrimiento, por parte de las autoridades guatemaltecas, de un contrabando efectuado en esta forma por el comerciante alemán Lehnhoff, que era a la vez cónsul de su país en Guatemala. El gobierno liberal procedió ante todo a quitarle al estafador su inmunidad diplomática, retirándole el exequatur que lo acreditaba como cónsul. El caso fue bastante penoso para el mismo Von Bergen. Sin embargo, no dejó de respaldar la actitud de sus conciudadanos comerciantes. En nota dirigida a su cancillería apuntaba:

“Aquí hago confi dencialmente la observación, que debido a los altos derechos de importación todas las Casas de Comercio sin ninguna excepción, en sentido literal de la palabra, deben efectuar contravenciones de aduana para poder vender las mer-cancías introducidas, y que, cuando casos aislados de una incautación de mercaderías declaradas de menor valor son sufi cientes para motivar el retiro del Exequatur, no me encuentro en situación de proponer para el puesto de Cónsul alemán a ningún miembro de la clase de los comerciantes.”165

Es de notar al respecto, que el gobierno liberal trató por todos los medios de combatir este tipo de defraudaciones al fi sco. Ya en 1878 dispuso que a todos aquellos bultos llegados del extranjero al puerto San José se les colocara un sello especial, para que durante el trayecto a la aduana central no sufrieran alteración. Al año siguiente se exigió de los comerciantes la pre sentación de las facturas comerciales “para el caso de que no se acredite sufi cientemente el valor de las mercaderías presentadas a registro”; aduanas de tránsito fueron establecidas en localidades de importancia, localizadas entre los puertos de desembarque y la capital; en 1883 se prohibió que aquellos bultos provenientes del exterior y que habían sido revisados (muchas veces quizás superfi cialmente) en la aduana de Escuintla, fueran introducidos a casas, ranchos o fi ncas, localizadas en el trayecto a Ciudad de Guatemala. Esto se hacía comúnmente en casos de mal tiempo, utilizándose esta oportunidad para cometer fraudes, cambiándose el contenido de los bultos. A tal punto alarmó el contrabando al régimen liberal, que en 1883 decretó que

165. DZA Potsdam, A. A., No, 52611, Bergen al A. A., 12.12.1880.

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solamente serían registradas en las aduanas del país aquellas mercancías “cuyas facturas origi-nales vinieran certifi cadas por los cónsules de Guatemala.”166

Lo único que no intentó el régimen para contrarrestar el negocio ilícito de los comerciantes, fue reducir sus impuestos de importación. Pese a esto, el comercio legal tuvo un gran incremento durante el período que nos ocupa: en 1861 fueron declarados en las aduanas del país 59,808 bultos con un peso de 94,212 quintales, en 1881 fueron 193,814 bultos, con 252,457 quintales de peso.167

La naturaleza de las mercancías introducidas era muy diversa. En 1879 fueron importados los siguientes productos: aceite, aguardiente, algodón en hilo y en tela, armas de fuego, calzado, canela, pimienta, carruajes, cera blanca, cerveza, vino, comestibles, conservas, especies, frutas, trigo, cristalería, dinero y metales preciosos, drogas, espejos grandes, estaño, esterina en velas y en marqueta, candelas, fósforos, harina, hierro en barras, láminas, clavasón, azadones, juguetes, lana en hilo y en tela, libros impresos, licores dulces, lino en tela, loza, maquinaria, madera para edifi cios, medicinas, mercería, muebles de madera, papel de todas clases, perfumería, petróleo, pianos, pieles curtidas, relojes, prendería fi na, ropa hecha, sacos vacíos, seda en hilo y en tela, semillas y plantas exóticas, sillas de montar, sombreros, tabaco elaborado, techos y cañerías de hierro, vidrios planos, etcétera.

De Alemania eran introducidos especialmente aceites, espirituosos, éter, cloroformo, añe-lina, paños, casimires, driles, medias de seda, lazos, cordeles, telas para muebles y vestidos, lana para tejer, camisas, pero especialmente manufacturas de hierro y acero: instrumentos agrícolas y domésticos.168 Un comerciante alemán se jactaba en 1882 de haberle arrebatado a los norte-americanos el mercado en Guatemala de máquinas de coser a mano, utilizando la triquiñuela comercial de solicitar a Hamburgo que le pusieran “Reforma” a las máquinas de coser alemanas, como nombre de fábrica: “Al principio nos fue difícil venderlas, debido a sus altos precios (...) continuamos intentando y llegamos a los favorables resultados de haber vendido 300 piezas solamente en el último año…”169

El comerciante Herbruger vendía a altos precios productos alemanes con etiquetas fran-cesas.170 De Francia eran importados artículos de perfumería y de fantasía.171 Magnesia, soda, ácidos minerales, vitriolo de acero, salitre, colorantes, aceite de lino, etc., eran traídos de Inglate-rra.172 Los Estados Unidos desempeñaban un importante papel de intermediario, ya que muchos comerciantes, debido a su relativa cercanía, importaban artículos europeos de sus metrópolis,173 Belice era también importante mercado de productos europeos y norteamericanos, especialmente para los comerciantes de Alta Verapaz.l74

166. Las mencionadas disposiciones gubernamentales y otras pueden encontrarse en el trabajo de Roberto Díaz Castillo, ya mencionado, Págs. 20-24.

167. Ver anexo 2.168. DZA Potsdam, AA” No. 12440, Informe de la Firma Meyer Hnos. a Bergen, 20.1.1882,169. Id. Informe de Casa Dorner a Bergen, 23.3.1882.170. Id. Informe de Herbruger a Bergen, 28.3.1882.171. Id. Informe de Meyer Hnos. a Bergen, 20.1.1882; ver también Informe de Herbruger a Bergen, 28.3.1882.172. Id. Herbruger a Bergen, 28.3.1882.173. Id.174. Id. A. A., No, 12438, Sarg a Bergen, 18.3.1880.

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Es posible notar cierto grado de especialización entre los comerciantes: Herbruger parece ser que era el principal distribuidor de medicinas en el país, mientras que otros vendían artículos de hierro, paños, licores, etcétera.

En 1885 introducían las fi rmas alemanas establecidas en el país el 30 1/3 % del total de las importaciones hechas en Guatemala, mientras que el 43% de las exportaciones estaban destinadas a Alemania, efectuándose en barcos alemanes el 63% de todas las exportaciones.175

Ya en 1871 se había hecho patente un reforzamiento del poder económico de los alemanes. Las casas de comercio alemanas se hicieron poco a poco grandes concurrentes de los comerciantes españoles, franceses, y demás. La ampliación de las inversiones privadas alemanas tomó cada vez mayores dimensiones, especialmente en el cultivo del café. Además surgieron diversas so-ciedades anónimas fi nancieras y de crédito que se interesaron por los proyectos de mejoramiento de infraestructura impulsados por los liberales. En el norte y en la costa del Pacífi co emprendió el capital alemán la construcción de líneas de ferrocarril.

En los años ochenta se movían los capitales alemanes en todas las ramas de la economía nacional: alemanes eran los propietarios de las plantaciones de café, casas de comercio de Alemania otorgaban los mayores créditos tanto a comerciantes como a propietarios de plan-taciones extranjeros y nativos, capitales alemanes fueron invertidos en acciones y en bonos del Estado.

“Una medida para el aumento de nuestros intereses lo da la clase de representación ofi cial de Alemania en Guatemala [anotaba Erckert a fi nes de siglo], en 1875 fue nombrado para allá un Cónsul General, que al mismo tiempo debía fungir como En-cargado de negocios. Después de algunos años fue elevada la representación alemana a Residencia Ministerial y de ésta a Embajada, que con el tiempo llegó a tener un personal numeroso. En su zona de representación se encuentran también las otras cuatro repúblicas centroamericanas. La representación consular está formada por el Consulado en Guatemala (para toda la República, pero también con jurisdicción más limitada), por Vice-Consulados en Quetzaltenango, Retalhuleu y Cobán, así como por agencias consulares en San José, y 0cós.”176

La mayoría de los comerciantes y grandes terratenientes deseaban reinvertir sus ga-nancias en sus países de origen, en donde aspiraban establecerse más tarde. Esta práctica fomentó más aún el capitalismo en los países industriales, mientras que disminuía una gran parte del producto social guatemalteco. A la par que muchos extranjeros transferían al exterior la plusvalía obtenida en el país, se inclinaban otros capitalistas a hacer circular parte de su dinero en Guatemala.

El aumento del poder económico de los fi nqueros y comerciantes alemanes impidió el desarrollo del capital nacional. Muchos de los extranjeros viajaron más tarde a sus países. Otros, que también acumularon capital con el cultivo del café, permanecieron en el país para siempre y contribuyeron, junto a los fi nqueros y grandes comerciantes nativos, al surgimiento

175. Id. A. A., No. 12441, Bergen a Bismarck, 3.7.1885. 176. Erckert, C.V., op. cit., Pág. 227.

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de la clase de capitalistas guatemaltecos del presente. La asimilación de estos extranjeros fue un proceso lento. Muchos de ellos y sus descendientes se convirtieron sin embargo en empresarios “nacionales”.

Bajo su infl uencia llegaron a ser los fi nqueros y grandes comerciantes nativos, con el transcurso de los años, elementos extraños en la sociedad, o sea, extranjeros en su propios país.

La actividad de los extranjeros en Guatemala contribuyó al desarrollo de las fuerzas pro-ductivas, ya que introdujeron modernos instrumentos agrícolas y mejores técnicas de cultivo. Los capitalistas extranjeros fomentaron, sin embargo, también los lugares de producción artesanal y de pequeña manufactura, especialmente en la capital, Quetzaltenango y en la Alta Verapaz. Su ulterior desarrollo fue, sin embargo, frenado por la dispersión (no unión) del mercado interno y por el importe de estos bienes de consumo.

La actividad del comerciante extranjero tuvo para el país resultados positivos y negativos. Positivos porque trajo consigo un auge del comercio y el desarrollo de la relación mercancía-dinero, especialmente en las ciudades; negativos, porque sus ulteriores inversiones se concentra-ron casi solamente en el sector agrario, en donde cada cual se prometía las mayores ganancias, creando un nuevo y gran grupo explotador parasitario que se unió al viejo y al recién surgido nuevo grupo de grandes latifundistas. El papel del capital extranjero, que reforzó los métodos de explotación precapitalistas en las plantaciones de azúcar y café en Guatemala, fue en general dañino para la economía del país y sus consecuencias son hoy en día especialmente visibles.

El capital comercial extranjero estaba especialmente interesado en desarrollar el mercado interno. Fundó sucursales de las casas de comercio en distintas partes del país, desde donde por medio de los puertos de las costas del Pacífi co y Atlántico mantenían sus relaciones de importación y exportación con las metrópolis europeas. De esta forma fomentó la importación y venta de artículos europeos y norteamericanos en aquellos territorios en donde, debido al mal estado de las vías de comunicación, existían pocos contactos con la capital. La estructura agraria del país, débilmente desarrollada, difi cultó la fusión mercantil de los distintos departamentos, especialmente de aquellos del norte, y por consiguiente, también el desarrollo del mercado interno. Éste, por otra parte, no pudo tener una dinámica propia de desarrollo, al cultivarse los mismos productos agrarios en casi todas las regiones del país, careciendo éste de bienes de consumo producidos en su territorio. El sistema de plantaciones de café, que surgió en el marco del desarrollo de la economía nacional unida, fue un factor de retardo para la formación de la misma. En las zonas donde se cultivó café se estimuló la producción de mercancías orientada a la exportación. La consecuencia fue que aumentó la dependencia económica del extranjero, mientras que las diversas regiones se caracterizan por la orientación de la producción agrícola al mercado extranjero y por sus tendencias autárquicas. Además el mercado interno experimentó un desarrollo relativamente pequeño debido a que muchas de las plantaciones producían ellas mismas los productos agrarios (maíz, frijoles negros, etc.) que necesitaban para su propio con-sumo. Entre las distintas plantaciones casi no existían relaciones económicas. A escala nacional se expresaba esto en el aislamiento de las diversas partes del país, en el poco desarrollo del mercado interno.

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En la economía nacional el sector interesado en el comercio exterior fue siendo cada vez más amplio y fuerte. La economía de la plantación se desarrolló ahí donde existían favorables condiciones climáticas para el cultivo del café, azúcar y banano y donde gran número de indí-genas podían ser utilizados como fuerza de trabajo barata.

La política de Reforma del régimen posibilitó el desarrollo de diversos centros econó-micos. Las condiciones para ello fueron creadas con la introducción y desarrollo del cultivo del café. Los distintos centros económicos que ya existían durante la dictadura de Carrera (los territorios de la Verapaz, del Petén, el centro del país, el suroeste, etc.) tendían a desarrollarse en forma aislada e independiente entre sí.

La falta de buenas vías de comunicación fue un obstáculo para el desarrollo de un amplio intercambio de mercancías entre sí. Cada región exportaba e importaba sus productos directa-mente hacia o desde los centros de comercio extranjeros.

También existían grandes terratenientes que recibían todos los bienes de importación que eran vendidos o utilizados en sus plantaciones. Las casas de comercio en el extranjero mantenían, así, relaciones comerciales con Guatemala a distintos niveles:

a) con sus representantes en la capital, quienes proveían al pequeño comerciante capitalino o de provincia;

b) con grandes comerciantes de las otras ciudades importantes (Quetzaltenango, Cobán, Retalhuleu, etc.,) que inundaban sus zonas con manufacturas y bienes de consumo extranjeros;

c) con grandes terratenientes, que vendían las mercancías de importación en sus planta-ciones.

El país continuó dividido en distintas regiones como el centro, con su economía basada en la relación mercancía-dinero, en otra zona, en donde la economía regional era una mezcla de economía de autoconsumo y de economía de mercancías (oriente, occidente), y en aquella donde predominaba la economía natural (Petén).

La coexistencia en Guatemala en el siglo XIX de diversas formas de economía, fue un obstáculo para el desarrollo nacional de las fuerzas productivas y para la formación de una economía nacional unifi cada.

El desarrollo de las fuerzas productivas y el surgimiento y consolidación de una economía única se encontraban en directa correlación. Con el desarrollo del cultivo del café se incrementó en muchos territorios del país la forma de producción asentada en la relación mercancía-dinero. Solamente desde este punto de vista fueron progresistas las medidas del régimen por fomentar el cultivo del café.

Los liberales se vieron constantemente en difi cultades fi nancieras, a pesar de que los in-gresos estatales aumentaron considerablemente a lo largo del período que nos ocupa, tal y como lo demuestra el siguiente cuadro:177

177. DZA Potsdam, A. A., No. 12440, Pág. 108.

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AÑO INGRESOS A LAS ARCAS ESTATALES

1852 $ 797,402.751853 “ 616,223.311854 “ 663,842.441855 “ 749,Q03.821856 “ 682,830.151857 “ 743,870.061858 “ 802,212.681859 “ 866,276.121860 “ 924,187.061861 “ 786,308.131862 “ 810,678.331863 “ 744,593.031864 “ 702,547.051865 “ 1.001,276.731866 “ 888,528.811867 “ 1.032,673.101868 “ 1.096,247.131869 “ 1.117,348.601870 “ 1.213,466.021871 “ 750,847.671872 “ 1.500.942.131873 “ 1.914,169.461875 “ 2.085,618.041875 “ 2.317,400.271876 “ 2.770,330.401877 “ 3.039,651.931878 “ 3.200,352.871879 “ 2.742,768.021880 “ 4.158,199.021881 “ 4.423,963.541882 “ 4.131,945.08

Una parte de los ingresos arriba apuntados, bajo, la forma de impuestos de aduana, fueron utilizados para cambiar los bonos de la deuda convertida, emitidos por el Banco Nacional hasta 1878.

El régimen se guiaba por una política de arancel protector, tratando con su ayuda, de cambiar la estructura de importación a favor de la introducción de medios de producción. En este sentido favoreció un desarrollo general de las fuerzas productivas, ya que las máquinas y las instalaciones técnicas destinadas a la producción estaban libres de impuestos. Esta política aduanera fracasó, sin embargo, debido a que el mercado exterior estaba controlado por extranjeros, los cuales no estaban interesados en disminuir la creciente importación de medios de consumo.

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Aparentemente eran pagados los derechos de aduana por los comerciantes. En realidad recaían éstos en la población. Fijación de precios de las mercancías de importación se encon-traba en manos del capital privado, ya que no existía control de precios por parte del régimen, regulándolos los grandes comerciantes según sus intereses.

El pago de impuestos directos al gobierno por parte de la población, fuera de la llamada “contribución de caminos”, fue práctica introducida durante el régimen liberal. “En el campo fue elevado entre los indígenas un impuesto por la tierra llamado ‘contribución territorial’, que era evaluado sobre la base de 1/2 real por cada cuerda”.178 Otras fuentes de ingresos estatales eran los impuestos por plantas de cañas de azúcar sembradas, por la molienda de trigo, por reses, ovejas y cerdos destazados (rentas municipales), por la venta de cerveza, por la fabricación y venta de licor,l79 por los timbres fi scales y papel sellado, por la producción de sal,180 por el cultivo y venta de tabaco, por herencias, etc. Pagos en dinero al gobierno podían liberar determinadas obligaciones, como por ejemplo, la del servicio militar obligatorio. Además, el gobierno poseía una lotería de cuyos ingresos se cubrían los gastos del hospital más grande de la capital.

Los ingresos del Estado que no eran utilizados con fi nes militares iban a parar a la bolsa del dictador y de la burocracia parasitaria; solamente una parte relativamente pequeña era utilizada para mejorar los sistemas educativo y sanitario, y para el desarrollo de las vías de comunicación y demás trabajos de infraestructura.

Los distintos decretos emitidos desde 1871 hasta fi nes del siglo, especialmente aquellos de la dictadura de Barrios, nos motivan a afi rmar que el movimiento liberal creó en el país la base de un desarrollo capitalista. En efecto, fuera de las leyes anticlericales y los decretos que determinaron la política agraria del régimen fueron también emitidos decretos y medidas que expresan la naturaleza política y económica del movimiento liberal, y que tratan, entre otras cosas, del mejoramiento de la infraestructura del país (mejoramiento de la educación de la po-blación, de la salud pública, de las comunicaciones, del desarrollo del sistema fi nanciero y del servicio postal, etc.), la regulación de los ingresos estatales, la fundación de distintos bancos comerciales, la política de emigración, la instalación de máquinas y otras instalaciones técnicas en distintas regiones (que favorecían en el país los inicios de la producción industrial), el apoyo de sociedades anónimas nativas y extranjeras que servirían al desarrollo económico del país, la política monetaria, el cumplimiento de la deuda interna y externa, designación de la política exterior, etcétera.181

Entre la actitud anticlerical de los liberales y sus esfuerzos por establecer escuelas y dis-tintas instituciones educativas existe una íntima correlación.

Ya durante el régimen de Miguel García Granados se emitió un decreto en junio de 1872, en el cual el régimen liberal anunciaba el establecimiento de escuelas en toda la República. Reintentaba repeler la infl uencia clerical en las instituciones educativas y colocar en su lugar la ideología liberal. El llamado catecismo de Ripalda fue suprimido como manual escolar. Muchos de los monasterios y edifi cios de la Iglesia consolidados, así como seminarios, fueron convertidos

178. Stoll, O., op. cit., Pág. 347. 179. Id. Pág. 105.180. Id. Pág. 173.181. Ver al respecto la obra ya citada de Roberto Díaz Castillo.

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en escuelas de primera y segunda enseñanza. Se permitió la existencia de escuelas privadas pero su plan de enseñanza debía ser controlado por el régimen, y sus alumnos debían ser anualmente examinados por funcionarios estatales. Fuera de las escuelas de primera y segunda enseñanza que habían surgido en todo el país, fueron fundadas escuelas especializadas y nocturnas, y hasta un instituto especial para la enseñanza de indígenas en Quetzaltenango.

A fi nes de 1879 se introdujo educación laica y la escuela primaria fue declarada obligatoria. A principios de los años 80 hasta llegaron a fundarse escuelas evangélicas. Stoll se asombró de encontrar “una Universidad” en Quetzaltenango.182 Además era sede la misma ciudad de un Instituto Nacional de Varones, un Instituto de Señoritas, un instituto para niños pobres, un Instituto de Indígenas, tres escuelas de primaria, una escuela para estudios suplementarios para ambos sexos, escuela de párvulos, una escuela nocturna para artesanos y una escuela de dibujo, apuntando que “de cerca de 20,000 habitantes que posee la ciudad apenas se encuentra a uno sin educación, a pesar de que la mitad de ellos son indígenas Quichés.”183

En 1883 había en Guatemala 901 escuelas primarias (incluyendo 47 escuelas nocturnas para artesanos, una escuela nocturna para obreras y una escuela dominical igualmente para obreras) con 41,512 estudiantes y 1,037 maestros (sin contar a los maestros de las escuelas privadas); 5 escuelas de secundaria (dos en la capital, dos en Quetzaltenango y una en Chi-quimula) con 965 estudiantes y 81 docentes, una Escuela de Música y Declamación, con 66 estudiantes y 7 docentes, una Escuela de Dibujo con 62 estudiantes y dos docentes; una Escuela de Artes y Ofi cios, con 55 alumnos y 7 docentes; una Escuela de Comercio, con 50 alumnos y 7 docentes; una Escuela de Sordomudos, con 9 alumnos y dos docentes; una academia militar, con 80 cadetes y 10 instructores, una Universidad con facultades de Medi-cina y Farmacia (70 estudiantes y 16 docentes); una Facultad de Ingeniería (11 estudiantes y 2 docentes), dos facultades de Derecho (una en la capital y una en Queza1tenango) con 59 estudiantes y 20 docentes. Por todas estas instituciones educativas así como para el pago de maestros y docentes gastaba el régimen 399,858.74 pesos184 Esta suma es bastante elevada, si consideramos que el gobierno conservador de Carrera invirtió en el renglón de “Instrucción pública” en 1858 apenas 6,168 pesos!185

Anteriormente a 1870 existían en Guatemala solamente tres publicaciones: dos de ellas pertenecían a los clericales (La Gaceta y La Semana) y una a la Sociedad Económica. En el país existían dos imprentas: una era utilizada para publicar impresos religiosos y la otra para la publicación de un almanaque.

A la toma del poder de los liberales aumentó el número de imprentas, como lo muestran los Anales Estadísticos de 1883 (“En la capital hay cuatro magnífi cas imprentas, una de ellas movida por vapor…”)186 Además por lo menos teóricamente eran publicados diversos diarios y

182. Stoll, O., op. cit., Pág. 64. 183. Id.184. Anales Estadísticos de la República de Guatemala, Año de 1883, Tomo II, Págs. 165-172, en DZA Potsdam,

A. A., No. 12440, Pág. 96.185. DZA Merseburg, A. A., III, Rep. 14, No. 532, Pág. 84. El gobierno conservador gastó este mismo año

en sueldos de generales, ofi ciales y otros, relacionados con sus Fuerzas Armadas la cantidad de 381,231 pesos.

186. Anales Estadísticos..., Año de 1883, Tomo II, Pág. XIV.

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revistas semanales: El Guatemalteco, El Diario de Centroamérica, La Gaceta de los tribuna-les, La Gaceta de los Hospitales, El Horizonte y El Ensayo, en la capital; El Bien Público, en Quetzaltenango; El Eco de los Altos, en Mazatenango; El Eco del Valle, en Antigua; El Oriental, en Chiquimula; La Voz del Norte, en Salamá y El Quetzal en Cobán.187 La mayoría de estas publicaciones aparecían semanalmente o dos veces por mes. A pesar del interés que mostraban los liberales por la educación de los guatemaltecos, permaneció ésta a un bajo nivel general. Stoll constató que en Retalhuleu y en toda la costa grande no se hallaba un solo libro.188 Mu-chas de las instituciones educativas creadas por el régimen de Barrios, tales como la Escuela de Agricultura en la capital y el Instituto de Indígenas en la ciudad de Quetzaltenango “nacieron muertas”, como escribe Burgess.189 “El Renacimiento” (Vol. 1, Núm. 14 y 23) escribió que el año de la muerte de Barrios vivían en la capital y sus alrededores aproximadamente 16,414 niños en edad escolar, de los cuales no visitaban la escuela más de 3,035.190 La mayoría de las escuelas del interior, donde vivía la gran masa de indígenas, solamente estaban abiertas una o dos veces al año.191 El motivo no es muy difícil de hallarlo si tomamos en cuenta que los niños indígenas debían ayudar a sus padres en las faenas agrarias.

El estado de la salud de la población durante el régimen liberal era heterogéneo. Dependía de la pertenencia a una clase determinada.

No podía marchar separado de las condiciones de trabajo que reinaban en las plantacio-nes de café, el desarrollo en el país de las fuerzas productivas, y en general, a la posición del hombre en la sociedad. Debe agregarse que el bajo grado de la educación popular, junto a la subsistencia de viejas costumbres en el cuidado de enfermos, constituían un serio obstáculo para la inclusión de la población en un sistema de higiene pública moderna. A principios de los años ochenta había en Guatemala 9 hospitales, repartidos en 6 de los 23 departamentos de la República.l92 En el centro del país (300,000 habitantes) habían cinco hospitales, mientras que en occidente (500,000 habitantes) solamente habían dos hospitales. En el norte de la República una población de 250,000 personas no poseía hospital. En el este había un hospital para 200,000 habitantes.193

Stoll fungió como médico varios años en el hospital de Retalhuleu, pudiendo así formarse una idea precisa sobre el verdadero estado de salud de la población. Descubrió que la viruela era la enfermedad que más víctimas causaba entre los indígenas, mientras que entre los habitantes de la ciudad no eran raras la sífi lis y otras afecciones no sifi líticas como la gonorrea. En su difusión jugaba un papel importante la creciente prostitución en las ciudades, lacra social que acompañaba al aumento en el país de la relación mercancía-dinero. “No era nada extraño que niñas de ocho a diez años, acompañadas de una alcahueta, fueran ofrecidas a los comerciantes extranjeros como ‘una preciosidad’ y ‘cosa liadísima’.”194 Por parte del régimen se intentó implantar la vacunación contra las enfermedades venéreas, sin embargo, esta tarea resultó muy complicada debido no

187. Id.188. Stoll O., op. cit., 123.189. Citado por Paul Burgess, op. cit., Pág. 185.190. Id. Pág. 136.191. Id. Pág. 15.192. Anales Estadísticos..., Año de 1883, Tomo II, Pág. 125. 193. Stoll, O., op. cit., Pág. 142.194. Id. Pág. 140.

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solamente a lo difícil de su aplicación sino también a que se carecía de grandes cantidades del material necesario para la vacunación. A la extensión de las enfermedades venéreas contribuyó también, según Stoll, la ignorancia y la incapacidad de la mayoría de los médicos del país para tratar a sus pacientes con métodos científi cos.195

El hospital más grande de la capital era alabado por los liberales como “el mejor de Centroamérica”, y como uno de los más importantes de América española. En las provincias parecía ser otro el cuadro que se le presentaba a Stoll. El hospital de Retalhuleu, por ejemplo, no era más que un ranchote de adobe con techo de tejas rotas. Paredes de carrizo dividían la sala de hombres de la de mujeres. En el hospital tenían cabida solamente 22 pacientes. “Muy a menudo”, escribiría Stoll más tarde, “debían yacer en el suelo los enfermos”. El puchero de enfermo consistía de atol, tortillas y frijoles, habiendo en casos excepcionales sopa de carne o un huevo.196 En realidad solamente una pequeña parte de la población era atendida en los hospitales. Generalmente pertenecían a los estratos más pobres de la población urbana (mozos y artesanos ladinos) y raramente eran indígenas,197 Esto se debía a que los ladinos veían como indigno el ingreso a un hospital, prefi riendo permanecer en sus casas.198 Los indígenas, por su parte, desconfi aban de los hospitales, Stoll escribe que al aconsejárseles que fueran al hospital a ponerse en tratamiento, respondían: “mejor me voy a morir a mi casa”.199 Entre los indígenas y ladinos estaba generalizada la costumbre de utilizar plantas medicinales para su curación.200 Aquellos fi nqueros que vivían en sus plantaciones, en caso de enfermedad solían hacer llamar a un médico de la ciudad cercana más importante.201

Los gastos hechos a favor de la salud pública en 1882 fueron de 73,492.97 pesos; mientras que ya en 1883 ascendieron a 127,231.97 pesos. De los pacientes muertos este año 538 eran ladinos, 331 indígenas, y 38 extranjeros, siendo la mayoría de muertes provocada por alcoho-lismo, tuberculosis, tisis, viruela, disentería y fi ebres.202

La construcción de caminos y puentes, la instalación de nuevos puertos, el establecimiento de redes ferrocarrileras, la introducción de la electricidad y el desarrollo del servicio postal y del telégrafo, son medidas progresistas ejecutadas por los liberales.

El mejoramiento de las vías de comunicación y la construcción de nuevos caminos se efectuaron especialmente en aquellas regiones del país, en donde el capital extranjero y nacional tenía interés en unirlos a los mercados de consumo extranjeros. En este aspecto, con pocas ex-cepciones (un buen ejemplo es el intento de Barrios de unir la costa del Atlántico con la capital, por medio de la construcción del ferrocarril del norte, el cual debía efectuarse exclusivamente con capitales guatemaltecos), no fueron tomados en cuenta los intereses nacionales. Como consecuencia directa de ello continuaron aislados entre sí muchos de los departamentos de la

195. Id.196. Id. Pág. 130. 197. Id. Pág. 129.198. Id. Pág. 137. 199. Id. Pág. 130. 200. Id. Pág. 163.201. Roesch, A., op. cit., Pág. 84. 202. Anales Estadísticos…, Año de 1883, Tomo 11, Pág. 125.

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República. El régimen no fue en lo económico sufi cientemente fuerte como para poder realizar los planes de los liberales progresistas, de mejorar unilateralmente la infraestructura. Sólo la parte más pequeña de los ingresos estatales eran invertidos para el desarrollo de la infraestructura. A pesar de todo se construyeron y renovaron en todo el país muchos caminos y puentes. Durante la dictadura de los conservadores no era corriente el pago de impuestos directos por parte de la población. El bajo nivel de desarrollo en el país de la relación mercancía-dinero y el bajo ingreso per cápita de la población no lo permitían. A la llegada al poder de los liberales, por decreto de octubre de 1874, se obligó a todo habitante de Guatemala, inclusive a los extranjeros, trabajar tres días al año en la construcción o reparación de caminos.

Al mismo tiempo se estipuló que aquellos que pudieran pagar tres reales por cada día de trabajo, fueran exonerados de este trabajo, llamado “contribución de caminos” al efectuar el pago. Este decreto fue modifi cado en mayo de 1877. En vez de tres debían trabajarse seis días al año o pagarse una exoneración de 2 pesos en calidad de impuesto.203 La inmensa mayoría de los indígenas no estaba, por supuesto, en situación de pagar este impuesto. En realidad tenía esta ley una doble consecuencia: por una parte le sirvió al régimen como una nueva fuente de ingresos monetarios, y por la otra, se abrogó por medio de medidas extraeconómicas, el derecho de obligar a los indígenas a trabajar determinados días al año en la construcción de caminos o de vías férreas. Para el mismo Stoll no pasó desapercibido este doble efecto de las medidas gubernamentales: “De esta forma”, escribió, “dispone el Estado de trabajadores baratos para la compostura de caminos* y debe de tomarse como seguro que no invertirá para el mejoramiento de caminos los 34,839 Pesos, que por ejemplo, recaudó en 1882 para la contribución de cami-nos”.204 Muchos indígenas debían trabajar en la construcción de carreteras, aunque hubieran pagado sus impuestos. “Abusos contra los indígenas son cosa corriente en estas oportunidades, ya que muy frecuente prefi eren éstos pagar el impuesto para librarse de la obligación de trabajar. Sin embargo, con tal de obligarlos a laborar no se les da recibo del pago de la contribución o se les quita y rompe.”205 El interior de Guatemala presenció a partir de 1874 una actividad antes desconocida. En casi todas las regiones del país se encontraban las llamadas “cuadrillas” ocupadas con el mejoramiento, la nueva construcción o terminando caminos y puentes. Miles de hombres trataban de unir por medio de carreteras la capital con los departamentos, éstos con los principales poblados de la región por medio de caminos públicos, y los distintos pequeños poblados entre sí por medio de caminos vecinales. La planifi cación y dirección centralizada de la construcción de caminos se encontraba en manos del director general de Caminos, quien actuaba bajo las órdenes directas de Barrios. En los departamentos eran los jefes políticos los encargados de hacer que las diversas municipalidades organizaran a sus cuadrillas para la ejecución de caminos de herradura, senderos para peatones y puentes. A menudo tomaba el régimen los servicios de un “Contratista”, que se comprometía a ejecutar la construcción de una carretera o un puente en un determinado lapso de tiempo. Éste generalmente se hacía dar un adelanto en dinero para comprar instrumentos o importar del extranjero las instalaciones técnicas necesarias (un puente de hierro, por ejem-plo). Al fi nalizar los trabajos recibía por la construcción el resto de la suma de dinero fi jada por el contrato. El régimen podía cerrar contrato con otro contratista en caso que el primeramente contratado, debido al mal tiempo, inundaciones, falta de medios materiales, irresponsabilidad,

203. Stoll, O., op. cit., Pág. 266. * En español en el original. 204. Sto1l, O., op. cit., Pág. 266.205. Id.

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etc., no pudiera terminar la construcción en el período fi jado. Muchos de estos contratistas eran ingenieros extranjeros. El dinero para las construcciones no era a veces solamente tomado de los fondos existentes de la contribución de caminos sino que muy a menudo contribuían con grandes sumas de dinero los dueños de plantaciones vecinas o comerciantes, por medio de las llamadas “suscripciones voluntarias”. Además se tomaban sumas de dinero de las cajas de “la comunidad, de las municipalidades y hasta de los llamados “fondos de policía”. Algunas aldeas actuaban por propia iniciativa, construyendo puentes de madera o expeditando caminos.

Las cuadrillas se reunían por orden del comisionado político de la localidad, quien fungía al mismo tiempo como caporal, director o inspector. La construcción se efectuaba, entonces, bajo la dirección de las autoridades locales o de la municipalidad. El caporal o supervisor recibía 15 pesos mensuales; el director según fuera el tamaño de la construcción, entre 20 y 50 pesos; mientras que un inspector no recibía menos de 40 pesos. Cuando no alcanzaban “los que optaron por el trabajo personal” (como las autoridades los llamaban), se contrataban asalariados.206

El mejoramiento de las vías de comunicación emprendido por los liberales muestra muy claramente el carácter patriarcal de la dictadura de Barrios. Por una parte aprovechaba él la fuerza de trabajo indígena para su enriquecimiento personal. “El presidente del país es el industrial que trabaja con medios más baratos. Sólo él puede obligar a las comunidades (por ejemplo la de la hacienda Baleu) a trabajar por propio costo, colocando caminos que sólo para él son útiles; sólo él tiene a su disposición aldeas completas llenas de fuerza de trabajo barato, y solamente él está en posibilidad de llevar sus productos al mercado casi libre de costos.”207 Por otra parte, era presentado por el régimen como el protector de la comunidad: “El señor Presidente acordó agraciar a la municipalidad con un puente en el río del mismo nombre, y la municipalidad pre-para actualmente los materiales necesarios para emprender dicha obra”.208

Sin embargo parece ser que las comunicaciones no experimentaron mucho progreso. To-davía a principios de los años ochenta escribía Stoll:

“Uno de los obstáculos más grandes para el desarrollo económico del interior de Guatemala lo constituyen el mal estado de los caminos. La población, reducida desde la conquista en la forma más tonta e irresponsable, es muy escasa para poder con-tribuir a los gastos de buenas instalaciones y conservación de los caminos. En estas circunstancias muchos productos tenían un limitado mercado, volviéndose por ello sin valor. Hay muy pocas carreteras y debido a que dado el poco tráfi co y población actual, sería muy caro colocar puentes en todas las barrancas existentes, no hay más remedio que sorteados en zig-zag en caminos interminables. Sería, sin embargo, injusto hacer responsable al actual régimen por el mal estado de los caminos; algo se ve que hacen por mejorar los caminos, sin embargo, no en relación a la suma de dinero que recaudan por concepto de impuestos.”209

206. Id.207. Id. op. cit., Pág. 386.208. Memoria de la Secretaría de Fomento, 1880, Pág. 17. En: DZA Potsdam, A. A., No. 12440, Pág. 80.209. Stoll, O., op. cit., Pág. 386.

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Además de la construcción de caminos y puentes se propuso el régimen liberal, como una de las tareas más importantes, la construcción de una red de ferrocarriles. Esta última debía conectar los más importantes centros de producción del país con los puertos, para de esta forma ampliar el mercado interno y poder expedir más rápidamente los productos de exportación.

En Guatemala existieron siempre buenas condiciones físicas para transformar las radas de San José, Champerico y Ocós, en la costa del Pacífi co, en puertos de tránsito. La apertura en 1856 del puerto de San José signifi có un importante factor de desarrollo económico para el país. Con el desarrollo del cultivo del café se mostró cada vez más claro que se debían habilitar, además, Champerico y Ocós, como puertos para el comercio exterior, ya que el sudoeste de Guatemala se iba convirtiendo en la zona más importante para la economía del país. Esta fue tarea y logro de los liberales. Según datos ofi ciales existían cuatro puertos en 1883 en Guatemala: Champerico, San José y Ocós en la costa del Pacífi co y Livingston en la costa del Altántico; cinco embarca-deros: la Barra del río de los Esclavos, Tecojate y San Luis, en la costa del Pacífi co, Panzós, en el río Polochic, que desembocaba en el lago de Izabal; así como el embarcadero de Gualán, en el río Motagua, que desembocaba en el Atlántico.210

El puerto de Livingston aumentó en importancia debido a que los propietarios de planta-ciones de café del territorio de Verapaz lo utilizaban para la exportación e importación de sus productos, ya que fue declarado “Puerto Libre”, por diez años en 1882, “confi ándose en que impulsará de una manera notable la inmigración así como los intereses comerciales del país e infl uirá efi ciente y directamente en el desarrollo de la riqueza de esa abandonada zona”.211

Sin embargo, la navegación estaba aquí poco desarrollada, comparada con aquella de la costa del Pacífi co.212 Esto se debía, pese a la gran producción de café de esta zona compara-da con la del centro y noroeste del país, a las difi cultades que imperaban en esta área para el transporte. A principios de los años ochenta hizo transformar el régimen liberal el camino de herradura que conducía de Cobán al embarcadero fl uvial de Panzós, para que pudiera ser utili-zado por carretas. Hasta entonces se hacía en canoas el trayecto del río Polochic a Livingston, aproximadamente 150 kilómetros. El tráfi co era por eso muy lento e irregular. Las intenciones del régimen de construir la carretera a Panzós y el rápido desarrollo del cultivo del café en la Alta Verapaz hizo que un extranjero tuviera la idea de colocar una línea de vapores de Panzós a Livingston. Los medios de transporte existentes para el tráfi co terrestre fueron sufi cientes para fi nes de los años ochenta, sin embargo ya para 1893 se había duplicado el volumen de los productos transportables.213

En épocas de lluvia se necesitaban hasta dos meses para poder viajar ida y vuelta de Cobán a Panzós. A esto hay que agregar que muchos de los arrieros que hacían el trayecto Tucurú-Pazós(sic) se enfermaban de malaria.214 Estas difi cultades con el transporte de mercancías durante el período de lluvias y el desarrollo de los transportes a nivel mundial motivaron que los liberales se preocuparan por introducir el ferrocarril al país. Otros motivos que podrían nombrarse para la introducción del ferrocarril serían:

210. Anales Estadísticos…, Año de 1883, Tomo n, Pág. V. 211. Id. Pág. XI.212. Erckert, C.V.: op. cit., Pág. 280.213. Roesch, A., op. cit., Pág. 94. 214. Id.

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1. El interés que tenían los propietarios de plantaciones cafetaleras, así como las casas de comisión, en embarcar lo más pronto posible el producto de exportación;

2. El esfuerzo de los liberales por

a) lograr la diversifi cación de la agricultura en las diversas regiones del país por medio de mejoras en las comunicaciones y favorables condiciones de mercado;

b) elevar la producción agraria;

c) unir los diversos centros económicos del país entre sí; y

d) crear un campo propicio para la esperada inmigración europea; entre otros.

Ya en 1873 decidió el régimen cerrar un contrato con un empresario extranjero para la construcción de un ferrocarril, el cual debía conectar el puerto de San José con la ciudad de Escuintla. Este contrato, a pesar de que sus estipulaciones no se cumplieron, fueron la base para otros contratos efectuados entre el gobierno liberal y diversos capitalistas extranjeros. El régimen liberal trató de fi nanciar con capital nacional el proyecto del ferrocarril del norte, sin embargo no estuvo en posibilidad de reunir las sumas de dinero necesarias. Fuera de esto no trataron los liberales de mantener a los capitalistas extranjeros al margen de la construcción de la red ferroviaria proyectada. El gobierno liberal puso a disposición de las compañías constructoras, hombres, tierras, y subsidios, para llevar adelante estos planes. Además recibieron los extranje-ros favorables condiciones para la culminación de sus trabajos, importación de equipo técnico, de comestibles y bienes de consumo. Hasta fuerza de trabajo podía ser traída del extranjero. También fueron obligadas cuadrillas de indígenas que no habían pagado su contribución de caminos a trabajar en la construcción de la red ferroviaria.

Stoll se encontró en las montañas de los Altos en una ocasión con 200 indígenas de Chi-chicastenango que iban camino a Retalhuleu, a trabajar 14 días en la construcción de la línea férrea de Champerico. Son interesantes sus juicios escritos más tarde:

“La mayoría de éstos doscientos indígenas, entre los cuales muchos son muchachos de trece y catorce años eran inteligentes, en parte muy bonitas cabezas. Chichi castenango se encuentra a una altura de más de 2,000 metros, en tierra fría sana, libre de malaria. Algunos de los que alegres, sentados alrededor del fuego, platicaban con sus camara-das, es posible que no volvieran a ver su pueblo, al morir víctimas del trabajo insano de explanación, en el clima mortal húmedo-caliente de Champerico.”2l5

215. Stoll, O., op. cit., Pág. 419. La Comisión del Ferrocarril del gobierno, bajo la dirección Prieto y Piatkowski bosquejaron en 1880 una red de ferrocarril que abarcaría las siguientes conexiones:1. San José-Escuintla-Amatitlán-Ciudad de Guatemala;

2. Ciudad de Guatemala-Cuajiniquilapa-Jutiapa-Chiquimula-Zacapa-Santo Tomás; 3. Champerico-Retalhuleu; 4. Escuintla-Retalhuleu-Costa Cuca, En 1880 fue terminado el recorrido San José-Escuintla, la línea Champerico-Retalhuleu fue fi nalizada en 1883

y en 1884 fue inaugurado el trecho San José-Ciudad de Guatemala; mientras que la sección Panzós-Tucurú no fue realizada sino hasta fi nes de siglo.

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El servicio de correos también experimentó un gran desarrollo. A principios de 1881 fue aceptada Guatemala como miembro de la Unión Postal Universal.

Las piezas de correspondencia que en 1871 no llegaban a 50,000 ascendieron ya en 1884 a casi 3.000,000.216 El telégrafo también fue desarrollado. Según datos gubernamentales ya se encontraban en 1883 conectadas todas las localidades grandes del país así como los centros de producción más importantes con la capital. En Guatemala ya había en este tiempo más de 70 instalaciones de radio, con más de 3,000 millas inglesas de alambre colocadas. El país tenía además conexiones de radio con Sudamérica, México, Estados Unidos de América y Europa.217 En 1884 se cerró un contrato entre una sociedad anónima y el régimen con el fi n de introducir el sistema de teléfonos en la capital. Otros contratos importantes que cerraron los liberales durante este período con compañías de construcción extranjeras y nacionales con el objeto de desarrollar la infraestructura fueron: un contrato sobre la introducción de la luz eléctrica en la Ciudad de Guatemala así como otro contrato concerniente al mejoramiento de los acueductos en la capital. Además se iniciaron trabajos de construcción de un puerto en Iztapa, en la costa del Pacífi co.

El trabajo conjunto de los liberales con el capital extranjero fue para aquéllos muy satis-factorio. De esta forma podían realizar sus aspiraciones políticas.

La contradicción principal de la infraestructura desarrollada por los liberales, es que fue realizada primordialmente en interés del capital extranjero.

216. Anales Estadísticos…, Año de 1883, Tomo II, Pág. X. 217. Id.

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CONSIDERACIONES FINALES

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Hemos visto que tanto los comerciantes nativos como los extranjeros tuvieron muchas difi cultades y agudizadas contradicciones durante el período de Barrios.

Sin embargo, era común para todos la tarea de tratar de apropiarse de la mayor parte de la plusproducción agraria, así como evadir impuestos por medio del contrabando o por subterfugios. No tenemos a mano listas de los comerciantes nativos más importantes. No obstante, podemos asegurar que algunos de ellos provenían de familias de la oligarquía tradicional, tratándose en otros casos de nuevos ricos, imbuidos de ideas liberales. No sabemos el origen de estos últimos pero consideramos difícil que provinieran de los estratos campesinos o de la plebe urbana. Más bien creemos que se trataba de individuos que, como Miguel García Granados, estaban de una forma u otra emparentados con las viejas “familias”; o de descendientes de comerciantes españoles radicados en el país después de la independencia. Aparentemente, su número e im-portancia iba en descenso a partir del triunfo liberal, debido tanto a la actividad concurrente de los comerciantes extranjeros como a las prácticas dictatoriales de J. R. Barrios, especialmente al sistema de empréstitos forzosos. Los constantes acosos a que se veían sometidos por parte del régimen liberal nos hacen pensar que el dictador sentía profundo desprecio por ellos. El capital comercial se logra desarrollar en Guatemala bajo el imperio del feudalismo colonial. Después de las vicisitudes que sufre a raíz de la independencia, logra robustecerse nuevamente, al desarrollarse en el país el cultivo de la cochinilla. El comerciante no era, pues, un elemento nuevo en la sociedad guatemalteca sino un viejo integrante y colaborador de la clase dominante. El gran comercio capitalino, que hasta antes del auge del cultivo de la cochinilla había operado en un marco no capitalista, inicia con éste su penetración y su alianza con el capitalismo agra-rio incipiente. El comerciante tradicional utilizaba su pequeño o mayor capital para fi nanciar operaciones que le producirían ganancias en el campo de la circulación e intercambio de mer-cancías. No es sino hasta que se decide a realizar inversiones de tipo capitalista en la agricultura cuando su capital se vuelve productivo y su función parasitaria en la sociedad adquiere rasgos humanos. Es precisamente colocando el capital en la esfera de la producción y obteniendo aquí una plusvalía cuando el comerciante puede considerarse empresario capitalista. El gran comer-ciante, residente en la capital, tiene los ojos puestos en el horizonte que se prolonga más allá de las fronteras del país, pero las manos para apropiarse del fruto del trabajo del guatemalteco las tiene en Guatemala, bien extendidas.

Ésa era y es la gran contradicción de su actividad: por una parte desarrolla una función social como trafi cante y distribuidor de mercancías de diverso origen, elevando el grado de desarrollo de las relaciones económicas a nivel tanto local como internacional, por otro lado, desarrolla una labor antisocial al dedicarse al robo velado de todo aquel que se coloca a su alcance. En realidad el comercio, íntimamente ligado a la agricultura, desempeñaba un papel de primer orden en la economía del país. La economía de plantación deviene el sector decisivo en la economía general de Guatemala, pero no hay que olvidar que muchos de los comerciantes invertían en la agricultura. El capitalismo agrario se desarrolla en Guatemala paralelamente al capital comercial

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del período nacional, ambos se apoyan y se rechazan recíprocamente, hasta llegar a formar un mismo todo, en nuestro siglo. Esta estrecha relación del comercio con la agricultura, su poca relación con la actividad industrial, fue la que le imprimió su carácter conservador ya desde antes de la independencia.

De ahí la mentalidad poco progresista del comerciante guatemalteco y extranjero, su poca disposición a apoyar los movimientos revolucionarios. Los movimientos políticos y sociales en los que interviene el capital comercial son causados por las contradicciones inherentes a su desarrollo. En este sentido no es nada extraño ver a un Miguel García Granados al frente de los “liberales” de la capital. La mal llamada revolución liberal de 1871 no fue más que una plataforma para satisfacer los intereses económicos de grupos de comerciantes capitalinos y de propietarios de plantaciones, ávidos de tierras y de mano de obra servil. El choque de los liberales con la Iglesia tuvo en primer lugar motivaciones de índole económica. La reforma liberal sacudió fuertemente el poder económico, pero también el dominio político de la Iglesia al arrebatarle no solo sus tierras y demás bienes “terrenales”, rompiendo a la vez su monopolio religioso al permitirle el ingreso al país a las sectas protestantes y al convertir en laica la edu-cación. Las consecuencias positivas que la introducción de la cultura laica representará para el progreso de Guatemala fue de gran importancia para los capitalistas, ya que la infl uencia política que tenía la Iglesia en la población guatemalteca debía de ser anulada. Esto explica que inicialmente al clero no solamente se le haya cofi scado sus bienes sino que también expulsado a lo más representativo de sus miembros. El aumento de la importancia política de los liberales estaba en directa correlación con la disminución de la infl uencia política de la Iglesia sobre la población, especialmente la de la capital, tradicionalmente católica ferviente. La destrucción del poder económico y político de la Iglesia, el gran bastión y remanente del feudalismo colonial en Guatemala, se nos presenta entonces como una pre-condición para superar la supraestructura ideológica de la vieja sociedad.

La reacción conservadora y clerical, no perdió nunca de vista el derrocamiento de la dictadura liberal y la esperanza de recobrar sus antiguas posiciones de poder perdidas. Se le ve actuar en cuanta conjura es revelada. La pérdida de su poder político y la desmoralización de muchos de sus componentes fueron causas primordiales para la no realización de sus planes. El movimiento de Reforma no estaba interesado en atacar la propiedad territorial de la vieja oligarquía tradicional. Las expropiaciones se concentraron en los bienes de la Iglesia, primero, y en las posesiones de muchas comunidades de aldea, después. Sin considerar necesario el pago de una indemnización. Las tierras expropiadas eran repartidas entre los allegados al dictador o directamente apropiados por este mismo. La vieja oligarquía conservadora fue sustituida por una nueva de tendencia burguesa, cuya fuente principal de ingreso era la renta capitalista del suelo. Puede afi rmarse que las transformaciones agrarias de la época de Barrios están imbuidas de intenciones progresistas.

La distribución de tierras a pequeños propietarios tuvo el carácter de una verdadera reforma agraria. El hecho sin embargo de que las confi scaciones de tierras y las reformas en la agricultura hayan sido realizadas desde arriba y no impulsadas por las masas, desde abajo, le resta contenido revolucionario, disminuyéndose de esta manera su signifi cado histórico.

Durante el régimen de Barrios se convierten los dueños de plantaciones de café y azúcar, sector dominante en la agricultura, en el elemento dominante, verdadero factor de poder, dentro

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del conjunto de la clase dominante, a la cual pertenecen además los grandes comerciantes de la capital y del interior y los altos funcionarios administrativos y militares, ligados en mayor y menor grado al capitalismo agrario que se desarrolla. El auge del cultivo del café se debe a las inversiones de capital realizado en la agricultura así como a la utilización de nuevas y racionales técnicas de cultivo, pero, ante todo, debe atribuirse al trabajo compulsorio a que se vieron sometidos miles de campesinos provenientes de las comunidades de aldea. Los campesinos obligados a vender su fuerza de trabajo en las plantaciones de café apenas si tenían participación del plusproducto creado por ellos mismos. La mayoría de los laborantes en las plantaciones de café percibían un salario insignifi cante. El sistema de peonaje reduce a un mínimo el poder adquisitivo del campesinado laborante en las plantaciones. Esto a su vez es un obstáculo para el desarrollo del comercio interior y exterior. Precisamente este miserable salario y su condición original de hombres libres es lo que les hace merecer la categoría de obreros agrícolas. La explotación brutal a que son sometidos los trabajadores agrícolas solamente puede ser explicada si tomamos en cuenta que los que la realizaban eran empresarios capitalistas, dispuestos a enriquecerse a la mayor brevedad posible. Esto concierne especialmente a los extranjeros que deseaban disfrutar e invertir sus ganancias en sus países de origen.

El desarrollo del comercio exterior, con sede en la capital, y el entrelazamiento del mismo con la agricultura, hace que la economía urbana impere sobre el resto de las exis-tentes en el país. El aumento del comercio exterior, el auge del capitalismo agrario a nivel nacional y los desplazamientos poblacionales ocasionados por la reforma de la estructura agraria, no impiden que la capital permanezca siendo una ciudad de marcado aspecto pre-capitalista. A esto contribuyen la situación y prácticas políticas imperantes. Las contradic-ciones principales que pudimos advertir en la capital se dan entre los comerciantes nativos y sus colegas extranjeros; entre los extranjeros en general y el régimen liberal, debido a los empréstitos forzosos a que se ven aquellos sometidos por éste; y a la contradicción que surge entre el régimen dictatorial y la población urbana en general, que se obligaba a soportar prácticas de gobierno de carácter dictatorial que apenas si logran diferenciarse de las ejercidas anteriormente por la dictadura de Carrera. Entonces, pues, el aspecto pre-capitalista de la capital oculta una economía urbana de tipo capitalista que se desarrolla en medio de múltiples contradicciones.

Por una parte aumenta el comercio exterior, uno de sus bastiones tradicionales, por la otra, es precisamente el aumento de este comercio basado en la importación de productos de ultra-mar, el freno principal del desarrollo de las artesanías e industrias urbanas. El capitalismo en Guatemala nace y se desarrolla en el siglo XIX, sobre la base del reforzamiento en el campo de métodos pre-capitalistas de explotación de la fuerza de trabajo, de opresión del comercio urbano y exterior, de la existencia de fuertes obstáculos para el desarrollo de la artesanía y manufactura urbana, de una constante descapitalización y bajo una dictadura patriarcal opresora.

No sabemos de alguna industria textil que se haya logrado desarrollar en esta época en la capital, aunque sí de una industria del calzado.

Un autor guatemalteco ha mencionado, en una recopilación de decretos y disposiciones de carácter económico emitidos durante el período de J. R. Barrios, la concesión del monopolio que se le hace a un empresario para abastecer de calzado al Ejército y a las escuelas de la República (Días Castillo, op. cit., P. 215).

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Desconocemos el número de la población activa en las pocas manufacturas existentes, así como las formas económicas que rigen en ellas. La referencia que se hace en un documento diplomático a artesanos alemanes que se han enriquecido en pocos años ejerciendo su ofi cio, nos hace suponer la existencia de talleres grandes y de muchos aprendices laborando, creando el plusproducto que hizo posible que los maestros extranjeros devinieran en nuevos ricos. Es posible que el número de artesanos no fuera insignifi cante, especialmente si tomamos en cuenta que las constantes guerras internas y externas posibilitaron el surgimiento de ramas manufactu-reras estrechamente enlazadas con las empresas militares. La artesanía urbana de este período se enriquece con la llegada al país de maestros artesanos europeos, que introducen nuevas y, en el país desconocidas, técnicas y métodos de trabajo. Los productos artesanales de la capital eran realizados en su mayor parte en la misma ciudad aunque es posible que muchos de ellos fueran llevados a mercados rurales y urbanos del interior del país. La frustración del artesano guatemalteco, provocada por la imposibilidad de desarrollarse hacia manufacturero, es posible-mente lo que motiva su actitud pasiva e inclinación al alcoholismo, también mencionado por el mismo Bernouilli.

Precisamente diferencias de riquezas dentro de los artesanos es lo que provoca entre ellos el malestar del que nos habla Bernouilli. Un ulterior desarrollo de la artesanía se vio entorpecido por el papel desempeñado por la burguesía compradora, muchas veces ya mencionado.

En la capital encontramos, además, a otros elementos de la población que merecen ser mencionados. Ante todo está la mediana burguesía formada por los funcionarios liberales y los altos militares, la pequeña burguesía, que comprendía a los intelectuales (abogados, médicos, periodistas, diputados, etc.), a los pequeños comerciantes, artesanos y pequeños propietarios de talleres. El obrero urbano es en esta época reducido en número (obreros ferroviarios, de la construcción, etc.) y su importancia política se encuentra en directa relación con éste. Otro in-tegrante del mosaico poblacional de la ciudad la formaban los pequeños comerciantes indígenas que llegaban diariamente a la capital. El lugar de los capitalinos en la escala social estaba dado por la diferencia de riqueza, por el papel que ocupaba él frente los medios de producción y en la escala burocrática servil. Apenas si nos cabe duda que la gran mayoría de los capitalinos estaba formada por la plebe: jornaleros no califi cados, domésticas, arrieros, vagabundos, pordioseros y enfermos, sin mencionar a la población fl otante. Es de suponerse que después de los terratenien-tes comerciantes y burócratas, fueran los artesanos los componentes sociales más importantes de la capital. La ciudad capital es dominada económicamente por un grupo de comerciantes y políticamente por una camarilla de individuos que giran en torno a un dictador de turno. No co-nocemos el grado de acumulación de la riqueza capitalina en manos de los comerciantes aunque sí de la existencia de una diferenciación de recursos económicos dentro de éstos. En la capital los más ricos entre los comerciantes no eran los nativos sino los extranjeros. Es posible que los comerciantes más ricos fueran los alemanes. Este papel de segundo rango, desempeñado por la burguesía compradora nativa, es precisamente el origen de la máxima contradicción existente en el seno de la clase dominante a lo largo de toda la dictadura de J. Rufi no Barrios. Bajo estas circunstancias, es difícil afi rmar que en la Ciudad de Guatemala del período que nos ocupa no dominara la relación mercancía-dinero. Por el contrario, es posible advertir la existencia de una economía monetaria balanceada al compás del desarrollo del comercio exterior. El transporte de los productos agrarios para la exportación era efectuado por mulas y bueyes guiados por asa-lariados libres, muchos de los cuales vivían en las zonas periféricas de la capital. La existencia de 49 grandes casas comerciales extranjeras nos hace suponer bastante actividad comercial así

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como la existencia de cantidad de medios de circulación. Los gravámenes fi nancieros impuestos a los comerciantes y propietarios le atrajo al dictador y a sus allegados muchos enemigos. El terror imperante en el país hace que muchos descontentos permanezcan a la defensiva, contribu-yendo indirectamente a su propia ruina y al afi anzamiento de la camarilla liberal en el poder. La reimplantación de relaciones de producción pre-capitalistas en la agricultura se vio favorecida por la actitud pasiva de las masas indígenas frente a los abusos del régimen y de los empresarios agrarios. La existencia en las plantaciones de asalariados libres junto a la de peones endeudados atados a la plantación y a familias de colonos “pertenecientes” a ésta fue un fuerte obstáculo que impidió la organización de todos los trabajadores agrícolas en un frente común contra el explotador, el cual en la mayoría de los casos supo aprovechar a cabalidad la diferenciación surgida entre los laborantes de su empresa agrícola.

La conciencia de clase se desarrolla durante este período mayormente en el seno de la burguesía comercial nativa y entre la pequeña burguesía urbana.

Esto está demostrado por la creciente oposición de aquélla a la fi rma de un Tratado de comercio y navegación entre Guatemala y el Imperio alemán, el cual de ratifi carse por el Congreso guatemalteco tendría onerosas consecuencias para el desarrollo del capital comercial nacional. La pequeña burguesía por su parte se adhiere y es principal portavoz de los princi-pios liberales. Cree encontrar precisamente en ellos la solución de los problemas económicos, políticos y sociales que agobian al país. Las masas campesinas se encuentran en bajo grado de politización, optando por aislarse del resto de los grupos sociales existentes en el país y tratando de hallar consuelo a la miseria en que han sido relegadas por la clase dominante, en la ejecución de sus ritos religiosos pre-colombinos. Su actitud ante sus opresores no toma en la mayoría de los casos carácter agresivo. Muchos rehúyen el contacto del ladino, refugiándose en zonas hasta entonces inaccesibles para éstos. De esta forma surgirán más tarde pequeños caseríos en las regiones del Petén, fronterizas con el establecimiento colonial inglés de Beli-ce, y en este territorio mismo. No sabemos de organizaciones de comerciantes, artesanales u obreras. Los comerciantes extranjeros, según fuera su nacionalidad, se agrupaban en torno a sus colegas connacionales de más antigua estadía en el país y mayor experiencia, y alrededor de su representante diplomático, siempre dispuesto a velar por sus intereses comerciales y a respaldar su rechazo a aquellas disposiciones y decretos gubernamentales que hicieran a los mismos. En este contexto fue posiblemente la pequeña burguesía urbana la mayor opositora de la dictadura liberal. A muchos de sus miembros se les ve formar parte activa en las conju-ras y complots en contra del dictador. Su falta de organización y relación con otras capas de la población, así como la gran infl uencia que en su seno tenía el clericalismo, contribuyó en gran medida al fracaso de sus acciones.

La ciudad de Guatemala, sede del gobierno, se caracteriza, entonces, por adquirir en este período rasgos capitalistas, siendo el más dominante la existencia de la libertad de trabajo y contratación. Las relaciones de servidumbre que se pueden observar en la capital no son de tipo pre-capitalista. La mayoría de sus habitantes eran personas libres, dedicados a distintos ofi cios fuera del marco de las relaciones de dependencia feudales. Así pues, el incremento del comercio exterior, de la relación mercancía-dinero lleva al desarrollo de una economía urbana capitalista. Este desarrollo se ve, sin embargo, frenado por las prácticas opresivas a que se ve sometido el comercio por parte de las autoridades “liberales”, y que muchas veces impiden su normal desenvolvimiento.

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Al radicarse comerciantes extranjeros en distintas regiones del país se logra romper el monopolio del comercio exterior que había ejercido la capital hasta entonces. En este contexto, es necesario no confundir las relaciones recíprocas de dependencia y de explotación entre la ciudad capital y las regiones del interior de Guatemala. Es sabido que existían diversos tipos de dependencia, siendo las más importantes la económica y la política. La capital, valga decir, sus comerciantes (en su mayoría extranjeros), vendían caro y compraban barato. Esto era pre-cisamente la base económica de la capital: la apropiación desmedida del plusproducto creado en los departamentos productores de la República. Además de esto sus políticos imponían monopolios del Estado sobre la fabricación y venta de algunos productos, y que despertaban verdaderos resentimientos en el interior. Los funcionarios venales enriquecidos en el poder y los comerciantes enriquecidos a costa de prácticas comerciales de sospechosa naturaleza, sin excluir a otra constelación de intereses que ya hemos mencionado que existían en la región occidental del país, contribuyeron a agudizar el confl icto capital-departamentos.

Se ha dicho ya que el triunfo de Quetzaltenango sobre la capital sólo fue posible después de debilitarse el poder central radicado en la capital, como consecuencia del decaimiento de la producción de la cochinilla y de las profundas contradicciones que se albergaban en el seno de la sociedad guatemalteca en las postrimerías de la era conservadora. Hemos visto que paralelo al desgaste económico del poder central, causado por los gastos ocasionados en las guerras externas e internas contra los elementos de oposición al régimen imperante, vemos surgir un fuerte grupo económico localizado en el occidente del país, independiente de las fuerzas dominantes tradicionales. El derrumbe de la dictadura conservadora fue motivado principalmente por el desgaste interno que sufrió a consecuencia de la guerra que tuvo que emprender en contra de Serapio Cruz y sus combatientes, y a la acción del capital agrario y comercial nativos, capaces de aprovechar a cabalidad la coyuntura histórica surgida del fenómeno primeramente mencionado.

El movimiento liberal triunfante no signifi ca el triunfo defi nitivo del capitalismo sobre los remanentes del feudalismo colonial sino, más bien, la desaparición de la escena política de las fuerzas más reaccionarias de la sociedad guatemalteca y la iniciación de un proceso refor-mista a nivel político y económico, que pese a su dinámica interna no logra barrer con aquellos remanentes del feudalismo colonial que le serán necesarios para su desarrollo y consolidación como nuevo factor dominante de poder. El movimiento liberal que triunfa en junio de 1871 no es pues el movimiento popular que instaura en Guatemala el capitalismo, después de derrotar a los elementos feudales de la sociedad. Basta ver a las primeras fi guras que se destacan alrededor de García Granados, como presidente provisional, para comprender en qué manos se pretendía depositar el poder político recién adquirido. Sus mismos nombres (Batres, Beltranena, etc.) denotan lazos con el pasado que se quiere desarraigar. Vemos, entonces, constituirse un aparato estatal que surge con una gran contradicción: la de estar formado por sectores capitalistas y sus representantes, y por grupos que no son más que la continuación en el poder de las estirpes oligarcas tradicionales así como representantes del clero. Con la ayuda activa de los elementos más conservadores de la Iglesia católica y de terratenientes de la misma ideología se desatan insurrecciones campesinas de inspiración reaccionaria que, sin embargo, debido a la pronta y efi caz actitud militar de J. R. Barrios son reprimidas una tras otra.

Es precisamente en las campañas de oriente en donde se perfi la en toda su dimensión la fuerte personalidad de Barrios, terminando por relegar a Miguel García Granados a un segundo

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plano. Es en esta época en la que con más claridad se puede notar la administración relativa-mente independiente de la zona de los Altos por elementos liberales agrupados en torno a la fi gura de su caudillo. El poder central localizado en la capital se ve entonces en una situación de verdadera impotencia, completamente a la defensiva ante las medidas y actitudes que toma y que pueda tomar en el futuro el general Barrios. Éste, buen conocedor de la situación surgi-da decide apoderarse completamente del gobierno guatemalteco encabezado hasta entonces por García Granados. El traslado de Barrios a la capital, juntamente con gran número de sus partidarios incluidos en las fi las de su Ejército, signifi có para García Granados la pérdida defi nitiva de lo que quedaba de su prestigio personal y posición de poder. Más tarde se le encontrará escribiendo sus “Memorias” y defendiendo con la pluma sus perdidas posiciones de poder. El confl icto que surge entre las fuerzas que apoyan a García Granados y aquellas de Barrios fi naliza con la implantación de una dictadura de tipo patriarcal, personalizada en la fi gura de J. Rufi no Barrios, a quien se enaltece y halaga como caudillo de la “Revolución” liberal. Barrios, como hombre inteligente, comprendió muy pronto que una segregación por parte de los Altos de Guatemala era un absurdo. Por el contrario, está demostrado que toda su política exterior se encaminó desde un principio a reincorporar todos aquellos territorios perdidos por el poder central cincuenta años antes. Nos parece que en este punto estaba guia-do no solamente por deseos de mayor dominio y autoridad personal sino también por altos sentimientos patrióticos. La derrota de la reacción en el campo de batalla y en los campos económico, político e ideológico, debe verse como el triunfo indiscutible de los representantes de una nueva formación económica que está aún por desarrollarse en el país. El triunfo de Barrios sobre sus oponentes conservadores no es otra cosa que el triunfo del capital agrario sobre los remanentes en el país de un modo de producción envejecido y caduco.

Las bases para el desarrollo en nuestro país del capitalismo agrario, se sientan a lo largo de la dictadura de J. R. Barrios. Este desarrollo será deforme y recaerá sobre los hombres más explotados y discriminados de nuestro pueblo. Paradójicamente, ahí donde el peonaje como sistema no ocupa un lugar predominante en la producción es en donde mejores condiciones se plantean para un desarrollo pleno del capitalismo agrario. Por el contrario, en las regiones en donde éste está minado por las contradicciones originadas de las relaciones de producción propias del feudalismo colonial, se desarrollará un capitalismo deforme, condenado al fracaso como sistema que llevará a Guatemala al progreso. Desgra-ciadamente para nuestro país, es el sistema de peonaje el que, auspiciado por el régimen de J. R. Barrios, predominará no solamente durante este período sino que también a lo largo de los gobiernos llamados “liberales” de los decenios posteriores previos a la revolución democrática burguesa de 1944.

Del triunfo del campo sobre la capital salió ésta fortalecida al instalarse aquí el máximo representante de las fuerzas económicas y políticas de occidente. Condición previa para el desarrollo del Estado nacional era un poder central fuerte. Si durante el período del dominio conservador vemos debilitarse paulatinamente el poder central a la par que el de la región occidental del país iba en aumento, la dictadura liberal con su sede central en la Ciudad de Guatemala logró fortalecer a ésta, acentuando el papel tributario de todas las regiones del país en relación con la capital. En efecto, si la autoridad central estaba débil al hacerse Ba-rrios cargo de ella, la dictadura implantada por éste no hizo más que fortalecerla. De esta forma se frustró la intentona de las zonas occidentales por sustraerse al control y dominio de la capital. Es posible que algunas revueltas contra Barrios que tuvieron efecto en occidente

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tengan relación con la frustración arriba mencionada. Es de notarse que nunca antes de Barrios había adquirido occidente tanta importancia política e independencia económica respecto al poder central. No hay que olvidar que fue precisamente en Quetzaltenango en donde primero se logró desbaratar el poder de la Iglesia, al expulsarse a sus más connotados miembros y al consolidarse sus bienes.

Los comerciantes extranjeros habían acrecentado sus ganancias a la sombra del régimen conservador. Si bien es cierto que los componentes clericales de éste habían amenazado en alguna ocasión su existencia, esto no impidió que formaran parte activa del sistema económico y social imperante en ese entonces, así como que se sintieran de una forma u otra ligados a la estructura política imperante. El movimiento liberal signifi có para ellos un cierto estancamiento comercial y el peligro de perder a manos de los insurrectos parte de sus propiedades. Esto determinó que su actitud frente a éste fuera desde un principio de rechazo, cuando no hostil. Sin embargo lo que verdaderamente les interesaba era salvaguardar sus intereses comerciales. El país era para ellos un simple objeto de explotación. Es muy posible que esto haya contribuido a acentuar el desprecio que por ellos sentían los liberales.

El elemento extranjero radicado en el país, muy ocupado en la forma de aumentar sus ganancias en el comercio y en las plantaciones agrícolas, subestimó la envergadura del movi-miento político y económico que se encontraba aparejado a la insurrección de los liberales, en los años previos a 1871, acostumbrado como estaba, a menospreciar todo aquello que proviniera de los hombres “de color” nativos de Guatemala. Sus aspiraciones máximas eran monopolizar completamente el comercio mayorista y colocar en situación dependiente y subordinada a los comerciantes guatemaltecos. La misma penetración del capital comercial extranjero en la pro-ducción agrícola obedecía a estos intereses. En estas circunstancias es comprensible la actitud de los comerciantes capitalinos nativos y de sus aliados, la pequeña burguesía intelectual, fi el sostén de las ideas liberales en Guatemala. Barrios, por medio de donaciones de dinero y pre-bendas políticas, llegó a comprometer a un fuerte sector de personalidades liberales pequeño burguesas, atándolas a su carro dictatorial. Estos individuos devinieron en fuerte apoyo de su régimen debido al miedo personal que le tomaron al dictador, y al desprecio que le tenían a la reacción conservadora.

La debilidad de los comerciantes frente al poder central estaba determinada por la falta de cohesión que reinaba entre ellos. Sabemos que su situación no fue muy satisfactoria para ellos durante este período. Pese a que muchos seguramente lograron acumular capital en pro-porciones antes desconocidas, las continuas necesidades monetarias del Estado y del dictador los colocaba en embarazosas situaciones fi nancieras, teniendo que contribuir con empréstitos forzosos al sostenimiento de un régimen por ellos temido a la par de odiado. El poder central logró consolidarse por medio del terror y por medio del debilitamiento económico de sectores tradicionalmente fuertes. El terror desatado por J. R. Barrios da cuenta de la debilidad de un régimen que casi únicamente puede mantenerse en el poder por fuerza de las armas y gracias a una vasta red de espías.

El mismo Stoll se refi ere con desprecio a la existencia de agentes de Barrios dentro de los mismos comerciantes extranjeros. Cuanto más aumenta el movimiento de los conservadores más fuerte y estable se nos presenta la fi gura del dictador, quien no escatima medios para aplastar y humillar a sus oponentes.

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La dictadura férrea de Barrios nos revela que el poder económico y la infl uencia política de los comerciantes extranjeros dependían de la debilidad o fuerza del poder central. Barrios aprendió muy pronto a utilizar el sistema fi scal y todo el aparato estatal para apropiarse de gran-des cantidades de dinero proveniente de la plusproducción del campo. Los constantes gastos de la camarilla liberal dirigente, gastos ocasionados por las guerras contra otros Estados centro-americanos y por la red de asalariados ofi ciales y no ofi ciales, determinaron que el régimen se decidiera cada vez más a apoderarse no solamente de la mayoría de los ingresos fi scales sino también de aquella parte del plusproducto que había ido a parar a manos de los comerciantes. Pero sin duda alguna eran las apropiaciones monetarias por parte de Barrios lo que más pesaba sobre la economía del país. A tal punto cayeron los comerciantes en desgracia que aquellos que no estaban dispuestos a colaborar con el régimen adquiriendo bonos estatales –valga decir haciéndole préstamos al gobierno– eran forzados a entrar al Ejército. El debilitamiento eco-nómico de los comerciantes le permitió a Barrios convertirse no sólo en el hombre de mayor infl uencia política y económica del país. Los obstáculos que le puso a los comerciantes en el camino, al decretar medidas de carácter económico lesivo a los intereses de éstos, redujo su base económica y su infl uencia política. Lo anterior tuvo fuertes repercusiones en la posición social de los comerciantes, los cuales fueron relegados a un segundo plano en la estructura social. El Congreso, como institución democrática, se revela como un instrumento de poder en manos de los dirigentes liberales, especialmente del dictador y sus allegados, instaurado con el objeto de darle visos legales a las disposiciones del régimen recién instaurado. Todo parece indicar que si bien el Congreso era poco funcional en lo que respecta a salvaguardar su independencia de criterio, y de acción frente al Poder Ejecutivo, no era éste el caso cuando se trataba de velar por los intereses de la verdadera clase dominante del país, entregando en sus manos métodos legales de coacción para el sometimiento de la fuerza de trabajo indígena. En el seno del Con-greso llega a destacarse una fuerza política que en un momento determinado se colocará en velada oposición al caudillo liberal, cuando considera que los intereses del país están siendo puestos en juego por éste. A estos elementos patriotas los tratará de neutralizar el dictador por medio de sobornos, o simplemente por medio del terror. La “lucha” parlamentaria de la época, obedecía a los diversos intereses que los miembros del Congreso representaban. Sin embargo, nos parece difícil tomarla en serio, toda vez que se proyecta sobre ella la sombra del dictador, bajo cuya inspiración eran tomadas al fi n y al cabo, las medidas y los actos legislativos más importantes. Es digno de notarse que el aparato estatal sufre continuos cambios a todo lo largo de la permanencia de J. R. Barrios en el poder. Estos cambios están determinados por la agu-dización de las contradicciones en el seno de la clase dominante y no signifi can otra cosa que nuevas alineaciones de las fuerzas económicas y políticas que se mueven tras la fachada del régimen. La mayoría de los componentes del aparato de Estado del régimen liberal instaurado en 1871 eran hombres provenientes de sectores de la población antiguamente marginados de toda actividad política. Muchos de ellos estaban imbuidos de ideas liberales y eran quienes en el Congreso propugnaban por el desarrollo del país en todas direcciones.

Posiblemente se deba a ellos el planteamiento de leyes progresistas concernientes a la educación, al comercio, al fomento de la agricultura, etc. Cuando nos referimos a la clase do-minante en el período de J. R. Barrios, pensamos ante todo en los grupos de terratenientes que derivan sus ingresos de la posesión de empresas agrarias y de la explotación de la mano de obra indígena que el Estado por ellos creado puso a su disposición gracias a la cooperación de dos efi caces instrumentos de poder estatales creados al efecto: el Congreso Nacional y el Ejército. El surgimiento, desarrollo y consolidación en Guatemala del Ejército como institución debe

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verse, pues, en conexión con 1a ampliación del comercio exterior y con la explotación de la mano de obra indígena en las plantaciones de café. En este contexto puede afi rmarse que se trata de la formación de un Ejército profesional destinado a salvaguardar los intereses de una clase dominante asentada en el desarrollo de una estructura capitalista deforme.

Es a esta clase a la cual el ejército profesional le debe su nacimiento, su lealtad y obedien-cia, tal y como la historia de los años posteriores nos lo demostrará. La clase dominada, como resultado de lo anterior, no será otra que aquella agrupación social que ha sido obligada a ingresar al proceso de la producción en calidad de “jornalera”, valga decir, esclava del “cafi cultor”, a cambio de una mísera remuneración.

En general era la población guatemalteca la que tenía que pagar las consecuencias de las contradicciones en el seno de los grupos dominantes y los intentos de la camarilla en el poder, por recobrarse fi nancieramente de sus constantes dilapidaciones en aventuras de guerra a expen-sas de los capitalistas comerciales. Es primordialmente a la masa urbana y a los propietarios de plantaciones a quienes están dirigidas las mercancías extranjeras introducidas por la burguesía compradora, Pero también una parte considerable del ladino del interior es consumidora de pro-ductos extranjeros. Los gastos de las guerras aventureras de J. R. Barrios las deben pagar en fi n de cuentas los habitantes de la capital y del interior del país, aquéllos comprando los productos extranjeros a más altos precios y éstos al ser sometidos a mayor explotación y endeudamiento por parte de los empresarios agrícolas.

Debido a que una porción considerable del plusproducto creado en la agricultura va a parar a manos de las casas de comisión y al extranjero es difícil conocer la renta aproximada de la mayoría de los propietarios de plantaciones y por ende, de su capacidad de compra en los mercados locales y capitalino.

Pese a lo anterior, es posible descubrir un aumento del poder adquisitivo de la población urbana, a cuyas manos llega, por diversos canales, una parte del plusproducto agrario. Nos parece que el pequeño campesino libre, que a partir del triunfo liberal ve crecer su número considerablemente, va adquiriendo, a lo largo del período que nos ocupa, mayor capacidad de compra de productos manufacturados en el extranjero.

No conocemos de cerca el desarrollo de la pequeña propiedad agraria. A partir de 1871 aumentan considerablemente los pequeños campesinos libres. Sólo un bajo porcentaje de los agricultores pequeños disponían de una tecnología adecuada, de créditos sufi cientes y de ac-ceso al mercado interno. La mayor parte de ellos, suponemos, trabaja con métodos de cultivos tradicionales y en condiciones de subsistencia.

El capitalismo agrario que se desarrolla durante el período que nos ocupa no fue capaz de convertir al país en una unidad económica, sino simplemente llegar a ser el elemento económico preponderante de algunas regiones. El desarrollo del capitalismo agrario, a partir de 1871, el aumento del número de pequeños propietarios agrarios y el gran predominio de asalariados libres en la capital no fueron factores determinantes a nivel nacional para la superación de las relaciones de producción pre-capitalistas. En la Ciudad de Guatemala, del período que nos ocupa, no hemos podido descubrir elementos socioeconómicos nuevos, que nos permitan atestiguar en forma determinante, que con el triunfo de los liberales el

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capitalismo agrario en desarrollo va imprimiéndole su carácter a la sociedad. En efecto, aparentemente la vida de la ciudad no nos revela que el país se desarrolle hacia nuevas formas económicas.

La canalización del capital comercial hacia la agricultura impide en mucha medida que el comerciante se convierta en empresario industrial. El comercio exterior impulsó en Guatemala el capitalismo agrario.

El capital comercial de la época está fuertemente unido al capital agrario. Puede decirse que existe a expensas de éste. Los principales comerciantes invierten en forma capitalista en la agricultura. Esta correlación capital comercial-capital agrario es quizás la mayor característica de la economía de la época.

Los primeros centros de economía capitalista del interior del país fueron rápidamente reforzados a costa de la propiedad de la Iglesia y de las comunidades de aldea, que además de arrebatárseles sus tierras perdieron gran número de su fuerza de trabajo. Precisamente esta actitud dinámica del empresario agrícola fue la causa fundamental de que desde un principio se lograra neutralizar cualquier acción coordinada de todos los elementos opuestos a las medidas reformistas del régimen liberal. El hecho de que muchos comerciantes de la capital devinieran en terratenientes propietarios de plantaciones de café o ataran sus capitales al desarrollo de éstas, nos revela la estrecha vinculación capitalista existente entre ciudad y campo. El capitalismo agrario que se desarrolla en el país es un sistema de producción para el mercado exterior bajo el cual la fuerza de trabajo indígena era, de hecho, una mercancía.

La polarización cada vez más creciente de los medios de producción en poder de grupo de empresarios nacionales y extranjeros, la expropiación de las tierras comunales y la conversión del campesinado indígena en “jornalero”, dependiente para poder subsistir de la venta de su fuerza de trabajo, son momentos cumbre para la capacidad de desarrollo del capitalismo agrario. Éste, bajo las condiciones históricas concretas de Guatemala, únicamente era funcional some-tiéndose al campesinado a sistemas de reclutamiento forzoso tipo “mandamiento”, tomados del feudalismo colonial, y a coacciones económicas, y extraeconómicas, al obligársele al trabaja-dor a aceptar las llamadas “habilitaciones”, que lo encadenarían a la plantación en calidad de “jornalero” endeudado.

Puede afi rmarse que el capitalismo agrario dio un paso atrás al adoptar formas de explotación de la fuerza de trabajo comparadas únicamente a las utilizadas por los conquistadores hispanos y sus descendientes a lo largo del período más oscuro de nuestra historia, Es sabido que la con-quista de Guatemala signifi có una catástrofe para la población nativa. Esto lo comprendieron muy pronto aquellas mismas tribus indígenas que se habían aliado al invasor extranjero para poder derrotar a antiguos enemigos. Los españoles se repartieron hombres y mujeres “indios”, y tierras para que éstos las trabajasen. En el país, como en tantas otras regiones de América, se inició un período de opresión extranjera que duró 300 años, así como una lucha sorda entre invasor extranjero y oprimido nativo, y que gira en torno a la explotación de la mano de obra indígena y a la posesión de la tierra. La decadencia de una sociedad es un proceso largo, que muchas veces puede durar cientos de años. Su causa fundamental es la contradicción que surge entre los hombres que producen y las relaciones de producción a que se ven sometidos por los dueños de los medios de producción. El capitalismo agrario se desarrolla en Guatemala en medio

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de grandes contradicciones, surgidas fundamentalmente de la existencia en el país de diversos modos de producción y de una oligarquía terrateniente atada con fuertes vínculos al pasado. Fueron precisamente estas infl uencias del pasado las que impidieron un desarrollo capitalista en línea recta.

Otros factores que impidieron el surgimiento y desenvolvimiento de un capitalismo au-tóctono hay que buscarlos en el papel de objeto que jugó el país en las relaciones y mercados internacionales. La decadencia del feudalismo colonial, que alcanza su clímax con la indepen-dencia no signifi có su completa desaparición. La Iglesia, como uno de sus principales bastiones, se las arregló para prolongar su existencia dominante en la sociedad guatemalteca por lo menos cincuenta años después de haberse efectuado nuestra separación política de España. Hemos hecho repetidas veces hincapié en que el capitalismo agrario se desarrolló inicialmente alentado por el auge del cultivo de la cochinilla, concentrándose en el centro del país, en el seno de una sociedad dominada por un elemento conservador, prejuicioso y renuente a unir sus vínculos con el exterior. Es de notarse, sin embargo, que los elementos remanentes del feudalismo colonial habían sido debilitados en las guerras civiles que sucedieron a la emancipación de España. Éstos fueron obligados a reconcentrarse en la Ciudad de Guatemala y a aceptar el retorno de la masa indígena a formas de convivencia social y a relaciones de producción pre-colombinas. Ante esta situación, el desarrollo del capitalismo agrario, lento y geográfi camente limitado, se nos presenta como una pequeña isla económica, en medio de un mar de elementos y restos de sociedades caducas. El decaimiento del cultivo de la cochinilla coincidió con el incremento de un nuevo cultivo, capaz de continuar con la difusión de las nuevas formas de producción. Paralelo al cultivo de crecientes extensiones de tierra para la producción capitalista vemos surgir tendencias a frenar su desarrollo y a deformar éste reimplantando organización y métodos de trabajo poco más o menos característicos del pasado colonial. La antigua oligarquía capitalina subordinada ahora a los mandatos de oligarcas de nuevo cuño, fue testigo de la institucionalización de prácticas y relaciones de producción que habían enriquecido en otros tiempos a sus antepasados.

El período que estudiamos y que comprende mayormente a la primera dictadura “liberal” no es más que el primer intento por implantar defi nitivamente en el país la forma de producción capitalista con base en métodos pre-capitalistas de apropiación de mano de obra indígena. En las posteriores dictaduras “liberales” logró imponerse este modo de producción híbrido, aunque, minado por su gran contradicción interna, no haya sido capaz de perdurar más de setenta años como elemento dominante en la economía del país.

Como resultado de las reformas impulsadas por el régimen de Barrios, cabe mencionar en primer lugar los robos y expropiaciones de tierras a las comunidades de aldea y la situación de subordinación y miseria en que cayó gran parte del campesinado. El desarrollo del capitalismo agrario lleva aparejado el progreso técnico en la agricultura, un gran aumento de la relación mer-cancía-dinero; pero sobre todo una gran tendencia a la restricción de la libertad del campesinado, del obrero agrícola. El sistema de “habilitaciones” es bien sabido que en la práctica no signifi caba otra cosa que la reintroducción en el país de relaciones de producción basadas en la creciente dependencia del productor respecto al propietario de la plantación de café, sin excluir los elemen-tos de esclavitud que contiene el sistema de peonaje. Causa fundamental de ese fenómeno es el origen mismo del capitalismo agrario en Guatemala. Éste proviene del exterior: capitales, técnica, al hacerse cada vez más necesaria en los mercados europeos y norteamericanos la afl uencia de productos agrícolas “coloniales”. En las relaciones entre capitalista agrario y campesino asalariado

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de esta época, encontramos, pues, diversos elementos típicos de la vieja sociedad, mezclados extra-ñamente con aquellos propios del capitalismo incipiente que trataba de abrirse paso en el campo, basándose en la economía de plantación. Es sabido que en cada nueva formación económica y social encontramos siempre resabios de elementos pertenecientes a la formación socioeconómica en vías de desaparecer. Esta situación transicional puede prolongarse por decenas y centenas de años. En el caso guatemalteco se prolongarán teóricamente más allá de siete decenios.

En la práctica perdurará más tiempo aún. Esta tendencia al retorno y reforzamiento de relaciones de producción de tipo feudal debe verse como el último intento de los elementos remanentes del feudalismo colonial, apoyados por el capital extranjero por perpetuar su dominio de clase. La extraordinaria falta de mano de obra llevó a los liberales a emitir disposiciones que colocaban a los campesinos en alto grado de subordinación respecto al empresario agrícola. Sin embargo trataron de romper con el pasado colonial emitiendo una serie de disposiciones favorables al campesinado y que debían ser cumplidas por el empresario agrícola. De esta forma se trataba de garantizarle al campesino laborante en las plantaciones un mínimo de pres-taciones que debían estar acordes con el camino reformista que se habían trazado los dirigentes del régimen. Teóricamente es posible asegurar que el régimen liberal pretendía concederle al campesinado, frente al patrón, el mayor número posible de garantías individuales, asegurándole su libertad personal así como su derecho a emigrar de su lugar de trabajo si no había contraído deudas y si consideraba que su permanencia en éste no convenía a sus intereses. De esta forma se pretendía romper todas aquellas tendencias de los empresarios a someter a los trabajadores agrícolas a vínculos semifeudales. Sin embargo, es de sobra conocido el fraude realizado por los empresarios y el poco respeto que le concedieron a las disposiciones de los liberales. Más aún, es posible afi rmar que ni éstos mismos respetaban sus propios postulados. Esta actitud de desprecio por determinados postulados teórico-ideológicos relativos al liberalismo contribuyó en no poco grado a la restauración en el campo de relaciones de producción semifeudales. El aumento de la demanda de café en los mercados europeos hizo que se dedicara mayor número de tierras a su cultivo intensivo, así como a tratar de procurar mayor cantidad de mano de obra. De esta forma, todas aquellas disposiciones gubernamentales concernientes a la libertad del trabajador agrícola frente al empresario fueron relegadas a un segundo plano, desatándose por parte de éste una lucha sorda por retener el mayor tiempo posible en su plantación a los hombres que tenía a su disposición. Las consecuencias del sometimiento del campesinado al sistema de peonaje fueron extremadamente onerosas para el desarrollo del país por la vía capitalista, al desvirtuarse la funcionalidad de ésta. Como resultado inmediato de esto surgió en el campo una agricultura que no era ni feudal ni totalmente capitalista. Muchos de los trabajadores libres asalariados cayeron en la condición de siervos atados a la gleba por endeudamiento. Debido, sin embargo, a que únicamente durante el período de la cosecha era necesaria la presencia de gran número de trabajadores fue que este sistema no adquirió las proporciones y ampliación que hubieran signifi cado la desaparición de las comunidades indígenas y la total inclusión de éstos en el sistema de peonaje. El carácter progresista del capitalismo agrario se ve frustrado precisamente ahí donde su desarrollo está apoyado sobre la base de relaciones de producción pre-capitalistas. La existencia en el campo de relaciones de producción y de explotación de tipo pre-capitalista no nos deben hacer perder de vista que los empresarios agrícolas trataban por todos los medios de elevar la renta capitalista producida.

Sin embargo, existen regiones del país en donde el capitalismo agrario trae consigo rela-ciones de producción que podríamos considerar nuevas y en donde las formas de explotación de

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la fuerza de trabajo del obrero agrícola, llamado “mozo”, no se da bajo condiciones similares a los días de la ocupación española del país, cuando imperaba el feudalismo colonial. En realidad el capitalismo no pudo desarrollarse plenamente en Guatemala en este período debido preci-samente a la situación creada en el campo con la ampliación del sistema del peonaje. A partir de 1871 es posible advertir dos momentos de gran importancia en el desarrollo capitalista de nuestro país. El primero, que se prolonga hasta 1944, está caracterizado por sus fuertes ataduras a los elementos provenientes del feudalismo colonial. El segundo, que se inicia con la amplia-ción de las plantaciones de banano destinado a la exportación, en la costa del Atlántico, en las postrimerías de la época que nos ocupa, se desarrolla a lo largo del siglo XX, prolongando su existencia hasta nuestros días. Es el período del capitalismo que ha logrado salir de su adolescen-cia pero que para poder sobrevivir ante los embates de las fuerzas populares ve como su única posibilidad de existencia la alianza al capital monopolista extranjero. Ambas fases del desarrollo capitalista en Guatemala están íntimamente unidas y no es posible separarlos históricamente. Ambos corresponden a dos etapas decisivas de nuestro desarrollo económico, político y social. En su primera etapa, nos parece que el capitalismo incipiente jugó un papel progresista, pese a la brutalidad con que logró imponerse, tomando en cuenta que históricamente fue el encargado de barrer con la nociva infl uencia política y económica de los sectores más retrógrados conocidos en la historia del período nacional, fi elmente representados por las fuerzas más reaccionarias del clero guatemalteco y extranjero.

Cuando estudiemos el proceso de formación y desarrollo del capitalismo en Guatemala debemos incluir al capitalismo agrario deforme de sus inicios. El peonaje como sistema no puede ser excluido de este proceso.

La llamada “Reforma” sirvió únicamente a los intereses de los grupos de empresarios agrícolas, especialmente los intereses personales del mismo Barrios, llamado “el Reformador”. En cuanto a que las reformas introducidas mejoraron la situación de la inmensa mayoría de la población y resolvieron los problemas agrarios, y en general, económicos y sociales, es algo que no nos atrevemos a afi rmar. En realidad la clase dominante no pensó nunca seriamente en tratar de resolver por medio de reformas las profundas contradicciones económicas, políticas y sociales que minaban la sociedad guatemalteca. La gran importancia histórica del régimen liberal de Barrios es haber puesto fi n al dominio político de los representantes del feudalismo colonial en nuestro país: la Iglesia y la camarilla oligarca de los Aycinena, Pavón y demás conservadores. Otro de los logros del régimen de Barrios y posiblemente uno de los más importantes para la clase dominante (fi nqueros, comerciantes, aristocracia burocrática, altos ofi ciales del Ejército), es el haber formado el Estado nacional guatemalteco de la actualidad, al intentar integrar en un todo defi nitivo las distintas porciones geográfi cas del país, que anterior a su gobierno encon-trábanse aisladas o en relación de subordinación unas de otras. El Estado nacional surge y se consolida paralelamente al desarrollo del capitalismo agrario. La lucha de las provincias contra el poder central radicado en la capital es un factor importante que acelera su formación, que no logra efectuarse antes del triunfo liberal de 1871, al consolidarse en el poder el caudillo liberal, quien al estrechar los lazos políticos y económicos de todo el país crea al mismo tiempo las condiciones más óptimas para su desarrollo. La unión del comercio con la agricultura capitalista le aporta su propia dinámica.

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ANEXOS

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169

Exportación Cochinilla Café

1830 55.750 Libra —— Quintal 1847 1.220.850 “ —— “ 1858 2.004.620 “ —— “ 1859 1.749.120 “ 390 “ 1860 1.647.810 “ 1.535 “ 1861 1.539.780 “ 5.311 “ 1862 1.659.185 “ 9.923 “ 1863 1.464.450 “ 15.986 “ 1864 1.041.690 “ 15.421 “ 1865 1.491.390 “ 22.117 “ 1866 1.380.746 “ 32.078 “ 1867 1.525.782 “ 34.656 “ 1868 1.273.591 “ 75.051 “

ANEXO 1

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170

AÑO Número Peso Precio de fábrica de fardos en quintales en pesos

1861 59,808 94,212 1.495,191 1862 43,720 65,130 1.093,040 1863 37,985 61,929 745,042 1864 56,596 89,849 1.414,904 1865 60,807 110,647 1.510.402 1866 62,341 117,392 1.699,115 1867 59,634 111,213 1.574,587 1868 65,321 121,510 1.664,843 1869 70,384 122,873 1.753,102 1870 54,996 87,449 1.374,897 1871 99,574 117,368 2.403,503 1872 101,507 116,948 2.269,214 1873 74,520 104,149 1. 991,830 1874 121,129 141,742 3.054,004 1875 89,921 114,488 2.585,738 1876 110,193 136,473 2.716,704 1877 141,609 167,104 3,133,874 1878 130,724 159,626 3,238,487 1879 117,176 262,219 2.929,461 1880 122,588 300,684 3.035,536 1881 193,814 252,457 3.664,679 1882 160,148 189,057 2.652,042 1883 162,776 251,224 2.030,893

ANEXO 2

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171

BIBLIOGRAFÍA

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172

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173

Archivos

Deutsches Zentralarchiv Abteilung Merseburg

Auswärtiges Amt

Rep. 6, A. A. II

No. 755 Ueberwachung der Auswanderung aus Deutschland nach Zentralamerika (1852-1873).

No. 1581 Die Handels-und SchiffahrtsverhaItnisse mit der Republik

Guatemala (1847-1873).

No. 2013 Desgl. zwischen den Vereinigten Staaten van Nordamerika und denen van Zentralamerika (1825-1902).

No. 2126 Desgl. zwischen England und Guatemala (1849-1913).

No. 2128 Desgl. zwischen den Hansestadten und der Republik Guatemala, der Rep. Kostarrika und zwischen Hamburg un dem König der Hawaii lnseln (1846-1847).

No. 2131 Desgl. zwischen Frankreich und Guatemala (1850-1919).

No. 2155 Desgl. zwischen Guatemala und den Vereinigten Staaten van Nordamerika (1852-1912).

No. 2156 Desgl. zwischen Guatemala und Kostarrika (1852-1901).

No. 2252 Desgl. zwischen Peru und Guatemala (1862-1912).

No. 3518 Die königlichen preussischen Konsulate in Zentralamerika besonders in Guatemala Bd. 1 (1844-1853).

No. 3519 Desgl. Bd. 2 (1853-1857)

No. 3520 Desgl. Bd. 3 (1857-1868)

No. 3521 Desgl. Bd. 4 (1868)

Rep. 8.A. A. 8

No. 532 Allgemeine Berichte und Nachrichten des Konsuls in Guatemala (1849-1872).

Page 175: aspectos del desarrollo - FLACSO

174

No. 534 Desgl. des Königlichen Geschaftstragers für die Staaten in Zentralamerika Bd. 1 (1851-1856).

Rep. 81, Hamburg

C P. Vorl. No. 692 Diplomatische Berichte úber Mittelamerika

(1877-1885).

Rep. 120

C. XIII 16a.

No. Die statistischen und Handelsnachrichten über die Staaten

Zentralamarikas im Allgemeinen (1854-1933).

Deutsches Zentralarchiv Abteilung Potsdam

Auswartiges Amt

Handelspolitische Abteilung

09. 01

Bd. 4 Kons. Mitt. Amer.

No. 12435 Die Handels-und Schiffahrtsverhaltnisse mit der Republik Guatemala Bd. 2 Jan. 1875-Aug. 1877

No. 12436 Desgl. Bd. 3 Sept. 1877-Feb. 1879

No. 12437 Desgl. Bd. 4 März 1879-Feb. 1880

No. 12438 Desgl. Bd. 5 Feb. 1880-Aug. 1880

No. 12439 Desgl. Bd. 6 Sept. 1880-Marz. 1882

No. 12440 DesgL Bd. 7 April-1882-Feb. 1884

No. 12441 Desgl. Bd. 8 Marz. 1884 - Dez. 1885

No. 52602 Die Konsulate in Zentralamerika und das Generalkonsulat in Guatemala Bd. 1 (1867-1884).

No. 52610 Das Konsulat in Guatemala (San José de Guatemala) Bd. (1868-1877)

No. 52611 Bd. 2 (1877-1884)

No. 52612 Bd.3 (1885-1981)

Ver libros y demás trabajos consultados en las notas a pie de página.

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Esta publicación fue impresa en los talleres gráfi cos de Serviprensa, S. A. en el mes de enero de 2007. La edición consta de 500 ejemplares en papel bond 80 gramos.

SERVIPRENSAE D I T O R I A L

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