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Año1 .-Número14, SUMARIO . poN J, Ji,-Crónicapolítica . poN- pMILIA p——f A--N-Primeramor . poN 53, ~kNTEQuER- .-11eformas . REVISTAIBÉRICA CRÓNICAPOLITICA . Elsucesomásculminante,ómejordicho,elúnico acontecimientodelapasadaquincena,hasidolasolu- ciondelacrisismáslaboriosaypersistentedecuantas sehanpresentadoenlapolíticaespañola .Iniciada antesdelviajedeS .M .,latenteduranteunmesyes- condidaficticiarnenteconachaquesimportunos,cuando conflictosañadidosálosnomenguadosdelmesde Agostolasolicitaban ; por fin,nopudiendoelSr .Sa- gastamantenerconarteloquelanaturalezaderruia,so decidióápresentarladimisionanteS .M .deldesdicha- dísimoministerioquepresidía . Noparecehumanocensurarálosmuertos,remo- viendosusinsepultoshuesosconmanodespiadada, perofuerzaeshacerlo,sinohaderedundarenmenos- cabodelajusticia,yaqueéstareclamadelescritorim- parcial,quesefustiguealindolenteydesmayadopara que,sirviendodesancionásusculpas,estimuleálos quecomienzanymarquelasnecesariasdiferenciascon losinteligentesyactivos . * Tienenestasrevistasciertoaspectohistórico,que hacelevantaalgoelpensamientosobrelaspasiones cuotidianasdelapolítica,yaunquenoessazonpara criticaralcaído,nijuzgaralrecienteGobierno,fuerza esdeciralgoacercadelasfaltasdeaquelydelasespe . ranzasórecelosqueelotronossugiere .Entrolasinnu- merablestorpezasdelasituacioncaída,pasaremospor altohastalasúltimasextremadamentegrandes,porque queremosfijarlavistaenunacausafundamental,á nuestrojuicio,desuperdimientoyocasiondelnuevo estadodecosasahoraestablecido ;talesnohabersabido la misionqueimplícitamenteseencomendabaalseñor Sagastaalentregarloelpoderel8deFebrero .Debió habercondensadotodaslasfuerzasradicalesquehácia lamonarquíaproperidiau,formandounpartidoliberal robustoycapazdecentrarestaralconservador,yconsi- guiódisgregardelfusionismovaliososelementos,quede noagruparseconlosdemócratasbajolabanderaaban- donadapor él, hubierantraídounadolasmayorespor- DEPOLITICA,LITERATURA, CIENCIASYARTES . Director :D .JuanReina . QuedaprohibidalareproducciondelosartículoscientíficosyliterariosquepubliqueestaRevista,salvoconvenioespecial . PON~,5ARCIApABALLERO .-Lacuestionpal- pilante . po N 5nuaanorSANZ Y 53 scAmrn,-iN1hil! pony4LSAROfICaEROA .-FllOSOtladelarte . Madrid16Octubre1883 . ponfríLlx e, J.LAno .--SObretealros . poNyaLENTIN,MaRIN Y pAREONELL,-SonetOS . PONf»NCSLnspuojm .-novistapoliticaex- terior . turbacionesimaginablesálospartidosmonárquicos,y quizáhabriancreadounpeligroparalasinstituciones . Justoycortocastigo,pues,átorpezatanextraña,ha sidolacaidadelSr .Sagasta,elcualhatenidoquesu- frirelbochornodoverqueseencomendabaámanos másexpertasunaobraquedespuesdedosañostraba- jandoenelladeja,nosólosinrealizar,peroenpeordis- posicionquealprincipioparadarlecumplidoremate . Respectoalnuevogobierno,procedeaplazareljuicio yesperartranquilos,peropreparados,losactosmedian- teloscualeshadealeccionaralSr .Sagasta,realizando loqueéstenopudo .Sinembargo,confesamosquore- colamosmuchoquehayandecorresponderlosresulta- dosaldeseo,porquedesconfiamosdolaabnegaciondo granpartedeloselementosyprohombresdelaantigua ymalhadadafusion .Ynoescaprichosanuestradescon- fianza,puessincontarlasprevencionesáquedande- rechoactosanteriores,loshayyasuficientesparasacar álasuperficielospropósitos .Talessonlaextrañay mezquinaconductadeloscentralistasyelhecho,alpa- recerinocente,denegarseádimitirlosaltosfunciona- rios .DícesequeéstosobedecenáórdenesdelSr .Sa- gasta,conlocualsoadvierteyaeltrasnochadoma- quiavelismoáquedebosurenombre :verdadesque nojustificaestolaconductadeesosfuncionariosape- gadosalpuestocomounalapa,puestoqueenachaauea depundonorydignidadpersonal,ladisciplinaylain- debidaobediencia,mássirvenparaafearelacto,que paradisculparlo . Es,pues,evidentequeelSr .Sagastaseproponear- rebatandocargosmásquepolíticosdoexclusivacon- fianzapersonaldelosministros,crearlesaéstosdificul- tades,lomismoentresusantiguoscorreligionariosy amigos,queenlamarchadelosasuntos,puestoqueno puedeandarcondesembarazounministrocuyoprimer sentimientoeselrecelopuestoensubordinados .Estosi esquenotienesupuentealgunatranquilladeesasque hacencaerconruidoyescándaloáalgunconsejerobas- tanteincautoparacaerpresoenunateladeararla . Comoscve,lacacareadaconcordianoempiezacon buenosauspiciosynostememosmuchoqueelnaciente

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Page 1: Año 1.-Número 14, Madrid 16 Octubre 1883. …...Año 1.-Número 14, SUMARIO. poN J, Ji,-Crónica política. poN-pMILIA p—— fA--N -Primer amor.poN 53, ~kNTEQuER-.-11eform as

Año 1 .-Número 14,

SUMARIO.

poN J, Ji,-Crónica política .poN- pMILIA p—— f A--N -Primer amor .poN 53, ~kNTEQuER- .-11eform as .

REVISTA IBÉRICA

CRÓNICA POLITICA .

El suceso más culminante, ó mejor dicho, el únicoacontecimiento de la pasada quincena, ha sido la solu-cion de la crisis más laboriosa y persistente de cuantasse han presentado en la política española . Iniciadaantes del viaje de S . M., latente durante un mes y es-condida ficticiarnente con achaques importunos, cuandoconflictos añadidos á los no menguados del mes deAgosto la solicitaban ; por fin, no pudiendo el Sr . Sa-gasta mantener con arte lo que la naturaleza derruia, sodecidió á presentar la dimision ante S . M . del desdicha-dísimo ministerio que presidía .

No parece humano censurar á los muertos, remo-viendo sus insepultos huesos con mano despiadada,pero fuerza es hacerlo, si no ha de redundar en menos-cabo de la justicia, ya que ésta reclama del escritor im-parcial, que se fustigue al indolente y desmayado paraque, sirviendo de sancion á sus culpas, estimule á losque comienzan y marque las necesarias diferencias conlos inteligentes y activos .

*

Tienen estas revistas cierto aspecto histórico, quehace levanta algo el pensamiento sobre las pasionescuotidianas de la política, y aunque no es sazon paracriticar al caído, ni juzgar al reciente Gobierno, fuerzaes decir algo acerca de las faltas de aquel y de las espe .ranzas ó recelos que el otro nos sugiere . Entro las innu-merables torpezas de la situacion caída, pasaremos poralto hasta las últimas extremadamente grandes, porquequeremos fijar la vista en una causa fundamental, ánuestro juicio, de su perdimiento y ocasion del nuevoestado de cosas ahora establecido ; tal es no haber sabidola mision que implícitamente se encomendaba al señorSagasta al entregarlo el poder el 8 de Febrero . Debióhaber condensado todas las fuerzas radicales que háciala monarquía properidiau, formando un partido liberalrobusto y capaz de centrarestar al conservador, y consi-guió disgregar del fusionismo valiosos elementos, que deno agruparse con los demócratas bajo la bandera aban-donada por él, hubieran traído una do las mayores por-

DE POLITICA , LITERATURA , CIENCIAS Y ARTES .

Director: D. Juan Reina .

Queda prohibida la reproduccion de los artículos científicos y literarios que publique esta Revista, salvo convenio especial .

PON ~, 5ARCIA pABALLERO .-La cuestion pal-

pilante .

po N 5nuaano rSANZ Y53scAmrn,-iN1hil!

pon y4LSARO fICaEROA .-FllOSOtla del arte .

Madrid 16 Octubre 1883 .

pon fríLlx e, J.LAno .--SObre tealros .

poN yaLENTIN ,MaRIN Y pAREONELL,-SonetOS .

PON f»NCSL ns puojm . -novista politica ex-

terior .

turbaciones imaginables á los partidos monárquicos, yquizá habrian creado un peligro para las instituciones .

Justo y corto castigo, pues, á torpeza tan extraña, hasido la caida del Sr . Sagasta, el cual ha tenido que su-frir el bochorno do ver que se encomendaba á manosmás expertas una obra que despues de dos años traba-jando en ella deja, no sólo sin realizar, pero en peor dis-posicion que al principio para darle cumplido remate .

Respecto al nuevo gobierno, procede aplazar el juicioy esperar tranquilos, pero preparados, los actos median-te los cuales ha de aleccionar al Sr . Sagasta, realizandolo que éste no pudo. Sin embargo, confesamos quo re-colamos mucho que hayan de corresponder los resulta-dos al deseo, porque desconfiamos do la abnegacion dogran parte de los elementos y prohombres de la antiguay malhadada fusion . Y no es caprichosa nuestra descon-fianza, pues sin contar las prevenciones á que dan de-recho actos anteriores, los hay ya suficientes para sacará la superficie los propósitos . Tales son la extraña ymezquina conducta de los centralistas y el hecho, al pa-recer inocente, de negarse á dimitir los altos funciona-rios . Dícese que éstos obedecen á órdenes del Sr . Sa-gasta, con lo cual so advierte ya el trasnochado ma-quiavelismo á que debo su renombre : verdad es queno justifica esto la conducta de esos funcionarios ape-gados al puesto como una lapa, puesto que en achaaueade pundonor y dignidad personal, la disciplina y la in-debida obediencia, más sirven para afear el acto, quepara disculparlo .

Es, pues, evidente que el Sr . Sagasta se propone ar-rebatando cargos más que políticos do exclusiva con-fianza personal de los ministros, crearles a éstos dificul-tades, lo mismo entre sus antiguos correligionarios yamigos, que en la marcha de los asuntos, puesto que nopuede andar con desembarazo un ministro cuyo primersentimiento es el recelo puesto en subordinados . Esto sies que no tiene su puente alguna tranquilla de esas quehacen caer con ruido y escándalo á algun consejero bas-tante incauto para caer preso en una tela de ararla .

Como sc ve, la cacareada concordia no empieza conbuenos auspicios y nos tememos mucho que el naciente

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REVISTA IBÉRICA.

Gobierno, ha de tardar muy poco en sufrir grave dis-gusto, si no es completo fracaso, á pesar de sus buenosdeseos. Seria de lamentar, porque se hace necesaria laformacion del partido liberal, y es lo cierto que los mi-nistros entrantes harán cuanto puedan, pero como hayuna cosa superior á la voluntad de los hombres, la leynatural de las sociedades, presumimos que . será imposi-ble mantener el vino nuevo de la democracia en los vie-jos y descosidos odres de la fusion .

*

Otro problema importante dejó abandonado el señorSagasta, ó trató con tan escaso tino, que ha estado ápunto de ocasionar el trastorno general do la vida antessosegada y tranquila del país, ó la ruina de la patria .Tal es la organizacion y cuidado del ejército, acerca docuyo abandono no hay para qué reproducir las censurasen anteriores números expuestas . Tampoco habremos deindicar nada respecto á las gestiones diplomáticas conque el Gobierno acertó á, desbaratar nuestros derechos yá descomponer el buen efecto que la enérgica, discretay nobilísima conducta de S . M., habia producido entoda Europa . Estos asuntos tienen más adecuado sitioen otra seccion, no siendo además oportuno echar leñaal fuego en los momentos mismos en que, extinto por símismo, van desapareciendo las caldeadas cenizas quedejara .

Cúmplenos el deber de consignar la esperanza que te-nemos en el reciente ministro de la Guerra, cuyos pres-tigio y talento pueden hacer mucho para mejorar el la-mentable estado de la disciplina militar .

*

Aparte de esto, nada acaeció digno de especial men-clon en la pasada quincena, puesto que ni el Gobiernoha hecho, ni podrá hacer otra cosa que escuchar peti-ciones y resistir exigencias, que ni son nuevas, ni plau-sibles . Veremos qué hace cuando salga del aturdimientoque le produce el incesante clamoreo de los pretendien-tes, y en viendo sus primeros actos podremos, siquierasea por indicios, conjeturar lo que en adelante se pro-ponga. Mientras pasa la avalancha de aspirantes, haga-mos votos por que el Gobierno no sea arrastrado por ella,y esperemos arma al brazo los primeros movimientos,que serán signo y principio de la táctica preconcebida .

Una cosa, empero, es indudable hoy ; el nuevo rumboque ha de tomar la política, más caracterizada y radi-cal que la del gabinete anterior, aunque no tanto comolos mismos gobernantes se figuran, y ojalá que, comonos tememos, no traspase las lindes que la prudencia se-ñala á todo político y que exige la discreción en las di-fíciles circunstancias por que atravesamos .

Hay elementos en el gabinete, los cuales, aunque deprocedencia radical, son suficiente garantía para eltrono, y hacen esperar que no iniciarán aventureras ypeligrosas reformas que den al traste con la no muy se-gura tranquilidad que gozamos ; pero recelarnos que novan á tener bastante energía para resistir el violentoempuje que ya comienzan á dejar sentir otros que, conel titulo de amigos y protectores de la situacion, influ-yen más de lo justo en las determinaciones de ciertos

prohombres, más propensos á recibir sugestiones, sabeDios á qué fin encaminadas, que á imponerse con valory sin cuidarse de popularidades artificiales, á los quesiempre mostraron mayor predileccion por otras cosasque por las instituciones vigentes .

Si esto aconteciese, las desdichas que á la patria ha-brian de sobrevenir serian incalculables ; pero si porfortuna lograse alguien, que tiene más corazon é inteli-gencia que entera voluntad, sobreponerse á los senti-mientos de su alma, por otro lado plausibles, y á losidealismos de su razon, quizá alcanzáramos lo que espor todos anhelado, la constitucion de un partido libe-ral fuerte y bien organizado, sin menoscabo de las ins-tituciones. Es preciso para esto que el verdadero jefede la situacion actual, teniendo como tiene facultadesextraordinarias para gobernar en otros países dondeaprendió mucho, pero no á conocer á los españoles,saque fuerzas de flaqueza y resista con brío ciertas es-condidas influencias, precaviéndose contra las tramasque se urden por los que hoy parecen sus amigos, y porlos que diciendo que lo son, manifiestan paladinamentecon sus actos que trabajan sin embozo por su per-dicion .

Digan lo que quieran los jefes de la derrocada situa-cion, sólo el general Martinez Campos, con ser de pro-cedencia ultra-conservadora, es el que va de buena fe yse inspira en abnegacion, no sabemos si por fervienteamor y acatamiento al poder moderador, ó porquequiera borrar con una conducta generosa las manchasde sus pasadas torpezas.

El grupito capitaneado por el que fué espíritu de lafamosa trinidad fusionista, sin ocultar su disgusto, pro-tende empero aparecer como fiel aliado, lo cual no im-pide que cada día ponga un óbice y una tranquilla alreeien nacido Gobierno .

Del Sr. Sagasta no hemos de decir sino que es ahoracomo ha sido siempre, y pondríamos doble contra sen-cillo á que ya tiene su mente algun proyecto maquiavé-lico, si tal calificativo puedo darse á esa maña con queél sabe gobernar los intereses y pasiones de la gentepolítica, á la cual, justo es confesarlo, conoce bastantebien .

*

Dos hombres, á cual más funestos, tienen hoy bajosu custodia al gobierno, y para resistir su influencia,por laberínticos, aunque no inescrutables caminos or-denada, sólo existe uno en la situacion, de gran valersin duda y muy superior á ellos en muchas cosas, perocuyas prendas son frente á ellos, más bien que armastemibles, instrumentos aprovechables .

Si este hombre tuviera alguna más malicia y ménosconfianza en quienes fingen protegerlo para despresti-giarlo, tal vez fuera posible llevar á feliz término laobra comenzada .

¿Plegue al cielo que nuestras presunciones resultenexageradas y sin realizacion nuestros pronósticos!

J . M .

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PRIMER AMOR .

¿Qué edad contaria yo á la sazón? ¿Once ódoce años? Más bien serian trece, porque anteses demasiado temprano para enamorarse tande veras ; pero no me atrevo á asegurar nada,considerando que en los países meridionalesmadruga mucho el corazón, dado que estavíscera tenga la culpa de semejantes tras-tornos .

Si no recuerdo bien el cuándo, por lo menospuedo decir con completa exactitud el cómoempezó mi pasión á revelarse . Gustábame mu-cho-despues de que mi tia se largaba á laiglesia á hacer sus devociones vespertinas-colarme en su dormitorio y revolverle los ca-jones de la cómoda, que los tenia en un órdenadmirable. Aquellos cajones eran para mí unmuseo: siempre tropezaba en ellos con algunacosa rara, antigua, que exhalaba un olorcilloarcáico y discreto, el aroma de los abanicosde sándalo que andaban por allí perfumando laropa blanca . Acericos de raso descolorido ya ;mitones de malla, muy doblados entre papel deseda; estampitas desantos; enseres de costura ;un ridículo de terciopelo azul bordado de canu-tillo ; un rosario de ámbar y plata, fueron apare-ciendo por los rincones: yo los curioseaba y losvolvía á su sitio . Pero un dia-me acuerdo lomismo que si fuese hoy-en la esquina del ca-jón superior y al través de unos cuellos de ran-cio encaje, ví brillar un objeto dorado . . . Metílas manos, arrugué sin querer las puntillas, ysaqué un retrato, una miniatura sobre marfil,que mediría tres pulgadas de alto, con marcode oro .Me quedé como embelesado al mirarla . Un

rayo de sol se filtraba por la vidriera y heríala seductora imágen, que parecia querer des-prenderse del fondo oscuro y venir hácia mi .Era una criatura hermosísima, como yo no lahabía visto jamás sino en mis sueños de ado-lescente, cuando los primeros estremecimien-tos de la pubertad me causaban, al caer latarde, vagas tristezas y anhelos indefinibles .Podría la dama del retrato frisar en los veintey pico; no era una virgencita cándida, capulloá medio abrir, sino una mujer en quien yaresplandecía todo el fulgor de la belleza . Teniala cara oval, pero no muy prolongada, loslabios carnosos, entreabiertos y risueños, losojos lánguidamente entornados, y un hoyueloen la barba, que parecia abierto por la yemadel dedo juguetón de Cupido . Su peinado eraextraño y gracioso : un grupo compacto, ámanera de piña de bucles al lado de las sienesy un cesto de trenzas en lo alto de la cabeza .Este peinado antiguo que remangaba en lanuca, descubría toda la morbidez de la fresca

REVISTA IBÉRICA .

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garganta, donde el hoyo de la barbilla se re-petia más delicado y suave. En cuanto al ves-tidoYo no acierto á resolver si nuestrasabuelas eran de suyo ménos recatadas de loque son nuestras esposas, ó si los confesores deantaño gastaban manga más ancha que los deogaño ; y me inclino á creer esto último, por-que hará unos sesenta años, las hembras sepreciaban de cristianas y devotas, y no des-obedecerían á su director de conciencia encosa tan grave y patente . Lo indudable es quesi en el dia se presenta alguna señora con eltraje de la dama del retrato, ocasiona unmotin ; pues desde el talle (que nacía casi enel sobaco) sólo la velaban leves ondas de gasadiáfana, señalando, mejor que cubriendo, dosescándalos de nieve, por entre los cuales ser-peaba un hilo de perlas, no sin descansar antesen la tersa superficie del satinado escote . Conel propio impudor se ostentaban los brazos re-dondos, dignos de Juno, rematados por manosesculturales . . . Al decir manos no soy exacto,porque en rigor, sólo una mano se vela, y esaapretaba un pañizuelo rico .

Aún hoy me asombro del fulminante efectoque la contemplación de aquella miniatura meprodujo, y de cómo me quedé arrobado, sus-pensa la respiración, comiéndome el retratocon los ojos . Ya había yo visto aquí y aculláestampas que representaban mujeres bellas ;frecuentemente en las Ilustraciones, en los gra-bados mitológicos del comedor, en los escapa-rates de las tiendas, sucedia que una línea ga-llarda, un contorno armonioso y elegante cau-tivaba mis miradas precozmente artísticas ;pero la miniatura encontrada en el cajón demi tia, aparte de su gran gentileza, se mefiguraba como animada de sutil aura vital ;advertíase en ella que no era el capricho de unpintor, sina imágen de persona real, efectiva,de carne y hueso . El rico y jugoso tono delempaste hacia adivinar, bajo la nacarada epi-dermis, la sangre tibia ; los labios se desviabanpara lucir el esmalte de los dientes ; y, com-pletando la ilusión, corria alrededor del marcouna orla de cabellos naturales, castaños, on-deados y sedosos, que habían crecido en lassienes del original . Lo dicho; aquello, más quecopia, era reflejo de persona viva, de la cualsolo me separaba tul muro de vidrio . . . Puse laboca en él, lo calenté con mi aliento, y se meocurrió que el calor de la misteriosa deidad secomunicaba á mis labios y circulaba por misvenas. Estando en esto, sentí pisadas en elcorredor. Era mi tia que regresaba de susrezos . Oí su tos asmática y el arrastrar de suspiés gotosos . Tuve tiempo no más que de de-jar la miniatura en el cajón, cerrarlo y arri-marme á la vidriera adoptando una actitudindiferente y nada sospechosa .

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Entró mi tia sonándose recio, porque el friode la iglesia le liabia encrudecido el catarrova crónico . Al verme se animaron sus ribe-teados ojillos, y dándome un amistoso bofe-toncito con la seca palma, me preguntó si lehabía revuelto los cajones, según costumbre .

Después, sonriéndose con picardía :-Aguarda, aguarda, añadió ; voy á darte

algo, que te chuparás los dedos .Y sacó de su vasta faltriquera un cucuru-

cho, y del cucurucho tres ó cuatro bolitas degoma adheridas entre sí, como aplastadas, queme infundieron asco .La estampa de mi tia no convidaba á que

uno abriese la boca y se zampase el confite :muchos años, la dentadura traspillada, los ojosenternecidos más de lo justo, unos asomos (lebigote ó cerdas sobre la hundida boca, la rayade tres dedos de ancho, unas canas sucias re-voloteando sobre las sienes amarillas, un pes-cuezo flácido y lívido como el moco del pavocuando está de buen humor . . . Vamos, que yono tomaba las bolitas, ¡ea! Un sentimiento deindignación, una protesta varonil se alzó enmí, y declaré con energía :

-No quiero, no quiero .-¿No quieres? ¡Gran milagro! ¡Tú que eres

más goloso que la gata!-Yo no soy ningun chiquillo, exclamé cre-

ciéndome, empinándome en las puntas de lospiés ; yo no quiero dulces .

La tia me miró entre bondadosa é irónica, yal fin, cediendo á la gracia que le hice, soltóel trapo, con lo cual se desfiguró y puso pa-tente la espantable anatomía de sus quijadas .Reíase de tan buena gana, que se besaban bar-ba y nariz, ocultando los labios, y se le seña-laban dos arrugas, ó mejor, dos zanjas hon-das, y más de una docena, de pliegues, en me-jillas y párpados ; al mismo tiempo, la cabezay el vientre se le columpiaban con las sacudi-das de la risa, hasta que al fin vino la tos áinterrumpir las carcajadas, y entre risa y tos,involuntariamente, la vieja me regó la caracon un rocío de salivaHumillado y llenode repugnancia, me escapé de allí y no parehasta el cuarto de mi madre, donde me lavécon agua y jabon y me di á pensar en la damadel retrato .

Y desde aquel punto y hora ya no acerté áseparar mi pensamiento de ella . Salir la tia yescabullirme yo hácia su aposento, entreabrirel cajón, sacar la miniatura y embobarme con-templándola, todo era uno . A fuerza de mirar-la, figurábaseme que sus ojos entornados, altravés de la voluptuosa penumbra de las pes-tañas, se fijaban en los mios, y que su blancopecho respiraba afanosamente . Me llegó á darvergüenza besarla, imaginando que se enojabade mi osadía, y sólo la apretaba contra el co-

razón, ó arrimaba á ella el rostro . Todas misacciones y pensamientos se referían á la dama ;tenia con ella extraños refinamientos y delica-dezas nimias . Antes de entrar en el cuarto demi tia y abrir el codiciado cajón, me lavaba,me peinaba, me componia, como ví despuesque suele hacerse para acudir á las citas amo-rosas .

Me sucedia á menudo encontrar en la calleá otros niños de mi edad, muy armados ya desu cacho de novia, que ufanos me enseriabancartitas, retratos y flores, preguntándome siyo no escogerla tambien mi niña con quien car-tearme. Un sentimiento de pudor inexplicableme ataba la lengua, y sólo les contestaba conenigmática y orgullosa sonrisa. Cuando mepedían parecer acerca de la belleza de sus da-miselillas, me encogia de hombros y las cali-ficaba desdeñosamente de feas y fachas . Ocur-rió cierto domingo que fuí á jugar á casa deunas primitas inias, muy graciosas en verdad,y que la mayor no llegaba á los quince . Está-bamos muy entretenidos en ver un estereós-copo, y de pronto una de las chiquillas, la me-nor, doce primaveras á lo sumo, disimulada-mente me cogió la mano, y conmovidísima,colorada como una brasa, me dijo al oído :-Toma.Al propio tiempo sentí en la palma de la

mano una cosa blanda y fresca, y vi que eraun capullo de rosa, con su verde follage . Lachiquilla se apartaba sonriendo y echándomeuna mirada de soslayo ; pero yo, con un puri-tanismo digno del casto José, grité á mi vez :-TomaY le arrojé el capullo á la nariz ; desaire que

la tuvo toda la tarde llorosa y de monos con-migo, y que aún á estas fechas, que se casó ytiene tres hijos, no me ha perdonado .

Siéndome cortas para admirar el mágico re-trato las dos ó tres horas que entre mañana ytarde se pasaba mi tia en la iglesia, me resol-ví por fin á guardarme la miniatura en el bol-sillo, y anduve todo el día escondiéndome dela gente lo mismo que si hubiese cometido uncrimen. Se me antojaba que el retrato, desdeel fondo de su cárcel de tela, vela todas misacciones, y llegué al ridículo extremo de quesi quería rascarme una pulga, atarme un cal-cetin ó cualquiera otra cosa monos conformecon el idealismo de mi amor purísimo, sacabaprimero la miniatura, la depositaba en sitio se-guro, y despues me ,juzgaba libre para hacerlo que más me conviniese . En fin, desde quehube consumado el robo, no cabía en mí ; denoche lo escondia bajo la almohada y me dor-mía en actitud de defenderlo ; el retrato que-daba vuelto hácia la pared, yo hácia la partede afuera, y despertaba mil veces con temorde que viniesen á arrebatarme mi tesoro . Por

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fin lo saqué de debajo de la almohada y lo des-licé entre la camisa, y la carne, sobre la tetillaizquierda, donde al dia siguiente se podian verimpresos los cincelados adornos del marco .

El contacto de la cara miniatura me produ-jo sueños deliciosos . La dama del retrato, noen efigie, sino en su natural tamaño y propor-ciones, viva, airosa, afable, gallarda, veniahácia mí para conducirme á su palacio en untren rápido y volador . Con dulce autoridad mehacia sentar á sus piés en un cogin, y me pa-saba la torneada mano por la cabeza acaricián-dome la frente, los ojos y el revuelto pelo . Yole leia en un gran misal, ó tocaba el laud, yella se dignaba sonreirse, agradeciéndome elplacer que le causaban mis lecturas y cancio-nes . En fin, las reminiscencias románticas mebullian en el cerebro, y ya era paje, ya tro-vador .

Con todas estas imaginaciones, el caso esque fui adelgazando de un modo notable, yque lo observaron con gran inquietud mis pa-dres y mi tia .

-En esa difícil y crítica edad del desarrollo,todo es alarmante, dijo mi padre, que solía leerlibros de medicina, y estudiaba con recelo lasojeras oscuras, los ojos apagados, la boca con-traída y pálida, y sobre todo, la completa faltade apetito que se apoderaba de mí .

-Juega, chiquillo; come, chiquillo, soliadecirme. Y yo le contestaba con abatimiento :-No tengo ganas .Empezaron á discurrirme distracciones ; me

ofrecieron llevarme al teatro ; me suspendieronlos estudios, y diéronme á beber leche recienordeñada y espumosa . Despues me echaronpor el cogote y la espalda duchas de agua fria,para fortificar mis nervios; y noté que mi pa-dre, en la mesa ó por las mañanas cuando ibaá su alcoba á darle los buenos días, me mirabafijamente un rato y á veces sus manos se es-currian por mi espinazo abajo, palpando y ten-tando mis vértebras . Yo bajaba hipócritamentelos ojos, resuelto á dejarme morir antes queconfesar el delito. En librándome de la cari-ñosa fiscalizacion de la familia, ya estaba yocon mi dama del retrato . Por fin, para mejoracercarme á ella, acordé suprimir el frio cris-tal : titubeé al ir á ponerlo por obra ; al cabopudo más el amor que el vago miedo que se-mejante profanación me inspiraba, y con grandestreza logré arrancar el vidrio y dejar pa-tente la plancha de marfil .

Al apoyar en la pintura los labios y percibirla tenue fragancia de la orla de cabellos, se mefiguró con más evidencia que era persona vi-viente la que estrechaban mis manos trémulas .Un desvanecimiento se apoderó de mí, y que-dé en el sofá como privado de sentido, apre-tando la miniatura .

REVISTA IBÉRICA .

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Cuando recobré el conocimiento vi á mi pa-dre, á mi madre, á mi tia, todos inclinadoslrácia mí con sumo interés ; leí en sus caras elasombro y el susto; mi padre me pulsaba, me-neaba la cabeza y murmuraba :

-Este pulso parece un hilito, una cosaque se vá .

Mi tia, con sus dedos ganchudos, se esfor-zaba en quitarme el retrato, y yo, maquinal-mente, lo escondia y aseguraba mejor .

-Pero chiquillo . . . ¡suelta, que lo echas áperder! exclamaba ella . ¿No ves que lo estásborrando? Si no te riño, hombre . . . yo te lo en-señaré, cuantas veces quieras; pero no lo es-tropees; suelta, que le haces daño .

-Déjaselo, suplicaba mi madre ; el niño estámalito .

-¡Pues no faltaba más! contestó la soltero-na . ¡Dejarlo! ¿Y quién hace otro como ese . . .ni quién me vuelve á mí ahora á los tiemposaquellos? ¡Hoy en dia nadie pinta de minia-tura . . . eso se acabó . . . y yo tambien me acabéy no soy lo que ahí representa!

Mis ojos se dilataban de horror ; mis manosaflojaban la pintura . No sé como pude ar-ticular :-Usted . . . el retrato . . . es usted . . .- ¿No te parezco tan guapa, chiquillo?

¡Bah, veintitres años son más bonitos que . . .que . . . que no sé cuantos, porque no llevo lacuenta; al fin, nadie ha de robármelos!

Doblé la cabeza, y acaso me desmayaria otravez; lo cierto es que mi padre me llevó en bra-zos á la cama, y me hizo tragar unas cuchara-das de Oporto .

Convalecí presto y no quise entrar más enel cuarto de mi tia .

Emilia Pardo Bazan .Granja de nleirás .-Agosto 7 de 1883 .

REFORMAS,

Ha dicho Scherer que la aplicacion más ex-celente de la política consiste en discernircuáles son las reformas que responden á unanecesidad real y actual de una sociedad, y cuá-les deben retardarse ó proscribirse completa-mente, y esta que parece aseveracion sugeridapor el sentido comun, es una de las cosas másolvidadas entre los hombres, que en periódicos,reuniones y asambleas, se dedican, segun ellosimaginan, á promover la prosperidad y procu-rar la regeneracion de este desdichado país .

Aficionados los políticos españoles á abs-tractas teorías, á generalidades y vanas fra-seologías, tan acomodadas para brillar comoinútiles en la práctica, háse reducido su men-guada labor á luchar sin tregua ni reposo, y

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siempre con dadlo y quebranto de los interesesnacionales, por el mantenimiento de una fór-mula, cuando no por el de una palabra, cuyovacío contenido á nada se refería, y cuya bár-bara conformacion pugnaba á menudo, no yacon el carácter nuestro, pero además con laestructura y naturaleza de la lengua españo-la . Aviénese en parte tal prurito idealista ófantaseador con esta natural y desmedida afi-cion nuestra, hácia todo aquello que, á hol-ganza y vanidad se reduce, y que ahorrandoesfuerzos continuos y persistentes, sirve paralograr en una hora lo que, si fuera justa ymerecidamente alcanzado, necesitaria largosaños de áspera y pesada meditacion .

Hábitos tan arraigados como los creados porvicios al cabo no del todo disconformes denuestros gustos, no es fácil perderlos en mu-cho tiempo, pero no hacen desesperar de queal fin la política española entre por las veredastrazadas hace tiempo por el buen sentido denuestros antepasados, y hoy por las noví-simas corrientes filosóficas, que diría un fra-guador de organizaciones al dia. Mucho meequivocaría si fuera falso el conato que se ad-vierte, no sólo en la parte sensata de las mu-chedumbres, sino tambien en los políticos deoficio y conveniencia, con ser éstos los ménospropensos á dejarse influir de la realidad ó me-dio ambiente. Esta tendencia se halla vaga-mente expresada en la prensa diaria y con ma-nifiesta claridad en ciertas esferas sociales, queno suelen descubrir sus impulsos y aspiracio-nes en periódicos, ó por demasiadamente bajasó por muy elevadas . Conviene, pues, aprove-char los buenos ánimos, que muestra la partemás estimable quizá de la opinion pública,para propagar ideas directamente originadasen la contemplacion de las necesidades socia-les, proponiendo reformas, que á la realizacionde aquellas se encaminen .

Infinitas son éstas, puesto que los resortes,harto flojos de suyo, de la administracion, sehallan tan gastados, que más contribuyen áretardar el movimiento de la sociedad, que áfacilitarlo . Por otra parte, la organizacion delEstado en lo que toca á sus relaciones directascon los elementos sociales del país, es muy de-fectuosa, sin que sea perfecta, áun en lo tocan-te á la conformacion exterior .

Tanto como la indolencia idealista, que noshace asir una fórmula preconcebida en evita-cion de trabajo fructuoso, contribuye á la men-guada. eficacia de nuestras reformas la preocu-pacion, que se apodera de las inteligencias,en asuntos políticos preferentemente, la cualobliga á gastar más esfuerzo en desarraigarprejuicios, que en fundar algo sólido y positi-vo . Basta á menudo con que un hombre pres-tigioso ó populachero enuncie oportuna y afor-

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tunadamente una frase, para que se agarren áella los cuotidianos proveedores de ideas, cualpunto de refugio ó manantial de conceptos ypalabras . Tal acontece, entre otros muchoscasos, con la pretendida necesidad de la exis-tencia de dos únicos partidos, cuestion hartodiscutible y de la cual hacen punto vital mu-chos políticos, siquiera, no ya la necesidad,pero la misma conveniencia pueda contradecir-se, siendo sólo aceptable en un sentido dema-siado general y complejo . Otra de las grandespreocupaciones políticas originada en el pruri-to nuestro hácia las afirmaciones absolutas, esla de presumir que los partidos liberales y con-servadores se diferencian específicamente porsu carácter reformista, creyendo las gentescomo artículo de fé, y á pesar del persistentetestimonio de la realidad, que los segundosnada pueden reformar, habiendo de limitar suactividad á mantener incólume lo que hom-bres más avanzados y emprendedores les handejado hecho .

Razon ninguna se da, ni siquiera se procuradesvirtuar los hechos con que la vida políticay social atestigua lo contrario, y es lo más no-table, que hasta conservadores de mérito indis-cutible, parecen hallarse convencidos de ello,aunque al mismo tiempo obren y hablen comosi creyeran distintamente de lo que piensan .Con esto se crea un estado anómalo de la po-lítica, ese laberinto de opiniones y la confu-sion y cambio de aspiraciones que se adviertenen nuestros estadistas, salvas contadísimas ex-cepciones . No es del caso ahora ventilar cuán-to influyen estos y otros prejuicios en el . tristí-simo espectáculo que estamos presenciando, yhasta qué punto es debido á la indeterminadadiferenciacion de los partidos una cosa, por logeneral atribuida á debilidad del carácter delos hombres, y á concupiscencias y miserias,ni tan nuevas, que sean exclusivas de los co-etáneos, ni tantas y tales como se dicen . Miánimo ahora no es otro que el de indicar lige-ramente lo apuntado, parándome en lo tocan-te á lo característico de las agrupaciones se-gun sean ó no reformistas, porque es puntoque imagino esencial para el mayor provechode lo que voy á decir. Aparte de que se hayaó no de buscar otras notas más decisivas paraclasificar á aquellas, en lo que se refiere á lasreformas, por igual pueden intentarlas conser-vadores y avanzados, lo cual seguiré creyendomientras no se me demuestre la incompatibi-lidad entre la natural constitucion del partidoconservador y el instintivo conato en todo sérvivo á la transformacion y el movimiento .Tengo una razon biológica para creer esto, yes que los séres sociales, sea cualquiera su ín-dole, son organismos vivientes y la vida, sindistincion de colores, especies y grados, se ma-

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nifiesta siempre mediante modificaciones ycompensaciones, ó sea por integraciones y des-integraciones, que diría el italiano Herzen .Por eso los partidos conservadores al desinte-grarse reforman, y los radicales conservan aldesenvolver sus energías integrantes, descom-poniéndose unos y otros cuando, terminado sufin ó apartados de la opinion que los alimenta,cesan en alguna de aquellas funciones, que,por ser sociales, son necesariamente naturales .Si no bastara lo apuntado para patentizar

la verdad de mi anterior aserto, seria suficien-te á demostrarlo la experiencia misma, queatestigua haber sido el partido conservadoruno de los que han planteado más sólidas yestables reformas .

Todo lo dicho, al parecer fuera de sazon ypropósito, va encaminado al fin que intento yque desarrollaré en posteriores artículos, por-que entiendo yo, que si bien es cierto que lospartidos no se diferencian con ser reformistas,pues valdría tanto como suponer que los orga-nismos naturales se diferencian entre sí en elvivir, tambien lo es que así como en éstos laactividad vital, toma aspecto especialísimo, delmismo modo en aquellos el reformar se verifi-ca diferentemente, segun la índole y tenden-cia natural que de su fin adecuado se derivan .Por eso los partidos conservadores muestraninstintivo ó reflexivo conato á reformar en elsentido de la historia, procurando manteneríntegro el carácter nacional, cuando éste,como acontece frecuentemente, se ha disipadoalgun tanto, merced al continuo traqueteo demodificaciones, no siempre atinadas y dispues-tas conforme á las necesidades y naturalezadel pueblo y las legislaciones en que se rea-lizan .

Los partidos radicales se distinguen de losanteriores en que son ménos parcos en las al-teraciones, y sobre todo, en que atienden pre-ferentemente al ideal, cuidándose poco delelemento histórico. Es claro que para ser per-fectos, los unos deben tomar como línea endireccion de la cual ordenen sus resolucionesel principio científico, y los otros deben teneren cuenta el suelo sobre el cual edifican, sientrambos no quieren que su obra resulteinútil y deleznable, ó que apenas terminadase venga abajo por falta de sólida base, pro-duciendo los trastornos y desgracias consi-guientes .

Creo yo que nuestras desdichas actuales sondebidas á lo escasa y viciosamente que se cul-tiva la historia. Si nuestros estadistas dedi-caran ménos tiempo á convencerse de los en-sueños filosóficos de fuera, alguno más áestudiar nuestra historia, y ninguno á lascábalas, cabildeos y luchas de alfilerazos, enque algunos hacen consistir la política, anda-

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riamos mucho más tranquilos y boyantes, porlo cual es de presumir, que en muchos de lospecados de los gobernantes españoles ha teni-do más parte la ignorancia que el mal ánimo .Si no pareciera paradógico, pues, afirmaria yoque todos nuestros males tienen por causa elno saber historia .

A ésta se debe atender primero cuando setrate de ventilar la solidez de las reformas quepropondré despues, una de ellas, de las que yoimagino de la competencia, si no exclusiva,pues esto depende del carácter que se les im-prima, al ménos propia de los conservadores .Pueden éstos, sin cargo de conciencia, ponermano en ella como la pusieron en la organi-zacion del Senado, ó alentar á los radicalespara que lo hagan, procurando inspirarse enun altísimo sentido histórico .

Las reformas todavía no nombradas á quealudo, son dos íntimamente enlazadas, aunqueá primera vista parezcan nacidas en dos opues-tos y contradictorios sistemas . Es la una laindependencia municipal, muy debatida, ysobre la cual poco nuevo puede añadirse, y laotra la reorganizacion de las provincias, conun criterio histórico, de tal modo, que se dis-minuyesen considerablemente los gobiernos, áfin de que los jefes superiores de cada regiontuviesen mayor prestigio, más excelentes cua-lidades y más fuerza, condicion en la vida cuo-tidiana del poder y garantía de la autoridad .

Respecto á la primera nada diré ahora, sinoque la reclama el desdichadísimo estado á quehan llegado las costumbres políticas, y quedispuesta en la forma que despues breve ó difu-samente expondré, no merma en un ápice laverdadera autoridad central, antes al contra-rio, adquirirá ésta verdadera eficacia con laseparacion de dos cosas, que nunca debieronverse juntas, los intereses exclusivamente mu-nicipales y los del Estado, representados poruna misma persona, el alcalde . De aquí que loprimero que debe intentarse es separar de laautoridad municipal aquellas facultades direc-tamente originadas en la del Estado, creandoun funcionario, por éste designado, que lasasuma y desenvuelva. Cómo se ha de haceresto sin menoscabo de interés ni prestigio al-guno, despues lo veremos . Baste por ahoraesta indicacion y la de que convendría queesta obra la emprendiese el partido radical,impropiamente llamado liberal, pues aunquetiene hondas y fuertes raices en nuestra his-toria, debe cumplirse de acuerdo con los últi-mos adelantos sociales, que determinan y fijanlas ciencias morales y políticas .La otra reforma en que me ocuparé en el

siguiente número, es más á propósito para losconservadores ; primero porque su eficacia de-pende en gran parte del tino con que se in-

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vestiguen precedentes históricos, y segundo,por su tendencia á dar fuerza á la autoridad,ó, como diría algun político á la antigua, porsu marcado prurito centralizador . Las venta-jas de ésta son inmensas, hasta para el regu-lar movimiento de estas falsas fuerzas políticasque, acumuladas en Madrid, constituyen hoyla deshilvanada trama de los partidos . No lasexpongo ahora, porque seria tarea larga, y nova siendo corto este artículo, pero sí indicaréalgunas, cuales son : que simplificaria extraor-dinariamente el enredo, harto embarazoso, denuestra organizacion provincial ; que fortale-cería los lazos con los cuales se unen al centrolas distintas regiones ; que liabria más cum-plida avenencia entre la naturaleza de éstas yla forma gubernativa que las determina ; quecentribuiria á que las relaciones entre los mu-nicipios y los centros gubernativos fueran másrobustas, ménos ficticias y más eficaces, y porúltimo, que podría intentarse importante dis-minucion en el presupuesto de gastos, y siesto no se quería, mejorar maravillosamente laadministracion provincial .

Bien se me alcanza que ha de escandalizar ámuchos esta mezcla de cosas tan diversas,como parecen ser una medida esencialmentecentralizadora y otra descentralizadora ; perocomo van decayendo ya entre los hombres debuen sentido estas lucubraciones absolutas enachaques sociológicos, creo yo que á esto dela centralizacion y descentralizacion le suce-derá corno á los famosos sistemas preventivo yrepresivo, á la absoluta independencia y sepa-racion de los poderes y á otras mil lindezas áeste tenor, que hicieron las delicias de losteorizantes progresistas y la desdicha de esteinfelicísimo país .En achaques tocantes á la gobernacion y

administracion de los pueblos, no hay mejorsistema, centralizada ó sin centralizar, que dará las fuerzas aquella disposicion más acomo-dada al bien comun y encaminarlas hácia elpunto más adecuado para la prosperidad ge-neral ; ventajas entrambas que no se lograncon cualquier teoría simple aplicada á la vidade los pueblos extremadamente compleja, sinoestudiando necesidades, examinando la natu-raleza y conformacion de los países y medi-tando acerca de la manera como puede procu-rarse lo mejor, sin empeorar lo malo queexiste .

Convendria que sobre estas cosas, si pare-ciesen buenas, se hiciera gran propaganda,dilucidando las muchísimas cuestiones que hande surgir, á fin de que las gentes se vayanacomodando á las razones, para que despues noles parezcan agrias las reformas . Tambien seriapreciso modificar de antemano las costumbrespolíticas, para que fuesen fructuosos los pro-

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grecos; pues un gobierno ó una ley buenos enun país sin disciplina social y desorganizado,son como un excelente maquinista y una loco-motora admirablemente construida, en una víasin traviesas ni líneas de hierro ; bien que enestos asuntos suele caerse en un círculo insal-vable, pues, como quizá ocurre en el caso pre-sente, no es posible mejorar los hábitos, siantes no se acaba con la ocasion y manantialde ellos, como no se acaba con los miasmaspalúdicos de una marisma, si antes no se de-seca y cubre el foco infeccioso de que emanan .

Benedicto Antequera .

LA CUESTION PALPITANTE .

A LA SEÑORA DOÑA EMILIA PARDO BAZkN .

VI.La moral en el arte .

Mi distinguida amiga :Con las cuartillas delante, la pluma en la

diestra y apoyada en la izquierda la cabeza, nosé ya el tiempo que hace que me encuentro .Es el caso que al sentarme ante el pupitre, lasfrescas brisas matutinas , entrando por miventana juguetonas y alborozadas, arremoli-naban en mi mesa los papeles que, blancosinmaculados, esperan pacientemente que so-bre ellos formen los negros escuadrones de laspalabras, y ahora ocupan su lugar los ardien-tes rayos de un sol de justicia que, no en pe-queña parte, contribuyen á evaporar las pocasideas que se albergan en mi cabeza . Compren-derá Vd . por esto las vacilaciones y temoresque me asaltan antes de empezar esta carta .Y bien mirada, la cosa no es para ménos . Elasunto es de suyo espinoso y difícil, pero hayépocas, como la que corre, en que es asaz pe-ligroso el tratar alguno un tanto hondo y su-til ; que á poco que uno se descuide no faltaun filosofazo que le eche encima la zarpa y leexpida en un santiamen la patente de hereje .

Por si llega el caso, que acaso llegue, dadosno sé qué zumbidos anti-clasicistas que andanpor el aire, cúmpleme declarar, como lo hago,que aunque al examinarla cuestion presentehágolo siguiendo mi propio criterio y libérri-ma opinion, sin ceñirme á autoritarias doctri-nas, lucubraciones filosóficas, ni otras zaran-dajas, creo y entiendo ante todo que no hayni puede haber más moral que la católica, queáun prescindiendo de su carácter divino, es laúnica Justa- y la sola racional . A ella, pues,habré de ceirme ; y si á algun Zoilo imperti-

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nente se le antoja un poco laxa , no echemano de interpretaciones ni cavilosidades, yculpe tan sólo á su estrecho criterio si, segunél, no caben dentro de la justicia todas las co-sas que yo le asigne .

Y dejando á un lado dudas y resquemores, en-tremos en materia .Que la moral debe intervenir en el arte,

como en todas las manifestaciones de la hu-mana inteligencia, cosa es que no discutire-mos siquiera . Tengo para mí que la moral sino es la inmensa y azulada esfera que encierradentro de sí todas las demás de nuestra activi-dad, es, por lo ménos, cual la luz del sol, queilumina todos los mundos de su sistema : es lasuperficie del lago donde se refleja con verdadadmirable cuanto en el firmamento pasa ; lomismo la cerúlea y sonriente imágen de laceleste bóveda, que los plomizos nubarronesprecursores de desatada tormenta .Y esto admitido, claro es que como inme-

diata y legítima consecuencia habremos desentar que las obras artísticas, de una manerageneral, por no decir absoluta, deben ser mo-rales, en el sentido vulgar y corriente de lapalabra . No se crea, sin embargo, que con de-cir esto hemos adelantado largo trecho ; queno es este camino donde pueda viajarse á lar-gas jornadas .

Y ahora siento, amiga mia, el tener que in-ternarme un poco en terrenos un tanto esca-brosos; no tanto por Vd . que, como estudiosaque es, los tendrá ya trillados y sabidos, ha-ciéndosele así más amenos y llevaderos, comopor algunos lectores (si á tanto llega la, fortu-na de estas cartas) á quienes acaso les parez-can un poco desabridos . A éstos les ruego muyencarecidamente que perdonen el hecho engracia á su necesidad .

Tres son las fuentes de moralidad en losactos humanos : el objeto, el fin y las circuns-tancias . El objeto es la materia sobre que elacto versa ; el fin, el término á donde se dirigey las circunstancias, todas en las que se pro-duce. Aunque juntamente estas tres cosascontribuyen á dar al acto su moralidad propia,no se crea que es necesario, para que el actosea bueno, que concurra la bondad de las tres,ni que todas tienen en órden á la moralidad lamisma importancia. Bajo este concepto, el finsupera á las otras dos en mucho, bastando eninnumerables ocasiones para calificar el acto .Por esta razon le llaman algunos moralistaslos ojos de la moralidad (San Agustin), porque ásu través se ve con gran claridad la especie deacto á que corresponde .

Y es tan grande, por decirlo así, el poder deque goza el fin, que puede convertir en buenoun acto malo por su objeto y circunstancias .No es esto afirmar que el fin santifica los me-

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dios, puesto que las acciones que sean esen-cialmente malas no podrán cohonestarse conel más santo de los fines ; pero téngase muyen cuenta la circunstancia apuntada, por serde gran valor como luego se verá. Y constede paso que la doctrina que voy exponiendono está tomada de ningun pelafustán, sino deautor que fundadamente pasa por ser en estascuestiones maestro y lumbrera (1) .Decía que el fin podía convertir en bueno

un acto malo por su objeto, y bueno será queestablezcamos ahora una distincion para dejarcada cosa en su lugar . De tres modos puedeser un acto malo por su objeto : puede ser in-trínsecamente malo ó ab intrinseco absolute, comodicen los moralistas ; puede ser malo por estarprohibido legítimamente, ó ratione conditionu,y puede ser malo por ser peligroso, ó rationepericuli. De la primer especie de malicia nopuede dispensarse el acto en razon de ningunfin, segun queda dicho ; pero de las otras dossí, y se dispensa de hecho en muchos casos .

Y lié aquí por qué ante todo y sobre todo,conviene al juzgar de la moralidad de un actoexaminar el fin á que tiende, la intencion delque lo ejecuta, sin que por eso vayamos á que-rer destilar la quintesencia de cada cosa y áantojársenos los dedos huéspedes, viendo ejér-citos de enemigos donde sólo hay rebaños decarneros . No sea el remedio peor que la enfer-medad. Quiero decir con esto que si bien el fintiene toda la expresada importancia, no vaya-mos, ansiosos de buscar fines ocultos y de sor-prender segundas intenciones, áá caer en el extre-mo ridículo y pecaminoso de pensar mal por elafan de acertar . No es esa la intencion de queaquí se habla, ni ese el fin que se debe perse-guir al tratar la cuestion . Háblase aquí del finpalmario y manifiesto, de la intencion primeray evidente, que salta á los ojos sin necesidadde rebuscar en lo más hondo de la concienciael móvil secreto de la más inocente accion delos hombres. Y si peco de molesto al remacharestas, por otra parte, cosas tan sencillas, há-golo por evitar en lo posible sutilezas y distin-gos, harto como estoy de tropezarlos áun enaquellas más claras y patentes que la mismaluz .

No hablaré aquí de las varias distinciones ydivisiones que del fin hacen los moralistas .Creo que no son necesarias para nuestro obje-to . Diré en cambio dos palabras acerca de lascircunstancias .Pueden éstas también modificar la morali-

dad de una accion, pero sin que su influjollegue á tanto como el del fin . Representan

(1) Petro Searini .-Theologia moralis universu .--Barcinone, 1855 .

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en cierto modo la oportunidad de la accioncuando la mejoran, ó la importunidad si lahacen desmerecer . Su influencia es más acci-dental . Todos estos pormenores, pues, debentenerse muy presentes cuando la palabra mo-ralidad asome á los labios, no sea que, por ol-vido de alguno, demos en sacar peregrinasconsecuencias .

Y pregunto yo ahora: estos mismos princi-pios de moral, ¿son los que se han de llevar ála esfera del arte? Es indudable : absolutamentehablando (y yo me sé por qué subrayo estafrase) la moral es invariable como la verdad, ypor lo tanto lo mismo debe ser aplicada al arteque aplicada á las costumbres . Menester es,sin embargo, tener muy en cuenta una condi-cion ; y es que así como la verdad sin dejar deser una en abstracto, pertenece en concreto ámuy diversos órdenes, así tambien la moralsin variar en absoluto (y vuelvo á subrayarlo)se aviene (no quiero decir se acomoda) á losdistintos casos . No se eche en olvido además,que el arte, lo mismo que la ciencia, tiene unaesfera de accion propia que le pertenece, delmismo modo que á cada hombre el aire querespira, y dentro de la cual goza de fueros éinmunidades que tienen sus puntas de preemi-nencias y collares de privilegios ; todo lo cualha de examinarse con gran detenimiento aldesentrañar las cuestiones que al arte afectan .Haciéndolo así es como puede llegarse en es-tas cosas á la cima y remate de las mismas .

Gracias á Dios, amiga mía, que salimos deestos que pudiéramos llamar prolegómenos, ypodremos ahora caminar un tanto desembara-zadamente . Sentemos de una vez la proposi-cion á cuya prueba toda esta andanada se en-camina, y veamos al fin en qué deba consistirla moralidad de las obras de arte, ó si se quierede otro modo, qué condiciones debe reuniruna obra de arte para ser moral . Y comoquiera que soy grande amigo de exponer miopinion clara y francamente sin ambajes nirodeos, empiezo por sentar que toda obraartística que no tienda á pervertir ó corrom-per, sea cual fuere el objeto sobre que verse,no puede ser tildada de inmoral .No se me oculta ninguna de las consecuen-

cias que de esta proposicion pueden deducirse,y bien sé que ha de parecer sobrado libre áciertos espíritus meticulosos que, hoy acasomás que nunca, exigen que el arte esté com-puesto de miel y arrope para uso de concien-cias timoratas . Estos severísimos censores,compárolos yo á ciertos místicos ascetas que al-guna vez suelen aparecer, empeñados en au-mentar el número y gravedad de las culpas ;y á unos y otros téngolos por desaforadosegoistas que, pesarosos de que el bien puedarepartirse entre muchos, quisieran estrechar

la entrada á su posesion lo bastante para queellos solos fuesen los agraciados . A su pesar,no obstante, no pasan así las cosas, y esperopoder demostrar que estoy en lo cierto .

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Como Vd . notará, el principio sentado estáen concordancia con la doctrina más arribaexpuesta, porque equivale á decir, que siem-pre que el fin sea bueno, la obra será moral .Y no repito aquí, por creerlo innecesario, laadvertencia de que esto no es decir que el finsantifica los medios . Ni tampoco es afirmar quesólo porque el fin sea bueno, moralmente con-siderado, ha de ser la obra aceptable en todosterrenos, puesto que una obra puede ser muybuena con relacion á las costumbres, y muymala en órden á la filosofía ; y una obra artís-tica puede ser moral, y sin embargo muy cen-surable en la esfera del arte . Conviene distin-guir entre lo inmoral y lo erróneo : de lo pri-mero entiende la conciencia; de lo segundouzga la razon .El fin, la intencion, pues, es lo primero á que

hay que atender al decidir sobre este asunto,no bastando la consideracion del objeto parapoder fallar con acierto . Puede un artista ocu-parse en la exposicion del vicio, sin que de elloresulte inmoralidad alguna, siempre que suintento al hacerlo sea, no el alabarlo, sino porel contrario, presentar su censura y su castigo .No de otra suerte-y esta es idea de Vd ., aun-que expuesta con ménos donosura y gentile-za-los oradores sagrados nos pintan el horrordel pecado y los tormentos del infierno, parahacernos aborrecible el uno, y temeroso elotro . Algo semejante á esto ocurre en el arte .En mi entender, el límite marcado es el únicoque, dentro de la moral, señala al artista suterreno, ó más bien, el término de su camino .El arte, en cuanto es el creador de la belleza,es libre, que para eso le adornó el mismo Dioscon las alas de la inspiracion y la aureola delgenio; y si el hombre es libre hasta para prac-ticar el mal, mucho más debe serlo para reali-zar el arte, siquiera alguna vez tenga que pasarsobre abrojos al hacerlo .

Ahora bien ; esta libertad ¿ha de ser tan om-nímoda que por nada pueda coartarse? Ya enotro lugar queda dicho que hay objetos quepor sí mismos están vedados al artista . Lasconveniencias sociales, el respeto al público,los derechos del pudor, cosas son todas de queno hay posibilidad de prescindir . Pero estasprescripciones y cortapisas no hay necesidadde ir á buscarlas á ningun autor de moral ; bas-ta, para no traspasarlas, tener presente el tra-tado de buena crianza . Ni la libertad otorgada alartista debe creerse extensiva á los admirado-res de sus obras; que una cosa es que el prime-ro pueda ejecutarlas, y otra muy distinta quetodos los segundos puedan contemplarlas todas .

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Consiste esta diferencia en que hay obras, quesin dejar de ser morales, son no obstante peli-grosas en determinadas circunstancias, lo cualno acontece únicamente en los dominios delarte . Hay tratados enteros de moral cuya lec-tura está moralmente prohibida al comun de lasgentes, y la noble ciencia de curar tiene librosque sientan mal en manos profanas . Tal suce-cede en el arte, cuyo templo tiene tambien sutabernáculo donde no lodo el mundo debe entrar .

Acaso se me dirá que en tales obras peligro-sas no basta la bondad del fin para cohonestarla malicia que el objeto de las mismas traeconsigo, y que hasta su peligro puede ser yaun motivo de inmoralidad . Razonando en estamateria un esclarecido autor, Y umag, diceque tales obras deben desterrarse en razon áque el hombre despues de la caída original sesiente naturalmente inclinado al mal, y por lotanto no puede ni debe ponerse en peligro decaer en él . Respetando como se merece tan au-torizado maestro, paréceme, sin embargo, queen esta ocasion, como en algunas otras, pecaun tanto de sutil y quisquilloso . En primer lu-gar, siguiendo ese razonamiento, deberiamosproscribir igualmente todas las partes de laciencia que, segun antes indicaba, tienen tam-bien su peligro, y esto creo que no podrá sos-tenerse en serio ; y en segundo tengo para míque la razon aducida más bien demuestra laexistencia de la malicia en el hombre, que noen las obras á que se refiere ; y en ese caso nohay razon para que las tales hayan de pagarculpas ajenas .

No he de ocuparme aquí en hablar del pare-cer, un tanto corriente todavía, que quiere quela moralidad de una obra consista en presentarla virtud premiada y castigado el vicio . Talpretension es realmente inocente, y sólo acep-table en la primera infancia . Donosamente sehace Vd . cargo de ella y con razon la rechaza,escribiendo algunos muy sazonados párrafos .Acéptelos como la expresion de mi sentir, y áellos me remito . Acerca de lo que Vd . dice deque «la mayoría de los críticos parece imagi-nar que sólo existe un género de inmoralidad,la erótica, como si la ley de Dios se redujese áun solo mandamiento,» no puedo ménos deconfesar que tiene Vd . razon, puesto que esverdad lo que afirma ; pero tambien lo es quela pasion amorosa y el vicio que más con ellase asimila, son los que con más facilidad ycon más fuerza seducen á los hombres . Y comodecía un grande amigo mio en cierta ocasionen que platicábamos sobre la práctica de lavirtud, bórrese ese precepto del Decálogo,que todo lo demás es tortas y pan pintado .Y esa misma opinion que Vd. combate vie-

ne á confirmar una idea, que más atrás apunté,á saber: la confusion por muchos establecida

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entre lo inmoral y lo peligroso . Tan inmoral esincitar al robo, como á la lujuria ; pero es máspeligroso lo segundo .

Para terminar ésta, que ya más que cartaparece protocolo, hé aquí en compendio miopinion sobre la materia: sólo deben reputarseinmorales las obras de arte cuyo fin y tenden-cias sean incitar al vicio, no debiendo confun-dirse con éstas las simplemente peligrosas, lascuales no deben proscribirse en absoluto, sinomeramente limitar su vulgarizacion. Esto entésis general: falta ahora examinar una por-cion de cuestiones concretas que de esto sedesprenden. Hé aquí lo que haré en las cartassucesivas .

En tanto saluda á Vd . su afectísimo amigoQ. B . S. P .,

J . Barcia Caballero .

¡N1T-X-1 . . .

El mundo moderno camina aceleradamentehácia la negacion de su propia obra, hácia lanegacion de sí mismo . Ninguna época de lahistoria ha presentado los caracteres que lanuestra ostenta, unas veces como los laurelesde su gloria, y otras como los presagios de sutriste fin é inevitable ruina .

El ideal ha muerto, y ha muerto en aquellosque siempre le rindieron fervoroso culto . Reli-gion, libertad, verdad, progreso, nada hacelatir sus corazones ; nada es bastante á apar-tar sus almas de ese abismo de la inconscienciay del no ser en donde aspiran á perderse .

¿Qué etapas ha recorrido el espíritu humanopara llegar á este punto? ¿Dónde está la esta-cion de reposo, aquel estado en que se realizamejor el destino del hombre? ., .

I .

En los estados primitivos de la humana cul-tura que resucitan hoy á nuestros ojos algunospueblos del centro de Africa y de la Oceanía,no se habia producido aún lo ideal . Lo indivi-dual y concreto dominaba. De la simple repre-sentacion no brotaba todavía la idea . La espon-taneidad era el todo ; la reflexion, el replegar-se del pensamiento sobre sí mismo, ó no existiaó comenzaba apenas su obra . La vida era el ve-getar de la planta, la inconsciencia del ser in-ferior . La razon, nuestro tormento y nuestragloria, dormia oscura . El dolor no recibia dela imaginacion su complicado mecanismo au-xiliar, y el placer, sin los mil signos exterio-res con que hoy se sustituye, era la sencilla éigual satisfaccion de cortas necesidades .

El hombre no era el microcosmos que habian

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de ensalzar los filósofos . En el seno de la natu-raleza se limitaba á cumplir sus leyes . Tal vezsin saberlo, conformaba su vida á aquel princi-pio contenido en estas profundas palabras deSpinoza: «El verdadero sabio es aquel que par-ticipa por su pensamiento de la eterna necesi-dad de la naturaleza . . . Sólo él posee la verda-dera serenidad del alma toda .»

Pero el sér humano, dotado de una poderosí-sima organizacion intelectual, no podia per-manecer por largo tiempo en aquel grado pri-mero de desarrollo . La tradicion, el desenvol-vimiento de sus facultades, la suma cada vezmayor de sus necesidades y aspiraciones, die-ron nacimiento á los primeros adelantos . Deldolor del anhelo no cumplido y del esfuerzopor alcanzar satisfacciones al deseo, ha surgidola civilizacion . Cada paso en el camino delprogreso representa una cantidad infinita dedolores .

Vióse al fuerte hollar sobre la tierra, enton-ces como ahora, la justicia y la razon, y lasalmas buscaron un vengador en los cielos .

Comenzó la indagacion de las causas de losfenómenos que más fuertemente nos impresio-nan, y no conociendo otras que las humanas,crearon los dioses á imágen de los hombres .

Ti .

Por largo tiempo la religion ha sido pan defortaleza y de consuelo para las almas . La his-toria entera se nos presenta bajo su dominio .Ella ha tenido mártires heróicos, espíritusgenerosos y modelos de abnegacion . Aun hoyesparce sus beneficios sobre algunos hombres,pocos en verdad, de esa legion escogida quepiensa y se agita por todos é indica á todos elcamino . He tenido ocasion de conocer un almareligiosa, serena y fuerte, con serenidad yfortaleza fundadas en Dios .

Pero el reinado de la religion debia declinartambien. Ya la antigüedad tuvo su filosofíaSankhya en la India, el ex nilailo ?¿,¡/tilde Lucre-cio y la risa de Luciano . Los heresiarcas delCristianismo son vencidos en uno y otro siglo :luchan solos . Mas al fin triunfa la Reforma ycon ella el libre exámen, mortal enemigo detoda concepcion religiosa (1) . Empezó por ata-carse la disciplina y se llegó al dogma ; se diri-gió la razon contra el dogma y sus golpes al-

(1) "La negacion más radical en el órden religioso,es lógica consecuencia de las negaciones que produjeronla Reforma . Las religiones no se apoyan ni pueden apo-yarse en el dato experimental y sujeto á demostracion .No se defienden con la lógica, sino que encuentran ole-vadísima,justificacion y razon de ser á nuestros ojos enlas más íntimas necesidades del espíritu humano—-Véase en el núm . 8 .° de esta REVISTA nuestro estudiosobre la Crisis religiosa contenapord sea . (Notes del autor .)

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canzaron á la nocion de Dios . Esta se mantuvoaún por un tiempo relativamente largo, enesta época de mudanza vertigiosa, en la men-te de los que combatían sin freno ni préviacensura en favor de la verdad . Pero poco ápoco fué oscureciéndose, perdiendo sus antesbien delineados caracteres, hasta desapareceren ese abismo sin fondo de la naturaleza i1i-mitada .

Con esta última y decisiva pérdida, murió enmuchas almas la fé religiosa .

El objetivo de ultratumba que la religion pre-sentó ~i las miradas de los hombres, no fué bas-tante poderoso para evitar que éstos pararansu atencion en las injustas trabas que entorpe-cian su actividad, en las desigualdades que laley consignaba y protegía, y dió principio laera de las reivindicaciones políticas . Tras lu-chas de siglos llegó el día anhelado, y los Có-digos consignaron los principios de libertad,igualdad y fraternidad . La autoridad socialquedó áá merced del pueblo, proclamado le-gislador supremo y juez inapelable .

Pero no ha sido esto bastante . Por lógica de-rivacion de los principios revolucionarios, seha alzado la voz del proletariado contra el ca-pitalista ; del que carece hasta de aire pararespirar contra el dueño de inmensos patri-monios .Por todas partes esta voz ha encontrado

eco y con Carl-Marx, Bakouine, etc ., ha surgi-do el anarquismo que proclama abiertamentela destruccion del órden social .Y enfrente del antiguo lema de «sálvense

los principios y perezcan las colonias», la no-vísima ciencia política, proclama el más pro-fundo respeto, no sólo á los principios, sinoque tambien á las preocupaciones de los pue-blos, y declara que no deben tomarse comonorma de los intereses del Estado, ni las exi-gencias lógicas de nuestro entendimiento nilas nobles necesidades de nuestro corazon, por-que ni nuestro espíritu ni nuestro corazon son laregla de la realidad .

IV .

¡ Vila pro impendere vero! fué la bandera le-vantada siglos há por ciertas inteligencias es-cogidas . Y se alzó la ciencia á la altura desupremo fin de la vida . ¡Con qué fervor la ado-raron sus adeptos! ¡Cuántos ejemplos de abne-gacion y de desinterés no registran sus anales!Tambien ella ha tenido sus héroes y sus már-tires. Como el amor á Dios y el amor á la li-bertad, el amor á la ciencia llenó la vida ente-ra de muchas almas .

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Pero triste y cruelísimo desengaño : des-de el itavfa yopa oucsv navr de Heráclito, has-ta las desconsoladoras palabras que Goethepone en boca de Fausto ; desde el idealismode Hume, hasta el pesimismo de Schope-nhauer y Bahnseu ; desde el subjetivismo deFichte, hasta el experimentalismo de Bernardy de Littré, todo parece comprobar esta som-bría afirmacion de Spinoza : «Ni en su manerade existir, ni en su manera de obrar, revela lanaturaleza un principio de partida ó un fin alque se dirija .»

La ciencia destruye ese antiguo tabernácu-lo de la conciencia humana : la libertad . Todosér obra segun su naturaleza, y la naturaleza decada sérno es obra suya.

Analiza los actos todos y los halla fundados,ya en causas simples, ya en causas comple-jas, pero siempre fatales . Somos responsables,como lo es la flor por su belleza ó el tigre porsu fiero instinto .

Borra la norma objetiva de nuestras accio-nes, y la funda en el movedizo y cambiantecriterio individual . El deber deja de ser algode permanente é invariable, y su fin va cir-cunscribiéndose hasta personificarse en cadahombre. El deber no significa ya nada comonocion trascendental á un órden absoluto ;nada puede significar ante la ciencia .

V .

Quedaba aún á los incrédulos del dogma yde la libertad un baluarte : luchaban por elprogreso ; se movían hácia la perfeccion . Lacreencia en una felicidad futura de la humani-dad «el tercer estadio de la ilusion» hablabacon dulce y desinteresada voz á muchas almas .¡Qué noble, qué grande ha sido y es aún ámuchos ojos luchar por la causa del progresoy de la civilizacion!

Pero va los más denodados soldados de losprincipios modernos vacilan .

Posible es, dice Renan en su último libro,que la tierra no cumpla su destino, como hasucedido probablemente á innumerables mun-dos; y es posible tambien que nuestra épocasea considerada un dia como el punto culmi-nante de la cultura humana .»

Y hé aquí que la evolucion misma del pen-samiento conduce á afirmar que tanto másvale una vida cuanto mayor es el bien, la feli-cidad del sér que la disfruta . ¿Para qué mesirve mi vida si me produce un dolor sin nin-guna compensacion personal?

Llámese á esto endenmnismo ó como se quie-ra, no rechaza de modo alguno los sentimien-tos altruistas, pero en cuanto vengan á satisfa-cer necesidades propias .

Y el pensador llamado á analizarlo todo con

REVISTA IBÉRICA . 325

relacion al supremo fin de la vida, advierte quesomos progresivos porque somos desgraciados,porque no hay proporcion entre nuestro anhe-lo y la realidad, y observa que con frecuenciael progreso sólo sirve para acrecentar las ne-cesidades que ha satisfecho y dar vida á otras .

«En términos generales, dice Paulhau, unindividuo que ha alcanzado el término de suevolucion, que no progresa, y que sin embar-go subsiste, posee una superioridad sobre elque está obligado á continuar su marcha . Asíes que un hombre mediocre, puede bajo cier-tos puntos de vista, ser superior á un hombreeminente .»«¿No hemos experimentado todos-añade-

el inmenso bienestar que nos proporciona unavida puramente animal, prolongada por alguntiempo?»

Fácil es comprender la causa de este bienes-tar, de que habla el psicólogo francés . Comohace notar Schopenhauer, tanto mayor esnuestra tranquilidad cuanto más reducida esla suma de nuestras necesidades, cuanto máslimitado el horizonte de nuestros deseos .

¿No será acaso fuera del órden el excesivodesarrollo del hombre intelectual, que ya con-denan Taine en Francia y Spencer en Ingla-terra? Cuando estudiamos las relaciones delgénio y la locura y vernos ensancharse en lasgrandes ciudades el campo de la neuropatía,nos sentimos inclinados á dar la razon á estosdos ilustres filósofos .

Un espíritu recto y sano capaz de aplicarsecon éxito á la vida práctica, nada especulati-vo, que no se inquiete demasiado por aquelloque desconoce : tal parece ser el modelo ejem-plar del hombre segun el nuevo concepto dela vida .

Sully-Prudhomme (1), poeta francés, tanpoco conocido en España, como merecedor deserlo, escribe ya con dolorosa ironía los si-guientes versos :

Jeune filie, crois moi, s`il en est temps encere,Choisis un fiancé joyeux, á 1`oeil vivant,Au pas ferme, á la voix sonore,Qui n`aille paz revant . .

Ni la instruccion del pueblo puede eludirlos golpes que el frio análisis le dirige .

Si quiere darse al pueblo-observa-una ins-truccion que le haga apto para la vida políti-ca, se acometerá una empresa imposible .

(1) Sully-Prudhomme os quizá entre los poetas fran-ceses, el que refleja do modo más elevado y fiel el espí-ritu moderno con sus grandiosas visiones de verdad ysus momentos de desfallecimiento y de angustia . Notiene la gracia sencilla y la descripcion inimitable deCoppee, ni la sombría tristeza de Baudelaire, pero aven-taja á ambos en la profundidad del pensamiento y en laincomparable correccion y severa belleza de su estilo,(Nota del autor.)

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Si para satisfacer sus necesidades intelec-tuales, por de pronto se le impondrá la pena deaprender ; pues, después de haber trabajadotodo el dia, es más agradable y quizá más sanodescansar .Y consigna, además, apoyado en datos de

todo género, que por ahora no están en rela-cion el buen sentido y la rectitud de espíritucon los conocimientos adquiridos .

Por otra parte-dice Bourget, y la experien-cia lo confirma-cuando el sér humano ha lle-gado á un altísimo punto de cultura, exigeque las cosas sean segun su corazon, cosa tan-to mas difícil, cuanto que su corazon es másexcesivamente delicado . «La perfeccion alcomplicar nuestras almas, nos hace inhábi-les para la felicidad .»

La literatura, reflejo exacto del estado mo-ral de las sociedades, adquiere tonos de som-bría tristeza que muchos atribuyen á las sacu-didas sociales de nuestro tiempo . Mas tal vezla verdadera causa se encuentre en la falta dearmonía entre nuestras necesidades de hom-bres civilizados y la realidad exterior ; tantomis, cuanto que de un extremo á otro de Eu-ropa, la sociedad contemporánea presenta losmismos síntomas, diversificados segun las ra-zas, de esta melancolía y de este desacuerdo .«Una náusea universal ante las insuficienciasde este mundo, subleva el corazon de los esla-vos, de los germanos y de los latinos, y se ma-nifiesta en los primeros por el nihilismo, en lossegundos por el pesimismo v entre nosotrospor extrañas y solitarias néurrsis . El mortíferoencono de los conspiradores de San Petersbur-go, los libros de Hartman, los furiosos incen-dios de la Commuae y la incurable misantro-pía de la novela naturalista, revelan este mis-mo espíritu de negacion de la vida que oscure-ce cada dia más la civilizacion occidental . Noshallamos lejos, sin duda, del suicidio del pla-neta, supremo deseo de los filósolos del infor-tunio. Pero lenta y seguramente se elabora lacreencia en la bancarrota de la naturaleza quepremete ser la fé siniestra del siglo xx, si laciencia ó una nueva invasion de bárbaros nosalva á la demasiado reflexiva humanidad delcansancio de su propio pensamiento .» (Bour-get . )

Hay quienes, considerando este estado comosigno de la decadencia irremediable de las so-ciedades, lo juzgan, no obstante, favorable alprogreso del individuo .

«Si los hombres de la decadencia-dicen-son inferiores como obreros de la grandeza desu patria, ¿no son muy superiores como artis-tas del interior de su alma? Si son torpes parala accion privada ó pública, ¿no es acaso por-que son demasiado hábiles en la solitaria labordel pensamiento? Si son incapaces de los sa-

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crificios de la fé profunda, ¿no es por venturaá causa de que, exentos de preocupaciones in-compatibles con una inteligencia cultivada yhabiendo dado la vuelta de las ideas, hanalcanzado esa equidad suprema que legitimatodas las doctrinas excluyendo todos los fana-tismos? Ciertamente, un caudillo germano delsiglo iv era más capaz de invadir el imperio,que un patricio romano de defenderlo ; pero elromano culto, erudito y desencantado, talcomo se nos presenta Adriano, el César amantedel Tibur, representaba un tesoro mucho ma-yor de adquisicion humana . El gran argumen-to contra las decadencias, es que siempre lasaplasta la barbarie . Pero ¿no es acaso el desti-no fatal de lo raro y exquisito ser hollado porla brutalidad?»

Sea de esto lo que quiera, es lo cierto queparece ha llegado para ciertas clases socialesel momento de la vida del individuo que des-cribe Renan en el prólogo á sus Recuerdos de in-fancia de juventud, con estas palabras : «Cuantomás se desarrolla el hombre por la inteligen-cia, más sueña con el polo contrario, es decir,lo irracional ; el reposo en la completa igno-rancia, la mujer que no es más que mujer, elsér instintivo que no obra sino á impulsos deuna conciencia oscura . El cerebro abrasadopor el razonamiento tiene sed de simplicidad,como el desierto tiene sed de agua pura .»

Ya los más ardientes, los más altamente do-tados, los que en la vida pública ó en el inte-rior de su mente persiguieron los ideales dejusticia, de libertad y de progreso, sienten de-bilitarse su.s fuerzas y apagarse su ardimiento,Una inmensa necesidad de quietud y de des-canso se apodera de ellos : han sentido todoslos desencantos y suspiran por la fé tradicio-nal que daba sosiego al alma, por las antiguasestáticas organizaciones sociales que acalla-ban las ambiciones, por el vigor de la vida,por la inconsciencia casi .

Murieron las antiguas convicciones y faltael nervio que sostenia á los grandes negado-res . Detrás de la antigua ciudad que demolian,pensaban ver aparecer una nueva Sion . Yanada ven, y una indiferencia mortal se apode-ra de ellos. Perdieron la fé y huye de sus co-razones la esperanza .

Recuerdan la muerte de su eminente maes-tro Emilio Littré, y murmuran con el poetaantes citado :

PrUre, tu mouilleras mon front qui te resisteTrop faible pour douter, je m`en ira¡ mojas tristeDans le néant peut étre avee 1 espoir chrétien .

Eduardo Sanz y Escartin .

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CONFERENCIAS SOBRE LA FILOSOFIA DEL ARTE

POR

H . TAINE .

II I .

¿Es esto cierto bajo todos los puntos devista? ¿Podremos establecer, en conclusion,que la imitacion absolutamente exacta, es elfin del arte?

Siendo verdad este principio tendria que re-sultar que la imitacion produciria las obrasmás bellas, hecho que no se cumple, como ve-remos de un modo palpable, por los siguientesejemplos .

Siendo en la escultura el vaciado el proce-dimiento que da la impresion del natural másfiel y minuciosa, un vaciado valdria más queuna estátua, cosa que está muy lejos de su-ceder .

Del propio modo, la fotografía que reprodu-ce sobre un fondo plano con líneas y sombrasexactamente y sin error posible el contorno ymodelado de los objetos, áun cuando manejadacon acierto es para la pintura auxiliar útil, na-die piensa compararla con ésta .

Como último ejemplo, si fuere verdad que laimitacion exacta es el fin supremo del arte,¿sabeis cuál seria el mejor drama, la mejor co-media? La estenografía de los procesos lleva-dos ante los tribunales ; y es evidente que sise encuentra alguna vez en ellos algun rasgonatural, una explosion de sentimientos, escomo un grano de metal precioso en medio deun monton de escoria. Dará, sí, materiales alescritor, pero nunca será obra de arte .

Diráse, quizá, que la fotografía, el vaciadoy la estenografía son procedimientos mecáni-cos, y como mecánicos no sirven de términosde comparacion. Comparemos, pues, las obrasdel arte entre sí .

Acudiendo á las obras en que la minuciosi-dad es más exacta, nos servirá como ejemploun cuadro de Denner que hay en el Louvre .El cual Denner trabajaba con lente, emplean-do cuatro años en hacer un retrato; no olvida-ba nada en sus figuras, incluso las rayas de lapiel, el jaspeado imperceptible de los pómulos,los puntos negros diseminados en la nariz, eltinte azulado de las más microscópicas venasque serpentean sobre la epidermis y los toquesde luz en el ojo, donde se pintan los objetosvecinos. Al ver cualquiera de sus retratos,quédase uno asombrado ; la cabeza es de unailusion completa ; parece que va á salirse delmarco; nunca hemos visto éxito semejante nipaciencia tanta . Sin embargo, un ligero boce-to de Van Dyck es mucho mejor, porque ni en

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la pintura ni en ningun otro arte se concedeel premio á lo que mejor logra engañar á lavista .

Otra segunda prueba, aún de mayor fuerza,de que la imitacion exacta no es el fin delarte, es que muchas artes carecen de mediospara realizar este fin . Empezando por las es-culturas que ordinariamente son de un solocolor, el mármol ó el bronce, y con los ojos sinpupilas, y justamente esta uniformidad de co-lor y esta atenuacion de expresion moral, es loque contribuye á darle mayor belleza . Veamoslas obras de este género, en las que la imitaciones más perfecta .

Hay en las iglesias de Nápoles y España es-culturas coloreadas y vestidas, santos cubier-tos con verdaderos hábitos, amarilla y terrosala piel, como conviene al asceta, con las ma-nos ensangrentadas y el seno herido como ver-daderos penitentes . Vénse tambien madonascon verdaderos trages, vestidas de terciopeloy cubiertas de diamantes y collares preciosos,encages magníficos y costosos adornos, sonro-sada la carne, brillantes los ojos y los pómulosformados por un carbunclo .

Por este exceso de imitacion, llega el artis—ta á producir en vez de placer repugnancia, ámenudo disgusto y en ocasiones horror .

Lo mismo sucede en la literatura . La mejormitad de la, poesía dramática : todo el teatroclásico, griego y francés ; la mayor parte delos dramas españoles é ingleses, lejos de co-piar exactamente la conversacion ordinaria,alteran la palabr t humana con propósito deli-berado . Todos estos poetas dramáticos hacenhablar en 'verso á sus personajes, imponiendoá sus discursos el ritmo y á menudo la rima .¿Es esta alteracion perjudicial á la obra? Lejosde eso. La experiencia hálo demostrado así,recientemente, en una de las más grandesobras de los presentes tiempos, Ip/hiyenia, deGoethe, escrita primero en prosa y continuadadespues en verso . Bella en verdad es en prosa,mero en verso ¡qué diferencia! Aquí no puedecaber duda; la alteracion del lenguaje ordina-rio, la introduccion del ritmo y del metro es loque comunica á esta obra su incomparableacento, la sublimidad serena, ese largo cantotrágico y sostenido, al son del que el espírituse eleva por cima de las vulgaridades de lavida ordinaria, viendo aparecer delante de susojos los héroes de los antiguos dias, la raza ol-vidada de almas primitivas y entre las que des-cuella la virgen augusta, de los dioses intér-pretes, guardadora de las leyes, bienhechorade los hombres, en la que se concentrantodas las bondades y noblezas de la naturalezahumana, para glorificar nuestra especie y ele-var nuestro corazon .

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IV .

Necesario es imitar en un objeto algo y demuy cerca, mas no todo . Tenemos, pues, queseparar la parte á que la imitacion debe ce-ñirse . Respondo por adelantado diciendc quees : «Las relaciones y mútuas dependencias delas partes .»

Dispensadme esta definicion abstracta, laque sencilla va á ser acto continuo .Suponeos delante de un modelo vivo, mujer

ú hombre, teniendo para copiarlo un lapiz yuna cuartilla de papel . Naturalmente, no se ospuede pedir el reproducirlo de tamaño natural ;vuestro papel es demasiado pequeño; tampocose puede exigir reproduzcais el colorido ; noteneis á vuestra disposicion más que dos colo-res, negro y blanco . Lo que se os exigirá esla reproduccion de las relaciones , sobre todo,las relaciones de magnitud . Si la* cabeza tienetal longitud, necesario será que el cuerpo ten-ga un determinado número de veces el tamañode la cabeza ; el brazo una longitud igual-mente dependiente de la primera ; lo mismo lapierna y el resto del cuerpo . Estais obligadosá reproducir las formas y relaciones de la po-sicion ; las curvas, óvalos, ángulos y sinuosi-dades que en el modelo se encuentren, han dereproducirse también en el dibujo .

Se trata únicamente de reproducir el con-junto de relaciones que unen entre sí á laspartes ; no es la simple apariencia corporal laque teneis que reproducir ; es la lógica delcuerpo .

De igual modo, si teneis que copiar un ca-rácter en accion, una escena de la vida real,popularó mundana, contais para ello con vues-tros ojos, vuestros oídos, vuestra memoria yquizá un lapiz para trazar cinco ó seis notas ;pocas cosas son en verdad ; sin embargo, sonsuficientes .

Porque lo que se os pide no es recoger todaslas palabras, todos los gestos, todas las accio-nes de una persona ó de quince ó veinte quese han movido delante de vosotros . Aquí,como en el anterior ejemplo, lo que se pide esseñalar proporciones , relaciones , lazos deunion : se os exige ante todo guardar con rigu-rosa exactitud la proporcion de las accionesde los personajes ; es decir, hacer predominaren la exposicion acciones ambiciosas si es am-bicioso, acciones violentas si fuera violento ;enseguida seguir la trabazon legítima de estasmismas acciones, ó sea provocar una réplicapor otra réplica, motivar una resolucion, unsentimiento, una idea, por una idea, un senti-miento, una resolucion anterior y por la si-tuacion actual del personaje ; y mas aún, porel carácter general que se lo haya dado . Por-que en la obra literaria como en la pictórica,

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se trata de trascribir no el exterior sensible delos séres y de los acontecimientos, sino el con-junto de sus relaciones y de sus dependencias ;es decir, su lógica . Así, y por lo comun, loque nos interesa en un sér real y lo que pedi-mos que el artista recoja y represente, es lalógica interior ó exterior : en otros términos ;su estructura, composicion y actividad .Ya veis cómo acabamos de corregir la pri-

mera definicion que antes habíamos encontra-do: sin destruirla, hemos logrado depurla, des-cribiendo un carácter más elevado del arte,el cual es obra de la inteligencia más que obrade las manos.

V.

¿Es esto suficiente? ¿Encontramos que laobra de arte ha de limitarse únicamente á lasrelaciones de las partes? De ningun modo ;porque las mejores escuelas son precisamenteaquellas que en mayor grado alteran estas re-laciones .

Considerando, por ejemplo, la escuela italia-na y en ella á su más ilustre representante,Miguel Angel, y de éste su obra capital, lascuatro estátuas de mármol del sepulcro de losMédicis-aquellos de vosotros que no hayanvisto el original, conoceránlo al ménos por lascopias.-Ciertamente aquellos hombres, y so-bre todo, aquellas mujeres acostadas que duer-men ó están despiertas, no tienen las mismasproporciones que las personas reales : no seencontrarán en toda Italia hombres ó mujeresparecidos. Se encontrarán, sí, jóvenes hermo-sos, aldeanos de ojos vivos y aire salvaje, mo-delos académicos, de músculos vigorosos yde expresion valiente ; pero ni en ningunpueblo, ni en fiesta alguna, ni en los estudiosen Italia ó fuera de Italia, ni hoy dia ni el si-glo xvi, ningun hombre, ninguna mujer, hán-se semejado á los héroes indignados, á las vír-genes colosales y desesperadas que, obra delmás grande artista, adornan aquella capillafuneraria . En su mismo génio, en su propiocorazon , fué donde Miguel Angel encontróaquellos tipos. Menester fué para concebirlos,el alma del solitario, del meditabundo, deljusto; alma entusiasta y generosa escondidaen medio de aquellas otras almas corrompidasy relajadas por lo traicion y las opresiones, de-lante del triunfo irremediable de la tiranía yde la injusticia, bajo las ruinas de la libertady de la patria, amenazado de muerte, con-vencido que si vivía era por gracia y quizá porolvido, incapaz de plegarse ó someterse, serefugiaba por entero en el arte ; arte por el cualy en el silencio de la servidumbre, su grancorazon y su desesperacion decian : «¡qué dul-ce es dormir, y más aún, ser de piedra, en

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tanto que la miseria y la vergüenza duren . Noser nada, no sentir nada es mi dicha ; no medesperteis ; hablad bajo .» Hé ahí el sentimien-to que le hizo concebir aquellas formas : paraexpresarlo cambió las proporciones ordinariasde los cuerpos, alargólas el tronco y las extre-midades, torció el torso sobre la cadera, hizomás profundas las órbitas, la frente llenóla depliegues parecidos al fruncimiento de cejas delleon, levantó sobre la espalda una montaña demúsculos, poniendo con dureza sobre ella lostendones y las vértebras, colocados unos enci-ma de otros, como cadena de hierro extendidaen demasía con los eslabones próximos á rom-perse .

Igualmente estudiando la escuela flamencay en ella al gran Rubens, y de Rubens uno desus mejores cuadros, la Kermesse, lo mismoque en Miguel Angel no encontraremos laimitacion de las proporciones ordinarias . Idá Flandes, contemplad aquellos hombres yaquellas mujeres ; contempladlos áun en losmomentos en que dichosos se divierten enlas fiestas de Gayant, en Amberes ó fuera deAmberes, encontrareis, sí, buenas gentes quecomen bien, beben mejor y fuman con la ma-yor tranquilidad de espíritu, flemáticos y se-renos, con el aire tierno y las facciones irregu-lares, parecidos bastante á las figuras de Te-niers; mas no encontrareis nada parecido á lossoberbios brutos de la Kermesse, y de allí, sinembargo, fué de donde los sacó Rubens .

Despues de horribles guerras religiosas, laflemática Flandes, por tanto tiempo devastada,llegó al fin á conseguir la paz y la seguridadpública. La tierra es tan buena y la gente taningeniosa, que desde el primer momento vol-vieron á encontrar el bienestar y la prospe-ridad .

Todos sentian la abundancia y la satisfac-cion ; y el contraste del presente con el pasadomovía al divertimiento á sus rudos instintoscorporales, corno caballos y toros tras largoayuno, sueltos en verde pradera de abundantepasto .

Rubens sentia todo esto, sentía aquella poe-sía, la poesía exuberante de vida satisfecha, dela carne sensual é impúdica, de la alegría bru-tal y gigantescamente manifiesta, venian ámanifestarse en aquella abandonada sensuali-dad, en los rubores lujoriosos, en la nitidez yfrescura que por doquiera prodigaba. Para ex-presar este sentimiento en la Kermesse, alargólos cuerpos, dióles más anchura á las caderas,contrajo los riñones, arreboladas puso las me-jillas, suelto el cabello, los ojos alumbradospor llama salvaje, llenos de ardientes deseos,enmedio del ruido desencadenado de la orgía,de los vasos rotos, de las mesas caidas, de losgritos y de los besos . Nunca pincel alguno ha

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representado mejor el triunfo colosal de la bes-tialidad humana .

Estos dos ejemplos nos enseñan que el artis-ta, al modificar las relaciones de las partes, lasmodifica en el mismo sentido, con la intenciony de modo á hacer sensible cierto carácteresencial del objeto, y en su consecuencia laidea principal que se propuso . Fijémonos enesta palabra . Este carácter es el que los filóso-fos llaman esencia de las cosas ; y por eso dicenque el arte tiene por fin expresar la esencia delas cosas .

Dejando á un lado la palabra técnica esen-cia, diremos simplemente que el arte tiene porfin manifestar el carácter capital, alguna cua-lidad característica y principal, un punto devista importante, una manera de ser esencialal objeto .

Llegamos aquí á la verdadera definicion delarte, y debemos expresarnos con toda cla-ridad: hace falta, pues, insistir y anotar conprecision lo que es el carácter esencial . Actoseguido contesto que es una cualidad ele laque todas las otras, ó al ménos muchas de las otras,derivan á menudo relaciones fijas . Perdonadme,aún por esta vez, el daros una definicion abs-tracta, que haré sensible por medio de ejem-plos .

El carácter esencial del leon, aquel que lecoloca en un género dentro de las clasificacio-nes de la Historia Natural, es el de ser un grancarnívoros. Ahora vereis como toda su estruc-tura, tanto física como moral, se deriva deeste carácter como de una fuente . Empezandopor el físico, sus dientes aseméjanse á unas ti-jeras ; construidas están sus mandíbulas paratriturar y desgarrar, porque siendo carnicerose tiene que alimentar de carne y presas vivas .Para poder mover sus inmensas tenazas nece-sita fuertísimos músculos y fosas temporalesproporcionadas á estos músculos ; poderosastenazas son tambien sus manos, armadas deterribles y contrastiles garras ; marcha rápidosobre las extremidades de los dedos, y sus ri-ñones, de fuerza vigorosa, lánzanle terriblecomo un resorte ; para sus ojos no hay noche,porque la noche es el tiempo más á propósitopara su caza. Enseñándome un naturalista suesqueleto, me decía : «Es una mandíbula mon-tada sobre cuatro patas .» Lo mismo todas susparticularidades morales están en armonía consu naturaleza, instinto sanguinario, necesidadde carne fresca, extremada repugnancia portodo otro alimento, y además fuerza y fiebrenerviosa, por la que concentra enorme masade fuerzas en el breve momento del ataque óla defensa: completan además su instinto, há-bitos soñolientos, sombría y reposada inerciaen los momentos de descanso, acompañada delargos fostezos despues de la caza . Todos estos

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signos se derivan de su carácter carnicero quees su carácter esencial .Considerando esto mismo en otro y más di-

fícil caso, en un país entero, con sus innume-rables detalles de estructura, de educacion yaspecto, con las plantas, animales y habitantesy ciudades, en los Países-Bajos, por ejemplo .Constituye su carácter el haber sido formadapor aluviones, por grandes depósitos de tierraque los ríos arrastraban y extendian en su des-embocadura . De este hecho nacen infinidad departicularidades que constituyen toda la ma-nera de ser del país, no tan sólo del exterior,de los accidentes físicos y de lo que es por símisma, sino tambien del carácter y de, las cua-lidades morales de los habitantes y de susobras . Dominan en la configuracion de susuelo, las llanuras húmedas y fértiles, necesa-rias á causa del gran número y extension desus ríos y del gran depósito de tierra vegetal .Estas llanuras están siempre verdes, por elfresco perpétuo producido por sus innumera-bles, grandes y perezosos ríos, y por la multi-tud de canales que cruzan su suelo llano y hú-medo . Adivinais ahora y por la fuerza sola delrazonamiento, el aspecto del país con su páli-do y lluvioso cielo, cubierto sin cesar de nu-barrones aun en los más apacibles dias, veladopor una ténue gasa producida por los vaporesque de su suelo húmedo se desprenden, for-mando una cúpula diáfana, un lissu aéreo dediminutos copos de nieve, por cima de la grancanastilla de lucientes verdes coro -riadas, per-diéndose en el horizonte. En la naturalezaanimada, la abundancia y riqueza de pastosatrae necesariamente numerosos y tranquilosganados, los que echados en la yerba ó co-miendo ansiosamente, parecen salpicar demanchas blancas, amarillas ó negras, la inter-minable y llana superficie verdosa . De aquí lagran cantidad de leche y carne, que junta conlos granos y vegetales que su prolífica tierraproduce, proveen á sus habitantes de copiosoy,barato alimento .

Por la version castellana,Alvaro Figueroa .

SOBRE TEATROS .

El aspecto que ofrece en los actuales momentos laliteratura dramática, propiamente dicha, no puede sermás desconsolador . Los principales coliseos de esta cór-te, que en arios anteriores mantuvieron en mayor ómenor escala el decoro y las tradiciones de nuestro glo-rioso teatro, cuentan hoy con compañías do segundoórden, en las cuales apenas si se ve el nombre de algunartista de mérito que pueda representar dignamente,no ya las producciones nuevas, sino las obras de reper-torio que hasta la fecha han figurado en los carteles .

No me propongo investigar las causas que han pro-ducido tan funesto resultado. Discordias y rencillaspuramente personales entre artistas de mérito, el deseode lucro que anima á los empresarios de nuestros tea-tros, la falta de conjunto y de armonía que se observaen los cuadros escénicos; tales son, á juicio de ciertoscríticos, los motivos en que se funda el lamentable pe-ríodo de postracion y de abatimiento por que atraviesael arte dramático .

Que hay algo de esto no es posible negarlo ; perotambien es preciso convenir en que no son aquellos losúnicos vicios de que adolece nuestro teatro . El origendel mal es más hondo y procede, no sólo de los defectosde ejecucion de las obras modernas, sino de la índole deéstas, poco conforme por regla general con el gusto ylas exigencias del público . Sin entrar ahora en un exá-men minucioso acerca del origen y desarrollo de la lite-ratura dramática, que no cabe en los estrechos moldesde este artículo, me limito á decir que los autores dra-máticos más renombrados de nuestros días, se dedicaná mantener las tradiciones de la escena, sin llevar á ellalos procedimientos que en otros géneros literarios em-plean con lisonjero éxito .

El movimiento romántico iniciado con tanto vigorcomo buena fortuna en el primer tercio de este siglo porel Duque de Rivas, García Gutierrez, Hartzenbusch ytarsos otros, ha cambiado de forma en la actualidad,pero en el fondo continúa siendo el mismo . D. JoséEchegaray-y conste que me fijo en este ilustre escritorporque, á mi juicio, personifica el teatro moderno-¿dejade ser un romántico que, como advierte oportunamentela señora doña Emilia Pardo Bazan, prefiero el cham-bergo con plumas, la espada de cazoleta y la ropilla deCalderon ó de Lope al prosáico gabau de los naturalis-tas? ¿En qué se diferencian los personajes del teatro deEchegaray do las creaciones más notables de los autoresanteriormente citados? ¿Es por ventura el D . Lorenzode Locura ó sanidad, encerrado en un manicomio portratar de cumplir la sagrada nocion de los deberes mo-rales, una figura más humana que el D . Alvare de Lafuerza del sino, víctima de la fatalidad? ¿Hay diferen-cias muy esenciales entre estos dos personajes conside-rados desde el punto de vista de la verosimilitud es .cénica?

Para que la literatura dramática responda á las in-clinaciones y al gusto de nuestra época, esnecesario llevar al teatro toda la verdad compatible con el con-vencionalismo de los bastidores . El público que es unfactor importantísimo en materias artísticas, está can-sado de aplaudir los dramas tendenciosos en que !a pa-sion y el sentimiento raras veces se manifiestan en unsentido real . Basta ya de monólogos más ó ménos filo-sóficos : basta ya de catástrofes en endecasílabos . Supri-man todo esto nuestros autores dramáticos y lleven á lastablas algo humano, natural y verosímil, si no quierenque el público les abandone para siempre .

Quizá se me arguya que en la literatura escénicahay que admitir ciertos procedimientos poco conformescon la verdad artística . A los que esto afirman debo ad-vertirles que no se me ocultan los inconvenientes quetienen que vencer nuestros dramaturgos para ensan-char el estrecho círculo en que se mueven, pero tambiensé que la nueva fórmula no pugna por completo con el

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artificio teatral . Si el drama no pudiese seguir el movi-miento de progreso que se observa en otros géneros li-terarios, la novela por ejemplo, el teatro serio estaríallamado á desaparecer dentro de un breve plazo, porquecomo dice con sobrada razon un ilustre escritor contem-poráneo, el teatro del porvenir será humano ó no será .

Tengan esto en cuenta los autores dramáticos quehoy se ocupan en llevar á la práctica el laudable pro-yecto de fundar sobre sólidas bases el teatro nacional,y al mismo tiempo que procuran reunir los elementosmás importantes para el desempeño de las obras escé-nicas, cuiden de infiltrar en éstas los elementos de vidaque hoy no tienen . De no hacerlo así, aunque llegara árealizarse, como yo deseo, su patriótico propósito, elteatro español no seria ni más ni ménos que un esque-leto vestido con mejores trajes, pero esqueleto al fin .

El órden cronológico de las funciones de apertura óde inauguracion de nuestros coliseos, nos obliga á ha-blar en primer término del teatro de la Comedia . Lacompañía que en él actúa, es la misma que ha funciona-do durante estos últimos años, bajo la direccion del se-ñor Mario,

La temporada empezó con las representaciones deEl pelo de la dehesa, á las cuales siguieron las de Escue-la del matrimonio, obras ambas original del insigne 13re-ton de los Herreros. Tanto el director artístico de esteteatro, como los demás actores que tomaron parte en laejecucion de las citadas producciones, desempeñaroncon gran acierto los papeles que les estaban encomen-dados; y sin embargo, la concurrencia no mostró el re-gocijo con que otras veces escuchaba los primores y lasdelicadezas del diálogo que tan espontáneo y fácil apa-rece en las comedias del . autor de Marcela .

El origen de semejantes anomalías está en la índolede nuestro público, que como todo el mundo sabe, osmucho más aficionado á saborear las peripecias y los in-cidentes de la accion, que á deleitarse con las bellezasde la forma . Pero en tiempos de Breton, todavía no sehabían llevado á la escena los argumentos de Julio Ver-no, ni los contemparáneos del celebrado poeta eran tansensuales como los nuestros, dicho sea en honor suyo .

De El hombre importante, de Serra, representada enestos últimos días, puede decirse lo mismo que de lasanteriores . Tampoco la festiva y regocijada musa delmás chistoso de nuestros poetas cómicos ha alcanzadoel entusiasta éxito de otras veces .

Para satisfacer el deseo de novedades que muestranlos abonados á la Comedia, el Sr . Mario ha comenzadoel ensayo de varias obras nuevas . La primera, que se re-presentará dentro de breves días, se titula 1,'l otro y esoriginal del Sr. D. Miguel Echegaray. A esta seguiráLa Charra, comedia en tres actos del popular autor donCeferino Palencia, y más adelante se pondrá en escenauna traduccion del Demi-Monde, que ya ha tenido elpúblico de este teatro ocasion de aplaudir en dos idio-mas distintos . Celebraré que los actores obtengan en laejecucion de la obra de Dumas el mismo éxito que hanalcanzado las compañías de la Marial y de LucindaSimoes .

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La sociedad de autores y compositores que ha toma-do á su cargo la difícil empresa de regenerar el artelírico-dramático-español, y el no ménos difícil propósitode sostener una compañía de zarzuela en el teatro deApolo, empezó sus tareas con gran brillantez, represen-tando durante varias noches la ópera Marina y El ani-llo de hierro .

La cruz de fuego, zarzuela ó drama lírico original delos Sre3 . Estremera y Marqués, estrenado hace pocosdías en este teatro, no alcanzó un éxito completamentefeliz ; pues si bien es cierto que el compositor obtuvomuchos aplausos, no lo es ménos que el libretista dejóbastante que desear. En esta ocasion, como en otras mu-chas, el músico pagó culpas ajenas .

No voy á reseñar el argumento de este melodramaque resulta completamente ininteligible áun para aque-lla parte del público que atiende más al mérito de lassituaciones musicales, que al interés de la obra . Dentrodel convencionalismo del género lírico se puede presen-tar con más claridad la accion, y á esto debe atenderprincipalmente el,señor Estremera si se decido á seguirlas huellas de Olona por el campo de las traducciones .La zarzuela, que tolera lo absurdo y hasta ; lo fabuloso,no admito lo trivial ni lo insignificante .

Mi incompetencia en materias musicales me impidenjuzgar del mérito de la partitura . Las personas inteli-gentes aseguran que la música del maestro Marqués esdigna por todos conceptos del inspirado autor de Laprimera lágrima .

La empresa de este teatro se propone no interrumpirla serio de los estrenos .' Cuando terminen las represen-taeiones de La cruz de fuego, se representará la zarzuelanueva del maestro Arriota San Francisco de Sena, cuyolibro está tomado de la comedia del mismo titulo denuestro inmortal Moreto . El velo blanco, de los señoresZapata y Marqués y La bruja, de los señores Chapí yRamos Carrion, tambien se pondrán en escena durantela actual temporada .

*

Los teatros de segundo órden, que son hoy los quealcanzan el favor del público, no han ofrecido ningunanovedad digna de ser reseñada . Variedades, Lara, Esla-va y Martin, siguen representando las obras del añoanterior, y apenas si los carteles anuncian el estreno de"alguno de esos juguetes franceses que traducen, digá-moslo así, nuestros autores cómicos por amor al arte .

*

Tampoco puedo dedicar mucho espacio al teatro Es-pañol, cuya campaña artística no ha comenzado bajomuy buenos auspicios en la presente temporada . El se-ñor Catalina, director y primer actor de la compañía,en la imposibilidad de ofrecer al público las obras denuestro teatro clásico para inaugurar sus tareas, ba re-presentado, hasta ahora, El arte de hacer fortuna, Porél y por mí, La novela de la vida, y otras obras de reper-torio, que no han conseguido despertar el interés de losaficionados á la literatura dramática. La compañía delEspañol, considerada en conjunto, me parece insufieien •te, y aplazo la opinion que me merecen varios de losar-

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tistas que la forman, para el día en que representen al-guna de las dos producciones dramáticas que, segun sedice, intenta estrenar el señor Echegaray en el citadoteatro .

Ya que dedico la mayor parte de esta revista á ha-blar do lo porvenir, no quiero acabar las presentes lí-neas sin hacer pública una noticia de la cual se ha ocu-pado la prensa periódica . Tan pronto como terminen lasrepresentaciones de Lxcelsior, empezará á actuar en elteatro de la Zarzuela una compañía dramática, dirigidapor los eminentes actores D . José Valoro y D . AntonioVico. Además de los artistas citados, figuran la señoradoña Elisa Mendoza Tenorio y el Sr . D. Francisco Ar-deríus, que, como el D . Juan de Pobres del epigrama, as-pira á regenerar el arte dramático despues de haber in-troducido en nuestros escenarios los bufos, los bailesfantásticos y otros excesos . Si es sincero el arrepenti-miento del célebre empresario, lo aplaudo de todas ve •ras, porque á pesar de todo, es un excelente actor de ca-rácter.

Esta nueva empresa, que es á mi juie o la única quecuenta con elementos importantes para interpretar elgénero dramático, tiene en su poder, ó recibirá en breve,algunas obras nuevas de los señores Sellés, Cano y Va •lentin Gomez . El primero está terminando un drama enprosa . Cano ha concluido otro que se titula La pasiona-ria ; y el último se propone estrenar en los comienzosEl roble herido .

Despues de esto, no necesito decir que en los sucesi-vos números procuraré indemnizar á los lectores de laREVISTA IBÉRICA de la monotonía que ofrece esta re-vista teatral .

Quiera Dios que sin faltará los deberes de la impar-cialidad pueda hablar mucho y hablar bien de autores yactores .

Félix G Llana .

5 ®laaTF-~+T®S .

TU SEPULCRO .

Eras ardiente en tu pasion y hermosacomo el volean que se deshace en lava ;¡y acaso no sabias que te amabacomo al foco de luz la mariposa!

Hoy que la muerte fria y silenciosade arrebatarte la hermosura acaba,aquel mundo falaz que te adulabano arroja flores á la abierta fosa .

Hoy que la muerto, por fatal capricho,te condena á este lúgubre dest¡erro,el mundo olvidará lo que te ha dicho ;

yo que esta caja sollozando cierro,no he de dejarte sola en ese nicho,¡y aquí en mi pobre corazon te entierro!

EL CORAZON Y LA INTELIGENCIA .

Aunque los ojos con afan paseopor las alturas donde Dios palpita,hay quien en esa bóveda infinitala inmensidad del Hacedor no lee .

Otro que ciencia y corazon poseeen lucha eterna y colosal se agita :¡Duda! la mente sin cesar le grita ;y el corazon responde : ¡cree, cree!Mientras para indagar de su existencia

los altos fines, el humano acudatan sólo á la orgullosa inteligencia,

en este siglo de pelea ruda,segun dilate su explendor la cienciairá sembrando por do quier la duda .

UN HIJO DEL SIGLO .

¡Cómo me place el mágico ardimientodel águila que busca resplandores,y al matizar sus alas de coloresel sol la baña en la region del viento!

¡Cuán infeliz en mi ansiedad me sientoal aspirar los célicos'ardoresy no tener los brazos voladorescon que se tiende el ave al firmamento!

¡Yo pretendo sabor en mis querellasqué me oculta la atmósfera argentadadonde giran el mundo y las estrellas!

¡Si es mentira esa bóveda azulada!¡Si son engaño esas antorchas bellas!¡Si detrás de ese azul tampoco hay nada!

SUEÑO Y REALIDAD .

El poeta que roba á la malezadel bosque aciago de misterios lleno,algo amargo al jugo del veneno,algo triste á los ecos de tristeza,

levanta delirante la cabezahácia la nube en que se forja el trueno,para pedir angustias á su seno,al influjo mortal de tu belleza .

El que de inmensa pesadumbre herido,mira en la tierra fúnebre desiertodonde se arrastra ciego y abatido,

si la esperanza es un placer incierto,prefiere estar en la ilusion dormido,que en el dolor de la verdad despierto .

Valentin Marin y Carbonell .

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REVISTA POLÍTICA EXTERIOR .

Los recientes sucesos de París .-La situacion del gobierno fran6s .-Laconducta del general Thibaudin -Preparativos do sus amigos contra elminio río Perry .-La eueolion del Tonkin .-Gestiones de Inglaterra .-El viaje de Mr. Gladslono .-Inteligencias contra Alemania -Actitud deRusia y Tnrgaia .-Silnacion politica de Servia .-Arscoufaneas aus-triacas .-Les nuevos ideales de Bismarck-La política colonial deItalia..-Silnacion interior en aquel país .-La campaña separatista dolos croatas .-El último discurso de Sir Stafford Norlheote .-Noticiasdel Pacilco .

El interés que en Europa despertaban los in-cidentes de la Croacia, manifestaciones elo-cuentísima.s de la terrible lucha de razas quehace mucho tiempo ya se iniciaba en el impe-rio austro-húngaro, ha decrecido por modoconsiderable ante el que tiene la situacion anó-mala del gobierno francés y los sucesos poste-riores á los vandálicos hechos ocurridos en Pa-rís, con ocasion de la visita á la capital fran-cesa"del rey D . Alfonso .

De propio intento he sido y me propongoser en estos artículos muy parco al hablar deestos últimos. La cosa nos toca tan de cerca álos españoles, que pecaria fácilmente de par-cial . El asunto se halla, segun dicen, en viasde arreglo, y no debe, quien de patriota seprecie, contribuir, siquiera, sea en tan modestamedida corno mis insignificantes trabajos loharían, á dificultar las negociaciones diplo-máticas, extraviando, tal vez sin quererlo, laopinion . Mas el otro asusto, el que se refiere ála situacion del momento que tiene el minis-terio francés, encaja de todo en todo en el gé-nero de estos artículos y no he de pasarlo ensilencio al dirigirme hoy á los suscritores dela REVISTA InríRICA .Entre los intransigentes del país vecino,

quienes por cierto son los mayores enemigosde las instituciones políticas que, ilusos, creendefender, cayó como una bomba la dimisiondel ministro de la Guerra, general Thibaudin,impuesta por sus compañeros de gabinete ypor el jefe del Estado, á guisa de satisfacciondel ultrajado honor de España . La cólera queaquellos experimentan, puesta de manifiestoestos dias en los periódicos de su partido, noreconoce límites y tratan de sacar de aquelhecho consecuencias que no caben en cabezabien organizada,

Era imposible que la crisis latente en el ga-binete de París, tuviese otro desenlace . Y loera porque no cabia en lo posible que el pre-sidente de la república vacilara un punto enobrar de aquel modo, tan pronto como el jefedel gobierno le hubiera dado á conocer conexactitud la situacion .

Mal que pese á los intransigentes, ese asun-to se ha resuelto como debia resolverse en unpaís donde rige el sistema parlamentario, cuyacondicion primera y más principal es la per-fecta homogeneidad de pareceres de sus go-

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bernantes . Sin ella, tanto la política interiorcomo la exterior de un país cualquiera, correnpeligros graves que arrancan de la divergenciade opiniones que pueden existir en el gobier-no . Las cuestiones más graves, en vez de serresueltas por sí mismas, dan ocasion á transac-ciones y componendas que, como tales, tienensiempre los inconvenientes de las solucionesdefinitivas y radicales, sin reunir ninguna desus ventajas ; la política carece de la energianecesaria y no hay, en una palabra, gobiernoposible propiamente dicho .

Eso sucedia en el seno del gabinete de Parísy esta es la ocasion de decirlo . Ya hace tiempoque el Sr. Ferry y sus compañeros de minis-terio, habían advertido las dificultades sincuento que les creaba la presencia en el minis-terio de un individuo que siempre, en las cues-tiones de alta monta, como en los más puerilespormenores, opinaba de modo distinto queellos . Pero hasta ahora, hasta la visita de nues-tro rey á la capital vecina, si bien esas dife-rencias de opinion daban á cada paso pretextoá los radicales para que dijesen en todos tonosque el general Thibaudin era el único buen re-publicano del ministerio y que habia que seña-lar á sus colegas á las iras populares por susaficiones reaccionarias, no habian trascendido,por decirlo así, al público de Europa, porque nose habian traducido en actos oficiales . Mien-tras duraba esa situacion, si tirante, no inso-portable despues de todo, el jefe del gobiernono ha tenido más remedio que ir saliendo comoDios le daba á entender, segun una locucionmuy usual entre nosotros, del mal paso quepara él constituia el mantenimiento del gene-ral Thibaudin en el ministerio del 21 de Febre-ro . Y es más ; habia tenido el Sr . Ferry el. buenacuerdo, para suavizar asperezas, de dejar algeneral en cuantos asuntos se referian al ejér-cito, libertad completa de accion, de la cualno ha usado siempre bien el protegido de losanarquistas .

Mas el dia en que aquel ministro de la Guer-ra creyó poder separarse abiertamente de suscolegas, en una cuestion que era de vitalísimointerés para la política exterior de Francia ypara sus relaciones internacionales, la cosa va-riaba de aspecto . En verdad qne ha sido me-nester todo el fanático desden que los radicalestienen á las tradiciones políticas y parlamen-tarias, para que el general Thibaudin no com-prendiese desde el principio que no tenia elderecho de no ir á recibir al soberano de lasdos Castillas á la estacion del Norte, sin pre-sentar antes su dimision de individuo de ungobierno que con insistencia habla solicitadola visita oficial de D . Alfonso XII, rey de unpaís amigo, y más que amigo, hermano . Y yaque creyó más oportuno excusarse de cumplir

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este deber pretextando una indisposicion, susamigos debieron cuidar de no decir á cuantosquerían oirles que-Wdo aquello era una excusay que el ministro de la Guerra de la repúblicafrancesa, absteniéndose de ese acto de corte-sía, había querido demostrar su comunidad deideas con la turba insolente de manifestantesque aquel dia nos insultó en la persona delrey .

Desde aquel momento estaba trazada la líneade conducta del Sr. Ferry, y no podia de ma-nera alguna dejar de seguirla. Tenia, no ya elperfecto derecho, sino el más estricto deberde separarse de un ministro cuyos actos esta-ban en completo desacuerdo con la conductade sus colegas, y podían crear, como en efectohan creado, causas de serios disgustos al go-bierno . Y como era cosa segura que el gene-ral Thibaudin, que por lo visto no lo entendíaasí, siguiendo los consejos de sus protectoresno habla de presentar su dimision de una ma-nera espontánea, el jefe del ministerio no te-nia más remedio que imponerla, y así lo hizo,exigiendo al presidente de la república, ennombre del decoro del sistema representativoy para satisfacer las exigencias de una nacionamiga, que dimitiera á quien de tal modo hablafaltado á las conveniencias diplomáticas y álos usos y costumbres de la cortesía interna-cional .

Pero es claro; los amigos de Thibaudin tie-nen representacion en las Cámaras, son, aun-que pocos, bulliciosos, y no se han dado porvencidos. De ahí la situacion anómala del mi-nisterio Ferry, á quien se trata de atacar conencarnizamiento en toda la línea, tan prontocomo se reanuden las tareas parlamentarias eldia 23 de este mes . Ese asunto y el del Ton-kin, de que tan á menudo he hablado en estasrevistas, serán los dos puntos principales esco-gidos por la oposicion para combatir al minis-terio, segun dicen todos los periódicos ex-tranjeros que he leido estos días, por ciertono con el detenimiento de costumbre, á causade una expedicion inesperada que me ha rete-nido fuera de Madrid más días de los que yopensaba al emprenderla .

Difícil será al gobierno salir gallardamentede la discusion á que darán motivo los nego-cios de Francia en Asia, porque, en puridad,el éxito no ha correspondido á sus patrióticosesfuerzos ; y áun cuando yo opino que másque su desacierto son origen de los semi fra-casos sufridos en el Tonkin por los franceses,las condiciones especialísimas de aquel país yel maquiavelismo sui géneris de los diplomáti-cos chinos, ello es, que hasta ahora son nulas

REVISTA IBÉRICA .

ó punto ménos, las ventajas obtenidas porFrancia 'en la frontera de Annam, y que lasnegociaciones entre el gabinete de París y elmarqués de Tseng, no han conseguido adelan-tar gran cosa la resolucion del problema plan-teado por los banderas ó pabellones negros enaquellas remotas regiones. Limitándome á laquincena que debe abarcar este artículo, habréde decir, que esas laboriosas negociaciones enel fondo, se hallan hoy como las dejé el 1 .° deOctubre, puesto que nada en definitiva sabe-mos á pesar de esos susurrados convenios,cuyos supuestos artículos ha podido ver el cu-rioso lector en las columnas de casi todos losperiódicos importantes de Europa .

A juzgar por el lenguaje de muchas de esaspublicaciones, en los círculos diplomáticos eu-ropeos no se ha perdido la esperanza de quenegocio que tanto interesa á varias naciones,tenga satisfactorio arreglo, merced á las amis-tosas gestiones de Inglaterra, al buen sentidode Francia y China y á despecho de la malavoluntad de Alemania, es decir del cancillerBismarck, que por crear dificultades á sus ad-versarios de siempre, á sus enemigos de 1870,no escasea medios ni se para en barras .

Esas gestiones de Inglaterra habrían dado áestas horas resultados más positivos si laatencion de Mr. Gladstone no hubiera sidodistraída por los asuntos interiores del país,cuya política dirige, y de los cuales hablarédespues, y por los negocios de alta política in-ternacional que le han obligado á hacer re-cientemente un viaje á Copenhague .

La prensa inglesa, obedeciendo por lo visto áuna consigna que el patriotismo le hace respe-tar, trató de quitar importancia á la expedi-cion del ministro inglés, á la córte de Dina-marca ; pero es imposible desconocer que noiba á humo de pajas el jefe de los liberales in-gleses á encontrarse con el czar de Rusia enterreno neutral, en estos momentos en que laalianza centro-europea hace pensar á los ene-migos de Alemania en aprovechar todas lascoyunturas que puedan servir para que fraca-sen lus ambiciosos planes del canciller ger-mánico .La reserva extremada que Mr . Gladstone ob-

serva despues de su regreso á Londrés, no esde buen agüero ciertamente, pues parece sig-nificar que no obstante las atenciones de queha sido objeto durante su viaje, no vuelve muysatisfecho de él .

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Pero contento ó no, Mr. Gladstone ha de-mostrado bien á las claras, que á pesar de suscuestiones con Francia sobre progresos colo-niales del pueblo británico y del pueblo fran-

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cés, cuando se tata de los problemas de altapolítica internacional, del equilibrio europeo,los gobernantes de la Gran Bretaña no vacilanen ponerse junto á quien lo haya menesterpara contrarestar la influencia de Bismarck .En la cruzada iniciada en este sentido por In-glaterra, entrará probablemente el czar mos-covita, quien si ya no lo ha declarado así pa-ladinamente, ha sido, sin duda, por el efectoque en él ha producido la conducta de losanarquistas parisienses con el rey de España .Mas corno no parece sino que Austria-Hungríatiene interés especialísimo en despertar lassospechas de los rusos, no tardará mucho eldía en que sea un hecho la inteligencia del em-perador Alejandro III con todos aquellos quecombatan los ambiciosos planes de Austria enla península de los Balkanes, ó lo que es lomismo, la política exterior del príncipe deBismarck .

El imperio turco, hasta ahora espectadorpasivo de los sucesos que se desenvuelven enel principado, aprovecharia la ocasion parareivindicar sus aspiraciones sin que fuera sufi-ciente á empecerlo la habilidad de Herr-von-Bismarck, quien sin duda en la prevision delos sucesos de ahora, nos asombró hace un parde años, poniéndose á partir un piñon con elsultan turco, enviándole funcionarios públicospara gobernar su Hacienda, militares ilustra-dos para organizar su ejército y recibiendocomo gran merced las insignias de una órdende caballería otomana, en premio á su desinte-resada amistad para el califa .

A todo esto, traducido en hechos que pudie-ran comprometer la paz de esos Estados y á larnarejeda política ya iniciada en Sérvia, en Ru-mania y en Bulgaria pudiera muy bien condu-cirnos las cábalas de última hora del llamadocanciller de hierro .Porque, no fray que negarlo ; la mano de

Bismarck se conoce desde luego en la actituddel rey Milano de Sérvia ; quien, apenas llega-do á su capital, ha decretado la disolucion delParlamento y formado un ministerio que laopinion liberal de su país considera como ungobierno de resistencia, y que ha producidomalditísimo efecto en los círculos diplomáti-cos de Austria . El partido radical servio no sedesanima, y este inesperado rigor del rey, le-jos de quitarle fuerza, lo rodea de gran presti-gio, contra el cual dudo mucho que pueda lu-char con ventaja el ministerio que ha juradoestos dias en Belgrado .

El canciller de Guillermo de Alemania, porotra parte, siente ahora, segun las noticiasque durante la pasada quincena ha comunica-do toda la prensa europea, inusitada comezonde hacer de su país una gran potencia colo-nial. Dícese que el gobierno aleman piensa

REVISTA IBERICA .

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enviar un ministro plenipotenciario á Coreaencargado de convenir un-tetado en virtuddel cual pudieran los alemanes establecersepara comerciar en aquel país . Háblase de ges-tiones nuevas con respecto á determinadospuntos del Archipiélago Filipino y vuelve ásusurrarse que Alemania trata de establecercolonias en ciertas costas del Pacífico . Tengopara mí que uno de los muchos errores recien-tes del gran Bismarck es ese extemporáneoafan de colonias . El imperio germánico tieneuna mision histórica que cumplir, bien dife-rente de la misiori que todos atribuimos á In-glaterra, y desconocerlo como parece descono-cerlo la inteligencia clarísima del cancilleraleman, pudiera muy bien acarrear perjuiciosgravísimos á su país, que bastante tiene parasu gloria y su ambicion con la influencia ex-traordinaria de que goza en Europa .

Deje Bismarck para otros pueblos, entre loscuales bueno será que nos vayamos acostum-brando á contar á España, el cuidado de pen-sar en colonias, y conténtese con su papel quees bien importante y que muchos le envidian .

Y ya que de asunto de colonias hablo, vieneaquí como de molde resumir brevemente lasnoticias que estos dias han publicado los perió-dicos de Roma sobre los principios que el go-bierno italiano acaba de adoptar como base desu política colonial. Un artículo, no recuerdosi de ll Dírillo ó de otro diario ministerial, hallamado estos días la atencion de Europa ; des-pues de establecer un paralelo entre las fuer-zas navales de Francia y de Italia, el autor deltrabajo á que me refiero, que pasa por haberseinspirado en elevadas esferas oficiales, hacenotar que la marina militar francesa es muysuperior en cantidad y en calidad, es decir,en número de buques y en clase de armamen-to, á la marina italiana, y que por lo tanto,mal pueden tener un carácter belicoso y agre-sivo los trabajos militares y marineros em-prendidos recientemente por el gobierno delrey Humberto, que obedecen sólo á ciertosplanes coloniales acWiriciados por Italia y queen nada se relacionan con los que Francia pue-da tener. Tambien he de hacer notar, porquela circunstancia no es para echada en sacoroto, ahora que la amistad de italianos conalemanes y austriacos tiene sobresaltados á losfranceses, he de hacer notar, digo, que ese ar-tículo publicado en un periódico ministerial yá todas luces oficioso, termina haciendo decla-raciones de alta estima, de extremada simpa-tía para Francia y evocando el recuerdo de lasbatallas en que franceses é italianos juntosganaron gloria para ambos ejércitos .

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En las cuestiones interiores de Italia nadaha ocurrido que sea digno de mencion desde laúltima vez que tuve ocasion de tratarlas en laREVISTA ImhiIU 1 .

En pleno interregno parlamentario, que elgobierno debilitado por la poca acertada solu-cion que Depretis dió á la última crisis parcial,procurará prolongar cuanto le sea posible,todos los asuntos siguen aplazados ; y minis-teriales y oposicionistas en la inaccion másabsoluta, como si temieran el desencadena-miento de grandes tormentas, que segura-mente estallarán tan luego como se trate deresolver los problemas de antiguo planteados,y tan pronto como sea expuesta á la razonadacensura pública la política exterior del gabi-nete .

La extrema izquierda trabaja mucho estosdías para apercibirse al combate parlamenta-rio, y sus aprestos no dejan de preocupar alministerio, que sabe cuán difícil le ha de sersalir airoso en la empresa de defenderse de lasacusaciones que se le dirigigán .

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En Austria-Hungría toda la habilidad, todoel buen deseo del Sr . Tisza han sido inútilespara conseguir que las cosas en Croacia que-daran en el estado en que se hallaban antes delos sucesos tristes ocurridos en aquella regiony de los cuales procuré dar cabal idea á loslectores de esta REVISTA en el anterior númerode este mes . En el Parlamento han venido ádiscusion aquellas ocurrencias, y de la maneramás vigorosa y terminante se han manifesta-do las tendencias separatistas que nos ve-níamos temiendo y que fi la larga acabaráncon la integridad de aquel imperio .La extrema izquierda del Parlamento hún-

garo ha rechazado las proposiciones concilia-doras hechas por el gobierno, el presidente delcual, despees de negar que hubiera consultadocon el austriaco para tratar la cuestion, haprocurado, con alta prevision política, en miconcepto, separar las responsabilidades de losdos ministerios de aquella monarquía . Comoes natural, el partido croata cree que todo estole (la una oportunidad de reivindicar para laDieta provincial el derecho de interpretar lasleyes votadas por el Parlamento, y como loshúngaros están dispuestos á no perder la ba-talla, resultará un conflicto que, por ahora,sólo será parlamentario, pero que bien pudieratomar otro carácter. Afortunadamente pareceque se han iniciado en la prensa de ambos par-tidos temperamentos de conciliacion, siquierapara hasta despues de resuelta la cuestion deOriente, que tal vez haga cesar estas hosti-lidades, cual conviene á Hungría y á Croacia,

y cual debe desear ardientenynte el gobiernode Viena .

En Inglaterra los conservadores han dadonuevo vigor á la campaña contra el gobiernoliberal ; pero á juzgar por las muestras, éstedebe preocuparse poco con los esfuerzos desus adversarios políticos para derrocarlo. SirNorthcote ha pronunciado recientemente undiscurso violento contra el ministerio, antesus electores, en el cual nada nuevo ha dicho .Todo se ha reducido á repetir lo que otros ciendijeron antes de ahora en las Cámaras . Deci-didamente no es Sir Stafford Northcote dignosucesor, en el terreno político, del eminenteDisraeli, ni adversario temible para el ilustreGladstone .

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Tristes en extremo son las noticias últimasque el telégrafo y los correos nos trasmiten delas repúblicas del Pacífico . Yo no sé qué causaoculta, qué ambiciones miserables y qué pa-siones rastreras se oponen allí al restableci-miento de la paz entre pueblos que, comoChile y el Perú y Bolivia, debieran ser her-manos. Yo no sé qué fatal desconocimiento delo que á todos conviene, empece la termina-cion de la guerra sangrienta que desde hacecuatro años asola aquellas naciones ; pero elloes que cuando mayores van siendo en Europalas esperanzas de paz y mayor la satisfaccionde cuantos profésamos á los países sud-ameri-canos verdadero afecto de hermano, vienen ámatar esas esperanzas y á empañar esa satis-faccion noticias del recrudecimiento de hosti-lidades entre los pueblos del Pacífico .

Eso sucede ahora ; la guerra toma impulsonuevo ; chilenos y peruanos movilizan sus tro-pas, y asuntos que ya creíamos para siempreen manos de la diplomacia vuelven á ser con-fiados al éxito de las batallas .

¡Dios tenga compasion de aquellos pueblosy exija estrecha cuenta á los responsables delos desastres nuevos que allí han de ocurrir!

Angel de Luque .BEadrid 16 de octubre de 1883 .

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