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ANTROPFAGOS CON ESPADA
LOS L~MITESDE LA CONQUISTA
Ricardo Piqueras Cspedes
Universidad de arcelona
Uno de los temas ms controvertidos sobre la realidad de la Amrica indgena
es e l que hace referencia a las descripciones y acusacin de canibalismo de quefueron objeto multitud de culturas nativas en el mom ento del contacto con el m un-
do occidental. Desde los Caribes descritos por los primeros Tanos que informa-
ron a Coln, pasando por los Aztecas, los Chichimecas del no rte de Mjico, los
mayas de Yucatn, los Tupinambas de Brasil o los Guaranes de Paraguay. Todas
ellas y muchas otras fueron acusadas, por conqu istadores, religiosos y cronistas
de Indias en e l siglo XVI, de prcticas antropofgicas ms o menos extendidas.
El propio Cristbal Coln con las primeras descripciones del mundo ind gena ame-
ricano durante el primer viaje1,el ~ o c t o r lvarez Chanca2comentando los pormenores
del segundo y el cronista Pedro Mrtir de Anglera3,nico de los tres que no estuvo
en Amrica, ayudaran a plasmar en poco tiempo la iconografa definitiva del indio
canbal, que Juan Lpez de Velasco4en el XVI y Antonio Vzquez de Espinosa5en
1. C.Coln. Textos
y
docum entos comp letos, ed. de Consue lo Varela, Mad rid, 1982 , pp. 51, 114
y 145.
2. Alvarez Chanca. Cartas de particulares a Coln y otras relaciones coetneas, J.GiI y C.varela
eds.), M adrid, 1984, pp.159-160. Sevillano, mdico de la corte
y
de la princesa doa Juana , el Doctor
Chanca fue en calidad de fsico principal en el segundo viaje colombino.
3 Anglera, Pedro Mrtir De. Dcadas del Nuevo M undo. Primera dcada, 1511 Ed. Edmundo
O,Gorman, 2 vols. Mxico, 1964-65.
4. Lpez de Velasco. Juan. Geografa
y
descripcin universal de las Indias. B.A.E. T.CCXLV III,
Mad rid, 1971. Publicada por vez primera en 1894.
5. Vzquez de Espinosa, Antonio. Com pendio y
descripcin de las Indias Occiden tales. editada
de forma incompleta en 1628. Edicin completa en ingls en 194 2.
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el XV ll se encargaran de compendiar en sus respectivas crnicas geogrficas. R-
pidamente los castellanos asociaron la palabra canbal6, nventada por ellos mismos,
a los conceptos de salvajismo, agresividad y resistencia. El indio hostil era un brbaro,
un salvaje que se opon a a la autoridad soberana de los monarcas espaoles y a su
propia salvacin esp iritual y por extensin, un claro candidato a ser considerado an-
tropfago. Valgan como e jemplos dos escuetas citas; extrada la primera de ellas de
la descripcin de la Gobernacin de Venezuela y R o de la Hacha por parte de Juan
Lpez de Velasco:
(>.or ello, An-
thony Pagden considera que
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alegaba en su obra ((Demcratesalter, sive de iustis belli causis apud indos)>14
bsicamente cuatro razones que volvan legtima una guerra. La segunda de e llas
pasaba por:
< desterraras torpezas nefandas
y
el portentoso crimen de devorar carne humana, crmenes
que ofenden a la naturaleza, para que sigan dando culto a los demonios en vez de drselo a
Dios, provocando con ello en altsimo grado la ira divina con estos monstruosos ritos y con la
inmolacin de vctimas humanas.~~15.
Canibalismo, idolatra, sacrificios humanos; todo era vendido en un m ismo pa-
quete publicitario que pretenda presentar a las culturas indgenas con todos aque-
llos defectos que interesaba achacar a algo desconocido y que solo interesaba com-
prender en funcin de la necesidad de control y dominio. Como expone Beatriz
Pastor en su ((discursonarrativo de la conquista de Amrica>>16,arece que haya
toda una estrategia montada (de la que participara Seplveda) en torno a l objeti-
vo de privar a los indgenas de toda forma de hum anidad.
Por ltimo hacer referencia a la postura del ex-encomendero, capelln militar y
posteriormente nombrado protector de los indios, Fray Bartolom de Las Casas.
Al contrario que Seplveda que sostena que los indios eran brbaros, incapaces
de gobernarse y siguiendo la doctrina Aristotlica, esclavos por naturaleza, Las
Casas defenda la racionalidad, libertad y capac idad de autogobierno de los ind-
genas . Sin embargo, Las Casas tambin se interroga sobre los posibles ttulos
legtimos e ilegtimos del dominio sobre los indios y, si entre los primeros, rechaza
el que los pecados de los indios sean justo ttulo para hacerles la guerra, siguien-
do en ello los postulados de Vitoria y Soto, en el quinto de los siete titulos legti-
mos, que aduce, defiende el derecho a intervenir para evitar que los indios siguie-
ran cometiendo sus pecados nefandos, (antropofaga, sacrificios humanos) no como
un castigo por los mismos, sino para salvar a los inocentes que son vctimas de ellos
y
siempre atendiendo hacer el mnimo dao posible.
Aun atendiendo a la am bigedad de que hicieron gala algunos de los pensa-
dores y telogos del XVI sobre la justificacin de la guerra en base a la existencia
real o no del canibalismo, las evidencias histricas nos dicen que los indgenas
sufrieron la violencia, la represin y algunos de los castigos ms crueles (aperrea-
mientos, degollamientos o crem aciones entre otros) de la poca, en funcin de ser
~ < cu l pab l es~ ~e esas conductas. Real o imaginario, el canibalismo de los caribes
(incluyendo en el trmino grupos an tillanos o del rea circuncaribe considerados
as por los espaoles, aunque no fueran de filiacin caribe) serv ira de pretexto para
la justificacin o su exterminio.
14. Seplveda, Juan Gins de. Tratado sobre las justas causas de la guerra hecha contra los
indios, Mxico, F.C.E. 1987.
15. Juan Gins de Sepulveda. op.cit. p.155.
16. Beatriz Pastor, Discurso narrativo de la conquista de Amrica. Ed. Casa de las Amricas, La
Habana, Cuba, 1983,lO.
17. Las Casas, Tratados, Mxico, F.C.E. 1974. Vase en esta obra T.1, el Sumario que hace
Domingo de Soto, sobre la polmica Las Casas-Seplveda.
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Esos otros canbales
Sin embargo constatando la masiva literatura antropolgicaI8 que e l tema del
canibalismo en general y los ejemplos americanos en particular han provocado a
lo largo de la historia poco o nada se ha escrito sobre las actitudes y comporta-
mientos canbales de los propios conquistadores del siglo XVI que en circunstan-
cias diversas cayeron en el mismo pecado capital por el que tericamente justifi-
caban su superioridad moral y humana sobre el mundo indgena.
Y
comoq quiera
que sea, nos encontramos en pleno siglo XVI con la para-
doja de una nacin que persigue el canibalismo y que lo emplea como c sus
bellicontra los indgenas que quiere conquistar,y que n o slo tiene una lar-
ga tradicin en la prctica del canibalismo de penuria, sino que a lo largo de
su labor civilizadora en el Nuevo Mundo va a practicarlo con pasmosa
asiduidad>>lg.
Esta flagrante contradiccin entre pensamiento y acciones entre la
y la
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que una re ferencia excepciona l y local dentro del contexto de los hechos de la
conquista.
Los conceptos de rechazo, hechos inauditos y extrema necesidad a que se re-
fiere el autor, han sido seguramente los factores por los que ningn historiador se
kia parado a inventariar y analizar con detalle las mltiples referencias que hay sobre
casos de canibalismo hispano en la Amrica de l siglo XVI. Estara claro para una
mayora de historiadores, que los casos de antropofaga hispana que se pueden
rastrear en las crnicas seran mnimos, obedeceran a situaciones de c lara excep-
cionalidad y evidentemente fueron siempre hechos reprobados por los cronistas
como en el caso de la cita de Oviedo. Pues bien, el pretendido rechazo, la excep-
cionalidad de los hechos y la extrema necesidad no siempre cuadran con la reali-
dad de las descripciones, juicios y com entarios que nos ofrecen protagonistas y
cronistas de los acon tecimientos. Por tanto, son conceptos que ya de en trada
deberan ser cuestionados o cuando menos matizados a la hora de abordar cual-
quier investigacin histrica sobre el tem a en cuestin.
La
razn es bien sencilla;
ni seran hechos inauditos, puesto que el estudio de las fuentes nos ofrecen nume-
rosos ejemplos a lo largo del XVI en toda la geografa colonial americana desde
Texas a Argentina, pasando por Panam, Venezuela o Colombia), ni todos ellos
fueron casos enjuiciados y rechazados moralmente por los propios cronistas, ni
pueden ser enmarcados siempre bajo el ep grafe de
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problemas de abastecimiento alimentario y tres das antes de desembarcar en
Cdiz, virtualmente perdidos los pilotos, numerosos marineros eran de la opinin
de dar velas al mximo, pues:
25.
Es la primera referencia a una similitud de comportamiento antropfago entre
los caribes canbales y los espaoles. La referencia nos presenta un intento abor-
tado de prcticas antropofgicas en e l que las vctimas seran los indgenas que
Coln se traa consigo de regreso a la pennsula. Hub iera sido un caso, si Co ln
no lo impide, de exocanibalismo violento, pues hubieran tenido que sacrificar a los
indgenas, para aprovechar su carne. Comrselos, o tirarlos por la borda para re-
cibir una mayor racin. No es una situacin de extrema necesidad an quedaban
mnimas raciones), pero si es un ejemplo de que muchas veces, el contexto cultu-
ral y la relacin social establecida entre espaoles e indgenas, actu como
condicionante ante el hecho de que, si haba que sacrificar a alguien, evidentemente
estos eran los indgenas, los < otros>>,os extraos al prop io grupo social.
El anlisis crtico en este caso, vendra dado en primer lugar porque la versin
del hijo natural de C oln es la nica con la que contamos para verificar los hechos,
y segundo por el propio inters poltico de Hernando en situar a su padre como el
hroe de la accin al imponer su autoridad ante una situacin ticamente recha-
zable, reforzando con ello su papel no so lamen te de liderazgo poltico sino de
compromiso cristiano frente a los monarcas castellanos. A mayor exageracin de
la accin, mayor valor recibira la accin de su padre.
El propio Coln, que inaugura las descripciones de los caribe comehombres,
sera as si diramos por vlida la versin de Hernando) uno de los protagonistas
del p rimer inters hispano por las posibilidades alimenticias humanas, en este caso
indgenas.
Y en este sentido, el caniba lismo de
Pagden, puede convertirse en justificativo del propio, entendiendo desde los pro-
pios valores culturales y ticos que no se com en o matan
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Buscar un mnimo de objetividad en el tema nos llevar evidentemente a inten-
tar establecer correctamente los hechos narrados, realizando una valoracin crti-
ca de las fuentes si querem os discernir la validez o no de las m ismas. La compa-
racin de versiones y fuentes cronsticas cuando sea posible, la utilizacin prefe-
rente de fuentes primarias, la diferenciacin entre testigos oculares y testigos indi-
rectos y el anlisis del contexto histrico en el que se produce el hecho analizado,
son pautas obligadas para acercarnos a una realidad que, como en el caso de la
interpretacin del canibalismo indgena, es ante todo diversa y fcilmente mani-
pulable por mltiples intereses, ya sea de los propios protagonistas o de los cro-
nistas que recogen posteriormente los acontecimientos .
He situado el ejemplo de la cita de Hernando Coln, primero, porque es una de
las primeras referencias en el anlisis del canibalismo hispano en Amrica y por-
que lleva en s misma algunas de las particularidades que hay que tener en cuen ta
a la hora de abordar el anlisis de este tipo de fuentes. Tambin porque es un ejem-
plo de la diversidad de actitudes y comportamientos que los espaoles adoptaron
frente a situaciones mas o menos lmites derivadas del proceso m ismo de descu-
brimiento y conquista.
La diversidad pasara por poder establecer una serie de categoras de com por-
tamiento can bal donde puede verse reflejada la clara contradiccin entre palabra
juicios ticos y morales sobre el mundo indgena) y obra actuaciones concretas
de los espaoles) en Amrica:
1 Pensamientos antropfagos en base a situaciones de caresta alimentaria
Comentarios, pensamientos en los que la antropofaga hace acto de presencia
aunque sea en un plano meramente ilusorio. El cronista o protagonista, comenta o
diserta sobre una s ituacin de carencia alimenticia y en ella introduce referencias
casi siempre de exocanibalismo, tendientes a superar esa situacin de hambre. Es
el ejemplo de una de las entradas de Jorge Robledo26, apitn del enviado de Pizarro
Lorenzo de A ldana, narrada en la R elacin del Descubrimiento de la P rovincia de
Antioqua Colombia), cuando el protagonista afirma que
Tantopudo la hambre
que ya desebamos topar indios, que, aunque fuera a bocados, peleramos
con ellos>>27.l indio es visto ya, no solo como un enem igo blico y por ello pres-
cindible, sino com o una alternativa vlida a la falta de alimentos y a l ham bre. De
enemigo rechazable pasa a ser pensado como un enemigo apetecible y consumible.
26 J.Robledo part icip en la conquista de los Andes no rteos como enviado de Lorenzo de
Aldana,
y en sucesivas entradas fund localidades como S anta Ana de los Caballeros 1539), Cartago
1540) o Santa Fe de Antioqua 1541), teniendo com o ilustre acompaante al cronista Pedro Cieza
de L en, con quin habra pasado a las Indias hacia 1534 . Muere en 1546, vctima de las disputas
de pod er poltico y territorial con las gentes de Belalczar.
27 Relacin del Descubrimiento de la Provincia de Antioqua por el escribano Sordilla. Colec-
cin de Documen tos Inditos para la Geografa e Historia de Colombia, por Antonio B.Cuew o. T omo
11
p.399.
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Actitudes antropfagas frustradas que no llegan a materializarse
Frustradas ya sea porque el prop io mando reprime la accin antes de que esta
llegue a producirse o porque las posibles vctimas de tales actos normalmente os
indios) huyen o no es tn al alcance para ser capturados. En esta categora se
enmarcara el episodio narrado por Hernando Coln sobre el regreso del segundo
viaje de su padre, cuando ante una actitud claramente antropfaga y consciente
por parte de algunos marineros,,, much os, com o caribes, que ran com erse a lo s
in d io s que llevaban,), se impone la autoridad del mando en este caso la del pro-
pio Cristbal Coln) que evitara la puesta en marcha de la accin.
3
Prcticas antropfagas inconscientes o accidentales
En este apartado podremos encontrarnos con episodios ms o menos acciden-
tales de consumo de carne humana por parte de espaoles en actos de conquista.
Curiosos son los dos casos protagonizados por los hombres de la expedicin del
licenciado Juan de Vadillo por el valle del Cauca Colombia) en 1537y que recoge
Cieza de Len en su Crnica del Per. En ambos casos los protagonistas se da-
rn cuenta de su error, aunque en el primero de ellos, desgrac iada o afortunada-
mente para ellos segn el cronista, demasiado tarde.
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vctimas no pertenecen al mismo grupo social de los verdugos y adems se utiliza
el asesinato para adquirir el humano alimento. Cualquier estudio en profundidad
revelara seguramente que estos son los casos que con mayor frecuencia se produ-
jeron y donde se evidenciara un etnocentrismo de supervivencia levado a sus lti-
mas consecuencias. La condicin bsica para que se de esta circunstancia es evi-
dentemente la presencia del indgena, al lado del conquistador, presencia fcilmente
constatable en gran parte de los acontecimientos histricos del perodo de conquista.
Como ejemplos de esta categora se pueden citar varios:
Entre ellos un episodio recogido por Gonzalo Fernndez de Oviedo sobre el viaje
de Juan de La Cosa a Urab en 1504, en su intento de ocupacin de la Tierra Fir-
me. Despus de mltiples correras, destruyendo y esclavizando todo lo que se
pona por delante, algunos de sus hombres;
[[vindose en extrema necesidad, mataron a un indio que tomaron, e asaron el asadura, e la
comieron e pusieron a cocer mucha parte del indio en una gran olla, para llevar que comer en
el batel donde iban los que esto hicieron. Y como Johan de La Cosa lo supo, derramles la
olla que estaba en el fuego a cocer aquella carne hum ana, e ri con los que entendan en
este guisado , afendolo,>2g.
La gobernacin de los alemanes en Venezuela 1528-1546), dio lugar a varias
expediciones de exploracin que provocaron situaciones de penuria alimenticia y
prctica del canibalismo. El diario de Felipe de Hutten sobre la expedicin de Jor-
ge de Espira 1535-38) deja constancia de que
algunos,contrariando la natu-
raleza, han comido carne humana: As se encontr un cristiano que coci la
cuarte parte de un nio junto con algunas verduras)>30.
De manera mucho ms prolfica en cuanto a testimonio^^^, la expedicin de
Ambrosio Alfinguer 1531-33) es seguramente la que ha dejado las mayores des-
cripciones de prcticas canbales llevadas a cabo por espaoles con vctimas in-
dgenas. Destacar simplemente la postura tomada por algunos de aquellos hom-
bres de la hueste del gobernador alemn, los cuales ante una situacin de ham-
bre, fatiga y tensin, pensaban
queera bien atar a aquellos indios e llevarlos
para comer en el camino, porque los que viniesen no los matasen y comie-
sen a ellos>>32.
El razonamiento es bien sencillo y no deja lugar a dudas; convencidos los es-
paoles del canibalismo de los indgenas con los que entran en contacto, antes que
morir comidos, mejor morir comiendo. Del miedo al canbal y a la propia muerte,
29. Fernndez de Oviedo, G. op.cit. Lib.L, Proemio V, p.306.
30. Diario y cartas de Felipe de Hutten, en Joaqun Gabaldn Mrquez comp.), Descubrimiento
y Conqu ista de Venezuela, B.A.N.H. Caracas, 1962 , T.II, p.368.
31. G.Fernndez de Oviedo en su H istoria General y Natural de las Indias 1535-1547 ); Fray Pedro
de Aguado y su Recopilacin Historial, no publicada has ta el siglo XX, Juan de Castellanos en sus
Elegas de varones Ilustres de Indias
1
577-1 578), Oviedo
y
Baos en la Historia de la conquista y
poblacin de la provincia de Venezuela 1723) o Francisco Martn en su relato personal, son los prin-
cipales cronistas
y
en el caso de Francisco Martn, protagonista, que han recogido diferentes ver-
siones con mltiples referencias sobre los hechos acaecidos en dicha expedicin.
32. Fernndez de Oviedo, G. op.cit. l ib.VI, parte 2 p.27.
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se pasa a asumir el rol canbal como alternativa de supervivencia, provocando evi-
dentemente la muerte ajena. Se convierten as en lo que acertadamente Juan de
Castellanos sealaba en sus elegas como >e otra opcin, ni siquiera de la tan utilizada la
despensa indgena, se aprovechan como ltimo recurso los cuerpos de los com-
paeros de fatigas que ya han muerto, sea de hambre, agotamiento o de enferme-
dad. La Historia de Santa Marta de Fray Pedro de Aguado nos introduce sin tapujos
en el endocanibalismo hispano:
cino que
33. J.Castellanos. Elegas de varones ilustres de Indias, B.A.E. Madrid, 1944, T.IV, Parte II, Ele-
ga 1 canto III, p.205.
34. Fray Pedro de Aguado. Historia de Santa Marta, Lib II, cap.8.
35. Los sucesos del asedio de Santa Mara del Buen Aire, fundada el
2
de febrero de 1536 por
Pedro de Mendoza, fueron recogidos entre otros por
U.
Schmidl. Alemanes en Amrica, Crnicas
de Amrica 15, Madrid, 1985, p.141 y Ruy Daz de Guzmn en su crnica La Argentina, Crnicas
de Amrica 23, adrd, 1986, p.122.
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adems se utilizara el asesinato de los propios compaeros, como hecho previo
al acto canbal. La posible excepcionalidad de estos hechos no impide la existen-
cia de referencias que nos ayudaran a situar los autnticos lmites de la conquis-
ta. Y si continuamos con la cita anterior de Aguado, esta nos dice:
36.
Los temores de los hombres de Quesada, se vieron confirmados miles de kil-
metros mas al norte, cuando durante la expedicin de Pnfilo de Narvez a la F lo-
rida
(1
528 , sta queda desarmada y grupos de nafragos acaban vagando por di-
versas zonas costeras del golfo de Mxico. El relato que de los hechos nos dej
Alvar Nez Cabeza de Vaca en sus conocidos
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quistadores del XVI. Y hablamos de conquistadores porque el tema del canibalis-
mo h ispano va ligado al hecho de la conquista en s, con todo lo que ello represen-
ta. La rapidez de las acciones, la inadaptacin y desconocimiento del medio geo-
grfico, la precariedad de m edios, el riesgo asumido, la tensin del enfrentamien-
to blico, la obsesin por el oro, por alcanzar lo inalcanzable, factores todos ellos
que van ligados a la inestabilidad de un marco fronterizo donde interaccionan fuer-
zas humanas culturalmente antagnicas.
Los Imites de la conquista los situaba la propia hueste, el propio conquistador,
al adentrarse en territorios hostiles para el, sin la necesaria preparacin y adapta-
cin. Se situaban en Imites extremos cuando la pretendida superioridad moral y
tecnolgica con que actan los castellanos en Amrica, les impulsaba a saltarse
los mnimos Imites de seguridad requeridos y a depender temerariamente de un
mundo indgena que no siempre respondi a sus expectativas. Cuando este falla,
cuando los indios son ms hostiles de lo previsto y fuerzan a la hueste en retirada;
o cuando simplemente el contacto no existe y el conquistador pasa a tener como
enemigo la prop ia naturaleza, o sus propias obsesiones, entonces es fc il encon-
trar situaciones de riesgo donde la degradacin social y alimentaria de los grupos
de conquista pueda llevar a la prctica canbal.
En este contexto, el hambre, entendida en su doble faceta de agresin biolgi-
ca y psicolgica el hambre se siente fsicamente pero tambin se piensa, se sufre
mentalmente), es el paso previo obligado a cualquier episodio de antropofaga. Ello
no quiere decir, que siempre que haya hambre en la conqu ista tengamos que en-
contrar casos de canibalismo. El mapa del hambre de la conquista abarca todos
los territorios donde lleg la presencia hispana y es difcil encontrar entradas o
expediciones de la primera mitad del siglo XVI, que no tuvieran problemas de abas-
tecimiento alimentario y que sus hombres no se vieran obligados a dejar de comer
ms de un da o a m antenerse con m nimas raciones de m az, cazabe o tocino du-
rante semanas. En este sentido, hubo expediciones con hambre intensa y sin ca -
nibalismo y otras en que a lo mejor la situacin no era tan extrema y se recurri a
la prctica canbal. Por ello, coincido con Peggy Reeves en que
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Tambin es lgico pensar que en las muchas expediciones realizadas a lo largo y
ancho del continente americano en las que se pasaron dificultades alimenticias,
pudieron llevarse a cabo actos de antropofaga que fueron ocultados por los pro-
pios protagonistas y que no llegaron a saberse ni a relatarse nunca. Nadie se va a
acusar de actos canbales, cuando sabe que la sociedad en general no lo acepta
y se lo recriminara. Los que han salido y van saliendo a la luz, son aquellos casos
mas notables, ocurridos en viajes, entradas y exploraciones de las que tenemos
constancia documental suficiente porque como mnimo hubo alguien que vivi para
contarlo por si mismo caso de Alvar Nez) o para dar relacin de los sucedido a
alguno de los cronistas generales o particulares) que constantemente recopilaban
informaciones y versiones de los hechos mas importantes.
Lo que tengo claro por tanto es que la historia del canibalismo hispano en
Amrica, en gran parte debe ser una historia oculta por la propia marginalidad, de
gran parte de los protagonistas y de los hechos en los que estos actuaron.
De cara a un estudio crtico y pormenorizado de este tema, seguramente ten-
dran que comprobarse, matizarse, cuando no desecharse, algunas de las gene-
ralidades que a priori se intuyen y que pueden ser consideradas al tratar el caniba-
lismo hispano de la conquista:
A- Que el canibalismo hispano y sus formas, no pueden ser entendidas desde
un enfoque simplemente materialista, como una adaptacin extrema al
hambre) y habr que conceptualizar la prctica canbal hispana como parte
de la propia lgica cultural. En este sentido la asimtrica relacin cultural que
se establece entre sociedad colonial y mundo indgena, condicionara la
facilidad con que muchas veces se traspasa la barrera tica y moral que
constituye el canibalismo en la sociedad occidental.
0 Que es un Canibalismo ligado a la propia dinmica del proceso de conquis-
ta y a las actividades de riesgo que esta comporta. En este sentido, a mayor
riesgo mayores posibilidades de caer en situaciones de penuria alimenticia,
de hambre prolongada, de angustia frente a la muerte y de llegar al terreno
de las tentaciones canbales.
C- Que lgicamente estamos hablando de algo que, aunque pudo darse con
relativa frecuencia en determinadas situaciones, siempre fue una prctica
antisocial que se realizara uera del control social del grupo en el que se ins-
cribe. Aunque la prctica canbal casi nunca se nos presenta como un he-
cho individual, si que viene condicianada por la marginalidad numrica de
los grupos de individuos que intervienen en dichas prcticas. De hecho, no
se conocen actos canbales masivos realizados por espaoles, ni prcticas
realizadas y consentidas por los mandos presentes en esos momentos.
D- Que a pesar de la diversidad en las formas de abarcar la prctica canbal, nos
encontraramos bsicamente ante la existencia de un canibalismo de proyec-
cin exocanibalismo) hacia el mundo indgena, entendido este como un
mundo de rango inferior en su condicin humana y por tanto violable en todos
los sentidos. Podramos hablar de una actitud de superioridad canbal. Se mata
y se come porque uno se sita siempre por encima de lo que se come.
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E- Habra que valorar el carcter y a veces la ambigedad de las opiniones
crticas
y
juicios de valor de los que narran los acontecimientos. Crticas
contundentes frente a actitudes justificatorias o simplemente sospechosa-
mente neutras. La crtica de las fuentes ha de ser fundamental para valorar
la medida real de la prctica canbal.
ibliografa
ARENS, W.
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