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Juan Antonio (Orientador uvm) En general, se piensa que el acoso escolar se refiere exclusivamente a algo físico y externo: tal como peleas y agresiones. Sin embargo, hay multitud de actitudes de acoso verbal y psicológico que tienen los mismos efectos demoledores: insultos, vejaciones, infundios, críticas, motes, aislamientos, murmuraciones, chistes, robos de material, etc. De igual manera hay que tener en cuenta que además del acoso escolar entre los propios alumnos, también ocurre hacia los profesores o incluso hacia los padres. Para que se denomine acoso escolar debe darse entre varias personas hacia una sola y sostenida en el tiempo. Los acosadores suelen tener autoestima baja, carecen de estrategias asertivas para resolver conflictos y con frecuencia han recibido una gran agresividad en la familia o en el entorno en que viven. A menudo estas personas sufren fracaso escolar y el acoso se convierte en un mecanismo de defensa para que no se pongan de manifiesto las propias debilidades. Actualmente además de este acoso real coexiste un nuevo fenómeno todavía más preocupante el ciberbullying o acoso virtual. En este caso se usan las nuevas tecnologías: internet o móvil para difundir imágenes, realizar amenazas, robar claves, etc. Debido a que hay más impunidad por parte del agresor, la víctima se ve todavía más indefensa y ridiculizada. El que se puedan difundir imágenes comprometidas, por ejemplo, sin el consentimiento de la persona objeto de la ridiculización tiene un efecto demoledor. A mi parecer, este hecho de la incorporación de las nuevas tecnologías a las que tienen acceso la práctica totalidad de niños y adolescentes españoles hace que sean más vulnerables, pero también más posibles agresores y espectadores. Por tanto, éste problema del acoso real y/o virtual va aumentando progresivamente. Los adultos sólo somos conscientes de una mínima parte de estos problemas que cada vez afectan a niños más pequeños. Conscientes de una mínima parte de estos problemas que cada vez

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Page 1: Articulo

Juan Antonio (Orientador uvm)En general, se piensa que el acoso escolar se refiere exclusivamente a algo físico y externo: tal como peleas y agresiones.

Sin embargo, hay multitud de actitudes de acoso verbal y psicológico que tienen los mismos efectos demoledores: insultos, vejaciones, infundios, críticas, motes, aislamientos, murmuraciones, chistes, robos de material, etc. De igual manera hay que tener en cuenta que además del acoso escolar entre los propios alumnos, también ocurre hacia los profesores o incluso hacia los padres.

Para que se denomine acoso escolar debe darse entre varias personas hacia una sola y sostenida en el tiempo. Los acosadores suelen tener autoestima baja, carecen de estrategias asertivas para resolver conflictos y con frecuencia han recibido una gran agresividad en la familia o en el entorno en que viven. A menudo estas personas sufren fracaso escolar y el acoso se convierte en un mecanismo de

defensa para que no se pongan de manifiesto las propias debilidades.

Actualmente además de este acoso real coexiste un nuevo fenómeno todavía más preocupante el ciberbullying o acoso virtual. En este caso se usan las nuevas tecnologías: internet o móvil para difundir imágenes, realizar amenazas, robar claves, etc.

Debido a que hay más impunidad por parte del agresor, la víctima se ve todavía más indefensa y ridiculizada. El que se puedandifundir imágenes comprometidas, por ejemplo, sin el consentimiento de la persona objeto de la ridiculización tiene un efecto

demoledor.

A mi parecer, este hecho de la incorporación de las nuevas tecnologías a las que tienen acceso la práctica totalidad de niños y adolescentes españoles hace que sean más vulnerables, pero también más posibles agresores y espectadores. Por tanto, éste

problema del acoso real y/o virtual va aumentando progresivamente. Los adultos sólo somos conscientes de una mínima parte de estos problemas que cada vez afectan a niños más pequeños. Conscientes de una mínima parte de estos problemas que cada vez

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Ana Belén Carnicer (Profesora UVM)

Los medios de comunicación nos invitan cada día a reflexionar sobre los peligros de vivir en sociedad. La violencia se produce en todo el mundo, en todas las culturas, en todas las épocas y en todos los estratos de la sociedad. El fenómeno social de la violencia es mucho más amplio que el problema institucional de la violencia en el centro educativo; la violencia está en la calle, en la vida doméstica, en el ámbito económico, político y social en general. Lo que ocurre en los centros escolares no es más que un reflejo de lo que ocurre en la vida pública y privada en todos sus aspectos. La violencia, execrable siempre y sea cual sea la razón que pretenda justificarla, tiene un grado mayor de perversidad cuando afecta a niños y jóvenes. Cualquier niño víctima o testigo de un acto violento no sólo padece las consecuencias inmediatas de éste, sino que además incorpora a su desarrollo personal una experiencia negativa de consecuencias impredecibles en el futuro.

El hecho de que las escuelas estén apareciendo más a menudo en las páginas de sucesos de los periódicos, que en la sección de educación y cultura, preocupa seriamente a los miembros de la comunidad educativa y a los padres. En realidad, los episodios de violencia en los centros escolares parecen tener una gran capacidad para atraer a la atención pública, causando alarma social. El trágico suceso protagonizado por Jokin, el adolescente de Hondarribia que acabó suicidándose después de sufrir vejaciones y palizas por parte de varios de sus compañeros, sacó a la palestra la necesidad de prevenir y evitar la violencia en la escuela.

La crueldad en los niños es algo socialmente asumido. El maltrato entre escolares no es un fenómeno nuevo, casi todos podemos recordar fenómenos de acoso y agresión en los años escolares, donde en general a unos les correspondía el papel de víctimas y a otros el de agresores, con las consecuencias emocionales negativas que se derivaban de ello. El investigador Dan Olweus, que acuñó el término 'bullying' decía que "el agresor puede venir de clases elevadas donde se le ha permitido todo, o de clases bajas donde se le castiga duramente por cosas nimias. Lo que sí es seguro es que todos vienen de familias donde el afecto y el cariño son escasos, ya sea por dejarlos hacer lo que les da la gana --que es una forma de negarles el afecto--, ya sea por lo contrario". Es entonces el núcleo familiar una de las claves para inyectar el antídoto contra la violencia, reforzado y ampliado desde las instituciones educativas y siempre bajo la supervisión y el amparo del poder judicial.