asma mikr* encontrarufdcimages.uflib.ufl.edu/ca/03/59/90/22/00202/00315.pdfquien no quería creer en...

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mr "-"*> r 16 r EL MUNDO, SAN JUAN, P. R.-MARTES, 19 DE JULIO DE 1938. V / UN CUENTO BREVE (Continuación de la patina nutvt) ! decir que no pude concillar el lueAo. Con los primeros claros, re- tterrorlíador, me hizo volvtr total- j COf inios todos nuestros bártulos y mente en mi. Bill, con la celeridad después de dirigir una última mlra- del rayo, se puso en pie, rifle en. 1 da a j a tumba de Wardley, em- mano. mirando receloso en todas prendimos el regreso. Todo el dia direcciones. Dickey, que también se habla apresurado a tomar su rifle, exclamó: —Ya llegó la fiesta. Vamos Bob, busca tu arma y ponte en guardia. lo pasamos caminando, deteniéndo- nos tan sólo para reponer las fuer- zas perdidas. Na.'a anormal ocu- rrió. Pero con la llegada de la no- che, mis temores recrudecieron. La Miré hacia la dirección en que se I luna, en todo su esplendor, llumi- Hace 75 años que la su- premacía de BACARDI des- cansa sobre su calidad insu- perable. No busque nada mejor; sólo hoy un 1?ACW>/ /t&¿¿(0a,M6¿ aparta** %%%, San Joan, ». R. Ron-89 prueba ice. Silenci cíoso Diferente st«« l funcio 1 OTROLUX HO con Ge» fluí P,EI»S «ovias AHORRA TRABAJO \ DINERO Muchos se maravillan aún del si- lencio permanente del Refrigera- dor Servel Electrolux. Pero más maravillosa es la causa de su si- lencio —un sencillo refrigerante es circulado sin emplear piexas movibles o maquinaria— hace hielo por medio del calor. Etta $encüle» le da a Id. SILENCIO KINANCXTE t m MAQUIMARU QU£ U KSCASTI MAS ANOS M UTISfACCION immuiaA ec enees K MCLO FtOTICCION MM SUS W.IMWTOS Usted se sorprenderá al descubrir cuan fácil es poseer una'refrige- radora Servel Electrolux de Gas Fluido; solamente $10, con la or- den y el balance a pagar desde 12 hasta 36 meses. —La entrega- remos instalada. El consumo mensual es fijo; desde $1.50 a $2.50 solamente, según el modelo doméstico. Visítenos para que se aproveche de nuestra renta de liquidación en modelos anteriores. PORTO RICO GAS & COKE CO. hallaba mi rifle. Una distancia de tres metros. Acostumbrado a es- tas escaramuzas, calculé las Pro- babilidades. No sabíamos a ciencia cierta dónde se hallaba la fiera. Avanzando con , mil precauciones, cuando salió, como una tromba, no habla caminado dos metros, por el aire un bulto. Era el tigre, hermoso animal, según pude cons- tatar después. Instintivamente, rá- pido como una flecha, me tiré al suelo y la fiera pasó sobre mi con un bufido aterrorizador cayendo so- bre Dickey, quien por lo imprevisto del ataque, vaciló, rodando juntos hombre y fiera: solamente pocos segundo. Sonó el rifle de Bill y la fiera dando un «alto enorme rayó varios pies más allá y se revolcaba en los estertores de la agonía. Tem- blando todavía, me levanté y corrí presuroso hacia nuestro camarada que yacía Inmóvil en el suelo. Al acercarnos vimos que tenia la gar- ganta destrozada por las garras te la fiera, y por la herida salla a sangre a borbotones. Rápidamente rompí mi camisa y con ella vendé a herida. Con infinitas precaucio- nes lo transportamos hacia su tien- da. Pero comprendimos que todo cuanto hiciéramos por él. serla inú- til. Después de breves minutos, di- rigió hacia nosotros sus ojos vidrio- sos y esbozó un saludo de despedi- da, alzando apenas la mano. Se- gundos más tarde. Warley era ca- dáver. Extendimos una manta so- hre él y salimos fuera de la tienda. Noté oue Bill buscaba algo con los ojos. Comprendí: un lugar que sir- viera de tumba a nuestro camara- da. Sus oíos se posaron en un "va- ra" que distaba pocos metros. To- mamos un poco de whiskey para reanimarnos y emprendimos la faena". La voz del capitán se estranguló. Una nube de tristeza velaba sus ojos. Puso su cabera entre las ma- nos y se quedó en actitud 'medita- tiva. Después continuó: "Mientras abríamos la fosa. Bill explicó: t —Disparé en la esperanza de me- ter la hala en la cabeza de Dick: era preferible a la muerte que ha tenido. A media noche terminamos. Ba- jamos el cuerpo de nuestro amigo al fondo de la fosa y volvimos a taparla. Una sencilla cruz de made- ra la remataba. Después, tristes, pesarosos, volvimos al lado de la hoguera, que casi estaba apagada; echamos lena para reanimarla y nos sentamos a su vera. Dirigí la mira- da hacia el lugar en que eterna- mente descansarla Wardley y creí que me volvía loco. Encima de la cruz habla tres lureri'laa: las mis- mas qu« yojphabla visto poco antes. Una de ellas se apagó y las otrss dos. cual fúnebre presagio, queda- ron brillando siniestramente. Al ver mi roetro demudado por el te- rror, Bill siguió el curso de mi mi- rada y al no notar nada anormal preguntó: —¿Qué tienes, Bob? —¿Tú tampoco vea nada? De pronto lo comprendí todo. Era la maldición de Pangakora: la mis- ma de la que Dickey y Bill se ha- blan reído. Le conté a mi amigo lo ocurrido pocos minutos antes de la muerte de Wardley y, como éste, se mostró incrédulo. Pero yo insistí: —Vamonos prorlto de esta tierra maldita, Bill. Ya vimos la trágica muerte de Dickey y presiento que veré la tuya también. Wadley tam- poco vio la* luces; el tigre saltó sobre mi y fué a caer sobre nuestro pobre camarada. Todo eso me re- cuerda la maldición de Pangakora. Ustedes fueron los únicos actores en lo ocurrido en la aldea. —Cálmate, Bob. La espantosa muerte de nuestro amigo te ha afectado a tal extremo, qué los ner- vios te traicionan y te hacen va* visiones. Nuestro amigo murió, es- bien; pero lo mismo pudo ser uno de nosotros. ¡Qué Pangakora ni que nada!... Pero yo, conocedor de aquellas re ¡ giones, testigos Ge varios casos en ¡ que habla intervenido la Magia | Negra, dominado por un terror pá- nico, insistía: —No. Bill. no comprendes: marchémonos esta misma noche de este lugar. Es algo que no puedo explicar, pero que sin embargo sien- to flotar en el ambiente... —Bueno, por complacerte nos ire- mos de aquí. Ya falta poco para que aclare. Con los primeros albo res emprenderemos la marcha Ahora reposa, que falta te hace. Y diciendo esto, se entró en su tienda. Yo me dirigí hacia la mía y me tiré en la cama. De más es- naba todos los objetos a nuestra vista;'era nn magnifico espectácu- lo. Pero a mi se me antojaba que habla algo lúgubre en BUS rayos Transcurrió esa noche; mis sueños fueron Interrumpidos por horribles 1 pesadillas en ias que aparecían las figuras de Pangakora, Dickey. del tigre, todo mezclado confusa- mente. A la mañana siguiente, em- prendimos la marcha. Bill, sonrien- do, me preguntó: —Qué, ¿sigues viendo luces? —Bill, no tomes en broma mis palabras. Tal-vas-sean vahos mis temores: que la muerte de Dickey haya sido trágica coincidencia, pe- ro te Juro que no las tengo todas conmigo. En mis anteriores viajes a estas reglones, he oído muchas versiones sobre la Magia Negra. —Pero, ¿será posible que creas en esas tonterías? —Búrlate cuanto quieras, pero no estaré tranquilo hasta que lle- guemos al puerto. —Afortunadamente estamos en tiempo seco. Dentro de dos sema- nas estaremos en él, y supongo que no verás más luces. Se levantó y se dirigió hacia su tienda. Yo me levanté y tomando mi rifle, salí en busca de una pie- za para la comida. Al mediodía regresé con dos muslos de un mag- nifico antílope que habla cazado Me dirigí a donde estaba Bill y lo encontré mirando unos objetos que pertenecieron a Dickey. Esparcidos por el suelo de la tienda, estaban unos collares y amuletos: los de Pankagora. Involuntariamente me estremecí a la vista de aquéllos. —Bota todo eso, Bill —le dije. Los cabellos se me erizan nada más que de ver esos amuletos. —¡Oh, no! Los conservaré como recuerdo de esta expedición. —Bill, estás tentando al diablo. —¡Bah! Tonterías. Y asi diciendo, se agachó para recoger los amuletos. Los recogió uno a uno, y después me los fué mostrando. De pronto, exclamé: —¡Suelta eso, Bill! ¡Pronto! * N - Este tenia entre las manos, un collar de hojas secas. Eran hojas de "llknndo", planta qué estando verde, es como otra cualquiera, pe- ro cuyas hojas al secarse cortan como pequeñas navajas y que tie- nen una propiedad terrible: es un poderoso veneno. Loa negros he- chiceros le atribuyen propiedades div'nas y los usas cuando estén verdes, pero que tan pjronto em- piezan a secarse, los tiran temero- sos de su ponzoña. Bill, lo tiró-al suelo, con tan mala suerte que al hacerlo una de aquellas terribles navajitas. le hizo una herida en la muñeca. Yo palidecí intensamente, pues ya sabia la suerte qué la es- peraba. Y exclamé: —Bill, estás perdido. —¿Por qué? —preguntó. Ignoran- do la terrible propiedad de eaa plante. Se lo expliqué, esperando hallar una salida a aquella terrible situa- ción. Pero tranquilamente me con- testó: —¡Bah! Aquí se mueren porque no hay de esto. Y sacando su cantimplora, sorbió un trago. Pasé el día de lo más agitado, yendo cada diez o quince minutos donde se encontraba Bill; pero éste, que adivinaba mi pensa- miento, me decía : —Pero Bob, parece mentira. No tengo nada. No te preocupes... Vino el crepúsculo. Con las prl-. meras sombras de la noche, la si- tuación en nuestro campamento ha- bla cambiado totalmente. Bill, quien no quería creer en lo que le habla dicho antes, notó que el brazo se Iba inflamando lentamen- te, pero, para no asustarme, nada habla dicho. Ahora sentía que un lento cansancio lo Iba Invadiendo lentamente, y poco después se tira- ba en la cama. Cuando llegué A su tienda, lo encontré sin conoci- miento y todo el cuerpo horrible- mente amoratado. Le rocié la ca- ra con agua fresca y abrió los ojos; me miró sin expresión, desvariado, sin conocerme; quiso hablar y no pudo. Yo, sin poder hacer nada, desesperado, vi cómo mi pobre ami- go moria: dos horas despnés era cadáver. Y en ese mismo instante, dos trágicas lucecltas asomaron por detrás de la cama de mi ami- go. Y cuando su brillo era más intenso, una se apagó, al mismo tiempo que escuchaba una voz ca- vernosa, fría; implacable: Cal al suelo, perdido el conocí- —¡Pangakora está vengado! miento. Afuera, en la majestad de la noche, la luna alumbraba con su trágico esplendor". El capitán Hastings, calló. Un Impresionante, silencio reinaba en torno suyo. La voz de Mrs. Shan- non, Interrumpió aquel silencio; pe- ro era una voz extraña, trémula por la emoción: —¿Y cómo llegó aquí? —Cuando recobré el conoelmien- . to, el sol estaba muy alto en el i firmamento. Me .encontraba en un lugar extraño, tirado sobre una de mis mantas. La voz de Kogu- ra, jefe de Is "bandas", tribu en la que habla estado anteriormente j y a cuyo jefe salvé de morir en las garras de un murú'—pantera-- llegó hasta mi: —Ya despertó el "bondjó" amigo. Y ordenando que se me trajera algo de comer, me contó que uno de sus hombres, que me conocía, me habla encontrado t'rado en una tienda, sin conocimiento, al lado del cadáver de otro '"bondjó" des conocido. Yo no quise 'decirle la verdad y le conté que habla tenido un disputa con mi compañero en el curso de la cual le habla dado muerte y después habla quedado sin conoclmelnto. Pero él, receloso, me contestó sonriendo: —Kongura estar satisfecho. "Bondjó" * ser amigo. Kogura no querer saber más... Pocos días después, completa- mente restablecido, emprendí el regreso, acompañado de Kogura y algunos de sus hombres hasta el puerto. Al fin, me consideraba en libertad".. Benítez continúa. Son más limpios SAN JOSÉ. Cal. (PU).—Arthur Saxon. bedel del Colegio San José, preferirla que todos loa estudian- tes obtuvieran su "majnr" en in- glés. Insiste el conserje en que los estudiantes de inglés son los más cuidadosos, y dejan menos que lim- piar. Lou Ambers hará... (Continuación de la página 11) Pudiera ser que las acometidas de Armstrong se estrellaran contra los pasos á los lados y los saltos de canguro de Ambers, y que al fi- nal de lo* quince asaltos los jue- ces fallaran que las caricias de Lou hablan sido más numerosas que ios "mamporros" del negro. De todas maneras, eso de llamar campeón a un hombre que todo lo que hace et correr hacia adelante o hacia atrás por el "ring", es algo que nu acaba de cabernos en la cabeza. Si Ambers vence a Armstrong por el procedimiento turino que hemos anotado, no habrá ganado el cam- peonato mundial del peso "welter" —que no entra en juego— pero si habrá colocado al otro en una al- tuaclón poco airosa, que pondrá en entredicho sus merecimientos serla supuesto, la pelea interesante seria aquella en que Armstrong pusiera en juego su titulo contra el filipino Ceferinn García. Ese si que seria el choque entre do* locomotoras humanas y, en esa ocasión se pon- dría a prueba la supercampeonabi- lidad del moreno, que mucha gente insiste en poner en duda. Al Público en General: 3 El periódico le economizará I ir ñi- po y molestias si lo consulta usted antes de salir de compras, por ser una guia para el comprador. EL MUNDO Son Juan Río Piedras Solicite Puerto Rico Ilustrado La Revista del Hogar DEPARTAMENTO DE SANIDAD NEGOCIADO DE TUBERCULOSIS Campaña Educativa La tuberculosis pulmonar puede presentarse MíH síntomas, o con síntomas agudos parecidos a la pulmonía, la malaria, la influenza o la fie- bre tifoidea. La tuberculosis es nueve veces más frecuente en- tre aquellas personas que han vivido con enfer- mos tuberculosos que entre los que no han te- nido tal contacto. (Continuación de la página 11.) su más fuerte contrincante el Ledo. Miguel García González: Defensa Francesa: Carromero, blancas; García. Negras. 1. P4R— P3R. 2. C3AR—P4D. 3. P*P—PxP. 4. P4D-C3AR; 5. P.1AD—A5CR. 6. A2R C3R. 7. A3R P3AR. 8. CD2D CxC. 9. DxC D2D. 10. D1D A3R. 11. 0—O—A3D 12. P3CR P3AD. 13. T1R —D2AD. 14.-^flAE)—C2D. 15. A2D —<VO0. lfi. PiAD—PxP. 17. ÁxP —A6TR. 18. PSD-P4AD. 19. D3C D-C3CD. 20,. A5TD—TD1R. 21. A2R—P4CR.' 22. C4D—T2R. 23. CSCD—D1D. 24. CxP Jaque-RICD 25, AxC—A2AD. 26. AxP—R1TD. 27. AxT-DxA. 28. A6TD—PxA. 29. TxD—RxC. 30. TxA jaque- Rinden. Simultáneamente con la celebra clon de', torneo de la clase "A", se están llevando a cabo las compe- tencias en las otras dos categorías "B" y "C", y oportunamente in- formaremos de su resultado. Una vez hayan tocado a su fin las pruebas que se celebren, las ac- tividades del club se circunscribi- rán a la celebración de simultá- neas, Invitando par\ ello a desta- cados ajedrecistas insulares y ado- rnas se proyecta un match con cual- quier otro club de la Isla, segú-i lo acuerde el cuerpo directivo. Las Interesantes notas que pre- ceden las debemos a la gentileza del señor Frank López, presidente del Club de Ajedrez de Humaran, quien nos las ha proporcionado. Trofeo "Boca Chica" ' Continúa celebrándose con gran entusiasmo en la Perla del Sur el torneó por el campeonato del club de ajedrez, en el que se discute un expresivo y valioso trofeo donado por la Destilería Serrallés y que lleva grabado el nombre de "Tro- feo Boca Chica". Actúa de arbitro en la Importante justa surefta "1 destacado ajedrecista insular, Pe- dro A. Gotay. De lo que pana en Arecibo.., (Continuación de la página cuatro) las tropas de niños escuchas, de Arecibo, Camuy y Quebradillas; ve- teranos y legionarios de toda la.is- la; las Logias Masónicas; Capitulo Los Elegidos del 33, de la Logia Tanamá; Niños de la Escuela de Verano, Cuerpo de Bomberos y otras Instituciones y pueblo en ge- neral. La convención se celebrará en el salón de actos de la Escuela Su- perior; y en el nuevo edificio del Comedor Escolar de la Escuela Jefferson se servirá un esplendido banquete a los delegados. Se espe ra qué él Gobernador y represen- tantes del Gobierno Insular hon- ren con su presencia la convención. >• . En la Corle de Distrito mientras se ventilaba un caso uno de los abogados le preguntó a un testi- go: "Dígame, testigo, el dia de los hechos, ¿dónde se encontraba Ud.?" Respondió el testigo: "Pues mire, señor, ese día yo me encontraba enterrando una d°uda." Al oírlo el abogado dijo, dirigiéndose a otro compañero: "Caramba, si pudiera enterrar las mías." —' i ^0> l Preguntas difíciles BUTTE, Montana. (PU>—Ni una sola de las chicas estudiantes de la escuela superior respondió a las si- guientes preguntas, sometidas en un cuestionario de carácter social: ¿Cree usted que la chica gaste di- nero en un muchacho haciéndole alguna Invitación? ¿Cree usted que los gastos entre ambos deben co- rrer a medias? Resultado de los partidos de béisbol celebrados ayer en las Grandes Ligas Los partidos de béisbol celebra- dos ayer en las Ligas Mayores de resultados siguientes: LIGA NACIONAL En Pittsburgh New York («0 000 130 4— 12- O Pittsburgh 000 003 40x 7— 11—0 BATERÍAS Gumberf, Ciffruan (7) y Mancuso por New—Yor. LAS CARRERAS... (Continuación de ia página 10) dlamente para llegar tercera, a, cinco cuerpos del segundo. Vene- zuela y Capullito llegaron cuarto y quinto reezagados. La ganadora co- irió los 1330 metros en 1.24 1 5. En la cuarta carrera venció Wa- llie. El ganador luchó con Prince Leila y Sultana al principio, y des- pués de ceder al primero volvió al frente en la última curva, termi- nando con poco más de un cuer- po de ventaja. Sultana quedó ter- cera al rebasar el ganador, y avan- al segundo puesto en los últi- mos ciento cincuenta metros. Prin- ce Leila se fué de puntero a lo* doscientos metros ,y luego se rindió quedando tercero a dos cuerpos del segundo. La Bailadora no arrancó al darse la señal de partida, y lle- cuarta dsltanclada. India fué quinta. Canillera perdió su jockey» al arrancar. El ganador anotó 1.05 1,5 para los 1000 metros. La quinta carrera produjo el triunfo de Cariduro. El ganador persiguió a la puntera Slt Out has- ta la media milla, donde pasó al frente, y rechazó el ataque de Bleu Nult al final para dominar por la cabeza. Bleu Nult se reservó en ter- cer puesto y dio su empuje en la recta final para ocupar el segun- do puesto y amenazar al ganador. Slt Out marcó el paso hasta la me- dia milla y luego perdió mucho terreno, llegando tercera rezagada. Maco terminó cuarto y último. El ganador cubrió la distancia de 1 116 milla en 1.53 35. La sexta carrera fué un traqueo para Mokatam II, el cual galopó en la delantera y llegó con ochen- ta metros de ventaja. Florido, Trui- llars y Nevado terminaron rezaga- dos en ese orden detrás del gana- dor. Este anotó 1.54 para la distan- cia de 1 milla y 70 yardas. La prueba del cierre la ganó fá- cilmente Marco Antonio, presidien- do en todo el trayecto y llegando cpn cuatro cuerpos de ventaja. Juanita se mantuvo segunda fá- cilmente. Race Street llegó tercero a ocho cuerpos del segundo, y Shei- la Barrett cuarta y última a dos cuerpos del tercero. El ganador co- rrió los 1000 metros en 1.02 3,5. El pool ascendió a $4.900. El pool de las carreras celebra- das ayer en el hipódromo Mira Pal- meras pagó a $24.20. Resultaron premiadas 131 partes: 107 cuadros y 24 papeletas. AGENTE -JJELECADD Importante Corporación Nor- teamericana de Hipotecas, Préstamos, Finanzamiento y Promoción de negocios, solici- ta colaboración de casa estable- cida o persona de gran posi- ción social y económica para representante. Indispensable gran cultura, conocimientos ge- nerales, relaciones y desahoga- da posición. Pprsona reúna es- las condiciones podrá obtener sueldo 250 dolíais mensuales y comisiones importantes. Escri- bir correo aéreo: THE AME- RICAN & FOREIGN FINAN- CE CORPORATION (Oficinas Generales para Latino Améri- ca). Calle Dolores, 16, Méxi- co, D. F. VACANTE Plaza de médico de beneficencia en el Municipio de Humacao. Si fuese soltero podíamos darle alojamiento en el hospital.' DR. MEJIAS HERNÁNDEZ,, Director de Beneficencia. _ PRECISAMENTE asi es como sentirá usted *u boca después de usar Koiynos. 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    r 16 r EL MUNDO, SAN JUAN, P. R.-MARTES, 19 DE JULIO DE 1938. V

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    UN CUENTO BREVE (Continuación de la patina nutvt) ! tá decir que no pude concillar el

    lueAo. Con los primeros claros, re- tterrorlíador, me hizo volvtr total- j COfinios todos nuestros bártulos y mente en mi. Bill, con la celeridad después de dirigir una última mlra- del rayo, se puso en pie, rifle en.1 da a ja tumba de Wardley, em- mano. mirando receloso en todas prendimos el regreso. Todo el dia direcciones. Dickey, que también se habla apresurado a tomar su rifle, exclamó:

    —Ya llegó la fiesta. Vamos Bob, busca tu arma y ponte en guardia.

    lo pasamos caminando, deteniéndo- nos tan sólo para reponer las fuer- zas perdidas. Na.'a anormal ocu- rrió. Pero con la llegada de la no- che, mis temores recrudecieron. La

    Miré hacia la dirección en que se I luna, en todo su esplendor, llumi-

    Hace 75 años que la su- premacía de BACARDI des- cansa sobre su calidad insu- perable. No busque nada mejor; sólo hoy un

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    AHORRA TRABAJO \ DINERO

    Muchos se maravillan aún del si- lencio permanente del Refrigera- dor Servel Electrolux. Pero más maravillosa es la causa de su si- lencio —un sencillo refrigerante es circulado sin emplear piexas movibles o maquinaria— hace hielo por medio del calor.

    Etta $encüle» le da a Id. • SILENCIO KINANCXTE

    t m MAQUIMARU QU£ U KSCASTI • MAS ANOS M UTISfACCION • immuiaA ec enees K MCLO • FtOTICCION MM SUS W.IMWTOS

    Usted se sorprenderá al descubrir cuan fácil es poseer una'refrige- radora Servel Electrolux de Gas Fluido; solamente $10, con la or- den y el balance a pagar desde 12 hasta 36 meses. —La entrega- remos instalada. — El consumo mensual es fijo; desde $1.50 a $2.50 solamente, según el modelo doméstico.

    Visítenos para que se aproveche de nuestra renta de liquidación en modelos anteriores.

    PORTO RICO GAS & COKE CO.

    hallaba mi rifle. Una distancia de tres metros. Acostumbrado a es- tas escaramuzas, calculé las Pro- babilidades. No sabíamos a ciencia cierta dónde se hallaba la fiera. Avanzando con , mil precauciones, cuando salió, como una tromba, no habla caminado dos metros, por el aire un bulto. Era el tigre, hermoso animal, según pude cons- tatar después. Instintivamente, rá- pido como una flecha, me tiré al suelo y la fiera pasó sobre mi con un bufido aterrorizador cayendo so- bre Dickey, quien por lo imprevisto del ataque, vaciló, rodando juntos hombre y fiera: solamente pocos segundo. Sonó el rifle de Bill y la fiera dando un «alto enorme rayó varios pies más allá y se revolcaba en los estertores de la agonía. Tem- blando todavía, me levanté y corrí presuroso hacia nuestro camarada que yacía Inmóvil en el suelo. Al acercarnos vimos que tenia la gar- ganta destrozada por las garras te la fiera, y por la herida salla a sangre a borbotones. Rápidamente rompí mi camisa y con ella vendé a herida. Con infinitas precaucio-

    nes lo transportamos hacia su tien- da. Pero comprendimos que todo cuanto hiciéramos por él. serla inú- til. Después de breves minutos, di- rigió hacia nosotros sus ojos vidrio- sos y esbozó un saludo de despedi- da, alzando apenas la mano. Se- gundos más tarde. Warley era ca- dáver. Extendimos una manta so- hre él y salimos fuera de la tienda. Noté oue Bill buscaba algo con los ojos. Comprendí: un lugar que sir- viera de tumba a nuestro camara- da. Sus oíos se posaron en un "va- ra" que distaba pocos metros. To- mamos un poco de whiskey para reanimarnos y emprendimos la faena".

    La voz del capitán se estranguló. Una nube de tristeza velaba sus ojos. Puso su cabera entre las ma- nos y se quedó en actitud 'medita- tiva. Después continuó:

    "Mientras abríamos la fosa. Bill explicó: t

    —Disparé en la esperanza de me- ter la hala en la cabeza de Dick: era preferible a la muerte que ha tenido.

    A media noche terminamos. Ba- jamos el cuerpo de nuestro amigo al fondo de la fosa y volvimos a taparla. Una sencilla cruz de made- ra la remataba. Después, tristes, pesarosos, volvimos al lado de la hoguera, que casi estaba apagada; echamos lena para reanimarla y nos sentamos a su vera. Dirigí la mira- da hacia el lugar en que eterna- mente descansarla Wardley y creí que me volvía loco. Encima de la cruz habla tres lureri'laa: las mis- mas qu« yojphabla visto poco antes. Una de ellas se apagó y las otrss dos. cual fúnebre presagio, queda- ron brillando siniestramente. Al ver mi roetro demudado por el te- rror, Bill siguió el curso de mi mi- rada y al no notar nada anormal preguntó:

    —¿Qué tienes, Bob? —¿Tú tampoco vea nada? De pronto lo comprendí todo. Era

    la maldición de Pangakora: la mis- ma de la que Dickey y Bill se ha- blan reído. Le conté a mi amigo lo ocurrido pocos minutos antes de la muerte de Wardley y, como éste, se mostró incrédulo. Pero yo insistí:

    —Vamonos prorlto de esta tierra maldita, Bill. Ya vimos la trágica muerte de Dickey y presiento que veré la tuya también. Wadley tam- poco vio la* luces; el tigre saltó sobre mi y fué a caer sobre nuestro pobre camarada. Todo eso me re- cuerda la maldición de Pangakora. Ustedes fueron los únicos actores en lo ocurrido en la aldea.

    —Cálmate, Bob. La espantosa muerte de nuestro amigo te ha afectado a tal extremo, qué los ner- vios te traicionan y te hacen va* visiones. Nuestro amigo murió, es- tá bien; pero lo mismo pudo ser uno de nosotros. ¡Qué Pangakora ni que nada!...

    Pero yo, conocedor de aquellas re ¡ giones, testigos Ge varios casos en ¡ que habla intervenido la Magia | Negra, dominado por un terror pá- nico, insistía:

    —No. Bill. Tú no comprendes: marchémonos esta misma noche de este lugar. Es algo que no puedo explicar, pero que sin embargo sien- to flotar en el ambiente...

    —Bueno, por complacerte nos ire- mos de aquí. Ya falta poco para que aclare. Con los primeros albo res emprenderemos la marcha Ahora reposa, que falta te hace.

    Y diciendo esto, se entró en su tienda. Yo me dirigí hacia la mía y me tiré en la cama. De más es-

    naba todos los objetos a nuestra vista;'era nn magnifico espectácu- lo. Pero a mi se me antojaba que habla algo lúgubre en BUS rayos Transcurrió esa noche; mis sueños fueron Interrumpidos por horribles1 pesadillas en ias que aparecían las figuras de Pangakora, dé Dickey. del tigre, todo mezclado confusa- mente. A la mañana siguiente, em- prendimos la marcha. Bill, sonrien- do, me preguntó:

    —Qué, ¿sigues viendo luces? —Bill, no tomes en broma mis

    palabras. Tal-vas-sean vahos mis temores: que la muerte de Dickey haya sido trágica coincidencia, pe- ro te Juro que no las tengo todas conmigo. En mis anteriores viajes a estas reglones, he oído muchas versiones sobre la Magia Negra.

    —Pero, ¿será posible que creas en esas tonterías?

    —Búrlate cuanto quieras, pero no estaré tranquilo hasta que lle- guemos al puerto.

    —Afortunadamente estamos en tiempo seco. Dentro de dos sema- nas estaremos en él, y supongo que no verás más luces.

    Se levantó y se dirigió hacia su tienda. Yo me levanté y tomando mi rifle, salí en busca de una pie- za para la comida. Al mediodía regresé con dos muslos de un mag- nifico antílope que habla cazado Me dirigí a donde estaba Bill y lo encontré mirando unos objetos que pertenecieron a Dickey. Esparcidos por el suelo de la tienda, estaban unos collares y amuletos: los de Pankagora. Involuntariamente me estremecí a la vista de aquéllos.

    —Bota todo eso, Bill —le dije. Los cabellos se me erizan nada más que de ver esos amuletos.

    —¡Oh, no! Los conservaré como recuerdo de esta expedición.

    —Bill, estás tentando al diablo. —¡Bah! Tonterías. Y asi diciendo, se agachó para

    recoger los amuletos. Los recogió uno a uno, y después me los fué mostrando. De pronto, exclamé:

    —¡Suelta eso, Bill! ¡Pronto! *N- Este tenia entre las manos, un

    collar de hojas secas. Eran hojas de "llknndo", planta qué estando verde, es como otra cualquiera, pe- ro cuyas hojas al secarse cortan como pequeñas navajas y que tie- nen una propiedad terrible: es un poderoso veneno. Loa negros he- chiceros le atribuyen propiedades div'nas y los usas cuando estén verdes, pero que tan pjronto em- piezan a secarse, los tiran temero- sos de su ponzoña. Bill, lo tiró-al suelo, con tan mala suerte que al hacerlo una de aquellas terribles navajitas. le hizo una herida en la muñeca. Yo palidecí intensamente, pues ya sabia la suerte qué la es- peraba. Y exclamé:

    —Bill, estás perdido. —¿Por qué? —preguntó. Ignoran-

    do la terrible propiedad de eaa plante.

    Se lo expliqué, esperando hallar una salida a aquella terrible situa- ción. Pero tranquilamente me con- testó:

    —¡Bah! Aquí se mueren porque no hay de esto.

    Y sacando su cantimplora, sorbió un trago. Pasé el día de lo más agitado, yendo cada diez o quince minutos donde se encontraba Bill; pero éste, que adivinaba mi pensa- miento, me decía :

    —Pero Bob, parece mentira. No tengo nada. No te preocupes...

    Vino el crepúsculo. Con las prl-. meras sombras de la noche, la si- tuación en nuestro campamento ha- bla cambiado totalmente. Bill, quien no quería creer en lo que le habla dicho antes, notó que el brazo se Iba inflamando lentamen- te, pero, para no asustarme, nada

    habla dicho. Ahora sentía que un lento cansancio lo Iba Invadiendo lentamente, y poco después se tira- ba en la cama. Cuando llegué A su tienda, lo encontré sin conoci- miento y todo el cuerpo horrible- mente amoratado. Le rocié la ca- ra con agua fresca y abrió los ojos; me miró sin expresión, desvariado, sin conocerme; quiso hablar y no pudo. Yo, sin poder hacer nada, desesperado, vi cómo mi pobre ami- go moria: dos horas despnés era cadáver. Y en ese mismo instante, dos trágicas lucecltas asomaron por detrás de la cama de mi ami- go. Y cuando su brillo era más intenso, una se apagó, al mismo tiempo que escuchaba una voz ca- vernosa, fría; implacable:

    Cal al suelo, perdido el conocí- —¡Pangakora está vengado!

    miento. Afuera, en la majestad de la noche, la luna alumbraba con su trágico esplendor".

    El capitán Hastings, calló. Un Impresionante, silencio reinaba en torno suyo. La voz de Mrs. Shan- non, Interrumpió aquel silencio; pe- ro era una voz extraña, trémula por la emoción:

    —¿Y cómo llegó aquí? —Cuando recobré el conoelmien- .

    to, el sol estaba muy alto en el i firmamento. Me .encontraba en un lugar extraño, tirado sobre una de mis mantas. La voz de Kogu- ra, jefe de Is "bandas", tribu en la que habla estado anteriormente j y a cuyo jefe salvé de morir en las garras de un murú'—pantera-- llegó hasta mi:

    —Ya despertó el "bondjó" amigo. Y ordenando que se me trajera

    algo de comer, me contó que uno de sus hombres, que me conocía, me habla encontrado t'rado en una tienda, sin conocimiento, al lado del cadáver de otro '"bondjó" des conocido. Yo no quise 'decirle la verdad y le conté que habla tenido un disputa con mi compañero en el curso de la cual le habla dado muerte y después habla quedado sin conoclmelnto.

    Pero él, receloso, me contestó sonriendo:

    —Kongura estar satisfecho. "Bondjó" * ser amigo. Kogura no querer saber más...

    Pocos días después, completa- mente restablecido, emprendí el regreso, acompañado de Kogura y algunos de sus hombres hasta el puerto. Al fin, me consideraba en libertad"..

    Benítez continúa.

    Son más limpios SAN JOSÉ. Cal. (PU).—Arthur

    Saxon. bedel del Colegio San José, preferirla que todos loa estudian- tes obtuvieran su "majnr" en in- glés. Insiste el conserje en que los estudiantes de inglés son los más cuidadosos, y dejan menos que lim- piar.

    Lou Ambers hará...

    (Continuación de la página 11)

    Pudiera ser que las acometidas de Armstrong se estrellaran contra los pasos á los lados y los saltos de canguro de Ambers, y que al fi- nal de lo* quince asaltos los jue- ces fallaran que las caricias de Lou hablan sido más numerosas que ios "mamporros" del negro. De todas maneras, eso de llamar campeón a un hombre que todo lo que hace et correr hacia adelante o hacia atrás por el "ring", es algo que nu acaba de cabernos en la cabeza.

    Si Ambers vence a Armstrong por el procedimiento turino que hemos anotado, no habrá ganado el cam- peonato mundial del peso "welter" —que no entra en juego— pero si habrá colocado al otro en una al- tuaclón poco airosa, que pondrá en entredicho sus merecimientos serla supuesto, la pelea interesante seria aquella en que Armstrong pusiera en juego su titulo contra el filipino Ceferinn García. Ese si que seria el choque entre do* locomotoras humanas y, en esa ocasión se pon- dría a prueba la supercampeonabi- lidad del moreno, que mucha gente insiste en poner en duda.

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    (Continuación de la página 11.)

    su más fuerte contrincante el Ledo. Miguel García González:

    Defensa Francesa: Carromero, blancas; García. Negras. 1. P4R— P3R. 2. C3AR—P4D. 3. P*P—PxP. 4. P4D-C3AR; 5. P.1AD—A5CR. 6. A2R — C3R. 7. A3R — P3AR. 8. CD2D — CxC. 9. DxC — D2D. 10. D1D — A3R. 11. 0—O—A3D 12. P3CR — P3AD. 13. T1R —D2AD. 14.-^flAE)—C2D. 15. A2D — l —

    Preguntas difíciles BUTTE, Montana. (PU>—Ni una

    sola de las chicas estudiantes de la escuela superior respondió a las si- guientes preguntas, sometidas en un cuestionario de carácter social: ¿Cree usted que la chica gaste di- nero en un muchacho haciéndole alguna Invitación? ¿Cree usted que los gastos entre ambos deben co- rrer a medias?

    Resultado de los partidos de béisbol celebrados ayer en las Grandes Ligas

    Los partidos de béisbol celebra- dos ayer en las Ligas Mayores de resultados siguientes:

    LIGA NACIONAL En Pittsburgh

    New York («0 000 130 4— 12- O Pittsburgh 000 003 40x 7— 11—0

    BATERÍAS Gumberf, Ciffruan (7) y Mancuso

    por New—Yor.

    LAS CARRERAS...

    (Continuación de ia página 10)

    dlamente para llegar tercera, a, cinco cuerpos del segundo. Vene- zuela y Capullito llegaron cuarto y quinto reezagados. La ganadora co- irió los 1330 metros en 1.24 1 5.

    En la cuarta carrera venció Wa- llie. El ganador luchó con Prince Leila y Sultana al principio, y des- pués de ceder al primero volvió al frente en la última curva, termi- nando con poco más de un cuer- po de ventaja. Sultana quedó ter- cera al rebasar el ganador, y avan- zó al segundo puesto en los últi- mos ciento cincuenta metros. Prin- ce Leila se fué de puntero a lo* doscientos metros ,y luego se rindió quedando tercero a dos cuerpos del segundo. La Bailadora no arrancó al darse la señal de partida, y lle- gó cuarta dsltanclada. India fué quinta. Canillera perdió su jockey» al arrancar. El ganador anotó 1.05 1,5 para los 1000 metros.

    La quinta carrera produjo el triunfo de Cariduro. El ganador persiguió a la puntera Slt Out has- ta la media milla, donde pasó al frente, y rechazó el ataque de Bleu Nult al final para dominar por la cabeza. Bleu Nult se reservó en ter- cer puesto y dio su empuje en la recta final para ocupar el segun- do puesto y amenazar al ganador. Slt Out marcó el paso hasta la me- dia milla y luego perdió mucho terreno, llegando tercera rezagada. Maco terminó cuarto y último. El ganador cubrió la distancia de 1 116 milla en 1.53 35.

    La sexta carrera fué un traqueo para Mokatam II, el cual galopó en la delantera y llegó con ochen- ta metros de ventaja. Florido, Trui- llars y Nevado terminaron rezaga- dos en ese orden detrás del gana- dor. Este anotó 1.54 para la distan- cia de 1 milla y 70 yardas.

    La prueba del cierre la ganó fá- cilmente Marco Antonio, presidien- do en todo el trayecto y llegando cpn cuatro cuerpos de ventaja. Juanita se mantuvo segunda fá- cilmente. Race Street llegó tercero a ocho cuerpos del segundo, y Shei- la Barrett cuarta y última a dos cuerpos del tercero. El ganador co- rrió los 1000 metros en 1.02 3,5.

    El pool ascendió a $4.900. El pool de las carreras celebra-

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