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UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Trabajo Fin de Grado
Análisis del estado nutricional y su asociación
con el nivel de actividad física y condición física de
niños de 3 a 6 años.
Alumno: Francisco José Moriana Coronas Tutor: Prof. D. Pedro Ángel Latorre Román Dpto: Didáctica de la Expresión Musical,
Plástica y Corporal.
Junio, 2014
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RESUMEN:
Objetivo: El objetivo de este estudio es analizar el estado nutricional de niños de 3 a 6 años y
su asociación con la capacidad cardiorresporatoria, el estado ponderal y nivel de actividad
física, estableciendo diferencias entre sexos. Método. Participantes. En este estudio han
participado 121 niños entre edades de 3 a 6 años, 60 niños y 61 niñas de diferentes centros
escolares de la provincia de Jaén. Para este estudio se ha utilizado un tallímetro para la altura
(m), una báscula Seca 634 para el peso (Kg). Para la resistencia aeróbica se ha utilizado el 6
minute walk test (6MWT) y para analizar el estado nutricional y nivel de actividad física se ha
empleado un cuestionario Krece plus. Resultados. En la muestra total y según las referencias
normativas el estado ponderal de los niños con respecto a los valores de IMC lo situarían en el
percentil (p) 75. Sólo las niñas de 5 años se encuentran con sobrepeso (p85). Tanto niños
como niñas se situarían en un nivel medio, sin embargo en relación con el nivel de actividad
física, los niños superan de manera significativa a las niñas (p=0,003) pero ambos a un nivel
malo. Conclusiones. En edades de 3 a 6 años ya se observan valores de obesidad o cercanos a
ésta, todo ello junto a niveles muy bajos de actividad física, tanto en niños como en niñas,
ubica este estadio evolutivo en un momento sensible al desarrollo de obesidad y sedentarismo,
con consecuencias en la vida adulta.
PALABRAS CLAVES:
Educación Infantil, Actividad física, Estado ponderal y nutricional, Obesidad infantil,
Condición física.
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ABSTRACT:
Objective: The objective of this study is to analyze the nutritional status of children aged 3-6
years and their association with cardiorresporatoria capacity, weight status and physical
activity level, differentiating between the sexes. Method. Participants. Participated in this
study 121 children between ages 3 to 6 years, 60 boys and 61 girls from different schools in
the province of Jaen. For this study we used a measuring rod for height (m) a Seca 634 scale
for weight (Kg). For aerobic endurance has been used 6 minute walk test (6MWT) and to
analyze the nutritional status and physical activity level has been used a questionnaire Krece
plus. Results. In total, according to the normative references shows the weight status of
children with respect to BMI values would locate the percentile (p) 75. Girls Just 5 years are
overweight (p85). Both boys and girls would be at an average level, however in relation to the
level of physical activity, children significantly outperform girls (p = 0.003) but both a bad
level. Conclusions. Ages 3 to 6 years of obesity or values close to it are already visible, all
with very low levels of physical activity in both boys and girls, this evolutionary stage located
at a sensitive time for the development of obesity and sedentary with consequences in adult
life.
KEY WORDS:
Childhood Education, physical activity, Weight status and nutritional status, Childhood
obesity, fitness.
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ÍNDICE
1. Introducción………………………………………………………………… 5
2. Antecedentes y estado actual del tema……………………………………… 6
3. Objetivos……………………………………………………………………. 17
4. Métodos…………………………………………………………………….. 17
Participantes………………………………………………………... 17
Materiales y Pruebas……………………………………………….. 18
Procedimiento……………………………………………………… 19
Análisis estadístico………………………………………………… 19
Resultados…………………………………………………………. 19
5. Discusión…………………………………………………………………… 22
6. Conclusiones……………………………………………………………….. 23
7. Bibliografía………………………………………………………………… 23
8. Anexos……………………………………………………………………… 27
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1. INTRODUCCIÓN
El estado nutricional, el estado ponderal y nivel de actividad física, son factores
importantes para tener en cuenta sobre todo en edades tempranas y comprendidas entre 3 y 6
años. A través de la ejecución del cuestionario Krece plus y diversos instrumentos (báscula
Seca 634, tallímetro, 6 minute walk test) han proporcionado datos acerca de los niños que han
intervenido en este estudio, 60 niños y 61 niñas de diferentes centros de la provincia de Jaén.
El consentimiento por parte de padres y madres y del colegio ha hecho que se pueda llevar
a cabo esta investigación con niños y niñas de edades comprendidas de 3 a 6 años, aportando
numerosas informaciones para realizar este estudio.
El cuestionario Krece plus ha aportado información de los propios niños (horas que
dedican a ver la televisión y horas que le dedican a actividades deportivas extraescolares y
diferentes ítems acerca del estado nutricional) y otro cuestionario dirigido a padres y madres
ha proporcionado información como el nivel de estudios, estado civil y estado
socioeconómico). El tallímetro y la báscula Seca 634, han proporcionado la altura (cm) y el
peso (Kg) de todos los niños estudiados, y gracias a estas dos variables se ha llevado a cabo
calcular el índice de masa corporal (IMC) (kg/m²). Y el 6 minute walk test (6MWT) nos ha
proporcionado la resistencia que tienen los niños.
Con estos instrumentos se ha podido hacer un análisis completo e interesante atendiendo
al estado nutricional, estado ponderal y nivel de actividad física ente diferentes sexos y
edades, dándonos resultados muy diversos.
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2. ANTECEDENTES Y ESTADO ACTUAL DEL TEMA
La obesidad infantil
La obesidad infantil conlleva un exceso de peso y volumen corporal, debido a una
excesiva acumulación de grasa corporal. Puede ser un riesgo para la salud tanto en edades
posteriores como durante el momento en el que se produce (Ballabriga y Carrascosa, 2001).
Se trata de una enfermedad crónica compleja y multifactorial, que comienza durante la
infancia y adolescencia, y que tiene su origen en la interacción genética y ambiental que es
establecida por un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético (Serra, Ribas, Aranceta,
Pérez et al., 2003). La etapa de la infancia y la adolescencia se tratan de un desarrollo de
interés para la nutrición, debido a que puede haber una influencia importante en la adquisición
de estilos de vida que puedan facilitar el desarrollo y/o mantenimiento de la obesidad. (Yeste,
García, Del Río, Gussinyé y Carrascosa, 2000;Serra, Ribas, García, Pérez et al., 2002).
Los altos índices de obesidad se han frenado en niños en edad preescolar (Paul et al.,
2012, Wojcicki y Heyman, 2010) e incluso se han asociado con la obesidad de adulto
(Freedman et al., 2005). La obesidad infantil tiene numerosas consecuencias importantes tanto
para la morbilidad como mortalidad en la infancia y en edad adulta (Reilly et al., 2003). En
España, el estudio enKid (1998-2000) refleja que la prevalencia de obesidad tanto en la
población infantil como juvenil española presenta una prevalencia de sobrepeso y obesidad
del 21% en niños referidos de 2 a 5 años (Serra et al., 2003).
De tal modo que aquellos esfuerzos para prevenir tanto el sobrepeso como la obesidad en
los niños tienen que tener en consideración la prevención temprana del aumento excesivo de
peso, desde el nacimiento.
Según los últimos estudios epidemiológicos sobre la obesidad infantil realizados en
España: PAIDOS (1984), RICARDIN (Estudio Ricardín II, 1992), Nogueroles, Ruiz y
Martínez (1992), Grupo CAENPE (1994), enKid (Serra et al., 1998-200), Carrascosa, Yeste,
Copil y Gussinye (2004) demuestran que el índice de masa corporal (IMC) ha ido
incrementándose. Estudios longitudinales han permitido asegurar que la obesidad infantil,
sobre todo en la segunda década de vida se trata de un predictor de obesidad adulta, es decir,
de las graves comorbilidades (Moreno, Sarría y Bueno, 2001).
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Según la revista Salud UC, datos de la Junta Nacional de Jardines infantiles, un 22% de
los niños entre 2 a 5 años padecen sobrepeso y un 10% padecen de obesidad. Alejandra
Alarcón, nutricionista del Programa de Obesidad Infantil y Adolescente del Centro de
Tratamiento de la Obesidad UC, afirma que un 90% de los casos relacionados con la obesidad
tiene que ve con los malos hábitos alimentarios y el sedentarismo, con dietas ricas en calorías
y grasas.
La obesidad infantil tiene una serie de consecuencias, tanto en la salud física como
psíquica. La segunda de ellas está relacionada con unos cambios psicológicos. “Los niños
obesos suelen sufrir discriminación a menudo, trastornos de conducta, angustia, depresión,
autoestima baja, inseguridad e aislamiento” dice Marcela Luarte, psicóloga de Red Salud UC.
En cambio en cuanto a las consecuencias médicas del exceso de peso, la doctora María
Virginia Amezquita, nutrióloga Infantil de Red Salud UC, dice que “estas complicaciones se
notan y se observan desde edades tempranas”.
La obesidad aparece por diferentes efectos, los genes predisponentes, factores
conductuales y de su interacción (Bouchard, 1991, Ballabriga et al., 2001 y Golan, 2001).
La vida del feto puede ser un período crítico para el desarrollo de obesidad y
enfermedades crónicas. De tal modo que un peso elevado al nacer se asemeja a una
adiposidad aumentada en el adulto (Parsons, Power, Logan y Summerbel, 1999). Incluso
algunos estudios realizados indican que un peso bajo al nacer es negativo, ya que esto puede
provocar más fácilmente un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes tipo II
(Ebbeling, Pawlak y Ludwig, 2002; Koletzko y Von Kries, 2001).
Los lactantes que se alimentan con lactancia materna tienen menor probabilidad de
presentar sobrepeso u obesidad durante las etapas de infancia y adolescencia. El efecto que
tiene la lactancia materna es protector ante la obesidad posterior, de modo que es más
importante cuando su duración es mayor. Este efecto puede producir aportes más bajos de
energía y proteínas, además de una serie de factores bioactivos que influyen durante el
crecimiento y en el desarrollo de tejidos, generando respuestas hormonales diferentes
(Ebbeling et al., 2002; Koletzjo et al., 2001).
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El ambiente familiar es un factor importante, que puede ocasionar la aparición de la
obesidad pediátrica y la prevención de esta. Los responsables de que los niños adquieran
hábitos saludables relacionados con la alimentación y un estilo de vida sana son los padres y
cuidadores (Bemúdez et al., 2004).
Los factores de tipo ambiental juegan un papel fundamental a la hora de aumentar la
prevalencia de la obesidad infantil en los últimos 20 años. Muy pocos niños llevan
regularmente una actividad física. La obesidad se trata de un incremento en el consumo de
comidas con altas calorías. Las preferencias en la comida están influenciadas por los hábitos
alimentarios familiares, de manera que los niños a través de esto aprenden a ser activos o
inactivos de sus padres, de modo que si estos hábitos perduran durante la infancia, tienden a
continuar en la adolescencia. El factor epidemiológico de riesgo más importante es la
obesidad de los padres. Lo cual entre un 70 y 80% de aquellos niños obesos suelen poseer al
menos un progenitor que sea obeso. Es probable que la obesidad materna sea un elemento de
obesidad en niños. (Whitaker, Wright, Pepe, Seidel et al., 1997, Golan 2001).
Según la revista de obesidad infantil cuya directora es Silvia Andrea Barslund, el
método diagnóstico utilizado se basa en estándares internacionales de índice de masa corporal
(IMC) para edad, calculado como peso (kg) dividido por la talla al cuadrado. Estos se
desarrollan tanto para niños como adolescentes y permiten obtener la clasificación de
sobrepeso y obesidad para adultos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) donde el
sobrepeso se encontraría sobre el punto 25 de IMC y la obesidad sobre el 30.
En aquellas familias numerosas, monoparentales, en las que los padres estén
separados, en la que los cuidados de niño están a cargo de otras personas, en caso de
depresión materna, el riesgo de obesidad en los niños tiende a aumentar (Golan, 2001).
La nutrición infantil
Una alimentación infantil óptima deberá incluir una dieta equilibrad y con gran
diversidad de alimentos que tengan un aporte calórico correcto. Es importante que se
establezca un horario de comidas. Si se promueve una dieta mediterránea como modelo
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alimentario, cumplirá con aquellas recomendaciones que la pirámide de la alimentación
propone (DOSSIER DE CONSENSO, 2002).
La pirámide de la alimentación ha sido como una guía para ofrecer recomendaciones
para llevar a cabo una alimentación sana (Lourdes et al., 2002). Su base está formada por
cereales, frutas y verduras: alimentos que deben consumirse de manera abundante y diaria. En
la parte del centro están aquellos productos que se deben consumir en menor cantidad pero
también diariamente, como los lácteos y alimentos proteicos magros, y en la parte de la cima
de la pirámide se encuentran aquellos alimentos que poseen grasa y azúcar, de manera que
deben tomarse no muy a menudo, como las carnes grasas, grasas y azúcares. La sociedad
Española de Nutrición comunitaria (2001) ha diseñado la pirámide de alimentación saludable
para la población infantil y juvenil.
Según la Guía “La alimentación de tus niños y niñas. Nutrición saludable de la
infancia a la adolescencia. Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN),
en España, entre un 10 y 15% son los niños que no desayunan, y de un 20 a un 30%
desayunan pero de manera insuficiente, de modo que es muy importante que la familia tome
conciencia del problema. El desayuno debe cubrir entre el 25% de las necesidades
nutricionales diarias, la comida entre el 35%, la merienda sobre el 10% y la cena sobre el
30%. Se considera importante que en esta etapa de 3 a 6 años se dé una formación de hábitos
alimentarios correcta. De modo que se debe: educar a comer todo tipo de comida, atender las
necesidades de energía, cuidar el aporte de proteínas que tengan buena calidad, iniciar en el
hábito de un buen desayuno completo, evitar el abuso de bollería industrial , chucherías y
refrescos, y dedicar un tiempo necesario para que el niño aprenda a comer disfrutando.
La alimentación saludable es aquella que permite que el niño tenga una buena
nutrición sin pasar ningún tipo de hambre. Debe ser equilibrada (50-55% de hidratos de
carbono, 30-35% de grasas, 15-20% de proteínas), variada para tener un buen aporte de
minerales y evitar el cansancio del niño y adaptada al estilo de vida familiar (Sacristán,
Temboury, Sanfrutos, Casasola y Bravo, 1993; Hawkins, 1999; Ballabriga et al., 2001).
El desayuno debe incluir una serie de alimentos como la leche, cereales y frutas en
forma de zumos o enteras. A la hora del almuerzo es aconsejable que se meriende un
bocadillo o fruta. Por último refiriéndose a la comida y cena, no se debe de dejar de consumir
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aquellos alimentos como la leche, carne, pescado, frutas, verduras, pan, arroz, pasta. Incluso
tanto en el desayuno, comida y cena se debe de permanecer sentados en la mesa y en familia
(Morán, 1999).
El desayuno se trata de una ingesta de alimentos que pueden ser sólidos o líquidos
durante las primeras horas de la mañana. Es la primera comida con la que se comienza y su
importancia está relacionada con el período de ayuno prolongado que se ha tenido durante la
noche, en el que las reservas de glucógeno son agotadas y hay una serie de modificaciones de
los sustratos energéticos. El desayuno modifica nuestro perfil metabólico. Debido a la
ausencia de este tiempo de comida, se ha comprobado que se tiene un menor rendimiento
académico y físico durante aquellas horas de las actividades realizadas por la mañana (Pérez,
Aranceta, Ribas y Serra, 2000).
La influencia del desayuno en la obesidad infantil ha sido estudiada. La mayoría de
aquellos niños que presentan problemas en cuanto al peso, no suelen desayunar o bien toman
un desayuno escaso (Ortega, Requejo, López-Sobaler, Quintas et al., 1998; Schludt, Hill,
Sbrocco, Pope-Cordle et al., 1992). Los niños que presentan sobrepeso comen menos durante
el desayuno y se alimentan más durante la cena que aquellos niños de peso normal (Bellisle,
Rolland-Cahcera, Deheeger y Guilloud-Bataille, 1988).
El desayuno completo suele tener unos efectos positivos para conseguir y mantener un
IMC dentro del rango de la normalidad, a diferencia de aquellas personas que no suelen
desayunar (Bellisle et al., 1988; Schuldt et al., 1992; Sitton, Muller y Seton, 1991).
Aquellos productos comerciales de bollería industrial y comida rápida, producen un
incremento de padecer enfermedad cardiovascular y diabetes tipo II. En cambio las grasas
insaturadas de origen vegetal y marino disminuyen el riesgo de padecer estas enfermedades
(Bermúdez et al., 2004).
Aquellas sociedades que poseen un nivel socioeconómico mayor se asocia con
conductas más saludables respecto a la alimentación, tabaco y actividad física en niños. En
cambio la obesidad pediátrica es más probable en estratos socioeconómicos altos de países en
vías de desarrollo, esto puede ser debido a la adopción de un estilo de vida occidentalizado
(Serra et al., 2001; Ebbeling et al., 2002).
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Desarrollo motor
El desarrollo motor es uno de los aspectos más patentes de las modificaciones del
comportamiento del niño asociados a su coordinación motriz. De modo que conforme el niño
va creciendo, va adquiriendo y dominando varios comportamientos motores de manera cada
vez más compleja y a partir de los cuatro años, demuestra un control motor semejante al del
adulto, aunque siempre su rendimiento será más inferior (Rigal, 2003).
El desarrollo de las habilidades motrices es esencial tanto en la primera infancia como
en la escuela primaria ya que juega un papel importante en el desarrollo físico, cognitivo y
social (Payne e Isaacs, 1995).
En el momento en el que nace un niño, el comportamiento motor de esté va
acompañado de una serie de reflejos. Muchos de los comportamientos aparecen y se repiten,
idénticos a ellos mismos, se trata de los movimientos estereotipados y repetitivos como
balancearse o soltar los objetos entre otros. En la aparición y modificación de la motricidad
voluntaria, las metamorfosis son más impresionantes conforme se va corticalizando el control
motor. Esta evolución del control de la motricidad voluntaria del niño depende de sus
estructuras nerviosas, sensoriales y motrices. Si todas estas estructuras están presentes en el
momento de nacer, esto quiere decir que todavía no han adquirido una funcionalidad plena.
(Rigal Robert, 2006).
El niño posee un control motor voluntario de las partes del cuerpo que sigue dos
direcciones: una la céfalo-caudal y otra próximo-distal. La primera se trata del control
progresivo del cuerpo, que va desde la cabeza hasta la pelvis. La segunda se trata de que el
control de los miembros comienza por raíz (parte fijada al cuerpo, hombro y cadera) que sigue
hacia la extremidad de los miembros. De manera que lo primero que controla el niño es el
desplazamiento de la mano a partir del brazo que gracias al hombro le permite utilizar la pinza
digital pulgar-índice con la que le permite coger diversos objetos pequeños. (Rigal Robert,
2006).
Los nuevos comportamientos motores pueden venir determinados genéticamente y
suelen aparecer en un tiempo y lugar, como los dientes o las metamorfosis que suele sufrir el
crecimiento del cuerpo. Tanto el equilibrio como la marcha se manifiestan en un momento
determinado. También no serán los comportamientos sino los elementos al permitir la
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adquisición los que serán anteriores: para andar, para los movimientos alternos de las piernas
debemos controlar el equilibrio, fuerza y coordinación. Podemos encontrar una serie de
actividades manipulatorias, estabilizadoras y actividades locomotrices. Debido a la repetición
de los comportamientos motores se permite facilitar el dominio mediante la relación de la
maduración con el entrenamiento. (Rigal Robert, 2006).
En la adquisición de los comportamientos motores podemos distinguir tres etapas. La
primera de ellas que abarca desde el nacimiento hasta los 15 y meses, en la que aparecen los
comportamientos motores primarios y una serie de elementos que los permiten como el tono
muscular, postura, prensión, equilibrio, marcha y posición del sentado. La segunda de ellas
que abarca desde los 2 a los 6 años, está es la época de adquisición y adaptación de las
competencias motrices como saltar, correr, tirar, golpear, nadar, etc. A los 6 años la mayoría
de los niños han adquirido los patrones motores. Y la tercera etapa abarca desde los 7 años
hasta la edad adulta, este es el período de perfeccionamiento de los comportamientos motores
(Rigal Robert, 2006).
Stodden et al., (2008) señalan que el desarrollo de la competencia de habilidades
motoras es un mecanismo subyacente primario que trata de promover la participación en la
actividad física. Los niños con peor rendimiento de habilidades motoras son menos activos
que los niños con habilidades motoras más desarrollados. La relación entre el rendimiento de
las habilidades motoras y toda actividad física podría ser fundamental para la salud de los
niños, en particular en la prevención de la obesidad (Williams et al., 2008). De modo que altos
niveles de rendimiento aeróbico y coordinación motora son fuertes predictores de la actividad
física en niños durante la infancia (Lopes et al., 2010) aunque la asociación entre habilidades
motrices fundamentadas y actividad física podría estar influida por el sexo, así Cliff, Okely,
Smith y Mckeen (2009) señalan una asociación entre las habilidades manipulativas en niños y
las habilidades locomotrices en niños con los niveles de actividad física.
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Actividad física
Marcos Becerro (1989) señala que “La actividad física no es otra cosa que un
movimiento de algunas estructuras corporales originado por la acción de los músculos
esqueléticos, y del cual se deriva un determinado gasto de energía. Según Grosser y Cols
(1991) consideran que “el ejercicio físico es un movimiento que requiere un proceso complejo
y orientado en un objetivo”.
Una buena práctica de actividad física realizada con una frecuencia, intensidad y
duración está encuadrada dentro de unos estilos saludables de vida (Gutiérrez, 2000).
Casimiro (1999) y Castillo y Balaguer (2001) encuentran una relación directa entre el hábito
de práctica física, buenos índices de condición física, adecuados hábitos de higiene corporal y
alimentación equilibrada.
La actividad física es un tema que está vinculado a unos beneficios para la salud en
niños en edad escolar, al igual que se relaciona con la obesidad a través de una serie de
niveles de actividad física (Janssen y LeBlanc, 2010). Nos encontramos con dos factores que
provocan sobrepeso y obesidad en niños en edad preescolar como son el alto consumo de
energía y la inactividad física.
La actividad física es un factor importante, contribuye a la mejora de la calidad de vida
y a la salud. Esta calidad de vida tendrá un vínculo con el entorno social y el estilo de vida en
el que se desarrolla la persona. La actividad física es recomendada en todas las edades, pero
durante el período de la infancia y en la adolescencia es donde se adquiere hábitos y actitudes
positivos que hacen que continúen en edades posteriores. En la infancia es el mejor momento
para la adquisición de un estilo de vida saludable, eliminando aquellos hábitos de
sedentarismo. (Kelder y Col, 1994).
La familia y los padres por tanto son los responsables de estimular la participación
deportiva de sus hijos (Aznar y Col, 1997; Casimiro 2002; Greendorfer, 1983; Woolger y
Power, 1993). Por tanto la familia es el primer agente socializador del niño, transmitiendo una
serie de valores, normas y comportamientos en edades muy tempranas. También el colegio,
puede ser el lugar esencial para establecer y desarrollar una serie de patrones de
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comportamiento adecuados para la salud y el bienestar, incluida la actividad física (Smith y
Biddle, 1995).
La actividad física tiene efectos beneficiosos para la salud en la infancia y además de
afianzar una serie de comportamientos saludables a lo largo de la vida, también desempeña un
papel fundamental en el funcionamiento cognitivo, la socialización, y el desarrollo emocional
(Beets et al., 2011).
The National Association for Sport and Physical Education (NASPE) aconseja en
niños preescolares unos 60 minutos de actividad física diaria estructurada, un mínimo de 60
minutos y hasta varias horas al día, todos los días, de actividad física no estructurada y no
permanecer en situación de sedentario por más de 60 minutos a la vez, excepto a la hora de
dormir.
Burgi et al., (2011) indican que el nivel de actividad física en niños preescolares está
relacionado tanto con la mejora de las habilidades motoras como a la capacidad aeróbica,
siendo un determinante del riesgo cardiovascular. El nivel de actividad física está asociado
como un factor temprano de riesgo de obesidad en niños preescolares (Reilly et al., 2005).
Niederer et al., (2013) señalan asociación entre el índice de masa corporal (IMC) y el nivel de
condición física en niños preescolares. De modo Okely, Booth y Chey, 2004 matizan que el
IMC y la circunferencia de la cintura fueron predictores significativos de las habilidades
motrices fundamentales en niños y adolescentes.
Tras la existencia de una gran prevalencia de obesidad en jóvenes y niños, muchas
investigaciones y profesionales se han interesado en promocionar la actividad física en niños
preescolares (Russell et al., 2010). Muchas de las investigaciones sobre intervención en la
condición física de los sujetos para la promoción de la salud, reducción del sobrepeso y
mejora de la capacidad cardiorrespiratoria se han centrado en población adulta o niños por
encima de 6 años. Debido a que muchos de los niños preescolares pasan mucho de su tiempo
en actividades sedentarias, pocos estudios sobre la intervención con actividad física se han
centrado en el preescolar (Howie et al., 2014; De Bock et al., 2013).
La condición física es aquella en la que una persona tiene la capacidad de realizar
actividad física y/o ejercicio, y constituye una medida integrada de todas las funciones y
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estructuras que intervienen en la realización de actividad física o ejercicio (Ruiz et al., 2011).
La condición física relacionada con la salud se trata de una habilidad para realizar actividades
de la vida diaria, y hace referencia a unos componentes de la condición física que tienen una
estrecha relación con la salud: la capacidad aeróbica; la capacidad músculo-esquelética; la
capacidad motora, y la composición corporal. El nivel de condición física se puede evaluar a
través de unos test de laboratorio y test de campo (Ruiz et al., 2011). Estudios recientes han
puesto de manifiesto que la condición física es un importante predictor de morbilidad y
mortalidad en adultos y un potente indicador del estado de salud en niños y adolescentes, y
está estrechamente relacionada con la obesidad (Ardoy et al., 2011). Ortega et al., (2008)
señalan igualmente que el nivel de condición física es un potente biomarcador del estado de
salud desde edades tempranas. En este sentido, la condición física, adiposidad y distribución
grasa observadas en la infancia, han mostrado tener relación con la salud cardiovascular en la
edad adulta (Casajús et al., 2012). Los componente de la condición física se pueden dividir en
dos grandes categorías: los relacionados con la salud (la capacidad aeróbica, fuerza muscular,
resistencia muscular y flexibilidad) y los aspectos relacionadas con la habilidad (agilidad,
equilibrio, coordinación, potencia, tiempo de reacción y velocidad) (Molnar y Livingstone,
2000).
La aplicación de programas de intervención en actividad física en niños de 3 a 6 años
necesita unas medidas de evaluación y un seguimiento de la condición física que tenga un
relación con la salud válida y fiable para esta población. Existen diversas baterías de
evaluación de la condición física tanto en niños como adultos (Batería Eurofit y Seniors Test)
pero ninguna a nuestro conocimiento ha sido adaptada y validada a la población infantil de 3 a
6 años, la cual no ha recibido apenas interés ni por parte de investigadores ni educadores
relacionados con el ámbito de la actividad física. Fulton et al., (2001), considera importante la
necesidad de desarrollar métodos válidos para la medición de la actividad física y para el
comportamiento sedentario, lo cual se considera el primer paso necesario para llevar a cabo la
vigilancia significativa la actividad física y la investigación de intervenciones para niños de 2-
5 años. El propio curriculum de Educación Infantil (RD1630/2006, de 9 de diciembre, por el
que se establecen las enseñanzas mínimas del segundo ciclo de Educación infantil) pone de
manifiesto mediante las áreas de conocimiento y bloques de contenido, una importancia de la
motricidad y salud en esta etapa educativa. De modo que requiere instrumentos que permitan
objetivar de manera precisa y especifica las adquisiciones en el ámbito de la actividad física y
la salud en estas edades.
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Hasta la fecha, muy pocos estudios (Burgi et al., 2011) han analizado las capacidades
física en niños de Educación Infantil, informando de la ausencia de diferencias entre sexos.
Tucker’s (2008) en una revisión sistemática muestra una investigación sobre los niveles de
actividad física de aquellos niños en edad preescolar (2-6 años). Treinta y nueve estudios
primarios (publicados 1986-2007) que representan un total de 10.316 participantes (5.236
varones y 5.080 mujeres), procedentes de siete países se describen si las conductas de
actividad física de esta población se consideran de acuerdo con la pautas de actividad física
para los niños preescolares (NASPE). Las recomendaciones actuales sugieren un mínimo de
60 minutos de actividad física al día, peros solo un 54% de participantes logró este nivel
participativo. También se ha observado que los niños suelen participar en actividades físicas
más que las niñas. Se desprende de esta revisión sistemática que casi la mitad de los niños
estudiados no cumplen con las pautas recomendadas para la actividad física. Por lo tanto, las
intervenciones efectivas que promuevan y fomenten la actividad física en los niños son
necesarias, sobre todo en las niñas. Sin embargo, una pauta más objetiva de la actividad física
para los niños en edad preescolar es necesaria; por lo que la medición de la actividad física
tiene que ser más unificado para comparar y seguir la actividad de forma más efectiva. En este
sentido, uno de los inconveniente para analizar el nivel de actividad física de los niños
preescolares se centra en el tipo de registro realizado, la acelerometría es una tecnología que
permite registrar de manera precisa los niveles de actividad física diaria y ha sido ya empelada
en preescolares (Beets, Bornstein, Dowda y Pate, 2011; Burgi et al., 2011; Pate et al., 2004)
con resultados que señalan una gran variabilidad e interpretaciones confusas entre estudios
(Bornstein, Beets, Byun y McIver, 2011); además, de las dificultades añadidas para el uso de
este instrumental en niños de esta edad. Sin embargo, el análisis de la condición física es un
aspecto sencillo de realizar y que nos permite establecer percentiles y referencias normativas
que podrían ayudar a ilustrar el nivel de actividad física de esta población así como su
asociación con otros aspectos epidemiológicos como el sobrepeso, estado nutricional y otros
factores sociodemográficos como las condiciones socio, económicas y culturales de los
progenitores.
Sobre el problema de la obesidad infantil inciden otros factores diferentes a los
relacionados con la alimentación y al sedentarismo, como por ejemplo, el número de horas
que ven la televisión. En España, la tarea de ver la televisión es una de las actividades de
tiempo libre más extendida entre los niños y escolares (Mendoza, 1994).
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Como bien dice Tercedor (1998) “En nuestra sociedad se presentan una serie de
juegos de carácter sedentario (videojuegos, juegos de ordenador, etc.) muy practicados por
la población infantil y que presenta escasa o nula implicación motriz, además de que inducen
un comportamiento en el niño de aislamiento social al realizarse gran parte de ellos en
solitario”. Casimiro (2000) hace una reflexión importante: “ La masiva robotización de los
juegos infantiles y el alto consumo televisivo pueden estar íntimamente relacionados con la
falta de espacios lúdico-recreativos cercanos a sus domicilio, así como a la falta de
alternativas físico-deportivas extraescolares no competitivas, las cuales, sin duda,
favorecerían una disminución del sedentarismo infantil y juvenil en el tiempo de ocio”.
3. OBJETIVOS
Los objetivos que se pretende llevar a cabo con este estudio son:
Analizar el estado nutricional de niños de 3 a 6 y su asociación con la capacidad
cardiorrespiratoria, el estado ponderal y nivel de actividad física.
Establecer diferencias entre sexos.
4. MÉTODOS
Participantes
En este estudio participaron un total de 121 niños de edades comprendidas entre 3 a 6 años, 60
niños (Edad: 57,05±10,13 meses, Índice de Masa Corporal [ IMC]=16,02±1,35 Kg/m2) y 61
niñas (Edad 57,20±12,60 meses, IMC]=16,80±2,18 Kg/m2), seleccionados de diferentes
centros escolares de la provincia de Jaén. Como criterios de inclusión se tuvo en cuenta la
escolarización en Educación Infantil y no padecer discapacidad física y/o intelectual. Los
padres firmaron un consentimiento informado de participación de los niños en esta
investigación. El estudio se realizó en cumplimiento de las normas de la Declaración de
Helsinki (versión 2008) y siguiendo las directrices de la Comunidad Europea para la Buena
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Práctica Clínica (111/3976/88 de julio de 1990), así como el marco legal español para la
investigación clínica en los seres humanos (Real Decreto 561/1993 sobre ensayos clínicos).
Materiales y pruebas
Medidas antropométricas. Para la altura (m) se utilizó un tallímetro (Seca 22, Hamburg,
Germany). El peso (Kg.) se registrará con una báscula Seca 634 (Hamburgo, Alemania). El
índice de masa corporal (IMC) (kg/m²) se calculó dividiendo la masa (kg) entre el cuadrado
de la altura (m).
Para la resistencia aeróbica se empleó el 6 minute walk test (6MWT). El 6MWT, diseñado
originalmente para adultos, evalúa la resistencia aeróbica mediante la distancia máxima
recorrida en terreno llano durante de 6 minutos siguiendo un protocolo estándar. En niños y
adolescentes sanos, este test ha sido validado y estandarizado en estudios internacionales
(Geiger et al., 2007; Li A et al., 2007) (Figura 1).
Figura 1. 6 minute walk test.
El análisis del estado nutricional y del nivel de actividad física se realizó con el cuestionario
krece plus (anexo 1) (Serra et al., 2003). Es un test nutricional rápido para niños de 4 a 14
años, presenta 16 ítems con una valoración de -1 a +1. Además el cuestionario presenta 2
preguntas sobre el nivel de actividad física:
¿Cuántas horas ve la televisión o juega a videojuegos diariamente de promedio? Marcar con una cruz.
¿Cuántas horas dedica a actividades deportivas extraescolares semanalmente? Marcar con una cruz.
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Procedimiento
Se solicitaron previamente los permisos oportunos a los centros escolares en los que se
registraron los datos. Previa entrevista con los profesores de los centros, se les repartieron los
cuestionarios para que se les hicieran llegar a los padres. En otra sesión se registraron los
datos antropométricos y la prueba de 6MWT.
Análisis estadístico
Los datos de este estudio se han hallado mediante el programa estadístico SPSS., v.19.0
para Windows, (SPSS Inc, Chicago, USA). El nivel de significación se fijó en p<0,05. Los
datos se muestran en estadísticos descriptivos de media, desviación típica y porcentajes. Se
comprobó la distribución normal de los datos y la igualdad de varianzas mediante pruebas de
Kolmogorov-Smirnov y cobtraste de Revene respectivamente. La comparación entre sexos se
realizó mediante prueba t de student. Se realizó correlación Pearson entre variables. Además
se realizaron correlaciones Pearson entre variables.
Resultados
En la tabla 1 se describen las características sociodemográficas de los padres.
Tabla 1. Características sociodemográficas de los padres.
Estado civil
n(%)
Soltero 6(5)
Casado 104 (86,7)
Separado/divorciado 9 (7,5)
Viudo 1 (0,8)
Nivel socioeconómico
n(%)
Bajo 22 (19)
Medio 91 (78,4)
Alto 3(2,6)
Nivel de estudios
n(%)
Sin estudios 2 (1,7)
Primarios 18 (15,5)
Secundarios 51 (44)
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Universitarios 45 (38,8)
En la tabla 2 se exponen los estadísticos descriptivos del cuestionario nutricional.
Tabla 2. Estadísticos descriptivos del cuestionario nutricional.
ITEMS SÍ N(%)
NO N (%)
1. No desayuna 117 (100) 0 (0)
2. Desayuna un lácteo.(leche o derivados) 114 (97,4) 3 (2,6)
3. Desayuna un cereal o derivado. 86 (73,5) 31 (26,5)
4. Desayuna bollos o dulces. 13 (11,1) 104 (88,9)
5. Toma una fruta o zumo de fruta todos los días. 104 (88,9) 13 (11,1)
6. Toma una segunda fruta todos los días. 47 (40,2) 70 (59,78)
7. Toma un segundo lácteo durante el día. 108 (92,3) 9 (7,7)
8. Toma regularmente verduras frescas o cocinadas una vez al día. 72 (61,5) 45 (37,2)
9. Toma verduras frescas o cocinadas más de una vez al día. 25 (21,4) 82 (78,6)
10. Toma pescado regularmente. (más de 2 o 3 veces por semana) 99 (84,6) 18 (15,4)
11. Come una o más veces a la semana hamburguesas, perritos o pizza
(McDonald)
22 (18,8) 95 (81,2)
12. Le gustan las legumbres (lentejas, judías, más de una vez a la semana) 106 (90,6) 11 (9,4)
13. Toma varias veces al día dulces y golosinas. 20 (17,1) 97 (82,9)
14. Toma pasta o arroz casi a diario.(más de 5 veces por semana) 58 (49,6) 59 (50,4)
15. Utilizas aceite de oliva en tu casa. 115 (98,3) 2 (1,7)
16. Toma bebidas alcohólicas (≥ 1/semana) 0 (0) 117 (100)
En la tabla 3 se exponen los resultados de las diferentes variables por sexo, encontrándose
sólo diferencias en el nivel de actividad física que es mayor en niños.
Tabla 3. Resultados de las diferentes variables analizadas.
Niños
Media (DT)
Niñas
Media (DT)
p-valor
Edad (meses) 57,05 (10,13) 57,20 (12,60) 0,350
IMC (Kg/m2) 16,81 (2,26) 16,76 (2,25) 0,858
6MWT 426,78 (65,52) 422,53 (66,57)
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Puntuación nutricional (0-11)
7,70 (1,6) 7,18 (1,84) 0,108
Nivel de actividad física (0-5) 2,21 (1,60) 1,35 (1,45) 0,003
DT (desviación típica). 6MWT (6 minute walk test).
El análisis de correlación Pearson muestra correlaciones significativas entre la edad y 6MWT
(r=0,609,p<0,001).
En la tabla 4 se expone el estado ponderal según el sexo y grupos de edad.
Tabla 4. IMC según sexo y grupos de edad.
3 años 4 años 5 años 6 años p-valor
Niños 16,25 (0,96) 15,67 (0,98) 16,52 (1,87) 15,67 (1,09) 0,454
Niñas 16,84 (1,42) 15,97 (1,80)* 17,65 (2,44)* 17,35 (2,79) 0,047 *diferencias significativas (p<0,05)
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5. DISCUSIÓN
En la muestra total tanto en niños como en niñas y según la referencias normativas de
Carrascosa et al. (2008), el estado ponderal de los niños con respecto a los valores de IMC lo
situarían en el percentil (p) 75. Por grupos de edad, en 3 años los niños se sitúan en el p 50 y
las niñas de 3 años se sitúan en el p 75. En 4 años, los niños se sitúan en el p50 y las niñas
en el p50. En 5 años, los niños en el p75 y niñas en el p85. Por último, en 6 años los niños se
sitúan en el p50 y las niñas en el p75. Por tanto, y teniendo en cuenta las recomendaciones de
Carrascosa et al (2008) sólo las niñas de 5 años estarían en situación de sobrepeso. Teniendo
en cuenta el estado nutricional y la baremación del cuestionario Krece Plus, tanto niños como
niñas se situarían en un nivel medio, sin embargo en relación con el nivel de actividad física,
los niños superan de manera significativa a las niñas (p=0,003) pero ambos a un nivel malo.
El hecho que las niñas presenten en algunos estadíos de edad mayor percentil ponderal podría
estar asociado al menor nivel de actividad física, sin embargo el análisis correlacional entre el
IMC y el total de puntuación en actividad física no lo corrobora.
Teniendo en cuenta referencias normativas de la prueba de 6MWT (Lammers et al., 2007) los
resultados tanto de niños como de niñas de este estudio se ajustan al promedio a estos
referencias, situándose en el p50.
El cuestionario Krece plus, validado por Serra Majem et al., (2003), formando parte del
estudio EnKid, supone un acercamiento al nivel nutricional de los escolares. Comparando este
estudio con el deMarcela et al., (2014) el nivel del estado nutricional es bajo para más de la
mitad de los escolares, medio para un 31.6% y alto para un 9.2%.
En cuanto a la actividad física es regular, destacando las niñas con un 46.8 % de nivel malo
frente a los niños con un nivel de 31.2%. Incluso en nuestro estudio el nivel de actividad física
es malo tanto en niñas como en niños, siendo mejores los niños. En nuestro estudio todos los
niños y niñas desayunan, en cambio en este un 5.2% de las niñas y un 3.7% de los niños no lo
hacen.
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6. CONCLUSIONES
En edades de 3 a 6 años ya se observan valores de obesidad o cercanos a ésta, todo ello junto a
niveles muy bajos de actividad física, tanto en niños como en niñas, ubica este estadio
evolutivo en un momento sensible al desarrollo de obesidad y sedentarismo, con
consecuencias en la vida adulta.
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