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Ao 6 / N 8 / 2013
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Opinin: LA CONTROVERSIA MARTIMA BOLIVIANA CONTRA CHILE PRESENTADA EN LA HAYA
Desminado:EN EL CUMPLIMIENTO
DE LA CONVENCINDE OTTAWA
Polica Martima: EFICIENCIA EN EL COMBATE CONTRA EL NARCOTRFICO
Asmar:UN DIQUE NEW PANAMAX
COMO CONTRIBUCINAL DESARROLLO
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urante la dcada pasada, en el hemisferio se vieron incrementadas las
acciones terroristas y las vinculadas con el crimen organizado, cambian-
do el formato de la guerra antes centrada en los teatros de operaciones clsicos.
Es as como surge la pregunta:Estas formas posmodernas de conflicto reempla-
zarn totalmente a las guerras convencionales?
La respuesta es que se produjo un cambio de paradigma, porque se pas del
enfrentamiento entre fuerzas comparables en un campo de operaciones casi
determinado, a una confrontacin estratgica entre varios combatientes donde
muchos de los que luchan contra un ejrcito regular solo tienen en comn este
enemigo y usan todo tipo de armas.
Estos conflictos armados y violentos involucran actores no estatales, que van des-
de milicias armadas hasta organizaciones y redes criminales, produciendo pro-
blemas ms complejos, multidimensionales y en muchos casos transnacionales
todos de difcil superacin. Una de las manifestaciones ms claras de este nuevo
tipo de acciones lo constituyen el terrorismo y el crimen organizado, derivan-
do en el narcoterrorismo, con sus mltiples vinculaciones con la inseguridad y la
violencia, lo que afecta directamente a la ciudadana, donde el porcentaje de
bajas es cada da mayor. En este tipo de conflicto, las bajas civiles son sensible-
mente mayores que en las guerras anteriores.
Todo esto ha llevado a que en Latinoamrica se haya empezado a emplear a las
Fuerzas Armadas en tareas propias de las Fuerzas de Seguridad, en una gran
gama de actividades que son ajenas al tradicional y normal desempeo de es-
tas, lo que de alguna manera constituye una dificultad en el quehacer de cada
pas, pero tambin es un gran apoyo al combate contra el crimen organizado el
uso de las capacidades propias de las primeras.
Es este el verdadero dilema que deben resolver los gobernantes de cada pas.
Deben las Fuerzas Armadas involucrarse directamente en la lucha contra el cri-
men organizado al igual que las Fuerzas Policiales? o Las Fuerzas Armadas de-
ben colaborar con las Fuerzas Policiales utilizando todas sus capacidades dispo-
nibles, no involucrndose directamente con los criminales o terroristas?
Como los problemas de seguridad son propios de cada Estado, no es posible dar
una receta nica, pero a nuestro entender, pareciera que la segunda de las inte-
rrogantes es la correcta, vale decir, que las Fuerzas Armadas apoyen con sus
capacidades tcnicas y especialmente de inteligencia en las tareas que son
propias de las Fuerzas de Seguridad. Tambin avala esto, la caracterstica trans-
nacional del crimen organizado y en especial del terrorismo; es ms expedita y
sencilla la coordinacin interpolicial, que la existente entre las Fuerzas Armadas,
en razn de sus misiones.
EDITORIAL
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Magster en Seguridad y Defensa
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NDICE
La criptografa en el Pacfico durante la guerra 4
Relacin entre agricultura, colonizacin, desarrollo regional y seguridad ambiental 14
La vigencia del anlisis geopoltico 19
Entrevista: La Creacin de Chile de Alberto Seplveda Almarza 21
Artculo de opinin: La controversia martima boliviana contra
Chile presentada en la Haya 24
En el cumplimiento de la Convencin de Ottawa 28
Fronteras: Puerta de entrada de amenazas diarias a nuestro Estado y a nuestra vida 33
Ciudad inteligente: Componente esencial de nuestra vida cotidiana 40
Polica martima: Eficiencia en el combate contra el narcotrfico 38
Aclaraciones, confusiones e interrogantes: Sobre relaciones de Colombia con la OTAN 47
Ocano Pacfico: El despertar de las potencias 52
Un diagnstico inquietante 58
Medicina de guerra y medicina forense 61
Un dique New Panamax como contribucin al desarrollo 64
Sun Tzu y Chanakya Kautilya: Voces del pasado para entender
el destino de la inteligencia 72
Noticias 78
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La CRIPTOGRAFA en el Pacfico durante la Guerra
Un espa en un sitio oportuno vale por 20.000 soldados. Napolen
por Alejandro N. Bertocchi M.*
Introduccin
Desde que se conoce la escritura, la criptografa es-
pecialidad tomada de la lexicografa, como recurso tcnico
que puede alterar una misiva cifrando su contenido con-
forma una de las armas ms inteligentes utilizada para trans-
portar informaciones bajo secreto desde tiempos inmemoria-
les. El tronar de los tambores, los gritos onomatopyicos, el
humo, el brillo del astro rey, el trastoque de palabras, etc.,
fueron recursos de grandes capitanes de la historia, en gue-
rra o paz. Sin embargo, en infinidad de oportunidades estos
sistemas hubo que esconderlos del conocimiento enemigo,
por todo el tiempo que se pudiera ganar. Asimismo, ello signi-
fic tarea para todos los bandos, pues tras esto, la decodifi-
cacin naci como lgica contramedida instintiva, como
una especialidad que se vera consolidada en tiempos mo-
dernos frente a la escalada de las necesidades inherentes al
desarrollo vertical de los conflictos.
En ese terreno, ya antes de Cristo los egipcios y los he-
breos utilizaban una determinada trasposicin en sus com-
plejas escrituras y el mismo Herdoto haca un relato de
cmo tanto para la guerra como en intrincados asuntos reli-
giosos, se usaba el cifrado en esteras de cera o madera, en
bastones cubiertos de cuero e incluso en tatuajes en la cabe-
za de algn esclavo. De tal modo se buscaba el secretismo
para diversos asuntos; no en vano una breve acotacin del
antiqusimo Kama Sutra (escrito en snscrito entre los aos
240-550 d. C.) supona una suerte de tcnica para que los
amantes pudieran ocultar sus movimientos a la vista de ojos
indeseables.
Y dentro de este espacio histrico clsico, son innume-
rables las ancdotas de cmo se intentaban crear lenguajes
simblicos, usando los ms variados y enigmticos elemen-
tos. Una de ellas proviene del historiador militar pionero, el
general ateniense Jenofonte (445-355 a. C.), quien relat que
en su famosa Retirada de los Diez Mil, se utilizaron diversos
colores para definir maniobras propias o del enemigo. Por su
parte, Homero relata cmo Teseo parti a la conquista del
vellocino de oro, poniendo velas negras a su navo, ofre-
ciendo cambiarlas por otras blancas si el xito coronaba su
empresa; pero a su ansiado retorno, su padre, el viejo Egeo,
que le aguardaba en la playa, al ver las telas negras ondear
sobre el buque de su hijo, creyndolo derrotado, se precipit
al mar, al cual dio su nombre. Teseo, tornaba triunfante, pero
su padre fatalmente haba confundido sus seales.
Asimismo, siguiendo este terreno, el clsico cronista Po-
libio (200-128 a. C.) detalla la denominada Escitala, un siste-
ma basado en trastocar y/o sustituir signos tallados en tabli-
llas de madera, mtodos que fueron utilizados por las
facciones griegas en sus interminables conflictos. El mismo
Anbal (247-183 a. C.) utiliz para sus misivas diversos dialectos
africanos ininteligibles para sus rivales romanos. Se puede se-
alar que el primer manual de criptografa militar conocido
fue obra de Julio Csar (100-44 a. C.), aunque la investiga-
cin haya perdido su registro.
Pero en realidad, durante siglos, todos estos elementos
utilizados fueron siempre vulnerables y hasta el mismo Corn,
con sus elpticas citas escondidas, no resisti el anlisis de los
estudiosos. Por ello, la proliferacin de las escuelas criptogr-
ficas surgieron de cara a necesidades de las comunicacio-
nes, aprecindose diversas influencias propias a las etnias y a
las caractersticas de cada lengua. Ya en la Edad Media, el
surgimiento de poderosas casas de banco en Portugal, Ho-
landa y, especialmente, el norte italiano, sumado a las inevi-
tables colisiones del poder poltico y religioso, signific la
aparicin de decenas de formatos cifrados que evoluciona-
ron siempre basados en reglas de trasposicin de palabras
que resultaban muy elementales en sus traducciones. Impe-
riosas necesidades de Estado buscaban hallar secreto en sus
disquisiciones y los sistemas de correos no eran fiables en una
hora de comunicaciones muy precarias y sujetas a largos lap-
sos de tiempo.
Es que todas estas tcnicas elaboradas sobre una base
intelectual conformada por una serie de sustitucin de pala-
bras y signos, nunca se consideraron invulnerables y, ante los
sucesos diarios, habran de hallar su final. En 1460 el polifac-
tico sacerdote, escritor y arquitecto genovs Len Battista
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Antes de Cristo los egipcios y los hebreos utilizaban una deter-
minada trasposicin en sus complejas escrituras y el mismo
Herdoto haca un relato de cmo tanto para la guerra
como en intrincados asuntos religiosos se usaba el cifrado.
Alberti (1404-1472) invent el cifra-
do polialfabtico al que bautiz
tratado de cifras, un sistema ba-
sado en una elaboracin mate-
mtica, donde se marcaban c-
digos que encubran letras
algebraicas. A fin de cuentas Al-
berti, contemporneo de Leonar-
do, fue uno de los mayores inte-
lectuales del Renacimiento.
Desde entonces, en las lides
de la diplomacia o la guerra, las tcnicas criptoanalticas se
transformaron en algo usual frente al surgimiento de ms y
ms mtodos de cifrados, que cubrieron una etapa histrica
europea dominada por una feroz expansin mercantilista y
un enfrentamiento poltico-religioso que dej huella.
En este tem las incursiones que determinados persona-
jes histricos tuvieron dentro de la criptografa, tanto para fi-
nes de sus patrias, como de intereses particulares, son tan
variadas como las mismas crnicas de sus siglos: Thomas Je-
fferson (1743-1826), Alessandro Volta (1745-1827), Samuel Mor-
se (1791-1872), Frederick Marryat
(1792-1848), Louis Braille (1809-
1852), Edgard Allan Poe (1809-
1849), Julio Verne (1828-1905), son
solo algunos nombres que traba-
jaron en la elaboracin de claves.
Aunque corresponde, en sentido
contrario, sealar que en los ca-
sos puntuales como el de Morse o
el capitn de navo Marryat, tam-
bin debieron trabajar para ela-
borar cifras encubriendo sus pro-
pios cdigos de signos y seales, los mismos que en
conferencias internacionales estaban siendo llevados a ser
tomados como regla universal. Esa engorrosa tarea les fue
encomendada por necesidades estatales.
Y aqu recababa el sentido literal de la criptografa y sus
elementos conexos: el que exista y existira siempre a todo
nivel un deseo de dar seguridades a las comunicaciones;
una experiencia vital y compleja que responda a las apeten-
cias humanas. Algo unido al mundo gris del espionaje, que a
su vez supona la aparicin de factores que si bien no eran
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nuevos en esto de los conflictos armados, abrigaban la impo-
sicin de elementos que a tenor de los avances materiales
seran, ya, como lo afirmaba Napolen, absolutamente indis-
pensables.
Entonces, claramente, es durante el siglo XX, con sus
dos grandes guerras mundiales, donde la criptografa alcan-
za su clmax, por la masificacin de su uso en todos los tea-
tros. Se haba logrado la confidencialidad soada por to-
dos? Negativo, pues el cifrado era tejido cada vez por ms
complejas frmulas y la labor de descifrado iba fraternalmen-
te unida a ellos en forma simtrica. Adems, la ambivalencia
era clara y sujeta al fingimiento, donde los errores se paga-
ban muy caro. Ejemplo de ello fue el clebre telegrama
Zimmermann, detonante de la declaracin de guerra de los
EE.UU. a la Alemania imperial en 1917; quizs un indiscreto
error de la diplomacia alemana, o para alguna franja de la
investigacin, una afortunada carnada de la inteligencia bri-
tnica para motivar al presidente Wilson a dar guerra al kiser
Guillermo II.
La prehistoria de Pearl Harbor
Con todos los antecedentes mencionados, este trabajo
simplemente intentar detallar, en la forma ms sucinta posi-
ble, que antes y durante la Segunda Guerra Mundial, y muy
en especial en el teatro del ocano Pacfico, fue cuando la
criptografa adquiri mayor relevancia. Existe en la actuali-
dad una abundante investigacin que seala que los tiem-
pos de dicha conflagracin fueron sensiblemente acortados
y que, por ende, se ahorraron preciosas vidas salvando espa-
cios que de lo contrario hubieran supuesto mayores sufrimien-
tos y devastacin. Si bien sobre el escenario europeo los tra-
bajos de inteligencia propia sobre el enemigo tuvieron hitos
importantes, se denota que jams obtuvieron una resonan-
cia tan absoluta como en el caso del enfrentamiento EE.UU.-
Japn.
Y, dentro de este captulo tan puntual, no caben dudas
que el frente del Pacfico, desde Pearl Harbor a Hiroshima,
tuvo niveles de encarnizamiento y violencia similares a los
acaecidos en los campos de Europa oriental donde la Ale-
mania nazi y la URSS soportaron altos niveles de bajas milita-
res y civiles. Estos dos casos tan particulares, fueron guerras a
muerte incubadas por una cerrada oposicin de intereses,
polticos e incluso raciales. As lo dice la crnica. Ello est re-
gistrado en la historia y no es necesario gastar ms letras en su
explicacin.
Lo que s es dable asumir en beneficio de este artculo,
es que episodios como el ataque japons sobre Hawai o la
batalla aeronaval de Mydway se transforman en la ms pota-
ble apologa que pueda hacerse en torno a la criptografa,
como la ciencia madre que posibilit que sucesos de tama-
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a espectacularidad volcaran sus favores hacia el bando
ms preparado en el sutil camino de las comunicaciones es-
condidas y el espionaje a distancia.
Entrando brevemente en el tema de fondo se sobreen-
tiende que ya sobre finales del siglo XIX se dejaba ver que los
intereses de los EE.UU. y el Japn se enfrentaban en relacin a
sus esferas de influencia. Por ejemplo, en torno al gigante chi-
no. Y ni siquiera la guerra con Rusia (1904-1905), donde los ni-
pones obtuvieron la victoria, pudo aventar tal peligro, pues
las polticas emanadas desde Washington en relacin al ex-
tremo Oriente, se encuadraban siempre dentro de un marco
de oposicin a todo aquello que significara un avance de
Tokio hacia la consumacin de un espacio vital. En este l-
timo caso, el archipilago japons careca de las materias
primas necesarias para alcanzar tal definicin y el avance
hacia las metas soadas para la consumacin de la prospe-
ridad del Imperio del Sol Naciente se vean obstaculizadas
por las dificultades que impona la Casa Blanca para frenar
cualquier movimiento hacia el sur, donde se hallaba el petr-
leo y los necesarios elementos como para que los intereses
nipones encontraran su sostn.
A su vez, se contraponan dos formas de entender el
mundo y mientras la vigorosa democracia estadounidense,
luego de la Primera Guerra Mundial, conformaba la primera
potencia econmica e industrial del orbe, la estructura de
poder japonesa mostraba cada vez ms la intrusin de una
fuerte casta militarista que prontamente dadas las idas y
vueltas de las polticas internas sumadas ahora a la situacin
externa se adueara de la direccin del Estado. Y no sin
efusin de sangre.
La hostilidad vena desde la misma Conferencia de Ver-
salles de 1919, donde el Japn sufri un gran desengao,
pues las promesas de la Gran Bretaa y los EE.UU. de otorgar
al imperio el necesario protagonismo en el lejano Oriente no
se dieron y las concesiones que haban sido prometidas fue-
ron largamente discutidas. Las potencias anglosajonas se eri-
gieron en protectores de China e incluso hasta de la naciente
URSS, pues cuando en 1920 los japoneses quisieron intervenir
militarmente ms all de Mongolia, EE.UU. se opuso firme-
mente. Dos aos despus, en el marco del Tratado Naval de
Washington, los nipones se vieron forzados a limitar sus cons-
trucciones en una forma por dems fastidiosa, resultando
este hecho una representacin cabal de que sus intereses se
hallaban totalmente opuestos a las intenciones de los occi-
dentales. Tal es el espectro de lo que se vivira sobre el Pacfi-
co pocos aos despus.
Entonces, fatalmente, en las mesas de estudio de los
diversos estados mayores, el imperio del Japn y los EE.UU. se
enfrentaron en sucesivos juegos de guerra enmarcados en
un in crescendo que se fue sobreponiendo y surgiendo con
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tibios matices en el acartonado mundo diplomtico. Y uno
de los elementos que sali a luz, merced al trfico de los men-
sajes de la diplomacia japonesa, fue la pesada controversia
que se instal en las altas esferas niponas sobre quin lanza-
ra el primer golpe: EE.UU. o la URSS? Una interrogante que
quit el sueo de muchos durante meses y meses.
Y los sucesos marcaban el rumbo hacia el conflicto. La
firma del Pacto Antikomintern en noviembre de 1936, entre el
Japn, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, fue el al-
dabonazo que desnud a ojos de Roosevelt las intenciones
de los nipones y es as que todo lo anteriormente sealado se
agrav aun ms. Las idas y vueltas y la incertidumbre de la
situacin a escala mundial enmarc a la faccin ms radical
del ejrcito japons, apoyado por polticos extremistas como
el ministro Matsuoka, a decantarse por la accin contra los
EE.UU., mientras la enorme mayora del almirantazgo juzgaba
grave error atacar al gigante estadounidense. Este hecho
mostraba la miopa de la troika dirigente nipona que afiliada
a la ideologa racista del filsofo Toyama, preconizaba las
teoras de la guerra relmpa-
go y el ninguneo del enemigo,
un claro y utpico sentido que
se radicaliz en cuanto los ale-
manes aplastaron raudamente
a Polonia y Francia, tras el esta-
llido del conflicto en Europa.
Estas discusiones fueron
cruentas entre marina y ejrcito
y es de hacer notar que hubo
momentos de violencia donde
se lleg al derramamiento de
sangre. Multitud de actos terroristas se dieron contra varios
jefes navales y polticos moderados, mientras, a va de mayor
ejemplo para el lector, el almirante Yamamoto debi perma-
necer ms de un ao a bordo de su buque no bajando a
tierra, ya que se hallaba amenazado de muerte por los extre-
mistas castrenses. En definitiva, para cerrar este captulo sin
entrar en una mayor digresin, el ejrcito nipn propona una
guerra naval contra los EE.UU., la Gran Bretaa y Holanda,
mientras la armada pona su mira hacia la URSS y China. La
lectura de las fuentes documentales as lo dicen, mientras el
cierre que consolidaba esta direccin se encuentra cuando
el Japn firma un pacto de no agresin con la URSS el 13 de
abril de 1941. Los halcones que primaban por el avance ha-
cia el sur y, por consiguiente, por la guerra con los occidenta-
les, ganaban la partida1.
La escalada hacia el choque final, desde septiembre
de 1939 a diciembre de 1941, es definida por los historiadores
como una suerte de guerra no declarada, ciertamente, te-
niendo en primera fila al presidente Roosevelt con rspida elo-
cuencia: los convenios de prstamo y arriendo con la Gran
Bretaa, la negativa de venta de petrleo (bloqueo energ-
tico) y el cierre del canal de Panam a la navegacin nipo-
na, las presiones contra Vichy para evitar la penetracin ja-
ponesa a Indochina, la ayuda constante a China, la clausura
del comercio insular hacia territorio estadounidense y filipino;
en fin, en buena medida un humillante peldao a peldao
en bsqueda de que Tokio diera un paso en falso. Las medi-
das de Roosevelt retroalimentaban a los radicales del Dai
Nippon. La crnica histrica de marras lo expresa en forma
ntida.
Y ciertamente la criptografa tuvo un enorme peso en
estos meses cruciales y aqu es de notar, como ya rubricamos
con anterioridad, la inferioridad nipona en este aspecto. Sus
servicios de inteligencia no lograron, ni antes ni durante la
guerra, penetrar a sus pares britnicos y estadounidenses ni
establecer algn foco en sus territorios; todo un fracaso que
en el mundo del espionaje y sus cosas anexas, resulta dema-
siado grosero. Quizs el hecho de que la inteligencia espa-
ola se encargara de espiar, a cuenta de los japoneses des-
de 1942 a 1943 a los medios estadounidenses, da una seal
de hasta dnde arrib este as-
pecto tan importante para pro-
seguir cualquier conflicto. Esto
ltimo supone que ello, al ser
tambin las cifras hispanas to-
talmente decodificadas por la
inteligencia de los EE.UU., solo
signific un peso para Franco
que, para su fortuna, nunca al-
canz un nivel de peligro o si-
quiera una mnima significacin
para Washington. Y la masacre
de Manila de 1944, donde los
nipones asesinaron a parte de la poblacin filipina de ascen-
dencia espaola, cort de una vez con toda aquella tibia
colaboracin2.
El clmax del criptoanlisis
Sobre los meses previos al ataque del 7 de diciembre
de 1941 a Pearl Harbor se han producido innumerables libros,
investigaciones y notables films. En resumen, un hecho me-
ditico formidable y un evento espectacular para aquella
guerra tan destructiva que culmin con la bomba atmica.
Tambin, luego del evento, nada menos que siete investiga-
ciones estatales de gran entidad entre el Congreso, la Ma-
rina y el Ejrcito, a las que habra que sumar asimismo varias
de fuentes privadas hurgaron el tema.
De todo este enredo, destaca fuertemente no solo lo
sorpresivo del ataque japons, con tan considerables me-
dios navales a una posicin tan al Este, sino la conducta de
Roosevelt y su gabinete ms cercano, que, adems, como
suerte de aderezo a una polmica inevitable, conocieron
buena parte de las intenciones adversarias y poco hicieron
El sentido literal de la criptografa y sus elementos conexos: el que
exista y existira siempre a todo nivel un deseo de dar seguridades a las comunicaciones; una experien-cia vital y compleja que responda a
las apetencias humanas.
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para evitar el primer golpe. El hecho en s mismo refleja que
los servicios de inteligencia estadounidenses lograron pene-
trar la madeja de los cdigos nipones en tan alto grado, que
sobresale aquello de que en la Casa Blanca haban ledo el
telegrama de declaracin de guerra antes que el mismo em-
bajador Nomura lo presentara al Secretario Hull. El crculo de
difusin de los mensajes descifrados solo encuadraba a la
Casa Blanca, los secretarios de Estado, Guerra y Marina ms
el jefe de estado mayor del Ejrcito y el jefe de operaciones
navales. Y nada ms. Ellos eran los nicos depositarios de to-
dos los mensajes del adversario. Pero tal circuito no posea un
terminal en Pearl Harbor, cuyo comando recibi el alerta
cuando ya las primeras bombas niponas caan sobre la flota
del Pacfico. Sobre esto mucho ha sido escrito.
En el tema de marras, pese a que tanto el Ejrcito o el
departamento de Estado, como la CIA, el FBI y hasta la US
Coast Guard, posean servicios de inteligencia que labora-
ban sobre medios del extranjero, fue la marina estadouni-
dense la que logr mayores resultados, en especial contra
Japn. A pesar de que la rivalidad entre el SIS (Signal Intelli-
gence Service) y sus colegas del ejrcito dio nota, tambin
sirvi para que se tomara un trabajo conjunto que en nume-
rosas ocasiones se complement eficazmente.
En 1922 se haba establecido en el Departamento de
Marina en Washington D. C. la denominada OP-20-G (Oficina
del Jefe de Operaciones Navales, 20 Divisin, Seccin G) en-
caminada a disear una misin de decodificacin de las ci-
fras utilizadas por varias potencias extranjeras. De tal manera
y, dada las ya crecientes posibilidades de que el Japn fuera
el rival de mayor peligro, se desarroll un entorno muy positivo
de cara al trabajo sobre una codificacin muy compleja
como supona serlo la de origen nipn. Dos aos despus se
haba logrado poseer una cohorte de sujetos que domina-
ban el idioma japons, en especial el dialecto kana, muy
utilizado por Tokio, aunque equivocadamente la direccin
1 Luego del pacto con los soviticos hubo varios concilibulos donde se
manejaron las iniciativas a tomar ante el avance alemn sobre Mosc
que pareca incontenible. Pero en una reunin del Supremo Consejo de
Guerra el ejrcito japons, por medio del general Tojo, se impuso amplia-
mente: guerra contra EE.UU., la Gran Bretaa y Holanda. El atento lector
tiene ante s el hecho de que esto no solo salv a la URSS del desastre,
sino que las divisiones siberianas fueron enviadas al oeste y contuvieron
a los alemanes a la vista de la capital sovitica, aliados al general Invier-
no.
2 Alguna fuente indica que en esos meses de 1944, dada la magnitud de
los hechos de Manila, en Madrid se habra sostenido la posibilidad de
que Espaa declarara la guerra a Japn.
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nipona crea que esta rara derivacin lingstica era poco
conocida. De tal manera se comenz una labor prctica-
mente en las sombras, que ha sido documentada en varias
obras referentes, en las cuales se consigna la inevitable pol-
mica sobre la real importancia que la revelacin de las cla-
ves enemigas tuvo en el desarrollo de los acontecimientos,
tanto anteriores como posteriores a los eventos3. Y sobresale
el hecho de que los encargados de tal empresa no posean
un nivel de comunicacin con peso en la toma de decisiones
ulteriores ya que, como es reflejado en la crnica, tuvieron la
declaracin de rotura de hostilidades en mano horas antes
del estallido final y fueron simples espectadores de cmo el
poder poltico y su burocracia encaraban el suceso.
De este modo, aquel domingo de diciembre en la capi-
tal estadounidense fue para el grupo de la OP-20-G y el SIS
una jornada notablemente frentica, aunque no as para el
Departamento de Estado, el Pentgono y la Casa Blanca
que muy lentamente tomaron sus decisiones. La crnica co-
nocida as lo dice con toda frialdad. En suma, por algo las
sucesivas investigaciones y los consejos de guerra estableci-
dos sobre las personas del almirante Kimmel y el general Short
(Comandante de la Flota del Pacfico y del Ejrcito en Hawai,
respectivamente), mostraron al mundo la entidad del mane-
jo que en las altas esferas se hizo con las informaciones que la
inteligencia propia estaba derramando sobre las mesas del
poder.
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En el caso concreto que se
analiza tenemos que el cdigo ja-
pons denominado Purple era
utilizado por su diplomacia y cons-
taba de letras y nmeros entremez-
clados en forma muy compleja,
por lo que era cifrado y descifrado
siempre utilizando una mquina.
Cada cierto tiempo era modifica-
do, pero era tan dificultoso que
ese procedimiento a veces se ob-
viaba o se dilataba su cambio,
cosa muy peligrosa para los intere-
ses en juego. Pero como se sabe,
Tokio confiaba ciegamente en las
bondades de sus criptgrafos, si-
tuacin que fue su perdicin sien-
do manifiesta la diferencia con sis-
temas de otras banderas, como el
alemn, por ejemplo, que posea
un afiatado mtodo de constante
cambio de cifras, aunque tambin
la inteligencia britnica logr des-
cifrar sus cdigos.
Es entonces que se logran
confeccionar varias mquinas de-
codificadoras cuya alegora las
haca ser consideradas mgicas,
dado su alto nivel de funciona-
miento; es que en realidad cada
una de ellas era un genuino smil
de su contraparte japonesa. Se hi-
cieron unas siete copias de dichas
mquinas: dos quedaron traba-
jando las 24 horas en el SIS, otras
dos en la OP-20-G bajo el mismo
orden de trabajo, para as ser vigi-
ladas todas las emisiones niponas;
una fue enviada a Corregidor a
rdenes de MacArthur y dos de
ellas fueron entregadas a la Gran
Bretaa que las instal en Londres y Singapur. As, todas se
complementaban en la tarea de espiar al todava no decla-
rado adversario japons.
A principios de 1940, ya los EE.UU haban descifrado el
cdigo Purple y, por ende, la diplomacia nipona careca
de la ms mnima cobertura. Era una situacin que a esta
altura parece poco creble. Pero se dio y la nica dificultad
sufrida fue que la gran cantidad de mensajes en ocasiones
tena que ser clasificada y filtrada en razn de su inters y
porque el personal a cargo no daba abasto. Se seala que
de un total de 800 mensajes solo se hacan llegar a los desti-
nos superiores alrededor de 40, por lo que el proceso de or-
denacin era algo muy pesado para aquellos encargados
del sistema, con las responsabilidades del caso, ya que te-
nan que seleccionar los mensajes relevantes.
Los textos decodificados se denominaron magic y se
convirtieron en la principal baza en torno al conocimiento de
los planes de Tokio y, ciertamente, fueron de mxima utilidad
en el plano que estamos desarrollando. Los mensajes ms im-
portantes que se obtuvieron en aquellas horas previas al ata-
que, sindicaron el avance notorio de la inteligencia esta-
dounidense y su dominio de las comunicaciones del enemigo.
Sin embargo, en referencia a los criptosistemas del ejr-
cito y de la armada imperial ocurra todo lo contrario. Los pri-
meros basaban sus comunicaciones exclusivamente en cla-
ves literales y sus mandos mostraban siempre gran
preocupacin por su seguridad, por lo que se cambiaban
casi peridicamente. Por su parte, la armada nipona usaba
cifras en mayor medida que letras y las entremezclaba con
numeraciones algebraicas y otros signos; todo un enrevesa-
do sistema que pareca impenetrable y que adems posea
ms de cuatro variables denominadas FLOTA, S, SA y la
clave GENERALES DE MARINA, siendo esta ltima la que, a la
postre, resultara mas difcil de desentraar, al menos hasta
ms all de la batalla de Mydway. La historia de cmo se lo-
gr tamaa tarea tiene sus bemoles y no solo se trat de orto-
doxas tareas de escucha, recibo y descifrado, sino de su-
brepticias operaciones como la efectuada mediante un
golpe de mano el 29 de mayo de 1941 por un grupo de agen-
tes de la inteligencia naval, que fingiendo ser agentes de
aduanas subieron a bordo del ballenero NICHI SHIN MARU,
buque factora de una compaa pesquera japonesa, cuan-
do navegaba a unas 20 millas de San Francisco, con el pre-
texto de que portaba contrabando. En el registro, donde
nada ilegal se hall, fue posible apoderarse de la clave SA,
las coordenadas radiotelegrficas de toda la navegacin
nipona del Pacfico y las claves del servicio meteorolgico.
Naturalmente, el aduearse de esta documentacin puso en
guardia a la inteligencia japonesa, aunque muy tarde, ya
que la radioemisora del ballenero fue averiada accidental-
mente. Y ese lapso de tiempo dio para un estudio profundo
de la configuracin de las claves enemigas y de sus datos
ms esenciales4.
3 La historiografa japonesa en general sigue negando el hecho de que la
inteligencia estadounidense haya desentraado sus sistemas criptogrfi-
cos; con honrosas excepciones. Si bien hubo irrupciones de los agentes
encubiertos en varios consulados del imperio, tanto en los EE.UU. como
en Asia, lo sustrado no fue relevante como para afirmar que con dichos
elementos se hayan abierto tantas cifras y claves tan complejas a lo largo
de tantos y tantos meses.
4 Lo que hace a este tema apasionante es que subsisten infinidad de fuen-
tes de investigacin que sealan que la clave GENERALES DE MARINA
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12A 12 R12A12
En los meses cruciales an-
tes de Pearl Harbor, la armada
imperial efectu radicales cam-
bios en su GENERALES DE MARI-
NA, impidiendo, por ejemplo, su
lectura durante julio y agosto,
justamente el perodo donde To-
kio tomaba algunas decisiones
en torno a la direccin del futuro
conflicto. Pero todo culmin en
septiembre, pues la OP-20-G lo-
gr abrirla parcialmente, aun-
que en forma bastante clara
como para hacerla legible. Este
triunfo fue coincidente, pues el
SIS logr a su vez desentraar la
clave MORADA, la ltima y ms
compleja del servicio diplomti-
co. Dentro del mundo del espio-
naje este fue un hecho de nota-
ble rango que demuestra que
ninguna cifra se encuentra libre
de ser descodificada.
Conclusin
Todo el panorama de la
guerra criptogrfica en el oca-
no Pacfico seala en forma pa-
tente cmo el Japn result per-
dido en tan importante tem. Las
autoridades del Imperio del Sol
Naciente no fueron capaces de
disear un sistema fiable para
sus comunicaciones y ni siquiera
se dieron cuenta del alcance de
este factor, pese a las filtracio-
nes que existieron de la parte
adversaria5. Es que ni siquiera la
debacle sufrida en Mydway (el
Stalingrado japons) alert al
mando nipn de la entidad de
la penetracin de sus sistemas
de inteligencia, cosa que supone una encarnizada polmi-
ca que an subsiste, como indicamos.
Y tamaa inconsciencia tendra su final tras otro grave
desastre donde result muerto el mismo almirante Yamamoto.
Nos referimos a la denominada Operacin Venganza orde-
nada directamente desde la Casa Blanca. A las 6:36 de la
maana del da 17 de abril de 1943 la estacin de Dutch Har-
bor (Aleutianas) intercept un mensaje cifrado procedente
de la base naval de Truk que llevaba el indicativo del buque
insignia del comandante en jefe, el acorazado MUSASHI que
se hallaba all fondeado. Tal cifra fue reenviada a Washington
donde la OP-20-G la descifr
raudamente y la entreg so-
bre las 11 horas al secretario
Knox. El mensaje indicaba
que el almirante Yamamoto
hara una visita de inspec-
cin a la guarnicin de la isla
de Bougainville por va a-
rea, indicando el nmero y
entidad de su escolta, as
como la hora de su arribo a la
zona sealada marcada
para el da siguiente. A pocas
horas de la tarde, el mando
areo del aerdromo de
Henderson en Guadalcanal
recibi una perentoria orden
de Knox de atacar y destruir
los aviones enemigos, sea-
lando que el Presidente con-
ceda mxima importancia a
la operacin.
La operacin venganza
fue un grave error norteame-
ricano, pues aunque se guar-
d en la ms absoluta reser-
va, levant en los japoneses
la horrible sospecha de que
las claves de la Teikoku Kai-
gun haban sido rotas por el
enemigo y a partir de en-
tonces priv a las FF.AA. de
los EE.UU. de la inapreciable
ventaja que haban disfruta-
do sin interrupcin desde el
ataque a Pearl Harbor, que
entre muchas otras cosas
hizo posible la gran victoria
de Mydway6.
En resumen, la apasio-
nante historia de los decodifi-
cadores estadounidenses puede llevar a simplificar el mis-
mo resultado de la Segunda Guerra Mundial pues,
asimismo, no se puede negar que la victoria ms alta de
la US Navy se dio en Mydway, con todas las cartas en la
manga del almirante Ray Spruance. Empero, como sea-
lamos, en el acotado escenario europeo la inteligencia
britnica tambin ray alto en lo concerniente a su en-
frentamiento con alemanes e italianos. En suma, no pue-
de haber duda de que un espa en el lugar adecuado
puede llevar a la victoria que siempre beneficia al ms
preparado.
La mquina Enigma fue utilizada exten-
samente por la Alemania nazi; el crip-
toanlisis aplicado por los aliados, desa-
rroll una vital inteligencia.
Tanto la criptografa como el criptoan-
lisis se han hecho mucho ms matem-
ticos desde la Segunda Guerra Mundial.
Aun as, ha hecho falta la popularizacin
de los ordenadores y de Internet como
medio de comunicacin para llevar la
criptografa efectiva al uso comn.
-
R 13A13
tena varios cdigos que nunca pudieron ser rotos. Cuando en 1994 la
familia del almirante Kimmel intent defender su memoria ante el Congre-
so, se abrieron los archivos del Pentgono donde surge que recin al fi-
nal de la guerra se pudieron leer algunos de los comunicados cifrados
que se dieron en aquel 7 de diciembre de 1941.
5 En enero de 1942 se form una comisin investigadora sobre Pearl Har-
bor donde tanto el almirante Kimmel como el general Short fueron acusa-
dos de negligencia y pasados a retiro forzoso. Hubo una indiscrecin
que salt a la prensa que sealaba que la Casa Blanca conoca de ante-
mano los movimientos japoneses. Pero este hecho no alert a Tokio.
6 De La Sierra, Luis C/F. La guerra naval en el Pacfico. Pgina 434.
Bibliografa consultada
Dahms, Hellmuth Gnther. La Segunda Guerra Mundial. Barcelo-na, 1966.
de la Sierra, Luis. La guerra naval en el Pacfico. Barcelona, 1979.Farago, Ladislas. El sello roto. Barcelona, 1974.
Humble, Richard. La flota de alta mar japonesa. Madrid, 1978.Yardley, Herbert. The american black chambers. New York, 1931.
Internet:Layton, Edward. And I Was There.
Stinett, Robert. Day of Deceit.Theobald, Robert. The Final Secret of Pearl Harbor.
Willey, Mark. Pearl Harbor: The Mother of all Conspiracies. Wikipedia. Admiral Husband E. Kimmel.
Maringa. Grandes enigmas histricos.
* Profesor de Historia de los Conflictos Armados (IMES).
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14A 14 R14A14
Relacin entre Agricultura, Colonizacin, Desarrollo Regional y Seguridad Ambiental
Asentamiento Nahal (Juventud Pionera Combativa)
El objetivo del presente artculo es explicar cmo com-
ponentes aparentemente diferentes y que parecen no poder
combinarse en nuestra vida cotidiana, con la construccin,
planificacin y puesta en marcha correctas pueden transfor-
marse en una combinacin exitosa para la solucin de pro-
blemas de diferentes tipos. Esta combinacin/solucin se lla-
ma en una primera etapa asentamiento, transformndose
a continuacin en una colonizacin llamada Moshav.
Definicin de asentamiento Nahal
El asentamiento es una colonizacin rural cooperativa
en sus objetivos y formas de accin que fue establecida en la
zona controlada por el Estado por medio de soldados y sol-
dadas que servan en el ejrcito regular. El objetivo de esta
actividad era dar una rpida respuesta a las brechas y los
diferentes problemas de la zona, como inmigracin ilegal, in-
filtracin de fuerzas hostiles, apropiacin de la tierra o toda
actividad que atente contra la soberana del Estado. El siste-
ma se basa en la creacin de asentamientos para control
territorial de la zona y alrededores. El asentamiento es una
combinacin entre unidad militar y poblado civil, basndose
en la actividad militar defensiva simple por un lado y por otro,
ocupndose de actividades agrcolas que son la base de la
supervivencia econmica del asentamiento. El asentamiento
cuenta con una vida comunitaria intensiva, con los ojos pues-
tos en su futuro como colonizacin civil (como Moshav o Ki-
butz). El asentamiento se comporta como una unidad militar
por una parte, con oficiales y jerarqua militar y, por otra,
como asentamiento comunitario rural cooperativo con pues-
tos, tales como: secretario, coordinador de trabajos, etc. Los
soldados y soldadas trabajan en el asentamiento y lo prote-
gen hasta que el Estado decide transformarlo en una coloni-
zacin civil. En ese momento los soldados del asentamiento o
sus habitantes se transforman en residentes de la colonia y
reciben una casa y tierras para continuar con sus actividades
en el asentamiento que se ha transformado en colonizacin
civil.
Este mtodo sirvi a los esfuerzos de colonizacin na-
cional del Estado de Israel en sus comienzos. El mtodo se
implant en aquellos territorios que eran preferenciales para
la colonizacin, pero donde la poblacin juda era escasa y
los beneficios que otorgaba el Estado no eran suficientes.
Con el paso del tiempo, la mayora de los asentamientos se
transformaron en colonias civiles, convirtindose en Kibutzim
o Moshavim y algunos, inclusive, en ciudades. Una parte de
los mismos fueron abandonados y transformados en bases
militares del ejrcito israel o fueron vendidos a privados como
granjas agrcolas.
por Ester Lifsitz
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R 15A15
La necesidad de asentamiento de defensa y la decisin del establecimiento de la brigada Nahal
Como sabemos, el asentamiento es uno de los modelos
ms exitosos que demostr cmo combinar diferentes com-
ponentes en poco tiempo para lograr los objetivos para los
cuales se cre. El asentamiento combina dos componentes
importantes: colonizacin y seguridad, dos temas que fueron
de la mano desde los tiempos bblicos para el pueblo judo. A
nivel poltico y del Estado la colonizacin, segn este modelo,
est basada en una respuesta rpida de una colonizacin
fuerte en las zonas de frontera, que supo dar respuesta a los
diferentes aspectos de la situacin: defensa, apropiacin de
la tierra, bloqueo de zonas y desarrollo de regiones. Durante
la Segunda Guerra Mundial el ejrcito britnico entendi que
este modelo era la forma ms rpida e intent usarlo en el
territorio de Israel para enrolar a los jvenes judos a sus filas en
base a este principio. Con el establecimiento del Estado, el
proyecto de colonizacin se torn en una necesidad crecien-
te, a fin de controlar las diferentes partes de la tierra de Israel
y colocar estacas en la tierra. En el marco de esta estrate-
gia, que su principio es colonizador y no militar, y en vista de
que se dispona de poco tiempo, esta se convirti en la op-
cin preferida por el hecho de que los soldadas y soldados
estaban disponibles y la estructura en la que fueron organiza-
dos constituy el mejor y ms rpido camino para alcanzar
los objetivos territoriales y declarar la soberana del Estado de
Israel sobre el territorio geogrfico. La consigna de conquis-
ta del territorio pas a manos del ejrcito, principalmente en
la defensa de los territorios que ya se disponan y para el de-
sarrollo regional en forma paralela.
Convencidos de que los procesos deben realizarse de
forma institucionalizada, se decidi un ao despus del esta-
blecimiento del Estado de Israel, declarar una ley con las
ideas de colonizacin y seguridad. La ley haca hincapi en
la colonizacin de seguridad y vea en ella una primera lnea
de defensa del Estado. El Primer Ministro David Ben Gurion
crea que el conocimiento agrcola que adquiriran los jve-
nes colonos cumpla dos funciones: la primera militar y la se-
gunda agrcola. Ben Gurion crea que el Estado deba pro-
veer al ejrcito de contenidos pioneros constructores de un
pueblo con valores, dndoles herramientas a los jvenes
para continuar sus vidas en el pas en desarrollo. De aqu na-
ci la importancia de la capacitacin agrcola en los asenta-
mientos, y esta ocup un rol central en la vida cotidiana. Los
soldados fueron capacitados y entrenados simultneamente
en un campamento en el centro del pas, se fijaron reglas
para entrenamiento y capacitacin de los nahalim, tanto
para la defensa como para el trabajo, y se dictaron reglas de
disciplina y contenidos para actividades sociales. El Nahal
empez a integrarse como una fuerza de defensa en las zo-
nas donde estaba desplegado y, a su vez, constituy la fuer-
-
16A 16 R16A16
za que extenda el asentamiento y lo desarrollaba, haciendo
florecer el desierto en Israel. Para conectar todos estos facto-
res se contaba con los movimientos juveniles, el ejrcito y el
Nahal para movimientos colonizadores y para el resto de
las oficinas del gobierno. Los oficiales presenciaron el xito
del modelo, que supo combinar entre las necesidades y los
diferentes objetivos de las oficinas gubernamentales, donde
cada una tiraba para su lado y en pos de la concrecin de
sus objetivos, y el trabajo y los entrenamientos basados en el
espritu voluntario.
Los organismos de seguridad se referan a estos asenta-
mientos como al cinturn de seguridad del pas. La necesi-
dad de seguridad llev a la fundacin de muchos asenta-
mientos a manos de soldados durante su perodo de servicio.
Si analizamos los motivos de la decisin del establecimiento
de asentamientos, veremos que exista la necesidad inme-
diata de establecer las colonias en aquellas zonas de impor-
tancia gubernamental y de seguridad. A cada asentamiento
se le dio un nombre de colonizacin y el mando estableci
que el asentamiento sera, antes que nada, un batalln mili-
tar, sujeto al pelotn de la brigada Nahal como parte de la
defensa de la zona en el da a da y en casos de emergencia.
La divisin de asentamientos estableci que la planificacin
de las colonizaciones sera kibutziana y se diseara para
100 familias en cada colonizacin. Cada una contara inicial-
mente con 100 soldados y soldadas y estara sujeta al coman-
do militar. Al momento de enrolamiento de los voluntarios y su
seleccin para el asentamiento se estableci una constitu-
cin del rgimen y costumbre del asentamiento que era una
especie de estatuto que aclaraba con exactitud el estilo de
vida, horarios diarios, semanales, mensuales y anuales, em-
pezando por la vestimenta los das hbiles, sbados y festi-
vos, pasando por la relacin entre el asentamiento con el
movimiento colonizador y hasta las actividades militares de
capacitacin, entrenamiento y aclaracin de todas las obli-
gaciones a las que estaban sujetos.
Las oficinas e instituciones involucradas
Adems de la funcin del asentamiento como promo-
tor de la colonizacin del Estado de Israel y defensa de sus
fronteras, se transform el asentamiento en un centro de ca-
pacitacin e informacin para los soldados de Nahal y
otras personas a las que poda ser til nutrirse de esta informa-
cin y entrenamiento. El asentamiento, tal como lo cre el
Nahal, era una creacin potente pero compleja, porque
todos queran participar de la obra y todos queran ser res-
ponsables y dirigentes de esos asentamientos por varias razo-
nes: se hacan presentes all la Divisin de Asentamientos, el
Cuartel General, la Divisin de Juventud, el Ministerio de Edu-
cacin, de Agricultura, de Infraestructura y Construccin, y
por supuesto el Ministerio de Defensa y un sinfn de organis-
mos. La pregunta principal era: Quin es responsable de los
asentamientos? Quin puede decidir el establecimiento de
una nueva colonia?
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R 17A17
La iniciativa vena a veces de diferentes organismos,
como la Divisin de Asentamientos cuando se planeaba
establecer una colonia israel en un punto en particular,
pero no tena condiciones civiles. Tambin el Cuartel Ge-
neral poda proponer el establecimiento de un asenta-
miento como respuesta a necesidades de seguridad en
zonas de frontera y de igual modo el gobierno poda exigir
esto en concordancia con necesidades del Estado. En la
prctica, como los soldados que habitaban los asenta-
mientos estaban cumpliendo su servicio militar, el Ministerio
de Defensa propona, pero se organizaba una comisin in-
terministerial para discutir el asentamiento en cuestin y
esta comisin era la que finalmente decida.
La vida en el asentamiento
Los responsables del asentamiento eran la Divisin de
Juventud y el Nahal del Ministerio de Defensa. Desde los
comienzos establecieron estos organismos una comisin
conjunta para estipular funciones y procedimientos de trabajo
en el asentamiento. Adems, se acord que la comisin cum-
plira funciones, tales como: visitas y controles en los asenta-
mientos y coordinacin de planes de accin. La comisin im-
puso la forma de trabajo a lo largo de los aos y fue el organismo
que diriga los asuntos cotidianos de los asentamientos del Na-
hal. Todos los coordinadores civiles del asentamiento eran
miembros de dicha colonia, como as tambin los oficiales mili-
tares, y el asunto principal en discusin entre los miembros era
quin tena la autoridad. Una de las preguntas ms recurrentes
era: dnde se encuentra el lmite entre los problemas de eco-
noma del asentamiento y los militares?, por ejemplo, el traba-
jo agrcola puede anular vacaciones militares? Lo que se acor-
d fue que el oficial del asentamiento dispondra de la mxima
autoridad y l decidira en ltima instancia cuestiones internas
de la colonia. Una de las instrucciones dictaba que las disposi-
ciones del plantel civil eran equivalentes a una orden militar y
adems se estipularon procedimientos para debates conjun-
tos, encuentros semanales de todo el plantel del asentamiento
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18A 18 R18A18
y encuentros de los soldados. A fin de proveer capacitacin
social y colonizadora se decidi hacer participar a los miem-
bros del ncleo del asentamiento en la direccin de la colo-
nia, junto a funciones militares, mientras el nivel de indepen-
dencia que se les otorgaba a los soldados dependa del
oficial a cargo. Paralelamente, se elegan en los asentamien-
tos comisiones culturales y sociales y una secretara del asen-
tamiento que concentraba toda la actividad civil y creaba
una vivencia excepcional.
Transformacin del asentamiento en entidad ciudadana
La idea general en la que se basaba el asentamiento,
consista en que luego de que se creaban las condiciones
econmicas que prometieran la subsistencia de la colonia
civil en el lugar del asentamiento, se iniciara el proceso de
transformacin en una colonia permanente. El primer paso
del proceso era la decisin de las instituciones, de los colonos
y de las instituciones de seguridad de que el asentamiento
estaba listo para la prxima etapa. Es importante sealar que
haba ciertos asentamientos que desde su fundacin se sa-
ba que se transformaran en colonias civiles y que estaban
involucrados, desde el principio, diferentes entes en el apoyo
e impulso para su transformacin en colonia y en la bsque-
da de mano de obra para reemplazar a los soldados en el
asentamiento en el menor plazo posible. Esto estaba sujeto a
cuestiones de presupuesto y disponibilidad de mano de obra
inmediata para el establecimiento de una colonia perma-
nente en el lugar.
Este modelo fue reproducido e implementado en mu-
chos pases, tanto desde la primera fase estableciendo un
asentamiento Nahal a manos del ejrcito o a travs del es-
tablecimiento directo de la segunda fase en forma de Mos-
havim. Existen muchas versiones de este modelo que fueron
adaptadas a cada pas y cada regin, segn las circunstan-
cias y necesidades, pero sin duda este camino constituy en
el Estado de Israel y en muchos otros pases una solucin
apropiada y rpida para los mismos problemas, y para la
prosperidad y florecimiento econmico, desarrollo regional
excepcional con variedad de alternativas para los residentes
de la zona y alta seguridad personal y un mejor futuro para la
generacin joven.
Una de las empresas lderes es el Grupo LR que supo
tomar el modelo, reconstruirlo de forma flexible y adecuarlo
a los diferentes pases. El modelo funciona hoy en muchos lu-
gares de frica, Asia, lejano Oriente, este de Europa y tam-
bin se encuentra en proceso en algunos pases de Amrica
Latina.
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R 19A19
LA VIGENCIA DEL ANLISIS GEOPOLTICO
por Francisco Le Dantec G.*
ste breve trabajo tiene como
propsito demostrar que el an-
lisis geopoltico ha evolucionado y que
se ha ido consolidando a travs del
tiempo, transformndose en una herra-
mienta muy eficiente para que aque-
llos que deben tomar decisiones lo ha-
gan correctamente apoyndose en el
escenario en que les corresponde ejer-
cer su poder decisional. En el caso de los gobernantes es un
excelente auxiliar para determinar buenas Polticas Pblicas,
considerando el contexto y los actores involucrados.
El pensamiento sustentado por los geopolticos clsicos
era eminentemente estado-cntrico, ya que considera que
el hombre necesitaba un elemento aglutinador y director,
que le sirviera de instrumento para establecer su dominio so-
bre el entorno; este era el Estado Nacin. Asimismo, desde
una perspectiva organicista y darwiniana, consideraban al
Estado como un organismo vivo, que nace, se desarrolla y
muere, dentro de un espacio fsico que es susceptible de ex-
pandirse de acuerdo a las necesidades de la nacin.
Todo esto llev a que el pensamiento geopoltico clsi-
co se desarrollara desde una visin marcadamente organi-
cista y fuertemente determinista, que hace que esta corrien-
te de anlisis sea asociada con los proyectos expansionistas,
racistas y belicistas del nazismo alemn, al que le otorga una
justificacin ideolgica y poltica. Sus postulados hicieron cri-
sis con la cada de la Alemania nazi. No solo era una Geopo-
ltica del poder, sino que es tambin una ideologa de la gue-
rra, muy entroncada con la escuela realista de las relaciones
internacionales.
En la actualidad, hablar de Geopoltica es referirse a un
concepto que ha sido demonizado desde el trmino de la
Segunda Guerra Mundial, por su concepcin eminentemen-
te ideolgica, totalitaria y militarista, donde sus principales
argumentos estaban dirigidos a demostrar que la condicin
humana es determinada por la naturaleza, lo que origina el
concepto de espacio vital y como su eje central las relacio-
nes de poder influidas por la geografa.
La teora clsica tiene una concepcin totalizadora del
poder y la idea que la Nacin y el Estado son entidades tota-
les, coincidentes y homogneas. De ah el trmino Estado
Nacin, que es profunda y radicalmente estatista. Como se
puede apreciar, esta concepcin clsica tiene falencias in-
telectuales que no solo provienen de su total incapacidad
para interpretar la creciente interdependencia del mundo
moderno, las relaciones del orden internacional y las nuevas
formas polticas que hoy caracterizan a una sociedad pos-
moderna.
Definitivamente, desde el paradigma darwinista, orga-
nicista y racista en que surgi la primera Geopoltica, a fines
del siglo XIX y principios del siglo XX, representada por autores
como Ritter, Ratzel, Kjellen, Haushoffer, y otros, la Geopoltica
contempornea se puede definir como una representacin
geogrfica y poltica de las relaciones de poder que se esta-
blecen en los territorios. Como reaccin a los postulados de
la Geopoltica clsica, aparece, primero en Francia, despus
en Inglaterra y posteriormente en los EE.UU, la Geopoltica
posclsica, que ltimamente ha derivado en una corriente
conocida como Geopoltica crtica.
En el campo intelectual de la reflexin geopoltica han
ocurrido dos hechos significativos, el primero es que el anlisis
geopoltico se ha independizado respecto del pensamiento
puramente castrense y, segundo, se ha abierto hacia otros
campos del conocimiento y problemas de la realidad actual,
entre los que se pueden destacar: lo energtico, los recursos
naturales, la economa, la sustentabilidad medioambiental,
la seguridad y la defensa. Esta apertura intelectual lleva al
fortalecimiento de la reflexin geoestratgica y a la Oceano-
poltica que interpenetran el espacio fsico con las relaciones
de poder en los campos estratgicos y martimos, respectiva-
mente. Surgen as nuevos campos especializados del anlisis
geopoltico.
De esta manera, en la reflexin geopoltica se genera
una interrelacin multidisciplinaria que pretende estudiar las
relaciones de poder que producen diversos actores en el es-
cenario de los territorios en que cada Estado, grupo, empresa
o institucin ejerce su dominio. Ives Lacoste, gegrafo fran-
cs, no define la Geopoltica como una ciencia, sino como
una aproximacin, un conjunto de representaciones y de
argumentos contradictorios, que traducen rivalidades de di-
versos tipos de poder sobre los territorios.
Lo interesante es que la Geopoltica, como se concibe
en la actualidad, se traduce fundamentalmente en prcti-
E
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20A 20 R20A20
cas, en decisiones, en conductas, en despliegue de medios
y de estrategias, en acciones concretas. Es as como el an-
lisis geopoltico est plenamente vigente como expresin de
la posmodernidad, dando respuesta crtica a las relaciones
de poder en su aplicacin a la geografa, tanto en el presen-
te como en lo prospectivo.
Si bien la Geopoltica tiene sus propios modelos de
anlisis, se nutre de varias ciencias sociales como la Ciencia
Poltica, las Relaciones Internacionales, la Economa, la So-
ciologa y la Estrategia. En todo caso, la problemtica geopo-
ltica es siempre una problemtica relacional y su contenido
fundamental es el poder.
Para entender el pensamiento
geopoltico actual, hay que estudiar
tres aspectos que son fundamentales,
y que se pueden sintetizar en el cua-
dro adjunto.
1) El concepto que entre el espacio
geogrfico y las comunidades hu-
manas hay una relacin, se esta-
blece a lo largo de la historia. Estas
vinculaciones y interdependen-
cias se determinan mutuamente.
As, se produce una interdepen-
dencia hombre-espacio que ope-
ra en el tiempo y espacio, vincu-
lando relaciones sociales,
estructuras polticas, culturas y
otras; no se considera el determi-
nismo geogrfico, tan recurrente
en el pasado.
2) La territorializacin concebida
como la transformacin del entor-
no geogrfico, es producto de la
presencia y creacin humana, es
un proceso voluntario de apropia-
cin, de control y de dominio.
3) El espacio geogrfico, fsico, vir-
tual, comunicacional, es un territo-
rio o una suma interdependiente
de territorios superpuestos, donde
se despliegan actores y recursos en
un juego siempre dinmico de po-
der.
El anlisis geopoltico tiene dos
dimensiones que ayudan a compren-
der los fenmenos y procesos socia-
les, polticos y estratgicos. La primera
de ellas es el de la escala geogrfica
o espacial en que la comunidad ac-
ta, sea nivel local, regional, nacio-
Geopoltica Clsica
Paradigma autoritario y totalitario.
El Estado, principal organizacin poltica.
Europa, principal ncleo geopoltico.
Teora del Poder base de las RR.II. Escuela realista.
Demografa factor prioritario de Poltica Poblacin.
Estudio espacio terrestre y martimo.
Eurasia, eje de la geopoltica.
Defensa Imperios Coloniales.
Defensa de los modelos polticos autoritarios y totalitarios.
Espacio vital.
Lucha por recursos naturales.
Predominio de la escuela Geopoltica alemana.
Modelo orgnico.
Geopoltica Posclsica
Paradigma bipolar de la Guerra Fra.
Estado actor importante, pero no nico influyente en el sistema internacional.
Nuevas tendencias estruc-turalistas y funcionalistas. Teora sistemas.
Dependencia centro-periferia.
Estudio de los espacios terrestres, martimos y areos.
Geopoltica del centro y la periferia.
Crtica al imperialismo colonialista.
Defensa de los bloques ideolgicos: capitalismo y socialismo. Economa mundo.
Encubierta por la lucha ideolgica.
Aparicin de corrientes reformistas en Francia y Gran Bretaa.
Regiones geopolticas y sistema econmico mundial.
Geopoltica Crtica
Paradigma Posguerra Fra. Difusin democracia y libre comercio.
Diversidad organizacional y agentes geopolticos. Conflictos de identidad y luchas intraestatales.
El mundo global y sus entornos.
Posestructuralismo, teora crtica de las ciencias sociales.
Explosin demogrfica como amenaza emergente. (flujos migratorios).
Procesos desterritorilizacin y deslocalizacin; el espacio pierde valor, superado por el ciberespacio.
Geopoltica de los entornos interestatales e intraestatales.
Aparicin del neocolonialismo.
Defensa de la democracia cosmopolita.
Medio ambiente como macrosistema geogrfico y la ecologa, microsistema.
Cooperacin en la distribucin y uso de los recursos naturales.
Escuela Geopoltica Crtica como principal exponente en EE.UU., Canad, Australia y Gran Bretaa.
No hay modelos.
* Doctor en Estudios Americanos, mencin Relaciones Internacionales, Capitn de Navo (R).
nal, subregional, continental o global y, la segunda, es la di-
mensin temporal en la que se enmarca el poder. De este
modo, hay un tiempo poltico para identificar las acciones y
las estrategias, tambin hay un tiempo geopoltico en el que el
analista puede establecer momentos, escenarios y coyunturas
en las variables, para hacer su consolidacin o sntesis final.
Como se puede apreciar, el anlisis geopoltico est
plenamente vigente, ya no desde una perspectiva militar,
sino que como herramienta til para el conductor poltico, en
cualquiera de los niveles que identificamos anteriormente.
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R 21A21
Usted titula su libro como La creacin de Chile. No le pare-ce ms adecuado hablar de la invencin de Chile, utilizan-do una visin geopoltica para el anlisis de la conformacin de nuestro pas?
Lo que he querido precisar con el concepto de La Creacin
de Chile fue el enorme recorrido que hace Chile desde la
colonia ms pobre del Imperio de Espaa hasta convertirse
en el pas con el ingreso per cpita ms alto de Amrica Lati-
na. Y desde la pequea extensin de 1808 que abarcaba de
Copiap a Concepcin a la actual de Arica al Cabo de Hor-
nos, con una enorme Zona Econmi-
ca Exclusiva, es decir, un mar que es
varias veces la extensin continental
de Chile. Y, por ltimo, con una pro-
yeccin a la Polinesia, con la Isla de
Pascua, y al continente antrtico,
pasando a ser un pas tricontinental.
Nuestra Historia es la de la expansin
gracias a la estabilidad poltica, al
orden interno y al dinamismo de su
poblacin. Nuestra historia republi-
cana, a diferencia de la casi totalidad de los pases hispano-
americanos, ha sido exitosa.
Su punto de vista para tratar este interesante tema es bien especial, y es posible que muchos cuentistas sociales no es-tn de acuerdo con lo que usted sostiene. Cul es su motiva-cin para publicar este trabajo?
La motivacin es la de todos los autores y pensadores.
En un momento dado surge una concepcin clara, ya sea
de un argumento o de un anlisis, que es original. En otras
palabras, que difiere con las concepciones tradicionales,
con el sentido comn y el escritor siente que tiene que dar-
lo a conocer, como un aporte, aunque pueda dar origen a
desacuerdos. Pero as se construye el conocimiento humano.
Al leer su obra, llama la atencin que para usted los hitos cen-trales del devenir histrico de Chile estn marcados por las diversas guerras en que se ha visto envuelto y no basada en el desarrollo sociopoltico nacional, por lo que pareciera que nuestra identidad se habra forjado con un fuerte acento mili-
tar. Cmo explica esto?
El pas nace y vive siglos con la
amenaza del indio bravo, el mapu-
che al sur del Biobo y ello implica
que fuimos una sociedad militariza-
da, jerarquizada y con la necesi-
dad de un orden interno. El caos o
las luchas armadas por el poder
llevaran a la temida invasin del
indio.
Por ello somos una comunidad distinta a los dems hispano-
americanos que tuvieron y tienen enormes dosis de inestabi-
lidad poltica, econmica y situaciones de anarqua.
Este cuadro fue y es la gran ventaja de Chile. Terminada la
Independencia se pensaba que seramos dominados por los
herederos de los virreinatos del Per o de la Plata. Sin embar-
go, ambos se disolvieron y entraron en situaciones de caos
poltico, mientras Chile se ordenaba y prosperaba.
Entrevista:
LA CREACIN DE CHILE de Alberto Seplveda AlmarzaNuestra Historia es la de la expansin gracias a la estabilidad poltica, al orden in-terno y al dinamismo de su poblacin.
Por Luis Alejandro Ferro O.
Estamos en una poca en que hay que desarrollar grandes
organizaciones de cooperacin poltica para mantener condicio-nes negociadoras con las gran-
des potencias.
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22A 22 R22A22
Nuestras ventajas polticas y econmicas nos permitieron pla-
nificar estrategias de expansin hacia el norte y el sur. Las
guerras se produjeron cuando no se pudo negociar la delimi-
tacin territorial con los vecinos del norte, como s se pudo
con Argentina.
En su trabajo subyace un antagonismo conceptual del pensa-miento chileno, entre el nacionalismo y el americanismo. Cree que el nacionalismo tradicional chileno es realmente beneficioso para el desarrollo futuro de nuestro pas?Y el americanismo?
El nacionalismo nace de la constatacin de que somos dife-
rentes de los dems pases de Amrica Latina, por nuestra
mayor homogeneidad cultural, no racial, ya que aqu convi-
ven varias etnias y son parte de una misma subcultura. Nues-
tros hbitos de orden, de respeto a la palabra empeada, de
seriedad en los negocios y de sumisin a la ley y a la autori-
dad del Estado, son ms parecidos a una mentalidad germa-
na que a una latina y mucho menos a una latinoamericana.
Puede parecer extrao lo que digo, pero es simplemente una
constatacin.
Pero somos parte del mundo hispano, hablamos castellano y
nuestra historia pasada es la del imperio espaol. Y ms all
est Brasil, que ha sido un aliado en la etapa de la formacin
de nuestros lmites.
Y est la geografa, la enorme geografa del continente ame-
ricano. Y no podemos prescindir de ella. De ah el americanis-
mo.
Debemos ser al mismo tiempo nacionalistas y ello implica ac-
tuar fuera de Amrica Latina, lo que se denota en nuestro
comercio exterior y en los Tratados de Libre Comercio y man-
tener las relaciones con los latinoamericanos. Pero con distin-
tos matices. Es indudable que esta situacin de bsqueda de
equilibrio entre ambas visiones hace difcil el manejo de la
poltica exterior chilena. Debemos aprender a matizar.
Un proceso que est marcando el desarrollo mundial es la globalizacin, que entre los muchos efectos que ha produci-do, est el de la masificacin de los movimientos migratorios, motivados por causas polticas, econmicas y sociales. Qu efecto podran tener estos movimientos en Amrica para nuestro pas, especialmente en lo relacionado con la identi-dad nacional?
No existe una identidad nacional esttica. Cambia con el
crecimiento de la poblacin, con la mayor prosperidad, con
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R 23A23
la urbanizacin, con la tecnologa e indudablemente con las
mayores facilidades de viajar o de comunicarse por Internet.
Estamos en una poca en que hay que desarrollar grandes
organizaciones de cooperacin poltica para mantener con-
diciones negociadoras con las grandes potencias.
Hoy estn los EE.UU., China, la Unin Europea, eventualmente
Brasil, Indonesia y Rusia y surgen los procesos de coordina-
cin en frica, ASEAN (Asociacin de Naciones del Sudeste
Asitico) y Amrica Latina.
Y ello implica adems el traslado de masas humanas de dis-
tintas culturas y razas en busca de trabajo a las regiones don-
de la prosperidad es mayor. EE.UU. y Europa han tenido que
acostumbrarse a la nueva realidad de sociedades multitni-
cas.
Y obviamente para all va Chile. Tenemos que adecuarnos a
la nueva realidad mundial.
En su interesante trabajo aparece, quizs inconscientemente, una visin geopoltica clara, aunque centrada en el Estado, que vislumbra una desviacin positiva hacia lo que se ha co-nocido como la Geopoltica crtica o Geopoltica posmoder-na, la que ahora se preocupa de la comunidad. Qu pensa-
dores geopolticos chilenos lo interpretan en su visin de futuro?Qu piensa de lo que se ha dado por denominar Oceanopoltica?
En lo referente a la Geopoltica moderna, tal vez mis influen-
cias sean Henry Kissinger, Golbery de Couto E. Silva, Edgardo
Mercado Jarrn y Alfred Thayer Mahan en el mbito naval.
Hay muy poca literatura chilena sobre la materia, tal vez Ca-
as Montalva y un libro del General Augusto Pinochet. Ambos
autores estn muy por debajo de los que mencion con an-
terioridad.
Los argentinos y los brasileos han trabajado bastante el
tema y hay una evidente inferioridad chilena. Hay profesores,
algunos de gran nivel como mi amigo Jaime Seplveda, pero
faltan las obras.
Es una tarea pendiente. Y eso corre para la Oceanopoltica.
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24A 24 R24A24
Artculo de opinin
La controversia martima boliviana contra Chile presentada en la Haya
por Carlos Csped M.*
Introduccin
Chile firm en 1948 el Tratado
de Solucin Pacfica de Controver-
sias, lo que lo obliga a comparecer
ante el Tribunal de la Haya frente a
la presentacin de una demanda
por otro Estado.
La Corte Internacional de Justicia es
el principal rgano judicial de la Organizacin de las Nacio-
nes Unidas. Tiene su sede en el Palacio de la Paz en la Haya
(Pases Bajos) y est encargada de decidir las controversias
jurdicas entre Estados que firmaron el Tratado de Bogot en
1948. La Corte Internacional de la Haya est integrada por
15 magistrados elegidos por la Asamblea General y por el
Consejo de Seguridad, los que permanecen en el cargo
nueve aos. Los idiomas oficiales de la Corte Internacional
son el ingls y el francs. Su estatuto forma parte integral de
la Carta de las Naciones Unidas.
La creacin de la Corte constituye el punto culminante
de la evolucin que han experimentado los mtodos para el
arreglo pacfico de las controversias internacionales. Los m-
todos establecidos por el Artculo 33 de la Carta de las Na-
ciones Unidas son la negociacin, la investigacin, la media-
cin, la conciliacin, arbitraje, arreglo judicial y recursos a
organismos o acuerdos regionales.
En la realidad, los poderes de la Corte se han visto res-
tringidos por la indolencia de las partes condenadas a respe-
tar las sentencias de la Corte, o por la imposibilidad del Con-
sejo de Seguridad para imponer las consecuencias del juicio,
muy especialmente, si el fallo va en contra de los intereses de
uno de los cinco pases miembros del Consejo de Seguridad
que tiene el poder del veto sobre cualquier decisin.
No obstante, en lo que concierne a las Partes, un juicio
de la Corte es vinculante, final y sin posibilidad de apelacin.
En este sentido, todo Estado firmante de la Carta de las Na-
ciones Unidas se compromete automticamente a obede-
cer cualquier sentencia de la Corte Internacional de Justicia
en un asunto en el cual es parte. Asimismo, la Carta contem-
pla en su Artculo 94, prrafo segundo, la posibilidad de los
Estados de recurrir frente a un incumplimiento de una resolu-
cin de la Corte al Consejo de Seguridad, el cual tiene la
potestad de hacer recomendaciones o dictar medidas con
el fin de que se cumpla lo fallado por parte de la Corte en el
caso particular.
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R 25A25
Las claves de la demanda boliviana
Bolivia firm el Tratado de Solucin Pacfica de Contro-
versias con una reserva, referida al Artculo 6 del documento.
En esta reserva el pas del altiplano plantea que ellos consi-
deran vlido al tribunal para tratar temas especiales o que
afectan la seguridad del Estado, anteriores a 1948. Es decir,
que el pacto puede aplicarse a problemas emergentes de
asuntos ya resueltos por las partes cuando estos afecten los
intereses vitales de un Estado. Bolivia plantea entonces que
el Tratado es vlido para dirimir situaciones anteriores a 1948,
pensando en el Tratado de Lmites de 1904. Esta objecin ge-
nera inmediatamente una reaccin jurdica por parte de
Chile. De acuerdo a las normas establecidas, el Tratado deja
de regir entre los Estados que efectan la reserva y aquel,
como es el caso de Chile, que objeta de inmediato la reser-
va. La intensin de Bolivia es, sin duda, modificar el Tratado
de 1904.
Sin embargo, en abril del presente ao, Bolivia, por con-
sejo de sus abogados de derecho internacional, retira la re-
serva quedando el Tratado de Bogot completamente vi-
gente. El 27 de abril del ao en curso presenta ante la Corte
Internacional y declarando de manera unilateral que deja
para el futuro la posibilidad de modificar el Tratado de 1904.
De acuerdo a la reglamentacin de la Corte, Bolivia
present una solicitud en la que se identifica al Estado impe-
trado y los motivos y hechos que llevaron al querellante a
plantear la acusacin con una fundamentacin general de
derecho. Desde el punto de vista del procedimiento, esta so-
licitud no constituye la demanda, sino solo es un aviso al tribu-
nal con el objeto de informar a la contraparte que va a ser
sujeto de una demanda. La Corte examina si esta solicitud
est de acuerdo al reglamento y luego solicita una fecha
para que ambos Estados nombren sus respectivos apodera-
dos y se establecen materias de procedimiento. El 12 de junio
del ao en curso y ambos pases estuvieron de acuerdo en
que el proceso no dure ms de 12 meses, perodo en el cual
Bolivia formaliza su demanda y Chile responde con una con-
tra-memoria. Al trmino de este perodo, la Corte puede de-
clarar su incompetencia si esta tuviera lugar o, bien, el pas
demandado en base a razones jurdicas puede solicitar lo
mismo.
El objetivo de Bolivia
Bolivia busca establecer que entre Chile y Bolivia existe
una controversia que se ha transformado en una continuidad
histrica. De esta manera, argumenta una larga lista de ne-
gociaciones en las que Chile ha demostrado inters de solu-
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26A 26 R26A26
cionar el problema martimo boliviano. La verdad es que es-
tas conversaciones se han hecho en situaciones y escenarios
histricos diferentes y no constituyen una continuidad o una
costumbre. Bolivia plantea que Chile est en la obligacin de
negociar con ellos porque las propuestas de salida al mar to-
dava estn vigentes. Pretende con ello demostrar que entre
ambos pases hay un diferendo limtrofe, que de acuerdo al
Artculo 31 del Reglamento de la Corte, esta institucin de
justicia internacional debera acoger.
En este sentido quizs, con argumentos ms audaces y
una figura jurdica diferente, se pretende pasar por encima
del Tratado de 1904 que establece el ordenamiento limtrofe
vigente. El fundamento central de la demanda boliviana
contra Chile en la Corte internacional de la Haya, se basa en
que los actos unilaterales y comportamiento de los Estados
tienen efectos vinculantes para otras naciones. As, Bolivia ar-
gumenta que los repetidos compromisos de diferente natu-
raleza como convenios, prcticas diplomticas y una serie
de declaraciones que son actos unilaterales, asumidos por
altas autoridades chilenas fundan la obligatoriedad para
que nuestro Chile negocie un acceso soberano al mar a Boli-
via.
Para que una costumbre tenga un valor jurdico vincu-
lante en el mbito internacional debe tener algunos requisi-
tos, tales como:
1. Aceptacin general: una aceptacin que no sea du-dosa, la medida en cuestin debe ser conocida y aceptada,
aunque sea de forma tcita. Este no es el caso de Chile y
Bolivia. Las conversaciones diplomticas se han hecho en
momentos histricos diferentes y por agentes que no han te-
nido la ratificacin de sus respectivos congresos. Por lo gene-
ral, han sido propuestas rechazadas por las partes y que no
han logrado nunca el consenso de ambos Estados.
2. Uniformidad1: para que una costumbre tenga un va-lor jurdico vinculante debe ser frecuente y uniforme. Tampo-
co los argumentos bolivianos cumplen con este requisito. Las
conversaciones mantenidas han tenido diferentes conteni-
dos y propsitos, no constituyendo una uniformidad. Debe
tenerse en cuenta, adems, que muchas proposiciones de-
pendan tambin de la voluntad de un tercer Estado. Por otra
parte, cada vez que Bolivia ha planteado el tema en los or-
ganismos internacionales, Chile ha planteado en estos mis-
mos foros, como por ejemplo en Asamblea General de las
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R 27A27
Naciones Unidas, que los lmites con Bolivia estn consagra-
dos en el Tratado de 1904. Chile ha planteado reiteradamen-
te que los tratados internacionales constituyen en la poca
actual la base de las relaciones internacionales, puesto que
ayudan en una sociedad globalizada marcada por intereses
contrapuestos en el mbito poltico y econmico, entre otros,
a que pueda convivir conforme a un orden internacional es-
tablecido.
3. Conviccin jurdica: este es un elemento moral o psi-colgico, que establece la conviccin o el convencimiento
que los referidos actos repetitivos, son jurdicamente obligato-
rios, lo que en el Derecho Romano se denominaba la opinio
juris u opinio necessitatis. En este sentido, Chile nunca ha te-
nido como Estado la conviccin de una obligatoriedad fren-
te a los reclamos de Bolivia, porque su situacin limtrofe defi-
nitiva fue pactada en el Tratado de 1904. Las conversaciones
diplomticas efectuadas en esta materia nunca fueron ratifi-
cadas por el Congreso Nacional ni constituyeron un consen-
so en la sociedad chilena.
Tambin queda claro, que con este gesto poco amiga-
ble de Bolivia hacia Chile, una salida al mar con plena sobe-
rana para Bolivia no ser posible en el futuro. El nico camino
factible y que el pas del altiplano se ha negado en asumir, es
de una integracin regional, donde pueda usar los puertos
chilenos y su infraestructura a cambio de otros valores que
Chile necesita. Mientras sigan postulando una soberana so-
bre el territorio que reclaman, estarn pegados a las frmulas
polticas del siglo XIX y perdiendo las posibilidades de desa-
rrollo del siglo XXI.
1 En Derecho Romano se denominaba la inveterada consuetudo.
* Profesor de Historia, Geografa y Ciencias Sociales de
la Pontificia Universidad Catlica de Valparaso,
Magster Artium de Ciencias de la Educacin e
Historia Moderna de la Westflische Wilhen s Universitt
y Magster en Filosofa Poltica de la Universidad
Gabriela Mistral
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28A 28 R28A28
EN EL CUMPLIMIENTO DE LA CONVENCIN DE OTTAWA
por Coronel Juan Orlando Mendoza Oyarce*
Antecedentes
A mediados de la dcada de 1990 la comunidad inter-
nacional, luego de una serie de gestiones en el marco de la
Convencin sobre Ciertas Armas Convencionales (CCAC) y
habiendo acogido los planteamientos presentados por orga-
nizaciones no gubernamentales, albergaba un sentimiento
generalizado de decepcin, debido a la falta de consenso
para la aprobacin de medidas realmente eficaces para la
eliminacin del riesgo que representaban las minas antiper-
sonal a nivel mundial.
Los esfuerzos desarrollados por el Comit Internacional
de la Cruz Roja, la Media Luna Roja, la International Cam-
paign to Ban Landmines (ICBL), las Naciones Unidas y nume-
rosos Estados, generaron una campaa que permiti llamar
la atencin del mundo entero sobre los efectos de las minas
antipersonal en las vctimas, logrando de esta manera obte-
ner el apoyo del pblico para una prohibicin total al uso de
estos artefactos explosivos. Esta campaa permiti que en
1996 se realizaran negociaciones internacionales de alto ni-
vel, con miras a extinguir estas armas.
El 3 de diciembre de 1997, 121 Estados, entre ellos Chile,
firmaron la Convencin sobre la prohibicin de las minas an-
tipersonal en la ciudad de Ottawa, Canad. Nuestro pas ra-
tific la convencin el 10 de septiembre de 2001, por lo cual,
el Tratado de Ottawa o la Convencin sobre la prohibicin de
minas antipersonales, formalmente denominada Conven-
cin sobre la prohibicin del empleo, almacenamiento, pro-
duccin y transferencia de minas antipersonales y sobre su
destruccin, entr en vigencia para Chile el 1 de marzo de
2002. Actualmente, 161 Estados han aceptado formalmente
la Convencin de Ottawa y sus obligaciones.
Comisin Nacional de Desminado
Para el cumplimiento de este compromiso internacio-
nal, el Estado de Chile, por Decreto 79 de la Subsecretara de
Guerra crea la Comisin Nacional de Desminado (CNAD), la
que se constituy el 2 de mayo de 2002. La CNAD (ver foto 1)
es un organismo pblico, con representacin multisectorial y
de carcter nacional; depende directamente del Presidente
de la Repblica, es presidido por el Ministro de Defensa Na-
cional y lo integran el Jefe del Estado Mayor Conjunto, los
Subsecretarios de Relaciones Exteriores, Hacienda y Salud,
los Jefes de Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas y
el Secretario Ejecutivo de la CNAD. Para efectos de trabajo y
apoyo se radica en el Estado Mayor Conjunto, dependiente
del Ministerio de Defensa Nacional.
En este contexto, el objetivo principal de la CNAD es
lograr la necesaria capacidad de planificacin, coordina-
cin y operacin de todos los organismos de la Administra-
cin del Estado en funcin de los compromisos de Chile con
el desminado y la asistencia humanitaria, conforme a los
compromisos adquiridos tras la suscripcin y ratificacin de la
Convencin de Ottawa.
Coronel Juan Orlando Mendoza Oyarce
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R 29A29
Entre las principales funciones de la Comisin Nacional
de Desminado (CNAD) destacan:
Proponerpolticas,normaslegalesyplanesparaelcum-
plimiento de la Convencin de Ottawa.
Coordinar a los rganos del Estado para la materializa-
cin del Desminado Humanitario.
Enparticular,alaCNADlecorrespondeelaborarydesa-
rrollar el Plan Nacional de Accin Contra Minas con su
correspondiente programacin presupuestaria.
La Comisin Nacional de Desminado cuenta con una
Secretara Ejecutiva, la que es responsable de planificar, co-
ordinar y controlar las tareas y actividades inherentes al cum-
plimiento de los compromisos contrados con la Convencin
de Ottawa, adems de gestionar y administrar los recursos
asignados para ejecutar las actividades consideradas en el
Plan Nacional de Desminado.
En Chile, las actividades contra minas se han orientado
en cuatro componentes esenciales:
1. Asistencia a las vctimas (ver foto 2).
2. Educacin sobre el riesgo de las minas.
3. Operaciones de Desminado Humanitario.
4. Destruccin de las existencias.