artigas y su ideario pags. 101 a 243

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Pettit Muñoz

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  • esa imagen misma se mostraba como ejemplo, habra de llegar a ser ms grandiosa y ms bella, y ms capaz, sobre todo, de sembrar futuro en la Historia, como lo fu el xodo de nuestro pueblo en 1811.

    Para encontrar esa fuente buscamos en la Gazeta de Bue-r-hos Aires,~Y-allt

    s -Era lgica la bsqueda en esa fuente. Artigas era lector de la Gazeta. Era el rgano oficial del go3terno revoicioari

    ill`Ri d la Plata. rr de la Oracin de Abril, comools_que tez.-

    aluden~a la veleida e s bres y~al freno'd-la~sfi~ucin, revean inquvctente~1-ifl~jo;,,dlqs_dt loshqe.n,,ll

    haba escrito Marianooreot.a proclama de Arttigas en Me;_ dsyBeYIT'd`"21b 1-de ~1811`y` -lttultit'd d rn-ooficils~,relrivs a

    la-ritreha de la revolucin o leotl"y al prpt,tArhgs,ha~-btan sido- pbhcadas "n la ~zta~tcols ~rttgas fue preso en Las

    Piedas, 1 mientras trtba'de, trodci cladestiriment e"Moit-tvid "enviado sin 'duda por~e-hermano, un 'paquete d, ejem-

    piares"d-laWGazet.-=Esta~lregnar_pcos- das -dsps--con _:...*~..

    lujo de documentacton, y bajo yl propia ~firxadertigs;;l triunfowde-Las_Pid7`s:xE'la`

    nu`sina nota -del 7 de Diciembre, Artigas se efiere al parte de esta batalla como "inserto en los papeles pblicos", y con ello alude a la Gazeta. Multitud de otros docu entos firmados por l la mencionan en los aos sub-siguientesY cuando en 1840 vienen a sacarlo de Curuguaty para llevrselo preso a raz d l muert=e de~Franct;-o qtzs-al ao-sigidt,., q el hecho- es llvad,al_conociminto'de'los-C sules Alonso~~~ pr~o~pz, Ahgasconservaha "una Gt"x ='su ps er, documento

    qu,,-,unque l, documentol_`Cmandi,2e Ju-Miel Gauto hallado por la Sita. Elisa A. Mndezlo'specifi;t no ~difcil:%ftirl a1,tnii~pridic-dezBuenqs Aires,; y'que si no l,fuera,probara.euando mens la persistencia en el'hbit dese tipo de,lecturas,"pues,la incomunicacin n-que se"l ha~bi teido en aquel,,lugar deconfinamiento no peinite pensar_que s tratase de una adquisicin reciente. "

    _

    Amigas era lector de la Cazeta, todo su crculo deba aerloWa~nEien. `~ _ ~~-`

    Y bien, una parte del vigor con que oper sobre los tales el ejemplo de La Paz reside en esa imagen que el ver por s mismo ms abajo. Pero no es esto slo, como probaremos despus, lo que hallara nuestro pueblo de

    1 ELISA A. MENNDEZ, Artigas, DCjeRSar de la Democracia Ameri-cana, p. 255, Montevideo, 1944.

    -104-

  • con su situacin: ambos, el de La Paz y el oriental, padecieron por culpa de la desunin-d'lti's`'d',propi._.caus4;_ambs viion paittre su ~d~a las-.tropas tambiri americanas pero en cyi(1rt modo extranjeras, que -Ics.auxiliban, -Y que que al abandonarlos losdj ban`entregds , al, ,enemig;_ambs representaban,- sin ,e

    arg la causad de-lrjustici'.

    c) - La situacin de los orientales era a la de los paceos.

    Veamos. En el nmero 23 de la Gazeta, correspondiente al 8 de Noviembre db--1810;tr-s-expresa--

    o`I:`s'v_`cin`os d la'cidd de La Paz,,qe"escaparon"del'ca-dalso,'ys~e.`hn_vist"libres.por~l"intalcin.d l~_"Jt;fa; d las cdns, con que el desp_-o-~tismo_ls_'hbta;pnsionado _han' e_lvdolaastgtente-,represntacton, en queypi-dynra--_declaiatiia~d~su inocencia".~t'continuacin explica el peridico cmo los peticionantes denuncian las nulidades del proceso que se les sigui, las violen-cias, sobornos y errores del mismo, y aade que ellos piden jus-ticia para "aquella desolada poblacion, que espera con ansia los libertadores".

    Comienza luego _la Gazeta a transcribir la representacin misma,'-cys;prrafos'inictals dicen "He'aqu-el' est~o'd vc

    tunas sangrtents,,;sbi~los.;que li descargad'su:fria l crel-dd' de' ri 'tano", para' mostrar;despues a los hechos' d La

    Paz"-copio--"sofocados'pr la iritrg .-NarraZdesp's-"el-sciiio la-rvlcin-del'-16 d-Juli dj-1809---(l-q-lili itplvtdo

    l futaiutiv- deLa P la que alde, sin-`ntimb il) ,, ,y la contrarrevolucin .vencida por,. l plil.con.gneroso,peidn,d -la-11~ d-sus autores, hasta _quer'DnMJari Pedior Iitdaburu,

    es`pol europeo, combinao c ~oyeneche, e1,Cabldo y,-los cn-trrar`revlcinarios_ aprs ~mch1pafr'lo'tts -XJescig_su crueldad 'sobre~,ellos:'Refiei lg las luchas y el triunfo popular

    y'iestr a In-_ lgd_ert l cadlso_y-al,puebl _otra ~vz dito d sanque irri tado, y pronto a-pel~er y a cm_etr los

    ,- .. "-_.R .,excesos a-:que lo autfizrian las d_c_1_'j z

    E'< -Id Gzel"nero,`29.; de1_'jeves ,15 de Noviembre,3

    t Gazeta de Buenos-Ayres, no 23 del 8 de Noviembre de 1810, en de Buenos Aires, ed. faesim., cit., t. 1, pp. (591) y ss.3 lbid.

    Representacin hecha por los vecinos de La Paz, Buenos Aires, Noviembre de 1810, en Gazeta de Buenos-Ayres, no 24, del 15 de Noviembre de 1810, en Gaceta de Buenos Aires, ed. faesim., cit., t. 1, pp. (621)

    -105-

  • contina el escrito mostrando queelpueblo prefiri,, sin em-barg, se ir magnnimo, pero ro expresando que cuando s~e-raban los revolucionarios revolucionarios 9L~ laab -".cs sepropagase,sobrvi -`y debe notarse queaqui xcomienzan~,-p~arece~r las semejanzasycn la histria del pueblo 'oriental la desunin Cn fie los patrici s'"s'liorrrjza y'dscnfian de~la'~m-p`rsa, e eel ptti=;q'yinpiz.-'~'d-squtiitais""ssr batlles. Agull~pu;t`~.meos hoiiobly xtrarigera d l corpqracion militar -(cmo ,las tropas~de ~Benos t~ires~n l -Banda Orinil, Poaemos acotar nsotrosj se retircargada~dndesp'ojbs _sus paises ntivs; y"ntozices hallan lsy nustrs precisados replegarse eritlt"~ ~A`si' t iii sei'tiierls'prtes' menos hnorables (para`ls orientales del momento), y extran-jeros, del ejrcito que con ellos haban estado formando hasta ese instante. Es decir, que ,como los.paceos_se hallaban. "precisados a replegar eii t~ mota~','lsgr'ientalesrs_vieron.,precisds a emigar."Y'-prsigue el escrito: "Desde aqllos lgrs"premi-nent`s-,-arma od s precipicios,,y-.peascos, ,pensaban tir con

    -K-..-x~...-.,..- ~~171, t sgriad, y prepotencia" al`'ac-sudo exercito dTGoyenech . (e--1o1 los riiitls'dsd su- ti'p`n~"sabai_% _E_lo y aoh s ort ueses

    Esta imagen ha tenido que quedar imborrable para quien la haya ledo una sola vez, por su luminosidad, su relieve y su grandeza humana, que no es sino la sublimacin del sacrificio de que es capaz un pueblo para conservar su libertad, pintado en el gigantesco ambiente desolado de algn remoto Wallhalla andino de inmensas alturas salvajes y desnudas. El xdo del pueblo pace~ era_una_imagen,imborrable.y,quedb U,:pr9f_tizjnd el xodo' del pueblo oriental.'Es'imag b t b sin duda para magnetizar las mentes de

    cuantos se la hubieran representado y guardado en la memoria, para lanzarlos a la accin de imitarla cuando se encontraran, como los paceos, acorralados por la alternativa de caer en ma-nos de quien haba de perseguirlos y esclavizarlos, o huir de l, tomando el camino que llevaba a afrontar otros riesgos, los de lo desconocido y lo remoto, por tal, tambin, de conservar el ltimo resto de su libertad. Pero la Gazeta sigue suministran-do todava razones corroborantes para hacerlo.

    En el-nmero 2,_S,del jueves 22 de Noviembrevz los paceos

    t bid., p. (622).Representacin hecha por los vecinos de La Paz, Buenos Aires, 5

    Noviembre de 1810, en Gmeta de Buenos-Ayres, no 25 del jueves 22 de -106-

  • atacan en su escrito al obispo, deLa-Pz,,confffbulad,cnAGyene-cfi,"y qu `se puso a la cabeza de un_elercit,,pero esperan no ~s-

    tante e se`ilm;ne, y =ffden, posedos de tal confianza- n`s`re-Y

    e~eracin:nosotro~s ~"g-e somos el resto ms fiel r des r-cima a_quehemos aufi3o tantas persecucio-nes, y perjuicios por el amar l_~patri, nosotros~ qe -debe-

    ante V., E_ como'bunsciadans -ln-vi;k de u pcre comn,) suplicarnos ~,l. Excm. Junta gue__l ee

    ' en 'sus" bizbs: .': tom ` un ciddnod, l" dmingo~-25d NJvieml,^e 'Ceta eztrordinaria,l recovienn;como ''am "n-" eventuahnie,~,~que "si siguero _mpiend los-vinculs ciales"'(ptirque haba fulminado eicc-inuin conta'Ibs patriotas)-s l someta a-castigo;-y'qu la- Jun-te "tenga' bien segn` lo-gue:,iepresentiams;_declrls'hchos del pueblo de l Paz~por fieles, honrados y de una valet-y-he= Pc ided_'si exmplar; porque _._a~unque-n^ _ tubteron~ el ~ueu>~ien

    perfeccion que se deseaba, no fue .por, defecto de las in. teciones del pueblo, sino ppor la-,iiitrig;,'y_divisn, que-sembra-ron lo tires s,,y;tratdrs sobre ua masa ssceplilile de incon-sidraci~on, y, falencia por sus p~os"cnocnietos; por la' falta

    ` militar; y por ser una ciudad;;quidi~aqul' paso; co-de tctica'mo primer,. en- sayd_e-s"."egi .

    En estas pginas finls de la nota se ofrece, pues, el ejemplo de un pueblo perseguido que tiene razn, que pide se la reco-nozcan, y que, por culpa de la divisin entre patriotas, ha debido emigrar, porque, no slo aquel resto de libres haba tenido que acogerse a las montaas, sino que otra parte del mismo pueblo est a la vez refugiada en Buenos Aires, en donde aparece fechado el documento y suscrito por trece firmantes, a 5 de Noviembre de 1810.

    La identidad de tal situacin de ls_pceos_cn_lde los orientales es.plmrt_.Aqullos,fuerntl"imaagen.anticipda,de stos, y lo fueron asimpr~, identidad_d la- islucinAla emigraci`pi'dlvar su liberta,d-ante,_qe.etrgrse,~ u erse ui or.P-.

    . ~8 .Nosotros, que somos el resto ms fiel, pero desgraciado de

    viembre de 1810, en Gaceta de Buenos Aires, ed. facsim., cit., t. I, pp. y ss.

    t Representacin hecha por los vecinos de La Paz, Buenos Aires, Noviembre de 1810, en Gazeta extraordinaria de Buenos-Ayres del 25 de Noviembre de 1810, en Gaceta de Buenos Aires, ed. facsim.,pp. (680)-(682).z Ibid.

    -107-

  • La Paz", escribieron aqullos. Y de los orientales en el xodo, ..~._

    dijo Artigas en su nota d1W7 d Dicimbre:" .este, grati,t;esto d hmbrs libres..." .' ""`"`~--.~^--,- ... _- .

    2. - La segunda imagen: el rbol de Paine.

    d) - En el libro de Paine vieron los orientales cmo de la imagen de unos hombrea emi-grados bajo unas ramas de un rbol de un lugar apartado surga su derecho al go-bierno propio.

    Otra. imagen proftica ;del xodo _del pueblo no opero, como la que acabamos de ver;-para'tr

    extraerun

    t iclid bj l'-mbr d SEtid cirir, n el 'conocido libro La independencia de la Costa Firme justificada por Thomas Paine treinta altos ha. Extracto de sus obras traducido del ingls al espaol por D. Manuel Garcia de Sena, publicado en Filadelfia en 1811, y cuya presencia en el campamento del xodo artiguista es ya verdad inconcusa y popularizada hasta el lugar comn por historiadores, investigadores y profesores en nuestro medio?

    Vase: documento no 1, p. 95

    z La primera mencin impresa que se conozca de hallarse el libro de Garca de Sena en poder de los orientales en la poca artiguista es de Lerraaga, quien en su Oracin inaugural de la Biblioteca Pblica (INSTI-TUTO DE INVESTIGACIONES HISTRICAS, BIBLIOTECA DE IMPRESOS RAROS RICANOS, t. II, Descripcin de las fiestas cvicas celebradas en Montevideo, Mayo de 1816. Oracin inaugural pronunciada por Larraaga en la aper-tura de la Biblioteca Pblica de Montevideo 1816, p. 30, Montevideo, 1951), pronunciada el 26 de mayo de 1816 y editada en Montevideo en el mismo ao, nombra, al referirse a "las Constituciones ms sabias..." con que sta contaba, a "la de Norte Amrica con las actas de sus Congresos hasta la fecha; sus constituciones provinciales y principios de gobierno por Paine"

    Pero ya la Cazeta de Buenos Ayres sealaba casi dos meses antes la presencia del mismo libro en el Ro de la Plata, en un anuncio en que el comerciante norteamericano David Curtis De Forest lo ofreca en venta, nombrndolo expresamente como La Independencia de la Costa Firme, a continuacin de... una historia concisa de los Estados Unidos de Amrica desde sus principios hasta 1807..., libro, este ltimo al que nos referiremos en el captulo IV. (Gaceta de Buenos-Ayres del 6 de Abril de 1816, en Gaceta de Buenos Aires, ed. facsim, cit., t. IV, p. (514) ).

    Posteriormente fu el historiador argentino CARLOS A. ALDAO quien, su artculo titulado Las proyectadas reformas constitucionales y publicado

    -108-

  • en La Nacin de Buenos Aires del 20 de Noviembre de 1923, se refiri por primera vez para el gran pblico a la existencia-de La Independencia de la Costa Firme en los medios revolucionarios rioplatenses para un pe-rodo algo anterior y, sobre todo, como fuente del pensamiento artiguista contemporneo del mismo, diciendo que "entre 1810 y 1812 puede haber duda sobre si las doctrinas liberales de los Estados Unidos fueron cono-cidas directamente, o por intermedio de Francia. Pero esa duda desaparece cuando leemos las Instrucciones de Artigas a los diputados orientales... que, en este caso ...estn tomadas del libro de Garca de Sena", etc. (Su-primimos los prrafos relativos a las hiptesis de Aldao sobre si fu el cannigo Gorriti o Monterroso el autor de las Instrucciones, absurdas am-bas pero que no entraremos a refutar porque no nos proponemos investigar en esta obra el problema del autor o autores de las Instrucciones, en las cuales, hay, desde el punto de vista exclusivo de la originalidad -y sea-lmoslo de una vez aqu, ya que la ocasin de esta cita ha puesto el tema, ineludiblemente, bajo los, puntos de la pluma, aunque las Instrucciones mismas, en cuanto a su contenido, sern en parte materia de comentario en el Captulo IV-, seis grupos que distinguir: 19 el de las que se limitan a copiar textos norteamericanos, literalmente o con la sola variante de sus-tituir la mencin de Gran Bretaa por Espaa como metrpoli, o las pala-bras "cada Estado", como sujeto de la oracin, por las de "esta Provincia" (Instrucciones 19, 101, 111 y 141) ; 29 el de las que modifican, deliberada-mente, fuentes norteamericanas, alterando su alcance para mejorarlo (Ins-trucciones 151 y 171) ; 39 el de las que refunden varias de ellas, alterando grandemente su forma pero no su alcance (Instruccin 201) ; 49 el de las que, siendo totalmente originales, en cuanto a su redaccin, traducen con todo ideas congruentes con algunos de los sistemas norteamericanos de gobierno, el confederativo, el federal o simplemente el particular de algn estado dentro del rgimen de confederacin o del estado federal, o con las ideas de libertad civil y religiosa que constituyen ideales comunes a todos ellos y por lo cual puede segurseles reconociendo una fuente ideolgica genrica tambin norteamericana (Instrucciones 21, 31, 41, 51, 61, 71, 161 y 181) ; 59 el de las que, por referirse a problemas exclusivos de nues-tra Provincia (a su creacin, sus lmites y sus puertos) son totalmente originales tanto por su redaccin como por su contenido (Instrucciones 81, 91, 121 y 131) ; 69 el de las que, por referirse a problemas del Ro de la Plata en general en cuanto a la relacin de su conjunto con Buenos Aires, reproducen con ligeras variantes frmulas de origen rioplatense diverso del oriental (Instruccin 191). Pero consideramos imprescindible sealar aqu que, como lo hemos hecho conocen y, segn creemos, demostrado, en una publicacin anterior (Valoracin de Artigas, en El Pas, Montevideo, 19 de octubre de 1950, recogida en el libro Artigas, Estudios publicados en El Pas como homenaje al Jefe de los Orientales en el centenario de su muerte, editado por el mismo diario, Montevideo, 1951, pp. 299-315 y espe-cialmente 307 y 309-310, y lo volveremos a recordar en el captulo IV, a) la redaccin de dos de las Instrucciones cuya forma es totalmente original, es debida personalmente a Artigas y no a ninguno de sus secretarios: nos referimos a las dos ms preciosas, quizs, precisamente, de todas, la 31 y la 181, que dicen, respectivamente, as: "Promover la libertad civil y reli-giosa en toda su extensin imaginable", y "El despotismo militar ser pre-cisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable soberana de los pueblos"; y b) el contenido, ya que no totalmente la for-ma, de una de las Instrucciones que modifican deliberadamente un texto

    - 109 -

  • norteamericano para mejorarlo, la 151, es debido tambin personalmente a Artigas. (Vase la segunda parte del Captulo IV, en la segunda parte de este libro, prxima a publicarse).

    En nuestro pas, creemos que la prioridad en cuanto a la divulgacin, hecha desde la ctedra, de la influencia de Paine y de la documentacin agregada a su traduccin por Garca de Sena sobre el pensamiento arti-guista (pues hasta entonces la influencia norteamericana era sealada con indicacin, sin duda, de textos constitucionales y Artculos de la Confede-racin, pero sin especificacin de la fuente precisa en que tales textos y artculos aparecan traducidos, si es que no se supona, todava, que la traduccin haba sido hecha en el campamento artiguista), corresponde al Profesor Dr. Felipe Ferreiro, hoy lamentablemente alejado, por su propia voluntad, de las funciones docentes, y que nos comunic sus entusiasmos por la comprobacin de tal influencia en conversaciones que mantuvimos hacia los aos 1923 o 1924. Su enseanza en las aulas, en el mismo sentido, se prolong hasta 1934, ao en que dict su ltimo curso.

    En cuanto a que la fuente norteamericana de aquellas de las Instruc-ciones que la tienen, es tomada de la traduccin de Garca de Sena, como lo afirm Aldao, y no de otra, su comprobacin, que ya por entonces vena haciendo el Dr. Felipe Ferreiro, resulta claramente del cotejo hecho por ARIOSTO D. GONZLEZ en Las primeras frmulas constitucionales en los ses del Plata, pp. 144 a 151, Montevideo, 1941.

    Por nuestro lado, en esta segunda parte del presente captulo II nos atenemos exclusivamente, como podr verse, a comentar la influencia sobre el pensamiento artiguista, no de los textos norteamericanos, articulados en constituciones o en los "Artculos de Confederacin y Perpetua Uni", sobre los respectivos equivalentes del artiguismo, tambin articulados en Instrucciones o en textos constitucionales, sino de mo de los aspectos pura-mente doctrinarios de Paine, el relativo al origen del gobierno, pero espe-cialsimamente en cuanto muestra que un pueblo emigrado en las condi-ciones en que lo estaba el Pueblo Oriental durante su xodo, adquiere el derecho a crearse su propio gobierno por el hecho mismo, precisamente, de su emigracin e instalacin en un lugar apartado y aislado. En este sen-tido, la influencia recibida por el pensamiento artiguism no es, como la que se muestra en los textos articulados, norteamericana: es britnica, pues viene directamente de las ideas mismas de Paine que, como es sabido, era ingls, y no haba llegado a la Amrica del Norte hasta Diciembre de 1774, slo un ao y pocos das antes de publicar su clebre opsculo, y que haba recogido tales ideas, a su vez, de Locke, el gran filsofo y pensador poltico, tambin ingls, teorizador del Derecho Natural y del contractualismo, de quien era discpulo.

    El opsculo del famoso cuquero britnico, pues, que a penas nacio-nalizado ste en Pennsylvania tuvo tan notoria influencia en las colonias inglesas, como que arranc de inmediato palabras de admiracin en Washington, cuando escriba a Reed sobre "el sano e incontestable Comm.onSense", y como que, sobre todo, determin a los anglo americanos a pro-clamar su independencia tambin casi de inmediato, tuvo igualmente, l mismo, y no slo los documentos de derecho pblico norteamericano que le afiadi, para traducirlos y publicarlos con l, Garca de Sena en La Independencia de la Costa Firme, a Artigas y a todo el artiguismo por discpulos.

    Debemos aclarar, sin embargo, que, como lo decimos en el texto, el Common Sense de Paine est slo parcialmente incluido, bajo el nombre

    - 110 -

  • de "Sentido comn", en el libro de Garca de Sena, pues de las cuatro partes que, segn puede verse en la reproduccin facsimilar de su portada, que damos fuera de texto,1 forman la obra original, a saber: I Del origen y objeto del gobierno en general, con algunas breves notas acerca de la Constitucin Inglesa, II De la monarqua y sucesin hereditaria, III Pensa-mientos sobre el estado actual de las cuestiones americanas, y IV De la capacidad actual de Amrica, con diversas reflexiones, las dos primeras solamente figuran en La Independencia de la Costa Firme. Las dos lti-mas, que, como es sabido, estaban destinadas -y lo consiguieron- a deci-dir a los anglo americanos a proclamar la independencia y a organizarse despus de alcanzarla, no pudieron, pues, ejercer sobre Hispano Amrica efecto meterico que, unidas a las dos primeras, produjeron en las colo-nias inglesas.

    Por lo que hace a los aludidos textos norteamericanos, el Profesor Pedro Grases, en el estudio con que precede a la reciente edicin de la misma obra hecha bajo los auspicios del Instituto Panamericano de Geografa e Historia, de Caracas, seala la influencia que los textos compilados por Garca de Sena ejercieron en loe orgenes de la Revolucin de Venezuela, especialmente como fuentes de la Constitucin de 1811. (INSTITUTO PANAMERICANO DE GEOGRAFA E HISTORIA, COMISIN DE HISTORIA, COMIT DE ORGENES DE LA EMANCIPACIN, Caracas, "La Independencia de la Costa Firme justificada por Thomas Paine treinta amos ha", pp. 11-22, Caracas, 1949). Sera interesante que se iniciaran estudios para cotejos semejantes con respecto a las ideas federales o separatistas dominantes, cuando la Revolucin de Nueva Granada, en el Congreso de Tunja y en Cartagena, respectivamente; y, con relacin a Mxico, para las que en el Congreso de Chilpancingo llevaron, despus de su peregrinaje a travs de Tlacotepec, Huetamo, Santa Efigenia, Pturo y Tiripito, a la Constitucin de Apatzingn, de 1814, en la que, no obstante su carcter unitario, pue-den leerse frases como la de que "es contraria a la razn la idea de un hombre nacido legislador o magistrado", que tiene su fuente indudable en la Constitucin de Massachussets, como, segn se ver en el Captulo VI, su homloga de la Constitucin artiguista para la Provincia Oriental, de 1813.

    Pero, de todos modos, pueden sealarse ya, para tiempos res, tres nuevas zonas de penetracin especial al libro de Mxico, Cuba y Guayaquil, este ltimo seguramente adems, con Presidencia de Quito por inevitable mbito de infiltracin.

    Es una penetracin sin duda no aparente en la forma, pero indiscuti-blemente clara en cuanto al fondo.

    En efecto, el gran ecuatoriano Vicente Rocafuerte, al saber la Jibera-cin de Guayaquil ocurrida en 1820, edit con pie de imprenta de Filadelfia, pero acaso clandestinamente en La Habana, donde es seguro, de todos modos, que tena una red de conspiradores vinculados a su empresa de combatir Iturbide en momentos en que ste se aprestaba a coronarse en Mxico, y diri-gindose a sus compatriotas guayaquileos como a "amados paisanos mos", su clebre opsculo Ideas necesarias a todo Pueblo Americano Indepen-diente, que quiere ser libre, que no es sustancialmente sino La indepen-dencia de la Costa Firme .... de Garca de Sena en una nueva versin, en que se advierte la identidad del concepto inspirador y de las lneas generales de la compaginacin. En un conceptuoso "Prlogo" -su nico aporte personal a la publicacin, y que consta de pocas pginas- Roca-fuerte habla con gran elogio de Toms Paine, y cita ms lejos, en una

    1 Vase lmina 111

  • Menos conocido es quizs el hecho, que estimamos hermoso hacer constar aqu, de que el ilustrado historiador compatriota Simn S. Lucuix cree con fundadas razones que el ejemplar que pode dibr;,.,y_^queeprocei%I'fdiliogt?aftco di Don Clemente L. Fregeiro, es el mtstito que pertenc -A'rtigasa

    it~W~a~4y~^kRi`.Y~'V7#X~JeY'x1~G'L'~.~K,-x-

    nota, a Garca de Sena. Inserta como este ltimo, bajo el rtulo de "Sentido Comn", solamente las dos primeras partes del Common Sense, con la firma de su autor. Pero al paso que aade al material del caraqueo el discurso de John Quincy Adams del 4 de Julio de 1821, suprime el gran trabajo de Paine "Disertacin acerca del Gobierno; Los asuntos de Banco y papel moneda", y las cinco constituciones de los estados de Massachussets, Connec-ticut, Nueva Jersey, Pennsilvania y Virginia, dejando en cambio subsis-tentes en su reedicin, la Declaracin de Independencia, los Artculos de Confederacin y Perpetua Unin, y la Constitucin de 1787. La traduccin es nueva, pero la filiacin queda evidenciada en esta simple enumeracin. (Cfr. GOLECCIN ROCAFIIEarE, Rocajuerte y la Democracia de Estados Uni-dos de Norte Amrica, Prlogo y notas de Neptal Ziga, Volumen III, Edicin del Gobierno del Ecuador. Homenajea Don Vicente Rocajuerte en el primer centenario de su muerte, Quito, 1947). El prologuista no men-ciona la obra de Garca de Sena.

    t Montevideo, Octubre 6 de 1951.Seor Don Simn S. Lucuix.

    Presente. Distinguido colega y amigo:

    Muchas veces me ha afirmado Vd. en nuestras conversaciones que los ejemplares de su propiedad de "La independencia de la Costa Firme justi-ficada por Thomas Paine treinta aos ha", cte., y traducida por Manuel Carca de Sena, y de la "Historia concisa de los Estados Unidos" tradu-cida por el mismo Garca de Sena y publicada en Filadelfia en 1812, pro-cedan del fondo bibliogrfico que haba pertenecido a Don Clemente L. Fregeiro, y que Vd. cree que ambos ejemplares pertenecieron a Artigas.

    Necesitando documentar esas afirmaciones suyas, pues considero her-moso hacerlas conocer en un libro que preparo sobre Artigas y lo esencial de su ideario, le rogara quisiera darme al pie de la presente los funda-mentos de ellas, para publicarlos en l.

    A la vez solicito su autorizacin para reproducir fotogrficamente, con destino al mismo libro, la cartula de ambos libros y varias pginas de los mismos. La reproduccin de esas piezas la hara desde luego, indicando su procedencia y su autorizacin.

    Muy agradecido de antemano, aprovecho esta oportunidad para saludar a Vd. con mi antigua e invariable amistad.

    Eugenio Petit Muoz

    Sr. Don Eugenio Petit Muoz.Montevideo, diciembre 29 de 1951.

    Mi estimado amigo y colega:En primer trmino, le presento mis excusas por la tardanza -que slo

    puede disculpar nuestra vieja amistad- con que contesto su carta acerca del asunto que informa su texto. Y como me ha manifestado Vd. verbal-

    - 112 -

  • Opinamos que por lo menos en- agost de 1812 la semilla de -Pine-Wab y"" s's frtos _qu, su ypiern ser rcgids`en du= mantos procedntes,dee,Artigs mtsm,-pus cuando,los jefes orien-tales encabezados por e"Jl, ~q lgo, po"r' raznes qu ignramoe per_qu'ti ivlidaWla^segurtdad de que el staba-cnsu-per-mente que esta correspondencia intercambiada se publicar ntegramente, y por su orden, doy aqu mi respuesta, siguiendo el orden de la suyo.

    Con respecto al primer pargrafo, expreso: que efectivamente poseo ambas obras, provenientes de la biblioteca, -doblemente excepcional por el nmero y la calidad de los ejemplares- que perteneci al ilustre histo-riador compatriota Don Clemente Fregeiro; que ellas figuran en el cat-logo impreso con motivo del remate judicial de aquella biblioteca, realizado en la ciudad de Buenos Aires, y que pongo a su disposicin; que en esa subasta pblica las adquir, interesado no slo por el valor general de las mismas, sino especialmente por la jerarqua superior que conceda la vieja pertenencia a que me refiero en el pargrafo siguiente; que en una visita que realic el ao 1919 o 1920 -no puedo precisar bien la fecha- en su casa a Don Clemente Fregeiro, al mostrarme su conjunto de documentos de impresos vinculados a la vida de Artigas, separ algunos legajos de los documentos originales que public en su libro "Artigas. Estudio histrico. Documentos justificativos".

    Y aqu permtame una digresin no del todo inoportuna y sin objeto. Esos documentos dados a la luz por Fregeiro, fueron adquiridos por m, en mi calidad de Director del Archivo General de la Nacin, por disposi-cin del Consejo Nacional de Administracin, y en gestin patriticamente empeosa de su presidente el Dr. Baltasar Brum. Fueron incorporados al acervo de esa institucin y entre ellos estaba la copia autenticada de su propio puo por Artigas de las Instrucciones dadas a los diputados orien-tales ante la Asamblea del ao XIII, reunida ya en Buenos Aires. Esa copia y las dems fueron estudiadas all por varios historiadores y estudiantes, cotejadas con la publicacin de Fregeiro, no advirtiendo sino diferencias de letras y detalle que en nada amenguaban la edicin conocida. Agrego que hasta 1935, estaban en ese repositorio nacional.

    Pero vuelvo a los libros de la traduccin del benemrito Manuel Gar-ca de Sena. Me indic Fregeiro los dos ejemplares, y recuerdo que me dijo, palabra ms, palabra menos: "Tengo la casi seguridad de que estos libros pertenecieron a Artigas, y con l estuvieron en el Paraguay". Hice yo un gesto, en el cual vi, sin duda, mi ilustre interlocutor, una interroga-cin. Y entonces aadi: "Yo no puedo afirmar rotundamente, porque la prueba no la tengo, pero si se exigiera la prueba documental sobre la perte-nencia de objetos en un museo, quedaran con sus salas quiz vacas. Pero su procedencia, y cmo consegu esas obras, me llevan a esa certidumbre".

    Sabe Vd. que Fregeiro asignaba singular importancia a esos libros en las ideas polticas de nuestro Prcer. Y nunca la literatura histrica rio-platense lamentar suficientemente que Fregeiro no haya emprendido la vasta tarea de escribir la historia de Artigas, para la cual se encontraba preparado acaso como ninguno en su poca.

    Otorgaba el eminente historiador, la condigna jerarqua al desenvolvi-miento poltico e institucional de la dcada que va de 1810 a 1820, y bus-caba afanosamente las races del paralelismo histrico de la revolucin de las trece colonias norte-americanas, con la revolucin de los pueblos del Virreinato del Ro de la Plata. En ese camino haba reunido un material

    -113-

  • sona en las palabras del documento, test su firma. que luca al c`otiz dl misrii- din, e's:ota-de 27 de; Agosto, de 1812 dirigida al Cabildo de Buenos Aires desde e1 Ayu,y.refirindo1se l puebloo rietalT"V'E~opd ver'en"e"sfO~-sio "un'pul aliatido3 s-sl,_ y qu,-analizadas las circunstancias que le itidli~,yti$"mirarse"como_eh-`primeo-d la tirt_a";t estn, como se ver; ipitien ` ~ame` en l priei prrafo- de las p-ginas, precisamente, que vamos a transcribir.

    Paine presenta^: en._ ellas _ unos hombres desprendidos del reston

    caa.~tierralndose en'utilugar"lejnoys:_pipn que se piense con ello, sin dud, aunque~no"ldice,.enllos~primi-

    ti7os_clons emigrad s ~menc desde nglateira Lo hac.p -emostrar_qu el_heclfo_de la"'emigrcin`srgirel dercho_tie

    esos hmbr~;cieaise un;ygobir,piopto, pues:cand'sctibi estba prepar ando e11 Ir, , l,nimo d -los -revoluctoni los noiteamric

    os'para-que..declarasen_su-tndepndnct,,y-'tal efecto-st'ic-plicatido el objeto- (desig). _dl, ghierno,'qu Grca-de sena, trdj-pr "sigi~del'Gob'ieriio"~ Pi'ahh~erlo; tites'tf

    r d~:x-esos hmbies en u- esc_enano..

    -~de libertad natural,_deliberando bajjlas ramas il un tnmiso'ro L tmagn,ltd e se libro, que cala en-as de los rietale's en pl o zod, i's ente,e _m 'di='l~cmrripno eta-otia=cosa,, etbisrsino _la_ de`1_s

    orintales mismos, "establecidos en lgu ,lugar " apartado- y`~des-predido'd'i .de_la1tiezrm se dic'all; yq ;`cztfo 'tambi s dice all, "representarn ~tices. los pmeros po-'bhdres de lg'gs,:'de1 Munil": `"`' ~---"' ~'~'

    'La`jstccin del gobierno propio para los emigrantes ing~e-ses,s I~'j'u-stificac~'i"on del~'obigrt

  • bierno espaol de Montevideo,,fec de los cuales el xodo los h sepa,m, ....,... .__ ,._xndsii... -~ y no_.-reces:-rado:prgt.`E imagen er necesita ryrea `mrirrios`para probarlo. Todo lo dems, que es lo que hace hasta ahora el objeto nico de las exgesis y las interpretaciones de los comentaristas, es lo que vendra despus: los textos ar-ticulados y numerados de constituciones, las frmulas polticas e institucionales norteamericanas que el mismo libro ofreca (la confederacin o sea la "firme liga de amistad", como pri-mera etapa, la Constitucin comn a todas las provincias como etapa ulteriqr a ser alcanzada "terminada la guerra", como lo dir el propio Artigas y lo desarrollaremos en el Captulo IV, esa Constitucin que haba de ser, adems, una constitucin federal como la que se muestra en el modelo de 1787), todo eso, pues, que estaba tambin all y que el artiguismo sabiamente utiliz y an super, era lo que tendra que venir y vino despus.

    Pero la base previa para todo ello, la revelacin del derecho originario de los orientales al gobierno propio, 1 f ~ite-de-"la -sob'rna mar iculrd~`ftis-`~tibl~t~Irll iniil dee-la dinmica construccin oltica monumenta Y utura 1111 rti" guismo,~y ue ta~mliin xpndrms~n l-'C ptloV;"sff; i

    f particu aris_ u~a, que prove~` d `l fuet-e espanla -por laoctiri=d' D''`Pili,. Gvlls~g qe

    aludifetiisfel~r~tffdri el'Capftulo"IV_n-l sencill'1~el~ez:~d-ls,pl,b_

    ras-d ese par de pginas" dl" Cnimom~ae>ls`'"I s' calesnuestros.res- - T~-:'.!YAC - 75.x.

    mi~t~it n lin-doC.^xtodvii tn"cion, cuya x:...m ~es.ziresta a.:mrr-rea. Y. clridd~~al- respecto hace innecesario insistir en'pdem ci_ea.s.f-que seran por pdems pleoristis:"Oigrnsl:--Pf'dqiirna=ide-clra y justa del designio del Go-bierno, supongamos un pequeo nmero de personas establecidas en algn lugar apartado y desprendido del resto de la tierra; ellas representarn entonces a los primeros pobladores de algn pas, o del Mundo. En ese estado de natural libertad la sociedad ser su primer pensamiento. Mil motivos las inducirn a ella: las fuerzas de un hombre son tan desiguales a sus necesidades, y su espritu tan incapaz para una perpetua soledad, que muy pronto. es obligado a solicitar la asistencia y ayuda de otro, que requiere a su turno tambin lo mismo. Cuatro o cinco unidos sern capa-ces de levantar una mediana habitacin en medio de un desierto; pero un hombre solo empleara toda su vida en su trabajo sin llegar jams a su ltimo trmino y cuando l haya cortado su madera, l no puede transportarla, ni levantarla despus que la haya transportado; el hambre entre tanto le obligara a dejar su trabajo, y sus diversas necesidades le llamaran a diferentes vas.

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  • Las enfermedades y las desgracias seran para l todas mortales, porque aunque ni unas ni otras fuesen graves en realidad le inha-bilitaran con todo para vivir, y le reduciran a un estado, que se puede decir ms bien de perecer que de morir.

    "La necesidad pues, como un poder de gravedad, hara venir pronto estos nuevos emigrados a la sociedad, que sera presidida por recprocas bendiciones, que haran intiles las obligaciones de la ley y del Gobierno, mientras que ellos permaneciesen per-fectamente justos entre s; pero como nada, sino el Cielo, es impe-netrable al vicio, sucedera inevitablemente que a proporcin que ellos.fuesen superando las primeras dificultades de la emigracin, que los une en una causa comn, comenzaran a relajarse en sus deberes y en su afeccin recproca; y esta relajacin har ver la necesidad de establecer alguna forma de gobierno para suplir el defecto de virtudes morales.

    "Algn rbol proporcionado les servira de Casa Consistorial bajo cuyas ramas podra juntarse la Colonia entera para deliberar sobre los asuntos pblicos. Es ms que probable que sus primeras leyes tendran el ttulo solamente de regulaciones y que no seran forzadas por otra penalidad que la desestimacin pblica. En este primer Parlamento todos los hombres por derecho natural tendran un asiento".1

    Como la imagen del xodo de los habitantes de La Paz,pr-fetizla prtnid y~l j_ sacia dl` d dl`jbl iintl, l'vis"th ' imaginarios lgr~ante~s'"wde'~1haci^un,lugr apartado del resto del mundo y,;blo las.ramaYzoes_de`unigi rl x r't yendo dl-irech mismo d s raislamtento,.los, funda-mtos del gobierno, profetizaba; pues, ~l-derecho'de los oren-t;ls.~bndona ns eri la~cmpa'ps,y `_"'gce-d sus derchopi-i`mi'tlvos"---sg-plbras "de tlrtigas escritas en.'el Ayf-l'_21 d__S_etie'nbi'dm1812.a,l,7nt; ilel~Pargy;2a saberse duenosvdeuna-,id6ticbse dederech natral para I -f ~d'cia~de.~su:.,derec_h a~st bleqer;s,_prpiqrggbir. ~'

    Del modo cmo los orientales h1~1eron uso d ese derecho, dieron testimonio, en adelante, Artigas, toda la gesta del arti-guismo, y toda la grandeza de nuestra historia.

    1 La independencia de la Costa Firme justificada por Thomas Paine treinta aos h. Extracto de sus obras traducido del ingls al espaol por D. MANUEL GARCA DE SENA, pp. 10-11. Plladelphia, 1811. Vase lminas II, III y IV.

    Oficio de Jos Artigas a la junta del Paraguay, Ayu, 21 de Setiembre de 1812, en C. L. FRECEIRo, Artigas, Estudio histrico. Documentos tificativos, cit., p. 91.

    - 116-

  • III. El ideario del Ayu. - Hacia la independencia y la con-/ederacin por la visin de una soberana. en estado na-ciente: el pueblo oriental se ha unido, celebrando "una constitucin social". Iri

    Damos en esta tercera parte del segundo Captulo, el se-gundo de los documentos fundamentales del pensamiento arti-guista durante el xodo.' Recordemos que en la primera inserta-mos cuatro piezas, pero que slo la primera de ellas for-maba parte del ideario de nuestro prcer, pues las otras tres eran un conjunto documental compuesto por el informe del co-misionado paraguayo Laguardia y sus anexos, includos all slo para ambientar la vida del pueblo oriental en ese exilio y ese aislamiento que sirvieron a su gran conductor para recogerse en sus meditaciones, sintindose rodeado y sostenido por l, pero amparndolo l a su vez con la nitidez y la seguridad de sus ideas y la firmeza de su resolucin, para tomar una conciencia ms profunda de sus necesidades, sus intereses y sus derechos.

    La convivencia apretada e inmediata con la totalidad de su pueblo, hecho masa tangible y susceptible de abarcarse, casi, en una sola mirada de conjunto, circunstancia nica, por lo pro-longada, en la historia de los pueblos modernos, fu clima pro-picio como ninguno para que jefe, soldados, ciudadanos y fami-lias, rodeados de peligros comunes y padeciendo idnticos sufri-mientos, se unimismaran en una sola conciencia.

    Este segundo documento traduce el sentir de todos los jefes orientales, encabezados,_por rtigs,~cuya firma la ajsurpte, com puede=verse,umca en~un-comienzo,-an

    que. fue;_dspuesZe -sm_duda,paa, nonqitr_1~not-n~ferza~drexpI in cqlectiv."

    Zoaba-destipffd-o a bu r en el Cabildo de Buenos Aires un ara la protesta ue con la misma fecha formu bArti a`~s

    .2Royo t1-Tri v~to_porl,, dct--d-_Srfa;"qin,~lejs de_ iespetr a la ts ropasm orientales `como _parte indtirtetble de

    peb _1 ,,dentrq2eltgrnde esceprx ziplate hbhe h su propia rey olucin-Lcpnj de la ativa po~rtea~de~May d 1810 y diHa seguir,' nyen el e deo` ds esarevoluctoit parhcula zqe-habr hlire~su_s ,pelrelend a~quitile_su

    prsnaltd~h~aciend gueallss;Vpas_dezBuenos Aires to-maia el nombre de "Jrctt de~,peprracciones~~en~lgar d,,slas

    neaaziliaarsfrd-la`"s'trps onetitales retnda-divid`a s-P .,..-.,..T.,.. _ . .a..ar.

    Vase: documento no 5, p.

    117 -

  • tgs y dgspgjarjas~nda_menos,gue-del legimiento,~,de_Blnden,-gltesy "anular el voto sagrado de nuestra voluntad general en la perso-na de nuestro jefe", como se expresa all, es decir, desconocer a Artigas como jefe de los orientales, desconocer que Artigas a la cabeza de los orientales era la voluntad misma del pueblo orien-tal que lo haba elegido jefe en los das pieludiales del armisticio.

    Tales actitudes de Sarratea eran, segn este mismo docu-mento nos lo explica, resultado de haberse opuesto los jefes orien-tales al orden en que aqul haba dispuesto las marchas, "porque creemos de necesidad marchar y mantenernos reunidos, mucho ms viendo, que su anhelo por separarnos llegaba hasta el tr-mino de no admitir nuestros sacrificios en la campaa presente, si no accedamos a ello". Algo ms claramente expresa estos mis-mos hechos la nota, a que aludimos ms arriba, que el mismo da dirigen los propios jefes orientales al Triunvirato, nota en la cual las resoluciones de Sarratea de que stos se agravian apa-recen sintetizadas en el siguiente prrafo: "hizo desaparecer de nara vista el caracter de auxiliadoras, que aprecibamos en las tropas, con que V. E. se dign socorrernos: ellas fueron decla-radas ejercito de operaciones- y nosotros postergados si no queriamos marchar divididos".I Y tambin es quizs ms clara que la que comentamos, en cuanto al mismo punto, la nota de Artigas del 21 de Setiembre de 1812 a la Junta del Paraguay, tambin fechada en el Ayu, en la parte en que dice, refirindose a las tropas orientales: "Seguidamente, sin ser por mi conducto, se les previno a algunas de estas divisiones se preparasen para marchar a diferentes puntos y con diferentes. objetos. Ellos hicie-ron ver entonces que no obedecan otras ordenes que las mas, y protestaron que no marcharian jams, no marchando yo a su cabeza"? Esta ltima nota es, en cuanto se refiere a los hechos, quizs el documento ms explicativo para conocer los funda-mentos artiguistas del conflicto con Sarratea. Pero como la expresin de ideas contenida en la nota dirigida al Cabildo de

    t Oficio de los Jefes del Ejrcito Oriental al Gobierno de las Provin-cias Unidas del Ro de la Plata, Barra del Ayu, Agosto 27 de 1812, en MINISTERIO DE RELAEIONEs ExTERIOREs, Archivo Histrico Diplomtico del Uruguay, t. 111, La Diplomacia de la Patria Vieja, (1811 - 1820), Compilacin y advertencia por JUAN E. PIVEL DEVOTO y RODOLro FONSECA MUOz, p. 21, Montevideo, 1943.

    2 Oficio de Jos Artigas a la Junta Gubernativa del Paraguay, Ayu, 21 de Setiembre de 1812, en C. L. FRECEInO, Artigas, Estudio histrico. mentos justificativos, cit., p. 91.

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  • Buenos Aires que estamos comentando' es ms completa que la de cualquiera de las otras dos a que acabamos de referirnos (que son tambin, por otra parte, hermossimas, y cuya lectura, por ello mismo, recomendamos), la hemos preferido para inser. tarla en este libro como la ms representativa del ideario del Ayu.

    Y bien: las recordadas actitudes de Sarratea para con los orientales, de dividirlos y darles rdenes directamente y no por el conducto de Artigas, declarando adems a las tropas porteas, no auxiliadoras meramente de aqullos, sino "Ejrcito de opera-ciones", importaban desconocer, en suma, la sustantividad de nues-tra revolucin dentro del conjunto de las revoluciones hermanas y, con ello, la soberana de nuestro pueblo en el conjunto de los pueblos hermanos.

    El extraordinario valor de la nota que publicamos reside en la expresin de este ltimo principio, expresin que en diferentes formas se hace, explcita e implcitamente, a lo largo de toda la protesta, y como fundamentacin de la misma. Es un claro anti-cipo inmediato de la doctrina artiguista que recibir expresiones rotundas y reiteradsimas en 1813, y que veremos en el Captulo IV.

    Vanse, reordenndolos en un encadenamiento lgico, los co~ nceplosbsics--guepodemosrdesentraar de esa nota,_some_ tindola a una atenta_y, meditada lectura:

    --El-pueblo.,oriental-estuv~unidogl~gqbierno de Buenos Aires por-un laz- quu,nunc-llegr~ser xpress,:es-ilcii~iquy era un pcto`t~cit el que lovinulab ese ,jobter,_y.-l exis-tencia de ese pact tactt-`o ,tmpoitb afirmar, tambin tacita. te te, que los o iental 1 se lilla an, an-tes -d7e~contraerlo en-un n n Iii. Tnj~t-d-o7Wjri-or-'d~~n~"o-s-u~je-ci~,n,,""c.o~n r~esp-e-c,~t,- $'~u"nos

    'aqe ''dclrdo expresamente, Beb suponerse tmpllcltament cmo 'd idjindrici~ pr_Alti=mns?IPfey:`rs5ebl;~yTS auto -d--

    -)es. Conforme a esos principios .y aa ese pact tcito, los orientales recibieron a lis_ tropas d..B_u-enos tlires gue,a pedao vinieron reforzarlas como auxiliadoras -d s lib-ei~ad l`liaber "slicitdo qllo ~`st~s`'eaxili; y'hbrl prestado efectiva-menfe-Buenos Aires haba constituido, sin duda, ese pacto tcito.

    UY Ese.pacto tcito qued roto desde el instante mismo_en que-Buenos retir-a los oiientles'ltis ixilis qu_les haba prestado para en rgiitis`en carbi`_h oder d ,'sdecir, qued roto al celebrar el gobiernos ueS tos Aires el ~Armisticio

    Vase:, documento no 5, p. 121.

    - 119 -

  • de Octubre de 1811 con Elo sin consultar al pueblo oriental, cuya suerte sin embargo se decida en este mismo Armisticio en la fo recordada..

    ~ A1 romperse ese pacto,~y como tam ocio "quisier~og en-trar en _un pcrt~coqrla~tirna",(es deq~l,'c~onnEl)A,,losorien e-les recobrin`u_, sbetni originaria, ,y vinieron , quedar, como Q^dice "a i,~en_el goce denestr~s derechos pninihvs' (,i -vame nte el_pe_nsmiento de R~ussea~) , cgm4`un pueb~o.~a~an-donado. lo,_y~que, bien analizadas las_circunstancias,que le ro eban pudo-mirars,cmo el-,primero de..l tierra,.in_que pudier haber otro ,que reclamase .su dominio" 'puesto que-des-concia por igual a Bus Airs y Elfo. (Aqu, en cambio, lo hemos visto en el pargrafo II, est una influencia inequvoca de P e).

    5~) Eme pueblo.:xen.yusoede;su.,sberana_ inalienable,., pudo deter .narseasegn_el,voto,,vde-su,voluntd_ suprema".'~ 6 ~ Por eso, se dice ya, en un comienzo, "nos constituimos en une frma,tiras.-.hermoss-,simas _=`celebramos_el,acto,-.solemnesacrosanto siempre, de~una_constitucin,social,,er~giendonos una-cabez,en la prsona~de nuestro gnsim-ciudadano Don Jos Artigas,par l cr7e^ it~`ar,de que.ne~cesrtalimqs'r(~otra-vez nis,,itddav; l s ~(q.,,52ulseau.

    -' Fs,.cn_ su7 o ~i condiciones,_pon Artigas por Jefe electo por

    [a vountz d general del pueblo oriental soberano,-que Sarrtea_ desconce_y;trpell tods~e~sts derechos de los orientles.en la-

    -. --,.....=-y-r.-.. . . - ... . forro uesrecordamosaal.comieiizo.

    1~ Aun cuando los-jefes. orientales .piden.,sobre,,esto-j usti-roa ~a~iilode~Bes._Aires, cmo rtigas,la,pide_el_mismo da al Triunvirato,_en_la:ant ldid t~,g;~qexhemos dicho queano-publicamos..qu, hemos recomendado ms arriba como_dignayde lectura, tratan d gl a gua -a Buenos Aires, y no como-aAupjlrVj, diciendo a aqul que "las consideraciones debidas a. V.KE.,pniguales.-precisamente a jas. de los-dems E" .'.-Pero reconocen_,que_el-pueb_lo de Buenos Aires, cuyas glorias cqmo_libertadr inicial,,re~cuerdanrun,..y~tr...vez,_nunca abrig ideas de; conqg~staobe~el,:u'es_tro,_sino de-``uxi~io..de 2U_l!

    @0! hdad".~Afirmn tacitamenterque-.ambos-pueblos deben tenerse

    onsi eracionesjeciprocqLs, porque no obstante esa soberana que e -dadq`uirio nuestro pueblo, parece mirarse como en estado de con-federacin con Buenos Aires; confederacin sin duda tcita tam-

    - 120 -

  • bin, pues despus de roto el pacto tcito anterior, no ha vuelto a contraerse expresamente otro nuevo; y que, en este estado de confederacin, el de Buenos Aires no es un verdadero "Gobierno superior de las Provincias Unidas", no obstante ostentar ese t-tulo, sino un mero rgano comn a provincias dueas de iguales derechos, aceptado por necesidad slo para "girar con ms acierto en las relaciones exteriores".

    Estas ideas, (el pueblo abandonado a s mismo, la libertad originarii7-el-jont-rat'-s7;c'7al-com'o oriFeinUdel-G-ob"i~ero,--I'a-c-o

    fed-racP6n, cte. 1 conf irmiii `c-Ir-am le 0 os J- ir o`-'e' fya "~~~~rp>araaaaaaeslta fec a co enza an a xi a r e a e t

    crieft'l--del Ayu 1 -ti as, i s_pirld1Ir y, fuim~1 tal e ir

    n udble--de todo pensamii`nto le e 1-rj"t'-i~os- pasos i --d- q_u d

    -del pu lelo que lo tena_por,Jef,.ides e Rsse, ~nezcladscon "losvconcepts d-Tom "as .Pi -y= d `algos: d-los`d`cmntos~nrtamerics omo los "Artcls de Cnfderci-y Perpetua ni" c teni$s~e el_libr d dcumentos'cmpil-dos y traducidos al-castellano por l caraqueoael'.Garci Se y pblicd~Filadelfi n 811 con el nombre.d_Lh indepdencio dea ~st h~i~m~jsdior, Th rss P_i'

    por, a que. nos hemos d ste cap~lo, unque no, aprece`tqd"viff;tiriscripcin "literal d`iguno-d los textos_rticuldos .d:,ls,,itdgs"tlrtfcls de`Confed~rcin" m d~ otro.alg'amen n del derecho polrtico,~norie-'

    ~.

    19 Vase finalmente cmo la nota artiguista opoe.el_"deirech bonvnable. nacido: de,la,.fuerza"que encarnaba ~arrate

    l -"carcter -de.libres',; que era `.`nuestra .riqueza,. y.fel nico" te-,-.,

    sor que,. reservaba nuestra ternu niiestr posteridad,, pre-_ .

    ciosa.

    A siglo y medio de distancia, estremece de gratitud el su-blime legado.

    DOCUMENTO CORRESPONDIENTE AL CAPTULO II, PARTE III.

    [Documento Nq 5][Nota de los Jefes del Ejrcito Oriental al Cabildo de Buenos Aires en el que recuerdan los acontecimientos pasados y como a conse-cuencia del Armisticio de Octubre de 1811 qued roto el lazo que una a la Banda Oriental con el gobierno y al no reconocer la

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  • autoridad de Montevideo, los orientales recobraron sus "derechos primitivos", constituyndose y designando a Jos Artigas como su jefe; se refieren luego al xodo y a los conflictos surgidos especial-mente por la conducta de Manuel de Sarratea, protestando por las actitudes que se han adoptado en desmedro de los orientales.]

    127 de Agosto de 18121/ Exma Seor - Felices los pueblos quando basta dirigirse otro

    pueblo p? llegar al lleno de sus votos! Ese Pueblo libre, ese pueblo rege-nerador, cuyo nombre solo hace su elogio, fixando por si la epoca dela dignidad de los hombres, tiene la voz en los negocios generales dela Ame-rica, y ve en la linea dela federacion unos pueblos hermanos, quela oyen y respetan. Entre ellos el pueblo orientl puedelisongearsedela preferencia, atento siempre los principios, que hacen la conveniencia publica, hoy tiene el honor de dirigirse V.E. por su apoderado D.n Mana M. de Haedo. -Los dogmas sacrosantos, que han dado ese pueblo el caracter, que repre-senta, bastan sincerarnos en medio de quanto pueda decirse sobre nuestra comportacion, y como nunca llegariamos al exceso de ultrajar la de V.E, creyendo esa II.a Corporacion completada en los incidentes, que hacen nuestras quexas, queremos elevarlas al conocim.na deV.E. para que pene-trada de ellas, halle en q.^ emplearse el obgeto de su celo, y observe en el todo las consideraciones debidas VE. identicas precisamente las delos demos pueblos. - Prescindimos de la historia de ntra revolucin, V.E. ser ya orientado de sus pormenores, y en suma. nada hallar sino el heroismo de un pueblo penetrado hasta el exceso del fuego sagrado dela libertad. V.E. tiene la lisonja exclusiva dehaverla plantado; pero el pueblo, que representa V.E. en los fundamentos mismos de ella v lo bastante para no confundir el sistema abominable de conquista con el auxilio de su libera-lidad. - Nunca ese pueblo digno pudo concevir la idea de manejar la cadena de sus hermanos, quando se decidi arrancarla dela mano desus antiguos opresores. - La filantropia dulce, que anunci todos, opone una perspectiva muy encantadora al quadro execrable, / que ofrece una con-ducta menos conseqente; y quando los Orientales vistieron el caracter de libres, abrazaron sus libertadores, adorando la igualdad, que confundi alli p? siempre el esclavaje, en que hablan vivido. - Los lances deis guerra separaron de entre nosotros los brazos fuertes de nuestros auxiliadores, sellando estos una convencion p.a la neutralidad reciproca con Monte.video, y entonces nosotros, en el goce de nuestros derechos primitivos, lexos de entrar en un pacto con la tirania, que mirabamos agonizante, nos consti-tuimos en una forma baxo todos los aspectos legal, y juramos continuar la guerra, hasta q.los sucesos de ella solidasen en nuestro suelo una libertad rubricada y con la sangre de nuestros Conciudadanos. -

    V.E. no puede ver en esto sino un pueblo abandonado si solo, y que, analizadas las circunstancias, quele rodeaban, pudo mirarse como el primero dela tierra, sin q.~ pudiese haver otro, que reclamase su dominio, y que en uso de su soberania inalienable pudo determinarse segun el voto desu volun-tad suprema. - Alli obligados por el tratado convencional del Gobierno Superior qued roto el lazo (nunca expreso) que lig el nti obediencia, y alli sin darla al de Monte-vido, celebramos el acto solemne, sacrosanto siempre de una constitucin social, erigiendonos una cabeza en la persona de nuestro dignisimo Conciudadano D .n Jos Artigas para el orden militar,

    [Hay un sello que dice:]

    Archivo General de la Nacion Adquisicion

    Fregeiro

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  • de que necesitabamos. - Este acontecimiento remarcable no pudo ocultarse al superior gobierno habiendose girado presencia desu diputado d. da Jos J. Prez, quien se di el conocimiento preciso, mirando para ello en su persona todo el caracter del gobierno, de que dependa. Resueltos ya, emprehendimos nuestra marcha, seguidos de nuestras familias hasta elSalto chico sobre la costa del Uruguay, sin dexar en todo ese tiempo de pedir auxilios esaCapital / al menos p. imposibilitar las intenciones, que pudiesen tener los portugueses sobre nuestro territorio, ocupado ya por sus tropas. - Varios incidentes determinaron al fin al gobierno llenar nuestros votos, y llegaron sus poderosos auxilios, seguido el tbdo dela per-sona del exm. S.r D .o Manuel de Sarrata con el caracter representativo del superior gobierno. - Aqu entra el periodo de nuestros resentimientos, - En las copias na 1(191) hasta 19 hallar V.E. las contextaciones entre aquel Seor, y nuestro generl, y en ellas el ultrage mas atrz del sistema que adoramos. - El resultado ha sido quitarnos ntio regimiento de blan-dengues, abandonarnos la indigencia, y tomar el nombre de- exercito de operaciones- solo las tropas venidas de esepueblo digno, sin otro motivo que el de oponernos nosotros al orden en que el exm. s.r representante dispuso las marchas, por que creemos de necesidad marchar, y mantenernos reunidos, mucho mas viendo, que su anhelo por separarnos llegaban hasta el termino de no admitir nuestros sacrificios en la campaa presente si no accediamos ello. - Qual es, Sr. exm. qual puede ser el principio que sirva de garantir esta comportacin? Si el obgeto de auxiliar los pueblos del continente Americano fixa en la generosidad todas las pasiones delos Ciudadanos de esa Capitl, arrastrandolos los peligros, y la muerte como llenarlo haciendo de nosotros el desprecio mas humillante en el momento mismo, que marchan por nuestro suelo ofreciendo libertad al resto de nues-tros compaysanos, que quedaron en la opresion? qual es el crimen dalos Orientales para esta resolucin? - Prescindamos de las consideraciones, que deben tenerse en el sistema de confederacion, sin tampoco decir algo sobre el titulo de - Gobierno superior de las provincias unidas debido solo la poltica por la necesidad de girar con mas acierto el resorte delas relaciones extrangeras - nada de eso influye en la materia, alpaso que hemos atropellado por todo, llegando en nuestra condescend.a / hasta el ltimo termino: pero ella, con ser tan poco digna, nunca debi producirnos las humillaciones, quetocamos. - Nosotros podemos lisongeamos de haber sofocado los proyectos del extrangero limtrofe, y evitado la sangre p. reducirlo sus deberes. - Este resultado, que compraron nuestras miserias, debe hacernos el obgeto del reconocimiento dela America, reduciendo as sus esfuerzos solo batir sus enemigos domesticas; pero quando nosotros esperabamos esta expresion de justicia, se nos presenta un derecho abomi-nable nacido dela fuerza, con la q.^ se pretende anular el voto sagrado de nuestra voluntad general en la persona de nuestro xefe, y se nos excluye dela parte que debemos tomar en la libertad de nuestro suelo. El pueblo Oriental es este - El reunido, y armado conserva sus derechos, y solo pidi un auxilio p? disfrutarlos en sus hogares de una manera bastante i .su mejor estabilidad. - Sin embargo nosotros quedamos postergados, pros-criptos, abandonadas nuestras familias, sin el socorro menor, mientras q.^ nuestros auxiliadores penetran en nt"rs casas proclamando la libertad, y dexando siempre p.- nuestro consuelo la atrz alternativa de gustar otra vez la indigencia mas penosa, b marchar tras ellos, sin otra voz quela suya, ni mas representacion quela que quieran darnos segun el inters, que sepro-ponen. - No seria otra la conducta del conquistador mas ambiciso. Co-mo pues podemos determinarnos nuestra degradacion despues de los

    [Hay un sello que dice:]

    Archivo General de la Nacan Adquisicion

    Fregeiro

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  • sacrificios mas remarcables en odio detoda clase de tirania? qual ha sido el obgeto de nuestros trabajos? - Hemos abandonado ntias casas, visto espirar de miseria nuestras familias, mirado su desnudez, y salpicado con nuestra sangre el decreto triste de su horfandad. - Hemos visto condu-cirse millones adelante de nosotros las haciendas, que hacian nuestra subsistencia y correr nuestra vista los que asolaban nuestros hogares, talaban nuestros campos, y convertian en desierto el lugar destinado lle-nar nuestros dias. - Nada nos ha arredrado. / El caracter de libres era nuestra riqueza, y el unico tesoro, que reservaba nuestra ternura nuestra posteridad preciosa. - Donde est ahora, S.r exoro, esta libertad? Mar-chamos pobres, sin honor, y confundidos en una esclavitud mas dolorosa, y mas ultrajante, despuea de haber roto la antigua con unos desprendi-mientos, y afanes, que hicieron nacer la epoca dela heroicidad. - V.E. dignese penetrar del todo, ytomar la parte, que le toca sobre un ultrage, que trasciende ese pueblo digno, si es verdadera la libertad que procla-ma. - Contribuyamos ana ntr regeneracion, y no se dexe ntrs trasportes un motivo de expresarse de una manera bastante destruirlo todo, mirando en nuestros trabajos elprecio indigno de una tirania la mas odiosa. - Solo nos queda la sangre, que circula nuestras venas. - Si ella va hacer la vida de unos esclavos correr, en airoyos primero, y ay que no triunfos, al menos ostentar la venganza de nuestro honor ofendido, y rendir su libertad en ese ultimo homenage el mayor, y mas digno. -Nosotros no dudamos que V.E. mirar en nuestra irritacion el alarde mejor de nuestros derechos, que los respetar en toda su extension, obligado se d este pueblo hermano el lugar, que le pertenece en la escena que va representarse en medio de el, y que evitar se escandalice el mundo, viendo esas tropas tirando el carro de la muerte delante delos despotas, y presentando un tabl horrendo desangre, que estremesca la humanidad, solo para arrebatar un cetro defierro, p.a ostentarlo con mayor rigor sobre sus mismos hermanos. - Dios gu aV.E. m. a.- Barra del Ayuy en la Costa Oriental [Occidental] del Uruguay 27 de agosto de1812. - Exoro Sr. - ([(Jose Artigas)]) (Aqu las firmas delos xejes del Exercita Orien-tal) Al exoro Cabido de la Capital Buenos-ayres.

    [Hay un sello que dice:] /Archivo General de la Nacion - Adquisicioa Fregeiro

    [Archivo General de la Nacin. - Montevideo. - Fondo Ex Archivo General Administrativo. - Adquisicin Fregeiro. - Caja 8, legajo Provin-cia Oriental, 45 documentos correspondientes a los aos 1810 - 1811 - 1812 -1813 - 1814 - 1815. - Copia manuscrita; papel comn, formato de la hoja 313 x 213 mm.; letra inclinada, interlneas 6 a 7 mm.; conservacin buena; lo indicado entre parntesis ([ ]) se halla testado, lo entre parntesis ( ) y bastardilla est intercalada, lo entre parntesis ([( )]) y bastardilla est intercalado y testado, lo en bastardilla est subrayado en el original.]

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  • CAPITULO III

    TRES DOCUMENTOS BASICOS DEL RESPETO DE ARTIGAS POR LA SOBERANIA POPULAR

    Esa soberana que as exiga Artiges se respetase a los orien-tales, ya en s misma, ye cuando se cifraba en su persona, la res-petaba su persona cuando encarnaba en los dems. Hemos de comprobarlo as en los tres documentos que constituyen la serie que sigue a continuacin, y en la que hemos querido agrupar tres de las ms salientes, entre muchas, lecciones que el gran de-mcrata nos di, de fidelidad en la accin a sus ideales, a saber:

    14 El respetoala la soberana-del-pueblo oriental por parte de la Asamblea General Constituyente que acababa de reunirse en -Buenos Aires, como-exigencia plantearr ante sta; y un idn-tico !espeto a la mism soberana del pueblo oriental por arte del propio Artigas,-como actos que este vine espontaneamente arealizar devolviendole la autoridad que ella le confiara: tal s la sustancia ltima y sencilla de las ideas que s explayis en elya clebre discurso de Amigas que damos bajo el nombre de Oracin de Abril, nombre que desearamos conseguir fuera adoptado por nuestro pueblo en lo sucesivo, desde la Escuela; para designarlo.

    Dos palabras solamente diremos para justificar este anhelo, y otras dos asimismo, en atencin a 1a divulgacin y al comen-tario que han logrado alcanzar algunas de sus frases, para ubicar el altsimo documento en el proceso de nuestra historia, y dar el mnimo indispensable de explicacin a su contenido.

    Oracin llama a esta pieza el propio Artigas, en su no-ta al Gobierno del Paraguay de 17 de Abril de 18132 al enu-

    t Vase: documento no 6, pp. 138-141.z Oficio de Jos Artigas a la Junta del Paraguay, 17 de Abril de 1813,

    en C. L. FREGEIRO, Artigas, Estudio histrico. Documentos justificativas, cit., pp. 191 a 194.

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  • merar los documentos cuya copia le remite. En el acta dentro de la cual la publicamos, fechada el 5 de Abril de 1813, se di-ce, aludiendo a Artigas: "abrio dicho Xefe las ceciones (con la oracion) siguiente", refirindose a sta. Y oracin, con mez-cla de severo y emocionado sermn laico, cuya redaccin, se-gn las Memorias de Cceres, se debe a la pluma de Miguel Barreirot (en lo literario se entiende, pues el haberle dado la mano final sobre el papel no quita que las ideas, como las que lucen en todo cuanto escribi Artigas en su vida, por la inva-riable identidad de fondo - y en mucho, tambin de forma -que entre s guardan la totalidad de los documentos que llevan su firma al pie, y la consecuencia no menos invariable que revelan, paso a paso, con su conducta de cada hora, de cada da, de cada mes, de cada ao de los tan largos y colmados de su ntegro y recio vivir, que nadie habra podido torcer ni enervar, son ntima y cabalmente las ideas que Artigas quiso fueran puestas all, sin omitir ni alterar detalle), oracin, repe-timos, es por lo uncioso del lenguaje - una de las piezas ma-gistrales que ha dado la oratoria poltica de la Revolucin de Amrica, sin olvidar las de Bolvar - y porque los conceptos que vierte los somete, con fervor de verdadero ruego, invocando los dolores pasados y las cenizas de los muertos por la libertad, a lo mejor de la conciencia de nuestro pueblo para encarecerle que no caiga en el error ni desfallezca de la energa y la gran-deza que le pide ponga en la lucha por sostener sus derechos.

    Y Oracin de Abril para eliminar expresamente una re-ferencia a su fecha y a su lugar, dado que ambos se hallan suje-tos corrientemente a precisiones equivocadas que han creado ru-tinas que deben destruirse por medios que eviten el equvoco. La primera, porque, en tanto que la copia que public Fregeiro, y que constituye la versin ms difundida de este discurso,z lo muestra datado el 4 de Abril de 1813, fecha que se haba escrito

    - t Memorias de don Ramn de Cceres, en Revista Histrica, t. III, p. 140. Tambin implcitamente Larrafaga, en su Viaje de Monte-video a Paysand, atribuye a Barreiro la redaccin de esta pie=, cuando al describirlo dice: "es menudo y dbil de complexin, tiene un talento extraordinario, es afluente en su conversacin y su semblante es cogita-bundo, carcter que no desmienten sus escritos en las largas contestacio-nes, principalmente con Buenos Aires, como es bien notorio". INSTITUTO HISTRICO Y GEOGRFICO DEL URUGUAY, Escritos de Don Dmaso Antonio Larraaga, t. III, p. 67, Montevideo, 1922.

    z C. L FREGEIRo, Artigas, Estudio histrico. Documentos justificativos, cit., pp. 163-165. Vase adems lmina V.

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  • a su pie con anticipacin, el acta cuyo texto completo damos en su lugar oportuno' y que ve la luz por primera vez, acta ha-llada por el Profesor Edmundo M. Narancio en el Museo Mitre para nuestro Archivo Artigas, y dentro de la cual aparece trans-cripto ntegramente el mismo discurso, dice, lo repetimos, que el 5 de Abril de 1813 el ciudadano Artigas abri "las ceciones (con la oracin) siguiente", y este dato corrobora el que da la carta de Artigas a Toms Garca de Ziga publicada por Ra-vignani,2 segn la cual el Congreso no pudo inaugurarse el 4 sino el 5 porque el mal estado de los caminos causado por la lluvia demor la llegada de algunos diputados obligando a pos-tergarla para este ltimo da. El segundo, porque, si bien una tradicin arraigada llama al Congreso de Abril el Congreso de Pearol, hay en esto otro error, como lo vena enseando en sus clases el Dr. Felipe Ferreiro y l public en 1937 eit sus Or-genes uruguayos, y como desde 1939 ha podido verse ya en El Federalismo de Artigas y la Independencia nacional, del doctor Pablo Blanco Acevedo, pues segn ambos trabajos el Congreso de Abril se realiz en las Tres Cruces, y como, dejando fuera toda posibilidad de duda, puede en efecto comprobarse recordando que casi todos los documentos del Congreso (actas, notas y dems), dan por lugar de su realizacin el alojamiento de Artigas "delante fide Montevideo", y cotejando tales datos con el plano de Monte-video levantado en el propio ao 1813 que figura en la coleccin publicada por el doctor Carlos Travieso en 1937 bajo el rtulo de Montevideo en la poca colonial. Puede verse que en ese plano figura el alojamiento de Artigas en el sitio denominado "las Tres Cruces", prximo a la casa que se denominaba as, en la actual zona del "Parque Jos Batlle y Ordez", pero en lugar ms con-tiguo al Hospital Britnico, hacia la Avenida Italia en su arranque de 8 de Octubre: por todo lo cual debe proscribirse tambin el hbito de llamar a nuestro documento "el discurso de Pearol":3

    I Vase: documento n9 6, pp. 138-142.2 Carta de Jos Artigas a Toms Garca de Zbiga, Delante de Monte-video, 7 de Abril de 1813, en FACULTAD DE FILOSOFA y LETRAS, INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTRICAS, Asambleas Constituyentes Argentinas segui-das de los textos Constitucionales, Legislativos y Pactos Interpravincialesque organizaron polticamente la Nacin, Fuentes seleccionadas, coordi-nadas y anotadas en cumplimiento de la Ley 11.857 por Emtuo RAVIGNANI,t. VI, segunda parte, p. 595, Buenos Aires, 1939.3 Vase, adems: JUAN E. PIVEL DEvoTo, Sobre el lugar en que se reu-ni el Congreso de Abril de 1813, en Revista Nacional, t. XLIII, ao XII, a9 127, Montevideo, julio de 1949.Por otra parte, es hoy ya sabidsimo que el alojamiento de Artigas era

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  • A su vez, si se pensase en llamarlo Oracin de las Tres Cruces, ello lo hara menos identificable todava y llevara al profano a pensar que se trataba de una oracin religiosa. Y as, no queda mejor designacin para darle que la que proponemos de Oracin de .Abril.

    En cunto al contenido de esta pieza, su claridad y su belleza hacen innecesario comentarla por extenso para su llana compren-sin. Lo haremos, sin embargo, para sus conceptos medulares.

    Recordemos primeramente algunos hechos, por otra parte bien conocidos, para ubicarla.

    El 29 de Enero de 1813 se haba instalado en Buenos Aires la Asamblea a que Artigas se refiere. Esta Asamblea estaba for-

    la casa-quinta de Manuel Jos Sainz de Cavia. (Vase: MR. FEamNANE> PON. TAC [Luis BONAytTA]. Aqu dict Artigas las Instrucciones, en El Da, Suple-mento, Montevideo, Junio 4 de 1950, pp. f4-5], y CARos A. MAC COLL, Rec-tilicando afirmaciones relacionadas con la casa donde debieron haberse fir-mado las Instrucciones del ao1813 y por la reconstruccin en lo posible de la parte del edificio que an existe, en La Maana, Suplemento, Montevideo, Junio 24 de 1951, p. 16.

    De la correlacin de ambos trabajos surge la actual ubicacin exacta de la histrica casa. Segn el Agr. Mae Coll se conserva un cuerpo de edificio de ella, pues el resto fu demolido. Podemos identificar la reliquia, por los planos y fotografas que publica, con la casa existente en la es-quina de la calle Avelino Miranda y Avenida Italia, cuyo frente corre al Sur, hacia la calle Gobernacin de Formosa, oblicua y casi paralelamente a Avelino Miranda, y que linda al Oeste con el Hospital Britnico.

    Por nuestra parte aadimos: lo Las viviendas sealadas con los nme-ros 2608, 2610, 2612 y 2620, en Avelino Miranda, corresponden en parte a obras nuevas que se han agregado a la maciza fbrica primitiva, que sigue sirvindoles de fondo principal. 29 Agregado ha sido asimismo, qui-zs por simple subdivisin, su piso alto, pues las vigas del techo, muy an-tiguas, parecen ser de poca, y la casona de Cavia, aunque con su altura actual, era en 1813 de una sola planta. 39 Personalmente hemos medido el ancho de la pared maestra que da a Avelino Miranda. Arroja 45 cms., an-cho que corresponde a loa muros de un ladrillo de 38 eras. de la poca colonial, con un grueso revoque. (El largo de 38 eras. lo medimos en la-drillos de Las Bvedas y de los stanos de La Ciudadela recin exhuma-dos bajo el viejo edificio de La Pasiva). 49 Opinamos, cotejando planos y documentos publicados (opp. cits.), que la parte que sobrevive es el ala izquierda o lado Oeste del primitivo edificio, cuyo frente de cuarenta varas, hoy desaparecido, que corra de Oeste a Este formando la parte Norte de la casa, sobre el Camino al Paso de Carrasco (hoy Avenida Italia), deba contener el gran saln en que seguramente se realiz el Congreso, y que estara ubicado, parte en la actual acera Sur de esta ltima, parte cru-zando la calzada de Avelino Miranda, pocos metros al Sur y Sur Oeste de la estela rememorativa colocada en el veredn central de Avenida Italia. 59 Debera sealarse, con todo, inequvocamente, lo que queda de la casa que fu sede del Congreso de Tres Cruces y en la que Amigas vivi das gloriosos, con una placa, a la espera de que sea declarada monumento nacional.

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  • ronda por diputados solamente de las ciudades del Ro de la Plata. Maldonado era la nica ciudad oriental en ella represen-tada, y era su diputado el doctor Dmaso Gmez de Fonseca, sacerdote radicado en Buenos Aires. Montevideo no tena dipu-tado por hallarse en poder del enemigo, si bien se haba accedido a que el pueblo oriental en armas enviase uno, que sera su equi-valente. Los dems pueblos, entre los veintitres que se contaban en la Banda Oriental, y de los cuales, adems de las dos ciudades nombradas; haba cuatro Villas (Santo Domingo Soriano, Canelo-nes, San Juan Bautista o Santa Luca y San Jos, o sea, en todo, seis poblaciones con Cabildo, de las cuales una en poder del enemi-go), no tenan representacin. Estos antecedentes explican por qu Artigas pide en este discurso, como segundo objeto a resolverse, (el tratar este segundo punto antes que el primero no significa que le atribuyamos mayor jerarqua ni ningn otro motivo de prelacin con respecto al primero, que era, como bien lo vi Arti-gas, el fundamental, sino que lo hacemos simplemente por una razn de comodidad para la exposicin) ; como segundo objeto, pues, aumentar el nmero de diputados orientales, los cuales, como dir luego en carta al Paraguay, siendo seis, se sumaran a los dos de Tucumn y a los siete que Artigas pensaba deba enviar "esa Provincia Grande", para defender la causa de la confederacin en la Asamblea.' Sobre los motivos y la procedencia de ese pedido de aumento de diputados, no dice una palabra Artigas en su ora-cin, limitndose a plantearlo, pero los comentaremos ms amplia-mente por nuestra parte en el Captulo IV, como aspecto del exa-men de las condiciones contenidas en el acta del 5 de Abril.

    La convocatoria del congreso oriental respondi a este otro antecedente inmediato y de principios cuya solucin plantea Arti-gas como primer objetivo del mismo: la Asamblea exige a todos los jefes militares que la reconozcan. Llega a Rondeau y a Artigas este pedido. Rondeau, superior de Artigas, le trasmite la orden. Artigas le contesta que l, Rondeau, puede jurar la Asamblea, pero no as Artigas mismo. Piensa Artigas, seguramente, como en los tiempos de Sarratea, aunque no lo dice en su respuesta a Rondeau, que l es el Jefe de los Orientales, electo soberanamente por s-tos, y no slo un subalterno militar de Buenos Aires. Por eso, le dice que ha dirigido invitaciones a todos los pueblos de esta Banda para consultarles si debe prestar el reconocimiento que se le so-

    Vase la aludida nota de Artigas a la Junta del Paraguay en C. L. FRECEIRO, Artigas, Estudio histrico. Documentos justificativos, cit., pp. 191-194, especialmente 193.

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  • licita: que stos se reunirn el 3 de Abril (fecha luego poster-gada por dos veces, como se vi), y que le pide que, entre tanto, suspenda l su reconocimiento, para verificarlo juntos.' Artigas pensaba, pues, que deba prestarse ese reconocimiento, pero ha-cindolo, como lo expresar, en forma de pacto, es decir, siempre de igual a igual con Buenos Aires, y no por obedecimiento: parte, pues, del mismo concepto bsico que le hemos visto sostener frente a Sarratea, de que el pueblo oriental era soberano. Este mismo concepto se le haba encomendado defender, por parte del ejrcito oriental, en Enero de 1813, para que lo hiciese reco-nocer por Buenos Aires, a Don Toms Garca de Ziga, en tr-minos todava nis precisos y preciosos por lo amplios, diciendo que "la soberana particular de los pueblos ser precisamente clarada y ostentada como el objeto nico de nuestra revolucin"z, como lo puntualiza la clusula 81, de las instrucciones de que al efecto se le hizo portador, (y que insertamos en el captulo si-guiente) en las que figuraban otras pretensiones igualmente de fensivas de nuestra soberana, especialmente en su aspecto militar, como frmula de transaccin que cortase el conflicto creado por Sarratea, conflicto planteado, y an ms agudamente, despus de la expulsin de ste.

    Garca de Ziga no haba regresado. Las pretensiones orien-tales de que l era portador se hallaban, pues, pendientes al inau-gurarse el Congreso. Por eso el primero de los objetivos que propone Artigas al Congreso es: "Si debemos proceder al reco-nocimiento de la Asamblea General antes del allanamiento de nuestras pretensiones encomendadas a nuestro Diputado Dn. To-ms Garca de Ziga":3

    En tal situacin, caban tres soluciones.Dos de ellas eran extremas, a saber: a) reconocer incondi.

    cionalmente a la Asamblea, es decir, reconocerla sin volver a man-tener esas pretensiones que eran exigencias libremente votadas por nuestros hombres, y ello equivala a traicionar a nuestra so-berana; y b) desconocerla abiertamente, lo cual rompa la nece-saria unidad para luchar contra el enemigo comn y destruira adems la integridad nacional. A esas dos soluciones alude Arti-

    t C. L. FRECEtaO, Artigas, Estudio histrico. Documentos justificativos. cit., pp. 161-162. Las respuestas de Artigas a Rondeau estn adems trans-criptas por l mismo dentro del texto de su oracin (vase: documento no 6, pp. 149-141).

    z Vase: documento no 9, p. 222. 3 Vase: documento n9 6, p. 139.

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  • gas para rechazarlas por igual: a la primera porque importaba un "exceso de confianza"., y a la segunda porque importaba "una desconfianza desmedida", y de ambas dijo, por lo mismo, que "todo extremo envuelve fatalidad".

    Frente a ellas levanta una tercera solucin, a la cual nos he-mos referido ya algunos prrafos ms arriba, o sea la solucin que defenda nuestra soberana pero a la vez haca el reconoci-miento, para lo cual ste deba condicionarse a la aceptacin de esas pretensiones por parte de la Asamblea reunida en Buenos Aires, es decir, que nuestra Provincia prestara el reconocimiento no por obedecimiento sino por pacto, en el cual ambas partes suscribiesen de igual a igual y de acuerdo, el allanamiento a las exigencias contenidas en esas pretensiones.

    Tales los dos primeros problemas que plantea Artigas en su Oracin. .

    Lo ms notable de sta es, no solamente la devolucin que hace, a presencia de la soberana oriental, de la autoridad que se le haba conferido en los das del armisticio, gesto altsimo de demcrata que nunca habr de ser suficientemente alabado y so-bre el cual volveremos ms abajo, sino principalmente la funda-mentacin que da a la exigencia del pacto que salvaguardase las pretensiones encomendadas a Garca de Ziga. Artigas se re-monta aqu a pursimos principios que alternan con austeras ideas morales. Sostiene, junto con los fueros de la soberana oriental, la unidad nacional rioplatense, y la idea de la constitucionalidad como freno para precaver la veleidad y asegurar la probidad de los hombres de gobierno. En esta defensa de la constitucionalidad, y en el enjuiciamiento, que le es correlativo, del problema de la relacin entre los hombres y las instituciones, su pensamiento se muestra influido por las ideas vertidas por Mariano Moreno desde la "Gazeta". Pero como la constitucin era obra dificultosa, que, deba preverse ira demorndose, exige que "mientras ella no exista", se adopten "las medidas que equivalgan a la garanta preciosa que ella ofrece"; y debemos interpretar que esas medi-das no son otras que la celebracin del pacto que as! vena acon-sejando, es decir, el reconocimiento de la Asamblea, lo que ase-gurara el mantenimiento de la unidad nacional rioplatense, pero con condiciones que asegurasen, a su vez, la soberana oriental, es decir, la celebracin de un pacto confederativo interprovincial.

    No debemos dejar de sealar aqu que la Oracin de Abril nos permite percibir nuevamente la influencia de Rousseau sobre el pensamiento artiguista.

    Claramente lo podemos comprobar en cuanto vemos cmo

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  • identifica esa misma idea de constitucionalidad (y concibindola, adems, precisamente as, es decir, como freno para la veleidad de los hombres y como seguro para afirmacin de su probidad, idea a la que hemos reconocido una inmediata filiacin more-nista), con la idea del Contrato Social, pues no otra cosa signi-fica que, al tomar posicin para encarar ese mismo problema a que nos estamos refiriendo, de las relaciones entre los hombres y las instituciones, anuncie las dos mismas soluciones sucesivas, ea-balmente, que propone para resolverlo, o sea la de la constitucin como meta y la de la adopcin, "mientras ella no exista", de "las medidas que equivalgan a la garanta preciosa que ella ofrece", en esta otra frase, que las abarca a ambas: "Estamos an bajo la fe de los hombres y no aparecen las seguridades del contrato".

    Y ms claramente todava podemos percibir otra influencia de la teora del Contrato Social en la clebre frase: "Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana".

    En efecto, el captulo XIV del Libro tercero del Contrato Social comienza, precisamente, con los siguientes prrafos: "Lue-go que el pueblo est legtimamente en cuerpo soberano, toda ju-risdicsion de gobierno cesa, se suspende el poder executivo, y la persona del ultimo ciudadano es tan sagrada e inviolable como la del primer magistrado, porque ante el representado desapa-rece el representante".1

    El fragmento transcripto, tomado en su integridad, es la base jurdica de la recordada frase de la Oracin de Abril, y su p-rrafo inicial es de una impresionante semejanza con ella. Pero la clusula artiguista, merced a la feliz audacia con que suprime la prolijidad casi redundante de los razonamientos, es ms breve, ms rotunda y ms enrgica, y por ello, ms elocuente. Y, toda-va, tiene el mrito de que en la fcil y natural belleza con que acert a dar en tan pocas palabras y con la fuerza rtmica que ellas adquieren por estar compuestas de un endecaslabo seguido de dos heptaslabos, lo medular del pensamiento rousseauniano, hall lugar para recordar adems, all mismo y en un solo trazo, que el origen de la autoridad est en el pueblo, concepto que era menester traer como antecedente lgico indispensable al recuerdo y a la meditacin del propio pueblo que lo iba a escuchar y a quien vena a devolvrsele la autoridad.

    Este concepto est tambin, sin duda, en el Contrato So-cial, pero en otros captulos y diludo a travs de los conocidos meandros, necesarios para el buen encadenamiento de los ra-

    t Juez JAcoso ROSSEAn [sic] El Contrato Social o Principios de Dere-cho Poltico, ere., p. 20, ed. [Buenos Aires], 1810. Vase lminas VI y VII.

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  • zonamientos en el libro famoso, que el autor de ste le hace recorrer, y cuya reproduccin, ni an abreviada, habra sido en cambio, en un discurso de apertura de una asamblea poltica, fas-tidiosa y capaz de hacer perder a las ideas la energa que recla-maban en las circunstancias.

    Y agreguemos que no slo devolvi as el poder, expresando adems, como podr verse, que "yo ofendera altamente vuestro carcter y el mo, vulnerando enormemente vuestros derechos sa-grados, si pasase a resolver por m una materia reservada slo a vosotros", sino que, llevando al acto sus conceptos de demcrata, se retir del congreso a la terminacin de su oracin para de-jarlo obrar en libertad. Una "Carta Reservada" de Rondeau dan-do cuenta de lo actuado en el Congreso de Abril y juramento de las tropas orientales, que resume con alguna variante el acta del S, dice en efecto que Artigas "les hizo pres.' todo dicindoles, q^ ellos determinasen; p el estaba pronto Executar loq^ ellos dis-pusiessen, y los dexo obrar librem'^ saliendose".t

    Cumpla Artigas los postulados de Rousseau al devolver la autoridad al pueblo, ante una nueva presencia de la misma sobe-rana popular que la creara, porque era una nueva presencia de la soberana oriental ejerciendo efectivamente la funcin mxima de la soberana (la de constituirse y crearse sus autoridades) la que representaba el Congreso de Abril: la primera haba sido la de la Asamblea de la Paraguaya de Octubre de 1811, en la que los orientales se haban constituido y haban creado y elegido una autoridad para el orden militar en la persona de Artigas. Por eso ste dice al comienzo de su Oracin, y prescindiendo de refe-rirse a otras asambleas que los orientales haban sin duda cele-brado, como veremos en el Captulo VIII, pero en las cuales no haban hecho, como en la Paraguaya y en el Congreso de Abril, uso de las ms eminentes funciones de la soberana: "Tengo la honra de volver a hablaros en la segunda vez que hacis el uso de vuestra soberana':2

    En el captulo siguiente veremos que, tanto la idea del reco-nocimiento con condiciones como la del aumento de diputados que propone Artigas, quedaron consagradas por su aceptacin en el Congreso de Tres Cruces en la sesin del S de Abril, y que el articulado del acta respectiva no es sino el paso previo al pro-

    t Borrador de Rondeau que me ha facilitado en copia mi distinguido colega Pro Agustn Beraza, con las siguientes procedencia y signatura: Archivo General de la Nacin, Buenos Aires, Documentacin donada. vo de Doa Josefina Snchez de Bustamante, S. VII, C. 1, A. 6, N 1 lpiz Nv 10).

    Vase: documento no 6, p. 138.-133-

  • yecto de pacto, la propuesta oriental para el pacto, que reproduce lo sustancial de las pretensiones orientales cuya defensa se haba encomendado a Garca de Ziga, para incluirlas, como exigen-cias de la soberana oriental, y para que se siguiese dejando "a esta Banda, en la plena libertad que ha adquirido como Provincia compuesta de pueblos libres",1 en el pacto de confederacin ofen-siva y defensiva a celebrarse con las dems provincias.

    En cuanto a la idea de instalar "un Gobierno que resta-blezca la economa del pas", que Artigas propone asimismo como tercera cuestin, limitndose, como lo haba hecho con res-pecto a la segunda (y a diferencia de la primera, sobre la que tan bellamente se explay), a proponerla pero sin fundamentarla sino por su solo enunciado, ser aceptada en la sesin del 20 de Abril.' Esta idea se comenta por s sola, pues es a la vez la idea del gobierno propio o "gobierno inmediato" de que hablaba en su nota del 7 de Diciembre de 1811 al Paraguay, la consecuen-cia de la soberana de nuestra Provincia que est defendiendo aqu mismo, y la expresin de sus desvelos por dar a nuestro pueblo el bienestar que necesitaba, despus de los desastres y mi-serias de una guerra de diez y siete meses, en que debi aban-donarse el suelo patrio y sufrir el pas las depredaciones de la ocupacin portuguesa, y a la soberana provincial el respaldo eco-nmico que le diese la seguridad de no ser absorbida por el poder central: seguridad que era uno de los principios cardinales del sistema artiguista, y a cuya consecucin consagr la Instruccin 15,3, como podr apreciarse en el Captulo IV, parte segunda.

    2 No menos hermoso es el respeto que muestra por la soberana de Corrientes en su nota al Cabildo de esta ciudad del 29 de Marzo de 1814, que abunda en expresiones felicsi-mas de gran demcrata, y que publicamos en esta serie? Di pretexto a la nota el contestar la noticia que recibiera de haber Corrientes volteado al Teniente Gobernador que le haba dado Buenos Aires, Don Jos Len Domnguez, sustituyndolo, en aclamacin popular, por Don Juan B. Mndez. Artigas acababa de abandonar la lnea sitiadora de Montevideo a raz de la burla de los derechos orientales que hizo Rondeau en el acto de la instalacin del Congreso de la Capilla de Maciel, y que el Con-greso mismo concluy por consumar. Ha ido a levantar al li-toral contra el centralismo porteo, pero su guerra no es de

    1 Vase: documento nq 10, p. 223.2 C. L FREGEIao, Artigas, Estudio histrico. Documentos justificativos,

    'cit., pp. 172-173.Vase: documento nq 7, pp. 142-143.

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  • violencia ni anarqua, sino de principios: la fuerza se ha de apoyar en el derecho. Para ello, quiere que cada provincia haga lo que l vena haciendo y sosteniendo para la Provincia Orien-tal: que se reconozca soberana, se constituya y entre a formar el pacto confederativo con las dems.

    La Banda Oriental no era todava provincia el 5 de Abril de 1813: era una mera expresin geogrfica. Ese da (lo vere-mos en el Captulo siguiente) se constituye implcitamente en pro-vincia, por pacto tcito celebrado por sus veintitrs pueblos entre s, en el acto de reunirse en congreso provincial por medio de sus representantes, y resolver stos celebrar una "confederacin ofensiva y defensiva" con las dems, en calidad de "provincia compuesta de pueblos libres" y reteniendo, dentro de esa con-federacin, y "en consecuencia de dicha confederacin", como expresamente se declara, la plena libertad que haba adquirido como tal provincia compuesta de pueblos libres.' A los pocos das nuestra provincia, constituida y con gobierno propio (el de Canelones, o sea el que Artigas haba propuesto como "go-bierno que restablezca la economa del pas" y que el acta aludida del 20 de Abril haba creado, por mandato popular, con el nombre de "Gobierno Econmico"), exige a un magistrado sos-pechoso, Don Benito Torres, que era espaol de nacimiento, que jure que esta provincia "deve ser un Estado soberano e indepen-diente... escepto la autoridad que es o puede ser conferida por el Congreso General de las Provincias Unidas' :z Era la prueba de esa soberana que haba adquirido y quera seguir conservando dentro de la confederacin.

    Tomando este antecedente como punto de comparacin, lase ahora atentamente esta nota que dirige Artigas al Cabildo de Corrientes, y se ver que lo exhorta a que el territorio de que esta ciudad formaba parte, haga exactamente cuanto l ha-ba querido y obtenido hiciera la Banda Oriental. Artigas no ad-mita, recurdese, que las tropas de Buenos Aires fueran otra cosa que auxiliadoras de las orientales. Consecuente con este principio dice ahora a los correntinos: "Yo lo nico que hago es auxi-liarlos". Los correntinos, por su parte, saban que ello era as. Pocos das antes, en efecto, su Cabildo se le haba dirigido lla-mndolo "Sefor General de los Ejrcitos Auxiliadores de Entre Ros Don Jos de Artigas":3 Santa Fe lo sabr a su turno. El 29

    t Vase: documento no 10, p. 223.MAXIMINO. DE BARRIO, Mateo de Castro, en Revista del Instituto His-

    trico y Geogrfico del Uruguay, t. 11, 21 parte, pp. 836-01, Montevideo, 1922.3 Oficio del Cabildo de Corrientes a )os Artigas,

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  • de Marzo de 1815 escribe Artigas desde Paran al Cabildo de Montevideo incluyndole la relacin "que acaba de remitirme el Gobernador de las Fuerzas Orientales auxiliadoras de Santa F".t Y el 12 de Abril de 1816 Don Jos Francisco Rodrguez, al de-signar por autorizacin de Artigas a Don Mariano Vera "Gober-nador que presida este pueblo", "para que arregle lo econmico de l", lo har invocando el ttulo de "General de las Fuerzas Orientales auxiliadoras de Santa Fe":2

    Volvamos ahora a Corrientes y al mes de Marzo de 1814. El territorio de Corrientes, como el de Entre Ros, del cual,

    geogrficamente, formaba parte, tampoco era todava provincia sino nominalmente. Pide entonces Artigas al Cabildo de Corrien-

    tes que convoque un Congreso de diputados de todos los pue-blos de esa regin; que el de Corrientes, "puesto en pleno goce

    de sus derechos... entrando a su ejercicio... se constituya"; que los pueblos celebren pacto "entre s mismos y con nosotros" (es la idea de la soberana particular de los pueblos como base,

    nuevamente, del sistema), declarando la independencia de la pro-vincia: es decir, constituyndose, mediante el pacto que celebra-

    ran "entre s mismos" todos los pueblos de Corrientes, como provincia independiente, y entrando como tal provincia indepen-diente, a la confederacin, vale decir, al pacto "con nosotros", o

    sea con las otras provincias.3 Era matar sin armas el centralismo. Las armas no haran, entonces, ms que defender esos principios.

    34 Pero un subalterno torpe de Artigas, Aguirre, exce-dindose en sus cometidos, decide al Cabildo de Co